El Rol del Estado en la Economía y el Cambio Estructural En la tradición de la literatura de desarrollo económico, el cambio estructural está asociado al surgimiento de nuevos sectores productivos que exhiben mayores niveles de productividad y que se convierten en los nuevos centros de gravedad económica; en principio, un proceso de cambio estructural conduciría al tránsito desde una sociedad agraria hacia una sociedad urbana, industrial y moderna. No obstante, el análisis de las experiencias comparadas de los países en desarrollo en los últimos cincuenta años, muestra que las trayectorias de estos procesos de cambio estructural han generado resultados muy heterogéneos. En el caso particular de la República Dominicana, en los últimos cincuenta años el país pasó de ser una economía agroexportadora, donde la producción, las exportaciones y el empleo giraban en torno a la producción de azúcar, café, cacao y tabaco, a una economía principalmente productora de servicios, centrada en turismo, maquila, comunicaciones y comercio. De ser una sociedad predominantemente rural, con 65% de su población viviendo en el campo en 1960,se pasóa una sociedad con 69% de lapoblación viviendo en la zona urbana en 2010. Desde el 1960 a la fecha, el PIB per cápita dominicano creció a una tasa promedio anual de 2.9%, superior al promedio de América Latina que fue de 1.7%; de igual manera, la productividad de la economía, medida en función del PIB por persona empleada, ha sido la mas alta en el periodo 1960-2010 cuando se compara con la de los otros países latinoamericanos. De 1960 a la fecha, la esperanza de vida de los dominicanos aumentó en 22.3 años, el analfabetismo se reduce de un 35% de la población de mas de 15 años a 10% en 2010. A pesar de una historia de crecimiento económico relativamente exitosa en el contexto latinoamericano, asociada a cambios estructurales, tanto el modelo agroexportador como el modelo de servicio no han permitido dar un salto al desarrollo económico y social, persistiendo un segmento significativo de la población viviendo en condición de pobreza y manteniendo brechas sociales significativas. Un análisis de cuales son los sectores que han impulsando el crecimiento en los últimos diez años nos conduce a establecer que el mismo no habrá forma de hacerlo sostenible en el futuro inmediato, pues se ha basado en la expansión del sector no transable, lo que impacta negativamente el desempeño dela cuenta corriente de la balanza de pagos que ha venido mostrando crecientes déficits. Además, dicho crecimiento no ha llevado a la creación de empleos formales en el número requerido ni a aumentos en los salarios reales, dos objetivos centrales de cualquier plan de desarrollo. En los últimos diez años, la mayor parte de los empleos creados han sido informales (3 de cada 4), en su mayoría en sectores de muy baja productividad (comercio, transporte y otros servicios), mientras que los sectores de alta productividad (industrias) han disminuido su generación de puestos de trabajo. Al mismo tiempo, los salarios reales han tenido una fuerte caída(cercana al 20%) en este período, lo cual indica una disminución en los estándares de vida de los trabajadores dominicanos. La situación anterior se produceen un contexto en donde las exportaciones dominicanas de bienes y servicios son de bajo valor agregado, intensivas en mano de obra de baja calificación y barata, lo que conduce a niveles de baja competitividad. Otro dato preocupante es que en el periodo 2005-2009 las exportaciones se han estancando, de manera que promover el desarrollo de un sector exportador dinámico que aumente el peso de las exportaciones en la economía es una tarea urgente. Y esto implica desarrollar el sector transable. Lo señalado anteriormente, unido a la necesidad de cerrar las brechas sociales, impulsar la adaptación al cambio climático y responder a las expectativas de una población cada vez más demandante de una acción públicamás eficaz, replantea la urgencia de impulsar cambios estructurales en la sociedad y la economía dominicana. Resulta por lo tanto obvio que el país requiere un cambio estructural que conlleve a la diversificación y aumentos en la sofisticación de la canasta exportadora del país. Para lograrlo, se tendrá que enfatizar en descubrir y acumular nuevas habilidades y capacidades productivas, lo que nos obliga a poner en marcha un proceso de búsqueda de nuevas actividades transables. Un reciente trabajo del Centro de Desarrollo de la Universidad de Harvard indica que la búsqueda de nuevas actividades transables en el caso dominicano implicará generar una estrategia macroeconómica que propenda a una mayor y más estable rentabilidad relativa del sector transable; facilitar el acceso de los agentes económicos a los recursos financieros que les permitan realizar las inversiones necesarias para el desarrollo de las capacidades actuales y la acumulación de nuevas capacidades; garantizar la provisión oportuna de insumos públicos necesarios para el proceso de transformación estructural; mejorar significativamente la calidad del sistema educativo dominicano y; aprovechar las ventajas y sinergias que ofrece la cercanía con la República de Haití. Ante estos desafíos, ¿cómo estamos entendiendo el rol que puede jugar el Estado Dominicano para catalizar el cambio estructural? En primer lugar, partimos de la reciente aprobación, en enero del 2010, de una reforma constitucional que redefine los principios en los que se sustenta la convivencia ciudadana, el alcance de los derechos y deberes ciudadanos, los objetivos, mandatos e instrumentos de la acción estatal y sus instancias de coordinación, así como los mecanismos de relacionamiento entre Estado y Sociedad. Un nuevo mandato constitucional le exige al Estado que propicie la concertación de una Visión de desarrollo de la Nación de largo plazo, así como la definición de objetivos, metas y líneas estratégicas de acción que permitan avanzar en la construcción de dicha visión. En estos momentos en el Congreso Nacional se debate el Proyecto de Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo República Dominicana 2030. Ese Proyecto de Ley, producto de consensos generados entre los distintos sectores económicos, sociales y políticos del país establece que la Visión de desarrollo paralos próximos veinte años es construir una República Dominicana que seaun país próspero, donde las personas viven dignamente, apegadas a valores éticos y en el marco de una democracia participativa que garantiza el Estado social y democrático de derecho y promueve la equidad, la justicia social y una sociedad más igualitaria, que gestiona y potencia sus recursos para desarrollarse de forma innovadora, sostenible y territorialmente integrada y se inserta competitivamente en la economía global” Para el año 2030 la Estrategia Nacional de Desarrollo plantea que República Dominicana tenga un ingreso per cápita similar a los países que hoy se consideran de ingreso medio-alto, por lo que una meta importante es tener un crecimiento promedio del Producto Interno Bruto real per cápita en el rango 3% - 5% por los próximos 20 años. Este crecimiento ha de ser inclusivo, de forma que beneficie al mayor número de dominicanos posibles en todas las regiones del país, y sostenible, evitando repercusiones negativas sobre el medio ambiente. De lograrse la meta anterior, se espera que en los próximos 20 años menos del 15% de los dominicanos estén en condiciones de pobreza, mientras que el número de personas en pobreza extrema no supere el 2% de la población. También se aspira a lograr que el nivel de desocupación ampliada (desocupados por razones involuntarias) sea menor al 6.4% de la población económicamente activa, a la vez que el porcentaje de empleos formales sea superior al 60%. En términos absolutos, este cambio conllevaría duplicar el número de trabajadores formales que hay en la actualidad de cara al 2030 La Estrategia Nacional de Desarrollo plantea que esto solo será posible si desarrollamos en los próximos 20 años una economía territorial y sectorialmente integrada, innovadora, diversificada, plural, orientada a la calidad y ambientalmente sostenible, que genere crecimiento alto y sostenido con equidad y empleo digno, y que aproveche y potencie las oportunidades del mercado local y se inserte de forma competitiva en la economía global.” Al 2030, el país deberá superar una serie de obstáculos que hoy limitan seriamente la posibilidad de avanzar hacia el desarrollo. Entre esos obstáculos cabe mencionar: la baja calidad de la gestión estatal a nivel nacional y local; las limitaciones en el sistema de justicia, en el estado de derecho y en la seguridad ciudadana; la baja calidad de la educación; las deficiencias en la provisión de servicios de salud, el crecimiento sin suficiente empleo de calidad, las deficiencias del sector eléctrico, las dualidades del sector productivo; las dificultades para el financiamiento de las MIPYMES; la ausencia de ordenamiento territorial y deficiencias en protección ambiental y gestión de riesgos y;la ausencia de política migratoria con visión de desarrollo. La Estrategia Nacional de Desarrollo plantea, además del eje económico,un conjunto de conceptos claves alrededor de los cuales tendremos que estructurar los objetivos de las políticas públicas y que servirán de marco de referencia en las relaciones Estado-Sociedad. En el plano institucional, se destaca la construcción de un efectivo Estado de derecho, condiciones que impulsan el que propicia desarrollo nacional y local. En el plano social, resalta la construcción de una sociedad que garantice la igualdad de derechos y oportunidades. Y en el plano ambiental, la atención se centra en la sostenibilidad de los patrones de producción y consumo, la eficaz gestión de riesgos y la adaptación al cambio climático. La Estrategia Nacional de Desarrollo República Dominicana 2030 define un conjunto de indicadores asociados a cada uno de los ejes estratégicos de desarrollo, y establece metas explicitas a ser alcanzadas en el mediano y largo plazo. También contiene un orden de prioridad en la agenda de reformas legales e institucionales en las esferas política, social, económica y ambiental. Se parte de la concepción de que el logro efectivo de la Visión de país compartida, con base a principios mutuamente concertados y aceptados, requiere la construcción de nuevas formas de relacionamiento Estado-Sociedad y entre los distintos grupos de interés que interactúan en el propio Estado y en la propia Sociedad. Para esto es ineludible la creación de confianza mutua entre los distintos actores, a partir del respeto al cumplimiento de lo acordado, a la rendición de cuenta y la transparencia de las acciones. Esto es una tarea ardua no solo para la administración pública, sino también para los distintos grupos económicos y sociales. En este sentido se plantean tres grandes pactos: un pacto por los recursos, un pacto por la educación y un pacto por la electricidad. En el entendido de que se requiere propiciar ensayos y experimentaciones que permitan ir identificando y construyendo arreglos institucionales que faciliten los procesos de debate y concertación de soluciones duraderas a los problemas y desafíos que enfrentamos como sociedad, en el Proyecto de ley de la Estrategia Nacional de Desarrollo se crea un mecanismo de seguimiento y evaluación del cumplimiento de compromisos y del logro de metas. Ese mecanismo se fundamenta en la relaciónentre la AdministraciónPúblicay el Consejo Económico y Social y las instancias de participación establecidas en el sistema de Planificación, con lo que se procura fortalecer los espacios de diálogo social que permitan la revisión y reafirmación de las prioridades a lo largo del tiempo. En estos momentos estamos empeñados en crear las capacidades y la cultura de actuar estratégicamente, medir nuestro desempeño y actuar en consecuencia. Somos conscientes de que esto no se logrará de la noche a la mañana, ya que se requiere cambiar la cultura de la burocracia pública, por lo general poco orientada a mostrar resultados tangibles con un uso eficiente de recursos. Pero, como dijo el poeta, se hace camino al andar. No puede soslayarse que el liderazgo, tanto a nivel político como a nivel de los grupos sociales y económicos, juega un rol muy importante en mantener una actitud favorable a la concertación de acuerdos programáticos que permitan encontrar soluciones a los problemas que se originan con un proceso de cambio estructural. En resumen, creemos que, tanto desde la óptica regional como desde la nacional, redefinir el rol del Estado como impulsor del cambio estructural a favor de una sociedad incluyente, nos plantea a todos el desafío de desarrollar un pensamiento propio que,a partir de la revisión crítica de los resultados alcanzados en materia de desarrollo en las últimas décadas, nos permita desarrollar nuevas políticas e instrumentos en aquellas aéreas donde se ha hecho evidente la necesidad de una mayor presencia del Estado. Tal es el caso del desarrollo productivo, la provisión oportuna de bienes públicos, la generación de ahorro para financiar el desarrollo productivo y la adecuación de los marcos normativos e institucionales que regulan la provisión privada de insumos clave para mejorar la productividad y expandir la capacidades productivas, de forma incluyente y plural.