Los fundamentos de la teología moral a partir del Concilio Vaticano II

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Franciscanum. Revista de las ciencias del
espíritu
ISSN: 0120-1468
franciscanum@usbbog.edu.co
Universidad de San Buenaventura
Colombia
TÉLLEZ CASAS, José Wilson
Los fundamentos de la teología moral a partir del Concilio Vaticano II
Franciscanum. Revista de las ciencias del espíritu, núm. 143, 2006, pp. 75-84
Universidad de San Buenaventura
Bogotá, Colombia
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=343529894006
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los fund~~~rtos d~}~,teología
moral;; m par~~i r,,~,gJ,Conci Iio
Vaticano 11
Fray José Wilson TÉLLEZ CASAS,
o.
F. M.'
Debo comenzar esta intervención, clarificando el porqué del título que acompaña
la ponencia: Los fundamentos de la teología moral a partir del Concilio Vaticano JI.
Tarea que me parece oportuna y necesaria puesto que con el título en mención no
pretendo afirmar que el Concilio Vaticano n haya delimitado o definido 'nuevos' fundamentos a la moral católica. El interés de los padres conciliares debe fijarse, más bien, en
recordar cuáles son esos fundamentos que desde siempre han acompañado la reflexión
de la teología moral en la Iglesia, sólo que con una mirada más pluralista, más
interdisciplinaria y desde luego más histórica y hermenéutica.
Ahora bien, ¿a qué me refiero con la expresión fundamentos? A aquellas líneas
esenciales en y para la reflexión de la teología moral. Un ejemplo concreto de lo que
acabamos de decir es el concepto conciencia, que es presentado en el Concilio con una
isión, no ligada al pecado y/o a la falta, sino por el contrario, estructurada en tomo a la
scatología l .
En esta misma línea de inquietudes ¿podemos afirmar que el Concilio Vaticano n,
interesó en la teología moral? ¿No sería más conveniente afirmar que la mención de
moral y en particular de la teología moral es pasajera y no sistémica?
Decano de la Facultad de Teología en la Universidad de San Buenaventura - Bogotá. Especialización en
Pensamiento Estratégico y Prospectiva, Universidad Externado de Colombia (en curso) Magíster en
Teología Moral del Instituto Católico de París (2005) Licenciado en Teología por la Universidad de
San Buenaventura (1998) Licenciado en Filosofía por la Universidad de San Buenaventura (1992).
RüMÁN-FLECHA J. Teología moral fundamental. Madrid: BAC, 2001. p. 66
JOSÉ WILSON TÉLLEZ CASAS
Si bien, llama la atención el hecho que
ningún documento conciliar se haya dedicado exclusivamente a la moral, salvo las
menciones explícitas contenidas en la O.T.
numeral 16, para los padres conciliares el
tema de la moral debía ser, por su importancia e interés, un aspecto transversal en
sus reflexiones, es así que la Constitución
Gaudium et Spes, a lo largo de sus capítulos toca aspectos esenciales y fundantes
en y para la moral cristiana, a saber:
1. La dignidad de todo hombre, manifestada en su identidad de ser imagen
de Dios. (OS 12-15).
2.
La conciencia eclesiológica y escatológica, presentada como base para un
diálogo ético que una a los creyentes
con los demás hombres.
3.
La importancia de la índole comunitaria
de la vocación humana (OS 24-25.30).
4.
La justicia y la caridad que exigen una
mayor atención a las necesidades sociales y un mayor cultivo de la responsabilidad y participación social
(OS 31).
5.
La exigencia del bien común, que no
suprime, sino que realza la dignidad y el
respeto debido a toda persona (OS 28).
efr. Ibíd p. 67-68
6.
El valor y la autonomía de la actividad del hombre en el mundo, así
como el valor humanizador del trabajo (OS 33-34).
7.
El concepto de pecado, en su triple
relación a las cosas, a los demás hombres y al mismo Dios (OS l2-l5f.
Por lo anterior, podemos constatar que
la reflexión de la Teología Moral, en el esquema del Concilio Vaticano n, no se define por una serie de conceptos que buscan hacer una sistematización de la moral.
Sin desconocer, sin embargo, que la reflexión y la postura de los padres conciliares, respecto a los principales fundamentos
de la moral, son orientadores, permitiendo a
los teólogos moralistas un acercamiento y
diálogo con la teología dogmática y bíblica
en particular, pero a la vez con otras aproximaciones al hombre en su ser y quehacer
como la filosofía, la antropología, la sociología y la psicología. Más que aportes contenidos en un texto, los documentos del
Concilio recogen la inquietud para que la
moral cristiana ayude en la tarea de acercar el hombre al mundo contemporáneo.
y este, a mi juicio, es uno de los grandes
aportes conciliares a la reflexión de la teología moral, que ésta no se convierta en
un manual de prohibiciones o recomendaciones, sino, en un campo de reflexión
Los FUNDAMENTOS DE LA
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TEOLOGíA MORAL A PARTIR DEL CONCILIO VATICANO
1/
otra cosa que la vivencia del Evangelio en
un mundo cada vez más secularizado y
alejado de Dios.
teológica que tenga como punto de partida la fe, como objetivo la humanización y
como núcleo y eje de reflexión, una historia y cultura particular que debemos asumir sin temor, ni temblor. La moral cristiana centrada en la Revelación y basada,
no en el exclusivo cumplimiento de normas o leyes, sino en el seguimiento de una
persona concreta, Jesucristo, nos permitirá hablar en y a nuestro mundo de imperativos y exigencias éticas que no buscan
Ahora bien, ¿cómo podemos concretizar el aporte del Concilio Vaticano n a la
reflexión de la teología moral? En dos grandes líneas: la primera, los temas fundamentales a la moral y la segunda, de orden
metodológico, la forma como se ha de
presentar la teología moral hoy.
los temas fundamentales de la te()I01~ía moral
el norte y guía del hombre. Más aún, la
antropología conciliar no es vista ni entendida sin una relación estrecha con la
No es fácil hacer una sistematización,
de los aportes hechos por el Concilio. Quiero detenerme, en los que considero, son
cristología. El Concilio, puntualiza que es
Jesucristo, imagen del hombre nuevo,
como el hombre puede revelarse a sí mismo (GS 22) Jesucristo es el nuevo Adán,
los aspectos que pueden catalogarse como
fundamentos de una moral y ética cristianas hoy.
El primero, la reflexión antropológica. Para el Concilio Vaticano n, la visión
el hombre perfecto. El cristocentrismo del
Concilio se sitúa en un contexto de pensamiento que, a su vez, nos envía a condiciones antropológicas con las que conser-
del hombre se fundamenta en una autonomía que no desconoce, ni niega la teonomía
preconciliar. Es decir, que si bien, el esfuerzo del Concilio se centró en colocar al
hombre en el núcleo de la reflexión sobre
va una relación vitaP.
su libertad y autonomía, dándole la responsabilidad requerida, no se alejó de una
El moralista KIaus Dernmer al hablarnos de las implicaciones antropológicas de
la fe, en el Concilio, nos aclara que la com-
visión eclesial en la que Dios sigue siendo
prensión de la moral se presenta en una
xión
Cfr DEMMER, Klaus "Christologie, anthropologie, théologie 1I1orale. Attentes suscitées par l'histoire
d'Optata1l1 Totius" 16. En: R. Latourelle, Vatican 1/: Bilan et Perspectivas. París: Edítions du Cerf,
1988. p. 504.
77
JosÉ WILSON
TÉLLEZ CtSAS
doble dimensión: la "elevación" del hombre por medio de la gracia y la salvación
(curación) del hombre herido por el pecado. La naturaleza "elevada" y la naturaleza
"curada" (redimida) indican la "transfiguración" del hombre provocada en y por
Jesucristo.
Así, en la visión antropológica de la
moral, se debe tener presente que, para el
Concilio, Cristo es el modelo de toda perfección humana (GS 40). El comportamiento ético del hombre busca la creación
de un hombre nacido del Espíritu y orientado por el Maestro. Por ello, puntualiza el
documento conciliar, "el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del
Verbo encarnado" (GS 22).
El segundo fundamento de la moral
es la visión eclesial dibujada en el Concilio. Los padres de la Iglesia nos dejan una
Iglesia-comunión en la que el compromiso del creyente se convierte en una verdadera misión y responsabilidad. En este sentido, la moral cristiana, desde Gaudium et
Spes, recuerda su compromiso social.
Podemos afirmar que la moral "marca"
Vaticano n no se centra exclusivamente
en la vida íntima del creyente, más allá de
lo que podemos llamar "pecados sexuales" se encuentra la responsabilidad social
del creyente que comprende que la moral
no es simplemente un conjunto de normas
y/o leyes que se deben acatar, sino que
ésta exige un compromiso serio y radical
con el hermano. "La exposición de la teología moral no debería ya caer en un
reduccionismo antropológico; en un individualismo que pretenda ignorar la comunidad; en un evasionismo que desconozca
el carácter itinerante del pueblo de Dios"4.
El tercer fundamento de la moral en
el Concilio es "la utilización" de la Palabra de Dios por parte de la moral. Dos
preguntas nos pueden acompañar en esta
breve reflexión: ¿Cuál es el papel de la revelación divina en el campo de la ética cristiana? O para ser más claros: ¿Cómo el
moralista y en general todo creyente, debe
leer la Escritura para sacar de ella una enseñanza moral?
En otras palabras nos proponemos,
apoyados en el Concilio, establecer la relación fundamental que existe entre la Sagrada Escritura y la moral. Dicha relación
encontró un eco e interés particular durante el Concilio Vaticano n. Los padres
conciliares hablaron breve pero muy fuerte de la relación que debe existir entre la
Palabra de Dios y la teología moral. Después de haber formulado en Dei Verbum
PINCKAERS s. o. P. Les sOllrces de la morale Chrétielllze. Paris: Editions du Cerf, 1993. p. 315
Los FUNDAMENTOS DE lA TEOLOGíA MORAL A PARTIR DEL CONCILIO VATICANO II
moral
24 el deseo general para que el estudio de
armas
'adical
la Sagrada Escritura sea como el alma de
la Sagrada Teología, el Concilio utiliza en
Optatam Totius 16,4, decreto sobre la for-
la teo-
mación de los presbíteros una fórmula
dida en que antes del Concilio la tarea de la
en un
precisa:
teología moral no era otra que determinar
a que
1 indi-
epistemológica: ¿podemos y debemos referimos a la Escritura en Mora1?5.
La pregunta es importante en la me-
el carácter específico y el contenido de la
camu-
Téngase especial cuidado en per-
"ley nueva"6. Ahora bien, esta ley nueva
mozca
)ios"4.
feccionar la Teología moral, cuya
no es otra que la acción interior del Espíri-
exposición científica, nutrida con
tu Santo que nos configura con Cristo. Y
mayor intensidad por la doctrina
si es el mismo Espíritu quien en nuestro
)ral en
de la Sagrada Escritura, deberá
interior nos ayuda a actuar en conformi-
IPala!l. Dos
~n esta
e la re;a cris¡mo el
3, debe
maen-
mostrar la excelencia de la voca-
dad con los mandatos y enseñanzas del
ción de los fieles en Cristo y su
Señor, si Él es la ley nueva ¿por qué tene-
obligación de producir frutos en la
mos que recurrir a la Escritura?, ¿el evan-
caridad para la vida del mundo.
gelio, como ley del Espíritu, escrito en los
Este deseo, a la vez tarea se ha con-
te?, ¿las normas morales no están "impre-
vertido en base para la reflexión de la teo-
sas" por el Creador en la conciencia de los
corazones de los hombres no es suficien-
logía moral en los últimos años. Se trata
hombres (Rm 2,15)?, ¿La Escritura nos
de saber por qué y cómo la Escritura es
puede dar otro mensaje distinto al que nos
da el Espíritu del Señor??
alimento fundamental, fuente normativa de
lemas,
la teología moral y no simplemente un pun-
r la re-
to de referencia, de autoridad o un lugar
A lo anterior, la reflexión posterior al
:laSa-
teológico apropiado. Dicho de otra mane-
Concilio, nos ha ayudado a precisar que
~lación
ra, "la referencia a la Escritura Santa en
es incontestable que el Espíritu del Señor
lar du-
teología moral, antes de ser un problema
actúa en nosotros y nos ilumina para que
padres
y fuer:ntre la
1. Deslerbum
de método de trabajo, es una cuestión
de acuerdo al evangelio y por medio de
.315
G. MEDIEVILLE. Théologie morale fondamentale, Paris: ICP, 2002, p.69
Cfr. HARING B. La
ley de Cristo,
Paris: Desclée de Brouwer, 1955
HAMEL, E. se pregunta si el recurso a la Sagrada Escritura para buscar normas morales no constituye
un esfuerzo doble y fruto de un afán de seguridad, una necesidad de pasar de una autoridad a otra, de una
teología de la norma a una teología de la Biblia. Cfr. E. Hamel. "L'Ecritllre, ame de la théologie
morale" En: Gregorianllm, Vol 54, 3, 1973, p. 417.
JOSÉ WILSON TÉLLEZ CASAS
nuestra vida y obrar busquemos la santidad, a la cual hemos sido llamados desde
el bautismo. pero también es cierto, como
lo recuerda el Padre Jesuita Eduard Hamel,
que nosotros somos viajeros, peregrinos
en este mundo, hamo viator sujetos a la
tensión escatológica del ya pero todavía
no. Del Espíritu del Señor hemos recibido
por el momento las primicias, las arras (2
Cor 1,22) que inauguran una transformación que debe continuar durante toda nuestra vida. Es por ello que si bien el evangelio está ya grabado o escrito por el Espíritu
Santo en el corazón del hombre, debe a la
vez ser preservado de todo riesgo y no
alterado gracias a la debilidad humana. Para
evitar este riesgo debemos dirigimos a la
Sagrada Escritura como testigo autorizado del acontecimiento revelador de Dios
en Jesucristo. Testigo veraz que ayudó,
orientó y modeló las primeras comunidades cristianas. Así no podemos, ni debemos hablar de oposición entre ley interior
del Espíritu y la Escritura. Por el contrario, debemos hablar de cumplimiento.
Un mismo Espíritu que nos recuerda desde el interior "todo lo
yo os he dicho" (In 14,26) pero que
también nos lo recuerda desde el exterior inspirando los autores de los evangelios que nos comunicaron todo lo que
Cristo hizo por y para nosotros. Es el
Evangelio escrito en el corazón de cada
uno de nosotros que nos dará la fuerza necesaria para dar frutos de justicia
y caridad, pero es la Escritura, como
objetivación reconocida del acontecimiento salvador quien nos acordará el
contenido y el origen de la Justicia y la
Caridad verdaderas: Jesucristo el Señor. Dicho de otra manera, la ley del
amor infundida en nuestros corazones
se objetiva en preceptos escritos en el
evangelio. La Escritura Santa es la que
nos permite como cristianos e Hijos de
Dios, tomar conciencia de nuestra vocación y actuar de acuerdo a los
el Señor ha grabado en nuestros corazones "por el Espíritu Santo que se
ha dado."
"Forma" como se ha de presentar lateologíamoral hoy
José Roman-FlechaAndrés, al estructurar la teología del Concilio Vaticano II,
afirma que
na y para su estudio sistemático,
en cuanto que aportó orientaciones imprescindibles para la vida
práctica de los cristianos como
El Vaticano II ha sido un Conci-
una nueva conciencia, un nuevo
lio fecundo para la moral cristia-
énfasis sobre muchos temas mo-
Los FUNDAMENTOS DE LA
reque
que
xtevanque
:s el
:ada
uer:icia
rales y, finalmente, una nueva
orientación metodológica para el
estudio y elaboración de la Moral fundamentada 8 .
Explícitamente el Concilio llama la
atención sobre la responsabilidad en la
formación de los aspirantes al sacerdocio
en aspectos tan fundamentales como la
Teología Moral.
)IDO
eci'á el
y la
Sedel
mes
n el
que
s de
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oranos
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.0-
:la
El restablecimiento de un contacto estrecho entre la teología moral, la Sagrada Escritura y la tradición, basado en la fe, en el
magisterio y en el mantenimiento
de la referencia a la ley natural.
De allí se desprenden, en primer lugar, el llamado urgente para que los teólogos moralistas "utilicen" la Sagrada Escritura no como el libro de recetas que
soporta argumentos e intereses personales, sino como el texto en el que se descubra lo que Dios ha hecho por el hombre.
En segundo lugar, llama la atención sobre
la relación que debe existir entre la teología y la vida espiritual del creyente. Desde
este punto de vista, los padres conciliares
recordaron que uno de los principios de la
moral cristiana es la fe. La respuesta moral del cristiano a la llamada de Dios, es
TEOLOG[A MORAL A PARTIR DEL CONCILIO VATICANO
una respuesta de fe y adhesión a una persona, a Jesucristo el Señor, imagen del
hombre nuevo y soporte del actuar moral
del seguidor. El documento invita a dar a
la teología moral "esta dimensión espiritual interna que exige el pleno desarrollo
de la imagen de Dios que se encuentra en
el hombre, y el progreso espiritual que la
ascética y la mística presentan"
Ahora bien, junto a esta exposición y
petición del Concilio, un aspecto que podemos y debemos mencionar como elemento
metodológico para la moral cristiana es la
apertura del Concilio al mundo. Más que
un tema tratado por los padres conciliares,
la relación con el mundo se constituyó en
un aspecto esencial y determinante a lo largo de las sesiones conciliares. En cuanto a
la moral, la voluntad de actualización del
mens~e de Cristo es, sin duda, una ruptura
que marca una diferencia con la presentación clásica de la moral de los manuales
empleados en los años sesenta.
El centro de los debates postconciliares
es el resurgimiento directo de la pregunta,
puesta en otro tiempo a San Pablo y a la
Iglesia a lo largo de su historia, acerca del
encuentro entre el evangelio y el mundo, la
confrontación entre la fe cristiana y la sabiduría, la ciencia y la cultura humana.
110
vo
0-
Il
ROMAN-FLECHA J. Teología Moral Fundamental. Madrid: BAC, 2001. p. 63
JOSÉ WILSON TÉLLEZ CASAS
,--------------,-.~,------~----~-------
Elemento fundamental que sostiene el
diálogo ecuménico en la actualidad. El
Concilio invitaba a teólogos y particularmente a teólogos moralistas a reconocer
que la fe cristiana no está vinculada necesariamente a una sola y única cultura. La
Constitución pastoral sobre la iglesia en el
mundo actual afirma:
tes, para investigarlo y comprenderlo más profundamente, para
expresarlo mejor en la celebración litúrgica y en la vida de la
comunidad multiforme de los fieles. (GS 58).
y más adelante afirma que:
El creciente intercambio entre los
diferentes pueblos y grupos sociales descubre más ampliamente a
todos y a cada uno los tesoros de
las diversas formas de cultura, y
así, poco a poco, se va preparando una forma más universal de
cultura humana que promueve y
expresa la unidad del género humano tanto más cuanto mejor respeta las particularidades de las diferentes culturas (GS 53).
.. .la Iglesia, enviada a todos los
pueblos de cualquier tiempo o
territorio, no está ligada exclusiva o indisolublemente a ninguna raza o nación, a ningún género particular de costumbres, a
ningún modo de ser, antiguo o
moderno. Adhiriéndose a su propia tradición y consciente al mismo tiempo de su misión universal, puede entrar en comunión
con las diversas formas de cultura; comunión con la que tanto la
Iglesia como las diferentes culturas se enriquecen (GS 58).
El Vaticano II aboga por la llamada
multiculturalidad de la fe como mediación
necesaria para el anuncio del Evangelio.
Con ella no se diluye la universalidad de la
Iglesia, sino que se vitaliza:
Así pues, el encuentro que se debe dar
entre la fe y las culturas no consiste en una
simple yuxtaposición o una simultaneidad,
para los padres conciliares es un verdadero
encuentro donde se deben dar el diálogo y el
enriquecimiento mutuo. Dicho encuentro debe
promover la inculturación que se convierte
para la teología moral cristiana en una labor y
tarea que comenzó en el pasado, se debe consolidar en el presente y proyectar en el futuro.
La Iglesia, que ha vivido en el
transcurso de la historia en variedad de circunstancias, ha empleado los hallazgos de las diversas culturas para difundir y
explicar el mensaje de Cristo en
su predicación a todas las gen-
82
Los FUNDAMENTOS DE LA
1.
A lo dicho hasta ahora, seria muy exten-
TEOLOGÍA MORAL A PARTIR DEL CONCILIO VATICANO
3.
l/
Perspectiva ecuménica en la bús-
so explicitar la orientación metodológica
queda de la verdad en materias
elaborada en el Concilio. Quiero breve-
morales. (GS 16; UR 23).
mente, recoger siete aspectos presentados por el profesor Richard McCormíck
4.
Concepción de la vida moral
que nos ayudan a sintetizar este aspecto.
como una unidad basada en el
Para McCormíck el Concilio ha esboza-
amor de Cristo. (LG 42).
do una nueva orientación metodológica,
tanto para la elaboración de los juicios
5.
Orientación pastoral de la teología y
apertura a las ciencias empíricas.
morales como para la enseñanza de la
teología moral. Ellos son:
6.
1.
Énfasis en la libertad de investigación y de expresión (GS 63).
Fundamento en una antropología
religiosa bastante completa.
7.
2.
Competencia de los laicos en las
Sensibilidad hacia el cambio
decisiones éticas concernientes
sociopolítico y familiar.
al mundo secular.
1
A manera de conclusión:
dar
ma
lad,
,ero
yel
ebe
Quiero finalmente, recoger una inquie-
logo con las otras religiones, atención a
tud que se presentó a lo largo del Concilio
mismo y que ha caracterizado la reflexión
dujo en algunos creyentes y teólogos un
posterior de la moral. En palabras de S.
movimiento fuerte de reacción que los ha
9
las ciencias y a la dimensión política, pro-
Pinckaers , la apertura al mundo moderno
llevado de un extremo a otro, hasta crear
en todas las direcciones, que puede ca-
alergias frente a las posiciones tradiciona-
racterizar la obra del Concilio Vaticano II:
les. De la obediencia, algunas veces, in-
libertad de conciencia, ecumenismo, diá-
fantil o servil a la ley, pasamos a la reivin-
erte
::lry
:onuro.
Sigo la reflexión planteada por el teólogo dominico Pinckaers, resulta interesante la presentación que
hace sobre este tema. Para profundizar este aspecto léase: S. Pinckaers, ÜP. Les sOlirces de la morale
Chrétienne. Paris: Editions du Cerf, 1993. p. 315-317.
JOSÉ WILSON TÉLLEZ CASAS
ridad y ésta a su vez ordenada a la promoción humana. La moral se dobla a aquello
que se ha llamado "el horizontalismo" de
la teología, en el que cada vez se habla
menos de Dios.
dicación de los derechos de la conciencia
subjetiva. La doctrina de la ley natural fue
arrasada y abandonada por los teólogos,
en nombre de las ciencias.
La moral va a ser revisada a partir de
la sociología, de la psicología, de la antropología, de las filosofías en boga, sin que
haya un interés por discernir y mantener
lo que especifico de la moral. En particular la moral cristiana es presentada como
una moral simplemente humana, explicable a partir de valores humanos en la que
la especificidad cristiana se refugia en una
inspiración generosa alimentada por la ca-
El diálogo y la confrontación del
pensamiento cristiano con las corrientes modernas son necesarios y no podemos negar que pueden ser benéficas,
sin embargo, el peligro se produce por
la falta de preparación, por la falta de
formación intelectual o en muchos, una
fe sin raíces, principalmente entre los
sacerdotes.
84
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