Dígalo con una historia Antonio Argandoña Diciembre 2010 “Dígaselo con flores” era un anuncio de cuando yo era (algo más) joven. Me parece que era una buena publicidad. Las flores dicen mucho, sobre todo si el que las recibe cree en el mensaje que, supuestamente, llevan las flores. Mi mensaje hoy va ser: si quiere contar su misión, su visión y sus valores, si pretende explicar cómo ve el papel de su empresa en la sociedad, si intenta transmitir su idea de la responsabilidad social de su organización,… cuente una historia, una narración, un relato que dé cuenta de cómo ha llegado su empresa a entender las fuerzas que dirigen su acción, una imagen de lo que quiere conseguir. Muchos mensajes que han captado la atención de la humanidad se han transmitido a través de historias. El primer libro de la Biblia empieza con una narración de cómo creó Dios el mundo, sigue con la historia de lo que pasó en el paraíso terrenal, y el último libro acaba con la narración de qué pasará al final de los tiempos. En el fondo, toda la Biblia no es sino un relato, repetido una vez y otra: al principio, todo iba bien, pero luego pecamos, hicimos las cosas mal, y todo se complicó, de modo que Dios tuvo que echarnos una mano, pedimos perdón y recuperamos la paz… hasta la próxima. Luego, cada relato incluye algunos detalles adicionales: el asesinato de Abel, por ejemplo, pone énfasis en la envidia de su hermano Caín, y el incidente de la torre de Babel señala los peligros de esa soberbia que a veces nos entra en las colectividades humanas, que nos creemos capaces de todo, porque pensamos nuestras fuerzas son más que suficientes para conseguir lo que deseamos. De este modo, cada capítulo de esa historia añade nuevas moralejas. Lo importante es que esas historias nos dicen siempre algo, porque, de alguna manera, nosotros somos también los protagonistas de cada una de ellas. O podemos serlo. También en la empresa tenemos narraciones que contar. A veces son historias reales: lo que los fundadores se propusieron que fuese nuestra empresa; lo que ellos hicieron para crear un clima humano cordial y atractivo; algunas acciones extraordinarias, que subrayan la misión y los valores,… Otras veces serán alegorías, prefiguraciones de lo que puede ocurrir, o de lo que nos gustaría que ocurriese. Leí una vez una de esas historias que me pareció muy ilustrativa. Levi Strauss & Co., el famoso fabricante de ropa, quería instalar hace años una fábrica en el Sur de Estados Unidos, y quería que fuese racialmente integrada. Las autoridades dijeron que no. Los directivos anunciaron: “Pues no instalaremos la fábrica”. “Bueno”, dijeron en el pueblo, “levanten una pared en el taller, que separe los trabajadores blancos y los de color”. “No”, contestaron. “Pues tracen al menos una línea en el suelo, que separe ambos colectivos”. 1 “No”. “Bueno, pues al menos sepárenlos en la cafetería y en los lavabos”. “No”. Y se salieron con la suya. Las empresas deben prestar quizás más atención a los valores y a los ideales, y menos a los códigos y a las políticas. Los relatos sirven para explorar valores e ideas. Para ello, deben generar el diálogo dentro de la organización y con sus stakeholders. A menudo, la historia la sugerirán no los directivos, sino los empleados, o los clientes. Otras veces, la historia, real o inventada, podrá llegar a personas que nunca estarán dispuestas a leer un documento concienzudo y denso o a escuchar un discurso del presidente o del consejero delegado. Bien están las declaraciones contundentes, pero una historia breve puede ser más eficaz a la hora de hacer llegar el mensaje a los empleados, clientes, proveedores y a la sociedad en general. Claro que, para transmitir mensajes con historias, hay que tener historias que contar. Y las historias deben ser creíbles. Si no, el mensaje puede tener consecuencias funestas. Volviendo al caso del “dígaselo con flores”, puede ocurrir como a aquel marido que llegó a casa con un bonito ramo de flores, en el aniversario de su boda y, al entregárselo a su esposa, le aclaró: “Me ha recordado mi secretaria que hoy era nuestro aniversario…”. Y, claro, la mujer le puso las flores por sombrero. “Dígaselo con historias” puede ser una buena idea para una empresa, para cualquier organización, para una familia, también para un país. ¿Cuáles son los lobos que acechan a nuestras Caperucitas Rojas? ¿Quién les salvará? ¿Cómo queremos que sea el futuro, cuando todos seremos felices y comeremos perdices? Y esto vale tanto para la nueva política anticontaminación de la empresa, como para la reforma de las pensiones, o para el nuevo modelo de país que todos anhelamos. 2