07 SIN MALDAD ok_9 MALDAD.qxd 08/07/16 12:14 Página 7 SIN MALDAD Por José García Abad jgarcia@elsiglo-eu.com Aznar desenmascarado de nuevo EUROPA PRESS A l menos Tony Blair ha pedido perdón por engañar a sus compatriotas sobre la guerra de Irak. Lo ha hecho con reservas al seguir manteniendo que había que acabar con Sadam Hussein y que fue engañado por sus servicios secretos. Pero se ha hecho responsable en declaraciones a la BBC de involucrar a su país en un conflicto "que resultó más hostil y sangriento de lo que imaginamos". Y ha pedido perdón por ello. Ya pocos dudan de la miseria moral de este personaje que inventó una tercera vía para la izquierda de retórica vacia; de este converso al catolicismo. Y si quedaban dudas han sido despejadas por un manifiesto hecho público la semana pasada que demuestra que mintió a sus compatriotas, sin cortarse un pelo, con el mayor de los cinismos, en una cuestión tan grave como la invasión de un país. Pasará a la historia como Blair el mentiroso. Pero su socio en aquellos acontecimientos, José María Aznar, con quien compartía química por encima de sus discrepancias ideológicas, todavía no ha tenido la decencia de pedir perdón a los españoles por sus reiterados embustes. “Pueden estar ustedes seguros, absolutamente seguros – declaró entonces a la prensa - de que Sadam Hussein tiene armas de destrucción masiva”. Un engaño que ampliaría hasta lo inverosimil cuando trató de desviar la autoría de la terrible masacre del 11 de marzo de 2014, a la banda terrorista ETA. Parece que el engaño no le generaba la turbación que ahora confiesa Tony Blair, arrepentido a medias. Ahora el exhaustivo “Informe Chilcot” sobre la participación del Reino Unido en la guerra de Irak, que se extiende a lo largo de 12 tomos, José María Aznar, con quien compartía química Tony Blair por encima de sus discrepancias ideológicas, todavía no ha tenido la decencia de pedir, como ha hecho el inglés, perdón a los españoles por sus reiterados embustes. Pero la historia termina poniendo a cada uno en su sitio 150.000 documentos confidenciales y siete años de minuciosa investigación, con la aportación de testimonios fiables de los protagonistas de aquella tragedia, ha revelado hasta qué horizonte alcanzaba la doblez de nuestro presidente. José María Aznar acordó con el primer ministro británico, Tony Blair y con Silvio Berlusconi declarar a las respectivas opiniones públicas que estaban haciendo todo lo posible para retrasar la intervención bélica protagonizada por los Estados Unidos, frenando a su belicoso presidente al tiempo que exigía a este que lanzara las tropas sobre Irak de una puñetera vez. ¿Se puede concebir tanto cinismo? El 'Informe Chilcot', elaborado bajo la dirección de Sir John Chilcot señala textualmente: “Mr. Blair y Mr. Aznar acordaron la necesidad de desarrollar una estrategia de comunicación que mostrara que ellos 'habían hecho todo lo posible para evitar la guerra”. El informe recoge el testimonio de David Manning, embajador británico en Estados Unidos en aquel momento: "Yo estoy convencido de que los españoles hubieran continuado. No sé, pero Aznar estaba absolutamente decidido y estaba muy, muy claramente a favor de seguir hacia adelante y no perseverar de forma sostenida en el esfuerzo de una segunda resolución. Yo pienso que España, seguro, hubiera estado allí". Hay que recordar que la primera resolución de Naciones Unidas que tuvo lugar en noviembre de 2002 no era suficiente para permitir, de acuerdo con la legalidad internacional, la invasión de Irak. El origen de la guerra fue tan falso como el nombre que le asignó el gobierno norteamericano: “Operación Libertad para Irak” como se demostró enseguida al no aparecer tales armas de destrucción masiva a cuya búsqueda se dedicaron a fondo los soldados . Los tres personajes de las Azores, George W. Bush, Tony Blair y José María Aznar se pusieron de acuerdo para declarar con el mayor cinismo que encontrar las terroríficas armas ya no era una prioridad. La guerra provocó entre 100.000 y 500.000 muertos, así de impreciso, pues nadie se ha molestado en contar los muertos que probablemente fueran incontables. Y ahora, en una larga, larguísima posguerra de más de una década Irak se ha convertido en un estado fallido inmerso en el retraso económico y la violencia más espantosa. Ante esta tragedia pedir perdón es poca cosa pero no hacerlo no es solo una desvergüenza de quien fuera nuestro presidente sino una humillación para la ciudadanía, tanto de sus votantes como de los que no lo fuimos pero consideramos como nuestros a los que lo fueron, que nos deben un poco de dignidad. Desgraciadamente ni George W. Bush, ni Tony Blair, ni José María Aznar serán juzgados por un tribunal internacional pero la historia acaba poniendo a cada cual en su sitio. De momento las familias de los soldados ingleses caídos en la contienda, golpeados por el Informe Chilcot, estudian llevar al expremier británico a los tribunales. En todo caso es de esperar que, al menos el escarnio a que ha sido sometido el nefasto trio, cada vez con la aportación de más datos concluyentes, sirva para que sea cada día más difícil abusar de las posiciones de poder en países donde presumimos de disfrutar democracias de calidad. ● nº 1163. 11–17 de julio de 2016 7