SANT PERE DE RODA

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SANT PERE DE RODA
EL ROMANICO PURO
Sant Pere de Roda está situado en la montaña de Verdera, última
estribación Pirenaica que llega al mar, cerca del cabo de Creus.
El espectáculo es impresionante. Se trata de una construcción grandiosa,
de la cual no se explicaría su existencia de no tratarse de una construcción papal.
Respecto a sus orígenes y por documentación existente, se confirma que se trata
de una construcción de finales del Imperio Visigodo, durante el papado de
Bonifacio IV alrededor del año 610. El Monasterio fue destruido parcialmente, se
cree a causa de una incursión árabe, después del año 778. La destrucción del
recinto monacal, del campanario, de parte de la iglesia y la deterioración general
lo dejaron, posiblemente, inhabitable y el Monasterio fue probablemente
abandonado, ó reducido a un pequeño priorato del cual se tiene la primera noticia,
en el año 880. En un documento del año 902, consta de una manera clara la
existencia de dicho priorato.
En el año 943 se construye el monasterio benedictino con abad propio;
dependiendo de la Sede de Roma.
Las noticias sobre los orígenes de Sant Pere de Roda son bien claras y
precisas. El gran cronista Jeroni Pujades en la Crónica Universal del Principado de
Cataluña; nos dice que en el año 1600 visitó el Monasterio, y de un gran libro en
pergamino, numerado en su cubierta con el número 223, guardado en el arca
grande de la antigua sacristía, la cual servía de archivo del Monasterio, copió lo
siguiente:
“ En el tiempo en que Focas imperaba en Oriente, y tenía la Sede
Apostólica en Roma el Papa Bonifacio IV, el almirante de Babilonia, con un
poderoso ejército, amenazó a Roma. Entendiendo el Pontífice que lo que deseaba
era entrar en Roma para subyugarla, devastarla y apoderarse de los cuerpos de
los apóstoles San Pedro, San Pablo y de otros santos, convocó un concilio en
Roma, junto con los príncipes y señores que allí residían, exponiendo su temor y
pidiendo consejo ante aquella urgencia. Los príncipes y patricios romanos
decidieron que sería conveniente, sacar una parte del cuerpo del bienaventurado
San Pedro Apóstol; a saber; la cabeza y el brazo derecho, los cuerpos de otros tres
mártires, y reliquias de otros santos, para ponerlas en lugar seguro en las partes
occidentales de Francia, hasta pasada aquella persecución. Continúa el libro
diciendo aprobado el concilio, se pone en ejecución, cogiendo las referidas santas
reliquias y una botella de la sangre de la santa imagen de Cristo; y que el Papa
junto con el Clero, las llevaron en procesión hasta depositarlas en una nave. En
esta nave embarcaron unos virtuosos clérigos acompañados por todo lo necesario
para el servicio de la nave; bajando por la corriente del Tiber, salieron al mar.
Ordenándolo así Dios omnipotente, corrieron fortuna y con el viento del
mediodía llegaron a los confines orientales de España, en aquel terreno donde
acaban los Pirineos, en el puerto llamado Armen Rodas (actual Port de La Selva).
En ese lugar pararon durante tres días, dando gracias a Dios y a sus santos. Con
este fin bajaron a tierra, encontrando agua viva, de la cual bebieron, y
descansaron del largo viaje que habían hecho. Subieron por la montaña, que más
tarde se llamó Verdera. Desde ella se veía la bella plana (desde el Empordá hasta
Olot, el Montseny y la costa del Maresme), el mar y muchas lagunas, quedaron
maravillados de aquel lugar. Un poco más abajo, encontraron la fuente de agua
clara y fresca que hoy en día se la conoce por el Raig, y no muy lejos de allí una
cueva sobre la cual había un pequeño altar que el bienaventurado San Pablo,
obispo de Narbona, había edificado cuando estuvo en ese lugar durante dos ó tres
años. Viendo aquellos virtuosos clérigos que el paraje era apto y correspondía al
fin que perseguían, trajeron secretamente las santas reliquias de la nave y las
depositaron en aquella cueva, cerrándola volvieron al mar. Pasadas algunas
semanas, regresaron (posiblemente para mostrarlas al país y venerarlas ó para
devolverlas a Roma pasada la calamidad que temían), pero perdieron la
orientación y no las pudieron encontrar, ya que habían crecido tanto las espinas y
otras plantas silvestres, que habían cubierto por completo aquel lugar. Viendo que
no encontraban en Santo Tesoro, permanecieron en aquel lugar, hasta que
murieron, a excepción de uno ó dos que regresaron a Roma para dar la nueva del
éxito de su viaje.
De la misma Crónica de Pujades, copiamos lo siguiente: la tradición dice
que Carlomagno pasó por Sant Pere de Roda en el año del Señor 778. Fue en
aquel tiempo, cuando comienzan las invasiones de los francos a nuestra tierra, en
el año 771; en el 778 llega hasta Zaragoza un ejército franco; en el 785 se
extiende la conquista hasta Gerona, Ausona y Urgell. Los árabes parece que
vuelven a conquistar parte de la tierra perdida y en el 798 Lluís el Pietós
reconquista Gerona, Ausona, Casserres, Cardona, a las cuales le siguen Solsona y
Berga; fue así como se fundó la Marca Hispánica, poniendo fin a los avances y
retrocesos entre árabes y francos en el 801, con la conquista de Barcelona.
Es muy posible que la devastación del Monasterio, tuviera lugar durante el
nuevo ataque de los árabes, entre los años 785 y 798.
De estas fechas se deduce que al poco tiempo de la llegada de los monjes,
por segunda vez, es decir, cuando no encontraron el lugar donde habían
depositado las reliquias y decidieron quedarse, llevaron a cabo unas
construcciones para resguardarse y probablemente también una capilla;
posteriormente, a medida que se conocía en la comarca la existencia en la
montaña de las Santas Reliquias, debieron comenzar las peregrinaciones y muy
pronto la protección de los poderosos, y en el espacio comprendido entre los años
608 y 711, se debió emprender la construcción del gran templo. El cual como
acabamos de ver, ya existía cuando lo visitó Carlomagno en el año 778.
Posteriormente tuvieron lugar las diversas deterioraciones que, según se deduce
del libro, debieron producirse en los años posteriores dando lugar a la
reconstrucción, que llevó a cabo Tasis. Esta reconstrucción, se realizó a partir del
año 944, tiene una gran importancia, porque nos permite establecer una fecha
muy aproximada en que se dejó de construir según el sistema llamado “opus
spicatum” ó obra en espiga.
En Sant Pere de Roda, el “opus spicatum” llena totalmente la primitiva
construcción. Del estudio del “opus spicatum” se ha llegado a la conclusión, de
que todas las iglesias construidas con anterioridad al año 850, tenían dicho
símbolo, mientras que las iglesias construidas después de esta fecha no lo tienen.
El “opus spicatum” no es un simple capricho ornamental ó una técnica
constructiva, es un simbolismo. Teniendo en cuenta que la espiga es el símbolo de
la eucaristía y de los primeros cristianos perseguidos, los cuales para darse a
conocer, dibujaban la espiga y el pez. Otro hecho que liga perfectamente con lo
que se acaba de exponer, es la aparición de las primeras herejías en occidente.
Estas empiezan con el obispo Félix de Urgell, el cual se declaró enemigo de los
símbolos y de las imágenes, a partir de este momento la herejía se extiende por
toda Occitania. Esta herejía se vería continuada por la herejía Albigense. Viene a
corroborar esta hipótesis, el hecho de que una vez vencida la herejía en el año
1213, en la batalla de Muret, a partir de este momento y especialmente en
Occitania, vuelve a aparecer con una abundancia extraordinaria, el “opus
spicatum”.
La entrada a la iglesia viene precedida por una gran arcada, de una
anchura de 9m., unida a la pared de la iglesia por un arco de medio punto de
2,25m. de anchura, el cual en su mayor parte está destruido. Observando la pared
de la iglesia se pueden ver claramente dos tipos de construcción: la primera, es la
parte de pared que llega hasta la altura máxima, de 1,80m., en “opus spicatum”, y
la segunda, es el resto de la pared, construida en sillares horizontales.
En el interior de la iglesia, encontramos una antesala de 12,70m. de ancho
por 6,80m. de fondo. Consta de un arco central de 10,40m. de altura, el cual no es
de medio punto, sino ligeramente apuntado.
La nave de la iglesia consta de un arco central de cañón de 25,30m. de
largo, de una altura en el centro de 15,40m., con dos arcos de cuarto de cañón
laterales, de 13,48m. de alto en su parte superior, y 2,11m. de ancho. El arco
central se sostiene, por zócalos monumentales sobre los cuales van las columnas
con los magníficos capiteles corintios, único recuerdo de la influencia clásica.
El arco triunfal es ligeramente ultrapasado, de tal manera que se puede
tomar como un arco de medio punto. Lo mismo ocurre con el arco izquierdo del
crucero. Es el único caso, y bien débil por cierto, de la influencia visigótica. La
altura del arco triunfal es de 11,80m.
El crucero tiene una largada de 24,65m., por una anchura de 6m. cubierto
con arco de cañón. La altura del crucero es de 10,10m.
Los muros de la iglesia en sus cuatro lados están compuestos por el ábside,
las dos absidiolas, el crucero y la girola, construidos íntegramente en “opus
spicatum”. En el lado izquierdo del crucero hay una rampa, la cual conduce a la
cripta y a la supuesta cueva donde se dice fueron depositadas las reliquias de San
Pedro y de otros santos. La cripta, igual que el resto de la iglesia, está construida
también en “opus spicatum”.
Del claustro únicamente se conserva una parte de uno de los arcos de
medio punto.
Saliendo de la iglesia por el ala derecha del crucero nos encontramos con
una parte destruida; todo hace suponer que en el lado derecho de la iglesia, había
una galería y en el lado izquierdo de ésta mirando hacia poniente, salvando el
desnivel del terreno había una escalera que todavía hoy se conserva; la galería
está llena de escombros apilados regularmente haciendo la misma pendiente que
la escalera hasta llegar a la parte superior, donde empieza el ala de poniente, del
claustro. Continuando la galería en dirección a poniente, ésta es impracticable.
Las dimensiones del claustro son las siguientes: galería norte, 25,40m.;
galería sur 25,40m.; galería de poniente, 22,10m.; galería de levante, 22,10m.
Las dimensiones del patio del claustro son; lado norte, 16,65m.; lado de levante,
9,65m., lado de poniente, 8,80m.
Entre el ala de poniente del claustro y el lado de mediodía de la iglesia
queda el recinto monacal, la descripción del mismo resulta difícil ya que está
destruido; la fachada de poniente, que sigue a continuación de la fachada de la
iglesia, comprende en primer lugar del campanario. La parte inferior del
campanario hasta una altura de 1m., es en “opus spicatum”, mientras que el resto
al igual que el pórtico de la iglesia, al estar destruidos y reconstruidos por Tasis y
sus sucesores deja de serlo. La altura del campanario hasta la cúpula es de 27m.
A continuación del campanario se encuentra la entrada a la parte conventual.
Toda esta fachada, incluida la torre de defensa situada en su extremo sur son
totalmente en “opus spicatum”, excepto la parte superior, que se construyó
posteriormente cuando se fortificó el Monasterio.
El Monasterio queda perfectamente completado con la iglesia, el claustro y
el recinto monacal, pero nos encontramos con otro edificio situado en el lado de
mediodía, el cual sirve de pared a el ala de mediodía del claustro que es de la
misma antigüedad y posiblemente más antiguo que el Monasterio. Se trata de
una gran nave de 21,50m. de largo por 6,05m. de ancho en “opus spicatum”. La
cubierta actual es de arco apuntado como la de la antesala de la iglesia, por lo
cual se piensa que la cubierta primitiva debió destruirse, siendo sustituida por el
arco actual.
Por la disposición de la planta, se piensa que fue una primera iglesia de
una sola nave y posiblemente la que precedió a la gran iglesia de tres naves.
En el espacio de tiempo comprendido entre la visita de Carlomagno al
Monasterio, en el año 778, y la fecha 944 de la reconstrucción de Tasis, tuvo lugar
la deterioración del edificio, debido a un ataque de los árabes, normandos ó bien a
un incendio. Pujades en su Crónica dice, respecto al Monasterio, que se conservó
hasta los tiempos de Carlomagno, año del Señor 777y aún después.
A causa de estos ataques, se deduce que fue destruida la parte delantera
de la iglesia, y el campanario. Tasis reconstruyó el pórtico y la fachada,
transformando el posible pórtico en la antesala que hemos descrito.
El campanario fue reconstruido por encima de la base conservada (en “
opus” por sillares dispuestos horizontalmente.
Tasis, no se limitó a reconstruir las partes derruidas, sino que amplió
notablemente el Monasterio añadiendo nuevos cuerpos de edificio.
El cuerpo de edificio añadido con posterioridad es un rectángulo, paralelo a
la nave de la iglesia, el cual comprende desde la fachada de la iglesia que es la
continuación hasta el ala norte del crucero.
A continuación sobre el ala norte del crucero, se levantó una torre de
defensa, correspondiente a la obra de fortificación llevada a cabo por Tasis. Sobre
la absidiola del lado norte, se levantan dos pisos, en el primero queda construida
una habitación ó celda de castigo y por encima de ella otra habitación que es la de
la Santa Cruz. Esta absidiola mirada desde el exterior, queda mucho más alta que
el ábside. Estos dos pisos fueron también obra de Tasis.
Constituyen una nueva ampliación del Monasterio, los cuerpos de edificio
levantados delante de la fachada de poniente, los cuales unidos lateralmente por
dos muros forman con el Monasterio un patio cerrando el acceso.
Finalmente quedan las grandes fortificaciones exteriores de cara a levante,
completando un conjunto de una grandiosidad tal, que probablemente ni en su
tiempo ni en tiempos posteriores ha sido superada.
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