www.iglesiadelinternet.com Más gracia – Parte 11 “Dos cosas que tenemos que creer – Parte 1” Pastor Erich Engler Lo que más combate a la gracia, son nuestras perspectivas religiosas. Nuestra religiosidad nos es un estorbo. Hoy vamos a algo, que considerado desde la perspectiva de nuestra mente nos cuesta aceptar y diríamos: ¡eso no puede ser así! Pero por otra parte en lo profundo de nuestro corazón sabemos que eso es verdad ¡Aleluya! En esta reunión me quiero referir a las dos cosas más importantes que tienes que creer durante toda tu vida. Las dos cosas más importantes que tienes que creer. ¿Estás preparado? Nos referimos a las dos cosas importantes que tú tienes que creer. Porque la Biblia dice: "porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. No lo encontramos muchas veces en la Biblia, pero en algunas oportunidades dice que debemos creer, que es necesario creer. Antes de continuar, permíteme formular algo a fin de encender un fuego y de que tú seas avivado. Llegar a creer en Jesús es lo más importante para un incrédulo y no para quienes ya son creyentes. ¿Verdad? Ya os estáis despertando. Lo más importante para un incrédulo es comenzar a creer en Jesús. Pero eso no es lo más importante para el creyente o para los creyentes. Bueno, consideremos cuáles son las cosas más importantes que como creyentes tenemos que creer. Para el incrédulo lo más importante es comenzar a creer en Jesús. Esto lo encontramos en Juan capítulo 16, versículos 8 al 11. Juan capítulo 16, versículos 8 al 11, esto es lo más importante que debe comenzar a creer un incrédulo, ¿verdad? Comenzamos a leer desde el versículo 8: “Y cuando él venga” (se está refiriendo al Espíritu Santo), “Y cuando él venga convencerá al mundo (ese es el trabajo del Espíritu Santo) de pecado, de justicia y de juicio. ¿De qué se trata el pecado del cual convence el Espíritu Santo? El versículo 9 nos da la respuesta. “De pecado, por cuanto no creen en mí” ¿Comprendes? Los seres humanos cometen un pecado decisivo y determinante, se trata del pecado de no creer en Jesús. No se trata de los pecados de hecho sino que se trata del 1 pecado de no creer en Jesús. Nadie irá al infierno por causa de haber ingerido drogas, tampoco por haber cometido adulterio, o porque era alcohólico, o por causa de cualquier otro pecado de hecho. Nadie estará en el infierno ni irá al infierno a causa de los pecados de hecho. Sino como lo expresó Jesús: “De pecado, por cuanto no creen en mí”. Quizás me digas: “Pastor Erich ¿cuando predicas tanto de la gracia, crees todavía que el infierno existe?” Óyeme bien, la gracia de Dios no es universalismo porque sigue existiendo un solo camino al Padre, este camino no es Buda, tampoco el hinduismo, el camino al Padre es solamente Jesucristo. Jesucristo es el camino, la verdad y la vida, ¿amén? “De pecado, por cuanto no creen en mí” El Espíritu Santo convence a los incrédulos del pecado de no creer en Jesús. Por medio del Espíritu Santo el Padre atrae al incrédulo hacia Jesús. ¡Aleluya! ¡Gloria al Señor! El Espíritu Santo no convence al creyente de pecado, sino que convence de pecado al incrédulo. Mira lo que sigue diciendo: “de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más” ¿Comprendes? Aquí Jesús se refiere a tres aspectos, a tres ámbitos. En primer lugar se refiere a convencer al mundo de pecado, se trata de convencer al mundo de pecado, pero no a los creyentes. En segundo lugar se refiere a justicia, y allí se refiere a los creyentes, porque dice en el versículo 10: “de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más”. Se está refiriendo a sus discípulos, a los creyentes, “y no me veréis más”. El Espíritu Santo siempre dirige nuestra mirada a la cruz, el Espíritu Santo nos muestra siempre la justicia que somos en Cristo. No se trata de convencernos de pecado sino de la justicia que somos en Cristo. En el versículo 11: “y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado”. ¿Comprendes? Cuando Jesús habla de juicio no se refiere a creyentes que son juzgados, sino al hecho que el príncipe de este mundo ya ha sido juzgado. ¿Quién es el príncipe de este mundo? Es el diablo. Gracias a Dios que ya ha sido vencido. El juicio se refiere al príncipe de este mundo el cual ya ha sido juzgado. En otro pasaje, en el Evangelio de San Juan también se refiere a este hecho. ¡Gloria al Señor! ¡Aleluya! Tienes que comprender que cuando aquí es mencionado un juicio, este no está relacionado a los creyentes. Cuando el Espíritu Santo convence de pecado, trata de convencer al mundo para que crean en Jesús. Ese es el único pecado determinante del mundo. Por eso dije que lo más importante para el incrédulo es llegar a creer en Jesús. Pero también tenemos que saber cuáles son las cosas más importantes que tienen que creer aquellos que ya llegaron a creer en Jesús, aquellos que ya son salvos. ¿Verdad, verdad? Tenemos que comprender cuáles son las dos cosas más importantes que deben creer los creyentes. ¡Aleluya! ¡Gloria al Señor! y aquí las encontramos. Son las dos cosas más importantes que tú y yo debemos creer. Hebreos capítulo 8, versículo 12, en este pasaje las encontramos: "Porque seré propicio (misericordioso) a sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades”. Hebreos capítulo 10, versículo 17: “Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones”. 2 Romanos 11, versículo 27: “Y este será mi pacto con ellos cuando yo quite sus pecados”. ¡Aleluya! Romanos 4, versículo 8: “Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado”. Esto es absolutamente lo más importante que tienes que creer, porque esto es la cláusula importante del NT, Dios no se acuerda más de nuestros pecados, de los pasados, de los presentes y de los futuros. ¡Aleluya! En otras palabras lo más importante que tú tienes que creer es que Dios te ha perdonado tus pecados pasados, presentes y futuros. Romanos 4, versículo 8: “Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado”. En el griego esto está escrito en tiempo futuro. En realidad tendría que estar traducido: “no nos inculpará más de pecado”, esa sería la forma más correcta. Esta verdad es lo más importante que tú deberías creer luego de haber sido renacido, luego de haber conocido a Dios. ¡Aleluya! Esto deberíamos creerlo luego de haber conocido a Cristo. Contempla lo siguiente y nos dirigimos directamente al corazón del Padre celestial. Nos dirigimos directamente al corazón del Padre celestial. ¿Por qué es esto tan importante? Porque si no lo crees, eso será el primer factor aniquilador de tu fe en tu vida, constantemente estará presente el juicio y la condenación. Si no creemos que Dios ya nos ha perdonado todos nuestros pecados, esta cuestión habrá de ser el principal factor que aniquila nuestra fe. Ahora directamente por medio de la historia de José iremos al corazón del Padre, a la profundidad del corazón del Padre. Es factible que esto todavía no lo has considerado anteriormente. Puede ser que esto todavía no lo he predicado de esta manera. Nos dirigimos directamente a la historia de José. Les explico lo que ahora contemplaremos siete veces, ahora vamos a considerar siete veces algo muy específico. Quienes están en la Iglesia desde pequeños conocen la historia de José desde la escuela dominical. ¿Te recuerdas de José, de Benjamín el hermano menor, de los hermanos mayores que nos habían portado tan bien? Los hermanos mayores estaban molestos con José, quisieron matarlo, pero luego notaron que eso no era lo mejor, así que lo vendieron, preparan todo para que parezca que fue devorado por un animal. De esa manera José llegó como esclavo a Egipto, ¿verdad? Aparece entonces en la casa de Potifar y luego tiene problemas con la mujer de Potifar. Mejor dicho que la mujer de Potifar tenía problemas con José, José se escapa. José es echado en la cárcel a causa de que la mujer de Potifar que lo culpó. José no había hecho nada malo, él hizo solamente lo correcto, huyó. José no quiso pecar contra su Dios. ¿Comprendes? La gracia nunca te va a conducir a vivir una vida en pecado, a vivir un estilo de vida pecaminoso. Gracia no significa: “muy bien, sigo pecando por allí y luego regreso”. José es echado a la cárcel, injustamente tuvo que pasar algunos años en la cárcel. Pero llegó el momento que a causa de los sueños que Dios le da, es dejado en libertad. De pronto desde la posición de un esclavo vendido es elevado a la posición del segundo hombre más importante en Egipto, a la posición más importante después de Faraón, se convierte en la mano derecha del Faraón. ¡Gloria al Señor! Hoy diríamos que era el vicepresidente de Egipto. José sabe de la hambruna que habría de venir y toma las medidas de precaución necesarias, había que guardar y almacenar alimento. José guía a Egipto por medio de estos años difíciles, todo a causa de su sabiduría y a causa del favor de Dios. ¡Gloria al Señor! 3 Y sucede que a causa de la sabiduría de José había suficientes alimentos almacenados, de esa manera aparecen sus hermanos en escena. Sus hermanos tienen hambre, tienen hambruna en su región. José sabe que son sus hermanos, ¿verdad? Pero sus hermanos no saben quién era este vicepresidente, ¿verdad? Dos veces se encuentran con él. La primera vez sin Benjamín, porque José amaba tanto a Benjamín les pidió que lo trajeran, y esto lo hicieron. El padre Jacob tenía miedo y no quería permitir que se lo llevaran, su corazón estaba quebrantado a causa de que había perdido a José. Pero al fin y al cabo trajeron a Benjamín. Antes de seguir con la historia nos hacemos la pregunta: ¿de quién es José un tipo o simbolismo? Es tipo de Jesús. José es tipo y sombra de Jesucristo. Eso es maravilloso en esta historia, por eso nos conduce a las profundidades del corazón del Padre celestial. José representa a Jesús. José se encuentra otra vez frente a sus hermanos y eso lo conmueve. Y en los siguientes siete pasajes notamos que José llora, José llora siete veces. José llora siete veces hasta después de la muerte de su padre Jacob. Al principio llora porque está conmovido de volver a ver a sus hermanos. Eso nos muestra el corazón de José, pero también nos muestra el corazón de Dios. Y ahora vamos a considerar estos siete lugares en los que José estaba conmovido y lloraba, y al final llegamos a un punto muy importante y especial. Muy bien, ¿estáis preparados? Vamos a leer estos pasajes. Comenzaremos en Génesis capítulo 42. Génesis capítulo 42, versículos 23 y 24. Aquí se trata del primer viaje de los hermanos a Egipto, se trata del primer encuentro que tienen con José, ellos no saben que estaban tratando con José. Ellos no sabían que José entendía lo que estaban hablando entre ellos, porque él hablaba con ellos solamente por medio de un traductor. José no se quería dar a conocer inmediatamente. José quería analizar la situación y ver cuál era la actitud de sus hermanos, por eso trataba con ellos a través de un intérprete. Pero considera lo que allí sucedió: “Y se apartó José de ellos, y lloró; después volvió a ellos, y les habló, y tomó de entre ellos a Simeón, y lo aprisionó a vista de ellos”. No tenemos tiempo para considerar aquí todos los detalles, necesitaríamos horas para ello. Ahora colocamos nuestra atención en los momentos en que José lloró. ¿Por qué causa llora aquí José? Al ver a sus hermanos después de tanto tiempo la compasión lo conmueve. Aquí vemos compasión, misericordia. Lo conmueve ver otra vez a sus hermanos después de tantos años, ¿verdad? Eso es lo conmueve. Lo conmueve volver a ver a sus hermanos. Y lo expresa llorando. Ahora iremos al siguiente pasaje, éste se encuentra en el capítulo 43, Génesis 43, versículos 29 y 30. Aquí se trata del segundo viaje de los hermanos y esta vez traen consigo a Benjamín. José anhelaba ver a Benjamín. “Y alzando José sus ojos vio a Benjamín su hermano, hijo de su madre” José y Benjamín eran de la misma madre, los otros hermanos no eran de esta madre, pero ellos dos eran hijos de la misma madre. “Y alzando José sus ojos vio a Benjamín su hermano, hijo de su madre, y dijo: ¿Es éste vuestro hermano menor, de quien me hablasteis? Y dijo: Dios tenga misericordia de ti, hijo mío. Entonces José se apresuró, porque se conmovieron sus entrañas a causa de su hermano, y buscó dónde llorar; y entró en su cámara, y lloró allí”. ¡Que tremendo hombre era José! Así son los verdaderos hombres. No como los machos sino que así son los verdaderos hombres. Ésos son los hombres que han aprendido a llorar en los momentos precisos. Se trata de los hombres que han aprendido a ser movidos por 4 medio de la misericordia. “…y entró en su cámara, y lloró allí”. ¿Por qué causa lloró aquí, me lo puedes decir? Aquí está conmovido interiormente, es movido por la compasión, interiormente conmovido por la compasión, ¡aleluya! Esta vez José llora porque vuelve a ver a su hermano Benjamín, ¡aleluya! Llora porque vuelve a ver a su hermano Benjamín. El siguiente pasaje lo encontramos en Génesis, capítulo 43, versículo 34. Aquí nos encontramos en la misma situación. José lava su cara, quita sus lágrimas y regresa a sus hermanos. “Y José tomó viandas de delante de sí para ellos; más la porción de Benjamín era cinco veces mayor que cualquiera de las de ellos. Y bebieron, y se alegraron con él”. La porción de Benjamín era cinco veces mayor, cinco es el número para la gracia en hebreo, ¡gracia! La porción de Benjamín era cinco veces mayor, la bendición de Benjamín es cinco veces mayor que toda otra bendición. ¿Sabes una cosa? Nosotros somos la generación de Benjamín, ¡aleluya! La generación de la gracia es la generación de Benjamín, ¡aleluya! “más la porción de Benjamín era cinco veces mayor que cualquiera de las de ellos. Y bebieron, y se alegraron con él”. Imagínate, todos los hermanos se encuentran sentados a la mesa y el más pequeño recibe el plato más grande, le dan el plato más grande y más cargado. Con más fideos y quizás el churrasco (trozo de carne) más grande y la mayor cantidad de salsa. ¡Gloria al Señor! A Benjamín le dieron y sirvieron cinco veces más que a sus hermanos. Le dieron cinco veces más. A mí me agrada mucho esto. Veamos lo que dice en el versículo 29 donde habíamos leído recién: “Y dijo: Dios tenga misericordia de ti, hijo mío”. Cuando aquí se menciona la misericordia se trata de la gracia de Dios. La gracia de Dios, esto quiere decir que el favor de Dios estaba sobre Benjamín. ¿Qué descubrimos aquí? Descubrimos el número cinco que pertenece a la gracia, ¡Gloria al Señor! ¡Aleluya! esto lo mencionamos un poco al margen. Ahora veremos el siguiente pasaje, Génesis capítulo 45, versículos 1 y 2: “No podía ya José contenerse delante de todos los que estaban al lado suyo, y clamó: Haced salir de mi presencia a todos. Y no quedó nadie con él, al darse a conocer José a sus hermanos. Entonces se dio a llorar a gritos; y oyeron los egipcios, y oyó también la casa de Faraón”. Aquí se trata de la tercera vez en que José llora, José llora aquí la tercera vez. Si, se trata de la tercera vez en que José llora. En esta oportunidad llora porque se dio a conocer a sus hermanos, ¡aleluya! José se dio a conocer a sus hermanos, él dijo: "yo soy José". Todo aquello que se había almacenado en su interior durante todos esos años explotó, se manifestó otra vez la compasión. José ama a sus hermanos. Cristo ama a los seres humanos, ¿amén? Cristo ama a los seres humanos y Cristo llora por los seres humanos que viven sin él. Cristo llora por los seres humanos porque los ama tanto. La próxima vez que encontramos a José llorando es en Génesis capítulo 45, versículos 13 y 14: “Haréis, pues, saber a mi padre toda mi gloria en Egipto, y todo lo que habéis visto; y daos prisa, y traed a mi padre acá”. José quiere ver ahora su padre, a Jacob, primero quiso volver a ver a Benjamín y ahora quiere volver a ver a su padre al cual no vio hace décadas. Contempla lo siguiente: “Y se echó sobre el cuello de Benjamín su hermano, y lloró; y también Benjamín lloró sobre su cuello”. Me parece que con esta historia unos cuantos aquí en el recinto están comenzando a llorar. Eso está totalmente en orden, pueden llorar. Ningún problema, ¡aleluya! De acuerdo a mi lista, esta es la cuarta vez en que José lloró. Y ahora 5 veremos el lugar donde José llora la quinta vez. Lo encontramos en Génesis capítulo 46, versículo 29, en esta oportunidad José vuelve a ver a su padre, ¿verdad? Aquí vuelve a ver a su papi, después de muchísimos años, su padre ahora es mucho mayor. José mismo es mayor, mucho más maduro, ahora es el vicepresidente de Egipto. Después de tantos años vuelve a ver a su padre y ¿qué sucede entonces? “Y José unció su carro y vino a recibir a Israel su padre en Gosén; y se manifestó a él, y se echó sobre su cuello, y lloró sobre su cuello largamente”. Si realmente estamos atrapados por la gracia, entonces sabemos que Dios nos ama, que también nosotros podemos dejar abrazarnos por sus brazos, ¿amén? “y se echó sobre su cuello, y lloró sobre su cuello largamente”. Esto es como estar en el regazo del padre. Es como estar en el regazo del padre. Abrazados, cerca, en el regazo del padre, ¡aleluya! aquí José vuelve a ver a su padre. La próxima vez en que José llora, la sexta vez que llora es en el entierro de su padre. Eso lo vemos en el próximo pasaje. Génesis capítulo 50, versículos 1 y 2: “Entonces se echó José sobre el rostro de su padre, y lloró sobre él, y lo besó. Y mandó José a sus siervos los médicos que embalsamasen a su padre; y los médicos embalsamaron a Israel”. Esta es la ocasión de la muerte de su padre. ¿Por qué razón llora José aquí? ¿Por qué razón llora José aquí? Llora porque está conmovido en su interior, esta conmovido a causa de la muerte de su padre. Anteriormente estaba conmovido por volverle a ver después de muchos años. Anteriormente estaba conmovido a causa de sus hermanos y también estuvo conmovido a causa de volver a ver a Benjamín. La compasión lo conmueve. En seis oportunidades llora José a causa de la compasión. También Jesús lloró seis veces por contemplar a la humanidad que está perdida. Pero contempla la séptima vez en que José lloró, en esa oportunidad no lloró a causa de compasión. Allí no lloró a causa de compasión. Contemplemos el pasaje donde nos es relatado. Génesis capítulo 50, versículos 15 al 17. Génesis capítulo 50, versículos 15 al 17: “Viendo los hermanos de José que su padre era muerto, dijeron (presta atención a lo que dijeron): Quizá nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos. Y enviaron a decir a José: tu padre mandó antes de su muerte, diciendo: Así diréis a José: te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado, porque mal te trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban”. En esta oportunidad José no llora a causa de la compasión. Ahora llora porque ha sido defraudado. En esta oportunidad llora porque es profundamente herido. ¿Sabes cuáles son los momentos en el que Padre llora más intensamente? Llora más intensamente cuando no creemos que Él realmente ya nos haya perdonado todos nuestros pecados. ¿Qué es lo que hace llorar al Padre? ¿Qué es lo que lastima su corazón? Es cuando no creemos aquello que como sus hijos deberíamos creer indefectiblemente, ¿verdad? Cuando no creemos que nos han sido perdonados todos nuestros pecados. José es un tipo de Cristo. Esta vez no llora a causa de compasión o a causa de misericordia, este llanto esa causa de haber sido defraudado porque sus hermanos durante todo este tiempo no comprendieron la gracia, el favor, la misericordia, la provisión y la bendición que él les había demostrado. José les regala carros cargados de provisión para que los lleven a su padre a fin de que puedan sobrevivir en el tiempo de la hambruna. José le da una quíntuple porción a Benjamín, los hospeda a todos, él les provee a nivel de príncipes, les da oro y plata, les obsequia de todo y 6 de pronto vienen los hermanos, ¡ay! Y ahora vienen los hermanos y se presentan con esta cuestión que encontramos aquí, vienen con miedo y temor, piensan que José a pesar de todo podría tener algo en contra de ellos, piensan que José todavía podría vengarse de ellos y piensan que todavía les podrían alcanzar sus pecados. Y podría ser que todavía podría haber algún impedimento o estorbo en mi relación con el Padre. ¡Qué desengaño! ¡Qué actitud equivocada! ¿Puedes contemplar esto? Esta es la séptima vez en la que José llora. El número siete en hebreo corresponde a "completo", "plenitud", es la cifra correspondiente para un cierre final y completo, es la cifra para la perfección espiritual. Cuando Jesucristo derramó su sangre en la Cruz, perdonó con ese acto todos nuestros pecados, están incluidos todos los pecados del pasado y todos los que aún cometeremos. Su obra fue completa y perfecta. Nos perdonó una sola vez y para siempre, ese final completo, perfecto y definitivo se llevó a cabo en Jesucristo. La obra de Jesucristo fue espiritualmente completa y definitiva. En Jesucristo nosotros somos espiritualmente perfectos. Y si a pesar de ello ahora venimos a Dios dudando y confesamos constantemente y repetidamente nuestros pecados, si regresamos siempre con las mismas cosas y con las mismas dudas relacionadas a que podría haber algún estorbo que podría impedir la relación con el Padre, entonces es igual como en la historia de José. José lloró y cuando reaccionamos de la misma manera que los hermanos de José, el Padre llora. ¿Puedes comprender esta realidad? Desde la perspectiva humana podemos utilizar la palabra "defraudado" para describir ese sentimiento. ¿Puedes entender cuán valiosa y preciosa es nuestra salvación? ¿Puedes comprender cuán completa es nuestra redención en Cristo? ¿Qué es lo que leímos? Hemos leído en la Palabra de Dios que nunca se recordará de nuestros pecados, de nuestras injusticias. “Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado”. ¡Aleluya! “Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado”. Lamentablemente es así, que en el momento en que no podemos aceptar el perdón completo, el Padre llora. En el momento en que no aplicamos el perdón completo para nuestra vida, eso es lo que más entristece a nuestro Padre celestial. No son nuestros pecados de hecho lo que entristecen más al Padre celestial, sino que con esa actitud no creemos lo que Él ya hizo por nosotros, habiéndonos perdonado completamente en Cristo. ¡Hola! Eso es lo que más lo entristece, no le entristecen tanto nuestros errores y faltas sino que no podemos aceptar su perfecto perdón. En este momento nos encontramos en la profundidad del corazón del Padre, ¿amén? Nos encontramos en lo profundo del corazón del Padre celestial. Dios nos revela aquí algo maravilloso y bello. El número siete significa en hebreo perfección, expresado en otras palabras significa "consumado es". Es completo, es acabado, es perfecto. El perdón divino es completo y perfecto. El perdón divino es completo, ¡aleluya! En ellos debemos alegrarnos y gozarnos, de esa manera no haremos llorar al Padre. ¡Gracias Jesús! ¡Gracias Jesús! ¡Aleluya! ¿Puedes comprender por qué afirmo que esto es lo más importante que tú tienes que creer? Puede ser que me digas: "pero pastor Erich, cuando yo peco mi pecado está entre Dios y yo. Acabamos de leer esa historia de José. Eso es totalmente imposible, es realmente imposible. ¿Comprendes? Dios no nos mira y considera basándose en lo que nosotros somos, sino que él nos mira, califica o censura en base al "hombre" que está sentado a su derecha, a la diestra del Padre y ese es Jesucristo. ¡Aleluya!: Dios no nos mira y considera basándose en lo que nosotros somos, sino que él nos mira, califica o censura en base al "hombre" que está sentado a su derecha, a la diestra del Padre y ese es Jesucristo. ¡Aleluya! ¡Gloria al Señor! ¡Gloria al Señor! 7 Versículo 17: “Así diréis a José: Te ruego que perdones ahora la maldad de tus hermanos y su pecado (José ya les había perdonado y demostrado amor ilimitado, en realidad no se acuerda más de eso, lo habíamos leído en Hebreos 8 y 10, él no se acuerda más) porque mal te trataron; por tanto, ahora te rogamos que perdones la maldad de los siervos del Dios de tu padre. Y José lloró mientras hablaban. José ya les había perdonado hace mucho tiempo, por eso ahora se pone a llorar porque no le creían. Contempla lo que está escrito en el versículo 18: “Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y dijeron: Henos aquí por siervos tuyos”. Es increíble, estos hermanos no ceden en su actitud. Esto realmente es algo terrible, tenemos que decir que es terrible, hay muchas personas que no ceden en su actitud aun cuando eso sería tan simple y fácil de hacer. ¡Pero no! Estas personas creen que lo saben todo mejor, critican al Evangelio de la Gracia, ¡hola! Y se esfuerzan para ser pecadores. Realmente ser algo que uno no es, significa esfuerzo y cansancio. Ellos hacen todo lo posible para seguir siendo considerados pecadores, quieren mantener esas perspectivas pecaminosas, realmente se esfuerzan mucho. Realmente tedioso y terrible, realmente espantoso. Y luego dice el versículo 19, ¿sabes que Dios le concede tiempo a todos para tomar la decisión correcta hasta el último respiro de sus vidas? Esa es la longanimidad de Dios, su paciencia, a causa de su longanimidad concede oportunidades hasta el último respiro de una persona: “Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? José era tipo y sombra de Cristo, pero no se daba cuenta de algunas cosas más profundas que estaban sucediendo en ese momento ni tampoco con que estaba relacionado. “Y les respondió José: No temáis”. Esta expresión proviene siempre de Dios: “no temas“. No tengas miedo de venir a esta Iglesia, “no temas” es una expresión que siempre proviene de Dios. Cada vez que otros cristianos te dicen en relación a la gracia ¡ten cuidado!, esa expresión nunca proviene de Dios. Como acaba de decir una hermana aquí, Dios es el que cuida de nosotros. Quizás te ha que ha sucedido que personas te han dicho o te han enviado correos electrónicos diciendo que tienes que tener cuidado con esos predicadores radicales de la gracia, porque eso proviene por ejemplo del Pastor Hagin… ¿conoces esos correos electrónicos? Cada vez que te dicen: ¡ten cuidado! No proviene de Dios. ¡Dios cuida de nosotros! Cuando otros creyentes te dicen: ¡ten cuidado, ten cuidado, ten cuidado! Eso no proviene de Dios porque él dice: “No temas”, ¡amén! ¡Gloria Dios! “Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios?” Y luego en el versículo 20 dice: “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien (¡aleluya!), para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo”. ¡Dios es vida! ¡Amén! ¡Dios es vida! Y aunque todavía tenemos faltas o cometemos faltas o errores, o pecamos en nuestra vida, Dios habrá de encaminarnos para bien. En realidad Dios ya lo encaminó para nuestro bien. ¿Comprendes? José dijo: “vosotros pensasteis”. ¿Hemos leído en Hebreos que Dios dijo que no se habría de recordar más de nuestros pecados? Dios no piensa constantemente en lo malo, sino que piensa en lo bueno que él hizo para encaminar la situación o para encaminarnos a nosotros. ¿Puedes comprenderlo? Dios se concentra en otra perspectiva, ¡gloria al Señor!, Él nos encamina. Versículo 21: “Ahora, pues, no tengáis miedo”. Cuando tú recibes ataques personales, quizás por medio de correos electrónicos donde te dicen que tienes que tener sumo cuidado, cuando tú tienes 8 que ser extremadamente cuidadoso, entonces eso no puede provenir jamás de Dios. Porque Dios constantemente nos dice: “¡no temas!". ¿Amén? Cuantas más veces te dicen: "¡ten cuidado!", cuanto menos esas advertencias provienen de Dios. “Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos”. ¡Esto es maravilloso! ¿Comprendes? Nosotros no podemos merecernos nunca el sustento, no es cuestión de que hayamos hecho las cosas siempre correctas, o que hemos hecho algo específico y especial en cierto momento, nunca podremos merecernos la provisión, la provisión nunca la hemos merecido. La provisión divina proviene de la gracia de Dios. “Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres… A predicar el año agradable del Señor.” El año agradable del Señor, el año 50 siempre es el año del jubileo en Israel. Durante el año del jubileo encontramos en la Biblia, que los esclavos eran libertados, las deudas eran canceladas, por ejemplo imagínate un esclavo que estaba trabajando duro con su pala y de pronto oye el sonido de las trompetas, ta,ta,ta…, sabía que había llegado el año 50, el año del jubileo, en ese momento podía arrojar la pala, podía irse a su casa y podía reclamar las posesiones que alguna vez le pertenecían a su abuelo y alguien se apropió de ellas, y las posesiones le eran restituidas. Este año del jubileo establecía justicia social, ¡aleluya! Se establecía justicia social, pero nadie se lo podía merecer. El año del jubileo se presentaba de repente, la única desventaja era que tenían que esperar 50 años hasta que llegara el siguiente año de jubileo. Jesús dice en Lucas 4: “Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres… A predicar el año agradable del Señor.” En el versículo 21: “Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”. Después de la obra completa de Cristo en la cruz, cada día es un día de jubileo. Cada día es un día de jubileo, por esa razón está escrito: “Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón”. Cuando lees la Palabra de Dios, cuando lees la Biblia, nunca la leas desde la perspectiva que está te está señalando y culpando. Lamentablemente muchos la leen de esa manera, leen solamente los versículos que podrían dirigirse en su contra. Por ejemplo leen que si pecamos voluntariamente nos sobrevendrá mal. Dios es por ti y no es tu enemigo. Lee la Biblia desde la perspectiva que ella está de tu lado, a tu favor y no que se dirige en tu contra. Ese nunca fue el propósito de Dios. Dios siempre habla a nuestro favor, por ello está escrito en la Primera Carta de Juan, capítulo 2, versículo 1, se trata de un pasaje maravilloso: "Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. Dios siempre habla a nuestro favor y nunca en contra nuestro. La Palabra de Dios siempre habla a nuestro favor y no en contra nuestro. Por esa razón en esta carta el capítulo 2 se dirige a los creyentes renacidos. El capítulo uno de esta carta está dirigido a los gnósticos. Resulta que muchos tienen un problema con Primera de Juan, capítulo 1 versículo 9, esa frase aparece sólo una vez en toda la Biblia. Creo que es mejor que contemplemos ese texto. Primera de Juan, capítulo 1 y versículo 9. Estas frases aparecen solamente una vez en la Biblia: 9 “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. ¡Este versículo no está dirigido a los creyentes renacidos! Cuando estoy diciendo esto, sé que a causa de lo que estoy diciendo seré muy atacado. Justamente a causa de lo que estoy predicando. No seré atacado por vosotros, pero me gozo por ello, ¡aleluya! Esto está dirigido a los gnósticos, todo el contexto del primer capítulo se dirige a los gnósticos. Préstame atención por favor. Contempla lo siguiente, hay algo muy importante para tener en cuenta aquí. Anteriormente hemos leído que tenemos un abogado, eso significa que Jesús habla por nosotros y a nuestro favor. Jesús habla por nosotros, Jesús nos defiende, no lo hacemos nosotros. Ese es el principio del nuevo pacto. Si Jesús ha perdonado todos mis pecados pasados, presentes y futuros, entonces no hay necesidad que yo confiese pecados, porque el que los presenta delante del Padre es Jesús y no yo. ¿Comprendes? Este pasaje es válido para mí antes del nuevo nacimiento. Este pasaje es para considerar antes de mi nuevo nacimiento. Puede ser que tú me digas: "pero allí dice. - si confesamos nuestros pecados”. En el momento en que yo recibo a Jesucristo como mi Señor y Salvador, con estas frases, en ese instante he confesado todos mis pecados. Ten en cuenta, que es imposible que tú y yo podamos confesar todos nuestros pecados. Lamentablemente existen ministerios que dicen que tenemos que anotar todo y luego recorrer toda la lista, factiblemente esta lista tiene más de 15 páginas. Te dicen: "bueno ahora repasamos y confesamos todos los pecados que has cometido y seguimos confesando retrospectivamente hasta el momento en que tú estabas en el vientre de tu madre, donde puedes haber pecado en el vientre tu madre”. Cosas de ese estilo me fastidian. Esas cosas que afirman son realmente estupideces y sin verdadero fundamento. Suelen afirmar que tenemos que repasar y confesar todos los pecados que nos podamos acordar, lo que sucede que te la pasas confesando, confesando, confesando y al final estás tan cansado de confesar que no puedes creer más que Jesús es tu Salvador. Te recuerdo que existe un solo pecado, lo hemos considerado al principio de esta predica, el mundo es convencido del pecado de no creer en Jesús. En el momento en que decimos: "Jesús perdóname, yo creo en ti, te recibo en mi vida, Jesús sé mi Señor”, hemos confesado todos nuestros pecados, todos. Porque es imposible que de otra manera tú puedas llegar a confesar todos tus pecados. ¿Comprendes? Aquí encontramos este aspecto donde hay personas que te van a decir que tienes que confesar todos los pecados de los que te acuerdas. ¿Qué sucede entonces con todos los otros pecados de los cuales, no sé qué los he cometido? En cuanto esto te responden diciendo que esos pecados el Señor te los persona. ¡Momento! ¡Momento! ¡Entonces aquí aparecen dos Señores en escena! ¿Tenemos aquí dos Dioses? ¿Tenemos un Dios que hace una cosa y otro que hace lo contrario? ¿Está Dios dividido, tiene esquizofrenia, que hace lo uno tanto como lo otro? ¡Eso no puede ser de ninguna manera! Eso es exactamente lo que contemplamos en la historia de José. ¡Los hermanos vienen y quieren confesarle su pecado a José! Vienen a pedirle perdón, por las dudas que José se quiera vengar, ¡pero para ello José hace mucho tiempo que ya les había perdonado por completo! José les demuestra nuevamente su bondad, José se pone a llorar. En este caso no llora porque está conmovido por la misericordia, sino que llora a causa de sentirse defraudado. Entonces me preguntas si realmente no debemos confesar más nuestros pecados. En relación a ello quiero decirte que puedes ser sincero con tu Padre celestial. Sé sincero con tu Padre celestial, puedes decirle: “Padre, he cometido este pecado, esta falta, gracias que no 10 me será contado, porque no me inculpas de pecado, amén.“ ¡Aleluya! Tú puedes ser sincero con tu Padre celestial, puedes hablar con él respecto a esas debilidades. Yo como padre me alegro cuando mis hijos vienen a mi después de haber hecho una estupidez o una tontería diciéndome: “papito, lo que acabo de hacer ha sido bastante tonto”, pero yo no les digo: “¡chico, hasta que no confieses tu falta, no nos sentamos a la misma mesa!”. Eso no lo hago como padre, de ninguna manera hago eso. ¿Haría eso nuestro Padre celestial? No lo haría. Nosotros podemos ser sinceros con nuestro Padre celestial, nosotros podemos confesarle los errores que podamos haber hecho, pero en el sentido correcto, en el sentido correcto. “Padre gracias que ya me has perdonado esto de antemano, Padre te agradezco que a pesar de lo sucedido no pierdo mi justificación, gracias que sigo siendo justo”. De esa manera dirigimos en ese momento nuestra mirada hacia la cruz, hacia la justicia que somos en Cristo y no hacia nuestro pecado. De pronto Jesús es otra vez el centro, ya no lo somos más nosotros mismos. Nunca, nunca, nunca será que siendo tú un creyente renacido, Dios recién te perdonará cuando hayas confesado previamente tus pecados. Lamentablemente ese es el concepto que la mayoría tiene, es el concepto que les ha implantado la religión. En relación a Primera de Juan 1:9 te dicen: “que Dios sólo te puede perdonar cuando hayas confesado previamente tus pecados” y eso es totalmente errado y equivocado. Esa forma de pensar es muy despreciativa, es realmente muy repugnante, muy abominable. Esta perspectiva es totalmente errada, porque si fuera que Dios recién me puede perdonar después que yo haya confesado mis pecados, entonces con la acción de confesar me encuentro otra vez en la dimensión de las obras. De esa manera estoy actuando otra vez en la ley. De esa forma soy justificado a causa de la obra de la confesión. La confesión no es nunca una obra. He estudiado mucho este tema. La verdadera confesión que tenemos que mantener en alto, yo sé muy bien lo que significa la confesión, yo sé muy bien lo que significa la confesión. La verdadera confesión que tenemos que mantener en alto es: “Jesús me ha perdonado todos mis pecados una sola vez y para siempre”. Eso es lo que nos enseña la carta a los Hebreos. Jesús es el sumo sacerdote de nuestra confesión. ¡Aleluya! ¡Gloria al Señor! Amén. Debido a la falta de tiempo no puedo llegar a la segunda parte de este tema, pero lo habremos de considerar en la siguiente oportunidad. La primera parte es lo que hemos considerado hoy que desde la perspectiva de la historia de José, nosotros como creyentes tenemos que creer que el Señor ya nos ha perdonado todos nuestros pecados pasados, presentes y futuros. El segundo aspecto que vamos a considerar más detalladamente en la próxima predica de esta serie es que Dios nos ama incondicionalmente. ¡Amén! ¡Dios me ama incondicionalmente! ¡Gracias Jesús! ¡Gracias Jesús! Padre te alabamos, te agradecemos, tu gracia y benignidad son eternas, tu gracia es tan grande y tan maravillosa, nos libera intensamente cada vez cuando oímos tu Palabra no adulterada. La palabra de verdad nos libera más y más, ¡Aleluya!, Nos libera más y más de condenación y sentimientos de culpa. ¡Gracias Padre! ¡No hay más condenación para aquellos que están en Cristo Jesús!, De acuerdo a Romanos 8, versículo 1. ¡Aleluya! ¡Gloria al Señor! Amén y amén. 11 al y ¿Desea comunicarse con nosotros, compartirnos un breve testimonio o una inquietud?: Iglesia-de-internet no sustituye a la iglesia local. ministerio@iglesia‐del‐internet.com Dirección Postal: Eduardo Taron Postfach 1206 74174 Bad Friedrichshall Alemania o Internetkirche.com Dpto. Español Postfach 1667 8640 Rapperswil Suiza 12