LAS CONSTRUCCIONES CON SE EN UNA MUESTRA DEL CORPUS DE REFERENCIA DEL ESPAÑOL ACTUAL (CREA) Prof. Marcelo Taibo UDELAR - IPA INTRODUCCIÓN El presente trabajo tiene por objeto el estudio de las construcciones con se en una muestra del Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) de la Real Academia Española. Sin lugar a dudas, el análisis y la descripción de las distintas construcciones con se es uno de los temas más complicados de la gramática del español, ya que la presencia de este clítico tiene tanto efectos sintácticos como también semánticos e incluso pragmáticos. De hecho, los estudios dedicados a la clasificación, delimitación y caracterización de estas construcciones son numerosos y también diferentes en cuanto a la exhaustividad y al grado de detalle de los mismos. Por estos motivos, la siguiente investigación se propone varios objetivos. En primer lugar, es importante aclarar que este trabajo tiene un carácter esencialmente empírico, es decir, busca ser un estudio concreto sobre las construcciones con se presentes en el corpus seleccionado. Evidentemente, enunciar esta afirmación no implica olvidar el aspecto teórico de la cuestión. En efecto, a medida que se estudia cada tipo de estructura, se intenta realizar un análisis crítico de las explicaciones dadas por las distintas corrientes gramaticales que han abordado estos fenómenos. Como señala Cristina Sánchez, “a menudo el análisis de cuestiones gramaticales complejas no puede hacerse sin una clasificación previa que delimite los tipos de estructuras” (2002:16). Por eso, en el primer capítulo se propone una clasificación inicial de los distintos valores de se que se estudian en los capítulos subsiguientes: el se reflexivo y recíproco, el llamado “se medio”, el se aspectual y el se en construcciones pasivas e impersonales. Cada uno de estos valores es abordado en un capítulo independiente, en donde se analizan las interpretaciones dadas por las teorías existentes. Asimismo, en cada sección se aporta la frecuencia de aparición de estas construcciones en el CREA. Determinar la frecuencia de estas estructuras es un dato interesante ya que, si bien muchos gramáticos han realizado afirmaciones sobre este tema, no hay datos estadísticos que acompañen y confirmen sus intuiciones 1 . Del mismo modo, en cada capítulo se presentan algunos fenómenos interesantes vinculados con diferencias diatópicas –a través del espacio geográfico– o diafásicas –según las necesidades o intenciones del hablante– que pueden apreciarse en el uso de estas estructuras. Esta parte del trabajo aspira a ser fermental y a orientar futuras investigaciones sobre aspectos más específicos de este tema. En lo que respecta al corpus de datos empleado en el presente estudio, deben hacerse algunas aclaraciones. Obviamente, escapa de las 1 Cano Aguilar, por ejemplo, señala que: “casi la cuarta parte de las formas verbales que aparecen en un texto español van incrementadas por se. Y de todas ellas, sólo una pequeña parte puede clasificarse como propiamente reflexiva. La mayor parte de los verbos incrementados por se indican un proceso desarrollado dentro del sujeto sintáctico. Por otro lado, el uso de se en la llamada pasiva refleja y en construcciones impersonales constituye también un apartado más numeroso que el de frases propiamente reflexivas” (Cano Aguilar, 1981:256). Sin embargo, no aporta datos estadísticos que confirmen sus afirmaciones. 2 posibilidades de esta investigación analizar todas las construcciones con se presentes en el CREA. Por este motivo, se ha seleccionado un corpus inicial de unas cinco mil formas extraídas de los textos orales que integran el corpus académico 2 . Estas formas han sido seleccionadas siguiendo un criterio de representación proporcional de modo que se incluyan construcciones que pertenezcan a distintas variedades diatópicas y diafásicas del español actual3 . Por último, el enfoque que se adopta en la descripción y explicación de los hechos se inserta dentro de lo que se denomina gramática funcional. Sin embargo, no se desconocen los aportes realizados tanto por la tradición gramatical española como por la gramática generativa, que ha dado explicaciones valiosas para varias cuestiones que se relacionan directa o indirectamente con este tema. 2 El número de formas parece satisfactorio para una investigación de estas características. De hecho, es posible utilizar como marco de referencia la tesis doctoral del lingüista chileno Nelson Cartagena (“Sentido y estructura de las construcciones pronominales en español”). Este autor utilizó para su investigación un corpus de 20.000 construcciones pronominales procedentes de diversos géneros literarios. 3 En el apéndice uno se puede encontrar el listado de documentos que integran la muestra analizada. 3 CAPÍTULO 1: EL SE Y SU POLIVALENCIA FUNCIONAL 1.1. Propiedades de se La forma se es un clítico de tercera persona (singular o plural) que puede aparecer en numerosas construcciones que poseen características muy diversas. De hecho, muchos son los autores que hablan de su polivalencia funcional 4 o de su carácter camaleónico 5 que le permite aparecer en estructuras tan diferentes como las siguientes: “La ambición histórica de la República Argentina ha sido acceder al Pacífico. Y Chile se lo está permitiendo sin compensación” (Chile). “El Poder Ejecutivo se autoriza a renegociar y prorrogar los contratos” (Argentina). “La posibilidad de que Argentina y Sudáfrica lleguen a conocerse mejor es realmente muy importante” (Argentina). “Cuando él llegó, ella ya se había muerto de amor”. “El viaje se hizo muy largo”. “¿Tú qué opinas de, por ejemplo, la gente que no salió nunca de Galicia, o no se atreve?” (España) “Aunque parezca mentira en el verano también se venden paraguas” (España). “En Arequipa se come bien” (Perú). 4 5 Di Tullio, 1997 Otero, 1999 4 Carlos Otero señala que esta versatilidad de la forma en cuestión se debe a su minimidad o infimidad gramatical: “en lo que respecta a su forma se reduce a una sola sílaba inacentuable compuesta de la consonante fricativa más común (la fricativa que forma parte del inventario consonántico de todas o casi todas las lenguas) y una vocal ‘neutra’ (una vocal media de uso muy frecuente en las lenguas romances); en lo que respecta a su contenido, carece, no ya de caso morfológico sino hasta de especificaciones distintivas de género y número. Sintácticamente, su propiedad más obvia, si no la única y fundamental, es que sólo puede ser asociado a la ‘no persona’” (2002:168-169). Por estos motivos, Otero concluye que este clítico es el elemento más desprovisto de contenido de la lengua española y uno de los más diminutos e insignificantes. Estas características permiten que oficie como “comodín” gramatical capaz de representar todas las funciones que representan los otros clíticos y dos más por añadidura (la pasiva y la impersonal). 1.2. Estudio de las construcciones con se en la gramática tradicional La tradición gramatical se ha preocupado por las distintas funciones de esta partícula. Se han propuesto múltiples clasificaciones, pero siempre se encuentran casos que no se acomodan a las clases reconocidas, ya porque no se ajustan enteramente a sus rasgos definitorios, ya porque se sitúan en el límite entre dos o más tipos. Además, las diferencias entre las clasificaciones son, en la mayoría de los casos, más terminológicas que conceptuales y solo parcialmente estas diferencias terminológicas obedecen a verdaderas diferencias de análisis. Sin lugar a dudas, una de las dificultades con la que se enfrentaron los gramáticos tradicionales al estudiar estas estructuras fue la de utilizar el término reflexivas o reflejas para englobar a oraciones con 5 características diversas y el empleo de una definición de las mismas ya cristalizada 6 . En efecto, Martín Zorraquino señala que “casi todos los gramáticos han considerado las oraciones reflexivas como aquellas en las que una misma persona es agente y paciente a la vez, asignándoles, en consecuencia, rasgos propios de lo activo y lo pasivo y tratando en buena parte, de ‘explicarlas todas’ como si las relaciones entre sus elementos tuvieran que ser siempre las mismas, o en otras palabras, como si el ‘valor’ semántico -el significado- del término reflexivo hubiera de estar siempre presente en ellas” (1979:21) Sin embargo, muchos gramáticos se dieron cuenta de que el término reflexivo parecía adecuado solamente para un grupo pequeño de oraciones: las que contienen un pronombre reflexivo cuya función es semejante a la de los pronombres lo, la, los, las en contextos transitivos (él lo lava / él se lava), o a la de le, les en construcciones como él se lava las manos opuesto a él le lava las manos. De modo que han reconocido la necesidad de discriminar grupos diferentes de "oraciones reflexivas". Así, Bello, después de estudiar y caracterizar las proposiciones reflejas y recíprocas, se ocupa de "varias especies de construcciones en que la reflexividad no pasa de lo material de la forma, ni ofrece al espíritu más que una sombra débil y oscura" (1847:457). A estas construcciones las denomina cuasi-reflejas. Amado Alonso, por su parte, divide las 6 Rafael Seco explica con claridad el empleo del término reflexivo: “De ahí la denominación de reflexivas que llevan estas oraciones y los verbos que las forman: de que la acción verbal vuelve como un rayo de luz en su espejo sobre el origen de donde procedió: yo me lavo es oración de este tipo” (1988:199). 6 oraciones reflexivas en reflexivas propiamente dichas 7 y reflexivas sólo de forma 8 . Si bien en general ha existido coincidencia en el análisis de las estructuras reflexivas directas e indirectas, como también en el análisis de las construcciones recíprocas 9 , las subclasificaciones han sido particularmente abundantes para las llamadas reflexivas “sólo de forma”. El hecho de que los verbos de estas oraciones expresen estados de cosas muy diversos, con contenidos semánticos diferentes y con características gramaticales distintas (algunos admiten la construcción transitiva -levantar, alegrar-, otros solo pronominal o refleja -arrepentirse-; algunos aparecen preferentemente con sujetos de persona, otros, de cosa) ha dado lugar a planteamientos diferentes, según se haya centrado el interés en lo semántico o en lo gramatical. Bello, por ejemplo, las agrupa entre las cuasi-reflejas, junto con los verbos intransitivos que admiten clíticos (reírse, morirse, etc.). Amado Alonso concede importancia especial a lo semántico y subdivide los reflexivos de forma en verbos que significan vida interior y verbos de 7 “Los verbos reflexivos son una clase especial de los transitivos. Tienen, como ellos, complemento directo, pero el complemento es un pronombre personal de la misma persona que el sujeto: yo me doblo, tú te desnudas, él se viste. Se llaman reflexivos porque la acción refleja o recae sobre el sujeto. Estos son los reflexivos propiamente dichos” (Alonso – Henríquez Ureña, 1971:104). 8 “Otros muchos verbos hay que, construyéndose también con el pronombre de la misma persona que el sujeto, no lo tienen como complemento directo, y, por lo tanto, la acción no recae sobre el sujeto: me voy, ¿te sorprendes?, se murió. Estos verbos son reflexivos por la forma, pues que llevan un pronombre reflejo, pero no por el sentido” (Alonso – Henríquez Ureña, 1971:104-105). 9 La noción de reciprocidad planteada por Bello se ha mantenido más o menos fielmente en todas las gramáticas posteriores: “el complemento acusativo es recíproco, cuando el verbo tiene por sujeto dos o más personas o cosas, cada una de las cuales ejerce una acción sobre la otra o las otras y la recibe de estas, significándose esta complejidad de acciones por un solo verbo, como en Pedro y Juan se aborrecen; ellos se miraban unos a otros” (Bello, 1847:456). Sin embargo, esta clase de oraciones ha sido estudiada de modo superficial y poco cuidadoso en la tradición gramatical española. 7 movimiento. Gili Gaya y el Esbozo se muestran partidarios de una atenuación de lo puramente reflexivo en todas estas frases 10 . Por otra parte, muy pocos estudiosos han asignado una función precisa al clítico que aparece en estas oraciones. Del se que aparece en las oraciones con sujetos inanimados (se produce la revolución soviética) y de los clíticos que se presentan con verbos que admiten también una construcción transitiva (miles de personas se acuestan cada día buscando el descanso reparador), algunos estudiosos opinan que sirven para intransivitizar el proceso expresado por el verbo. Esta función intransitivizadora del se es destacada también tanto por la gramática generativa como por algunos gramáticos funcionales. Sandra Babcock, que se inscribe dentro de la corriente generativista, considera el clítico como un morfema de intransitivización e índice de la diátesis media en español. El funcionalista Lucien Tesnière, por su parte, habla de la diátesis recesiva: “contrariamente a la diátesis factitiva, la diátesis recesiva disminuye en una unidad el número de los actantes (…) El marcante de la diátesis recesiva es, tanto en francés como en muchas otras lenguas, el mismo que el de la diátesis reflexiva” (1994:473) 11 . Por último, en el estudio de las construcciones con se se incluyen, en la mayor parte de las gramáticas, las llamadas pasivas reflejas (Aunque parezca mentira, en el verano también se venden paraguas) y las oraciones impersonales con se, también denominadas oraciones con sujeto indeterminado (En Arequipa se come bien). 10 “Aunque volveremos a ocuparnos con más pormenores de estos matices de la función pronominal, diremos aquí que las gradaciones que atenúan y aun llegan a borrar su carácter reflexivo primario son muy numerosas y frecuentes. Van desde los llamados dativos ético y de interés (Ella se tomó el café; Se le hundió el mundo; No te me vayas), hasta las expresiones con verbos intransitivos, que se llaman seudorreflejas por sentirse ya muy distantes del significado reflexivo propiamente dicho, como: Me voy; Nos estamos en casa; Mi vecino se ha muerto; Me salí del despacho” (RAE, 1973:380). 11 Es importante notar que ambos gramáticos recurren a la noción de diátesis. La relación entre el clítico se y la diátesis verbal será estudiada en el próximo apartado. 8 Si bien la mayoría de las gramáticas tradicionales opuso estas dos estructuras basándose en la dicotomía voz pasiva – voz activa, otros autores no marcaron diferencias tan claras. Bello, por ejemplo, denomina a las primeras construcciones regulares cuasi-reflejas de tercera persona y señala que en estos casos “de la reflexividad significada por los elementos gramaticales, la idea de acción se desvanece, y queda solamente la idea de pasión, o de modificación recibida” (1847:462). A las estructuras como el segundo ejemplo planteado (En Arequipa se come bien) las denomina construcciones irregulares cuasi-reflejas. Como se recordará, este autor denomina proposiciones irregulares o anómalas a las proposiciones en las que no se expresa ni se sobreentiende el sujeto. Por lo tanto, sobre estas estructuras realiza tres comentarios interesantes: en primer lugar, desde el punto de vista formal, son cuasi-reflejas porque se construyen con el acusativo reflejo se; en segundo lugar, y siguiendo un criterio sintáctico, las denomina irregulares o anómalas porque no poseen un sustantivo o sintagma nominal que desempeñe la función de sujeto explícito; en tercer lugar, y desde el punto de vista semántico, estas estructuras se asemejan al grupo anterior porque también poseen un significado pasivo. Evidentemente este breve repaso a los estudios de la gramática tradicional permite demostrar que, más allá de las limitaciones de sus planteos, los gramáticos han entendido que la presencia de este clítico determina modificaciones tanto en la estructura sintáctica de las construcciones como en los valores semánticos que se desprenden de las mismas. 9 1.3. Las construcciones con se y su relación con la diátesis verbal. Más allá de la clásica definición de las oraciones reflexivas a las que ya se ha hecho referencia, que vincula estas construcciones con las voces activa y pasiva, son varios los gramáticos que han postulado la relación entre las construcciones con se y la noción de la diátesis (activa, pasiva y media). Si bien este tema será desarrollado al analizar algunas estructuras en particular, es conveniente realizar algunas precisiones previas sobre este aspecto. Como se sabe, la noción de voz o diátesis (en griego, estado, disposición, función) se refiere a la relación semántica que se establece entre el verbo y los participantes de la acción verbal y se expresa formalmente mediante elementos sintácticos y / o morfológicos. Ya las gramáticas griegas clasificaban las oraciones en tres voces con flexiones verbales específicas para cada una de ellas. Reconocían una voz activa (vinculada con nociones como actividad, energía), la pasiva (lo que uno experimenta o siente, pasión), y otra voz concebida como intermedia a la oposición primaria entre activa y pasiva y en la que se ubicaban aquellas formas verbales de difícil clasificación y con características tanto de una como de otra voz (por ejemplo, formas activas con significado pasivo y viceversa). Evidentemente, el español, al igual que el resto de las lenguas romances, carece de morfemas verbales propiamente pasivos (en oposición al latín) o medios (al contrario que el griego), de modo que la voz activa es la única representada en la morfología verbal. 10 Por este motivo, para que se hable de la existencia de una voz media en una lengua como el español, que no tiene morfología verbal específica, es necesario identificar tanto sus propiedades semánticas como sus propiedades formales. Esta es una de las preguntas que se intentarán responder en este trabajo: ¿es pertinente hablar de una voz media en español? Si la respuesta es afirmativa, ¿qué marcas formales y qué propiedades nocionales la caracterizarían? 1.4. La Sintaxis funcional. El marco teórico de Tesniére y Dik. Como se ha señalado en la introducción del trabajo, el enfoque que se adopta en el análisis de las construcciones se inserta dentro de la corriente que se denomina gramática funcional y, más específicamente, en la línea de trabajo de los gramáticos Tesnière y Dik. En este estudio se tienen en cuenta principalmente las modificaciones que la presencia del clítico se determina en los marcos predicativos. Como se recordará, para Simon Dik los marcos predicativos expresan las posibilidades combinatorias de los predicados y aportan la siguiente información sobre los mismos: - su forma léxica - la categoría sintáctica a la que pertenecen - el número de argumentos o actantes que requieren, es decir, su valencia 12 , y la función sintáctica que estos desempeñan 12 Tesnière es el primero que explica la noción de valencia: “Podemos así comparar el verbo a una especie de átomo con ganchos susceptible de ejercer su atracción sobre más o menos actantes según el número de ganchos que comporte, para mantenerlos bajo su dependencia. El número de ganchos que presenta un verbo, y, por consiguiente, el número de actantes que es susceptible de regir, constituye lo que llamaremos la valencia del verbo” (1994:411). El contenido léxico de un verbo determina, por lo tanto, el número de actantes o argumentos que este 11 - las funciones semánticas de los argumentos - las restricciones de selección válidas para los términos que han de ocupar las casillas argumentales Para describir los distintos tipos de construcciones con se se intentará: a) Determinar si el clítico desempeña una función sintáctica y, en caso afirmativo, reconocer si la misma es argumental o no argumental, es decir, si está comportada por el signo léxico verbal o no. b) Comprobar si la construcción admite refuerzos reflexivos del tipo a sí mismo o recíprocos como mutuamente, el uno al otro. c) Observar si el clítico produce modificaciones en la valencia del verbo, es decir, si modifica el número o la función sintáctica de los argumentos que comporta el predicado verbal. d) Analizar si la presencia de la partícula se da en todo el paradigma o si es exclusiva de la tercera persona gramatical. e) Precisar las modificaciones semánticas o aspectuales que se dan en aquellos casos en los que existe alternancia entre un verbo no pronominal y uno construido con el clítico. Teniendo en cuenta los criterios enumerados en el párrafo anterior, se clasificarán las distintas construcciones con se en cuatro grupos principales: - Se con función sintáctica: Dentro de este primer grupo se analizarán aquellas construcciones en las que el clítico desempeña una función sintáctica y esta es reconocida unánimemente por los gramáticos. Serán, pues, los casos en verbo comporta, la función sintáctica que ha de desempeñar cada argumento y la función semántica de los mismos. 12 los que se es un sustituto de los pronombres le, les, y en los que funciona como pronombre reflexivo o recíproco. - El llamado “se medio”: En este grupo se incluye una serie de construcciones diversas que tienen en común que sus clíticos afectan a todo el paradigma verbal pero los mismos no cumplen ninguna función sintáctica. Muchos autores llamaron a estas construcciones medias ya que se trata, generalmente, de predicados que denotan procesos internos al sujeto léxico. - El se aspectual: En este trabajo se denominará se aspectual al que puede aparecer de forma opcional tanto con verbos transitivos como con intransitivos sin que ello modifique sustancialmente las propiedades formales de la oración. - El se en construcciones pasivas e impersonales: Se trata de aquellas construcciones que no pueden tener flexión verbal de primera o segunda persona. Por este motivo, el se de estas estructuras se ha denominado no pronominal (Gómez Torrego, 1992) y a las construcciones en las que aparece estructuras exclusivas de la “no persona” (Otero, 2002). En los siguientes capítulos de este trabajo se abordará separadamente cada uno de estos tipos. En cada caso se describirán sus propiedades, se realizará un estudio crítico de los análisis propuestos, se indicará la frecuencia de aparición de cada estructura y se presentarán algunos fenómenos vinculados con diferencias diatópicas o diafásicas que pueden apreciarse en el uso de estas estructuras. 13 CAPÍTULO DOS: EL SE CON FUNCIÓN SINTÁCTICA Los gramáticos coinciden en señalar que hay tres casos en los que el clítico se desempeña una función sintáctica en la estructura oracional de la que forma parte. Se trata de los casos en los que se es: a) sustituto de las formas pronominales le, les, b) pronombre reflexivo, c) pronombre recíproco. 2.1. El se como sustituto de los pronombres le, les. Si bien siempre se ha reconocido este valor de se en las obras gramaticales, muchos autores lo excluyen al estudiar específicamente las funciones de este clítico. Esta exclusión se debe principalmente a dos motivos: a) Tiene un origen histórico diferente a los demás se. b) Es el único se que puede no formar una construcción pronominal con el verbo al que complementa. Es interesante, pues, desarrollar brevemente estos dos aspectos. Con respecto a su origen histórico, y a diferencia de los otros se que proceden del reflexivo latino, este deriva del dativo del pronombre demostrativo ĭllī, illis. Menéndez Pidal señala que cuando este dativo va unido al acusativo del mismo pronombre (ĭllum, -am; ĭllos, -as) se da la siguiente evolución hasta desembocar en la forma actual se: illi + illum > (i)lliello > gello > gelo > se lo Agrega, además, que el gelo se propagó por analogía al plural y que es en el siglo XIV cuando empieza a dejar su puesto a la forma 14 moderna se lo. Para Menéndez Pidal este cambio se produce por la influencia analógica ejercida por expresiones reflexivas (analogía que se da entre formas verbales como echóselo, atóselo -a sí mismo- sobre echógelo, atógelo -a otro-). Más interesante para el objetivo de este trabajo es profundizar en el segundo motivo señalado para su exclusión y es el hecho de no integrar una construcción pronominal con el verbo personal. En efecto, el clítico se siempre se vinculó con la expresión verbos o construcciones pronominales. Si bien la noción de verbo pronominal varía ampliamente de un gramático a otro, en este estudio se seguirá la postura de Nelson Cartagena (1971) y se considerará construcción pronominal a cualquier estructura que contenga alguno de los pronombres personales átonos, me, te, se, nos, os, en concordancia de persona y de número con la forma verbal respectiva 13 . 13 Así como es polémico determinar los valores y las funciones de se, también lo es elegir una denominación para nombrar la totalidad de las estructuras en donde este clítico aparece. Las distintas ediciones del DRAE son un claro ejemplo de la evolución del pensamiento gramatical y de las dificultades para dar cuenta de estas construcciones con características tan diversas. Hasta el año 1956 (18ª edición) el DRAE habla de verbos pronominados y de reflexivos o reflejos sin trazar una clara distinción entre ambos. Define los verbos pronominados como “cualquiera de los que se conjugan teniendo por régimen o complemento un pronombre; como ausentarse, tutearse, enfurecerse, morirse” (1956:1327), y el verbo reflexivo o reflejo como “aquel cuya acción recae en la misma persona que la produce, representada o suplida siempre por medio de un pronombre personal como complemento del verbo: Yo me ausento; tú te avergüenzas; Pedro se arrepiente; el éter se volatiliza” (1956:1327). Como se puede observar, la distinción entre estos grupos no es clara, se incluyen verbos que exigen siempre un clítico, como arrepentirse, otros que alternan la construcción pronominal con la transitiva (avergonzar, avergonzarse), otros que admiten clítico en construcciones recíprocas (tutearse), y otros que admiten un se que hoy se denominaría aspectual (morirse). Incluso se utiliza el mismo verbo para ejemplificar ambos grupos (ausentarse). En la 19ª edición se encuentra por primera vez el adjetivo pronominal referido a un verbo: es “el que se construye en todas sus formas con pronombres reflexivos. Hay verbos exclusivamente pronominales, como arrepentirse. Otros adoptan determinados matices significativos o expresivos en las formas reflexivas: caerse, morirse, frente a las no reflexivas: caer, morir” (1970:1333). Prevalece un criterio formal y la definición parece más clara. Sin embargo, es posible reconocer dos incongruencias: mantiene la noción de verbos pronominados (definidos exactamente igual que en la edición anterior) e identifica verbos reflexivos con pronominales. Esta identificación se da hasta la 21ª edición (1992) donde se mantiene la definición de verbos pronominales pero se señala que el verbo reflexivo es el “verbo pronominal en que el pronombre realiza la función de complemento directo o indirecto y corresponde a la misma persona que el sujeto. Tú te peinas” (1992:1473). Los verbos reflexivos serían, pues, un subconjunto dentro de los pronominales, caracterizados formalmente por la función sintáctica que 15 Si se tiene en cuenta esta caracterización, es evidente que el se que se estudia en este apartado es el único que puede no integrar construcciones pronominales con el verbo. Así, en el CREA se encuentran, entre otros, los siguientes ejemplos de casos en los que el clítico de tercera persona complementa a un verbo conjugado en otra persona gramatical: “Terminé en estos días de leer una novela que usted escribió hace bastante tiempo, que es Responso, y me pareció fascinante, pero se lo digo de verdad” (Argentina). “Hasta te podría agregar que mi inicial vocación histórica se la debo a mi papá” (Perú). Evidentemente en aquellos casos en los que el se complementa a un verbo en tercera persona la entidad denotada por el clítico no es la misma entidad del mundo a la que refiere el sustantivo o sintagma nominal que funciona como sujeto explícito de la oración. No hay, pues, correferencialidad entre el clítico y el sintagma que funciona como sujeto léxico. Si se recurre al corpus que se analiza en el siguiente trabajo, se puede observar que 91 de los 5.000 se estudiados (aproximadamente un 2% del corpus) corresponden a este se, variante combinatoria de los desempeña la forma pronominal. Sin embargo, los cambios continúan y llegan hasta la última edición del DRAE (2001). En esta se elimina lógicamente la definición de verbos pronominados y se realizan modificaciones interesantes en la noción de verbo pronominal y reflexivo. Del verbo pronominal se dice que es “el que se construye en todas sus formas con un pronombre átono que concuerda con el sujeto y que no desempeña ninguna función sintáctica oracional” (2001:2286). Si el DRAE mantuviera la definición anterior de verbos reflexivos, estos no serían, pues, verbos pronominales. Pasarían de ser un subgrupo a una categoría independiente. Sin embargo, el DRAE vuelve a sorprender al señalar que un verbo reflexivo es “tradicionalmente, el que se construye con un pronombre reflexivo átono. Tú te peinas” (2001:2286). Evidentemente esta definición plantea nuevas interrogantes: ¿Qué considera el DRAE como pronombre reflexivo átono? ¿El pronombre reflexivo átono sería, a diferencia del pronombre átono incluido en la caracterización de los verbos pronominales, aquel que desempeña una función sintáctica? Es imposible saberlo porque en ningún lugar del diccionario se define qué se entiende por pronombre reflexivo. 16 pronombres le / les. Obviamente, en estos casos el clítico desempeña la función sintáctica de objeto indirecto en las estructuras oracionales en las que aparece. Sin embargo, es interesante analizar si en todos los casos este objeto indirecto es un argumento del verbo, es decir, si la función está comportada por el signo léxico verbal 14 . 2.1.1. El se (alomorfo de le/les) como objeto indirecto argumental. En la mayoría de los 91 casos estudiados (aproximadamente en un 70%) este se funciona como un objeto indirecto argumental. En estos casos, ya que este se aparece solamente en aquellas estructuras oracionales en las que también “clicticiza” el objeto directo, es evidente que los predicados son trivalentes o triactanciales, es decir, predicados que comportan tres argumentos y que podrían esquematizarse en forma abstracta mediante la secuencia de indefinidos: “alguien (algo) – verbo – algo – a alguien”. A continuación se enumeran algunos ejemplos extraídos del corpus analizado: “¿Es cierto que las profesoras tiene(n) que dar detalle de lo que iba(n) a hacer en cada clase? Sí, eso se lo pidieron en algunas escuelas” (Argentina). “Al final me gasté todo lo que tenía, le di a Tato unas pelas que se las quería devolver” (España). 14 Con respecto a este tema, conviene recordar que Strozer (1978) fue la primera lingüista que reconoció en español dos clases de objetos indirectos, a los que denominó IND1 e IND2. Otros gramáticos españoles, como Violeta Demonte (1994) o Salvador Gutiérrez Ordóñez (1999), asumieron también esta distinción. 17 “La libertad que está adquiriendo la mujer es porque se la está dando precisamente la sociedad” (España). “Don Carlos Sahagún también es obligado preguntarle, como se lo habrán preguntado muchas veces, si tiene algo que ver con el futuro exalcalde de Madrid” (España). “Tener una paragüería (de guardia) no estaría mal. Yo se lo estoy diciendo a mi padre, a ver si podemos hacer la idea esa” (España). “Bueno este no dedicarse nada más a enseñar puras fórmulas, ¿no?, como lo hacen casi todos los maestros, sino enseñarles algo que digan: Bueno, esto se los enseño porque les va a servir para esto y esto” (México). Como se puede observar, los predicados que admiten un complemento indirecto argumental presentan características semánticas en común. De hecho, ya Tesnière ha señalado que los predicados de tres actantes son, en principio, los verbos del tipo de decir y de dar, lo que muestra que el repertorio de verbos que llevan prefigurada una casilla para el complemento indirecto en su esquema argumental es escaso. Esta observación es compartida por los demás gramáticos que han estudiado este tema. Tanto Strozer (1978) como Demonte (1994) señalan que estos verbos triactanciales suelen ser verbos de transferencia: “la transferencia implica un origen o causa de esa transferencia, más lo transferido y el nuevo destino de ello” (Demonte, 1994:438). En efecto, es posible agrupar los verbos que en el corpus se construyen con un objeto indirecto argumental en las siguientes listas: 18 Tabla 1: Verbos en el que se funciona como objeto indirecto argumental Transferencia Transferencia Moción Construcción material comunicativa abstracta causativa 31 casos dar, devolver, pedir, conceder, prestar, ofrecer, 28 casos decir, preguntar, 3 casos dedicar, deber… 1 caso hacer practicar aconsejar, indicar, repetir, entregar, recordar, pedir, alquilar… revelar, enseñar Es interesante fundamentar la inclusión de algunos verbos en las categorías correspondientes. En primer lugar, como se puede observar en la tabla, se ha incluido el verbo pedir en dos grupos, tanto en los verbos de transferencia material como en los de transferencia comunicativa. Esto se debe al hallazgo de los siguientes ejemplos en el corpus: “Y te tendrás que comprar los libros y eso. Sí, se los voy a pedir a CEN” (Transferencia material). “Yo pedí, y se los pedí humildemente, que me pusieran en el asunto indígena” (Transferencia comunicativa). De hecho, Tesnière también reconoce que el verbo pedir pertenece a las dos series, ya sea que exprese pedir para tener (transferencia material) o pedir para saber (transferencia comunicativa). En efecto, algunas lenguas, como el alemán, emplean dos verbos distintos para expresar estas significaciones 15 . 15 En alemán se dice Alfred bittet Karl um das Buch, pero Alfred fragt Karl nach der Zeit. 19 Otra observación interesante es que se ha incluido el verbo deber como un verbo trivalente de moción abstracta. De hecho, es posible reconocer dos significaciones fundamentales de esta forma verbal: deber = estar obligado a pagar una cantidad deber = tener que agradecer algo a alguien Es precisamente esta última significación la que aparece en el corpus y es por eso por lo que se ha incluido esta forma verbal en la serie mencionada: “Hasta te podría agregar que mi inicial vocación histórica se la debo a mi papá” (Perú). Una última consideración necesaria es la que se refiere a la última forma verbal presente en el cuadro (hacer practicar): “En esa época también nos enseñaban muchísimos cursos de italiano, y además teníamos dos horas diarias del idioma, ¿no?, entonces realmente se podía aprender el idioma porque, desde que uno entraba, se lo hacían practicar” (Perú). Evidentemente, este es un caso de lo que Tesnière denomina diátesis causativa: “si el número de actantes se ve aumentado en una unidad, se dice que el nuevo verbo es causativo con respecto al antiguo” (Tesnière, 1994:449). En efecto, el verbo practicar es un verbo bivalente (Uno practica idiomas), en la construcción causativa hacer practicar el sujeto del infinitivo aparece como objeto indirecto del grupo, dando lugar a un nuevo argumento: Uno practica el idioma - A uno le hacían practicar el idioma – Se lo hacían practicar 20 2.1.2. El se (alomorfo de le / les) como objeto indirecto no argumental. En el corpus se ha encontrado también algunos casos en los que el clítico se funciona como complemento indirecto de verbos que no comportan en su valencia lexemática este hueco funcional. Se trata de los complementos indirectos que Strozer (1978) y Demonte (1994) denominaron IND2 y que habitualmente son predicados de preparación, creación o destrucción del tipo: preparar, cocinar, hacer, arreglar, romper, encontrar, abrir, etc. Strozer (1978) propone un criterio sintáctico para diferenciar estos complementos de los IND1: mientras que el IND1 si no es pronominal no necesita comparecer con el correspondiente clítico, un IND2 no pronominal debe aparecer siempre con el clítico correspondiente. Por eso, cuando el objeto directo también es un clítico éste no puede aparecer solo en las construcciones de IND2, aunque sí lo haga en las de IND1: IND1 El Tony se la devolvió al Pablo. El Tony devolvió la pelota al Pablo. Se lo pregunto al juez. Lo pregunto al juez. Esto se los enseño porque les va a servir. Esto lo enseño a mis alumnos porque les va a servir. IND2 El transplante se lo hicieron en Europa. * El transplante lo hicieron al hombre en Europa. Van a investigar quién se lo abrió. * Van a investigar quién lo abrió a los dueños. 21 Esto se debe a que el clítico en estos últimos casos es un capacitador funcional que habilita a estos verbos biactanciales para que puedan incorporar un tercer argumento. En muchos casos la presencia de estos complementos indirectos no valenciales puede explicarse por un fenómeno al que Masullo (1992) denomina incorporación. Este fenómeno puede ser descrito como un proceso de ascenso en la escala de jerarquía funcional: un complemento adjetivo, nominal o preposicional se incorpora a la dependencia directa del verbo bajo la forma de uno de sus adyacentes centrales, el complemento indirecto. Así, en el corpus es posible reconocer algunos casos de incorporaciones del poseedor, como: “Entonces (el perro) tenía el pelo así como rasta, enrollado, comiquísimo, comiquísimo, comiquísimo, se lo iban a peluquear para que le creciera” = Iban a peluquear 16 el pelo del perro para que le creciera. “En muchos lugares han hecho operaciones que nunca habían sido vistas, causando asombro, verdaderamente asombro, y son operaciones sencillas que se hacen en nuestro país. Hay, por ejemplo, algunas personas que tienen el rostro deformado y se lo arreglan” = Arreglan el rostro deformado de algunas personas. 16 María Moliner recoge esta forma verbal en su diccionario, indica que se usa en Hispanoamérica, que es un verbo transitivo y que significa “cortar el pelo a alguien” (1967:625). Sin embargo, su empleo no es común a toda Hispanoamérica. Su uso en el corpus se limita a Venezuela y se emplea también en Colombia. Otra aclaración necesaria es que el uso que aparece en el corpus no es el más frecuente. Es más común la expresión: Iban a peluquear el perro (que es la descrita en el diccionario de Moliner). En el corpus aparece un complemento directo (el pelo) que habitualmente permanece implícito en el lexema verbal, por lo que el otro sintagma (al perro) funciona como complemento indirecto. 22 “¡Vámonos, vámonos! Porque si no, ahora que vengan los dueños de ese carro, van a investigar quién se los abrió y nos van a llevar hasta la policía” = Van a investigar quién abrió su auto. En estos tres casos el poseedor del complemento directo es promovido al estatus de un argumento verbal: el indirecto. En otros casos es posible la paráfrasis entre construcciones preposicionales y secuencias de complemento indirecto. En las primeras una preposición plena introduce un circunstancial dotado de una función semántica (benefactivo, locativo, origen…). En su paso a la construcción de complemento indirecto se producen algunos cambios: la preposición originaria es sustituida por a, aparece obligatoriamente el clítico dativo y el se cuando el objeto directo también es un clítico: “Cuando el capitalismo tiene ya más de doscientos años de existencia y jamás nadie le encontró remedio, mucho menos se lo van a encontrar en un mundo donde hay cinco mil millones de pobres que no tienen capacidad adquisitiva” = Mucho menos van a encontrar remedio para el capitalismo en un mundo donde hay cinco mil millones de pobres. “Está especializada en imitar trajes de famosos. Sí, a la Luisa le hizo para otra boda el mismo traje rosa que llevó Rocío Jurado para la boda de Rociito, con el floripondio que llevaba en la cabeza. Se lo hizo igual, igual, igual” = Hizo un vestido igual para Luisa. Para el final se ha dejado un caso interesante que es el que se da con el verbo permitir: “La ambición histórica de la República Argentina ha sido acceder al Pacífico. Y Chile se lo está permitiendo sin compensación” (Chile). En este ejemplo el clítico lo refiere anafóricamente a la construcción de infinitivo acceder al Pacífico. El verbo permitir admite, 23 pues, un infinitivo o una construcción de infinitivo (para algunos autores, una subordinada completiva de infinitivo) como segundo argumento. Los sujetos de ambas formas no pueden ser idénticos, a menos que aparezca en una forma reflexiva (Chile se permitió rechazar la propuesta). En casos como el ejemplo planteado, el sujeto o el adyacente temático –como lo denominaría Alarcos– del infinitivo es atraído a la oración principal y aparece como objeto indirecto de permitir: Chile está permitiendo que Argentina acceda al Pacífico – Chile le está permitiendo a Argentina acceder al Pacífico – Chile se lo está permitiendo. Como conclusión, este se, que presenta características que permiten diferenciarlo de los demás valores que se estudiarán, es una variante combinatoria de las formas dativas le, les. Como estas, desempeña la función de complemento indirecto. En la mayoría de los ejemplos analizados, funciona como complemento indirecto exigido por verbos de transferencia. En un número menor funciona como complementos no valenciales. En todos estos casos es posible reconocer algún fenómeno de incorporación que permite explicar la inclusión de esta función no prevista por la valencia lexemática del verbo. 2.1.3. Un fenómeno interesante: esto se los enseño a ustedes. Antes de estudiar otros valores de se es pertinente analizar un fenómeno que aparece con elevada frecuencia en el corpus y que se observa con claridad en los siguientes ejemplos: “Yo a veces les digo: Realmente iría a vender ballenitas al subterráneo, si no fuera que yo sé que soy una gran profesora, se los digo” (Argentina). 24 “Ustedes demuéstrenme que ese perro es de ustedes y yo se los doy” (Venezuela). “El problema va a seguir latente en Chiapas, se los digo ahora y se los voy a repetir nuevamente cuantas veces sea necesario” (México). En todos estos ejemplos la marca de plural que se observa en el clítico que funciona como complemento directo es en realidad el plural del complemento indirecto, el cual, al aparecer en la forma se, deja de indicar el número. No hay muchos comentarios sobre este fenómeno en la mayoría de las gramáticas. Kany parece ser el autor que más se ha preocupado de estas construcciones y señala que “el habla popular de numerosas regiones de Hispanoamérica trata insistentemente de indicar la pluralidad del complemento indirecto se añadiendo una s al complemento directo que sigue inmediatamente, lo o la, convirtiendo a estos en los y las aun cuando dicho complemento se halle en singular” (1969, 141). De la observación de Kany interesa destacar dos aspectos que serán sometidos a verificación empírica: por un lado, este autor limita el fenómeno a Hispanoamérica; por otro, señala que se trata de una construcción propia del habla popular. Si se analiza la primera observación, es evidente que este corpus confirma la afirmación del gramático. De hecho, no se encuentra ningún ejemplo de se los (las) por se lo (la) en ningún texto de la península 17 . La 17 Si bien en este corpus no se han encontrado casos del fenómeno estudiado en España, hay gramáticos que señalan su existencia en el habla española. Kany, por ejemplo, afirma que “este error sintáctico, ejemplo de interferencia asociativa, puede hallarse ocasionalmente en España, pero evidentemente es raro” (1969:141). Gili Gaya también reconoce este fenómeno en el uso peninsular, pero limita su empleo al dialecto aragonés: “Es notable el empleo aragonés de ya se les he dicho en lugar de ya se lo he dicho (a ellos, a ellas). En este caso el se personal dativo va acompañado de un les acusativo, con la particularidad de que este no concierta con el objeto que 25 presencia de este fenómeno se limita al territorio hispanoamericano aunque la frecuencia de aparición del mismo varía de acuerdo a la zona geográfica. Como se desprende de la segunda tabla, el país que arroja el porcentaje de uso más alto de esta construcción es México, seguido por Argentina y Venezuela. Tabla 2: Casos de se los y se lo con antecedente singular País Se los % (las) Se lo % (la) Argentina 5 42 7 58 Colombia 1 33 2 67 Chile 3 33 6 67 Cuba 1 33 2 67 España 0 0 16 100 México 12 63 7 37 Perú 0 0 3 100 Uruguay 0 0 3 100 Venezuela 6 43 8 57 28 45 54 55 Total Estos datos coinciden inicialmente con la ejemplificación propuesta por Kany. De hecho, de los 52 ejemplos que utiliza, provenientes de catorce países, 17 de ellos (casi la tercera parte) son de México; Argentina, Chile y Venezuela cuentan con cinco ejemplos cada uno; Colombia y Cuba proporcionan tres cada uno. Los demás países van representa (singular o neutro colectivo), sino con una pluralidad que correspondería realmente a se si este tuviera plural” (1964: 234). Alarcos, por su parte, restringe el uso de esta construcción a América y a Canarias: “Es incorrecto introducir una marca de plural (cuando se equivale a les) en el otro incremento singular, como sucede a veces en el español americano y canario” (1994: 205). 26 representados por solamente uno o dos ejemplos. Del mismo modo, George De Mello (1997), quien estudia este fenómeno en el Proyecto de Habla Culta, señala que el mismo aparece con mayor frecuencia en la Ciudad de México, seguida por Buenos Aires y luego por Bogotá. Aunque no se presenta ningún caso del empleo de se los por se lo en Perú y en Uruguay, el uso de tal construcción en estas áreas geográficas sí se atestigua en otros estudios. De Mello (1997) recoge una cita de un artículo de José Rivarola en el que estudia el empleo peruano de este uso y declara que “en el Perú lo he observado desde hace mucho tiempo” y que “la ocurrencia del fenómeno está lejos de ser esporádica” (1997:72). Kany, por su parte, nota la presencia de esta construcción en Uruguay, Bolivia, Ecuador, Panamá, El Salvador y Guatemala 18 . Así como los ejemplos confirman la primera observación de Kany y coinciden en señalar el uso predominantemente hispanoamericano de esta construcción, rechazan, sin embargo, su segunda afirmación 19 . Si bien en el corpus que se analiza solo hay textos orales, es posible observar este fenómeno tanto en registros informales como formales. Los mejores ejemplos sobre este aspecto los proporciona México ya que en el corpus se recogen casos de este uso en actas de las sesiones de la Cámara de Senadores: “No quieren dialogar con un soldado detrás de cada árbol, detrás de cada árbol, no se puede dialogar con una pistola en la sien. Yo se los he dicho aquí”. 18 No hay ningún estudio específico sobre el uso de se los con antecedente singular en Uruguay y los corpus consultados, en general, no tienen un volumen documental sobre este país que permita llegar a una conclusión definitiva. Intuitivamente, se puede señalar que esta construcción aparece con frecuencia en periódicos y revistas uruguayos, pero se abre aquí un camino de investigación. 19 Kany señala inicialmente, como ya se ha citado, que el fenómeno pertenece al “habla popular”, aunque luego matiza esta afirmación y agrega que “en determinadas zonas americanas constituye un uso popular; en otras es general incluso entre la gente culta y en estilo literario” (1969:141). 27 “Hablan de todas las reuniones, yo pedí, y se los pedí humildemente, que me pusieran en el asunto indígena, no lo hicieron, no he recibido una sola invitación para pertenecer a ella”. Muchos gramáticos, entre ellos Kany, señalan que el empleo de se los por se lo ocurre cuando se los no va acompañado por una frase preposicional, como a ustedes, que clarifique la referencia plural del pronombre se. Sin embargo, el corpus proporciona ejemplos en los que se los se emplea en la misma estructura oracional junto con la frase preposicional: “Se los dan más caro a los pobres turistas, pero si vas conmigo, no va a ser tan caro” (México). “Se los comentamos a los viejos” (Argentina). En otros casos, el antecedente al que se refiere el clítico se se encuentra en el mismo enunciado o en el inmediatamente anterior, de manera que no existe ambigüedad posible: “Ustedes demuéstrenme que ese perro es de ustedes y yo se los doy” (Venezuela). “Yo con mis padres he sido muy comunicativa, ellos tienen mucha confianza, mucha, porque yo se las he dado” (Venezuela). “Ahora que vengan los dueños de ese carro, van a investigar quién se los abrió y nos van a llevar hasta la policía” (México). Descartada la hipótesis de la ambigüedad, probablemente el empleo de se los por se lo se deba a que el hablante hispanoamericano trate el grupo se lo como si fuera un solo vocablo en forma singular, con plural se los. Se trataría, pues, de un caso de lexicalización. 28 Con respecto a la cuestión de la gramaticalidad del empleo de esta construcción, es adecuado registrar la opinión de distintos gramáticos que han abordado este tema. Amado Alonso y Henríquez Ureña (1971) incluyen esta estructura entre los errores que hay que evitar cuando se utilizan los pronombres personales. Alarcos (1994) también considera incorrecto este uso. Independientemente de las consideraciones normativas, este fenómeno mantiene su vitalidad, se extiende por la casi totalidad del territorio hispanoamericano y su uso es común en el habla culta de una gran parte del mismo. Por eso, parece sumamente lúcida la opinión de Kany al afirmar que: “Imposible es predecir actualmente si con el tiempo se aceptará se los (las) por se lo (la), pero lo que no se puede negar es que en determinadas regiones este fenómeno se halla en camino de tácita aceptación” (1969:142). 2.2. El se como pronombre reflexivo. En la introducción se ha señalado que estas construcciones fueron las más estudiadas por la tradición gramatical española. Sin embargo, como se puede observar en el tercer cuadro, solo un 4% de las estructuras analizadas se encuentran en este grupo. Tabla 3: Construcciones reflexivas en el corpus Construcción Número de Porcentaje casos Se reflexivo 194 3,88 % - reflexivo directo 136 2,72 % - reflexivo indirecto 58 1,16 % 29 Con respecto a la noción de reflexividad, es importante tener en cuenta que el Esbozo de una nueva gramática de la lengua española (1973) maneja dos criterios para definir este concepto. Por un lado, en la segunda parte se señala que “cuando el verbo de una frase verbal pertenece a la misma persona y al mismo número gramatical que sus complementos pronominales, preposicionales o no, decimos que estos pronombres son reflexivos o reflejos, o están en construcción reflexiva o refleja”. (RAE, 1973:208). El concepto de reflexividad que el Esbozo maneja hasta aquí es, pues, el de identidad de persona y número del verbo y su complemento pronominal y aclara que “el concepto de lo reflejo no debe entenderse en gramática como el proceso que consiste en dirigir hacia uno mismo el acto que normalmente se dirige a los demás… aunque este sea el comienzo del tecnicismo” (RAE, 1973:208). Como para el Esbozo el término reflejo o reflexivo tiene como único presupuesto las condiciones dichas (identidad de persona y número en el verbo y su complemento pronominal), estas condiciones se dan tanto en las construcciones que se estudian en el siguiente apartado como en muchas otras: por ejemplo, en los verbos que exigen la presencia de un clítico, como Me arrepiento, Nos arrepentimos, o que funcionan como intransitivos: Te vas, Os vais. Por otro lado, esta noción de reflexividad también lleva a que el Esbozo considere construcciones reflexivas a oraciones como Habla para sí, Lo trae consigo, ya que también hay un complemento pronominal que presenta la misma persona que el verbo 20 . 20 Evidentemente, en las construcciones con se, por la indistinción de número que caracteriza a este clítico, solo se da la identidad de persona entre esta forma y el verbo. 30 Sin embargo, en la tercera parte del Esbozo, cuando se habla de las oraciones de verbo reflexivo, se dice que en ellas “el sujeto es a la vez agente y paciente” (RAE, 1973:379), y que representan el tipo reflexivo puro “porque la acción vuelve de un modo u otro sobre el sujeto que la realiza” (RAE, 1973:380). Sin lugar a dudas, esta caracterización parece contradecir la definición anterior, y alude a las relaciones semánticas que se establecen entre las entidades que participan del estado de cosas denotado. Esta aparente contradicción pone en evidencia los dos niveles del análisis lingüístico comprometidos en el estudio de estas construcciones: el nivel formal, es decir, el de las unidades gramaticales y las relaciones que establecen entre sí, y el nivel semántico, que atiende a las relaciones entre el predicado y sus argumentos. Estos dos niveles no han sido suficientemente precisados en la gramática tradicional y ha llevado a introducir nociones híbridas -a caballo entre la sintaxis y la semántica- como las de sujeto agente o paciente. Para evitar estas ambigüedades, de aquí en adelante se utilizará el término "reflexivo" solamente para referir a aquellas construcciones en las que el sintagma que funciona como sujeto explícito y el clítico que desempeña la función de objeto directo o indirecto refieran, en la realidad designada, a la misma entidad del mundo. 2.2.1. Se en construcciones reflexivas directas. Como se muestra en la tercera tabla, dentro de las construcciones reflexivas el grupo más numeroso es aquel en el que el clítico se funciona como objeto directo. Se trata de casos como los siguientes: 31 “Nos vinieron a conquistar aquí, al sur, y no crearon la Costa del Sol, sino destruyeron todos los encantos árabes que tenía esta tierra. Cuando ellos no se lavaban, aquí ya había una cultura del agua impresionante” (España). “¿Qué aspiraciones tienen los argentinos hoy? ¿Cómo se ven frente al resto del mundo?” (Argentina). “Un niño sin respeto es un niño al que no se le han dado los instrumentos apropiados para que se valore a sí mismo” (Costa Rica). En todas estas construcciones hay verbos divalentes, es decir, verbos que comportan dos argumentos (alguien lava / ve / valora algo o a alguien). La característica fundamental de estas construcciones es que el clítico que funciona como segundo argumento refiere a la misma entidad del mundo a la que refiere el sintagma que funciona como sujeto explícito. Hay, pues, correferencialidad entre el sujeto léxico y el objeto directo. De hecho, el clítico se opone a la serie /lo, la, los, las/. Esta serie de pronombres se utilizaría en caso de que no existiera correferencialidad: Ellos no lavaban su ropa. * Ellos no lavaban a ellos mismos. Ellos no la lavaban. Ellos no se lavaban. Los hijos no valoran a sus padres. *Los hijos no valoran a los hijos. Los hijos no los valoran. Los hijos no se valoran. Alarcos Llorach considera que no constituye un caso especial de implementación el hecho de que la referencia al sujeto que realizan los morfemas del núcleo verbal coincida con la misma “persona” expresada por el implemento (objeto directo). Es decir, que desde el punto de vista de las relaciones formales que contraen no hay diferencia entre Ellos no la lavan Ellos no se lavan 32 en ambos casos podemos reconocer la misma relación: núcleo oracional objeto directo 21 . Con respecto a las funciones semánticas que desempeñan los términos que ocupan los huecos argumentales, es necesario señalar que la gran mayoría de estos predicados son acciones22 , es decir, estados de cosas dinámicos y controlados. Por lo tanto, el primer actante o sujeto explícito de estas estructuras desempeña la función semántica de agente, es decir, de entidad que controla la acción. Por este motivo, numerosas gramáticas han señalado como prueba para reconocer estas estructuras la posibilidad de agregar el refuerzo reflexivo tónico a sí mismo. De hecho, en el corpus analizado aproximadamente el 10% de las construcciones reflexivas directas llevan este refuerzo reflexivo: 21 Interesa destacar que para Alarcos la distinción reflexivo / no reflexivo solo tiene valor en la tercera persona. En la primera y en la segunda persona los sujetos explícitos no admiten más especificación léxica que yo/nosotros, tú/vosotros. Por lo tanto, la coincidencia en persona y número entre el sujeto gramatical y el implemento implica forzosamente identidad de persona en la realidad de la situación expresada. me lavo te lavas - yo tú Sin embargo, en la 3ª persona, por su infinita posibilidad de referencia, la coincidencia de persona gramatical no tiene por qué suponer coincidencia en la realidad: lo lava - Juan La madre María Por eso, si en la realidad denotada coincide la 3ª persona del implemento con el sujeto, aparece una forma especial: Él se lava En inglés, sin embargo, todas las personas se marcan con el sufijo reflexivo -self cuando hay coincidencia de persona gramatical y de referente. 22 Se opta por utilizar la nomenclatura postulada por Dik en su tipología de los estados de cosas (Dik, 1981). Véase el tercer apéndice de este trabajo. 33 “El heroinómano ya en estado avanzado es una persona profundamente sensible, con una inmensa tristeza, que se desprecia a sí mismo” (España). “Pasolini se condena a sí mismo” (Argentina). Cano Aguilar percibe esta relación entre construcciones reflexivas y verbos agentivos y señala que “estas reflexivas sólo se dan con los llamados verbos no estativos, los que designan acción, y se reconocen por poder aparecer en contextos como: imperativo (¡lávate!); depender de verbos como obligar (me obligó a lavarme); llevar ciertos tipos de complementos de modo (me lavé con todo cuidado), etc.” (1981:260 – 261). Sin embargo, es necesario realizar dos precisiones. En primer lugar, no todo se que se construya con un verbo agentivo tiene valor reflexivo. De hecho, en este trabajo no se considera reflexiva una estructura como Juan se levanta por más que exprese una acción y pueda ser utilizada en los contextos señalados por Cano Aguilar. En segundo lugar, este valor de se se da también en estructuras que no pueden considerarse prototípicamente agentivas como: “Él se veía 23 reflejado en ese hijo y la muerte de ese hijo lo chocó enormemente” (Perú). “Ellos se consideran elegidos por la mayoría” (Bolivia). “Mucha gente que se declara antipsicoanalista acérrima, sin embargo, cuando hace terapia, usa cosas del psicoanálisis” (Chile). 23 Es interesante destacar que en el español peninsular existe una oposición marcada entre los verbos ver y mirar. Este último verbo tiene un carácter más activo y su sujeto podría interpretarse como un agente, mientras que ver designaría un proceso y, por lo tanto, su primer argumento tendría como función semántica la de ser un paciente o procesado. Sin embargo, esta oposición se diluye en Hispanoamérica. 34 Sin embargo, estas estructuras tienen algo en común que podría explicar la posición de Cano Aguilar. De hecho, la reflexividad se da por otro motivo. En los tres casos es posible reconocer un clítico (se) y un elemento predicativo (reflejado, elegidos, antipsicoanalista acérrima) referido a este. Esta relación se muestra claramente mediante la concordancia en el siguiente ejemplo en el que no hay relación de correferencialidad: Él ve a su mujer reflejada en ese hijo. La ve reflejada en ese hijo. Alarcos (1973, 1994) considera que en estos casos hay un atributo del objeto directo. Es decir, el verbo determina la existencia de un objeto directo o implemento y este se ve modificado por un adyacente atributivo. Sin embargo, este análisis no explicaría por qué es aceptable una estructura como Ellos consideran inteligente a Pedro y no aceptable otra como Ellos consideran inteligente a esa piedra. La gramática generativa proporciona una explicación más satisfactoria para estas construcciones. De hecho, entiende que estos verbos seleccionan como complemento un contenido proposicional que se expresa mediante una cláusula mínima24 . En estas cláusulas mínimas, el objeto directo o acusativo del verbo conjugado desempeña el papel de sujeto de la cláusula y el elemento nominal – adjetivo, sustantivo o derivado verbal – constituye el predicado. Estas construcciones son denominadas cláusulas porque es posible reconocer una relación semántica de predicación; son mínimas porque carecen de un verbo en forma personal. La paráfrasis mediante la oración subordinada completiva corrobora este análisis: Él veía que (él) estaba reflejado en ese hijo. 24 Véanse Demonte (1990:147–149), Campos (1999:1540), Demonte y Masullo (1999:2501). 35 Ellos consideran que (ellos) fueron elegidos por la mayoría. Mucha gente declara que es antipsicoanalista acérrima. Esta interpretación podría explicar por qué la oración Ellos consideran inteligente esa piedra no es aceptable. De hecho, el adjetivo inteligente, predicado de la cláusula mínima, selecciona como argumento una entidad humana o, por lo menos, animada. Una vez que asciende el sujeto de la cláusula mínima a complemento de la oración principal, se produce un proceso de reflexividad ya que ambos sujetos son correferenciales, es decir, refieren a la misma entidad del mundo. Un caso similar se da en el siguiente ejemplo: “Es un absurdo que el Congreso de la Nación se obligue a sí mismo a dictar una serie de leyes que nadie le prohíbe sancionar” (Argentina) El verbo obligar suele construirse, como en este caso, con un objeto directo y un sintagma encabezado por la preposición a. En este caso la reflexividad también se da por existir correferencialidad entre el sujeto de obligar y el sujeto del infinitivo25 . Sin embargo, otros verbos, como dejar, no admiten este proceso: “Entonces el niño se deja llevar por impulsos” (México). 25 Los infinitivos, junto a los participios y los gerundios, constituyen las formas verbales no personales (también denominadas no flexivas, nominales o derivados verbales). Carecen de los morfemas propios de las formas conjugadas y no pueden funcionar como núcleo oracional (de hecho, son incapaces de establecer la relación predicativa que Alarcos considera esencial para la existencia de una oración). Sin embargo, estas unidades conservan las posibilidades combinatorias admitidas por el signo léxico verbal, es decir, conservan la misma valencia combinatoria y pueden construirse con complementos verbales. De ahí que en el trabajo se hable de sujeto, objeto directo, etc., de los infinitivos. Se pueden consultar Cano Aguilar (1981) y Bosque y Demonte (1999). 36 Evidentemente en este caso los sujetos del núcleo verbal y del infinitivo no son idénticos. Con este verbo el se indica la correferencia entre el sujeto explícito del verbo dejar y el objeto directo del infinitivo llevar cuyo sujeto aparece como un sintagma introducido por la preposición por: Entonces el niño deja que los impulsos lo lleven. Para finalizar el estudio de las construcciones reflexivas directas, es interesante mencionar que un número abundante de las mismas (aproximadamente un 15%) aparece en estructuras en las que el indefinido uno funciona como sujeto léxico: “Uno se ve anticuada si no está al día” (Perú) “Con un hijo bastante criado, uno se defiende perfectamente” (Argentina) “Si uno se conociera uno mismo, yo creo que caería en verdadera crisis” (Chile) “Uno podía bañarse incluso en la noche, especialmente en las noches de invierno” (Costa Rica) Mucho se ha hablado en las gramáticas de la forma uno y de su relación con la impersonalidad gramatical 26 . Gómez Torrego (1994) incluye estas estructuras dentro de las impersonales exclusivamente semánticas ya que, si bien en estas oraciones es posible reconocer un sujeto léxico (uno), este asume un valor generalizador o encubridor del agente. En efecto, en la gran mayoría de estas estructuras uno encubre un yo “diluido en una generalidad” (Gómez Torrego, 1994:15). De hecho, se puede notar que en el primer ejemplo la hablante utiliza el indefinido uno pero luego se resiste a emplear el adyacente atributivo en masculino ya que evidentemente siente que se refiere a sí misma. 26 Véase Gómez Torrego, 1994. 37 Sin lugar a dudas, la relación entre estas estructuras reflexivas y uno se debe a que, cuando un verbo se acompaña de un se reflexivo, solamente puede expresar ese valor encubridor o semánticamente impersonal con el indefinido, ya que nuestro sistema no admite dos se para el mismo verbo. 2.2.2. Se en construcciones reflexivas indirectas. En la tercera tabla se ha mostrado que estas construcciones constituyen el 1,16% de la totalidad de las estructuras con se que se analizan en este trabajo. El clítico en estas construcciones se caracteriza por desempeñar una función sintáctica y por aparecer en los casos en que hay correferencialidad entre el sintagma que funciona como sujeto explícito y el objeto indirecto. Se opone, pues, a la serie le, les, pronombres de tercera persona que aparecerían en caso de no haber correferencia: “Uno se pregunta qué es lo que realmente hace si no puede motivar a la gente” (Perú). (Le pregunta qué es lo que realmente hace…) “Para ganar la confianza pública, nuestro gobierno debió atarse las manos a sí mismo” (Argentina). (Nuestro gobierno debió atarle las manos) “Él mismo se cosió, se metía las agujas y se cosía” (Venezuela). (Él la cosió, le metía las agujas…) Alarcos plantea que la única diferencia formal de este tipo de construcciones con respecto a las anteriores consiste en la presencia de un sintagma o un referente inequívoco de implementación junto al núcleo incrementado por se. La presencia de ese sintagma nominal o construcción 38 equivalente, que en los ejemplos se encuentra subrayado, determina que el clítico funcione como objeto indirecto. En efecto, son muchas las características en común entre las reflexivas directas y las indirectas. Como en las estructuras ya estudiadas, los verbos expresan habitualmente acciones, por lo que también admiten el refuerzo reflexivo a sí mismo. Sin embargo, el porcentaje de reflexivas indirectas que en el corpus se construyen con el refuerzo reflexivo es mucho menor (5%). Por otra parte, como lo demuestra el primer ejemplo, también es frecuente que las estructuras reflexivas indirectas aparezcan en oraciones que tengan al indefinido uno como sujeto léxico. Tabla 4: Cuadro comparativo entre reflexivas directas e indirectas Estructura Frecuencia el corpus en Presencia de Uno como a sí mismo sujeto léxico Reflexivas directas 2,72% 10% 15% Reflexivas indirectas 1,16% 5% 24% En la página 20 se ha hecho referencia a la distinción propuesta por Strozer (1978) y Demonte (1994) para diferenciar complementos indirectos argumentales y no argumentales. También en estas estructuras el clítico se, que funciona siempre como objeto indirecto, puede estar comportado por el significado léxico del verbo o no. De hecho, en la mayoría de estas construcciones (61%) el objeto indirecto es argumental. Se trata de verbos triactanciales, agentivos, que comportan tres argumentos: un sujeto cuya función semántica es la de agente, un objeto directo que asume la función semántica de meta y un objeto indirecto que puede tener diferentes funciones semánticas: receptor, dirección u origen. 39 “Y fueron tan lejos los estatuyentes que se dieron a sí mismos el nombre de constituyentes” (Argentina). Función semántica: receptor, “entidad a la que se transfiere algo” (Dik, 1981: 60) “Esa máscara era totalmente de cobre. Este señor se la ponía y normalmente este tipo debería bailar por alguna devoción” (Bolivia). Función semántica: dirección, “entidad hacia la que se mueve algo” (Dik, 1981:60) “Los que venían del norte, que eran guerreros, no se quitaban la armadura” (España). Función semántica: origen, “entidad desde la que se retira algo” (Dik, 1981:60). En el resto de las estructuras (39%) el objeto indirecto no es argumental. Se trata de verbos biactanciales, que no comportan un tercer actante en su valencia lexemática, pero este se agrega o se incorpora mediante diferentes mecanismos. Algunos ejemplos en los que se funciona como objeto indirecto no argumental son los siguientes: “El caballo de Pavía se ha roto la patita de atrás” (España). “Nuestro gobierno debió atarse las manos” (Argentina). “Como te decía, uno no se reconoce la voz” (Chile). En todos estos casos, el objeto indirecto designa el poseedor del objeto directo. De hecho, el clítico se y el artículo que determina el objeto directo pueden sustituirse por el posesivo correspondiente27 : “El caballo de Pavía ha roto su patita de atrás” (España). “Nuestro gobierno debió atar sus manos” (Argentina). “Como te decía, uno no reconoce su voz” (Chile). Se trata del fenómeno de incorporación del poseedor al que ya se ha hecho referencia en la página 22. 27 Gómez Torrego reconoce que “hay diferencias semántico-pragmáticas entre las construcciones de se y las del posesivo. En aquellas se pone de relieve (se topicaliza) el actor; en estas, el complemento directo” (1992:15). 40 Finalmente, es necesario señalar que en el corpus existe un número relativamente numeroso de estructuras (aproximadamente el 18% del total de reflexivas indirectas) como las del primer ejemplo del grupo anterior: “Se rompió una pierna y entonces ya después no pudo esquiar” (Argentina) “El esquí salta y evita que uno se rompa una pata” (Argentina) “Se rajó todo el brazo” (Venezuela) Muchos gramáticos hablan del carácter ambiguo de estas oraciones que se construyen con verbos que expresan daño físico. En efecto, es posible imaginar algún contexto en el que estos verbos expresen acciones controladas por el sujeto (Se rompió una pierna para tener más vacaciones, Él mismo se rompió la pierna). Sin embargo, esta interpretación, que Di Tullio considera “un tanto forzada, masoquista” (1997:174), no es la habitual. En su interpretación normal, se entiende que el verbo expresa un proceso, es decir, un acontecimiento no controlado por parte del primer argumento, que asumiría la función semántica de entidad procesada o experimentadora. 2.3. El se como pronombre recíproco. Como lo demuestra la quinta tabla, el número de estructuras recíprocas en el corpus estudiado es reducido: solamente 16 de los 5.000 se analizados tienen este valor. Muchos gramáticos consideran que se trata de meras variantes de las estructuras reflexivas. El Esbozo de una nueva gramática de la lengua española caracteriza las oraciones de verbo recíproco como “una especie de las reflexivas de las cuales no se distinguen por la forma, sino porque 41 dos o más sujetos ejecutan la acción del verbo y a la vez la reciben mutuamente” (RAE, 1973:381). Tabla 5: Construcciones recíprocas en el corpus Construcción Número de Porcentaje casos Se recíproco 16 0,32 % - recíproco directo 15 0,3 % - recíproco indirecto 1 0,02 % Alarcos es más radical y entiende que la distinción entre estructuras reflexivas y recíprocas “es una distinción sin sentido gramatical alguno. No hay verbos recíprocos. El hecho de que un sujeto plural se refiera a dos o más entes de la realidad entre los cuales se establece una actividad mutua, es cuestión de pura sustancia que no se refleja en la forma del contenido” (1970: 215). Sin embargo, existen diferencias que permiten considerarlas como estructuras distintas. En primer lugar, es necesario aclarar que una lengua como el español puede expresar la noción de la reciprocidad (entendida como una relación de bidireccionalidad) mediante diferentes recursos. Hay, por ejemplo, verbos que expresan esta noción en su significado léxico (como casarse), estructuras sintácticas del tipo Juan y Pedro viven el uno al lado del otro, etc. Sin embargo, en este trabajo solo serán consideradas estructuras recíprocas aquellas construcciones que implican dos acontecimientos 42 paralelos e inversos en los que los actantes intercambian sus funciones sintácticas: “Ni los historiadores ni los pintores se podían ver unos a los otros” Los historiadores no podían ver a los pintores. Sujeto léxico Obj. directo Los pintores no podían ver a los historiadores. Sujeto léxico No los podían ver. No los podían ver. Objeto directo Por este motivo, el clítico se desempeña una función sintáctica. La misma puede ser la de objeto directo, como en el ejemplo anterior y como en la mayoría de los casos analizados, o puede ser la de objeto indirecto como se da en el único ejemplo que proporciona el corpus: “El anhelo de vida llevó a Sabines a entregarse en su poesía como único recurso para sobrevivir, para tocar esa posible frontera de la inmortalidad, así, vida y muerte se dieron la mano en su poética” (México). La vida le dio la mano a la muerte en su poética (y viceversa). Otra característica que permite diferenciar las construcciones recíprocas de las reflexivas es que no admiten el refuerzo reflexivo a sí mismo, pero sí otros como los que se observan en los siguientes ejemplos: “Ni los historiadores ni los pintores se podían ver unos a los otros” (Puerto Rico) “Se comprometieron todos, con sus errores y sus aciertos, a respetarse recíprocamente y a cumplir fielmente la Constitución de la Nación Argentina” (Argentina) 43 “Los mismos que peleaban juntos por la libertad se odiaban y se mataban entre ellos mismos” (Venezuela) Por último, una característica formal evidente de estas construcciones es que exigen, por las peculiaridades ya señaladas, un sujeto léxico coordinado o plural: “La posibilidad de que Argentina y Sudáfrica lleguen a conocerse mejor… es realmente muy importante” (Argentina). “Ha ganado Peñarol, ha ganado el Manya. Festejan los carboneros, se abrazan hasta sin conocerse” (Uruguay). El primero de estos enunciados sirve de ejemplo para demostrar que, fuera de todo contexto, es posible confundir una estructura recíproca con una reflexiva. De hecho, el ejemplo puede tener tanto una interpretación recíproca, que es la que corresponde en este contexto (La posibilidad de que Argentina y Sudáfrica se conozcan mutuamente), como una interpretación reflexiva (La posibilidad de que Argentina y Sudáfrica se conozcan 28 mejor a sí mismas) . Como conclusión, es posible señalar que en todas las estructuras estudiadas en este capítulo el clítico se desempeña una función sintáctica, ya sea esta argumental o no argumental. En estos casos, la presencia del clítico no modifica el lexema verbal ni su marco predicativo, es decir, no modifica ni el número ni la función sintáctica o semántica que desempeñan los argumentos comportados por el verbo. Para finalizar el capítulo se adjunta la sexta tabla como forma de retomar las cifras planteadas a lo largo del mismo. Este cuadro pone en 28 Para una visión diferente de este tipo de estructuras se puede consultar Bosque (1985). Este autor considera construcciones sintácticamente recíprocas a todas las que admiten el sintagma el uno P el otro, donde P es una preposición. 44 evidencia que este tipo de estructuras, largamente estudiadas por la tradición gramatical, constituyen un grupo muy reducido dentro de la totalidad de las construcciones con se presentes en el corpus. Tabla 6: Construcciones en las que se desempeña una función sintáctica Construcción Número de Porcentaje casos Se sustituto de le/les 91 1,82 % 63 1,26 % 28 0,56 % Se reflexivo 194 3,88 % - reflexivo directo 136 2,72 % - reflexivo indirecto 58 1,16 % Se recíproco 16 0,32 % - recíproco directo 15 0,3 % - recíproco indirecto 1 0,02 % - como complemento indirecto argumental - como complemento indirecto no argumental 45 CAPÍTULO 3: SE SIN FUNCIÓN SINTÁCTICA. El llamado se medio En el capítulo anterior se han analizado las estructuras que tradicionalmente han sido denominadas reflexivas propias. En este capítulo se pretende iniciar el estudio de las llamadas construcciones cuasi-reflejas o reflexivas solo de forma. Como se observa en el esquema que se adjunta, se trata de un grupo muy numeroso de construcciones que presentan características heterogéneas. Tabla 7: Cuadro comparativo de frecuencias 1400 1200 1000 "Se" sustituto de le/les 800 "Se" reflexivo 600 "Se" recíproco "Se" sin función sintáctica 400 200 0 1 Algunos autores han denominado medio al clítico que aparece en estas estructuras y han afirmado que la presencia de los llamados pronombres reflexivos constituiría la marca formal de la voz media en español. Por este motivo, se considera pertinente, antes de iniciar la descripción de los distintos tipos de construcciones que se incluyen en este capítulo, indicar qué se ha entendido tradicionalmente por voz media 46 y plantear cómo se ha relacionado la noción de diátesis con las construcciones pronominales. 3.1. La noción de voz media. En el capítulo uno se ha señalado que las gramáticas griegas distinguían tres diátesis: la activa, la media y la pasiva 29 . En efecto, esta triple división de la diátesis aparece testimoniada por primera vez en la obra de Dionisio de Tracia en la que se establece una oposición principal entre voz activa y pasiva. La media aparece, pues, como una diátesis mixta que reúne rasgos de las anteriores y que aparece como secundaria 30 . Para establecer estas distinciones diatéticas, la gramática clásica tenía en cuenta criterios nocionales (las relaciones que se establecen entre el verbo y los participantes en el evento verbal) y criterios formales (presencia de morfemas verbales flexivos). Por este motivo, para postular la existencia de una voz media en español es necesario reconocer, por un lado, un conjunto de criterios nocionales que se relacionen y sean exclusivos de esta y, por otra parte, identificar ciertas marcas formales al servicio de su explicitación. Con respecto a sus valores semánticos, Roca Pons recoge la caracterización tradicional de la voz media y señala que en ella se 29 Para un tratamiento más desarrollado de la noción de voz se pueden consultar Lyons (1981) y Benveniste (1981). Se debe precisar, además, que en el presente trabajo se utilizarán los términos diátesis y voz como sinónimos. 30 Sin embargo, Lyons (1981) considera que la distinción entre voz media y pasiva ni siquiera era clara en griego ya que la mayoría de las formas flexivas del verbo eran comunes para ambas voces. 47 expresa “un proceso que se desarrolla en el sujeto sin que este aparezca como el autor del mismo ni se conciba un agente exterior” (1960:261). En un sentido amplio, la voz media se caracterizaría, pues, por expresar que la acción o el proceso denotado por el verbo afecta al sujeto. La pregunta que se debe plantear, entonces, es si existen marcas formales que estén al servicio de la expresión de este contenido. Evidentemente, a diferencia del griego, el español carece de morfemas verbales específicos para esta voz, por lo que es necesario buscar otro recurso formal. Los autores que admiten la existencia de esta voz media recurren a los llamados pronombres reflexivos como su marca formal. Sin embargo, se plantean dos problemas de entidad para admitir la existencia de esta voz en una lengua como el español. En primer lugar, aun entre los gramáticos partidarios de su existencia, no hay acuerdo sobre qué construcciones deben ser incluidas en ella. Sandra Babcock (1970), por ejemplo, considera que el clítico en español es siempre un morfema de intransitivización y un índice de diátesis media. Otros autores, como Mendikoetxea (1999b), incluyen dentro de esta voz varias construcciones pronominales, como las oraciones reflexivas, las pseudo-reflexivas y las que tienen verbos de cambio de estado físico, cambio psíquico y cambio de posición, pero excluyen las llamadas pasivas reflejas y las impersonales 31 . Lázaro Mora (1983), por su parte, admite la existencia de una diátesis media, pero no 31 Si bien Mendikoetxea reconoce que todas estas estructuras estarían incluidas dentro de una voz media entendida en sentido amplio, luego se dedica a estudiar un grupo más reducido de oraciones medias a las que caracteriza por ser proposiciones estativas, de aspecto genérico, como Esta camisa se lava bien con lejía. 48 incluye en esta a las construcciones en las que interviene el se reflexivo, construcciones a las que clasifica como activas. Estas posiciones permiten demostrar, pues, la ausencia de consenso a la hora de definir con precisión qué estructuras deberían ser consideradas medias. Por otra parte, la segunda dificultad que se plantea es que el contenido nocional que se ha señalado como propio de esta voz no solamente se expresa mediante verbos construidos con clíticos. De hecho, varias formas verbales expresan esta noción sin necesidad de integrar una construcción pronominal: Juan crece, Juan está nervioso, etc. Por estos motivos, en este trabajo se prefiere no recurrir a la noción de voz media 32 . Si bien en muchas de las construcciones que se estudian en este capítulo es posible reconocer un contenido medio, se intentará dar cuenta de ese contenido recurriendo a la noción de modo de acción o Aktionsart 33 . 3.2. Características de las estructuras estudiadas en este capítulo. Si bien se decide prescindir de la noción de voz media, es posible reconocer la existencia de una serie de construcciones que pueden ser incluidas en un mismo grupo por poseer una serie de rasgos en común, rasgos que, a su vez, permiten diferenciarlas de las estructuras 32 Se coincide, pues, con la posición de Roca Pons quien señala que “sería exagerado considerar el empleo del reflexivo como una modalidad de voz: por una parte, es difícil reducir a unidad todos los valores que se obtienen con el reflexivo y, por otra parte, falta una relación general y homogénea con la pasiva, como la hallamos, por ejemplo, desde el punto de vista formal en la voz media griega. En resumen, no vemos razones suficientes para afirmar la existencia de una verdadera voz media o reflexiva, aunque es indudable que por medio del reflexivo se se obtiene, en primer lugar, - en algunos casos -, una expresión que podemos considerar lógicamente media, entre la activa y la pasiva, y, además, otros matices, que de un modo menos directo se relacionan con la voz” (1960:261-262). 33 Como ya se ha señalado, se puede consultar el apéndice tres en el que se esquematizan las posiciones de Vendler y de Dik sobre los modos de acción. 49 analizadas en los demás capítulos. De hecho, las construcciones pronominales que serán estudiadas en este capítulo poseen las siguientes características: a) El clítico que aparece en estas estructuras concuerda en persona y número con el sujeto gramatical y con el sujeto léxico de la estructura oracional si este se explicita. Esta característica permite diferenciar este grupo de aquellos casos en los que se funciona como alomorfo de las formas pronominales le, les. b) Afecta a todo el paradigma verbal, es decir, el se puede alternar con los pronombres átonos de primera y de segunda persona (tanto singular como plural): Yo me alegro, tú te alegras, él se alegra, etc. Evidentemente este rasgo no se da en las llamadas pasivas reflejas o impersonales con se. c) El clítico no desempeña una función sintáctica determinada, como sí ocurre en las construcciones reflexivas o recíprocas. Por lo tanto, estas estructuras no admiten refuerzos como a sí mismo, mutuamente, entre sí, etc. Por este motivo, Bello (1847) las ubica dentro de las construcciones a las que denomina cuasi-reflejas y Alonso y Henríquez Ureña (1971) las clasifican como reflexivas solo de forma. d) Ninguna de estas estructuras admite la presencia del objeto directo. Se trata, pues, de verbos intransitivos o de verbos que han sido intransitivizados por la presencia del clítico. e) Su presencia en la estructura oracional no es facultativa, es decir, su supresión implica un cambio sustancial en el estado de cosas denotado por la predicación: Yo me alegro, ?Yo alegro. Esta característica permitirá oponer estas construcciones a las que serán estudiadas en el capítulo siguiente. f) Desde el punto de vista semántico, estas estructuras expresan generalmente procesos que afectan al primer argumento. 50 Gómez Torrego (1992) señala que los verbos que aparecen en estas estructuras son los “auténticos verbos pronominales, pues para significar lo que significan y tener el régimen sintáctico que tienen es imprescindible que se (o me, te, nos, os) se una al verbo formando con él una unidad, si no morfológica, sí sintáctica, indivisible” (1992:20). Otero (1999) coincide con esta posición y considera que estas construcciones son inherentemente reflexivas ya que se trata de formas verbales que exigen siempre la presencia de un clítico como requisito léxico. Como ya se ha señalado, este grupo es numeroso y bastante heterogéneo. De hecho, representa aproximadamente el 26% de las construcciones con se presentes en el corpus. Conviene, pues, realizar clasificaciones internas para describir con mayor exactitud las características formales y semánticas de estas estructuras. 3. 3. La presencia del clítico y las modificaciones que provoca en los marcos predicativos. Si se repasa la bibliografía especializada que ha estudiado este tipo de construcciones, es posible reconocer que estas han sido analizadas desde perspectivas diferentes. Algunos autores destacan los estados de cosas denotados por las predicaciones y señalan que todas estas construcciones denotan procesos que afectan al primer actante o argumento. Otros clasifican los verbos que aparecen en estas estructuras en distintas clases semánticas. Un último grupo describe las modificaciones que la presencia del clítico determina en la estructura oracional. Por este motivo, resulta interesante realizar una clasificación que tenga en cuenta estos criterios y que permita confirmar o refutar las conclusiones a las que los gramáticos llegan en sus trabajos. 51 3. 3. 1. Clasificación de los verbos pronominales por su significado léxico. Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña (1971) señalan que los verbos que integran las construcciones reflexivas solo de forma pueden agruparse en diferentes clases por la proximidad de su significación 34 . Por este motivo, se considera pertinente identificar cuáles son los tipos de verbos que aparecen con mayor frecuencia en estas estructuras. Si bien resulta difícil agrupar la totalidad de las formas verbales encontradas, es posible reconocer cinco clases semánticas fundamentales que son explicitadas en la tabla 8. Tabla 8: Clasificación de las construcciones de acuerdo con el significado léxico del verbo pronominal. Clases léxicas Frecuencia Porcentaje Verbos de cambio de estado 321 24, 54 % Verbos de cambio psíquico 275 21, 02 % Verbos de cambio de posición 193 14, 76 % Verbos de aparición 162 12, 39 % Verbos de contenido simétrico 89 6, 80 % Otras clases semánticas 268 20, 49 % 1.308 100 % Total 34 En efecto, estos autores señalan que: “puede observarse que hay ciertos grupos de verbos emparentados por la significación, que se construyen siempre o se suelen construir con el pronombre reflejo, sin ser por eso reflexivos propiamente dichos, sino sólo de forma. Son, en primer lugar, los verbos que significan vida interior; en segundo lugar, los verbos de movimiento” (1971:105). 52 A continuación se aportan algunos ejemplos prototípicos de cada uno de estos grupos 35 : a) Verbos que denotan cambio de estado: “El mundo se ha ido unificando” (Colombia). “Cuando empezaba la carrera, yo salía rápido … y a los setenta y cinco yo iba delante de todos, pero de los setenta y cinco a los cien metros, allí era adonde se desinflaba uno” (México). “De todas formas el conservatorio de aquí se ha puesto duro” (España). b) Verbos que expresan procesos psíquicos: “Era un movimiento que lo encabezaba un jesuita, padre argentino… En esa época se preocupó del problema habitacional” (Chile) “Esos educadores en salud se frustraban” (Puerto Rico) “Estuvo en Canarias, me dijo que se decepcionó, porque buscaba un ambiente español” (España). c) Verbos que denotan cambio de posición: “Millones de personas se acuestan cada día buscando el descanso reparador” (España). “Se le dice que, por favor, se retire lo antes posible porque en este mundo del negocio de las armas cualquier represalia es imaginable” (Argentina). “Un golazo de centro cruzado de Pablo… Pablo viró, tiró el centro cruzado, dio altura y se tiró” (Uruguay). d) Verbos que expresan aparición: “La personalidad se manifiesta a través del estilo” (Argentina). 35 Si bien no se considera necesario realizar una caracterización semántica de cada clase léxica, es importante brindar ejemplos para tipificar estos grupos que luego serán retomados al analizar las características formales y aspectuales de estas construcciones. 53 “Puedo incluso competir con algún interino que se presente a esa especialidad” (España). “Pero también tenemos crisis política interna… por la corrupción que se ha dado en los medios políticos” (Costa Rica). e) Verbos con contenido simétrico: “Ella ha estado casada con Héctor Campero Barrón y luego se divorciaron” (Bolivia). “Se fue separando una disciplina de la otra, más y más, cada día” (Puerto Rico). “¿Qué opina de esa simbiosis, que es tan común aquí en Las Palmas, de tantos europeos y gentes de otras tierras que se fundieron con nosotros?” (España). 3. 3. 2. Clasificación de las estructuras por sus características formales. Después de reconocer los verbos que aparecen con mayor frecuencia en estas estructuras, es necesario estudiar las modificaciones que la presencia del clítico determina en la valencia verbal. El primer criterio que se puede utilizar para clasificar y para describir el comportamiento sintáctico de estos núcleos verbales es observar si se trata de lexemas que admiten también construcciones no pronominales (y más específicamente transitivas) o si se trata de verbos que solo se pueden construir con la presencia del clítico. Como se desprende de la tabla que se adjunta, la mayoría de los verbos encontrados en estas estructuras admiten también una construcción no pronominal, y solamente el 1, 54% de las mismas se construyen con verbos obligatoriamente pronominales. 54 Tabla 9: Clasificación de las estructuras con se (sin función sintáctica) de acuerdo con los argumentos exigidos por el núcleo verbal Construcciones Frecuencia Porcentaje - Lexemas verbales que admiten una 1.231 24, 62% - sujeto 591 11, 82% - sujeto – objeto preposicional 358 7, 16% - sujeto – complemento predicativo 263 5, 26% - sujeto – objeto indirecto 36 19 0, 38% - Lexemas verbales que solo admiten 77 1, 54% - sujeto 15 0, 30% - sujeto – objeto preposicional 45 0, 90% - verbos doblemente pronominales 10 0, 20% - sujeto – complemento predicativo 37 7 0, 14% 1.308 26, 16% construcción transitiva construcción pronominal Total En el primer grupo (lexemas verbales que admiten una construcción transitiva) se incluyen los verbos que aceptan dos tipos de estructuras. Por una parte, pueden funcionar como verbos transitivos que exigen dos argumentos: un sujeto y un objeto directo. Por otra parte, pueden aparecer en construcciones pronominales en las que el clítico bloquea la aparición del objeto directo: 36 Se trata de construcciones como: “Pero los dos estaban así, ¿no? Entonces, como él se le acercó a la muchacha…” (Venezuela). 37 Se incluyen en este grupo las construcciones que tienen como núcleo la forma verbal portarse: - “Pero, por otro lado, sabe uno que la niña se porta bien” (México). - “Usted se portó muy mal en eso” (Venezuela). - “Esta gente se portó muy bien conmigo, me dejaron, me eligieron presidenta” (Colombia). 55 Los niños metían las ranas en la casa. “Las ranas se metieron en la casa” (España). El viento rompió un caño. “Se rompió un caño hace meses” (Argentina). Los médicos resolvían los problemas. “Los problemas en el Hospital Militar se resolvían por sí solos” (Puerto Rico). Estos ejemplos demuestran que el primer argumento de las construcciones transitivas puede desempeñar el papel semántico de agente o de fuerza y debe ser interpretado como la causa del evento, mientras que el segundo actante funciona como meta 38 o tema. Sin embargo, cuando estas formas verbales se construyen con un clítico, el se no funciona como objeto directo sino que intransitiviza al verbo, es decir, bloquea la aparición del segundo actante. Se trata, pues, de un ejemplo del fenómeno que Tesnière denomina diátesis recesiva ya que la presencia del clítico “disminuye en una unidad el número de los actantes” (1994:473) 39 . 38 Se utiliza el término meta como traducción del término goal empleado por Dik en sus estudios. Según este autor, esta función semántica expresa “the entity affected or effected by the operation of some controller (Agent / Positioner) or Force” (1989, 103). 39 Tesnière reconoce que el marcante de la diátesis recesiva es en muchas lenguas, entre ellas en español, el mismo que el de la diátesis reflexiva y explica este fenómeno de la siguiente manera: “El empleo del reflexivo con valor recesivo se justifica fácilmente. Y es que, a falta de una forma recesiva sintética, o simplemente especializada, la lengua ha recurrido de un modo natural a la forma mediante la cual los verbos con dos actantes se acercan más a los verbos con un actante. Ahora bien, es evidente que esta forma es la de la diátesis reflexiva, ya que, aunque esta comporta dos actantes, estos actantes, sin embargo, no representan más que a un sola y misma persona, o mejor dicho, es la misma persona la que aparece, a la vez, en el papel de primer actante y en el papel de segundo actante. Por tanto, se entiende que, de la noción de dos actantes que representan a una misma persona, se puede pasar muy fácilmente a la noción de un solo actante” (1994:473). 56 Estas formas verbales se convierten, pues, en monovalentes o intransitivas. De hecho, como se observa en la tabla anterior, la mayoría de estas estructuras se construyen con un solo actante que funciona sintácticamente como sujeto explícito 40 . Si bien en la mayoría de los ejemplos el clítico actúa como un elemento anulador de uno de los argumentos previstos en la valencia verbal, es posible encontrar algunas construcciones en las que la presencia del clítico no elimina un actante sino que lo codifica como un objeto preposicional y no como un objeto directo. Algunos gramáticos han denominado este proceso con el nombre de antipasiva 41 : “El Ejecutivo olvidó su compromiso de generar un millón de empleos por año” – El Ejecutivo lo olvidó. “Lo metieron en el baúl del auto. Y detalle: se olvidaron de sacarle el Movicom” (Argentina) – Se olvidaron de eso. 40 Son numerosos los autores que destacan la función intransitivizadora del clítico que aparece en estas estructuras. Ya se ha señalado que Babcock (1970) y Cartagena (1971), por ejemplo, destacan el papel intransitivizador de este signo. Fernández Ramírez habla en estos casos de neutralización de los verbos transitivos y señala que “cuando estos verbos se emplean con pronombre personal átono, se convierten en verdaderos verbos intransitivos” (1986: 399). Martínez (1981) considera que el se que aparece en estas estructuras “es ante todo un transpositor de verbos transitivos a intransitivos… el /se/ es un elemento que bloquea la función de implemento, y… de este comportamiento fundamental (derivado de su entidad originaria de acusativo reflexivo) se derivan a su vez todas las diversas construcciones con /se/” (1981:89). Álvarez Martínez (1989) y Di Tullio (1997) denominan a este clítico se intransitivizador. Gutiérrez Ordóñez (2001), por su parte, también señala que el clítico tiene como función suspender una valencia verbal. Sin embargo, no lo concibe como un elemento intransitivizador, ya que entiende que la presencia del clítico afecta al sujeto de la estructura transitiva (cuya función semántica es la de denotar la causa del evento verbal). Al suprimirse el sujeto, y solo como efecto secundario, el objeto directo es arrastrado a ese hueco funcional. 41 Es necesario aclarar que para Tesnière (1994) estos casos también deben ser considerados ejemplos de diátesis recesiva, ya que no concibe al suplemento u objeto preposicional como uno de los actantes del verbo. Con respecto a estos adyacentes, el gramático francés señala que, si bien se aproximan a los actantes por la estrechez de su conexión con el lexema verbal hasta el punto de que el sentido aparece incompleto sin ellos, deben considerarse formalmente circunstantes por el hecho de comportar una preposición. 57 En el caso de olvidar / olvidarse la presencia de se y la alternancia entre objeto directo y objeto preposicional no provocan un cambio léxico sustancial. Esto sí ocurre, por ejemplo, en otros casos como los que se agregan a continuación: “Llamó por teléfono a toda la familia, a los amigos, a cuantos números se acordó de memoria” (Argentina). “Trabaja en una empresa que se ocupa de la construcción, no solamente de construcciones, sino también de acabado de interiores” (Perú). La presencia del clítico, que obviamente no desempeña ninguna función sintáctica, provoca dos consecuencias: a. Modifica el contenido léxico de la forma verbal. b. Como consecuencia de esa modificación semántica, hay también una modificación en la estructura sintáctica: el clítico impide la presencia del objeto directo y exige un objeto preposicional 42 . Juan ocupó su lugar / lo ocupó (Tomó posesión, se instaló) Se ocupa de la construcción (Se encarga) Acordaron la paz / la acordaron (Resolvieron de común acuerdo) Se acordó de memoria (Recordó) 42 Alarcos explica con claridad las modificaciones que se dan en estos ejemplos: “Parece, pues, que en los casos de alternancia de incrementación reflexiva, el papel del reflexivo es puramente el de variar el signo léxico verbal. La aparición del suplemento en lugar del implemento es corolario forzoso, puesto que habiendo incremento reflexivo obligatorio el implemento es imposible” (1970:217). Señala, además, que se da una situación análoga a la que ocurre en los casos de verbos compatibles con objeto directo y preposicional: Entiende los negocios. (=Comprende...) Entiende de negocios. (=Sabe de...) Reparó los baches. Reparó en los baches. (=Arregló...) (=Notó, Miró con cuidado...) 58 Es importante destacar que en algunos diccionarios, como en el de María Moliner (1967), estos verbos tienen dos entradas léxicas. El DRAE, incluso en su última edición, los incluye en la misma entrada y diferencia el uso pronominal: U.t.c.pron. También se construyen con objeto preposicional los llamados verbos simétricos. Estas estructuras tienen un contenido muy próximo a las construcciones recíprocas que se han estudiado en el capítulo anterior ya que también implican una acción de doble sentido. Sin embargo, el clítico no desempeña ninguna función sintáctica sino que es, como señala Gómez Torrego, “un mero componente verbal” (1992:18): “Empezó a trabajar por su cuenta, se casó con la doctora Frida von Ryman, Objeto preposicional que es una psiquatra” (México). “Justo en ese restaurante se encontraron con algún conocido” (España). Objeto preposicional “Jamás he tenido un reproche de nadie, bueno, y eso hace que uno se encariñe con todas estas personas que lo están apoyando diariamente” (Uruguay). Objeto preposicional Otro grupo de verbos, al construirse con clítico, se convierten en verbos pseudocopulativos que exigen, pues, la presencia de un complemento predicativo. Dentro de este grupo se debe destacar la alta frecuencia de la forma verbal llamarse en secuencias como: “Además, cuando llegó abajo yo creo que no sabía ni cómo se llamaba porque estaba deshecha” (Argentina). “Entonces, ¿la película se llama ‘Nicola y Bart’?” (Bolivia). “Creo que se llama Jim ese muchacho” (México). 59 Además de estas estructuras, también se construyen con un adyacente predicativo una serie de verbos cuyo contenido semántico es esencialmente aspectual y que denotan un cambio de estado. En estas construcciones el complemento predicativo hace explícito el estado resultante: “Un día no viene la profesora, otro día se ha puesto mala” (España). “La gente se volvió como loca” (Venezuela). Por otra parte, en el corpus se ha encontrado un grupo de estructuras que se construyen con verbos que no pueden prescindir del clítico. Por este motivo, han sido denominados reflexivos propios, reflexivos obligatorios o pronominales puros. Evidentemente, todos ellos comparten la característica de carecer de usos transitivos no reflexivos. En estos casos el clítico no desempeña ninguna función sintáctica sino que forma una unidad con el lexema verbal. En efecto, tradicionalmente ha sido considerado como un morfema que forma parte del verbo y que carece de significado 43 . El comportamiento valencial de este grupo tampoco es homogéneo. Algunas de estas formas verbales son monovalentes y exigen solamente un argumento que funciona como sujeto explícito. Sin 43 Alarcos considera que estos verbos son los únicos que deben ser llamados pronominales. La descripción que realiza de los mismos (exclusivamente formal) es muy clara: “Otros verbos...exigen obligatoriamente el incremento de una referencia personal idéntica a la del sujeto: me arrepiento, te arrepientes, se arrepiente, nos quejamos, os quejáis, se quejan. No son posibles expresiones como *arrepiento, *le arrepientes, *me arrepiente… En estos verbos, los signos constituyentes no son ninguno autónomo: como sintagmas, son unidades indisociables. Su lexema exige la presencia forzosa de los signos dependientes pronominales, y son los signos morfológicos de la relación predicativa (la indicación del sujeto) los que seleccionan uno de aquellos (la “primera persona” sujeto exige /me/, la “segunda” /te/, etc. En cuanto sintagmas son elementos unitarios: funcionan como otros más simples (Juan se queja = Juan grita)” (1970:216). 60 embargo, la mayoría de los verbos obligatoriamente pronominales exigen, además, un objeto preposicional: “En realidad era un colegio en el que había una marcada, así, diferenciación social, y se jactaba hasta cierto punto de que educaba gente de clase media alta o clase alta” (Chile). “Solo una loca como yo se atrevió a entrar” (México). “Los políticos españoles en ese terreno no se pueden quejar de los periodistas” (España). Por último, se debe señalar que dentro de estos verbos obligatoriamente pronominales se incluyen formas verbales como las que se observan en las siguientes construcciones extraídas del corpus: “Pues ahí va a hacer mi chica la delineación. Se le ha antojado” (España). “Nunca se me ocurrió escribir en guaraní” (Paraguay). Se trata de casos especiales, ya que estos verbos se construyen siempre en tercera persona y, por lo tanto, el clítico se no puede alternar con los otros pronombres átonos. Sin embargo, se incluyen en este capítulo ya que esta limitación está condicionada por las características morfológicas de estos verbos 44 . Es necesario agregar, además, que estas formas verbales exigen siempre la presencia de otro clítico que funciona 44 Se ha decidido no incluir en este grupo casos como: “¿En qué año de la Prehistoria se nos rompió a los españoles la muñeca de la convivencia?”. De hecho, estos dativos no concordados (nos en el ejemplo anterior) pueden aparecer como clíticos pospuestos a cualquiera de los tipos de se que se han estudiado. Si bien algunos autores, como Martín Zorraquino (1979) y Cano Aguilar (1981), clasifican estas estructuras en un grupo aparte y destacan el rasgo de “involuntariedad” que provoca la presencia del dativo, en este trabajo se sostiene la idea de que el rasgo de involuntariedad se mantiene tras la eliminación del dativo. Por lo tanto, la aparición de tal característica semántica no es responsabilidad del dativo sino de la construcción misma como se verá al estudiar el estado de cosas denotado por estas construcciones. La presencia del clítico puede considerarse, pues, como una marca de “afectación” en el proceso denotado por la predicación. 61 como objeto indirecto. Alarcos (1970) considera que se funciona en estos casos como un implemento u objeto directo. No obstante, parece forzada esta interpretación y parece más adecuado considerarlo como forma que integra una unidad con el lexema verbal. Ahora que se ha intentado describir formalmente las estructuras que han sido incluidas en este capítulo, conviene preguntarse si es verdad que las mismas denotan, en su mayoría, procesos que afectan al primer actante. 3. 3. 3. Clasificación de las estructuras de acuerdo con la tipología de los estados de cosas propuesta por Dik. Al comienzo del capítulo se indicó que estas construcciones han sido vinculadas tradicionalmente con la noción de voz media. También se señaló que el contenido de esta voz se ha definido como “un proceso que se desarrolla en el sujeto sin que este aparezca como el autor del mismo ni se conciba un agente exterior” (Roca Pons, 1960:261). Por este motivo, es interesante clasificar estas estructuras teniendo en cuenta la tipología de los estados de cosas planteada por Dik y que se desarrolla con mayor profundidad en el Apéndice 3 de este trabajo. Como se desprende de la tabla que se adjunta, es verdad que la mayoría de estas construcciones denotan procesos, es decir, eventos dinámicos no controlados, pero también se expresan acciones e incluso situaciones, es decir, estados de cosas no dinámicos. 62 Tabla 10: Las construcciones con se sin función sintáctica y los estados de cosas denotados. Estado de cosas Frecuencia Porcentaje Acciones 298 22, 78% Procesos 783 59, 86% Estados 215 16, 44% Posiciones 12 0, 92% 1.308 100 % Total De hecho, es interesante vincular estos datos a los analizados en los apartados anteriores. En efecto, en los últimos años muchos gramáticos han señalado que el grupo de verbos intransitivos no es un bloque homogéneo y han identificado dos tipos de intransitivos: los verbos inergativos y los inacusativos, que se diferencian principalmente por el papel agentivo del primer argumento o actante 45 . Interesaría precisar, pues, a cuál de estos dos grupos se adscriben los verbos que integran estas construcciones. Para eso es necesario, además, tener en cuenta la clase semántica a la que pertenecen ya que las características aspectuales varían de un grupo a otro. 3. 3. 3. 1. Los estados de cosas denotados por las construcciones con verbos de cambio de estado y de posición. Con respecto a los verbos de cambio de estado y de posición, tanto Mendikoetxea (1999a) como Sánchez López (2002) consideran que todos 45 Mendikoetxea (1999a) aporta una breve caracterización de estas dos clases de verbos intransitivos: “Los verbos inergativos, formas como llorar, reír, saltar, toser, denotan actividades o procesos que dependen de la voluntad de un agente. Los verbos inacusativos son verbos que denotan bien estados o bien eventos no agentivos (logros), como existir, aparecer, llegar, florecer, crecer, etc., cuyo único argumento se interpreta como el elemento que recibe la acción o en el que se produce o manifiesta la eventualidad que denota el verbo” (1999:1579). Como se puede observar, la clasificación de estas formas intransitivas se puede relacionar con la distinción entre procesos y acciones. Sobre este tema se pueden consultar, además, De Miguel (1992), Otero (1999, 2002), Sánchez López (2002) y Gutiérrez Ordóñez (2002). 63 estos son inacusativos 46 . Sin embargo, parece necesario hacer una distinción entre aquellos casos en los que el verbo se construye con un sujeto léxico [+ animado] y los casos en los que el sujeto explícito es [- animado]: “Desde el lugar donde estaba él colocado, simplemente se levantó, disparó su cámara fotográfica” (España). “Me tiré en un tobogán grande que estaba ahí, y había una tabla que se levantó y me reventó el pantalón” (Venezuela). Martín Zorraquino (1979) señala que en el primer caso la supresión valencial se debe a que, en los eventos denotados por estos verbos, el agente no puede hacer consigo lo mismo que hace con otro, mientras que sí lo aceptan los verbos del tipo de peinar, lavar, etc. Esta sería la restricción que impide la aparición del refuerzo reflexivo: * Simplemente se levantó a sí mismo. Si bien Mendikoetxea (1999a) defiende el carácter inacusativo de estos verbos argumentando que los mismos denotan un cambio de ubicación del elemento del que se predican (que se vería, pues, afectado por la noción verbal), parece claro que este único argumento, al ser 46 Conviene aclarar que el español carece de marcas claras para distinguir la inacusatividad. En otras lenguas romances, como en italiano y en francés, los inacusativos y los inergativos seleccionan un auxiliar distinto para la formación de tiempos verbales compuestos. Además, en estos tiempos, el sujeto explícito de un verbo inacusativo concuerda en género y número con el participio. Por otra parte, existen clíticos partitivos (por ejemplo, ne en italiano) que se pueden asociar con los objetos directos de los verbos transitivos y con los sujetos de los inacusativos, pero nunca con el primer actante de los inergativos. Al no tener estas marcas, algunos gramáticos han propuesto una serie de pruebas para diagnosticar si una forma verbal española es inacusativa: a) Los participios de estos verbos pueden funcionar como un modificador adjetival de un sintagma nominal. Los inergativos, en cambio, no lo admiten. b) Los participios de verbos inacusativos pueden aparecer en cláusulas absolutas. c) El sujeto explícito de un verbo inacusativo puede ser un sintagma nominal sin determinante y puede posponerse al núcleo verbal. 64 animado, continúa siendo un agente que tiene la capacidad de controlar el evento expresado por el lexema verbal. Se tratarían, pues, de construcciones inergativas en las que el primer argumento mantiene su carácter agentivo. Cuando el sujeto explícito es [- animado] no hay ninguna duda de que los verbos son inacusativos. Se trata de predicados que expresan procesos para los que son irrelevantes la mención del agente o causa. En efecto, al eliminarse la referencia explícita a la causa (prevista en la valencia del verbo transitivo), el evento denotado se interpreta como un proceso que se desarrolla sin la intervención de un agente que participe o actúe intencionadamente. Mendikoetxea realiza una afirmación interesante sobre el carácter espontáneo de los estados de cosas denotados por estas construcciones inacusativas. Esta gramática señala que: “es importante subrayar la necesidad de establecer una diferencia entre lo que son los eventos en el mundo real y la forma en la que aparecen codificados en la lengua. En el mundo real, la apertura de una puerta o el hundimiento de un barco son hechos que no suceden de forma espontánea sino que casi siempre se les puede atribuir una causa externa: el viento, una ola, etc. En la lengua, sin embargo, es posible obviar la existencia de esa causa externa utilizando una construcción inacusativa” (1999:1593). Evidentemente, el único argumento exigido por estos verbos funciona sintácticamente como sujeto explícito y tiene como función semántica la de tema (para algunos marcos teóricos) o la de entidad procesada 47 . 47 Dik entiende que el procesado es “the entity that undergoes a Process” (1989:101). 65 3. 3. 3. 2. Los estados de cosas denotados por los verbos de cambio psíquico. Ya se ha señalado anteriormente que muchos verbos que denotan cambios psíquicos se pueden construir con o sin clítico. Cuando integran construcciones transitivas, el primer argumento se interpreta como agente, fuerza o causa del evento, mientras que el segundo desempeña la función semántica de meta o experimentante. En las construcciones pronominales, en cambio, la entidad experimentante o procesada funciona sintácticamente como sujeto explícito y la causa se elimina o se codifica como un objeto preposicional o un adyacente circunstancial 48 . Al eliminar el argumento que denota la causa, el evento verbal se expresa como un proceso. De hecho, Cano Aguilar señala que estos verbos construidos con clítico “indican un proceso psíquico, una emoción, que se produce en alguien, sin que ese proceso sea provocado, ni por el sujeto ni por otro agente” (1981:279). Evidentemente, todos estos verbos se pueden considerar inacusativos. 3. 3. 3. 3. Los estados de cosas denotados por los verbos obligatoriamente pronominales. Desde el punto de vista semántico, muchos de estos verbos también expresan procesos psíquicos. De hecho, Lázaro Mora señala que 48 Melis (1999) señala que los verbos que expresan emociones admiten tres construcciones alternativas: - construcción transitiva básica: sujeto preverbal y objeto directo: Los fantasmas asustan al niño. - construcción de voz inversa: objeto directo o indirecto inicial y sujeto posverbal: Lo asustaron los fantasmas. - verbo con incremento pronominal y presencia de una frase preposicional: El niño se asustó con los fantasmas. La distinción entre las dos primeras estructuras, que no es tenida en cuenta en el cuerpo del trabajo, se establece principalmente a nivel pragmático-discursivo por la función informativa que se le otorga a los argumentos comportados por el verbo. 66 todos ellos “significan algo que acontece en el sujeto” (1983:304). Esto llevó a algunos autores a considerar estos verbos como inacusativos. Sin embargo, si bien es cierto que en algunos casos el predicado denota un proceso que se desarrolla dentro del sujeto sin la intervención de ningún agente, en otros casos estas formas verbales exigen sujetos que pueden considerarse agentivos: “Ese mismo día se fugó de la cárcel Pablo Escobar” (España). Por este motivo, verbos como el ejemplificado anteriormente se podrían considerar inergativos. Las observaciones formuladas en estos últimos apartados parecen sugerir la necesidad de revisar la clasificación propuesta entre verbos inergativos e inacusativos. De hecho, muchas veces el único argumento que plantean algunos gramáticos para demostrar el carácter inacusativo de un verbo es recurrir al correspondiente verbo italiano y descubrir con qué auxiliar se combina en los tiempos compuestos. No parece ser este un argumento sólido para demostrar que esta división sea pertinente en español. Por otro lado, muchos verbos que se consideran inergativos (como dormir) dan positivo en las pruebas que se postulan como válidas para diagnosticar el carácter inacusativo de una forma verbal: el niño dormido; Dormido el niño, los padres salieron; etc. Es necesario, pues, intentar describir con mayor rigor estas dos clases de verbos intransitivos. Por último, es posible que la inergatividad y la inacusatividad se puedan explicar mejor si son consideradas propiedades de todo el predicado (y no solamente del verbo conjugado). 67 4. Algunas reflexiones sobre variaciones diatópicas de estas estructuras. Para finalizar el capítulo, es necesario señalar que algunos usos de este se se asocian con determinadas variedades geográficas. En efecto, Rafael Lapesa (1981) reconoce que algunos verbos que en España no admiten la presencia del clítico se construyen con se en algunas variedades del llamado español de América 49 . Para ejemplificar este fenómeno se estudiarán tres formas verbales que aparecen en el corpus analizado. Estos verbos son: devolverse, recordarse y enfermarse. La forma verbal devolverse aparece en ejemplos venezolanos como los siguientes: “- Ella además fue para hacer un curso. - ¿O sea, que se devuelve? - No, porque ella tiene el dinero para hacer el curso” (Venezuela). “Papá se va para Nueva York creo que con mamá. Y mamá se devuelve para recoger la casa” (Venezuela). Sin embargo, su uso se extiende a otras zonas del continente americano. De hecho, Kany (1969) recoge ejemplos de este verbo pronominal en textos de Chile, Colombia, Costa Rica, México y Puerto Rico, ejemplos que son confirmados, además, por los informantes que han sido consultados en este trabajo. 49 Rafael Lapesa (1981) señala que “se construyen como reflexivos enfermarse, soñarse ‘soñar’, devolverse ‘volver a un lugar’ y su sinónimo regresarse, los dos últimos a causa de su empleo transitivo con otro significado… para tardarse ‘demorarse’ hay precedente en las Glosas Emilianenses” (1981:587). 68 El DRAE reconoce esta distribución y señala que el uso pronominal es exclusivo de América, si bien no especifica en qué zonas se emplea y en cuáles no 50 . Evidentemente, en este caso la presencia del clítico tiene dos consecuencias. Por un lado, el se modifica el signo léxico verbal. Además, como consecuencia de este cambio léxico, se bloquea la aparición del objeto directo, es decir, se intransitiviza la forma verbal. Probablemente, el uso pronominal de este verbo se vio estimulado inicialmente por su uso transitivo (devolver el libro) y por la analogía con otros verbos pronominales de significado próximo como irse, regresarse y volverse. Otro verbo que resulta interesante estudiar es recordarse. El DRAE registra algunos usos pronominales de esta forma verbal con la acepción: “hacer presente a alguien algo de que se hizo cargo o que tomó a su cuidado. U.t.c.intr. y c. prnl” (2001:1917). Además agrega que en algunas zonas de América se utiliza como sinónimo de despertar, dejar de dormir. Esa misma acepción también está contenida en el diccionario de María Moliner (1967) en la única entrada que se reseña como uso exclusivo de algunas zonas de América (Argentina y México) 51 . Sin embargo, no se ha registrado ese sentido en las expresiones extraídas del corpus seleccionado: "¿Lo recuerda su empleada? Ella se recuerda, se recuerda. Ahora, este, tampoco se le dio el comprobante de pago porque fue rapidísimo" (Perú). 50 El DRAE registra el uso pronominal en la última acepción del verbo: “prnl. Am. Volverse, dar la vuelta” (2001: 810). 51 “Arg. Méx. intr. Despertar. prnl. Despertarse” (Moliner, 1967:884) 69 "¿Qué veían de Caracas cuando estaban allá? ¿Qué noticias les llegaban? ¿Se recuerda?" (Venezuela). Como se desprende de los ejemplos planteados, recordarse se emplea como sinónimo de acordarse de, recordar. Es importante notar, además, que en el caso venezolano es el propio encuestador el que utiliza el verbo con el clítico, lo que permite suponer una extensión generalizada del fenómeno. Sin embargo, los ejemplos con se no permiten comprobar si la presencia del clítico provoca alguna modificación en el régimen verbal. Por este motivo, se considera pertinente recurrir a otras estructuras donde esta forma verbal aparece conjugada en otra persona gramatical: “El hombre se paraba y me recuerdo que una vez, en una de sus clases, nos abrió los ojos a todos diciendo que nosotros no éramos nada más que hijos de la conquista” (Perú). “Me recuerdo del colega acá” (Venezuela). “Creo que me recuerdo de algo, pero muy vagamente” (Venezuela). Como se observa en estos ejemplos, recordarse admite dos construcciones: - Puede construirse con un objeto directo (Me recuerdo que una vez… nos abrió los ojos…). En estos casos el clítico debe entenderse como un marcador aspectual similar a los que serán analizados en el capítulo siguiente. Su presencia es, pues, facultativa en la estructura oracional. - En otros casos, la presencia del clítico modifica el régimen verbal. De hecho, bloquea la aparición del objeto directo y determina la presencia de un objeto preposicional o suplemento (Me recuerdo del colega; Me recuerdo de algo). 70 No aparecen ejemplos actuales de recordarse con objeto preposicional en la península 52 , sin embargo era frecuente en el español clásico. Kany, por ejemplo, identifica una expresión de "La Celestina" 53 en la que se recoge este uso. Por lo tanto, su presencia en América podría explicarse, pues, como un arcaísmo que ha quedado vigente en algunas variedades. Por último, interesa estudiar una forma verbal que aparece con relativa frecuencia en el corpus y que sirve para demostrar el límite difuso que existe entre las estructuras analizadas en este capítulo y las que serán abordadas en el siguiente. Se trata del verbo enfermarse en construcciones como: “El modelo es fantástico para quien, con una renta alta, se enferma de un mal menor” (Chile). “Aquí uno tiene que trabajar para cuando se enferma gastar los realitos” (Venezuela). “Si se enferma cualquiera de esos mercenarios, va más pronto a un hospital de lo que va un ministro o un dirigente de la salud del país” (Cuba). “El pensionado que se retire totalmente de la actividad se enferma” (Costa Rica). Si bien esta forma es reseñada por Kany (1969) como un americanismo, no es considerada así por el DRAE 54 . El propio Kany, por 52 Hay unos pocos ejemplos de recordar con un marcador aspectual, como lo demuestra el siguiente ejemplo: “No me recuerdo cómo se apellidaba” (España). 53 "¡Mala landre te mate si de risa puedo estar, viendo el desamor que deues tener a essa vieja, que su nombre has verguença nombrar! Ya me voy recordando della. ¡Vna buena pieça! No me digas más" (De Rojas, La Celestina, Acto Cuarto). 54 “tr. Causar enfermedad. Debilitar, quitar firmeza, menoscabar, invalidar. intr. Contraer enfermedad. U.t.c.prnl.” (DRAE, 2001:911). 71 su parte, admite que la construcción pronominal puede encontrarse en ciertas zonas rurales de España o en el habla popular. Esto permitiría suponer que el mantenimiento del clítico en América también podría ser considerado como un arcaísmo arraigado. Una pregunta que podría formularse es si este clítico no es, de alguna manera, facultativo en la estructura oracional. De hecho, para un hablante peninsular puede resultar así. Sin embargo, se ha decidido incluir estos casos en este capítulo ya que en el español de varias regiones americanas la forma pronominal ha desalojado prácticamente al verbo enfermar. De hecho, varios hablantes consideran afectada la construcción sin clítico. Estos datos se ven corroborados por el corpus que se analiza en este trabajo. En efecto, si se estudian exclusivamente las construcciones americanas, el verbo enfermarse se utiliza en veintiséis estructuras, mientras que la forma enfermar sólo se emplea en dos oportunidades: “Voy a citar la situación que vive en este momento una familia de clase media… cuya madre enfermó y se encuentra internada” (Chile). “Después fue que mi hermana enfermó y ya tuve que venirme a Mérida” (Venezuela). Estos datos estarían demostrando que en la mayoría de las variedades del español americano la forma pronominal es la que se ha convertido en normal 55 . De hecho, esta prevalencia podría explicarse, en parte, por la necesidad de distinguir entre enfermarse (con el sentido de 55 Kany (1969), por ejemplo, recoge la posición de Monner Sans quien piensa que enfermarse está justificado cuando la enfermedad se la acarrea la persona misma por sobretrabajo, malas costumbres, etc., pero si la persona no es responsable en absoluto, entonces la forma indicada es enfermar. Evidentemente los ejemplos tomados del corpus permiten demostrar que esta distinción no se aplica. 72 contraer una enfermedad) y enfermar (como verbo transitivo, con el sentido de causar o transmitir una enfermedad). Como ya se ha señalado, este análisis de enfermarse se sitúa en el límite difuso que separa las estructuras estudiadas en este capítulo, en las que el clítico es necesario como requisito léxico, de aquellas en las que su presencia es, en cierto modo, facultativa. Este se facultativo será el objeto de estudio del próximo capítulo. 73 CAPÍTULO CUATRO: EL SE ASPECTUAL En este capítulo se estudian las construcciones en las que el clítico se tiene un uso facultativo, es decir, su presencia no modifica sustancialmente las estructuras oracionales a las que afecta: no implica una disminución en el número de actantes, no modifica la función sintáctica de estos ni su papel semántico. Se trata de un clítico en cierto modo expletivo desde el punto de vista gramatical que aparece tanto con verbos transitivos como con intransitivos y cuya presencia tiene una frecuencia relativamente importante en el corpus analizado. Tabla 11: Frecuencia del se aspectual en el corpus Construcción Número de casos Porcentaje Se aspectual 442 8, 84 % - en oraciones transitivas 102 2, 04 % - en oraciones intransitivas 340 6, 80 % Como en los casos estudiados en los capítulos precedentes, el clítico presente en estas construcciones concuerda en número y persona con el sujeto explícito de la estructura oracional o, si se prefiere, con los morfemas verbales. Sin embargo, se diferencia de los usos verdaderamente reflexivos en que no admite el refuerzo tónico a sí mismo, lo que acerca estas construcciones a las que se estudiaron en el capítulo anterior. Si bien la gran mayoría de los gramáticos mencionan estos usos de se, son muy pocos los que intentan dar una explicación única para su aparición en construcciones transitivas e intransitivas. Por eso es adecuado estudiar separadamente su presencia en ambas estructuras y luego encontrar aspectos que permitan un análisis unificado. 74 4.1. El se aspectual en construcciones transitivas. Como se observa en la tabla anterior, aproximadamente el 2% de los se que aparecen en el corpus se encuentran dentro de esta categoría. Se trata de estructuras como las siguientes: “Se comió diez arepas por cuarenta bolívares” (Venezuela). “Es una gran persona de todas maneras, ¿verdad?, y, bueno, él se tomó esta bebida” (Paraguay). “Y mi marido, morado de la risa, porque él por poner una alfombra de un bus se ganó diez mil pesos en una tarde” (Costa Rica). 4.1.1. El llamado dativo superfluo. Como se recordará, estos se serían ejemplos de aquellos casos que Andrés Bello denomina dativos superfluos. El mencionado gramático diferencia entre los dativos propios, “que pertenecen al régimen propio del verbo” (1847:558) y que aparecen como postulados por él, y los dativos superfluos, que mantienen con el verbo una relación menos necesaria desde el punto de vista semántico y que solo sirven “para indicar el interés que tiene uno en la acción significada por el verbo, o para dar un tono familiar o festivo a la oración” (1847:557). Los denomina así porque si uno los quitara “se diría sustancialmente lo mismo” (Bello, 1847:457). Este valor expresivo es reconocido en general en todas las gramáticas. Alarcos, por ejemplo, considera que en estos casos el clítico 75 “cumple aquí más que nada un papel afectivo, enfático, expresivo, pero su función gramatical es la de complemento” (1970:218) 56 . De hecho, muchos gramáticos, al analizar estas estructuras, se preocuparon principalmente por determinar si el clítico desempeña una función sintáctica o no. Manuel Seco, por ejemplo, considera que el clítico funciona como “un complemento indirecto innecesario; solamente hace más expresiva la comunicación” (1989:117). Da esta misma explicación para casos como Pablo se murió o Pablo se cayó por la escalera, construcciones que también se estudian en este capítulo. Gili Gaya (1964), por el contrario, señala que el se no es ya complemento indirecto sino que indica vagamente una participación o interés en la acción producida y se adhiere a la tradición gramatical al llamarlo dativo ético o de interés. Cano Aguilar coincide con la posición de Gili Gaya ya que entiende que “aunque sean verbos que se suelen construir con objeto indirecto, se no desempeña propiamente en estas frases esa función” (1981:264). Llega a esta conclusión al observar que en estas construcciones no es frecuente que el clítico pueda duplicarse por a sí mismo. En efecto, no existe la expresión * se tomó esta bebida a sí mismo, lo que implica una desvalorización del uso reflexivo. 56 Sin embargo, en una obra posterior cambia su posición inicial y señala que “a veces aparecen junto al verbo incrementos pronominales átonos que no pueden identificarse con los que en los casos de elisión representan a los sustantivos (o equivalentes) en función de objeto indirecto. Bello los denominó dativos superfluos y podemos llamarlos incrementos átonos de interés” (Alarcos, 1994:293). 76 Gómez Torrego, por su parte, entiende que el clítico desempeña una función nominal diferente a la de objeto directo e indirecto y que “a falta de un nombre más adecuado, nosotros hemos llamado dativo, y a la que consideramos no como una variante del complemento indirecto (dativo de interés o ético para muchos gramáticos), sino como una función autónoma” (1992: 15-16). Gutiérrez Ordóñez (1997 y 1999) intenta fundamentar formalmente la oposición complemento indirecto / dativo y para eso propone una serie de rasgos que caracterizarían los dativos y que permitirían diferenciarlos de los complementos indirectos. Las principales características que menciona son las siguientes: - Mientras que el complemento indirecto es una función nominal, el dativo es una función esencialmente pronominal, es decir, siempre reclama la presencia del pronombre. El complemento indirecto, en cambio, puede prescindir de su presencia 57 . - Un dativo puede coexistir con otro clítico que funcione como complemento indirecto (se te tomó toda la bebida). Esto demostraría que son categorías funcionales diferentes ya que dos átonos simultáneos en una estructura oracional no pueden realizar la misma función sintáctica. - Los dativos no ocupan ninguna función sintáctica. No son argumentos o actantes ni circunstanciales. Para este autor, “se limitan a marcar el énfasis, el interés o la afectación que el 57 Ya se ha señalado en el capítulo dos que los complementos indirectos que pueden prescindir de la presencia del pronombre son los que Strozer y Demonte denominaron IND1. Los IND2 exigen la presencia del clítico porque este es el que habilita que el verbo se construya con un objeto indirecto no previsto en la estructura argumental. 77 acontecimiento descrito tiene para elementos externos al propio evento” (1999:1909). - Dado que son independientes de la valencia verbal, en principio pueden adosarse a cualquier tipo de verbos. - Al no asumir función sintáctica, cuando se eliminan no afectan la estructura oracional ni se desfigura la representación que se pretende realizar del acontecimiento. Por este mismo argumento Bello los denominó superfluos. Dentro de los dativos este autor reconoce dos grupos: los dativos concordados o reflejos y los no concordados. Evidentemente los que se analizan en este apartado son dativos concordados que introducen un factor de realce o enfatización que afecta a toda la secuencia. Sin embargo, esta corriente de análisis ha dejado algunas preguntas sin responder. En primer lugar, parece vaga la explicación tantas veces repetida de que el se aporta un matiz expresivo, enfático: ¿es posible precisar un poco más qué efecto provoca su presencia? Por otra parte, no se menciona por qué estos dativos se construyen con algunos predicados y no con otros. Posiblemente, acercarse a cuáles son las características de los marcos predicativos que admiten este valor de se dará pistas para entender más cabalmente su funcionamiento. Para intentar responder estas preguntas es necesario recurrir a Salvador Fernández Ramírez (1986), quien se aproxima a este tema con su lucidez característica. En primer lugar, intenta precisar en qué casos aparece este clítico y llega a la conclusión de que el mismo solo se 78 legitima si aparece un objeto directo definido 58 . En segundo lugar, admite que la oración con clítico expresa una acción perfectiva 59 . Por otra parte, señala la necesidad de realizar una investigación minuciosa para delimitar con claridad el valor expresivo y significativo del clítico en cuestión 60 . Sin lugar a dudas, reflexiones como las de Fernández Ramírez sirvieron como antecedentes para estudiar este valor de se desde otra perspectiva. En síntesis, de sus afirmaciones es posible concluir que este se que aparece con verbos transitivos se caracteriza por dos restricciones. En primer lugar, para que una construcción transitiva admita un clítico no argumental, el objeto directo, sea singular o plural, no puede carecer de determinante. Esta afirmación permite explicar la oposición entre los siguientes ejemplos: “Se tomó esta bebida” (Paraguay) ? Se tomó bebidas. “Se ganó diez mil pesos en una tarde” (Costa Rica). ? Se ganó dinero. 58 “La presencia del pronombre reflexivo exige, en efecto, un complemento determinado, pero sería mejor decir que la acción reflexiva, con los verbos de beber, comer y gozar, supone el hecho de que la masa o el objeto significado por el complemento directo es ingerido de una manera total y completa por una persona” (Fernández Ramírez, 1986:396). 59 “El pronombre se acentúa el carácter perfectivo de la acción verbal” (Fernández Ramírez, 1986:395). 60 “El pronombre reflexivo representa, en estos casos, a la misma persona que el sujeto del predicado, y sería una palabra superflua, no sólo desde el punto de vista funcional, sino desde el semántico, si no concurriera esta construcción con el uso del verbo sin pronombre. La dificultad está, por consiguiente, en delimitar el valor significativo o expresivo del pronombre átono, cuando aparece en la construcción, o la dosis de uno y otro elemento” (Fernández Ramírez, 1986:395). 79 La segunda restricción es que no todos los verbos transitivos, aun cuando se construyan con un objeto directo determinado, admiten la presencia de este clítico. * Mi hermana se reconoció el error. * Esa caja se contiene los papeles que buscas 61 . Estas restricciones permiten concluir que el clítico se se combina únicamente con predicaciones que tengan unas determinadas características que dependen estrechamente del significado del verbo y de las propiedades de sus complementos. Por estos motivos es interesante recurrir a una noción que últimamente se ha convertido en el centro de los estudios que se proponen investigar las relaciones entre sintaxis y semántica: la noción de aspecto léxico, modo de acción, Aktionsart o, en términos de Dik, tipologías de los estados de cosas. 4.1.2. La noción de aspecto léxico y su naturaleza composicional. Si bien desde la antigüedad varios estudiosos clasificaron los verbos teniendo en cuenta la información aspectual contenida en sus lexemas 62 , la noción de aspecto léxico como tal es relativamente reciente. Para Elena de Miguel el aspecto léxico “es la información sobre el evento (por ejemplo, sobre si es delimitado o no delimitado) que proporcionan las 61 Ejemplos tomados de Sánchez López, 2002. 62 Aristóteles, en el libro IX de su Metafísica, reconoció la existencia de verbos que denotan eventos que han llegado a un punto final (verbos de kinesis) y verbos que denotan eventos que carecen de ese punto final (verbos de energeia). Bello retoma esta distinción y clasifica los verbos en desinentes y permanentes: “en unos verbos el atributo, por el hecho de haber llegado a su perfección, expira, y en otros, sin embargo, subsiste durando: a los primero llamo desinentes, y a los segundos permanentes” (1847:401). 80 unidades léxicas que actúan como predicados” (Miguel, 1999:2983). El significado léxico de los predicados no comporta solamente el número de actantes o argumentos exigidos y las funciones semánticas de los mismos, sino que también indica el modo en que se desarrolla la situación o evento denotados. Sin embargo, el aspecto léxico no está determinado solamente por el significado del lexema verbal, sino que tiene un carácter sintáctico. En efecto, la información aspectual contenida en un verbo puede ser modificada por la información que aportan otros participantes en la predicación (los argumentos) y otros elementos, como los modificadores adverbiales de tiempo y lugar o la propia flexión verbal 63 . Esta naturaleza composicional del aspecto léxico se manifiesta con mayor claridad al estudiar el criterio de delimitación o telicidad, que ha sido utilizado por distintos gramáticos como uno de los parámetros que permiten tipificar los distintos modos de acción. Por otra parte, se considera pertinente desarrollar brevemente esta noción ya que varios estudios modernos relacionan la presencia del clítico con eventos delimitados o télicos. Dik señala que “a [+ telic] SoA is an SoA which, if it is fully achieved, reaches a natural terminal point” (1989:92). Una definición 63 Este carácter del aspecto léxico también fue reconocida por Dik: “What is here called the typology of SoAs (states of affairs) is sometimes discussed in terms of a typology of predicates. This, however, is less appropriate, since many predicates can occur in predications which designate different types of SoAs. In such cases, the semantic nature of the whole predication may be co-determined by the nature of the arguments and satellites with which the predicate combines. The SoAs type is then a compositional function of the semantic properties of both predicate and terms” (1989:90). En la misma línea de razonamiento, de Miguel señala: “supuesto básico de este trabajo (aunque no siempre lo precisemos de forma explícita) es el de que la información aspectual en su conjunto (léxica, morfológica o sintáctica) tiene que ver con el lexema verbal y la forma verbal que adopta, con la presencia o no de un Objeto Directo (OD), con si éste es un Sintagma Nominal (SN) definido o no, con la aparición de una partícula con valor terminativo …y otros factores por determinar, que hacen referencia conjunta al evento verbal” (1992:26). 81 similar adoptan los autores que abordan este tema en la gramática del español. Morimoto, por ejemplo, proporciona una caracterización muy clara del fenómeno: “un evento es delimitado si dispone de un límite final definido dentro de su estructura temporal” (1998:16). Evidentemente esta distinción solamente es válida para eventos dinámicos, es decir, para estados de cosas que cambian o progresan en el tiempo y que, por lo tanto, pueden tener un límite o carecer de él. Un evento no delimitado es un evento homogéneo, una actividad que ocurre a lo largo de un período y que carece de límite inherente. Por el contrario, un evento delimitado supone un punto final, un estado al que se debe llegar para considerar que el evento ha tenido lugar 64 . Muchos autores, además, señalan el paralelismo entre esta distinción y la existente entre nombres continuos y discontinuos. Al igual que los eventos delimitados, los nombres discontinuos denotan entidades que poseen un límite físico–espacial y, por lo tanto, como señala Bello “no pueden dividirse sin dejar de ser lo que son” (1847:187). Por el contrario, 64 Dik aclara esta distinción mediante el siguiente esquema: a) Evento [- télico] John is painting John has painted ------------------ti tj b) Evento [+ télico] John is painting a portrait *John has painted a portrait ------------------------ti tj “When it is truly said that, at some time interval ti, a [-tel] SoA obtains, then it may be concluded at some later interval tj, that this SoA has obtained. This is symbolized in [a]. But when the original SoA was [+ tel], as in [b], no such conclusion is warranted. For example, even if it is true that at some time interval, John was painting a portrait, we cannot with certainty conclude that John has painted a portrait is true at some later interval. This is because the Perfect (has painted) presupposes that the SoA was fully achieved, whereas the Progressive (is painting), in the case of [+ tel] SoAs, is compatible with the non-achievement of the Action” (Dik, 1989:94). 82 los nombres continuos denotan sustancias homogéneas carentes de límite inherente, “significan cosas que pueden dividirse y subdividirse hasta el infinito, conservando siempre su naturaleza y su nombre” (Bello, 1847:187) Esta relación entre eventos delimitados/no delimitados y nombres continuos/discontinuos permite explicar por qué objetos directos contables o definidos pueden delimitar nociones léxicas que podrían ser interpretadas como eventos no delimitados 65 . Una vez aclaradas estas nociones básicas, que serán retomadas en el análisis, es posible volver a las oraciones que se han planteado al inicio del capítulo para intentar explicar la presencia del clítico como un operador aspectual. 4.1.3. El se como marcador aspectual. Como se recordará, en el parágrafo 4.1.1. se analizó la posición de Fernández Ramírez y se concluyó que las estructuras transitivas que admiten este clítico se caracterizan por dos restricciones: el carácter definido del objeto directo y el hecho de que no todos los verbos transitivos admiten la construcción con se. Ahora que ya se ha presentado la noción de aspecto léxico y que se ha señalado que el modo de acción es una propiedad sintáctica del predicado completo es posible demostrar que las restricciones anteriormente señaladas son de naturaleza aspectual. 65 Por ejemplo, el verbo comer, sin la presencia de objeto directo, se interpreta como un evento no delimitado pero, al construirse con objetos directos definidos (como un asado), el carácter delimitado del sintagma nominal impone el mismo carácter aspectual a la totalidad de la estructura oracional. 83 En efecto, estas mismas restricciones son también reconocidas por Arce Arenales, quien ha sido el primer gramático en estudiar este clítico como un marcador aspectual 66 . Si se observan nuevamente los ejemplos planteados al comienzo del capítulo (“Se comió diez arepas por cuarenta bolívares”, “se tomó esta bebida”, “por poner una alfombra de un bus se ganó diez mil pesos en una tarde”), se puede concluir que son predicados que denotan acciones completas, delimitadas en el tiempo. Esta afirmación permite explicar por qué el clítico no se combina con algunos predicados transitivos (solo será admitido por aquellos predicados que denoten eventos delimitados) y por qué exige un objeto directo determinado o un complemento que explicite la completitud del objeto denotado. Sanz y Laka (2002), basándose en Tenny, señalan que estos objetos directos son temas incrementales, es decir, complementos capaces de ser medidos de alguna manera y que aportan una escala con la cual medir el progreso del evento. Nishida (1994), por su parte, señala que un objeto contribuye a delimitar al núcleo verbal cuando satisface una condición de gradualidad y habla de un homomorfismo entre el evento y la entidad denotada por el sustantivo que funciona como objeto directo. Ese homomorfismo determina que la completitud del evento coincida con la consideración del objeto en su totalidad 67 . 66 Si bien la tesis doctoral de Arce Arenales se encuentra inédita, Nishida (1994) recoge algunas de sus conclusiones en uno de sus artículos: “The first extensive treatment of SEq [SEq, se en cuestión] appears in Arce (1989). He observes that the transitive sentences with SEq which he calls HYPERTRANSITIVE sentences, express completive actions, and he defines se in these sentences as an aspectual marker. Arce claims that the two nominal arguments, that is, the subject and the direct object, of hypertransitive sentences are subject to certain constraints: (A) the direct object must be accompanied by a determiner, and (B) the subject must be a specified agent” (Nishida: 1994:429). 67 “… the homomorphism that exists between an event and the object involved in that event. That is, every part of the event corresponds to some part of the object, and vice versa… In short, for events such as to drink a glass of wine, the entity denoted by the direct object goes through a gradual change in such a way that the portion of the entity affected by the event increases as the 84 Sin embargo, no es posible considerar que en la oración “por poner una alfombra de un bus se ganó diez mil pesos en una tarde” el objeto directo (diez mil pesos) sea un tema incremental. Probablemente esto se deba a que los temas incrementales se explican mejor al vincularlos a eventos durativos o realizaciones, mientras que este predicado denota un evento relativamente puntual, un logro en la terminología de Vendler (1967). Ejemplos como el precedente, además, permiten refutar la conclusión a la que llegan Sanz y Laka (2002) ya que la presencia del clítico no se combinaría solamente con realizaciones 68 . En síntesis, la mayoría de los autores que han estudiado este se como un marcador aspectual admiten que se trata de un clítico que se combina con predicados télicos, preferentemente realizaciones, y cuyo primer argumento debe desempeñar el papel semántico de agente. Sin embargo, no todos los predicados delimitados aceptan la presencia del clítico: * Juan se entregó dos libros a la biblioteca. Es necesario, pues, precisar un poco más la explicación. Para que el clítico esté presente en oraciones transitivas no alcanza que el estado de cosas denotado sea un evento delimitado, es necesario también que ese evento culmine en una fase final en la que tenga lugar un cambio de estado en el objeto. Esto explicaría por qué en la oración anterior no es event temporally advances. Given this homomorphic relation, when the glass of wine is totally consumed, the drinking event must automatically come to an end; the last sip of wine corresponds to the end of the event” (Nishida, 1994:436-437). 68 “Así, pues, hemos defendido que la presencia del clítico se en oraciones transitivas en español es una marca sintáctica de la telicidad de un determinado tipo de evento; en particular, de la telicidad de los eventos con delimitación y medida, es decir, de los eventos denominados realizaciones” (Sanz y Laka, 2002:334). 85 posible la presencia del clítico (entregar es un verbo que no implica un cambio de estado en el objeto) 69 . Por otra parte, la presencia de ejemplos como el siguiente: “Yo empecé a estudiar donde la señorita Alejandrina Rovira, una persona muy interesante, porque se sabía la historia patria hasta en sus más mínimos detalles” (Colombia) parecen cuestionar la afirmación de que el primer argumento debe ser agentivo. En efecto, en esta estructura el papel agentivo del sujeto explícito se encuentra disminuido, es más, se le podría atribuir la función de procesado o de cero en la terminología empleada por Dik, ya que el estado de cosas denotado podría interpretarse como un proceso o un estado. Sin embargo, en estos casos es posible considerar que saber denota un evento dinámico que implica un momento final que determina un cambio de estado (pasar a saber la historia patria hasta en sus más mínimos detalles). En síntesis, parece adecuado interpretar este clítico como un marcador aspectual, de carácter culminativo o resultativo: aparece en predicados que denotan eventos que tienen una fase culminante seguida de un cambio de estado. Esta perspectiva de análisis aproxima este clítico al que aparece en oraciones intransitivas, objeto de estudio del siguiente parágrafo 70 . 69 Del mismo modo, esta afirmación permitiría explicar por qué el objeto directo debe ser delimitado, ya que solo de las expresiones nominales no existenciales se puede predicar un cambio de estado. 70 Es interesante hacer notar una variante de este se que se extiende en varias zonas del español pero que no aparece en el corpus que se analiza. Se trata de ejemplos como: Juan se estudia todo, María se comió todo, Pedro se camina todo para conseguir trabajo. En algunos casos parece que el clítico no se puede suprimir (? Pedro camina todo para conseguir trabajo, ? Juan estudia todo). En todos los casos se trata de expresiones que tienen un valor cuantificacional y que indican el grado extremo en que se realiza una actividad (Juan se estudia todo = Juan estudia muchísimo; 86 4.2. El se aspectual en oraciones intransitivas. Como se puede observar en la Tabla 11, este uso de se tiene una frecuencia significativa en el corpus seleccionado (aparece en el 7% de las construcciones analizadas). Probablemente esta frecuencia de aparición sea uno de los motivos que expliquen por qué este valor está incluido en todos los trabajos que analizan los usos del clítico en cuestión y que numerosos estudios se hayan centrado en discriminar los matices significativos que se dan en un verbo intransitivo cuando se utiliza con y sin clítico. Sin embargo, son pocas las investigaciones que intentan dar una explicación unitaria a la aparición de este se en estructuras intransitivas como: “Le dio la pasta para que se fuera a las Américas” (España) “Me da vergüenza que Menem lleve a los jugadores de River en su avión para jugar un partido amistoso mientras miles de personas se mueren de hambre” (Argentina) “Después de la reforma agraria, han abandonado los terrenos y se han venido a trabajar a las ciudades porque económicamente les convenía más” (Bolivia) “Uno le daba el tetero y entonces otra vez el show para que se durmiera” (Venezuela) Como ya se ha señalado en otras oportunidades, la principal preocupación de la gramática tradicional fue determinar si el clítico María se comió todo = María comió muchísimo). En la bibliografía específica este uso solo aparece registrado en Di Tullio (1997). Aunque la autora restringe su aparición al dialecto rioplatense, informantes consultados señalan que estas expresiones no solo son frecuentes en el Río de la Plata, sino también en Colombia, Chile, entre otras zonas. Sería interesante investigar con mayor profundidad este fenómeno seleccionando un nuevo corpus. Esta es otra de las líneas que se abren para investigaciones ulteriores. 87 presente en estas construcciones desempeña o no una función sintáctica. Amado Alonso y Henríquez Ureña (1971), por ejemplo, incluyeron estos verbos, junto con los estudiados en el capítulo anterior, dentro de los reflexivos solo de forma ya que el clítico no funciona como complemento directo 71 . Alarcos, por su parte, realiza una afirmación congruente con su línea de pensamiento. Prescinde de consideraciones semánticas y se limita a señalar que: “algunos verbos, generalmente no implementados por su significación precisa, pueden a veces incrementarse reflexivamente: vienes conmigo / te vienes conmigo; dormían / se dormían… Discutir aquí si el incremento personal es implemento o complemento carece de sentido. La modificación de contenido que se introduce se refleja puramente en el lexema del núcleo verbal. Su aparición no condiciona en nada la estructura del predicado” (Alarcos, 1970: 218). En la posición contraria se encuentra Manuel Seco (1989) quien, como se ha visto en el parágrafo 4.1.1., considera que en estas estructuras el se funciona como un complemento indirecto innecesario y que, por lo tanto, puede ser suprimido. Sin embargo, identifica una serie de oraciones, que también se estudiarán en este apartado, en las que el clítico no es objeto directo ni indirecto sino que aporta al significado verbal un valor incoativo: El niño se ha dormido (ha empezado a dormir) 71 Sin embargo, también intentan precisar los matices significativos que se dan cuando el clítico modifica un verbo intransitivo: “Otros, siendo intransitivos siempre, se usan con el pronombre reflejo o sin él. En estos casos hay alguna diferencia de matiz en la significación. Irse o marcharse indican la partida de un sitio, ir o marchar se refiere más a la dirección o destino. Salir, entrar, subir, bajar, en la forma reflexiva, se refieren, más que a la acción misma, a su resultado: súbete aquí significa quédate aquí subido, bájate de ahí es abandona ese sitio alto” (Alonso y Henríquez Ureña, 1971:107). 88 El niño ha dormido (ha terminado de dormir) 72 Sin lugar a dudas, en estos casos en los que un verbo intransitivo se puede construir con o sin clítico es más interesante estudiar las diferencias significativas que determina la presencia de se que discutir si el mismo desempeña una función sintáctica en la estructura oracional. Estas distinciones semánticas han sido tratadas de manera bastante superficial en las gramáticas tradicionales. Bello, por ejemplo, señala que “si fijamos la consideración en la variedad de significados que suele dar a los verbos neutros 73 el caso complementario reflejo, percibiremos cierto color de acción que el sujeto parece ejercer en sí mismo. Estarse es permanecer voluntariamente en cierta situación o estado… La misma diferencia aparece entre quedar y quedarse, ir e irse” (Bello, 1847:460). Gili Gaya destaca el valor afectivo y estilístico de las construcciones en las que aparece el clítico y señala que “el leve matiz de percepción o participación, que el pronombre indica, es suficiente para distinguir el valor expresivo de estas oraciones de las activas o de estado que se obtendrían suprimiendo el pronombre” (1964:74). Este autor, además, agrega una reflexión sobre su empleo y reconoce que son muy usuales, especialmente en la lengua hablada, a pesar de que algunas de ellas se consideran “excesivamente vulgares” (1964:74). Como conclusión, se podría señalar que la tradición gramatical relacionó la presencia del clítico con los siguientes factores: 72 Seco considera que en estas estructuras el clítico “es un elemento que transforma la significación del verbo indicando comienzo de la acción” (Seco, M., 1989:117). Este valor incoativo ya fue señalado por Alonso y Henríquez Ureña. Estos autores señalan que verbos como dormirse o despertarse “ significan entrar en un estado, o sea ponerse … dormido, despierto, etc.” (Alonso y Henríquez Ureña, 1971:106). 73 Se recordará que Bello denomina verbos neutros a los intransitivos. 89 - en los verbos de movimiento, como irse, marcharse, la presencia de un sentido de abandono respecto del lugar de procedencia (A. Alonso y Henríquez Ureña), - en otros verbos, como despertarse, dormirse, el clítico expresaría un matiz semántico incoativo (Seco), y - en la mayoría de las construcciones, estaría al servicio de lo volitivo, de lo expresivo o afectivo (Bello, Gili Gaya). Posiblemente, una de las dificultades con las que se enfrentó la gramática tradicional al abordar este tema es la heterogeneidad de los verbos que admiten la alternancia construcción pronominal / no pronominal. De hecho, en el cuadro 12 se enumeran los verbos intransitivos más frecuentes en el corpus analizado. Como se puede observar, varios de ellos se pueden incluir dentro de los llamados verbos de movimiento, pero aun dentro de una misma clase semántica la alternancia no responde a las mismas características. Tabla 12: Frecuencia de verbos intransitivos con clítico Verbo Frecuencia Verbo Frecuencia Irse 106 Montarse 10 Quedarse 39 Salirse 10 Morirse 33 Acabarse 9 Caerse 30 Reírse 8 Venirse 19 Mejorarse 7 Dormirse 16 Marcharse 6 Aparecerse 13 Terminarse 6 Otros (regresarse, bajarse, estarse, aumentarse, tardarse, soñarse, 28 pasearse, imaginarse, etc.) 90 Esta heterogeneidad llevó a muchos gramáticos a preocuparse por oponer parejas de verbos, como morir, morirse, para buscar con mayor profundidad los matices significativos diferenciales entre estos núcleos verbales. Hay, pues, un abundante número de trabajos que se realizaron con este objetivo y que tienen como supuesto el hecho de que la alternancia pronominal/no pronominal es una cuestión léxica, que varía de acuerdo con las características semánticas de cada verbo en particular. Especialmente numeroso es el conjunto de estudios dedicados a la forma verbal irse, que es la que aparece con mayor frecuencia en el corpus seleccionado. Sobre la oposición ir / irse, Mª del Carmen Bobes Naves señala que “hay un matiz que opone ambas expresiones, y no es precisamente de orden físico, la acción no revierte hacia el sujeto como en los verbos reflexivos que indican labores en el cuerpo (peinarse, lavarse, rascarse…), sino de orden moral, la acción se manifiesta como más consciente, más voluntaria” (1974:106) cuando el verbo está afectado por la presencia del clítico. Sin embargo, al analizar algunos ejemplos se puede observar que no en todos los casos el clítico puede ser eliminado 74 : “Se fue a Bariloche una semana, quince días” (Argentina) Fue a Bariloche. 74 Si bien inicialmente se ha caracterizado al se aspectual como facultativo, se ha decidido incluir en este capítulo todos los casos en los que se utiliza la forma verbal irse, sea el clítico prescindible o no. Se adopta este criterio ya que parece interesante confrontar estas estructuras para esbozar una explicación más adecuada del fenómeno. Evidentemente no se incluyen las construcciones en las que el verbo ir se utiliza en una estructura con sujeto indeterminado. 91 “No querían que él estuviera en ese pueblo, querían que se fuera de ese pueblo” (Venezuela). * Querían que fuera de ese pueblo. En efecto, como lo demuestra el cuadro 13, en casi el 50% de las construcciones en las que aparece el verbo irse el clítico es obligatorio o su ausencia implica un cambio semántico de entidad. Tabla 13: Construcciones con la forma verbal irse Verbo ir Frecuencia Porcentaje en el conjunto de construcciones con irse - con clítico 56 53% clítico 50 47% “expletivo” - con obligatorio Esta primera observación sirve para comprobar la afirmación realizada por A. Alonso y Henríquez Ureña y para demostrar que la presencia del clítico es obligatoria cuando el verbo ir implica abandonar un lugar, haya en la estructura oracional un adyacente que explicite el punto de partida, como en el segundo ejemplo (“de ese pueblo”) o no (“Entonces él se fue” ≠ Entonces él fue). Probablemente esta noción de abandono, de dejar un punto de partida, permita explicar por qué el verbo ir se construye con clítico cuando se emplea como sinónimo de morir 75 en ejemplos como el siguiente: “Se cristalizan las lágrimas en los hinchas aurinegros y hasta en Gregorio con la camiseta de Perea otra vez en el pecho, … de este pibe que se ha ido y que hoy se ha homenajeado” (Uruguay). 75 Es interesante señalar que el DRAE recoge esta acepción de ir: “prnl. Morirse o estarse muriendo” (RAE, 2001:1300). 92 En síntesis, se podría concluir que el verbo irse se ha especializado semánticamente, significa salir, abandonar y se construye con un complemento de lugar que marca el origen, explícito o implícito. Cuando el contexto o la situación no acentúan el abandono del punto de partida en el movimiento, entonces la forma verbal puede construirse con o sin clítico y en estos casos sí se podría hablar de un matiz estilístico o expresivo. Las características de este trabajo no permiten hacer un estudio específico de cada uno de los verbos que aparecen en el corpus, pero la distinción reflejada entre ir / irse sirve para demostrar una de las afirmaciones compartidas por la gran mayoría de los gramáticos: la forma pronominal supone en todos los casos una restricción de los valores que el verbo intransitivo puede tener cuando se construye sin clítico 76 . La hipótesis más convincente a la hora de explicar esta especialización semántica de los verbos intransitivos que admiten construcción pronominal es la de considerarlos aspectualmente marcados. En efecto, como se ha señalado para los verbos transitivos analizados en la primera parte de este capítulo, el se constituye una marca de la delimitación del evento y, por lo tanto, se combina con predicados que denotan eventos delimitados que tienen un momento inicial y un cambio de estado. 76 Mª Antonia Martín Zorraquino explica esta conclusión con gran claridad: “el verbo en construcción pronominal puede especializarse semántica y sintácticamente adquiriendo un significado y una estructura distintos de los del verbo en giro no pronominal. Por lo que en algunos mensajes la construcción pronominal y la no pronominal son compatibles, mientras que, en otros casos no lo son, el hablante sólo puede utilizar una de las dos” (1979:110). 93 Esta interpretación permitiría explicar, por ejemplo, por qué ir, que denota un evento sin límite, se construye obligatoriamente con el clítico cuando existe un adyacente que señala el origen del movimiento. Evidentemente este complemento sirve para delimitar el evento, no expresando el límite final, como se ha visto en el caso de los verbos transitivos, sino el inicio del evento. En suma, irse se interpreta como un evento delimitado con el significado de dejar un lugar (para ir a otro) mientras que ir se interpreta como una actividad sin límite, con el significado de dirigirse. Esta interpretación también podría explicar el valor incoativo que la gramática tradicional ha atribuido a estas estructuras, ya que el cambio de estado expresado por estos verbos incluye una fase final y un ingreso a un nuevo estado. Como señala Cristina Sánchez López, “en cualquier caso, el aspecto ingresivo derivaría de la existencia de un cambio y estaría íntimamente ligado a la de un estado resultante” (2002:120). Es por este motivo por el que cuando estos verbos intransitivos construidos con se se emplean en presente tienen un valor habitual o de futuro inmediato: “Las chicas, por ejemplo, cuando yo digo que Literatura es Castellano, se mueren” (Argentina) = valor habitual “Ahorita se va la muchacha de la casa, la que tenía diez, once años con nosotros” (Venezuela) = futuro inmediato: ahorita está a punto de irse la muchacha de la casa. Por último, se ha señalado que varios gramáticos indican que el clítico expresa el matiz significativo de la intencionalidad del sujeto. Desde esta interpretación aspectual, este fenómeno podría explicarse por el hecho de que los eventos télicos están mayoritariamente relacionados con sujetos que desempeñan el papel semántico de agente. Esta 94 observación permitiría dar cuenta de oposiciones como la que se establece entre estar / estarse. De hecho, mientras que la forma verbal estar expresa un estado y su primer argumento tiene, generalmente, el papel semántico cero de acuerdo con la terminología de Dik, estarse puede considerarse un evento agentivo que exige un primer argumento que se concibe como controlador o responsable del estado de cosas denotado: “Ese niño no se está un solo día en la casa tranquilo” (Venezuela) 77 . Esta explicación del clítico como marcador aspectual permite dar cuenta de por qué se combina con algunos predicados y no con otros. Sin embargo, deja sin explicar por qué el hablante decide emplear el clítico en algunos contextos y no en otros cuando es posible la alternancia. Probablemente, todavía se deba señalar el matiz afectivo o volitivo como uno de los rasgos que permitan fundamentar la alternancia construcción pronominal / no pronominal, pero todavía faltan estudios que exploren este aspecto con mayor profundidad. Por último, al igual que en el capítulo anterior, es importante dedicar unas líneas a algunas formas verbales que admiten este marcador aspectual en algunas zonas del mundo hispánico con mayor frecuencia que en otras. 77 Sin embargo, muchos gramáticos llegan a conclusiones contrarias al basarse en otros ejemplos. En efecto, al estudiar la oposición entre dormir/dormirse se señala que la forma pronominal determina la involuntariedad del sujeto mientras que la forma sin clítico exige un primer argumento agente. Sin embargo, la oposición entre expresiones como Disculpe, llego tarde porque me dormí / ?Disculpe, llego tarde porque dormí puede explicarse como una consecuencia del valor aspectual de se, ya que en estos contextos el verbo dormirse denota un evento delimitado, no una actividad. 95 Por ejemplo, es frecuente que en algunas zonas de Hispanoamérica el verbo regresar se construya con un marcador aspectual 78 : "Entonces con ella misma nos mudamos a Sabana Grande, pero no lo pudo resistir y se regresó, se fue a Caucagua, o a no sé dónde" (Venezuela). "¿Y se regresó pronto aquí, a México? No, siete años estuvo allá" (México). "Se regresaron veintidós años, de nada ha servido todo el financiamiento a los partidos políticos, de nada ha servido esta enorme fuerza que ahora tienen todos los partidos políticos en todos los Estados y en los Municipios, y este vigor de la democracia mexicana de ahora, que se regresaron al artículo diecinueve del código de la famosa Loppe" (México). En efecto, tanto el DRAE como el diccionario de María Moliner señalan que el uso de esta forma verbal con clítico se limita a América, aunque es necesario reconocer distintos grados de aceptación de acuerdo con las variedades diatópicas. Con respecto a este punto, se decidió incluir el último ejemplo para destacar que en México parece ser aceptado en la norma culta ya que el mismo está tomado del diario de una sesión de la Honorable Cámara de Senadores. Sin embargo, en algunas zonas de América continúa siendo un uso estigmatizado 79 . Gómez Torrego (1994) señala que este uso podría explicarse por analogía con verbos como irse, volverse, marcharse. 78 A diferencia del verbo enfermarse, la alternancia entre regresar / regresarse es admitida por todos los hablantes que emplean la forma construida con clítico. 79 Mientras que los informantes colombianos consultados señalan que la forma regresarse se utiliza prácticamente en los mismos contextos que la variante no pronominal y que no existen diferencias diafásicas o diastráticas de entidad, en otras regiones como en Chile y en el Río de la Plata su uso no es tan extendido e incluso es censurado. 96 Rafael Lapesa (1981), por su parte, explica su utilización como una extensión del empleo transitivo que este verbo admite en variedades americanas. Sin embargo, si bien es necesario estudiar con mayor profundidad el desarrollo histórico del fenómeno, resulta curiosa esta hipótesis ya que la variante transitiva (Juan le regresó el cuaderno a María) es menos frecuente e incluso más estigmatizada en zonas donde la variante pronominal no tiene ninguna marca diafásica ni diastrática. Por último, en el corpus se encuentran dos expresiones en las que se emplea el marcador aspectual con el verbo soñar conjugado en primera persona: “Y luego me soñé una vez con la muerte de mi papá” (Costa Rica). “Yo me soñé con una serie de personas que compartíamos alimentos” (Costa Rica). Si bien en este trabajo solamente se han planteado ejemplos con el clítico se, se considera valioso incluir estas expresiones ya que este uso no está recogido en ninguno de los diccionarios consultados, ni siquiera como un americanismo. Como ocurre para la casi totalidad de los fenómenos, su empleo no es homogéneo en todo el territorio americano. Si bien en el corpus solamente aparecen ejemplos en Costa Rica, este uso se emplea también en otras zonas de Centroamérica y en países del norte del continente sudamericano, como Colombia y Venezuela. En estas regiones, además, el verbo admite tanto un objeto preposicional (construcción que se puede observar en los ejemplos planteados) como un objeto directo (Me soñé que compartía alimentos con otras personas). Sin embargo, no sería posible la expresión: *Me soñé toda la noche (pero sí: Soñé toda la noche). Esta restricción podría explicarse recurriendo al valor aspectual del clítico: soñar denota un evento no delimitado, solo aparecerá el clítico en aquellos casos en los que exista un complemento 97 directo o preposicional que delimite el evento denotado por el lexema verbal. Como conclusión del capítulo, es importante señalar que este trabajo deja planteadas nuevas líneas de investigación. En efecto, sería interesante analizar con mayor profundidad esta variación geográfica reflejada en las últimas páginas del capítulo. Por otra parte, si bien la consideración de este clítico como un marcador aspectual implica un avance en la descripción de su uso, todavía faltan estudios que expliquen por qué en contextos donde es posible la alternancia construcción pronominal / no pronominal el hablante escoge una de estas soluciones. En algunos casos, se intentó demostrar que esta opción surge como consecuencia del valor aspectual de la forma pronominal. En otros casos no es tan evidente el criterio de uso. 98 CAPÍTULO CINCO: EL SE NO PARADIGMÁTICO. En los capítulos anteriores se han presentado las construcciones en las que el clítico se puede alternar con los pronombres átonos de primera o segunda persona. En este último grupo se incluyen aquellos casos que comparten un rasgo formal: exigir un sujeto gramatical de tercera persona. Esta característica es destacada por algunos gramáticos al denominar estas construcciones. Gómez Torrego, por ejemplo, considera que el clítico que aparece en estas estructuras es no pronominal, “pues no participa de ningún paradigma pronominal ni tampoco desempeña función nominal alguna” (1992:10). Otero (2002), por su parte, nombra estas construcciones “exclusivas de la no persona”. Dentro de este capítulo se estudiarán dos estructuras que tradicionalmente han sido denominadas como pasivas reflejas e impersonales con se y que se ejemplifican mediante las siguientes expresiones: “Llueve muy poco en Sevilla, pero el año que sale bueno se venden muchos paraguas” (España). “No se bautizaba a los niños, sino a los adultos” (España). Evidentemente entre estas construcciones es posible reconocer una serie de diferencias formales. En la primera estructura se observa la presencia de un sintagma nominal (muchos paraguas) que concuerda en persona y número con el núcleo verbal y que, por lo tanto, funciona como sujeto explícito. Este sujeto explícito, además, se corresponde con el objeto directo que aceptaría este verbo en una construcción transitiva como: Los comerciantes venden muchos paraguas. 99 Por el contrario, en la segunda estructura no hay un sujeto léxico que concuerde con el núcleo verbal, conjugado en tercera persona de singular. Si bien aparece un sintagma nominal, el mismo está precedido por la preposición a y funciona como objeto directo (a los niños) 80 . La gramática tradicional reconoció estas diferencias formales y asoció las primeras estructuras con las llamadas pasivas perifrásticas (Los paraguas fueron vendidos por los fabricantes). Tanto en unas como en otras el argumento que actúa como sujeto explícito no tiene un papel agentivo sino que funciona semánticamente como paciente o tema. Por otra parte, relacionó el segundo ejemplo que se ha planteado con oraciones transitivas sin clítico (como El sacerdote bautizaba a los niños) por la realización sintáctica de la meta o tema como objeto directo en ambas estructuras. Por este motivo, la gramática tradicional vinculó las diferencias formales entre estas estructuras con diferencias semánticas y opuso estas dos construcciones basándose en la dicotomía voz pasiva – voz activa con sujeto indeterminado. Sin embargo, la distinción entre un significado activo y uno pasivo no es tan clara. De hecho, algunas de las llamadas pasivas con se no admiten una estructura perifrástica equivalente: “Aparte de beber, se fuma droga” (España) * Aparte de beber, es fumada droga. “Se necesitan sacerdotes bastante liberales y comprometidos” (Paraguay). * Son necesitados sacerdotes bastante liberales. 80 La función sintáctica de este sintagma nominal será estudiada más adelante al analizar la serie de clíticos se les, se los, se las, en oraciones impersonales. 100 mientras que algunas impersonales pueden parafrasearse recurriendo a una pasiva perifrástica: “Antes se adoraba al dios Baco” (España). El dios Baco era adorado. “Se hace constar que se consultó a la Excelentísima Corte Suprema” (Chile) Se hace constar que fue consultada la Excelentísima Corte Suprema. Por este motivo, en este trabajo se considera que la distinción entre pasivas con se e impersonales con se es una distinción basada exclusivamente en sus características formales. Desde el punto de vista semántico, ambas construcciones admiten tanto paráfrasis activas como pasivas, y esta doble interpretación se debe a la indeterminación del agente en ambos casos. En efecto, en las dos estructuras el clítico funciona como un recurso gramatical que permite afectar la valencia verbal y que anula el agente, previsto en la estructura argumental de la forma verbal. Más allá de las semejanzas entre ambas estructuras, es interesante estudiarlas por separado para intentar realizar una descripción exhaustiva de las mismas. 5.1. Construcciones pasivas con se. 101 Las oraciones pasivas 81 se construyen con verbos transitivos que tienen dos actantes o argumentos. Al construirse con el clítico se, el argumento que denota el agente deja de ser requerido por el verbo. Se suprime, pues, el papel semántico que ocupa la función sintáctica jerárquicamente superior. Como efecto secundario, el segundo argumento o actante pasa a ocupar la función prioritaria, es decir, pasa a actuar como sujeto léxico o explícito 82 . Por este motivo, estas estructuras pueden considerarse semánticamente impersonales y uno de los recursos que ofrece la gramática para acallar el agente cuando se desea. Como revela la tabla que se adjunta, estas construcciones con se son las más numerosas en el corpus analizado. De hecho, representan algo más del 40% de las estructuras estudiadas. Conviene, pues, describir con profundidad algunos aspectos característicos de estas construcciones y someter a verificación empírica algunas afirmaciones formuladas reiteradamente por diferentes estudios gramaticales. Se tendrán en cuenta, específicamente, dos aspectos: - la posición y la naturaleza del sujeto explícito, y 81 No es posible, por las características específicas de este trabajo, tratar con profundidad el tema de la diátesis en español. Sin embargo, es inevitable recordar la posición de Alarcos (1970, 1994) sobre este tema. Este gramático rechaza explícitamente la existencia de una voz pasiva en español. Sobre la pasiva con se señala: “estas construcciones llamadas de pasiva refleja no presentan en su estructura ningún rasgo especial, aunque desde el punto de vista de la sustancia del contenido pueda decirse que el ente a que se refiere el sujeto no efectúa la acción. Ya hemos dicho arriba que para el español las nociones agente y paciente carecen de pertinencia gramatical” (1970:219). Más adelante, al explicar construcciones como se construye una casa, se construyen casas, indica que “/una casa/ y /casas/ serán sujetos y el otro sintagma un verbo incrementado reflexivamente, donde /se/ es implemento, ya que en estas construcciones cabe introducir un complemento: se construye una casa al maestro, se le construye una casa” (1970:219). Si bien sus planteos son coherentes con su propio sistema teórico, resulta un tanto forzado concebir el clítico como objeto directo en estas estructuras. 82 Es importante tener en cuenta que en el caso de las pasivas, como se verá posteriormente, se asiste a un tercer estadio ya que es posible recuperar el argumento elidido como complemento agente. 102 - la presencia de un adyacente que explicite el agente 83 . Tabla 14: Frecuencia de las construcciones con se exclusivas de la tercera persona en el corpus analizado Construcciones Frecuencia Porcentaje en el total del corpus 2. 079 41, 58 % Impersonales con se 665 13, 30 % No concordadas 66 1, 32 % Pasivas con se 5. 1. 1. La posición del sujeto explícito en las oraciones pasivas con se. Tradicionalmente se han señalado dos características fundamentales del sujeto explícito que aparece en estas estructuras. En primer lugar, se ha indicado que su posición más frecuente es la posverbal. Además, varios gramáticos afirman que este sujeto no puede ser un sintagma nominal definido y animado. Es importante, pues, confrontar estas afirmaciones con los datos que aporta el corpus analizado en este trabajo. Tabla 15: Posición del sujeto explícito en las pasivas con se Posición del sujeto explícito - Sin sujeto explícito - Con relativo o interrogativo como sujeto explícito - Con sujeto preverbal Frecuencia 124 466 Porcentaje 5, 96 % 22, 42% 166 7, 98 % 83 Más adelante, en el parágrafo 5.3. se estudiará el problema de la concordancia (o su falta) entre el núcleo verbal y el sintagma nominal. 103 - Con sujeto posverbal Total 1.323 2.079 63, 64% 100 % Como refleja la tabla anterior, la posición normal del sujeto explícito en las construcciones pasivas con se es la posverbal 84 . Probablemente, esta posición se vea favorecida por la función semántica de tema o paciente que asumen los sintagmas nominales que funcionan como sujeto en estas estructuras, tan próximos a los objetos directos de las construcciones transitivas. Sin lugar a dudas, otro elemento que condiciona la posición del sujeto explícito es el carácter determinado o indeterminado del sintagma que asume esa función sintáctica. En efecto, como se observa en la tabla siguiente, cuando el sintagma nominal es no determinado solamente aparece pospuesto al núcleo verbal. Cuando el sintagma es determinado, puede preceder o seguir al verbo. Tabla 16: Relación entre el carácter [+ determinado] del sujeto explícito y su posición en la estructura oracional Carácter [+ determinado] Frecuencia Porcentaje Sujeto determinado 897 100 % - en posición preverbal 166 18, 5% - en posición posverbal 731 81, 5% Sujeto no determinado 397 100 % y posición del sujeto 84 Barrenechea y Manacorda de Rosetti (1977) señalan que el 79,47 % de las construcciones pasivas con se tienen el sujeto pospuesto al verbo. Sin embargo, estas autoras no incluyen en sus estadísticas las dos primeras categorías que se han incluido en la tabla anterior ni analizan ejemplos en los que el sujeto se encuentra en singular ya que consideran que estos casos son ambiguos entre una lectura pasiva y una impersonal. Si se toman en cuentan solamente aquellos casos en los que el sujeto es un sintagma nominal expreso, la posposición del sujeto en el corpus analizado alcanza un porcentaje cercano al 87% frente a un 13% de anteposición. 104 - en posición preverbal 0 0% - en posición posverbal 397 100 % En los casos donde es posible la alternancia en la posición del sujeto explícito, la misma dependerá de factores discursivos. En efecto, cuando el sintagma nominal sujeto funciona como tema o tópico, es decir, como información conocida, el mismo precede al verbo. En cambio, si el sintagma aporta información novedosa, su posición es la posverbal. La segunda observación realizada al comienzo del apartado tiene que ver con el carácter [+ animado] de los sintagmas que funcionan como sujetos explícitos en estas estructuras. Mendikoetxea (1999b), por ejemplo, señala que la pasiva con se solo es posible en aquellas construcciones que se corresponden con oraciones transitivas con sujeto explícito en las que el complemento directo de persona no va introducido por la preposición a. Por este motivo, concluye que “con determinantes definidos, no es posible la construcción pasiva, tal y como la hemos definido aquí, con sujetos animados… siendo únicamente viable la construcción impersonal, con el sintagma nominal introducido por la preposición a” (1999b:1675). Los datos estadísticos demuestran que la gran mayoría de las construcciones pasivas con se que se han analizado se construyen con un sujeto que posee el rasgo [-animado] 85 . Sin embargo, de las veinte estructuras que presentan un sujeto animado, es posible reconocer una en la que este sujeto es determinado: 85 Esta conclusión fue señalada, sin el apoyo de datos empíricos, por Cano Aguilar: “La pasiva es el último grado de la pérdida de un valor medio con participación del sujeto en la acción verbal, y esa participación la pierde menos un sujeto animado. Por ello, en la pasiva refleja son muy poco frecuentes los sustantivos animados como sujetos pacientes” (1987:298). 105 “Los alcohólicos antes empezaban a verse en los hospitales a los cuarenta años y ahora se ven antes” (España). Si bien se trata de un único ejemplo, cuya corrección gramatical puede ser cuestionable, se podría dudar de la conclusión a la que llega Mendikoetxea. Se trata de un sujeto que funciona como tema, que está antes del núcleo verbal y cuya posposición al verbo no resulta tan aceptable: ? Antes empezaban a verse los alcohólicos en los hospitales a los cuarenta años… 86 Parece ser, pues, que las pasivas con se admiten un sujeto animado y determinado si el mismo se interpreta como una clase, un tipo, y no como una entidad específica. Por último, se debe señalar que, además de los sintagmas nominales, hay otras estructuras que también pueden funcionar como sujetos explícitos de estas construcciones. De hecho, los sujetos léxicos de los siguientes ejemplos son oraciones subordinadas sustantivas o infinitivos verbales: “Se dice que sin Bizancio el Renacimiento no se comprende” (España). “Se necesitaba que ella fuera a San Cosme” (México). “A los norteamericanos se les prohíbe viajar a Cuba” (Cuba). 86 La escasa frecuencia de sujetos animados determinados en estas construcciones se ha explicado tradicionalmente por la posible ambigüedad que se produciría entre las pasivas resultantes y las construcciones recíprocas. De acuerdo con esta posición, el ejemplo anterior podría interpretarse también como: Los alcohólicos antes empezaban a verse unos a otros en los hospitales a los cuarenta años. Evidentemente, la interpretación recíproca resulta un poco forzada en este contexto. Según los partidarios de esta posición, la posibilidad de confusión habría hecho descartar esta construcción y favorecer la aparición de las impersonales con se en las que la preposición a indica claramente que el argumento debe entenderse como meta o paciente y no como agente de la acción. 106 En estos casos, se podría dudar de su función ya que estas unidades no explicitan la relación de concordancia, como sí lo hacen los sintagmas nominales. Sin embargo, esta relación se manifiesta si se conmutan estas estructuras por un sintagma nominal o por un pronombre: Se dice esa verdad. Se dicen esos rumores. Se necesitaba esa acción. Se necesitaban esos hechos. Se les prohíbe el viaje. Se les prohíben los viajes. 5. 1. 2. Presencia de un adyacente que explicite el agente. Anteriormente, se ha señalado que las oraciones pasivas se construyen con verbos transitivos y que la presencia del clítico provoca la desaparición del argumento que expresa el agente responsable del evento verbal. Sin embargo, parece ser que en algunas oportunidades este agente puede recuperarse mediante un adyacente introducido por la preposición por. No hay acuerdo entre los gramáticos en cuanto a la aceptabilidad de este complemento. El Esbozo, por ejemplo, recoge el ejemplo Se firmó la paz por los embajadores (1973:379). Sin embargo, otros autores cuestionan estas estructuras. María Moliner (1967) señala que es una construcción poco frecuente y gramaticalmente incorrecta. Cano Aguilar (1987), por su parte, considera que este tipo de estructuras son gramaticales, pero poco frecuentes ya que van en contra de la tendencia característica de las oraciones pasivas que es la de no expresar el agente. Los datos que ofrece el corpus analizado corroboran la posición de Cano Aguilar. De hecho, solamente en ocho oraciones pasivas se encuentra este adyacente preposicional: 107 “ - Jugada ilegal, porque ha entrado desde fuera. - Sí, ¿recuerdas una parecida? - Sí, se ha producido por Nacho Solozábal en la primera parte.” (España) “Ahora lo que se trata de estudiar por los tribunales británicos es simplemente si en España se le otorgará las garantías necesarias” (Argentina). “Yo recibo la nota, controlo a ver si ya se ha hecho algo y se le avisa: No lo hagan, porque ya se hizo por otra empresa” (Argentina). “En tercer lugar, que, en el momento de suscribirse el acuerdo, se defina simultáneamente por la autoridad una política de reactivación y fomento para el sector agrícola” (Chile). “Se me negó, por las mismas monjas, tomar el examen de la Universidad de Puerto Rico” (Puerto Rico). “Estamos chocando con un grave problema que es el de la nueva disposición que se ha tomado en raíz de los equipajes, por las autoridades de aviación americanas” (Bolivia). “Y este Año Internacional de la Mujer se ha convertido justamente por la Comisión Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas en una década” (Perú). “Se están dictando cursos por profesoras especializadas” (Colombia). Como se puede observar en los ejemplos trascritos, solo en un caso el adyacente preposicional expresa un agente animado específico (se ha producido por Nacho Solozábal). En las demás oportunidades se trata de un plural (se trata de estudiar por los tribunales británicos; se me negó por las mismas monjas; se están dictando cursos por profesoras especializadas; la nueva disposición que se ha tomado por las autoridades de aviación americana) o de un 108 sustantivo singular que indica un cuerpo constituido por varias personas (ya se hizo por otra empresa; se defina simultáneamente por la autoridad; este año… se ha convertido por la Comisión Jurídica y Social de la Mujer…). En ambos casos se crea, pues, una referencia generalizada, que diluye un poco la noción de agente, entendida prototípicamente como una persona específica. Posiblemente por este motivo Cristina Sánchez López (2002) considera que este complemento encabezado por la preposición por no representa un verdadero agente, “sino un medio, instrumento o causa que de forma secundaria contribuye al cumplimiento de la acción” (2002:61) 87 . En síntesis, el empleo de un adyacente preposicional que explicite el agente en las construcciones pasivas es muy poco frecuente (se da en menos del 0,5% de las construcciones pasivas estudiadas) 88 . Esta característica vincula estas estructuras a las que serán analizadas en el próximo apartado. En efecto, tanto las pasivas como las impersonales con se denotan acciones que implican necesariamente un agente con intencionalidad, que no se menciona porque interesa destacar la acción verbal. 5. 2. Construcciones impersonales con se. Las construcciones analizadas en este apartado, al igual que las pasivas estudiadas en los parágrafos anteriores, denotan eventos 87 Esta interpretación ya fue señalada por Lenz quien cuestiona el valor agentivo del adyacente introducido por por. Este autor entiende que en un ejemplo como Se vigilaba a los prisioneros por los negros el verdadero agente sería la autoridad que ha dado tales órdenes a los negros y que “estos mismos sólo serían el instrumento por medio del cual se ejecuta el acto” (1935:96). Más adelante, agrega que “La expresión del sujeto activo en construcciones reflejas no es imposible en frases como los árboles se cortaron por sus propios dueños, pero es muy poco grata; se prefiere entonces la verdadera pasiva” (1935:96). 88 Por otra parte, como se puede deducir de los ejemplos propuestos, ningún país tiene un número significativo de casos. De hecho solo Argentina proporciona dos ejemplos, luego se encuentran Bolivia, Chile, Colombia, España, Perú y Puerto Rico que aportan un ejemplo cada uno. 109 agentivos en los que no se expresa el agente. Sin embargo, es posible reconocer una serie de rasgos formales que permiten diferenciar ambas estructuras. De hecho, las llamadas impersonales con se se construyen solamente en tercera persona de singular y en ellas no es posible identificar un sujeto explícito que concuerde con el núcleo verbal: “Da una sensación de fulgor extraordinario cuando se entra” (España). “Se estaba denigrando a los artistas que verdaderamente estaban haciendo investigaciones puramente artísticas” (Puerto Rico). “Aquí se ha hablado de democracia” (México). Los ejemplos anteriores demuestran que los verbos que integran estas estructuras se pueden construir sin ningún argumento (como en el primer caso), con un objeto directo que expresa el paciente, la meta o la entidad afectada por el evento verbal (Se denigraba a los artistas) 89 o con un objeto preposicional (Se ha hablado de democracia – Se ha hablado de eso). Por este motivo, se ha decidido clasificar las oraciones impersonales con se en función de los adyacentes que comporta el núcleo verbal: Tabla 17: Construcciones impersonales con se Construcciones Frecuencia Porcentaje -sin ningún argumento 362 54, 44% -con objeto directo 132 19, 85% -con objeto preposicional 171 25, 71% Total 665 100 % impersonales 89 Como ya se ha señalado, más adelante se discutirá con detalle la función sintáctica de este adyacente verbal. 110 Como demuestra la tabla anterior, las oraciones impersonales más numerosas son las que se construyen con un verbo intransitivo. En efecto, aceptan este tipo de construcción tanto verbos inergativos, como inacusativos, copulativos e incluso aquellos que expresan una pasiva perifrástica 90 : - Verbo inergativo: “Se trabajaba en un ambiente tan bueno” (Puerto Rico). - Verbo inacusativo: “Cuando se crece en las calles de una ciudad preñada de violencia, los juegos se vuelven violentos” (España). - Verbo copulativo, verbo comúnmente transitivo, verbo en pasiva perifrástica: “No siempre se es feliz cuando se ama, ¿no es cierto? No siempre se es correspondido” (Chile). El bajo porcentaje de las oraciones impersonales con objeto directo se debe a que solo se construyen así los verbos transitivos cuyo objeto es animado y definido y que, por lo tanto, están encabezados por la preposición a 91 . Varios gramáticos destacan que estas oraciones impersonales con objeto directo introducido por a suponen una evolución posterior a las oraciones pasivas 92 . 90 Evidentemente, no admiten una construcción impersonal con se los verbos que presentan este clítico por otros motivos: * Se se lavó; *Se se levantó; *Se se comió un asado. En estos casos la impersonalidad semántica se expresa con uno. 91 Ya se ha señalado anteriormente que si el objeto directo de un verbo transitivo no está precedido por la preposición a, en la diátesis pasiva es arrastrado al hueco funcional dejado por la pérdida del argumento que denota el agente del evento verbal. Pasa, pues, a funcionar como sujeto léxico y surge una estructura pasiva con se. 92 El Esbozo recoge esta posición y explica su origen señalando que: “El uso de la pasiva refleja aparece consolidado desde los primeros textos literarios… y sigue en progresión creciente hasta nuestros días. Tratándose de cosas, esta construcción no ofrecía dificultad; pero cuando se aplicaba a personas, nacía ambigüedad entre los significados reflexivo, recíproco y de pasiva refleja… Para resolver esta ambigüedad posible, el idioma fue extendiendo la práctica de poner el verbo en singular acompañando al sujeto pasivo con la preposición a. Por ejemplo, la frase ambigua Se obsequian las señoras se convierte en Se obsequia a las señoras, donde no hay duda posible. Pero entonces, inmovilizando al verbo en singular y acompañando las señoras con la preposición a, las construcciones de este tipo quedaron convertidas en oraciones activas de sujeto indeterminado (se) y un complemento directo de persona con la preposición a (las señoras)” 111 Sin embargo, no es esta la única preposición que fuerza la construcción impersonal. Todos los verbos que exigen un objeto preposicional en su estructura argumental forman oraciones impersonales con se: “Se abusa del uso de la medicación” (España). “Hoy no se cree en las grandes causas ni en las grandes pasiones colectivas” (Argentina). “Antes de que empezara el Mundial, en Paraguay a lo menos, ya se pensó en una final entre Alemania con Brasil” (Paraguay). Todas las construcciones impersonales, más allá de su estructura interna, se caracterizan porque sugieren un agente no específico, ya sea este interpretable como un indefinido (alguien) o como genérico (todo el mundo) 93 . Algunos autores han postulado que esta interpretación derivaría de que el clítico se funciona, en estos casos, como un sujeto explícito indeterminado, similar al on francés o al man alemán. Sin embargo, ningún gramático actual es partidario de esta hipótesis y varios señalan argumentos en contra de esta posición. Entre estos argumentos es posible enumerar los siguientes: - Se es un elemento átono y la función sujeto siempre es desempeñada por elementos tónicos. - No puede preceder a la negación (Él no abusa de la medicación, *Se no abusa de la medicación). - No puede omitirse sin que cambie el significado de la oración (Se abusa de la medicación ≠ Abusa de la medicación). (1973:382-383). Con respecto al carácter activo o pasivo de estas construcciones conviene releer el inicio de este capítulo donde se plantea la posición defendida en este trabajo. 93 Para estudiar con mayor profundidad esta interpretación inespecífica del agente en las impersonales con se se pueden consultar De Miguel (1992) y Sánchez López (2002). 112 Por otra parte, otra de las características de las construcciones impersonales con se es que las mismas permiten incluir o excluir al hablante. En efecto, el ejemplo: “De la mujer española se podría estar hablando muchísimo tiempo” (España). podría parafrasearse recurriendo a una construcción impersonal con uno (construcción que siempre incluye al hablante) o a una construcción de tercera persona de plural (que no permite la inclusión del mismo): De la mujer española uno podría estar hablando muchísimo tiempo (inclusión del hablante). De la mujer española podrían estar hablando muchísimo tiempo (exclusión del hablante). Luego de estudiar las características generales de este tipo de construcciones conviene presentar dos aspectos que han dado lugar a polémicas entre distintas posiciones teóricas. En primer lugar, se estudiará con mayor profundidad la función sintáctica del adyacente introducido por a en las construcciones impersonales con verbos transitivos. Por último, se presentarán algunas estructuras que muestran el límite difuso entre estas construcciones y las pasivas que ya han sido abordadas. 5. 2. 1. Las secuencias se le, se lo, se la en las construcciones impersonales. Si bien al iniciar el estudio de estas estructuras se ha señalado que los adyacentes introducidos por a, funcionan como objeto directo, no son 113 pocos los gramáticos que consideran que los mismos desempeñan la función de complemento u objeto indirecto. Alarcos (1994), siguiendo a Bello, sostiene que el clítico funciona como objeto directo tanto en las pasivas con se como en las impersonales. Por eso, considera que el sintagma introducido por a es un objeto indirecto 94 . También llegan a esta conclusión otros autores, como Martínez (1981) o Álvarez Martínez (1989). Estos entienden que el clítico que aparece en estas construcciones y en las pasivas con se es un elemento intransitivizador que bloquea la función de implemento u objeto directo. En las pasivas el sintagma desplazado de la función de objeto directo puede ocupar la función de sujeto léxico. En cambio, en las construcciones impersonales, el sintagma desplazado no puede funcionar como sujeto explícito por estar encabezado por la preposición a y, por lo tanto, se ve desplazado a la función de objeto indirecto. De hecho, los estudios diacrónicos demuestran que la construcción impersonal transitiva regía originariamente un clítico dativo. Por este motivo, Fernández Ordóñez (1999) considera que la secuencia se impersonal + le, les no puede considerarse un caso de leísmo, sino un uso etimológico de le, les. 94 Es necesario destacar que a lo largo de las obras publicadas por este gramático se puede reconocer una evolución en su pensamiento. De hecho, inicialmente Alarcos entendía que en estas construcciones el clítico se “es un elemento que transpone el núcleo verbal a la categoría de los caracterizados por la indeterminación léxica del sujeto, o construcción impersonal” (1970:220). Además, consideraba que los adyacentes introducidos por la preposición a desempeñaban la función de implemento u objeto directo. En una obra posterior y quizás, como señala el propio Alarcos en su prólogo, por la “difícil búsqueda de equilibrio entre la relativa claridad y la exactitud de la exposición” (1994:20), simplifica sus planteos y llega a sostener que el clítico funciona como objeto directo no solo en las construcciones reflexivas o recíprocas sino también en las pasivas y en las de carácter impersonal. 114 Sin embargo, hay motivos suficientes para entender que este adyacente debe ser considerado objeto directo. En primer lugar, algunos autores señalan que su conmutación por le o les puede ser obligada porque permite evitar secuencias ambiguas. Así, para una construcción como Se los entregó, podría suponerse una interpretación impersonal (Se entregó a los delincuentes) o una interpretación con un agente determinado que no se explicita por motivos contextuales (Juan se los entregó). En cambio, secuencias como Se les entregó nunca serían ambiguas y solo podrían ser interpretadas como impersonales. Por otro lado, zonas americanas característicamente no leístas, como la región rioplatense, admiten la conmutación por los clíticos acusativos: lo, los, la, las. Incluso en España este adyacente es sustituido por la, las en zonas no laístas. Martín Zorraquino ofrece un testimonio que confirma esta afirmación ya que, al criticar la posición de Alarcos a la que se ha hecho referencia, señala que este autor “postula, así, un supuesto laísmo en las expresiones impersonales (en, v. gr., se la coloca –por se coloca a la dama– o en se las coloca –por se coloca a las damas–) que resulta realmente sorprendente para un hablante que habitualmente no sea laísta. Para mí, al menos, en cuanto hablante perteneciente a una zona claramente no laísta dentro del dominio hispánico, el la o el las de los ejemplos que preceden no son representativos de un objeto indirecto sino directo; yo diría siempre se la colocó a la dama –y no se le colocó– y no diría nunca, en cambio, una frase como la dije que viniera (por le dije que viniera)” (1994:58). Es interesante, pues, estudiar estas secuencias de clíticos en el corpus analizado. En la totalidad de la muestra hay cincuenta y seis oraciones impersonales en las que se da una secuencia de clíticos. En la siguiente tabla se muestra cómo se distribuyen estas construcciones por 115 países y se explicita cuáles son los clíticos preferidos por cada variedad diatópica. Tabla 18: Secuencia de clíticos en oraciones impersonales País Se le, les Se lo, los Se la, las Total Argentina 0 0% 8 73% 3 27% 11 100% Bolivia 1 14% 5 72% 1 14% 7 100% Chile 4 57% 2 29% 1 14% 7 100% Colombia 1 100% 0 0% 0 0% 1 100% Costa Rica 2 100% 0 0% 0 0% 2 100% Cuba 2 100% 0 0% 0 0% 2 100% España 9 75% 1 8% 2 17% 12 100% México 1 100% 0 0% 0 0% 1 100% Paraguay 2 50% 2 50% 0 0% 4 100% Perú 2 50% 1 25% 1 25% 4 100% Puerto Rico 2 100% 0 0% 0 0% 2 100% Venezuela 2 67% 0 0% 1 33% 3 100% Total 28 50% 19 34% 9 16% 56 100% Los datos que aporta el cuadro anterior permiten deducir que se está frente a un proceso gramatical en evolución en el que se observan vacilaciones y soluciones diferentes en las distintas variedades diatópicas. Es significativo que solo se obtengan datos absolutos (próximos al 100% o de 100%) en aquellos países que proporcionan pocos ejemplos del fenómeno que se analiza. Parece que la situación generalizada es una tendencia a equiparar las construcciones impersonales con se a las construcciones transitivas con sujeto explícito. Esta tendencia se encuentra en su fase inicial en algunos países y está plenamente consolidada en otros, como en Argentina donde se establece un paralelismo total entre ambas estructuras: 116 “Como se encuentra en las inmediaciones el senador que debe prestar juramento, si hay asentimiento se lo invitará a pasar al recinto” (Argentina) “Autores como Borges y Cortázar no se los puede discutir” (Argentina). “Cuando se lo procesa a Camilión ya, en fin, él está procesado…” (Argentina). “Hace que el libro sea intraducible. No intraducible porque no se lo pueda traducir, se lo puede traducir” (Argentina). “Además, a la democracia se la cura precisamente con más democracia” (Argentina). “Es cierto que cuando aparecen estas megaobras uno se asusta. Si no se las construye, muchas veces la Historia nos puede demandar por no haber estado trabajando en forma paralela al tiempo” (Argentina). Como se observa en los siguientes ejemplos, la variedad argentina conmuta el adyacente introducido por a por clíticos acusativos tanto en aquellos casos en los que el antecedente es una entidad animada como inanimada. Por otra parte, estas expresiones permiten ilustrar otros fenómenos interesantes. La tercera construcción, por ejemplo, muestra la coexistencia del clítico con un objeto directo pospuesto al núcleo verbal (Se lo procesa a Camilión). Pero, sin lugar a dudas, el fenómeno que se debe destacar es la presencia de construcciones impersonales en contextos donde se esperarían pasivas con se: “Hace que el libro sea intraducible. No intraducible porque no se lo pueda traducir” “Es cierto que cuando aparecen estas megaobras uno se asusta. Si no se las construye…” 117 En estos casos ni los verbos exigen un objeto directo preposicional ni el sintagma que es sustituido por el clítico denota una entidad animada. Estos ejemplos parecen demostrar que se está produciendo un proceso de extensión de la construcción impersonal con clíticos, proceso que no es exclusivo de la variedad argentina: “El chairo es una sopa que se la prepara con chuño” (Bolivia). “Es muy frecuente ahora el divorcio por cosas sin importancia… O sea que algo que se debía haber tomado como una medida última y en casos extremos, ahora se lo toma con ligereza” (Bolivia). “En Europa se paga cincuenta y tres por ciento sobre las utilidades y aquí cerca del quince por ciento. Sin embargo, tampoco se les puede comparar con los existentes en países emergentes de Asia” (Chile). Por último, en España continúa predominando la sustitución del adyacente por los clíticos le, les. Solamente en tres construcciones aparecen clíticos acusativos: “No se la considera ya como una mujer igual que las demás” (España). “(Las plantas) se benefician mucho si después de un período de media actividad o de casi inactividad, como es el mes de agosto, los meses de verano en concreto, se las estimula un poco mediante dos acciones: una, cortar las puntas de todos aquellos tallos, sobre todo los que parezcan en peor estado” (España). “Se los llamó contratos basura” (España). Si bien por el escaso número de construcciones no es posible realizar generalizaciones muy contundentes, es interesante observar que en todas las oportunidades en las que se emplea el clítico le(s) este sustituye a un sintagma que contiene un sustantivo masculino de referente animado. El clítico la(s) se utiliza para sustituir sustantivos femeninos referidos tanto a personas como a otras entidades. Por último, la única presencia del clítico los refiere a un sustantivo masculino que designa una entidad no animada. Estos datos permiten postular que 118 también en la península se produce un proceso de equiparación de las construcciones impersonales con se a las correspondientes oraciones transitivas con sujeto explícito. 5. 2. 2. Construcciones esporádicas. En este apartado se presentan dos construcciones que aparecen con una frecuencia muy baja en el corpus, pero que son interesantes porque muestran el límite difuso y las contaminaciones que se pueden producir entre estas construcciones impersonales y las pasivas con se. Se ha señalado anteriormente que en las pasivas es posible, aunque también poco frecuente, la presencia de un adyacente introducido por la preposición por que explicite el agente controlador del evento verbal. Este adyacente también puede aparecer en oraciones impersonales. De hecho, el corpus nos ofrece el siguiente ejemplo: “El problema de la juventud es un problema muy traído y muy llevado por todo el mundo y de él se ha hablado ya muchísimo por personas más competentes que yo” (España). Si bien la normativa condena su uso, su presencia es otro argumento que permite demostrar las semejanzas que, desde el punto de vista semántico, se pueden establecer entre las oraciones impersonales y las pasivas con se. En efecto, la distinción entre ambas estructuras solo debe hacerse recurriendo exclusivamente a los motivos formales que ya han sido reiteradamente señalados. La segunda construcción que también aparece en una sola oportunidad es la siguiente: 119 “Ahí se llevan a los chiquitos que pueden ambular, los llevan y ahí les ponen juegos” (México). Estas construcciones en las que un verbo en plural concuerda con el sintagma que funciona como objeto directo son rechazadas unánimemente por los gramáticos y todos los estudios estadísticos realizados sobre el tema coinciden en destacar su presencia esporádica. Sin embargo, el corpus aporta otro ejemplo interesante en el que un verbo intransitivo concuerda en número con un adyacente circunstancial: “Son dos lugares estupendos pero que a los que todavía no se pueden llegar porque incluso no existen vías de comunicación cómodas para llegar allá” (Bolivia). Habitualmente, estos ejemplos no han sido tratados en ningún estudio gramatical. De hecho, solo es posible encontrar alguna referencia en una nota al pie de página en un artículo de Mendikoetxea en el que se señala que “es posible encontrar ejemplos en los que el verbo concuerda incluso con locuciones adverbiales temporales, como el que recogimos en un local comercial de Valladolid: Se abren domingos” (1999b:59). Estos ejemplos, esporádicos por cierto y en gran medida propios de la lengua oral, se explicarían por la tendencia mayoritaria a la concordancia en oraciones construidas con el clítico se. Sin lugar a dudas, es más interesante estudiar otras estructuras que también han sido consideradas anómalas por algunas tradiciones gramaticales y que presentan una frecuencia de aparición más elevada que las mencionadas en los párrafos anteriores. Se trata de casos como Se vende pisos y son el objeto de estudio del siguiente parágrafo. 120 5. 3. Construcciones no concordadas. Para finalizar el capítulo se ha reservado una de las cuestiones más debatidas en el estudio de las construcciones con se exclusivas de la tercera persona. Se trata de las secuencias como Se vende pisos en las que el verbo no concuerda con el sustantivo en plural. La gramática tradicional sancionó estas construcciones y las consideró incorrectas desde el punto de vista gramatical. En efecto, ya Bello (1847) reconoce su empleo y recrimina duramente su uso. El Esbozo (1973), menos radical, recomienda la construcción concordada por considerarla más culta y literaria. Entiende que en las estructuras concordadas prevalece el significado pasivo (los pisos son vendidos) mientras que en las no concertadas predominaría el sentido activo con sujeto determinado (alguien vende pisos). Por este motivo, denomina a las primeras impersonales pasivas y a las segundas impersonales activas. Otros autores, como Otero (1968), entienden que la construcción no concordada es gramatical y que debe ser analizada como una oración activa impersonal. Para este autor, la construcción concordada sería un caso especial de concordancia con el objeto. En un tercer grupo se puede ubicar a una serie de gramáticos que entienden que ambas construcciones son posibles y gramaticales. Para la mayoría de estos, las estructuras no concertadas serían casos de oraciones impersonales ya que no se establece la concordancia entre el 121 verbo y el sintagma nominal. Mendikoetxea (1999b), por el contrario, prefiere estudiarlas como variantes de las estructuras pasivas 95 . Más allá de esta discusión teórica, es interesante identificar si en el corpus analizado hay construcciones no concordadas, cuál es su porcentaje de aparición y en qué contextos se dan con mayor frecuencia. Asimismo, resulta interesante comparar los resultados obtenidos en esta investigación con los que reflejan dos estudios estadísticos anteriores realizados por Martín Zorraquino (1978) y DeMello (1995). En nuestro corpus hay 749 construcciones con se no paradigmático y un sustantivo en plural no precedido de preposición. En el 91% de las mismas se produce la concordancia entre la forma verbal y el sustantivo o sintagma nominal en plural, mientras que solo en 66 estructuras (aproximadamente un 9%) no se produce la concordancia. Estos porcentajes son muy similares a los señalados por los estudios a los que se hacía referencia anteriormente. DeMello, por ejemplo, encuentra un 13% de estructuras no concordadas en su corpus, mientras que Martín Zorraquino llega a la conclusión de que la frecuencia de las estructuras concordadas es superior al 90% del total de casos recogidos. Por otra parte, la presencia de estructuras no concordadas no puede considerarse un fenómeno regional, ya que en el corpus hay ejemplos de prácticamente todas las variedades geográficas del mundo 95 Mendikoetxea fundamenta esta posición de la siguiente manera: “A lo largo de este capítulo hemos seguido una clasificación de carácter formal, reservándose el término impersonal a aquellas oraciones en las que el objeto nocional de un verbo transitivo va introducido por la preposición a. Seguimos aquí manteniendo esta definición… considerando así el giro no concertado (Se vende botellas), no como una oración impersonal sino como una ‘variante’ de las oraciones pasivas con se” (1999b:1677). 122 hispánico y la frecuencia de aparición de estas estructuras en todas ellas es muy similar 96 : “A veces se tiene muchísimas dificultades para hablar de lo que no existe”” (España). “Pido que se dé instrucciones para que en el acta correspondiente se establezca lo que me ha permitido solicitar a usted” (México). “Se vende el motor, se vende aparte las piezas” (Paraguay). “Ahora lo que se trata de estudiar por los tribunales británicos es simplemente si en España se le otorgará las garantías necesarias” (Argentina). Otro elemento interesante que se desprende del análisis de estas estructuras tiene que ver con la posición del sintagma nominal pluralizado. De hecho, los giros no concertados se dan si el mismo va pospuesto al núcleo verbal. Solo se dan casos de anteposición cuando el sustantivo es el antecedente de un pronombre relativo: “¿No cancelan esos derechos los tratados que se ha firmado al fin de la guerra?” (Bolivia) “Eso demuestra la mala orientación que había en la escuela superior y las actitudes tan arcaicas sobre educación que se tenía” (Puerto Rico). Sin embargo, como demuestra la tabla siguiente, los casos de ausencia de concordancia entre el verbo y un sustantivo antecedente de un pronombre relativo son aun menos frecuentes. 96 Cartagena (1971) rechaza también esta clasificación de la construcción como regional y señala ejemplos de uso extraídos de publicaciones argentinas, cubanas, guatemaltecas y españolas. Además, agrega que numerosos informantes hispanoamericanos (procedentes de Colombia, Venezuela, Perú, Bolivia y México) le han confirmado la existencia de estos giros no concordados en sus respectivos países. 123 Tabla 19: Distribución de las construcciones no concordadas de acuerdo con la posición del sintagma nominal Posición Estructuras Estructuras no del concordadas concordadas sustantivo Anteposición 75 100% 0 0% Antecedente 165 96% 7 4% 443 88% 59 12% de relativo Posposición Por otra parte, los dos estudios mencionados muestran datos contradictorios sobre la presencia de construcciones no concordadas con sustantivos modificados por un determinante. Martín Zorraquino (1979) señala que el rasgo [+ determinado] del sintagma nominal obstaculiza el empleo de la construcción no concordada. Esta autora llega a considerar que usos como Se vende los libros “quedan totalmente excluidos de una gramática del español” (1979:275). La investigación realizada por DeMello contradice esta afirmación ya que él encuentra que la construcción no concertada con determinante es dos veces más frecuente que la misma construcción sin determinante. Los datos que aporta el corpus analizado en este trabajo confirman la posición de DeMello. El 55% de las construcciones no concertadas presentan un sintagma nominal determinado. Por último, es necesario destacar que más del 40% de las construcciones no concertadas se construyen con una perífrasis verbal: “Por lo tanto, eso no implica que haya una relación de, digamos, compañerismo o camaradería, si es que se puede utilizar estas palabras” (Bolivia). 124 “Y el propio Gatt ha establecido que se puede poner excepciones” (Chile). “Ese es el origen de la lógica mayor, ¿no? Y entonces sí se tiene que estudiar diferentes posiciones” (México). “Se ha estado derrochando de una manera sistemática, degradante para estos países, los recursos de esos países” (España). La falta de concordancia en estos casos puede deberse a que el hablante supone que el infinitivo, en lugar de constituir una unidad funcional con el verbo auxiliar, es el adyacente de la forma conjugada 97 . En síntesis, estas construcciones no concordadas son minoritarias frente a los giros concertados, pero están presentes en una amplia zona del mundo hispánico. Hay algunos factores que favorecen su uso, como la presencia de un sintagma nominal pospuesto al verbo y el carácter definido de este. Es llamativo, además, el número importante de construcciones no concordadas que presentan perífrasis verbales. Entre ellas, las más frecuentes en estas estructuras son las modales. 97 Para una visión distinta de este fenómeno se puede consultar Mendikoetxea (1999b). 125 CONCLUSIONES En los capítulos precedentes se ha pretendido clasificar, analizar y, en la medida de lo posible, explicar la presencia del clítico se en unas 5.000 construcciones extraídas de una muestra del Corpus de Referencia del Español Actual (CREA) de la Real Academia Española. Si se revisan los objetivos planteados en la introducción de este trabajo, se puede considerar que los mismos han sido cumplidos. Por un lado, se pudo llegar a una clasificación de las distintas estructuras con se que intenta ser un aporte para la discusión teórica de este tema al determinar la frecuencia de aparición de cada tipo de construcciones 98 . Si bien muchos gramáticos habían realizado afirmaciones intuitivas sobre este aspecto 99 , este tipo de estudios estadísticos en sintaxis no es muy común y solo se tiene conocimiento de una serie de investigaciones realizadas desde esta perspectiva por De Kock y DeMello, citadas en la bibliografía de la tesis. Por otra parte, para que esta clasificación resultara coherente, se utilizó una serie de criterios comunes para determinar a qué grupo pertenecía cada ejemplo. En efecto, se tuvo en cuenta si en ellas el clítico desempeña o no una función sintáctica, si puede alternar con los demás pronombres átonos o si se trata de estructuras exclusivas de la tercera persona, si admite un refuerzo reflexivo como a sí mismo, si implica un mecanismo de reducción valencial, si afecta a un verbo que exige un primer argumento con una función semántica determinada y si su presencia es gramaticalmente facultativa en la estructura oracional. 98 En el Apéndice dos se encuentra la frecuencia de aparición de cada una de las estructuras analizadas. 99 Véase, por ejemplo, la nota uno con la posición de Cano Aguilar (1987). 126 Este trabajo pretendió, además, ofrecer un análisis crítico de distintas propuestas teóricas sobre estas construcciones que, como ya se ha señalado, son numerosas y variadas. Frente a esta heterogeneidad en las perspectivas de abordaje, se pretendió ser coherente con un marco teórico: la sintaxis funcional y sus presupuestos, explicitados por gramáticos como Tesnière, Dik o Gutiérrez Ordóñez. Sin embargo, también fueron tenidos en cuenta los aportes de la tradición gramatical y algunas investigaciones de la gramática generativa que, últimamente, se ha dedicado al estudio de este tema. Desde esta perspectiva teórica, el trabajo plantea algunas interrogantes para futuras investigaciones, como la necesidad de reflexionar con mayor profundidad sobre la pertinencia de la clasificación de los verbos intransitivos del español en inacusativos e inergativos, o como la importancia de continuar estudiando los motivos por los que un hablante utiliza el clítico como marcador aspectual. Si bien en los últimos años se ha avanzado al demostrar que el mismo no puede aparecer en cualquier estructura oracional, todavía es necesario explicar con mayor profundidad por qué en determinados contextos comunicativos los hablantes sienten la necesidad de emplearlo. También se recogen en esta investigación algunos fenómenos relacionados con variedades diatópicas o con procesos de evolución en marcha. En el segundo capítulo, por ejemplo, se estudió la presencia de estructuras como esto se los he dicho a ustedes y se identificó que este tipo de construcciones se encuentran, en mayor o en menor medida, en todas las variedades del llamado español de América. Se intentó explicar este fenómeno, además, como un proceso de lexicalización en marcha. En los siguientes capítulos, se intentó recoger aquellos verbos que se construyen frecuentemente como pronominales en determinadas 127 variedades. Se observó que muchos de estos verbos admitieron un clítico en el español clásico, por lo que su pervivencia en el español de algunas zonas americanas podría explicarse como arcaísmos arraigados en estas variedades. Al estudiar las construcciones exclusivas de la tercera persona se analizó la secuencia de clíticos en las oraciones impersonales transitivas y se intentó demostrar que también hay un proceso de cambio. Este proceso tiende a equiparar estas construcciones con las estructuras transitivas correspondientes con sujeto explícito. Por último, se decidió cerrar el trabajo analizando la presencia de construcciones no concertadas del tipo Se vende pisos y se señaló que, si bien se trata de una solución aún minoritaria con respecto al giro concordado, es posible encontrar estas expresiones en todas las variedades del mundo hispánico y se enumeraron los factores que parecen favorecer la no concordancia, como la posición del sintagma nominal, su carácter definido o indefinido, la presencia de perífrasis verbales, etc. Evidentemente un trabajo que pretenda estudiar la totalidad de las construcciones con se no puede dejar de ser un trabajo panorámico. De hecho, esa es una de sus características: permitir una aproximación general a este problema tan complejo y dejar planteadas interrogantes para investigaciones posteriores. Es interesante, por ejemplo, estudiar estos fenómenos de variación apenas esbozados en la variedad uruguaya, sobre la que no hay estudios específicos. El CREA tampoco aporta documentos suficientes como para realizar una investigación sobre la variedad diatópica señalada. Por eso, sería necesario elaborar un corpus específico, que contenga tanto textos orales como textos escritos y que permita demostrar con qué frecuencia se dan fenómenos como los señalados en el párrafo anterior. Sin lugar a dudas, uno de los aciertos de este trabajo es, pues, su carácter fermental. 128 BIBLIOGRAFÍA Alarcos Llorach, E., 1970, Estudios de gramática funcional del español, Madrid, Gredos. ___, 1994, Gramática de la lengua española, Madrid, Espasa-Calpe. Alonso, A. y Henríquez Ureña, P., 1971, Gramática castellana. Segundo curso, Buenos Aires, Editorial Losada. Álvarez Martínez, Mª A., 1989, El pronombre, Madrid, Arco Libros. Babcock, S., 1970, The sintax of Spanish reflexive verbs. The parameters of the middle voice, La Haya, Mouton. Barra Jover, M., 1996, “Dativo de interés, dativo aspectual y las marcas de aspecto perfectivo en español”, Verba, 23, págs. 121 – 146. Barrenechea, A. M. y Manacorda de Rosetti, M, 1977, “La voz pasiva en el español hablado en Buenos Aires”, en Lope Blanch, J. M. (ed.), Estudios sobre el español hablado en las principales ciudades de América, México, Universidad Nacional Autónoma de México, págs. 395 – 405. Bello, A., 1847, Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos, Ed. de R. Trujillo, Santa Cruz de Tenerife, Instituto Universitario de Lingüística Andrés Bello, Cabildo Insular de Tenerife, 1981. Benveniste, E., 1981, Problemas de lingüística general, México, Siglo XXI. 129 Bobes Naves, Mª del C., 1974, “Construcciones castellanas con se. Análisis transformacional”, Revista Española de Lingüística, 4, págs. 87 – 127 y 301 – 325. Bosque, I. (ed.), 1985, “Sobre las oraciones recíprocas en español”, Revista Española de Lingüística, 15, 1, págs. 59 – 96, Madrid, Gredos. _____, 1990, Tiempo y aspecto en español, Madrid, Cátedra. Bosque, I. y Demonte, V. (dirs.), 1999, Gramática descriptiva de la lengua española, Madrid, Espasa-Calpe, 3 volúmenes. Butler, Ch. et alter, 1999, Nuevas perspectivas en Gramática Funcional, Barcelona, Editorial Ariel. Campos, H., 1999, “Transitividad e intransitividad”, en Bosque y Demonte (eds.), Gramática Descriptiva de la Lengua Española, Madrid, Espasa – Calpe, Volumen 2, págs. 1521- 1574 Cano Aguilar, R., 1981, Estructuras sintácticas transitivas en el español actual, Madrid, Gredos. Cartagena, N., 1971, Sentido y estructura de las construcciones pronominales en español, Concepción, Publicaciones del Instituto Central de Lenguas. De Kock, J. y DeMello, G., 1997, Gramática española: enseñanza e investigación. Apuntes metodológicos. Lengua escrita y hablada culta en América y España. Diez Casos, Volumen I, 5, Salamanca, Ediciones Universidad Salamanca. 130 DeMello, G., 1995, “Concordancia entre el verbo pronominal de tercera persona y su sustantivo: se venden flores vs. se vende flores”, Anuario de Letras, XXXIII, págs. 59 – 82. Demonte V., 1990, “Transitividad, intransitividad y papeles temáticos”, en Demonte y Garza Cuarón (comps.), Estudios de lingüística de España y México, México, El Colegio de México – UNAM, págs. 115 – 150. _____, 1994, “La ditransitividad en español: léxico y sintaxis”, en Demonte, V. (ed), Gramática del español, México, Colegio de México, págs. 431 – 470. Demonte, V. y Masullo, P., 1999, “La predicación: los complementos predicativos”, en Bosque y Demonte (eds.), Gramática Descriptiva de la Lengua Española, Madrid, Espasa-Calpe, Volumen 2, págs. 2461 – 2523. Di Tullio, Á., 1997, Manual de gramática del español, Buenos Aires, Edicial. Dik, S., 1981, Gramática funcional, Madrid, SGEL. _____, 1989, The Theory of Functional Grammar. Part I: The structure of the clause, Dordrecht, Foris Publications. Fernández Lagunilla, M. y Miguel, E. de, 1999, “Relaciones entre el léxico y la sintaxis: adverbios de foco y delimitadores aspectuales”, Verba, 26, págs. 97 – 128. 131 Fernández Ordóñez, I., 1999, “Leísmo, laísmo y loísmo”, en Bosque y Demonte (eds.), Gramática Descriptiva de la Lengua Española, Madrid, Espasa – Calpe, volumen I, págs. 1317 – 1398. Fernández Ramírez, S., 1986, Gramática española. El verbo y la oración, Volumen 4, Madrid, Arco Libros. Fernández Soriano, O. (ed.), 1993, Los pronombres átonos, Madrid, Taurus Universitaria. García E., 1995, “Reflexiones sobre la reflexividad”, Iberoromania 42, págs. 30 – 54, Tübingen, Max Niemeyer Verlag. Gili Gaya, S., 1964, Curso superior de sintaxis española, Barcelona, Biblograf. Gómez Molina. C., 1981, “Las formas pronominales de 3ª persona en los verbos transitivos”, Lingüística Española Actual III/I, págs. 73 – 157, Madrid, ICI. Gómez Torrego, L., 1992, Valores gramaticales de se, Madrid, Arco Libros. _____, 1994, La impersonalidad gramatical: descripción y norma, Madrid, Arco Libros. Gutiérrez Ordóñez, S., 1997, La oración y sus funciones, Madrid, Arco Libros. 132 _____, 1999, “Los dativos”, en Bosque y Demonte (eds.), Gramática Descriptiva de la Lengua Española, Madrid, Espasa – Calpe, Volumen 2, págs. 1855 – 1930. _____, 2002, Forma y sentido en sintaxis, Madrid, Arco Libros. Hernández Alonso, C., 1966, “Del se reflexivo al impersonal”, Archivum XVI, págs. 39 – 66. Hidalgo Navarro, A., 1996, “Sobre los empleos expletivos del reflexivo se en el español americano”, Cauce, 18 – 19, págs. 361 – 386. Kany, Ch., 1969, Sintaxis hispanoamericana, Madrid, Gredos. Lapesa, R., 1981, Historia de la lengua española, Madrid, Gredos. Lázaro Mora, F., 1983, “Observaciones sobre se medio”, Serta philologica F. Lázaro Carreter, Tomo 1, Madrid, Cátedra, págs. 301 – 307. Lenz, R., 1935, La oración y sus partes, Madrid, Centro de Estudios Históricos. Lyons, J., 1981, Introducción en la lingüística teórica, Barcelona, Editorial Teide. Manacorda de Rosetti, M., 1969, “La frase verbal pasiva en el sistema español”, en Barrenechea y Manacorda de Rosetti, Estudios de gramática estructural, Buenos Aires, Paidós, págs. 71 - 90. 133 _____, 1969, “La llamada pasiva con se en el sistema español”, en Barrenechea y Manacorda de Rosetti, Estudios de gramática estructural, Buenos Aires, Paidós, págs. 91 - 100. Marcos Marín, F., 1978, Estudios sobre el pronombre, Madrid, Gredos. Martín Zorraquino, Mª A., 1979, Las construcciones pronominales en español. Paradigma y desviaciones, Madrid, Gredos. _____, 1994, “La estructura del predicado y los valores de se en la Gramática de la lengua española de Alarcos”, Español Actual, 61, págs. 53 - 59 Martínez, J.A., 1981, “Sobre el se en español”, Revista de Filología de la Universidad de La Laguna, 0, págs. 87 – 92. Martínez García, H., 1986, El suplemento en español, Madrid, Gredos. Masullo, P. J., 1992, Incorporation and Case Theory in Spanish. A Crosslinguistic Perspective, Tesis doctoral, University of Washington. Melis, C., 1999, “Variación sintáctica con los verbos de emoción”, Español Actual, 71, págs. 49 – 61. Mendikoetxea, A., 1999 a, “Construcciones inacusativas y pasivas”, en Bosque y Demonte (eds.), Gramática Descriptiva de la Lengua Española, Madrid, Espasa – Calpe, Volumen 2, págs. 1575 - 1629. 134 _____, 1999 b, “Construcciones con se: medias, pasivas e impersonales”, en Bosque y Demonte (eds.), Gramática Descriptiva de la Lengua Española, Madrid, Espasa – Calpe, Volumen 2, págs. 1631 – 1722. Miguel Aparicio, Elena de, 1992, El aspecto en la sintaxis del español: Perfectividad e impersonalidad, Madrid, Ediciones de la Universidad Autónoma de Madrid. _____, 1999, “El aspecto léxico”, en Bosque y Demonte (eds.), Gramática Descriptiva de la Lengua Española, Madrid, Espasa – Calpe, Volumen 2, págs. 2977 – 3060. Moliner, Mª, 1967, Diccionario de uso del español, Madrid, Gredos. Morimoto, Y., 1998, El aspecto léxico: delimitación, Madrid, Arco Libros. Nishida, C., 1994, “The Spanish reflexive clitic se as an aspectual class marker”, Linguistics, an interdisciplinary journal of the language sciences, 32 – 3, págs. 425 – 458. Otero, C. P., 1968, “El otro se”, en Actas del XI Congreso Internacional de Lingüística y Filología Románicas, Madrid, CSIC, págs. 1841–1851. _____, 1999, “Pronombres reflexivos y recíprocos”, en Bosque y Demonte (eds.), Gramática Descriptiva de la Lengua Española, Madrid, Espasa – Calpe, Volumen 1, págs. 1427 – 1517. _____, 2002, “Facetas de se”, en Sánchez López (ed.), Las construcciones con se, Madrid, Visor, págs. 165 – 206. 135 Real Academia Española, 1973, Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, Madrid, Espasa – Calpe. _____, 2001, Diccionario de la lengua española, Madrid, Espasa – Calpe. Roca Pons, J., 1960, Introducción a la gramática, Barcelona, Ed. Teide, 1976. Rodríguez Izquierdo y Gavala, F., 1980, “La pervivencia de la función de dativo en el pronombre reflexivo español se”, Lingüística Española Actual II/I, págs. 81 – 102, Madrid, ICI. Rojo, G., 1983, Aspectos básicos de sintaxis funcional, Cuadernos de Lingüística 4, Málaga, Ágora. Sánchez López, C. (ed), 2002, Las construcciones con se, Madrid, Visor Libros. Sanz, M., y Laka, I., 2002, “Oraciones transitivas con se: el modo de acción en la sintaxis”, en Sánchez López, C. (ed), Las construcciones con se, Madrid, Visor Libros. Seco, M., 1989, Gramática esencial del español. Introducción al estudio de la lengua, Madrid, Espasa-Calpe. Seco, M., Andrés, O., Ramos, G., 1999, Diccionario del español actual, Madrid, Aguilar. Seco, R., 1988, Manual de gramática española, Madrid, Aguilar, undécima edición. 136 Strozer, J., 1978, “On the So-called dative of interest”, Hispania, 61, págs. 117 – 123. Tesnière, L., 1994, Elementos de sintaxis estructural, Madrid, Gredos. 137 APÉNDICE UNO: DOCUMENTOS QUE INTEGRAN LA MUESTRA ANALIZADA Nº País Documento 1 Argentina BA-3. Mujer de 28 años. Profesora de Filosofía. 2 Argentina BA-4. Mujer de 31 años. Estudios de computación científica. 1987. 3 Argentina BA-5. Hombre de 49 años. Médico. 1987. 4 Argentina BA-6. Hombre de 39 años. Directivo de un canal de televisión. 1987. 5 Argentina BA-9. Mujer de 48 años. Profesora de Letras. 1987. 6 Argentina BA-13. Mujer de 63 años. Asistente social. 1987 7 Argentina BA-14. Mujer de 57 años. Administradora de su estancia. 1987. 8 Argentina Pinky. Magacine. 1998. 9 Argentina El refugio para la cultura, Radio América, 21 de diciembre de 1998. 10 Argentina Reunión 6, sesión ordinaria, 7 de abril de 1999. 11 Argentina Reunión 28, Sesión ordinaria, 1 de julio de 1998. 12 Argentina Reunión 39, Sesión ordinaria, 26 de agosto de 1998. 13 Argentina Reunión 42, Sesión ordinaria, 3 de septiembre de 1998. 14 Argentina Reunión 64, Sesión ordinaria, 25 de noviembre de 1998. 15 Argentina Reunión 53, Sesión ordinaria, 21 de octubre de 1998. 16 Argentina Reunión conjunta de Senadores y Diputados en homenaje al Presidente de la República de Sudáfrica. 1998. 17 Bolivia LP-1. Hombre de 25 años. Estudiante universitario. 1992. 18 Bolivia LP-4. Mujer de 25 años. Ama de casa. 1992. 19 Bolivia LP-5. Hombre de 41 años. Gerente de empresa. 1992. 20 Chile CH-1. Hombre de 25 años. Estudiante de Medicina. 21 Chile CH-4. Mujer de 31 años. Asistente social. 138 22 Chile CH-7. Hombre de 36 años. Sicólogo. 23 Chile CH-13. Mujer de 56 años. Nutricionista. 24 Chile Sesión 5, sábado 16 de octubre de 1999. 25 Chile Sesión 26, martes 31 de agosto de 1999. 26 Chile Sesión 42, 20 de marzo de 1996. 27 Colombia BO-2. Hombre de 26 años. Doctor en Derecho. Periodista. 28 Colombia BO-9. Mujer de 40 años. Radióloga. 29 Colombia BO-14. Mujer. Licenciada en Bellas Artes. 30 Costa Rica CR-3. Mujer de 34 años. Licenciada en Administración Pública. 31 Costa Rica CR-5. Hombre de 37 años. Profesor universitario. 1992. 32 Costa Rica CR-11. Hombre de 64 años. Licenciado en Economía. 1992. 33 Cuba Discurso de Fidel Castro en la clausura del VIII Congreso de la Federación Latinoamericana de Periodistas. 1987. 34 Cuba Discurso de Fidel Castro ante un grupo de niños. 1999. 35 Cuba Respuesta de Fidel Castro a una pregunta de una joven estudiante norteamericana. 1999. 36 España MA-1. Hombre de 25 años. Estudiante de Ingeniería. 1981. 37 España Si yo fuera presidente, TVE2, 18 de octubre de 1983. 38 España Televisión, Retransmisiones deportivas, Madrid, febrero de 1991. 39 España Conversación entre amigas, Segovia, 27 de marzo de 1991. 40 España A debate. Madrid. 26 de noviembre de 1991. 41 España Conversación entre amigos, vía pública. Madrid. 23 de mayo de 1991. 42 España Cadena COPE, Madrid, 1 de marzo de 1991. 43 España Hablando se entiende la gente, Tele 5, Madrid, 8 de febrero de 1991. 139 44 España Clase de Bachillerato. Madrid. 19 de diciembre de 1991. 45 España Radio, Madrid y Málaga, 3 de octubre de 1991. 46 España GC-6. Hombre, periodista. 1992. 47 España Telediario matinal. 6 de noviembre de 1996. 48 España Entrevista CSC003, hombre, 22 años. 1998. 49 España Mujer de 46 años. Entrevista CSC005. 1998. 50 México ME-1. Hombre de 26 años. Contador público. 51 México ME-2. Hombre de 25 años. Ingeniero químico. 52 México ME-3. Mujer de 25 años. Artes plásticas. 53 México ME-5. Hombre de 49 años. Profesor de Filosofía. 54 México ME-7. Hombre de 38 años. Ingeniero civil. 55 México ME-8. Mujer de 42 años. Psicoanalista. 56 México ME-9. Mujer de 49 años. Ama de casa. 57 México ME-10. Mujer de 55 años. Ama de casa. 58 México ME-13. Mujer de 80 años. Obstetra. 59 México Sesión de la Honorable Cámara de Senadores, 6 de abril de 1998. 60 México Sesión de la Honorable Cámara de Senadores. 7 de noviembre de 1999. 61 México Fox en vivo, Fox contigo. Radio ACIR, 23 de septiembre de 2000. 62 Paraguay Entrevista 26. Esteban Acevedo Flor. 63 Paraguay Encuesta 112. 64 Paraguay Encuesta 118. 65 Perú LI-4. Mujer de 26 años. Profesora de Literatura. 1980. 66 Perú LI-5. Hombre de 37 años. Historiador. 67 Perú LI-14. Mujer de 60 años. Educadora. 1980. 68 Puerto Rico PR-2. Hombre de 31 años. Profesor de arte y pintor. 1990. 69 Puerto Rico PR-10. Mujer de 46 años. Profesora universitaria. 70 Puerto Rico PR-13. Mujer de 57 años. Educadora de Salud Pública. 1990. 71 Uruguay Peñarol, clásico del 4-3. Campeonato uruguayo. 1997. 140 72 Uruguay Peñarol, clásico del 3-2. Campeonato uruguayo. 1997. 73 Uruguay Peñarol contra Liverpool. 1999. 74 Venezuela CSCH-87. Entrevista 25. 1987. 75 Venezuela CSHC-87. Entrevista 36. 1987. 76 Venezuela CSHC-87. Entrevista 62. 1987. 77 Venezuela CSCH-87. Entrevista 117. 1987. 78 Venezuela CSMV, texto MDA5FA. 1990. 79 Venezuela CSMV, texto MDA2FA. 1990 80 Venezuela CSMV, texto MDA2MB. 1993. 81 Venezuela CSMV, texto MDA5FB. 1993. 82 Venezuela CSMV, texto MDB3MA. 1993. 141 APÉNDICE DOS: FRECUENCIA DE APARICIÓN DE LAS CONSTRUCCIONES CON SE Construcción Número de Porcentaje casos 91 1,82 % 63 1,26 % 28 0,56 % Se reflexivo 194 3,88 % - reflexivo directo 136 2,72 % - reflexivo indirecto 58 1,16 % Se recíproco 16 0,32 % - recíproco directo 15 0,3 % - recíproco indirecto 1 0,02 % Se sin función sintáctica (el se medio) 1.308 26, 16% - Lexemas verbales que admiten una 1.231 24, 62% - sujeto 591 11, 82% - sujeto – objeto preposicional 358 7, 16% - sujeto–complemento predicativo 263 5, 26% - sujeto – objeto indirecto 19 0, 38% - Lexemas verbales que solo admiten 77 1, 54% - sujeto 15 0, 30% - sujeto – objeto preposicional 45 0, 90% - verbos doblemente pronominales 10 0, 20% - sujeto– complemento predicativo 7 0, 14% Se sustituto de le/les - como complemento indirecto argumental - como complemento indirecto no argumental construcción transitiva construcción pronominal 142 Se aspectual 442 8, 84 % - en oraciones transitivas 102 2, 04 % - en oraciones intransitivas 340 6, 80 % 2. 079 41, 58 % 124 466 2, 48 % 9, 32% 166 1.323 665 3, 32 % 26, 46% 13, 30 % -sin ningún argumento 362 7, 24% -con objeto directo 132 2, 64% -con objeto preposicional 171 3, 42% No concordadas 66 1, 32% 7 0, 14% 59 1, 18% 139 5.000 2, 78% 100 % Pasivas con se - sin sujeto explícito - con relativo o interrogativo como sujeto explícito - con sujeto preverbal - con sujeto posverbal Impersonales con se - con un sustantivo antecedente de relativo - con sustantivo pospuesto al núcleo verbal Estructuras descartadas 100 Total 100 En este apartado se incluyen los casos de se que se eliminaron por tratarse de reiteraciones o vacilaciones del hablante. 143 APÉNDICE TRES: TIPOLOGÍAS DE LOS ESTADOS DE COSAS En el trabajo ha sido fundamental la noción de modo de acción o de tipologías de los estados de cosas, por eso se considera oportuno esquematizar brevemente las dos tipologías a las que se ha hecho referencia en el cuerpo de la investigación. - Tipología de Vendler (1968) Vendler utiliza tres criterios para tipificar los modos de acción. En primer lugar, mediante el criterio de la dinamicidad, opone los estados (situaciones estables, carentes de dinamismo) a los demás modos de acción que son eventos, es decir, situaciones dinámicas. A su vez, los eventos pueden subdividirse en dos grandes grupos de acuerdo con el criterio de la delimitación o telicidad. Las actividades, al constituir situaciones homogéneas carentes de límite final inherente, son eventos no delimitados en oposición a los logros y las realizaciones, que incluyen en su estructura temporal un límite final definido. Por último, los logros se oponen a las realizaciones mediante el criterio de la puntualidad. En efecto, los logros se conciben como eventos puntuales, mientras que las realizaciones se extienden o perduran a lo largo del tiempo. Logro Eventos [+télico] [+ din ] [- télico] No eventos Cruzar la meta [+puntual] Realización Escribir una carta [-puntual] Beber una cerveza Actividad Correr / Escribir cartas Estado Ser alto / Estar cansado [ - din ] 144 - Tipología de Simon Dik (1989) Dik también utiliza tres parámetros principales para tipificar los diferentes estados de cosas. En primer lugar, aplica el parámetro del dinamismo y llega a conclusiones similares a las planteadas por Vendler. En segundo lugar, emplea el parámetro del control, que le permite distinguir estados de cosas controlados (acciones y posiciones) y no controlados (procesos y estados) 101 . Por último, dentro de los eventos realiza una última oposición teniendo en cuenta el parámetro de la telicidad 102 . Eventos Acción Realización Juan corrió la carrera en tres [ + control ] [ + télico ] horas. Actividad Juan corre carreras. [ + din ] [ - télico ] Proceso Cambio [ - control ] [ + télico ] Dinamismo La manzana se cayó del árbol. El reloj está sonando. [ - télico ] Posición Situaciones [ + control ] [ - din ] Estado Juan guardó su dinero en una media vieja. El dinero de Juan está en una media vieja. [ - control ] 101 “We distinguish SoAs into [+ controlled] and [- controlled]. An SoA is [+ con] if its first argument has the power to determine whether or not the SoA will obtain. If so, the first argument entity is the controller of the SoA” (Dik, 1989:96). 102 En su obra Dik plantea otros dos parámetros: el de la momentaneidad y el de la experiencia. El primero de estos se aplicaría a los eventos télicos y permitiría distinguir eventos puntuales y durativos. Sin embargo, el propio Dik no considera necesario usar términos especiales para nombrar los eventos ± momentáneos. Con respecto al parámetro de [± experiencia], entiende que no tiene un impacto profundo en la organización gramatical y que por este motivo no es un parámetro semántico tan importante como los anteriormente señalados. 145