Diario Ambiental Nro 114 – 02.05.2016 Función socioambiental en el ejercicio de los derechos individuales Por Pablo Lorenzetti1. El Código Civil y Comercial de la Nación invita a los operadores jurídicos dedicados al estudio del Derecho Ambiental a trasladarnos “extramuros” y explorar los contornos del sistema de Derecho Privado Constitucionalizado que la nueva norma representa. Los dispositivos más estudiados y destacados por la doctrina en nuestra materia han sido los artículos 14, 240 y 241; premisas sobre las cuales proponemos una relectura bajo la noción de la función socioambiental en el ejercicio de los derechos individuales. Hemos expresado en trabajos anteriores2 que gran parte de las normas y de la propia filosofía del Código giran en torno al imprescindible equilibrio entre, por un lado, la fuerte tutela de los derechos individuales de las personas humanas o jurídicas -campo en el cual juega un rol preponderante la autonomía privada y la supletoriedad de las regulaciones- y, por otro lado, la necesaria protección de los bienes colectivos -ámbito regido más bien por el orden público y la imperatividad de las normativas aplicables-. En esta línea, a nuestro modo de ver, se desprende la clara intención del legislador de introducir la variable ambiental en el ejercicio de los derechos individuales. Los artículos 14 -última parte- y 240 son contundentes al incluir dentro del Código uno de los principales objetivos y metas finales de la tutela constitucional del medioambiente, cual es el del desarrollo sostenible. Pensamos que estos artículos se erigen como verdaderas normas constitucionales que, ubicadas dentro del sistema de Derecho Privado, iluminan y enmarcan el ejercicio de todos los demás derechos reconocidos por el Digesto en comentario. Afirmar que los derechos individuales deben ser ejercidos en función socioambiental posee fuertes impactos tanto en la teoría jurídica como en la práctica diaria de los ciudadanos. Reflexionemos por ejemplo acerca de uno de los derechos más característicos de la esfera privada de las personas y, en consecuencia, más enfáticamente tutelado tanto por las constituciones liberales como por los Códigos Decimonónicos: la propiedad privada. Consideramos que la función socioambiental en este punto exige encarar un proceso de internalización de los costos ambientales en contraposición con el mecanismo de externalización de este tipo de daños colaterales que permitió el Derecho clásico. Sin embargo, mediante esta noción no se trata sólo de imponer sanciones, multas o indemnizaciones a las empresas o particulares que contaminan sino también, por el contrario, fomentar la adopción de tecnologías limpias en los procesos de producción, entendidas éstas como externalidades positivas que quienes detentan la propiedad o ejercen una industria lícita pueden aportar a la sociedad. En materia contractual el cambio es también sumamente interesante ya que ésta figura es, claramente, el instituto jurídico que más utilizamos a diario para concretar cualquier tipo de actividad en nuestra vida diaria. 1 Abogado. Especialista en Derecho Ambiental por la UBA. Especialista en Derecho Ambiental y Globalización por la Universidad de Castilla La Mancha – Toledo (España). Especialista en Derecho de Daños y Contratos por la Universidad de Salamanca (España). Miembro de la Fundación “Justicia para Todos – Instituto El Derecho por un Planeta Verde Argentina”. Miembro del Comité Académico de Fundación Expoterra. 2 “Compatibilización entre la esfera pública y la privada y entre el ámbito colectivo y el individual, en el Código Civil y Comercial de la Nación”. Publicado en SJA 2015/09/30-3; JA 2015-III. El contrato y la autonomía de la voluntad -al igual que la propiedad- son fuertemente protegidos por el nuevo Código3, al punto que, por ejemplo, existe en tal sentido una previsión como la del artículo 965 que no figuraba en el digesto derogado y que dispone que los derechos resultantes de los contratos integran el derecho de propiedad del contratante. Ahora bien, sostenemos que el instituto de la función socioambiental permitirá a la autoridad administrativa o al poder judicial, a pedido de parte o de oficio, intervenir en aquellos contratos mediante los cuales directa o indirectamente se lesionen bienes ambientales a los fines de modificar o suprimir cláusulas y adaptar el negocio a las exigencias del principio de sustentabilidad. Ello así, por cuanto el objeto de los contratos no puede ser contrario a la dignidad humana ni puede conculcar normativa de orden público o imperativa. Ergo, calificándose a todo el microsistema de protección del ambiente como de orden público, es posible predicar la revisión de previsiones contractuales que generen este tipo de conflictos respecto de los bienes colectivos ya que así lo viabilizan los artículos 960, 962 y 964 del nuevo Código. Este razonamiento no es nada novedoso ya que de modo similar se actúa en el campo del Derecho del Consumo a través de la revisión de cláusulas y posterior integración del contrato con fundamento en la teoría de la abusividad, hoy diseñada por los artículos 1117 a 1122 del Código y 37 a 39 de la ley 24.240. Concluimos, en definitiva, en que el principio de la función socioambiental en el ejercicio de los derechos individuales posee sólidos fundamentos en el Código Civil y Comercial de la Nación. Estas premisas cuentan también con anclaje en el Derecho comparado a partir, por ejemplo, de las consagraciones expresas que contiene el Código Civil Brasileño en sus artículos 421 en relación a la función social del contrato y 1228 en lo que hace a la función socioambiental en el ejercicio del derecho de propiedad privada. Ningún “escándalo jurídico” ni aniquilación de derechos individuales se ha producido en el país vecino con estas previsiones ya que las mismas han sido intensa y razonablemente interpretadas y aplicadas por los tribunales a la hora de resolver casos de gran relevancia4. Intuimos que el mismo camino se transitará en nuestro país. Además de estos fundamentos, es definitoria también la previsión del artículo 241 que exige respetar las leyes sobre presupuestos mínimos en toda jurisdicción en la cual se ejerzan los derechos reconocidos por el digesto en comentario. Esta verdadera norma de Derecho Ambiental introducida en el Código Civil y Comercial es una expresión más de lo que se ha calificado como la “Medioambientalización del Derecho Privado” y configurará al mismo tiempo otro sólido fundamento al momento de argumentar en favor de la función socioambiental. Ahora bien, todos estos institutos deben interpretarse y aplicarse de modo razonable (art. 3 del Código), intentando satisfacer al máximo posible todos los derechos constitucionales -tanto individuales como colectivos- que estén en juego y “compitan” en cada caso concreto (art. 1) y poniendo además en diálogo cada una de las fuentes que concurran a regular el conflicto de manera coherente y responsable (art. 2). Sólo bajo estas premisas arribaremos a soluciones constitucionalmente viables y también a resultados más efectivos y justos tal como lo exige a diario el microsistema tuitivo del ambiente: es fundamental intensificar los mecanismos de cumplimiento voluntario (compliance) y forzoso (enforcement) de la normativa legal a los fines de lograr una mayor tutela del bien colectivo. Es bajo ese norte, en definitiva, que pregonamos la consagración de la función socioambiental en el ejercicio de los derechos individuales como verdadero principio general del Derecho, exigible de modo concreto según los parámetros y fundamentos vigentes en nuestro ordenamiento jurídico. 3 Entre otros: artículos 958, 959, 960 y 960. A modo de ejemplo: a) STJ. Recurso Especial N. 1.109.778-SC (2008/0282805-2). Relator: Ministro Herman Benjamin. Recorrente: Sergio Motta. Recorrido: União. Fecha: 10.11.2009. b) STJ. Recurso Especial N. 1.168.632SP (2008/0265726-7). Relator: Ministro Luiz Fux. Recorrente: Alberto Clemente Castrucci e outro. Recorrido: Fazenda do Estado de Saõ Paulo. Fecha: 17.06.2010. 4