Una nueva escala de valores para los asentamientos que quieren pertenecer a la “Red Global de ciudades” Por William H. Alfonso P. (*) Con el fenómeno de la globalización, la tradicional configuración de los sistemas urbanos ha cambiado la estricta jerarquización determinada por factores productivos y económicos: en los últimos años la consolidación de la denominada “red global de ciudades” como principal entramado en torno al cual se estructuran los procesos de crecimiento y desarrollo ha generado una creciente competencia entre las principales ciudades para mantener su posición internacional. Esta condición global conlleva una reorganización territorial con una nueva escala de valores, en la que las ciudades se vinculan mediante diversos flujos y relaciones formando redes de distinto tipo y alcance espacial. En estas redes, las ciudades buscan constituirse en nodos que concentran más recursos y funciones, los que posibilitan ser más productivas y competitivas. Las ciudades aspiran entonces a constituirse en centros internacionales de negocios y finanzas con capacidad de ofrecer servicios superiores, para lo cual han asumido nuevas inversiones para mejorar la infraestructura, vías, puentes, plataformas tecnológicas para la productividad, la conectividad física y virtual, entre otros. Se espera que estas ciudades promuevan la productividad a base de la innovación tecnológica e incentiven aspectos de planeación que contemplen una agenda "verde" que va desde la contribución con el cambio climático, migrar a economías productivas con bajas emisiones de carbono y otras prácticas de crecimiento sostenible en la disminución de emisiones, hasta el modelo de ciudades inteligentes, con dispositivos que contribuyan con el ahorro de energía. Adicionalmente se evalúan condiciones de habitabilidad, articulación con procesos sociales y productivos, cimientos económicos como producción y el enfoque hacia el desarrollo de sociedades del conocimiento, entre otros. Esta competencia entre ciudades ha desbordado los estados nacionales y ha incidido en el surgimiento de “ciudades estado”, que establecen su propia agenda de relaciones y compromisos internacionales sea promovidas por las sedes de sus empresas o de las condiciones propias de cada asentamiento. En el nuevo contexto global las grandes áreas metropolitanas compiten sin cesar por la captación de inversión productiva, nuevas empresas tecnológicas, capacidad científica, talento creativo, instituciones internacionales, flujos turísticos, residentes o grandes eventos. Esta rivalidad entre los principales espacios urbanos del mundo ha promovido la proliferación de todo tipo de clasificaciones, índices y ranking de ciudades, para clasificar y calificar el posicionamiento de estas ciudades en el contexto internacional. Estas mediciones se han convertido en instrumentos para la toma de decisiones y para que gestores públicos y privados. En Latinoamérica, bajo el argumento que cuanto mayor sea el reconocimiento de los activos de una ciudad por parte del entorno internacional, mayor serán las posibilidades para la atracción de oportunidades de inversión, muchas ciudades han emprendido grandes inversiones para lograr mejorar las condiciones físicas, lo que ha incidido en ciudades más equilibradas urbanamente, mejores medios de comunicación física con las ciudades cercanas, asociaciones y alianzas estratégicas con ciudades “hermanas”, conformando regiones productivas, que venden turismo aprovechando valores de paisaje que incluyen a los barrios marginales. La organización emergente tiende a ser más abierta y a privilegiar las relaciones horizontales entre ciudades y Latinoamérica ha tenido relativo éxito en la inserción de sus principales ciudades en algunas redes globales. Sin embargo, existe también una tendencia a que las ciudades se desenvuelvan bajo modelos menos compactos y concentrados, sino a patrones más dispersos, fragmentados y difusos que los tradicionales, promoviéndose un nuevo papel de las ciudades intermedias, nuevos flujos entre ciudades, los patrones de dependencia espacial entre las mismas y el papel de las políticas públicas en este proceso. Las redes a diferentes escalas están buscando cualificarse en su capacidad innovadora, mejorar su capital humano, la calidad de vida, la imagen el entorno económico, la conectividad interna y externa, y otros factores como la calidad de de la educación entre otros. Hoy se reconocen como ciudades emergentes en la nueva red global ciudades como Singapur, Hong Kong, Curitiba, Brasil, Monterrey, México, Ámsterdam, Holanda, Seattle, Washington, Houston, Texas, Charleston, Carolina del Sur, Huntsville, Alabama, EE. UU y Calgary, Alberta, Canadá, entre otras. Es el desarrollo de las telecomunicaciones, las redes de información y el transporte los factores que han determinado la actual fase de la globalización haciendo posible la importación de bines y servicios desde cualquier lugar del mundo, con bajo costo, incidiendo en la mayor cantidad de interacciones e intensidad de los rendimientos económicos a gran escala. Esta condición también ha relativizado los patrones de especialización y concentración geográfica de la producción y ha permitido desagregar en varios sitios del planeta las distintas fases de la producción. Cuando las ciudades atraen y concentran multinacionales y constituyen nodos de empresas organizadas en red, cambian su condición y se convierten ellas mismas en nodos de una red de ciudades que ya no tienen las fronteras tradicionales. Es la nueva dinámica del capital, que se mueve en diferentes ciudades, potenciado unas, dejando en la obsolescencia a otras. Estas interacciones ya no dependen de la cercanía: se puede hacer entre ciudades lejanas físicamente, integradas mediante comunicaciones, con nuevas inter relaciones de información, capital, trabajo, y comercio que hace posible formas óptimas de organización de las funciones a escala global. A manera de conclusión, se puede afirmar que los actuales procesos económicos que soportan la economía global están asentados en una diversidad de ciudades y regiones urbanas, en una organización del territorio que dista de los esquemas explicativos expuestos por los geógrafos y economistas urbanos del siglo XX. En el periodo industrial y post industrial fue posible identificar una jerarquía ordenada únicamente por tamaños y distancias. En la actualidad se observa el cambio hacia un modelo menos jerarquizado en el que las áreas de influencia de las ciudades se han extendido más allá de la tradicional área local, cercana y establece relaciones en diferentes escalas espaciales. La globalización ha promovido un cambio en las relaciones de las ciudades con su entorno inmediato y una expansión del alcance de sus interacciones, que se mueven en el ámbito planetario y con un rumbo indeterminado. (*) Profesor de la Facultad de Ciencia Política y Gobierno y del Programa en Gestión y Desarrollo Urbanos, Ekística.