30 años, fecundos en el amor Cartilla N 334 Noviembre de 2013 El Proyecto del amor “Que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo” (Rom 13,8) P. Ricardo Facci Con esta reflexión deseo que cada matrimonio pueda concentrarse y revisar su proyecto de vida matrimonial. Un proyecto es la idea que se tiene de algo, que se piensa, se quiere y se busca llevar a cabo.Es un proceso que no depende de sueños ni utopías, sino que es sencillo, accesible, de entrecasa. Tener un proyecto supone tener una idea clara de lo que se quiere hacer o lograr, tener claro el fin que se persigue y detectar las posibilidades, capacidades y limitaciones, teniendo una visión clara de la realidad. Además, el proyecto exige que periódicamente uno se detenga y piense, evaluando el camino recorrido. Es importante saber que no todos los proyectos son iguales; si se los mide por el tiempo hay proyectos a corto, mediano y largo plazo. En estos últimos ubicamos el proyecto de matrimonio. Diría un proyecto de amor matrimonial. Es para toda la vida, claro no contiene cosas concretas porque la vida es insólita y sorprende con lo inesperado en cualquier momento, sino que se lo dibuja en grandes rasgos. Cuando se decide formar un matrimonio, una familia, se abre una dimensión que va más allá del proyecto personal; ya no solo se tiene “el yo”, sino que surge un compromiso para vivir juntos el nuevo proyecto. Ahora se construye “el nosotros”, y se comienza a buscar su realización: ¿Qué queremos conseguir juntos? ¿Qué sentimientos y acciones nos son comunes? ¿Cuáles no? El proyecto no es una imposición, se reflexiona, se discute, se tratan preguntas esenciales buscando respuestas, se lo lleva a la oración, se lo hace propio, porque al realizarlo se están dando lo mejor que tienen: la ilusión y la decisión de hacer realidad el proyecto. No se sabe qué sucederá a lo largo de la vida, pero en el proyecto, siempre se encuentra una guía, un punto firme que ayuda a orientarse en cada situación. El amor necesita entrega, tiempo, dedicación y cuidados. Todo lo que merece la pena requiere esfuerzo. Construir un proyecto no es un trabajo de un solo día, hay que vivirlo, enriquecerlo, actualizarlo continuamente. Entonces, es cuando se sabe cómo hacer para que la ilusión se haga realidad. Los mismos esposos son el proyecto, así lo han decidido. Quien no se involucra en el proyecto, no logra nada. Antes de empezar a reflexionar sobre cómo cultivar y mantener el proyecto del amor matrimonial, se ha de pensar que el matrimonio es un bien que incluye el deseo de ser y de hacerse felices mutuamente con una generosidad que debe ser recíproca. “Que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo”. Excluye el amor propio y pasa por alto las pequeñeces de adaptación de la convivencia dejando de lado el individualismo. El matrimonio nunca será el de dos egoísmos compartidos, aunque se comprende que se pueden tener intereses distintos. Más aún, el respeto mutuo excluye el instinto de posesión y de dominio que beneficiará tanto el amor del matrimonio, como el afecto y educación de los hijos. El amor del matrimonio es un sí a la fidelidad y al compromiso en el proyecto común de formar una familia. La construcción de ese proyecto de formar una familia se hace con paciencia. Piedra a piedra se hicieron preciosas catedrales, que parecen perfectas, no solo en cuanto a lo que se ve a primera vista, sino también en los cimientos, interior de columnas, estructuras del techo. Por eso, poco a poco, con paciencia. Vivir el proyecto de crear una familia hace lograr genialidades. Para esto, hay que dedicar tiempo para mantener la comunicación, porque sin diálogo surgen problemas y conflictos. A la luz del propio proyecto, los esposos pueden preguntarse: ¿Es nuestro hogar como un hotel donde se come, se duerme y poca cosa más? ¿Se sabe lo que agrada más a uno o al otro sin haber buscado tiempo para conocerse? Siempre se choca con la falta de tiempo, pero se ha de hacer lo posible por encontrarlo. Mal camino para el proyecto matrimonial, si no encuentran, los esposos, espacios para conversar y comunicarse. Además de vivir la comunicación, es necesario mantener la ilusión y el entusiasmo. Una ilusión que anima el camino matrimonial en la búsqueda de realizar el proyecto; que a los hijos y amigos les hará llegar a la conclusión de que pueden ser felices en el matrimonio. El proyecto debe cuidar de alejarse de la rutina y cultivar la capacidad de sorprender, especialmente, a través de diversas demostraciones de cariño, no permitiendo que invada el desaliento, porque cuando la rutina y el aburrimiento llaman a la puerta de una relación matrimonial, hay que cerrarla con llave y no dejar ninguna rendija abierta, para que no entre la monotonía. El proyecto común es lo que anima a una persona a amar a otra. Este proyecto hace que una pareja matrimonial, pueda girar en torno a él. Sin proyecto todo queda en un encuentro, en una etapa de la vida, en un vínculo efímero, corriendo el riesgo de que todo quede en la nada. Muchos matrimonios se separan a partir de que uno de ellos piensa que con “otro” u “otra” sería todo distinto y, por supuesto, se encuentran con relaciones similares, idénticas o peores. El 50% es lo mismo… Por eso, frente a desacuerdos matrimoniales, es necesario tomar conciencia que los problemas y dificultades son parte del camino del amor. No existe un proyecto de amor sin conflictos. Hay que dejar de lado los sueños fantasiosos de un matrimonio ideal, sin conflictos, como si lo único que permanece es el enamoramiento. Como algunos experimentan cierta frustración al ver que la realidad es diferente al ideal, piensan que eligieron erróneamente al compañero de camino, cuando el error es la idea de querer tener una pareja perfecta. Siempre es necesario vivir en función de lo posible, porque ni las ilusiones ni las fantasías son posibles, y hacen sufrir inútilmente. Es infantil sufrir porque uno no consigue lo imaginado. Hay una premisa que debe estar de modo consciente siempre, el vínculo matrimonial y la amistad, ayuda siempre al crecimiento personal. La relación de dos siempre suma, por eso vale la pena. Vale el dolor, el sufrimiento, la pena que genera la exigencia de la comunidad de dos. Amar duele, pero amar ayuda a ser plenos, a crecer. El amor duele porque contiene la exigencia del despojo del “yo” que busca y quiere el encuentro con el “tú”. Esto es parte esencial del proyecto del amor. Oración Señor Jesús, Tú que eres parte fundamental de un Proyecto de Amor, para la salvación y felicidad de los hombres, ilumina nuestro proyecto de amor, que participando del Tuyo, desea que termine en el encuentro definitivo con el Amor, con Dios mismo. Ayúdanos a vivir intensamente nuestro proyecto, que quiere la realización de ambos, proyectado hacia la de nuestros hijos. También, que tu gracia nos acompañe siempre ante las dificultades, propias del camino, para que nada impida la realización de nuestra ilusión y entusiasmo por lograr lo que un día proyectamos. Señor, contamos contigo, como verdadero arquitecto de nuestro proyecto. Amén. Trabajo Alianza 1.- Recordar el proyecto de amor de los primeros momentos de la vida compartida. 2.- ¿Qué aspectos de nuestro proyecto debe mejorarse? ¿Estamos los dos plenamente comprometidos en el mismo? 3.- En nuestro matrimonio, ¿están intactos la ilusión y el entusiasmo? 4.- ¿Qué nuevo aspecto podemos sumar o renovar en nuestro proyecto común? Trabajo Bastón 1.- En general, ¿los matrimonios tienen un proyecto común? 2.- ¿Qué aspectos debe contener un proyecto matrimonial? 3.- ¿Es común que los esposos se lamenten por no vivir ideales que nunca serán por no ver con claridad lo posible? 4.- ¿Cómo iluminar a las parejas jóvenes a que puedan realizar verdaderos proyectos matrimoniales? Asambleas Nacionales 2013: Guatemala 30/11-1/12; Chile 22-24/11; Perú 29/11–1/12; México 6-8/12. Participación obligatoria de las Comisiones Diocesanas, Animadores y quienes deseen. 2