EL CAMBIO CLIMATICO: MARCO CONCEPTUAL Y ALGUNAS DEFINICIONES Dr. Wilmer Carbajal V. Introducción Actualmente, existe un fuerte consenso científico de que el clima global se verá alterado significativamente en el siglo XXI, como resultado del aumento de concentraciones de gases invernadero tales como el dióxido de carbono, metano, óxidos nitrosos, y clorofluorocarbonos (Houghton et al., 1990, 1992). Estos gases están atrapando una porción creciente de radiación infrarroja terrestre y se espera que permitirán el aumento de la temperatura planetaria entre 1,5 y 4,5 °C. Como respuesta a esto, se estima que los patrones de precipitación global, también se alteren. El cambio climático es un cambio significativo y duradero de los patrones locales o globales del clima, debido a causas naturales, como por ejemplo, variaciones en la energía que se recibe del Sol, erupciones volcánicas, circulación oceánica, procesos biológicos y otros, o causado por actividades antrópicas o humanas, como por ejemplo, mediante la emisión de CO2 y otros gases que atrapan calor, o por la alteración del uso de grandes extensiones de suelos que causan, finalmente, un calentamiento global. El clima de la Tierra ha estado siempre en proceso de cambio. En el pasado se ha visto alterado a consecuencia de causas naturales, como durante el periodo de las grandes glaciaciones. Sin embargo, hoy se habla de cambio climático para describir en general las variaciones climáticas de los últimos cien años aproximadamente. Actualmente existe un creciente consenso científico por el cual estos cambios, así como los previstos para el resto del siglo XXI, serían en su mayor parte consecuencia de la actividad humana más que de los cambios naturales en la atmósfera. La abrumadora mayoría de los científicos cree que los excesivos gases de efecto invernadero que los humanos han emitido y siguen emitiendo suponen la mayor amenaza para el clima. Así, se ha determinado que las principales características del cambio climático son el aumento en la temperatura media global de la atmósfera (calentamiento global), cambios en la cobertura de nubes y precipitaciones en concreto sobre tierra; el deshielo de glaciares y capas de hielo y la reducción de la caída de nieve; aumento en las temperaturas oceánicas y en la acidez de los océanos, debido a la absorción del agua marina del calor y el dióxido de carbono de la atmósfera (Fig. 1) (http://www.eu4journalists.eu/index.php/dossiers/spanish/C88/). Figura 1. Caracterización del cambio climático La temperatura media de la superficie de la Tierra se ha elevado en 0,76° C desde 1850. Los últimos once años más cálidos de los que están registrados han tenido lugar desde 1995, por ello se considera que el cambio climático representa una de las mayores amenazas ambientales, sociales, económicas y para la salud a las que se enfrenta el planeta. La última ocasión en la que se produjo un cambio climático similar al actual fue hace 125.000 años y llevó a un aumento del nivel del mar de entre 4 y 6 metros (Agencia Europea de Medioambiente). En general, los científicos difieren sobre la exactitud del impacto global que el cambio climático puede tener esta vez; algunos aseguran que provocará cambios de primer orden en nuestras vidas como consecuencia de la adaptación a un planeta más cálido; otros creen que puede ser catastrófico para el planeta. Sin embargo, existe un consenso político por el que las temperaturas medias globales no deberían sobrepasar en 2 °C el nivel preindustrial, para evitar consecuencias graves. El IV Informe de Evaluación del IPCC estima que, a menos que exista una acción concertada global para reducir las emisiones de gas de efecto invernadero, es probable que la temperatura media de la superficie aumente en 1,8 a 4,0°C para el año 2100, y hasta 6,4°C en el peor escenario posible. Es probable que el calentamiento global previsto para este siglo ocasione consecuencias serias para la especie humana y otras formas de vida, entre otras, el aumento del nivel del mar entre 18 y 59 centímetros, que pondrá en peligro áreas costeras e islas pequeñas. Es probable que los fenómenos meteorológicos extremos aumenten en intensidad y frecuencia. Si el cambio climático continúa y no es rápidamente invertido, diversas regiones del planeta podrían sufrir en gran medida inundaciones, con riesgo para muchos de los puertos principales y ciudades de desaparecer a la larga. El aumento de la temperatura podría dañar la agricultura en los climas de América y Europa del sur y cobrarse muchas vidas humanas. Pero se estima que las mayores consecuencias del cambio climático las sufrirán países en vías en desarrollo en África, Asia, Centroamérica y Sudamérica. En estas regiones, los países pobres ya son propensos a altas temperaturas, serán especialmente vulnerables ante la sequía y la escasez de alimentos. Muchos de estos países serán incapaces de financiar iniciativas para hacer frente al desastre climático. La evidencia científica del cambio climático es indiscutible, el cambio climático está sucediendo y, el calentamiento del sistema climático es inequívoco, al ser ahora evidente por la observación de aumentos en las temperaturas medias globales del aire y los océanos, el deshielo generalizado de la nieve y el aumento global del nivel medio del mar (IPCC). Clima y tiempo. Aunque, en ocasiones el término clima se utilice como sinónimo de tiempo, dichos conceptos no tienen el mismo significado. El clima es el conjunto de los valores promedios de las condiciones atmosféricas que caracterizan una región. Estos valores promedio se obtienen con la recopilación de la información meteorológica durante un periodo de tiempo suficientemente largo, por lo menos 30 años. Según se refiera al mundo, a una zona o región, o a una localidad concreta se habla de clima global, zonal, regional o local (microclima), respectivamente (Fig. 2). Por ejemplo: “el clima de la región Tumbes es subtropical, con muchas precipitaciones durante la temporada de verano”, “el calentamiento global ha generado un marcado aumento de la temperatura y un nuevo clima caracterizado por la elevada humedad”. Figura 2. Distribución de los diversos tipos de clima a escala mundial El tiempo se refiere a la situación de los factores atmosféricos que actúan en un momento específico y en una región determinada (Tabla 1). Por ejemplo: el tiempo en Chiclayo es cálido, con un temperatura, en estos momentos, de 17ºC” o también “me gustaría conocer cómo está el tiempo en Máncora, ya que en unas pocas horas, llegaremos a la ciudad y quisiera pasar la tarde en la playa”. Tabla 1. Pronóstico del tiempo para la zona de Chiclayo, Perú. Cambio climático El cambio climático puede ser definido como un cambio estable y durable en la distribución de los patrones de clima en periodos de tiempo que van desde décadas hasta millones de años. Pudiera ser un cambio en las condiciones climáticas promedio o la distribución de eventos en torno a ese promedio (por ejemplo más o menos eventos climáticos extremos). El cambio climático puede estar limitado a una región específica, pero también puede abarcar toda la superficie terrestre. De acuerdo al IPCC (2006), el cambio climático es el cambio atribuido directa o indirectamente a las actividades humanas que alteran la composición global atmosférica, agregada a la variabilidad climática natural observada en periodos comparables de tiempo. Las proyecciones para los próximos decenios muestran unos patrones espaciales de cambio climático similares a los proyectados para el final del siglo XXI, aunque de menor magnitud. La variabilidad interna natural continuará ejerciendo una importante influencia en el clima, especialmente a corto plazo y a escala regional. El cambio climático proyectado sobre la base de las trayectorias de concentración representativas (RCP) es similar al proyectado en el IV Informe de Evaluación, tanto en lo que respecta a los patrones como a la magnitud, una vez consideradas las diferencias de los escenarios (IPCC, 2013). Así, es muy probable que para el final de este siglo los fenómenos de precipitación extrema sean más intensos y frecuentes en la mayoría de las masas térreas de latitud media y en las regiones tropicales húmedas, conforme vaya aumentando la temperatura media global en superficie. Efecto invernadero y calentamiento global Los científicos conocen el efecto invernadero desde 1824, cuando Joseph Fourier calculó qué la Tierra sería más fría si no hubiera atmósfera. Este efecto invernadero es lo que hace que el clima en la Tierra sea apto para la vida. Sin él, la superficie de la Tierra que actualmente tiene en promedio 15°C, sería unos 35° C más fría. El efecto invernadero es un fenómeno por el cual los gases que se encuentran en la atmósfera retienen el calor emitido por la Tierra. El efecto invernadero es un fenómeno atmosférico natural que permite mantener la temperatura del planeta, al retener parte de la energía proveniente del Sol (Fig. 3). En un período suficientemente largo el sistema climático debe estar en equilibrio, la radiación solar entrante en la atmósfera está compensada por la radiación saliente. Pues si la radiación entrante fuese mayor que la radiación saliente se produciría un calentamiento y lo contrario produciría un enfriamiento. Por tanto, en equilibrio, la cantidad de radiación solar entrante en la atmósfera debe ser igual a la radiación solar reflejada saliente más la radiación infrarroja térmica saliente. Toda alteración de este balance de radiación, ya sea por causas naturales u originado por el hombre (antropógeno), es un forzamiento radiativo y supone un cambio de clima y del tiempo asociado. Figura 2. Esquema del efecto invernadero Fuente: http://www.ciifen.org/index.php%3Foption%3Dcom_content%26view%3Dcategory%26layo ut%3Dblog%26id%3D99%26Itemid%3D132%26lang%3Des El aumento de la quema del combustible fósil y los cambios en la utilización del territorio continúan provocando la emisión de cantidades crecientes de gases de efecto invernadero a la atmósfera terrestre. Entre estos gases de efecto invernadero están el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4) y el dióxido de nitrógeno (N2O). Un incremento de estos gases ha provocado el aumento de la cantidad del calor del sol retenido por la atmósfera de la Tierra, que en una situación de normalidad habría sido irradiado de vuelta hacia el espacio. Este incremento del calor ha llevado al efecto invernadero, del que ha resultado el cambio climático. Los gases responsables del efecto invernadero son principalmente el dióxido de carbono y el metano. Estos gases, junto a otros, han existido desde los orígenes de la Tierra. Pero su presencia en la atmósfera empezó a multiplicarse durante la Revolución Industrial (segunda mitad del Siglo XVIII, alrededor de 1750), momento en el que los avances tecnológicos obligaron al uso de combustibles fósiles. A partir de entonces, esta dinámica no ha hecho más que incrementarse, alcanzando un 35% más de dióxido de carbono que en los niveles pre-industriales. Finalmente, el incremento de la concentración de los gases de invernadero (CO2, N2O, CFC, CH4, O3) provocado por la actividad humana, ha conllevado a la intensificación del fenómeno y el consecuente “calentamiento global”, cuyas consecuencias más notorias son el derretimiento de los hielos polares y el aumento del nivel de los océanos. Gases de Efecto Invernadero (GEI) Los GEI son gases integrantes de la atmósfera, de origen natural y antropogénico, que absorben y emiten radiación en determinadas longitudes de ondas del espectro de radiación infrarroja emitido por la superficie de la Tierra, la atmósfera y las nubes. El vapor de agua (H2O), dióxido de carbono (CO2), óxido nitroso (N2O), metano (CH4), y ozono (O3) son los principales gases de efecto invernadero en la atmósfera terrestre (Tabla 2). Además existe en la atmósfera una serie de gases de efecto invernadero totalmente producidos por el hombre, como los halocarbonos y otras sustancias que contienen cloro y bromuro, de las que se ocupa el Protocolo de Montreal. Sin embargo, el Protocolo de Kyoto aborda además otros gases de efecto invernadero, como el hexafluoruro de azufre (SF6), los hidrofluorocarbonos (HFC), y los perfluorocarbonos (PFC). Las moléculas de los GEI tienen la capacidad de absorber y reemitir las radiaciones de onda larga (esta es la radiación infrarroja, la cual, es eminentemente térmica) que provienen del sol y la que refleja la superficie de la Tierra hacia el espacio, controlando el flujo de energía natural a través del sistema climático. El clima debe de algún modo ajustarse a los incrementos en las concentraciones de los GEI, que genera un aumento de la radiación infrarroja que es absorbida por los GEI en la capa inferior de la atmósfera (la troposfera), con el fin de mantener el balance energético de la misma. Este ajuste generará un cambio climático que se manifestará en un aumento de la temperatura global (referido como calentamiento global) que generará un aumento en el nivel del mar, cambios en los regímenes de precipitación y en la frecuencia e intensidad de los eventos climáticos extremos (tales como tormentas, huracanes, fenómenos del Niño y la Niña), y se presentará una variedad de impactos sobre diferentes componentes, tales como la agricultura, los recursos hídricos, los ecosistemas, la salud humana, entre otros. Tabla 2. Gases de efecto invernadero naturales y antropogénicos. De estos gases, el CO2 ha mostrado un incremento muy importante durante los últimos años. En la actualidad su concentración ya superó las 400 ppmv (partes por millón volumen) y el máximo histórico sigue subiendo año tras año, producto de la acción antropogénica. La concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera ha alcanzado una cifra récord a nivel mundial, 387 partes por millón (ppm) según las mediciones realizadas desde el Observatorio Mauna Loa, en Hawai (Estados Unidos) (Fig. 3). Esto significa un crecimiento de casi el 40 por ciento desde la revolución industrial y la cifra más alta de los últimos 650.000 años. Los datos, recogidos por el Departamento Oceánico y Atmosférico Nacional de Estados Unidos y que publica el diario ‘The Guardian’, también confirman que el CO2, principal gas de efecto invernadero, se está acumulando en la atmósfera más rápidamente de lo esperado. El observatorio hawaiano viene midiendo el dióxido de carbono en la atmósfera desde 1958. El crecimiento medio anual para 2007 fue de 2,14 ppm (el cuarto de los seis últimos años en el que se registra un incremento superior a 2). Entre 1970 y 2000, la concentración aumentó en torno 1,5 ppm al año, pero desde 2000 el crecimiento medio es de 2,1 ppm. Figura .Concentración de dióxido de carbono (CO2) atmosférico, medido en Mauna Loa, Hawaii (Fuente: http://cambioclimaticoglobal.com/que-es-el-cambio-climatico). En la Tabla 3 se observan la fuente y actividad que dan origen a los diversos tipos de gases de efecto invernadero. Tabla 3. Fuente de emisiones de GEI naturales y antropogénicos. Gas de Efecto Invernadero Dióxido de Carbono (CO2) Fuente Metano (CH4) Oxido Nitroso (N2O) Carburos Hidrofluorados (HFC) y Carbonos Perfluorados (PFC) Actividad Quema de combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas natural) Deforestación Cambio de uso del suelo Quema de bosques Transporte y generación térmica Forestal Agricultura Incendios Forestales Botaderos de basura Excrementos de animales Gas natural Descomposición de desechos orgánicos Ganadera Petrolera Combustión de automóviles Fertilizantes Alimento de ganado Fertilización nitrogenada Estiércol Desechos sólidos Transporte Agricultura Industrias Quema de desechos sólidos Sistemas de refrigeración Industria frigorífica Industria frigorífica Transporte y generación térmica Forestal Agricultura Incendios Forestales Descomposición de desechos orgánicos Ganadera Petrolera Clorofluorocarbonos (CFC) Sistemas de refrigeración Sector Industrial Plástica Aerosoles Electrónica Sector Industrial Hexafluoruro de azufre (SF6) Aislante, eléctrico y estabilizante Sistema interconectado de redes eléctricas Interruptores eléctricos (breakers) Extintores de incendios Transformadores Sistema interconectado de redes eléctricas Extintores de incendios Fuente: Segunda Comunicación Nacional sobre Cambio Climático – Ecuador, 2011. Variabilidad climática La variabilidad del clima se refiere a las variaciones en el estado promedio y otros datos estadísticos (como las desviaciones típicas, la ocurrencia de fenómenos extremos, etc.) del clima en todas las escalas temporales y espaciales, más allá de fenómenos meteorológicos determinados. Ese continúo cambio de las condiciones climáticas a través de la historia, estudiado y conocido gracias a los métodos directos e indirectos de estudio de los climas del pasado y generados por diversidad de factores naturales internos o astronómicos, a pequeña o gran escala temporal, ayudan a configurar, a través de su conocimiento, lo que constituye variabilidad climática y cambio climático; y a salir un poco de las confusiones y ambigüedades en las que se cae cuando se tratan estos temas. Para saber más acerca del primero debemos ahondar un poco en la Paleoclimatología, a través de la cual se puede conocer a grandes rasgos la continua sucesión de cambios climáticos que ha experimentado nuestro planeta; caracterizados por la superposición progresiva de unas condiciones de equilibrio sobre otras, manifestados en la intercalación entre épocas cálidas y glaciaciones (cuando nos remitimos a períodos más remotos en donde la unidad de medida es el millón de años e incluso cientos y miles de millones de años), o como a partir de períodos más recientes (los tres millones de años atrás cuando se acentuó el enfriamiento, donde a lo sumo se habla de miles de años), entre períodos glaciares e interglaciares. Esas condiciones de equilibrio a las que se hace referencia y que han sido relativamente constantes en el tiempo y en el espacio durante períodos apreciables, es lo que conocemos como clima; aunque es pertinente resaltar que el clima está relacionado con el concepto de permanencia. Ahora, cabe señalar que el clima de la tierra depende del balance radiativo; es decir, del equilibrio en que se encuentra al emitir tanta energía como la que recibe. Este balance radiativo está controlado a su vez por factores forzantes (energía electromagnética proveniente del sol y el efecto invernadero propiciado por la presencia de GEI), factores determinantes (condiciones físicas y geográficas - latitud, elevación, distancia al mar, composición del relieve, hidrografía, y vegetación - que influyen en aspectos relacionados con la transferencia de energía y calor) y por la interacción entre los subsistemas constituyentes del sistema climático (la atmósfera, la hidrosfera, la criosfera, la litosfera y la biosfera). Teniendo en cuenta lo anterior y dada su característica estabilidad (consecuencia de las estadísticas calculadas en períodos más largos que los propios de la variación de tiempo meteorológico), el clima presenta fluctuaciones a escalas relativamente cortas que es lo que se conoce como variabilidad climática, la cual está asociada con el registro de datos por encima o por debajo de las normales climatológicas. La diferencia registrada entre la variable analizada con respecto a la normal climatológica se conoce como anomalía. Entonces, la determinación de la variabilidad climática se logra mediante la determinación de las anomalías, las cuales se hacen evidentes cuando los valores de las variables climatológicas (temperatura, presión atmosférica, humedad, precipitación, etc.) fluctúan por encima o por debajo de sus valores promedios. Las escalas temporales más significativas en que se presenta este tipo de variación están dadas en orden mensual, estacional, anual y décadal (también se pueden dar en intervalos temporales más largos), presentando fenómenos asociados para cada uno. Sobre el calentamiento actual y su tendencia no existe discusión, hay suficiente consenso. Está documentado hasta la saciedad que a partir de 1860 con la finalización de la pequeña edad de hielo, entramos en un período de calentamiento (aunque han existido períodos cortos de enfriamiento) que aún hoy persiste y probablemente se extenderá. Donde no existe total consenso científico es en cuáles son los factores forzantes de ese incremento progresivo de la temperatura media global. ¿Natural, antrópico o ambos a la vez? De ser los dos ¿Cuál tiene mayor incidencia? Son algunas de las preguntas más frecuentes y a las que se busca responder con más certezas. La pequeña edad de hielo Desde el final de la Edad Media hasta casi acabado el siglo XIX, la Tierra pasó por un largo período de enfriamiento que los científicos denominan Pequeña Edad de Hielo. El origen de esta abrupta y larga temporada de reducción de temperaturas ha sido siempre un misterio envuelto en especulaciones, pero ahora un equipo internacional, dirigido por investigadores de la Universidad de Colorado Boulder en EE.UU., cree tener la respuesta al enigma. Este frío intenso fue causado, según publican en la revista Geophysical Research Letters, por unas gigantescas erupciones volcánicas en el trópico que iniciaron una cadena de efectos sobre el clima. Según la nueva investigación, la Pequeña Edad de Hielo comenzó repentinamente entre los años 1275 y 1300 D.C. tras sucederse cuatro erupciones volcánicas masivas en el trópico, unos episodios que duraron unos cincuenta años. La persistencia de veranos fríos tras las erupciones se explica por la posterior expansión del hielo marino y un debilitamiento de las corrientes del Atlántico relacionadas, según las simulaciones computacionales realizadas para el estudio, que también analizó patrones de vegetación muerta y datos tomados del hielo y sedimentos. Las erupciones podrían haber provocado una reacción en cadena, afectando al hielo y a las corrientes oceánicas de una manera que disminuyó las temperaturas durante siglos. Los científicos han teorizado que la Pequeña Edad de Hielo fue causada por la disminución de la radiación solar de verano, por volcanes en erupción que enfriaron el planeta al emitir sulfatos y otras partículas en aerosol que reflejaban la luz solar hacia el espacio, o por una combinación de las dos cosas. Miller et al ( ) fecharon con radiocarbono cerca de 150 muestras de material vegetal muerto con las raíces intactas, recogidas en la Isla de Baffin en el Ártico canadiense. Encontraron un gran número de muestras de entre 1275 y 1300, lo que indica que las plantas habían sido congeladas y envueltas por el hielo durante un acontecimiento relativamente repentino (Figura ). El equipo halló un segundo repunte de muestras de plantas congeladas sobre el año 1450, lo que indica un segundo enfriamiento. Figura . Plantas congeladas en la isla de Baffin (Fuente: Gifford Miller/U. Colorado Boulder) Para los científicos, una de las cuestiones para reflexionar sobre la Pequeña Edad de Hielo es lo inusual que resulta el calentamiento actual de la Tierra. Una investigación previa realizada por Miller en 2008 en la isla Baffin indicaba que las temperaturas actuales son las más cálidas en los últimos 2.000 años. Sin embargo, en el contexto actual cabe preguntarse, cuando ocurrirá la próxima gran glaciación de la Tierra?. Una nueva investigación sugiere que los niveles sin precedentes de contaminación atmosférica aplazarán la llegada de una nueva edad de hielo en decenas de miles de años (Fuente: http://www.abc.es). En la actualidad, la Tierra atraviesa por un período cálido que comenzó hace unos 11.000 años. Pero estas «vacaciones» climáticas no durarán para siempre. Dentro de unos 1.500 años, según los modelos astronómicos más aceptados, el planeta se cubrirá de hielo y experimentará una gran glaciación similar a las que ya vivió en el pasado. Investigadores de las Universidades de Florida, Cambridge y la College de Londres sugieren que los niveles sin precedentes de gases de efecto invernadero en la atmósfera de la Tierra están alterando radicalmente los patrones normales de las superglaciaciones, de forma que la siguiente se retrasará decenas de miles de años. El estudio aparece publicado en la revista Natura Geoscience. Los actuales niveles de dióxido de carbono atrapan demasiado calor en la atmósfera para permitir que la Tierra se enfríe como lo hizo en su pasado prehistórico en respuesta a los cambios en su patrón orbital. Utilizando modelos astronómicos que muestran un patrón orbital de la Tierra con todas sus fluctuaciones y oscilaciones en los últimos millones de años, éste sugiere que nuestro actual período de calor se debe terminar dentro de unos 1.500 años. Impactos al cambio climático Ya se están observando en muchas partes del mundo los impactos del cambio climático. Los recientes cambios en el clima han causado impactos en los sistemas naturales y humanos en todos los continentes y océanos. Por ejemplo: Las temperaturas del aire y los océanos están aumentando, los glaciares se están derritiendo y el nivel del mar está aumentando. • Las olas de calor están aumentando y los patrones de precipitaciones están cambiando. • Las especies animales y vegetales están desplazándose y están modificando enormemente sus comportamientos. • La creciente mortandad de árboles, observada en muchas partes del mundo, ha sido atribuida al cambio climático en algunas regiones. • Las propiedades físicas y químicas de los océanos han cambiado significativamente. • Los arrecifes de coral han experimentado blanqueo masivo y mortalidad. • Muchos peces, invertebrados y fitoplancton han modificado su distribución y/o abundancia hacia los polos y/o hacia aguas más profundas y más frías. • Los mayores cambios ocurren en la región del Ártico, en los bosques boreales y en muchos ecosistemas de agua dulce. El permafrost continúa calentándose y deshielándose. • Los impactos negativos en las cosechas y la producción de alimentos han sido más comunes que los impactos positivos. • Los impactos climáticos asociados a los ciclos hidrológicos y a la disponibilidad de recursos de agua dulce, se han observado en todos los continentes y en numerosas islas. • En las últimas décadas, el cambio climático ha contribuido probablemente al empeoramiento de la salud de las personas. • En algunas partes del mundo se sobrepasan los criterios internacionales de seguridad en la actividad laboral durante los meses más calurosos del año. Los impactos “en cascada” del cambio climático por las condiciones físicas del clima en las personas través de los ecosistemas ya son detectados. Vulnerabilidad al cambio climático: La vulnerabilidad al cambio climático es el grado en que los sistemas geofísicos, biológicos y socioeconómicos son capaces o incapaces de afrontar los impactos negativos del cambio climático, incluidos la variabilidad climática y los fenómenos extremos. La vulnerabilidad está en función del carácter, magnitud y velocidad de la variación climática al que se encuentra expuesto un sistema, su sensibilidad, y su capacidad de adaptación (IPCC, 2008). Por tanto, el término “vulnerabilidad” puede referirse al sistema vulnerable como tal (por ejemplo, las islas bajas o las ciudades costeras), al impacto en ese sistema (por ejemplo, la inundación de las ciudades costeras y de las tierras destinadas a la agricultura o las migraciones forzadas), o al mecanismo que provoca estos impactos (por ejemplo, la desintegración del manto de hielo de la Antártida occidental). Mitigación y adaptación al cambio climático El cambio climático es un fenómeno de tal magnitud, que por mucho que se mitigue siempre va a haber algún impacto, por lo que se considera que hay que tomar medidas tanto de mitigación como de adaptación. Tanto la adaptación como la mitigación pueden ayudar a reducir los riesgos del cambio climático para la naturaleza y la sociedad. La mitigación consiste en la Intervención humana destinada a reducir las fuentes o intensificar los sumideros de gases de efecto invernadero (GEI) (IPCC, ). Para reducir los efectos del cambio climático, las emisiones globales de gases de efecto invernadero deben reducirse significativamente. La mitigación es necesaria porque el depender sólo de la adaptación podría conducir finalmente a una magnitud tal del cambio climático para la cual una adaptación eficaz sería únicamente posible a un costo social, ambiental y económico muy elevado. Una de las estrategias de mitigación que mayor impacto positivo podría tener y que ha sido adoptada por algunos países, consiste en disminuir la emisión de gases de efecto invernadero, principalmente provenientes de las actividades productivas. Adjunta a ésta se ha promovido la reforestación y conservación de los bosques, selvas y humedales por su importante papel en la captura y almacenamiento de carbono atmosférico. Evitar construir sobre sistemas vulnerables a inundaciones o desarrollar planes de de construcción, de forma que podamos defendernos de eventos climáticos. Por ejemplo en Holanda un tercio de las casas están diseñadas para flotar y así evitar que sean inundadas durante eventos extremos. Disminuir la emisión de dióxido de carbono reduciendo el uso de energía. Por ejemplo apagando los aparatos eléctricos que no se ocupan, como focos y computadoras. Apoyar proyectos para la creación de sistemas de energía alternativa que no emitan gases de efecto invernadero a la atmósfera. Por ejemplo promoviendo el uso de energía solar en calentadores o lámparas. Practicar el reciclaje de materiales. Por ejemplo reutilizando el papel, vidrio y plástico. Hacer uso de material de bajo consumo de energía, como es el caso de los focos ahorradores. Utilizar el auto lo menos posible, sobre todo para trayectos cortos. La adaptación se define como las medidas cuyo objetivo es adaptarse al cambio climático que tendrá lugar, es decir, reducir su impacto en nuestras condiciones de vida. Esté puede ser definido como el ajuste en sistemas humanos o naturales en respuesta a los estímulos climáticos actuales o esperados o sus efectos, que modera los daños o explota oportunidades beneficiosas. Hay dos tipos de adaptación: reactiva, o sea después de la manifestación de impactos iniciales, y planificada; ésta última puede ser reactiva o anticipatoria (emprendida antes que los impactos sean aparentes). Además, la adaptación puede ser a corto o largo plazo, localizada o extendida, y pueden tener varias funciones y tomar diversas formas (IPCC, ). Ejemplos de medidas de adaptación serían, por ejemplo, construir diques defensivos para prevenir inundaciones en zonas inundables, hacer una planificación territorial que tenga en cuenta los futuros impactos del cambio climático evitando zonas vulnerables, cambiar a variedades y prácticas agrícolas adaptadas al futuro clima, construir presas en lagos y glaciares, e incluso la migración sería un mecanismo de adaptación, aunque en el mundo moderno resulte problemática; también están construcciones más fuertes y diseñadas para temperaturas extremas, construcción de infraestructura costera para aminorar el impacto de fenómenos climáticos, entre otros. Para enfrentar las vulnerabilidades claves al cambio climático, es necesario lograr la adaptación porque incluso los esfuerzos de mitigación más estrictos no podrán evitar el avance del cambio climático en las próximas décadas. Gestión de riesgos al cambio climático: combinación de amenaza y vulnerabilidad La gestión de riesgos climáticos (GRC), es un término que engloba la adaptación al cambio climático, gestión de riesgos, y los sectores del desarrollo. Es un enfoque de toma de decisiones que considera aspectos sensibles al clima para promover desarrollo sostenible reduciendo la vulnerabilidad asociada con el riesgo climático. La GRC implica estrategias “de las cuales no arrepentirse o sin retorno” para maximizar los productos positivos y minimizar los productos negativos del desarrollo en las comunidades y sociedades en áreas sensibles al cambio climático como la agricultura, la seguridad alimentaria, los recursos hídricos, salud y otros. Las medidas o estrategias “sin retorno” significan tomar las decisiones relevantes en el sentido del cambio climático que de todas manera hacen sentido desde el punto de vista del desarrollo, aunque la amenaza climática específica no se lleve a cabo en el futuro (Fuente: IRI: Climate Risk Management in África: Learning from Practice, 2007; p10). Resiliencia Desde el punto de vista ecológico puede definirse como la capacidad de un ecosistema para aguantar choques externos y reorganizarse mientras cambia, para poder retener esencialmente la misma función, estructura, identidad y mecanismos de retroalimentación. La resiliencia es la capacidad de tratar con el cambio y continuar desarrollándose. La resiliencia se refiere a la capacidad de un sistema socio-ecológico de resistir a las perturbaciones de, por ejemplo, choques climáticos o económicos y reconstruirse y renovarse después. La pérdida de resiliencia puede causar la pérdida servicios ecosistémicos importantes, y puede llevar incluso a transiciones o cambios rápidos hacia situaciones y configuraciones cualitativamente diferentes, evidentes por ejemplo en: las personas, los ecosistemas, los sistemas de conocimiento or culturas enteras. Asi, plantar árboles para crear zonas arboladas en la comunidad puede absorber carbón (aunque la ciencia está dividida sobre este tema) y mejorar la biodiversidad, pero hace muy poco para crear resiliencia, mientras implantar bosques bien diseñados que combinan en el mismo espacio árboles y vegetales que producen alimentos, sí crea resiliencia. El Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) es el principal organismo internacional para la evaluación del cambio climático. Fue establecido por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) en 1988 para proveer al mundo de una visión científica clara sobre el estado actual del conocimiento en el cambio climático y sus posibles impactos ambientales y socio-económicos. En el mismo año, la Asamblea General de la ONU aprobó la acción de la OMM y el PNUMA para establecer conjuntamente el IPCC. El IPCC es un organismo científico bajo los auspicios de las Naciones Unidas (ONU). Revisa y evalúa la información científica, técnica y socio-económica más reciente producido en todo el mundo relevante para la comprensión del cambio climático. No realiza ninguna investigación ni controla datos o parámetros relacionados con el clima. Miles de científicos de todo el mundo contribuyen a la labor del IPCC sobre una base voluntaria. La revisión es una parte esencial del proceso del IPCC, para asegurar una evaluación objetiva y completa de la información actual. IPCC pretende reflejar una gama de puntos de vista y experiencia. La Secretaría coordina todo el trabajo del IPCC y sirve de enlace con los gobiernos. Es apoyado por la OMM y el PNUMA y está alojado en la sede de la OMM en Ginebra (Fig. ). La función del IPCC consiste en analizar, de forma exhaustiva, objetiva, abierta y transparente, la información científica, técnica y socioeconómica relevante para entender los elementos científicos del riesgo que supone el cambio climático provocado por las actividades humanas, sus posibles repercusiones y las posibilidades de adaptación y atenuación del mismo. El IPCC no realiza investigaciones ni controla datos relativos al clima u otros parámetros pertinentes, sino que basa su evaluación principalmente en la literatura científica y técnica revisada por homólogos y publicada. Figura . Edificio de la OMM en donde se funciona el IPCC. El IPCC es un organismo intergubernamental. Está abierto a todos los países miembros de las Naciones Unidas (ONU) y la OMM. Actualmente 195 países son miembros del IPCC. Los gobiernos participan en el proceso de revisión y las sesiones plenarias, donde se toman las principales decisiones sobre el programa de trabajo del IPCC y se aceptan informes, adoptados y aprobados. El IPCC consta de tres Grupos de Trabajo y un Equipo especial: El Grupo de trabajo I evalúa los aspectos científicos del sistema climático y el cambio climático. El Grupo de trabajo II evalúa la vulnerabilidad de los sistemas socioeconómicos y naturales al cambio climático, las consecuencias negativas y positivas de dicho cambio y las posibilidades de adaptación al mismo. El Grupo de trabajo III evalúa las posibilidades de limitar las emisiones de gases de efecto invernadero y de atenuar los efectos del cambio climático. El Equipo especial sobre los inventarios nacionales de gases de efecto invernadero se encarga del Programa del IPCC sobre inventarios nacionales de gases de efecto invernadero. Una de las principales actividades del IPCC es hacer una evaluación periódica de los conocimientos sobre el cambio climático. El IPCC elabora, asimismo, Informes Especiales y Documentos Técnicos sobre temas en los que se consideran necesarios la información y el asesoramiento científicos e independientes, y respalda la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMCC) mediante su labor sobre las metodologías relativas a los inventarios nacionales de gases de efecto invernadero. Recientemente, en octubre del 2013 se ha impreso el V Informe de Evaluación (AR5) el cual está disponible de forma electrónica para los responsables de políticas en los sitios web del IPCC: www.ipcc.ch y www.climatechange2013.org. Conclusiones El cambio climático puede constituir una seria y gran amenaza para el ser humano y para los ecosistemas. Combatirlo y remediar sus efectos podría representar costos muy altos desde el punto de vista económico, e invalorables desde el punto de vista de salud, pérdida de especies, culturas, territorios, etc. La solución debe construirse en base a un esfuerzo global, pero considerando las capacidades y responsabilidad histórica de cada país. Idealmente, las naciones desarrolladas deberían asumir el liderazgo en la mitigación de emisiones y apoyar a las menos desarrolladas –que son más vulnerables para proteger a sus generaciones futuras y cuidarse de los efectos del cambio climático–, no tanto obligados por un compromiso legal, sino movidos, al menos, por consideraciones éticas. Aunque existe un acuerdo general sobre estas conclusiones, hay una gran incertidumbre con respecto a las magnitudes y las tasas de estos cambios a escalas regionales (EEI, 1997). Asociados a estos potenciales cambios, habrán grandes alteraciones en los ecosistemas globales. Trabajos científicos sugieren que los rangos de especies arbóreas, podrán variar significativamente como resultado del cambio climático global. Con respecto al impacto directo sobre seres humanos, se puede incluir la expansión del área de enfermedades infecciosas tropicales (Becker, 1997), inundaciones de terrenos costeros y ciudades, tormentas más intensas, la extinción de incontables especies de plantas y animales, fracasos en cultivos en áreas vulnerables, aumento de sequías, etc. (Lashof, 1997). Estas conclusiones han llevado a una reacción gubernamental mundial, se ha expresado en numerosos estudios y conferencias, incluyendo tratados enfocados a enfrentar y, en lo posible, solucionar la crisis en las próximas décadas. Esta situación conlleva a un compromiso de los gobiernos a trabajar constructivamente en favor de un acuerdo global para controlar el cambio climático, ejecutando acciones propias de largo alcance.