INOCENCIA ROBADA A LOS 7 AÑOS - NO MAS ABUSO SEXUAL A NUESTROS NIÑOS Hola Leyendo algunas cosas que pusieron en facebook, encontré este sitio Web. Leí como las personas cuentan sus problemas o sus secretos y, pues… yo tengo algo que contar. Tengo mucho tiempo queriendo decírselo a alguien. Necesito que alguien lo escriba y lo mande a mucha gente. Me interesa que mi historia sea leída sobre todo, por las madres y las niñas adolescentes, que ya tienen edad de comprender lo bueno y lo malo. Ahora tengo 32 años, y siento que se me está saliendo el corazón porque nadie -hasta ahora- conoce mi secreto. Agradezco la oportunidad que me da esta página de compartirlo con ustedes, aunque no pueda revelarles mi verdadero nombre. Pero aún así, deseo que me a consejen, porque sé que mi historia le servirá a mucha gente. Mi historia comenzó así: mi madre me tuvo a los 19 años, y no se casó con el hombre que me engendró. Así que, se puede decir que fue madre soltera. Vivimos con mi abuela, hasta que, a mis 6 años… mi madre conoció a Federico. Qué alegría, tengo un nuevo papá! Fede -como le dicen- era un joven muy simpático, y a mí de niña me parecía muy bueno. Cuando me enteré de que él iba a ocupar el papel de “mi papá”, pues… aún recuerdo que me puse muy contenta. Yo era muy imaginativa y soñaba con cosas que hacen los papás y las hijas: salir al parque, que él me pasearía en un columpio, que me cargaba y me compraba una nieve y cosas como esas. Yo creo que estaba yo tan entusiasmada con él, como lo estaba mi madre; quien adoraba a Fede. Siempre se la pasaban abrazándose, besándose, acariciándose, y a veces… eran demasiado atrevidos para hacerlo delante de una niña. ¡Ay, cuántas cosas miré y escuché! Pero en mi mente de niña, en realidad, no había malicia. En aquel tiempo, no me importaba oír lo que mis “padres” (o sea, Fede, mi padrastro y mi madre) hacían en la sala de la casa o en la recamara. Lo que yo entendía era que ellos se querían mucho, y yo me sentía muy feliz de tener un papá. Él era muy cariñoso conmigo: me abrazaba, me contaba cuentos, me llevaba a mi sola a comer a la calle (cuando mi madre trabajaba hasta tarde), me recogía en la escuela. Cuando cumplí los 7 años, él se presentaba en las asambleas de padres y maestros; y se presentaba como mi padre, aunque yo no llevaba su apellido. Mi madre enfermó: comienza mi historia de terror No sé si alguna mujer que no haya tenido padre está leyendo esto, quizá te sientas identificada conmigo. ¡Vale!, yo me sentía como una reina. Parecía que yo era la soberana de la casa y no mi madre. Mi corazón estaba por las nubes. Yo les contaba a todos en la escuela acerca de mi papá, y por cierto, que inventaba historias, de cómo mi padre tan guapo y tan risueño había regresado de la guerra tan solo porque me extrañaba; y quería verme porque yo era su princesita. Ni siquiera había guerra en ese país donde vivía. Eran cuentos míos, pero sobre todo, las niñas se mostraban embelezadas con mis historias de cómo mi padre me amaba. Una mañana mi madre entró a bañarse para después de eso llevarme a la escuela e irse a su trabajo. Pero estaba tardando mucho dentro del baño. El Fede le tocó la puerta y como ella no contestó, él tiró la puerta de una patada: mi madre estaba desmayada, llena de vomito, en la regadera… Recuerdo que llamaron a una ambulancia, y se la llevaron a un hospital. Parecía que había sufrido un envenenamiento accidental con una medicina naturista que le habían regalado (tuvo una reacción alérgica a un ingrediente). Desde entonces, ni ella ni yo, tomamos nada que no sea recetado por un médico de verdad, y menos esas cosas naturistas que venden en los mercados de la calle: suplementos, yerbas y esas cosas). ¿Cómo pudo hacerme eso? Mi madre tuvo que pasar 4 días en el hospital. Yo casi no entendía, solo oí decir a mi abuela -quien vino a ver a mi madre- que ella había estado a punto de morir envenenada. Cuando escuché eso, de que iba a morir, tuve mucho miedo. Me abracé de mi “padre” y esa noche fue la primera vez que él y yo pasábamos una noche sin mi madre en la casa. Fue en la segunda noche, cuando él se mostró muy cariñoso, me puso en la cama, me acarició la cabeza, y así contándome una historia, me quedé dormida. Después de unos minutos, o unas horas... no estoy segura, desperté porque sentí que alguien me estaba tocando. A mí me llenaban de miedo los monstruos y las momias, y esos temores de niños. Pero a mis... ya casi 8 años, cuando sentí la mano en mis piernas, que me recorría desde la espalda hasta los pies, yo sabía que era mi “padre” Federico. Me quede así, con los ojos cerrados. El continúo con sus manoseos, pensando que yo estaba dormida. Me empezó a hacer cosas que me lastimaban y yo empecé a llorar porque allí empecé a sentirme desconcertada. No tenía yo ni la menor idea de lo que estaba pasando. ¡Créanmelo! Mi madre JAMÁS me dijo, que alguien podía tocarme de esa manera… Me violó sin compasión Cuando él tocó mis partes privadas, lo primero que pensé es que él me iba a cambiar de ropa porque teníamos que salir a ver a mi madre al hospital. Pero cuando el empezó a lastimarme con sus manos, ¡YO SABIA DENTRO DE MÍ, QUE ALGO ESTABA MUY MAL! Era algo así, como... una “vocecita” dentro de mí: ¡ALGO ESTABA MUY MAL!, y yo sentía el deseo de salir corriendo… Él escuchó que yo empecé a sollozar, trató de calmarme: “No llores, Josephine, los papás que aman a sus hijas, las acarician así de bonito… son cosas que a las niñas les gusta”, dijo él… “Sobre todo, si son niñas bonitas, así como tú”, me dijo la persona que más amaba y admiraba. Eso me dijo mi “padre”. Nadie pudo defenderme... Estábamos los dos solos en la casa. No había nadie más. Yo pasé del sollozo a un llanto fuerte de dolor, de vergüenza, de confusión, de temor... ― Calla, calla, me decía él. ― Mira que mamá no debe de saber que tu papá, te quiere mucho… como a su princesa, porque, ¿sabes? ¿no le dirás a tu mami? Yo te quiero a ti más que a ella, pero si ella se entera, se enoja y te va a pegar mucho, mucho; y te va a llevar allá con las monjitas (un orfanato que estaba a un lado de la parroquia). Yo le tenía un pavor a ese orfanato, porque se oían muchas historias de diablos y fantasmas en ese lugar…Y él sabía que yo le temía eso. Yo sentí tanto temor de que mi mamá me abandonara…me quedé callada, deje de llorar. Lo que aconteció en los minutos siguientes, no creo que se los deba contar con detalles. Pero puedo resumir todo aquello como una violación al 100 por ciento. Desde entonces he callado por siempre Yo me quedé callada entonces, y me quede callada después. Cuando mi madre regreso a la casa estuvo unos días en reposo. La reacción alérgica le había afectado sus órganos internos y necesitaba recuperación. Obviamente, no podía darle a su marido lo que las esposas tienen que darles. Así es que, Federico aprovechaba casi cualquier oportunidad para saciar sus bajos instintos conmigo. Yo dentro de mi corazón infantil juré que jamás le diría a mi madre lo que estaba pasando, porque yo no quería que ella me abandonara. Él se encargaba de recordármelo después de cada sesión de toqueteo, o cuando usaba mi cuerpo como si yo fuera una muñeca de trapo. El descarado hasta me ponía “una pomada”, y me decía que si mi mamá me quería bañar, pues que yo le dijera que ya era una niña grande, y que no quería que ella me bañara. La verdad es que no sé que le decía él a mi madre, pero yo sentí que después que mi madre regresó del hospital, se distanció mucho de mí (o tal vez yo de ella). Yo sentía como que yo no le importaba. Muchas, pero muchas veces tenía yo mi cuerpecito lastimado, durante días, y mi madre ¡JAMÁS SE DIO CUENTA! Bueno, yo no le decía nada, pero tampoco ella jamás habló conmigo de nada, ni jugaba conmigo, ni me ayudaba a cambiarme de ropa. Pensé muchas veces quitarme la vida Era tanta mi confusión emocional, que llegué a pensar en irme de mi casa o en quitarme la vida. Madre, no crea usted que un hijo o una hija de 9, 10,11, o 12 años, no piensa en el suicidio. ¡Claro que, SÍ! Lo pensé, y muchas veces, simplemente ahí... sí me fallaba la imaginación. Pero si en mi casa hubiéramos tenido una pistola, yo la hubiera tomado. En aquel entonces, me hubiera quitado la vida. Me sentía despreciada, ya a mis 12 años, mi cuerpo ya estaba cambiando, pero mi mente seguía atrapada por las cadenas de ese abusador. Él me llenaba de temor con sus amenazas, que cada vez eran más lastimosas y violentas. Me mostraba mucho “amor”, cuando me hacia esclava de sus pasiones, pero inmediatamente después, me llenaba la cabeza de amenazas y miedos. La historia es muy larga amigos, sólo quiero terminar diciendo que Federico continuó abusando de mí hasta los 14 años. Un día aproveche que mi madre y él habían salido al médico, porque ella estaba embarazada, lo cual me aterraba: pensar que él le haría daño a mi futura hermanita. Cuando ellos regresaron yo había huido de la casa. Sólo quería escapar… Pase un tiempo con mi abuela, pero nunca le dije nada, ¿cómo le iba a decir que mi padrastro me violó? Después me fui también de ahí, a la casa de una amiga. Su mamá era una mujer muy religiosa y muy buena, y me acogieron como si fuera de la familia. A los 17 me junte con un muchacho, con quien viví hasta los 24. Me separé de este joven, y me vine a los Estados Unidos. Pero esa es una historia para otra ocasión. Mi madre se separó de Federico después de 16 años de haber estado casada con él. Yo no le volví a ver la cara jamás. A mi madre, sí… pero aún estamos emocionalmente distanciadas. Ella hasta la fecha no sabe nada, ni se lo voy a decir. Es difícil entender como una madre, no puede tener la malicia suficiente, para interpretar los signos evidentes de que su hija esta siendo violada por su propio padrastro. ¿Cuáles son esas señales de alerta? – La niña no quiere hablar mucho con su madre – Evade una platica seria con ella – No quiere que la bañe o la cambie de ropa. – Dolores – Infecciones – Cambios en la personalidad… No dejes que le hagan esto a tu hija Una de las cosas que propició aún más mi tormento, fue que allá -en el país donde vivía- rara vez íbamos a un médico. Para colmo, en las escuelas no requieren antecedentes médicos. Allá es más fácil para un hombre perverso, encontrar víctimas inocentes. Madre solteras, yo como mujer ahora sé lo que se siente estar sola y sin un hombre. Pero piensa en tus hijas primero, antes de meter en tu casa a cualquier hombre que te sonría. Eso fue lo que a mí me pasó. ¡Ojalá! una madre lea esto. ¡Ojalá! una niña tenga el valor de hablar con su madre acerca de su terrible verdad. Si es una niña quien está leyendo esto, mira, díselo a tu abuela, a tus tíos, a tus padrinos. Estoy segura que ellos, sí, te comprenderán y no te abandonaran si se enteran. ¡Qué Dios les bendiga! Josephine