España en el Siglo XV: Los Reyes Católicos

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España en el Siglo XV: Los Reyes Católicos
Mapas de España y el Mediterráneo a mediados del siglo XV
Fuentes: Biografía de los Reyes Católicos. 2008. 15 julio 2011. http://www.arteguias.com/biografia/losreyescatolicos.htm;
Historia del Nuevo Mundo. 13 agosto 2009. 15 julio 2011. http://www.historiadelnuevomundo.com/index.php/2009/08/laespana-precolombina/
Marco histórico
“La segunda mitad del siglo XV fue un período de transición durante el cual España se
transformó de una conglomeración de estados divididos y frágiles en uno de los países más
poderosos de Europa” (Mujica 53). La unión de los dos reinos más grandes de la Península
Ibérica se realizó en 1469 con la boda de Fernando V de Aragón e Isabel I de Castilla. Era
ejemplo de una política típica de la época medieval, la consolidación de reinos más pequeños
mediante alianzas dinásticas (Marín 98), “así como también de la suerte y la mera coincidencia”
(Muñoz y Marcos 49).
Isabel asumió el trono de Castilla a la muerte de su padre, Enrique IV, en 1474, después de “una
etapa de anarquía y guerra civil entre diferentes bandos de nobles” (Pereira-Muro 80).
Fernando accedió el trono de Aragón a la muerte del rey Juan II en 1479, pero también heredó
un reino “debilitado frente al poder creciente de los nobles” (Pereira-Muro 80).
Marco sociopolítico
“El reinado de los Reyes Católicos es sin duda el más decisivo en la historia de España” (Marín
98). Representa el comienzo del proceso de la unificación de la península, lo cual duró muchos
años. Muñoz y Marcos lo resumen de forma nítida: “La realidad peninsular entre 1479 y 1517
no permitía, pues, hablar de una nación española única y unitaria, sino solamente de un
conjunto de territorios heterógeneos bajo una misma Corona” (46). Además, no fomentó
“milagrosamente un sentido de españolidad en ninguno de los dos reinos, ni creó una
conciencia popular de nación o de destino común” (49); Marín reconoce la dificultad de
“unificar estos reinos peninsulares después de varios siglos de separación y aun rivalidad”
(100). He aquí algunas características del reinado:
Unión administrativa, política y legal a nivel teórico pero no práctico del nuevo reinado,
ya que ambos reinos mantuvieron sendos sistemas fiscales y jurídicos, monedas y leyes,
y costumbres (Muñoz y Marcos 46; Pereira-Muro 80). Sin embargo, habría reformas de
estructuras administrativas y el ejército que contribuyeron a la estabilidad del nuevo
reinado. “Lo que *los Reyes+ construyeron es un Estado autoritario, no unitario… los
súbditos de un reino son extranjeros en el otro, donde no pueden ejercer cargos
públicos” (Marin 99).
Poder reducido de la alta nobleza y las cortes medievales a favor del poder creciente de
los Reyes (que contribuyó a la “creación de un estado moderno basado en el poder
absolutista de la monarquía [Pereira-Muro 82]). El establecimiento de un sistema de
gobernanza a nivel territorial – mediante consejos, virreyes, corregidores (un tipo de
gobernador) y alcaldes – afirmaron el poder de la monarquía (Muñoz y Marcos 50).
Para mantener el orden público y garantizar la seguridad de la población en zonas
rurales, se creó la Santa Hermandad (Muñoz y Marcos 50). Como resultado, se veía
“una pacificación general de los reinos, la extensión de la justicia a muchas zonas y la
disminución del bandolerismo y el pillaje. El clima de estabilidad creado por estas
mejoras favoreció el crecimiento demográfico, la economía y el desarrollo del comercio
y de la vida urbana” (Muñoz y Marcos 51).
“Unidad nacional a través de la religión” (Pereira-Muro 82): Imposición de la religión
católica por toda la península, junto con la persecución y hasta la expulsión de creyentes
de otras tradiciones religiosas (es decir, los moros y los judíos). Por esta política
teocéntrica, el papa Alejandro VI les concedió a Fernando e Isabel el título de Reyes
Católicos (Muñoz y Marcos 53). Crece en importancia la Tribunal de la Inquisición.
Aparece una burguesía (clase media) más rica y culta, dedicada al comercio (bancos e
industria).
Continuación, y eventual fin, de la Reconquista, gracias en gran parte a la unificación de
las fuerzas armadas de ambos reinados.
“Con la primacía de Castilla se estableció el castellano como la lengua nacional. En 1492
Antonio de Nebrija publicó su Arte de la Lengua Castellana, la primera gramática de una
lengua vulgar. El idioma llegó a ser no sólo un instrumento del imperio, sino el vehículo
de la creación de una literatura nacional. Poco a poco el español comenzó a reemplazar
el latín como lengua literaria” (Mujica 54).
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