JORNADAS INTERNACIONALES SOBERANÍA ALIMENTARIA, FORMACIÓN DE LÍDERES SOCIALES Y GOBIERNOS LOCALES 28 DE MAYO- 3 DE JUNIO 2012 AMBATO, TUNGURAHUA, ECUADOR Nuevas orientaciones pedagógicas para la formación de líderes sociales en el proceso de construcción de las nuevas políticas alimentarias de Soberanía Alimentaria Pedro Avendaño G. La educación y formación de liderazgo ciudadano y de líderes sociales es consustancial al establecimiento y ejercicio pleno de la Sobrenía Alimentaria. Sin la participación ciudadana el principio rector de la soberanía alimentaria se desdibuja, pierde su potencia transformadora y se reduce a un enunciado, que eventualmente puede ser co-aptado por por el discurso político tradicional: cambiar todo para no cambiar nada. En América Latina no es nuevo hablar de pedagogía transformadora y de movilización social asociada a procesos de educación. La vasta experiencia de la Escuela de Paulo Freire, las corrientes de la antipedagogía o el curriculum crítico sólo son algunas muestras de tan fecunda corriente de pensamiento y acción. La primera mitad del Siglo XX estuvo marcada por la lucha y conquista de derechos políticos y civiles, por establecer condiciones e indicadores mínimos de vida y por las transformaciones del Estado que pasa progresivamente desde una visión agraria oligárquica a un Estado comercial – industrializador controlado por la naciente y poderosa neuva burgesía. El derecho a la educación fue y continúa siendo, una de las reivindicaciones más sentidas por la cuidadanía, es vista como una herramienta de movilidad y progreso social y colectivo y como un proceso transformador en sí mismo. En este sentido, muchas han sido las dicusiones sobre la pertinencia de los procesos educativos y la reproducción del poder o la mantención del status quo. Conocer es peligroso para ciertos grupos de poder porque desata las atuduras o a lo menos, cuestiona el orden estatuído socilamente. De allí el control extremo de los procesos educativos y del curriculum en variados momentos de la historia latinoamericana. En general, la escuela -como sistema- si bien da cuenta de las tranformaciones sociales del S. XXI, tiende a un cierto estancamiento producto entre otros factores de la pérdida paulatina de la noción que la educación es un bien público y como tal, forma parte de las preocupaciones estratégica de los Estados. A finales del S. XX nos encontramos con un sistema de educación cada vez más privatizado, con un sistema público en proceso de desmantelamiento, con signos evidentes de segregación, falta de equidad, acceso e igualdad. Ahora tenemos escuelas para pobres, para menos pobres y para ricos. Algunos aprenden lo que otros (as) no conocerán en el sistema formal y esos (as) forman parte de ingentes masas de trabajadores (as) convertidos en mano de obra barata, con empleos percarios y con expectativas siempre insatisfechas de bienestar y progreso humano. En América Latina y El Caribe, según datos de la CEPAL, de cada 10 estudiantes a lo menos 7 no comprenden lo que leen y sólo el 10 por ciento, proveniente de los quintiles menos vulnerables, tendrá posibilidades de plena realización. El resto se acomodará a las expectativas del mercado, a la ocasión del trabajo o a la especialización de tareas asociadas a la producción rápida de bienes y servicios. Naturalmente existen excepciones, una de ellas se refiere a la experiencia de los países andinos por desatar los nudos que tan fuertemente tuvo constenida a la educación intercultural bilingüe, la que ha buscado incansablemente a través de la experiencia de los movimentos sociales, de las organi zaciones indigíneas y de los pueblos originarios, reconocer en los saberes, en la cultura y en la pertinencia curricular a la persona, a los pueblos, a sus historias, realidades, necesidades, aspiraciones y realizaciones. Pienso que la educación intercultural bilingüe ha sido una realización colectiva que puede y debe formar parte de las reivindicaciones y propuestas que están cntenidas en la Soberanía Alimentaria, en el contexto andino. Liderazgo ciudadano en un mundo complejo La constituión de sujetos y de discursos es siempre dinámica y no obecede a patrones predeterminados y esencialistas. En el mundo de hoy, hay desplazamientos en la política; cambios de sentidos en la sociedad; procesos globalizadores que ponen en sistuación de riesgo a la democracia, a las instituciones y al pensamiento. Pero sobre todo hay una búsqueda intensa de nuevas rutas, una opción por la no detención, por buscar alternativas, por escuchar nuestras revueltas íntimas, por politizar los deseos, por confiar en la naturaleza social de productores de palabras y en el poder de esas palabras, en el don de poder que tiene las controversias sobre todo cuando se desarrollan en momentos cruciales, en encrucijadas. La época en que vivimos es una de ellas y en este contexto complejo debemos ser capaces de re pensar y de re crear el principo de Soberanía Alimentaria, la construcción de políticas públicas para su ejercicio y la formación de liderazgo y líderes sociales. Me parece que en el contexto de la soberanía alimentaria nos interesa pasar desde la concepcion tradicional de líder social al de liderazgo ciuddano, por es en este espacio que tiene cabida el colectivo que construye y sostiene el elejecicio de la soberanía alimentaria. No es un líder, no es un grupo de líderes, no es una vanguardia social. Se trata, de una realización en el colectivo social que adopta principios relacionados con la radicalización de la democracia y comprende que ésta no es una ideología sino un sentido común, una manifestación del recurso moral de la humanidad, del patrimonio de los sistemas alimentarios, de la cultura de los pueblos y de su derecho a producir alimentos para la vida. Desde este punto de vista, pasamos desde una pedagogía ideológica a un sentido humano de racionalidad, de generosidad, que más allá de fanatismos y fundamentalismo, permanece como una credencial humana que no caduca. Así, la formación del liderazgo deja de ser un paradigma montado sobre ciertas reivindicaciones políticas, ambientales, culturales y económicas, para que -siendo todo aquello- sea fundamentalmente la recuperación de la noción de persona, de sujeto con y en el entono, con capacidades de decisión, solidaridad, fraternidad y ejercicio pleno de los derechos humanos consagrados en los instrumentos internacionales. No creo en la formación de liderazgo ciudadano como herramienta repetitiva de un discurso alternativo y “progresista”, o como un deber y militancia ideológica y lineal al servio de la “libertad”. Creo en una pedagogía activa, construida desde la complejidad de las sociedades actuales, autrotransformadora y conciente de la realidad colectiva de las personas y sus realidades e historias. La soberanía alimentaria no es a mi entender una definición conceptual o la declaración de reivindicativa en boca de los líderes sociales. Es una realización, una mirada sobre valores esenciales de la humanidad, de la tierra, del territorio y de los pueblos. Nuevas orientaciones a. Enfoque por derechos aplicado a la Soberanía Alimentaria. La formación de liderazgo requiere el contexto del ejercicio de los derechos humanos, de los derechos fundamentales y de la comprensión de la vida como fenómeno único e irrepetible. No son los elementos de producción de alimentos, distribución, mercado y acceso los principios rectores, sino el sentido de recuperación de lo humano. b. Re-valoración de la democracia sustentable y sostenida. Se constituye liderazgo ciudadano como una construcción democrática profunda, sostenida en el tiempo, un acto jurídico de aseguramento de drechos y responsabilidades. c. Fortalecimiento de los espacios locales y de los sistemas alimentarios y sus cadenas de producción a escala humana. Quiere decir que debemos comprender los espacios locales y sus sistemas, como el modo de pertenencia a una comunidad política organizada y de reconocimiento práctico de derechos y de obligaciones de los individuos en relación a otros que pudieran tener otras formas de pertenencia, pero de igual forma respetan este régimen de reciprocidad. d. Ciudadanía y liderazgo. La ciudadanía no se reduce a sus referentes modernos occidentales tales como universalidad e igualdad sino que se amplia a la consideración de que la ciudadanía es un conjunto de recursos cívicos y éticos. Lo que se ha llamado “republicanismo” (Petit, Arendt) sería una manifestación de esta forma de Ciudadanía: entendida como un proceso social de construcción de un sentido común público, que se construye de manera vinculante a través de las instituciones democráticas. Este sentido común puede adquirir el carácter de consenso, pero en el enfoque que estamos describiendo las orientaciones pedagógicas, es sobre todo el desarrollo de capacidades morales (virtudes) y cívicas para participar en la res publica, considerando tanto los bienes morales individuales como colectivos. e. Enseñabilidad de las virtudes y capacidades cívicas. Comprender que existe una relación virtuosa entre libertad, autononía y comunidad. De igual modo es condición de este liderazgo asegurar mínimos de condiciones materiales y de resguardo de derechos sociales, así como el desarrollo de capacidades que permitan enfrentar necesidades tangibles y no tangibles (Sen, Naussbam). f. Ciudadanos “capaces” y participativos en la cosa pública, no sólo a través de entidades partidarias convencionales sino también de organizaciones de interés público que surgen desde la sociedad civil. Mayo, 2012