Nació en la ciudad de México el 10 de mayo de 1892, y murió en la misma ciudad el 26 de enero de 1963. Pertenecía a una acaudalada familia originaria de Panamá y Portobello, pero de nacionalidad británica, que se instaló en México en 1840. Su abuelo paterno, del mismo nombre, fue uno de los fundadores de la Medicina en el México moderno; y sus padres fueron el licenciado Pablo Martínez del Río y Pedimonte, y Bárbara Vinent y Kindelán. Hizo sus estudios secundarios y profesionales en el colegio jesuita de Stonyhurst (Inglaterra) y a partir de 1910 en el Oriel College, de la Universidad de Oxford. Terminó su formación cultural en el norte de Europa, Grecia, España y el África. Regresó a México en 1914 y volvió a Europa para casarse en 1922 con María Josefa Fernández de Henestrosa, Marquesa de Cilleruelo, de la que tuvo cinco hijos: Pablo Ignacio, María Josefa (de Redo), Ana Francisca (de Corcuera), Carlos y Casilda (de Gómez Morín). En 1929, entró como profesor de inglés en el Conservatorio Nacional de Música, y de Historia de México en la Escuela de Verano de la Universidad Nacional, de la cual se convirtió en director (1932-1944). Desde 1931, fue catedrático de Historia Antigua, Medieval y Moderna en la Facultad de Filosofía y Letras, donde se recibió de Maestro en Ciencias Históricas en 1936 con su famoso libro Los Orígenes Americanos como tesis. Fue director de esa facultad en 1944-1945. Explicó la cátedra de prehistoria y protohistoria (1939-1941) y luego la de arqueología clásica en el Departamento, más tarde Escuela Nacional de Antropología, de la que fue también director (1944-1963), y la de Historia de México (en inglés) en el México City College, del cual recibió como reconocimiento la Medalla Fraternitas. A él se debe también la creación del Departamento de Prehistoria del Museo Nacional de Antropología, lo que conmemora una placa colocada, en 1963, en el edificio antiguo de ese museo, en la calle de Moneda 14. Con Rafael García Granados promovió la fundación, dentro de la Universidad Nacional, del Instituto de Historia, del que fue primer director (1945-1949), y de nuevo en (1956-1963). En el ámbito internacional, Martínez del Río desempeñó los siguientes cargos: Secretario general de la Delegación mexicana al Congreso Internacional de Educación, de La Habana (1929); Secretario general del XXVII Congreso Internacional de Americanistas (1939); y Vice-Presidente de es, congreso en su reunión de Nueva York de 1948. Fue presidente del Instituto Mexicano-Norteamericano de Relaciones Culturales desde su fundación; Vice-Presidente del Consejo de la Biblioteca Benjamín Franklin; consejero del Instituto Anglo-Mexicano de Cultura; miembro del Consejo de la Enciclopedia México; de la Junta Directiva de la Sociedad Central Hipotecaria; y por último Gerente de la Sucursal Alameda del Banco Nacional de México, y Administrador general, de 1951 a 1963, de la Fundación Mier y Pesado. Como arqueólogo, participó directamente en el descubrimiento del hombre de Tepexpan, y de la Cueva mortuaria de la Candelaria (Coahuila); y asimismo dirigió las excavaciones de Tlatelolco (1944-1948) durante las cuales se descubrió el Templo Mayor, y en las cuales fue auxiliado por un equipo encabezado por Robert H. Barlow y Antonieta Espejo. Ha escrito Edmundo O'Gorman que “las ruinas de Tlatelolco son en cierto modo un monumento a la memoria de Martínez del Río". Para Carlos Alvear Acevedo, don Pablo fue "algo más que un puro arqueólogo: fue, más que nada, un maestro” pero Jorge Gurría Lacroix apunta: "su obra científica antropológica fue magnífica porque en ella vertió su sólida preparación cultural, adquirida en los mejores centros universitarios del mundo". En 1916, fue editor de la revista La Nave, y más tarde de la Universidad Nacional de México, en donde escribió la sección "Del Extranjero". Como reconocimiento internacional de su labor de arqueólogo e historiador recibió sendos doctorados honoris causa de la Universidad de Nuevo México (1944) y del Macallester College (1947). Fue agraciado, también, con la presea de la Instrucción Pública, de Francia. Su interés versó siempre acerca de los orígenes del hombre americano y su obra más notable fue Los Orígenes Americanos (Porrúa Hnos., 1936; 2ª. edición, ARS, 1943; y 3ª. edición, ARS, 1952), obra de la cual Maldonado Koerdell escribe: "por su gran calidad científica y el conjunto de sugestiones que contiene para nuevos estudios, marcó un importante hito que cambió el rumbo de las investigaciones en su tiempo... es piedra fundamental del edificio de la prehistoria del Nuevo Mundo". Otros libros suyos son: Alumbrado (Porrúa Hnos., 1937), que es una biografía de Luis de Carvajal el Mozo; El suplicio del hacendado (Polis, 1938), una apología del antiguo hacendado; Por la Ventana de la Prehistoria (Polis, 1939); La Comarca Lagunera a fines del siglo XVI y principios del XVII (Instituto de Historia/Jus, 1954) y Un arte de escribir del siglo XVIII. Apuntes para la historia del rasgueado en México (UNAM, 1955). Son importantes sus artículos: "The antiquity of maize culturation in America" (en Actas del XXIIII Congreso Internacional de Americanistas, 1939); "La aventura mexicana de sir John Hawkins" (en Memorias de la Academia Mexicana de la Historia, 1944); y “Nota preliminar y resumen de los trabajos arqueológicos", I-XIV' (en Tlatelolco a través de los tiempos, sobretiro de las mismas Memorias, 1944-1950). Otros artículos y reseñas suyas han sido publicados, en México, entre otros, en los Boletines de la Academia Mexicana de la Historia y de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, los Anales del Museo Nacional, Investigaciones Históricas, Cuadernos Americanos, Revista de Estudios Universitarios, Absíde, La Nave, Letras de México, Revista de Estudios Antropológicos, Panorama Mundial, Síntesis, Boletín de Información al Extranjero, de Relaciones Exteriores, y en la prensa diaria y hebdomadaria; y en el extranjero en: Intellectual Cooperation (Nuevo México), Revista de la Universidad de La Habana, Bulletin of the Texas Archaeological Society, Modern Mexico (Nueva York), Arizona Quarterly, Ciencias Sociales (Unión Panamericana) y Amerícan Journal of Archaeology (Ann Arbor, Mich.). Tradujo al inglés nueve Guías del Instituto Nacional de Antropología e Historia; y colaboró en las siguientes obras colectivas: Homenajes a Rafael García Granados (INAH.) y a Alfonso Caso (INAH), México Prehispánico (ed. Ema Hurtado), Last Chance (ed. Clara Urquhart), Ensayos sobre la Universidad de México, La Cueva de la Candelaria (INAH) y Early Man in America (Austin, Texas, ed. L. H. Sellardri). "Martínez del Río apuntó el corpus de una verdadera prehistoria en el Nuevo Mundo -reza la Enciclopedia de México-: el ambiente geográfico, las características somáticas de los paleoamerindios, sus posibles rutas de migración, las fases iniciales de su desenvolvimiento cultural, las abstractas cuestiones lingüísticas y otros aspectos del problema de los pobladores más antiguos de este continente". Como profesor de historia, sus cursos fueron siempre amenos e instructivos; y dejó numerosos discípulos que se cuentan hoy entre los mejores historiadores mexicanos y norteamericanos. L. W