Relación asistencial y modelo biopsicosocial El capítulo tiene 2 partes bien diferenciadas. En la primera parte habla sobre las características y aspectos de la relación asistencial, así como los parámetros que la configuran y sus múltiples tipos según nos fijemos en uno u otro aspecto. La segunda parte analiza el llamado modelo holístico o biopsicosocial al que tiende la sanidad y la sociedad en general. La relación asistencial se analiza en el capítulo en concreto bajo distintos criterios en concreto son: La temporalidad, los protagonistas y los contenidos que se aportan en la relación. Cuando habla de temporalidad hace referencia concretamente a la existencia de 2 momentos. El diacrónico y el sincrónico, Es decir, las experiencias previas entre usuario y profesional, y el momento actual donde se vuelven a reunir para tratar un problema que puede ser antiguo o ya conocido. El primero normalmente influye bastante en el tipo de relación, ya que la confianza del usuario en las recomendaciones hechas por el profesional para tratar el presente problema se verán altamente influenciadas por la historia previa que tengan en común ambos. Otro de los aspectos mencionados son los protagonistas de la relación. Que aunque los principales agentes son el profesional y el usuario. Pienso que el autor se equivoca al mencionar que es inusual que la familia forme parte de esta relación. Ya que es frecuente que la familia juegue un papel fundamental en el usuario y sea un tercer protagonista en la relación asistencial. El autor hace bien en mencionar ciertas peculiaridades que no podemos olvidar al hablar de la relación paciente- clínico como son que el profesional se relaciona con la comunidad y no solo con el paciente en su despacho, además de que no se debe olvidar la presión ejercida por la agencia contratante para conseguir ciertos objetivos que pueden llegar a poner en una disyuntiva al profesional, además resulta obvio que cada uno de los protagonistas aporta su personalidad, carácter y nivel educativo. Por último decir, que existen unas normas de comportamiento, lealtades y escala de valores que hacen que el profesional se deba al interés del consultante, pero además también se debe a la sociedad y agencia contratante. Lo que le hace tener varios frentes a los que contentar. Llegamos a la parte de los contenidos donde el consultante aporta sus necesidades de salud y demandas expresadas, por su parte el profesional aporta su capacidad técnica, es decir, la capacidad para procesar datos complejos, sin precipitarse y ser capaz de realizar la estrategia apropiada para resolver el problema y la capacidad humana, que se define en este caso como, Capacidad de escuchar de manera empática y de entender su deber más allá de lo formalmente establecido y ser capaz de valorar y entender la comunicación tanto verbal como no verbal. El autor hace referencia también a cómo influye la agencia contratante en esa relación asistencial y refleja como el Sistema nacional de Salud es la agencia más importante de España y marca unas normas que han conseguido: atenuar las desigualdades, Fortalecer la relación de agencia para el conjunto de la sociedad, además la posibilidad de ejercer una acción sanitaria de forma preventiva comunitaria, por último, el sistema exige al clínico una triple lealtad; al paciente, a la agencia y a los intereses sociales en conjunto. En contrapartida cabe decir que se reduce mucho la posibilidad de elegir profesional, existente a la hora de elegir médico, pero inexistente a la hora de otros profesionales y no se puede ejercer ningún tipo de control sobre la utilización del dinero pagado por la cobertura sanitaria. Tras todo lo mencionado anteriormente, se mencionan los modelos relacionales formulando 3 características de las relaciones asistenciales con las que estoy bastante de acuerdo son asimétricas, uno sabe y el otro precisa su opinión, es una relación profesionalizada y es técnica y de ayuda. Dentro de los modelos relacionales el autor los organiza basándose en la distancia terapéutica, la empatía del profesional con el paciente y la calidad de las transacciones. Esto da como resultado un total de 8 tipos de relación de las cuáles, para mi existen 3 dignas de mención como son: La relación a mi entender ideal y a la que se debe tender que es la orientada al consultante, ya que hay que contar con la persona que tiene el problema para saber cómo mejor solucionarlo. En segundo lugar, se encuentra el tipo de relación más común en el ámbito sanitario, la relación técnica que es aquella que es correcta en distancia terapéutica y la transacción pero se realiza sin empatía. Para terminar, no se puede olvidar la relación clásica e históricamente más usada, la relación paternalista. Donde a pesar de tener un relación empática se obvia la distancia terapéutica y la autonomía del paciente y se decide completamente por él. Para acabar con la relación asistencial, el autor expone como a su entender influye ésta sobre el paciente. Según el autor podemos decir que el profesional sanitario tiene 3 funciones: orientar y señalar, instruir y educar y por último, realizamos una tarea de maduración sobre el paciente mediante aspectos intrínsecos de la comunicación y aspectos relacionados con el proceso de enfermar. Hay que hacer un inciso en la tarea de maduración del paciente, ya que para conseguirla se necesita la contención del profesional y la capacidad de promover la autoestima de sus pacientes. Cabe decir que la contención es una habilidad difícil que te hace mantener una distancia terapéutica con el paciente y evitar involucrarte, de tal forma que eres capaz de mantenerte calmado ante una situación en la que al empatizar con tu paciente te puede producir emociones parecidas a las que muestra el usuario, pero eres completamente capaz de no demostrarlas. Manteniendo así la mencionada distancia terapéutica. Además mientras esta relación se produce ocurre otro fenómeno que es la maduración del clínico, ya que cada paciente es una experiencia más que le hace aumentar su abanico diagnóstico, mejora el entendimiento del paciente en todas sus áreas, y además le ayuda a la convicción interna de realizar bien su trabajo, obviando alabanzas o sanciones que provengan de los pacientes o la agencia contratante. Cabe decir, que la relación asistencial tiene muchos factores que pueden hacer que el profesional acabe como suele decirse acabe quemado y sin estímulo adecuado para hacer correctamente su trabajo. La mayoría de los peligros como los llama el autor se pueden prevenir manteniendo la distancia terapéutica, con empatía y dándole autonomía de decisión al paciente. En definitiva una relación orientada al consultante. La segunda parte del artículo expone el modelo biopsicosocial como alternativa al biomédico. El modelo biomédico se encuentra centrado en la enfermedad y las variables biológicas. En cambio, el modelo bipsicosocial se centra en la persona como una entidad dentro de un sistema más amplio que incluye todas sus circunstancias para definir un problema y no solo los datos biológicos. Eso no quiere decir que este modelo holístico niegue o minusvalore el anterior modelo, si no que lo complementa ampliando sus horizontes consiguiendo una visión más integradora. Ahora bien, como menciona el autor dudo mucho que cuando un profesional efectúa una valoración de un problema, piense primero en qué modelo basar su decisión por eso cabe decir que aunque la tendencia es hacía el modelo más integrador y holístico, el proceso de cambio de los profesionales se hace de forma paulatina, dando cada vez más importancia a los factores asociados al estilo de vida y relaciones sociales que a los meramente biológicos. Se hace imprescindible obtener un perfil de los pacientes basado en las 3 áreas para conseguir pasar de un especialista de lo biológico en un conocedor de la realidad humana. Aunque eso no significa que no haya que descartar primero lo orgánico, si no que mientras se descarta podemos observar datos importantes provenientes de las otras 2 áreas del modelo. Este modelo que parece muy innovador, no lo es tanto ya que siempre ha habido filósofos que consideraban al ser humano como una entidad indivisible entre su cuerpo, la mente y el contexto que lo rodea. Con esto, es evidente que se indica que para la mayoría de procesos no existe solo una causa, si no que son varias aunque si puede aparecer una causa con más peso e importancia que las demás. Pero a la hora de valorar un paciente convendría hacerlo conociendo lo máximo posible lo que rodea y siendo capaz de volver a reevaluar y a diagnosticar en cada encuentro. Ahora bien el modelo biopsicosocial no es fácil de integrar y a la hora de ponerlo en práctica se encuentran varias dificultades aunque hace hincapié en dos principales: médicos en tránsito como los nombra y la imagen mental de cada paciente. Los médicos en tránsito hacen referencia a aquellos profesionales que siendo formados en el modelo biomédico desean o han descubierto el biopsicosocial y se produce según el autor una focalización en lo psicosocial dejando en un segundo plano lo biológico. Cuando lo deseable es focalizar por igual las 3 áreas. La imagen mental es una gran dificultad, porque al terminar la consulta nuestra mente archivará una imagen del paciente que puede perjudicarlo o beneficiarlo en la próxima consulta, lo que haría que dejásemos de tener una visión objetiva de los hechos y nos podría inducir a realizar diagnósticos erróneos. Conclusión: Quiero expresar la conclusión del artículo con una célebre frase del mítico filósofo español José Ortega y Gasset; Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo. La cuál expresa a mi entender de una forma muy clara y precisa la dirección que debe tomar la relación asistencial y en qué modelo debemos basarla para conseguir un éxito total. Con esta frase se resume perfectamente cómo la comunicación que se establece en cualquier ámbito, en nuestro caso el asistencial, se encuentra influenciada por la personalidad, determinaciones genéticas y de una forma muy importante las circunstancias que rodean a cada uno de los intervinientes en el proceso. Y qué según la situación pesarán más unas determinadas circunstancias sobre otras. Esto hace que el usuario aporte a la relación unas circunstancias en las que se incluye demanda y necesidad de salud, cómo principales. A las que hay que sumar las experiencias previas, expectativas y por supuesto las circunstancias biológicas del momento. Por otro lado, el profesional aporta conocimiento y experiencia sobre el problema actual. Pero que al igual que al usuario hay que sumar otras circunstancias como pueden ser la historia con el paciente, el conocimiento sobre la persona en cuestión, la presión que ejerce la agencia contratante para conseguir ciertos objetivos y demás circunstancias propias del profesional que se interrelacionan en el proceso de comunicación. Este tipo de cualidades que presenta la relación asistencial la convierte en una relación de ayuda. Una persona que actúa como experto, ya que domina la materia, ofrece su ayuda a otra, la cual se encuentra frente a un problema que no es capaz de solucionar por sí mismo. Por último, me gustaría, señalar 2 habilidades que debe poseer el profesional para establecer una relación asistencial óptima. La empatía y la contención emocional. Es muy importante ser empático porque de esa forma conseguimos entender mejor al usuario, además así el usuario se reconoce de alguna manera en el sanitario, lo que implica un aumento de la confianza y respeto hacía este último. Pero ser empático, puede conllevar un riesgo muy importante que es verse involucrado en el problema de cada usuario, lo que haría que acabase quemado. Por eso es tan importante la contención emocional o distancia terapéutica. Siendo empático y sabiendo mantener la distancia terapéutica conseguimos implicarnos activamente en el problema de nuestro usuario, pero sin llegar a involucrarnos. Lo que repercute directamente en una mejora de la toma de decisiones y una disminución del estrés y presión soportados en cada paciente.