Malamadre y el buen padre de familia. Miguel Lorente

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alamadre y el buen padre de familia
ntes de iniciar el motín
sólo era un preso por ho­
micidio, y. antes de en­
trar en prisión un hombre vio­
lento, de esos Que llaman "difíci­
les" quienes no los han mirado
de cerca y no han visto que sus
palabras siempre se cincelan so­
bre la realidad a golpes de vio­
lencia, para que nadie las olvi­
de, para que todos los recuer­
den. Pero antes de ser ese hom­
bre difícil probablemente fue
un joven problemático. y antes
de todo, desde el principio, fue
el hijo de una mala mujer, el
vástago de una mala madre.
y fue ese comienzo el que lo
marcó, con toda seguridad por­
que también estaba ya marcada
su madre, y como si se hubiera
tratado de una mancha en la
piel, del color de los ojos o de la
forma de los labios, le dio la he­
rencia del rechazo y la culpa
con un nombre tatuado por los
demás, Malamadre.
La maja influencia de la ma­
dre sobre los hijos y las hijas es
uno de los elementos qué la cul­
tura ha destacado como parte
del mito de la maldad de las
mujeres. Una pieza clave que
ha sido situada en los contextos
más diversos, desde la litera­
tura en forma de madrastras y
personajes perversos. hasta en
la ciencia a través de tras­
tornos producidos por las rela­
ciones traumáticas entre ma­
dres e hijos.
Nadie se ha preguntado por
qué los padres han estado au­
sentes en las relaciones afectI­
vas íntimas con los hijos, ni tam­
poco se cuestiona si tienen algo
Que ver con que la mujer sea
una mala madre. Ellos son el
"buen' padre de família" que el
Derecho establece como refe­
rencia, de ahí que sus obligacio-
S,
La 'mala influencia'
de la madre sobre los
hijos es otro mito de
la cultura machista
nes sean otras y giren sobre
cuestiones materiales.
La reflexión no es gratuita, y
refleja una realidad presente en
la actualidad que, además, trata
de ser potenciada por el posma­
chismo como forma de recupe­
rar el poder perdido ante el
avance de la igualdad.
No hay que irse muy lejos, ni
en el tiempo ni en la distancia,
para encontrar situaciones im­
pregnadas por los mismos valo­
res que llevan a situar la conduc­
ta de Malamadre en un proble­
ma de relación maternofilial.
Hace unos meses, un juzga­
do retiró la custodia de una hija
a la madre por "desobediencia"
y se la entregó al padre conde­
nado por malos tratos. Según
este razonamiento, el que una
madre reivindique en vía judi­
cial una serie de medidas y ex­
ponga los problemas que sur­
gen en las nuevas circunstan­
cias, entre ellos los conflictos
en las visitas con el padre mal­
tratador, afecta más al normal
desarrollo de los menores que
el hecho de convivir con un pa­
dre condenado por violencia de
género. que nunca se ve im­
pregnada de maldad.
Un maltratador no es un mal
padre. pero plantear ante un
juzgado que un hijo no quiere
acudir a encontrarse con él es
motivo de todo tipo de críticas
contra la mujer, que es presen­
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tada como una manipuladora
alienante y, por supuesto, como
una mala madre Que causará
importantes secuelas en sus hi­
jos, alguno de tos cuales termi­
nará en una prisión y originará
un motín alentado por el resto
de presos al grito de "¡Ánimo
Malamadre'''.
Nosotros somos hombres que
hemos conocido de cerca la vio­
lencia de género como conse­
cuencia de nuestro trabajo, y por
más Que impacta el resultado de
las agresiones, aÚD duele más pe­
netrar por el entramado que ha­
ce posible esta violencia, que la
rodea para ocultarla, para silen­
ciar el eco sordo de los golpes y
el lamento del dolor que genera.
Que aísla a quienes la sufren,
Que las responsabiliza por ser
malas madres y malas mujeres,
y Que las separa de la realidad
que habitamos para hacer de la
ocultación invisibilidad, y de és­
ta, inexistencia.
El verdadero motio hay que
hacerlo extramuros, debe ser
esa transformación social la que
haga incompatible la libertad y
la igualdad que reconocemos co­
mo valores superiores, con la
existencia de celdas en Las que
son atrapadas muchas mujeres.
ya en 2010 y, de no actuar frente
al posmachismo, aún más en
2011. Una reacción que deberá
ser protagonizada por quienes
ahora también son llamadas por
razones diferentes "malas ma­
dres" y umalos padres", mujeres
y hombres Que han roto con los
barrotes de los roles tradiciona­
les para vivír y crecer sobre la
igualdad y la libertad.
Miguel Lorente es delegado del Go­
bierno para la Violencia de Género y
Luís Tosar es actor, protagonista de
Celda 211.
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