SEMBLANZA DE JOSÉ MARÍA FIDALGO Rafael Álvarez Gil1 Durante mi etapa universitaria en Madrid tuve la ocasión de conocer a dos de los máximos dirigentes que ha tenido Comisiones Obreras. Marcelino Camacho y José María Fidalgo. Pero fue con este último con quien tuve la oportunidad de establecer un trato más intenso y posterior amistad. En el ámbito de las tertulias nocturnas que organizamos en el Colegio Mayor, él fue nuestro invitado en distintas ocasiones. Fueron siempre cenas acompañadas, hasta altas horas de la noche, de profunda reflexión y debate político. Este fin de semana, el IX Congreso de Comisiones Obreras eligió por muy poca diferencia, pero con legitimidad democrática, a Ignacio Fernández Toxo como su sucesor. Culminó los ochos años de liderazgo de José María Fidalgo y cerró la puerta a un tercer período extraordinario. Ahora que la central sindical comienza una nueva etapa, me permito compartir en unas líneas la semblanza del sindicalista que conocí. Comenzó su espíritu contestatario mientras estudiaba Medicina en la Universidad de Valladolid. En el retrato de una España setentera, anodina y gris que comenzaba a despertar. El primer reto que conquistó con sus amigos: ampliar la hora de llegada nocturna al Colegio Mayor con el fin de poder pasar más tiempo con las respectivas novias de alrededores. Por supuesto, lo consiguieron. Cosas de la juventud. Luego vinieron las reivindicaciones del MIR en 1 Secretario de Comunicación del PSC-PSOE. el hospital. Y entonces, poco a poco se inició un viaje vital que le llevó al sindicalismo. A todos nos ha ocurrido, que hay ciertas personas con las que estaríamos hablando sin límite alguno. Son esos momentos que compartiendo la palabra conseguimos dar contenido a nuestras horas. Y si bien Marcelino Camacho leyó hasta la Biblia en la cárcel, José María Fidalgo no ha sido menos. Estudió Medicina, pero puedo asegurar que lee sobre economía, filosofía, teología y tantas otras cosas. Se trata de una de las cabezas mejor amuebladas del país. Todo un lujo si le sumamos su rectitud y altura de miras. Porque él es una de las personas que han vivido para el sindicalismo y no del sindicalismo. No ha necesitado del sindicato, partido político u otro agente social para cotizar a la Seguridad Social. Y eso amigos se nota, tanto en la libertad individual como en la facilidad de poner sobre la mesa lo que se piensa. Ejerció siempre un sindicalismo responsable, apoyado más en la concertación social que en la épica de la huelga. Conocedor de que en las huelgas generales hay personas que pierden su puesto de trabajo y que se trata de un instrumento de reivindicación social que hay que saber calibrar con sumo cuidado. Ha liderado siempre un sindicalismo en hora a los tiempos. Porque no nos engañemos, más allá de la pana y de las novelas de aire sesentayochista con historias amorosas por medio de jóvenes marxistas, el sindicalista que se la juega hoy en día se encuentra en la sucursal de banco y no en los astilleros. Una vez me comentó, que prefería antes perder una votación que perderse a sí mismo. Su plenitud personal es de las que dejan estela en los demás. José María, gracias por lo que has hecho por este país. Dicho esto, mucha suerte Toxo.