Los últimos tiros/I

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Los últimos tiros/I
Monday, 03 de January de 2011
Eddo Polesel
Mientras Raúl Castro declara "que la ampliación del sector privado es irreversible" con lo cual -después de 50 años de
régimen comunista- "espera revivir la frágil economÃ-a de Cuba", aquÃ- se está haciendo todo lo contrario; y los
venezolanos no estamos dispuestos a esperar a otros 38 años de experimentos desastrosos para que nuestro paÃ-s
recobre el estatus de paÃ-s democrático.
Con la Habilitante, extendida su vigencia hasta prácticamente lo que queda del perÃ-odo constitu- cional, el actual
régimen ha mostrado sus debilidades y ha cargado con toda la responsabilidad de enfrentar una realidad que se le ha
vuelto más difÃ-cil y complicada, sacar al paÃ-s de la crisis que ha provocado y darle techo a 130 mil damnificados; si por
el contrario, piensa como dice hacer, que va a radicalizar las medidas para crear las bases del social-comunismo, se
está engañando a sÃ- mismo, porque este proyecto está basado sobre leyes que son Ã-rritas con la Constitución, las
cuales desaparecerán, como la nieve al sol, una vez restablecida las normalidad.
Con ese apuro, para aprovechar la ventaja que le queda de contar con una Asamblea Nacional (AN) cómplice en ese
macabro plan, ha creado una inmensa crisis de consecuencias inmedibles e incontrolables que no podrá ser resuelta
con más de lo mismo.
Por lo demás, la AN hasta el 5 de enero próximo y Ejecutivo acompañados por los demás poderes del Estado bajo
control del régimen, actúan reaccionando por los resultados electorales del 26 de septiembre, fecha en la cual sonaron
los clarines que anunciaron el declive de la popularidad que con tanta arrogancia los detentadores del poder
alardeaban, responden disparando los últimos tiros con deliberado propósito de completar las bases "legales" para que
se imponga el socialismo del siglo XXI -léase comunismo- con una legislación que responde a la interpretación de la
Constitución del Jefe de la revolución y sus acólitos; y si con ello piensan que podrán dominar la situación, es decir,
hacer en pocos meses lo que no han podido hacer en 12 años de desgobierno, menos lo podrán hacer en estos dos
últimos años que les quedan, y por consiguiente no solo están equivocados sino que confunden lo que ellos
consideran éxitos del proceso con los fracasos y la desastrosa consecuencia que sufre el paÃ-s entero, cansado de
tantos atropellos, muertes y otros castigos que lo impulsan a reaccionar.
Iniciativa privada insustituible
Una explicación de lo ocurrido pudo ser el gran error de percepción de la realidad del paÃ-s que han tenido estos
revolucionarios trasnochados en cuanto a la situación heredada de los gobiernos civiles de la democracia
contemporánea 1959-1999, dentro de cuyo perÃ-odo si bien se cometieron errores no se puede llegar a desconocer los
importantes logros alcanzados por el paÃ-s.
En todo caso, cualquier gobierno que sustituya al anterior, si no es capaz de corregir los errores y mejorar las
condiciones de vida de la población, tarde o temprano estará destinado al fracaso, porque, en este tiempo de
globalización, ni es reprogramable el comunismo, ni nadie podrá sustituir la iniciativa individual y la empresa privada
para generar riqueza y bienestar.
Desafortunadamente Venezuela es otro ejemplo de los fracasos de otros experimentos, del pasado y del presente, en
los paÃ-ses que cayeron vÃ-ctimas de esa ideologÃ-a, porque ella se basa en el principio de que, para construir, primero
hay que destruir; y mientras Cuba inicia un lento y difÃ-cil retorno, y otras naciones otrora vÃ-ctimas de ese experimento
ya están en la órbita de los paÃ-ses de la economÃ-a de mercado, el régimen que nos gobierna pretende radicalizarse
para terminar de arrebatar todas las libertades y asumir todo el Poder, ahora cuando empieza su declive, y esta actitud
de radicalización con medidas legislativas que son Ã-rritas con lo que pauta la Constitución en materia de libertades que como tantas otras quedarán en el papel- y esta carrera contra el tiempo pareciera más un acto de arrebato que una
acción racional de un régimen que reincide en ir contracorriente cuando sus mentores vienen de regreso.
Estado omnipotente
Evidentemente los riesgos son muy altos de parte y parte; de un lado está de por medio la sobrevivencia del régimen,
por la otra está la recuperación de la libertad, que significa el abandono del absolutismo y con ello el lento y dificultoso
retorno a la normalidad democrática; dos realidades que no son compatibles y por consiguiente no pueden convivir.
Es evidente que el régimen no entendió que quitarle la libertad a quienes de una forma u otra la han disfrutado, no es lo
mismo que imponer el sistema autocrático dictatorial a quienes nunca la han tenido.
Sin embargo debemos reconocerle la sinceridad al lÃ-der de la revolución en sus continuos y reiterados llamados a las
fuerzas de la revolución bolivariana para que se unan para vencer y destruir a los que él define como sus enemigos, a
quienes hay que destruir: la burguesÃ-a, los pitiyanquis, el capitalismo, la propiedad privada, la libre expresión del
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pensamiento, en un clima de paz y de convivencia; apropiarse los medios de producción que, a su criterio, deben estar
en manos del Estado omnipotente y omnipresente, y siempre más ineficiente, con lo cual piensa ahogar también a los
medios de comunicación social para que el paÃ-s entre en un silencio sepulcral, única forma que el régimen pueda
subsistir.
Organización para avanzar
Vienen tiempos difÃ-ciles, pero tienen sus ventajas: por ejemplo, si la nueva Asamblea Nacional estará -como en efecto
será- limitada o casi neutralizada en sus funciones de legislar, la oposición democrática tendrá todo el tiempo
disponible para dar seguimiento a las acciones del régimen para plantear dentro de la AN las denuncias con los
argumentos apropiados y asÃ- desarrollar una acción informativa hacia afuera, suficientemente documentada,
explicando las consecuencias de las medidas que el régimen impondrá con la Habilitante, con la precaución de no caer
en excesos que pudieran dar lugar (como ya lo comentó el Jefe de la revolución, que también el Gobierno democrático
del ex presidente Rómulo Betancourt ilegalizó partidos polÃ-ticos), a trastadas que no podemos darle el gusto que el
régimen tenga pretexto parta cometerlas. Por esas y otras razones debemos actuar, fuerzas polÃ-ticas democráticas y
fuerzas sociales, organizadamente, de una forma que los avances no se pierdan, sino lograr poner en evidencia quiénes
deben pagar el costo polÃ-tico de sus acciones.
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