Segura y Eterna: Por qué la salvación no se pierde Nathan Díaz Harris Índice Introducción: ¿Por qué hay tanta controversia? La definición de salvación Fe Justificación Un cambio de corazón (Dios me salva de mi mismo) Salvación futura La fidelidad de Dios y la fidelidad del hombre - ¿quién se lleva la gloria? La analogía del matrimonio ¿Qué hay de los que se apartan? Pasajes controversiales Conclusión Introducción ¿Por qué hay tanta controversia? Desde que era niño, escuché la controversia que giraba en torno a la salvación. ¿Se puede perder? Aunque en la mayoría de iglesias que conocía siempre se enseñaba que no se podía perder, los argumentos de aquellos que decían que sí siempre fueron claros. De hecho, recuerdo perfectamente cuando esta controversia surgió dentro de nuestra misma iglesia con dos hermanos que nunca se habían dado cuenta cual era la posición doctrinal de nuestra iglesia con respecto a este tema. Recuerdo que los ancianos tuvieron que tomar el tiempo para debatir y aclarar este punto en toda la congregación. Por muchos años ya no había surgido este tema dentro del círculo conservador en el que me desenvuelvo. Sin embargo, en el programa de radio “Clasificación A”, que producimos cada semana Rodolfo y yo, recientemente surgió esta pregunta. Nuestra audiencia es de trasfondos doctrinales muy variados, y la división se vio claramente desde el primer programa. Terminamos hablando de este tema por cuatro semanas, pero las preguntas y los comentarios siguieron llegando. Esta es la razón por la que sentimos la necesidad de poner por escrito los puntos principales en la Biblia que nos llevan a la conclusión de que la salvación no se pierde. Pero antes debemos preguntarnos, ¿por qué existe la controversia? ¿No es clara la Biblia en este punto? ¿Qué tan importante es este tema para Dios y en la vida del cristiano? Espero que todas estas preguntas se contesten claramente para cuando usted termine de leer este libro, pero primero quiero explicar por qué es que creo que existe esta interpretación en la mente de muchas personas. Me he encontrado con dos grupos de personas: Los que dicen que la salvación se puede perder, y eso es lo que enseña la Biblia, y los que dicen que no se pierde pero que no debemos decirle eso a los nuevos creyentes. Quiero explicar ambas posiciones. En el primer grupo de personas, el argumento es muy sencillo - Sólo el que persevere hasta el fin será salvo. No sólo es un argumento sencillo, también es bíblico. Como veremos más adelante, esta no es realmente la controversia. La controversia radica en la afirmación de que puede haber un grupo de personas que alguna vez genuinamente creyeron en Dios para salvación, pero después pierden esta salvación porque no perseveran. El argumento principal del riesgo que todos los cristianos corremos de perder lo que ya hemos obtenido surge de pasajes como Filipenses 2:12 “...ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor”, ó como Hebreos 2:3 “¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande?” Creo que la convicción de todos los que toman esta posición es genuina. No están tratando de engañar a la gente intencionalmente. Si no estudiamos cuidadosamente todos los pasajes que parecen estar enseñando que la salvación de todo cristiano está en riesgo de perderse por las decisiones que yo tome, la posibilidad de la pérdida de la salvación es una conclusión lógica. La mejor manera de entender estos pasajes es comparándolos con otros pasajes que explican aún más de lo que realmente hay detrás de la conversión genuina de una persona. Y por supuesto, el contexto inmediato de estos pasajes también nos explica mucho. Y espero que al final de este libro se vea claramente por las bases bíblicas establecidas, que es sumamente peligroso enseñar que la salvación se pierde, precisamente porque lleva a una falsa concepción de lo que realmente es la salvación, que puede llevar a muchos a pensar que son salvos cuando realmente no lo son. Todo esto me lleva al siguiente grupo de personas. Uno de nuestros oyentes escribió diciéndonos que la salvación no se pierde, pero que es riesgoso decirle eso a un nuevo creyente porque pueden pensar “¡Ya soy salvo, puedo hacer lo que quiera!” Ambos grupos de personas muestran temor de que la doctrina de la salvación segura es ó puede ser causa de que los cristianos vivan vidas que no glorifiquen a Dios, porque les da permiso de pecar. Este segundo grupo de personas manifiestan este temor aún más. Existe una genuina preocupación de darle un lugar de importancia al tema de la obras en la vida del cristiano, pues como dice en Santiago 2:14 ¿De qué sirve, hermanos míos, si alguno dice que tiene fe, pero no tiene obras? ¿Acaso puede esa fe salvarle? Espero que en los siguientes capítulos pueda presentar la evidencia concreta de lo que la Biblia nos dice sobre este tema, no sólo para poder hablar con convicción con los que dicen que la salvación se pierde, sino para confirmar la fe de todo cristiano en cuanto a la seguridad de su propia salvación. Mi deseo es que todos podamos reflejar la convicción de 2 Timoteo 1:12 “...pero no me averguenzo; porque yo sé en quién he creído, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día.” Mi deseo al escribir esto es el mismo deseo que tenía Juan cuando escribió, “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna.” (1 Juan 5:13) ¿Qué cosas se escribieron en la Biblia para que tuviéramos seguridad en la salvación que nos fue dada? La definición de salvación Los versículos anteriores a los que acabo de mencionar son muy directos. “Y el testimonio es éste: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.” (1 Juan 5:11-12) Pero, ¿cómo podemos tener al Hijo? La Biblia nos muestra una sola manera: la fe. FE ¿Qué es la fe y en qué estamos depositando nuestra fe? 1 Pedro 1:9 dice “obteniendo, como resultado de vuestra fe, la salvación de vuestras almas”, Gálatas 2:16 dice “...sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino mediante la fe en Cristo Jesús, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para que seamos justificados por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley; puesto que por las obras de la ley nadie será justificado.” y Romanos 5:18 dice “...tal como por una transgresión resultó la condenación de todos los hombres, así también por un acto de justicia resultó la justificación de vida para todos los hombres”. Así que queda claro que la fe lleva a la justificación, que es ver a Cristo como la manera de presentarnos ante Dios justos, y no confiando en nuestras propias obras. Todos somos culpables delante de Dios “por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios” (Romanos 3:23). La gloria de Dios es para lo cual fuimos creados (Romanos 1:23) pero por naturaleza no buscamos esta gloria. Preferimos nuestra propia gloria. Y no hay nada dentro de nosotros mismos que sea capaz de buscar ó alcanzar la gloria de Dios (Proverbios 14:12; Romanos 3:10-12). Así que ¿de dónde viene la fe? Si nosotros no deseamos a Dios, Dios mismo nos da la fe por gracia (Filipenses 2:29; Efesios 2:8; Romanos 12:3). Y ¿qué es gracia? La gracia por definición tiene que ver con dar algo que no se merece. En el momento en que comencemos a pensar que hay algo en nosotros mismos que nos hace merecer la salvación que Dios ofrece, ya no entendemos el concepto de gracia (Romanos 4:4-5, 16; 11:6). Por eso es que Dios ha escogido salvarnos a través de la fe, para que sea evidente que no es por obras que Dios salva a alguien, sino a través de un regalo que el ofrece: la justicia de su Hijo. JUSTIFICACIÓN La justicia de Cristo se obtiene sin obras, a través de la fe. Cuando entendemos nuestra verdadera condición delante de Dios, no nos queda otro remedio sino buscar a alguien fuera de nosotros mismos para ser aceptados por Dios, lo cual es la definición de fe para ser justificados. Este entendimiento movió a Martín Lutero a escribir: “...sin fe no somos capaces de admitir que somos pecadores, porque no lo vemos, y más aún, muchas veces parece que ni fuéramos conscientes de ello. Por eso debemos acatar la sentencia de Dios y creer sus palabras cuando él nos dice que somos injustos; porque él no puede mentir.” “...los que de veras son justos, gimen e imploran por la gracia de Dios, no sólo porque se dan cuenta de que tienen una voluntad mala y por lo tanto son pecadores ante Dios, sino también porque ven que jamás podrán entender en forma cabal cuán profunda y extremadamente mala es su voluntad...” Así que después de haber entendido por la fe que recibimos de gracia (sin merecerla) que somos culpables delante de Dios, y que el sacrificio de Cristo ha sido ofrecido como la única opción para ser reconciliados con Dios por toda la eternidad, pidiendo que ese sacrificio pague nuestra culpa, somos justificados (Romanos 3:19-28). Dios es justo, y en la ley que El ha establecido, esta es la única manera de que el ser humano cumpla el propósito para el cual fue creado: glorificar a Dios a través de una relación con El. La vida de alguien que ha sido justificado ahora debe ser el reflejo de la reconciliación- gratitud (Romanos 1:21), un amor por Dios que crece día a día (1 Juan 5:1) y la esperanza de que podremos disfrutar Su gloria por toda la eternidad (Romanos 8:18). Un cambio de corazón Así que una vez que una persona ha sido justificada por la sangre de Cristo, sucede un cambio en el corazón. Si Dios no cambiara nuestro corazón, estaríamos expuestos a fallar indudablemente en nuestro esfuerzo por agradar a Dios. ¿Por qué? Porque Dios sabe que el corazón que tenemos en nuestra naturaleza caída no busca las cosas de Dios. Pero la fe que Dios nos da tiene que ver con creer en que las promesas de Dios siempre se cumplen, y Dios promete que cuando somos justificados el cambia nuestro corazón. Gálatas 2:20 dice, “Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Esto es lo que alguien que ha sido realmente justificado experimenta. El Espíritu Santo da la capacidad de obedecer a Dios que no viene de nuestra fuerza de voluntad, sino de la obra que Dios hace para cambiar nuestro corazón y las cosas que más amamos. 1 Corintios 6:19-20 dice, “¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Pues por precio habéis sido comprados; por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” Efesios 1:13 dice, “En El también vosotros, después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído, fuisteis sellados en El con el Espíritu Santo de la promesa, que nos es dado como garantía de nuestra herencia, con miras a la redención de la posesión adquirida de Dios, para alabanza de su gloria.” Filipenses 2:13 dice, “porque Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito”, Ezequiel 11:19 dice, “Yo les daré un solo corazón y podré un espíritu nuevo dentro de ellos. Y quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que anden en mis estatutos, guarden mis ordenanzas y los cumplan. Entonces serán mi pueblo y yo seré su Dios.” (Ezequiel 36:27; Deuteronomio 30:6; Jeremías 24:7; 32:40) Nuestra falta de poder para obedecer a Dios sin la cirugía espiritual que hace de nuestro corazón nos ayuda a definir una parte importante de lo que significa la verdadera salvación: Dios nos salva de nosotros mismos. ¿Por qué? Porque no hay nada en nosotros mismos que puede agradar a Dios, y Dios requiere poder agradarlo para ser justamente aceptados por El. Así que vemos que no sólo es la salvación un regalo de Dios por fe, sino también la capacidad de obedecerlo. Es muy importante entender esto, porque la Biblia nos enseña que estas dos van inevitablemente juntas. Santiago 2:17 dice, “Así también la fe por sí misma, si no tiene obras, está muerta.” 1 Juan 3:9-10 dice, “Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo; todo aquel que no practica la justicia, no es de Dios; tampoco aquel que no ama a su hermano.” Hay algo que queda muy claro en estos pasajes: un verdadero hijo de Dios tiene un nuevo corazón para no pecar más y para andar en los caminos de Dios. Esto no quiere decir que ya no pecaremos ó que ya no existe la tentación para pecar. Lo que significa es que un corazón nuevo siempre tendrá una batalla contra las cosas que no agradan a Dios. Habrá remordimiento (Efesios 4:30) y una batalla constante hasta que seamos hechos perfectos (Romanos 6:11-14; 7:15-25; 8:22-23). De acuerdo a 1 Juan 3:9 nadie que ha nacido de Dios (ha sido justificado) sigue viviendo en una vida de pecado. Y de acuerdo a Santiago, si no hay obras, no hay fe. Pero nuevamente tenemos que examinar la base de la justificación. ¡No son nuestras obras, es por gracia por medio de la fe! (Efesios 2:8) Por lo tanto llegamos a la siguiente conclusión: Cuando hay una vida que ha sido justificada por la sangre de Cristo, hay un estilo de vida y un cambio de corazón que se convierte en evidencia de que ese corazón ha sido justificado. Pero base y evidencia son conceptos muy diferentes. Por ejemplo, sería absurdo decir que le compro flores a mi esposa para poder amarla, ó que la base de su amor por mí es que le traigo flores. Más bien el comprarle flores surge como un gesto natural del amor que existe ya en mi corazón. Y espero que eso sea claro para ella. Y si en lugar de mostrar afecto por ella la insulto, la trato mal y prefiero estar con otras personas más que con ella, cualquiera podría genuinamente dudar que exista verdadero amor en mi corazón hacia ella. La Biblia trata igualmente las evidencias de una persona justificada por Dios. Claro que Dios examinará la obras de todo ser humano (Romanos 2:5-13; 2 Corintios 5:10), pero no como la base de su justificación, sino como la evidencia. Ya nos estamos acercando al corazón de la controversia de este libro: ¿Puede alguien que ha sido justificado ser condenado en el juicio final en base a sus obras? Salvación Futura Una de las razones principales por las que negamos bíblicamente que la salvación se puede llegar a perder, es precisamente porque la Biblia enseña que lo principal de lo cual nos salva Dios (por eso se llama “salvación”) es de la ira de Dios. Pero, ¿es esta ira algo que ya sucedió, ó que se manifestará cuando nos enfrentemos a nuestro Creador en un evento futuro? Quisiera argumentar en base a varios pasajes, que la salvación es principalmente un evento futuro. Romanos 5:9-11 dice, “...habiendo sido ahora justificados por su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de El. Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación.” Lo importante que debemos notar en este pasaje es la conexión inevitable que existe entre la reconciliación y justificación presente (“habiendo sido ahora”, “ahora hemos recibido”) en los tres versículos y una salvación futura (“seremos salvos”) en los versículos 9 y 10. Osea que parte de la definición de ser justificados por Dios es ser salvos en el futuro. Cuando nos enfrentemos a su ira, seremos justificados. Ser justificados representa que cuando la ira de Dios caiga sobre nuestra culpabilidad, exista una “justificación” válida para desviar esa ira hacia la persona de Cristo. La única manera de hacer esto sin romper la justicia de Dios es a través de la fe. Este pasaje, y esta definición imposibilitan la interpretación de que la salvación se pierde, porque si no somos salvos de la ira de Dios contra nuestro pecado en el futuro, no hay nada de lo que nos salvó Dios en el pasado. Salvación futura es parte de la definición de salvación. Sin salvación futura, no existe salvación. De hecho, la mayoría de los versículos que mencionaré en el siguiente capítulo, se refieren a la salvación como un evento futuro. La fidelidad de Dios y la fidelidad del hombre La Biblia deja muy claro que cuando se trata de la salvación, santificación y glorificación de una persona, es entera y absolutamente una obra de Dios. Romanos 8:29-30 dice, “Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también llamó; y a los que llamó, a ésos también justificó; y a los que justificó, a ésos también glorificó.” ¿De quién es la obra en este pasaje? ¿Existen condiciones que rompan esta cadena de eventos en la vida de un cristiano? Vamos a ver en varios pasajes más que la obra de llevar a un cristiano hasta el final, es una obra de Dios y depende enteramente de la fidelidad y del poder de Dios. Esto es muy importante, porque el decidir quién es fiel, determina quien se lleva la gloria al final. Ni siquiera podemos decir que la fidelidad del hombre tiene un pequeño porcentaje de responsabilidad en la salvación, porque si fuera así, el hombre se llevaría un pequeño porcentaje de la gloria (Efesios 2:8), y comenzaría una falsa doctrina que pone las obras como base, y no como evidencia de la salvación. Filipenses 1:6 dice, “estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús”, en 1 Pedro 1:5 (refiriéndose a la esperanza de salvación futura) “...que sois protegidos por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo.” en 1 Corintios 1:8-9 (....esperando ansiosamente la revelación de nuestro Señor Jesucristo) “el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es Dios, por medio de quien fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo, Señor nuestro.” en 1 Tesalonicenses 5:23 “Y que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y que todo vuesto ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.” en Judas 24 dice, “Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída y para presentaros sin mancha en presencia de su gloria con gran alegría” y en Juan 10:27-30 Jesús habló de la salvación así: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen; y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano del Padre.” De acuerdo a los pasajes anteriores (que he escogido como los más representativos), ¿de quién es la obra de llevarnos hasta la salvación final? Estos pasajes muestran que la gloria es para Dios porque Dios es el que es fiel. No nosotros. Si la salvación dependiera de nuestra fidelidad hacia Dios, ninguno se salvaría. Todos tenemos la tendencia a buscar y a amar las cosas que no agradan a Dios, y sin un corazón nuevo, eso hacemos. Entonces, ¿por qué nos exhorta la Biblia a mantenernos fieles? ¿Existe una contradicción, ó acaso es que la fidelidad de Dios no es suficiente para mantener a un creyente en salvación? La Biblia nos exhorta a mantenernos fieles, porque Dios ha escogido usar las advertencias y las exhortaciones como una de las maneras de mantenernos en su mano. No sólo eso, sino también la iglesia, el cuerpo de Cristo, tiene la responsabilidad de exhortar y animar para santificación y salvación final a los que son hijos de Dios (Romanos 14:14-20). Pero todo esto es una obra de Dios. Lo que visiblemente es la obra del hombre, invisiblemente es realmente la mano y el poder de Dios trabajando para llevarnos hasta el final. Tenemos hasta aquí el comienzo de lo que significa realmente ser salvo: ser justificados por fe para salvación final al enfrentar el juicio de la ira de Dios, y ser transformados a través del poder del Espíritu Santo, un cambio de corazón, el conocimiento de la Palabra de Dios y la edificación mutua del cuerpo de Cristo para poder agradar a Dios y andar como verdaderos hijos de luz. La analogía del matrimonio El símbolo más profundo y sublime que existe en la vida cristiana (y secular) sobre lo que realmente significa la salvación es el matrimonio. El matrimonio está diseñado para representar la relación entre Cristo y la iglesia. En Efesios 5:31-32 dice, “Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio, pero hablo con referencia a Cristo y a la iglesia.” Si el matrimonio es la dramatización en nosotros que Dios ha escogido para hablar sobre la relación después de la reconciliación obtenida en la justificación, podemos aprender mucho al analizar que dice Dios sobre el divorcio. ¿Puede un matrimonio legítimamente separarse en los ojos de Dios? La respuesta es no. Ya he escrito otro libro dedicado enteramente a este tema, sin embargo quisiera señalar algunos pasajes que nos muestran algo sobre lo que Dios nos dice del pacto matrimonial. En Malaquías 2:14 dice, ”...el Señor ha sido testigo entre tú y la mujer de tu juventud, contra la cual has obrado deslealmente, aunque ella es tu compañera de tu pacto”. Debemos de notar en este versículo que el fundamento para la relación es el pacto que ha sido establecido. Un pacto para Dios es algo permanente e incondicional. Después en el versículo 15 y 16 dice, "...no seas deleal con la mujer de tu juventud. Porque yo detesto el divorcio dice el Señor, Dios de Israel..." Otra analogía que vemos claramente entre el matrimonio y nuestra relación con Dios es la historia que leemos sobre el profeta Oseas. Dios mandó a Oseas casarse con una mujer prostituta, Gomer, para mostrar a su pueblo cómo es que a pesar de la infidelidad, como fue la de Gomer, Dios no nos abandona y no busca el divorcio como alternativa, sino la reconciliación. En Oseas 3:1,3 dice, "Ve otra vez, ama a una mujer amada por otro y adúltera así como el Señor ama a los hijos de Israel a pesar de que ellos se vuelven a otros dioses.... Y le dije: Te quedarás conmigo por muchos días. No te prostituirás, ni serás de otro hombre, y yo también seré para ti". Cuando Jesús contestó la pregunta sobre el divorcio la respuesta fue “Lo que Dios unió, no lo separe el hombre (Mateo 19:3-8)". Y la afirmación de que alguien divorciado que se vuelve a casar comete adulterio (Lucas 16:18) nos muestra claramente que un pacto, una vez establecido no puede ser roto. Si esto es verdad en la analogía matrimonial, cuanto más lo es en la relación que fue comprada con la sangre de Cristo para salvación. Esta salvación no es un juego. Es algo muy serio que Dios da gratuitamente. Y si Dios la da, el se asegura de mantener el honor del valor de esta sangre en la santificación y salvación final del creyente. El pacto matrimonial no puede ser anulado, así como el pacto de salvación tampoco. ¿Qué hay de los que se apartan? Primeramente tengo que decir, que no todos los que se apartan por un tiempo no son salvos. La historia del hijo pródigo es el ejemplo más claro. Aveces nos olvidamos de nuestro Salvador, pero si realmente somos de Él el nos trae de regreso a sus caminos. Esto fue lo que pasó con Pedro. Jesús sabía que por un momento Pedro lo negaría, pero Dios no lo dejaría apartarse permanentemente. Dios usaría eso para fortalecer su fe y moldearlo. Eso es lo que Dios hace en cada una de nuestras vidas (Romanos 8:28). Pero hay un grupo que nunca se arrepiente. Que nunca conoció a Dios personalmente. Nuevamente la Biblia es muy clara en cuanto al juicio sobre los que alguna vez pertenecieron a la iglesia cristiana, profesaron ser cristianos, conocían la verdad y después le dan la espalda a Dios para nunca volver. La explicación más clara que hay sobre este grupo de personas está en 1 Juan 2:19: “Salieron de nosotros, pero en realidad no eran de nosotros, porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron, a fin de que se manifestara que no todos son de nosotros.” Dios quiere que quede claro que no todos los que se dicen cristianos son realmente cristianos. Jesús lo puso de esta manera: “No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?” Y entonces les declararé: “Jamás os conocí; apartaos de mi, los que practicáis la iniquidad.” (Mateo 7:21-23) La clave importante que debemos notar en este pasaje es que Jesús jamás los conoció. No es una categoría de gente que alguna vez conoció a Jesús para justificación y después perdió esa salvación. Es gente que nunca fue salva en realidad. Entonces, ¿cómo sacaron demonios he hicieron milagros? La Biblia nos muestra que el Espíritu Santo trabaja y actúa a través de algunos que no son realmente hijos de Dios. Por ejemplo, Judas, que al final traicionó a Jesús, recibió el poder del Espíritu Santo para hacer milagros (Mateo 10:4, 8, 20) y conoció la verdad de una manera muy real al andar con Jesús durante tres años, lo cual hizo que el juicio sobre el al final fuera muy severo (Marcos 14:21) y como veremos en la siguiente sección, hay una categoría de personas dentro de la iglesia cristiana que son como Judas. Y lo que encontramos en la Biblia es que Jesús siempre conoció lo que realmente había en el corazón de Judas y nunca fue realmente de Dios (Juan 6:71), aunque Jesús dejó que exteriormente siguiera con el hasta el final, cuando lo traicionó. Pasajes Controversiales La mayoría de pasajes controversiales sobre la seguridad de nuestra salvación se encuentran en el libro de Hebreos. Para entender estos pasajes correctamente, es necesario compararlos con todo el libro de Hebreos y su contexto, y después con el resto de la Biblia. A través de un análisis cercano, y con la ayuda de algunos maestros de la Biblia como John Piper, quisiera explicar el propósito y sentir del autor de Hebreos en los siguientes pasajes: Hebreos 2:1-3 1Por tanto, debemos prestar mucha mayor atención a lo que hemos oído, no sea que nos desviemos. 2Porque si la palabra hablada por medio de ángeles resultó ser inmutable, y toda transgresión y desobediencia recibió una justa retribución, 3¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? La cual, después que fue anunciada primeramente por medio del Señor, nos fue confirmada por los que oyeron, Comenzando con el capítulo 2, comienzan una serie de advertencias. Pero a la luz de todo lo que ya se ha visto en este libro que enseña la Biblia sobre la salvación, no son advertencias sobre la posibilidad de perder la salvación, sino advertencias sobre las manifestaciones externas de un verdadero cristiano. ¿Por qué digo esto? Porque como vimos en Romanos 5:9, la salvación presente es garantía de salvación futura, y si no hay salvación futura, no hay salvación presente. El versículo 1 comienza con “por tanto debemos prestar mucha mayor atención a lo que hemos oído”. Lo que hemos oído es lo que Dios ha dicho a través de su Hijo (1:2). Todo el capítulo uno esta dedicado a la persona de Cristo, su supremacía y deidad (1:8). El escuchar lo que Dios ha dicho a través de su Hijo constituye el primer paso para ser salvo (Romanos 10:14; 1 Juan 1:1-3). ¿Por qué es que debemos prestar atención? Porque el no prestar atención constituiría descuidar una salvación tan grande (v.3). La única razón por la cual no prestaríamos mayor atención a lo que Dios ha dicho a través del Hijo es porque consideramos otras cosas más importantes y dignas de nuestra atención. Pero esto es precisamente lo que distingue a un Cristiano de un inconverso. Un cristiano debe valorar a Cristo como lo más valioso en su vida. La vida cristiana es una vida de contemplación. Contemplación en la persona de Cristo. La segunda razón por la que debemos prestar atención, es para no desviarnos. La palabra “desviarnos” tiene la idea de algo que pasa flotando. Para desviarnos, lo único que tendríamos que hacer es no hacer nada. La pasividad en una persona la aleja de Dios. La vida es como un río, y la corriente va hacia la destrucción. Esta advertencia nos muestra la obra que Dios hace en la vida del creyente. Dios provee la única manera de no desviarnos hacia un camino de destrucción: poner nuestra mira y nuestro enfoque en la persona de Cristo. Alguien que descuida una salvación tan grande, alguien que se desvía, es alguien que no presta atención a la persona de Cristo. Es alguien que realmente no tiene fe, y por lo tanto no es salvo. Hebreos 3:6-15 dice, 6pero Cristo fue fiel como Hijo sobre la casa de Dios, cuya casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin nuestra confianza y la gloria de nuestra esperanza. 7Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: SI OIS HOY SU VOZ, 8NO ENDUREZCAIS VUESTROS CORAZONES, COMO EN LA PROVOCACION, COMO EN EL DIA DE LA PRUEBA EN EL DESIERTO, 9DONDE VUESTROS PADRES me TENTARON AL PONERme A PRUEBA, Y VIERON MIS OBRAS POR CUARENTA AÑOS. 10POR LO CUAL ME DISGUSTE CON AQUELLA GENERACION, Y DIJE: "SIEMPRE SE DESVIAN EN SU CORAZON, Y NO HAN CONOCIDO MIS CAMINOS"; 11COMO JURE EN MI IRA: "NO ENTRARAN EN MI REPOSO." 12Tened cuidado, hermanos, no sea que en alguno de vosotros haya un corazón malo de incredulidad, para apartarse del Dios vivo. 13Antes exhortaos los unos a los otros cada día, mientras todavía se dice: Hoy; no sea que alguno de vosotros sea endurecido por el engaño del pecado. 14Porque somos hechos partícipes de Cristo, si es que retenemos el principio de nuestra seguridad firme hasta el fin, 15en cuanto se dice: SI OIS HOY SU VOZ, NO ENDUREZCAIS VUESTROS CORAZONES, COMO EN LA PROVOCACION. La clave de todo este pasaje se encuentra en el versículo seis. Dice que somos casa de Dios si retenemos firme nuestra confianza hasta el fin. Este “si” representa la condición inevitable de ser casa de Dios. La mejor manera de entender esta condición es que la confirmación de que realmente somos casa de Dios es que nos mantenemos firmes hasta el fin. La razón para esta interpretación es el verbo en tiempo presente “somos”. No dice, “seremos casa de Dios”. Es como decir “eres del norte si hablas con cierto acento”. Hablar con cierto acento no te hace del norte, muestra que eres del norte. Así que podríamos leer el versículo 6 “si retenemos firme nuestra confianza hasta el fin, demostramos que somos casa de Dios”. Eso define “casa de Dios”. Si quieres saber si eres de la casa de Dios, pruébate a ti mismo para ver si tienes tu esperanza en Dios para ser tu satisfacción y gozo por toda la eternidad (Romanos 8:18). Otra razón para interpretar este versículo de esta manera es el versículo 1, en el que llama a los lectores “participantes del llamamiento celestial”. Así que el autor asume que sus lectores ya son partícipes del llamado celestial de Dios. No sólo han escuchado el llamamiento, son participantes. Así que ellos son participantes del llamado, casa de Dios y la evidencia es que perseveren en la esperanza de Dios hasta el fin. Ahora en el versículo 14, el “si” es muy similar al del versículo 6. La participación del versículo 14 es como la participación del versículo 1, y lo mismo que ser “casa de Dios” en el versículo 6. Nuevamente debemos notar que “somos hechos” es en el presente y está relacionado con un evento futuro. Así que no es “retengan el principio de su seguridad para convertirse (en el futuro) en partícipes de Cristo, sino “retengan el principio de su seguridad para demostrar que son partícipes de Cristo”. Esto nos muestra claramente que el autor de Hebreos nos lleva a la siguiente conclusión: Si somos hechos partícipes de Cristo (pasado y presente), si en el futuro retenemos el principio de nuestra seguridad, entonces, ¿qué si no retenemos el principio de nuestra seguridad ahora? La respuesta es: no hemos sido hemos sido hechos partícipes de Cristo. El decir que si no retenemos el principio de nuestra seguridad, entonces, aunque hayamos sido alguna vez participantes de Cristo, después perdemos nuestra parte, sería contradecir este versículo. Retener nuestra seguridad en el futuro es sinónimo de ser partícipe de Cristo en el presente. En todo el pasaje, la iglesia es comparada al pueblo de Israel. Aunque vieron milagros, señales, maravillas y la gracia de Dios, después de haber probado del don celestial, no confiaron en Dios en los tiempos difíciles, sino que se hicieron duros e incrédulos, y no confiaron en la bondad de Dios, sino que murmuraron. El resultado fue que Dios se airó y no les permitió entrar a la tierra prometida. Cuantos que hay en la iglesia hoy sólo quieren la misericordia de Dios para escapar del infierno, pero su corazón está duro para tener una relación personal diaria con Dios. El problema real no es lo que hacemos ó no hacemos, es un problema del corazón (v. 10). El versículo 13 nos muestra que la comunión entre los santos es una de las maneras principales que Dios usa para mantener a sus santos firmes hasta el final. Sólo hay dos posibilidades para los que dicen ser cristianos: O se mantienen firmes reteniendo el principio de su seguridad hasta el final y muestran que realmente fueron partícipes de Cristo, ó se endurecen por el engaño del pecado y se apartan de Dios con un corazón de incredulidad y muestran que no fueron partícipes de Cristo. Hebreos 6:4-6 4Porque en el caso de los que fueron una vez iluminados, que probaron del don celestial y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, 5que gustaron la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, 6pero después cayeron, es imposible renovarlos otra vez para arrepentimiento, puesto que de nuevo crucifican para sí mismos al Hijo de Dios y lo exponen a la ignominia pública. Nuevamente, en este pasaje, ¿cuál es el contexto? En los versículos 1 al 3, el autor de Hebreos nos dice que la madurez en la vida cristiana es una obra que al final de cuentas, depende de Dios - "esto haremos, si Dios permite" (v.3). Así que, la ilustración que vemos en los versículos 4-6 nos muestran una situación en la que la madurez es imposible. Esta situación nos muestra que tan dependientes somos del Dios soberano del versículo 3. En resumen, esta es la situación: primero, alguien recibe grandes bendiciones y tiene una experiencia religiosa (v. 4-5). Después, la misma persona se aparta, y al hacer esto vuelve a crucificar al Hijo de Dios y lo expone a vergüenza pública. Y por último, esta persona no puede ser renovada al arrepentimiento. La primer pregunta que nos hacemos es ¿puede alguien experimentar lo que describen los versículos 4-6 sin ser justificado? A pesar de que he mencionado otros pasajes en capítulos anteriores, quisiera responder a esta pregunta con pasajes del mismo libro de Hebreos. Primero consideremos los versículos que siguen en el contexto: 7Porque la tierra que bebe la lluvia que con frecuencia cae sobre ella y produce vegetación útil a aquellos a causa de los cuales es cultivada, recibe bendición de Dios; 8pero si produce espinos y abrojos no vale nada, está próxima a ser maldecida, y termina por ser quemada. Esta analogía que el mismo autor de Hebreos usa, no es la de un campo que alguna vez tuvo vegetación útil y después ya no, sino de un campo que no produjo fruto útil sino espinos y abrojos, los cuales no valen nada. La lluvia que recibió el campo no produjo fruto (aunque la recibió). El siguiente versículo también nos dice algo sobre la verdadera salvación: Esperanza de cosas mejores 9Pero en cuanto a vosotros, amados, aunque hablemos de esta manera, estamos persuadidos de las cosas que son mejores y que pertenecen a la salvación. “Las cosas que pertenecen a la salvación” muestra la convicción del autor de Hebreos de que sus lectores no se van a apartar, van a dar fruto, porque realmente son salvos. Fruto como el del campo en el versículo 7, son las cosas que pertenecen (literalmente “son poseídas por”) la salvación. Ahora veamos la conclusión del capítulo: 10Porque Dios no es injusto como para olvidarse de vuestra obra y del amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido, y sirviendo aún, a los santos. 11Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para alcanzar la plena seguridad de la esperanza, 12a fin de que no seáis indolentes, sino imitadores de los que mediante la fe y la paciencia heredan las promesas. 17De la misma manera Dios, deseando mostrar más plenamente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su propósito, interpuso un juramento, 18a fin de que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, seamos grandemente animados los que hemos huido para refugiarnos, echando mano de la esperanza puesta delante de nosotros, 19la cual tenemos como ancla del alma, una esperanza segura y firme, y que penetra hasta detrás del velo, 20donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho, según el orden de Melquisedec, sumo sacerdote para siempre. Nuevamente, el autor de Hebreos quiere que sus lectores tengan plena seguridad de que cuando Dios comienza algo, lo termina (v. 10), que la salvación es un proceso que será evidente hasta el final (v. 11), que hay una diferencia entre los que no son salvos y los que sí lo son (v. 12), que la salvación es un pacto incondicional de Dios (v. 17-18) y que la esperanza de ser salvos es algo seguro como un ancla, segura y firme porque la obra depende absolutamente de Cristo (v. 19-20). Ahora brinquemos al capítulo 10: 14Porque por una ofrenda El ha hecho perfectos para siempre a los que son santificados. 15Y también el Espíritu Santo nos da testimonio; porque después de haber dicho: 16ESTE ES EL PACTO QUE HARE CON ELLOS DESPUES DE AQUELLOS DIAS--DICE EL SEÑOR: PONDRE MIS LEYES EN SU CORAZON, Y EN SU MENTE LAS ESCRIBIRE, añade: 17Y NUNCA MAS ME ACORDARE DE SUS PECADOS E INIQUIDADES. 18Ahora bien, donde hay perdón de estas cosas, ya no hay ofrenda por el pecado. 19Entonces, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, 20por un camino nuevo y vivo que El inauguró para nosotros por medio del velo, es decir, su carne, 21y puesto que tenemos un gran sacerdote sobre la casa de Dios, 22acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y nuestro cuerpo lavado con agua pura. 23Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es el que prometió; 24y consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, 25no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros , y mucho más al ver que el día se acerca. Tanto el versículo 14 como el 23 nos muestran que la fidelidad de Dios es la que hace de nuestra salvación algo seguro. ¡El ha hecho perfectos para siempre a los que son santificados! ¡El es fiel para cumplir esta promesa! Debemos de tener en mente estos versículos que nos dan seguridad y confianza en la salvación como algo permanente y algo seguro antes de continuar a los siguientes versículos. Es crucial leer el contexto para poder pensar como el autor de Hebreos quiere que pensemos acerca de las siguientes exhortaciones: Advertencia a los que continúan pecando 26Porque si continuamos pecando deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio alguno por los pecados, 27sino cierta horrenda expectación de juicio, y la furia de UN FUEGO QUE HA DE CONSUMIR A LOS ADVERSARIOS. 28Cualquiera que viola la ley de Moisés muere sin misericordia por el testimonio de dos o tres testigos. 29¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que ha hollado bajo sus pies al Hijo de Dios, y ha tenido por inmunda la sangre del pacto por la cual fue santificado, y ha ultrajado al Espíritu de gracia? 30Pues conocemos al que dijo: MIA ES LA VENGANZA, YO PAGARE. Y otra vez: EL SEÑOR JUZGARA A SU PUEBLO. 31¡Horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo! Hay dos posibilidades para todo ser humano: 1- horrenda expectación de juicio ó 2sacrificio por los pecados. La Biblia nos presenta siempre los dos lados de Dios- su justicia y su bondad (Romanos 2:1-5). Los dos están diseñados para llevarnos al arrepentimiento. La noticia del justo juicio de Dios sobre nuestro pecado nos lleva a ver por qué el Evangelio son buenas nuevas. Dios ha provisto en Cristo una manera para todo ser humano de recibir el perdón y la justificación a través de la fe. Así que ¿quienes son para los cuales ya no queda sacrificio por los pecados? Este pasaje nos describe cinco cosas: 1- Pecan deliberadamente (v. 26). Vemos que el tiempo del verbo (acción presente continua) nos muestra una actitud al pecar. Una actitud de reto hacia la gracia de Dios. Una actitud que muestra un corazón endurecido. Un corazón como el de Esaú (12:16-17). 2- Son adversarios (v. 27). Son enemigos de Dios. Apóstatas. 3- Han pisoteado al Hijo de Dios (v. 29). Cristo murió por ellos, pero en lugar de recibirlo como su vida y esperanza, se detuvieron, recibieron un poco de religiosidad y continuaron sus vidas con otras cosas. 4- Tomaron la sangre de Cristo como inmunda (v. 29b). La palabra “inmunda” realmente en el griego es “común, ordinaria, nada especial”. 5- Insultaron al Espíritu de gracia (v. 29c). Probaron la gracia de Dios en sus vidas, fueron influenciados por ella en alguna medida, pero luego continuaron pecando y la consideraron innecesaria. Para este grupo de personas, el juicio de Dios será un fuego consumidor. Para aumentar la severidad de su actitud hacia la gracia de Dios, el autor nos muestra que tan cerca estuvieron de la verdadera salvación. 1- Tenían un conocimiento de la verdad (v. 26). Este grupo de personas conocía el Evangelio perfectamente. 2- Son descritos como parte del pueblo de Dios (v. 30). Esto nos muestra que el autor de Hebreos ve al pueblo de Dios como un grupo mixto. Algunos del “pueblo de Dios” serán salvos, y otros no. Por ejemplo, en Ezequiel 34:17 Dios dice (hablando sobre su rebaño ó pueblo): 17Mas en cuanto a vosotras, ovejas mías, así dice el Señor DIOS: "He aquí, yo juzgaré entre oveja y oveja, entre carneros y machos cabríos. “Pueblo de Dios” se refiere a la iglesia externa. No a la iglesia real. En Romanos 9:6 Pablo dice que no todos los de Israel son realmente Israel. Tenemos que ir entendiendo la manera de hablar del autor de Hebreos. Él sabe que los elegidos de Dios y la iglesia externa no son la misma cosa. La mayoría de los hipócritas tarde ó temprano salen a la luz como apóstatas (1 Juan 2:19). 3- Fueron santificados (v. 29). ¿Cómo podemos entender esta santificación? Si estuviéramos hablando de la misma santificación de los que han sido justificados, tendríamos una contradicción en este mismo capítulo, ya que el versículo 14 dice que “Él ha hecho perfectos para siempre a los que son santificados”. El perfeccionamiento que Dios hace en los que han sido justificados, nunca es temporal. Así que tenemos dos tipos de santificación en este capítulo. Un tipo (v. 14), muestra y lleva a perfección eterna. El otro (v. 29), muestra y lleva a mayor condenación y culpabilidad después de apostatar. ¿De qué se trata esta santificación sin fruto? Es una separación religiosa y purificación externa que sucede cuando alguien se vuelve parte de la iglesia visible. Son influenciados por las enseñanzas de la Biblia. Tienen la influencia del amor de los santos. Participan de las ordenanzas bíblicas incluyendo la cena del Señor. Hasta son usados por el Espíritu para hacer cosas sobrenaturales. (Mateo 7:21-23). Son apartados ó “santificados” en la manera que Israel fue santificado de entre las naciones, aunque muchos fueron infieles. Toda esta influencia fue comprada y hecha posible por la sangre de Cristo, la cual estas personas despreciaron al final. El autor de Hebreos usa lenguaje de los que son realmente salvos para describir a los que no lo son (iluminados, santificados, partícipes del Espíritu Santo, etc.) porque esto es lo que experimentaron estas personas exteriormente. El autor de Hebreos tiene dos grupos de personas en mente: Los elegidos que realmente son salvos y son de Dios, y los que manifiestan todas las características de un verdadero cristiano por un tiempo, pero al final muestra que realmente no lo fue. Los siguientes versículos nos enseñan estas dos categorías. Necesidad de perseverar 32Pero recordad los días pasados, cuando después de haber sido iluminados, soportasteis una gran lucha de padecimientos; 33por una parte, siendo hechos un espectáculo público en oprobios y aflicciones, y por otra, siendo compañeros de los que eran tratados así. 34Porque tuvisteis compasión de los prisioneros y aceptasteis con gozo el despojo de vuestros bienes, sabiendo que tenéis para vosotros mismos una mejor y más duradera posesión. 35Por tanto, no desechéis vuestra confianza, la cual tiene gran recompensa. 36Porque tenéis necesidad de paciencia, para que cuando hayáis hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. 37PORQUE DENTRO DE MUY POCO TIEMPO, EL QUE HA DE VENIR VENDRA Y NO TARDARA. El autor de Hebreos sabe que hay cosas que los verdaderos cristianos están dispuestos a soportar (v. 32-36), y que estas cosas llevan a una recompensa eterna y segura. Para concluir con este pasaje veamos los versículos 38 y 39. 38MAS MI JUSTO VIVIRA POR LA FE; Y SI RETROCEDE, MI ALMA NO SE COMPLACERA EN EL. 39Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para la preservación del alma. Alguien que retrocede no será salvo. No porque pierda su salvación, sino porque no tenía el tipo de fe que preserva el alma. El autor de Hebreos está seguro de que los verdaderos creyentes (incluyéndose él mismo) no son del grupo que retrocede. Son de los que tienen fe genuina. Tienen el tipo de fe que los lleva hasta el final. Son dos grupos de personas diferentes. Los que retroceden, y los que son salvos. Conclusión Creo que el libro de Hebreos no se contradice en ninguna manera. Por una parte, esta lleno de versículos diseñados para darnos seguridad en nuestra salvación y dejar claro que la fidelidad de Dios nos mantiene hasta el fin. Pero por el otro lado, también contiene una serie de advertencias, que no creo que el autor quería mencionar para infundir temor a perder la salvación, sino que están allí para que todos examinemos nuestras vidas y veamos si realmente somos (y seremos) de Dios. Este libro debe de llevarnos a evaluar si hay una fe genuina, una fe salvadora en nuestras vidas. En 2 Corintios 13:5-6 Pablo dice: 5Poneos a prueba para ver si estáis en la fe; examinaos a vosotros mismos. ¿O no os reconocéis a vosotros mismos que Jesucristo está en vosotros, a menos de que en verdad no paséis la prueba? 6Mas espero que reconoceréis que nosotros no estamos reprobados. No debemos pensar que todos los que dicen ser cristianos realmente lo son (incluyéndonos a nosotros mismos). Hay una prueba que cada quien debe hacerse para ver si su fe es real y genuina. Esta prueba tiene que ver con un cambio en nuestra vida. Un cambio real que da testimonio de haber entendido el gran valor que tiene la sangre de Cristo en para cada quien. Un cambio que muestra que atesoramos a Dios sobre de todas las cosas. Eso es lo que la parábola del sembrador nos muestra en Mateo 13:3-8. El fruto que viene después de que la semilla ha sido sembrada es la muestra de que tipo de tierra realmente recibió la semilla. En Colosenses 1:22-23 Pablo dijo: 22sin embargo, ahora El os ha reconciliado en su cuerpo de carne, mediante su muerte, a fin de presentaros santos, sin mancha e irreprensibles delante de El, 23si en verdad permanecéis en la fe bien cimentados y constantes, sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, que fue proclamado a toda la creación debajo del cielo, y del cual yo, Pablo, fui hecho ministro. ¿Cómo sabemos si hemos sido reconciliados con Dios? Si en verdad permanecemos en la fe bien cimentados y constantes, sin movernos de la esperanza del evangelio. A veces hemos simplificado demasiado el concepto de salvación en la iglesia Evangélica. Hemos manejado campañas en las que simplemente decimos “repite esta oración conmigo”, y hacemos pensar a la gente que lo que van a decir son unas palabras mágicas, como las de los cuentos de hadas que abren puertas ó crean hechizos, y que estas palabras mágicas los salvarán. Cuando leemos la Biblia, vemos que hay mucho más en la salvación que palabras mágicas. Sí, claro, hay una oración de arrepentimiento y de reconocimiento por el pecado que hay en nuestras vidas, pero también hay un corazón nuevo, la llegada del Espíritu Santo para morar permanentemente, la santificación gradual que nos hace ir abandonando el pecado en nuestras vidas, la justificación final para rescatarnos de la ira de Dios en el día del juicio y la glorificación y resurrección final de todo creyente para disfrutar de la gloria de Dios por toda la eternidad. Sin alguno de estos elementos, el cuadro de la salvación que nos pinta la Biblia ya no está completo. Espero que este libro haya pintado este cuadro fielmente para todo lector, para que tenga la misma convicción de Pablo. El que comienza la buena obra, la termina. ¿Cómo puedo estar seguro de mi salvación? La Biblia nos llena de seguridad, porque deposita la responsabilidad en la persona de Cristo. Pero al mismo tiempo, Dios no quiere que vivamos engañados, pensando que somos verdaderos hijos de Dios por pertenecer a una familia cristiana ó a un club eclesiástico. No quiere que seamos del grupo de personas que al final le reclamarán a Dios el no ser aceptados en base a obras que ellos hicieron en vida. Por las obras de la ley, nadie será justificado. Y el que cae, tampoco será justificado. No porque las obras lo podrían salvar, sino porque una fe real que inevitablemente producirá obras es lo único que nos puede salvar. Al ver el cuadro completo que nos da la Biblia sobre la salvación, podemos ver una cadena de eventos que están ligados de una manera incondicional. 1-La fe que da Dios nos justifica y es permanente (Judas 1:3; Romanos 5:1; Gálatas 2:16) 2-Una persona justificada tiene un corazón nuevo para hacer la voluntad de Dios (Efesios 2:8-10; Santiago 2:24; Ezequiel 11:19) 3-Una persona que tiene un corazón nuevo para hacer la voluntad de Dios, será salva al final (Hebreos 3:14; Romanos 2:6-7; Apocalipsis 3:5) Al final, todos los que estaremos ante su presencia le daremos las gracias a El. No nos llevaremos el crédito. No diremos “yo te fui fiel”. Diremos “Tu obra en mi vida me dio el poder para ser fiel”. Y junto con los redimidos recordaremos la doxología de Judas: Y a aquel que es poderoso para guardarnos sin caída y para presentarnos sin mancha en presencia de su gloria con gran alegría, al único Dios nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea gloria, majestad, dominio y autoridad, antes de todo tiempo, y ahora y por todos los siglos. Amén. Aquí está el gran peligro de decir que la salvación se pierde. ¿Es la salvación obra de Dios ú obra del hombre? Cuando decimos que Dios no necesariamente termina lo que comienza, ó que Dios no hace todo el trabajo sino que necesita de nuestra ayuda (como dice el refrán “ayúdate que yo te ayudaré”), estamos quitándole gloria a Dios. Estamos comenzando a poner al hombre como el principal responsable de su destino. El hombre comienza a estar al centro y no Dios. Dios tiene toda la iniciativa en la salvación, y Dios hace toda la obra. Así es como El se lleva toda la gloria también. Esto es lo que Pablo quiso resumir en Efesios 1:3-14: 3Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4según nos escogió en El antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de El. En amor 5nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, 6para alabanza de la gloria de su gracia que gratuitamente ha impartido sobre nosotros en el Amado. 7En El tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de su gracia 8que ha hecho abundar para con nosotros. En toda sabiduría y discernimiento 9nos dio a conocer el misterio de su voluntad, según el beneplácito que se propuso en El, 10con miras a una buena administración en el cumplimiento de los tiempos, es decir, de reunir todas las cosas en Cristo, tanto las que están en los cielos, como las que están en la tierra. En El 11también hemos obtenido herencia, habiendo sido predestinados según el propósito de aquel que obra todas las cosas conforme al consejo de su voluntad, 12a fin de que nosotros, que fuimos los primeros en esperar en Cristo, seamos para alabanza de su gloria. 13En El también vosotros, después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído, fuisteis sellados en El con el Espíritu Santo de la promesa, 14que nos es dado como garantía de nuestra herencia, con miras a la redención de la posesión adquirida de Dios , para alabanza de su gloria. y en Efesios 2:8-10 8Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; 9no por obras, para que nadie se gloríe. 10Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas. Que Dios nos ayude a entender a través de su Palabra de quién dependemos para la fe, la justificación, la santificación, nuestra salvación futura, y la glorificación para una eternidad de gozo y gloria. Entrégale tu vida a Cristo. Él es tu única esperanza para ser reconciliado con tu Creador. Él nos ha prometido vida eterna. Y mientras llegamos al final de nuestras vidas Él nos ha prometido darnos la capacidad para vivir vidas que lo honren y glorifiquen. Y Él es fiel.