117| AGUIRRE, Domingo de (Ca. 1742-1805) La Villa y Corte de Madrid vista desde el camino de Alcalá. 1780 Dib/14/48/47 Dibujo sobre papel verjurado agarbanzado ; pincel, pluma, tinta negra, aguadas de colores y gouache ; línea de encuadre 460 x 725 mm, en h. de 518 x 725 mm. Barcia n.º 780. El dibujo de Aguirre nos ofrece la imagen insólita de una ciudad que estamos acostumbrados a ver por su otro flanco, el que asoma a la vega del Manzanares. Allí estaba su núcleo histórico, sobre las escarpadas laderas que cerraban la vega del Manzanares, y allí, dominando la silueta urbana, se alzaba la vieja fortaleza a la que Madrid debía su importancia histórica. Ahora, subidos al otro lado de la vaguada del Prado, podemos ver lo que durante mucho tiempo fueron sus espaldas, los nuevos barrios que habían crecido hacia levante, desparramando su caserío por la ladera que bajaba al Prado. A la derecha de todo, paralelo al marco, comienza Aguirre su vista con el llamado paseo exterior, cerrado al fondo por la fábrica de tapices, un paseo puesto de moda en los últimos tiempos por la reina Bárbara de Braganza. En su eje, donde arranca, asomándose entre los árboles del Prado, puede verse el perfil de la albardilla que remata el frontón de la puerta de Recoletos, levantada por Moradillo en 1756. Hacia la ciudad, el primer convento que recorta nítidamente su silueta al fondo de la imagen es el de Santa Bárbara, de padres mercedarios descalzos. Se ve el lateral de la iglesia con su crucero cuadrado y un chapitel, coronado por una airosa linterna. El convento se fundó en 1612 sobre el sitio que ocupaba una antigua ermita de aquella devoción. Luego, asoma otro chapitel más bajo que corresponde a la iglesia del convento de Santa Teresa, fundación del príncipe de Astillano. Sigue la mole gris del convento de la Visitación, también conocido como las Salesas Reales, cuya iglesia sería panteón del monarca fundador, Fernando VI, y de su esposa. El conjunto se construyó entre 1749 y 1757 según proyecto de Francisco Carlier y con la activa participación, durante la dirección de las obras, de don Francisco de Moradillo. Otra cúpula de parecido perfil, dibujada más en la lejanía, podría ser la de las Góngoras, la iglesia del convento de mercedarias descalzas, fundada por don Juan Felipe de Góngora, consejero de Castilla, y levantada a partir de 1669 siguiendo las trazas de Manuel del Olmo. La gran construcción circular que se ve en primer plano, a este lado del Prado, con sus muros encalados, horadados en la parte alta por una reiteración de pequeños huecos cuadrados bajo los que quedan otros semicirculares, agrupados de tres en tres, corresponde a la antigua plaza de toros. Su tejado continuo limita a partir de aquí el horizonte, dejando apenas ver sobre él las agujas y linternas del convento de agustinos recoletos, la del crucero de la iglesia con su chapitel cuadrado y la de la cúpula de la capilla de Copacabana. La plaza de toros de la Puerta de Alcalá fue inaugurada el 3 de julio de 1749. Se conservan dos dibujos de Sacchetti, relativos al proyecto, y otra sección levantada en marzo de 1770 por Ventura Rodríguez acompañando un informe de conservación. La estructura interior se resolvía mediante un armazón de madera dividido en tres plantas. Abajo el graderío se proyectaba hacia el interior de la plaza. En el primer piso quedaba cubierto, cogiendo mayor pendiente, mientras el piso alto albergaba una balconada. Allí, hacia el exterior los pequeños huecos cuadrados iluminaban pasos y escaleras. En cuanto al convento de agustinos recoletos, quedaba junto al Prado, a una cota más baja, de ahí que en la imagen quede casi por completo oculto. Su iglesia fue levantada según el proyecto de un religioso lego de la misma casa, fray Juan de Nuestra Señora de la O, el padre de fray Lorenzo de San Nicolás autor del Arte y uso de la arquitectura. Pasada la plaza pueden apreciarse algunas de las edificaciones del pósito de la Villa, cuya estructura circular no alcanza a verse. La menor altura de 53 estos edificios, que iban bajando hacia el Prado, deja contemplar sobre ellos algo más de la silueta de la ciudad. La elevada cúpula que asoma junto a la esquina de la Puerta de Alcalá es la de las Calatravas, iglesia levantada a partir de 1670 con proyecto de fray Lorenzo de San Nicolás. Siguiendo hacia su derecha, dos torres de ladrillo por delante de un chapitel deben corresponder a la iglesia de San Luis obispo, construida por Tomás Román sobre trazas de Donoso a partir de 1679. La iglesia, que estaba ya en culto diez años después, fue menospreciada por Ponz, pero Mesonero reconocía que era de los templos más espaciosos y concurridos de la corte. Incendiada en 1935, fue demolida, trasladándose la fachada —que había levantado en 1714 Francisco Ruiz y que fue lo único de valor que se salvó de las llamas—, a la vecina iglesia del Carmen. Volviendo a la vista de Aguirre, el chapitel cuadrado situado delante de San Luis, más cerca del espectador, es el de la iglesia del convento de San Hermenegildo, cuyas puertas, como las de la iglesia de las Calatravas, abren a la calle de Alcalá. El edificio había sido reconstruido por Pedro de Ribera, en unas obras que comenzaron en 1734. Por último, la cúpula elevada que se ve más a la derecha, ya sobre el extremo de la plaza de toros, podría ser la del Noviciado de los padres jesuitas, que asomara su perfil en la lejanía. La iglesia fue proyectada por el hermano Pedro Sánchez, construyéndose entre 1636 y 1665, la última fase bajo la dirección del hermano Francisco Bautista. Pasada la Puerta de Alcalá, y por encima de las tapias del Retiro, asoman otras muchas agujas y chapiteles. Es fácil reconocer entre los tejados del caserío más cercanos al Prado las dos torres y el pequeño cimborrio ochavado, con su cubierta algo acebollada, de la iglesia del Espíritu Santo. El convento, que abría sus puertas a la carrera de San Jerónimo pertenecía a la orden de los clérigos menores, y la iglesia entonces existente se había levantado durante la primera mitad del siglo XVII. Tras un violento incendio en 1823 quedó sin culto, y unos años después se decidió utilizarla para reunir a las Cortes generales, acabando por ser demolida en 1842 para edificar en su solar el nuevo palacio del Congreso de los Diputados. Por encima del Espíritu Santo asoma la torre de la parroquia de Santa Cruz, la llamada «atalaya de la Villa». Más difícil es aventurar a qué corresponde el gran chapitel cuadrado, representado ya muy cerca de la esquina de la Puerta. Su poderosa silueta recuerda al de San Felipe, en la calle Mayor, muy cerca de Sol, convento de agustinos calzados, cuya iglesia, una de las más importantes del centro urbano, había comenzado a levantarse durante el gobierno del príncipe don Felipe. Esta es la vista de Madrid que enmarca la nueva Puerta de Alcalá, comenzada a levantar en 1769 sobre un proyecto de Sabatini que se prefirió a otras propuestas presentadas por Ventura Rodríguez y Hermosilla. En la vista de Aguirre no deja de aparecer con una monumentalidad algo pretenciosa que contrasta con la discreta imagen de la ciudad barroca que se extiende detrás. Para construirla hubo que reordenar las alineaciones del Retiro, pues en el lugar en que se construyó quebraba la antigua tapia de la propiedad. Como se decidió situar la Puerta perpendicular al tramo bajo, fue necesario realinear el alto, que discurría paralelo al camino de tierra —el camino antiguo— que queda a la derecha de la vista de Aguirre. Se cedió una parte del terreno de la posesión, tratando de salvar la ermita de la Magdalena, la pequeña construcción, algo desviada respecto a las tapias, que se ve junto a la Puerta. Era una ermita pequeña, pero importante, pues tradicionalmente había sido el punto de entrada de los ilustres visitantes que llegaban a alojarse al Retiro desde fuera de la ciudad. Todo eso significó reedificar a partir de ahí los cerramientos, trabajos sobre cuyo replanteo se conserva en el Archivo de Palacio un plano de Juan Esteban fechado en 1773 (AP-543). Perpendicular a la Puerta puede verse, ya comenzado el nuevo camino, con sus mojones de granito, los palenques y una doble fila de arbolado recién plantado que bordea las aceras. [JMB] 54