Relaciones. Estudios de historia y sociedad ISSN: 0185-3929 relacion@colmich.edu.mx El Colegio de Michoacán, A.C México CON LA SANGRE DE TODO UN DIOS. LA CARIDAD DEL SACERDOTE PARA CON LOS NIÑOS ENCERRADOS EN EL VIENTRE DE SUS MADRES DIFUNTAS... Relaciones. Estudios de historia y sociedad, vol. XXIV, núm. 94, primavera, 2003, pp. 201-248 El Colegio de Michoacán, A.C Zamora, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=13709407 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto 94, 2003, VOL. MENTO P R I M AV E R A DOCU RELACIONES XXIV OTA INTRODUCTORIA “CON LA SANGRE DE TODO UN DIOS”. LA CARIDAD DEL SACERDOTE PARA CON LOS NIÑOS ENCERRADOS EN EL VIENTRE DE SUS MADRES DIFUNTAS Y NOTAS SOBRE LA OPERACIÓN CESÁREA POST MORTEM EN EL PERIODO NOVOHISPANO TARDÍO N El conocimiento y comprensión de la mortalidad infantil perinatal y de la mortalidad femenina durante los alumbramientos o bien por complicaciones en las diversas etapas del embarazo, es quizás una de las regiones de más difícil acceso para los estudiosos de la Nueva España. Un primer aspecto problemático lo encontramos en las fuentes. Los libros parroquiales no siempre son constantes en el registro de párvulos “innominados”, esto es, de infantes muertos antes de ser bautizados. Tampoco existe mucha claridad sobre los datos de mujeres muertas en cinta, y sobre lo que al parecer fue una práctica común durante los siglos XVI y XVII en la Nueva España, a saber, el enterramiento de las madres con el producto en el vientre. Algunos estudios de caso permiten inferir que un porcentaje considerable de la mortalidad infantil en la época se concretaba en la fase misma del parto, ya por complicaciones insuperables para las parteras o comadronas, ya por mala atención por parte de las mismas o bien por imposibilidad de resolver con los recursos a la mano los dilemas de un embarazo complicado.1 El hecho de lograr un nacimiento normal, sin muerte y sin merma de la madre, era en sí mismo un verdadero triunfo. Para la mujer novohispana, independientemente de su condición socioracial, el proceso reproductivo significó, además de una 1 Pérez Moreda, en su estudio sobre las crisis de mortalidad en la España rural de los siglos XVI al XIX, establece que en siete localidades analizadas en periodos diferentes el índice de mortalidad endógena oscilaba entre 6 y 15% de los recién nacidos (la mortalidad infantil endógena es la proporción debida a accidentes del parto, a condiciones obstétricas generales o a la inviabilidad intrínseca del producto, esto es, la mortalidad infantil producida por impotencia e imprevisibilidad; se produce en los primeros días de vida e incluye la muerte perinatal y la mortinatalidad). Vid. Vicente Pérez Moreda, Las crisis de mortalidad en la España interior. Siglos XVI-XIX, prólogo, de Jordi Nadal, Madrid, Siglo XXI, 1980, 146-154. 2 0 1 DOCUMENTO LA CARIDAD DEL SACERDOTE 2 0 3 3 Cfr. John Tate Lanning, El Real Protomedicato, trad. de Ángeles Díaz y J. Luis Soberanes, México, UNAM, 1997, 427. En el contexto de una compleja organización social de estirpe cristiana, como lo fue la hispánica y por ende la novohispana, los aspectos asociados al alumbramiento fueron ubicados, desde la masculinidad, en el campo de lo inmundo, asimilando el parto a una agonía de la cual no siempre salían bien libradas las mujeres, fueran estas las preñadas o bien las comadronas que las asistían. Con respecto a estas últimas poco es lo que sabemos en términos específicos sobre su labor en el contexto rural novohispano. Esto no quiere decir que en los espacios urbanos conozcamos lo suficiente sobre ellas. Las funciones de las parteras no se restringían a la atención durante el parto, también abarcaban el cuidado de la parturienta y diversas labores domésticas en el periodo de recuperación de la madre. Hasta mediados del siglo XVIII fue una práctica tradicional y socialmente sancionada el que fueran predominantemente mujeres quienes asistiesen a las parturientas. Las razones parecen ser principalmente tres: las ideas sobre el parto como algo sucio y denigrante, los estigmas socioreligiosos alrededor de las partes vergonzantes de la mujer, y la falta de integración de la partería como una tarea del quehacer quirúrgico facultativo. De hecho, en zonas periféricas con población indígena existió continuidad de prácticas tradicionales derivadas de concepciones transculturizadas y recursos propios de una etnia y su región. Sobre los procesos de inserción social y preparación de las parteras poco es lo que sabemos, aunque existen numerosos indicios que nos permiten establecer algunos puntos de referencia. Así, sabemos que la partería la ejercían mujeres casadas con permiso del esposo o viudas, y que también ejercían como curanderas en sus localidades, lo que implicaba una experiencia en el campo de la maternidad, el embarazo y el manejo de remedios herbolarios. Sin embargo, en espacios urbanos pluriétnicos imperó la visión masculina sobre las parteras como mujeres ignorantes, pobres y generalmente curanderas supersticiosas, siempre con el riesgo de ser rechazadas e incluso acusadas ante un parto difícil y malogrado.3 Génesis: 3, 16. especie de destino genérico, un espacio de gran incertidumbre. Mas la diversidad de reacciones y emociones ante la preñez, esto es, las formas diferenciadas de asumir la reproducción, de construir las emociones hacia la maternidad y de establecer las estrategias domésticas para intentar llevarla a buen fin, sólo nos es comprensible cuando accedemos al conjunto de ideas que desde la sociedad hispano-católica, esto es, desde una cosmovisión masculinizada, mediaban el entendimiento y las prácticas de y hacia las mujeres. En ello la teología escolástica se constituyó como la fuente principal de interpretaciones del momento, más allá de las prácticas íntimas de las mujeres para sobrellevar situaciones concretas relacionadas a la reproducción en sus contextos específicos. La esencia de casi todos los aspectos asociados a la mujer y a la reproducción se encontraba, por un lado, en la conflictiva relación entre el cuerpo y el alma, por el otro, en el papel conferido a la mujer desde la antropogénesis bíblica. Bástenos acudir a la Suma Teológica de Tomás de Aquino, escrita en el siglo XIII y piedra angular de la teología escolástica vigente siglos después en la Nueva España, en la cual se plantea una cuestión relacionada al origen y función de la mujer. Tomás de Aquino establece que la mujer fue creada, de acuerdo a la Sagrada Escritura, “[...] para ayuda de la generación [...]”. Asimismo, los modos de generación de los seres vivos eran entendidos en función del tipo de vivientes; de esta forma, la teología le atribuyó al género masculino una categoría de animal perfecto con la virtud generativa activa. En contraste, la mujer fue ubicada como un ser imperfecto con virtud generativa pasiva. Hombre y mujer, por tanto, sólo son “una sola carne” durante la cópula. La virtud activa en orden a la generación por parte del varón residía en el semen, y de acuerdo con la misma visión, tendía a producir algo perfecto y semejante a sí mismo, esto es, un hombre, “[...] Y el que nazca mujer se debe a la debilidad de la virtud activa, o bien a la mala disposición de la materia [...]” El Génesis era claro al recoger las palabras sentenciosas que Yahvé lanzara sobre Eva después del pecado original: “Multiplicaré los trabajos de tus preñeces. Parirás con dolor los hijos, y buscarás con ardor a tu marido, que te dominará”.2 2 2 0 2 DOCUMENTO Sobre la regulación del oficio de partear, el imperio se mostró ambiguo al menos hasta la primera mitad del siglo XVIII. Por la común asociación de las parteras con la curandería, su práctica estuvo vigilada con mayor rigor por los jueces eclesiásticos, casi siempre curas párrocos que estaban en contacto con la realidad local de las diversas poblaciones de la Nueva España. Mas es importante señalar que por más de dos siglos la partería se ejerció en función de prácticas tradicionales, situación que tuvo un lentísimo e incluso hasta ahora inacabado cambio en favor de la obstetricia profesional y de la intervención masculina en el proceso del parto. En 1750, y debido a las observaciones negativas que sobre la partería en Castilla hiciera el Protomedicato de Madrid, Fernando VI emitió una cédula por la cual se obligaba a las parteras a realizar sus prácticas al lado de cirujanos con licencia. Los alcances de estas disposiciones, al menos para la Nueva España, fueron muy limitados, principalmente por la carencia de cirujanos y la vastedad del territorio. Dicha cédula ha generado interpretaciones actuales muy controvertidas sobre el sentido de capacitar a las parteras al lado de cirujanos. Lanning, por ejemplo, afirma que era un indicador “[...] de la dignidad que estaba adquiriendo la profesión de la partería [...]”, opinión que comparte Pérez Loredo al decir que “[...] Las mujeres iban ocupando un nuevo lugar social [...]”4 Cabría preguntarnos si en realidad estos intentos por formalizar el gobierno y sanción sobre las parteras respondieron a una valoración de las mujeres que ejercían el oficio, o si estamos ante medidas de mayor control masculino hacia las parteras en el contexto de un encumbramiento de la cirugía al interior de la práctica médica en el imperio español. Basten como ejemplo las opiniones del novohispano y doctor José Ignacio Bartolache, quien hacia 1772 abogó por una intervención de los médicos y cirujanos en las enfermedades de la mujer, defendiendo al entonces llamado hombre de ciencia en la atención de los partos por sobre las comadronas o empíricas: “[...] Hablemos claro, señoras: mientras no aprendieren estas mujeres el arte de partear, escrita y perfecciona- 4 Lanning, op. cit: 430, y Luz Pérez Loredo, “La partería”, en Martha Rodríguez y Xóchitl Martínez, Historia General de la Medicina en México. Tomo IV. Medicina novohispana. Siglo XVIII, México, UNAM/Academia Nacional de Medicina, 2001, 223. 2 0 4 LA CARIDAD DEL SACERDOTE da hoy por hombres muy hábiles, es disparate fiarse de las comadres para otra cosa que para recibir y bañar la criatura y mudar ropa limpia a la parida [...]”5 LA CESÁREA EN LA NUEVA ESPAÑA Y SU FUNDAMENTACIÓN TEOLÓGICA Las disposiciones eclesiásticas que ordenaban la operación cesárea postmortem con el objeto de salvar la vida espiritual del infante, y de ser posible la temporal, están presentes en el occidente europeo desde la Edad Media.6 Mas el desarrollo de una postura formal por parte de la Iglesia romana fue un proceso histórico de siglos, el cual implicó la revisión de diversas cuestiones desde la teología. Un ejemplo de ello lo encontramos en las reflexiones en torno al momento en el cual el alma le es infundida a un cuerpo humano enmedio del proceso de gestación del feto. Tomás de Aquino estableció la existencia de una sola alma pero en un proceso de generación sucesiva: “[...] El embrión tiene al principio un alma exclusivamente sensitiva, substituida después por otra más perfecta, a la vez sensitiva e intelectiva [...]”7 Para Tomás de Aquino, la infusión en el cuerpo de dicha alma intelectiva, racional, constituye el mo- 5 José Ignacio Bartolache, Mercurio Volante (1772-1773), int. de Roberto Moreno, México, UNAM, 1979, 64. Bartolache representaba una opinión de vanguardia en el pensamiento científico de su momento. Con todo, mantuvo una visión tradicional y católica de la mujer: “[...] Siendo el bello sexo la mitad de los individuos de nuestra especie aun se puede decir que sus enfermedades particulares y habituales hacen quizá las dos tercias partes de las plagas que afligen a la humanidad. Sexo débil por su misma constitución, achacoso y muy expuesto a contingencias por el destino que la providencia le dio, multado con la merecida pena de su prevaricación, acostumbrado al regalo y delicadeza por nuestra ternura y por eso mismo melindroso y sensible a la menor cosa que le incomode [...]” (55-56). 6 José G. Rigau-Pérez, “Surgery at the Service of Theology: Postmortem Cesarean Sections in Puerto Rico and the Royal Cedula of 1804”, in Hispanic American Historical Review, Duke University Press, 1995, 75(3), 382. En el parecer del doctor Gregorio de Omaña, páginas XI-XIV de La caridad[...], se menciona incluso la Ley Regia de la primera edad de Roma, en la cual se establecía como delito de homicidio el no extraer el feto de una mujer muerta en preñez. 7 Tomás de Aquino, op. cit., 215. 2 0 5 DOCUMENTO de los niños no baptizados, para que no perezcan eternamente[...] (Sevilla, 1720). Existen otros breves tratados españoles sobre el parto contemporáneos a la obra de Vásquez, y escritos en el contexto de los cuestionamientos que hacia la práctica médica tradicional publicara el monje benedictino Benito Jerónimo Feijóo, quien dedicó su Carta apologética y parte de su Teatro crítico universal a la cuestión médica de su tiempo. También debemos mencionar la aparición, en 1742, de los primeros tomos del Nuevo aspecto de la teología médico moral, de fray Antonio José Rodríguez, quien abordó la cuestión sobre la cesárea postmortem, argumentando que ésta debía ser practicada incluso en ausencia de signos de vida en el feto.12 A la par de lo anterior, es necesario considerar las menciones sobre los edictos de las diócesis de Catanea (1742) y de Grigento (1744), por los cuales los respectivos obispos ordenaron a sus párrocos, bajo pena de excomunión ipso facto incurrenda, preveer los recursos necesarios o en su defecto practicar sin escrúpulos la cesárea postmortem para salvar la vida eterna del feto.13 Mas el primer impulso notable, sobre todo por su incidencia en disposiciones de gobierno, fue la aparición de la Embriología sacra overo dell uffizio de saserdoti, medici e superiori circa l’ eterna salute de bambini, racchussi nell’ utero, del padre palermitano Francisco Manuel Cangiamila, publicado en Sicilia en 1745. Se trata de una obra que combinó argumentos teológicos y quirúrgicos de vanguardia, incluidos los conocimientos aportados por Mauriceau sobre la anatomía y desarrollo del feto. En 1749 Carlos VII, rey de las Sicilias y posteriormente rey de España bajo el nombre de Carlos III, adoptó los planteamientos de Cangiamila y emitió una real pragmática que ordenaba a los sacerdotes la aplicación de la cesárea en difuntas preñadas. En 1761, ya como rey de España, Carlos III turnó la misma disposición a los obispos españoles acompañada de la edición latina del libro de Cangiamila.14 Hacia 1768 la LA CARIDAD DEL SACERDOTE 2 0 7 12 Citado por Rigau-Pérez, op. cit., 383. Este autor refiere que en 1767 fray Antonio José Rodríguez publicó el cuarto y último volumen del Nuevo aspecto [...], en el cual integró unas instrucciones para la operación cesárea basadas en el método de Mauriceau. Vid. página 385. 13 Citados ambos edictos en La caridad del sacerdote: 2-3. Vid infra. 14 Rigau-Pérez, op. cit., 385 y Roberto Uribe, op. cit., 217. Sabemos de una segunda edición de Cangiamila, hecha en Milán en 1751; la primera edición en latín parece que fue mento de la definición de un ser humano y de la creación definitiva del alma. El tiempo que tardaba la infusión del alma al feto se estimaba en cuarenta días para los hombres, ochenta para las mujeres.8 Esta visión predominó hasta el siglo XVI y atenuó la carga moral de los abortos practicados en las primeras semanas de gestación. Durante el pontificado de Sixto V (1585-1590), por primera vez, la iglesia prohibió el aborto en cualquier fase.9 Sin embargo, y al igual que en muchos otros casos, la práctica abortiva estuvo lejos de ser erradicada. Todavía en el siglo XVII, durante el papado de Inocencio XI (1676-1689), la Inquisición condenó como un error la común consideración de que el feto carecía de toda alma racional mientras se encontraba en el útero, de que dicha alma se infundía en el infante al momento del parto y que, por consiguiente, en ningún aborto se cometía homicidio.10 Si bien existen algunas menciones en textos históricos sobre cesáreas practicadas en cadáveres femeninos a lo largo del mundo hispánico medieval, lo cierto es que para los siglos XVI y XVII dicha operación parece no haber sido practicada en la Nueva España. Sería hasta el siglo XVIII cuando en España y sus reinos la cesárea retomaría impulso, al menos en las intenciones de realizarla. En ello influyeron, por un lado, el incipiente avance de la cirugía que, a diferencia de España, encontró en otros estados un impulso definitivo. Por el otro el avance de la obstetricia en Francia: en 1740, en París, Mauriceau publicaba su Traité des maladies des femmes groses, en el que exploraba sobre nuevas bases diversos aspectos asociados al parto, además de establecer uno de los análisis pioneros en torno a las enfermedades de la mujer desde una perspectiva racional y masculina.11 Más allá de los avances médicos y quirúrgicos, debemos enfatizar que la promoción de la cesárea en el mundo hispanoamericano del siglo XVIII fue asunto de eclesiásticos preocupados por la pérdida de almas. Un ejemplo temprano lo encontramos en la obra de Agustín Vásquez, El real escudo de la piedad christiana, en amparo 8 Roberto Uribe, op. cit: 220. 9 Ibid. 10 Enrique Denzinger, El magisterio de la Iglesia, Barcelona, Herder, Biblioteca Herder: 22, 1995, 305. 11 Eliseo Ramírez, Obras completas, tomo II, México, El Colegio Nacional, 1988, 1, 10. 2 0 6 DOCUMENTO bautismo de fetos abortivos y operación cesárea de las mujeres embarazadas escrito por Pedro de Arrese.17 Mas el interés del gobierno virreinal en torno a la atención de los partos hubo de esperar hasta 1793, cuando el virrey Revillagigedo ordenó al Protomedicato velar para que cirujanos y parteras acudieran de inmediato en ayuda de las parturientas, lo cual indica que en la realidad la atención mantenía viejas deficiencias en la capital del virreinato, cuanto más en lo restante del territorio.18 De hecho, la primera mención segura sobre una cesárea practicada en México data de 1795 y apareció en la Gazeta de México. Hasta 1800 se tenían registrados al menos cinco casos de cesárea y en todos se logró bautizar a los fetos antes de su muerte.19 Fue hasta principios del siglo XIX cuando el tema de la cesárea en vientre de madres difuntas volvió a tomar impulso a nivel imperial durante el reinado de Carlos IV. LA CARIDAD DEL SACERDOTE 2 0 9 17 Rigau-Pérez, op. cit., 386, nota 27. 18 John Tate Lanning, op. cit., 445-446 y Roberto Uribe, op. cit., 217. 19 Vid. John Tate Lanning, op. cit., 446. 20 Cfr. Toribio Medina, La imprenta en México (1539-1821), (ed. facsimilar de la de 1911), México, UNAM, 1989: VI, 109 y 131; VII: 118-119; VIII: 157. Presentamos la transcripción de la tercera edición de La caridad del sacerdote para con los niños encerrados en el vientre de sus madres difuntas. El ejemplar que utilizamos perteneció a la Catedral de Valladolid de Michoacán y fue localizado en el Archivo Histórico Enrique Arreguín Oviedo, caja 34, expediente 2. Existen muchas interrogantes sobre los alcances que en la antigua diócesis michoacana tuviera esta obra. Al menos en lo que hace a nuestra experiencia de investigación en diversos archivos parroquiales y municipales de lo que fuera el Gran Michoacán, no hemos localizado otro ejemplar de La caridad del sacerdote [...] Conocemos cuatro ediciones de esta obra, la primera data de 1772 y la segunda de 1773, ambas a cargo de la Imprenta de Felipe de Zúñiga y Ontiveros; la tercera, a cargo del mismo impresor y cuya transcripción presentamos, data de 1799; la cuarta data de 1818 y fue realizada en la imprenta de Alexandro Valdés.20 Entre la tercera y la cuarta edición, concretamen- DOCUMENTO versión italiana ya se encontraba en la Nueva España en manos del franciscano fray Joseph Manuel Rodríguez, quien la tradujo al español y realizó una versión abreviada bajo el título de La caridad del sacerdote para con los niños encerrados en el vientre de sus madres difuntas, Y documentos de la utilidad de su práctica. Dicha versión le fue presentada en 1772 al virrey don Antonio María de Bucareli y al arzobispo Núñez de Haro, quienes además de promover su publicación le integraron disposiciones de gobierno temporal y eclesiástico con el objeto de que la cesárea postmortem se extendiera a lo largo de la Nueva España por mediación de los párrocos y de los justicias, y ante la secular carencia de cirujanos. Asimismo, los discursos que esgrimieron los autores de los tres pareceres que acompañan la traducción de Rodríguez enfatizaron la justificación teológica de la cesárea y la necesidad de que los párrocos vencieran los escrúpulos que pudieran estorbar su voluntad para practicar la llamada “incisión”, en referencia directa a la dificultad que para ánimos tan castos pudiera significar el exponerse a las partes vergonzantes de una mujer, aunque estuviera muerta. Esto último es uno de los temas centrales del texto de Cangiamila y de la traducción de Rodríguez: vencer el escrúpulo sacerdotal de exponerse a la tentación y a la irregularidad y, tal como lo expresara el edicto de Grigento, “[...] no permitir que perezca una alma comprada con la Sangre de todo un Dios [...]”15 La traducción de Rodríguez alcanzó la prensa en 1772 y es anterior a la castellana que se hiciera en Madrid dos años después. Sin embargo, todos los testimonios de la época permiten corroborar el nulo efecto de la obra en lo inmediato, no obstante las reimpresiones que alcanzara en 1773 y 1799. En 1775 una nueva instrucción dirigida a las parteras y también inspirada en la Embriología sacra de Cangiamila fue impresa en México por Ignacio Segura. Se trataba de los Avisos saludables a las parteras para el cumplimiento de su obligación.16 Un texto similar fue publicado en 1784 en Guatemala, los Rudimentos físico canónicos morales [...] sobre el la realizada en Palermo en 1761 bajo el siguiente título, Embryologia sacra, sive officia sacerdotum, medicorum et aliorum circa aeternam parvulorum in utero existentium salutem. Cfr. Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, Madrid, Espasa-Calpe, 1994, XI, 125. Joseph Manuel Rodríguez, La caridad del sacerdote: 4. Vid. John Tate Lanning, op. cit., 445. 15 16 2 0 8 DOCUMENTO te en 1806, Mariano de Zúñiga y Ontiveros publicó otra versión del texto de Cangiamila.21 Sobre los mecanismos de difusión del impreso de Rodríguez a lo largo de la Nueva España y reinos vecinos, podemos establecer dos dinámicas, una a cargo de las autoridades temporales, la otra a cargo de las espirituales por conducto de las catedrales. La primera consistió en la circulación de uno o más ejemplares impresos de La caridad [...] y que acompañaron a la carta circular del virrey Bucareli, fechada en México en 15 de noviembre de 1772, que ordenaba a todos los justicias auxiliar en lo necesario para la aplicación de la cesárea. Para ello las Audiencias de México y Guadalajara siguieron las cordilleras acostumbradas para la distribución de ordenanzas y bandos. Conocemos el caso de Nueva Galicia a partir de la recepción que de ambos documentos hiciera el corregidor de Zacatecas el 2 de enero de 1773. La circular llegó acompañada de un ejemplar del texto de Rodríguez, por lo que el procedimiento consistió en transcribir las partes medulares del método en el libro de provisiones del Ayuntamiento. Los documentos venían de Juchipila y, después de transcritos siguieron su camino rumbo a la Villa de Jerez.22 En las otras rutas cordillera de la Nueva Galicia y de la Nueva España el procedimiento debió ser similar, lo cual indica que las autoridades seculares no se preocuparon por comprar ejemplares para su distribución a los justicias, y que el mecanismo de copiar el impreso en los libros debió restar mucha efectividad a la orden del virrey. En contraste, las autoridades espirituales, por mediación de obispos y cabildos eclesiásticos, tuvieron una cobertura mayor por medio de las rutas cordillera que utilizaban para la difusión de las providencias diocesanas a las parroquias. Con todo, existen muchas dudas sobre la cantidad de ejemplares que 21 Francisco Manuel Cangiamila, Practica piadosa é instructiva, en utilidad de las mugeres que se hallan en cinta, y de los niños que aun no han recibido el Santo Bautismo: Sacada de la Embriologia Sagrada de Don Francisco Cangiamila, Canónigo Magistral de Monreal, por un afecto de la humanidad y bien de las almas, México, Mariano de Zúñiga y Ontiveros, 1806. Vid. Toribio Medina, La imprenta en México (1539-1821). Tomo VII. (1795-1812): 378. 22 Archivo Histórico del Estado de Zacatecas, Ayuntamiento, Reales Cédulas y Provisiones, Subserie Reales Cédulas y Provisiones varias, caja 5: 53r.-67r. Agradezco a los maestros Luis Román y Ángel Román, de la Universidad de Zacatecas, la referencia y copia de este documento. 2 1 0 LA CARIDAD DEL SACERDOTE circularon entre la clerecía de los diversos obispados, mas llama la atención que en el caso de la catedral vallisoletana haya existido un ejemplar de la edición de 1799. Sobre fray José Manuel Rodríguez conocemos poco en realidad. Toribio Medina registra al menos 11 obras impresas más de este fraile, entre las cuales se incluye una plática doctrinal de carácter político pronunciada en septiembre de 1768 en la ciudad de México y derivada de los tumultos registrados en diversas ciudades del reino en 1767.23 Por los cargos que ocupó bien valdría la pena que los franciscanistas abordaran su figura como uno de los escritores más prolíficos de la Seráfica Orden en el ocaso de la Nueva España. NOTAS A LA EDICIÓN 1. En la transcripción del libro de Rodríguez se respetó tanto la ortografía como el grueso de las abreviaturas. El documento viene precedido del número de foja entre corchetes que guarda en la disposición de la caja 34 del Archivo Arreguín. El libro fue registrado en su totalidad como foja 68. 2. El libro, impreso en octavos, está formado por 30 páginas previas al tratado, que incluyen las cartas del virrey, el edicto del arzobispo, tres pareceres y la licencia del provincial franciscano. Esta sección carece de paginación en el original, por ello procedimos a numerarla con romanos en letras mayúsculas, entre corchetes y con negritas ([pag. XXIX]). Le siguen, también sin numeración en el original, 5 páginas con el prólogo de Rodríguez y la copia del edicto de indulgencias del arzobispo, las cuales abren formalmente la obra. Estas 5 páginas las hemos numerado con romanos en minúsculas, entre corchetes y con negritas ([pag. iii]). La tercera parte, formada por 45 páginas, contiene el tratado y está numerada en el original con arábigos entre paréntesis. Para evitar confusión con las notas a pie del original, que aparecen también en arábigos 23 Fray José Manuel Rodríguez, Como deben haverse Los vasallos con sus Reyes [...], México, Imprenta Real del Superior Gobierno, 1768. Vid. Toribio Medina, idem, 23. Sobre el contexto de este sermón cfr. Felipe Castro, Nueva ley y nuevo rey, Zamora, El Colegio de Michoacán/UNAM, 1996, 273. 2 1 1 DOCUMENTO Ilustrada con varias advertencias útiles, y corolarios que la facilitan. –––––––––––––––––––––––––– Reimpresa en México por D. Felipe de Zúñiga, Calle de la Palma; y por su original en la Oficina del Br. D. Joseph Fernandez Jauregui, en la Calle de Sto. Domingo; y esquina de Tacuba. Año de 1799. LA CARIDAD DEL SACERDOTE 2 1 3 [pag.] [pag. I] Considerando la importancia [segun me ha hecho presente el Señor Fiscal de Su Majestad] de que en todos los Parages de la Governacion de este Virreynato se ponga en práctica la Operacion Cesarea, promovida por Vuestra Reverendísima en la Obra que acaba de dar â luz con el título de La Caridad del Sacerdote para con los Niños encerrados en el vientre de sus Madres difuntas, he resuelto expedir Carta circular impresa (de que acompaño un egemplar) â todas las Justicias, para que siempre que se pida, y necesite del Real Auxilio para la citada Operacion, [pag. II] lo impartan inmediatamente baxo la pena de quinientos pesos, y en caso necesario compelan á los Facultativos á que la egecuten: como tambien en el de que lo reusen, ó se opongan á su práctica los Padres, Maridos, ó Parientes de la difunta; ú omitan la noticia en tiempo opor- Al Traductor de esta Obra CARTA DEL EXCELENTÍSIMO SEÑOR FREY DON ANTONIO MARÍA BUCARELI, Y URSUA, Virrey de esta Nueva España, etcétera, etcétera Tibi derelictus est Pauper: Orphano tu eris Adjutor. Psalm. 9. 38. y entre paréntesis, hemos resaltado la paginación con negritas, (vgr. “[...] Refieren los Historiadores,(10) que muerta por los Moros de una herida en el (16) vientre, [...]”, en donde (10) se refiere a una nota y (16) a la página. 3. El ejemplar que utilizamos tiene un leve deterioro por polilla y algunos renglones mutilados en la última página y que afectaron el texto correspondiente al Corolario III. Reconstruimos las palabras faltantes por mutilación a partir de la transcripción que aparece en el libro de provisiones del Ayuntamiento de Zacatecas citado arriba. Quedó pendiente un fragmento del título del mencionado Corolario. Las anotaciones del editor van entre corchetes. [f. 68] Juan Carlos Ruiz Guadalajara* El Colegio de San Luis LA CARIDAD DEL SACERDOTE PARA CON LOS NIÑOS ENCERRADOS EN EL VIENTRE DE SUS MADRES DIFUNTAS, Y documentos de la utilidad, y necesidad de su práctica. TRADUCIDOS DEL IDIOMA ITALIANO AL CASTELLANO Por el R.P.Fr. JOSEPH MANUEL RODRIGUEZ de la Regular Observancia de N. S. P. San Francisco, é Hijo de la Provincia del Sto. Evangelio de México. * jcruiz@colsan.edu.mx 2 1 2 DOCUMENTO en la Obra que acaba de dar á luz con el título de La Caridad del Sacerdote para con los Niños encerrados en el vientre de sus Madres difuntas, y Documentos de la utilidad, y necesidad de su practica: Prevengo á Vuestra [espacio] que siempre que en esa Jurisdiccion se pida, y necesite del Real Auxilio para la citada Operacion, lo [pag. V] imparta inmediatamente, baxo la pena de quinientos pesos; y en caso necesario compela à los Facultativos à que la egecuten: como tambien en el de que lo reusen, ò se opongan á su práctica los Padres, Maridos, ó Parientes de la difunta, ú omitan la noticia en tiempo oportuno de semejante necesidad: haciendo publicar esta Providencia en esa Jurisdiccion con las penas arbitrarias que, segun los casos, se impondràn â los contraventores, por Vuestra [espacio] y los que le succedan en ella, dando cuenta a este Superior Govierno con la Informacion ó Causa que, para su observancia y castigo deberà formarse. Dios guarde â Vuestra [espacio] muchos años. México 15. de Noviembre de 1772. LA CARIDAD DEL SACERDOTE Antonio Bucareli y Ursúa [pag. VI] tuno de semejante necesidad: haciendo publicar esta Providencia en cada respectiva Jurisdiccion, con las penas arbitrarias, que segun los casos impondrán à los contraventores por dichos Justicias, y los que les succedan, dando cuenta á este Superior Govierno con la Informacion. ó Causa que, para su observancia ó castigo, deberà formarse. Lo que aviso á Vuestra Reverendisima para su inteligencia, y á fin de que descansen sus buenos deseos, y el con que emprendió la traduccion tan útil de dicha Obra, para que lo sea á las criaturas encerradas en el vientre cadaver de sus Madres, sin exponer su salvacion, y otros grandes [pag. III] provechos del Estado, á cuyo efecto es de esperar promueva lo proprio el Ilustrísimo Señor Arzobispo en esta Provincia por lo que respecta á los venerables Párrocos, en atencion á que su singular zelo y piedad tiene concedidos ochenta dias de Indulgencia á las Personas que egecutaren por sí, ó por otros la referida Operacion, segun la forma, que en el citado Libro se expresa. Dios guarde á Vuestra Reverendísima muchos años. México 21. de Noviembre de 1772. Antonio Bucareli, y Ursúa. NOS EL DOCTOR DON ALONSO NUÑEZ DE HARO Y PERALTA, por la Gracia de Dios, y de la Santa Sede Apostólica Arzobispo de esta Santa Iglesia Metropolitana de México, del Consejo de Su Majestad, etcétera. EDICTO DEL ILUSTRISIMO SEÑOR ARZOBISPO DE MEXICO. CARTA CIRCULAR DEL MISMO EXCELENTÍSIMO SEÑOR VIRREY, A todas las Justicias de la Governacion de este Virreynato, para los fines que en ella se expresan. Entre las graves obligaciones de nuestro Ministerio Pastoral, consideramos ser la primera velar cuidadosamente, para que las Almas de nuestros Súbditos consigan la salvación eterna: Y habiendo llegado à nuestra noticia, que se mira comunmente con horror la Operacion llamada Parto Cesareo, por medio de la qual [al pie] Reverendo Padre Fray Joseph Manuel Rodriguez Considerando la importancia [segun me ha hecho presente el Señor Fiscal de Su Majestad] de que en todos los Parages de la Governacion de este Virreynato se ponga en práctica la Operacion Cesarea, promovida por el Reverendo Padre Fray Joseph Manuel Rodriguez, de la Regular Observancia de San Francisco, 2 1 5 [pag. IV] 2 1 4 se consigue facilmente extraer del Vientre de las Mugeres difuntas los Niños para salvar su vida [pag. VII] corporal, como la experiencia ha demostrado muchas veces, ó à lo menos la vida espiritual, y su eterna felicidad, administrandoles el Santo Sacramento del Bautismo: Teniendo presente una Real Pracmática, publicada en el año de mil setecientos quarenta y nueve, por el Rey nuestro Señor Don Carlos Tercero en su Reynado de las dos Sicilias, en la qual estableció, y mandó, que se procesase, y castigase como Reo de homicidio â qualquiera Marido, Pariente, ú otra Persona, que impidiese egecutar dicha Operacion; Y asimismo las Doctrinas de graves Autores, que resuelven con fundamentos claros y sólidos, deducidos de la sana Doctrina de San Agustin, y Santo Tomás, ser pecado mortal omitir la tal Operacion: Mandamos con precepto formal, â todos los Curas, y Vicarios de nuestro Arzobispado, que siempre que se halle en peligro de muerte alguna Muger embarazada en sus respectivas Feligre- [pag. VIII] sías, dispongan que se tenga prevenido, y pronto un Cirujano que haga dicha Operacion Cesarea, luego que se verifique la muerte de la Enferma embarazada, y extrahida que sea la Criatura del Vientre materno, le administren el Santo Sacramento del Bautismo. Y porque en muchisimos Pueblos de nuestro Arzobispado estamos informados no haber Cirujanos, ni otras Personas instruidas en el modo de hacer la Operacion Cesarea, es nuestra voluntad, que todos los Curas, y Vicarios compren, y tengan en su Casa un Librito pequeño, que ha dado â la prensa el Reverendo Padre Fray Joseph Manuel Rodriguez de la Regular Observancia del Seráfico Padre San Francisco, en el qual explica el modo con que cómoda y facilmente se hace la Operacion, â fin de que los Curas y Vicarios la hagan por sí mismos, quando no haya Persona secular, que pueda hacerla. Y para evitar esta necesidad les encargamos y mandamos, [pag. IX] que cada uno procure en su Parroquia instruir ä algunos de sus Feligreses, en una cosa tan facil como la práctica de dicha Operacion Cesarea. Y siendo este el único medio para evitar que se sepulten con las Madres difuntas las Criaturas vivas, y sean socorridas con el Santo Sacramento del Bautismo, y logren la vida eterna, exhortamos â todos los Sacerdotes Seculares y Regulares, contribuyan con sus particulares persuasiones á desterrar el horror con que comunmente es mirada una Operacion tan útil y necesaria para salvar la vida corporal y espiritual de los Niños desgraciados, que pierden sus Madres antes de nacer. Y para promover por nuestra parte un asunto tan interesante, y de tanta piedad, concedemos ochenta dias de Indulgencia â las Personas que egecutaren por sí, ó por otros la referida Operacion, ò dieren noti- DOCUMENTO 2 1 7 Antes de recibir el Superior Orden de Vuestra Excelencia habia merecido al Sabio Traductor de esta Obra la confianza de que me la leyese, explorando humilde mi dictamen, especialmente sobre las advertencias, y doctrinas, que le pareció preciso añadir, y sirven de apéndice y complemento a la Disertacion. Bien conoció desde luego el Muy Reverendo Padre Fray Joseph Manuel Rodriguez la necesidad de darla traducida al público: pero poco satisfecho de sí mismo, con aquel candor y perplexidad, que caracterizan y [pag. XII] distinguen los grandes ingenios, LA CARIDAD DEL SACERDOTE Alonso Arzobispo de México. Por mandado de Su Señoría Ilustrísima el Arzobispo mi Señor Doctor Don Manuel de Flores EXCELENTISIMO SEÑOR. PARECER Del Doctor Don Gregorio de Omaña y Sotomayor Catedrático Proprietario de Sagrada Escritura en la Real Universidad, Exâminador Synodal del Arzobispado, primer Teólogo Consultor del Consilio Quarto Mexicano, Ordinario del Santo Oficio por el Obispado de la Puebla, y Canónigo Magistral de la Santa Metropolitana Iglesia de México. [pag. XI] cia à los Curas, ò Superiores de sus respectivos Partidos, de alguna Muger preñada mo- [pag. X] ribunda, para el efecto de salvar la Prole despues de difunta la Madre, mediante la dicha Operacion; y â los que con la brevedad posible bautizaren la misma Prole. Y para que este nuestro Edicto llegue â noticia de todos, y se guarde puntual, y exactamente: Mandamos que se lea, y fixe en todas las Parroquias de nuestro Arzobispado, en el lugar y sitio acostumbrado. Dado en la Ciudad de México, firmado de Nos, sellado con el Sello de nuestras Armas, y refrendado del infrascripto nuestro Secretario de Cámara, y Govierno, en quatro días de Diciembre de mil setecientos setenta y dos años. 2 1 6 temía que en la Copia, los rasgos de su bien cortada pluma pudiesen ser borrones de el Original. Dejóse por fin vencer su modestia aun mas de su docilidad, que de mi persuasiva, escuchando ingenuos elogios donde pensaba encontrar censuras. Y ciertamente (Señor Excelentísimo) ni me fue entonces posible, ni puedo aora contenerme en celebrar, y aplaudir el utilísimo trabajo de este erudito Religioso, que dedicando al beneficio comun su amenidad literaria, y su plena, y nada superficial instruccion en muchas lenguas de Europa, se vale de la Toscana, para promover en la vulgar un pensamiento tan noble, tan importante, y tan digno de entenderse, y de extenderse en las Indias. El asunto, digo, de la Operacion Cesarea, de quien depende la vida espiritual y temporal de los párvulos contenidos en el ùtero materno. Son bien sólidas, seguras y sanas las razones teológicas con que el Doctor Cangiamila desvaneciendo los dos fuertes escrúpulos, ó los horribles fantasmas, el de la tentacion, y el de la irregularidad, persuade, convence, y estrecha á los Sacerdotes, y Párrocos, á ser en algunos casos ministros de la incision, y parecenme igualmente oportunas, obvias, y faciles las re- [pag. XIII] glas que ministra para la practica el Padre Rodriguez, para que instimulados por una parte los Curas de la obligación que tienen, ê instruidos por otra éstos, y sus feligreses de el modo con que pueden executar la extraccion de la prole, se evite el bárbaro abuso de enterrar á las difuntas gravidas, y no peligren con ellas tantos inocentes. Este fue el piadoso designio de la antiquísima Ley Regia (llamada asi por averse hecho por sus Reyes en la primera edad de Roma) de la que hace mención la Ley negat ff de mortue inferendo, en la que se prevenia, que á ninguna muerta preñada se sepultara antes de extraherle el feto, condenando como á reos de homicidio á los que hiciesen lo contrario. Ley verdaderamente justa, benéfica, próvida, y que (como dice Heister) mas que Regia, debe llamarse Christiana, y aun Divina: pues no solo mira, y conduce á el Estado; sino tambien á la Religion. Interesa bastante la República en conservar á unos niños, que con el tiempo pueden ser miembros útiles á la sociedad; pero mucho mas interesa el Christianismo: porque con las extracciones de los fetos animados, se aumenta el número de los Fieles de una, ó de otra Iglesia, consiguiendo luego por [pag. XIV] medio de las saludables aguas aquella tierna Milicia la fortuna de alistarse bajo las Vanderas del Redentor. Por eso no DOCUMENTO 2 1 9 La Disertacion, que con título de la Caridad del Sacerdote para con los Niños, etcétera, pretende dar á la luz pública, deducida del original Italiano, el Reverendo Padre Fray Joseph Manuel Rodriguez, Predicador General, ex-Lector de Sagrada Teología, ex-Custodio de la Provincia del Santo Evangelio, Cronista de todas las de Nueva España, Teólogo del Quarto Concilio Mexicano, Exâminador Synodal nombrado por el mismo, y Comisario Visitador de su Venerable Orden Tercero de Penitencia, tiene un objeto tan piádoso, qual es la salud eterna de los párvulos, que ciertamente él mismo es el mas justo aprobante, y eloqüente Panegyrista, haciendola digna no solo de la mayor recomendacion, sino de que sea promovida su práctica. Y porque esta depende de la operacion LA CARIDAD DEL SACERDOTE SEÑOR PROVISOR. Doctor Don Gregorio Omaña PARECER Del Padre Doctor y Maestro Don Juan Gregorio de Campos, Presbytero de la Real Congregacion del Oratorio de Nuestro Padre San Felipe Neri de México. [pag. XV] admiro, que en el Obispado de Langres, sufraganeo de Leon de Francia, se ayan concedido Indulgencias á los que aconsejan, procuran, ó de algun modo cooperan á los partos cesareos. Y á la verdad, si era en Roma digno de honores, y premios el que salvaba á un Ciudadano la vida, ¿qué gracias no merece quien se dedica á redimir de la muerte á aquellos miserables huerfanos? ¿Y qué aplausos no corresponden al Autor, y Traductor de este Libro, que con un santo zelo por la felicidad eterna y temporal de estas criaturas, cooperan á que por medio de la operacion cesarea vivan, y viviendo, se salven? Tengo ya ponderado (Señor Excelentísimo) el mérito de la Obra, que juzgo digna de la Imprenta, asi por su utilidad, como por no contener cosa disonante á los dogmas y maxîmas de nuestra Religion, ni á las Regalias, y Pragmáticas de su Magestad. México, y Septiembre 16. de 1772. 2 1 8 del parto cesareo, que entre las chirurgicas es bastante- [pag. XVI] mente prolija, y exquisita, el Reverendo Padre facilita su egecucion, teniendo siempre á la vista con la mas viva perspicacia todas las circunstancias, y precauciones, que en ella se deben observar para el exîto feliz, para el manejo mas pronto y decoroso, y para que ni la tímida negligencia, ni la inconsiderada audacia viole los límites de lo justo, ó aventurando la vida eterna del feto, ó causando algun detrimento á la temporal de las Madres. Siendo esto asi, y que un asunto que pudiera parecer distante de una pluma religiosa (como al Padre Rodriguez ninguno literario le es extraño) trata con toda la pureza, que pide la circunspeccion mas cautelosa, con la facilidad que exîge el arte mas diestro, y la solidez que puede desear el genio mas crítico; con esto he dicho, que no contiene cosa contra nuestra Santa Fé, y buenas costumbres; sino antes bien una doctrina igualmente ventajosa á la salud de las almas, y al beneficio comun de los Pueblos: por lo qual podrá Vuestra Señoría siendo servido, conceder la licencia que se solicíta para su impresion. Real Congregacion de San Felipe Neri de México, y Septiembre 22. de 1772. DOCUMENTO LA CARIDAD DEL SACERDOTE Doctor y Maestro Juan Gregorio Campos. [pag. XVII] PARECER DEL REVERENDO PADRE FRAY FELIX DE CASTRO, Lector dos veces Jubilado, Calificador del Santo Oficio, Doctor Teólogo por la Real Universidad de esta Corte, Catedràtico Proprietario en ella de Nuestro Venerable, Mariano, y Subtil Doctor Escoto, y Padre de Jure de esta Santa Provincia del Santo Evangelio. Muy Reverendo Padre Nuestro Ministro Provincial. 2 2 1 (1) Tract. de Princip. Marian. Grat. disp. 2. sect. I. á num. 153. (2) In quodam M.S. Teólogo del Quarto Concilio Provincial Mexicano, Exâminador Synodal nombrado por el mismo, y Comisario del Venerable Orden Tercero de Penitencia de esta Ciudad; y aunque en toda ella no encuentro doctrina que no sea mui conforme á la mas sana, y sólida [pag. XVIII] Teologia, sin embargo, juzgo conveniente, y aun necesario, vindicar, segun mis cortos alcanzes, la que se contiene en la advertencia XI. de cierta grave censura, con que ha sido notada, y que hallandose estampada en una Obra mui conocida, y justamente apreciada, pudiera retraer â muchos de la práctica, que se previene, y aconseja en aquella advertencia. En esta pues, asienta el Reverendo Padre ex-Custodio, con el Ilustrísimo y Reverendísimo Padre Maestro Feijoo, que debe bautizarse bajo de condicion el feto, que en algun raro caso naciese de hembra humana, y másculo irracional. Mas no obstante, que esta asercion se funda en el Teatro Crítico tom. VI. Parad. XIV. con razones fisicas de mucho peso, y que con bastante probabilidad persuaden contra el comun de los antiguos, que aquel feto pueda, y deba estimarse para el efecto, racional; la contradice el Sapientisimo Padre Doctor Francisco Xavier Lazcano,(1) á quien siguió Don Francisco Cigala.(2) El potísimo, y único fundamento, que nos expone dicho Doctísimo Maestro, es, que aun supuesta la racionalidad de aquel feto, este no contraería la culpa original, segun la doc- [pag. XIX] trina de el Angélico Maestro, y comun de los Doctores, de que el pecado original desciende á la prole, no por la madre, sino solo por el padre, de modo, que si Adan no hubiera pecado, aunque hubiera pecado Eva, no nacería maculada su posteridad, de que se infiere, que aquel feto no lo contraería, pues no podia comunicarselo su madre, y mucho menos su padre, que en el caso se supone irracional. Y como por otra parte, el Santo Sacramento de el Bautismo, es Sacramento de muertos, y que por esencia supone el pecado original, parece, que aquel feto no deberá bautizarse, aun bajo de condicion. Mas en quanto á lo primero, algunos Modernos, que callado el nombre, cita nuestro Castillo,(3) afirman, que el pecado original se deriva á nosotros, no solo de Adan, sino tambien de Eva, como de causa parcial He leido con mucho gusto, y provecho mio, la presente Disertacion, que traducida de su original Toscano, é ilustrada con varias advertencias y corolarios, pretende dar á la luz pública el Reverendo Padre Fray Joseph Manuel Rodríguez, Predicador General, ex Lector de Sagrada Teologia, ex-Custodio de esta Provincia, Cronista de todas las de Nueva España, 2 2 0 de su transfusion, cuya sentencia, aunque no la abraza, no le parece improbable á el mismo (4) por las razones, que alli alega; y mas quando San Anselmo (5) parece ser de el mismo sentir; y no obstante que Montesinos (6) lo explica [pag. XX] de otro modo, son tan claras sus palabras, que Castillo citado, y Vasquez, (7) no dudan decir, que el Santo Doctor estuvo en esta sentencia: por lo que el mismo Vasquez concluye, diciendo: Difficile sané est, cum id ex sola Dei voluntate pendeat, in hac re certam proferre sententiam: id tamen verisimilius est, Adamum, scilicet, Virum, causam fuisse nostri peccati originalis, an vero solus, vel simul etiam cum muliere, ut Anselmus existimavit, non est tam certum. No siendo pues, tan cierto, sino muy dudoso, por la autoridad de los Doctores alegados, que el pecado original se comunique á la prole por solo el padre, y no por la madre, no deberá por esta parte negarse el Bautismo, aun debajo de condicion, á el feto de nuestra controversia. Con todo, la comun sentencia de los Teólogos con los Doctores Angélico, (8) y Subtil (9) defiende, que de solo Adan, y de ningun modo de Eva, se deriva la culpa original, y por consiguiente, que no la contraería el feto de nuestro caso. ¿Pero deberiamos, en esta suposicion, negarle el Bautismo bajo de condicion? No por cierto: pues aun los Autores, que asientan (hablo de los que he visto) no deberse bautizar dicho feto, no es porque no contraería el pecado de [pag. XXI] Adan, que de esto no hacen mension; sino precisamente, porque no creen, ni suponen aun dudosa, su racionalidad, la qual sola, si les constase, ò por lo menos la estimasen probable, me persuado, á que serian de contrario parecer, sin atencion, á si contraería, ó no, la culpa original. Estos mismos Autores dicen, que debe bautizarse el feto procreado por varon hombre, y y [sic] hembra bestia, porque lo presumen, y suponen racional; y con todo es muy dudoso, contraería la culpa original: DOCUMENTO LA CARIDAD DEL SACERDOTE 2 2 3 (10) In [ilegible] dist 32 et in. 3. dist. 3. quæst. 2. §. aliter secundum viam Anselmi. (11) Tom. I. tract. de peccat. disp. 3. quæst. 3. concl. 2. (12) Tom. 2. disp. 119. cap. 7. á n. 64. (13) Tract. de Bapt. disp. 3. quæst. I. (14) Part. 2. lib. 5. cap. 29. porque para contraerla, en comun sentir con el Subtil Doctor (10) aquellos contraen el pecado original, que descienden de Adan por razon seminal, esto es, respecto de los quales Adan es padre natural, segun la comun y ordinaria propagacion, la que solo se verifica per seminalem commixtionem viri cum fæmina rationali. Ni es de omitir aqui lo que refiere nuestro Henno, (11) donde dice: que cerca de Dixmuda en Flandes, en el año de 1330, se formó, y nació un niño de el muslo de un hombre, y que esto consta de el registro de la Parroquia, y de la tradicion de los habitado- [pag. XXII] res de aquel pais; y aunque no salgo por fiador de esta noticia, es muy de el caso, lo que alli mismo defiende este gran Teólogo: es á saber, que aunque aquel niño, por no ser hijo natural de Adan, no incurrió en el pecado original, debió empero ser bautizado, por las razones que alega, y despues verémos: Unde puer ille formatus in fæmore viri prope Dixmudam in Flandria anno 1330, ut constat ex registro Parochiæ, monumento patris ipsius infantis, et traditione incolarum, non incurrit originale, debuit tamen baptizari, etcetera; y acaso porque efectivamente recibió el Bautismo, se hizo constar el caso en el registro de la Parroquia. Pero sea lo que fuere de esto, es cosa cierta, que los Santos Apostoles, los Discípulos, y primeros Santos Judios, recibieron el Santo Sacramento del Bautismo, estando ya libres de el pecado original antes de su institucion. Y lo que es mas, la Purisima Reyna de los Angeles Maria Santísima Nuestra Señora, preservada por especial privilegio de la culpa de Adan, fue bautizada por su mismo Santísimo Hijo Christo Señor nuestro, como lo asegura Euthymio in illud Joan. 3. Respondit Jesus, etcétera en donde dice haber sabido esto de los Padres próximos á los tiempos de los Apóstoles, y con él se con- [pag. XXIII] forman Vasquez, (12) Henno, (13) la Venerable de Agreda; (14) y el comun de los Doctores. ¿Qué mucho pues, que el feto, sobre que cae la advertencia XI, aunque no contraxese el pecado original, deba bautizarse bajo de condicion, (3) Tom. de Incarn. disp. I. de Just. orig. q 5. n. 2. (4) Num. 9: (5) Lib. de Concept. Virg. cap. 9. (6) Disp. II q. 10. n. 157. (7) Disp. 133. 6. 3. n. 10. (8) Quæst. 81. art. 6. (9) In 3. dist. 21. quæst. 2. §. de tertio. 2 2 2 DOCUMENTO Por manera, que el feto de nuestro caso, aunque no contraxese la culpa original, debería recibir el Bautismo, para justificarse por la gracia, para profesar la fé, para recibir el caracter, que señala á los hijos de Christo en su Iglesia, para hacerse capaz de los otros Sacramentos; y finalmente, para poder alcanzar el Reyno de los Cielos. Casi en estos términos lo dice Henno: (16) Unde puer ille formatus in fæmore viri prope Dixmudam in Flandria anno 1330: non incurrit originale; debuit tamen baptizari, tum ut insigniretur charactere Baptismali, sicque esset de familia Christi, et fieret capax aliorum Sacramentum, quorum Baptismus est janua: tum etiam, ut reciperet gratiam justificantem, et habitus supernaturales. Quien pues, no estrañará, que el Doctísimo, Padre Lascano nos diga, en lugar, que le citamos: Si forte dicat aliquis, talem fætum esse quidem humanum, sed non contrahere originale, et ob hoc egere Baptismate tantum ad characterem, et ad [pag. XXVI] primam gratiam, videtur inauditum Theologis; cum Baptisma sit Sacramentorum mortuorum, et illud nostrum non esset sanative redemptum? Quando la doctrina, que le parece inaudita, es expresa de Vasquez, de Henno, de la Venerable de Agreda, y en una palabra, de todos los Teólogos Concepcionistas, que defienden la preservacion de la Purìsima Reyna de los Cielos, y por otra parte no niegan, antes confiesan, que recibió nuestro Bautismo? [sic] Por esto pues, y porque en toda la Obra no encuentro cosa alguna, que contradiga á los dogmas de Nuestra Santa Fé, buenas costumbres, y Regalias de Su Majestad juzgo, que puede Vuestra Paternidad Muy Reverenda siendo de su agrado, conceder la licencia, que se pide para su impresion, y que á el Reverendo Padre ex Custodio se le deben muchas gracias por el zelo, y caridad, con que ofrece á el público tan preciosa pieza, con cuyo manejo se animarán todos á socorrer, poniendo en practica los piadosos, y seguros medios, que propone, y enseña, á tantos infelizes parvulitos, á fin de que no perezcan enclaustrados en el materno vientre, con pérdida lamentable, no solo de la vida temporal, sino tambien de la eterna. Este es mi parecer, salvo etcétera. Convento de Nuestro Seráfico Padre San Francisco de México, y Septiembre 28 de 1772. años. Fray Felix de Castro LA CARIDAD DEL SACERDOTE (16) Disp. de peccat. orig. cit. 2 2 5 y aun absolutamente, si como es solamente probable, fuese tambien cierta su racionalidad? Así creo lo diría Nuestro Henno, quien en el lugar poco ha citado, establece la siguiente conclusion: Baptismi subjectum est omnis homo viator nondum baptizatus, sive parvulus, sive adultus, sive ex parente fideli, sive infideli, sive amens, sive rationis compos, sive natus ex semine virili, sive non. ¿Qué cosa mas clara, ni mas de nuestro intento? Y la razon de esto es, porque aquel feto, supuesta su racionalidad, sería capaz, como ninguno negará, de el Reyno celestial, en el qual, sino es en caso de martyrio, ninguno puede entrar, sin el Bautismo, vel in re recibido, vel in voto, si no puede recibirse in re, segun aquella ley universal, Joann. 3. Nisi quis renatus fuerit ex qua, etcétera la qual comprehende á todos, sin excepcion de alguno, ni aun de Maria Santísima, en sentir de algunos, que [pag. XXIV] aprueba Vasquez, en donde últimamente le citamos: Quidam putant, B. Virginem comprehensam fuisse sicut et alios, præcepto illo Joan. 3. nisi quis renatus fuerit ex aqua, neque privilegio aliquo peculiari ab hac universali lege exceptum fuisse: quorum sententia mihi probatur, tametsi B. Virgo, neque peccatum originis contraxerit, neque ullum actionis commisserit. Es cierto, que el Bautismo, es por su institucion Sacramento de muertos, y que como tal supone necesariamente el pecado original; pero no precisamente en el individuo, que le recibe, sino como dice á otro intento Nuestro Wadingo, (15) ó en el individuo, que le recibe, ó en la especie: de modo, que si lo halla en el sugeto, que lo recibe, se lo remite, y si no lo halla, le confiere una gracia por sí remisiva de el pecado original, ó justificandole, si aun no está justificado, como el feto de nuestro caso: ó si ya lo está, como Maria Santísima, los Santos Apóstoles, y Discípulos, aumentandole, y realzandole la gracia ya recibida; pues, como enseña Vasquez, ubi supra, y tambien la Venerable de Agreda, ya citada, el Bautismo, no solo es necesario para remitir el pecado, sino tambien para otros efectos, de que [pag. XXV] era capaz la Santísima Virgen: Nam quamvis necessarius sit Baptismus, ad remittenda peccata, tamen etiam censetur necessarius ad profitendam fidem Christi, et recipienda cætera sacramenta, atque ita ad consequendum Regnum Cælorum. (15) In Oposc. de morte B. Virg. cap. 6. fol. 130. á n. 63. 2 2 4 DOCUMENTO LICENCIA DEL SUPERIOR GOBIERNO. [pag. XXVII] El Excelentisimo Señor Frey Don Antonio Maria de Bucareli y Ursua, Henestrosa, Lazo de la Vega, Villacis y Córdova, Caballero Comendador de la Bóbeda de Toro en el Orden de San Juan, Teniente General de los Reales Exércitos de Su Majestad, Virrey, Gobernador, y Capitan General de esta Nueva España, Presidente de su Real Audiencia, Superintendente General de la Real Hacienda, Presidente de la Junta del Tabaco, Conservador de este Ramo, y Subdelegado General del Establecimiento de Corréos Marítimos en este Reyno, etcétera. Visto el antecedente Parecer del Doctor Don Gregorio de Omaña y Sotomayor, Catedrático Proprietario de Sagrada Escritura en la Real Universidad, Exâminador Synodal del Arzobispado, etcétera, concedió su licencia para la impresion de este Quaderno, como consta de su Decreto dado en 19. de Septiembre de 1772. M.F. LA CARIDAD DEL SACERDOTE Doctor Barrientos Por mandado del Señor Gobernador, Provisor, y Vicario General. Bernardo de Palacio Notario Mayor [pag. XXIX] [Crismón] Fray FRANCISCO GARCIA FIGUEROA de la Regular Observancia de Nuestro Seráfico Padre San Francisco, Lector Jubilado, Calificador Proprietario del Santo Oficio, y Ministro Provincial de esta del Santo Evangelio, Custodias de Tampico, y Nueva-México, Monjás de Santa Clara, Hermanos del Tercer Orden de Penitencia, y Siervo, etcétera. POR virtud de las presentes firmadas de mi mano, y nombre, selladas con el Sello mayor de nuestro Oficio, y refrendadas de nuestro Secretario, concedemos nuestra bendicion y licencia por lo que á Nos toca, para que pueda darse á la prensa un Quaderno intitulado: La Caridad del Sacerdote para con los Niños encerrados en el vientre de sus madres difuntas, traducido del Toscano á nuestro idioma Castellano, aumentado é ilustrado con varios Corolarios por el Reverendo Padre Fray Joseph Manuel Rodriguez ex Lector de Sagrada Teología, Predicador General, ex-Custodio de esta Provincia del Santo Evangelio, Cronista General de todas estas Provincias, Teólogo del Quarto Mexicano Concilio, Exâminador Synodal por el mismo, y Comisario Visitador del Venerable Tercer Orden de Penitencia de este Nuestro Conven- [pag. XXX] to de México: atento á constarnos no tener cosa que se oponga á nuestra Santa Fé Católica, Sagrados Cánones, y buenas costumbres, segun la aprobacion que de dicho Libro de nuestro orden nos remitió el Reverendo Padre Fray Felix de Castro Lector dos veces Jubilado, Calificador del Santo Oficio, Padre de Jure de esta nuestra Provincia, Doctor Teólogo, y Catedrático proprietario de nuestro Subtil Doctor en esta Real Universidad: la qual aprobacion mandamos se imprima con esta nuestra licencia, servatis in reliquo de jure servandis. [pag. XXVIII] Por la presente, y por lo que á Nos toca, damos licencia á qualquiera de los Impresores de esta Corte para que pueda imprimir el Quaderno intitulado: La Caridad del Sacerdote para con los Niños, (que se presenta) atento á que reconocido de nuestro Orden, consta no tener cosa que se oponga á nuestra Santa Fé, buenas costumbres, ni Regalias de Su Majestad (que Dios guarde) con calidad de que no se dé al público hasta que por el Padre Doctor Aprobante se cotege, y por el Oficio se tome razon. Dado en la Ciudad de México á diez y seis de de [sic] Septiembre de mil setecientos setenta y dos años. 2 2 7 NOS el Doctor Don Manuel Joaquin Barrientos Lomelin, y Cervantes, Dignidad de Chantre de esta Santa Iglesia Metropolitana, Rector de la Real Universidad de esta Corte, Gobernador, Provisor, y Vicario General de este Arzobispado, por el Ilustrísimo Señor Doctor Don Alonso Nuñez de Haro del Consejo de Su Majestad, Arzobispo de dicha Santa Iglesia, etcétera. 2 2 6 Dadas en este nuestro Canvento [sic] de Nuestro Seráfico Padre San Francisco de México en treinta de Septiembre de mil setecientos setenta y dos años. DOCUMENTO LA CARIDAD DEL SACERDOTE Fray Francisco Garcia Figueroa Ministro Provincial P.M.D.S.P.R. Fray Jacobo de Castro Secretario [al pie] Reg. Tit. de Proa. fol. 160. [pag. i] 2 2 9 (*) Cangiamil. Embriolog. Sacr. Lib. II. Cap. X. El Ilustrísimo Señor Doctor Don Alonso Nuñez de Haro, del Consejo de Su Majestad, dignisimo Arzobispo de México, concedió ochenta dias de Indulgencia á las personas que executaren por sí, ó por otros, con las preñadas difuntas la Operacion contenida en esta Obra, segun la forma que en ella se expresa; ó [pag. v] Es del todo indubitable, que en dichos parages tan destituidos de los regulares socorros, y especialmente los segundos, son tambien muchisimas las mugeres preñadas que mueren; y yo aseguro, que no omitirá Sacerdote alguno, hallándose en proporcion, el asistirlas con aquellos auxilios posibles, á fin de que cada una de ellas logre su [pag. iii] eterna salvacion. ¿Pero què caridad christiana podrá sufrir se dexen perecer al mismo tiempo, pudiendo hacerlas eternamente felices por medio del Bautismo, las almas de aquellas pobrecitas Criaturas, que se hallan encerradas en sus entreñas [sic]? ¿Que se sepulten con ellas en el vientre, porque no hay Cirujano, ni algun otro facultativo, ó que sea capaz de egecutar la dicha extraccion? Esta pues es la precision, en que por lo comun se hallan los Sacerdotes de este Reyno de practicar por sí mismos la operacion cesarea. Lo cierto es, que si pudiendo los tales egecutarla, la omiten, se hacen reos del mismo modo, que si de positivo quitasen la vida â aquellos miserables parvulitos, pues con su omision les impiden conseguir su eterna salud: Quem non servasti, dum potuisti, occidisti. Pero esta es la dificultad: Que puedan; y el desvanecerla el empeño de la [pag. iv] caridad del citado Autor, en la Resolucion que traduzgo, y documentos con que la promueve, de su dignísima Obra, â cuyo estudio (*) debo, en la mayor parte, el demás resto de doctrinas, de que formo el texido de mis Advertencias, y Corolarios. Espero, que aquel Señor, que me inspiró el pensamiento, lo felicite de modo, que convencidos de su verdad los Señores Sacerdotes, reduciéndolo â la práctica, me hagan entrar â la parte del mérito, que en ella adquirirán, y los Niños que lograrán mediante ella su salvacion, nos tendrán â todos presentes, para que seamos participes de su gloria. PROLOGO Quatro años hace que leí escrita en su original Italiano la Obra intitulada: Embriología Sacra, ó del oficio de los Sacerdotes, Médicos y Superiores acerca de la salud eterna de los Niños encerrados en el útero, su Autor el erudito, docto, y zeloso Parroco Don Francisco Manuel Cangiamila, Doctor Teólogo, y en ambos Derechos: y otros tantos ha, que convencido de las razones con que excita á los Sacerdotes, especialmente Curas, â no omitir en caso necesario la operacion del Parto Cesareo con las preñadas difuntas, se me está haciendo presente lo indispensable de su práctica en esta Nueva España. Asi como no hay quien ignore ser innumerable la multitud de sus poblazones, ningunos mas bien que los Sacerdotes y Curas de ellas estan impuestos en la casi total inopia, que se pade- [pag. ii] ce en las mas, de peritos en las facultades de Medicina, y Cirugía, y aún de Sangradores y Barberos, que puedan llenar â una mediana satisfaccion la calidad de tales. Esta es una verdad tan notoria, como lamentada por casi todos aquellos â quienes saca la precision de sus ministerios fuera de las Ciudades capitales. ¿Y qual será, no digo la pericia, la racionalidad de aquellos entre quienes habitan los mismos Sacerdotes, que pueblan, y transitan los Países en que se egercitan, y tienen establecidas sus Misiones? 2 2 8 dieren noticia á los Curas, ó Superiores de sus respectivos Partidos, de alguna muger preñada moribunda, para el efecto de salvar mediante la dicha Operacion la prole despues de difunta la madre, y á los que con la mayor brevedad posible bautizaren la misma prole. DOCUMENTO LA CARIDAD DEL SACERDOTE (1) [crismón] DUDA ¿Qué deberá hacer un Sacerdote, y mas si es Párroco, en el caso de que muera una muger preñada, y no se encuentre Cirujano, Partera, ni Barbero, ó alguna otra persona que pueda, ó quiera practicar con la difunta la Operacion Cesarea? ¿Dexará que se sepulte la Criatura viva, y sin bautismo, con la Madre? ¿Tendrá corazon para abandonar á la perdicion eterna una alma confiada á su caridad, y á su cuidado? ¿Qué hará pues el Sacerdote? ¿Qué hará el Párroco? (2) RESOLUCION La caridad los obliga á executar por sí mismos con una navaja la dicha operacion. 2 3 1 (4) De Doct. Christ. l. 1. c. 27. (5) Sanchez de Matrim. lib. 9. disp. 20. n. 17. Armilla v. Defensio n. 3 Bástanos por fiador de este dictamen, entre otros Erudítos, el Vanespen: (1) Cum non raro contingat, dice, nullum in Parochia inveniri, aut saltem hic et nunc haberi posse qui peritiam, modumque convenientem apariendi uterum, et extrahendi infantem habeat: oportet ut ipsimet Pastores præcipue rurales, hujus rei aliquam notitiam á perito aliquo accipiant, qua subinde, cogende necessitate, uti possint. Lo mismo se ordena en el Edicto de Grigento de 30 de Julio de 1744. en el paragrafo 4: “Practicarán, dice, los dichos Curas la diligencia de que se llame á tiempo el Cirujano, que asista hasta que muera la preñada, y en caso de que falte Cirujano, sea un Barbero, ó alguna Partera, que (indicando el Médico físico el lugar por donde debe hacerse la cisura harán la operacion á lo menos con una navaja: y procurarán también que se (4.) instruyan para el tal efecto algunos en sus Parroquias; y aun ellos mismos procurarán actuarse en la dicha operacion, sin el mas leve escrúpulo de executarla por sí mismos, para no permitir que perezca una alma comprada con la Sangre de todo un Dios, como enseña Vanespen, y sabiamente se ha ordenado en la Diocesi de Catanea; y aun la doctrina de Gobat los obliga con expresiones bastantemente rigorosas.” Parecerá tal vez superfluo, que se advierta á los Curas en los referidos Edictos, no formen escrúpulo de executar la tal incision: porque quien no sabe, que ó se habla del precepto de no exercitar la Cirugía, y este no puede obligar en una necesidad tan extrema del alma, y del cuerpo del Niño; ó se trata de la irregularidad ex defectu lenitatte, y esta no tiene lugar sino en las incisiones, y mutilaciones de los cuerpos vivos. Sin embargo ha sido muy bien hecha la advertencia: porque podia (5) ocurrir este escrúpulo á algun Sacerdote de las pequeñas poblazones. Y aun yo conozco á un Arzipreste, por otra parte docto, y zeloso, que rogado por un Vicario suyo le permitiese hacer la dicha incision, porque aunque se hallaban en una Ciudad populosa, no se pudo conseguir prontamente el Cirujano, se lo prohibió, intimidandolo con la irregularidad, y se perdió aquella alma: tan cierto es, que en los casos mas Asi se advierte expresamente en un Edicto publicado en la Diocesis de Catanea, en primero de Junio del año de 1742. al número 3. por estas palabras: “Ordenamos bajo la misma pena de excomunion ipso facto incurrenda, que quando faltasen perítos, que hiciesen la tal operacion, particularmente en los lugares cortos, tengan entendido los Párrocos ser de su obligacion procurar los mejores, que les sea posible; y en caso de no hallarlos, sin el mas leve escrúpulo procedan á hacer por sí mismos la insicion, despues de haber aprendido á executarla de algun períto, para no hacer que perezca aquella alma comprada con (3.) el precio de la Sangre preciosísima del Divino Cordero.” (1) P. 2. tit. 2. de Bapt. c. 4. n. 25. (2) Psalm. 106. 27. (3) 2. 2. q. 26. art. 5. per tot. 2 3 0 DOCUMENTO en extremo peli- (8) gro, es tan precisa, y tan indispensable, que no solo la imponen los Teólogos aun á vista de una fuerte imminente tentacion; sino que muchos de ellos la estienden aun al caso en que el Sacerdote, por bautizar á un niño moribundo en pais de infieles, se debiese exponer á peligro de perder la vida. Asi lo sienten Bañez, Ocaga, Ledesma, Coninch, y otros Moralistas, aunque por otra parte de los Probabilistas mas benignos, que por la brevedad se omiten: por cuya razon asi Armilla como Sanchez son de dictamen, que si estando bautizando á un niño moribundo, vienen los enemigos á quitarme la vida, no me es lícito huir por salvarme. (5) Es verdad que Juan Sanchez es de sentir no haber obligacion de exponerse á la muerte por bautizar; pero esto no obstante confiesa que la hay, quando el peligro es solo de negar la Fé por la razon (9) arriba dicha de que el primer riesgo es insuperable por la voluntad; y superable el segundo: y amplía esta doctrina á fin de precisar al Cirujano á curar, sin embargo del peligro proprio, las partes vergonzosas de una muger: lo que debe notarse, porque sirve para probar en él la misma obligacion de egercer el oficio de Partera, quando sea necesario. Aun el mismo Juan Sanchez no niega tener lugar en los Párrocos la obligacion de exponer por bautizar al niño la propria vida: (6) At licet cum periculo amittendi fidem constritus sit fidelis puerum baptizare, quando solum inductione, seu præcibus metueret illam amittere; credo tamen non teneri, quando mors esset illi inferenda, nisi fidem negaret; quia in primo casu nulla infertur vis ad negandam fidem, et poterit illam fidelis non amittere absque detrimento; non sic in postero casu: unde credendum Soto, et Sá, censentibus neminem cum periculo vitæ teneri Infantem baptizare: (10) nisi forte in casu, quopactum intercesisset de non omittenda cura animæ proximi, etiam cum periculo amittendi propriam vitam: qua ratione Parochos obnoxios reddi sacramenta ministrare suis ovibus cum periculo vitæ, præcipue pænitentiæ, cum ob id decimas, et cætera emolumenta percipiant; tenent Doctores. Eodem LA CARIDAD DEL SACERDOTE 2 3 3 (8) Ibid. tract. 2. del Bap. casu 5. n. 193. et sep. (9) 2. 2. q. 26. art. 5. (10) Roderic. Tolet. Hist. Hisp. lib. 5. cap. 22. Marinæus lib. 8. rer. Hisp. Vasæus in Chron. 860. graves é improvisos, nos sucede lo que á los navegantes, de quienes se dice: (2) Turbati sunt, et moti sunt sicut ebrius, et omnis sapientia eorum devorata est. Nos olvidamos de aquello mismo que sabemos, y embarazados, nos aplicamos al peor partido: desgracia que sucede no raras veces, aun á sugetos de una eminente sabiduría. Mas porque acaso podrá parecer duro é inconveniente á alguno lo que santísimamente ordenan los Edictos citados, y igualmente nuestra resolucion, porque (6) puede ser origen de malos pensamientos, no será fuera de propósito confirmarlo, é ilustrarlo con la luz y fundamento de la Teologia. Debe pues suponerse, no ser una cosa nueva el que la ley de la caridad obligue á preferir la vida espiritual del proximo á la nuestra propria corporal. Asi lo enseña Santo Tomás (3) con toda su Escuela: Et ideo proximum quantum ad salutem animæ magis debemus diligere, quam proprium corpus: Doctrina que aprendió de su Maestro San Augustin: (4) Plus debemus diligere proximum, quam corpus proprium; y aun del exemplo y doctrina del mismo Christo: porque la compañia en la plena participacion de Bienaventuranza, que es la razon de amar la alma del proximo, á que somos destinados compañeros, es mayor que la participacion de la misma Bienaventuranza por redundancia, que es la de amar el proprio (7) cuerpo: y por esta razon, como divinamente discurre el mismo Angélico Doctor, aunque ordinariamente el exponer por el proximo la propria vida, solo pertenecería â la perfeccion de la caridad; en caso de que nos hallemos obligados á atender á la salud del alma del mismo, pertenece el socorrerlo á la rigorosa necesidad de aquella excelente virtud. Supuesta pues esta doctrina, es de advertir, que comunmente afirman los Doctores, que el gravamen de exponer la propria vida, es mayor que el de exponerse á la molestia de una grave tentacion: porque aquel se supone insuperable por nuestro libre albedrio; y este es vencible por nuestra voluntad, asistida de la divina gracia: y de aqui es, que en aquellos casos en que estamos obligados á exponernos aun á la muerte; a fortiori lo estamos á exponernos á una, aunque grave, tentacion. La obligacion pues de ministrar el bautismo á un niño que se halla (6) In Select. disp. 10. n. 2. (7) Tract. 1. de Bapt. casu 7. n. 237. 2 3 2 DOCUMENTO ba obligado á hacerlo como de nece- (13) sidad? 3° ¿Si ocurriendo de nuevo semejante caso, habrá obligacion de repetir este raro, y extraordinario exemplo de caridad? Respondí: Que en un lance semejante, por necesidad de precepto se debe egecutar tambien lo que hizo el mencionado Sacerdote: Lo primero, por razon de la prole, que de otra suerte perecería, asi en quanto al alma, como en quanto al cuerpo. Por cuya razon probarémos en el sexto caso, que aun se debe exponer á peligro la misma vida, por semejante causa. Lo segundo, por razon de la madre: pues facilmente se comprehenderá de lo que discurren los Comentadores de Santo Tomás (9) sobre la obligacion de socorrer al proximo en la necesidad extrema corporal; que por la conservacion de la vida agena se debe sugetar á una tal molestia, gravísima ciertamente á un ánimo casto, bien que por (14) otra parte considere el dicho del Apostol: Omnia munda mundis. Por lo qual supongo, que el tal Sacerdote aya prudentemente creído, que amenazaba en la realidad el dicho peligro. Vease á mas de esto la doctrina que darémos en otro lugar, en el número 237. (que es puntualmente la en que reprueba la distincion de Sanchez, que queda referida.) Y si tal vez, prosigue, te ocurriere algun caso semejante al expuesto, piensa si sin peligro de la parturiente, y del feto podrás acaso imitar á un cierto Párroco de excelente doctrina y discrecion: el qual hallandose immediato á una corta poblazon llamada Volminga, poco distante de esta Ciudad de Costanza, y encontradose con una semejante parturiente, que le pedía socorro, le respondió: que si lo intentaba, acaso le perjudicaria mas, que servirle de alivio; y asi, que con la mayor aceleracion iría á la Ciudad, para embiarle personas, que lo supiesen hacer (15) mejor. A este Párroco Doctor en Teología, lo conocí despues Canónigo de nuestra Iglesia Catedral. Acerca de tal caso me escribió el Dean, hombre dignisimo de toda fé, con el ánimo de que con otros dos, lo insertase en la reimpresion de este Alfabeto.” LA CARIDAD DEL SACERDOTE 2 3 5 (13) De insol. part. cap. 19. n. 8. (14) Cent. 1. Epist. 3. ad Aman. lum Polanum: et in resp. ad Epist. Michael. Doring. [Por error tipográfico esta nota aparece en la impresión bajo el número 24] (15) Pontas Dict. cas. consc. t. 2. confes. cas. 10. Silvius Resol. variar. v. sigil. 1. Decemb. 1641. igitur modo vitam Mariæ erit adstrictusn Joannes conservare, licet adsit periculum lapsus, et Chirurgus teneb tur veneranda fæminæ curare, licet cum periculo consensus in peccatum; et si in modo esset parvulus, qui sine baptismo moreretur; tenetur ingredi domum, etsi sequatur scandalum. Pero este temperamento no le agrada á Gobat, (7) Autor tambien benigno y Probabilista: y bien que alabe la subtil diferencia que pone el citado, entre exponerse al peligro de pecar que es mal evitable; y el inevitable de la muerte, por el humano arbitrio; siente no obstante, haber obligacion de bautizar á un niño, no solo (11) con peligro de pecar, sino aun con el de la vida: no solo si el que ha de bautizarlo está obligado ex justitia á procurar su salud eterna, como lo están los Párrocos; sino aunque lo hagan solamente ex charitate, como qualesquiera otros. Pero nada es mas notable en el mencionado Gobat (8) en orden al asunto, que la resolucion que dió el mismo, á un extraordinario suceso acaecido cerca de Costanza, que referiré con sus proprias palabras: “El otro caso, dice, es el que se comprehende en la resolucion de una extraordinaria pregunta, que se me hizo, no ha mucho tiempo, conviene á saber, ¿si esté obligado un hombre bajo pecado mortal á hacer el oficio de Partera, quando de otro modo no se pudiese salvar la madre, y el feto? La ocasion de proponer la dicha duda, la dió un cierto Sacerdote de esta Diocesis de Costanza algunos años hace, el qual refirió mu- (12) chas veces el hecho delante de varios, y entre ellos á otro Sacerdote. Sabemos pues de su verídica y sincera boca, que hallandose en cierta ocasion en el campo, fue divisado por una Señora parturiente, que estaba postrada en tierra, á no mucha distancia del camino, la qual con voz lamentable le suplicó la socorriese prontamente; y habiendose acercado, prosiguió diciendole la afligida muger: Veisme aqui, Señor, asaltada de improviso de dolores agudísimos de parto, y si no haceis conmigo el oficio de Partera, pereceré yo, y mi prole dentro de mi vientre. Por Dios, pues y por su extremo juicio os suplico antepongais mi extrema necesidad, y la de mi prole, asi á la mia, como á vuestra verguenza. Rindióse el Sacerdote, aunque con repugnancia, á la sulplica, y salvó la vida asi á la madre como al hijo. Se pregunta lo I° ¿Si fue lícito lo que egecutó? 2° ¿Si esta(11) Joann Mosch. in Vitis SS. PP. apud Eribet. Rosuveid. lib. 9. (12) Cangiamil. Embriolog. Sacr. lib. 2. cap. 8. f. mihi 144. 2 3 4 DOCUMENTO para socorrerlo con superabundantes auxilios, y sacarlo triunfante de qualquiera peligro, y especialmente en un caso como el nuestro de tanta necesidad, y gloria de Dios. Cor- (18) ra pues el Sacerdote á salvar á los niños, aunque sea por medio de la incision, y dexe gritar á quien quisiere; porque jamás han faltado en el mundo aquellos de quienes escribió San Judas, que quæcumque ignorant, blasphemant. Mas para no veerse los Párrocos reducidos á estos peligros, requiere la razon que procuren con tiempo tener, como arriba apunté, muchos en sus Parroquias, que sepan practicar la operacion cesarea, Parteras, Sangradores, ó Barberos, y en especial algun Cirujano verdaderamente caritativo, y que esté siempre pronto á la casa de aquellos parvulitos, amandolo por esto, y acariciandolo con particular afecto: á mas de lo qual cuiden, principalmente en los Lugares cortos, de adquirir ellos mismos la pericia de la dicha operacion. Aunque no por esto omitirán el tal cuidado en los lugares grandes, pues tal vez en ellos, á causa de los accidentes repentinos é inopinados, es mas dificil conseguir entre dia (19) un Cirujano, aunque aya muchos en ellos, por hallarse todos esparsidos en varias partes con evidente peligro de que interin se vá en busca de alguno, perezca sin remedio la miserable criaturita. Tendrá pues el Párroco en su casa para estos inopinados accidentes una navaja, á fin de que se sirva de ella la Partera, ó alguno otro que se halle con valor para egecutar la operacion en defecto de Cirujano. Y en caso de verse precisado de la pura é inevitable necesidad, para no embiar al Limbo aquella miserable alma, él mismo en nombre de Dios haga la incisión, y tendrá un duplicado premio, por la duplicada fatiga y caridad de extraer la pobrecita criatura, y de bautizarla: Padre á un mismo tiempo espiritual, porque la reengendra á Christo, y en cierto modo Madre tambien corporal, porque él artificialmente la dá á luz. Y si, como suele suceder, muere dentro de poco tiempo, hecha Clientula suya, la tendrá en el Cielo por una diligentísima Abogada. LA CARIDAD DEL SACERDOTE (18) P. 2. sect. 5. c. 113. n. 12, et 17. (19) Plin. lib. 7. c. 9. et Solin. lib. 4. 2 3 7 De lo dicho se infiere, que Gobat, segun los princípios teológicos, y principalmente de la Escuela de Santo Tomás, á fortiori obliga á un Sacerdote, y mucho mas si es Parroco, á egecutar el parto cesareo, siendo cosa incomparablemente mayor el hacer el oficio de Partera con una viva, que el solo abrir el costado de una muerta; asi á causa de la misma accion, como por el peligro presente y futuro, tanto del uno, como de la otra. Refieren los Historiadores, (10) que muerta por los Moros de una herida en el (16) vientre, en un reencuentro de su Egército, á que se halló presente, estando en cinta Urraca Reyna de Navarra, en aquella confusion, la dexaron los suyos en el campo. Pasó despues de algun tiempo por allí el célebre Guevara, Progenitor de la Noble familia del tal Apellido, y compadeciendose á vista de un espectáculo tan funesto, advirtió que el niño de que estaba embarazada, había sacado una mano por la herida, y con los inútiles esfuerzos parecía pedir ayuda: el magnánimo Cavallero estendió al punto con su espada la herida, y extrajo por ella al Infante, que fue despues el Rey Gaspar Garcia, tan celebre por sus victorias. Figúrese pues el Sacerdote, que semejantes infantillos, hallandose en igual necesidad, estienden azia él la tremula mano, invocandolo en su socorro, y aun que el mismo Christo parbulito le dice: Lo que hicieres con este mi verdaderamente mínimo, lo harás conmigo. Ocurriendo pues la necesidad de un parto cesareo, armado de caridad, y de (17) confianza en Dios el Sacerdote, preparese para la empresa. La Iglesia Griega hace las unciones casi por todo el cuerpo de los Catecúmenos, aun de las mugeres. Era este Rito demasiado molesto al piisimo Sacerdote Conon; (11) y asi pensó en abandonar el ministerio de bautizar; pero fue confortado por San Juan Bautista, que habiendosele aparecido, le dixo: Ego te ab hoc bello liberabo; sin embargo de esto, huyó Conon de la Iglesia; pero volviendo á aparecersele el Santo, le desaprobó su fuga. Tan cierto es que aquel que se expone á un peligro por orden y voluntad del Altísimo, obligado del ministerio proprio; y de la ley de la caridad, tiene siempre, y en todo lugar prontísima la Omnipotencia (16) De append. 3. ad tract. 2. de Bapt. n. 30. (17) Lib. 6. p. 1. de Bapt. dub. 4. n. 294. 2 3 6 DOCUMENTO (22) II. Que no es razon para que no se egecute dicho parto la de que en su tierra, ni entre los suyos jamás se ha egecutado. Este fue de hecho el motivo que alegó en Zaragoza de Sicilia un Superior temporal, hombre por otra parte inclinadisimo à la piedad, para no permitir se egecutase con una difunta preñada de nueve meses; y con efecto se sepultó con el hijo vivo en el vientre: y en otra Ciudad de la misma Diocesis, habiendo muerto una muger casada, y ofrecidose un sugeto, y con instancia, â hacer la incision, se le impidió tambien, y el pobrecito niño perdió no solo el cuerpo, sino tambien el alma; y esto, porque en dicha Ciudad no habia memoria de que jamás se hubiese practicado un parto cesareo. Y de hecho, habiendo muerto despues otra, y procurando el Párroco se abriese, se llenó toda la plaza de Clérigos y Religiosos, llevados de la novedad, y con la curiosidad del excito, que fue feliz. (12) LA CARIDAD DEL SACERDOTE 2 3 9 (23) III. Que no obstante que los Médicos, Cirujanos, y Parteras, y mucho menos el marido de la difunta, sus padres, parientes, herederos, afines, y domésticos, aseguren estar muerto el feto, no se debe omitir el parto cesareo. La muerte del dicho feto la suelen inferir del defecto de movimiento; pero este fundamento es muy debil y falaz, porque aun las mismas madres suelen no percibirlo hasta los siete meses; y ya hubo alguna, segun testifica Bartolini, (13) que por no haber sentido moversele el feto en el útero en todos los nueve meses, no se hizo juicio de estar preñada hasta la hora misma del parto. No solo cesó el movimiento del feto, habiendo padecido por espacio de seis dias los dolores del parto, con otros rigorosisimos simntomas, una honesta Matrona, de que habla Guillermo (24) Fabricio Hildano Médico de Berna, (14) de modo que ni la misma parturiente, ni las Parteras, ni otras mugeres asistentes lo sintiesen; sino que habiendose manifestado poco â poco la parte superior de la cabeza, se conoció estar deshecha; percibióse tambien fetor, y algunas señales, de que se infirió, aun por el mismo Fabricio, estar ya muerto; pero falsamente, porque habiéndose èste resuelto â hacer la operacion, lo extrajo vivo: pues la cabeza, á causa de la estrechez de las partes geni- (20) Y á la verdad, por mas que él aya salvado muchas almas, de ninguna puede gloriarse en Dios con mas razon, que se aya salvado precisamente por su ministerio. Los adultos cooperan con actos proprios saludables á su justificacion: á los otros niños no faltarán Sacerdotes que los bautizen; pero la salud de los pobrecitos encerrados en el vientre materno, toda suele ser fruto de la caridad de su Pastor. Y si Santiago, por corona de sus admirables documentos, promete al fin de su Epístola la Bienaventuranza á aquel que solo enseña á un pecador el camino de la salud, persuadiendolo á retroceder del malo: Qui converti fecerit peccatorem ab errore viæ suæ, salvabit animam ejus, esto es, suam, segun el Grecismo, et operiet multitudinem peccatorum; ¿qué será de nuestro Párroco, de nuestro Sacerdote, el qual no solamente enseñará el camino del Cielo, á fin de que el niño se dirija á él por sus proprios pasos; sino que lo tomará, por decirlo asi, en peso, y pondrá en posesion de la eterna felicidad? (21) ADVERTENCIAS acerca del Parto Cesareo de las preñadas difuntas. I. Que en atencion â que no solo la egecucion; pero aun el nombre de Parto, ú operacion Cesarea podra tal vez coger de nuevo â muchísimas de las gentes, que habitan los Lugares de esta Nueva España, deben los Párrocos noticiar de ella, y de sus fines â sus Feligreses, ê imponerles en la obligacion que tiene todo Christiano, no solo de no impedir, sino quanto está de nuestra parte de procurar en el caso de la muerte de alguna preñada los medios de su práctica, ó por sí inmediatamente, ú ocurriendo â perítos, y en caso de resistencia, ô repugnancia de estos, ô del marido, ô padres, etcétera, de la difunta, â los Superiores Eclesiásticos, ô Seculares, que deberán compelerlos, á los unos â egecutarla, y á los otros â no impedirla. (20) Tom. 14. tract. de ortu Infant. per sect. Cæsar. e. 1. 2 3 8 DOCUMENTO tales (siendo la muger de treinta años, sin haber estado jamás embarazada, y de complexîon seca) habia estado gravemente comprimida por muchos dias: â aquella compresion se habia seguido la inflamacion, â èsta la corrupcion; y en efecto no murió hasta los tres dias. Y en todo caso, concluye el dicho Autor: “Es mucho mas conveniente hacer la tal operacion en cien cadáveres (25) de preñadas, que permitir una sola vez, que algun feto vivo tan miserablemente se sufoque y perezca en el vientre materno: esto sería verdaderamente ser inhumano y cruel contra su proximo, y y [sic] aun provocar la justisima ira de Dios contra el género humano.” Asi se explica un Protestante. ¿Y quanto mas activa deberá ser la verdadera caridad entre nosotros los Católicos, especialmente si nos hallamos revestidos del caracter de Ministros del Altisimo? LA CARIDAD DEL SACERDOTE para que en caso de muerte se pueda reparar la perdicion eterna de la prole, que prepondera á qualquiera infamia de la madre. De tal suerte, que rehusando el hacerlo, no puede ser absuelta, segun la doctrina de los Teólogos, entre los quales Pontas, (15) y Silvio: Si contumaciter filia persistat, nolitque ulli extra confessionem aperire; deneget ipsi absolutionem, tanquam indigne prorsus et indispositæ: cum nolit hoc faceret ad quod sub reatu peccati mortalis obligatur. (29) VII. Que sin embargo de que el Ritual Romano ordena, que en caso de morir una muger preñada, se extraiga con el mayor cuydado, y lo mas presto que sea posible, el feto, para que estando vivo se bautize; no se debe omitir la diligencia de su extraccion, aunque no se aya egecutado tan prontamente, y aunque aya pasado un dia despues de la muerte de la madre. La ley canónica presume siempre vivo un marido, aun despues de una larga ausencia, y prohibe â la muger el pasar â segundas nupcias; ¿con quanta mas razon se deben presumir vivos los niños, â fin de procurarles el Bautismo; manteniéndolos tal vez vivos la providencia VI. Que muerta la madre, y asegurados los asistentes de estarlo en la realidad, por medio de los comunes experimentos de (28) ponerle en los labios un poco de algodon, ó lana, escarmenado, aplicarle á ellos la luz de una candelilla, etcétera, para vér si dá indicio de respiracion con su movimiento, que es el modo regular con que se explica en semejantes casos la naturaleza; debiendo regular nuestro juicio por aquello que comunmente acaece, se le tendrá la boca abierta, , segun dispone el Sínodo de Colonia del año de 1528, y el de Cambrai de 1550, introduciéndole al punto en ella un tubo, ó cañon, ó canuto de cañaberal sin nudos, que se tendrá prevenido, desde las fauces â los labios, no porque sea necesario para la respiracion del feto; sino porque por medio de esta diligencia, entrando un aíre mas frezco y puro al vientre, y comunicándose de allí al útero, se exalarán los álitos cadavéricos de las entrañas maternas, capaces por sí solos de acabar de quitar la vida muchas veces agonizante, del mismo feto. V. Que los Párrocos, ó sus Tenientes, ó Vicarios, siempre que vayan á confesar en algun accidente grave, ó â administrar el Viático â alguna muger casada, inquieran de la misma con el mayor cuydado, si está embarazada. La qual diligencia con mucha mas razon se practicará, habiendo sospecha, ó justo temor de oculta preñez, como por egemplo, si alguna no casada, especialmente joven, se acusa de delitos carnales; porque en tal caso se le (27) debe preguntar; y confesando estar preñada, obligarse â confiar fuera de la confesion el ocurso (procediendo siempre con aquellas cautelas que dictan la prudencia, y ciencia moral) 2 4 1 IV. Que el impedir ú omitir un parto cesareo, puede hacer tal vez reo al que lo impide û omite, no solo de uno, sino aun de muchos homicidios, y de la ruina de otras tantas almas: porque sin ocurrir â una irregular multiplicidad de fetos, de que traen infinitos egemplos los Autores, asi antigüos, como modernos, son bien freqüentes las superfetaciones, y aun los par- (26) tos regulares de gemelos, trigéminos, etcétera; y por tanto deben los Sacerdotes, y en particular los Párrocos amonestar al Cirujano, ó qualquiera otra persona, que egecute la operacion, que ínterin èl bautiza â la criatura, inquiera si hay acaso alguna, ó algunas otras menores que la primera, asi por razon de superfetacion, como porque aun los gemelos no siempre se forman bajo las mismas membranas. 2 4 0 divina contra toda aparente razon fisica, precisamente porque quiere salvarlos; y habiéndose encontrado algunos vivos despues de notable tiempo, como dos niños en nuestros dias despues de veinte y tres, y veinte y quatro horas de la verdadera ê indubitable muerte (30) de sus madres; y esto sin el auxilio ya dicho del tubo, ô canuto? Y sobre todo: Præstat, dice Gobat (16), siguiendo el expresado dictamen de Fabricio, ut potius centies secentur, etsi irrito eventu, matres mortuæ, quam ut eis parcendo, negligatur vita unius unici infantis. DOCUMENTO yor prontitud, tendrá por regla general, que sin gran fundamento, no se debe presumir que la criatura no sea de especie humana, y por consiguiente, que no tenga alma racional, si fue engendrada en una muger de nuestra especie, y como se debe creer, de semen humano. Dios mandó á las hierbas, y á los árboles en el Génesis, que produxese cada uno su semejante, ó fruto, segun su propria especie; y suponiendo que el feto se mueve, y no teniendo razon urgente en contrario, se debe mas antes presumir, que el alma sea racional, que no constandonos ciertamente, que sea de bruto; y asi se ha de bautizar bajo de condicion, cautela que pone á salvo el decoro del Sacramento. LA CARIDAD DEL SACERDOTE VIII. Que en caso de duda, de si está vivo, ó no, el feto extrahido, se le ponga al instante la mano sobre la cabeza, y observandose en ella la pulsacion de la arteria magna, se bautize luego absolutamente: y que por pequeño que sea, y no perfectamente formado, en la suposicion de que se mueva, debe tambien bautizarse, condicionalmente a lo menos, por la misma razon, porque quiere Lacroix (17) con otros Autores gravísimos, se aya de egecutar lo proprio con los Abortivos: Actores (31) gravissimi cum Cardenas in sua Crisi recte dicunt, omnes fætus abortivos mulierum, etiam imperfectissime figuratos, esse baptizandos, si dent aliquod signum vitæ per motum: quia putant aliqui Medici quod fætus humani post paucos, v. gr. tres, aut quatuor dies ã conceptione, statim animentur anima rationali. (34) XII. Que á mas de cuidar el Párroco, como queda dicho, de que aya en el lugar un sugeto perito, para el efecto de la operacion, debe poner un especial cuidado en que se instruyan en ella, con la mayor puntualidad posible, las Parteras. Lo primero: porque no en todos los Lugares, especialmente en los muy cortos, hay Cirujanos de pie. Segundo: porque el que suele haber puede hallarse fuera del Lugar, ó gravemente enfermo, en la ocasion en que sea necesario. Tercero: porque en los lugares peque- (33) XI. Que ofreciendose el caso (rarísimo á la verdad, pero posible) de la muerte de alguna muger preñada, que se aya fecundado del coito con algun bruto, no se debe omitír la diligencia de la operacion cesarea, á fin de bautizar bajo de condicion al feto concebido: porque no siendo tan ciertos los principios fisicos, en virtud de los quales se le niega á este la informacion de una alma racional, que no dexe todavía mucha probabilidad al dictamen opuesto de la dicha informacion (en orden á lo qual puede verse el Ilustrísimo Feijoo tom. 6 de su Teatr. Crit. disc. I paradoxa XIV.) es indubitable al mismo tiempo, que esta sola es bastante para conocer el riesgo, tambien probable, de la perdicion de la misma alma, á la que se haría responsable la omision de qualquiera, que, pudiendo, no la socorriese con el medio indispensable, para el efecto de su salvacion, del Santo Bautismo. X. Que constando ciertamente estar vivo, pero apareciendo monstruoso, el fe- (32) to; bien que en el parto regular se deba observar lo que dispone el Ritual Romano, y segun San Carlos Borromeo, se ha de consultar al Prelado; en el Cesareo (y aun en el Abortivo) en que qualquiera tardanza es peligrosa, y el mismo Sacerdote es el que ha de decidir con la ma- 2 4 3 IX. Que en atencion â este mismo systema del tiempo de la animacion del feto, distinguiéndose en èl los primeros lineamentos de Embrion, aunque no dé señales de vida por medio del movimiento, no se ha de omitir bautizarlo condicionalmente, por deberse suponer los órganos tan débiles, que no sean aptos para moverse tan sensíblemente, que se nos haga â nosotros perceptible. 2 4 2 DOCUMENTO ños es muy factible, que la Partera sea amiga, y tal vez parienta de la enferma; y asi en las preñezes ocultas abrirla á su tiempo, sin que se publique el secreto. Añadase á esto que el hacer la Partera la operacion, es mucho mas conveniente aun respecto de la enferma. Y á la verdad, esta puede turbarse mas facilmente al presentarsele el Cirujano, considerandolo como un (35) Carnizero suyo, y que solo asiste para desquartizarla (por lo que en todo caso se debe procurar se mantenga retirado en otra pieza, interin está la enferma en su sentido) lo que no sucede si ve á la Partera, que acostumbra freqüentar las casas de las preñadas, especialmente enfermas, con otros motivos. Y aun quando piense en la futura incision, tendrá menos orror, sabiendo que se ha de egecutar por una muger como ella, y considente suya, y no por un hombre estraño. Al marido, y parientes les cuesta menos repugnancia; á mas de que la cosa por sí misma es mucho mas decente, asi respecto de la difunta, como del mismo Cirujano. XIII. Que practicadas las diligencias que quedan advertidas, y demas que dicte la prudencia, para asegurarse estar muerta en la realidad la preñada, no debe ser motivo para demorar la operacion, y mucho menos (36) para abstenerse de ordenarla el Sacerdote, el temor de incurrir en irregularidad, por el solo pensamiento de que pueda estar viva. Porque como advierte al propósito Heister, apenas de cien mil, que no solo los prudentes, pero aun el mediano vulgo han juzgado por muertos, se ha encontrado uno que esté verdaderamente vivo. Y sucediendo el caso con alguna, no debería formar escrúpulo el Sacerdote, ó Cirujano: Lo primero, porque habiendo obrado prudentemente, no se le imputa ante Dios la desgracia no querida por ellos; sino la caridad azia el niño, que era la pretendida: y lo segundo, porque la operacion del parto cesareo egecutada con la puntualidad y precaucion que se individuarán en la exposicion de su práctica, no es de su naturaleza, ó por sí misma, esencialmente mortal; antes se hace precisa en algunos casos, no solo para salvar la vida á la prole, sino á las mismas madres; como lo ha evidenciado practicamente Heister. (18) 2 4 4 LA CARIDAD DEL SACERDOTE (37) COROLARIO I. Precauciones que se deberán observar á fin de que no perezca el feto, que se extrajo vivo. En atencion á que siendo el feto extrahido á lo menos de siete meses, es muy posible que conserve la vida, y que creciendo, sea util á la Iglesia y al estado, como consta (á mas de Scipion Africano, llamado á causa de la dicha extraccion Cesar con todos sus descendientes, y de quien se cree haber tomado el nombre el Parto Cesareo, (19) el citado Rey D. Garcia, y otros insignes personages de que hace mencion Teófilo Raynaud) (20) de San Lamberto Obispo de Vincennes, San Drogon, San Raymundo Nonnato, y Gregorio XIV. será bien aplicar todas las precauciones necesarias á fin de que (38) no perezca, lograda su extraccion: para lo qual (supuesto como indispensable en todo evento, se tendrá preparado, antes de poner mano á la operacion, un vidrio, ó jarro de agua natural, la que se procurará que sea tibia, porque no perjudique, como tan debil, á la criaturita) se prevendrá un poco de espíritu de vino, ó agua de la Reyna de Ungría, vino caliente, aguardiente, ú otro semejante licor. Verificado ante todas cosas su Bautismo, atada fuertemente con un hilo la vid ó cordon umbical (que es lo mismo) á quatro dedos de distancia del vientre del mismo niño, se corta la dicha vid ó cordon, un dedo mas arriba de la ligadura, y cauterizado ó cabezeado el cordon ó vid con una vela encendida, se tendrá cuidado de desembarazarle la boca y la nariz, con limpiarsela de qualquiera inmundicia, para que pueda respirar con mas facilidad; teniendolo entretanto inmediato al fuego, que tambien se deberá prevenir: despues se conforta acercandole á las nari(39) zes y á la boca alguno de los mencionados licores, ó con el simple aliento de la persona, que lo tiene en brazos, ó despues de haber tenido en la boca vino, aguardiente, agua de la Reyna, ó espíritu de vino. Labasele la cara con vino caliente, y finalmente se embuelve en paños, calientes tambien, para acabar de vigorizarlo, despues de fomentado del modo dicho. 2 4 5 COROLARIO II. DOCUMENTO LA CARIDAD DEL SACERDOTE Pubes: el empeine. Tegumentos comunes, como la Cuticula, Cuerpo reticular, y Cutis: el todo de que está compuesta la piel, ó el pellejo. Membrana adiposa ó celulosa: la gordura ó injundia. Músculos rectos: la carne. Abdomen ó Peritoneo: una tela blanca, que viste, ó dentro de la qual se contienen las tripas. Intestinos: las tripas. Utero: la madre. Intestino recto: la tripa en que se depositan para su inmediata expulsion los excrementos. Vexiga urinaria: la vexiga de la orina. Secundinas: las partes con su túnica. Practica del Parto Cesareo de las difuntas y desviando los intestinos, aparece el útero. La situacíon de este es en medio del intestino recto y la vexiga urinaria; pero aumentandose su volumen en la preñez, se levanta y comprime la vexiga, por lo que no hay necesidad de cortar esta para encontrarlo; pero si la preñez no fuese de mu- (42) cho tiempo, cuidará de no engañarse el que hace la incision, tomando la vexiga por el útero, sino procurando encontrarlo en el dicho lugar; el qual es mas ó menos largo y ancho, á proporcion del mas ó menos tiempo de la preñez, que lo estiende, y al número y magnitud de los fetos, que en él se contienen; y nota Mauriceau contra lo que algunos han escrito, que es subtil, y que al fin de la preñez no excede el grueso de una lámina, ó la hoja de un cuchillo: por lo qual se corta suavemente, y no todo de un golpe, por temor de no lastimar la criatura, la que aparece luego embuelta en las secundinas, que se distinguen competentemente, pareciendo que arrojan sangre de la confusa multitud de sus venas: rompense aquellas con la mano, ó con algunos de los instrumentos proprios del egercicio, si son duras: y descubierta ya la criatura, si se conoce estar moribunda, se bautizará luego en el mismo vientre; pero observandola con competente vivacidad, cortada la (43) vid, la sacará, para que se le ministre quanto antes el Bautismo: bien que siempre se procederá con la mayor cautela, á fin de que por alguna, aunque leve contingencia, no se dexe de bautizar. Muerta en fin la preñada, la acomodarán entre dos (y será muy conveníente sean mugeres) luego al punto, ó sobre una mesa, ó en el mismo lecho, teniendola bien firme, para que egecute el Cirujano (ó qualquiera otra persona que aya de practicar la operacion) la incision del vientre: la que hará, no en cruz, como se acostumbra hacer en las anatomías, ó para embalsamar los cadáveres; sino á lo largo, á fin de que (40) si por algun accidente extraordinario aun estuviese viva, y solo oprimida de alguna pasion istérica, ú otro semejante accidente, pueda, dando señales de ello, sanar mas facilmente de la herida. Pero antes de comenzar la operacion tentará si se halla el feto immediato, ó distante de la extremidad del bajo vientre, para saber contenerse acerca de la mayor, ó menor profundidad de la herida, la que egecutará comenzando por la parte siniestra, que será lo mejor (aunque tambien puede hacerse por la diestra) un poco mas arriba del ombligo, quatro dedos desviado de él, y descenderá hasta la parte superior del pubes, con incision suficiente para dividir no solo los tegumentos comunes, como son la cuticula, cuerpo reticular, cutis, y membrana adiposa, ó celulosa, sino tambien los músculos rectos, que estan debajo. Todo lo qual suele llegar casi á dedo y medio de grueso: porque los tegumentos unidos entre sí, ordinariamente tienen el del canto de una costi- (41) lla ancha, y los músculos de poco mas ó menos de un dedo: bien que todo varía, segun la grosura del cuerpo, y asi puede ser de uno ó mas dedos; pero procediendo con cautela, se atendrá siempre á lo menos el Cirujano, ú operante. Cortados pues los tegumentos y músculos, se descubre luego la gran membrana del abdomen, llamada peritonéo, que consta de dos membranas subtiles, y á lo mas es del canto de un grueso pergamino. Córtalo pues facilmente el Cirujano, por ser ténue, y introduce en ella un dedo de la mano izquierda, para que entrando despues la tixera, si quiere servirse de ella, pueda hacer mayor la herida del peritonéo: hecho lo qual, 2 4 7 Explicacion vulgar de los términos facultativos de que se usa en el antecedente Corolario § 2 4 6 DOCUMENTO (44) COROLARIO III. Practica de la curación de la herida egecutada en el parto Cesareo, en el caso [de que la mujer] dé señales de vida En el caso extraordinario, pero no imposible, de que no estuviese muerta la muger, sino solamente oprimida de alguna pasion istérica, ú otro accidente semejante, como queda dicho, y dando señales de ello al tiempo de estarse egecutando la operacion; con la mayor brevedad se juntarán los labios, que ha formado en el útero la herida, y se coserán con una cuerda de guitarra, con la costura que llaman de pellejeros, ó como dicen vulgarmente las mugeres, de surgete sin echar nudo en la punta de la cuerda, que ha de quedar de parte de adentro; y dexando con cuidado de parte de á fuera la otra punta, para que á los quatro ó cinco dias, haciendo los labios (45) de la herida una simple unión mediante el bálsamo de la misma sangre, tirando de la punta, que quedó afuera se extraiga toda y queden perfectamente consolidados los dichos labios. La herida externa se curará como otra qualquiera úlcera simple, con digestivo comun, compuesto de una onza de trementina, dos yemas de huevo y media onza de azeyte rosado, y en defecto de este, una onza de aguardiente, todo bien batido: y á falta de todo esto con ungüento amarillo, ó bálsamo de arzeo, hasta que la naturaleza forme una perfecta cicatriz: usando para lo interior de cordiales, de que servirá el vino aguado; y fomentando la cabeza, celebro, vientre, etcétera, segun lo pide la urgencia, y permitiere la necesidad. ◆ ◆ O.S.C.S.R.E. ◆ 2 4 8