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Un reaccionario lidera la línea sindical
anti-obrera de CC.OO.
Después de que, el 1º de mayo pasado, Fidalgo
valorara la posibilidad de terminar con la violencia y por
fin conquistar la deseada paz en Euskadi, con unas
frases que las hubieran firmado los Rajoy, Zaplana y
toda la militancia del P.P., llega después el día 9 y firma
una reforma laboral que aumentará la precariedad y
abaratará el despido, trasvasará enormes recursos a la
patronal: un acuerdo claramente desequilibrado a favor
de los empresarios, si añadimos que toda la negociación
se realizó a espaldas de los trabajadores, sin
conocimiento ni debate entre afiliados y trabajadores/as,
decisión tomada en exclusiva por la cúpula fidalguista.
Ahora, el 18 de mayo, en una entrevista a CNN+,
este vendedor de trabajadores que es el Sr. Fidalgo
empieza criticando el ALBA, acuerdo suscrito por Cuba,
Venezuela y Bolivia, apostando por el ALCA y la
necesidad de negociar con los EE.UU. que, aunque del
norte, también son americanos y es el acuerdo con más
futuro. El ALBA, según Fidalgo, no lo tiene y el proceso
de nacionalizaciones emprendidas por el presidente
boliviano Evo Morales sólo perjudicarán al pueblo
boliviano. Afirmó que los países que no tienen economía
de mercado, en la mayoría de los casos, no tienen
democracia. Se atreve incluso a criticar la falta de
derechos humanos en la mayoría de estos países sin
economía de mercado.
Debe entender por democracia la que él y sus fieles
colaboradores practican en CC.OO, firmando acuerdos y
pactos perjudiciales al máximo para el proletariado, al
margen de la clase, afiliados e incluso a espaldas de los
representantes del 40% de la afiliación sindical de
CC.OO miembros del sector critico y otros, poniendo
incluso las reuniones de la comisión ejecutiva confederal
por las mañanas, para impedir la participación del sector
critico que no cuenta con liberados, y represaliando a los
disidentes.
Creemos que el Sr. Fidalgo debería volver al
ejercicio de su profesión como traumatólogo. Si es que
realmente sirve para ejercerla y no traiciona el juramento
hipocrático, como habitualmente traiciona a los
trabajadores.
Otra alternativa por la que puede optar es emigrar a
Francia donde, más que el frente anti-CPE, será el
Frente Nacional y el Sr. Le Pen quienes le reciban con
los brazos abiertos.
Debemos confiar que un mínimo de dignidad pueda
quedar en sus colaboradores que les lleve a pedir la
dimisión de este “democrático personaje”, muy valorado
por la patronal y el estado burgués que la respalda.
¿Dónde puede quedar la confianza de la clase
obrera en un personaje que defiende el capitalismo,
cuando su función debería ser combatirlo? Por eso, la
clase obrera en su conjunto y en particular los afiliados,
con el sector critico a la cabeza, deberían hacerle una
critica consecuente, y lo más consecuente sería su
separación de la dirección y de la ejecutiva confederal.
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