MEGATENDENCIA GLOBAL: LA VIOLENCIA Fernando Carrión M. A mediados de la década de los años ochenta se percibe el fenómeno de la generalización, crecimiento y diversificación de la violencia; produciendo significativos impactos en la sociedad mundial, y configurándose lo que podría considerarse como una mega tendencia global. La violencia se hace ubicua y elusiva, por que crece y se multiplica a escala internacional, convirtiéndose en el problema más importante de este inicio del Siglo XXI. De esta manera la violencia se convierte en un tema particularmente importante a nivel mundial, tanto por las demandas que hace la población como porque deja de ser un asunto marginal, debido a su importante ubicación en la economía, la política y la cultura. El crimen tiene la posibilidad de organización y capacidad de actuación a escala planetaria, porque sus actores son globales, adinerados y políticamente influyentes (Naim). Se estima que dentro del comercio mundial el crimen mueve más del 10 por ciento y dentro de este “aporte”, los llamados paraísos fiscales son un elemento estructural estratégico central. El narcotráfico, la corrupción y el mercado ilegal de armas, entre otros, tienen en estos “estados” a sus lugares estratégicos como plataformas de constitución de esta red planetaria. ¿Por qué no se trabaja por estos lados? Der Ghougassian nos ilustra claramente este proceso que estamos viviendo: “La existencia de un área de integración supranacional que funciona como territorio unificado para las operaciones delictivas, que saca ventajas de éste ámbito.” Por eso hoy existe una “división espacial del trabajo” que realiza el crimen: acá se produce, al frente se consume y más allá se lava; que muestra la existencia de un circuito económico con múltiples fases que tienen actores y territorios específicos, que superan a los estados nacionales. La mundialización del fenómeno muestra una problemática nueva que tiene dinámicas distintas al pasado, así como diferencias marcadas entre territorios y sectores sociales. Se han conformado nuevos actores con poderes importantes y con valores distintos; nuevos escenarios de actuación como el de los paraísos fiscales y nuevas instituciones públicas y privadas. En este contexto, existen dos territorios que adquieren relevancia: por un lado, las fronteras se han convertido en elementos centrales en este proceso y, por otro lado, la ciudad empieza a tener una función estratégica, tanto porque se urbaniza la violencia que concentra la organización y los delitos, porque existen conflictos urbanos no resueltos y porque se convierte en plataforma de esta avanzada global del crimen. De allí que no sea raro percibir que durante los últimos años la violencia urbana se haya convertido en uno de los temas más importantes de la ciudad latinoamericana, debido a sus nuevas formas, a sus impactos sociales y económicos, y al incremento de su magnitud. Las violencias se han extendido en todos los países y ciudades de la región con peculiaridades y ritmos propios, provocando cambios en las urbes: en la lógica del urbanismo (amurallamiento de la ciudad, nuevas formas de segregación residencial), en los comportamientos de la población (angustia, desamparo), en la interacción social (reducción de la ciudadanía, nuevas formas de socialización) y en la militarización de las ciudades, amen de la reducción de la calidad de vida de la población.