37-2012 Inconstitucionalidad. Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, San Salvador a las catorce horas y treinta y tres minutos del día veinticinco de enero de dos mil trece. Agrégase a sus antecedentes el escrito presentado por el ciudadano Herbert Danilo Vega Cruz, mediante el cual pretende subsanar las prevenciones formuladas por esta Sala; sobre lo expuesto en dicho escrito, se hacen las siguientes consideraciones: I. En la resolución del17-X-2012 se previno al demandante para queindicara los términos de la confrontación normativa entre el derecho de defensa –art. 12 Cn.– y el art. 461 inc. 2° C.Pr.C.M. El ciudadano Vega Cruz respondió lo siguiente: 1.Que la demanda la fundamenta en la supuesta vulneración a la defensa técnica y material en relación con el art. 67 inc. 1º C.Pr.C.M., y al principio de igualdad procesal –arts. 3, 11 y 12 Cn.– en relación con el art. 461 C.Pr.C.M. A. Al referirse a la prevención efectuada manifiesta que el parámetro de control es el principio de igualdad procesal, que es inherente a la estructura del proceso. Ello quiere decir que si dicho principio falta, no estaremos ante un proceso, sino ante un instrumento de autocomposición. Al respecto –explica–, se debe partir de la estructura bilateral del proceso, bajo la idea de que en él se encuentran dos posiciones enfrentadas, por lo que la contradicción debe ser efectiva para que ambas partes gocen de medios de ataque y defensa en igual medida –similares posibilidades y cargas de alegación y “prueba de impugnación” (sic)–. En relación con lo anterior refiere una serie de ideas sobre la igualdad comoprincipio informador del proceso y postulados que –de acuerdo con el pretensor– lo integran, en tanto que los contendientes deben conservar un equilibrio procesal sin permitir ventajas a uno de ellos; de esa manera, si la ley concede a una de las partes aportar prueba o interponer un recurso, la misma oportunidad debe corresponder a la otra. Así –sigue–, la igualdad procesal se transgrede cuando dentro del proceso, y sin fundamento alguno, se niega a una de las partes la posibilidad que sí se concede a la otra. 1 B. El demandante transcribe al art. 67 C.Pr.C.M. –disposición también impugnada, pero que no fue objeto de prevención–, afirmando que es irrazonable, ya que obliga en virtud de una ley a que una persona se haga representar por medio de un abogado en un proceso, y sin dicha representación, no se le dará trámite. En el art. 1 Cn. –continúa– se establece la obligación del Estado de proteger y asegurar a sus habitantes el goce de todos los derechos constitucionales. “La persona humana, esta envestida de personalidad jurídica” (sic) –afirma–y [la personalidad jurídica] es la facultad otorgada por la ley para que las personas tengan la capacidad legal de obligarse por sí mismas, sin el ministerio o la autorización de otras “Art. 1316 “C” ordinal 1º. e, inciso último” (sic). Esta disposición –sostiene– determina la autonomía de la persona para ejercer derechos y contraer obligaciones “sin ninguna limitación” (sic). (El resaltado es nuestro). Lo anterior –explica–, determina que la persona tiene la capacidad legal de “REPRESENTARSE ASI MISMO” (sic) y no a través de otra persona. Lo anterior quiere decir – de acuerdo con el pretensor– que la persona está facultada por “ministerio de le y por derecho natural” (sic) a realizar sus propios actos bajo su propia responsabilidad, por lo tanto tiene la facultad de representarse a sí misma en el proceso, lo que quiere decir que si “al defenderse en juicio pierde, no quiere decir que por haber recurrido a un abogado hubiera ganado” (sic). En ese orden de ideas –en palabras del ciudadano Vega Cruz–, tiene la facultad de comer o no comer, la facultad de curarse a sí mismo o por medio de otra persona, la facultad de dormir en su cama o en la calle, la facultad de casarse o no casarse, de trabajar o no hacerlo, etc. El art. 67 C.Pr.C.M. –asevera– viola el derecho de representarse y defenderse a sí mismo, al imponerse la obligación de hacerse representar por medio de un abogado. C. El pretensor finaliza señalando que el art. 461 C.Pr.C.M. es contrario al principio de igualdad, ya que concede al demandante en el juicio ejecutivola oportunidad de interponer recurso de apelación contra el auto que rechace la demanda y por el contrario, le niega al demandado la oportunidad de impugnar el auto que admite la demanda y decretar el embargo produciendo un desequilibrio procesal. 2.Sobre lo expuesto por el pretensor es preciso manifestar que –como la jurisprudencia lo ha señalado en repetidas ocasiones– en el proceso de inconstitucionalidad, el fundamento jurídico de la pretensión se configura con el señalamiento preciso de las disposiciones impugnadas y las 2 disposiciones constitucionales propuestas como parámetro de control; mientras que el fundamento material de la pretensión lo constituye, en primer lugar, el establecimiento del contenido del objeto y del parámetro de control, y en segundo lugar, los argumentos tendentes a evidenciar la contradicción existente entre ambos. Ahora bien, los tribunales –y esta Sala no es la excepción– deben actuar respondiendo a peticiones concretas sin configurar de oficio el objeto de control sobre el que recaerá su decisión. De ello se deduce que el planteamiento de la pretensión está exclusivamente a cargo del demandante, nunca de esta Sala, la cual –como cualquier otro órgano jurisdiccional– se rige por el principio de imparcialidad –art. 186 ord. 5° Cn.–. El art. 80 de la L. Pr. Cn. autoriza a esta Sala a suplir de oficio los errores u omisiones de Derecho, en los procesos de amparo y de hábeas corpus, pues en dicho procesos lo que más interesa es que las partes hagan una relación precisa de los hechos. En cambio, la ausencia de hechos en la pretensión de inconstitucionalidad supone un vínculo argumental entre el fundamento material y el jurídico de la pretensión, de modo que cualquier suplencia de Derecho que el tribunal efectúe, significaría ingresar en el campo de la confrontación internormativa sometida a estudio, configurando indirectamente parte del objeto del proceso. De lo anterior se concluye que, en los procesos de inconstitucionalidad, existe defecto absoluto en la facultad de juzgar de esta Sala: (i) cuando el fundamento jurídico de la pretensión es deficiente –v. gr., cuando en la demanda se omite mencionar las disposiciones constitucionales supuestamente violentadas, o bien, en un caso extremo, cuando no se expresa cuál es la normativa impugnada–; (ii) cuando el fundamento material de la pretensión de inconstitucionalidad es deficiente, es decir, cuando la argumentación expuesta por el demandante no logra evidenciar la contradicción por él advertida entre la normativa impugnada y las disposiciones constitucionales supuestamente violadas, o bien, cuando, habiendo invocado como parámetro de control una disposición constitucional, se le atribuye un contenido inadecuado o equívoco;y (iii) cuando la pretensión de inconstitucionalidad carece totalmente de fundamento material. En todos estos supuestos habrá que rechazar la demanda en el estado en que se encuentre el proceso, por falta de una adecuada configuración de la pretensión de inconstitucionalidad. Si el vicio es advertido al inicio del proceso, se hará mediante la figura de la improcedencia, y si es 3 advertido en la prosecución del mismo,se hará a través del sobreseimiento –en aplicación analógica al proceso de inconstitucionalidad de los arts. 18 y 31 L. Pr. Cn., respectivamente–. 3.En relación con el art. 67 C.Pr.C.M. y en atención a todo lo expuesto –argumentos del pretensor y consideraciones de este Tribunal–, es preciso efectuar algunas consideraciones sobre el derecho de defensa, en los términos de la sentencia de 12-XI-2010, Inc. 40-2009, para luego referirnos a la postulación preceptiva, según lo prescrito por la sentencia de 14-XII-2012, Inc. 462010. A. El derecho de defensa (art. 12 Cn) se manifiesta ante la configuración de una contienda donde exista la necesidad de argüir elementos tendentes al desvanecimiento de las alegatos incoados por la contraparte y robustecer los planteados por cada parte según sus posturas procesales. El ejercicio del derecho de defensa implica las posibilidades de participar en un proceso informado por el principio de contradicción, en que las partes puedan ser oídas en igualdad y utilizar las pruebas pertinentes en su defensa, de modo que no se les impida aproximar al juez el material probatorio que consideren pertinente para su defensa. Esta actividad procesal de parte viene encauzada por las reglas del proceso y se corresponde con la obligación del juez de procurar su regular desenvolvimiento, de modo que no se genere indefensión en ninguna de sus fases y para ninguna de las partes. De esta definición puede colegirse que el derecho de defensa lleva ínsito la igualdad de armas y el derecho a utilizar los medios de prueba pertinentes. A lo anterior es factible agregar que en nuestro ordenamiento jurídico el derecho de defensa implica la asistencia de un profesional del derecho odefensa técnica. Y es que, sin lugar a dudas, la asistencia de un abogado potencia el derecho de defensa, pues pretende proteger de manera más eficiente los derechos e intereses de las partes, con igualdad de armas. B. Por otra parte, este Tribunal ha establecido en su jurisprudencia –sentencia de 14-XII2011, Inc. 46-2010– lo que implica la postulación preceptiva o asistencia técnica obligatoria, y las razones de tal carácter, ya que de ello depende la posibilidad de exigencia de dicha figura en el proceso. a. En la citada sentencia se dijo que, atendiendo a la literalidad del término, postulación proviene de “postular” que quiere decir, entre otros, “defender,afirmarunaideaoprincipio”. La 4 postulación, pues, en su concepción general, constituye una etapa del proceso, cuya regulación se establece dentro del conjunto de actos que se desarrollan a partir de la demanda. Al hablarse de postulación preceptiva en el proceso, la relación y pertenencia al proceso civil y mercantil es directa. b. Además –se dijo–, a la llegada de la nueva legislación procesal civil y mercantil, se limitó la intervención procesal a través del abogado director, y se reguló la procuración obligatoria, en el sentido de que las partes deben actuar en el proceso a través de un profesional del derecho, o sea como actualmente lo conocemos, por medio de apoderado, mandatario o procurador. De esta manera, en los procesos civiles y mercantiles es preceptiva la comparecencia por medio de procurador, es decir, la asistencia técnica a través de un abogado de la República, sin cuyo concurso no se le dará trámite al proceso. En ese sentido, la configuración legal de la referida figura se convierte en un presupuesto procesal, sin el cual no es posible que el proceso se lleve a cabo; es decir, que se convierte en un requisito indispensable para la configuración constitucional del proceso, ya que es uno de los factores esenciales de los cuales depende el pleno ejercicio del derecho de defensa. Y es que nuestro ordenamiento en materia procesal civil y mercantil proscribe la autodefensa, salvo ciertas excepciones muy puntuales –art. 67 C.Pr.C.M.–. c. En relación con la base constitucional que da fundamento a la postulación preceptiva, son los arts. 2 y 11 de la Constitución de los que se extrae el derecho a la protección jurisdiccional y el derecho de defensa; sin lugar a dudas, la asistencia de un abogado, protege de manera más eficaz los intereses de las partes, y potencia de esta manera la igualdad de armas en el proceso. La defensa técnica, como garantía del debido procesotiene su configuración constitucional en la protección jurisdiccional; ello porque, ante la incuestionable diversidad y complejidad que en muchos casos revisten los conflictos entre particulares, la persona común requiere asistencia técnica para el acceso efectivo a la justicia; además, es indispensable que este acceso se rodee de todas las garantías, esto es, dentro de un proceso constitucionalmente configurado. C. En relación con lo anterior, este Tribunal observa lo siguiente: 5 a.Queal pretender subsanar la prevención efectuada, el ciudadano Vega Cruz, además de referirse al art. 461 C.Pr.C.M., reitera lo manifestado en su escrito de demanda en cuanto al art. 67 C.Pr.C.M. referido a la postulación preceptiva, circunscribiendo su argumento de inconstitucionalidad alo irrazonable del precepto, ya que obliga en virtud de una ley a que una persona se haga representar por un abogado en el proceso, con lo que se limita la autonomía para ejercer derechos y contraer obligaciones, para lo cual –en los términos del pretensor–, no debe existir ninguna limitación; de manera que el sujeto tiene la capacidad legal de representarse a sí mismo, encontrándose facultado a realizar sus propios actos, bajo su propia responsabilidad y si “al defenderse en juicio pierde, no quiere decir que por haber recurrido a un abogado hubiera ganado” (sic). Así, el art. 67 C.Pr.C.M. viola el derecho de representarse y defenderse a sí mismo, al regular la postulación preceptiva. b. En concordancia con lo anterior y en virtud de lo expuesto sobre el derecho de defensa y la postulación preceptiva, este Tribunal es contundente en afirmar que el requisito de un profesional técnico del derecho que represente a las partes en el proceso es en nuestro ordenamiento jurídico, uno de los elementos integrantes del derecho de defensa; y por lo tanto, una de las garantías que aseguran la existencia de un debido proceso o un proceso constitucionalmente configurado. Así, el pretensor tiene la libertad de atribuir a la disposición impugnada el contenido normativo que estime pertinente, así como las violaciones constitucionales que derive de dicho contenido; sin embargo, respecto del objeto de control, este Tribunal ya se ha pronunciado estableciendo que el requisito de asistencia de un profesional del derecho en los procesos civiles y mercantiles –postulación preceptiva–, desde ningún punto de vista puede considerarse una exigencia que vaya en detrimento de la defensa de la persona; por el contrario, la exigencia de comparecer por medio de procurador garantiza el ejercicio del derecho de defensa a través de la representación judicial de laspartes, es decir, un profesional con conocimiento para dirigirse y desenvolverse ante los tribunales, así como la defensa en la vía jurisdiccional, ya que un abogado posee el conocimiento técnico necesario que lo habilita para laelección de la táctica o estrategia apropiada para sostener la pretensión favorable a su representado y laexposición de dicho planteamiento por la vía pertinente. De manera que, la postulación es un presupuesto esencial para entablar la relaciónen el proceso y su carencia constituye la falta de un requisito para el mismo, pues de ella depende – 6 postulación– el ejercicio pleno del derecho de defensa en el proceso, pues–como ya se indicó supra–, el ordenamiento jurídico salvadoreño proscribe la autodefensa, salvo en aquellos específicamente establecidos en la ley. En ese orden de ideas, cuando este Tribunal ya ha analizado una disposición legal –en un proceso previo–, atribuyéndole cierto contenido normativo y descartando la contradicción que se plantea en un proceso posterior, la incidencia sobre la realidad jurídica preexistente al pronunciamiento se manifiesta en el sentido de que no cabría la posibilidad de examinar en un nuevo proceso la constitucionalidad del cuerpo normativo o disposición impugnada por los mismos motivos que ya han sido analizados en uno anterior, ya que examinar nuevamente el contrastedaría lugar a un dispendio jurisdiccional y pronunciamientos estériles. En consecuencia, la pretensión debe declararse improcedente por este motivo. 4. En cuanto al art. 461 C.Pr.C.M. y a la prevención efectuada: indicar los términos de la confrontación normativa entre el derecho de defensa –art. 12 Cn.– y el art. 461 inc. 2° C.Pr.C.M., el ciudadano Vega Cruz intentó subsanar el defecto advertido alegando una vulneración al principio de igualdad, circunscribiendo su argumento a que en el juicio ejecutivo se da oportunidad al demandantepara apelar del rechazo de la demanda, no así al demandado a quien no se le permite recurrir de la admisión de la demanda y del decreto de embargo, lo que –en los términos del pretensor– genera una vulneración a la igualdad procesal. A. En relación con lo anterior, en la sentencia de 4-V-2011, Inc. 18-2010, se indicó que la igualdad es un concepto relacional, es decir, no puede predicarse en abstracto de las personas o cosas, sino que se es igual con respecto a otra persona o cosa y con respecto a cierta o ciertas características en determinado contexto. Para formular un juicio de igualdad, pues, debe contarse por lo menos con dos personas, cosas o situaciones (las que se comparan) y una o varias características comunes (el término de comparación). Asimismo, este Tribunal ha establecido –verbigracia, en la jurisprudencia precitada– que para que un juicio sobre igualdad tenga relevancia jurídica no basta con el establecimiento del término de comparación. Es necesaria la imputación de consecuencias jurídicas a los sujetos comparados, generadas por la igualdad o desigualdad encontradas. En términos más concretos, la afirmación de que dos situaciones jurídicas son iguales o diferentes servirá de justificación para formular una regla de trato igual o desigual, según el caso. 7 Por tanto, para el adecuado establecimiento de una pretensión que se base en la violación a la igualdad, es necesario que el actor refiera: (a) si la disposición impugnada contiene una desigualdad por equiparación o si se está en presencia de una desigualdad por diferenciación; (b) en qué criterio se basa la comparación que le lleva a concluir que existe una diferenciación o equiparación, debiendo precisar con cuáles sujetos o situaciones se hace la desigualdad; (c) las consecuencias jurídicas atribuidas a la desigualdad alegada; y (d) los argumentos que evidencien que esa desigualdad no se encuentra justificada (sentencias de 6-I-2004 y 4-V-2011, Incs. 362002 y 18-2010, respectivamente). B. Aplicado lo anterior al caso concernido, se advierte la carencia de un término de comparación adecuado, pues el pretensor hace referencia a una desigualdad por diferenciación –a un sujeto se le permite recurrir y al otro no– de dos sujetos que –en efecto– son distintos, es decir, no expresa el criterio en el que basa la comparación de ambos sujetos –demandante y demandado–, lo que equivale a la inexistencia de un término de comparación susceptible de análisis en el juicio de igualdad –posibilidad de examinar si dos sujetos en condiciones o con características análogas son tratados de forma diferente e injustificada por el legislador–. Por lo tanto, al no existir un término de comparación, la pretensión no se ha configurado adecuadamente por lo que debe ser declarada improcedente en este punto. II. Por las razones antes expuestas, esta Sala RESUELVE: 1.Declárase improcedente la pretensión contenida en la demanda presentada por el ciudadano Herberth Danilo Vega Cruz, mediante la cual solicita que se declare la inconstitucionalidad del art. 67 del Código Procesal Civil y Mercantil, por la supuesta vulneración delos arts. 11 y 12 Cn. 2.Declárase improcedente la pretensión contenida en la demanda presentada por el ciudadano Herberth Danilo Vega Cruz, mediante la cual solicita que se declare la inconstitucionalidad del art. 461 del Código Procesal Civil y Mercantil, por la supuesta vulneración delos arts. 3, 11 y 12Cn. 3. Notifíquese. ---J. S. PADILLA--- F. MELÉNDEZ --- J. B. JAIME ---E. S. BLANCO R.--- PRONUNCIADO POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN---E. SOCORRO C.---RUBRICADAS. 8