Dr. Michael Radseck 1 Instituto de Estudios Iberoamericanos (IIK) Alsterglacis 8, 22034 Hamburgo radseck@iik.duei.de 0049-40-414782-25 El sistema interamericano de seguridad: ¿quo vadis? Posiciones del Cono Sur a la luz de la Conferencia Especial sobre Seguridad Hemisférica Paper preparado para ser presentado en El Area Temática 13: Relaciones Internacionales Responsable: Laura del Alizal (UAM) del Segundo Congreso Latinoamericano de Ciencia Política “Desafíos de la gobernanza democrática en América Latina” de la Asociación Latinoamericana de Ciencia Política (ALACIP) 29, 30 septiembre y 1 de octubre 2004 Ciudad de México 1 Investigador del IIK, actualmente formando parte del proyecto “¿Hacia una comunidad regional de seguridad? Una investigación comparativa de las políticas de seguridad nacionales en el Sur de Latinoamérica“, veáse: http://www.duei.de/iik/show.php/es/content/invest/seguridad.html. Resumen Uno de los puntos nodales de la Conferencia Especial de Seguridad Hemisférica que tuvo lugar en octubre del 2003 en México fue discutir cómo reemplazar o reformar al viejo Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) de 1947. Sin embargo la reunión, si bien consagró una ampliación del concepto hemisférico de seguridad, nada avanzó en el diseño de una nueva architectura de seguridad interamericana. Ante ello, no faltan quienes temen que la renovada concepción de seguridad podría quedar en mera retórica si no se traduce en cambios en la institucionalidad de la Organización de Estados Americanos (OEA). Una manera de aproximarse al tema es recopilar y analizar sistemáticamente las posiciones del « Mercosur ampliado » respecto de la vigencia del TIAR y del Pacto de Bogotá como además respecto de posibles reformas a la Junta Interamericana de Defensa (JID). Para ello, este paper examina (1) los aportes preparatorios de la subregión a la Conferencia Especial de Seguridad Hemisférica, (2) las respuestas de los Estados Miembros al cuestionario de la OEA sobre nuevos enfoques de la seguridad hemisférica y (3) los libros de defensa u otros documentos oficiales de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. Michael Radseck: El sistema interamericano de seguridad: ¿quo vadis? Posiciones del Cono Sur a la luz de la Conferencia Especial sobre Seguridad Hemisférica1 La tarea no es menor y hubiera sido un asunto clave a ser tratado en la Conferencia Especial sobre Seguridad Hemisférica, desarrollada bajo los auspicios de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en octubre del 2003 en la Ciudad de México: adaptar el sistema interamericano de seguridad,2 establecido en gran parte entre los años 1942 y 1948, a las nuevas amenazas que enfrenta el Hemisferio a principios del siglo XXI: el terrorismo internacional, el narcotráfico y el crimen organizado junto con sus delitos conexos como el tráfico ilícito de armas, el lavado de dinero o la corrupción. La reunión, aunque largamente preparada, no representó ningún avance al respecto. En vez de ello, con la “Declaración sobre seguridad en las Américas”, emanada de la Conferencia, se consagró una extensión del concepto de seguridad. El enfoque elegido es “multidimensional”: más allá de las amenazas denominadas tradicionales y nuevas se constatan “preocupaciones y otros desafíos a la seguridad hemisférica”, las que abarcan desde la trata de personas, delitos cibernéticos y el deterioro del medio ambiente hasta el SIDA y la pobreza extrema. Por más amplia y consensuada que sea la nueva concepción de seguridad en el Hemisferio, se plantea la pregunta acerca de cómo harán las Américas para hacer frente a estas amenazas, preocupaciones y otros desafíos a su seguridad, todas de naturaleza diversa. Es evidente que no sobran indicios en el continente que lleven a pensar que se lograra implementar medidas concretas o desarrollar instrumentos de cooperación realmente capaces de enfrentarlas. Basta tener presente las marcadas diferencias en las agendas de seguridad de un conglomerado compuesto por treinta y cuatro estados (Hirst 2003: 29-33; Benítez 2004: 2-4) para consignar que no existe una modalidad de trabajo conjunto en lo que concierne a una nueva arquitectura de seguridad hemisférica, ya sea que 1 Agradezco la colaboración de Moritz Hartnagel, Jörg Joswiak, Ditta Kloth y Amalia Stuhldreher. Hablar de un sistema interamericano de seguridad es “una concesión idiomática” (Cardona 2003: 213). No existe ningún documento ni tratado que formalmente establezca dicho sistema. Lo que existe en la práctica son una serie de instrumentos y órganos, de adhesión diversa y vínculación discutible (ver Gráficos 1-3), y que no operan de manera sistemática, articulada y confluente. 2 se trate de reformar o complementar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR, 1947), darle un mandato claro a la Junta Interamericana de Defensa (JID, 1942) o incluso fortalecer la Comisión de Seguridad Hemisférica (CSH, 1995). Sin embargo, las enormes asimetrías entre las Américas y la fragmentada agenda latinoamericana de seguridad posiblemente indican una alternativa: construir la seguridad en el Hemisferio sobre la base de regiones más homogéneas, que reúnan intereses y prioridades similares frente a sus necesidades de seguridad. De allí que puede resultar de utilidad examinar las posiciones del Cono Sur como “la subregión más homogénea y adelantada hacia ... una visión de seguridad moderna” (Cheyre 2002: 199) respecto a las bases conceptuales e institucionales de un sistema interamericano de seguridad, conforme a la época y aún por crear. Los cuatro países miembros del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) más Chile como miembro asociado no solamente conforman un bloque comercial y una zona de paz,3 sino que desarrollan medidas de confianza mutua, transparentan sus políticas de defensa y establecen una red de mecanismos de cooperación bilaterales en materia de seguridad. De esta forma, se afirma que estarían construyendo un régimen cooperativo de seguridad (Domínguez 1998: 12-18), hasta experimentar la posible formación de una comunidad de seguridad (Hurrell 1998: 260). Acciones concertadas en base de valores compartidos (derechos humanos, democracia), visiones similares (sobre las misiones de paz bajo la bandera de las Naciones Unidas), y una percepción de riesgos compartidos (como el paso de desechos nucleares por aguas bajo jurisdicción de estos países) así lo sugieren (Rojas 2003a: 191-192). Cabe aquí el interrogante si en el Cono Sur también existe una percepción compartida de amenazas a la seguridad hemisférica así como ideas consensuadas acerca de cómo enfrentarlas. Este grupo de países, ¿comparte visiones similares sobre los instrumentos y órganos de seguridad hemisférica, trátese del TIAR, del Tratado Americano de Soluciones Pacíficas (Pacto de Bogotá), de la JID o de la CSH? Los cinco estados, ¿tienen una mirada conjunta de cara al futuro acerca de los foros continentales en materia de defensa como las reuniones de los Altos 3 Ver “Declaración Política del Mercosur, Bolivia y Chile como zona de paz” que consigna en 1998 el área como “libre de armas de destrucción en masa“ y acuerda “avanzar hacia la consagración como zona libre de minas terrestres antipersonales.“ Mandos o la Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas (CMDA)?4 Recurrir a las respuestas del Cono Sur al “Cuestionario sobre Nuevos Enfoques de la Seguridad Hemisférica”, elaborado por la CSH como paso preparatorio a la Conferencia Especial, constituye una manera idónea para aproximarse a estos interrogantes. Así, los cinco documentos de la OEA han sido la fuente principal de este trabajo.5 Toda cita a continuación es tomada de allí, sin que haya explicitado cada vez que se cite a un gobierno. Asimismo fueron consultados los libros de defensa, en los casos en que los hubo, así como otros textos gubernamentales relativos a la seguridad hemisférica, todos de acceso público. 1. 1.1. Del nuevo concepto de seguridad hemisférica La “Declaracion sobre seguridad en las Américas” Concebir la seguridad hemisférica desde un enfoque multidimensional no es algo totalmente novedoso. Desde la adopción de la “Carta Democrática Interamericana” (2001) y de las “Declaraciones de Bridgetown y Kingstown” (2002/03) era de esperar que la Conferencia Especial incorporara en su documento final los conceptos de seguridad democrática y de seguridad humana, ligando la seguridad a los valores democráticos y a la protección de las personas (Rojas/ Fuentes 2003; Abente 2001). Culmina así un proceso de reflexión que se inició en 1991 con el “Compromiso de Santiago”, y que llevó a que la II Cumbre de las Américas, en 1998, le encomendara a la CSH realizar “un análisis sobre el significado, alcance y proyección de los conceptos de seguridad ... en el Hemisferio.” La Declaración como tal consta de 52 párrafos. Enumera principios, valores, compromisos, acciones de cooperación y cuestiones institucionales. En suma se afirma que - 4 la nueva concepción de seguridad en el Hemisferio se basa en el respeto a los principios consagrados en las Cartas de las Naciones La pregunta respecto a la percepción compartida de amenazas, ideas consensuadas, visiones similares y una mirada conjunta de futuro en el Cono Sur se vincula con el estudio de Adler/ Barnett 1998: 55-56, quienes enumeran indicadores para detectar la emergencia de una comunidad de seguridad, entre ellos su “discurso y lenguaje [estandarizado y reflejando normas comunes] y la “definición común de amenazas.” 5 Ver Respuestas de los Estados Miembros al Cuestionario sobre Nuevos Enfoques de la Seguridad Hemisférica, OEA/Ser.G, CP/CSH-410/01 add. 9, 15.1.2002 (Argentina); add. 3, 6.9.2001 (Brasil); add. 12, 1.7.2002 (Chile); add. 18, 18.10.2002 (Paraguay); add. 6, 1.12.2001 (Uruguay). - - - - 6 Unidas y de la OEA, en valores democráticos y en la defensa de los derechos humanos; el Hemisferio enfrenta “amenazas tradicionales a la seguridad [que no se definen,6 pero que] “siguen siendo importantes” [al igual que] “sus mecanismos para enfrentarlas.” [Más adelante se reconoce] “la importancia y utilidad que tienen ... el TIAR y el Tratado Americano de Soluciones Pacíficas (Pacto de Bogotá)”; el Hemisferio enfrenta asimismo “nuevas amenazas, preocupaciones y otros desafíos. [Son] las siguientes [engrupados en siete incisos] ...: [1] el terrorismo [constituyendo la única “grave amenaza a la seguridad ... de los Estados”], la delincuencia organizada transnacional, el problema mundial de las drogas, la corrupción, el lavado de activos, el tráfico ilícito de armas7 ...; [2] la pobreza extrema y la exclusión social ...; [3] los desastres naturales y los de origen humano, el VIH/SIDA y otras enfermedades, otros riesgos de salud y el deterioro del medio ambiente; [4] la trata de personas; [5] los ataques a la seguridad cibernética; [6] la posibilidad de que surja un daño en el caso de un accidente ... durante el transporte marítimo de materiales potencialmente peligrosos ...; y [7] la posibilidad del acceso, posesión y uso de armas de destrucción en masa y sus medios vectores por terroristas”; para enfrentar el terrorismo, el narcotráfico, el tráfico ílicito de armas y el lavado de dinero se fortalecerá tanto la cooperación bilateral y multilateral entre los Estados como las instancias competentes de la OEA tales como el CICTE, la CICAD y el Comité Consultivo de la CIFTA,8 así como la cooperación y coordinación entre éstas; las Conferencias de Ministros de Defensa de las Américas y otros foros de consulta en materia de defensa existentes “se han constituido en un espacio apropiado para promover el conocimiento recíproco, la confianza mutua, el diálogo y la transparencia en materia de defensa”; Un observador cercano al desarrollo de la Declaración aclara al respecto: Las amenazas tradicionales se refieren a “los clásicos conflictos interestatales” (Rojas 2003: 14). 7 De la lectura de los párrafos 22, 25, 27, 28, 30 y 31 de la Declaración se desprende que son éstas seis las “nuevas amenazas” que enfrenta todo el Hemisferio. 8 CICTE: Comité Interamericano contra el Terrorismo, establecido en 1999 por una iniciativa argentina, dos años antes de los atentados del 11-9, para más datos, ver Hirst 2003: 42; CICAD: Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas, establecida en 1986; CIFTA: Convención Interamericana contra la Fabricación y el Tráfico Ilícitos de Armas de Fuego, Municiones, Explosivos y Otros Materiales Relacionados, entró en vigor en 1998. - el papel de la CSH es central recomendando que “coordine la cooperación entre [todos los entes] de la OEA, mantenga los enlaces necesarios con otras instituciones ... subregionales, regionales e internacionales, elabore estrategias coordinadas y planes de acción integrado ..., continue el proceso de ... evaluación del TIAR y del Pacto de Bogotá, concluya (el) análisis [de la relación jurídica e institucional de la JID con la OEA], eleve recomendaciones para que la Asamblea General determine las normas que precisen esa relación y el mandato de la Junta. El eco que tuvo la consagración de un concepto tan amplio de la seguridad hemisférica fue mixto. Hay quienes evaluaron la Declaración como “importante avance en cuanto a consensuar las diversas agendas de seguridad en el Hemisferio” (Rojas 2003b: 13). Otros advierten el peligro de volver a “una concepción totalizadora de la seguridad” (Gaspar 2003: 15) tal como fue, en tiempos de las dictaduras militares, la denominada seguridad nacional con su particular énfasis en la contrainsurgencia y el combate al “enemigo interno”. En efecto, consagrar una concepción de seguridad, donde no se distingue claramente entre los problemas de seguridad externa y aquellos que tienen relacion con la seguridad pública, sin diseñar un sistema multidimensional de respuesta, corre el riesgo de que continue un enfoque unidimensional de tipo militar empleando soluciones militares para todos los problemas de seguridad (Varas 1998: 12). Ante ello, resulta aún menos comprensible el que se haya mezclado las nuevas amenazas – parcialmente articuladas a los conflictos internos armados como las hay en Colombia (con tendencias de regionalización), México y Perú – con “preocupaciones y otros desafíos a la seguridad” que incluyen aspectos económicos, sociales, de salud y ambientales. El “securitizar” la agenda del desarrollo, esté quizás motivado por la búsqueda de nuevos roles para las fuerzas armadas (Villagra 2003: 9). Asimismo es posible que esto responda al cálculo de algunos gobiernos latinoamericanos, que apuntan a captar la atención y el apoyo de los EE.UU. agregando sus problemas sociales, ambientales y de salud a una agenda de seguridad hemisférica (Nolte 2004: 80). Un indicio de ello sería la apelación sin rodeos de la Declaración a la “solidaridad entre los Estados y acciones de las instituciones financieras internacionales” para enfrentar la pobreza extrema, la inequidad y la exclusión social. 1.2. Las posiciones del Cono Sur respecto al concepto de seguridad hemisférica a la luz de sus percepciones de amenazas Para el Gobierno argentino la seguridad hemisférica no descansa ya sobre “un esquema de relaciones militares sino sobre la base de relaciones de cooperación, transparencia y confianza mutua así como sobre la defensa de valores comunes […] tales como la democracia representativa [y] los derechos humanos.” Fuera de ello, las amenazas a la seguridad del Hemisferio, desde la óptica de Buenos Aires, ya no provienen de “amenazas militares externas” sino de nuevos desafíos de carácter transnacional como “el narcotráfico, el terrorismo, el crimen organizado, la corrupción, el tráfico ilícito de armas, las migraciones ilegales, la pobreza extrema, los daños al medio ambiente [y] la inestabilidad económica.” La aparición de nuevas amenazas, sin embargo, no implica “desatender la necesidad de mantener la capacidad para prevenir los conflictos entre Estados.” Por la naturaleza de las nuevas amenazas “resulta insuficiente limitarse a [su] origen geográfico.” Enfrentarlas requiere, a juicio de la Argentina, “una mayor vinculación entre las instituciones de cada país con competencia en el tema que se trate, […] sea(n) las agencias al combate al narcotráfico, la justicia [o] las fuerzas de seguridad” contando además con los aportes de los “distintos órganos de la OEA con competencia en las materias.” El Brasil, por lo general, comparte las apreciaciones de su antiguo rival, aunque su lista de las nuevas amenazas es más limitada. El Itamaratí caracteriza el Hemisferio como región con “baja incidencia de amenazas tradicionales a la seguridad [que] pierden espacio ante nuevas amenazas, estructuralmente distintas [entre las que] destacan el narcotráfico y las actividades delictivas conexas, así como el terrorismo.”9 Dado que las implicancias de estas amenazas tienen “relación más expresiva con el campo de la seguridad ... que con el de la defensa”, les corresponde a las fuerzas policiales enfrentar y combatirlas. En consecuencia, el gobierno brasileño manifiesta rotundamente que “el delito organizado no debe ser enfrentado por fuerzas armadas regulares” y que el combate de las nuevas amenazas se beneficia del “intercambio de información y de la cooperación entre Estados en el campo de la seguridad.” Además se agregan dos aspectos: El Itamaratí hace referencia explícita a los 9 Nótese que la respuesta del Brasil al Cuestionario es la única que está fechada antes de los atentados terroristas del 11-9. Según Soriano / Mackay 2003: 6, Itamaratí, desde entonces, agregó a su listado de amenazas a la seguridad hemisférica la corrupción, el lavado de dinero y los desastres naturales, no así el deterioro del medio ambiente por temer bajo este pretexto una intervención en la región amazónica. principios de la Carta de la OEA como elementos de orientación de la seguridad hemisférica y enfatiza “privilegiar la negociación diplomática.” En vista de que las acciones de la guerrilla colombiana “son motivo de preocupación” en Brasília, como se constata en un documento oficial sobre Política de Defensa (ver República Federativa del Brasil 1996: 2.12), este punto cobra especial relevancia. El gobierno chileno, en principio, coincide con estas apreciaciones al manifestar que el sistema de seguridad hemisférica “se funda en los tradicionales principios ... de la Carta de la OEA ... entre los que destacan el respeto al derecho internacional ..., el respeto a la soberanía e independencia de los Estados y la no intervención en los asuntos internos de los Estados [aunque en su forma actualizada] para dar cabida al nuevo principio de fortalecimiento de los regímenes democráticos y al respeto a las derechos humanos.” Asimismo se perciben en Chile, “múltiples nuevas amenazas a la seguridad [hemisférica entre las que] destacan las migraciones ilegales masivas, el narcotráfico, terrorismo, tráfico ilícito de armas, cibercrimen y corrupción y sus vinculaciones con la delincuencia transnacional organizada, las enfermedades pandémicas; las catástrofes y desastres naturales y el transporte de sustancias peligrosas.” Éstas, sin embargo “afectan de manera disímil a los diferentes estados.” En general, el gobierno chileno no se cansa en enfatizar que “cada región o subregión en América presenta características especiales que requieren de respuestas diferenciadas.” Ya en documentos anteriores las nuevas amenazas se consideraban “de problemas de seguridad más que de defensa, y que tienen efectos diversos en los distintos países. De aquí que ellos no sean unánimemente percibidos como amenazas globales para la región, sino como amenazas sólo para algunos países” (Ministerio de Defensa Nacional 1997: 59). El gobierno del Paraguay no agrega nuevos aspectos a las apreciaciones y percepciones de amenazas hechas por los países ABC, por cuanto los principios rectores están “claramente establecidos en ... la Carta de la OEA” y la seguridad hemisférica se confronta con “el narcotráfico y sus delitos conexos, el terrorismo, la corrupción, el crimen organizado, la trata de personas, migraciones ilícitas, el contrabando con todas sus modalidades, la contaminación ambiental y el tráfico de materiales peligrosos.” También Uruguay comparte las apreciaciones de sus socios del Mercosur con miras a los principios de la seguridad hemisférica (“consagrados en la Carta de la OEA”) y en cuanto las “nuevas amenazas no enervan la existencia eventual de las tradicionales en materia de seguridad.” Sin embargo, es en Montevideo donde se percibe el mayor número de amenazas nuevas a la seguridad hemisférica (ver Tabla 1). Éstas son, “además de los tradicionales, v.g. agresiones extra o intra continentales (...) la pobreza crítica (...), el narcotráfico y los delitos conexos (...), el terrorismo y los movimientos socio-políticos conexos al uso ... de armamentos ... a su tráfico... así como el radicalismo religioso ..., la extrema desigualdad en la distribución de la riqueza ..., el deterioro del medio ambiente ..., la acción de las organizaciones delictivas nacionales e internacionales que operan con el tráfico de armas, trata de blancas y niños, comercio de órganos humanos,..., los movimientos migratorios masivos.” Además, una vez identificadas las nuevas amenazas, Uruguay propone como único país en la subregión definirlas “concretamente en un instrumento jurídico (puede ser un protocolo adicional a la Carta de la OEA).” Tabla 1: La seguridad hemisférica desde la óptica del Cono Sur Bases de la Seguridad Hemisférica ? Los principios de la Carta de OEA a/ ? Relaciones de cooperación, transparencia, confianza mutua Amenazas a la Seguridad Hemisférica ? Amenazas tradicionales pierden espacio ante amenazas nuevas ? Amenazas nuevas no anulan la existencia eventual de las tradicionales Las amenazas nuevas comprenden .. ? Narcotráfico ? Terrorismo ? Crimen organizado ? Corrupción ? Tráfico ilícito de armas ? Migraciones (ilegales) masivas ? Deterioro del medio ambiente ? Pobreza extrema / crítica ? Transporte de sustancias peligrosas ? Trata de personas ? Inestabilidad económica ? Desastres naturales ? Enfermedades pandémicas ? Cibercrimen ? Contrabando ? Radicalismo religioso ? Extrema desigualdad Enfrentar las nuevas amenazas ? Cooperación entre los países / Intercambio de información ? Mayor vinculación entre las instituciones de cada país ? Acciones policiales y no militares ? Privilegiar la negociación diplomática Argentina Brasil Chile Paraguay Uruguay v b/ v v v v v v v c/ v v d/ v v v v v v v v v v v v v e/ v e/ v v v v v v v v v v v v e/ v v v v v v v v f/ v v v v v v v v v v v v v v v v v v a/ Entre ellos el respeto al derecho internacional, la soberanía e independencia de los Estados, la no intervención en los asuntos internos, la solución pacífica de controversias. b/ No mencionada en forma explícita, sino circunscrita como defensa de valores comunes como la democracia y los derechos humanos. c/ Las amenazas a la seguridad del Hemisferio ya no provienen de amenazas militares externas sino de nuevos desafíos. d/ La aparición de nuevas amenazas no implica desatender la necesidad de mantener la capacidad para prevenir los conflictos entre Estados. e/ Amenaza no mencionada en forma explícita, sino circunscrita como actividad delictiva conexa al narcotráfico. f/ Incluye el comercio de órganos. Fuente: Respuestas de los Estados Miembros al Cuestionario sobre Nuevos Enfoques de la Seguridad Hemisférica, OEA/Ser.G, CP/CSH-410/01 add. 9, 15.1.2002 (Argentina); add. 3, 6.9.2001 (Brasil); add. 12, 1.7.2002 (Chile); add. 18, 18.10.2002 (Paraguay); add. 6, 1.12.2001 (Uruguay). 2. 2.1. De los instrumentos jurídicos El TIAR, el Pacto de Bogotá y las Convenciones Interamericanas en materia de seguridad hemisférica Con el TIAR, suscrito en la ciudad de Río de Janeiro en 1947 – por lo cual se le conoce también como “Tratado del Río” – el Hemisferio dispone de un instrumento de defensa colectiva frente a actos de agresión externa. Su artículo 3° establece que “un ataque armado por parte de cualquier Estado contra un Estado Americano será considerado como un ataque contra todos los Estados Americanos, y en consecuencia, cada una de dichas Partes Contratantes se compromete a ayudar a hacer frente al ataque.” No está claro, sin embargo, si este artículo es aplicable también en caso de conflictos entre estados del Hemisferio. Aunque formalmente vigente, en la práctica existen marcadas divergencias entre sus 21 países signatarios10 respecto de la vigencia efectiva del TIAR. Mientras algunos (ver Compendio de ..., OEA/Ser.G, CP/CSH-430/02 rev. 1, 1 octubre 2002, pp. 39-43) lo han titulado de anticuado e inactivo hasta inútil e “obsoleto” (México), otros lo consideran plenamente vigente (EE.UU.). Los países latinoamericanos por lo general alegan que el TIAR, más que satisfacer las necesidades comunitarias, ha atendido básicamente a los intereses de Washington durante la Guerra Fría. En efecto, todo indica que desde un principio los EE.UU. y Latinoamérica tenían expectativas muy divergentes en relación a este instrumento (Muñoz 1987).11 Un intento por adecuar el TIAR a los cambios en el sistema internacional introduciendo mecanismos para garantizar “la seguridad económica colectiva” y estableciendo una regla de excepción por medio de la cual ningún estado está obligado al empleo de la fuerza sin su consentimiento, fracasó en 1975 (Casabianca 2001). Las reformas planteadas por el Protocolo de San José nunca entraron en vigor; sólo ocho países lo ratificaron (ver Gráfico 1). Desde su aprobación en 1947 el TIAR ha sido invocado en más de veinte oportunidades, diez convocatorias consiguieron resoluciones para 10 México, en una decisión unilateral, entendida como una reacción al descuido de EE.UU. frente a sus peticiones en lo referente a concesiones en política inmigratoria, renunció al TIAR el 6 de septiembre del 2002 por considerarlo “un caso grave de obsolencia e inutilidad [que] ha impedido, en contra de sus propósitos, la generación de una idea de seguridad adecuada a los alcances y necesidades del hemisferio” (cit.p. Bermúdez 2003: 101). 11 Partiendo de la teoría de los regímenes internacionales últimamente se argumentó que el TIAR no constituye un régimen interamericano de cooperación en materia de seguridad y defensa debido a que “el reconocimiento de [sus] principios y normas, así como la convergencia de las expectativas de las partes ... posiblemente nunca hayan existido” (Alarcón 2002). afianzar su carácter antisubversivo e anticomunista, entre ellas la exclusión de Cuba del Sistema Interamericano (Rojas 1998a: 15-16). Tras dos décadas de agonía – partiendo del intento frustrado de la Argentina de invocarlo en 1982 en ocasión de la Guerra de las Malvinas – la más reciente aplicación a iniciativa de Argentina y Brasil12 se dio con ocasión de los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001. Los ministros de Relaciones Exteriores de los Estados miembros del TIAR, reunidos en su carácter de órgano consultivo del Tratado, constataron que los atentados contra EE.UU. debían entenderse como un ataque contra todos los Estados americanos. En realidad no correspondía invocar el TIAR en este caso, pues su artículo 3° sólo prevé las agresiones entre Estados y no los ataques de actores no estatales, como los grupos terroristas (Tokatlián 2002: 103). Fuera de eso, hay posiciones contrapuestas en cuanto a si el artículo 6° del TIAR – que permite su invocación “si la integridad del territorio o la soberanía ... de cualquier Estado Americano fueren afectadas por una agresión que no sea ataque armado ... o por cualquier otro hecho o situación que pueda poner en peligro la paz de América” – abarca las nuevas amenazas transnacionales o no. A diferencia del resto del continente, para Washington ambos artículos del TIAR han mostrado “su habilidad para adoptarse y responder a amenazas nuevas y tradicionales” (Colin Powell, cit.p. Bermúdez 2003: 101, ver también Compendio de Respuestas de los Estados Miembros al Cuestionario sobre nuevos enfoques de la Seguridad Hemisférica, OEA/Ser.G, CP/CSH-430/02 rev. 1, 1 octubre 2002, p. 42). Dado que los EE.UU., en “guerra contra el terrorismo”, identifican como terroristas a cinco grupos operando en Colombia y Perú (Kurtenbach 2002: 107), el interpretar correctamente estos artículos ambiguos del TIAR está lejos de ser un mero ejercicio académico. En efecto, no faltan voces en América Latina advirtiendo que la aplicación del TIAR, por ejemplo en Colombia, “puede ser sumamente peligrosa” (Tokatlián 2002: 104). En forma similar también se le atribuye poca eficacia y operatividad al Tratado Americano de Solución Pacífica, conocido como Pacto de Bogotá, suscrito en 1948 y al que sólo adhirieron 14 países (ver Gráfico 1). El Pacto establece en sus 60 artículos procedimientos de buenos oficios, mediación, investigación, conciliación, judiciales y de 12 Respecto de los motivos del Brasil para invocar al TIAR, ver Tokatlián 2002: 103-104; Bitencourt 2003: 25-27 y Bodemer 2003: 45-49; para un resumen de las reacciones latinoamericanas ante los atentados del 11-9, en parte ambiguas, ver Kurtenbach 2002: 105-107 y Soriano / Mackay 2003: 5-8. arbitraje, aplicados en no más de cuatro casos desde 1948 (Casabianca 2001). Existen, además, considerables reservas respecto al mecanismo automático de arbitraje obligatorio y al recurso a la Corte Internacional de Justicia. Otros países consideran que el Pacto les impide juzgar por sí mismos sobre hechos que son de su jurisdicción interna. Fuera de eso, el sistema de solución pacífica de controversias establecido por la Carta de la OEA, especialmente tras las enmiendas introducidas por el Protocolo de Cartagena (1985) que confirieron al respecto nuevos poderes y atribuciones al Consejo Permanente, hace que la efectividad del Pacto de Bogotá, se vuelve más limitada aún. No sorprende por lo tanto que exista una divergencia de fondo en la OEA (ver Compendio de ..., OEA/Ser.G, CP/CSH-430/02 rev. 1, 1 octubre 2002, pp. 50-54) acerca de la conveniencia de revisar (Belice, Chile, Panamá, Perú) o sustituir (Colombia, Ecuador, Venezuela) el Pacto de Bogotá. Gráfico 1: El Sistema Interamericano de Seguridad: la adhesión a sus instrumentos OEA1 (1948) JID2 (1942) TIAR (1947) Argentina Belice [Cuba3] Jamaica Canadá Guyana Surinam Dominica Grenada San Vinvente & Grenadines Santa Lucía St. Kitts & Nevis Antigua & Barbuda Barbados Bolivia Ecuador Trinidad & Tobago Venezuela SSR (1996) Colombia El Salvador Honduras Nicaragua Panamá Chile Paraguay Uruguay5 Pacto de Bogotá (1948) Bahamas Brasil [Protocolo de Reformas al TIAR (1975)6] Costa Rica Haíti Perú Rep. Dominicana EE.UU. Guatemala México4 1 Implica la ratificación de la Carta de la OEA y sus cuatro protocolos de reformas, como el „Protocolo de Buenos Aires (1967)“ [no ratificado por Belice, Canadá, Cuba y Guyana], el „Protocolo de Cartagena de Indias (1985)“ [no ratificado por Belice, Canadá, Cuba, EE.UU., Guyana y Haíti], el „Protocolo de Washington (1992)“ [no ratificado por Cuba, Dominica, Grenada, Haíti, Jamaica, México, Rep. Dominicana, Santa Lucía, St. Kitts & Nevis, Surinam y Trinidad & Tobago] y el „Protocolo de Managua (1993)“ [no ratificado por Cuba, Haíti y Surinam]. 2 Costa Rica, Haíti, Panamá y Surinam son miembros inactivos de la JID, Canadá es miembro desde diciembre de 2002, ver Freeman 2004. 3 Cuba fue excluido en 1962 de la OEA, su membrecía en la JID está suspendida. 4 México renunció al TIAR en septiembre de 2002. 5 Según la respuesta de Uruguay al Cuestionario sobre Nuevos Enfoques de la Seguridad Hemisférica, OEA/SER.G, CP/CSH-410/01, add.6, 1. diciembre 2001, este país ratificó también el Protocolo de Reformas al TIAR. 6 Por la falta de ratificaciones el Protocolo de Reformas al TIAR nunca entró en vigor. Fuente: Estado de firmas y ratificaciones de B-29: TIAR (http://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/b-29.html); adopt. 2.9.1947, entró en vigor 3.12.1948. A-41: Carta de la OEA (http://www.oas.org/juridico/spanish/firmas/a-41.html); adopt. 30.4.1948, entró en vigor 13.12.1951. A-42: „Pacto de Bogotá“ (http://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/a-42.html); adopt. 30.4.1948, entró en vigor 6.5.1949. B-31: Protocolo de Buenos Aires (http://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/b-31.html); adopt. 27.2.1967, entró en vigor 27.2.1970. B-29 (1): Protocolo de Reformas al TIAR (http://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/b-29(1).html); adopt. 26.7.1975. A-50: Protocolo de Cartagena de Indias (http://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/a-50.html); adopt. 5.12.1985, entró en vigor 16.11.1988. A-56: Protocolo de Washington (http://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/a-56.html); adopt. 14.2.1992, entró en vigor 25.9.1997. A-58: Protocolo de Managua (http://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/a-58.html); adopt. 10.6.1993, entró en vigor 29.1.1996. Tratado Estableciendo el Sistema de Seguridad Regional (SSR) (http://www.oas.org/csh/spanish/c&t42.asp); adopt. 5.3.1996. Finalmente el Hemisferio ha desarrollado desde 1997 con la “Convención Interamericana contra la Fabricación y el Tráfico Ilícito de Armas de Fuego, Municiones, Explosivos y Otros Materiales (CIFTA)”, con la “Convención Interamericana sobre Transparencia en las Adquisiciones de Armas Convencionales” y con la “Convención Interamericana contra el Terrorismo” tres nuevos instrumentos jurídicos en materia seguridad hemisférica. La adhesión a éstas, sin embargo, aún deja mucho de desear (ver Gráfico 2). Gráfico 2: El Sistema Interamericano de Seguridad: la adhesión de sus nuevas convenciones Convención Interamericana contra la Fabricación y el Tráfico Ilícitos de Armas de Fuego, Municiones, Explosivos y otros materiales relacionados (CIFTA) (1997) Convención Interamericana sobre Transparencia en las Adquisiciones de Armas Convencionales (1999) Ecuador Guatemala Argentina Brasil Convención Interamericana contra el Terrorismo (2002) Paraguay Canadá1 Antigua & Barbuda Uruguay El Salvador México Nicaragua Panamá Perú Venezuela Chile Bahamas Belice Bolivia Colombia Costa Rica Dominica Grenada Santa Lucía Trinidad & Tobago 1 Canadá no ratificó la CIFTA. Fuente: Estado de firmas y ratificaciones de A-63: Convención Interamericana contra la Fabricación y el Tráfico Ilícitos de Armas de Fuego, Municiones, Explosivos y otros materiales relacionados (CIFTA) (http://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/A-63.html), adopt. 14.11.1997, entró en vigor 1.7.1998; A-64: Convención Interamericana sobre Transparencia en las Adquisiciones de Armas Convencionales (http://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/a-64.htm), adopt. 7.6.1999, entró en vigor 21.11.2002; A-66: Convención Interamericana contra el Terrorismo (http://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/a-66.htm), adopt. 3.6.2002, entró en vigor 10.7.2003. 2.2. Las posiciones del Cono Sur respecto del TIAR, del Pacto de Bogotá y de las Convenciones Interamericanas en materia de seguridad hemisférica A juicio de la Argentina, país que ratificó el TIAR, no así su Protocolo de Reformas ni el Pacto de Bogotá (ver Gráfico 1), siempre ha existido una voluntad política en el marco de la OEA “por establecer instrumentos jurídicos que regulen la solución de las controversias en forma pacífica.” Sin embargo, “no hay una marcada voluntad de recurrir a ellos cuando esas controversias surgen.” El Pacto de Bogotá, por lo tanto, solamente ha tenido “una vigencia tácita.” Determinar, en cambio, la relevancia del TIAR “requiere un análisis detallado”: Si bien no da “respuesta a las nuevas amenazas de naturaleza criminal o social”, el TIAR “sigue siendo un instrumento que podría resultar adecuado para enfrentar [cada vez menos probables] situaciones de agresiones armadas externas.” Buenos Aires enfatiza que el TIAR “contiene también cláusulas que abarcan otros supuestos que generan la obligación de ayuda mutua y común defensa”, haciendo referencia no solamente al artículo 6°, mencionado arriba, sino a “la preservación de la democracia y los derechos humanos [como] ... objetivos legítimos [del TIAR].” Procura por lo tanto “que todos los países de la OEA” se incorporen al tratado. Al mismo tiempo no se descarta “establecer otros instrumentos que pudieran complementarlo [el TIAR] en lo concerniente a las nuevas amenazas de naturaleza no militar.” Brasil, único país en el Cono Sur que ratificó el TIAR, su Protocolo de Reformas y el Pacto de Bogotá (ver Gráfico 1), va más allá en su evaluación de los instrumentos jurídicos existentes en el Hemisferio en materia de seguridad y defensa. Menciona la CIFTA y la “Convención Interamericana sobre Transparencia en las Adquisiciones de Armas Convencionales” (ver Gráfico 2) como “instrumentos que fortalecen la seguridad en el continente americano.” Asimismo el Itamaratí entiende la misma Carta de la OEA como “importante instrumento jurídico para la prevención de conflictos en el Hemisferio, especialmiente tras las enmiendas introducidas por el Protocolo de Cartagena (1985).” Al Pacto de Bogotá, Brasilia le atesta una “efectividad limitada” por no ser “el único instrumento en la materia” y “ante el hecho de que la mayor parte de los Estados Miembros de la OEA no adhirió al instrumento.” En cuanto al TIAR, el Brasil comparte la opinión de Argentina “de que el Tratado de Río perdió importancia en el ámbito del Sistema Interamericano.” Ello no por “deficiencias o imperfecciones del texto del Tratado”, sino más bien como resultado “de la menor incidencia de las amenazas tradicionales a la seguridad en el Hemisferio.” Como el TIAR no constituye “un factor de limitación a las iniciativas encaminadas a enfrentar otras amenazas, el Gobierno del Brasil no confiere carácter de urgencia al propósito de [su] reforma.” Algo sorprendente y contradictoria es la afirmación de la Cancillería chilena de que “el sistema interamericano cuenta con instrumentos sólidos que han permitido la solución de conflictos de manera adecuada.” Es sorprendente porque ninguno de estos instrumentos evitó los problemas generados en el ámbito vecinal de este país, derivados de la no solución de sus controversias limítrofes con Argentina, Perú y Bolivia (ver Arancibia 2000).13 Y es algo contradictorio porque Santiago al mismo tiempo considera con miras al Pacto de Bogotá, que “el escaso número de países de la región que lo han ratificado, es una indicación más de la necesidad de su reforma.” Además Chile “aboga por una reestructuración [del sistema interamericano] que consagre mecanismos complementarios para hacer frente a las nuevas realidades imperantes en el continente americano.” Dado que “los supuestos de la seguridad hemisférica definidos en 1947 han cambiado”, se requiere “complementar al TIAR en lo relativo ... a las nuevas amenazas a la seguridad.” No obstante ello, “el Tratado de Río mantiene su vigencia.” En otro texto se considera además “particularmente relevante” la adhesión a la Convencion Interamericana sobre el Terrorismo y a la CIFTA (Winter 2003: 26). Asunción opina al igual que el resto del Cono Sur que el Tratado de Río “aunque válido, ha perdido aplicabilidad.” Ello debido “a la mayor cantidad e intensidad de las nuevas amenazas que exigen una reacción más bien preventiva que reactiva.” Dado que el TIAR solamente responde a las tradicionales amenazas, Paraguay “está abierto a una eventual reforma del TIAR que contemple su aplicabilidad en afrontar las nuevas amenazas.” En cuanto al Pacto de Bogotá, Asunción sostiene que “sería más efectivo con la ratificación por parte de los países que aún no lo hicieron.” Igual como en el caso de Brasil, para Paraguay las dos Convenciones Interamericanas, mencionadas arriba, junto con la Convención Interamericana contra el Terrorismo “se suman a los instrumentos que fortalecen la seguridad ... del Hemisferio.” 13 Esta posición de la Cancillería chilena se contradice con lo que se sostiene en círculos militares o en el Ministerio de Defensa donde se argumenta que “no existe en la región un tratado internacional con legitimidad política e instrumentos adecuados para hacer frente a situaciones de crisis” (Cheyre 2002: 197) y que “ni la OEA ni el TIAR han resuelto alguno de los conflictos surgidos en los últimos 20 años” (cit.p. Cheyre 2002: 207). A juicio del Gobierno uruguayo la OEA sí dispone con “la Carta de la OEA, el Pacto de Bogotá, el TIAR, la CSH, la JID y el CID” de los instrumentos necesarios, tanto para la prevención y resolución de conflictos como para la solución pacífica de controversias. Al mismo tiempo, al igual que Chile, se sostiene que “los actuales instrumentos [deben ser revisados] ya que ellos no atienden adecuadamente las amenazas tradicionales (sic) como puede ser el terrorismo.” Es así que el TIAR “no es ya [como la Carta de la OEA, el Pacto de Bogotá, la CSH, la JID e el CID] adecuado para enfrentar las realidades de las amenazas actuales pues no posee la flexibilidad suficiente para completar los peligros ... que no individualizan concretamente a un Estado agresor.” Montevideo considera “necesario implementar un instrumento complementario a éste que atienda las nuevas amenazas o, en su defecto, elaborar un nuevo Tratado de Seguridad Hemisférica.” En cuanto al Pacto de Bogotá, se estima que “tiene el mérito de incorporar todos los medios de solución pacíficas de controversias que se conocen, integrándolos de una manera uniforme y en forma bien estructurada.” El tratado, a juicio del Uruguay, “ofrece los medios utilizables y otorga la necesaria libertad de acción a los estados parte de recurrir a los procedimientos que consideren mas apropiados.” Tabla 2: Las posiciones del Cono Sur respecto del TIAR y del Pacto de Bogotá El TIAR ? mantiene su vigencia en lo relativo a agresiones externas ? no da respuesta a nuevas amenazas ? debe complementarse / reformarse en lo relativo a las nuevas amenazas ? debe ser ratificado por todos los Estados miembros de la OEA El Pacto de Bogotá ? es un instrumento válido d/ ? tiene una vigencia tácita ? tiene una efectividad limitada por el escaso número de ratificaciones ? tiene una efectividad limitada por la existencia de instrumentos similares ? requiere de una reforma Argentina Brasil Chile Paraguay Uruguay v v v v v v v v v v v c/ v v v v v v a/ v b/ v v v v v a/ El TIAR no está referido a dar respuesta a las nuevas amenazas de naturaleza criminal y social. b/ El TIAR requiere un análisis para determinar la conveniencia de establecer otros instrumentos que pudieran complementarlo. c/ Sería necesario implementar un instrumento complementario o elaborar un nuevo Tratado de Seguridad Hemisférica. d/ En el sentido de ser una base fundamental del sistema interamericano (Chile), de presentar la gama de soluciones en la resolución de controversias (Paraguay) y de ofrecer los medios utilizables a los estados parte para recurrir a los procedimientos que consideran más apropiados (Uruguay). Fuente: Respuestas de los Estados Miembros al Cuestionario sobre Nuevos Enfoques de la Seguridad Hemisférica, OEA/Ser.G, CP/CSH-410/01 add. 9, 15.1.2002 (Argentina); add. 3, 6.9.2001 (Brasil); add. 12, 1.7.2002 (Chile); add. 18, 18.10.2002 (Paraguay); add. 6, 1.12.2001 (Uruguay). 3. 3.1. De las instituciones La Junta Interamericana de Defensa La Junta Interamericana de Defensa (JID), creada ya en 1942 con sede en Washington, fue concebida como un organismo militar interamericano a fin de estudiar, recomendar y planear medidas para la defensa colectiva del Hemisferio durante la Segunda Guerra Mundial. La misión de la JID, originalmente provisoria, se prolongó terminada la Guerra y después de la creación de la OEA en 1948, cuando se consideró que existían otras amenazas desde el exterior del Hemisferio que podían dar lugar a una agresión contra sus estados. Los principales órganos de la JID son un Consejo de Delegados,14 un Estado Mayor Internacional15, y desde 1962 el Colegio Interamericano de Defensa (CID).16 Su presidente, de acuerdo con los estatutos, es un militar representante del país sede, y por ende, siempre un general estadounidense (ver www.jid.org/about/history.asp; Freeman (2004); El Colegio Interamericano de Defensa). Terminada también la Guerra Fría, la OEA en 1993 resolvió que “provisoriamente la Asamblea General, la Reunión Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores y el Consejo Permanente podrán requerir de la JID asesoramiento y prestación de servicios consultivos de carácter técnico-militar, que en ningún caso podrán tener naturaleza operativa” (cit. p. González 1998: 73-74). Dos años más tarde la JID se atribuyó a sí misma una nueva misión. En adelante no sólo “prestará asesoramiento ... [sino] actuará como órgano de planeamiento y preparación para la defensa del continente americano y desempeñará las funciones consultivas que le competen para contribuir a (...) la seguridad en el continente” (ibid). En su página web, la JID se concibe como “un foro internacional integrado por representantes militares .... que colaboran en identificar soluciones a los retos comunes de defensa y seguridad que surgen en el continente americano“ (www.jid.org). 14 Determina las políticas, dirige las actividades, aprueba los planes de estudios del CID. Compuesto por militares en servicio activo, designados de manera directa por los Estados miembros de la JID. Cada delegación tiene derecho a un voto. No existe poder de veto. 15 Compuesto por oficiales del Ejército, de la Armada, y de la Fuerza Aérea de los Estados miembros. Las delegaciones pueden asignar a tantos oficiales como lo deseen sin que exista un límite numérico. Cuenta con divisiones de Planes, Logística e Inteligencia. En la actualidad ayuda en caso de desastres naturales, actúa en programas de desminado en Centroamérica – supervisando operaciones de remoción de minas en Nicaragua, Honduras y Costa Rica – y lleva un inventario sistematizado sobre las medidas de fomento de la confianza y la seguridad de carácter militar. 16 El CID ofrece el denominado “Curso Superior de Defensa Continental”, de 11 meses de duración y que se dirige tanto a oficiales militares y policiales como a funcionarios civiles. Desde su inicio se han graduado más de 2.000 alumnos provenientes de 23 países de la OEA. Para ampliar la participación a todos los países miembros de la OEA, se inició en 2002 una serie de seminarios, financiados por el Ejército de EE.UU., sobre las nuevas amenazas y las operaciones de paz. La misión de la JID, poco clara y siempre provisoria, remite a su vínculo no menos claro y provisorio con la OEA. Tal como lo demuestra la siguiente tabla, la relación jurídica e institucional entre ambas organizaciones ha sido tema de opiniones encontradas y debates desde un principio. Tabla 3: La JID y la OEA – una relación por definir Ocasión / Resolución Declaración / Conclusión III Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores de las Repúblicas Americanas, Río de Janeiro, 1942 Crea la Junta para “preparar gradualmente a las Repúblicas americanas para la defensa del Continente mediante la realización de estudios y la recomendación de las medidas destinadas a tal efecto.” IX Conferencia Internacional Americana, Bogotá, 1948 Crea la OEA; hay oposición a transformar a la JID en un órgano militar permanente de la OEA; establece que la JID continuará actuando como “órgano de preparación para la legítima defensa colectiva contra la agresión” y que parte del financiamiento de la JID proviene del presupuesto de la OEA. Departamento de Asuntos Jurídicos (DAJ) de la Secretaría General de la OEA, CP/doc.856/78, 15.8.1978 Basándose en los fuertes vínculos operativos y jurídicos entre la JID y la OEA, el informe llega a la conclusión de que la JID es una “entidad” de la OEA. XXIII Asamblea General de la OEA, AG/Res. 1240, 1993 Reitera “la necesidad de definir la relación jurídica e institucional entre la JID y la OEA”; la labor de la JID consiste en “asesoramiento y prestación de servicios consultivos de carácter técnico-militar que en ningún caso podrán tener naturaleza operativa.” Comisión de Seguridad Hemisférica de la OEA, 1993 Llega a la conclusión de que la Junta no es un órgano de la OEA y alude a la necesidad de una mayor clarificación por parte de la Asamblea General. Departamento de Derecho Internacional de la Subsecretaría de Asuntos Jurídicos (SAJ) de la OEA, CP/CHS-264/00, 29.2.2000 Describe la Junta como “parte del conjunto de instituciones que constituyen el Sistema Interamericano” y sugiere que la Junta es una “entidad” de la Organización y por ende uno de sus órganos. XXXII Asamblea General de la OEA, AG/RES. 1848, 4.6.2002 Encomienda al Consejo Permanente “en vista de la importante suma del presupuesto […] que se asigna anualmente a la JID, que examine la relación entre la OEA y la Junta y eleve recomendaciones a la Asamblea General y la JID para modificar la estructura e instrumentos básicos de la Junta […] para clarificar […] su condición con respecto a la OEA, incluido el principio de supervisión civil y la conformación democrática de sus autoridades.” Departamento de Servicios Legales de la OEA, Memorandum, 18.3.2003 Llega a la conclusión de que la relación entre la JID y la OEA podría caracterizarse “como de hijastra a madastra. La JID no ha sido adoptada legalmente por la familia de la OEA. [..] Por razones históricas, optaríamos por que se designara a la Junta un Organismo Especializado [y no una entidad].” XXXIII Asamblea General de la OEA, AG/RES. 1940, 10.6.2003 Resuelve que la CSH “finalice el estudio y recomendaciones sobre la modernización y los cambios que se necesitan para proporcionar a la OEA la pericia técnica, consultiva y educativa en materia de defensa y seguridad.” Conferencia Especial de Seguridad, México, OEA/Ser.K/ XXXVIII.CES/dec. 1/03 rev. 1., 28.10.2003 Reitera “la necesidad de aclarar la relación jurídica e institucional de la JID con la OEA.” Recomienda que “la CHS concluya el análisis de la relación de la JID con la OEA y eleve recomendaciones […] para que la Asamblea General determine las normas que precisen esa relación y el mandato de la Junta.” Fuente: elaboración propia del autor. Como se puede observar, la relación que debe mantener la OEA con la JID así como su papel en cuanto a su debida supeditación a los órganos políticos de la OEA son temas que también en la Conferencia Especial sobre Seguridad quedaron sin definir. En efecto, nunca se reconoció formalmente que la JID es un órgano de la Organización de conformidad con el artículo 53 de su Carta, sujeto en última instancia a las decisiones de la Asamblea General. No obstante ello, la JID recibe una parte considerable de sus fondos de la OEA.17 Últimamente y en analogía con el parentesco familiar, esta relación ha sido caracterizada “como de hijastra a madrastra [sin que la JID haya] sido adoptada legalmente por la familia de la OEA” (La Junta Interamericana de Defensa: Opciones legales para la adopción de la hijastra de la organización, CSH/GT/ADS9/03, 2.4.2003). Al fin y al cabo será la Asamblea General la que deberá adoptar una resolución en la que designe a la JID o como “organismo especializado” o como “entidad” de la Organización tales como el CICTE o la CICAD (ver Gráfico 3).18 Al igual que en el caso del TIAR, nuevamente son los EE.UU. y México los dos países en el Hemisferio que marcan las posiciones extremas respecto al mandato de la JID y su vínculo con la OEA. Sólo coinciden en lo urgente que es aclarar estas cuestiones. Mientras la Casa Blanca impulsa el aumento de atribuciones de la JID,19 el gobierno de México es el que más se opone a ello. Siendo la JID un mero órgano asesor de la OEA, se argumenta, ésta “no puede tener atribuciones operativas para la lucha contra el narcotráfico o para la defensa de un 17 La JID tiene un presupuesto anual de alrededor de US$ 12 milliones. Tres son sus proveedores: la OEA (19%,) los EE.UU. (52%) y la totalidad de sus países miembros (29%). Los fondos aportados por la OEA disminuyeron en los últimos años por lo que la Junta ha tenido que reducir su personal civil de 87 empleados en 1987 a 15 empleados a fin del año 2001. Según palabras del actual presidente de la JID, los EE.UU. actualmente están efectuando un examen para reducir o incluso eliminar su aporte, fondos que se destinan mayoritariamente al pago de sueldos de 42 oficiales de este país, ver Freeman 2004 y “Estados Financieros de la JID”: 17-18. 18 En caso que se designara a la JID como organismo especializado, el vínculo con la OEA se establecería en un Acuerdo entre ambas instituciones; si la Junta fuese establecida como “entidad” de la Organización, la relación se establecería en un Estatuto aprobado por la Asamblea General. De momento tanto la JID como la OEA, recurriendo a “razones históricas”, han recomendado designar a la Junta como organismo especializado y no “recrearla” como entidad. 19 Desde la óptica de Washington, la JID debería formar parte integral del proceso de toma de decisiones en la OEA; los embajadores de la Organización serían asesorados por los militares en toda materia de seguridad. Fuerzas conjuntas por establecer bajo el mando de la JID podrían contener flujos ilegales de migrantes y refugiados y asegurar la defensa del Canal de Panamá (Perry / Primorac 1994: 118-122). Es más: la función de la JID “debería incluir la ampliación de la carta de la junta para … contribuir a la cooperación en intereses de seguridad no tradicionales; tratar de expandir la participación regional de la junta ...; y buscar maneras de hacer posible que la junta responda, a pedido de los propios estados, a las preocupaciones especiales de seguridad de los pequeños estados insulares” (Lauredo 2001). modelo de democracia. (...): ello abriría la posibilidad a acciones intervencionistas y hegemónicas que crearían inestabilidad e incertidumbre en el continente” (González 1998: 73). La Junta, además, debería “transformarse para que su modus operandi sea democrático y refleje la genuina subordinación de los institutos armados en regímenes democráticos al poder civil.” Más allá de eso se reclama que las instituciones de seguridad hemisférica “no pueden ser más monopolio de ningún país” (cit.p. Bermúdez 2003: 106). Gráfico 3: El Sistema Interamericano de Seguridad: su base institucional Organización de Estados Americanos (OEA) [1948]1 Conferencias Especializadas2 Conferencia de Ejércitos Americanos (CEA) [1960] Conferencia Naval Interamericana (CNI) [1959] Conferencia de Jefes de las Fuerzas Aéreas Americanas (CONJEFAMER) [1961] Junta Interamericana de Defensa (JID) [1942] Colegio Interamericano de Defensa (CID) [1962] Consejo Permanente Comisión de Seguridad Hemisférica (CSH) [1995] Reunión de Ministros de RR.EE. [1939]3 Entidades y organismos Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD) [1986] Comité Interamericano contra el Terrorismo (CICTE) [1999] Comité Consultivo de la CIFTA [2000] Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas (CMDA) [1995] 1 Comprende la Asamblea General y la Secretaría General. 2 Entre ellas: Conferencias Regionales sobre Medidas de Formento de la Confianza y de la Seguridad, Santiago 1995 (Declaración de Santiago) y San Salvador 1998 (Declaración de San Salvador); Conferencia Especial sobre Seguridad Hemisférica, México 2003 (Declaración sobre seguridad en las Americas). 3 Órgano de Consulta del TIAR según su artículo 11. Leyenda: Foro / Órgano cívico-militar Vínculo no aclarado Foro / Órgano civil Vínculo orgánico Foro / Órgano militar Fuente: Elaboración propia. 3.2. Las posiciones del Cono Sur respecto de la JID A juicio del gobierno argentino la JID puede cumplir “un trabajo de asesoramiento a la labor de la CSH en temas que son de competencia militar”, a saber: asesoramiento de carácter consultivo en materia de medidas de fomento de la confianza y seguridad de carácter militar, actualización del inventario de dichas medidas, programa de desminado humanitario, socorro en desastres naturales. Sin embargo, la JID “no debería involucrarse en temas vinculados con la seguridad cuyo tratamiento recae en la CSH ni en aquellos para los cuales ya existen agencias competentes en la OEA (CICAD, CICTE).” La relación entre la OEA y la JID “puede reforzarse ..., pero siempre manteniendo los roles que le cabe a cada una de las instituciones.” Será necesario asimismo necesario “definir el vínculo jurídico entre la JID y la OEA.” Además “se considera conveniente que ciertas tareas y actividades que emprenda la CSH en materia de seguridad hemisférica sean complementadas con aquellas que se llevan a cabo en otros órganos y organismos del sistema interamericano.” El Gobierno del Brasil considera “que las funciones consultivas y de asesoramiento de la JID favorecen el ejercicio cooperativo para ... la seguridad en el Hemisferio, principalmente cuando estimula el intercambio de información y el entendimiento entre las Fuerzas Armadas de los países americanos.” Aunque el Brasil acepte discutir la atribución de nuevos mandatos a la JID, “se opone a las propuestas destinadas a introducir instancias militares en el Sistema Interamericano.” Sin embargo, propone transformar “la JID en un organismo especializado de la OEA.” De acuerdo con esta propuesta, “el financiamiento de la JID sería autónomo, su composición resultaría del interés de cada Estado miembro y le correspondería cierta independencia funcional, aunque prevalecieran las normas de la Carta de la OEA.” Ello no representaría su separación de la OEA, ya que “dicha transformación podría producirse mediante la adopción de un acta constitutiva, en la que se reiterarían los principios y objetivos de la Carta, y por convenio con la OEA.” En opinión de Chile, la JID ha demostrado “ser sólo un mecanismo útil para fomentar el intercambio de información, apoyo al desminado y planes de contingencia en caso de desastres naturales.” Dicho de otra manera: Santiago considera la JID, caracterizada por “su falta de universalidad” y con “funciones [que] no dicen relación con los tiempos actuales” como poco útil en toda tarea de asesoramiento. Ello debiera llevar “a un examen profundo de su estructura y funciones.”20 El gobierno chileno cree “que podría considerarse el desempeño de la JID como secretaría técnica del Comité Consultivo de Defensa21 y eventualmente de las reuniones de los Altos Mandos Militares y de la CMDA.” Concuerda Chile con Brasil en el sentido de que “la JID podría transformarse en un organismo especializado de la OEA.” Paraguay “se encuentra conforme con los objetivos de la JID: facilita el intercambio de informaciones; fomenta [la] colaboración entre las fuerzas [armadas].” Sin embargo sería necesario “definir la vinculación jurídica y administrativa existente entre (la OEA y la JID)”. Una posible solución podría ser, a juicio de Asunción, “supeditar la JID a la CSH en lo referente a su asesoría técnica relativa al campo militar y las experiencias de las Fuerzas Armadas componentes de la Junta en lo relativo a como afrontan las nuevas amenazas.” Uruguay si bien “valora la contribución (y las capacidades profesionales) de la JID” en acciones humanitarias, ayuda durante desastres naturales, supervisión y control de los programas de desminado, entiende “necesario determinar el modo de relacionamiento entre la OEA y la Junta.” El Gobierno uruguayo considera la JID como “parte integrante de la OEA, aún cuando no se encuentra incorporado en forma expresa en su Carta constitutiva.” Por tanto “corresponde a la Asamblea General de la OEA definir la naturaleza de relación institucional así como encomendarle los mandatos que estime conveniente a la luz de los nuevos desafíos que enfrenta la región.” Además, se deberá definir “una relación funcional basada en la profesionalidad del asesoramiento técnico-militar prestado a solicitud de los cuerpos políticos de la Organización. Asimismo asuntos tales como funciones, competencias, membrecía y su presupuesto, deberán ser revisados” y se debe establecer “un marco normativo que clarifique los canales de comunicación.” La relación entre OEA y JID “debe ser reforzada en la medida de que la OEA avance en materia de Seguridad Hemisférica contemplando las nuevas amenazas y en tanto no se cree al respecto un órgano sustitutivo para tales competencias.” 20 En otro documento se expresa al respecto: “No podemos esperar más para iniciar un estudio de profundidad de [la JID] que cuenta con los medios pero no los mandatos, para desarrollar una labor … de asesoría profesional en materias de seguridad y defensa” (Winter 2003: 27). 21 Órgano previsto en la Carta de la OEA pero que no ha tenido concreción en el marco de su estructura. Tabla 4: Presente y futuro de la JID desde la óptica del Cono Sur Argentina Evaluación ? Facilita intercambio de informacion y fomenta colaboración entre FFAA ? Funciones consultivas y de asesoramiento favorecen la seguridad ? Sólo útil para apoyo al desminado y en caso de desastres naturales ? Deben ser revisados: funciones, competencias, membrecía, dirección de sus órganos y su presupuesto ? Es necesario definir su vínculo jurídico con la OEA Futuras competencias ? Puede asesorar a la CSH en temas que son de competencia militar ? No debe involucrarse en temas cuyo tratamiento recae en la CSH u otros agencias de la OEA (CICAD, CICTE) ? No debe convertirse en una instancia militar en el Sistema Interamericano Futura relación con la OEA ? Transformación en un organismo especializado de la OEA ? Secretaría técnica del CCD d/ ? Supeditado a la CSH en lo referente a su asesoría técnica al campo militar ? Funcional basada en la profesionalidad del asesoramiento técnico-militar prestado a solicitud de los cuerpos políticos de la OEA Relación con CEA, etc. y CMDA ? Secretaría técnica Brasil Chile Paraguay v v a/ v Uruguay v v v b/ v v v v v v v v c/ v v v v v a/ Sólo útil para fomentar intercambio de información en materia de medidas de fomento de la confianza. b/ Falta de universalidad; funciones no dicen relación con los tiempos actuales. c/ El financiamiento sería autónomo, su composición según el interés de cada Estado miembro y le correspondería cierta independencia funcional. d/ Comité Consultivo de Defensa, órgano previsto en la Carta de la OEA de 1948, pero nunca convocado, ver www.jid.org/about/history.asp. Fuente: Respuestas de los Estados Miembros al Cuestionario sobre Nuevos Enfoques de la Seguridad Hemisférica, OEA/Ser.G, CP/CSH-410/01 add. 9, 15.1.2002 (Argentina); add. 3, 6.9.2001 (Brasil); add. 12, 1.7.2002 (Chile); add. 18, 18.10.2002 (Paraguay); add. 6, 1.12.2001 (Uruguay). 3.3. La CMDA y las reuniones de los Altos Mandos Paralela a la iniciativa de lanzar un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en 1994, los EE.UU. mantuvieron la expectativa de que los países latinoamericanos adherirían a un concepto de seguridad cooperativa. De allí que se creó al año siguiente la Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas (CMDA), que tuvo lugar en Williamsburg. Desde entonces, se realizó una conferencia de este tipo en Buenos Aires (1996), Cartagena (1998), Manaus (2000) y Santiago de Chile (2002). En un inicio, el principal objeto de este foro fue expandir medidas de confianza mutua (CMDA 1995) y recortar el margen de maniobra de las políticas de defensa nacionales. En los encuentros posteriores prevaleció la cooperación hemisférica en materia de enfrentamiento al terrorismo, al narcotráfico y al trafico ilícito de armas (CMDA 1998). Desde 1998 aparece igualmente el sistema de seguridad hemisférica así como sus mecanismos como un punto del temario de la CMDA. La próxima CMDA, que se desarrollará a fines de 2004 en Quito, tiene como línea temática “La nueva arquitectura de la seguridad hemisférica” (ver La VI Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas 2004). A pesar de que los avances realizados de la CMDA fueran limitados (Hirst 2003: 38), estos foros han sido simbólicamente importantes. Es así que ejercieron en el pasado cierta presión para que Brasil implementara un ministerio de defensa civil. Igualmente la CMDA ha aumentado la necesidad en los países de trabajar conjuntamente con los militares y cooperar con los ministerios de Relaciones Exteriores. Asimismo, la CMDA estableció un contrapunto cívico-militar22 en un sistema interamericano de defensa tradicionalmente dominado y sobreinstitucionalizado por parte de los militares (Domínguez 1998: 26). 3.4. Las posiciones del Cono Sur respecto de la CMDA y de las reuniones de los Altos Mandos La Argentina considera la CMDA y los encuentros entre los Altos Mandos del continente “como útiles para ... la cooperación hemisférica.” Son, además, una buena oportunidad para que los ministros y militares “se conozcan, intercambien puntos de vista ... en materia de defensa y seguridad.” La Argentina “ve positivamente que se invite a la OEA” a la 22 En Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela así como en gran parte de América Central (Belice, El Salvador, etc.), militares en servico activo o retirados siguen ocupando la cartera de defensa. CMDA sin necesidad de realizar modificaciones en este vínculo mientras la CMDA se limite a emitir declaraciones “que no implican un seguimiento.” En el caso que “este tipo de reuniones generara algún tipo de decisiones que impliquen acciones posteriores”, sin embargo, “podrá pensarse en la OEA como organismo ejecutor de las mismas.” La definición de un nuevo concepto de seguridad, en todo caso, le compete a la CSH como “el ámbito adecuado”.23 El Brasil comparte la apreciación mixta de Argentina en cuanto a la CMDA. Así, “las conferencias ministeriales de defensa ... han constituido una masa crítica de ideas.” Sin embargo, como “sus conclusiones no tienen carácter obligatorio, esos encuentros tienen naturaleza meramente consultiva, correspondiendo a la CSH el mandato político de llevar a cabo el proceso de revisión del Sistema de Seguridad Hemisférica.” A juicio del Brasil “debe haber mayor relación entre las conferencias y reuniones y la OEA. Se torna importante que exista transparencia en relación con las discusiones emprendidas en distintos foros, a ejemplo de lo que ocurrió con ocasión de la IV Conferencia Ministerial de Defensa, que contó con exposiciones del Secretario General y del Presidente de la CSH de la OEA.” A juicio de Chile los “encuentros sirven para promover las agendas de defensa y seguridad.” Chile está a favor de que haya una representación de la OEA en estos encuentros. El representante de la OEA “debería ser el presidente de la CSH.” Para Paraguay la CMDA así como las reuniones de los Altos Mandos “revisten gran importancia porque generan un ambiente de confianza y seguridad mediante el intercambio de experiencias, análisis de situaciones, suscripción de acuerdos.” Pero, “sus conclusiones son consultivas y no obligatorias.” Establecer una relación entre estas conferencias y reuniones y la OEA debería realizarse a través de la CSH. “No se deberían crear ... nuevos mecanismos costosos y burocráticos.” Uruguay aclara que la CMDA y las reuniones de los Altos Mandos “no son órganos propiamente dichos del sistema interamericano como la JID o el CICTE, sino de existencia contingente. Su creación obedece a 23 Este apreciación coincide con lo expuesto en el Libro Blanco de 1999: “Un paso mayor fue dado en la II Cumbre de las Américas [...]. En este encuentro [...] se encomendó a la Comisión de Seguridad Hemisférica la identificación de modos de revitalizar y fortalecer las instituciones del Sistema Interamericano, relacionadas con la seguridad en el continente. La Argentina piensa que este contexto brinda una buena oportunidad para reformar los mecanismos de seguridad de la región“ (República Argentina, Ministerio de Defensa 1999: 2-16). resoluciones que no tienen fuerza vinculante; sin embargo, su propósito parece obedecer ... a la intención de contribuir a la Seguridad Hemisférica.” Se aprecia conveniente que “las CMDA se realicen dentro del ámbito de la OEA.” “En el escalón siguiente las reuniones de Jefes de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas deberían vincularse con las anteriores (las CMDA) de manera de instrumentar la aplicación de las estrategias comunes acordadas en el nivel superior.” Tabla 5: La CMDA y las reuniones de los Altos Mandos desde la óptica del Cono Sur Estos encuentros ? son útiles a/ ? no son órganos propiamente dichos del sistema interamericano sino de existencia contingente La CMDA ? tiene naturaleza meramente consultiva por cuanto sus concluciones no tienen carácter obligatorio ? no le corresponde el mandato político de llevar a cabo el proceso de revisión del Sistema de Seguridad Hemisférica ... y su vínculo con la OEA ? es positivo que se invite a la OEA ? debe haber una mayor relación ? la CSH es el órgano pertinente para vincularse con la CMDA ? en caso que genera decisiones que impliquen acciones posteriores, podria pensarse en la OEA como organismo ejecutor de las mismas. Argentina Brasil Chile Paraguay v v v v Uruguay v v v v v v v v v v b/ v v v d/ v c/ v a/ Para la cooperación hemisférica y en cuanto representan una buena oportunidad para que los responsables se conozcan, intercambien puntos de vista (Argentina), para constitutir una masa crítica de ideas (Brasil), sirven para promover las agendas de defensa y seguridad (Chile), revisten gran importancia porque generan un ambiente de confianza mediante el intercambio de experiencias, análisis de situaciones (Paraguay). b/ Debe haber una representación de la OEA en estos encuentros. c/ Se aprecia conveniente que las CMDA se realicen dentro del ámbito de la OEA. d/ No se deberían crear nuevos mecanismos costosos y burocráticos. Fuente: Respuestas de los Estados Miembros al Cuestionario sobre Nuevos Enfoques de la Seguridad Hemisférica, OEA/Ser.G, CP/CSH-410/01 add. 9, 15.1.2002 (Argentina); add. 3, 6.9.2001 (Brasil); add. 12, 1.7.2002 (Chile); add. 18, 18.10.2002 (Paraguay); add. 6, 1.12.2001 (Uruguay). 4. Conclusiones y perspectivas Retomando los interrogantes arriba mencionados, – a saber: (1) existe una percepción compartida de amenazas a la seguridad hemisférica así como ideas consensuadas acerca de cómo enfrentarlas en el Cono Sur? Este grupo de países, (2) ¿comparte visiones similares sobre los instrumentos y órganos de seguridad hemisférica, trátese del TIAR, del Tratado Americano de Soluciones Pacíficas (Pacto de Bogotá), de la JID o de la CSH? Los cinco estados, (3) ¿tienen una mirada conjunta de cara al futuro acerca de los foros continentales en materia de defensa como las reuniones de los Altos Mandos o la CMDA? – son tres las conclusiones al respecto: 1.) En el Cono Sur existe – cum grano salis – una percepción compartida de las amenazas a la seguridad del Hemisferio. Aunque la cantidad de las amenazas percibidas varía según país, hay un conjunto común de amenazas que comprende el núcleo duro de las denominadas nuevas amenazas: el terrorismo, el narcotráfico y el crimen organizado con sus delitos conexos tales como el tráfico ilícito de armas y la corrupción (ver Tabla 1). Además, un elemento dentro de este conjunto común está dado por la convicción compartida de que las amenazas tradicionales (los clásicos conflictos interestatales o un ataque extracontinental), aunque lejos de haber desaparecido por completo, perdieron de relevancia en el continente. Así, la subregión no pierde de vista que aún hay más de 18 conflictos no resueltos en temas tradicionales, vinculados con las fronteras (Rojas 2003b: 14). Lo que se rechaza en el Cono Sur, y ello sería otro punto de convergencia, es asignarles a las nuevas amenazas un carácter homogéneo y, por ende, una solución única que implique el uso estandarizado de las fuerzas armadas en el combate contra el narcotráfico o el crimen organizado. En general, la subregión remite las nuevas amenazas al ámbito de la seguridad interior correspondiendo a las policías y a la justicia enfrentarlas y combatirlas. Sin embargo, el énfasis que se pone – sobre el papel – en distinguir entre “defensa” y “seguridad” – cuando en realidad “ambas están llamadas a responder conjuntamente a estas amenazas” (Grabendorff 2003: 13) –, no impide que en la práctica los uniformados del Cono Sur hayan participado (Brasil, Paraguay) o vayan a participar (Argentina), por ejemplo, en el combate contra la delincuencia. Asimismo, existe otra vinculación que continúa generando tensiones: la aspiración a enfrentar las nuevas amenazas por medio de la cooperación reforzada y la coordinación entre los países, sin resignar por otra parte el principio de la no intervención. 2.) Menos convergentes resultan las posiciones del Cono Sur respecto a los instrumentos jurídicos del sistema interamericano de seguridad (ver Tabla 2). A pesar de los diferentes niveles de adhesión a los tratados y Convenciones interamericanas (ver Gráficos 1 y 2), existe consenso respecto a atribuirle al Pacto de Bogotá una cierta irrelevancia, dado el escaso número de ratificaciones y por no ser éste el único instrumento de solución pacífica de controversias en el Hemisferio. Por otra parte, se concuerda en cambio en asignarle al TIAR plena vigencia en lo relativo a agresiones externas, aún cuando éste pueda estar perdiendo relevancia con la aparición de las nuevas amenazas. Sin embargo, no está del todo claro en qué medida el TIAR da respuesta a las mismas, y requeriría, por ende, ser reformado o complementado. Mientras Chile, Paraguay y Uruguay se pronuncian en ese sentido, Argentina y sobre todo Brasil evitan posicionarse claramente, emitiendo respuestas algo ambiguas. Así, no resulta evidente la contribución del Cono Sur en cuanto a aclarar la aplicabilidad eventual del TIAR al momento de afrontar las nuevas amenazas, especialmente en el caso de ataques terroristas. 3.) Las diferencias entre los países del Cono Sur se evidencian también en su evaluación de los órganos existentes del sistema de seguridad hemisférica (ver Tablas 4 y 5). En principio todos concuerdan con la necesidad de reforzar la relación entre la JID y la OEA, sin que exista claridad respecto a cómo establecer el vínculo jurídico: Mientras Argentina, Brasil y Chile optan por designar a la JID como organismo especializado de la OEA, Paraguay opta por supeditarla a la CSH en lo referente a su asesoría técnica relativa al campo militar. Aún teniendo en cuenta todo el peso que se le atribuye en términos generales a la CSH – expresado en el rol que se le atribuye como órgano de coordinación en el sistema interamericano de seguridad, así como en el mandato político que se le otorga para su posterior desarrollo a través de su respectiva reforma – en el resto del Cono Sur no se quiere ir tan lejos. Igualmente ambivalentes son las posiciones del Cono Sur en el caso del mandato de la JID: En primer término existe consenso en no otorgarle a la Junta un mandato operativo o involucrarla en temas vinculados con la seguridad interna, lo que es expresado más claramente por Brasil.24 Sin embargo, mientras Argentina, Brasil y Paraguay por lo general se muestran conformes con las actuales funciones consultivas y de asesoramiento de la 24 Así también se desprende de lo manifestado por el ministro argentino de defensa, José Pampuro (cit.p. Crónica, 28.10.2003, ver www.cronica.com.ar), al referirse a la postura sostenida por los países ABC durante la Conferencia Especial sobre Seguridad respecto a la JID: “No estábamos dispuestos en ningún momento a aceptar la posibilidad de que en el marco de la Junta Interamericana de Defensa se incluyera el tema de seguridad como un elemento que pudiera involucrar la seguridad interna de los países con las Fuerzas Armadas.” JID, Chile y Uruguay las consideran fuera de contexto, exigiendo su revisión profunda junto con su estructura y membrecía. Además Chile – como único país en la subregión –, considera el eventual desempeño de la JID como secretaría técnica tanto de las reuniones de los Altos Mandos Militares como de la CMDA. En lo que respecta a ésta última, si bien es considerada útil, las propuestas sobre el modo de su vinculación concreta con la JID y con la CSH no constituyen más que esbozos de carácter extremadamente vago. La consideración conjunta de las posiciones del Cono Sur en su relevamiento del sistema de seguridad interamericano permite reconocer que revisar como un todo dicho sistema no es ni deseable ni practicable. Más bien se opta por elaborar soluciones parciales para adaptarlo a las nuevas circunstancias. Brasil, en cambio, se presenta como país que más tiende a mantener el status quo, y con ello un sistema en el que las capacidades militares altamente asimétricas – el presupuesto del Pentágono supera diez veces el conjunto de todos los presupuestos de Defensa latinoamericanos (Radseck 2003: 204) – reemplazan, de facto, la aplicación de por sí controvertida de sus mecanismos de seguridad colectiva. En vista de las áreas sin ley, como las hay también en el Cono Sur y donde la presencia física del Estado es escasa o simplemente inexistente, esto pareciera una empresa no exenta de peligros. De hecho, no puede dejar de pensarse que ocurriría si se produjera un ataque terrorista contra los EE.UU. organizado desde territorio sudamericano (Latin America in 2020: 12). Dicha situación podría representar una suerte de venganza al hecho de que las proposiciones genéricas emanadas de una diplomacia de cumbres, tendiente a intercambiar preocupaciones mutuas, no sean acompañadas por iniciativas concretas de cooperación regional eficaz en el combate contra el crimen organizado o el narcotráfico. La inefectividad de dichas medidas,25 juntamente con la inercia de los órganos de seguridad interamericanos, no sólo torna obsoleto al sistema, sino que genera algo peor: abre “la puerta a criterios unilateralistas, y verticalistas”, que constituye “tal vez la mayor amenaza” que se cierne sobre el Sistema Interamericano (Garreta 2003: 64-65). 25 Según Hirst (2003: 56-57), la cooperación creciente en materia policial y de inteligencia intraMercosur no ha impedido la expansión de actividades del crimen organizado como el tráfico ilícito de armas a través de las fronteras. Argentina y Paraguay siguen siendo los principales proveedores de las armas usadas por las organizaciones de tráfico de drogas en Brasil, ver también Dreyfus 2003: 58. Esta consideración más bien pesimista de cara a los peligros de un sistema de seguridad interamericano, supuestamente inoperante y que presenta una considerable resistencia a los cambios, se contrapone a la posible construcción de una arquitectura de seguridad denominada flexible. Ésta contiene dos elementos esenciales: (1) la ampliación y la profundización de los regímenes subregionales cooperativos de seguridad, así como su interconexión, una opción que precisamente los estamentos civiles y militares del Cono Sur parecieran preferir, antes que reformar el sistema vigente de seguridad interamericano;26 así como (2) el recurso a los mecanismos ad-hoc – Estados garantes como los del Protocolo de Río, grupos facilitadores como el Grupo Contadora, antecesor del Grupo de Río (ver Rojas 1998b: 119-126) – que han dado buenos resultados, cuando se trata de regular en forma pacífica conflictos interestatales específicos, por medio del diálogo político y bajo la intermediación de la OEA o la ONU (Gaspar 2003: 22-25). De cara a las nuevas amenazas transnacionales la orientación básica que prima aquí es responder a ellas de acuerdo a su origen y a su alcance. En lo que hace a la amenaza global del terrorismo internacional, esto significa que de acuerdo a la visión del Cono Sur ésta sólo puede enfrentarse con éxito en cooperación con el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. 26 Chile pretende promover “la coordinación continental, preferentemente por áreas geográficas específicas … por sobre el diseño de nuevos esquemas globales de seguridad colectiva” (Ministerio de Defensa Nacional 1997: 59), mientras el actual Comandante en Jefe del Ejército de este país sostiene que “para rediseñar el Sistema de Seguridad [hemisférico] es necesario realizar modificaciones tan profundas ... que pareciera conveniente acometer el desafío de probar – a una escala nueva, la del Cono Sur de América – una arquitectura propia y acorde a la realidad vigente” (Cheyre 2002: 200). Argentina proclama que la integración regional no sólo “es de interés estratégico” sino será “la integración regional en el campo de la Defensa [la que] permitirá adaptar en forma combinada a las Fuerzas Armadas y los Sistemas de Defensa Nacionales, a las nuevas exigencias y desarrollar con eficacia su papel acorde al escenario internacional“ (República Argentina, Ministerio de Defensa 2001). Según el actual Secretario de Asuntos Militares en el Ministerio de Defensa argentino, su país quiere avanzar “hacia conceptos cooperativos en materia de defensa en cada subregión ... [y] pasar a construir espacios subregionales de paz, a ser defendidos subregionalmente mediante estrategias ... interestatales de defensa cooperativa, con doctrinas de operación compatibles entre los estados y con instrumentos militares con capacidad para interoperar entre ellos” (Garreta 2003: 64). Asimismo Uruguay espera ganar algo a partir de una opción de este tipo. Así hace a los “intereses estratégicos” del país “incrementar las capacidades de operación combinada de nuestras Fuerzas Armadas con las de los países del Mercosur“ (República Oriental del Uruguay, Ministerio de Defensa Nacional 1999: 23). Incluso Brasil, que posee ambiciones más allá de la región (Flemes 2004: 7-9), al menos no se opone a un propósito de esta naturaleza cuando señala que quiere “contribuir activamente al fortalecimiento, la ampliación y la consolidación de la integración regional“ (República Federativa del Brasil 1996: 5.1). Bibliografía Abente Brun, Diego (2001): Intervención del Embajador Representante Permanente del Paraguay ante la OEA en el Seminario “La OEA y los Retos del Nuevo Milenio”, 23 de marzo de 2001, www.oas.org/juridico/spanish/doctor_diego_abente_brun.htm. 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