¿Regular los contenidos en internet?

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PERSPECTIVA
Ciencia y tecnología
¿Regular los contenidos en internet?
Víctor González
INTERNET
D
esde su creación se han hecho muchas
propuestas en el mundo sobre cómo
debería regirse internet. La posibilidad
y conveniencia de controlar la información
que ahí se publica y temas tales como la
privacidad de los usuarios, los contenidos no
aptos para ciertos individuos y la seguridad
nacional son objeto de debates interminables
en muchos países.
Es un tema controversial, comentó el
especialista Alejandro Martínez Varela.
“Regular los contenidos en internet tiene
muchas implicaciones. Sistemas como el
estadunidense han entendido que poner
muchos candados a un servicio que no tiene
fronteras provocaría que los proveedores
simplemente vayan a hacer su negocio en
otro país donde no sea ilegal”.
Técnicamente es posible censurar internet,
pero hay que preguntarse si vale la pena
hacerlo. Existen filtros específicos en el caso de
que una madre quiera evitar que su hijo vea
pornografía, pero no son infalibles, porque
siempre hay alguna manera de burlarlos.
Todo candado significa una disminución
en las funciones del sistema. Un control rígido
limita su funcionalidad. Internet entonces deja
de ser el medio de comunicación y transporte
universal de información para dar cabida a unas
cuantas aplicaciones autorizadas.
Internet no es sustituto de la biblioteca
“Se reducirían las capacidades de cada
computadora personal y de la red en su
conjunto. Desde mi punto de vista sería
un error, pero hay tantas variantes sobre el
tema como personas que opinen acerca del
mismo”, puntualizó Martínez Varela, quien
es coordinador de telecomunicaciones y
redes en la UdeG.
Aclaró que internet no es sustituto de la
biblioteca. Es un medio de comunicación con
características específicas, por lo que no suple
otros mecanismos para obtener información.
Hoy es posible publicar cualquier
cosa en internet. Para ello solo se requiere
una computadora, ciertos programas
y una conexión a la red. Pero siempre
ha sido posible sacar a la luz ideas e
información. Cualquiera puede gritar sus
consignas, salir a la calle con una pancarta
o manifestarse de diversas formas en
la vía pública. La única diferencia real
es que ahora resulta más sencillo y más
gente puede hacerlo gracias a la capacidad
de las nuevas tecnologías y su grado de
penetración en la sociedad.
Regular el acceso a internet y los
contenidos en la red equivale a tachar
textos en libros porque alguien los considera
inmorales o subversivos. ¿Quién tiene la
capacidad y autoridad para decidir qué
información o cuáles páginas en red deben
restringirse por considerarlas de baja calidad
o inmorales?
Mucha gente tiene una idea limitada de
internet. Es un medio que ya forma parte
de la vida humana. Así como aprendimos
a usar el cajero automático, los teléfonos
celulares y a enviar faxes, es necesario
conocerlo, integrarlo a nuestra vida y
dimensionarlo como lo que es: el medio
masivo de comunicación y transferencia de
información más efectivo que tenemos.
El contenido que podemos hallar en las
páginas electrónicas no es diferente de lo
que encontramos en el mundo y en todos
los medios que utilizamos los humanos para
comunicarnos. Internet es solo un medio
más, una herramienta cuya efectividad no
significa que deba ser objeto de una censura
que en otros medios ya no existe.
La red mundial es libre, como lo es el
espacio público. Entre toda la información
que ahí podemos encontrar habrá sin
duda contenidos de baja calidad, falsos,
tendenciosos o inconvenientes para ciertos
usuarios, pero la única acción segura para
evitarlos es el criterio y responsabilidad de
la persona.
En aumento la mercantilización de la educación
Aimeé Muñiz Machuca
El problema de la mercantilización
de la educación, incluida la venta
de títulos y grados a través de
internet, tiene su explicación en la
imposición de la lógica del mercado
(como única racionalidad válida),
que plantea que solo aquello
factible de vender o comprar posee
valor, indicó Elia Marum Espinosa,
profesora investigadora del
Centro Universitario de Ciencias
Económico Administrativas
(CUCEA).
Señaló que la venta de
títulos y grados por internet,
sobre todo la hecha por agencias
comercializadoras y supuestas
universidades norteamericanas,
es un problema que ha enfrentado
el mismo gobierno estadunidense.
Los cuerpos de investigación
policiaca saben que son como los
hongos: “las matas y vuelven a
salir. Es un fenómeno recurrente y
continuo”.
Marum Espinosa advirtió que
el problema no está tanto en los
títulos adquiridos por medio de
internet, porque estos pasan por
diversos filtros gubernamentales
(Dirección de Profesiones, de la
Secretaría de Educación Pública
y de la Secretaría de Relaciones
Exteriores –en caso de títulos
expedidos fuera del país–), sino que
se trata de un asunto de fondo.
A pesar de que existen
lineamientos para evitar dicha
comercialización, sobre todo de
tomar en cuenta que ésta se opone
a la constitución, los beneficiados
buscan implantar la lógica del
mercado como pensamiento único
y esto lleva a una sectarización,
a una posición contraria a la
democracia y a la libertad.
Para contrarrestar dicho plan urge
en las autoridades y mecanismos de
la sociedad, conciencia al respecto y
una sólida moral para hacer valer el
estado de derecho.
“La constitución mexicana y
las leyes de educación marcan
que ésta es un servicio que de
manera exclusiva y obligatoria
debe proporcionar el Estado, por
lo que no puede ser considerada
una mercancía.
“Sin embargo, el Acuerdo
general sobre comercio de servicios
(AGCS), que firmó el gobierno de
Vicente Fox en 2002, sin haberle
avisado a nadie, incluye la
comercialización de la educación
superior. Eso atenta y viola la
constitución y el derecho social a
la misma.
“Está claro que el proyecto
de mercantilización educativa
que se está implementando en
la práctica resulta contrario a la
ley. Es un proyecto para beneficio
de los grupos hegemónicos y
privilegiados económicamente, y de
empresas que quieren aprovechar
la creciente demanda de educación
media superior y superior derivada
del llamado ‘bono demográfico
mexicano’, que les asegura un
crecimiento alto y la posibilidad de
que el Estado mexicano las subsidie
y cubra parte de sus costos”.
UNA CUESTIÓN
MORAL
La investigadora expresó que la
situación vivida en México y en
otros países puede ser resumida
con el término de crisis moral.
El desempleo, la pobreza,
la exclusión, falta de espacios
educativos y el impulso de la
lógica de mercado como única
forma aceptada de solucionar
las demandas de la sociedad,
son reflejos, en la economía y la
sociedad, de un problema moral.
“En muchas universidades
se piensa en hacer negocio con la
educación y anteponen el interés
personal, el provecho de un grupo
o de una persona al verdadero
interés de los jóvenes”.
En el caso de México es
responsabilidad exclusiva del
gobierno asumir su tarea de brindar
educación a la sociedad o de
reconocer la validez de los estudios
que prestan los particulares como
apoyo a esta tarea, pero con un
criterio que deja de lado la lógica
del mercado.
“La educación es un bien
público, un derecho social de los
mexicanos y no una mercancía
para quien la pueda comprar
y vender o hasta sacrificarse
para adquirirla. En México las
universidades e instituciones
educativas con fines de lucro son
ilegales y por lo tanto hay que
actuar en consecuencia”.
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