BAIJMANN, Gerd El enqnza nzrdtic~~ltr~ral. Un replantearziento de las identida& nacionales, étnilils y religiosas. Barcelona: Paidós, 2001, 207 pp. Núria Montserrat Farré i Barril El objeto de esta recensión es la última obra del antropólogo alemán Gerd Baumann, traducción al español de la edición original inglesa de 1999. Baumann es colaborador del Centro de Investigaciones sobre la Religión y la Sociedad de la Universidad de Ámsterdam, y autor también de Contesting Cultare: Disco~~rse of Identity in Mr~lti-Etbnic London (1996). Inicialmente se trataba de una obra dirigida a los propios alumnos de Baumann, con un claro objetivo: acercarles la controvertida problemática del multiculturalismo. Así, nos encontramos ante un escrito sintético, con las limitaciones que ello supone, conciso, clarificador, dotado de un indiscutible valor didáctico (cf. distribución bibliográfica, claridad del esquema estructural del libro y propuestas de investigación): en definitiva, un libro útil a los estudiantes pero también a todo aquel que se interese por el tema, sea por primera vez, como introducción y guía, o como reflexión general para los ya "iniciados". ¿Cómo engranar en un estado justo e igualitario a aquellos que creen en una cultura nacional unificada, los que basan su cultura en su identidad étnica y los que consideran su credo religioso como su cultura? Este es el enigma multicultural que Baumann plantea y para abordarlo se nos invita a una exploración de los elementos que caracterizarían una verdadera sociedad multicultural (como la entiende el autor). El multiculturalismo presentado como enigmático nos lleva a cuestionarnos como se puede establecer un estado justo e igualitario. Para dar una respuesta, el autor considera ineludible la reconsideración de la religión como base cultural, la etnicidad y la nacionalidad. De esta estimación nacería un interés básico por el significado y la creación de cultura. En definitiva, Baumann intenta mostrarnos que el multiculturalismo es una nxeza e znternamenteplz~ral,puesta en prdcti~ilde la mltwa aplicada a ~ n ruisruo o y a los der~~ás. En este sentido, se nos presentará como el multiculturalismo trasciende sus viejos límites y deviene, con un alma indiscutiblemente plural, una nueva práctica de la cultura aplicada a uno mismo y a los demás. Se tomarán como centrales los casos concretos de Europa y América, puesto que en ambos continentes se intenta desentrañar el "enigma", aunque cada uno lo haga de manera específica y particular. Esta doble vertiente de un doble propósito nos aboca a la conclusión de que no existe nada a lo que se le pueda llamar sociedad multicultural 192 Llibres dentro de los límites del Estado-nación. El autor enfatiza la importancia de esta elección arguyendo que a pesar de que el enigma multicultural hunda sus raíces en América, los intentos más variados de resolverlo se hallan en el continente europeo. En referencia al tercero de los focos multiculturales, la religión, el autor concentra su esf~~erzo en una sola fe, el Islam en Occidente, en tanto que lo considera el ámbito más conflictivo y así también el más revelador de la incógnita multicultural a través de los dos continentes. Partiendo del ideal multicultural, es decir, de ese anhelo de visión permanente de igualdad a través de todas las diferencias culturales, Baumann busca e investiga diestramente las bases del pensamiento multicultural. Inicia su andadura repasando tres concepciones de derechos que aportan promesas parciales con vistas al fomento de una sociedad multicultural: los derechos humanos, inclusivos y diversos pero de difícil cumplimiento; los derechos civiles, cuya realización resulta ser relativamente más fácil, -aunque frecuentemente se limitan a los ciudadanos, sin servir para salvar las desigualdades de raíz nacional, étnica o religiosa- por último, los derechos comunitarios, derechos que plantean delicadas cuestiones, como pueden ser aquellas concernientes a qué comunidades deben reconocerse y cuáles no, su expresión dentro de un sistema democrático, etc. Al abordar el primero de los vértices del triángulo multicultural donde se enclava el Estado-nación, Baumann destaca como éste, a pesar de declararse postétnico, reemplaza los lazos étnicos por otros de carácter asociativo racional; sin embargo, lo que se nos desvela en última instancia es la omnipresencia de una ideología pseudotribal. A ello se le uniría el hecho de que, aunque postulando la sustitución de la comunidad religiosa por un consenso secular sobre una base común (esto es, religiosamente neutral), aparecen ideologías de cultura cívica, una religión civil con mayúsculas. Por otra parte, la posición esencialista que representa la identidad étnica y la denominada "etnopolítica" queda invalidada dado que la etnicidad es presentada como una mera estrategia de acción social elaborada y manipulada por las élites. A la par, las religiones serían sextantes influidos por el contexto, como todo. A pesar de lo defendido, el autor tiene muy claro en todo momento que la mejor manera de asegurar los mismos derechos para todos es participar en las culturas cíviconacionales aunque se recuerde la imposibilidad de aceptar las identidades nacionales como postétnicas o no religiosas. También las identidades étnicas son necesarias para vencer la misma discriminación étnica, pero no son naturales, (no son Jangve sino más bien z~zno)y debe vigilarse su influencia en las élites interesadas, como sucede con las nacionales y las religiosas. En este punto debe destacarse la significativa utilización del término "identificación" en lugar del de identidad: la identidad nacional, étnica y religiosa resultan ser identificaciones ligadas a una visión reificada de la cultura. En este sentido, 1 ~ el multiculturalismo sería una forma nueva de entender la cultura como algo que tenemos y de lo que participamos también siendo creadores y moldeadores. Resulta evidente que de este modo, la visión esencialista de la cultura podría devenir un entendimiento procesual o incluso discursivo de la cultura. Toda manifestación multicultural debería, según Baumann, evitar la reificación de las identidades nacionales, étnicas o religiosas, siendo plenamente conscientes de que las identidades son identificadores en un contexto, siendo flexibles y dependiendo de las diversas situaciones. Baumann también expone su idea de que es posible descubrir un discurso procesual de la cultura: las diferencias se relacionan y se entrecruzan; la vida social es una especie de red elástica, entrelazada, creando un tejido de múltiples identificaciones. Así, de una noción reificada de la cultura hemos pasado a otra de procesual, hasta llegar finalmente a una comprensión discursiva. La conclusión que se extrae es nítida: todas las identidades son identificaciones, la totalidad de éstas últimas es dialogística y todos los intentos por conseguir un sueño común son prácticos. En este sentido, una parte especialmente interesante del discurso del autor es la aguda crítica dedicada a los 2001), de presupuestos de Charles Taylor (comparar con Sartori, La sonedad m~~ltiétnica, la que se extrae la necesidad de reconocer la naturaleza dialogante de todas las identificaciones ya que la sociedad multicultural es ese tejido elástico de entrecruzadas identificaciones e interdependiente de una situación determinada. Es lo dialogante de las identidades y las distintas identificaciones culturales lo que en la sociedad multicultural debe atravesar los reificados límites de las demás. Es evidente que en la lectura de las propuestas de Baumann se encontrarán algunas carencias, como puedan ser una más amplia perspectiva de los contextos políticos e históricos del multiculturalismo o el gran número de aserciones, referentes a la naturaleza de la identidad étnica y religiosa o bien al estado-nación, que en ocasiones parecen cuestionable~en diversas vertientes; pero sin duda que el balance final es positivo. No es necesario remarcar la importancia de la temática central del libro de Baumann, pero sí lo es recordar que en todos los aspectos tratados día a día encontramos propagandas, preocupantes o esperanzadoras, que preconizan una sociedad mejor, más avanzada; es en esta línea que debemos preguntarnos: jmejor para qué, para quién?, jmás "avanzada" en qué sentido? Después de haber realizado un exhaustivo ejercicio crítico -porque, no nos engañemos, la reflexión sobre la diversidad cultural y nuestra actitud frente a ella es crucial e insoslayable por más intrincada que sea- descubriremos en ocasiones propuestas teleológicamente perversas, sesgadas por intereses varios (aunque para otros, más que legítimas, sean encarecidamente "deseables" --eufemística concesión del lenguaje), en otras, a pesar de la voluntad empleada, veremos como el bondadoso castillo de naipes se hunde sin remisión, tristemente, y los buenos propósitos quedan en nada ... 1 A pesar de todo debemos continuar buscando, aprovechar los elementos que la sociedad en la que estamos inmersos nos ofrece a diario para que con sólidos, aunque siempre flexibles, fundamentos construyamos nuestra propia reflexión, ya no sólo como científicos sociales, también como ciudadanos anónimos, personas observadoras de nuestra propia realidad, siendo a la vez capaces de tomar una actitud crítica, profun~ l t una ~ ~ rpalabra ul esa damente reflexiva. Si tuviésemos que definir E l enigwzu ? ~ z ~ ~ l t i c ~con sería su antiesencialismo: se reseñan varios casos de falsa homogeneización de categorías, reivindicándose una vez más esa red elástica, entrecruzada, de identificaciones situacionales. Y quizás sea en este punto, anclado en su antiesencialismo, que Baumann parece olvidar la importancia que el propio esenciaiismo debería tener en su critica puesto que nos estamos refiriendo a una realidad sociológica que en muchas ocasiones nace y se nutre de él. Finalmente, apuntaremos dos cuestiones. La primera: Baumann se refiere a identidades nacionales, étnicas y religiosas; pero ¿dónde colocar las identidades que no encajan con ninguno de estos tres ámbitos? La discriminación de personas discapacitadas, de las mujeres o de gays y lesbianas trasciende fronteras étnicas y nacionales: se da en minorías nacionales y en grupos étnicos, tanto como en el seno de culturas mayoritarias y estados nación homogéneos, y en todos estos niveles debe ser combatida. Por lo que podríamos decir que una teoría adecuada de los derechos de las minorías culturales debe ser compatible con las demandas justas de los grupos sociales desfavorecidos. Se establecerían entre las demandas de estos movimientos sociales y las reivindicaciones de los grupos étnicos importantes analogías dado que unos y otros han sido excluidos y marginados a causa de su "diferencia", aunque unos lo sean dentro de su propio grupo nacional o étnico y los otros no. Por otro lado, es indudable que la dependencia estructural de los países del denominado tercer mundo respecto a los países desarrollados genera un universo de dominación social, trasfondo de obvias y gravísimas injusticiris. Los destinatarios son personas, inmigrantes que se han vendido a un sueño que muy probablemente se hunda en las ciénagas de la vieja Europa o se esfume en "El Dorado", en realidad plomizo, de América del Norte. Si tienen la suerte y sobre todo la posibilidad de poder establecerse, algunos de ellos se encontrarán con un escollo: los problemas de integración en valores sociales y culturales distintos sin perder algunos elementos de su identidad pronto aparecen. Un estado democrático no puede hacer gala de un paternalismo que lo lleve a ser indulgente con comportamientos individuales y prácticas sociales que pev se constituyen una violación de la dignidad y de los derechos de las personas. Baumann nos ofrece algunas pistas para conseguir este delicado equilibrio.