Seminario. Pensamiento Filosófico. Docente: Annabel Lee Teles AUPVC. 2012. Devenires adolescentes. Diego Monetti. Este escrito surge a partir de mi trabajo cotidiano con adolescentes en diferentes ámbitos. Por un lado desde la coordinación de talleres dirigidos a adolescentes y por otro lado de intervenciones clínicas individuales o familiares con adolescentes. Me propongo reflexionar sobre algunas problemáticas que surgen en los encuentros con ellos, así como algunas imágenes y discursos sobre la adolescencia que frecuentemente escucho por parte de ellos mismos pero también por parte de padres o educadores. Intentaré cuestionarme sobre la categoría “adolescencia”. Actualmente escuchamos, vemos y leemos en diferentes medios de comunicación sobre las problemáticas de los adolescentes, deserción del sistema educativo, crisis de valores, el consumismo, delincuencia, violencia, drogas, etc. Todo esto produce una serie de imágenes sobre la adolescencia que empiezan a producir efectos diversos, como ser, cómo se ven los adolescentes a sí mismos, cómo los ven los adultos, cómo los ve el sistema educativo, como los ven los políticos, etc. Estas imágenes tienden a ser totalizantes y generan efectos de generalización sobre jóvenes que tienen sus singularidades, sus diferencias y que muchas veces en su producción cotidiana se alejan considerablemente de estos estereotipos. Como consecuencia de estas imágenes cristalizadas surge el fenómeno de la discriminación, no solo hacia los jóvenes, sino también entre los jóvenes ya que muchas veces ellos mismos quedan atrapados en estas imágenes que se les proponen. Las mismas cristalizan en identidades que se toman como definitivas y definitorias de las personas que las portan y codifican determinados recorridos, territorios y acciones que pasan a ser visualizados como los únicos posibles para tal o cual individuo o grupo. Lo que se oculta es que estos son simplemente algunos de los modos posibles de subjetivación y qué como tales son inmanentes y por lo tanto mutables. Creo que poder pensar en qué condiciones se les ofrece a los jóvenes y que hacemos por los adolescentes es una manera de ubicarnos en una perspectiva relacional respecto al tema. ¿Qué hacemos y qué condiciones facilitamos para el desarrollo del los adolescentes en nuestro país? ¿Qué adolescencia se produce en las condiciones sociales actuales? ¿Cómo delimitar algo que está en constante producción? Uno de los motivos más comunes de consulta con respecto a los adolescentes son los conflictos que se producen en relación a las diferencias que los mismos presentan en relación a lo que sus referentes familiares esperan de ellos. Los cambios que se producen a partir de “ya no son niños” desencadenan una serie de conflictos vinculados a las diferencias que comienzan a desplegar respecto a sus intereses y los de las generaciones anteriores. Lo cierto es que la mayoría de los adolescentes comienzan a demandar mayor autonomía, la cual es necesaria para su crecimiento y desarrollo. Frente a esta demanda muchos padres intentan organizar o fijar ciertos límites basados muchas veces en sus propias experiencias o historia personal, pero también en relación a determinadas convicciones “morales”. La singularidad de las situaciones en que los adolescentes se encuentran y frente a la cual los padres hacen jugar estos valores no está contemplada, y las respuestas a las mismas suele estar dadas de antemano. Un ejemplo claro es lo que ocurre con la sexualidad donde juegan los miedos, las ideas y las expectativas de los padres con respecto a la sexualidad de sus hijos. Las ideas sobre lo que está bien y lo que está mal de la sexualidad produce como efecto que muchas veces padres e hijos no puedan hablar sobre una temática que por lo general les preocupan a ambos. Aquí la moral genera un sufrimiento, se produce una afección que obtura la posibilidad de hacer otra cosa, de actuar de otra manera. Lo que está impedido es pensar en si las situaciones puntuales por las que atraviesan son buenas o malas para tal o cual adolescente. Hay un valor o una valoración exterior a la situación que se hace jugar en lugar de pensar en las condiciones concretas de lo que se presenta. ¿Cómo pasar de esta moral a un pensamiento que permita captar algo de la singularidad que se produce en cada situación? Este paso supone un descentramiento de la moral hacia un plano ético. A partir de las conceptualizaciones de Spinoza, Deleuze, plantea una posible diferenciación entre el plano de la Ética y el plano de la Moral: “…La ética, es decir, una tipología de los modos inmanentes de existencia, remplaza la moral que refiere siempre la existencia a valores trascendentes. La moral es el juicio de Dios, el sistema del juicio, pero la ética derroca el sistema del juicio. Sustituye la oposición de los valores (Bien-Mal), por la diferencia cualitativa de los modos de existencia (bueno-malo).”1 Los adolescentes llegan siendo son hablados y por lo tanto producidos por un discurso adultocéntrico, que señala sus carencias con respecto a “la adultez”. Se los señala por su inmadurez, sus faltas o incumplimientos, su irresponsabilidad. Muchas veces sufren por estas identidades que se les asignan. Aquí podríamos nos preguntamos ¿qué es lo que producen los adolescentes?, no sus carencias sino lo que pueden ¿Cuáles son los encuentros que les producen pasiones alegres y tristes? ¿En qué circunstancias aumenta su potencia de actuar? ¿Cuál es su potencialidad creadora? ¿Cómo descentrarse de la concepción del sujeto de la modernidad, para liberarse de las identidades “ya dadas”, que son vivenciadas como inmutables y que oprimen para poder pensar a partir de lo que se produce en los encuentros? ¿Cómo pensar al individuo como intensidad? “Lo que revela el grado de potencia de una cosa, de un animal, de un hombre, es su poder de ser afectado. En otros términos, no te definirás por tu forma, por tus órganos, por tu género o tu especie; dime las afecciones de que eres capaz y te diré lo qué eres. ¿De qué afectos eres capaz?”2 Pensar en “la adolescencia” como categoría nos ubica en una generalización, o peor, en una totalización por lo tanto sobrecodificación de algo que es múltiple y por lo tanto del orden de la diferencia. No todos los adolescentes atraviesan por las mismas situaciones, o por lo que habitualmente se espera para esta “etapa de la vida”. Habitualmente pensamos desde una mirada lineal y evolucionista ocultando los procesos de discontinuidad que supone nuestra existencia. Lo cierto es que la instancia grupal de taller con los adolescentes propicia un ámbito de reflexión donde no solo pueden hablar de aquellas situaciones que los afectan de tristeza, sino que permite en forma colectiva poder salir de este régimen de afección. El grupo en si mismo se convierte en un espacio de composición de nuevas afecciones donde a través de las pasiones alegres puedan generar procesos de autoafección y de mayor autonomía. Despliegue de pasiones alegres que aumenten su potencia de actuar en lugar de estar sometidos a discursos moralistas y al azar de los encuentros. Darles la palabra abre a la posibilidad 1 2 Deleuze, G. “Spinoza: Filosofía Práctica.” Tusquets Editores; Barcelona. 2001. Pág. 34-35. Deleuze, G. “Derrames”. Cactus. Bs. As. 2010. Pág. 288. de cuestionar los discursos que los atraviesan y los constituyen, para pasar a la posibilidad de una enunciación propia, proceso de enunciación colectiva donde puedan apropiarse de su propia potencia. Quizás el espacio grupal sea un lugar privilegiado para producir “nociones comunes”. “…las nociones comunes privilegiadas son comunes a muchos hombres, es decir que son la comunidad de los hombres, nos decimos que ese es el lugar de la noción común. En otros términos, las nociones comunes se revelan como esencialmente políticas, a saber: se trata de la construcción de una comunidad”3 ¿Cuáles son las líneas de fuga de los adolescentes? A priori no podemos saberlo, quizás lo que podemos es acompañar su devenir y componer encuentros creativos con ellos. Bibliografía. Deleuze, G. “Derrames”. Cactus. Bs. As. 2010. Deleuze, G. “En medio de Spinoza”. Cactus. Bs. As. 2008. Deleuze, G. “Spinoza: Filosofía Práctica.” Tusquets Editores. Barcelona. 2001. 3 Deleuze, G. “En medio de Spinoza”. Cactus. Bs. As. 2008. Pág. 507.