LA DIVINA MISERICORDIA Parroquia de San José – Almería Página 1 CICLO BÍBLICO INDICE DE TEMAS 1. La Misericordia de Dios en la obra de la creación. (Pág.3) 2. El pecado, expresión de la desconfianza de la misericordia de Dios. (Pág.14) 3. La Misericordia de Dios en el misterio de la Encarnación y Nacimiento del Hijo de Dios. (Pág.26) 4. La Misericordia de Dios en el misterio pascual de Cristo. (Pág.39) 5. La Misericordia de Dios en la presencia de Jesús en la tierra (en la palabra, en los sacramentos). (Pág.50) 6. La Misericordia de Dios en el fin último del hombre. (Pág.61) 7. La Virgen María en el proyecto de la Misericordia de Dios. (Pág.72) 8. El papel de la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia en los proyectos de la misericordia de Dios. (Pág.83) 9. El concepto de la misericordia de Dios en la encíclica “Dives in misericordia”. (Pág.100) 10. La confianza como primera respuesta del hombre al conocer el misterio de la Misericordia de Dios. (Pág.128) 11. La misericordia humana como respuesta y participación en la misericordia divina. (Pág.139) 12. El anuncio del misterio de la Misericordia de Dios por medio de la palabra, testimonio de la vida y por la suplica de la Misericordia de Dios para el mundo como la principal tarea de la Iglesia. (Pág.150) 13. La misericordia divina en la enseñanza y obras de Jesús (Pág.166) Parroquia de San José – Almería Página 2 CAPITULO 1 “¡Señor nuestro Dios, que admirable es tu Nombre en toda la tierra! Quiero adorar tu majestad sobre el cielo: con la alabanza de los niños y de los más pequeños erigiste una fortaleza contra tus adversarios para reprimir al enemigo y al rebelde” (Salmo. 8, 1-3) Este salmo nos introduce en el tema sobre el cual queremos reflexionar. Nos enclava en el clima de la alabanza a Dios que por medio de su creación nos maravilla y nos revela no solamente su grandeza sino sobre todo su amor y misericordia. Creó el mundo tan maravilloso para asombrarnos. Tenemos que tener presente al contemplar la creación, de no detenernos solamente en la obra que Dios hizo, sino en su Autor, es decir, en el Creador. Dios miró todo y vio que era muy bueno “Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios y la Palabra era Dios” (Juan 1,1). La Palabra del caos, de las tinieblas, del desorden, llama a la existencia al cosmos. Lo que atrae más en la obra de la creación es la capacidad de Dios, su creatividad que sobrepasa toda imaginación, como también su generosidad para enriquecer a su creación. Podemos ver asimismo en la creación la inclinación a la vida, a la multiplicación, a la alegría por la existencia que surge cada vez con nuevas formas. La descripción de la creación en el Libro del Génesis no es una descripción científica de cómo surgió el cosmos y nuestro planeta, sino que es un himno de alabanza en honor del Dios Creador. Parroquia de San José – Almería Página 3 Este himno se cantaba en la sinagoga. Manifiesta algunas verdades fundamentales para nuestra vida. Estas realidades son evidentes aunque muchas veces nos olvidemos de ellas, lo cual provoca muchas dudas y dificultades espirituales. La Palabra de Dios es muy clara: Dios es el Creador y el hombre es una criatura. Todo lo que hizo Dios era bueno. Existe la igualdad entre el hombre y la mujer. El hombre es el dueño de la creación y debe someter a la tierra. Debe destinar seis días al trabajo y el séptimo al descanso. Estas verdades son evidentes y son el fundamento de la armonía que Dios había previsto para toda la creación. Cuando uno se olvida de estas verdades de la creación o las niega, entra el caos y el desorden. Cuando el hombre olvida que es solamente una criatura e intenta hacer de sí mismo un Dios, la armonía prevista por el Creador está dañada. Aun más, se produce una tragedia cuyas consecuencias van a ser muy dolorosas para toda la humanidad. Solamente Dios puede arreglar lo que el hombre ha dañado. La descripción de la creación contiene verdades tan fundamentales que determinan el lugar que ocupa el hombre en el universo y para con Dios, por eso podemos descubrir en ellas la misericordia del Padre, quien así pensó el mundo y no quiso que el hombre ignorara cual es su lugar en este mundo. Solamente el amor admite al otro, a sus misterios y secretos. El Dios que nos ama no nos dejó en la oscuridad. En su lugar La verdad sobre el Dios Creador y sobre el hombre como criatura es un punto de salida para una verdadera antropología, es decir, para la reflexión sobre el hombre. No se puede entender al hombre sin ubicarlo en esta verdad. La verdad que surge de la revelación, anuncia que Dios es el Creador. Desde la nada llamó al universo a la existencia, creó la tierra y la preparó para el hombre. Cuando todo fue preparado, Parroquia de San José – Almería Página 4 llamó al hombre a la existencia como la coronación de la obra de la creación de todo el universo, pero no como un dios. El hombre tiene entonces un lugar determinado en la obra de la creación. Es solamente una criatura, aunque la criatura más perfecta, pero solamente una criatura. Es alguien infinitamente inferior del Dios Creador, pero poco inferior a los ángeles (Salmo. 8,6). Esta verdad tiene sus consecuencias. Ser hombre plenamente es aceptar el lugar determinado por Dios, es aceptar el proyecto eterno que Dios realiza en su sabiduría llamando al hombre como criatura, pero al mismo tiempo como alguien que tiene que ser su hijo. La armonía del cosmos consiste en que todo lo creado acepte su lugar, que no se rebele contra su historia, contra su destino. Sería ridículo si un animalito reprochara a Dios que no lo creó como una planta o si una planta se mostrara descontenta de que no es un pájaro. De la misma manera, el hombre se manifiesta ridículo cuando no acepta su lugar, es decir, cuando se rebela porque no es un dios. Esta ridiculez se transforma en una tragedia, ya que junto con la no aceptación van los comportamientos que manifiestan que realmente el hombre se cree un dios. La rebeldía que nace en el hombre tiene su origen en la mentira del diablo, la tentación del paraíso: “serán como dioses” (Génesis. 3,5). Por lo tanto tenemos que contemplar aun más la maravillosa armonía que existía cuando el hombre aceptaba su lugar, cuando estaba contento y feliz de esto y tenía la conciencia del lugar excepcional que ocupaba entre las demás criaturas. Dios le dio la facultad de poner un nombre a todo lo creado, lo cual lo distingue como el dueño y señor de toda la creación. Le dio al mismo tiempo la conciencia de que el poder procede de alguien superior, del mismo Creador. Estar en su lugar significa adoptar la postura del niño del Salmo 8 de cuya boca sale el canto de alabanza a Dios. Un niño está contento de su lugar, de su estatus social. Necesita solamente el apoyo de Parroquia de San José – Almería Página 5 alguien más fuerte, necesita de la seguridad que existe en alguien que lo ama. De una manera semejante, el hombre frente al Dios Creador puede adoptar una postura de alabanza por todos los dones que ha recibido. Nace en él la gratitud y admiración de la belleza que contempla y la reconoce como un regalo del Padre. Se comporta como un niño que se admira de todo, no solo de la obra de la creación, sobre todo de su propia historia en la cual reconoce el amor del Padre, reconoce su actuación. En el Salmo 8 existe también otra clase de personas de los cuales se dice que son “adversarios”, es decir, personas descontentas. Ellos siempre murmuran, tienen algo contra Dios, y por su rebeldía, critican a Dios por todo. El rebelde es el mismo demonio que se opone a Dios y se constituye en su oponente. Al diablo no le gusta la creación, no le gusta que un día fuera creado como un ángel y malgastó su posibilidad de ser feliz. Él mismo quiso ser como un dios y por eso no aceptó el lugar que Dios le había señalado. De ahí su amargura y el deseo de hacer al hombre partícipe de su rebeldía. Dios sigue siendo el amor y es para nosotros la única salida segura y nuestra única postura adecuada es la contemplación de su misericordia que se manifiesta en nuestra historia y en nuestra humanidad. La misericordia de Dios la vemos en que su Hijo se hizo una criatura, no aprovechó la oportunidad para ser igual a Dios, se anonadó a si mismo tomando la condición de servidor (Filipenses 2,6). Jesús se hace hombre como un don para nosotros y para que podamos comprender mejor que nuestro lugar en la tierra no es una maldición, no nos denigra. Es un don del Padre Misericordioso. Parroquia de San José – Almería Página 6 A Su imagen “Dios creó al hombre a su imagen” (Génesis 1,27). Esto es una distinción especial. Sobre todo porque ninguna otra criatura fue creada a imagen y semejanza del mismo Dios. Existen fundamentos aun más profundos de esta distinción. La esencia de Dios – como dice San Juan – es el amor. “Dios es amor” (1 J 4,8). La semejanza a Dios se caracteriza por lo esencial, es decir, por el amor. La semejanza a Dios no es un punto de partida pero si de llegada, es nuestro fin. De esto surge que nuestra vocación es el amor. Dios creó al hombre a su imagen, es decir, del amor hizo su esencia para que todas sus acciones y obras estén llenas de esto que caracteriza a Dios. Esta primera vocación se realizaba en el paraíso donde Adán y Eva aprendían el amor a Dios, el amor mutuo y el amor a las criaturas. Existía entonces una maravillosa armonía entre el hombre y Dios, entre el hombre y otras criaturas. El amor fue el único deseo de los hombres. Todo lo que hacían tendía al amor. El hombre tuvo también el acceso a la fuente del amor, donde aprendía a amar. Esta fuente era la experiencia del amor del Padre, del amor gratuito, del amor inmerecido. Adán y Eva se sentían amados, seguros, rodeados por la presencia de Dios. Lo que les convencía más del amor, era la libertad que habían recibido de Dios, la confianza que tenía para con ellos. Sabían que Dios confíaba en ellos y que todo lo que les rodeaba era su regalo y respondían a este amor con su confianza en él, con su obediencia, con su amor, realizando de esta manera su llamado a la existencia a imagen de Dios. El ejemplo más patente de esta misericordia en el paraíso, era la palabra que habían recibido para no comer los frutos del árbol que estaba en medio de este jardín. Ellos sabían que esta palabra era un regalo del Padre, que esta prohibición no era ninguna forma de limitar su Parroquia de San José – Almería Página 7 libertad, sino que ayudaba a protegerlos de cualquier peligro. Nuestros primeros padres vieron en esto la preocupación del Padre, así como nosotros la vemos cuando los padres, protegiendo al niño del peligro le dan ciertas indicaciones. Solamente una manera de pensar tortuosa obliga a ver en esta palabra de Dios una limitación de la libertad. Adán y Eva no tuvieron dificultades para ver en esta prohibición la misericordia de Dios. Les defendía de algo de lo cual Dios estaba al tanto, la muerte. No necesitaban experimentarla. Era para ellos suficiente la confianza en Dios, la fe en que Él no los engaña, que les ama. Sometan la tierra Regalando la libertad y la confianza Dios le dio al hombre su palabra: “Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla” (Génesis. 1,28). De esta manera trasmitió también a los hombres algo de su ser, de su esencia: además de la vocación al amor, los llamó también a la transmisión de la vida. El Dios que es el Señor y Dador de la vida hace a los hombres capaces de transmitirla. Les hace partícipes de este don divino que es dar la vida, participar en esta maravillosa capacidad, la cual posee solo Dios. Este don manifiesta la gran divinidad de los hombres, los hace responsables de la vida que se va a gestar en ellos, de la vida que el hombre va a trasmitir y formar pero que también puede destruir. Dios había previsto que este don iba a implicar un riesgo. También sabía que el hombre puede hacer mal uso de su libertad y la vida encomendada al hombre puede estar en peligro por su egoísmo. La historia manifiesta constantemente lo grande que fue el riesgo de darle al hombre tanta libertad, con la posibilidad de participar en el mismo acto creador de Dios. El hombre es capaz de someter a la tierra pero también de contaminar la naturaleza e incluso destruirla. Puede trasmitir la Parroquia de San José – Almería Página 8 vida pero también puede matar a su hermano. Puede tirar bombas para destruir y matar. A pesar de esto, Dios no le retiró sus dones, aunque sabe de las consecuencias que el pecado trae a los hombres. En esto consiste la misericordia de Dios. Entregar sus dones para enriquecer al hombre y que este los aproveche y someta la tierra. El amor consiste en entregarse olvidándose de sí mismo, aunque con esto se relacione el riesgo de que este don pueda ser malgastado. De una manera más evidente esto se ve en el don que Dios hizo de su propio Hijo Jesucristo. Hemos recibido a la vida misma - a Jesús -. Dios sabía que nosotros con nuestras manos íbamos a destruir esta vida, que Jesús iba a ser clavado en la Cruz. El hombre sometió a Dios, hizo con él lo que quiso. No solamente Dios nos dio la tierra para someterla, sino que también a sí mismo, entregó totalmente en nuestras manos a Jesucristo. ¿No será que esta imagen del Crucificado nos grita a nosotros, con una voz potente, de la inimaginable misericordia de Dios? ¿Puede existir un amor más grande? San Pablo dice que: “sus atributos invisibles – su poder eterno y su divinidad – se hacen visibles a los ojos de la inteligencia, desde la creación del mundo por medio de sus obras. Por lo tanto, aquellos no tienen ninguna excusa: en efecto, habiendo conocido a Dios no lo glorificaron ni le dieron gracias como corresponde. Por el contrario, se extraviaron en vanos razonamientos y su mente insensata quedó en la oscuridad. Haciendo alarde de sabios se convirtieron en necios” (Romanos 1,20-22). El más grande don de Dios visible para nosotros fue constituido en Jesucristo, pero este no fue reconocido. El don más grande de Dios – Su Hijo – fue rechazado por nosotros. ¿Qué enseñanza surge de esto para nosotros? ¿Será que la contemplación de las obras de Dios, de la delicadeza de la misericordia va a conmover nuestros corazones para que por lo menos veamos nuestra culpa, nuestra obstinación? o ¿será que vamos a seguir convencidos de nuestra Parroquia de San José – Almería Página 9 nobleza y de nuestras virtudes? Dios quiere conmover nuestros corazones para que ante su grandeza y su misericordia seamos más humildes. Oh Señor, nuestro Señor Si el hombre contempla el gran amor de Dios que se manifiesta en los hechos concretos, en los dones que ha recibido de Dios, si experimenta su amor gratuito entonces se le hacen muy cercanas las palabras del Salmo 8: “¡Señor nuestro Dios, que admirable es tu nombre en toda la tierra! Quiero adorar tu majestad sobre el cielo: con la alabanza de los niños y de los más pequeños” (Salmo 8, 2-3). Este canto puede surgir solamente del corazón de un niño que se admira por todo lo que le rodea. Dios hizo todo lo bueno y solamente alguien que tiene la simpleza de un niño, es capaz de contemplar todo el mundo creado por Dios. El niño, es capaz de alegrarse por cada cosa y por muy pequeña que esta sea es capaz de manifestar su alegría de todo lo que le rodea y ser agradecido y feliz. Por eso, si ustedes no cambian o no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos (Mateo 18,3). Semejantes expresiones como las del Salmo 8, las vamos a encontrar en muchos otros salmos. Del corazón lleno de agradecimiento surge el canto de alabanza a Dios por su obra en el cosmos y en la historia del hombre. Estos salmos son fruto de una profunda experiencia del encuentro con Dios vivo, no con una idea, pero con una Persona a la cual se puede reconocer por los signos que ha dejado en la naturaleza y aun más por los signos que dejó en la historia de los hombres. La experiencia más profunda la tiene el pueblo elegido, quien experimentó la esclavitud en Egipto donde fue sistemáticamente exterminado. Allí experimentó la ayuda de Dios – la liberación de la esclavitud-. Esto no fue posible humanamente para que los israelitas se liberaran de la muerte. Parroquia de San José – Almería Página 10 La acción de Dios hizo que probaran la libertad de la Tierra Prometida y experimentaran la liberación de la muerte. Por eso, en los labios y en los corazones de esta gente nace un grito de agradecimiento, nace una oración de alabanza por los dones que proceden del mismo Dios. ¿Cómo no ver el poderoso y extendido brazo de Javéh? ¿Cómo no ver su amor cercano que se manifestaba cada día en el camino a través del desierto a pesar de las rebeldías y murmuraciones? Por eso, la murmuración era el pecado más grande en el desierto, porque era la negación del agradecimiento y de la alabanza. El que tiene los ojos abiertos, quien ve las intervenciones de Dios va a cantar junto con el salmista: “Bendice al Señor, alma mía” (Salmo. 104, 1) Bésame con tus labios Con estas palabras la amada habla a su amado en el Libro Cantar de los Cantares. Con esta imagen la Iglesia siempre refería al amor esponsal de Dios hacia su pueblo. Tengamos presente que el amor esponsal no es solamente manifestado por medio de las palabras, de la poesía, pero tiene su justificación en los hechos concretos, en ciertos comportamientos. Si vamos a mirar este amor, sus manifestaciones en la naturaleza, vamos a ver que el macho quiere impresionar a la hembra. Tal vez esta comparación puede parecernos algo escandalosa, pero no tengamos miedo de mirar en la creación al cortejo amoroso que tiene lugar allí, porque el mismo Dios nos lo dio como imagen del amor que manifiesta especialmente hacia nosotros. Los que saben observar la naturaleza, descubren que el macho durante el cortejo amoroso va a hacer una magnífica danza con la cual quiere llamar la atención de la hembra y lograr que ella se interese por él. Algo parecido surge en el amor humano. Ella quiere manifestarse no solamente en las palabras, antes quiere manifestarse en las obras, en la ternura, en la delicadeza, Parroquia de San José – Almería Página 11 en la preocupación por la otra persona, en los extraordinarios regalos para expresar de esta manera su cercanía y su amabilidad. Dios no necesita tomar ejemplo de la naturaleza. Ella, es necesaria para que nosotros al observarla podamos descubrir la verdad que está inscrita en ella. Dios ama al hombre. Si queremos comprobarlo, hace falta abrir bien los ojos, para ver la “danza amorosa” que Dios hace para impresionarnos. ¿De qué otra manera podríamos explicar la extraordinaria belleza del cosmos, su rica belleza – todo esto es un reflejo débil de la belleza del Amante – que es un esfuerzo para impresionarnos e invitarnos al amor? Dios hizo todo el universo pensando en nosotros. La descripción bíblica de la creación nos dice que Dios preparó todo primero y después creó al hombre. Algo semejante hace una madre que espera la llegada de su bebe, prepara todo lo necesario para su niño como el ajuar, la cunita…. De igual manera Dios nos preparó la tierra, la adornó magníficamente y nos dio todo lo necesario para la vida. La verdad revelada en la creación ya por si es un mensaje del amor de Dios hacia nosotros, de su misericordia. El que ama regala a la persona amada lo mejor, lo más hermoso. El Padre que ama siempre le da al hombre todo lo bueno y bello respetando su libertad, no lo obliga, pero desea recibir una respuesta. Podemos no darnos cuenta de esta belleza ¿pero esa respuesta es adecuada? La respuesta más exacta es la fe y el amor, porque únicamente de este modo se puede responder al gran amor de Dios. Terminando esta reflexión de la misericordia de Dios manifestada en la obra de la creación, demos gracias a nuestro Padre por este don por el cual Él quiere llegar a nuestro corazón con gran ternura y delicadeza, no obligándonos a la reciprocidad. Quiere atraernos para que encantados por Su belleza reflejada en la creación, con plena libertad, respondamos con nuestro amor. Pidamos el don del Espíritu Santo Parroquia de San José – Almería Página 12 para que en el fondo de nuestro corazón, con mayor claridad nos recuerde a la misericordia del Padre y nos dé también la gracia de una respuesta adecuada a su gran amor. ORACIÓN A DIOS Dios mío, dame el día de hoy fe para seguir adelante. Dame grandeza de espíritu para perdonar, paciencia para comprender y esperar. Dame voluntad para no caer, fuerza para levantarme si caído estoy, amor para dar, dame lo que necesito y no lo que quiero. Dame elocuencia para decir lo que debo decir. Haz que sea el mejor ejemplo para mis hijos, el mejor amigo de mis amigos, haz de mí un instrumento de tu voluntad. Hazme fuerte para recibir los golpes que me da la vida, déjame saber qué es lo que tú quieres de mí. Déjame tu paz para que la comparta con quien no la tenga. Por último, anda conmigo y déjame saber que estas a mi lado ayudándome a ser conforme lo que Tú esperas de mi. Parroquia de San José – Almería Página 13 CAPITULO 2 La verdad sobre el pecado original es una de las verdades fundamentales de nuestra fe. Sin su aceptación y comprensión nos va a resultar muy difícil explicar nuestras dificultades personales con las cuales luchamos. Sabemos que Dios es amor, que es la misma misericordia y que tiene para el hombre un proyecto, el cual fue revelado sobre todo en la creación. Dios desea que seamos felices para que conozcamos su belleza, amor y respondamos con nuestra fe, confianza y amor. El paraíso presentado en el Libro del Génesis es solamente una pequeña muestra de esta grandiosa y maravillosa realidad de la creación. No es verdad que la felicidad del hombre consistía en unas pacificas vacaciones en un hermoso jardín llamado Edén, se trataba de algo totalmente diferente: la felicidad consistía en la maravillosa e íntima relación que unía al hombre con Dios, en esto que el hombre experimentaba a Dios como Padre, como amor, como misericordia. El respeto por la naturaleza y hacia el otro hombre surgía de este amor al Creador. Existía, entonces, una maravillosa armonía entre los hombres, entre ellos y la naturaleza, no se necesitaban ningunas acciones ecológicas para proteger a la naturaleza porque el hombre no la destruía. Una adecuada relación con Dios se refleja en la forma de relacionarse con los demás y con el mundo de las criaturas. Parroquia de San José – Almería Página 14 La primera mentira La tragedia se inicia en el momento en que en este maravilloso proyecto de Dios, en esta armonía que Él había destinado para nosotros, entra el enemigo. El Señor Jesús en el Evangelio de San Juan dice que el diablo es “el homicida… y padre de la mentira” (J 8, 44). Él es el enemigo de Dios y el enemigo del hombre. El Libro del Génesis lo presenta como una serpiente que es uno de los más astutos animales y además muy peligrosa ya que es venenosa. Esta comparación con la serpiente es muy adecuada para Satanás quien es muy astuto y tiene en si un veneno muy peligroso: la mentira. El diablo envenenó el corazón del hombre con la mentira. La experiencia fundamental de Adán y Eva era el siguiente: Dios me ama. Sobre esta verdad ellos construían su felicidad. Dios es amor, Dios es misericordia, Dios es nuestro Padre y desea lo mejor para nosotros. Sus corazones eran rebosantes del amor y de agradecimiento a Dios. Ahora sucedió algo terrible, se produjo un misterioso cambio en sus corazones. Fueron envenenados con la ponzoña de la mentira y esto fue para nuestros primeros padres el inicio de una gran tragedia, pero no solamente para ellos sino también para todo el género humano. Hagamos un esfuerzo para analizar las dos mentiras que aparecen en el Libro del Génesis. Veamos como con astucia e inteligencia son presentadas y al mismo tiempo cuanta perversidad en ellas. La primera se contiene en la pregunta que la serpiente dirige a Eva “¿Así que Dios les ordenó que no comieran de ningún árbol del jardín?” (Génesis 3,1). Una pregunta muy astuta. Dios dijo: “Puedes comer de todos los árboles que hay en el jardín, exceptuando únicamente el árbol del conocimiento del bien y del mal” (Génesis 2,16-17), y el diablo como si hubiera cometido un lapsus, como por casualidad dijo “de ningún árbol” lo cual es una mentira ya que Dios no lo había ordenado. Parroquia de San José – Almería Página 15 ¿Cuál es la intención del diablo? Cuando habla de todos los árboles inculca al hombre que Dios le quita la libertad. Si Dios le prohíbe una cosa, si le prohíbe comer de un árbol, entonces le prohíbe comer de cualquier árbol. Los padres también le dan algunas prohibiciones a sus hijos (no toques el enchufe, no juegues con el cuchillo…) y ellos pueden ver estas prohibiciones como una limitación de su libertad: si no puedo hacer ciertas cosas, entonces no puedo hacer nada. Y algo así se contiene en esta primera insinuación del diablo. Dios te quita la libertad porque te prohíbe comer de cualquier árbol. Entonces si Dios limita tu libertad significa que Él no te ama, ya que el atributo más maravilloso del amor es regalar la libertad. El amor que respeta al hombre consiste en que le das la libertad y al revés, allí donde no das a los demás la libertad, donde estas manipulando, cuando chantajeas y obligas a algo – esto manifiesta que no lo amas verdaderamente. Un amor así no es un amor verdadero. Una imagen así de Dios es la que el diablo presenta a Adán y Eva, una falsa imagen de Dios que no es el amor, que no ama al hombre. La segunda mentira es aun más seria ya que el diablo dice directamente que Dios miente. Cuando Eva le habla que solamente de un árbol Dios les prohibió comer para que no mueran, entonces el diablo dice: “No, no morirán” (Génesis 3,4). Esta es una mentira terrible. Está dicho que “el salario del pecado es la muerte” (Romanos 6,23) y el diablo niega esta verdad y por eso hace a Dios mentiroso. Quiere convencer a Adán y Eva que Dios es celoso, que no quiere su felicidad, por eso les prohíbe cosas buenas, no quiere que conozcan el bien y el mal, desea su ignorancia y quiere transformarlos en sus esclavos. Dios sabe muy bien “que cuando ustedes coman de este árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal” (Génesis 3, 5). Él no quiere esto para ustedes y por eso les amenaza con la muerte, para que asustados con esta prohibición no coman del Parroquia de San José – Almería Página 16 árbol. Tomen su fruto para convencerse que no les va a pasar nada, al contrario, serán como dioses. Esta segunda mentira completa la primera. En la primera el diablo acusó a Dios de que quita a los hombres la libertad y en la segunda que nos miente. Entonces, de estas dos mentiras surge claramente que Dios no nos ama, es decir, que el no existe. “Dios es amor” – dice San Juan (1 J 3,8) pero aquí el diablo dice que Dios no es amor. En la tentación del paraíso se halla la raíz de la negación de Dios, del ateísmo. Nace como una falsa imagen de Dios, nace de una terrible mentira que consiste en presentar a Dios como un monstruo, un enfermo de celos, un oponente del hombre. La comprensión de esta tentación nos da también una respuesta a nuestras dificultades personales, ilumina nuestra vida ya que esta historia se repite. Todos nosotros somos Adán y Eva. Aunque podemos decir que el bautismo nos lavó del pecado original, sin embargo quedan las consecuencias de este pecado y nuestra naturaleza está herida. El diablo aprovecha esta situación y viene cada día para negar a Dios, para introducir en nuestro corazón el veneno, su ponzoña de incredulidad para presentar a Dios de una manera distorsionada, para darnos una falsa imagen de Dios. Muchas de nuestras rebeldías y tragedias internas, nuestras murmuraciones y todos los pecados nacen de una falsa imagen de Dios que tenemos en nosotros. Si Dios no me ama entonces yo mismo tengo que encontrar un punto de apoyo, algo que me va a dar la vida. La fe en un Dios bondadoso tambalea en nosotros sobre todo cuando empezamos a admitir una interpretación perversa de los acontecimientos de nuestra historia, sobre todo de las situaciones difíciles. Cada acontecimiento en el cual se hace presente el sufrimiento y la cruz, el diablo la interpreta contra Dios acusándolo ante nosotros de que no nos ama. Usa nuestra cruz para condenar a Dios y juzgarlo por los sufrimientos que experimentamos. Con frecuencia preguntamos Parroquia de San José – Almería Página 17 ¿por qué pecado Dios me trata de esta manera?, ¿Por qué este sufrimiento cayó sobre mí, si yo soy inocente?, ¿Por qué no tengo una cantidad suficiente de dinero, de trabajo?, ¿Por qué estoy solo?, ¿Por qué me ha dejado mi marido, mi mujer?, ¿Por qué tengo que soportar a este hombre en mi entorno?, ¿Por qué Dios prohíbe cosas buenas?, ¿Por qué el mundo está ordenado de esta manera?. Cuando sufrimos, cuando algo sucede contra nuestros planes, sobre todo en estos momentos, se acerca el diablo para adularnos o para lamentarse de nosotros susurrando a nuestros corazones que somos muy pobres. “Que no te mereces esta suerte. ¿Donde está la justicia?, ¿Por qué te toca a ti vivir esto? Debes cambiar esto, encontrar a otro marido, divorciarte, engañar, cuando te falta el dinero no pagar los impuestos, esquivar todas las dificultades y obstáculos en tu vida. Eres en fin un hombre pobre y maltratado”. La situación existencial que tuvo lugar al inicio de la historia de la humanidad se repite en nuestra vida. No cambió nada desde aquellos tiempos. El diablo viene para tener lastima de ti, para llorar contigo sobre tus desgracias y al mismo tiempo quiere ser un consejero que te señala quien es el responsable de todo esto -por supuesto le echa todas las culpas a Dios-. Las consecuencias del pecado original Cuando tomo del fruto del árbol prohibido, de alguna forma doy una respuesta al diablo diciéndole “Así es, tienes razón, voy a tomar este fruto, aquí está la verdad, aquí está para mí la vida, se me van a abrir los ojos, seré como Dios y yo voy a decidir mi suerte”. Al tomar del fruto estoy diciendo “Dios es un mentiroso, Dios no existe, yo soy un dios y debo preocuparme por mi vida”. Cuando Dios desaparece del horizonte de mi vida, cuando por el pecado me arranco de este suelo que es Él mismo, entonces empiezo a secarme como un árbol Parroquia de San José – Almería Página 18 con las raíces cortadas. En uno de los salmos hay una bella comparación que se refiere a la situación del paraíso. Allí se habla de un árbol plantado cerca de un torrente de agua cuyas hojas no se marchitan. Siempre es verde y aun en la vejez da frutos. Pero cuando el árbol se arranca con sus raíces de este lugar empieza a secarse, se produce su muerte. Pero aun un árbol seco, saca sus brotes buscando humedad, buscando la vida. Algo parecido sucede con el hombre cuyo destino es la vida, cuando por el pecado se separa de la fuente de la vida, de Dios, entonces perdura en él el deseo de esta y la va a buscar pero ya no en el Dios misericordioso, en el Dios del amor, sino en las apariencias de la existencia, en algo que le parece que va a sustituir a Dios. Existen estas facetas de la existencia humana donde realmente nos enraizamos y de allí intentamos sacar la vida. Una de estas facetas, con seguridad, es el amor de los demás: nos parece que existimos si somos amados. Esta es la tierra en la cual con mayor frecuencia nos enraizamos. Estamos convencidos que solamente gracias a que alguien nos ama, nos ve, nos acepta, nuestra vida es feliz. Pero cuando no hay este amor tan esperado, nos secamos como un árbol arrancado de la tierra. Con esta búsqueda de afecto se relaciona el dinero ya que creemos que gracias a la fortuna podemos conseguir comprar el amor y el respeto de los demás. El dinero es el señor de este mundo y por eso dice Jesús: “No se puede servir a Dios y al Dinero” (Mateo 6,24). Vemos que el dinero realmente se transforma para nosotros en algo muy importante, en contrincante de Dios, en el cual buscamos nuestra realización y seguridad. Dice un viejo dicho “quien tiene dinero tiene amigos”. Muchos están convencidos que con el dinero se puede comprar todo: amor, sexo, fama, todos los placeres del mundo. Después del pecado original el dinero se transformó en una tierra fértil en la cual nos enraizamos engañándonos a nosotros mismos creyendo que Parroquia de San José – Almería Página 19 nos va a dar la verdadera felicidad. El hombre es capaz de matar, combatir, vender armas, drogas, vender su propio cuerpo porque está convencido que el dinero es la fuente de la vida. El pecado original es una verdadera tragedia, ya que cuando dejamos de creer en el Dios del amor entonces todo se hace posible. Podemos enraizarnos en cualquier lugar y descubrir la posibilidad de la autorrealización ya por la búsqueda del afecto o por el dinero, por el éxito, por alcanzar el primer lugar, la fama y lo hacemos de cualquier manera que consideramos eficaz sin tener en cuenta si esto está de acuerdo con el proyecto de Dios. Voy a usar otra comparación más para darnos cuenta mejor de las consecuencias del pecado original. Antes del pecado original teníamos una especie de receptor, de un radar en nuestro corazón que captaba con facilidad las ondas emitidas por Dios. Estas hondas, por supuesto, es la voz de Dios, Su palabra que constantemente nos decía: “Yo te amo, no tengas miedo, tu eres la niña de mis ojos”. Esta voz de Dios la tenemos grabada en el Salmo 23 (22): “El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. El me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el recto sendero por el amor de su Nombre. Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza” (Salmo 23 (22), 1-4). Es la voz de la misericordia, es la Palabra del Padre que nos acompaña en medio de diversos acontecimientos que nos toca vivir, también cuando nos toca cruzar por las oscuras quebradas, por la noche oscura, por el sufrimiento y por la cruz. “Yo soy tu pastor, no te falta nada – dice Dios – yo soy el amor misericordioso, no tengas miedo de nada, no temas”. El pecado ha provocado que este receptor se estropeara, el diablo le cambio la frecuencia, arruinó este radar en nuestro corazón y ya no somos capaces de Parroquia de San José – Almería Página 20 escuchar la voz del Padre misericordioso, pero escuchamos otras voces: “¿Dónde está tu Dios?, ¿Dios está realmente aquí?”. El pueblo elegido preguntaba en el desierto: ¿Dios puede estar realmente aquí con nosotros? ¿Dios puede estar en tal lugar como el desierto, puede estar presente en mi historia cuando me enfermo, cuando sufro, cuando muere mi hijo, cuando hay guerras, Auschwitz, SIDA, cuando hay desastres naturales, inundaciones, etc.?, ¿Dios puede estar en este lugar?. Cualquier cosa que suceda en nuestra vida preguntamos de una manera parecida. Cuando alguien te ofenda, cuando experimentas una injusticia, enseguida preguntas: ¿es que Dios es el amor? El pecado original provocó realmente un desastre en nuestra mentalidad, en nuestro corazón. Antes del pecado original se destruyó en el hombre la fe que nos dice que Dios es el Padre lleno de amor. Esta fue la consecuencia del pecado, de tomar el fruto del árbol prohibido. Cuando el diablo logra en nosotros debilitar, zarandear la fe y la confianza en Dios entonces todo es posible, se busca otras fuentes de la vida. La Biblia en los primeros 11 capítulos del Libro de Génesis nos muestra qué sucede cuando el hombre pierde la fe y la confianza en Dios, cundo huye de Él. Que desastre se produce en la historia de la humanidad: como un hermano mata al otro hermano, como toda la sociedad se degenera y Dios envía el diluvio para frenar este mal que se extiende, como el hombre en su soberbia construye la torre de Babel para llegar al cielo y hacerse igual a Dios. Todo esto manifiesta las consecuencias de la perdida de la confianza en Dios, las consecuencias del pecado, ya que estas dos posturas están unidas inseparablemente. Tuve miedo porque estaba desnudo, por eso me escondí Cuando el hombre comete el pecado busca en su alrededor a los culpables. Cuando le molesta su desnudez, el sufrimiento, cuando no Parroquia de San José – Almería Página 21 puede encontrar el alimento para sí mismo en las criaturas de este mundo, entonces busca a los culpables. Dios busca a Adán y Eva llamando. “¿Dónde estás?” (Génesis 3,9). Hasta ahora siempre les encontraba y ellos siempre estaban dispuestos a encontrase con el Amor, pero ahora se esconden. Por primera vez en la Biblia aparece la palabra: miedo. ¿Uno puede tener miedo de Dios, del Padre lleno de amor? Así es, puede, si se distorsiona en nuestros corazones Su imagen y cuando lo vemos como un mentiroso, como un oponente, como un policía, como un guardián de la ley o como un verdugo. Todas estas falsas imágenes de Dios son un fruto de la mentira del diablo y sembradas en nuestros corazones pueden producir una gran devastación. Dios le pregunta a Adán: “¿Quién te dijo que estabas desnudo?” (Génesis 3,11) “¿Quien te mintió tanto, quien de una manera tan perversa te catequizaba”?. Entonces Adán busca a un culpable: “No fui yo quien tomó el fruto, esta mujer es la culpable, por su culpa cayó sobre mi esta desgracia, si no fuera por ella no tendría la necesidad de esconderme de Ti”. Después Dios le pregunta a Eva: “¿Cómo hiciste semejante cosa?” (Génesis 3,13). Y ella tampoco asume su responsabilidad cuando dice: “La serpiente me sedujo y comí” (Gen 3,13). Y echa la culpa a la serpiente. En toda la historia de la cual hablamos, hay dos pecados o diciendo más concretamente: dos negaciones de la misericordia. A la primera la encontramos en el hecho de arrancar el fruto y la segunda en el hecho de esconderse de Dios. Podríamos preguntarnos ¿Qué hubiera sucedido después del pecado, después de tomar el fruto, si Adán y Eva no se escondiesen de Dios? Cuando escuchamos la parábola del hijo prodigo de San Lucas, entonces vemos al padre que espera la vuelta de su hijo y cuando vuelve lo abraza y le perdona. ¿Será que el Dios del Evangelio de San Lucas es un Dios diferente del Libro de Génesis? Es el mismo Padre misericordioso quien espera a sus hijos, a los hijos Parroquia de San José – Almería Página 22 pródigos, es el mismo Dios de Jesucristo quien en su sangre perdona nuestros pecados. Si Adán y Eva dijesen después del pecado: “Padre, hemos pecado contra Ti, hemos creído a la serpiente, perdónanos este pecado”, ¿qué haría el Padre? Seguramente estrecharía en su corazón a Adán y Eva y la historia se desarrollaría de otra manera. Sabemos sin embargo que ellos al esconderse confirman, en esta postura, que hay que tener temor a Dios, que hay que evitarlo. Si uno hace algo malo debe esconderlo. Por eso este segundo hecho es aun más nefasto que el primer pecado, es una negación aun mayor de la Divina Misericordia ya que es algo premeditado, consciente y reconfirmado por el temor. Esta postura está presente en nuestra vida. Cuando cometemos un pecado, en lugar de ir en seguida al Padre de la misericordia, confesarnos, rezar y pedir el perdón, no escondemos de Dios o aún peor, lo consideramos culpable. Guardamos en nosotros mismos un gran pesar, un enfermizo sentimiento de culpa, de incapacidad de perdonarnos a nosotros mismos, aunque hemos recibido el perdón en el Sacramento de la Reconciliación. No creemos en el amor que perdona, en la misericordia que no conoce límites, por eso, en tantas ocasiones volvemos en la confesión a relatar los pecados que una vez ya hemos confesado y recibido la absolución. A veces las personas mayores vuelven a confesar los pecados cometidos en la juventud, 40 o 50 años antes. ¿Por qué? Porque en el fondo del corazón escuchan esta misma voz del diablo, la cual han escuchado Adán y Eva en el paraíso: “Dios no te ama, como Él puede perdonarte tus pecados, no le importas, mejor no tener ninguna relación con Él, escóndete, sé tú mismo, solamente tú, preocúpate por tu vida” Parroquia de San José – Almería Página 23 Pondré enemistad entre ti y Su linaje La palabra que meditamos hoy es un maravilloso don de Dios, una maravillosa medicina que procede del mismo Padre de la misericordia. Dios se acerca a nosotros en esta palabra y nos recuerda el más importante de sus atributos: “Yo soy rico en misericordia, pero necesito de los apóstoles de esta misericordia, para que anuncien al mundo esta Buena Nueva porque el mundo la necesita”. En el día de hoy, cuando está de moda la venganza y la norma de devolver mal por mal se hace necesario recordar continuamente el perdón que se encuentra en Dios, es imperioso recordar la salvación que trajo Jesucristo y que ya fue anunciada en el paraíso. Uno del linaje de la mujer va a destrozar la cabeza de la serpiente. ¿De qué manera Jesús lo hizo? En el hermoso prefacio sobre la santa cruz se nos dice que el diablo que en un árbol venció, también en un árbol fue vencido. En el árbol del paraíso mintió a Adán y Eva y en el árbol de la cruz esta mentira fue aniquilada. Jesús Crucificado es la prueba más grande de que Dios nos ama, que Dios es el amor porque le dio al hombre lo más precioso que tenía, su Hijo Unigénito. Uno de los salmos dice así de Cristo: “Gusten y vean que bueno es el Señor” (Salmo 34, 9). Primero el diablo tentó a nuestros padres “Toma y prueba el fruto de este árbol para que te convenzas que eres dios, que Dios verdadero no existe”. En la cruz podemos contemplar otro fruto. No solamente podemos observar sino también podemos tomarlo y comprobar cómo realmente Dios nos ama. En la Eucaristía comemos al mismo Jesús, a Este que vemos en la cruz herido, destrozado, coronado y cargado con nuestros pecados. Es el mismo fruto cuya contemplación y gustación nos trae la sanación de las heridas que nos infligió el diablo. El mensaje de la Divina Misericordia es tan simple y tan cercano a nuestro corazón que en realizad no deseamos, no extrañamos Parroquia de San José – Almería Página 24 nada tanto como a esta verdad que nos acercó Santa Faustina para que no creamos al diablo, para que no nos alimentemos con su veneno sino que nos entreguemos a la Misericordia, confiemos en Jesucristo, confiemos en Dios. La invocación “Jesús en ti confío” puede ser un remedio, un antídoto eficaz contra la mentira del demonio. Parroquia de San José – Almería Página 25 CAPITULO 3 Nuestra reflexión sobre la Divina misericordia en el misterio de la Encarnación y nacimiento del Hijo de Dios se va a basar sobre el prólogo del primer capítulo del Evangelio de San Juan. En él, el discípulo amado de Jesús contempla al Verbo que se hizo carne. El mensaje fundamental que manifiesta este texto del Evangelio es el siguiente: eterna Palabra de Dios, Hijo de Dios, Él por quien todo fue creado – Él mismo se hace criatura, asume la naturaleza humana, se hace carne, para que con esta presentación aceptar sobre sí la muerte y que por la resurrección nos entregue su Espíritu que tiene la fuerza de hacernos hijos de Dios. Intentemos poco a poco considerar estas extraordinarias verdades. La Misericordia de lo alto En la meditación sobre la Encarnación, San Ignacio presenta a la Santísima Trinidad -las tres Divinas Personas- cómo miran sobre la superficie de la tierra y como ven que todos van al infierno, toman la resolución en su eternidad de que la segunda Persona se va a hacer hombre para salvar al género humano. De esta manera, cuando llegó la plenitud de los tiempos, envían al Ángel Gabriel a nuestra Señora. San Ignacio con un lenguaje sencillo presenta a Dios mirando a la tierra. No es una mirada indiferente, como lo sugieren los deístas, sino una mirada llena de amor y solicitud. Parroquia de San José – Almería Página 26 La solicitud de Dios surge sobre todo de la vedad revelada en la Sagrada Escritura “Porque Dios no ha hecho la muerte ni se complace en la perdición de los vivientes. El ha creado todas las cosas para que subsistan; las criaturas del mundo son saludables, no hay en ellas ningún veneno mortal…” (Sab. 1, 13-14). Sin embargo la muerte existe, existe el infierno, existe el peligro de que todos los hombres perezcan y se condenen. ¿De dónde surgió este peligro?, ¿De dónde surgió la muerte? Ella vino por la envidia del demonio, Jesús dice de él que: “desde el comienzo fue homicida y no tiene nada que ver con la verdad, porque no hay vedad en él. Cuando miente, habla conforme a lo que es, porque es mentiroso y padre de la mentira” (Jn 8,44). La muerte vino también por la desobediencia de los primeros padres cuando dejaron de creer en el amor de Dios y arrancaron el fruto del árbol prohibido como un signo de que se puede tener vida fuera de Dios. Por eso experimentaron la desnudez, es decir la muerte, en los niveles más profundos donde ya ninguna apariencia de la vida pueda sustituir este deseo de felicidad que el hombre lleva en sí. Si Dios mira desde arriba con amor a la tierra es porque ve la terrible desgracia del hombre al cual llamó a la vida, a la felicidad y no a la muerte. Por eso dice la Palabra de Dios que conmueves sus entrañas - algo que es más esencial en Dios – al ver la desgracia humana, la posibilidad de la eterna condenación. El amor se opone a la muerte, por eso Dios hará todo lo posible para liberar al hombre de esta muerte. De ahí nace en Él el maravilloso plan de la salvación por el cual la muerte - que es el fruto de la envidia del demonio, también fruto del pecado del hombre – va a quedar aniquilada. De qué manera hacer esta salvación si el pecado no solamente golpeó al mismo hombre y además se produjo un abuso para con Dios, una gran injusticia en relación a Aquel que es amor. La Santísima Trinidad que mira a la tierra con inimaginable ternura, decide que esta Parroquia de San José – Almería Página 27 salvación solamente puede ser realizada por alguien que es igual a Dios, pero al mismo tiempo alguien que lo va a hacer en nombre de toda la humanidad. El único que puede hacerlo es la segunda Persona Divina, el Hijo de Dios. Pero esta Palabra eterna del Padre debe hacerse hombre, por eso Dios elige para su hijo una digna morada, la más hermosa en la tierra y en el cielo, que se va transformar en el lugar de la actuación del Espíritu Santo, el lugar de la concepción de Jesús. Hace muchos siglos Dios prometió a Adán y Eva que iba a introducir la enemistad entre los descendientes del diablo y los descendientes de la mujer (Génesis. 3,15). Esta mujer, la Arca de la Alianza y Casa de oro, es la humilde Virgen de Nazaret María. Justamente a Ella Dios envía al Arcángel Gabriel con el anuncio que nadie en la tierra oyó, y el cual decía que la hora de la salvación se acercaba y solamente de Ella iba a depender si esta salvación se realizaba. Hágase en mí según tu palabra La Divina Misericordia se manifiesta no solamente en el plan de la salvación de los hombres sino sobre todo en la realización que se inicia con el momento de la Anunciación, cuando a la casa de María viene Gabriel para anunciarle que va a ser la madre de Emmanuel. La misma escena de la Anunciación a la cual diversos artistas intentaban imaginarse de múltiples maneras, es un hecho muy simple y el cual hace falta ver con ojos de fe, mirar de una manera parecida como le miraba María. ¿Qué trae el Ángel a la casa de Nazaret? Trae una noticia increíble, una noticia que va a ser para muchos, hasta el día de hoy, escandalosa, que Dios eterno se va a hacer uno de nosotros, se va a hacer hombre. Muchos textos antiguos (Midras 1) relatan que Moisés se es1 Midras (interpretación), término aplicado a los escritos explicativos y exegéticos judíos de las Escrituras Parroquia de San José – Almería Página 28 candalizó y tuvo dudas sobre si Dios puede rebajarse tanto para responder a las demandas del pueblo en el desierto. Por eso no entró en la tierra prometida. ¿Dios puede anonadarse aun más no solamente para cumplir los caprichos de su pueblo, sino hacer algo más: Él mismo aceptar la naturaleza de sus enemigos, aceptar la naturaleza de Adán y Eva que mostraron la desobediencia a Dios? Así es justamente la misericordia de Dios. Se anonadó de esta manera haciéndose uno con los hombres, de una cerviz dura y de un corazón de piedra. Otra cosa que podría parecer increíble era la manera como el Hijo de Dios vendría a la tierra. “¿Cómo puede ser esto, si yo no tengo relaciones con ningún hombre? – Dice María al Ángel – El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios” (Lucas. 1,35). La humilde Virgen recibe estas dos noticias con fe. Dios ama tanto, es tan misericordioso, tan humilde que puede hacerse hombre y tan poderoso (para Dios no hay nada imposible) que esto puede realizarse en su cuerpo por la obra del Espíritu Santo. María con fe acepta este mensaje y cuando dice su “sí” (Fiat): que se haga en mi según tu Palabra, inmediatamente se engendra en Su seno Jesucristo, la palabra eterna del Padre, que estaba desde el principio, que era Dios, ahora se hace carne y habita entre nosotros. Esto que se realizó en la Virgen María no tiene nada perecido en la historia de la humanidad. Es un acontecimiento central que asombra a todo el cielo y a los que creen en este mensaje. Qué alegría indescriptible aparece en el cielo al realizarse la Encarnación, que el Hijo de Dios vino a la tierra. Es imposible describir y explicar esta verdad, que el mismo Dios asumió la naturaleza humana para tomar sobre su cuerpo nuestros pecados y llevarlos al árbol de la cruz. De la misma manera es imposible de expresar la misma verdad de la Encarnación. No solamente el hombre esperaba la redención sino “la creación entera, Parroquia de San José – Almería Página 29 hasta el presente, gime y sufre dolores de parto” (Romanos 8,22) esperando la liberación de los hijos de Dios por Jesucristo. Pero sobre todo espera esta liberación el hombre. ¿Entonces este no es el punto culminante en la historia de la humanidad? Cuando la muerte y la desdicha se muestra con furia en la historia del hombre en el momento de la Anunciación, en la respuesta de María ya se advierte la aurora de la salvación, ya que la muerte debe temblar viendo como Jesús pone su tienda entre los hijos de los hombres, que sus días ya son contados. La luz verdadera San Juan en el Prólogo de su evangelio nos presenta dos imágenes, dos conceptos que son como un resumen, una síntesis de toda la historia de la salvación: luz y tinieblas. Estos dos términos presentan muy bien la situación existencial del hombre. Las tinieblas son una realidad negativa, algo que nos paraliza, no permite desplazarnos a causa de la incertidumbre que hay más adelante. Las tinieblas nos inquietan, introducen el temor y sobre todo son un símbolo de la muerte. Tenemos muchas imágenes bíblicas que presentan a las tinieblas, la noche, como símbolo de la muerte: las tinieblas anteriores a la creación del mundo, las tinieblas de la incredulidad antes de Abraham, la noche pascual del éxodo de Egipto, la noche de la traición de Judas. Lo opuesto a la noche y las tinieblas es la luz que se relaciona con la vida. Gracias a la luz toda la naturaleza se desarrolla, también cada uno de nosotros tiene otra perspectiva cuando ve una luz, la luz permite orientarnos mejor en el espacio, alegrarnos con la belleza de la naturaleza. Sabemos sin embargo que tanto las tinieblas como la luz - no son solamente una realidad que percibimos con los sentidos, sino también una realidad espiritual que describe mi estado interior. Así, las tinieblas son imagen de mi situación de inseguridad, pecado y muerte Parroquia de San José – Almería Página 30 espiritual. La luz, es la imagen de la felicidad y vida. Las tinieblas simbolizan las fuerzas del mal, el poder de Satanás, la luz manifiesta a Dios que es la fuente de la vida. La historia de la salvación fue presentada por San Juan como un continuo enfrentamiento entre la luz y las tinieblas. Desde el principio se ve como algo evidente – y esto se refiere también al origen físico – allí donde aparece la luz desaparecen las tinieblas ya que “La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron” (Juan. 1,5). Allí donde aparece Dios no pueden existir las tinieblas. Por eso “era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre” (Juan. 1, 9). Jesucristo llega a nuestras tinieblas, en nuestra muerte para resplandecer con su luz que vence y disipa las tinieblas del mal y en esto consiste el juicio que realiza el Hijo de Dios. “En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz porque sus obras eran malas” (Juan. 3,19). El juicio consiste primero en mostrar qué es en la realidad el pecado, cual es su dimensión y poner en evidencia la verdad sobre él. Por eso este es el juicio de misericordia ya que si la Luz ilumina mis pecados, si los pone en evidencia entonces está cerca mi salvación. La Divina Misericordia se revela en la Palabra Encarnada. ¿En qué consiste concretamente? La aparición de la verdadera luz en el mundo – Jesucristo – significa que Sus posturas, Sus enseñanzas, Sus obras y sobre todo su cruz ayudan al hombre a ubicarse en la verdadera realidad del pecado y de la muerte. En confrontación con las posturas de Jesús tenemos que admitir que Él es la verdad, que sus posturas son verdaderas y que nosotros nos hemos equivocado que “todos andábamos errantes como ovejas” (Isaías. 53,6). La misericordia consiste en que tenemos la oportunidad de dejarnos atravesar por la luz que surge de Jesús, es decir, permitir que nuestras malas obras puedan hacerse visible primero para nosotros mismos para que podamos admitir que las hemos hecho. No se trata aquí solamente de que veamos ciertos Parroquia de San José – Almería Página 31 pecados que son un quebrantamiento de la ley de Dios, pero si toda nuestra mentalidad, nuestra naturaleza de hombre viejo, de una vieja criatura, del hombre carnal. San Pablo dice que: “los deseos de la carne se oponen a Dios, ya que no se someten a su Ley, ni pueden hacerlo” (Romanos. 8,7). La Divina Misericordia no consiste solo en esto que Jesús – la Palabra Encarnada – ilumina nuestra realidad sino también en esto que por todo el misterio de su pasión, muerte y resurrección nos envía a su Espíritu para que podamos ser una nueva criatura, un nuevo Adán, un hombre espiritual. Vino a los suyos y los suyos no la recibieron Podemos hacernos una nueva criatura solamente cuando permitamos a la Palabra actuar en nosotros y aceptarla en nuestra vida. Por eso, el momento más triste en la historia de la salvación es que Jesús “vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron” (Jn. 1,11). Vale la pena detenernos un poco sobre esta verdad aunque parece muy dolorosa pero igualmente contiene en sí el misterio de la Divina Misericordia que consiste en el regalo de la libertad para el hombre. No hay amor cuando nos sentimos obligados o esclavizados para recibir el amor. Con frecuencia en nuestra vida sucede que aparecen estas posturas cuando exigimos una respuesta a nuestro amor, cuando chantajeamos a los demás para que nos acepten, para que nos vean, para que respondan con su obediencia a nuestro amor pero en este caso les quitamos la libertad, también la libertad de rechazarnos. Con Dios todo es diferente. El misterio de Su misericordia consiste sobre todo en el respeto de nuestra voluntad, de nuestras elecciones. Recordamos la postura del padre que respeta la libertad del hijo prodigo: cuando el hijo pidió al padre la parte de la herencia que le correspondía, el padre se la dio. El padre no manipula a su hijo, no lo chantaParroquia de San José – Almería Página 32 jea sino respeta su libertad y le permite alejarse. Esta imagen del amor paterno va a quedar en el hijo y se lo agradecerá al padre. Cuando tenga un momento de gran dolor, justamente este recuerdo de ese amor le va a permitir volver al padre. La Divina Misericordia conoce lo que es la paciencia ya que “el amor es paciente” como dice San Pablo (1 Corintios. 13,4), y por eso solamente Dios sabe esperar. Es verdad que los suyos no lo recibieron ¿pero puede Dios obligar a alguien para que reciba su don? Podríamos decir que existe solamente una manera por la cual Dios nos “obliga” y es para abrirnos a Él. Esto es el amor. Si alguien no lo ve, no lo percibirá y por tanto no responderá a él. Por eso en toda la historia de la salvación Dios se manifiesta como un Padre bondadoso que dice de sí mismo: “Aunque todos se olviden yo no te olvidaré” (Isaías. 49, 15). De ahí viene la gran importancia de hablar de Dios de una manera adecuada. Ya en la niñez se forma en nosotros Su imagen. Cuando el niño es amenazado con Dios cuando es desobediente o se porta mal, recibe un mensaje distorsionado sobre Dios. Igualmente la misma postura de los padres cuando son educadores a los cuales les falta la misericordia, influye sobre la imagen de Dios en el niño y puede cristalizar esta imagen para toda la vida. Se puede hablar de Dios de distintas maneras pero solamente la manifestación de Su verdadera imagen como Padre misericordioso trae efectos benditos, ya que hace surgir el amor y la confianza en Él. El verbo se hizo carne La Palabra Eterna del padre se hizo carne en la Virgen María a través de su consentimiento y por su fe. Jesús fue engendrado en María por la obra del Espíritu Santo y nació en un establo de Belén. Sería conveniente detenernos sobre este acontecimiento del nacimiento de Parroquia de San José – Almería Página 33 Jesús, ya que el pesebre de Belén contiene un gran mensaje de la Misericordia Divina. ¿Qué sucede en Belén que descienden los coros de los Ángeles para llamar la atención de los pastores sobre este acontecimiento? Es que en el pesebre nace un niño que aparentemente no se diferencia en nada de otros niños pero – los ángeles lo saben – es el Hijo del Altísimo, es el mismo Dios, es el Creador del cielo y la tierra, de todo el universo a quien obedecen todas las estrellas y galaxias. Este niño pequeño es el Señor, Kyrios, a quien obedecen los coros de los ángeles, que es uno con el Padre y que es el mismo Amor. El mensaje de la misericordia consiste aquí sobre todo en la postración y humillación a la cual se somete Jesús. San Pablo dice que Jesús: “El, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición del servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y la muerte de cruz” (Filipenses. 2, 6-8). El verdadero problema de cada uno de nosotros es que deseamos ser el primero, ser un dios de nuestra propia vida. Esto es al mismo tiempo la esencia del pecado original, ser como dios y esta tentación sigue estando presente en nuestra vida. Nosotros que somos criaturas queremos ser un dios de nuestra vida y Él que es Dios, que es el Primero se hizo hombre, se hizo servidor, se hizo el último. Verdaderamente es insondable la Divina Misericordia que adopta esta y no otra pedagogía en relación al hombre: no moraliza, no grita, no quiebra la caña doblada y no apaga la mecha humeante (Mateo. 12,20). Pero en el silencio de la gruta de Belén Dios mismo se hace hombre, sin pretensiones, Él que podría nacer en un palacio como correspondería al rey. Esta clase de humildad es al mismo tiempo una clase de misericordia ya que Jesús no usa ningunos argumentos de fuerza. Aquí, en presencia de la debilidad de Dios el hombre se hace realmente libre, no Parroquia de San José – Almería Página 34 obligado a nada y solamente en estas condiciones puede dar su respuesta a Dios. La Divina Misericordia consiste en esto mismo, que Él que es todopoderoso, se hace débil para que podamos hacer el acto de fe en total libertad. El camino de Jesús es el camino de descender de lo alto del cielo a la tierra y aun más hasta el abismo de los infiernos para buscar al hombre extraviado. Jesús desciende al abismo de nuestra existencia, a nuestros infiernos, donde reina el vacío y la muerte, para allí encontrarnos y manifestarnos su amor. Existen algunas partes de nuestro yo, de nuestra vida, donde nos escondemos hasta de nosotros mismos porque tenemos miedo del juicio de los demás, tenemos miedo de perder el amor de los demás; allí ni siquiera nosotros mismos nos amamos ni aceptamos. Solamente Jesús tiene la valentía de entrar allí si nosotros no nos oponemos a ello, ya que solamente Él perfectamente nos entiende, no nos juzga ni condena ya que “vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido” (Lucas. 19, 10). A todos los que la recibieron les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios Este es el magnífico regalo que trae el Verbo Encarnado para el hombre. Un admirable cambio. Nosotros le damos a Jesús la naturaleza de la vieja criatura y Él nos da la naturaleza de los hijos de Dios. No se realiza esto de una manera mágica. Recordamos lo que hemos dicho de nuestra libertad a la cual Dios respeta y no quiere hacer nada sin nuestro consentimiento. San Agustín dijo que “Dios que nos creo sin nosotros no quiere salvarnos con nosotros.” Existen muchos términos inadecuados en cuanto a nuestra filiación, es decir, sobre nuestra salvación. Muchos piensan que Jesús por su venida a la tierra y su muerte en la cruz nos abrió el cielo y pertenece a nosotros procurar alcanzarlo para merecerlo, para entrar allí gracias a nuestro trabajo sobre nosotros Parroquia de San José – Almería Página 35 mismos y por nuestro propio esfuerzo. Es verdad que Jesús nos abrió el cielo pero nuestra filiación, nuestro cambio, nuestra justificación, o si queremos nuestra santificación no se realiza por medio de voluntarismo ni trabajo, sino por la fe. Justamente la fe abre las puertas al Verbo Encarnado que tiene poder de hacernos hijos de Dios. San Juan en el considerado prólogo dice claramente: “Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios” (Juan. 1, 12-13). La verdad fundamental del desarrollo espiritual es que el hombre nuevo que nace en nosotros no es un fruto del esfuerzo propio, es un don del Espíritu Santo como el Hijo nacido de María no es fruto ni de la carne, ni de la sangre sino es el fruto del Espíritu Santo y el fruto de la fe de María. Este es también otro don de la Divina Misericordia que nos da su gracia gratuitamente, además, sin merito de nuestra parte. La hemos recibido – como dice San Pablo – “cuando fuimos pecadores” (Romanos 5,8), es decir, cuando fuimos enemigos de Dios y le mostramos la espalda. Él en su infinita misericordia se inclinó sobre nosotros. Sería conveniente meditar este aspecto ya que aquí se encuentra el misterio de la Misericordia Divina que es muy difícil percibir para los que se fijan en su trabajo, sus virtudes y su perfección. Justamente por esto que fuimos sin fuerzas, bajo el dominio del pecado, incapaces de cumplir la ley de Dios tuvo que aparecer Jesús para aniquilar el pecado y nos dio su gracia, “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Romanos 5, 20). Muchas veces en el Antiguo Testamento Dios le recordaba a su pueblo que la elección que recayó sobre él no fue realizado por sus méritos sino solamente para que por la acción de Dios se manifieste en este pueblo la santidad de Javéh. “No lo obro por consideración a Parroquia de San José – Almería Página 36 ustedes” (Ezequiel. 36, 32). De una manera parecida habla S. Pablo: “Porque ustedes han sido salvados por su gracia, mediante la fe. Esto no proviene de ustedes, sino que es un don de Dios; y no es el resultado de las obras, para que nadie se gloríe. Nosotros somos creación suya; fuimos creados en Cristo Jesús, a fin de realizar aquellas buenas obras, que Dios preparó de antemano para que las practicáramos” (Efesios. 2, 8-10). Dios en su infinita misericordia nos preparó las obras de la vida eterna pero ellas son el fruto de la fe, el fruto de la justificación gratuita. Quien se hace realmente Hijo de Dios hace estas obras. Este hombre no va a hacer daño al prójimo, no va a ser soberbio en relación con Dios; el niño tiene la naturaleza de Jesucristo, es humilde y confiado. Justamente en Él, de su interior surge por el Espíritu Santo el grito: ¡Abba – Padre! Y esto es la obra de la Divina Misericordia que realiza en nosotros “la Palabra que se hizo carne” (Juan. 1,14) y se realiza de una manera semejante como en María: por medio de la fe y por el Espíritu Santo. Procuremos al final de esta meditación junto con San Juan, contemplar a la Palabra Encarnada que nos manifiesta la misericordia del Padre. Pidamos a Jesús por el don del Espíritu Santo y la gracia de la fe para que podamos hacer un camino parecido al de María que buscando atentamente la voluntad de Dios le dio la más maravillosa respuesta de fe. Parroquia de San José – Almería Página 37 El Ángel del Señor anunció a María. Y concibió por obra del Espíritu Santo. Dios te salve, María... Santa María... He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra. Dios te salve, María... Santa María... Y el Verbo se hizo carne. Y habitó entre nosotros. Dios te salve, María... Santa María... Ruega por nosotros, santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo. Oremos: Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. Parroquia de San José – Almería Página 38 CAPITULO 4 El misterio pascual, es decir el misterio de la muerte, resurrección y ascensión de Jesús al cielo y de la venida del Espíritu Santo, es el máximo cumplimiento del proyecto de la Divina Misericordia para con el hombre. Este, se cumple en la persona del Hijo de Dios Jesucristo que para esto se hizo hombre y asumió nuestra naturaleza para poder llevar a cabo en su cuerpo el proyecto de Dios en el misterio pascual. Por lo tanto, este misterio es algo extraordinario en la historia de la salvación, es su vértice, el punto central de toda la historia de la humanidad. En este misterio la Divina Misericordia llega a tener su plenitud. El anuncio de la Pasión El Libro de Eclesiastés dice que todo tiene su tiempo (Ecl. 3, 1). Esto también se refiere a los proyectos de Dios relacionados con el misterio de la pasión y resurrección de Jesús. También Él debía esperar su hora, aunque en su amor deseaba mucho que este momento llegase lo antes posible. Sin embargo, Jesús era paciente y antes de que este llegara, preparó a sus discípulos para que comprendieran la necesidad de esta hora, ya que si no volvía a la casa del Padre no podría enviar la Paráclito que les enseñará todo, que les recordara todo (Juan. 14,25). Hacía esto de una manera muy delicada para no perjudicar la fe frágil de sus Apóstoles. La preparación a su Pascua se realizaba sobre todo por medio de los anuncios de la pasión en los momentos predeterminados. Primero en el monte Tabor en la presencia de Moisés y Parroquia de San José – Almería Página 39 Elías, Jesús manifiesta a Pedro, Juan y Santiago su gloria. Después les habla de la pasión y de la cruz, de su rechazo por parte de los ancianos y doctores de la ley. Con seguridad, para los Apóstoles esto fue algo muy difícil de entender ya que no lograban comprender porque Él debe sufrir. Este anuncio de la pasión ya fue preparado por el acontecimiento de la Transfiguración. Fue algo parecido en el caso de la profesión de fe de Pedro cerca de Cesárea de Filipo cuando Jesús le dice: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella” (Mateo. 16,18). Justo después de estas palabras, Jesús empieza a hablar de su muerte y resurrección en Jerusalén. Aquí tampoco los discípulos entienden porque esto debe suceder con su Maestro e incluso Pedro le reprocha que esto jamás pueda suceder. ¿Por qué a pesar de estas reacciones de los Apóstoles Jesús les sigue hablando de su pasión y muerte? Hace esto teniéndonos en cuenta a nosotros. Los Apóstoles, después de la resurrección recordaron lo que les decía de esto el Salvador, pero para la Iglesia, para nosotros, el tiempo de prueba está por llegar y este recuerdo que después de la cruz viene la resurrección puede ser para nosotros un fortalecimiento. Vayan a preparar mi Pascua El misterio de la pasión de Cristo se inicia el Domingo de Ramos. Jesús, de una manera solemne entra a la ciudad de Jerusalén aclamado por la muchedumbre que canta: “¡Hosanna al Hijo de David!, ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Mateo. 21, 9). Solamente Jesús sabe que algunos días después se van a transformar en insultos que la misma muchedumbre va a vociferar en el patio de Pilatos. Para el Salvador se inicia la amargura de la pasión que nadie es capaz de compartir con Él. Además de su Madre que lo va a acompañar en su vía crucis Parroquia de San José – Almería Página 40 va a quedar solo. Pero antes de que entre de lleno en la pasión desea trasmitir a los Apóstoles su testamento y quiere hacerlo en un contexto determinado que sea para ellos más comprensible. El contexto, el marco de esta despedida de sus discípulos es la Pascua judía, celebrada en Israel cada año. Es para ellos la fiesta más importante, la liturgia más grande. La Pascua no solamente tiene que recordar el éxodo de Egipto y toda la historia de salvación de este pueblo, sino que también tiene que hacer presente la intervención de Dios durante este banquete. En ella Jesús quiere participar ordenando a los discípulos que la preparen según las prescripciones que conocen, ya que como verdaderos israelitas, desde su niñez participaban en esta fiesta. Ellos saben muy bien en qué consiste este banquete y como es exactamente su rito, que alimentos deben encontrase en la mesa, que cantos y salmos deben ser cantados y sobre todo que esta noche es la más santa del año, ya que en ella se actualiza el amor del Señor que nunca abandonó a su pueblo. Llegó el Jueves Santo y Jesús reunió a los Apóstoles en el Cenáculo. Como hoy dicen muchos biblistas, esta cena fue celebrada un día antes, así que cuando los judíos al otro día van a celebrar la Pascua según sus costumbres, Jesús la va a realizar realmente muriendo en la cruz. Aunque durante la cena pascual se consumen muchos platos como: yerbas amargas, huevo, agua con vinagre, el cordero pascual, el pan y el vino y cada uno de estos platos tienen su significado, nosotros nos vamos a concentrar solamente en los dos últimos elementos: el pan y el vino para ver qué mensaje nos trasmiten. El pan que se comía durante la Pascua judía significaba el pan de aflicción que comían los padres en Egipto, este fue el pan de lágrimas y de sufrimiento de la esclavitud. Era al mismo tiempo sin levadura lo cual significaba que Dios intervenía tan rápido que la masa no lograba fermentar. El vino significaba la libertad ya que recordaba el tiempo de la conquista de la Tierra Prometida. Jesús durante la Ultima Cena, conservando todo el Parroquia de San José – Almería Página 41 ritual de la pascua, le da una nueva dimensión a este banquete y a todos estos alimentos que se encuentran en la mesa. Cuando toma el pan en sus manos ya no señala la esclavitud en Egipto sino su propio cuerpo que va a ser colgado en la cruz. Mirando sin embargo el significado anterior, podemos sacar la conclusión de que Jesús deseaba que su cuerpo señalara una esclavitud aun más terrible que la de Egipto. En su cuerpo suspendido en la cruz se hace visible cada esclavitud humana. Así dice la Carta a los Hebreos: “Y ya que los hijos tienen una misma sangre y una misma carne, él también debía participar de esa condición, para reducir la impotencia, mediante su muerte, a aquel que tenía el dominio de la muerte, es decir, del demonio y liberar de este modo a todos los que vivían completamente esclavizados por el temor de la muerte” (Hebreos.2, 14-15). El cuerpo crucificado de Jesús lleva sobre si los pecados de todos los hombres. El Pan Eucarístico va a señalar la dimensión de nuestro pecado, la libertad hacia la cual nos lleva Jesús. La Pascua judía nos ayuda a entender la Eucaristía y al mismo tiempo a ver mejor la misericordia de Dios que fue constantemente presente en toda la historia del pueblo de Israel y quien lleva a esta historia a la plenitud en su Hijo. “No hay amor más grande que dar la vida por los amigos” (Juan. 15, 13) – dice Jesús, pero él entregó su vida por los enemigos, por los adversarios, por los pecadores. Esta verdad se realiza durante la Ultima Cena y se va a realizar en cada Eucaristía haciéndose de esta manera un sacramento de la Divina Misericordia. Pedro y Judas Meditando la pasión de Jesús y sobre todo la misericordia de Dios revelada en este misterio, parece imprescindible mirar de cerca a los dos Apóstoles, quienes tenían una participación especial en esta Parroquia de San José – Almería Página 42 pasión. Ellos son los dos discípulos que el Salvador eligió del grupo de los Doce para que pudieran ser introducidos en los asuntos del reino de Dios, en la Buena Noticia y después hacerse testigos del Señor resucitado y anunciadores del Evangelio. Asombra el hecho de que Jesús que conocía muy bien el pasado y sabía lo que se escondía en el corazón de Judas, lo llama también para que fuera su discípulo. Sorprende este hecho ya que revela una imagen de Dios que no entra en nuestros esquemas y en nuestra imaginación de Él. Nos resulta fácil imaginarnos a Dios semejante a nosotros, es decir, a alguien que tiene nuestro sentido de justicia y que no se deja aprovechar, que previendo el futuro es capaz de defenderse de la traición, del fracaso. Un dios así recortado a la medida de nuestra razón, por suerte, no existe. Existe un solo Dios de Jesucristo que ante todo ama y amando no conoce nada de política, no conoce manipulación, es capaz de fracasar, llevar sobre sí los pecados de los demás e incluso permitirá que lo traicionen y maten. Es así ya que la misericordia no consiste en política ni en convenios y acuerdos, sino en la aceptación de la muerte. Judas siempre tenía abiertas las puertas de la misericordia. Jesús no enseñaba otra cosa que precisamente esto: “Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado” (Juan. 15, 12). La Misión de Jesús es la misión de la salvación del hombre. “Yo quiero misericordia y no sacrificios” (Mateo. 9, 13). En cambio Judas – como dicen algunos biblistas – pertenecía al partido de los zelotas cuya idea principal consistía en la liberación de la ocupación romana. Tal vez por eso se desilusionó de Cristo y lo vendió porque no hacía nada en esta dirección para liberar a sus compatriotas del dominio de los romanos. Les prohibió que lo llamaran el Mesías para no suscitar las connotaciones políticas. Se enfrentan dos opciones: la justicia humana y la misericordia. Judas no entendía este modo de pensar que Jesús constantemente manifestaba a sus Parroquia de San José – Almería Página 43 discípulos, no lo entendió ni siquiera cuando esta misericordia podría salvarlo ya que “Dios no ha hecho la muerte ni se complace en la perdición de los vivientes” (Sab. 1, 13). Cuanto depende de la fe en el amor de Dios. Jesucristo no vino a este mundo para hacer un escrutinio de nuestros pecados para condenarnos. Este escrutinio se realizó de otra manera por aceptar los pecados sobre su cuerpo en la crucifixión. Judas no creía en esto pues él tenía el sentido de la justicia humana y cuando se dio cuenta de su error tampoco creyó que Dios es misericordioso y puede perdonar esta equivocación. Fue algo diferente con Pedro. El también cometió un pecado, tal vez aun mayor que el pecado de Judas, ya que constantemente declaraba su amor al Maestro, siempre era el primero frente a Jesús. Sin embargo, para Pedro la enseñanza de Jesús sobre la misericordia, quedó escondida en el fondo del corazón y cuando cometió la traición, las palabras del Salvador sobre el perdón no solamente siete veces y otras enseñanzas sobre el amor y también las obras de Jesús, como el lavado de los pies durante la Ultima Cena fueron unos puntos de referencia y un verdadero amparo. Pedro lloró de pena al negar a Jesús, pero seguramente en el fondo de su corazón permanecía débilmente la alegría ya que encontró el tesoro más importante de su vida, el amor que perdona, el amor gratuito que no se fija en la indigencia humana. Tal vez recordó la escena del lago durante la pesca milagrosa cuando quiso que Jesús lo dejara, ya que frente a su santidad se reconoció como pecador: tal vez en ese momento entendió finalmente la verdad de las palabras de Jesús, esa verdad que salvó su vida, la verdad que anunció, esta verdad por la cual va a entregar su vida. Parroquia de San José – Almería Página 44 La cruz de Jesús, el juicio de la misericordia El momento culminante de la pasión del Salvador, es su muerte en la cruz. En nuestra reflexión debemos preguntarnos: ¿qué nos revela a todo el mundo está cruz?, ¿qué verdades surgen de la cruz? Estas son preguntas elementales ya que las respuesta a ellas, la comprensión de estas verdades, y aun más su aceptación puede ser para nosotros una gran luz y la fuente de una gran alegría. Una pregunta parecida hace San Ignacio al final de la primera semana de los Ejercicios espirituales y ordena pararse frente a la cruz de Jesús y preguntar: ¿qué hice para Cristo, que estoy haciendo para Él y que voy a hacer? Así planteadas las preguntas nos obligan a responder que no pueden permanecer en la teoría, pero deben surgir de los acontecimientos de nuestra vida. Estos acontecimientos nos ayudan a descubrir la Sagrada Escritura, sobre todo el kerigma (anuncio) de Pedro en el día de la venida del Espíritu Santo. Hablando a la muchedumbre reunida cerca del Cenáculo, Pedro dice: “Escuchen Israelitas: A Jesús de Nazaret, el hombre que Dios acreditó ante ustedes para realizar por su intercesión los milagros, prodigios y signos que todos conocen... ustedes lo hicieron morir, clavándolo en la cruz por medio de los infieles” (Hechos de los apóstoles. 2, 22-23). Estas palabras se dirigen también a nosotros ya que también tenemos participación en la muerte por nuestros pecados, por nuestro modo de pensar, de actuar, por nuestras elecciones. “Todo el mundo sea reconocido culpable ante Dios” (Romanos. 3,19). “Todos están extraviados, igualmente corrompidos. Nadie practica el bien, ni siquiera uno solo” (Salmo. 14, 3). “Si decimos que no hemos pecado lo hacemos pasar por mentiroso” (1 Juan. 1, 10). Esta mirada de la Sagrada Escritura manifiesta la verdad más profunda de nosotros. Por lo tanto, las palabras de San Pedro deben tocar nuestro corazón para que podamos acercarnos a la cruz y decir así, “Señor yo también Parroquia de San José – Almería Página 45 te he matado, he contribuido con mis pecados a tu pasión en la cruz. En tu cuerpo están grabados mis pecados y no tengo nada para justificarme, solamente puedo contar con tu misericordia.” Realmente la cruz primero se presenta como una señal que juzga. Este es un juicio terrible ya que “el salario de la muerte es el pecado” (Romanos. 6, 23). El problema consiste en que esta muerte tocó a Jesús y no a nosotros. Él se ofreció al Padre para salvarnos de la muerte. Él dijo al Padre: “yo voy a tomar sobre mi esta muerte que les correspondía a ellos porque no quiero que ellos sufran ni que se condenen, porque les amo sin medida; por eso, permita, oh Padre mío, para que yo pueda aceptar por ellos la deshonra y la muerte”. Así es el juicio de la condenación, pero para el Hijo de Dios en lugar de nosotros, para nosotros la cruz va a permanecer como el juicio de la misericordia ya que gracias a él somos salvados de la muerte eterna. La cruz revela de un lado mi participación en la pasión del Hijo de Dios, revela que es verdaderamente el pecado que fue capaz de arruinar una rama verde y de otro lado revela la grandeza de la misericordia, el juicio de la misericordia gracias al cual somos salvados de la mayor tragedia posible que es la eterna separación de Dios. ¿Qué debemos hacer entonces? San Pedro dice a los reunidos cerca del Cenáculo: “Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo”. (Hechos de los apóstoles. 2, 38). Convertirse – significa primero reconocer la verdad sobre su propio pecado y seguidamente creer en este amor gratuito que irradia con maravilloso resplandor desde la cruz de Cristo. Jesús crucificado me dice a mí: “No tengas miedo, yo te amo, sé que eres débil, que pecaste ilusionándote que ibas a conseguir la felicidad, que fuiste engañado por el diablo, que estuviste en las tinieblas, que realmente no sabías lo que hacías pero yo te perdono, yo no guardo rencor en mi corazón porque yo realmente te amo” . A Dios le agrada este amor de su Hijo y por lo tanto Jesús no puede permaneParroquia de San José – Almería Página 46 cer en el sepulcro ya que este amor es la vida, es la resurrección. Esta es la única luz, única señal, que Dios hizo en Jesucristo para todos los hombres para que no se extravíen, para que no se pierdan. La conversión consiste en la fe en este amor, su aceptación, la apertura a ella es un cambio total de la orientación de nuestra vida. Quien la acepta es realmente salvado de la maldición del pecado y puede saborear, gozar la bendición y la vida. Resucitó y va antes de ustedes a Galilea La resurrección no es solamente un premio por el sufrimiento, por la cruz de Jesús, es sobre todo un don para nosotros, como dice San Pablo: “(Cristo) fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación” (Romanos. 4,25). Dios misericordioso piensa constantemente en el hombre. No solamente la pasión de Jesús es un don para nosotros lo es también la resurrección. Es una condición para que Jesús nos pueda dar su Espíritu, para justificarnos, es decir, para hacernos una nueva criatura, un nuevo Adán. Esto es un revestimiento de una nueva naturaleza. Jesús Resucitado fue constituido el Señor, Kyrios que tiene el poder sobre el corazón del hombre, quien tiene las llaves de nuestro ser, de nuestros problemas más profundos, acceso a nuestra muerte de la cual saca la vida. No hay mejor noticia para el hombre que esta que existe para nosotros la vida eterna, que Jesús venció la muerte para nosotros, que nosotros no vamos a morir. El Misterio Pascual de Jesús no es solamente su muerte en la cruz y la resurrección, sino también la venida del Espíritu Santo. Aun en el Cenáculo, el Salvador explicaba a los discípulos que su paso de la muerte a la vida, de este mundo al Padre, tiene una sola finalidad: la venida del Espíritu Santo. El, les va a recordar todo, les va a enseñar todo y sobre todo va a grabar en sus corazones el hecho de la nueva Parroquia de San José – Almería Página 47 vida. Va a escribir una nueva ley, ya no en las tablas de piedra sino en sus corazones. Lo va a escribir para que puedan amar de una manera nueva, como Jesús nos amó, para que no se esfuercen en defender su vida, para que puedan entregarla (ver Mateo. 10, 39), quien no muera como el grano de trigo, quedará solo (ver Juan. 12, 24), va a seguir encerrado en el circulo de la esclavitud de diablo. Sin embargo, quien tenga en su interior al Espíritu al igual que Jesús, va a ser semejante a Él y va a amar como Él. Podemos darnos cuenta de lo verdaderas que son estas palabras de Jesús y lo imprescindible que fue la venida del Espíritu Santo, ya que la resurrección aun no produjo un cambio en los discípulos, puesto que estos seguían encerrados en el Cenáculo con temor por su propia vida y no tenían valentía para anunciar a todos la resurrección de Cristo. En el día de Pentecostés salen abiertamente del Cenáculo y sin tener en cuenta el peligro de las persecuciones para anunciar a todos que Jesús es el Señor, que es Dios que venció la muerte. La venció en los corazones por el Espíritu Santo prometido, derribó las barreras que separan a los hombres entre sí, venció todo el poder del demonio. Ahora pueden anunciar a los demás, pueden perder su vida, ser encarcelados, pueden ser matados y llevados como ovejas al matadero (ver Romanos. 8, 36) ya que tienen en si la experiencia de la vida eterna. El Misterio Pascual, es decir, el misterio de la Pascua de Resurrección ya fue revelado, manifestado. Jesucristo ya no tiene para nosotros secretos al igual que los amigos no tienen entre sí secretos. San Pablo dice que este misterio: “no fue manifestado a las generaciones pasadas, pero que ahora ha sido revelado por medio del Espíritu a sus santos apóstoles y profetas” (Ef. 3,15). Dios nos reveló en Jesucristo su rostro ya que “quien me ve a mi ve al Padre” (Juan. 14, 9). Quien ve la misericordia revelada en el Señor crucificado y resucitado, ve la misericordia del Padre. Este viene a nosotros por el Espíritu Santo. Parroquia de San José – Almería Página 48 El Espíritu Santo en la profundidad de nuestro ser da testimonio del Padre, clama en nosotros: Abba. Por medio de este clamor que es un susurro amoroso del niño, de la mejor manera expresamos nuestra confianza en Dios. El autor de esta confianza es siempre el Espíritu Santo. Invocación al Espíritu Santo Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu y todo será creado. Y repuebla la faz de la tierra. Oremos Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a sus inspiraciones, para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. Parroquia de San José – Almería Página 49 CAPITULO 5 Aunque Jesucristo regresó al Padre no nos dejó solos. Aseguró a sus discípulos que va a estar con nosotros hasta el fin del mundo. Esta presencia de Él se realiza sobre todo por el Espíritu Santo que fue enviado sobre los discípulos reunidos junto con la Virgen María en el Cenáculo y quien es continuamente enviado sobre su Iglesia. Existe también otra manera de su presencia que también se relaciona con la acción del Espíritu Santo: Jesús está presente en medio de nosotros por su palabra y los sacramentos. La Palabra que da el amor y la vida Primero reflexionemos qué era la palabra para los pueblos de Oriente entre los cuales nació la Sagrada Escritura, ya que esto nos ayudará a comprender mejor la importancia de la Palabra de Dios en nuestra vida espiritual. Para la cultura greco romana la palabra era relacionada con un acto de la razón, con idea, concepto mental, sin embargo para los pueblos semitas la palabra correspondía a un acontecimiento, hecho realizado, a la historia. Ya el mismo inicio de la Sagrada Escritura dice: “Entonces Dios dijo: “Que exista la luz”. Y la luz existió” (Génesis. 1, 3). Dios dijo la palabra y el universo existió. A través de la palabra de Dios tiene su origen la vida. El inicio de la creación está relacionado con la palabra de Dios pero no solamente. Desde aquel momento podemos reconocer a Dios por la palabra que es un acontecimiento como lo vamos a ver, en su plenitud, en Parroquia de San José – Almería Página 50 Jesucristo, la Palabra que se hizo carne. Toda la historia de la salvación se relaciona con la acción de Dios, con Su palabra. Se puede igualar la acción de Dios con su palabra. El pueblo elegido reconoció esta palabra y le respondió a través de su historia, a pesar de muchas infidelidades ya que fue consciente de las intervenciones salvíficas de Dios y las festejaba en muchas celebraciones. Gracias a la palabra de Dios el pueblo de Israel podría volver a la vida constantemente. La madre le habla a un bebe aunque él aun no entiende nada pero las palabras dan la vida al niño le ayudan a crecer. El niño inconscientemente siente que es importante, querido y gracias a esto puede madurar. El silencio del ambiente podría ser mortal para el niño ya que manifestaría la falta del amor. Sin amor no se puede vivir. De ahí sacamos la conclusión de que la palabra trae el amor y la vida. No es muy diferente con la palabra de Dios y se puede decir que aun en un grado mayor que en caso de la palabra humana maduramos por la palabra de Dios, somos creados por ella, educados y alimentados. “No solo de pan vive el hombre” (Lucas. 4, 4). Lo que verdaderamente nos alimenta es la palabra que sale de la boca de Dios. La Sagrada Escritura es solamente una pequeña, pero muy importante parte de esta palabra que Dios pronunció en la historia. Algo semejante sucede con las obras de Jesús. San Juan dice que todo el mundo no podría contener los libros en los cuales se debería describir lo que Él hizo (Juan. 21, 25). Sin embargo lo que fue escrito es un maravilloso regalo de la Divina Misericordia , es un manual excelente del cual podemos aprender como reconocer la acción de Dios en nuestra vida, podemos aprender de qué manera Dios nos habla hoy. Para mí es muy importante que la palabra de Dios sea por mi reconocida y aceptada en mi vida. Cuando un cristiano escucha la palabra de Dios entonces reconoce en ella la voz de Dios misericordioso, la voz del Amado – Jesucristo. Parroquia de San José – Almería Página 51 Sin embargo, la capacidad de reconocer a Dios en la Sagrada Escritura va unida al reconocimiento de Dios en la historia de mi vida. Se revela en los acontecimientos y la Escritura confirma esta revelación y manifiesta que es así realmente como Dios actuaba de una manera parecida en la historia de su pueblo en incontables acontecimientos relatados en este Libro. De una manera similar actuaba Jesús con sus discípulos en los tiempos apostólicos cuando nacía la Iglesia y de una manera parecida actúa en nuestra vida. Sin conocer este libro no se puede estar al tanto de como Dios actúa en mi vida. Hay que aclarar que no se trata aquí de un conocimiento teórico, pero si de una experiencia de fe, es decir, es necesaria la actuación del Espíritu Santo gracias a quien este Libro no queda como una letra muerta sino como verdadera palabra que da la vida. Otro elemento de fundamental importancia es que la presencia del Espíritu Santo se relaciona sobre todo con la Iglesia, con la comunidad del Pueblo de Dios. La Iglesia confirma la veracidad de la experiencia de su pueblo y por lo tanto mi encuentro más pleno con Jesús a través de la palabra se realiza en la comunidad de la Iglesia. Podemos experimentar esta verdad elemental pues así como Jesús estaba presente entre sus discípulos, lo está también en su Iglesia y aún de manera más privilegiada ya que “felices los que creen sin haber visto” (Jn. 20, 28). La Palabra como espada de doble filo La presencia de Jesús en su palabra trae a los fieles extraordinarios dones. Primero el que nos manifiesta la verdad de nosotros mismos. Sin la palabra de Dios no podríamos conocer quiénes somos realmente. No se trata solamente del conocimiento de dónde venimos y hacia dónde vamos sino cuál es nuestra situación existencial, es decir, cual es la esencia del hombre viejo que vive en nosotros. La Palabra de Parroquia de San José – Almería Página 52 Dios –como dice San Pablo– tiene la función parecida a una espada de doble filo que penetra en las profundidades del alma y del espíritu del hombre y puede llegar a las regiones más profundas de nuestro yo, donde está escondida la verdad, donde está escondido nuestro pecado. Esta es la gran misericordia de Dios que nos revela algo del misterio de la maldad escondida en nosotros. Este proceso es muy doloroso ya que nuestro deseo más profundo es manifestar la mejor parte de nosotros mismos, colocarnos máscaras, no permitir que nos quiten las vestimentas del hombre viejo. Cada uno de nosotros intenta defender su imagen de hombre bueno, buen católico, no maté a nadie, no incendié, vivo honestamente y los domingos voy a la iglesia. Si la palabra revela mi interior entonces no lo hace para destruirme sino para salvarme. La salvación no es otra cosa sino la intervención de Dios a favor del pecador. Quien no se siente un pecador, quien se considera justo, no necesita del Salvador. “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos… Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores” (Mateo. 9, 12-13). En este reconocimiento de sí mismo como un pecador que necesita de la salvación nos ayuda la Palabra de Dios que primero manifiesta el pecado del pueblo elegido, sus infidelidades, traiciones, la rotura de la alianza, el egoísmo y gran soberbia. De la historia de este pueblo y por supuesto de algunos personajes, nos puede servir como un espejo en el cual podemos mirarnos a nosotros mismos, nuestras traiciones, infidelidades, idolatría, soberbia para con Dios y falta de amor para con los demás. La misericordia de Dios no consiste en una falsa compasión que cierra los ojos al mal y no se anima a llamarlo por su nombre. Jesús aborrece la falsedad de los fariseos y les reprocha los pecados de hipocresía y los llamaba sepulcros blanqueados que por fuera se presentan bien arreglados pero por dentro están llenos de podredumbre (ver. Mateo. 23, 27). De una manera semejante hace con nosoParroquia de San José – Almería Página 53 tros cuando ve la falsedad y la hipocresía. Por su palabra realiza un juicio sobre nuestro pecado y este es el juicio de la condenación del hombre viejo que habita en nosotros y al mismo tiempo el juicio de la misericordia a través del cual nace una nueva realidad, una nueva vida. El ejemplo más conmovedor de este juicio es la palabra del Sermón de la Montaña en el cual Jesús presenta las actitudes de una nueva criatura. El juicio consiste en confrontar nuestras actitudes con las actitudes del mismo Cristo ya que Él es esta nueva criatura. Si en la sinceridad de nuestro corazón miramos Su vida – la vida de un hombre nuevo – y nuestra propia vida debemos reconocer el pecado, nuestras equivocaciones y acercarnos a Él en la humildad, pidiendo el perdón, la misericordia, el don de un nuevo nacimiento. La insensatez de la predicación Existe también otro aspecto de la Divina Misericordia contenido en la palabra de Dios que por medio de Él llega a nosotros la más importante noticia que esperan todos los hombres. Esta noticia es la palabra de la Buena Nueva que anuncia que Dios es el amor y Él desea mi salvación, que Jesús vino no para condenarme sino para regalarme la vida. Esta verdad es el fundamento de nuestra fe y sin ella no es posible el desarrollo espiritual del hombre, no es posible la vida cristiana. San Pablo dice: “La fe, por lo tanto, nace de la predicación y la predicación se realiza en la virtud de la Palabra de Cristo” (Romanos. 10, 17). Vemos como es necesaria la predicación de la palabra, como es necesario el anuncio de la Buena Nueva, como necesitamos de la predicación de la palabra sin la cual no podemos dar una respuesta a Dios. Al llamar San Pablo a la predicación del Evangelio insensatez, locura, es muy adecuado ya que la palabra anunciada aunque tiene el poder de suscitar la fe, sin embargo deja al hombre con su libertad y no lo Parroquia de San José – Almería Página 54 manipula, no lo obliga a nada, es totalmente indefensa, es una locura para los sabios de este mundo. Dios, seguramente, podría obligarnos con su poder a aceptar su palabra pero en este caso no sería un Dios del amor. Él siempre viene indefenso, pobre e incluso si alguien rechaza su palabra entonces Él se manifiesta paciente y espera procurando llegar a este corazón de otra manera. Si alguien no es fiel, Él sigue siendo fiel (ver 2 Tim. 2, 13). Su única arma es la misericordia. Al margen, hay que decir que existen muchos pecados contra la palabra de Dios: cuando se la transforma en una norma, en la ley, cuando se la hace menos exigente, cuando se moraliza a los hombres o cuando se condena al hombre. Por supuesto, en este caso, esta ya no es la palabra de Dios. Muchas personas que por su vocación tienen que anunciarla y no lo hacen, cometen el pecado de omisión o de la falsificación de la palabra que nos fue dada para la salvación y no para la manipulación o para el beneficio propio. Siete signos de la presencia de Jesús Estos siete maravillosos signos de la presencia de Jesús entre nosotros son los sacramentos de la Iglesia. El sacramento es el signo sensible detrás del cual se esconde la gracia invisible. Es un don que el hombre, de ninguna manera merece, pero puede abrirse a él, creer en este don y aceptarlo. Con cada sacramento está relacionada una gracia particular, un don peculiar. Así lo pensó Dios para que estas gracias sirvan para nosotros como ayuda en la realización de nuestra vocación en la tierra y al mismo tiempo nos ayuden en nuestro camino hacia el cielo. El primer y más importante sacramento es el bautismo. El signo visible de la triple inmersión en el agua o triple derramamiento del agua que significa la gran gracia de participar en la muerte y resurrección de Jesús. De una manera semejante a como Jesús fue matado y Parroquia de San José – Almería Página 55 colocado en el sepulcro, el bautizado recibe la invisible gracia de la muerte del hombre viejo al sumergirse en las aguas bautismales y surgir a la vida como un hombre nuevo a imagen del Señor resucitado. Se realiza aquí un verdadero cambio, el más grande que puede realizarse en el hombre. Lo podemos comparar solamente con el cambio que sucede en la Eucaristía cuando el pan y el vino se transforman en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Este es un gran misterio y solamente lo podemos aceptar por la fe. Existe solamente un problema serio con el cual cada uno de nosotros se encuentra; en la vida adulta advertimos una separación entre la realidad surgida en el bautismo y la práctica de la vida. Encontraremos la respuesta a este problema si analizamos nuestra educación en la fe, ya que lo que se hizo en el bautismo podemos compararlo a una semilla en la cual se contiene la vida nueva, que necesita de solicitud y cuidado, las condiciones adecuadas de agua, minerales, sol para que pueda madurar adecuadamente y dar fruto. Si en nuestra infancia y en otras etapas del desarrollo de nuestra humanidad no había al mismo tiempo un cuidado por la profundización de la fe, no solamente por la palabra, sino también por el testimonio de vida de los padres y de los seres más cercanos, esta semilla de nuestro bautismo podía no desarrollarse o quedar únicamente como una planta diminuta, enana. Entonces, no podemos extrañarnos de que en la vida adulta no se vea en nosotros una vida nueva. La semilla espera las condiciones adecuadas y la Iglesia cuenta con estas ayudas para que pueda madurar. Estos elementos son: la palabra de Dios, liturgia y la comunidad de la Iglesia. Seguramente nos hemos aprovechado de estos dones pero podemos plantearnos una pregunta ¿de qué manera? Jesús no desea otra cosa que la gracia del bautismo pueda dar el fruto más maravilloso que consiste en un amor parecido a su amor. La confirmación cuyo signo sensible es la unción con el crisma por el obispo, trae consigo una gracia especial del Espíritu Santo que hace de nosotros cristianos adultos capaces de dar testimonio de Jesús en la vida Parroquia de San José – Almería Página 56 cotidiana, para anunciar el Evangelio hasta el testimonio del martirio. La Confirmación es como una ratificación en la vida adulta de los que hemos recibido el bautismo siendo niños. La recepción consciente de este don y el deseo que el Espíritu Santo lleve a cabo la obra de la santificación iniciada en nosotros en el bautismo. La Eucaristía es un particular sacramento del amor de Dios hacia nosotros. El signo sensible del pan y del vino nos manifiesta la extraordinaria gracia de la misericordia de Jesús hacia nosotros ya que es el signo de su muerte y resurrección. El pan y el vino, durante la Santa Misa, se transforman en su Cuerpo y Sangre. De esta manera se hacen el alimento que da la vida y la fuerza para cumplir la voluntad de Dios. El sacramento del orden sagrado y del matrimonio son signos visibles de cierta gracia que es necesaria para la realización de la vocación, muy importante en nuestra vida. Esta, es una vocación para formar una familia y madure en ella la vida, para que se transmita la fe y los valores verdaderamente cristianos formen al hombre nuevo. En esto también tiene que ayudar el orden sagrado. Por eso es necesaria la gracia relacionada con este sacramento para que los elegidos por Cristo ayuden al pueblo de Dios, alimentándolo con los sacramentos y anunciándole la palabra. El Sacramento de la Unción de enfermos trae la gracia para que todos los sufrientes no duden en el amor de Dios en las dificultades, para que no se quiebren en su fe, sino al contrario, que sepan unir sus sufrimientos con Jesús y si Dios los llama a la eternidad para que sean fortalecidos en este paso a la casa del Padre. El signo de la Reconciliación es un signo particular de la misericordia de Jesús. Podemos llamarlo el sacramento de la misericordia ya que la misericordia se realiza eficazmente en él por medio del perdón de los pecados. No hace falta recordar que nuestro mayor problema y al mismo tiempo el mayor sufrimiento que experimentamos es el pecado Parroquia de San José – Almería Página 57 y sus consecuencias. Justamente él provoca la separación de Dios que es la fuente de la vida y por esta causa nos encontramos en la situación de los esclavos, de los hombres, que viven en las tinieblas, en un sinsentido, que terriblemente sufren. Sucede con mucha frecuencia que viviendo alejados de Dios no entendemos nuestro sufrimiento y por lo tanto intentamos encontrar a los culpables de este estado. Debe llegar a nosotros la gracia de reconocernos como pecadores para que pueda envolvernos la Divina Misericordia. Por eso lo más importante en el Sacramento de la Reconciliación es la conversión que se inicia con presentarnos ante Dios en la verdad. Solamente frente a Él podemos presentarnos sin temor, porque solo Él es el amor, que no condena sino que salva. Por eso el segundo paso de la conversión es la fe en el amor gratuito. En la aceptación de esta verdad siempre nos acompaña la contemplación de la cruz de Jesús ya que en él estas verdades resplandecen de una manera más plena. La cruz de Jesús de un lado es un juicio, como lo hemos señalado anteriormente, y de otro la revelación del amor más grande que perdona a los enemigos. Acercándose al Sacramento de la Reconciliación como pecador que desea convertirse ya que escuchó la palabra que lo invita a esta actitud, puedo sentirme seguro que no voy a ser rechazado ni condenado y si a ser recibido magníficamente como representa la postura del padre de la parábola del hijo prodigo. Dios constantemente espera nuestro regreso con ansías y amor, espera cada gesto de arrepentimiento, reconocimiento de nuestros errores y abre sus brazos para recibirnos, para olvidarse totalmente del pasado. Dios al perdonar olvida, no reprocha lo pasado, se alegra con todo el cielo de nuestro regreso. La reconciliación con Dios es posible gracias a Jesús, gracias a su muerte y resurrección porque justamente allí se encuentra la fuente no solamente del Sacramento de la Reconciliación sino al mismo tiempo la fuente de todos los sacramentos y las gracias relacionadas con ellos. La presencia de Jesús en este signo de la reconciliación manifiesta la misericordia de Parroquia de San José – Almería Página 58 Dios que permitió que Su Hijo “aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado a favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por él” (2 Corintios. 5, 21). Admirable sacramento de la Iglesia Además de los siete signos enumerados, existe todavía uno que tiene una misión especial para revelar al mundo en el día de hoy, la Divina Misericordia. La misión que contiene este signo es la de poder experimentar el amor absolutamente gratuito y la misericordia de Jesús. Este signo es la misma Iglesia y lo es porque Jesús se identifica con la Iglesia hasta tal punto que los dos son un solo cuerpo. Por esto el Sacramento del Matrimonio debe ser la revelación del amor del Esposo Jesús a su Esposa Iglesia a la cual Cristo desposó en el árbol de la cruz. Jesús se identifica tanto con la Iglesia que quien persigue a la Iglesia persigue al mismo Jesús. “Saulo, Saulo ¿por qué me persigues? Él preguntó ¿Quién eres tú, Señor?, Yo soy Jesús a quien tu persigues…” (Hechos de los apóstoles. 9, 4). ¿Cuál es, entonces, la misión de la Iglesia? Dice de esto Jesús: “Ustedes son la sal de la tierra… Ustedes son la luz del mundo… así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo” (Mateo. 5, 13-16). La Iglesia tiene la misión de ser la luz para revelar a los hombres extraviados la verdadera luz que está en el rostro de Cristo. Esta es la única luz que Dios encendió para la humanidad en su Hijo. Su rostro resplandece de amor, Su rostro marcado, escupido, demacrado resplandece con la belleza ya que él aceptó todos estos agravios por amor a toda la humanidad. Esta misma luz debe resplandecer en la Iglesia. La Iglesia es entonces la más grande revelación del amor de Dios al hombre, la Iglesia es un signo, un sacramenParroquia de San José – Almería Página 59 to, como lo recordó el Concilio Vaticano II en la Constitución Dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium: la luz para las naciones que resplandece en el rostro de Cristo. Podemos precisar que son estas buenas obras de las cuales Jesús habla. Estas buenas obras, esta luz es el AMOR y la UNIDAD. “Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado… En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos en el amor que se tengan los unos a los otros” (Juan. 13, 34-35) y “Que todos sean uno: como tú, Padre, que estás en mí y yo en ti… para que el mundo crea que tú me enviaste” (Juan. 17, 21). A través del amor semejante al amor de Jesús y por medio de la unidad que debe manifestarse en la comunidad de la Iglesia, el mundo verá la misericordia de Dios y creerá en él. La Iglesia va a cumplir su misión de revelar a los demás la Divina Misericordia, se va a acercar a Él y en Él va a buscar la salvación. Esta misión es tan seria que sin la iglesia, sin este signo que existe entre las naciones no es posible que el mundo crea en el amor de Dios, que justamente Él intervino realmente en la historia de los hombres por su Hijo Jesús. Este mismo Jesús, ayer, hoy y para siempre sigue revelando por su Esposa – la Iglesia – la infinita misericordia del Padre. En nuestra oración, después de esta reflexión, pidamos la gracia de comprender que gran don es el mismo Jesús que sigue actuando hoy por su palabra, por los sacramentos, por la Iglesia. Oremos, pidamos el don del Espíritu Santo para que seamos poco a poco semejantes a Jesús en nuestras elecciones y actitudes, que seamos también un signo, un sacramento de Su misericordia. Parroquia de San José – Almería Página 60 CAPITULO 6 El primer proyecto de Dios fue la felicidad eterna del hombre en el paraíso, la cual tendría que alcanzar después de su vida terrena. Tal vez nos puede resultar extraña la afirmación de que el paraíso era aun el cielo, no fue el lugar de la visión beatifica de Dios. El paraíso, es decir, el jardín del Edén, era un cierto lugar de la tierra donde Adán, Eva y sus descendientes estaban dominando la misma y experimentando una gran intimidad con Dios, el cual era para ellos una verdadera garantía de la felicidad y la fuente de la vida verdadera. Ellos sabían que después de esta peregrinación iban a pasar a la casa del Padre y esto no era para ellos un motivo de tristeza sino de expectativa llena de esperanza. El Edén no era aun el cielo y ellos esperaban con ansías el cielo. Aunque fuesen sometidos al sufrimiento, todo esto se realizaría en otro contexto, muy diferente de lo que vivimos nosotros. El dolor, el sufrimiento, estaría vivido en la presencia de Dios. El pecado original provocó que el dolor se hiciera cruel, que el sufrimiento se concibiera como símbolo de la muerte eterna y por eso huimos tanto de él. Intentemos, sin embargo, meditar estas verdades poco a poco y descubrir como en nuestra vocación, Dios siempre está cerca y siempre nos muestra su misericordia, como la misma predestinación a la vida es un maravilloso don de Su amor. Parroquia de San José – Almería Página 61 María figura de la vida eterna Vamos a iniciar esta reflexión desde el final mirando primero a María, la Madre de Jesús, que es la Virgen Inmaculada, preservada por Dios del pecado original y de cualquier pecado. María a pesar de estos grandes dones es la Madre Dolorosa que sufrió más que todos los hombres de la tierra. Ella que no conocía pecado llevaba en sí un gran dolor y Su corazón fue traspasado por la espada del dolor. Podemos preguntarnos ¿Cómo es posible esto?. Sucedió que María fue elegida para manifestar nuestra vocación a la vida eterna. Ella es la imagen de la verdad sobre la predestinación del hombre a la vida eterna, al cielo. Mirando la Virgen María podemos mirar la historia de los primeros hombres. Ella, sin embargo, realizó en su vida lo que contenía el paraíso. Se realizó esto a pesar del sufrimiento. Significa esto que Su dolor que fue vivido en la unión con Dios no fue un obstáculo para una felicidad muy profunda, ya que su felicidad fue el mismo Dios, su paraíso fue Su Hijo, Jesucristo. María no murió, Ella se durmió y fue llevada al cielo, paso por un umbral a la eternidad, Ella no tenía temor frente a la muerte ya que en Ella nació la Vida, Ella está llena de vida y desde el principio es bienaventurada, es decir feliz. En María – como en el primer ser humano – fue realizada la llamada y la predestinación de toda la humanidad a la vida eterna y de esta manera nos resulta comprensible el inicio de nuestra historia. A lo que somos predestinados ya existía en el paraíso y en María se hizo visible. Ella es la imagen más bella de esta vocación. Aunque el pecado original destruyó totalmente la posibilidad de pasar al cielo, de alcanzar la felicidad eterna, ya desde el principio fue anunciada la Mujer cuyo descendiente aplastaría la cabeza de la serpiente e iba a reparar lo que la desobediencia de Adán arruinó. Parroquia de San José – Almería Página 62 El reino de Dios está en nosotros El descubrimiento de esta verdad se hace posible en Jesucristo, quien viene a la tierra para instaurar el reino de Dios. Pero no se trata de un reino de este mundo, sino de algo muy diferente, y consiste en experimentar la salvación en su corazón, en su historia. ¿Cómo se realiza esto?. Sobre todo por medio del Misterio Pascual de Jesús “el cual fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación” (Romanos. 4, 25). La justificación, es decir, la renovación de nuestra naturaleza destruida por el pecado original, se realiza primero en la cruz de Cristo que toma estos pecados en su cuerpo para aniquilarlos en su muerte y después para revestirnos con las vestimentas de la resurrección, para darnos un nuevo corazón por el Espíritu Santo, una nueva naturaleza. El hombre se hace semejante al mismo Jesús, es aceptado como hijo por Dios. Lleva en sí la vida eterna. Para San Juan, el concepto de la vida eterna no se refiere solamente a una citación posterior a la muerte temporal, cuando cruzamos el umbral de la eternidad. Esta vida eterna es la participación en la naturaleza divina y la posee aquel que tiene al espíritu de Cristo. Esta es la inauguración del reino de Dios en el hombre y por eso Jesús dice: “El Reino de Dios está entre ustedes” (Lucas. 17, 21). Allí donde está Dios, está la vida eterna, allí donde se realiza este maravilloso cambio, donde actúa el Espíritu Santo tomando mi corazón de piedra y dándome un corazón de carne, allí donde se escribe la ley, ya no en las tablas de piedra sino en mi corazón, allí está la vida eterna. La creencia religiosa referente a la vida después de la muerte y acerca del final del hombre y del universo se empieza ahora, hoy. Seguramente este es el inicio, la semilla, que al pasar al cielo se va a desarrollar plenamente. Tenemos sin embargo la promesa de Jesús: “El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará: iremos a él y habitaremos en él” (Juan. 14, 23) que se Parroquia de San José – Almería Página 63 refiere a la vida de la Santísima Trinidad en el hombre. Tener a Dios en nuestro interior significa tenerlo todo, experimentar en la tierra las primicias de la vida eterna y entonces podremos entregar nuestra propia vida, prescindir de nuestro yo, morir cada día para los demás, negarse a sí mismo, perder la vida para constantemente ganarla en una dimensión más profunda. Voy a prepararles el lugar La obra de la salvación fue realizada por el descendiente de la Mujer, por Jesucristo. Tuvo lugar por medio del Misterio Pascual, es decir, por la muerte en la cruz, por la resurrección y la venida del Espíritu Santo. Antes de su pasión Jesús transmitió a sus discípulos el secreto de todo lo que iba a suceder con Él, con lo que puede escandalizarlos, teniendo un sentido, una finalidad. Todo esto es un proyecto misericordioso de Dios por el bien de toda la humanidad envuelta en el pecado y en la muerte. Jesús es ese guerrero que va a emprender una lucha victoriosa con el enemigo más grande, el cual es el diablo y la muerte. Él se va a someter a ella para aniquilarla, Él surgirá victorioso de esta lucha como el Señor resucitado para compartir esta vida con los demás y para llevar a la otra orilla a los que creen en Su nombre. Jesús quiere llevar al Padre a toda la humanidad extraviada que permitió engañarse por las mentiras del diablo y por eso experimentó la muerte. Sin embargo ahora la muerte va a ser vencida y Jesús asciende al padre como el primero de muchos hermanos para guiaros hacia allí, donde Él ya reina y está sentado a la derecha del Padre. En la casa del Padre hay muchas habitaciones, no hace falta preocuparse porque falten, pues esto no se dará. Todo el cielo está abierto para nosotros y el Salvador desea guiar a él a todos los hombres. Parroquia de San José – Almería Página 64 Hace falta que tengamos presente que este paso no se realiza por los esfuerzos del hombre, de esta manera Cristo no sería necesario, y la obra de la salvación se limitaría únicamente a abrir las puertas del cielo, pero no es así. Jesús no nos dejó solos, sin Él no podemos hacer nada. De ahí vemos que grande es su misericordia en guiarnos al Padre por la justificación que realiza en nosotros el Paráclito, el Espíritu Santo prometido, enviado a los Apóstoles reunidos en el Cenáculo junto con la Virgen María. Es el mismo Espíritu que Dios constantemente envía a la Iglesia. Es el Espíritu Santo quien completa la obra de la salvación iniciada en Jesucristo, Él es el Espíritu de la misericordia cuya actuación y ayuda experimentamos, especialmente en nuestra debilidad, en nuestra indigencia, en nuestra incapacidad para llegar a la salvación con nuestras propias fuerzas. El lugar preparado en el cielo, por Jesús, para toda la humanidad no es una promesa sin fundamento, no es una publicidad barata destinada a ilusionarnos y después quedar frustrados cuando nos demos cuenta que no podemos lograr este fin. Fuimos creados para Dios, para el cielo, y Él no desea otra cosa que nos encontremos con Él. El único obstáculo puede ser que nosotros no queramos encontrarnos con el Amor, ya que Dios no puede hacer nada contra nuestra libertad. Vemos como la predestinación a la vida eterna va, todo el tiempo, junto con la misericordia en este insondable deseo que todos los hombres alcancen la salvación por Dios y a cualquier precio. El precio más grande por nuestra salvación es la sangre de Jesús, Hijo de Dios, derramada en la cruz y este es el pasaje más maravilloso al cielo. Parroquia de San José – Almería Página 65 Sistemas que cierran el cielo Por supuesto que hay grandes obstáculos para llegar al cielo. El primer obstáculo es el odio y la envidia del diablo ya que éste lugar también fue destinado para él y ahora le es vedado a causa de su rebeldía, de la desobediencia manifestada para con Dios. Todo el drama de la historia de la salvación consiste en la lucha que emprendió el diablo contra el hombre queriendo perderlo y llevarlo a este lugar terrible que es el infierno, el cual existe realmente. Si no fuera así Jesús no pagaría con su vida. La lucha del diablo se realiza en diversos niveles empezando por la mentira en el cual quiere involucrar a cada hombre y terminando en la mentira que forma la base de todos sistemas totalitarios, de toda la maquina del mal que tiene sus estructuras organizadas. La historia de la humanidad manifiesta de que manera el diablo actúa, por supuesto por la intercesión del hombre, para organizar estas estructuras. Empieza con la primera tentación: serán como dioses para mostrar después la perspectiva de una “verdadera” felicidad que se puede lograr sin Dios. La descripción bíblica de la construcción de la torre de Babel contiene la verdad de qué manera se puede engañar a toda una nación. Este engaño consiste en una simple tentación, para ser autónomo, para dar la espalda a Oriente, que es símbolo de Dios e ir al Oeste que es el símbolo del poder del mal que para los hombres se manifiesta como un lugar de libertad. Ser autónomo significa ser el dios de su propio destino, así lo vemos en este relato, significa intentar llegar al cielo sin mirar la ley de Dios, el cual nos la da no para limitar al hombre, sino para ayudarle a que no se extravíe. La confusión de las lenguas va a ser una manifestación de la divina Misericordia ya que de esta manera Dios protege a la humanidad de una mayor desgracia. El diablo, engañando a la gente con la promesa de la felicidad sin Dios lleva a Parroquia de San José – Almería Página 66 construir estos sistemas políticos, sociales, económicos donde no hay lugar para el Creador, donde no se señala al cielo, al contrario se lo cierra inculcando a los hombres la mentira de que el cielo es solamente una línea por medio de la cual Dios quiere hacer al pueblo aun más sometido, más esclavizado. Les obliga a espera a otra vida y no ésta que es real, palpable y aquí. De esta manera el diablo crea un nuevo paraíso en la tierra aunque con el tiempo se puede ver que todos los reinos sin Dios se manifiestan contrarios al hombre. Al diablo no le importa el bien de los hombres, solamente quiere destruirlos y llevarlos a ese estado en el cual se encontró el mismo. Por suerte Jesucristo nos abrió el cielo y no solamente Él mismo fue allí, sino que lleva detrás de sí a toda la humanidad como Nuevo Adán, Nuevo Moisés, Nuevo Josué, hacia la Tierra Prometida. Miguel y sus ángeles tenían que luchar con el Dragón La visión apocalíptica de la lucha de Miguel y sus ejércitos con el diablo y sus tropas, aunque esta presentada como al final de los tiempos, se realiza desde los inicios de la historia del hombre. Toda la historia es un territorio de la lucha entre el Bien y el Mal, entre Dios y sus Ángeles y el diablo y sus súbditos. Es una lucha cruel, entre la vida y la muerte, y su trofeo es la verdadera felicidad del hombre, por eso no puede haber compasión para los ejércitos enemigos. Esa es la táctica de lo que manifiesta San Ignacio en la contemplación sobre dos estandartes. Llama a sus discípulos para que tiren a los hombres las redes y los aten, sobre todo por la avidez desmedida de riquezas, por el deseo de divinidades para llevarlos de esta manera a una gran soberbia que no es otra cosa que colocarse a sí mismo en el lugar de Dios. Parroquia de San José – Almería Página 67 Jesús también envía a sus discípulos, pero sin alforja, sin dinero, sin dos túnicas para que anuncien la cercanía del reino que son bienaventurados los pobres de espíritu, los pacíficos, los de corazón limpio, los que buscan la paz, los misericordiosos, los que desean la justicia. La propuesta entregada en las manos de los discípulos de Jesús es totalmente contraria de lo que propone el diablo. Jesús como verdadera sabiduría conoce muy bien las emboscadas del diablo y sabe con qué medios puede uno protegerse del fracaso. Después de 40 días de ayuno en el desierto, cuando tentado por el diablo, vence con un arma simple, que es la palabra de Dios, la cruz y la pobreza. El diablo usa con frecuencia muchos medios parecidos a los que usaba armado hasta los dientes Goliat, cuando insultaba al pueblo de Dios y estaba convencido de su victoria. David con una honda, con cinco piedras, no tiene nada con que impresionar a Goliat. Pero esta arma insignificante es una imagen de las cinco heridas de Cristo, ellas tienen un extraordinario poder para vencer al enemigo. Para nosotros el arma es la cruz de Cristo y todos estos medios que son insignificantes y surgen del amor crucificado. De una manera parecida habla San Ignacio: “Jesús envía a sus discípulos para que conquisten el mundo para Él. Les recomienda invitar a la gente a la pobreza, a la aceptación de los insultos y desprecio así como también a una gran humildad. Aunque estas armas pueden parecer poco eficaces, débiles, sin embargo el mismo Salvador venció al diablo y así admiró a las multitudes de sus discípulos que por todas las generaciones van a seguirlo, luchando con estos medios, que él mismo eligió. Los que lavaron sus vestiduras en la sangre del Cordero San Juan en Apocalipsis presenta todavía otra imagen de aquellos que siguieron a Cristo y con su propia vida y muerte dieron testimonio Parroquia de San José – Almería Página 68 de la veracidad de la enseñanza de su Maestro. Esta muchedumbre de santos imposible de contar, los que no adoraron a la Bestia, que no mancharon sus vestiduras con la idolatría sino al contrario, las han lavado en la sangre del Cordero, lo que significa que han elegido el mismo camino que Jesús, quien tomó sobre sí sus pecados a Quien Dios “lo identificó con el pecado a favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por él” (2 Corintios. 5, 21). En esta lucha por el cielo es muy importante el testimonio de la sangre, por eso desde el mismo inicio la Iglesia tenía a sus mártires, los cuales se hicieron el signo especial de la elección de Dios. Entregar su vida por la fe significaba tener en su interior al Espíritu del mismo Jesús, como San Esteban que lleno del Espíritu Santo pedía por los que lo apedreaban. Este testimonio significa que el amor es más fuerte que la muerte, que este amor es la misma vida. El testimonio de los mártires es la prueba más grande de que la muerte fue vencida por Jesús. Es al mismo tiempo una expresión de la gran misericordia de Dios, cuando se cree que la muerte ya no existe, que existe la vida eterna, que existe el cielo que está preparado para mí. Este experimentar el amor en la dimensión de la cruz señala a que importante misión Dios llamó a los que entregan su vida por Jesús, para el Evangelio. En esto se manifiesta la misericordia de Dios que da a sus testigos un gran don de la fe, que por su sangre confirman la veracidad de la promesa de Jesús que asciende al Padre para prepararnos el lugar. No se entrega la vida por cualquier motivo. La Jerusalén Celestial Es la ciudad santa, la patria celestial a la cual todos caminamos en la peregrinación de la fe. La Jerusalén Celestial que manifiesta el Apocalipsis, es el lugar del cumplimiento definitivo de nuestra vocación a Parroquia de San José – Almería Página 69 la vida eterna. Ahí se realiza el encuentro que es la finalidad de nuestro camino, que cada hombre anhela aunque tal vez no tiene plena consciencia de esto. La muy conocida frase de San Agustín: “Me creaste para ti, oh Dios, y mi corazón está inquieto hasta que no descanse en ti” presenta de una manera más adecuada y profunda este anhelo, que se va a cumplir cuando veremos a Dios cara a cara. La descripción de la Jerusalén celestial quiere acercarnos la imagen del cielo que va a ser el lugar de este encuentro. De una manera parecida a como los judíos suspiraban por su ciudad santa cuando estaban exiliados o cuando estaban alejados de ella, el cristiano desea no tanto el Jerusalén celestial pero si al Cordero que habita en ella pues es el mismo amor y misericordia. Lo que hemos experimentado en la tierra durante nuestro caminar fue solamente un débil reflejo de lo que vamos a experimentar en el cielo. San Juan dice: “desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es” (1 Juan. 3, 2). Así que no se trata solamente de un regalo, de un maravilloso encuentro sino de algo más: ser parecidos al mismo Dios, esto significa, que en aquel entonces podremos amarlo totalmente y entregarnos a Él sin reservas. Este regalo procede del Amante, ya que como dice San Ignacio: “El que Ama da y trasmite al amado lo que él mismo posee”. Dios comparte lo que posee y lo que es para siempre, para toda la eternidad. El cielo es el cumplimiento de esta entrega Divina, es la inmersión del hombre en la misericordia de Dios sin fin, para siempre. Durante la siguiente oración, intentemos sin decir muchas palabras presentarnos ante Dios en la adoración de su amor infinito. Contemplemos a Dios que nos llama a tan gran felicidad, para verlo cara a cara para siempre. Démosle gracias por esta predestinación que por Jesús tenemos acceso al Padre. Jesús no solamente nos gano el cielo Parroquia de San José – Almería Página 70 sino que también nos lleva a él, nos entrega a su Espíritu para que teniendo una nueva naturaleza podamos vivir en la eternidad sumergidos en la Divina Misericordia. Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus Ángeles combatieron con el Dragón. También el Dragón y sus Ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo ya en el cielo lugar para ellos. Apocalipsis 12, 7-8 Parroquia de San José – Almería Página 71 CAPITULO 7 No podemos hablar de la Divina Misericordia sin mencionar a María a la cual llamamos, justamente, la Madre de la Misericordia. Ella es la Madre de Jesús, de la Palabra Encarnada que se hizo carne en su seno, Ella dio a luz a Jesús en Belén y estaba siempre muy cerca de Aquel que es la imagen del Padre, la Misericordia Encarnada. Nuestra reflexión, por lo tanto, va a ser dedicada a María que en los planes de Dios ocupa el lugar particular en toda la historia de la salvación sobre todo por su confianza en Dios. Primera Eva madre de todos los hombres En los albores de la historia de la humanidad aparece una mujer que fue creada de la costilla de Adán a la cual llamamos la madre de todos los vivientes. En los planes de Dios Eva fue llamada para dar el inicio al género humano. Esta es una vocación hermosa, la de ser madre, progenitora. Sin embargo Dios deseaba que Eva no fuera solamente la madre que transmite la vida biológica, sino también una persona que lleva a sus hijos a la vida verdadera que ella misma experimentaba junto a Adán estando en el jardín del Edén. Eva tendría que ser la guardiana de la vida llevando sus hijos a la fuente de la verdad, a Dios. Sabemos que no sucedió así. La tragedia de toda la humanidad se inicia de esta tragedia personal que consistía en el pecado original, es decir, en la desobediencia a Dios, en coger y tomar del fruto prohibido. Tengamos presente que el pecado no surgió espontáneamente sino que fue precedido por un cierto proceso. Se inicia del dialogo con el Parroquia de San José – Almería Página 72 diablo. Eva no se da cuenta del peligro de este diálogo, no conoce la inteligencia de la serpiente y piensa que esta es una simple conversación que no puede hacer ningún daño. Cuando iniciamos el diálogo con el diablo ya estamos expuestos al fracaso. Jesús durante su tentación en el desierto, de entrada dice: “Retírate Satanás” (Mateo. 4, 10). Jesús no entra en un diálogo, de inmediato corta la conversación ya que solamente él sabe que el diablo es un “homicida… y padre de la mentira”(Juan. 8, 44). ¿Qué otra cosa puede desear para el hombre si no es su perdición? Eva escucha con atención las palabras de Satanás y lo hace con visible curiosidad, pero esta palabra contiene en sí un veneno que la va a matar, le va a quitar otra palabra que hasta ahora fue su alimento y su refugio. Se está realizando un gran misterio, se cumple uno de los grandes secretos de nuestra existencia cuando Eva arranca el fruto y lo da para probar a su marido. Este es el secreto de abandonar la vida de la cual tenía que ser la guardiana, el misterio de abandonar a Dios el dador de la vida y de la felicidad. Bendita la estéril que da a luz a siete hijos La tragedia del pecado original va a tocar a todos los hombres ya que Eva va a transmitir a su descendencia, como herencia también este pecado, dejándolo como un legado para siempre. Sería realmente una tragedia si no se encontrara una muralla para este pecado, si no existiera la misericordia de Dios. Justamente la infinita misericordia Divina puso un dique para el mal que es finito. En el paraíso Dios nos promete que llegará el tiempo en que el descendiente de la mujer destrozará la cabeza de la serpiente. Se cumple la promesa que lleva a cabo la nueva Eva (María), la cual repara el daño que hizo la primera. Su descendiente va a vencer al diablo. Esta segunda Eva es María, la Madre de Jesús. Ella está relacionada muy estrechamente y distante en el Parroquia de San José – Almería Página 73 tiempo con el acontecimiento del pecado original, ya que van a pasar muchos siglos de la historia hasta que Ella aparece en la tierra y manifiesta a todo el mundo el fruto de su vientre, Jesús. Con su consentimiento y posterior nacimiento de Jesús, cambiara la historia y destino del mundo. María es anunciada en el principio de la tragedia humana pero va a estar presente durante el desarrollo de esta historia por medio de los anuncios de la salvación, de diversas figuras e imágenes y a través de varias personas. Uno de los signos más llamativos en el Antiguo Testamento va a ser la indicación de las mujeres estériles, las cuales no son capaces de transmitir la vida. Esta esterilidad fue para los pueblos de Oriente una verdadera maldición ya que los niños eran signo del favor de Dios y la fuente de la prosperidad para los padres. Si alguien era estéril se lo consideraba maldito. Así fue con muchas mujeres que vemos en la Sagrada Escritura. La esterilidad tenía también una dimensión más profunda ya que manifestaba la incapacidad del hombre, su debilidad frente a Dios. Pero hay en la historia de la salvación muchas mujeres que fueron estériles pero finalmente fueron madres. Así fue en el caso de Sara – la madre de Isaac, Ana – la madre de Samuel, de la madre de Sansón o de Isabel – la madre de Juan el Bautista. En este signo de la vida que nacía de una mujer estéril Dios manifestaba que es más poderoso que la maldición, que la muerte. Que Él y solo Él puede aniquilar la fuente de la muerte eterna que fue el pecado original. Por eso el signo más grande de su misericordia es María concebida sin este pecado. Ella es esta maravillosa obra que provoca la admiración de todo el cielo, todos los arcángeles y ángeles, todos los coros celestiales, ya que como única entre todos los hombres fue preservada de la maldición relacionada con el pecado. María fue elegida por Dios para ser también un signo de la victoria sobre la muerte, de una manera semejante como las mujeres mencionadas anteriormente, Parroquia de San José – Almería Página 74 ya que Ella es también estéril al no tener relaciones con su marido. Se realiza el misterio de la concepción de la vida en su “esterilidad”, va a aparecer en Ella Jesús que va a ser el fruto del Espíritu Santo y de Su fe. María se hace la segunda Eva que da inicio a la nueva humanidad. De Ella va a nacer un hombre nuevo – Jesucristo – que es el primogénito entre muchos hermanos, detrás del cual van a ir muchedumbres de los que tienen la naturaleza parecida a la suya. María está en el inicio de la nueva creación que ya no se caracteriza por el ocaso y las tinieblas, sino que es una maravillosa creación, redimida por la sangre de Jesús y marcada por el sello del Espíritu Santo. “La mujer estéril da a luz siete veces, y la madre de muchos hijos se marchita”(1 Sam. 2, 5), así dice la palabra de Dios y esta es una gran paradoja en la historia de la salvación, ya que los caminos de Dios no son como los caminos del hombre. En María se realiza esta promesa de la fecundidad, Ella se hace la Madre de la muchedumbre de fieles que siguen a Jesús, Ella se hizo la Madre de la Iglesia, la Madre más fecunda en hijos a los cuales va a guiar hacia el cielo. La Madre de la Misericordia realiza de manera perfecta el proyecto de Dios por su obediencia, por la confianza en Dios, por su “si” (Fiat) pronunciado en el momento de la Anunciación. Bendita Ella que creyó Cuando María visita a su prima Isabel escucha las palabras que resumen todo Su misterio. Son las palabras proféticas ya que revelan la esencia de la entrega a Dios. Creer, significa no tanto adherirse con la razón a ciertas verdades sino sobre todo apoyarse totalmente sobre Aquel que da las promesas, fiarse de Él, confiar, es decir, entregarse plenamente a Dios aun cuando esto sobrepasa nuestra capacidad de comprender. La fe no se opone a la razón pero existen ciertas situacioParroquia de San José – Almería Página 75 nes en que la razón ya no es competente al sobrepasar sus posibilidades. ¿Cómo puede reaccionar nuestra razón, cuando recibimos la promesa de que en nosotros se va a engendrar la vida sin la participación de varón? La razón debe callarse y entonces solamente por la fe podemos admitir la verdad de esta promesa. ¿Cómo podría entender Abraham la orden de Dios para que le ofreciera en sacrificio a su hijo en la montaña de Moriah, cuando de él debía nacer toda la descendencia de Abraham? La razón debe humillarse frente a Dios ya que esto parece un absurdo imposible de admitir. Algo parecido sucede cuando cae sobre nosotros la cruz, un acontecimiento imprevisto al cual no entendemos y estamos escandalizados a causa de él. ¿Cómo es posible? preguntamos. Solamente apoyándonos en Dios podemos aceptar estos hechos como evidentes y posibles, ya que para Dios no hay nada imposible. Esta postura exige primero una experiencia y convicción de que Dios existe, que es el amor y seguidamente la confianza. La maldición vino al mundo a causa de la falta de confianza en Dios, por la falta de fe, sin embargo la bendición viene por la fe. Así como en Abraham tendrían que ser bendecidas naciones enteras por su fe, de una manera semejante, todos los que confían en Dios como María participan en Su bendición. Lo confirma Jesús: “Felices los que escuchan la palabra de Dios y la practican” (Lucas. 11, 28) ya que la aceptación de la palabra implica la respuesta de la fe. La fe hace nacer los frutos de la vida eterna, la fe hace nacer la bendición. Con esta fe y confianza nos enseña María. Ella también intercede por nosotros, pide por nosotros para que crezca nuestra fe y su Hijo no le niega nada a la Madre. Así, podemos ver que en los proyectos de la misericordia de Dios María juega un papel irremplazable, como Aquella que es la Madre de la Misericordia, la Madre de Jesús que enseña la fe y suplica por ella. Parroquia de San José – Almería Página 76 La mujer vestida de sol María por su confianza en Dios se presenta en una total oposición al diablo que manifestó a Dios su desobediencia. Por su actitud destroza el odioso plan del príncipe de las tinieblas quien por este motivo odia a María y al mismo tiempo tiene miedo de ella, ya que solamente Ella no se dejo embaucar por su mentira. Por eso el diablo va a atacar a María y a Sus hijos con gran odio intentando destruir su obra. Ya en el principio después del pecado original, fue anunciado que un descendiente de la Mujer iba a destrozar la cabeza de la serpiente, pero esta le va a lacerar el talón, lo cual se refiere a un constante ataque del diablo al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia: “El Dragón enfurecido contra la Mujer, se fue a luchar contra el resto de su descendencia, contra los que obedecen los mandamientos de Dios y poseen el testimonio de Jesús” (Apocalipsis. 12, 17). Esta visión apocalíptica de la lucha no es solamente una metáfora sino una imagen de un enfrentamiento real que se realiza en la historia desde el principio. Con una saña particular se dirige contra María ya que gracias a Ella vino a la tierra el Vencedor de la muerte. Esta lucha se acrecienta ya que el diablo sabe que “le queda poco tiempo” (Apoc. 12, 12) ¿Podemos preguntar de que manera lucha hoy contra la Mujer y sus descendientes, como se realiza esto en nuestros tiempos? El ataque del diablo se dirige a la mujer y contra estos valores que María llevó a cabo en su vida. Podemos advertir, con facilidad, que el diablo usa grandes medios como medios de comunicación masiva, burlándose de estos valores que son la virginidad y maternidad y a la misma institución del matrimonio. María es la Virgen, la Madre, la Esposa de San José. Vivía en la familia en la cual Jesús podía crecer con seguridad y madurar para realizar su misión. De ahí que la familia, la virginidad y Parroquia de San José – Almería Página 77 maternidad sea tan amenazada, ya que gracias a estos valores el hombre realiza el plan de Dios y actualiza su llamado a la vida eterna. No se pude conciliar estos valores con el perverso proyecto del diablo, quien ataca todo lo relacionado con la vida, con el bien, la fe, ya que es el señor de la muerte y le gusta la muerte del hombre. Su ataque se dirige sobre todo contra la vida. Resulta muy fácil reconocer esta ideología que se dirige contra la vida y además en nombre de la libertad de la mujer, es decir, que tiene derecho de determinar su propia vida o sea el derecho a matar. La sociedad de hoy con facilidad acepta estos argumentos estableciendo el derecho para matar a los no nacidos, a los ancianos y enfermos, para propagar la anticoncepción, prostitución, pornografía. Todo esto tiene la relación con la mujer, con la vida y por supuesto vemos aquí un ataque dirigido contra María. Satanás no puede tocar personalmente a la Madre de Jesús por lo tanto dirige todo su odio a Sus descendientes y sobre todo contra las mujeres, ya que Dios eligió a las mujeres para que sean madres y guardianas de la vida. Por eso refugiarse en María tiene gran sentido e importancia ya que Ella conoce mejor los peligros y amenazas del mundo de hoy y al mismo tiempo es poderosa en su intercesión y quien se ampara en Ella, pide su ayuda y mediación nunca va a ser defraudado. San Bernardo lo sabía muy bien rezando con esta bella oración: “Acuérdate o mejor de las Madres que nunca se oyó que cualquiera que en Ti se ampara nunca fue abandonado por Ti”. La Madre de la Misericordia conoce perfectamente el precio que pagó su Hijo, Jesucristo, para que no nos quiera ayudar. Sin embargo Ella, como Jesús, no puede hacer nada sin nuestra petición, sin nuestra oración, ya que el verdadero amor no hace nada bajo coacción, no destruye la libertad y de ahí solamente nuestra fe que es el acto humano más libre y la oración que surge de esta fe puede hacer verdaderos milagros. Dios quiso que María fuera la medianera de todas las gracias, para que inParroquia de San José – Almería Página 78 terceda por nosotros y Ella espera nuestros ruegos, nuestra oración que surge de la fe, ya que de esta manera nos asemejamos a Ella y también nos hacemos bienaventurados. La Madre de la Iglesia El papel de María en el proyecto de la misericordia no se termina con su asunción al cielo. Ahora, cuando reina junto con su Hijo, sigue siendo la Madre de toda la Iglesia. En la cruz Jesús nos entregó a María como Madre y a nosotros a Ella como sus hijos. Justamente ella en el Cenáculo junto con los discípulos de Jesús estará en vigilia y rezando, esperando el cumplimiento de la promesa que los Apóstoles han recibido aun antes de la pasión, durante la Ultima Cena. Jesús les prometió al Espíritu Santo que les va a recordar todo. María sabe mejor quien es este Paráclito ya que Ella desde el momento de la concepción fue llena del Espíritu Santo. Ella ya lo tiene y si está en vigilia con los discípulos es porque sabe que gran don es para el hombre el Espíritu del Señor resucitado. Podemos imaginarnos el clima de Cenáculo, de espera, oración, seguramente de las conversaciones que allí los discípulos mantenían con María. Cuantas luces tendría que dar a los discípulos en cuyos corazones había todavía muchas dudas, interrogantes, aunque ya vieron a Jesús resucitado. Ellos sentían que todavía faltaba algo, que debía suceder un acontecimiento que les convenciera totalmente, que haría que esta verdad de la victoria sobre la muerte les tocara interiormente, ellos sentían que esperaban la revelación más importante, la que sobrepasara todo. Con seguridad María debería explicarles – como lo hizo Jesús a los discípulos que iban a Emaus – que fue necesario el sufrimiento de Su Hijo, que ya fue anunciado hace muchos siglos, para que pueda entrar en la gloria, que así es también el camino de sus discípulos pero primero deben recibir el sello Parroquia de San José – Almería Página 79 de lo alto para que sean capaces de dar testimonio hasta el martirio. Si Ella fue capaz de sufrir junto con Jesús fue porque estaba llena del Espíritu Santo que siempre confiaba en Dios. Junto con su Hijo puede repetir que Dios no va a permitir que ella quede en el Abismo (ver Hechos de los apóstoles. 2, 27) ya que esta fe y el amor son eternos. María fue entonces una verdadera Maestra para los Apóstoles y fue su verdadera Madre. Tal vez allí empezaran a entender el papel importante que ella iba a tener en la Iglesia naciente. Aquella que conocía todos los secretos de su Hijo, los misterios del reino de Dios, los misterios de la fe. Los Apóstoles no dudaban de que les fuera a ayudar mejor en la obra de la evangelización, no solamente con su consejo sino sobre todo por su intercesión con Jesús. La Iglesia que se formaba bajo el impulso de la venida del Espíritu Santo, desde el inicio tuvo en María su ayuda y así sigue siendo hasta el día de hoy. No se puede imaginar la historia de la Iglesia sin María. Así fue el proyecto de Dios para que Aquella que dio a luz al Hijo de Dios se esfuerce en el nacimiento de la Iglesia – el Cuerpo Místico de Cristo – para que siga siendo la Madre y maestra de las generaciones enteras de fieles. ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Después de la Anunciación, María fue a ver a su prima Isabel. Es el misterio de la Visitación. Vino a ella para ayudarle en este tiempo cuando iba a nacer Juan el Bautista. También hoy viene a muchos lugares para ayudar a los hombres, para recordar las verdades más importantes de las cuales la humanidad se olvida, aunque estas verdades son evidentes. Viene y se manifiesta a los hombres simples en La Salette, en Fátima, en Lourdes y en muchos otros lugares para recordar, sobre todo, este mensaje que Jesucristo trajo a la tierra. Es un recuerdo de la verdad de Dios de amor, Dios de misericordia, de que Él Parroquia de San José – Almería Página 80 realmente existe y guía los destinos del mundo, que ama al hombre. María recuerda también la existencia de Satanás, que este no quiere el bien del hombre y por eso nos señala el arma que podemos emplear en la lucha contra los poderes del mal. Esta arma es la conversión a Dios, es decir, creer en su amor, esta arma es también la oración y las obras de misericordia. La presencia de María en estos lugares significa que Dios emplea muchos medios para guiarnos hacia sí. Estos no son los únicos lugares de la actuación de la gracia ya que gracias a Sus intervenciones Dios elige todavía otros, que conocemos como santuarios, donde se venera sus imágenes, estatuas o cuadros que la representan, donde Ella está presente de una manera especial. Esta es una especia de geografía sagrada que ayuda al hombre a encontrar al Padre amoroso por la intercesión de María. No podemos olvidar que aunque Dios se manifiesta sobre todo en la historia personal de cada hombre, aunque actúa fuera de los lugares de culto por motivo de nuestra debilidad o falta de una fe madura, se nos deja encontrar en una determinada geografía marcada por la gracia. Somos niños en Cristo, dice San Pablo (ver 1 Corintios. 3,1) y necesitamos de un alimento espiritual, de la leche. Por eso la Madre que muy bien comprende nuestra situación y los peligros a los cuales estamos expuestos, conociendo nuestra niñez en la fe tanto más va a ayudar a toda la humanidad justamente de esta manera: revelando a los pequeños, eligiendo los lugares de su culto para llevar allí al encuentro más profundo con su Hijo. La ayuda más importante, más profunda que brinda a la Iglesia consiste en la gracia que nos implora para que nuestro camino sea parecido al suyo. Toda la vida cristiana se fundamenta en general en esto, para que en nosotros se revele un misterio semejante, el nacimiento de Jesús en nuestras actitudes. Esta ayuda toca lo más fundamental en el hombre, un cambio profundo que pueda realizarse en nuestra naturaleza. Parroquia de San José – Almería Página 81 Terminando nuestra reflexión sobre el papel de María en los proyectos de la Divina Misericordia, primero intentemos agradecer a nuestro Padre por este maravilloso don de la Madre a la cual eligió desde el inicio previendo la caída del hombre. Este es un don magnifico, ya que Dios conoce muy bien nuestros corazones y sabe que desde la niñez estamos unidos a la madre y por medio de ella nos llega la primera experiencia del amor humano. Por medio de María nos llega la experiencia del amor de Dios. De Ella aprendemos que somos amados por Dios, Ella nos ayuda a creer que Dios es el padre de la misericordia. ORACION Oh María, delante de toda la Iglesia te reconozco como mi Madre y Soberana. Te ofrezco y consagro mi persona, mi vida y el valor de mis buenas obras, pasadas presentes y futuras. Dispón de mí y de cuanto me pertenece para mayor gloria de Dios en el tiempo y en la eternidad. Amén. Parroquia de San José – Almería Página 82 CAPITULO 8 Para darse cuenta de cual es el lugar y papel de la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia en los designios de la Divina Misericordia y para ver el proyecto de Dios para con esta congregación, hay que responder a las preguntas: ¿Cuál es el designio de Dios? y ¿Cuál es el carisma de la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia?, ya que el carisma decide el lugar y papel de una determinada congregación en los designios de la Misericordia de Dios. Entendemos aquí como carisma la gracia sobrenatural (don de Dios, otorgado gratis) concedida a una persona o comunidad (aquí a las Madres Fundadoras y por medio de ellas a toda la Congregación) no solamente para su propio provecho y salvación, sino para el bien de otras personas al realizar un determinado servicio (diaconía) en la Iglesia. Se trata de la gracia y don del Espíritu Santo que contiene en sí y determina no solamente la forma del servicio a prestar, sino también el fin y el aliento de una determinada congregación. Para entender adecuadamente el carisma hay que tener en cuenta estos tres elementos por medio de los cuales se manifiesta y lo forman. Por eso al hablar del carisma de la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, lo haremos de su misión apostólica (servicio), espiritualidad y el fin para el cual la congregación surgió. Parroquia de San José – Almería Página 83 El proyecto de la Divina Misericordia El proyecto de la Divina Misericordia es el de la salvación de la humanidad, el proyecto salvífico, el proyecto del amor misericordioso de Dios escondido en su corazón desde el inicio de los tiempos (ver. Ef. 1, 9-10), el cual fue trazado en el Antiguo Testamento y revelado en su plenitud en su Hijo Unigénito Jesucristo. La historia del hombre y de la humanidad es la realización de este proyecto. No son el producto del azar ni de una ciega casualidad. Son el fruto de la voluntad de Dios y tienden a su fin. Este fin desde el inicio de los tiempos está presente en el pensamiento de Dios y contiene dos aspectos fundamentales: 1. La salvación en Cristo 2. La salvación de todos los hombres Se trata aquí de la “convocación” de todos los hombres en Cristo, en Su Cuerpo Místico, es decir en la Iglesia. La palabra “Iglesia” (ekklesia, en griego, ek-kalein “llamar a un lugar”) significa “convocar”. “La reunión del pueblo de Dios comienza en el instante en que el pecado destruye la comunión de los hombres con Dios y la de los hombres entre sí. La reunión de la iglesia es por así decirlo la reacción de Dios al caos provocado por el pecado” (CIC 761). Dios es fiel en su amor hacia el hombre, aunque cuando el hombre le falla, se rebela contra Él, la misericordia de Dios no solamente no se debilita sino que se manifiesta con mayor fuerza. Dios quiere salvar al hombre de la desgracia más grande que es el pecado y sus consecuencias, es decir, de la muerte y de la separación eterna de Él. En la eterna misericordia de la Santísima Trinidad nació el proyecto de la salvación del hombre: de su liberación del pecado y de su elevación para participar en la vida de Dios, que tiene como finalidad la plena comunión Parroquia de San José – Almería Página 84 con Dios en la felicidad eterna. Este es el misterio de la voluntad de Dios según el designio que estableció antes de los siglos. Este misterioso proyecto de la salvación de unir a todos los hombres en Cristo, en la Iglesia, para salvarlos, se realiza en etapas. El Antiguo Testamento es la preparación para la venida de Cristo en quien Dios determinó convocar a todos los fieles, a reunirlos en la Iglesia. Junto con la venida de Cristo llegó el límite al cual tendían los tiempos de preparación. Junto con Jesús llegó “la plenitud de los tiempos” (Gal. 4,4; Ef. 1,10). Hacer presente en la “plenitud de los tiempos” del proyecto de salvación del Padre pertenece al Hijo, es su misión. Por su vida y actividad Cristo prepara la organización de la Iglesia, es decir, la congregación, la reunión de su pueblo. La Iglesia nació en la cruz del costado abierto de Cristo: “Del mismo modo que Eva fue formada del costado de Adán adormecido, así la Iglesia nacerá del corazón traspasado de Cristo muerto en la Cruz” (CIC 766). “Consumada la obra que el Padre confió al Hijo en la tierra, fue enviado el Espíritu Santo… para que santificara a la Iglesia, y de esta forma los que creen en Cristo pudieran acercarse al Padre en un mismo Espíritu” (LG 4). Entonces la Iglesia se manifestó públicamente frente a las muchedumbres y se inicio la propagación de la Buena Noticia, del mensaje de amor misericordioso del Padre, quien nos dice: “… me compadecí de ti con amor eterno” (Isaías. 54, 8) y “con gran ternura te uniré conmigo” (Isaías. 54, 7) dándonos en rescate a su Hijo Unigénito para salvarnos, convocándonos en un solo Pueblo, en la Iglesia. La finalidad del designio de Dios, del proyecto de la Divina Misericordia es: “reunir todas las cosas en Cristo” (Ef. 1,10). Justamente en la Iglesia – el Cuerpo Místico de Cristo – Dios convoca a su pueblo desde los confines de la tierra. Entre la “plenitud de los tiempos” y fin del mundo (ver. Mateo. 28, 20), el designio de Dios, el proyecto de la Parroquia de San José – Almería Página 85 Misericordia de Dios realizada por la Iglesia que prolonga en el tiempo la misión de Cristo. De esta manera la historia de la Iglesia no sale nunca fuera del designio salvífico de Dios (el proyecto de la Divina Misericordia). El tiempo de la Iglesia es la última etapa del proyecto de Dios que tiene que preparar los tiempos finales. Los carismas en la Iglesia En esta etapa de la realización del proyecto de la Misericordia de Dios que es el tiempo de la Iglesia, todos nosotros tenemos una participación. Cada uno de nosotros y las comunidades de personas tienen su particular, única e irrepetible parte que cumplir en este gran llamamiento de Dios a todos los hombres en Cristo para su eterna salvación. Cada uno tiene su vocación, un papel que cumplir, el cual no puede ser realizado por nadie. De ahí surge una gran responsabilidad para que a la luz del Espíritu Santo descubrir adecuadamente su vocación en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Iglesia. ¿Cómo descubrir esta vocación?. La viva presencia del Espíritu Santo se hace visible en toda clase de dones entregados gratis (1 Corintios. 12, 1-14), es decir, en los carismas. Justamente por medio de estos carismas el Espíritu de Dios ejerce su poder sobre el pueblo nuevo y realiza dentro de él la gran obra de la salvación. Este Espíritu – presente siempre en la Iglesia – a unos da la posibilidad y la gracia de cumplir su función, a otros la gracia y ayuda para que puedan responder a su propia vocación y servir con eficacia a toda la sociedad construyendo el Cuerpo de Cristo (Ef. 4, 12), participando con fe viva en la vida de Cristo y Su misión de la salvación del mundo. Los dones del Espíritu Santo son distintos así como son distintas las funciones de las personas en el Místico Cuerpo de Cristo. Todos fueron entregados – sean las personas particulares o las comunidades – para la realización de las obras que sirven para el Parroquia de San José – Almería Página 86 bien y provecho de toda la Iglesia y por lo tanto para la realización de los proyectos de la Divina Misericordia. Repartir los dones es la tarea del Espíritu Santo (1 Corintios. 12, 11), y al mismo tiempo de Cristo que otorga las gracias de Dios y por medio de ellas invita a participar en la misión salvífica, y esta misión es propia de Cristo. En la Iglesia existe una gran diversidad de carismas y también una gran variedad de familias religiosas (institutos de vida consagrada). Cada uno de los carismas fue entregado a los respectivos fundadores como una respuesta concreta a las necesidades urgentes de la Iglesia. “El rasgo particular de los fundadores de las familias religiosas fue la sensibilidad a las necesidades del prójimo y de la sociedad. Ella los impulsaba a socorrerlos en cada necesidad. (Se mostraban sensibles a las inspiraciones del Espíritu Santo y abiertos a su acción) ellos eran como centinelas en los muros de la Ciudad de Dios, mirando, si no aparece incendio en algún lado” (P. S. Miecznikowski SJ). Unos descubrían estas urgencias en las misiones en los países paganos, otros en la educación de los niños y jóvenes o en ayudar a los enfermos y otros veían una gran necesidad y se sentían urgidos por el Espíritu Santo para brindar contención y ayuda a los niños, familias, enfermos mentales, discapacitados, no videntes, personas sin casa o dedicarse a la salvación de los pecadores. Se sentían llamados y urgidos a esto por el Espíritu Santo, responsables ante Dios por estas personas a los cuales Dios en su designio de salvación los enviaba. Les encendía el deseo de ayudar – de acuerdo al carisma que habían recibido del Espíritu Santo – a los enfermos o personas sin casa, o como fue en caso de nuestras Madres Fundadoras – el deseo de salvar a las almas de la eterna perdición. Este deseo que surgía del carisma se trasmitió a las generaciones de las hermanas que las sucedieron en la Congregación. En las Constituciones aprobadas por la Iglesia se contiene el espíritu del fundador. A través de la aprobación de las Constituciones la Iglesia encomienda Parroquia de San José – Almería Página 87 a la congregación unas tareas concretas para realizar. Cumpliendo estas tareas las congregaciones religiosas respectivas, participan en la obra de salvación del mismo Cristo, en la misión que le fue encomendada por su Padre. Estas determinadas tareas y servicios realizados en una profunda unión con Cristo, son parte de Su misión por la cual una determinada comunidad religiosa es responsable. Sobre cada congregación y cada religioso, dependiendo del carisma recibido, pesa una particular responsabilidad por la auténtica presencia de Cristo en el mundo de hoy, sea bendiciendo a los niños, anunciando el Reino de Dios o, como en nuestra congregación a Cristo que incansablemente “busca al que estaba perdido”, invitando a los pecadores a la conversión. El carisma de la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, el don de colaboración con la Misericordia de Dios Las fundadoras de nuestra congregación fueron “invitadas” a insertarse, a participar en la vida de Cristo, en su misión de la salvación de la humanidad por medio de una gracia particular del Espíritu Santo, por el carisma, que las capacitaba a aceptar lo designado por Dios, en su proyecto eterno, el servicio en la Iglesia. Este carisma, este don particular otorgado por el Espíritu Santo a nuestra congregación es el don de colaborar con la Misericordia salvífica en la obra de salvación de las almas extraviadas. La fuente del llamado de cada hermana de nuestra congregación es la verdad de la infinita misericordia de Dios, del amor inconcebible de Dios hacia los hombres, “amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único” (Juan. 3, 16) y surge de este amor la voluntad universal de salvación, la voluntad de salvar a todos los hombres, especialmente a los pecadores los cuales están en mayor peligro Parroquia de San José – Almería Página 88 de perder su salvación. En ella las Fundadoras percibían, a la luz del Espíritu Santo, la fervorosa invitación a colaborar con la Misericordia salvífica trasmitida como un carisma. El fin y la misión apostólica El fin para el cual surgió nuestra Congregación es la salvación de los pecadores, de las almas extraviadas. Dios nos envía a los hombres cuya salvación está en peligro, a los pecadores a los cuales con nuestra ayuda, con nuestra colaboración con Su misericordia salvífica quiere salvar. Nuestro fin – según las Constituciones – no es prevenir la desmoralización o cuidado de los enfermos corporales, sino salvar a las personas extraviadas espiritualmente, ya desmoralizados, cuya salvación está en peligro. La Maestra de las novicias decía: “Nuestra obra es la obra del mismo Salvador”, es decir, nuestra obra es la misma que la de Cristo que se inclina sobre los pecadores invitándolos a la conversión, a volver a la virtud. Hay variedad de obras de misericordia en la Iglesia como gran cantidad de labores de beneficencia inspirados por el Espíritu Santo, las cuales ayudan a los hombres en diversas necesidades: a los enfermos, ancianos, a los discapacitados y minusválidos. Todas ellas son obras de misericordia, pero nuestros esfuerzos tienen un fin determinado por el carisma: tienen que tender a que todas las almas de los pecadores confiadas a nosotros por la Providencia de Dios se salven de la pérdida eterna. Las maestras en el noviciado procuran esclarecer estas dudas a las novicias y les enseñan que no solamente están las congregaciones para aliviar el sufrimiento, sino que también hay muchos laicos que dedican su vida a este alivio a los demás. Cada corazón noble, al ver el sufrimiento del prójimo desea aliviarlo. Decían: “Pero qué es el sufrimienParroquia de San José – Almería Página 89 to del cuerpo en comparación con los dolores que esperan al alma condenada y que es un alivio pasajero en un sufrimiento temporal, en comparación con la ayuda que brindamos al alma del prójimo cuando ayudamos en su salvación con nuestro trabajo, oración y sacrificio”. “…lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los que lo aman” (1 Cor. 2, 9). Lo mismo se puede decir, en sentido contrario, del significado de las penas del infierno ya que ni ojo, ni oído parecido ni vio ni oyó. Como entonces, calcular la ayuda que brindamos a las almas expuestas a semejante peligro”. Las Constituciones subrayan que “esta es la tarea más perfecta, ya que une más estrechamente con el Señor Jesús, con su Madre Santísima, con los Apóstoles y con tantos grandes santos cuya vida, trabajos, sufrimientos y muerte tendían a librar a las almas de los hombres de la muerte eterna y darles la vida de gloria y gracia… Esta es la obra que contiene en sí, en grado superior, a todas otras buenas obras a las cuales uno se puede dedicar”. Vemos aquí lo específico de nuestro carisma, de nuestro papel en los designios de la Misericordia de Dios. La Congregación fue llamada para participar directamente en la misión de Cristo, quien vino para salvar lo que estaba perdido y es responsable por Su viva presencia en medio del mundo. Nadie puede suplir en el proyecto de la Misericordia de Dios esta tarea, ésta fue entregada a la Congregación junto con su carisma. El fin de salvar a las almas extraviadas fue realizado desde el principio al regentar las llamadas Casas de Caridad, en las cuales encontraban refugio las chicas y mujeres que necesitaban de una profunda renovación moral. Junto con la misión de la Hermana Faustina llegan nuevas formas de realizar el carisma por el anuncio de la Divina Misericordia, su imploración en el mundo envuelto en pecado. Gracias a estas formas se extiende el ámbito de la influencia del carisma a las almas de los pecadores que viven fuera de las Casas de Caridad, en el mundo. Parroquia de San José – Almería Página 90 La espiritualidad Las tareas realizadas por el apostolado, ejercen una gran influencia en la formación del espíritu de la congregación. ¿En qué consiste el espíritu de nuestra congregación?. Leemos en las Constituciones: “El espíritu de nuestra Congregación consiste, sobre todo, en ardiente fervor”. ¿Qué es este “ardiente fervor”?. El fervor ardiente es el amor ardiente que incansablemente procura la gloria de Dios y la salvación de las almas, es el amor a Dios y al prójimo que llega – a imagen de Cristo – hasta el heroísmo, martirio, sacrificio de sí mismo. Es el amor que lleva a aceptar todas las dificultades y sufrimientos para la gloria de Dios y salvación de las almas. Se trata del ardor del amor, pero del “amor espiritual en la voluntad”. “Se trata aquí del ardor espiritual constante, no sólo exaltación, un entusiasmo sentimental, de la acción neutral que se completa para manifestarse y de la búsqueda de sí mismo”. Una característica particular de este ardiente amor es la obediencia a la voluntad de Dios, confianza en la voluntad de Dios que es la mayor expresión del amor. Se puede expresar esto con las palabras “Jesús en Ti confío”. Otro signo de este amor ardiente es el deseo fervoroso de la salvación de las almas que se manifiesta en la misericordia para con los pecadores. Este amor ardiente que se manifiesta en la confianza a Dios y en la misericordia con las almas de los pecadores, tiene su origen en la pasión del Salvador, quien consumido por este amor ardiente entregó su vida por nosotros obedeciendo la voluntad del Padre y constituyendo el elemento fundamental del espíritu de nuestra congregación. Este “amor ardiente” empieza en uno mismo, con el trabajo, con la ayuda de la gracia de Dios, sobre la propia perfección, santificación, tanto por eliminar las facetas negativas como en el ejercicio de las virtudes. Del grado de la unión con Cristo dependen los frutos de la colaboraParroquia de San José – Almería Página 91 ción con la Misericordia de Dios en la obra de la salvación de las almas extraviadas. En los materiales formativos de la congregación leemos: “Me santifico para mis chicas ya que si yo no me santifico ellas tampoco lo harán… En primer lugar hay que buscar a Cristo dentro de sí mismo, unirse a Él, enardecerse con su fuego hasta que nos hagamos la luz, como Él, una llama ardiente como Él. Cuando… una está unida realmente con Cristo, se entrega a las almas al mismo Cristo”. Cada congregación no solo tiene su parte de servicio sino también su propia forma de apostolado. Estas distintas facetas del apostolado de cada familia religiosa surgen del fin y de la propia espiritualidad y de la viva tradición de la congregación formada por el carisma del fundador o fundadora. ¿Cuáles son estas formas particulares del apostolado de la congregación?. Las obras de misericordia, anuncio de la misericordia y súplica de la misericordia a través de la oración y sacrificio. El fin propio de nuestra congregación que es salvar a las almas de los pecadores de la pérdida eterna exige estas formas de apostolado. Leemos en los materiales de formación de la congregación: “Las almas se convierten no por nuestro trabajo sino por la gracia de Dios, pero se puede atraer la gracia por la oración y el sacrificio”. La oración y el sacrificio atraen la gracia de Dios y fecundan el trabajo apostólico. La salvación de las almas de los pecadores cuesta, se necesita no solo la oración, sino también el sacrificio, el sufrimiento expiatorio que de alguna manera prolonga en el Cuerpo Místico de Cristo, los sufrimientos de Jesús durante su pasión y en la cruz para el renacimiento de las almas. “Cuando en el Cuerpo Místico del Salvador un miembro sufre voluntariamente del amor, otro miembro enfermo recobra la salud, de una manera parecida que en nuestro cuerpo humano los cortes que provocan el dolor traen alivio a los órganos enfermos que poco a poco vuelven a sus funciones. Cuando alguien, por amor, Parroquia de San José – Almería Página 92 ofrece su cuerpo y su corazón, Dios protege el cuerpo de alguien abatido, con fuerzas agotadas o cura un corazón enfermo que no tuvo la valentía de liberarse de sus cadenas. Cuando en el Cuerpo Místico un alma noble sacrifica su voluntad, el Señor, en otro lugar hace surgir una voluntad muerta, otorgándole un grandioso don de la gracia de la conversión” (R. Garrigou – Lagrange). Para arrebatar las almas al mal, se necesita sacrificio. Las Maestras enseñan a las novicias: “No pensamos y no decimos nunca que las penitentes que han caído tan bajo tendrían que soportar todo sin decir nada. ¡No! Así no nos enseña el Divino Salvador con su ejemplo en el trato con los pecadores. Para nosotras, como para sus madres, es propio sufrir y hacer penitencia por ellas – esto surge de nuestra vocación”. En otro lugar leemos la forma de sacrificio de que se trata, seguramente no de los sacrificios de grandes mártires, conocidos por todos, pero silenciosos, cotidianos sacrificios interiores. “No hay tal lugar, tales obligaciones, tan pocas capacidades, para no poder hacer a Dios un sacrifico interior y éstas tienen tan gran valor para Dios que puede una sola victoria sobre nosotros mismos, una victoria sobre el amor propio, una mortificación implorar la salvación de una u otra alma. Aceptar con paciencia las molestias de la enfermedad, de las humillaciones, es accesible para cada una, ¡por esto podemos ser apóstoles! Avancemos por este camino… de silencio, cotidiano, de interior sacrificio… Hagamos un propósito para que cada día con alguna victoria sobre nosotros mismos implorar y lograr de Dios mayores gracias y salvación eterna para los pecadores”. “Estemos convencidas que tenemos más mérito trabajando por la salvación de las almas que si buscamos el martirio ya que nuestra vida es un constante holocausto, una ofrenda de nosotras mismas, tanto más difícil cuánto dura más”. Este es el espíritu de nuestras Madres Fundadoras, espíritu que Parroquia de San José – Almería Página 93 constituye el “amor ardiente” que se manifiesta en un fervoroso deseo de la gloria de Dios y de la salvación de las almas hasta el sacrificio de sí misma. Este es el espíritu del mismo Cristo. Con este fervoroso deseo de la salvación de las almas vino a la tierra. Leemos en los materiales de formación: “La gloria de Dios por medio de la salvación de las almas es la única y principal tarea y fin de Cristo el Señor en la tierra, a esto dedicó sus trabajos, enseñanzas, sufrimientos, pasión, a éste fin dedicó toda su vida”, “Como esta misión de la salvación de las almas es altísima, como es el objeto de la solicitud de Dios, de esto dio ÉL testimonio no solamente al crear el mundo, sino que reparó lo que fue deteriorado en su creación, enviando a su único Hijo a la tierra, entregándolo a la pasión”. Este deseo ardiente de la salvación de las almas, el Señor Jesús lo sintió a lo largo de su vida, todo el tiempo llevaba esta cruz del deseo y procuraba realizar su misión salvífica – que le fue encomendada por el Padre – por su obediencia a Su voluntad hasta la pasión, cruz y muerte. Jesús realizó su misión por medio del perfecto sacrificio de sí mismo, por un total don de sí mismo. El sufrimiento que acompañaba a este deseo ardiente ceso en el momento de la muerte en la cruz, sin embargo este deseo de salvar al hombre, especialmente sumergido en los pecados, perdura para siempre. Este hambre y sed de salvación de los pecadores perdura para siempre en el alma de Cristo, que por medio de su Espíritu anima a algunos miembros del Cuerpo Místico, de una manera particular, a compartir Su espíritu, espíritu de misericordia para con los pecadores. Con este espíritu estaban animadas nuestras Madres Fundadoras, con el espíritu del fervoroso amor a las almas, el espíritu de la misericordia para con los pecadores. La obra de salvar a las almas exigía de una gran confianza en Dios, siempre y en todo, de una heroica confianza en la Misericordia de Dios ya que sin una ayuda especial de Dios aquí no se podría hacer nada. Parroquia de San José – Almería Página 94 Ser una herramienta dócil en las manos de la misericordia de Dios para trabajar en esta obra tan difícil constantemente, sin desanimarse, para esto es imprescindible ejercitarse en la confianza. La actitud de confianza posibilita la colaboración con la misericordia de Dios en esta obra de la salvación de las almas. Se da una proporción: cuanto mayor la confianza es tanto mayor la acción de Dios. Se les enseñaba a las hermanas a esta verdad que el autor de la conversión es el mismo Dios y las hermanas que son simplemente instrumentos en las manos de la misericordia de Dios por su trabajo, sacrificio y oración deben colaborar con la misericordia de Dios para implorar por la conversión de las almas extraviadas, ayudarles a abrirse a la acción salvífica del Dios misericordioso. Para poder sostener y ejercer este papel se necesita la confianza del niño. Es imprescindible para el esfuerzo, heroico tantas veces, en el trabajo para lograr la conversión y corrección de las almas pecadoras. La actitud de la confianza en Dios y la práctica de la misericordia para con el prójimo que llega hasta el heroísmo, son los dos rasgos fundamentales de la espiritualidad inspirada por nuestras Madres Fundadoras. ¿De dónde sacaban este espíritu las Madres Fundadoras, espíritu del amor ardiente que se expresaba en un deseo invencible de la salvación de las almas de los pecadores?. ¿De dónde esta valentía en las Fundadoras para asumir este fin tan “imposible” humanamente de alcanzar?, ¿de dónde este espíritu del amor “enloquecido” hasta la ofrenda de sí misma para la salvación de las almas?. Encontramos en las Constituciones esta breve inscripción: “Las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia van a sacar a este espíritu (del amor ferviente a Dios y a las almas) en grandes misterios de la fe, sobre todo en la frecuente meditación de todo lo que Dios hizo para las lamas al crear el mundo, lo que hizo y sufrió en la redención y lo que les prepara en la gloria eterna. Van a encontrar a éste espíritu también en la Parroquia de San José – Almería Página 95 cordial meditación de las virtudes y sentimientos de su Madre y Protectora, de la Madre de la Misericordia cuya paciencia, dulzura y más que materna compasión por los pecadores van a intentar imitar”. La Madre de la Misericordia de una manera más plena participaba y colaboraba con la misericordia de Dios en la obra de la salvación. Junto con la vocación a su congregación las hermanas tienen la viva participación en el carisma que le caracterizaba a Ella en la colaboración con la misericordia de Dios en la obra de la salvación de las almas extraviadas. Estas meditaciones, para adentrase con la gracia del Espíritu Santo en la profundidad de la misericordia de Dios revelada en Cristo, sobre todo en Su pasión y muerte, hace nacer un ardiente amor a Dios y a las almas, una gran confianza en la misericordia de Dios, conocimiento del valor del alma humana, redimida con la sangre de Cristo y en fervoroso deseo de colaborar con la misericordia salvífica en la obra de salvar a las almas. Si se puede decir así de la colaboración en primera línea – en la lucha por la salvación de las almas ya extraviadas, humana y totalmente perdidas cuya salvación eterna está seriamente amenazada. Leemos en los materiales de formación: “Quien penetra con su corazón en los sentimientos del Corazón del Salvador (lleno de misericordia para las almas) ¿puede mirar indiferente a las almas que se pierden y no intenta salvarlas según sus posibilidades? Debemos trabajar para que los sufrimientos de Cristo no sean en vano, debemos colaborar con Cristo, colaborar con el sufrimiento. Somos colaboradoras de Cristo, quien por el sufrimiento redimió al mundo”. En el mundo de hoy nuestra congregación – según su carisma – está llamada a continuar la misión de Cristo que salva a las almas de los pecadores de la pérdida, de la condenación eterna. Parroquia de San José – Almería Página 96 La misión de la Hermana Faustina y carisma de la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia. Un papel particular desempeña en esta tarea el mensaje de la Hermana Faustina. Aquí hay que preguntarse: ¿La misión de la Hermana Faustina aporta algo nuevo a la espiritualidad y la misión apostólica de la congregación? La Hermana Faustina vivía con este mismo carisma al igual que todas las hermanas. Si se trata de la espiritualidad con Santa Faustina, no aparecen en general nuevos elementos pero si todos son llevados a la perfección. Su fervor por la gloria de Dios que se manifestaba en la obediencia a la voluntad de Dios y expresaba la confianza en Dios, sin límites, llega a su plenitud en las difíciles noches del espíritu, en su vía crucis, en su Gólgota. Su fervor apostólico por la salvación de las almas, su misericordia para con los pecadores encuentra su perfecta manifestación en el sufrimiento y en el sacrificio de su vida entregada por ellos a imagen de Jesús. La Hermana Faustina vive entonces la misma espiritualidad que todas las hermanas de la Congregación, pero la vive de una manera radical y a través del don de la vida mística que enriquece su espiritualidad. Sin embargo, cuando se trata de la misión apostólica de la Congregación la Hermana Faustina introduce en ella nuevos elementos, nuevas tareas. No cambia el carisma pero aparecen con ella nuevas formas de realización. Estas, se manifiestan a través del anuncio de la misericordia de Dios, su súplica para el mundo, para los pecadores que viven fuera de las “Casas de Misericordia”. La anterior actividad según el carisma de la congregación, fue concentrada sobre todo en las obras de la misericordia para las chicas y mujeres que necesitan de una profunda renovación moral y residían en las “Casas de Misericordia”. La misión de la Hermana Faustina provoca que el ámbito de la influencia del carisma se extienda. Desde ahora la misión carismática Parroquia de San José – Almería Página 97 que tiene como finalidad la salvación de las lamas extraviadas va a ser realizada también para con las personas que viven en el mundo. Para con estas personas la congregación realiza su carisma no por medio de las obras sino por el anuncio del misterio de la misericordia de Dios, su imploración para todo el mundo, particularmente para los pecadores cuya salvación está en peligro. Esta extensión de la influencia del carisma se refiere no solamente a las personas abarcadas con el apostolado sino también para aquellas que se involucran en este tipo de apostolado, es decir, las que quieren participar en la espiritualidad y misión apostólica de la congregación, sea por el anuncio del mensaje de la misericordia, oración y sacrificio, también por las obras – quieren entrar como colaboradores con la misericordia de Dios en la obra de la salvación de las almas extraviadas. De esta manera por medio de la Hermana Faustina, están invitadas y participan las personas que no pertenecen a la Congregación. De una manera más plena en la espiritualidad y misión apostólica de la congregación participan los voluntarios y miembros de la Asociación de los Apóstoles de la Divina Misericordia “Faustinum”. La misión de la Hermana Faustina no cambia el carisma, no es un carisma personal de ella, sino que trae nuevas formas de realización del carisma a nuestra congregación, la cual procura extender el ámbito de su influencia a los pecadores que viven fuera de nuestras comunidades e insertar en la espiritualidad y la misión apostólica de la congregación también a las personas que no pertenecen a ella: a los sacerdotes y laicos. La misión de la Hermana Faustina trae también nuevos medios por los cuales se puede colaborar con la misericordia de Dios en la obra de la salvación de los hombres, éstos son las nuevas formas de culto a la Divina Misericordia con las cuales el Señor Jesús relacionó grandes promesas. Por supuesto, el fundamento de estas prácticas es la actitud de la confianza en Dios y la misericordia para con el Parroquia de San José – Almería Página 98 prójimo, es decir, es esfuerzo para buscar la propia santificación. Hemos dicho que el lugar y papel de una congregación en los designios de la misericordia de Dios se determina por Él mismo al otorgar el carisma a la congregación. El lugar y papel de la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia en los designios de la misericordia de Dios se puede determinar brevemente con una frase hablando de la colaboración con la misericordia de Dios en la obra de la salvación de los hombres. Este carisma en el cual por medio de la Hermana Faustina se unen las personas que no pertenecen a la congregación, tienen que cumplir un papel singular en la salvación de este mundo envuelto en el pecado, en su preparación para la segunda venida de Jesús a la tierra cuando se va a cumplir, en plenitud, esta gran convocación del Pueblo de Dios en Cristo, al cual tienden los designios de Dios. Parroquia de San José – Almería Página 99 CAPITULO 9 Dentro de los documentos de la Iglesia que tratan el tema de la Divina Misericordia, la encíclica del Papa Juan Pablo II ocupa un lugar particular. Las intervenciones anteriores del Papa o de los concilios fueron en cierta manera fragmentarias, se referían a algún aspecto de esta verdad. La Encíclica Dives in misericordia presentando la insondable profundidad de la Divina Misericordia trata diversos aspectos de esta verdad conservando al mismo tiempo un armonioso conjunto temático. El profesor M. Gogacz descubriendo en “esta exposición de la verdad la diversidad de los contenidos” enumera los temas tratados por el Papa: fundamentos de la verdad sobre la misericordia, la misma estructura de la misericordia, sus manifestaciones y consecuencias, es decir consecuencias de nuestra relación con Cristo, por El y con El, con Dios Padre y con los hombres. El Papa presenta este misterio no sólo teóricamente sino que trata la Divina Misericordia en relación con la divinidad y la existencia del hombre. La clave para entender este misterio de la Divina Misericordia es Jesucristo, Salvador del hombre quien revelándonos el amor del Padre celestial, él mismo en su encarnación y su personalización. Se puede decir con toda certeza, que entre los documentos de la Iglesia dedicados a este tema, la Encíclica es una Carta Magna que el Papa acerca al mundo contemporáneo, manifestando esta verdad de la fe con todo su esplendor. Una manifestación del interés que suscitó este documento son los numerosos comentarios, interpretaciones y análisis de la enseñanza del papa que presentaron los teólogos de diversos centros de estudios en numerosas publicaciones. Una lectura atenta de este documento y el conocimiento de su contenido permiten entender no solo las principales líneas del Parroquia de San José – Almería Página 100 pensamiento y diversos aspectos de esta verdad, sino también tener presente como es de actual y perfecta esta verdad en la vida de los hombres de hoy. Ya en las primeras páginas de esta encíclica el papa dice que en los tiempos cruciales de hoy hay que meditar en profundidad esta verdad y presentarla a los hombres contemporáneos para que, en Cristo Salvador y por medio de Él dirigir y acercar nuevamente a los hombres al Padre celestial. La divinidad del hombre y su vocación se hacen plenamente comprensibles sólo a través de su relación existencial con Dios, la cual, es posible gracias a Cristo, quien en si mismo nos reveló el misterio del Padre y su amor. La misión de la Iglesia, que continúa la solicitud por el bien espiritual del hombre, es antropocéntrica pero llevando a los hombres hacia Dios es al mismo tiempo teocéntrica, es decir, en Cristo y por El se dirige al Padre celestial. La Iglesia procura unir lo antropocéntrico con lo teocéntrico y no separar como lo hacían en el pasado y siguen haciendo en la actualidad algunas de las corrientes contemporáneas del pensamiento humano (DM 1). Comentando este pensamiento del Papa, los teólogos llaman la atención que tanto la primera encíclica Redemptor hominis como Dives in misericordia se centran en el hombre, en su dignidad, sin embargo, en su profunda relación con Dios y con Cristo Redentor. Según el Papa sólo en el misterio y persona de Jesucristo podemos entender quien es el hombre y conocer mejor a Dios a quien Él reveló al mundo. Esta manifestación de la grandeza y de la dignidad del hombre y el esclarecimiento del sentido de la existencia humana en el misterio de Cristo, es una nueva corriente dentro de la teología cristiana. Este antropocentrismo no se opone al teocentrismo ya que a estas dos corrientes les une de una manera admirable el cristocentrismo. Y esto intenta hacer la Iglesia. Así como la encíclica Redemptor Hominis unía el antropocentrismo con el cristocentrismo, la encíclica Parroquia de San José – Almería Página 101 Dives in misericordia va un paso más adelante y une al hombre por Cristo y en Cristo con el Dios Padre. Este método es la negación de la dialéctica del ateísmo y existencialismo que rechaza a Dios. Este cristocentrismo manifiesta la fuerte unión del hombre con Dios al defender su divinidad de la degradación. Continuando el Papa su enseñanza señala que existe una gran necesidad de hablar y recordar al mundo esta verdad. En nuestro tiempo se sucede el gran progreso en muchos campos, sobre todo en la ciencia, técnica, industria y por lo tanto aumenta el bienestar material de la gente. El hombre teniendo en cuenta el mayor poder y dominio sobre el mundo, organiza sin embargo su vida sin Dios. Se opone y rechaza la misericordia de Dios marginando en su vida la idea de la misericordia. El Papa recuerda la advertencia del Concilio Vaticano II señalando que esta situación del hombre manifiesta al mismo tiempo su poder y su debilidad, la capacidad para las obras magnificas como también para lo peor, su plena libertad y su vulnerabilidad frente a diversas esclavitudes. Junto con el progreso y el bienestar sigue existiendo el atraso, la pobreza. El sentimiento de la fraternidad universal se enfrenta con el odio. El hombre tendría que gobernar y dirigir con sabiduría las fuerzas que él mismo ha desencadenado y que pueden salvarle o aplastarlo (Gaudium et Spes 9). El Papa recuerda, siguiendo la enseñanza del Concilio, que estos logros positivos de la humanidad suscitan la esperanza para un futuro mejor pero al mismo tiempo crean, en el mundo de hoy, muchas y muy variadas amenazas a las cuales hay que ver a la luz de la verdad de Dios y evitarlas. Frente a estas amenazas, entre las cuales a modo de ejemplo se puede señalar: los sufrimientos existenciales, las amenazas a la divinidad humana, la gente espontáneamente se refugia en la misericordia de Dios. El Papa percibe esto como una necesidad y un desafío para la Iglesia que desea responder a estas necesidades y preocupaciones de la gente de hoy y Parroquia de San José – Almería Página 102 procurar una solución a estos desafíos partiendo de la revelación de Dios. El Papa está convencido que el mundo de hoy necesita de la misericordia de Dios, aunque no tiene plena conciencia de esto, por eso intenta acercar esta verdad al hombre contemporáneo (DM 2). Este convencimiento del papa es compartido también por los teólogos que analizan y estudian su enseñanza. Los hombres de hoy no entienden la idea de la misericordia que les parece estorbar en el desarrollo de la civilización y del bienestar material. De otro lado tienen presente diversas amenazas con las cuales se relaciona el progreso y espontáneamente se refugian en la misericordia de Dios guiándose por el sentido de la fe. La comprensión de la idea y del concepto de la misericordia de Dios, señalan los teólogos, según el pensamiento del Papa, es posible en el contexto de la experiencia de la existencia humana. La situación del mundo de hoy es objeto de la solicitud y el desafío para la Iglesia, a este desafío el Papa quiere responder expresando con autoridad, su enseñanza sobre este tema y acercando esta verdad a los hombres de hoy. Frente a estos dolores, angustias y problemas que acompañan a los hombres de todos los tiempos, tanto antiguos como actuales, en primer lugar está sensibilizado y conmovido el mismo Dios. Ya que, “cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envío a su Hijo al mundo” (Gálatas 4,4) para que por Él y en Él revelar a la humanidad sufriente el misterio de su amor misericordioso. Jesucristo es la encarnación y personificación del amor de Dios, de su misericordia. En su misión mesiánica, encomendada por el Padre, Jesús inicia a través del anuncio del mensaje de la Buena Noticia el amor de Dios hacia los hombres. Los destinatarios de este mensaje son sobre todo los pobres, enfermos, esclavos, maltratados y pecadores. Uno de los temas principales de este mensaje es recordar a los hombres que Dios es el Padre que ama al hombre, que lo tiene presente, lo ama y quiere socorrerlo en su Parroquia de San José – Almería Página 103 desgracia. En su enseñanza Jesús emplea las parábolas para que sus oyentes puedan entender más fácilmente lo esencial de su mensaje. Particularmente expresivas e impactantes que inquietan a la conciencia son las de: la parábola del hijo prodigo (Lucas. 15, 11-32); el Buen Samaritano (Lucas. 10, 30-37); el siervo inmisericordioso (Mateo 18, 23-35); el Buen Pastor (Mt 18, 12-14); (Lucas 15, 3-7) y muchas otras. Con su enseñanza y las obras, Jesús procura solucionar las situaciones difíciles de la vida humana, curando a los enfermos, resucitando a los muertos, perdonando los pecados, liberando a los poseídos de las ataduras del demonio. Este amor que Cristo anuncia y realiza por medio de las obras, se hace visible y palpable abarcando toda la existencia del hombre tanto en la esfera espiritual como temporal. Cristo consciente de su misión mesiánica hace presente de esta manera entre los hombres y les revela que “Dios es amor” (1 Juan 4, 16) y “rico en misericordia” (Éfeso 2,4). Recordando a sus oyentes el amor de Dios y su Misericordia para con ellos, Cristo al mismo tiempo exige que en su vida se guíen por el amor y la misericordia. Una expresión de esto es el mandamiento de amor al cual denomina “el más grande” (Mateo 22, 38) como también el sermón de la Montaña “bienaventurados los misericordiosos porque obtendrán la misericordia” (Mateo 5, 7). Señalando a Cristo en quien el amor de Dios Padre y su Misericordia se hizo presente entre los hombres en la tierra, el Papa quiere llamar la atención que de esta manera Dios se adelanta a los problemas de la humanidad, desea ayudarla en su desgracia, y también hace capaces y anima a los hombres que por su cuenta intenten resolver estos problemas, en el espíritu del amor de Dios y del prójimo a través de las obras de la misericordia (DM 3). En el análisis y los comentarios de los teólogos y biblistas, estos sostienen que el Salvador al revelar a los hombres el amor del Padre, no se limitó solamente a la palabra, sino que la confirmaba con las Parroquia de San José – Almería Página 104 obras. De diversas maneras dio pruebas de esta bondad y amor hacia los pobres, maltratados, y sobre todo a los pecadores. Este amor real, gratuito y efectivo abarcaba a todo hombre y todas sus necesidades. En el contacto con el mal físico o moral se manifestó como la encarnación de la misericordia de Dios. Realizando esta misericordia a los hombres, Cristo al mismo tiempo les enseñaba y animaba para que ellos también se guíen en su vida por la misericordia. Esta, en fin, es la condición de recibir la misericordia de parte de Dios. Este amor misericordioso revelado por Cristo es para nosotros un ejemplo, una exigencia y condición de recibir la Misericordia Divina. Debe transformar interiormente al hombre y formar un nuevo estilo de vida y las actividades de los hombres. Analizando el término “misericordia” y diferenciándolo del término “amor”, el Papa señala que una adecuada comprensión del contenido de estos dos conceptos se transforma en una clave para entender la misma realidad de la Misericordia. Los hombres que han experimentado la misericordia de Cristo, quien empleaba éste término, entendía muy bien su contenido, señala el papa, ya que en su historia el Pueblo de Dios constantemente experimentaba esta Misericordia tanto en la vida social como personal. Este Pueblo de Dios que quebrantando la alianza establecida con Él, cuando se daba cuenta de su infidelidad, a lo cual aportaban mucho los profetas, se refugiaba y clamaban por la misericordia de Dios. Lo confirman los libros del Antiguo Testamento en muchos lugares. Los profetas señalando esta misericordia de Dios la comparan con un amor del amante, así Dios ama a su pueblo (Os 2, 21-25; Is 54, 6-8). El amor de Dios es tan grande a su pueblo – la amante infiel – que es capaz de perdonar esta culpa y la infidelidad si el pueblo va a manifestar su arrepentimiento y contrición. El amor de Dios sobrepasa totalmente el pecado y la infidelidad del pueblo. Parroquia de San José – Almería Página 105 También algunas personas experimentan esta misericordia de Dios sea como pecadores o como abrumados por el sufrimiento físico o alguna desgracia. Un ejemplo muy particular es el rey David arrepentido de su pecado (2 Sam 11; 12; 24,10) como también abrumado por el dolor el justo y paciente Job (el libro de Job). El Antiguo Testamento presenta muchos ejemplos que se refieren a este tema. Esta convicción del Pueblo de Dios sobre la misericordia de Dios para con él se arraiga muy profundamente en la historia del pueblo. Una de estas experiencias fue la dolorosa prueba de la esclavitud de Egipto y la milagrosa liberación por la poderosa intervención del mismo Dios (Ex 3, 7). De parte de Dios esta fue una gran manifestación del amor a su pueblo por eso este acontecimiento se transformó en el fundamento de la confianza en la Divina Misericordia. Esta convicción también tuvo su base en el sentimiento de culpa y del pecado. Particularmente una huella muy profunda en la consciencia del pueblo fue el hecho de adorar al becerro de oro cerca del monte Sinaí. Pero cuando Dios manifestó su paciencia, compasión y misericordia (Ex 34, 6) esto consolidó la conciencia del pueblo y de los integrantes del mismo de que hay que recurrir a Dios y pedirle su perdón, ya que Dios perdona con benevolencia y generosidad. En esta misericordia de Dios se manifiestan todos los rasgos del amor, señala el Papa, Dios es Padre (Isaías 63, 16) e Israel es su hijo (Ex 4, 22), es también el amante del “pueblo amado” a quien manifiesta su misericordia (Os 2,3) e incluso en su enojo vence su amor benevolente (Os 11, 7-9; Jeremías 31,20; Isaías 54, 7). Esta convicción sobre la misericordia de Dios se inscribió tan profundamente en la conciencia del pueblo que se transformó casi en lo esencial de su vida, tanto de la sociedad como de los sujetos individuales. Por eso encontró tan ricas expresiones en las páginas del Antiguo Testamento, lo cual se manifiesta, también, en la variedad de la terminología empleada Parroquia de San José – Almería Página 106 (hesed, rahamim, hanah y otros). Con ciertos matices estas palabras anuncian la misericordia de Dios a los pecadores, a los hombres aquejados por diversas contrariedades; suscitando la confianza en Dios y en su ayuda, despertando la esperanza en los momentos de incertidumbre y en las caídas. También alaba a esta misericordia de Dios y le da gracias cuando ésta se realizó y se manifestó en la vida de algunos sujetos o de toda la sociedad. Así presentada y entendida la misericordia de Dios en el Antiguo Testamento se opone al concepto de la justicia, superándola, ya que es mucho más grande y profunda. Ya el Antiguo Testamento anuncia, dice el Papa, que el amor sobrepasa a la justicia ya que es el primero y fundamental. El amor es la condición de la justicia y la justicia sirve al amor. La misericordia es la manifestación de esta primacía del amor en referencia a la justicia. Aunque se diferencia de la justicia no se opone a ella. El amor por su naturaleza es benevolente, paciente y capaz de perdonar. Le está ajeno el odio para con los que una vez han sido elegidos y colmados de gracias. Por lo tanto la suerte del Pueblo elegido desde Abraham se tejía según la economía de la misericordia. Y este misterio de la elección divina y de la misericordia abarcan también la historia de la vida de cada hombre, la historia de toda la familia humana, dice el Papa (DM 4). La comprensión del misterio de la misericordia revelada por Cristo facilita para el Papa la referencia al concepto de la misericordia de Dios en el Antiguo Testamento. Este concepto se elaboraba en la conciencia del pueblo a causa de la experiencia histórica de su vida. De ahí el concepto de la misericordia, en el pensamiento del Papa, no se refiere solamente a Dios sino que se transforma en la esencia de la vida de todo el pueblo de Israel. Al Papa no le interesa tanto el concepto teórico de la misericordia, lo cual expresa la misma palabra, sino la relación de la misericordia de Dios con el pueblo y los sujetos indiviParroquia de San José – Almería Página 107 duales en su existencia humana. El contenido rico y profundo de la misericordia de Dios, nos presenta seguidamente el papa partiendo de un análisis muy interesante de la parábola de Cristo del hijo prodigo (Lucas 15, 11-32). En esta parábola, señala el papa, Cristo no usa una sola vez la palabra misericordia ni justicia. Sin embargo el contenido esencial del concepto de la misericordia está bien claro y visible. El hijo menor, malgastador de la herencia del padre, dice el papa, representa a los hombres de todos los tiempos quienes malgastan la herencia de la gracia del Padre celestial. Esta parábola sigue siendo actual ya que se refiere a cada infidelidad y al pecado. El hijo pródigo al malgastar sus bienes sufre el hambre, no tiene medios para vivir. Midiéndose con la medida de los bienes temporales se da cuenta de su situación difícil, mientras tanto los sirvientes de la casa de su padre tienen el pan en abundancia. Esta experiencia y sus propias palabras le permiten, según el papa, darse cuenta de su profundo drama interior, de la dignidad perdida y de la filiación traicionada. En la conciencia de la dignidad perdida quiere humillarse y recibir por lo menos, el lugar del siervo. El siguiente contenido de la parábola presenta la relación mutua entra la justicia y la misericordia, aunque el texto no emplea estas palabras. El amor del padre se manifiesta como misericordia ya que ampliamente sobrepasa la medida de la justicia. Ya que según las normas de la justicia el hijo menor ahora tendría que trabajar como un siervo para ganarse los medios necesarios para su vida. Además, con su comportamiento ofendió al padre, quien seguramente se sintió muy dolido por la acción de su hijo. El hijo pródigo teniendo conciencia de esta acción y aún más de sus consecuencias, se da cuenta de la dignidad perdida y del lugar que deberá ocupar en la casa del padre al regresar. La postura del padre manifiesta, en cambio, toda la profundidad de la misericordia. El padre fiel a su paternidad y amor, recibe a su hijo con alegría y por este motivo prepara una fiesta, un banquete, Parroquia de San José – Almería Página 108 lo cual provoca la oposición y el rechazo del hijo mayor. Esta fidelidad a si mismo se manifiesta con una dimensión sentimental ya que el padre conmovido interiormente lo abraza y lo besa. Pero este sentimiento tiene unas razones mucho más profundas. El padre es consciente de que su hijo había recuperado la humanidad y dignidad con su fidelidad al regresar a él. Esta postura y comportamiento del padre, subraya el Papa, nos hace presente, por analogía, el misterio de la gratuidad de la misericordia de Dios. Dios como Padre en su amor se inclina también sobre cada indigencia humana, sobre toda la moral. Según el Papa, a esta profundidad de la Divina Misericordia no se puede valorar en plenitud sólo desde “afuera”. Teniendo frente a nuestros ojos este acontecimiento de la parábola, con facilidad advertimos en la misericordia una relación de desigualdad entre el donante y el que recibe el don. Así puede parecer cuando miramos desde fuera. Sin embargo la realidad es diferente, las dos partes experimentan la alegría al darse cuenta del bien realizado y recibido, la conciencia de la dignidad recobrada por el hijo y confirmada por el padre. El hijo gracias a la humildad ahora ve y valora, en plenitud, a sí mismo y su modo de obrar, y el padre se alegra por el bien que se realizó por la emanación de la verdad y del amor, al mismo tiempo olvida el mal cometido por el hijo. En su expresión esta parábola manifiesta el valor y la necesidad de la conversión. Este proceso de la conversión se hace posible gracias a la postura del padre que manifiesta al hijo el amor y la misericordia. La misericordia se reveló aquí como revalorizada, como elevación, como surgimiento del bien de la opresión del mal que existe en el mundo y afecta el corazón del hombre. Esto constituye la esencia de la economía de la Divina Misericordia frente al hombre. Así manifestada la misericordia de Dios, en base de este ejemplo de la parábola, constituye la esencia del mensaje mesiánico de Cristo y de la fuerza constitutiva de su misión. De esta Parroquia de San José – Almería Página 109 manera entendían y realizaban esta misericordia los discípulos de Cristo y sus seguidores, los cuales no se dejaron vencer por el mal sino vencieron el mal por la fuerza del bien (Romanos 12, 21). La manifestación a los hombres, de este rostro genuino de la misericordia, subraya con fuerza el Papa, es una exigencia muy actual de nuestros tiempos (DM 5, 6). Compartiendo sus reflexiones y pensamientos sobre el contenido de las palabras del papa, los biblistas y teólogos, llaman la atención sobre que esta encíclica es, sin duda, un documento bíblico. Aunque el Papa no es biblista, la Biblia no se cae de sus manos y aprovecha también con amplitud, los estudios bíblicos. Esto se pude advertir con facilidad cuando el Papa, frecuentemente, cita diversos textos inspirados. Todos los textos de la Biblia como también ésta parábola, sirven al Papa para presentar a los hombres la imagen de de Dios Padre como Padre misericordioso, frente al hombre pecador como hijo pródigo. El amor del padre manifestado en ésta parábola, como su tema principal, es también una referencia fundamental de la Biblia. La imagen de este Dios frente a los pecadores extraviados y perdidos en el mal camino tiene una dimensión universal. Buscar y salvar a los extraviados, es decir, la salvación de los pecadores, es la tarea fundamental del Padre celestial, quien no espera pasivamente a su hijo sino que sale a su encuentro. El encontrar al pecador por el Dios lleno de misericordia, el perdonar sus faltas, el devolverle la dignidad al hijo perdido e invitarle a la alegría común, este motivo son los pensamientos y rasgos fundamentales de esta parábola. Por lo tanto, según los teólogos, esta parábola constituye el centro de toda la encíclica, su corazón. Aunque las palabras de la enseñanza de Cristo fueron perfectas y sus obras admirables, nada mas producirse el misterio de la muerte y resurrección del Salvador, la Misericordia Divina se reveló en su plenitud. El Papa repite brevemente los pensamientos sobre el misterio Parroquia de San José – Almería Página 110 pascual de Cristo expresado en su encíclica anterior Redemptor Hominis. En la luz del misterio pascual se confirma una vez más la gran dignidad del hombre y la profundidad del amor del Padre Celestial que entrega a su propio Hijo como expiación por los pecados. El misterio de su pasión y muerte, manifiesta una admirable paradoja. El que anunciaba con la palabra y realizó las obras de misericordia, ahora merece la misericordia al ser flagelado, crucificado y sobre todo muriendo en la cruz en medio del dolor y sufrimiento. Pero no lo recibe, incluso sus más cercanos no pueden hacer nada, no lo pueden socorrer. Aún más el Padre celestial a quien invoca en el Huerto de los olivos y en la Gólgota no lo defiende de este sufrimiento, ya que como lo expresa San Pablo: “A aquel que no conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de que nosotros seamos justificados por él” (2 Corintios 5, 21). En este misterio del sufrimiento y de la muerte de Cristo se manifestó la absoluta justicia. El Salvador ofreciendo a su Padre la ofrenda de la expiación paga la deuda por los pecados del mundo. Sin embargo esta justicia no está privada del amor. Gracias al divino amor del Padre y del Hijo esta obra de la redención suscita, en efecto, las consecuencias salvíficas por las cuales el hombre logra acceder a la plenitud de la vida en Dios. El Salvador sufriente por su sacrificio del amor habla no solo a los hombres creyentes, sino a todos, solidarizándose por el sufrimiento con la suerte de cada hombre. Así manifestada la misericordia para la humanidad pecadora es otra forma del amor, como si fuera su segundo nombre, y también un antídoto contra el mal que intenta dominar el corazón del hombre e intenta llevar a la ruina total su vida espiritual (DM 7). Este amor de Dios se manifestó, sin embargo, más fuerte que el pecado y la muerte cuya fuerza y el poder se expresó en la gloriosa resurrección de Cristo. En la obediencia de Cristo hasta la muerte de cruz (Filipenses 2, 8), fue Parroquia de San José – Almería Página 111 administrada la justicia en relación al pecado por el cual Él ofrece su vida. La justicia fue administrada también en cuanto a la muerte que se alió con el pecado. Por la gloriosa resurrección Cristo inflige un golpe letal a la muerte experimentando su definitiva y total victoria sobre ella (1 Corintios 15, 54). Por eso, el Papa ve en la cruz la manifestación suprema del amor de Dios, es decir, del amor que se enfrenta con la raíz del mal, con el pecado y la muerte. Cumpliendo hasta el fin su misión mesiánica en la Ofrenda de la Cruz, Cristo revela su amor misericordioso a todos los sufrientes, pobres, oprimidos y pecadores, solidarizándose de esta manera con la suerte de los hombres. La cruz de Cristo es también un signo escatológico que anuncia la renovación del mundo y la regeneración de la humanidad para la gloriosa e inmortal vida, gracias a este amor que vence las fuerzas del mal. La resurrección es por lo tanto el final y la coronación de toda la revelación del amor misericordioso al mundo. Es, también, anuncio de “un cielo nuevo y una tierra nueva” (Ap 21,1) cuando ya “todo lo de antes pasó” (Ap 21, 4). La gloriosa resurrección de Cristo es también la manifestación de la Divina Misericordia ya que Jesús de una manera radical experimentó la misericordia del Padre celestial quien lo resucitó de entre los muertos. Esta fue la manifestación del amor del Padre para con el Hijo que fue más fuerte que la muerte. Y este Cristo Resucitado es quien vive actualmente en la Iglesia y sigue siendo la fuente de la Misericordia de Dios que es más fuerte que el pecado. Por eso, la liturgia del tiempo de la Pascua alaba a Dios con las palabras del Salmo 89, 2: “Cantaré eternamente el amor del Señor, proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones”. Este programa del amor misericordioso del Salvador se hace también la finalidad del nuevo Pueblo de Dios, la Iglesia. La cruz tiene aquí siempre un lugar preponderante ya que en él el amor misericordioso llega a su plenitud. En la etapa de la vida terrena, la cruz Parroquia de San José – Almería Página 112 constituye también una invitación para practicar el amor al prójimo. Cristo sigue golpeando a las puertas de los corazones de los hombres, deseando enardecerlos y liberar en ellos el amor mutuo y la misericordia. Esto recuerda la gran dignidad del hombre, quien experimentando la misericordia debería practicar esta en su relación con el prójimo según las palabras de Cristo: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo” (Mat 25, 40). De ahí las palabras de Cristo en el Sermón de la Montaña: “Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia” (Mt 5, 7) que son como un resumen de todo el Evangelio. Manifiestan el misterio del mismo Dios en quien el amor conteniendo la justicia abre el camino a la misericordia y esta revela la perfección de la justicia (DM 8). Según los pensamientos del Papa, los teólogos concuerdan en afirmar que el misterio pascual de la pasión, muerte y resurrección de Cristo fue la manifestación culminante del amor misericordioso de Dios, quien no escatimó en entregarnos a su Hijo, “cancelando la deuda por los pecados del mundo”. De parte del Hijo de Dios este sacrificio de amor fue la respuesta a la justicia de Dios. Desde este momento el pecado perdió su fuerza dominado por el poder del amor. La redención de la humanidad es, entonces, la manifestación del amor misericordioso del Padre y del Hijo. Este sacrificio salvífico de Cristo dio origen a la Nueva Alianza. En este sacrificio de Cristo en la cruz la Misericordia venció a la justicia y desde allí ya no tiene fin. Del Corazón traspasado de Jesús que se transformó en la fuente de la misericordia nació la Iglesia en la cual, por medio de los sacramentos distribuye los frutos salvíficos de su sacrificio y de la misericordia en todo el mundo. Por eso este programa mesiánico del Salvador Misericordioso es al mismo tiempo el programa de su Iglesia que lo sigue continuando. En esta corriente del pensamiento se ubican las palabras del Parroquia de San José – Almería Página 113 Papa: “Creer en ese amor significa creer en la misericordia… Creer en el Hijo crucificado significa « ver al Padre », significa creer que el amor está presente en el mundo y que este amor es más fuerte que toda clase de mal…” La resurrección de Cristo y la venida del Espíritu Santo como parte integral del misterio pascual constituyen la culminación, el cumplimiento y la coronación de la obra salvadora de la misericordia. Desde este momento la Buena Noticia del amor misericordioso de Dios al hombre se va a extender por los confines de la tierra hasta el fin del mundo. La resurrección y la ascensión al cielo de Cristo constituyen como un nuevo capítulo en la realización de la misericordia de Dios en la historia de la salvación. La experimentan cada vez nuevas generaciones de los hombres que pasan a lo largo de los siglos experimentando el misterio de la cruz de Cristo y la esperanza de la gloriosa resurrección. Las palabras de María del himno de alabanza “Magnificat” “Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen” (Lucas 1, 50) constituyen un anuncio profético de esta magnífica realidad y al mismo tiempo su confirmación. María también experimentó la misericordia de Dios de manera muy especial y excepcional. Como Madre del Salvador del mundo participó de una manera particular en su sacrificio de salvación. Manifestando hasta el fin su “Sí”, “que se haga en mí según tu palabra”, Ella también por su sufrimiento espiritual unido al de Cristo ofrecía el sacrificio espiritual de su corazón. Participando de una manera especial en el misterio de la redención, María conoce muy bien el misterio de la Divina Misericordia ya que la adquirió por el gran precio de su sufrimiento, por lo tanto sabe que es hermético. Por eso la Iglesia venera a María como la Madre de la Misericordia, Madre de Dios de la Misericordia o Madre de la Divina Misericordia y cada uno de estos títulos tiene, según el Papa, un profundo sentido teológico. Nos hablan sobre todo de Ella como la Parroquia de San José – Almería Página 114 Madre del Salvador crucificado y resucitado, quien experimentó de una manera particular la misericordia de Dios y al mismo tiempo lo merece en su vida terrena, especialmente a los pies de la cruz. Hablan también de su particular participación en la misión mesiánica de Cristo ya que fue llamada para acercar al mundo este amor misericordioso revelado por su Hijo. Este amor misericordioso en contacto con el mal físico y moral se hizo una participación particular de su corazón de Madre del Salvador crucificado y resucitado. Y sigue revelándose por su intermedio en la historia de la Iglesia y de la humanidad. Y sus manifestaciones son muy fructuosas ya que tienen su origen en la sensibilidad de su corazón maternal que es capaz de llegar a todos, los cuales a su vez, reciben este amor misericordioso con mayor facilidad y con mayor aceptación cuando viene de parte de su Madre. La maternidad espiritual de María, como enseña el Concilio Vaticano II, permanece constantemente desde el momento de la Anunciación, a través del Gólgota, hasta el cumplimiento final de la salvación de todos los elegidos, ya que como Ascendida al cielo sigue continuando esta tarea por su intercesión, implorando para nosotros los dones de la salvación eterna. Expresando este amor maternal, cuida de los hermanos de su Hijo que aun peregrinan y están expuestos a los peligros hasta llegar finalmente a la patria celestial (LG 62, DM 9). De esta manera las palabras proféticas del Magnificat de la Virgen María se refieren no sólo a las generaciones de Israel, sino también abarcan las generaciones del Nuevo Pueblo de Dios, de la Iglesia y de toda la humanidad que frente a los cambios que se realizan y las dificultades de nuestros tiempos necesita mucho de la misericordia de Dios. En el mundo de hoy se realizaron y se siguen realizando muchos cambios en varias áreas de la vida. Ante el hombre de hoy se abrió un gran campo con posibilidades inimaginables hasta ahora. Gracias a la ciencia, técnica y el arte, se amplió mucho nuestro conocimiento del Parroquia de San José – Almería Página 115 mundo como también de las leyes que lo gobiernan y a las sociedades humanas. Los pueblos y las naciones se acercaron más entre sí gracias al acortamiento de las distancias por los medios de comunicación. La humanidad se dio cuenta aun más que forma una sola familia. Los jóvenes de hoy saben muy bien, que gracias al progreso de la ciencia y técnica, y sobre todo de la informática, pueden alcanzar nuevos bienes materiales y ampliar sus horizontes del pensamiento y su conocimiento del mundo y de la vida. Cada vez los medios de comunicación facilitan más rápido el intercambio de los pensamientos y permiten participar en los acontecimientos mundiales. De los frutos de este desarrollo y progreso no solo se aprovechan las naciones ricas y prosperas sino también los países menos favorecidos y en vías del desarrollo. Al mismo tiempo, a pesar de este desarrollo, siguen existiendo en el mundo muchas dificultades. Al mundo de hoy aún le falta la verdadera armonía y equilibrio. Estas desigualdades extienden sus raíces hasta las profundidades del corazón humano en el cual conviven las fuerzas que mutuamente se combaten. El hombre de hoy dándose cuenta de sus limitaciones, se siente al mismo tiempo ilimitado en sus deseos y llamado a una vida mejor. Tiene constantemente que elegir entre el bien aparente y el bien real, entre varias tentaciones. Como débil y pecador con frecuencia hace lo que no quiere. Se da cuenta de su desgarramiento interior del cual surgen muchas divisiones en la sociedad (GS 10). No nos extraña entonces que existiendo tal mundo, el hombre de hoy se interrogue y reflexione profundamente sobre el sentido de la vida, del sufrimiento y de la muerte ya que a pesar del gran progreso no puede eliminar esto de su vida. Estas tensiones, inquietudes y amenazas que ya el Concilio ha señalado, no solo no han disminuido sino, al contrario, se fortalecieron y no permiten alimentar las ilusiones sobre un paraíso terrenal (DM 10).Todo esto provoca el aumento del sentimiento de temor frente a un posible conflicto mundial que puede terminar en, por lo menos la parcial auto aniquilación de una porción Parroquia de San José – Almería Página 116 de la humanidad. Esta amenaza más allá de una guerra mundial se refiere también a la dominación de unas naciones sobre otras y sobre los individuos, lo cual ya encontró su confirmación a lo largo de este siglo. Las amenazas siguen siendo actuales a pesar de las declaraciones positivas de palabra sobre los derechos humanos, sobre la dignidad de la existencia de los hombres. El hombre puede ser dominado con los medios técnicos no solo militarmente sino también en los tiempos de paz. Sometido a las torturas que se aplica impunemente o a otras formas de la opresión política, el hombre se transforma en una víctima, privado de la libertad interior en el área de expresar sus convicciones, fe y conciencia, según los cuales desearía vivir. Junto con esta amenaza biológica se presentan en la conciencia del hombre todavía otras amenazas dentro de la sociedad en la cual vive. Una de estas calamidades infame que tendría que cuestionar a las naciones ricas y prosperas, es el problema del hambre de la gente más pobre. Aun en el día de hoy hay muchas personas, adultos y niños, que mueren de hambre y esta situación parece estar lejos de una solución. Añadiendo a esta situación otras formas de la indigencia y varias limitaciones, advertimos que la desigualdad entre los hombres se ahonda aún más. Los ricos son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Por eso el Papa dice que en la economía y civilización material, en algún lugar subyace algún error, funciona un mecanismo deficiente que no permite, de una manera humana, resolver estos problemas. Frente a estas tensiones, amenazas y diversas formas del mal físico y moral viven tanto los pobres y hambrientos como también los satisfechos, ricos y gobernantes. Estas inquietudes se relacionan profundamente con la existencia humana y los interrogantes sobre el futuro de toda la humanidad, que exige, según el Papa, soluciones y resoluciones positivas y adecuadas (DM 11). Estas reflexiones que presentan la imagen del mundo contemporáneo son tan evidentes, claras y Parroquia de San José – Almería Página 117 contundentes que no precisan mayores comentarios. Los teólogos sostienen y confirman los pensamientos del Papa. Frente a tan compleja y complicada situación de la vida humana señala que en el día de hoy ya no es suficiente solo la justicia para solucionar los apremiantes problemas humanos. En el mundo de hoy, en la conciencia de los hombres se ha despertado el sentimiento de justicia. La Iglesia comparte con los hombres este deseo de la vida según la justicia. Junto con la enseñanza de la Doctrina Social la Iglesia forma las conciencias humanas en el espíritu de justicia y apoya diversas iniciativas, especialmente en cuanto a apostolado de los laicos. Sin embargo, con frecuencia, los programas que tienen como fin la realización de la justicia se desvirtúan y por eso dominan sobre la justicia las fuerzas negativas como el odio, envidia, obstinación, crueldad. Se intenta eliminar al adversario limitando su libertad y creando dependencia, lo cual se opone al concepto de la justicia que busca la igualdad y adecuada distribución de los bienes. Estos abusos señalan que el hombre en sus acciones está aún lejos de la justicia. Cristo, el Señor, reprochaba a su conciudadanos esta postura inhumana de “ojo por ojo” (Mateo 5, 38). Aun en el día de hoy muchos se rigen por esta norma en nombre de la “justicia histórica”, destruyen a los demás, limitan su libertad y los privan de los derechos correspondientes. El Papa por eso dice que en base de las experiencias del pasado y las de hoy, no es suficiente guiarse solo con la justicia sino que hay que fundamentar y cultivar la vida sobre el fundamento del amor. Las experiencias históricas prueban que hasta la ley más perfecta puede ser una gran injusticia (summum ius – summa iniuria). Frente a esta situación reinante en el mundo la Iglesia comparte la inquietud de los hombres de hoy. Por eso la Iglesia se preocupa por el debilitamiento de muchos valores como por ejemplo: falta de protección de la vida humana desde el momento de la concepción, la crisis Parroquia de San José – Almería Página 118 del matrimonio y de la familia, falta de la verdad en las relaciones humanas, el trato utilitarista del hombre, desaparición del bien común, la común desacralización, todo esto en fin lleva a la deshumanización. El hombre y la sociedad para la cual lo sagrado deja de ser como tal cae en un deterioro moral. En la realidad de este mundo se vislumbra una gran necesidad de la Divina Misericordia como un remedio para estos males y las desviaciones de la vida humana. Por eso la Iglesia en su misión salvífica se da cuenta de la necesidad del anuncio y de las obras de esta misericordia de Dios como una verdad de salvación que es capaz de vencer estas distintas crisis y preocupaciones de los corazones humanos. Según el Papa la Iglesia tiene también el derecho y el deber de recurrir a la misericordia de Dios, implorándola frente a todos los fenómenos del mal físico y moral, ante todas las amenazas que pesan sobre el horizonte de la vida de la humanidad contemporánea (DM 12). La imagen del mundo y de la vida humana, lleno de tensiones y amenazas, presentada de una manera tan real y acertada por el Papa según los teólogos, exige verdaderamente una profunda reconstrucción y cambio. Con razón dice éste que sólo la justicia ya no es suficiente para formar las relaciones entre los hombres. La historia mostró, que la ley más perfecta puede transformarse en una gran injusticia y los programas y proyectos actuales aún más brillantes se desdibujan y sufren desviaciones. Hace falta entonces cultivar la vida y las relaciones entre los hombres sobre el fundamento del amor, ya que sólo el amor constituye la razón más profunda de la justicia y es una fuerza constructiva y creadora. Aporta mucho al desarrollo de la personalidad del hombre y sobre todo, respeta su dignidad. Señalando en esta relación entre amor y justicia el amor misericordioso como la norma fundamental y constructiva de la formación de la vida humana, el documento del Papa, en este sentido es un adelanto, ya que manifiesta la visión de una Parroquia de San José – Almería Página 119 humanidad plena, el valor de la civilización del amor capaz de vencer las crisis contemporáneas, tensiones, amenazas y múltiples dificultades. La Iglesia continuando la misión salvadora que le fue encomendada por Cristo, anuncia y confiesa esta misericordia de Dios en toda verdad, así como dice de ella la revelación de Dios. Lo hace a través de la enseñanza de esta verdad contenida en la Sagrada Escritura. Centra su atención en la persona de Jesucristo, su vida, su evangelio, su cruz y resurrección, es decir en todo su misterio, lo cual nos permite apreciar mejor la profundidad y la riqueza de la misericordia del Padre celestial. Una forma particular de confesar la misericordia de Dios, por la Iglesia, es el culto al Sagrado Corazón de Jesús en el cual de manera más convincente, visible y concreta se revela el amor misericordioso del Padre. Este amor constituye el núcleo de la misión mesiánica de Cristo. En esta confesión y anuncio de la Misericordia Divina la Iglesia da mucha importancia a la consciente y madura participación en el Santo Sacrificio de la Eucaristía y del Sacramento de la Reconciliación y relacionada con ellos, integramente, la Palabra de Dios. Participando en la Eucaristía vivimos y anunciamos la muerte del Salvador (1 Cor 11, 26), nos unimos a él y de esta manera permitimos que nos abrace este amor que es más fuerte que la muerte. Este encuentro con el Salvador nos facilita también, el Sacramento de la reconciliación en el cual el hombre de una manera particular, experimenta la misericordia de Dios, es decir, el amor que es más fuerte que el pecado. Porque en el mundo sigue existiendo el pecado y por eso Dios se nos revela como el Padre de la misericordia. Y esta misericordia es infinita, ya que es inagotable y perpetúa la disponibilidad del Padre celestial para perdonar las culpas de los hijos pródigos. Este poder de perdonar tiene su fuente en el Sacrificio del Hijo. Sin embargo esta misericordia de Dios se puede tornar ineficaz e infructuosa solamente frente a la falta de la Parroquia de San José – Almería Página 120 buena voluntad del hombre, de la falta de la disponibilidad para la conversión y penitencia, es decir, en el caso de permanecer en obstinación, en la oposición a la gracia de Dios y a la verdad, especialmente en el caso del menosprecio y rechazo de los frutos de la pasión salvadora de Cristo y de su resurrección. Por eso la Iglesia anuncia y exhorta a la conversión que es la apertura al amor de Dios, es decir al paciente y benévolo amor del Salvador (1 Corintios 13,4). Esta conversión no es otra cosa sino el resultado y fruto de encontrar al Padre rico en misericordia. Pero esta conversión no es un acto de una sola vez sino una disposición constante, un estado del alma y una fuente inagotable de ésta conversión es éste conocimiento y descubrimiento que Dios es misericordioso y está lleno de bondad. Los que así lo conocen viven en un estado de continua conversión ya que son conscientes que en la vida terrena somos peregrinos pecadores en el camino a la casa del Padre. Además de esta enseñanza de palabra la Iglesia confiesa a esta misericordia de Dios, también por medio de la vida de todo el Pueblo de Dios. Por este testimonio de vida la Iglesia cumple y continúa la misión mesiánica del mismo Cristo. La Iglesia tiene conciencia que solamente apoyándose sobre la misericordia de Dios puede realizar las obligaciones que surgen de la enseñanza del Concilio Vaticano II en cuanto al ecumenismo, deseando sinceramente la unión de todos los que creen en Cristo. La Iglesia confiesa con humildad, que lograr la deseada unión con Cristo solamente es posible gracias a este amor que es más grade que la debilidad de las divisiones humanas. Y también por todo esto la Iglesia implora incesantemente. (DM 13). Continuando este pensamiento del Papa, los teólogos, unánimemente dicen que frente a tan urgentes problemas, tensiones, amenazas que exigen de unos remedios eficaces es de gran importancia, es un desafío, el actuar de la Iglesia. La iglesia en medio de la misión salvíParroquia de San José – Almería Página 121 fica que le fue encomendada viene en ayuda de la humanidad sufriente anunciando esta verdad de la misericordia de Dios, de acuerdo con la revelación de Dios, y también manifiesta esta misericordia en la vida y en las obras a ejemplo de Jesucristo su fundador. La misericordia de Dios revelada en Cristo se prolonga ahora en la Iglesia y dura de generación en generación, como lo cantó la Virgen María en su cántico de alabanza. Sin embargo, el Papa tiene aquí presente no tanto el conocimiento teórico de esta verdad o la admiración por la perfección de Dios sino, más bien, la vida y las acciones de los creyentes en Cristo concordantes con el amor misericordioso. La tarea de la Iglesia se reduce a ahondar esta conciencia para que en su misión de testimonio activo de este amor de Dios siendo fiel a toda la tradición del Antiguo y Nuevo Testamento, imitando los ejemplos luminosos especialmente de Cristo y de los Apóstoles y educar a los fieles en este espíritu. Según los teólogos esta tarea y obligación es de tal importancia que una negligencia en su cumplimento puede desembocar en la perdida de la veracidad de parte de la Iglesia. En el mundo sigue existiendo el pecado, por eso Dios no puede manifestarse de otra forma sino por medio del amor misericordioso, es decir por la Misericordia. Y a esta misión y obligación la Iglesia debe mantenerse fiel. La Iglesia procura también, escribe el papa en la parte final de la encíclica, practicar la misericordia al prójimo. Animada por la enseñanza y el ejemplo de Cristo tiene bien presente que el hombre no sólo experimenta la misericordia de Dios sino que también es llamado para manifestarla a los demás. La bienaventuranza de Cristo a los misericordiosos es una exhortación a practicar la misericordia. Practicar la misericordia al prójimo se transforma, en una cuasi condición, para obtener la Misericordia de Dios. Se trata aquí no sólo de los actos singulares, esta actitud debe ser una manifestación de la vocación cristiana, una postura, un estilo de vida. En la mutuas relaciones entre los Parroquia de San José – Almería Página 122 hombres estas manifestaciones del amor misericordioso no son una acción unidireccional sino que se refieren a las dos partes, ya que las dos partes se enriquecen mutuamente, se donan y experimentan la misericordia. El Señor Jesús enseña claramente que la misericordia manifestada al prójimo se refiere al mismo Dios. Por eso, según el Papa, hace falta ahondar la conciencia, purificar las intenciones y procurar entender en su amplitud la misericordia manifestada a los demás. Practicando la misericordia al prójimo también nosotros la recibimos de nuestros destinatarios. Este convencimiento y conciencia son una expresión de nuestra conversión plena, la cual Dios espera de nosotros. De ahí el programa trazado por Cristo en su Sermón de la Montaña en el que nos muestra una visión de la misericordia de Dios mucho más rica y profunda que nuestras convicciones comunes sobre este tema. El entender la misericordia sólo en el aspecto de una relación unidireccional provoca que surja una distancia entre el donante y aquel que recibe el don. Y esto, seguidamente, lleva a formar las relaciones entre los hombres sólo sobre la justicia sin tener en cuenta la misericordia. Sin embargo la autentica misericordia es la fuente más profunda de la justicia. La autentica misericordia es un medio más perfecto para igualar a los hombres, es decir, es una encarnación más perfecta de la justicia. La igualdad por medio de la justicia, tiene lugar en el ámbito de los bienes materiales, gracias al amor y misericordia los hombres se encuentran en el mismo bien que es el mismo hombre con su dignidad. Sin embargo el amor no borra las diferencias entre las partes, las dos partes conservan el sentimiento de su dignidad y distinción, pero el amor las une. La misericordia se manifiesta aquí como un medio que configura las relaciones entre los hombres en el espíritu de la fraternidad. Esta verdadera unión entre los hombres no es posible lograrla sólo con la medida de la justicia. Esta, debe ser constantemente acompañada y enriquecida con el amor misericordioso propio del cristianismo, cuya manifestación son las numerosas parábolas de Parroquia de San José – Almería Página 123 Cristo: sobre el hijo pródigo, la moneda, la oveja perdida etc. Precisamente por esto el amor misericordioso es tan imprescindible en las relaciones entre los cercanos, en el matrimonio, familia, entre los hermanos, amigos, en la educación, en el trabajo pastoral. La civilización del amor de la cual hablaba el papa Pablo VI tendría que ser el fin al cual tienden todas las acciones en el área social, cultural, económica, política ya que conseguir este fin no va ser posible aplicando sólo la justicia según la norma “ojo por ojo” (Mt 5, 38). Aquí hace falta otro espíritu, del cual habla el Concilio Vaticano II señalado la necesidad de un mundo más humano (GS 40). El mundo puede ser más humano cuando las relaciones interpersonales se guíen también por el mensaje del evangelio en el amor misericordioso. Se va a hacer más humano gracias al perdón que va a confirmar que el amor es más fuerte que el pecado, ya que este perdón es una condición de la reconciliación con Dios y con los hombres. La Iglesia acepta como su obligación el anuncio y la realización del misterio de la Misericordia revelada en Cristo. Este Cristo Misericordioso es para todos una fuente de vida mejor, es decir, diferente de esta, sometida a la triple concupiscencia (1 Juan 2, 16). Precisamente Cristo en la Oración del Señor nos enseña a perdonar ya que somos “deudores” para con Dios y con los demás, tenemos que, entonces, sentirnos obligados a la solidaridad fraterna. A la pregunta de Pedro - ¿Cuántas veces debe perdonar al prójimo? – Cristo responde: setenta veces siete (Mateo 18, 22). Este perdón no elimina las exigencias de justicia. Según el espíritu del Evangelio ni perdón, ni misericordia implican ser indulgente con el mal, daño o escándalo. La reparación del mal y del daño, es decir, la satisfacción, es una condición para recibir el perdón. La Iglesia, por lo tanto, considera su deber guardar la veracidad del perdón en la vida, en el modo de actuar, en la educación y en la pastoral. Ejerce este deber cuidando la misma fuente del perdón que es la Parroquia de San José – Almería Página 124 misericordia de Dios revelada en Cristo (DM, 14). Junto con el anuncio de la verdad de la misericordia de Dios y su práctica en los hombres la Iglesia no olvida la oración. Es un derecho y un deber de la Iglesia implorar en las oraciones la Misericordia de Dios frente a distintos males que amenazan a la humanidad y la alejan de Él y del misterio de la Misericordia. La humanidad percibe intuitivamente estas amenazas que se manifiestan en crecientes tensiones. Aunque la gente pierde el sentido de la palabra misericordia y deja de practicarla, la Iglesia tiene que anunciarla aún más fuerte en su nombre propio y el de todos los hombres implorando a Dios con fuerza, que muestre su Misericordia. La Iglesia como una madre acompaña a sus hijos que se extravían como ovejas, aunque el mal triunfe sobre el bien, aunque la humanidad mereciera un nuevo “diluvio”. La Iglesia se refugia en este amor paterno que Cristo nos manifestó en su misión y en su misterio pascual. Aquí nos vuelven a resonar las palabras de María en el Magnificat, ya que su misericordia es eterna de generación en generación. La Iglesia a imagen de la Virgen María, como madre, reza con gran solicitud y confianza. Esta oración de la Iglesia se fundamente en la fe, esperanza y caridad que Cristo injertó en los corazones de sus fieles. Apoyándose en este amor a Dios nos corresponde clamar junto con Cristo: “Padre, perdónalos” (Lucas 23, 34). Con este amor hay que abrazar a todos los hombres sin distinciones ni divisiones ya que la Iglesia desea apaciguar el mal para todos y a todos implorar el bien de la Divina Misericordia. A los que no entienden este amor y esperanza, en nombre de los cuales el papa clama en el día de hoy, implorando la misericordia de Dios, apela que procuren entender, por lo menos, el motivo de esta solicitud que surge del amor a los hombres y a todos los valores humanos que están hoy tan amenazados. Terminando su encíclica, el Papa clama e implora en nombre de Jesucristo crucificado y resucitado Parroquia de San José – Almería Página 125 para que una vez más, en esta etapa de la historia, se manifieste el amor del Padre celestial, y por medio del Hijo y del Espíritu Santo se haga presente en el mundo de hoy y se revele como más fuerte que el mal, el pecado y la muerte. Esta suplica, el papa la dirige al trono de Dios por la intercesión de la Virgen María, que un día anuncio la verdad llena de esperanza de que la Misericordia de Dios permanece de generación en generación (DM, 15). Refiriéndose a estas expresiones del papa los teólogos admiten que la Misericordia de Dios tendría que reflejarse en la vida y en las acciones del hombre. Quienes desean experimentar la Misericordia Divina tendrían que manifestarla al prójimo. Este es el camino más adecuado y más directo a Dios. Sin embargo esta postura exige de un cambio interior y de la conversión. Esta postura del amor misericordioso tendría que tener su reflejo tanto en las relaciones humanas, a nivel global, como entre los cercanos, en la familia, en el matrimonio, entre los amigos. Es muy necesaria ya que como la fuerza mayor que el mal y el pecado es capaz de vencer diversas formas del mal. Su fuerza y poder reside en el perdón, que hace, que la justicia de lugar a la misericordia. Este primado del amor frente a la justicia se hace visible en la misericordia. No todos en el día hoy, pueden comprender esta relación particular ente misericordia y justicia. Tal vez para muchos de los hombres de hoy esta postura del papa puede ser un “duro lenguaje”, dicen los teólogos, ya que muchos no comprenden esta relación ni la esencia del amor misericordioso. Es que el concepto de la misericordia ha perdido su significado en el día de hoy. Advirtiendo, con mayor frecuencia, en la misericordia una relación de desigualdad, la gente está convencida que esto atenta contra la dignidad humana. Sin embargo la misericordia no puede ser entendida como un gesto de los ricos hacia los pobres. La gente consciente de su divinidad espera los bienes que le corresponden por Parroquia de San José – Almería Página 126 legítimas razones, y no por una gracia. Según la revelación de Dios, la misericordia es la encarnación de una más profunda y perfecta igualdad entre los hombres, es decir, es la encarnación más perfecta de justicia. No se puede entender la misericordia unilateralmente ya que allí se manifiesta una distancia entre las personas. La misericordia es una relación mutua donde las dos partes se enriquecen recíprocamente. La justicia tiene lugar con la acción de dar algo material por las razones de equidad, en cambio en la misericordia se trata de una relación interpersonal donde las dos partes donan recíprocamente el bien. Aquí, el amor devuelve el hombre al hombre. Por eso la misericordia no rebaja al hombre ni atenta contra su dignidad. Al contrario, es una fuerza creadora que en las relaciones interpersonales eleva al hombre y subraya su dignidad. Gracias a este amor el mundo va a ser cada vez más humano. En las conclusiones los comentaristas señalan que el Papa publicó esta encíclica en respuesta a las expectativas de la humanidad ya que en el misterio de Cristo que reveló al mundo el amor misericordioso del Padre, advirtió la adecuada y plena dimensión de la misericordia como un elemento y el valor que eleva al hombre y puede sacar el bien de la aparente dominación del mal en el mundo y en el hombre. El anuncio de esta verdad al mundo es el anuncio de la fe en Dios y en el hombre que percibe su dignidad. De esta manera el Papa cumple la misión encomendada por Cristo de confirmar a sus hermanos en la fe. Este llamado del Papa por la misericordia en el mundo es al mismo tiempo exhortación del mismo Cristo que no tendría que quedar sin eco. Encíclica es, de alguna forma, paráfrasis del Mensaje para el Año Nuevo 1972 en el cual el Papa Pablo VI escribía: “deseas la paz, busca la justicia”. Juan Pablo II en su encíclica desea decirnos: “deseas la justicia, busca la misericordia”. Esta encíclica es, entonces, una carta magna que manifiesta en el mundo de hoy como realizar la justicia y la misericordia. Parroquia de San José – Almería Página 127 CAPITULO 10 LA CONFIANZA COMO PRIMERA RESPUESTA DEL HOMBRE AL CONOCER EL MISTERIO DE LA MISERICORDIA DE DIOS El hombre fue creado por Dios a Su imagen y semejanza. Lo que lo distingue de otras criaturas no es solamente la razón y la voluntad sino también el libre albedrío por el cual puede realizar sus elecciones. Es verdad que nuestra voluntad a causa del pecado original fue muy debilitada y estamos condicionados por varias cosas pero con toda seguridad, Dios nos capacitó, a pesar de estos condicionamientos, para dar una respuesta a Su llamado, a Su voluntad. Se trata de la capacidad de darle a Dios, a su actuación, una respuesta de fe, pero hace falta aclarar que esta capacidad es también una gracia de Dios, su don. Uno de los sínodos más importantes que se realizó en la iglesia fue el de Orange del año 529 que determinó que todo es gracia, cualquier cosa que poseemos, cada acto de fe y oración es una gracia de Dios. Lo que pertenece al hombre es el pecado que heredamos de Adán y Eva y todos los pecados personales que son una consecuencia de la naturaleza humana corrompida. Sin embargo todo lo que poseemos – tanto en la esfera material como espiritual – es un don de la gracia y de la infinita misericordia de Dios. Veamos de que manera el hombre puede responder a Dios por sus dones y sobre todo por su amor aunque estamos tan limitados. Dios no nos dejó solos pues viene en nuestra ayuda para que libremente pero con Su ayuda podamos confiarle y entregarnos a Él. Hay muchos personajes de la Sagrada Escritura que confiaron en Dios que han permitido que los seduzca (ver Jeremías. 20, 7) y por eso manifiestan que se puede dar a Dios una respuesta llena de confianza y amor. Parroquia de San José – Almería Página 128 Abraham, el padre de la fé La primera persona en la historia de la salvación que respondió al llamado de Dios de una manera más admirable fue Abraham, del cual San Pablo dice que es el padre de la fé. Antes que lo veamos en las cartas de la Sagrada Escritura, la historia del mundo ya fue avanzada. En esta historia los hombres experimentaron, sobre todo, la maldición que se relaciona con el pecado. El hombre fue sumergido en un terrible sufrimiento y en las tinieblas, a pesar del anuncio de la salvación no hubo esperanza para cambiar esta situación. La verdadera luz y la esperanza vienen junto con Abraham. No se distinguía de otras personas de su tiempo. Fue politeísta, pastor que tenía sus deseos siendo el más grande era tener tierra y un hijo que su mujer no le podía dar ya que era estéril. Era entonces un hombre infeliz y la vida le parecía sin sentido. En esta citación del sufrimiento, sin embargo, entra Dios con su promesa de la tierra y descendencia. Dios invita a Abraham a la fé de que esto es posible, que Él puede cumplirlas en su vida, bajo una condición, que va a creer en su palabra y la consecuencia de su fé va a ser el hecho de abandonar su clan y la obediencia a Dios. Abraham tiene esperanza, ya que, humanamente el cumplimiento de esta promesa no era posible. Desde este momento en el cual confió en Dios, su vida se hizo una escuela de fé en la cual cada día debía aprender la confianza en Dios. Había en su vida temporadas en que vivía según sus pensamientos, pero se dio cuenta que cuando dejaba de apoyarse en Dios, entonces, aparecían las dificultades y mayor sufrimiento; sin embargo, cuando entrega su vida a Dios ésta se hace más simple. Abraham aprende a confiar en Dios cada día y gracia a esta fe va a llegar a ver el cumplimiento de la promesa de Dios, recibirá la tierra y sobre todo a su hijo Isaac que va a ser para él una comprobación visible de la obra de Dios Parroquia de San José – Almería Página 129 en su historia. Su fe va a ser tan firme que no va a dudar en ofrecer a su hijo como una ofrenda cuando Dios se lo exige para manifestar hasta que punto confía en Él. En el monte Moriah se va a manifestar la plenitud de la fe de Abraham que para cada uno de nosotros puede ser un ejemplo de cómo se puede apoyar la propia vida en Dios, como se puede confiar en Él totalmente convencido de su veracidad y poder, pues siempre cumple lo que promete. Por eso Abraham se hizo el padre de la fe, ya que en el mundo donde reinaba la maldición del pecado y de la incredulidad brilló la luz de la bendición que es el fruto de la total confianza en Dios. Gracias a esta postura de Abraham las naciones enteras van a desear la bendición con su ejemplo, y no solamente todos van a participar en su bendición sino que van a confiar en el Padre de la misericordia. Por Javéh y por Gedeón Otro ejemplo muy bello de la confianza en Dios es la historia de uno de los jueces, de Gedeón, a quien Dios eligió para que sea liberador de su pueblo del poder de los madianitas. Gedeón se prepara para la lucha con sus enemigos convocando al ejército, veintidós mil soldados, gracias a los cuales tiene la esperanza de vencer al enemigo. Sin embargo Dios le ordena reducir el ejército hasta un número muy pequeño, diciendo: “La gente que te acompaña es demasiado numerosa para que ponga a Madián en sus manos. No quiero que Israel se gloríe a expensas mías diciendo: Es mi mano la que me salvó”(Jc. 7, 2). Gedeón reduce el ejército primero a diez mil y finalmente a 300 soldados con los cuales vence al enemigo. Dios por medio de este acontecimiento os transmite la verdad fundamental que el hombre no vence por la fuerza sino sobre todo por la confianza en Él. Israel muchas veces tuvo la tentación de desconfiar en los pactos con los países vecinos por Parroquia de San José – Almería Página 130 medio de los cuales se alejaba de la alianza establecida con Dios, ya que estos pactos traían consigo el culto a los ídolos y la aceptación de las creencias de otros pueblos. Dios fue muy celoso con la fidelidad del pueblo elegido y constantemente lo instruía de que solamente la fe y la confianza en Él puede salvarlo. Por medio del profeta Isaías llamaba: “En la conversión y en la calma está la salvación de ustedes” (Isaias. 30,15), no en la fuerza del caballo y el número elevado del ejército, no en dudosos pactos con los pueblos ajenos. La confianza en Dios tenía que formar la base para la libertad política y del bienestar pero cuando este pueblo confiaba más en su sabiduría que en la palabra de Dios, que en las promesas de Dios, sobre los hombres caían desgracias hasta el exilio de toda la nación primero hasta Asiria y después a Babilonia. Los judíos aprendieron muy lentamente esta enseñanza sobre la confianza en Dios, con frecuencia ya era demasiado tarde para cambiar el curso de los acontecimientos. Con el tiempo reflexionaban sobre su historia, viendo su endurecimiento y al mismo tiempo la misericordia de Dios. La historia de la salvación descrita en la Sagrada Escritura no es trasmitida para un conocimiento histórico, esta es la palabra de Dios para nosotros, para que podamos reconocer en la palabra nuestra propia historia y logremos descubrir la semejanza fundamental entre nosotros y el pueblo elegido. Fijémonos que cada vez que hemos fundamentado nuestra vida en la sabiduría que viene del mundo, sobre nuestras razones prescindiendo de la voluntad de Dios y sus proyectos, tantas veces hemos experimentado numerosos, inútiles pesares, nos hemos complicado la vida. La historia de la salvación nos enseña la confianza en Dios, fiarse en Él, ya que Él es fiel, es poderoso y siempre espera nuestra fe que mueve las montañas y espera nuestra confianza gracias a la cual puede actuar. Así como en el caso de Gedeón, a Dios no le hace falta la fuerza de un ejército para vencer a nuestro enemigo el diablo. Él solo va a vencer cuando le permitimos que nos guíe, cuando confiamos en Su misericordia. Parroquia de San José – Almería Página 131 En su misericordia, ten piedad de mí Otro personaje que debemos recordar en nuestra reflexión es el rey David, elegido de Dios que realiza la unificación de las doce tribus de Israel, gran guerrero del cual se dijo que fue según el corazón del mismo Dios. Realmente las obras de David podrían testimoniar que fue enriquecido con los dones especiales de Dios en la lucha contra los enemigos del Pueblo de Dios y en la lucha por la unidad dentro de la nación. Aunque tuvo muchos enemigos fue amado por su pueblo por su diligencia y simplicidad. Sin embargo este gran rey fue infiel a Dios cometiendo un pecado que fue abominable a Sus ojos. La situación de David es peligrosa porque no ve su mal actuar, no se da cuenta y en este caso no es posible la conversión. Por eso Dios le envía al profeta Natán que le va a traer la luz que le va a permitir humillarse ante Él y confesar su pecado. El rey va a confesar a Dios: “He pecado contra el Señor” (2 Sam. 12, 13), va a reconocer el adulterio cometido y el crimen que realizó sobre el inocente Urías y este reconocimiento va a ser para él la fuente de un gran cambio interior cuyo fruto va a ser la humildad y el amor al prójimo. Cuando va a ser destronado por su hijo Absalón y va a huir de Jerusalén sufrirá una gran humillación pero él ya no se va a rebelar contra Dios y no va a exigir un castigo para su perseguidor, pero lo va a reconocer como un don de Dios para su conversión. En este hecho de la humillación va a ver la misericordia de Dios y va a responderle con su confianza y amor a Él. Vemos, entonces, que Dios tiene la misericordia tan grande, que se revela en el perdón de cada pecado – aunque sea el más grande – puede convertirse en una oportunidad para volver al Padre. Dios da una oportunidad a cada uno y para Él no son un obstáculo – si así podemos decir – nuestros pecados, pero sí nuestra incredulidad en Su amor y falta de confianza en Él. Dios nos ama tanto que hasta del peParroquia de San José – Almería Página 132 cado más grande, del más grande fracaso puede sacar un bien, como fue con el pecado original del cual cantamos: “Oh feliz culpa”. Para Dios no hay ningún obstáculo para sacar un bien de todas nuestras equivocaciones y pecados. El obstáculo más grande es la falta de confianza y carencia de fe en Su amor. La figura de David es para nosotros una palabra maravillosa que nos manifiesta que Dios puede sacar un gran bien cuando admitimos nuestras culpas, cuando las vemos y las reconocemos. Siervos del Señor bendigan al Señor Toda la Sagrada Escritura en muchos lugares muestra a las personas que confiaron en Dios que no adoraron a los ídolos aunque estaban en peligro de perder la vida, a pesar de todo se mantuvieron firmes en la fe. Así fue en el caso de los siete hermanos durante el levantamiento de los Macabeos cuando se obligaba a los judíos comer la carne prohibida por la ley, así fue durante la esclavitud de Babilonia cuando el rey Nabucodonosor mandó a todos los súbditos rendir el homenaje a su imagen hecha de oro. En la corte real había tres jóvenes educados en la fe de Israel y para ellos el amor a Dios era lo más importante en la vida. Cuando escucharon el mandato del rey, no se arrodillaron frente al ídolo, por eso merecieron el enojo del tirano y fueron arrojados en un horno ardiente. La confianza en Dios hizo que les mandara un ángel que no permitió que el fuego les hiciera algún daño, al contrario, allí dentro del horno ardiente cantaban un himno de alabanza a Dios por todos los dones y gracias que habían recibido, que recibió todo el mundo. El canto de alabanza lo ensalzaba por la obra de la creación y por la obra de la liberación de las llamas. Ellos experimentaron que Dios es el Señor de todos los poderes, tanto los que existen en la naturaleza como también del poder aun más peligroso que es la muerte. Parroquia de San José – Almería Página 133 Dios es el Señor incluso de la muerte y la actitud de confiar en Él hizo que fueran liberados de ella. Los tres jóvenes del Libro de Daniel son una figura cierta y anuncio de la actitud cristiana de la confianza en Dios hasta el fin, hasta en las condiciones más difíciles. La vida cristiana también tiene sus llamas y es fácil olvidarse de Dios, es fácil quejarse de todo el mundo y acusar a Dios por los sufrimientos que caen sobre nosotros; de ahí en estas llamas necesitamos al mismo Jesucristo que las va a neutralizar. Esto sucede realmente por la resurrección de Jesús quién le quito a la muerte su espada. Quien cree y confía en Dios no le perjudican estas llamas. En toda la historia de la salvación hay muchos testigos quienes en medio de más grandes sufrimientos no sucumbieron en la fe sino que mirando el rostro de Dios misericordioso, en Él buscaban la salvación y nunca fueron defraudados. Señor, tú lo sabes todo Podemos sentirnos muy conmovidos por muchos testimonios de las personas totalmente confiadas en Dios tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Veamos entonces por lo menos a un personaje del Evangelio que nos resulta muy cercano no solamente porque es un discípulo de Jesús sino más bien por sus actitudes. Esta figura es Pedro Apóstol llamado por Jesús para ser el pescador de los hombres aunque él se defendía mucho de esto, teniendo presente su condición de pecador. Pero nos resulta muy cercano por su espontaneidad y facilidad con la cual declara su adhesión y su amor al Maestro. Somos muy parecidos a él en esto ya que tantas veces tenemos en los labios muchas hermosas declaraciones que confiesan nuestra fe y al mismo tiempo en la práctica de la vida cedemos frente al temor por nosotros mismos, no perdemos nuestra vida, no morimos cada día como el grano de trigo Parroquia de San José – Almería Página 134 para recibir una nueva vida. Este miedo es provocado justamente por la falta de una fe y confianza madura. Jesús reprochaba a Pedro su falta de fe y hacía falta un camino muy largo para que ésta fuera fortalecida. El mismo Salvador va a pedir para que no decaiga su fe y que él a su vez pueda fortalecer en la fe a sus hermanos. Antes de llegar a esto, Pedro va a necesitar ciertas experiencias que primero le van a manifestar la verdad de él y después va a buscar la ayuda en su Maestro. Hay muchos acontecimientos que ponen en evidencia la falta de confianza de Pedro en Jesús: cuando empezó a hundirse, cuando quería apartar del Salvador su pasión y cruz y cuando finalmente lo negó frente a una sirvienta. Estas actitudes que manifestaba su falta de comprensión de la misión de Jesús, su falta de confianza, eran muy necesarias para Pedro ya que le ayudaron a ver que era un pecador. No teóricamente como hizo a orillas del lago, sino prácticamente tocando esta verdad en profundidad y experimentándola hasta las lágrimas. La verdad sobre su propio pecado es dolorosa y llega a llorar, pero con seguridad estas son las lágrimas de purificación que lleva a una gran humildad, son las lágrimas de la salvación. Estas ablandan al hombre, a su corazón duro que se resiste a reconocer la culpa frente a Dios. La soberbia siempre está en las raíces de nuestra dureza de corazón, ya que ella no reconoce la debilidad. Un soberbio ni siquiera admite, no le entra en su cabeza que podría caer, pecar, traicionar, manifestarse imperfecto. Judas no se pudo perdonar que vendiera a su Maestro y por eso no se supo abrir al perdón de Dios. No podía entender la Divina Misericordia, al no ser capaz de confiarse a ella. Con Pedro sucedió diferente. El permitió que la mirada de Jesús llegara a su corazón y quemara la soberbia, permitió a Jesús tocar las partes más débiles de su yo y destruirlas con el fuego de la misericordia. No nos resulta difícil imaginarnos qué gran alivio sintió cuando experimentó el perdón Parroquia de San José – Almería Página 135 que le ofreció Jesús, cuando sintió a través de las lágrimas la alegría y una verdadera libertad. Ya no necesita defender nada, comprobar ni declarar nada. Ahora puede repetir sin fin y susurrar: “Señor tú lo sabes todo, sabes que te quiero” (Juan. 21, 17). “Señor, tú me sondeas y me conoces, tú sabes si me siento o me levanto; de lejos percibes lo que pienso, te das cuenta si camino o si descanso, y todos mis pasos te son familiares” (Salmo. 139, 1-3). “Tú sabes Señor que te negué, que soy débil, pero Tú también sabes que mirando tu rostro puedo amarte, puedo entregarme a Ti, en Ti puedo todo. Tú sabes que te amo”. Jesús en Ti confío Esta oración breve, este grito levantado al Salvador con seguridad, surge de una profunda vivencia de la indignidad personal de Santa Faustina. Con frecuencia en su Diario manifestaba esta verdad y no podríamos comprender esta actitud de confianza si ella no experimentara en profundidad, que ante Dios es una partícula de polvo en el cosmos. La confianza en Dios nace de la experiencia de la propia insuficiencia y al mismo tiempo de la contemplación del amor revelado de diversas maneras, pero sobre todo en la persona de Jesucristo que es la imagen del Dios invisible. Esta imagen fue presentada en los Evangelios, pero no solamente, ya que existe también una experiencia de la fe. San Pablo no conoció a Jesús en carne y esto no tenía para él ninguna importancia. El conoció a Jesús por el testimonio del Espíritu Santo en la profundidad de su ser, en el fondo de su existencia y esta experiencia es más importante que el encuentro en el cuerpo. “Felices los que creen sin haber visto” (Juan. 20, 29), dijo Jesús a Tomas. Por eso podemos alegrarnos que una experiencia semejante del amor de Jesús, de su misericordia también pueda suceder en nuestra vida. El problema consiste en hasta donde nos vamos a hacer de pequeños, hasta donde Parroquia de San José – Almería Página 136 vamos a reconocer nuestra propia insuficiencia y debilidad para permitir a Dios actuar en las profundidades de nuestro corazón. Esta es la condición indispensable para que podamos participar de la salvación que trajo Jesucristo, es decir, el don del Espíritu Santo. Dios le da su gracia a los humildes y se opone a los soberbios. La Santa Hermana Faustina por eso es un signo tan grandioso en el mundo de hoy, ya que vive en el siglo de los totalismos más grandes, de los grandes poderes que se confabularon contra Dios y el hombre y en este infierno podía decirle a Dios su – sí – podía creer que Él existe, que Él es el amor, que es la misericordia. Dios llama a los pequeños para que sean testigos de su amor, para que manifiesten al mundo que el amor es más fuerte que la muerte, que la confianza en Dios es la obra más grande del hombre. Uno se puede asustar del poderío de los sistemas dirigidos contra el bien de la humanidad que emplean grandes medios con el fin de esclavizar las conciencias humanas, de construir los campos de concentración y cárceles donde no hay lugar para la misericordia. Un signo aun más grande para el mundo contemporáneo es una humilde hermana cuya ocupación principal va a ser confiar sin límites en la Misericordia. Así como la vocación de Santa Teresita fue: ser amor en el corazón de la Iglesia, así la vocación de la Hermana Faustina consiste en mostrar al mundo que “Dios es más grande que nuestro corazón” (1 Juan. 3, 20), que Dios es el amor misericordioso y quien confía en Él nunca va a ser defraudado. No es posible analizar todas las actitudes que manifiestan la respuesta de la confianza que muchas personas en la historia de la salvación y en la historia de la Iglesia han dado a Dios. Tampoco este es el objetivo de esta reflexión. Es importante darnos cuenta que esta postura es posible, que existe y lo que es más importante que esta actitud es la respuesta más bella que el hombre puede dar a su Señor Misericordioso. Pidamos en la oración este don que fue la participaParroquia de San José – Almería Página 137 ción de una muchedumbre de los pequeños servidores de Dios Todopoderoso; ellos – como hemos visto – fueron débiles y pecadores por lo tanto necesitaban un apoyo en alguien más fuerte y han descubierto en su vida que existe solamente una piedra, solamente una roca, un castillo bien custodiado, sobre el cual se puede construir su propia suerte. Ellos son un vivo testimonio de esta actitud para nosotros. Pidamos este don de la confianza en Dios. Parroquia de San José – Almería Página 138 CAPITULO 11 Hemos reflexionado sobre la confianza del hombre, que es la respuesta más bella que podemos darle a Dios en nuestra vida. Esta actitud nace de la experiencia de la debilidad humana y de la condición pecadora que sentimos, por lo tanto pidiendo la ayuda de Dios nos hacemos testigos de Su intervención salvadora. Adoramos este amor y deseamos que lo conozca todo el mundo así como fue el caso de Santa Faustina. Experimentando el perdón de nuestros pecados y contemplando las obras de Dios realizadas en nuestra historia, no podemos limitarnos únicamente a las palabras ya que no son los que dicen Señor, los que entrarán al reino de los cielos sino los que cumplen la voluntad del Padre (ver Mateo. 7, 21). De esta manera existe también otra respuesta que se relaciona con el prójimo. Quien experimentó la Divina Misericordia en su vida no puede ser indiferente para con los demás. Dios desea que su misericordia llegue a ellos a través de mi, para que yo mismo sea el instrumento de misericordia para con los demás y así obre de una manera parecida a Dios misericordioso. Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso. El Sermón de la Montaña, según San Lucas, transmite las palabras de Jesús que son el resumen de todo el Evangelio: “Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes” (Lucas. 6, 31). “Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso” (Lucas. 6, 36). Estas palabras son una invitación a cierta actitud que surge de la experiencia del amor de Dios en la propia vida. Nuestra respuesta al amor de Dios es una sola: “Amarás al Señor, tu Dios, con Parroquia de San José – Almería Página 139 todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (Deut. 6, 5), y “a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos. 12, 31). El amor a Dios va siempre por el otro hombre ya que ¿cómo se puede amar a Dios a quien no se ve, si no se ama al hombre a quien vemos? (ver 1 Juan. 4, 20). El deseo más profundo de cada uno de nosotros es el amor, la necesidad de ser amado, es la aspiración a que los demás nos acepten así como somos. No todos se dan cuenta que solamente Dios puede saciar los deseos de nuestro corazón. Lo experimentamos de una manera más clara, por medio del perdón de los pecados, cuando nos hemos alejado de Dios, Él no respondió a nuestra maldad con enojo, castigo, sino con la misericordia. Dios es misericordioso para nosotros, si “… la prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores” (Romanos. 5,8), es una consecuencia natural que esta vivencia del perdón nos lleve a la misericordia para con el prójimo. Por lo tanto sé misericordioso ya que Dios te manifestó su misericordia. Hay todavía otro aspecto de esta cuestión. Deseamos también de un buen trato por parte de los demás, queremos que los demás nos amen, que nos respeten, que no nos juzguen, pero que nos acepten con todos nuestros defectos. Jesús nos sugiere: “Hagan por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes” (Lucas. 6, 31). Sin embargo, existe cierta dificultad en la aceptación de esta palabra, se hace imposible cumplirla si no tenemos una auténtica experiencia del perdón de nuestros pecados por parte de Dios. Para que esta experiencia pueda ser también la nuestra, debemos primero presentarnos ante Dios con toda la verdad, como sus deudores. Si no lo hacemos vamos a ser parecidos al siervo sin compasión quien recibió el perdón de sus deudas, pero no fue capaz de perdonar las deudas a uno de sus compañeros. Parroquia de San José – Almería Página 140 El Señor tuvo compasión de su siervo Jesús presenta una bella parábola sobre un deudor que debía a su señor diez mil talentos, lo cual era una suma enorme. Como no lo podía devolver, su señor decidió encarcelarlo hasta que saldara toda la deuda, pero respondiendo a su imploración tuvo compasión de él y le perdonó la misma. Este siervo tenía también a un deudor que le debía cien denarios. Le reclamaba su deuda y cuando este no tuvo como pagarla lo hizo encarcelar. Este breve relato manifiesta al mismo Dios que perdona a su deudor – el hombre –una gran deuda contraída por el pecado. “El salario del pecado es la muerte” (Romanos. 6, 23) dice San Pablo. Esta deuda que pesaba sobre el hombre fue saldada gracias a la muerte de Jesús en la cruz y su resurrección. Justamente el Hijo de Dios pagó por nosotros con su sangre y “pagó por nosotros al eterno Padre la antigua deuda” (Anuncio Pascual). Una consecuencia lógica del perdón de los pecados es la actitud de perdón para con los que han pecado contra nosotros. Con toda seguridad estas deudas son mucho menores que las nuestras para con Dios. Una simple justicia, un simple sentimiento de gratitud hace que nazca la actitud del perdón. Otros servidores que han visto las actitudes del hombre cruel y vengativo en seguida se dieron cuenta que se trataba de una enorme ingratitud. Algo parecido sucede con nosotros cuando no perdonamos a los que nos ofenden. Este problema es tan grande que Jesús nos dice que si no perdonamos a nuestros deudores, el tampoco nos va a perdonar: “Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos” (Mateo. 18, 35). Es muy importante descubrir la relación cierta que existe entre el perdón y la misericordia que tenemos para con los demás, y darnos cuenta de la propia condición de pecador. Esta relación se hace muy visible en la actitud del fariseo que da gracias a Dios porque no es Parroquia de San José – Almería Página 141 como ese publicano. Rezando de esta manera señala a Dios que le corresponde Su protección, Sus dones y que sus oraciones sean escuchadas. Significa que está totalmente convencido de su inocencia, que ni siquiera le pasa por la cabeza si realmente es un hombre honesto y esto también es un don de Dios. “Esto no proviene de ustedes, sino es un don de Dios; y no es resultado de las obras, para que nadie se gloríe. Nosotros somos creación suya: fuimos creados en Cristo Jesús, a fin de realizar aquellas buenas obras que Dios preparó de antemano para que las practicáramos” (Ef. 2, 9-10). La actitud del fariseo es aún más peligrosa, ya que cada bien que procede de Dios se atribuye a sí mismo para su propia edificación y para usarlo contra los demás. Jesús les va a decir a los fariseos que son ciegos, ya que tienen miedo que la luz descubra sus cosas malas (ver Juan. 3, 20). Quien permanece en la luz no tiene miedo de nada, la Luz es el mismo Dios, es la cruz de Jesucristo en la cual se realizó el juicio sobre nuestros pecados. Quien se sumerge en esta luz, no debe tener miedo de la condenación, ya que esta luz le revela el amor de Dios: Su perdón. Si Dios me ama, así como soy, entonces no tengo que exhibir un certificado de buena educación, no tengo que aparentar algo diferente de lo que soy en la realidad, no tengo que defenderme y sobre todo no tengo que compararme con los demás para salir mejor posicionado. Dios me ama, me justifica y esto es la fuente de la verdadera felicidad y principio del perdón que me lleva a poder compartir con los demás. Esta es la única condición, la más importante, para entender a los otros, para no condenar sino mostrar la misericordia. ¿Cuántas veces debo perdonar a mi hermano? La pregunta que hizo Pedro a Jesús tiene una dimensión práctica y siempre es actual ya que vivimos en una sociedad y – a causa de la Parroquia de San José – Almería Página 142 humana debilidad – todo el tiempo estamos expuestos a que los demás nos hieran. Nosotros mismos también herimos a los demás con nuestras actitudes o palabras. Con seguridad, Pedro está asombrado por la respuesta de su Maestro, ya que cree que el número siete, que presentó, es lo máximo de las posibilidades humanas. Jesús dice: “No te digo hasta sietes veces, sino hasta setenta veces siete” (Mateo. 18, 22), es decir, siempre. Este perdón no es posible realizarlo contando solamente con las propias fuerzas. Jesús sabe que va a venir el Espíritu Santo y va a grabar en los corazones de los discípulos la nueva ley. Esto va a ser para ellos algo interior; no solamente un mandamiento externo, sino la esencia de sus elecciones y sus actitudes. Por la naturaleza, herida por el pecado original, no es posible amar al otro así como es, tampoco es posible el perdón. Es necesaria una nueva naturaleza, una nueva criatura, cuya esencia es el amor y por eso la obligación externa es un moralismo, es un peso imposible de llevar. Con frecuencia estamos escandalizados por la falta de amor incluso entre los creyentes. Cuando miramos a Jesús vemos que solamente Él no se escandaliza, no condena a nadie, también entre sus discípulos con los cuales está constantemente. La mirada de Jesús, justamente, llega hasta el fondo del alma humana, solamente Él conoce los secretos del corazón humano y sabe que sin Él no podemos hacer nada. Él es paciente para con el hombre y sabe que necesitamos tiempo, que hace falta un proceso para que aprendamos a amar y a perdonar. Este proceso es el camino hacia la madurez de la fe. No se trata de un momento efímero en nuestra vida cuando todo se hace claro y somos capaces de perdonar. Aprendemos esto también por medio de nuestros fracasos y contrariedades, cuando descubrimos nuestra propia incapacidad para amar a los demás con nuestras propias fuerzas. Hace falta muchas experiencias, muchas pruebas, hasta que logremos entender que somos estériles en el amor, así como lo descubrió San Ignacio Parroquia de San José – Almería Página 143 cuando firmaba sus cartas: Pobre en el amor Iñigo. Para los santos es evidente que el dador de este amor, de esta postura es el Espíritu Santo. También a nosotros una mirada humilde sobre la vida puede llevarnos a descubrir que setenta veces siete sobrepasa las posibilidades humanas, pero también puede llevarnos a la confianza en Dios, a una oración confiada, ya que Él no desea otra cosa que nazcamos de lo alto. El mismo Jesucristo nos enseña cómo tendríamos que orar y pedir a nuestro Padre celestial. Una de estas peticiones es el clamor para que Dios perdone nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Si cada día elevamos esta oración a Dios y somos conscientes de lo que pedimos, si estamos rezando con fe, podemos estar seguros que el Padre escuchará nuestros ruegos y nos otorgará este don tan maravilloso que es el perdón y la misericordia. ¿Quién es mi prójimo? Un doctor de la Ley para poner a prueba a Jesús le pregunta: ¿Cuál de los mandamientos es el más importante?. Cuando escucha la respuesta de que lo más importante es amar a Dios con todo tú corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu y al prójimo como a ti mismo (ver Lucas 10, 27), hace una nueva pregunta: ¿Y quién es mi prójimo? (Lucas 10, 29). Entonces Jesús relata la parábola del buen samaritano. Esta parábola tiene dos niveles. Primero habla de que el único hombre que ayudó al asaltado por los malhechores no fue ni un sacerdote, ni un levita sino un samaritano considerado por los judíos como un hereje, un traidor. El Señor quiere manifestar con esto que ni siquiera la religiosidad llena de ritos, pero sin misericordia, ni la ley sin corazón que es la misericordia, no dan una verdadera respuesta al llamado de Dios al amor. Solo un samaritano despreciado por los judíos piadosos es capaz de brindar una ayuda. Parroquia de San José – Almería Página 144 Encontramos aquí la verdad sobre la cual va a hablar después San Pablo. Que los hijos de Abraham no son los que han nacido según la carne como sus hijos, sino los que tienen la fe de Abraham, ya que la fe hace nacer las obras de la vida eterna; el fruto de la fe es la misericordia para con los demás. Pero existe otro nivel de esta parábola, mucho más profundo, que presenta nuestra situación de los hombres asaltados por los malhechores. Estos hombres somos todos nosotros ya que fuimos malheridos por Satanás, por el pecado original y por los pecados personales. Lo que realmente nos salva no es ni la ley, ni la religión vista como el cumplimiento de ciertos ritos. Dios, por medio del profeta Isaías, va a decir que le asquea caminar por los atrios del templo y ver la presentación de las ofrendas. Lo que Él espera es el corazón contrito, la misericordia que el hombre debe manifestar a los demás. Él que se inclina sobre el hombre es Jesucristo considerado hereje por los doctores de la Ley y los fariseos, despreciado por la elite social de Israel y finalmente rechazado y crucificado. Justamente Él es el único Salvador que se preocupa por el enfermo, Él pagó el precio mucho mayor que un denario, pagó por nuestra salvación con el precio de su sangre y nos lleva al albergue que es la Iglesia para que seamos allí completamente sanados de nuestras heridas, para que maduremos en ella a la santidad. Esta lectura de la parábola nos permite ver que somos nosotros los que necesitamos la curación y el único médico es Jesucristo. Cuando no fundamentamos nuestra vida en la ley ni en la falsa religiosidad somos capaces del verdadero amor y de la misericordia para con el prójimo. La misericordia humana es el fruto de una fe madura y de la experiencia en la propia vida de la misericordia de Dios. Sin una fe profunda nuestras buenas obras van a ser solo una falsa pantalla que va a esconder la verdadera imagen de nuestra alma, van a ser un intento de autoconstrucción y embellecimiento pero poco presentable de la Parroquia de San José – Almería Página 145 verdad interior. Los fariseos que hacían muchas buenas obras escucharon duras palabras de Jesús cuando les dijo que eran como los sepulcros blanqueados que por afuera se ven lindos pero por dentro están llenos de podredumbre (Mt 23, 27-28). Inclinarse, con amor, sobre el necesitado, amar al prójimo es, con seguridad, una muestra de una verdadera madurez cristiana. Esta postura pueden sólo apreciarla los demás; es mejor abstenerse de enumerar las buenas obras que hemos realizado ya que con facilidad podemos equivocarnos y podemos sacar la gloria de Dios y atribuirla a nosotros mismos. Tuve hambre y me diste de comer San Mateo trasmite en su evangelio una imagen conmovedora del juicio final cuando al final de los tiempos nos vamos a presentar ante Dios y se va a realizar el juicio sobre nuestras actitudes, obras, sobre toda nuestra vida. Vamos a ser juzgados sobre todo del amor. Jesús está presente en otro hombre ya que en cada uno se refleja la imagen del mismo Dios. Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios y de allí Jesús reconoce en nosotros la semejanza con el Padre. Quien no tiene en cuenta al otro, quien lo desprecia, humilla, esquiva, no ayuda, perjudica, es indiferente con el prójimo – al mismo tiempo es indiferente con el mismo Jesucristo. Por eso durante el juicio final lo que va a contar es la medida en la cual el mismo Jesucristo no fue para nosotros indiferente, en la medida en que nos hemos mirado a nosotros mismos, a nuestras propias preocupaciones y no fuimos capaces de reconocerlo a Él sobre todo cuando necesitaba de nuestra ayuda. De una manera semejante sucede cuando advertimos la presencia del prójimo y lo ayudamos. Entonces ayudamos al mismo Jesús. La Iglesia desde el inicio tenía presente que un regalo para ella son los pobres, sufrientes, enfermos, ya que gracias a ellos podemos abrir nuestro Parroquia de San José – Almería Página 146 corazón. “A los pobres los tienen siempre con ustedes…” (Juan 12, 8) dijo el Salvador a sus discípulos. Ellos son entregados para nosotros para que no nos encerremos en nuestro egoísmo sino para que seamos capaces de advertir en ellos la presencia de Cristo. Por eso los apóstoles han elegido a siete diáconos para que se dediquen al servicio de los pobres, huérfanos, viudas y que de esta manera se ejerza la caridad en la Iglesia. Cuando alguna comunidad sufría la pobreza, el hambre, entonces San Pablo organizaba una colecta para beneficio de una comunidad concreta y siempre era su preocupación no descuidar esta dimensión del amor al prójimo. Por supuesto que la primera misión de la Iglesia fue la evangelización, el anuncio de la Buena Nueva del triunfo de Jesucristo sobre la muerte, el anuncio de la llegada del Reino de Dios. La Iglesia siempre tenía bien presente que la mayor tragedia de la humanidad no es la pobreza, la enfermedad ni cualquier carencia material o las incomodidades de la vida, sino el pecado y las consecuencias que trae al hombre. Con el pensamiento puesto en esta tragedia, en la cual el mundo estaba envuelto, la primera tarea de la Iglesia fue anunciar a todas las naciones esta verdad que la muerte fue vencida y por ello tenemos acceso a la vida eterna ya que en esta palabra se revela primordialmente la misericordia de Dios para con toda la humanidad. La ventaja de la evangelización, no dispensaba a los cristianos de la dimensión practica del amor que toca sobre todo a los enfermos, hambrientos, sedientos, encarcelados, los viajantes, desnudos, en los cuales descubriendo la presencia de Cristo les brindaba la ayuda necesaria. Así fue a lo largo de la historia de la Iglesia. Junto con grandes esfuerzos por anunciar la Buena Noticia, siempre en la Iglesia surgían carismas de caridad, de solidaridad e incluso se formaban instituciones eclesiales (por ejemplo las órdenes, congregaciones e institutos seculares) dedicadas a esta dimensión del apostolado. Y sucede así también en el día de hoy. Parroquia de San José – Almería Página 147 Pero esto no debe ser una oportunidad para dispensarse de la responsabilidad personal y de las acciones concretas a favor de los pobres. Hay muchas oportunidades en la vida de cada día para ejercitar la misericordia con los demás. Sin embargo hay que tener presente que la presencia de Jesús se manifiesta primero en los más pequeños, que son los cristianos, ya que ellos son los hermanos de Jesús. Cuando Saulo perseguía a los cristianos, Jesús le reveló que a él mismo perseguía. Él se identifica con la Iglesia y con todos aquellos que forman su Cuerpo Místico. Entonces quien actúa contra los cristianos, actúa contra el mismo Cristo, quien no los ayuda no ayuda a Él pero aquel que hace cualquier bien a sus hermanos lo hace a Él mismo. “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo” (Mt 25, 40). Vale la pena reflexionar también sobre otra dimensión de esta misericordia manifestada a Jesús presente en otro hombre. En el Sermón de la Montaña Jesús ha dicho: “Bienaventurados los misericordiosos porque obtendrán misericordia” (Mt 5, 7). La vida de cada día confirma la veracidad de estas palabras ya que muchas veces nos hemos alejado de Dios y si deseamos que Él compadeciéndose de nosotros no se acuerde de nuestros pecados, nosotros mismos debemos tener misericordia para con los demás. San Pedro dice: “…el amor cubre todos los pecados” (1 Pedro. 4,8). Podemos experimentar nosotros mismos esta verdad practicando las obras de misericordia. Una de ellas es la limosna ya que de una manera evidente damos a Dios – por medio de esta práctica – una señal, como diciendo: “Así como yo abro mi corazón para el prójimo, así Tú ten piedad de mí. Así como yo entrego mis dones, así Tú enriquéceme con tu Espíritu Santo”. Entonces tocamos el gran misterio de la misericordia en la cual no sólo la recibimos sino que nosotros mismos nos hacemos misericordia, un ícono del Hijo de Dios, un signo para los demás de que Dios es amor. Parroquia de San José – Almería Página 148 Terminando nuestra reflexión sobre la Misericordia de Dios debemos darnos cuenta de una verdad fundamental para nuestra vida: no nos hacemos cristianos por la ciencia, por el conocimiento de la teología o por la comprensión de los mandamientos. Nos hacemos discípulos del Maestro de Nazaret por medio del encuentro con Él, con el Señor resucitado, nos hacemos discípulos por el don del espíritu de Jesús ya que si no tenemos este espíritu no pertenecemos a Jesús (ver Romanos. 8, 9). El conocimiento de las verdades de la fe, de las cuestiones de la moral, el conocimiento hasta de los más grandes misterios de la historia de la salvación aún no nos hace una nueva criatura. San Pablo va a decir aun más fuerte que ni siquiera la fe que mueve las montañas ni el don de lenguas, ni entregar todos los bienes a los pobres nos hacen discípulos de Jesús. Lo que nos hace semejantes a Él es el amor y la misericordia. En esto se contiene toda la Ley y los profetas. Dios no quiere de nosotros ofrendas ni holocaustos sino un corazón contrito, lleno de misericordia para los demás. Pidamos, finalmente, a Dios por medio de la Santa Hermana Faustina a la cual Él reveló la esencia de la misericordia, que nos siga entregando al Espíritu Santo, ese mismo Espíritu que tenía Jesucristo y en el cual nos reveló la misericordia del Padre. Parroquia de San José – Almería Página 149 CAPITULO 12 El concepto de la misericordia Lecturas: Isaías 49, 1-6; Hechos. 13, 22-26; Lucas. 1, 57-66.80 En la liturgia de hoy la Iglesia celebra la solemnidad del nacimiento de San Juan Bautista. Él fue la voz que preparó la venida del Salvador. Juan es un personaje extraordinario ya que en él se manifiesta la más bella postura de humildad. Él señala a Jesús, le prepara el camino y no se pone en su lugar, no lo tapa. Tiene bien presente que su misión es la de disminuir para que Él pueda crecer. No hay entre los nacidos de una mujer nadie que sea más grande que Juan, pero el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él. Este es un gran misterio que nos revela Jesús. Dios quiere otorgarnos tal naturaleza, la cual será transparente para que los demás puedan reconocer en nosotros a Él mismo. No vamos a vivir para nosotros mismos sino para Él como dijo San Pablo: “…ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí…” (Galatas. 2, 20). El egoísmo es la muerte, el amor a Jesús es la vida, olvidarse de sí mismo es recuperar la vida. San Juan nace para ser amigo y para no ponerse en el lugar del verdadero Salvador, así realiza esta misión hasta el fin. Fue decapitado en la cárcel, muere para que pueda florecer la vida. Esta es una buena oportunidad para reflexionar sobre la Parroquia de San José – Almería Página 150 esencia de la divina misericordia ya que en la vida de San Juan se ha manifestado, en plenitud, la misericordia de Dios que consiste en que nazca en nosotros una nueva vida. Ahora procuremos reflexionar sobre esto. Aunque nos parece algo tan evidente lo que es la misericordia, nos resulta difícil definirla y señalar su esencia. Realmente nos resulta mucho más fácil experimentar la misericordia o manifestarla que describirla o definir su concepto. Esta dificultad se hace presente y por eso nuestro lenguaje es limitado, nuestro cuerpo es frágil, como también nuestra razón tiene sus límites. Cuando la Santa Hermana Faustina habla de la misericordia de Dios, siempre tiene una cierta dificultad para describir sus experiencias. Algo parecido sucede con todos los místicos, los cuales tuvieron experiencias muy profundas de Dios y de sus misterios y no sabían, de una manera adecuada, trasmitir estas experiencias. Se podría decir que uno tendría que encontrarse en el centro de tal experiencia para poder entenderla. Algo parecido sucede cuando queremos contar a alguien que hemos preparado un plato muy sabroso para el almuerzo o que hemos visto una película magnífica o una aventura en la cual hemos participado. Es mucho mejor probar el plato, ver la película, participar en un acontecimiento y sólo entonces vamos a percibirlo en su plenitud. Así sucede con la experiencia de la divina misericordia. A pesar de esto intentemos, aunque de una manera imperfecta, mirar lo que esconde la palabra misericordia, ¿Cuál es su concepto?. La palabra misericordia, tanto en polaco como en español, procede de la palabra latina misericordia, es decir, el corazón sensible, el corazón que se conmueve. La traducción a nuestro idioma es casi literal. Pero recordemos que esta palabra no nació en nuestra cultura ni tampoco en la cultura latina sino que surge del Oriente, de un pueblo que tenía su cultura, diferente de la nuestra y tenía una experiencia de Dios Parroquia de San José – Almería Página 151 muy profunda. El pueblo elegido tuvo una larga historia en la cual Dios se fue revelando sobre todo por sus acciones a favor de Israel. Los israelitas experimentaban a Yavéh, es decir, Él que es, Él que actúa en su vida, Él que los crea, regenera y salva. No es ahora el tiempo para describir detalladamente estas magníficas obras de salvación, es suficiente decir que cuando el pueblo habla de la misericordia piensa en la vida, en el nacimiento. Alguien que fue condenado a muerte (como ellos en Egipto) y después liberado está convencido de la salvación de su propia vida. El pueblo de Israel lo entendía perfectamente. Por eso, para hablar de la misericordia de Dios usaba la palabra rahaim. Esta palabra tiene la misma raíz que la palabra vientre (útero) el lugar donde se engendra y desarrolla la vida humana, el vientre materno, donde se forma un nuevo ser humano. Esta mirada nos permite comprender mejor la esencia de la misericordia ya que la palabra latina se relaciona más con el sentimiento, la emoción y esto siempre puede ser algo pasajero, efímero. El sentimiento, la conmoción, el estremecimiento del corazón puede ser algo muy noble pero no se puede fundamentar sobre él nada. Sin embargo la aparición de una vida nueva en el seno materno es algo serio. Ya no se trata del sentimiento sino del acontecimiento. No es un pensamiento pasajero sino un hecho. Por supuesto que se puede aniquilar la vida pero este comportamiento es propio del hombre y no de Dios que ama y es dador de vida. Mirando al padre de la parábola del hijo pródigo encontramos la confirmación de nuestras suposiciones. La misericordia acompañada de la conmoción del corazón (se conmovió profundamente) es de hecho dar una nueva vida, es salvar al joven de la muerte. El hijo, perfectamente, recordaba la bondad del padre, sabía que su padre no le limitó su libertad, le permitió alejarse y esto significaba que no lo manipulaba, no lo conservaba para algunos fines egoístas sino que respetaba sus elecciones, incluso malas, pero estas eran sus decisiones. El recuerdo de tal amor, que no limita al hombre, le permitió regresar, Parroquia de San José – Almería Página 152 encontrar de nuevo la vida que el padre le ofreció. El hijo pródigo experimentó la muerte. Se perdió, murió, así el padre lo explica al hijo mayor. Ahora fue encontrado, vive. ¿Quién le devolvió la vida? ¿El hijo pudo darse a sí mismo la vida en estas condiciones que se encontraba donde nadie lo quiso mirar, alimentar y vestir? Él comprendió muy bien que había un solo lugar donde no iba a ser rechazado, sino que iba a ser aceptado, donde iba a experimentar el amor. Regresó solamente por eso, porque creía en la bondad paterna. Seguramente comprendemos muy bien esta parábola relatada por Jesús. Este padre es el Dios misericordioso que nos enriquece con la libertad que nos da la herencia aunque sabe bien que la vamos a malgastar. Esta herencia que Dios pone en nuestras manos es muy grande y nosotros la vendemos por un plato de lentejas; el don del Espíritu Santo que hemos recibido en el bautismo. Muchas veces lo hemos entristecido y con frecuencia lo hemos cambiado por los bienes pasajeros. Nuestro padre se arriesgó pero no actuaba con nerviosismo como nosotros hacemos en relación a nuestro prójimo. Nos permitió alejarnos, caer en el pecado. Nosotros, en realidad, no conocemos a Dios, tenemos una imagen distorsionada de Él, creemos que Él está acechando para sorprendernos en nuestras equivocaciones, en nuestros pecados para castigarnos, para golpearnos. No conocemos a Dios y tampoco sabemos lo que es el pecado. En esto nos engañamos ya que nos parece que el pecado es algo bueno pero desgraciadamente prohibido. Sólo Dios sabe que el pecado provoca la muerte y por eso nos da los mandamientos, por eso prohíbe pecar pero al mismo tiempo no coacciona. Si alguien quiere pecar Dios no ata a nadie, salvo que el mismo hombre le pida para que lo proteja, lo salvaguarde. Entonces, con seguridad, Dios va a proteger al hombre de todas las desgracias. Al mismo tiempo advertimos aquí otra verdad: en Jesucristo la muerte fue vencida y siempre existe la posibilidad de regresar, Parroquia de San José – Almería Página 153 de recibir el perdón. Esto precisamente significa revivir. Incluso si nos hemos encontrado en situación de muerte, también si hemos pecado, la fuente especial de la regeneración es la misericordia de Dios. Ahí somos creados de nuevo, ahí regresamos a la vida. Existe un midras (un cuento) judío que cuenta que Dios al crear el mudo advirtió una falta en su creación. Vio que en el universo no había perdón y entonces lo creó. Por eso, ahora, la creación es perfecta. La verdad expresada en este cuento es muy cercana al mundo de hoy. Cuando miramos las relaciones sociales, relaciones interpersonales en seguida advertimos cuáles son las normas que rigen el mundo de hoy. Lo que nos revela la misericordia de Dios es el don maravilloso para todos. Si faltara el perdón que el Padre nos ofrece el mundo no sería perfecto, aún más, el mundo dejaría de existir. La misericordia de Dios es su invento más grande, es la coronación de toda la creación y sin ella seguramente hubiéramos perecido. La misericordia consiste en el perdón, en el olvido, en el abrazo de parte de Dios. Esta es su gran alegría ya que esta es su esencia, este es su ser. Dios es amor. Dios es misericordia, la plenitud de la vida y en esta plenitud hay lugar para nosotros, hay una oportunidad para nuestra regeneración. En la Eucaristía damos gracias por este don. La Eucaristía es la proclamación de las grandes obras de Dios y es un lugar adecuado para bendecir y alabarlo porque muchas veces nos encuentra y nos salva de la muerte. Que San Juan Bautista interceda por nosotros para que obtengamos esta gracia. El conocimiento del misterio de la misericordia de Dios Lecturas: Génesis 17, 1. 9-10. 15-22; Mateo 8, 1-4 Estas lecturas nos van a ayudar en el desarrollo del tema sobre el conocimiento del misterio de la Divina Misericordia. El conocimiento Parroquia de San José – Almería Página 154 de cualquier misterio se relaciona con la gradualidad y con las dos partes que quieren trasmitir algo. San Pablo nos dice que el misterio escondido de hace siglos nos fue trasmitido, revelado (Ef 3,3). La misma palabra misterio significa algo velado, escondido, inaccesible. Así fue realmente en la historia de la salvación, nadie conocía al Dios verdadero, nadie sabía de dónde surgió el hombre, hacia donde va, porque sufre, qué tragedia sucedió en los inicios de la humanidad. Hacía falta que alguien que conociera estas verdades las revele, hable de esto, las trasmita para el conocimiento de todos. De ahí surge la revelación, es decir, la manifestación de estos misterios y su transmisión a los hombres. Para esto, sin embargo, se precisa de alguien que las acepte, las crea y las testimonie. Este hombre que creyó en la revelación de Dios fue Abraham del cual San Pablo dice que es el padre de la fe. Dios se le reveló, le trasmitió un misterio, lo desveló para él. ¿Cuál es este misterio? Primero que Dios existe y es bueno para con el hombre, es Todopoderoso y sobre todo es el Señor de la vida y de la muerte, es capaz de sacar del vientre envejecido de Sara una nueva vida, lo cual va a ser un anuncio del acontecimiento más grande en la historia de la humanidad, la resurrección de Jesucristo. Ya para Abraham es desvelado el mayor misterio del amor de Dios: en Jesucristo la muerte va a ser vencida. En el signo del nacimiento de un niño de una mujer estéril se revela el misterio de la vida cuyo dador es el mismo Dios. Abraham vio en este signo el día de Jesús y se alegró, como quien se alegra cuando conoce un misterio. Así el estudioso que descubre las nuevas leyes de la naturaleza como Arquímedes, grita: eureka, así Abraham se alegra del conocimiento de Dios. Pero tengamos presente que no se trata de un conocimiento teórico. El estudioso debe contar con las comprobaciones de su descubrimiento para que pueda alegrarse y anunciarlo al mundo ya que no son suficientes las probabilidades ni solo intuiciones, en caso Parroquia de San José – Almería Página 155 contrario nadie le creería y se expondría a burlas. De una manera parecida Abraham no se fija, ni tiene intuición ni sentimientos. El creyó a Dios ya que a él le interesaba mucho la promesa que se refería a la vida. El sabía que Dios, quien le prometió la descendencia, es digno de fe y ahora además tiene un argumento. Este argumento es un niño pequeño, Isaac, el cual va a ser mostrado al mundo como signo de extraordinaria misericordia de Dios. El se inclinó sobre su desgracia y lo sacó de ella. El conocimiento del misterio de la misericordia se realiza paulatinamente en la historia de la salvación. Se inicia con Abraham pero continuamente Dios trasmite algunas promesas, informaciones de sí mismo no de manera teórica sino siempre por medio de sus obras, por los hechos y por los acontecimientos salvíficos. Es suficiente mirar la historia del pueblo elegido para comprender un cierto lenguaje que usa Dios para revelarse, para descubrir sus misterios. Se trata del lenguaje de los hechos al cual, con frecuencia, no comprendemos, y por eso nuestro corazón está cerrado al conocimiento de la presencia de Dios en la vida. Hace falta aprender este lenguaje para comprender la misericordia de Dios. ¿Quién puede aprender este lenguaje? Sobre todo un hombre simple, humilde. Los misterios de Dios están ocultos a los soberbios y a los sabios de este mundo, los cuales se atribuyen a sí mismos la pretensión de conocer la verdad. Dios se opone a tales hombres y por eso San Pablo dice con tanta fuerza: “En efecto, ya que el mundo, con su sabiduría, no reconoció a Dios en las obras que manifiestan su sabiduría, Dios quiso salvar a los que creen por la locura de la predicación. Mientras los judíos piden milagros y los griegos van en busca de sabiduría, nosotros, en cambio, predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos, pero fuerza y sabiduría de Dios para los que han sido llamados, tanto judíos como Parroquia de San José – Almería Página 156 griegos. Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres” (1 Corintios, 21-25). El conocimiento del misterio de Dios no se puede realizar por la postura que se opone a la sabiduría de la cruz. La sabiduría de este mundo rechaza la cruz como locura, por eso las personas que se escandalizan de la cruz la consideran como una necedad, la manifestación más grande del fracaso y debilidad. Nunca podrán comprender la verdadera sabiduría que se contiene en ella. El conocimiento del misterio de la cruz es un conocimiento superior. Aquí no se trata de las cosas secundarias sino de la esencia de la vida cristiana. La cruz contiene en sí misma la más alta revelación del poder de Dios y de Su misericordia, por eso sólo el hombre simple y humilde puede aceptar esta revelación y creer en ella. Dios poco a poco prepara al pueblo elegido a la revelación de sí mismo en Jesucristo pero a pesar de esta preparación los judíos no fueron capaces de reconocer a Jesús como Mesías. Pero no sólo ellos. Nosotros también con frecuencia rechazamos esta revelación y esto sucede cuando nos escandalizamos de la cruz que aparece en nuestra vida, cuando la queremos eliminar de nuestra historia. Cuando nos manifestamos escandalizados por la enseñanza de Jesús, cuando escuchamos que tenemos que amar a nuestros enemigos y a no oponernos al mal (Mateo 5, 39). Entonces podemos ver cómo el descubrimiento de los misterios de Dios está condicionado por muchas cosas. Dios desea que conozcamos su amor pero si nosotros empezamos a medirlo con nuestras medidas y en lugar de la fe empleamos nuestra lógica humana este misterio de la Divina Misericordia queda velado para nosotros. Un ejemplo de esta postura es Pedro que quiere apartar a Jesús de los planes de Dios relacionados con su pasión. El apóstol no piensa según Dios, sino humanamente, por eso Jesús reprende su modo de pensar (Mateo 16,23). En Parroquia de San José – Almería Página 157 este momento no puede conocer el misterio del sufrimiento y de la cruz de Jesús, después lo va a entender. De una manera parecida actúa Simón, el fariseo, quien invitó a Jesús a una comida y lo juzga por la misericordia que manifiesta a la mujer pecadora. El fariseo piensa humanamente, su sabiduría que no va a la par con la sabiduría de Dios y por lo tanto no podrá conocer el misterio de la Misericordia de Dios. Por el contrario, el misterio será conocido por la mujer pecadora que con sus lágrimas lavó los pies de Jesús y las secó con sus cabellos. Para ella está abierto el conocimiento de Dios, ya que experimentó el perdón de los pecados. Llegamos aquí a otro aspecto muy importante en el conocimiento de la misericordia. Jesús dice que quedan perdonados numerosos pecados de esta mujer porque amo mucho. “… Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor” (Lucas 7, 47). Quien realmente experimenta el perdón de los pecados va a conocer más la Misericordia de Dios. Suena como una paradoja pero se puede decir que los santos son los pecadores más grandes y por lo tanto tienen mayor experiencia de Dios. Se puede afirmar en este sentido que ven mejor sus pecados que los demás y por eso tienen mayor conocimiento de Dios y de su amor. Al final, miremos el evangelio de hoy que relata la curación de un leproso. Tenemos expresada aquí, esta misma verdad del conocimiento de Dios. Jesús no vino a llamar a los justos sino a los pecadores ya que los sanos no necesitan médico. El leproso conoce el precio de la salud y de allí surge su enorme agradecimiento a Jesús. El conoció quién es Jesús y qué grande es su misericordia que le había manifestado al curarlo. Si fuera sano nunca hubiera encontrado a Jesús. Por eso los leprosos (de otro fragmento del evangelio) que no vinieron a dar gracias a Jesús, no aprovecharon el don de su enfermedad para encontrarse con el Salvador. Esta es una gran enseñanza para nosotros, para que sobre todo el sufrimiento y la cruz sean una oportuParroquia de San José – Almería Página 158 nidad para encontrarnos con la misericordia de Dios y descubrir su amor. Pidamos a Jesús que nos dé el conocimiento de nosotros mismos, no en nuestros planes, ideas, fantasías, sino en la vida concreta. La súplica de la misericordia de Dios para el mundo Lecturas: Génesis 18, 1-15; Mateo 8, 5-17 Estas dos lecturas tratan de la oración. Primero vemos a Abraham el cual al término de su camino establece un campamento debajo de los encinares de Mamre. Pasan por allí tres hombres en los cuales él reconoce al mismo Dios, se trata de aquellos que después los padres de la iglesia van a decir que es la primera revelación de la Santísima Trinidad. Podemos contemplar esta escena en el famoso ícono de Rublev quien a los tres ángeles en el encuentro con Abraham representa como Santísima Trinidad. Abraham viendo a los huéspedes dirige a ellos un pedido: “Señor mío, si quieres hacerme un favor, te ruego que no pases de largo delante de tu servidor. Yo haré que les traigan un poco de agua. Lávense los pies y descansen a la sombra del árbol. Mientras tanto, iré a buscar un trozo de pan, para que ustedes reparen sus fuerzas antes de seguir adelante”. Este pedido expresado por Abraham es una invocación dirigida al mismo Dios para que no deje de lado a su servidor. Esta es una oración cuyo contenido manifiesta el deseo de que Dios no siga su camino sino que se detenga, ya que su hospedaje es el don más maravilloso que pude hacer al hombre. Es un grito por la piedad, por la misericordia primero para él mismo y después para su familia. Conocemos de otro Parroquia de San José – Almería Página 159 relato que Abraham sabe clamar, sabe “regatear” con Dios, ya que muchas veces ha experimentado que sin Él no se puede vivir con sentido. Lo advirtió ya en su historia que cuando no recurre a Dios sino que intenta solucionar solo sus problemas, surgen las dificultades. Así fue con la esclava Agar, así fue en Egipto cuando mintió al faraón. Ahora sabe que sin Dios la vida carece de sentido, ya que justamente Él dio una dirección a su vida, de total bancarrota lo sacó al camino que llevaba al cumplimiento de la promesa y ahora ya saborea los frutos de la fidelidad a Dios. Cuando aún estaba en Sodoma, pidió a Dios, que salvara a esta ciudad de la aniquilación ya que Dios le reveló el futuro que a los habitantes les esperaba. Intercedía por los habitantes de Sodoma y Gomorra, regateaba con Dios para poder salvar a estas ciudades. En esta postura nos conmueve el deseo de Abraham para suplicar la misericordia para los demás. Dios escucha la oración de su amigo, como lo denomina la Sagrada Escritura, aunque no se hayan encontrado a los diez justos. ¿De qué manera Dios escuchó a Abraham si la ciudad fue destruida? Se encontró un Justo gracias al cual el mundo fue salvado de la total aniquilación. Jesucristo es el único justo gracias a quien fue vencida la muerte y gracias a quien todos nosotros podemos experimentar el perdón de los pecados, la misericordia y la justificación. Abraham llegó a ver el cumplimiento de todas las promesas que Dios le hizo y estas promesas no son sólo para él sino también para su descendencia a la cual pertenecemos también nosotros si las aceptamos con fe. Esta promesa más bella es el cordero inmaculado ofrecido por nosotros como el sacrificio de una manera parecida a lo que fue Parroquia de San José – Almería Página 160 preanunciado en la ofrenda de Isaac. Así como Dios previó a un cordero en lugar de Isaac de la misma manera previó que Su Hijo sea una ofrenda de expiación por nuestros pecados. Nuevamente Abraham vio el día de Cristo Jesús, de nuevo pudo ver la misericordia de Dios quien interviene a favor de los hombres. Vemos como la fe de Abraham lleva a que Dios dé una respuesta y así se apresura para salvar, justificar y enriquecer con sus dones. Algo parecido sucede con nosotros cuando rezamos con fe. Muchas veces Jesús habló de esta postura, señalando diversos ejemplos para mostrarnos lo que es la oración. Decía que la fe puede mover montañas: “… Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: “Trasládate de aquí a allá” y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes” (Mateo 17,20). Orar con fe significa tener la seguridad que Dios es el Padre, que quiere dar a sus hijos cosas buenas, más allá de que nosotros que somos malos demos a nuestros hijos lo que nos piden. El don del Padre celestial para sus hijos es el mismo Espíritu Santo, que es enviado a quienes piden este don (Lucas 11, 13). Jesús con frecuencia va a recordar a sus discípulos la necesidad de la fe para orar, ya que solo una cantidad de palabras no es suficiente, así oran los paganos. Sus discípulos deben proceder de una manera diferente: “Cuando oren no hablen mucho, como lo hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan” (Mateo 6, 7-8). “…Cuando pidan algo en la oración, crean que ya lo tienen y lo conseguirán”. Y aun nos dice una condición más para la oración: “Y cuando ustedes se pongan de pie para orar, si tienen algo en contra de alguien, perdónenlo, y el Padre que está en el cielo les perdonará también sus faltas” (Marcos 11, 25). Sin la disponibilidad para el perdón es impoParroquia de San José – Almería Página 161 sible que Dios escuche nuestra oración y nos perdone. Cuando, entonces, queremos suplicar la misericordia de Dios para nosotros mismos o para otras personas debemos tener presente que tal oración debe surgir de la fe, del corazón, en el cual reina la disponibilidad para perdonar a los enemigos. El evangelio de hoy nos habla también de pedir con fe. El centurión, el soldado romano viene a Jesús para pedirle que cure a su servidor quien estaba muy enfermo. Pero no quiere molestar a Jesús ya que se siente indigno de que él venga a su casa. El centurión cree que una sola palabra de Jesús es suficiente para que su servidor se sane. Y realmente así sucede. Su servidor recobra la salud. Jesús alabó al centurión por su fe: “Les aseguro que no he encontrado a nadie en Israel que tenga tanta fe” (Mateo 8, 10). Cabe también mencionar que la oración que elevamos a Dios debe ser perseverante. Sucede así para que no atribuyamos a nosotros mismos los frutos de la oración. Primero debemos experimentar nuestra propia impotencia, nuestra pobreza interior para clamar a Dios con perseverancia. La pobre viuda de la parábola del juez injusto no tiene a nadie que la defienda, se siente sola y desamparada, es maltratada y aunque el juez es injusto, recurre a él ya que para ella ésta es la única salvación. Jesús dice: “Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar? (Lucas 18, 7). Algo parecido sucede con el amigo inoportuno quien de noche va a su amigo y le pide con tanta insistencia que le preste los panes (Lucas 11, 513). Tal oración manifestada durante mucho tiempo y con perseverancia hace que sepamos muy bien a quien le debemos la ayuda que hemos recibido. Implorar la misericordia de Dios no es una oración circunstancial, un cumplimiento de formalidad, sino un grito pidiendo ayuda desde el fondo de nuestra impotencia, es un clamor perseverante y con fe ya que muchas veces hemos experimentado que la ayuda Parroquia de San José – Almería Página 162 viene del Señor ya que: “el pobre clamó y el Señor lo escuchó (Salmo 37,4). Sólo en Dios se encuentra mi ayuda y por eso clamo a Ti, Señor, imploro a mi Dios misericordia” (Salmo 30, 9). Oremos con perseverancia y fe primero por nosotros mismos, por la misericordia de Dios para nosotros y también por todos aquellos, que sabemos, necesitan mucho de nuestra oración. El anuncio del misterio de la misericordia divina con el testimonio de la vida y de la palabra Lecturas: 2 Rey 4, 5-11.14-16a; Rom 6, 3-4. 8-11; Mt 10, 37-42 Las lecturas que corresponden al decimotercero domingo el año, nos traen la Buena Noticia de Dios, quien manifiesta su misericordia a los que confían en él y permite dar testimonio de este misterio a los demás. La primera lectura del Libro de los Reyes muestra a dos mujeres, una es una pobre viuda cuyos hijos están a punto de convertirse en esclavos de un usurero a causa de las deudas de su familia, otra es una mujer pudiente pero estéril. Las dos se encuentran en una situación desesperante, no pueden solucionar los problemas concretos que tienen. Sin embargo Dios encuentra una respuesta a sus necesidades. Le envía al profeta Eliseo quien tanto a la una como a la otra, las salva de la desgracia. Este relato bíblico tiene también un sentido más profundo. De hecho presenta a dos mujeres que necesitan de una ayuda y Dios les envía esta ayuda, pero al mismo tiempo son una figura de otra realidad más profunda, en la cual se encuentra el hombre, en la cual estamos sumergidos todos. La Palabra de Dios quiere señalarnos hoy nuestro interior para que miremos con atención nuestras posturas y descubramos nuestra verdadera pobreza y esterilidad. Por supuesto que se trata de una imagen. No es sin importancia lo que señala la lectura que estos dos personajes difieren de sí en lo económico: una es pobre, Parroquia de San José – Almería Página 163 otra pudiente, pero las dos no son felices. Aquí vemos claramente que nuestro verdadero problema no es una dificultad económica sino es de naturaleza espiritual. Nuestra verdadera pobreza no consiste en que no tenemos dinero aunque con frecuencia pensamos así. Nuestra verdadera pobreza, nuestra esterilidad es la falta de amor, la falta de la vida eterna en nuestro corazón, la falta de fe. El profeta Eliseo trae a estas dos mujeres una ayuda y Dios a nosotros nos envía a otro profeta, la verdadera Palabra que se hace carne para que experimentemos la salvación, para que en nosotros pueda engendrarse una nueva vida, una nueva naturaleza. Esta es la promesa de Dios. Así fue siempre en la historia de la salvación. Primero Dios promete y después cumple las promesas de la salvación en aquellos que creen, lo desean y aceptan. El mensaje fundamental de esta lectura es la fe en la intervención de Dios, en favor nuestro, la fe en la misericordia de Dios. ¿Cuál es el fruto de esta fe? Este fruto es la vida nueva, pues Jesús murió y resucitó para que nosotros tuviéramos una nueva vida. De esto dice San Pablo en la segunda lectura: “…fuimos sepultados con él en la muerte, para que así como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva” (Romanos 6,4). La obra de Jesús consiste en que Él venció la muerte. Murió y resucitó. Esta es la victoria que se realizó pensando en nosotros. ¿Pero cómo esta victoria se traduce en el lenguaje cotidiano, en la práctica de la vida? San Pablo dice: “… si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él” (Romanos 6, 8), es decir, si en nuestra vida de cada día morimos para nosotros mismos, si Jesús venció en nosotros el miedo frente a la muerte, si entregamos nuestra vida, no nos defendemos frente a las humillaciones, frente a los errores del otro, frente a las incomodidades de la vida, frente a los comentarios de los demás, frente al mal que otros nos hacen. Si tomamos sobre nosotros los pecados Parroquia de San José – Almería Página 164 de los demás, esto significa que entramos en la muerte con Cristo, que con él estamos muriendo, que permitimos que nos lleven como las ovejas al matadero y entonces recobramos la vida. En esto conocemos que la muerte fue vencida en nosotros cuando nos insultan y nosotros bendecimos, cuando nos persiguen y nosotros aguantamos, cuando nos abofetean y nosotros no nos rebelamos (ver 1 Corintios 4, 12). De esto también nos dice el evangelio de hoy: “El que encuentra su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará” (Mateo 10, 39). Perder la vida a causa de Jesús significa experimentar la fuerza de su victoria sobre el propio yo. Significa tener en su interior la vida eterna ya que quién tiene en sí mismo la vida de Jesús, el don del Espíritu Santo, no tiene miedo de morir a sus propios proyectos, a sus visiones, razones. Puede donar su vida a los demás y no necesita defenderla. Este no es un deseo piadoso porque Cristo, realmente, tiene el poder para crear en nosotros un hombre nuevo. Jesús fue constituido el Señor de toda potestad, el Señor de nuestro corazón atemorizado y tiene las llaves de nuestro interior para crear allí una nueva realidad, para enviar allí al Espíritu Santo. En esto consiste la obra de la salvación realizada en Jesucristo y preanunciada por las dos mujeres de la primera lectura. Quien lo experimentó en su vida puede de verdad anunciar grandes obras de Dios, puede proclamar al mundo la gran misericordia de Dios. Quien no lo experimentó no lo va hacer con convicción y no va ser testigo de la misericordia. El tema está la homilía es el anuncio por medio de la vida y de la palabra de la misericordia de Dios. Si alguien tiene en su interior la experiencia de la victoria sobre la muerte, entonces, su vida va a ser un continuo testimonio pues Jesús realizó en él esta obra maravillosa. Quien no lo experimentó no va a saber perdonar, aceptar las humillaciones, no va a aceptar sobre si mismo los pecados de los demás, siempre va a defender su opinión, sus razones, su dinero, su tiempo, su yo. Parroquia de San José – Almería Página 165 El evangelio nos muestra la dimensión particular de este testimonio. Se refiere, sobre todo, a las relaciones entre los hombres, especialmente en referencia a los cuales tenemos una relación afectiva. Quien ama a su madre, a su padre, más que a Jesús no es digno de él. En otro evangelio Jesús va a decir: “Cualquiera que venga a mí y no me ame más que a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14, 26). Esta expresión nos parece exagerada y pensamos que este texto se debe interpretar de una manera diferente. De nuestras experiencias sabemos muy bien que las relaciones humanas se basan en el egoísmo al cual llamamos amor, sentimiento, pero con frecuencia se trata simplemente de manipular a los demás. Jesús desea que se lo ubique en el primer lugar restando la importancia a todas las otras relaciones que son una forma de subordinar a los demás. Uno no puede ser el discípulo de Jesús y al mismo tiempo guiarse por el egoísmo, creando relaciones de dependencia con el prójimo y formarse con este amor. Para el discípulo de Jesús esto va a ser una experiencia constante, de que al colocarlo a él en el primer lugar se gana la vida verdadera. “Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la Vida, porque amamos a nuestros hermanos”. (1 Juan 3, 14). Cuando experimentamos la libertad en estas relaciones y la victoria de Jesús sobre nuestro egoísmo entonces vamos a poder anunciar la misericordia de Dios. Así siempre sucede en los Evangelios: cuando los enfermos recobran la salud van a anunciar a todo el mundo. Nadie que ha experimentado en su vida la misericordia puede guardársela para sí mismo. Hablando de las relaciones humanas tenemos que advertir que éstas se ven condicionadas por nuestra relación con Dios. Cuando estamos llenos del Espíritu Santo, cuando habita en nosotros el Espíritu de Jesús, es imposible que llevemos en nosotros el sentimiento de odio o enemistad hacia los hombres. Cuando vive en nosotros Jesús, entonces, él ama en nosotros incluso a nuestros enemigos. Puedo amar al Parroquia de San José – Almería Página 166 otro en la libertad únicamente por medio de Jesucristo. El anuncio de la misericordia al mundo significa, sobre todo, el anuncio del amor en la medida que Jesús nos amó, es decir en la dimensión del perdón, de tomar sobre si los pecados de los demás. El cristiano, quien todo el tiempo juzga es pretencioso, se escandaliza de los pecados de los demás, no es capaz de dar testimonio del amor de Dios hacia el hombre, es una negación de la postura de Cristo. El mundo necesita de este tipo de testimonio, especialmente en el día de hoy, cuando todas las dificultades se resuelven empleando la violencia. Sólo el perdón y no oponerse al mal puede transformarse en un argumento para las personas que buscan a Dios, que sólo él es el amor. Lo pueden encontrar en tales testigos que incluso a precio de perder su propia vida la encuentran para sí mismos y para los demás, quienes perdiendo su vida ofrecen a los demás el don inestimable de la misericordia de Dios. Parroquia de San José – Almería Página 167 CAPITULO 13 Jesucristo es la imagen del Padre invisible ya que "nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Hijo único que es Dios y está en el seno del Padre" (Juan. 1, 18). Jesús expresó una verdad semejante en la conversación con Felipe: "El que me ha visto, ha visto al Padre" (.In. 14, (J). De esta manera, intentando mostrar la misericordia del Padre podemos de nuevo mirar al Hijo ya que en Él Dios reveló la verdad de sí mismo, expresó de forma más plena su esencia. En esta esencia, la naturaleza de Dios es el amor; Dios es amor y ella tiene su rostro, su nombre concreto. La Misericordia tiene su nombre, este nombre es el mismo Jesucristo. Intentemos reflexionar juntos de que manera Jesús revelaba la misericordia del Padre en su vida terrena, de qué manera esta misericordia del Padre se revela especialmente por medio de la enseñanza y de la obras de Jesús. Misericordia en la vida oculta Jesús como cada niño crece en una familia, pero ésta es una familia particular. María y José saben que Este a quien Ella dio a luz en Belén es el Hijo del Altísimo. Pero Jesús no tendrá ningunos privilegios en su vida terrena y se va a someter a la ley del crecimiento, como cualquier niño. María medita en su corazón este misterio, y, con toda seguridad ve con los ojos de la fe a Dios que es tan humilde que se permite encerrarse dentro de una familia humilde. La familia de Jesús - como cada familia - tiene sus problemas, sus sufrimientos, su historia. Jesús se somete a la historia, al tiempo del crecimiento sin impaciencia, Parroquia de San José – Almería Página 168 como sucede tan frecuentemente con nosotros, ya que queremos hacernos enseguida adultos, efectivos en el obrar, tener enseguida resultados y ocupar en la sociedad un lugar importante. Jesús comprende muy bien cuál es el lugar en el mundo más importante. Este lugar particular es en el cual puede descansar totalmente a voluntad del Padre. Ya lo comprobó siendo niño cuando salió con sus padres en una peregrinación a Jerusalén para la pascua judía. Ahí se queda sin que lo adviertan, para conversar de las cosas de Dios con los doctores de la Ley. Cuando María y José lo encuentran, les contesta: "¿Por qué me buscaban?, ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre" (Le. 2, 49). Estas cosas son para Jesús muy importantes. Pero no se trata solamente de quedar en Jerusalén sino sobre todo la entrega a este ritmo de Nazaret que no tuvo precisamente buena fama en los ojos de los contemporáneos. Estar en los asuntos de Dios significa estar obediente todo el tiempo, también obediente a María y José en los quehaceres de la casa, escondido para el mundo, en una perfecta humillación y en ocupar el último lugar en la jerarquía social. La Divina Misericordia consiste aquí en esto que Jesús nos muestra que la historia de nuestra vida - incluso de la más simple, sin gritos y ruido, cuando no nos tienen en cuenta y nos pasan de largo - es un lugar perfecto de encuentro con Dios, donde El actúa. San Pablo dice: "Den gracias a Dios en toda ocasión" (1 Tesalonicenses. 5,18). La paloma se posó sobre la cabeza del Señor Jesús inicia su actividad pública con el bautismo en el río Jordán. Entra en el agua y le pide a Juan el bautismo. Está en medio de los pecadores para revelar de esta manera lo que sobrepasa el pensamiento humano, la maravillosa verdad, que Dios no tiene desapego del Parroquia de San José – Almería Página 169 hombre. Jesús está en el Jordán para expresar su voluntad de entregar la vida por cada uno de los hombres; en este humilde gesto tenemos ya el anuncio de una verdad aun mayor que va a suceder, de la cual habla también San Juan: "Este es el Cordero de Dios" (Juan. 1, 29). Jesús es el Cordero que toma sobre sí el pecado del mundo. Muchos siglos antes Isaías anunciaba a un humilde Siervo del Señor, el cual iba a tomar sobre sí nuestros sufrimientos, nuestros dolores. Quien iba a ser aniquilado por nuestros pecados. En el Poema sobre el Servidor del Señor (Isaías. 52,11 51,12) se describen con exactitud los sufrimientos de Jesús y ahora esos se realizan. Vino a la tierra Aquel quien trae a las naciones la Ley y esta ley será la de la misericordia. Aquí en el Jordán se va a hacer evidente que Jesús no vino para condenar sino para dar la vida. La gente que estaba en el agua no se dio cuenta del gran acontecimiento que tuvo lugar en medio de ellos, que allí se reveló el Salvador. Para muchos va a quedar aun como un misterio, pero es importante que este misterio sea iluminado con la voz del Padre. Esta voz es para que podemos descubrir porque el Padre tiene predilección por su Hijo. La respuesta puede ser solamente una: a Dios le gusta este amor que toma sobre sí los pecados de los demás, así es justamente el amor del Padre que él reconoce en su Hijo. El Hijo manifiesta al Padre misericordioso. Esta es la revelación que espera el mundo. El llamado de los discípulos Para realizar el proyecto de la salvación de Dios Jesús necesita de los colaboradores. Por supuesto que podría realizarlo solo pero en esto consiste el amor que quiere en esta obra, que se refiere a nosotros mismos, involucrar a los interesados. Jesús quiere que los discípulos a los cuales va a elegir primero experimenten quien es Él y teniendo esta experiencia personal puedan testimoniarlo a los demás, anunciar a los Parroquia de San José – Almería Página 170 demás este reino que ellos mismos han experimentado. Jesucristo no elige como sus discípulos a algunas personas excepcionales, con extraordinarias capacidades o cualidades. Se puede decir que Él elige a los más débiles, hombres simples ya que por medio de ellos quiere revelar su poder sobre el corazón del hombre. San Pablo incluso va a decir: "Dios eligió a lo que el mundo tiene por necio, para confundir a los sabios; " lo que el mundo tiene por débil, para confundir a los fuertes" (l Corintios 1,27). Jesús elige a Pedro que lo va a negar, a Santiago y Juan -hijos del trueno-, a Mateo publicano, a Judas que lo va a vender por 30 monedas de plata, a Tomas que va a dudar y a otros quienes en el momento de la prueba de la cruz lo van a dejar y van a huir. Es extraña esta pedagogía de Dios pero podemos sacar de aquí una conclusión y al mismo tiempo alegramos ya que El eligió lo que es débil y nosotros no debemos ser nadie extraordinario para que el nos ame. La Divina Misericordia se revela justamente en esto que" él prefiere lo que es débil para que tengan acceso a Él todos y de una manera especial los más pequeños. Hay muchos relatos de la vocación de los discípulos, pero particularmente uno manifiesta este rasgo característico de la misericordia de Jesús a quien no molestan los pecados del hombre ni su debilidad para llamarlo a su seguimiento. Después de la pesca milagrosa, Pedro queda admirado por el poder de Jesús y se siente muy pequeño frente a su grandeza y santidad, por eso le pide que lo deje ya que se siente indigno para seguirlo. Jesús lo tranquiliza y le dice: "No tengas miedo Pedro, de aquí en adelante vas a ser pescador de los hombres". Esta generosidad solamente se encuentra en Dios, sólo Él es capaz de entender totalmente el misterio de nuestra pequeñez e indignidad y a pesar de esto mirando el corazón del hombre y sabiendo que - transformado por la gracia - es apto para entregarse a Él y cumplir su voluntad. Parroquia de San José – Almería Página 171 “El sermón de Montaña”, el corazón de todo el Evangelio Lo que dijo Jesús en el Monte de las Bienaventuranzas son las palabras más lindas que fueron pronunciadas en esta tierra. Este discurso resume toda la enseñanza de Jesús y al mismo tiempo revela quien es Él. Se podría decir que en este Sermón nuestro Señor nos revela el misterio de su corazón, el misterio de su misericordia. Pero hace falta mirar este sermón desde una perspectiva adecuada ya que existe el peligro de que vamos a leerlo como un texto moralizador en el cual Jesús nos invita a actuar de una manera parecida, en base de nuestras fuerzas. Existe además otro peligro que este sermón - ya que es muy elevado - lo vamos a minimizar y lo vamos a transformar en algo recortado a nuestra manera, adecuado a nuestras posibilidades tan limitadas. ¿Cómo entonces, tenemos que mirar esta enseñanza para que sea para nosotros una verdadera revelación de la misericordia de Dios y que Él quiere realizar gratuitamente en nuestra vida? Sobre todo debemos acercarnos a esta enseñanza con la humildad y fe que nos revela Jesús. Es la máxima expresión de la sabiduría que sobrepasa todo lo que el hombre hasta este momento ha inventado. ¿En qué consiste la belleza de este sermón? En el amor, en la misericordia. Primero en la misericordia de Dios hacia el hombre ya que el Padre celestial alimenta a los pájaros del cielo y viste a los lirios del campo (Mateo. 6, 30) Y si de esta manera se preocupa por ellos ¿no se va a preocupar aun más por el hombre? La solicitud de Dios por nosotros no consiste solamente en alimentamos y vestirnos como los lirios del campo. Dios quiere hacer en nosotros algo aun más grandioso, desea que seamos a imagen de Su Hijo. ¿Cuál es esta imagen? Es la imagen de un hombre nuevo, quien: tiene alma de pobre, es paciente, tiene hambre y sed de justicia, es misericordioso, tiene el corazón puro, trabaja por la paz, es Parroquia de San José – Almería Página 172 perseguido por practicar la justicia. Este nuevo hombre es el mismo Jesucristo. Su imagen surge de este Sermón y nos manifiesta la belleza del Hijo de Dios y al mismo tiempo el anuncio de que Él quiere hacernos a su imagen y semejanza, que el mayor deseo de su corazón es que seamos semejantes a Él y que permitamos que el Espíritu Santo por su acción nos forme. Podemos seguir contemplando la imagen del Hijo de Dios y sobre todo el rasgo más maravilloso de Jesús que no se resistía al mal y permitió que los pecados de los hombres lo claven a la cruz. Pienso que esto es la cumbre de la revelación de la Misericordia Divina. En toda la historia de la salvación esta postura de Jesús es la revelación más grande del amor de Dios que no ponía frente al mal, que amaba a los enemigos. Esta postura, por supuesto provoca en nosotros cierto escándalo, ya que nosotros tenemos bien arraigada una intuición humana de justicia que nos insinúa que al mal debemos reaccionar con la justicia, es decir con el castigo. Sin embargó en Dios existe otra percepción que nos escandaliza ya que Dios no responde con mal al mal sino responde con el perdón, con la misericordia. Jesucristo mostró en su cuerpo esta enseñanza, la cual significa no resistirse al mal. Cuando cayó sobre Él toda la injusticia, cuando le quitaron sus vestiduras, su fama y finalmente su vida. Jesús no pedía que el Padre lo vengara, que castigara a los que lo crucificaron, al contrario pedía perdón y misericordia para sus homicidas en beneficio nuestro. Sumergirse en la misericordia de Dios, significa primero aceptar como máxima manifestación de la sabiduría esta postura de Jesús, es decir, maravillarse por este gesto, por esta actitud que el mundo no conoce. El mundo no conoce la misericordia. Primero aceptarlo como sabiduría y después pedirle a Jesús para que esta postura pueda arraigarse en nuestra vida para que seamos a imagen del Hijo de Dios. Este es el sentido del Sermón de la Montaña. Jesús quiere damos gratuitaParroquia de San José – Almería Página 173 mente esta postura, quien la encarnó en su vida para nosotros. Nosotros podemos creer en esto y aceptar este don de Él. Parábolas En el sermón de la Montaña hemos visto al mismo Jesús que nos mostró la plenitud de la Divina Misericordia. Esta verdad del Padre lleno de misericordia nos mostró también en las parábolas. ¿Por qué Jesús habla por medio de las parábolas? Para que se manifieste con qué intención lo escucha la gente. La manera como recibimos las palabras de Jesús manifiesta nuestro corazón. Hay que examinar con qué intención lo escuchamos. Los fariseos lo escuchaban con un corazón malicioso intentando sorprenderlo en alguna afirmación para poder acusarlo, lo querían destruir. Sin embargo para los que lo escuchaban con un corazón sencillo, bien dispuesto, las parábolas son una revelación de la verdadera sabiduría del mismo Dios. En los Evangelios hay muchas parábolas. Hablan de grandes misterios, aunque con mayor frecuencia se trata de las parábolas del Reino de Dios que se hace presente con la venida de Cristo. Hay también parábolas de la Divina Misericordia que nos presenta especialmente San Lucas. Se trata sobre todo de las tres parábolas de su Evangelio que de una manera admirable revelan la verdadera dimensión de la riqueza de la Divina misericordia. Jesucristo relata estas parábolas en un contexto concreto cuando los fariseos se ríen de Él, al mismo tiempo se escandalizan ya que trataba con los publícanos y pecadores. Estas parábolas que presenta San Lucas (que era griego), revelan también otra dimensión: hablan de la universalidad de la salvación, es decir, de que la misericordia de Dios primero fue revelada a Israel y no la recibió, pasa a los paganos que a los ojos de los judíos son publícanos y pecadores. La postura de superioridad, de desprecio a los demás es Parroquia de San José – Almería Página 174 totalmente ajena a Jesús por eso va a revelar con tanta fuerza la misericordia del Padre, quien ama a todo lo que es pequeño y débil. Primero Jesús habla de la oveja perdida. El Buen Pastor deja el rebaño para buscar una oveja que se perdió y cuando la encuentra la carga sobre sus hombros y regresa a la casa, invita a los amigos y vecinos para que se alegren juntos de la oveja perdida. "Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse" (Le. 15, 1-7). Se trata aquí del pecador en la búsqueda del cual Jesús vino a la tierra para tomarlo en sus hombros y llevarlo a la casa del Padre. El hombre que fue herido por el pecado no puede con sus propias fuerzas regresar a la justicia primitiva que perdió en el paraíso. Por eso, la obra de la salvación que realiza Jesucristo consiste en la renovación del hombre, en el cambio de su corazón, en la conversión. Los fariseos que se consideraban justos no podían entender la necesidad de la salvación. Para ellos, siempre va a ser escandalosa la misericordia que revela el Salvador. Ellos se ubican fuera de la salvación ya que consideran que les salva esta ley que cumplen. Sin embargo para los más pequeños y débiles es diferente. La Buena Noticia es esta maravillosa revelación de la misericordia de Dios manifestada por Jesucristo en estas parábolas. La parábola siguiente es de la moneda perdida que tiene semejante significado que la primera. Hay gran alegría de la moneda encontrada. Esta alegría abarca todo el ciclo cuando el Salvador encuentra a un solo pecador. La parábola más bella de la misericordia del Padre es la parábola del hijo prodigo. Vale la pena conocerla mejor. Fijémonos primero en la actitud del padre. Lo más característico en ella es entregar y respetar la libertad. No hay amor si quitamos al otro la libertad, si lo manipulo, chantajeo o si de alguna manera lo limito. El padre le entrega al hijo la parte de la herencia que le correspondía. De alguna Parroquia de San José – Almería Página 175 manera este es también un deber de justicia para con el hijo. La salida de la casa paterna, es decir, separación de las raíces, de la fuente, de la cual el hijo podría obtener la felicidad provoca que el padre se sumerja en un gran dolor. Se puede conjeturar que el padre preveía esta sucesión de los hechos, es decir, el sufrimiento de su hijo pero permitió que pase por esta experiencia porque solamente de esta manera podía comprobar por sí mismo que significa vivir lejos de Dios. En la postura del padre de esta parábola encontramos al Padre celestial que de una manera parecida actúa con nosotros. Nos da la herencia que Jesús nos ganó en la cruz. Dios nos dio en el sacramento del bautismo al Espíritu Santo sabiendo que esta herencia la íbamos a derrochar, que cambiaríamos esta riqueza por un plato de lentejas. A pesar de todo esto Dios se arriesgó creyendo que lo que sucedió con el hijo prodigo se va a repetir con nosotros, que experimentando este amor vamos a estar dispuestos para volver a Dios. Miremos todavía la más bella escena del regreso del hijo prodigo, ya que manifiesta de la manera más perfecta posible al mismo Dios, quien espera, sale de la casa, sale al camino, mira por la ventana. Significa esto que no se resigna a perder a su hijo, que solamente Él cree profundamente en el hombre, en su destino final. Él nos creo para sí mismo y sería una catástrofe mayor si no pudiéramos encontrarnos con Él. La escena del regreso del hijo prodigo es muy dinámica. Cuando el padre vio a si hijo de lejos salió corriendo a su encuentro, lo abrazó, lo besó. El hijo pretende recitar el discurso preparado de antemano pero el padre no le permite terminar como si quisiera decirle que todo esto no tiene importancia que ahora hay que festejar y alegrarse ya que el hijo de nuevo se encontró cerca de la fuente de la vida. Vale la pena mirar al hermano mayor que representa al pueblo judío y a todos los que se consideran justos. Aparentemente este hermano mayor es un buen hijo pero mirándolo de cerca vemos que su Parroquia de San José – Almería Página 176 amor al padre era fingido. El juzga a su padre: cuando volvió su hermano reprocha al padre su excesiva bondad, se escandaliza de la misericordia del padre. Esta postura sin duda no está ajena también a nosotros cuando nos escandalizamos de la manera de actuar de los demás y cuando vemos que los alejados regresan a Dios. Le reprochamos que tendría que tratarnos mejor, es decir, entregarnos algo más que un denario ya que hemos trabajado desde la madrugada. Pero los caminos de Dios son diferentes de nuestros caminos y lo vamos a entender cuando podamos saborear en algo lo que es la misericordia. Justamente esta escena del regreso del hijo prodigo nos presenta la esencia de la Divina Misericordia. El padre se conmovió profundamente pero esta no es una conmoción sentimental, es una conmoción de sus entrañas como dice la Sagrada Escritura. Esta conmoción no se relaciona con los sentimientos, con el corazón - como señala la palabra latina - misericordia. La palabra hebrea rahamim - misericordia procede de la misma palabra que el vocablo vientre y esto significa que la misericordia se relaciona más con el nacimiento. Dios nace de nuevo en nosotros. Su misericordia provoca que nos hagamos hombres nuevos, una nueva criatura y este es el don más maravilloso para los pecadores. Los publícanos y pecadores La verdad sobre la Divina Misericordia que se manifiesta en las obras y en la enseñanza de Jesús no sería completa sin recordar en este lugar las escenas del Evangelio en las cuales ésta misericordia se hace más visible. Particularmente se hace visible la relación de Jesús para con los pecadores y publícanos. Sería conveniente reflexionar juntos sobre quiénes eran los publícanos. Eran el grupo social más odiado por los judíos ya que colaboraban con los ocupantes romanos, además eran ladrones y estafadores que hicieron sus riquezas con el daño a los Parroquia de San José – Almería Página 177 demás. Cómo no sentir entonces rechazo hacia ellos, no separarse de ellos para manifestar de esta manera el desacuerdo con su modo deshonesto de actuar. Jesús no entra en esta corriente del pensamiento, no piensa según las categorías de nuestra justicia. Para nosotros el publicano es un hombre que se aprovecha de los demás y tendría que pagar por eso. Si alguien peca de esta manera, entonces tendría que recibir el castigo merecido. Jesús mira al pecado de una manera diferente, Él sabe bien que con el pecado no se relaciona ningún bien, ninguna ventaja para el hombre. Con el pecado siempre está relacionado el sufrimiento y la muerte. Por eso, el pecador es un hombre infeliz y por lo tanto digno de compasión y de misericordia. Jesús por esto se hace presente entre los pecadores y publícanos, porque solamente Él sabe en qué situación desgraciada se encuentran y Dios: no desea la muerte del pecador sino que se convierta y viva (Ezequiel. 18, 23). Dios no puede mirar impasible como sus hijos mueren a causa del pecado y por eso Jesús va a estar siempre entre ellos para que puedan reconocer su amor y convertirse. ¿Puede atraer a alguien el desprecio y el trato desconsiderado? El problema principal consiste en esto, si me reconozco a mi mismo como un pecador porque en este caso con toda seguridad voy a esperar el perdón, voy a desear que Dios no se acuerde de mis pecados. Tal vez entonces vaya a descubrir en otros pecadores a los hombres dignos de compasión y no de condenación. Al contrario, si me voy a considerar justo como lo hacían los fariseos, me va a resultar muy difícil tener la misericordia para los demás. Al fariseo le corresponde un trato especial de parte de Dios ya que lo merece por sus obras. El no necesita la misericordia. El hace un favor a Dios. Solamente un hombre pobre, pecador, pequeño en su incapacidad y en su sufrimiento puede abrirse a la gracia ya que se ubica ante Dios en un lugar adecuado, en tal lugar desde donde uno puede clamar por la misericordia. Parroquia de San José – Almería Página 178 No es posible en una reflexión tan corta mirar todas las obras y enseñanzas de Jesús. San Juan dijo: "no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirán” (Juan 21, 25). Sin embargo, incluso estos acontecimientos de los cuales hemos hablado, nos van a inducir a entender con mayor profundidad y a mostrarnos agradecidos por el don de la Divina Misericordia revelada por Jesucristo. Pidamos la gracia de entender la esencia de este amor. PADRE, ME PONGO EN TUS MANOS Carlos de Foucauld Padre, me pongo en tus manos. Haz de mí lo que quieras. Sea lo que fuere, por ello te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo. Lo acepto todo, con tal de que se cumpla tu voluntad en mí y en todas tus criaturas. No deseo nada más, Padre. Te encomiendo mi alma, te la entrego con todo el amor de que soy capaz, porque te amo y necesito darme, ponerme en tus manos sin medida, con infinita confianza, porque tú eres mi Padre. Parroquia de San José – Almería Página 179 Por hacer un resumen breve, hablaré de las comunicaciones privadas que tuvo la monja polaca -Sor Faustina Kowalska- con Jesucristo. En dichas comunicaciones, Jesús dijo a Sor Faustina que comenzara el culto a la Divina Misericordia. Dicho culto se explica más abajo, pero básicamente sirve como último asidero de pecadores reincidentes y Parroquia de San José – Almería Página 180 con pecados graves, o sea todos nosotros, lo digo por si alguien ya se había autoexcluido. Sor Faustina tuvo muchas conversaciones con Jesús y muchísimas revelaciones, las cuales plasma en un en libro bastante extenso que voy a tratar de resumir en sus aspectos más importantes. En esas revelaciones se tratan todos los temas importantes que afectan a los hombres y su relación con Dios. La muerte, el infierno, el purgatorio, la salvación, el pecado, la gloria de Dios, la personalidad y la doctrina cristiana habladas de primera mano por Jesucristo. Todo católico debe conocer este culto y practicarlo. Sus beneficios son inmensos en esta vida y en la otra. A continuación, empezaremos por un primer grupo de visiones y finalizaremos con un resumen del culto a la Divina Misericordia. El texto en negrita corresponde a palabras de Jesucristo y el texto en letra negra normal, a lo que relata sor Faustina. Imagen de Sor Faustina Parroquia de San José – Almería Página 181 Habiendo ya ingresado definitivamente en el convento, Sor Faustina tuvo una primera visión sobrenatural del Purgatorio, que resume en su diario así: Vi al Ángel de la Guarda que me dijo que le siguiera. En un momento me encontré en un lugar nebuloso, lleno de fuego y había allí una multitud de almas sufrientes. Estas almas estaban orando con gran fervor pero sin eficacia para ellas mismas, solo nosotros podemos ayudarlas. Las llamas que las quemaban, a mi no me tocaban. Mi Ángel de la Guarda no me abandonó ni un solo momento. Pregunté a estas almas que ¿Cuál era su mayor tormento?, a lo que me contestaron unánimemente que su mayor tormento era la añoranza de Dios. Vi a la Madre de Dios que visitaba a las almas en el Purgatorio, Las almas llaman a María “La Estrella del Mar”. Ella les trae alivio en su estancia en él, a la espera de poder lograr su salvación. Parroquia de San José – Almería Página 182 En cierta ocasión, Sor Faustina intentó penetrar en el conocimiento de la Santísima Trinidad, es decir, intentar responder a la pregunta: ¿Quién es Dios?. Tuvo una visión y al final de ella apareció el Salvador diciendo: “Quién es Dios en su esencia, nadie lo sabrá, ni una mente angélica ni humana. Trata de conocer a Dios a través de meditar sus atributos.” Prestar atención a esto. Sor Faustina tiene la visión de cómo será su Juicio Particular si en ese momento hubiese muerto. No perder detalle de que Sor Faustina es una religiosa que comulga todos los días y apenas conoce el pecado. Y sin embargo tiene un día de purgatorio. Tenéis que saber que ½ hora de purgatorio equivalen a 40 años en la Tierra. A partir de aquí que cada cual extrapole lo que tiene pendiente. “Vi claramente todo lo que no agrada a Dios. No sabía que hay que rendir cuentas ante el Señor, incluso de las faltas más pequeñas.”Jesús me preguntó: ¿Quién eres?. Contesté: Soy Tu sierva, Señor. Tienes la deuda de un día de fuego en el Purgatorio. Quise arrojarme inmediatamente a las llamas del fuego del Purgatorio, pero Jesús me detuvo y dijo: ¿Qué prefieres, sufrir ahora durante un día o durante un breve tiempo en la tierra?. Parroquia de San José – Almería Página 183 En esta ocasión Sor Faustina detiene un castigo divino contra una ciudad de Polonia, por medio de la oración repetida intensamente y el ofrecimiento al Padre de los sufrimientos del hijo. Es muy importante la oración de intercesión y para aplacar la Justa Ira Divina. Un día Jesús me dijo que iba a castigar una ciudad, que es la más bonita de nuestra patria. El castigo iba a ser igual a aquel con el cual Dios castigó a Sodoma y Gomorra. Niña Mía, durante el sacrificio, únete estrechamente Conmigo y ofrece al Padre Celestial Mi Sangre y Mis Llagas como propiciación de los pecados de esta ciudad. Repítelo ininterrumpidamente durante toda la Santa Misa. Hazlo durante siete días. De repente Jesús dijo: Por ti bendigo al país entero. Y con la mano hizo una gran señal de la cruz encima de nuestra patria. Al ver la bondad de Dios, una gran alegría llenó mi alma. Para hacerla desaparecer completamente de Sor Faustina, Jesucristo recurre a un acto simbólico: Jesús dijo a Sor Faustina: Te concedo el amor eterno para que tu pureza sea intacta y para confirmar que nunca experimentaras tentaciones impuras. Jesús se quitó el cinturón de oro y ciñó con él mis caderas. Desde entonces y gracias a esto no experimento ningunas turbaciones contrarias a la virtud, ni en el corazón ni en la mente. Parroquia de San José – Almería Página 184 Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: Jesús, en Ti confío. Quiero que esta imagen (…) sea bendecida con solemnidad el primer domingo después de la Pascua de Resurrección; ese domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia. Los elementos más característicos de esta imagen de Cristo son los rayos. El Señor Jesús, preguntado por lo que significaban, explicó: “El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la sangre que es la vida de las almas (….).Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos. En la parte de abajo – según la voluntad de Cristo – figura la firma: “Jesús, en Ti confío”. Esta imagen ha de recordar las exigencias de Mi misericordia, porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil. Parroquia de San José – Almería Página 185 El Señor Jesús dijo: que la Fiesta de la Misericordia sea un refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Las almas mueren a pesar de Mi amarga Pasión. Les ofrezco la última tabla de salvación, es decir, la Fiesta de Mi Misericordia. Si no adoran Mi misericordia morirán para siempre. “Quien se acerque ese día a la Fuente de Vida – dijo Cristo – recibirá el perdón total de las culpas y de las penas”. “Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre aquellas almas que se acercan al manantial de Mi misericordia Para poder recibir estos grandes dones hay que cumplir las condiciones de la devoción a la Divina Misericordia que son: 1) Confiar en la bondad de Dios. 2) Amar activamente al prójimo. 3) Estar en el estado de gracia santificante (después de confesarse). 4) Recibir dignamente la Santa Comunión. “No encontrará alma ninguna la justificación – explicó Jesús – hasta que no se dirija con confianza a Mi misericordia” Parroquia de San José – Almería Página 186 “Cuando la coronilla es rezada junto al agonizante – dijo el Señor Jesús – se aplaca la ira divina y la insondable misericordia envuelve al alma”. La promesa general es la siguiente: “Quienes recen esta coronilla, me complazco en darles todo lo que me pidan si lo que me pidan está conforme con Mi voluntad. “Cuantas veces oigas el reloj dando las tres, sumérgete en Mi misericordia, adorándola y glorificándola; suplica su omnipotencia para el mundo entero y, especialmente, para los pobres pecadores, ya que en ese momento, se abre de par en par para cada alma” El Padre Rózycki habla de tres condiciones para que sean escuchadas las oraciones de esa hora: 1. La oración ha de ser dirigida a Jesús. 2. Ha de ser rezada a las tres de la tarde. 3. Ha de apelar a los valores y méritos de la Pasión del Señor. Parroquia de San José – Almería Página 187 «Hija Mía, anima a las almas a rezar la Coronilla que te he dado. A quienes recen esta Coronilla, me complazco en darles lo que me pidan. Cuando la recen los pecadores empedernidos, colmaré sus almas de paz y la hora de su muerte será feliz. Escríbelo para las almas afligidas: Cuando un alma vea y conozca la gravedad de sus pecados, cuando a los ojos de su alma se descubra todo el abismo de la miseria en la que ha caído, no se desespere, sino que se arroje con confianza en brazos de Mi Misericordia, como un niño en brazos de su madre amadísima. Estas almas tienen prioridad en Mi Corazón compasivo, ellas tienen preferencia en Mi Misericordia. Proclama que ningún alma que ha invocado Mi Misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía en Mi Bondad. Escribe: cuando recen esta Coronilla junto a los moribundos, Me pondré entre el Padre y el alma agonizante no como el Juez justo sino como el Salvador Misericordioso.» Parroquia de San José – Almería Página 188 Jesús En Ti confío NOTA DE DERECHOS DE AUTOR Los textos de este libro han sido extraídos en su mayoría del libro “Milosierdzie Boze na nowo okrywane”, cuya traducción sería “La Divina Misericordia redescubierta” cuyo autor es Ks. H. Dziadosz SJ, Krakow del año 2001, así como de diversa información recopilada de la Biblia. Los derechos de las imágenes pertenecen a sus respectivos autores. Este libro ha sido editado para su uso en las clases que cursan en la Parroquia de San José de Almería, los miembros que aspiran a extender el conocimiento del mensaje de Jesucristo como Apóstoles de la Divina Misericordia. Año de nuestro Señor 2010 Parroquia de San José – Almería Página 189