PRÓLOGO Escribir es el proceso de expresar ideas mediante símbolos impresos en algún tipo de soporte. El aprendizaje de la escritura en la escuela se ha centrado en aspectos formales como la caligrafía, descuidando los procesos cognitivos y metacognitivos en los que se sustenta la habilidad de generar escritos de calidad. En la actualidad, el aprendizaje de la escritura y de los procesos en los que se sustenta es objeto de investigación en ciencia cognitiva y un aspecto que se reconoce como fundamental de los programas educativos. La escritura cuando se aleja de la mera reproducción y alcanza un nivel creativo es una de las actividades de mayor exigencia cognitiva, que pone a prueba un gran caudal de conocimientos y un dominio extraordinario de habilidades lingüísticas y metalingüísticas. Afrontar la complejidad inherente a la escritura creativa explica por qué el estudio y enseñanza de ésta ha estado ausente de los sistemas educativos en el pasado. Uno de los grandes problemas para la enseñanza de la escritura creativa que define al escritor experto ha sido la carencia de un modelo plausible y válido sobre los procesos involucrados en esta compleja actividad. Dos hitos marcan un cambio en la teoría moderna de la escritura. El primero fue la publicación del libro Procesos Cognitivos en la Escritura de Gregg y Steinberg en el año 1980, y en especial el capítulo de Hayes y Flower sobre el modelo cognitivo de la escritura. El segundo hito incluye la publicación de otro libro ampliamente reconocido en este área de Bereiter y Scardamalia de finales de los ochenta, titulado The psychology of written composition, donde se analizan las dificultades que tienen los niños y las niñas para redactar textos. Ambos hitos pusieron de relieve la relevancia de la escritura como actividad que mejora el pensamiento y la creatividad y la necesidad de estudiar los procesos subyacentes en relación a la producción y calidad de los escritos. El problema de la persona que no es capaz de redactar un pequeño texto escrito es muy distinto al de aquella otra que comete gran número de faltas de ortografía o de la que escribe con una letra totalmente ilegible. Aunque en todas estas situaciones se puede hablar de alteraciones de la escritura, el mecanismo que está fallando en cada caso es muy diferente, y la recuperación también tendrá que seguir caminos completamente distintos. El aprendizaje de la escritura es un trabajo a largo plazo que requiere disciplina, paciencia y una reflexión permanente sobre los más diversos aspectos que involucran el proceso creador, focalizando la atención tanto en los mecanismos que permiten desarrollar la imaginación como en las técnicas narrativas más elaboradas. Una de las formas de desarrollar estas habilidades son los famosos talleres de escritura tan frecuentes en España y en países de Latinoamérica. Uno de los objetivos de estos talleres de escritura es ayudar a los participantes a desarrollar y afianzar una disciplina de creación y reflexión a largo plazo. La práctica literaria implica, más allá del aprendizaje de unas habilidades técnicas, una reflexión permanente sobre todos los aspectos de la vida. Solo quien consigue llenar su día a día de hábitos que le ayuden a traducir su mirada sobre la realidad en palabras, acaba por convertirse en escritor. Dentro de estos talleres se enmarcan algunos desarrollos dignos de mencionar como el Manual de las Técnicas Básicas de Cómo se escribe de María Teresa Serafini y la Cocina de la Escritura de Daniel Cassany. La Cocina de la Escritura es un curso práctico de redacción dirigido a cualquier persona que pueda encontrarse alguna vez con la ardua o gratificante tarea (según la ocasión) de llenar con palabras una página en blanco. El autor entabla un diálogo ficticio con el lector para mostrarle la forma más adecuada de buscar, organizar y desarrollar ideas para componer un texto que se ajuste a sus propósitos. Este recorrido por el arte de escribir es facilitado gracias a la gran cantidad de ejemplos, correcciones y esquemas. Afortunadamente, en las últimas décadas se ha dado un giro significativo en relación al estudio de los procesos lectoescritores. Se asume una concepción más holística, destacando la lectura y la escritura como herramientas intelectuales para lograr acceder a la información y transformarla en conocimiento. Este nuevo enfoque ha incrementado el interés científico por indagar diversos aspectos en relación a esos procesos, como por ejemplo el reconocer cuáles son las capacidades que el ser humano compromete al leer y al comprender, al escribir y al componer textos, identificar cuáles son las mejores condiciones para el logro y desarrollo continuo de esos procesos, y qué variables están presentes para optimizar su adquisición. La escritura demanda que el escritor incorpore información extraída de su propio conocimiento, reflexione sobre ella y exponga información tanto explícita como implícita de manera ordenada y que capture la atención del lector. Para lograrlo se requiere una conciencia metacognitiva, un centinela que vigila los procesos que se están llevando a cabo en el acto escritor, detecta inconsistencias e implementa estrategias ante las dificultades que surgen al escribir. El instrumento elaborado para la Evaluación de los Procesos Metacognitivos en Escritura (EVAPROMES) se ha diseñado a partir de las teorías elaboradas desde la psicología cognitiva que explican los mecanismos que determinan la “función directiva” y los procesos implicados en la comprensión y composición de textos, en palabras de Isabel Solé y Ana Teberosky; leer y escribir suponen conocimientos sobre los propios procesos cognitivos, así como el control en su ejecución. Esta concepción hace que la mirada se dirija hacia el conocimiento de cómo realiza el sujeto la planificación de la tarea de escritura, la toma de decisiones (solución del problema), el proceso de autorregulación (supervisión, desarrollo e implementación de tareas, inhibición de respuestas) y el proceso de evaluación de su trabajo (memoria de trabajo). El EVAPROMES fue diseñado para dar respuesta a la necesidad de instrumentos que permitan un diagnóstico de la calidad de la producción escrita en los últimos años de la educación obligatoria. Utiliza un lenguaje sencillo y lleva al estudiante a reflexionar sobre su actuación, mediante situaciones estrechamente relacionadas con las experiencias que afronta al componer textos. Esta reflexión se basa en los procesos metacognitivos de planificación (o planeación), supervisión (o autorregulación) y evaluación. El objetivo es poder conocer, detectar e intervenir en las estrategias escritoras de los estudiantes.