SELECCIÓN DEL CASO DE LOS PRONOMBRES ÁTONOS DE TERCERA PERSONA EN EL HABLA JUVENIL DE SEVILLA Elena Carmona Yanes Universidad de Sevilla 1. Introducción En este trabajo nos ocuparemos de algunas de las particularidades que se observan en el uso de los pronombres de tercera persona del sistema de los pronombres átonos o clíticos del español. Los fenómenos que trataremos pueden incluirse dentro del conjunto de usos que tradicionalmente han sido denominados como leístas. Los estudios sobre el leísmo, el laísmo y el loísmo, que son ya clásicos de los estudios gramaticales hispánicos, han experimentado en los últimos años una revitalización, al haber sido abordados desde nuevas perspectivas. Efectivamente, en los últimos tiempos diversos autores han puesto de manifiesto la necesidad de enfrentarse a estos fenómenos de variación desde un punto de vista dialectal. Al mismo tiempo, se incorporan a las explicaciones estructurales y sociolingüísticas otras de tipo pragmático (cortesía) y semántico (significado típico de los casos, roles asignados a los argumentos verbales). Estas últimas constituyen un marco que permite retomar y replantear explicaciones clásicas como la de la marcación de una esfera de lo personal que sería característica de la forma interior de nuestra lengua (Lapesa 1968). A la idea de la pérdida más o menos habitual de la distinción entre acusativo y dativo como confusión del uso respecto a una norma, los nuevos enfoques nos permiten añadir la noción de selección del caso por parte del hablante respondiendo a una serie de hábitos colectivos y motivaciones comunicativas. Nuestro propósito es el de, recogiendo estas aportaciones, presentar una investigación de campo cuyos resultados nos permitan contrastar y valorar las distintas contribuciones al estudio del fenómeno. Para ello, nos situamos en una zona geográfica concreta, la provincia de Sevilla, de las consideradas como no-leístas, y que forma parte de Andalucía Occidental, área dialectal que presenta peculiaridades también en cuanto a los usos gramaticales que aquí nos ocupan. Nos centramos, además, en una franja de edad determinada, entre los 14 y los 20 años, la correspondiente al habla juvenil, de la que suele decirse que se encuentra a la vanguardia de los cambios lingüísticos, por lo que puede orientarnos sobre tendencias futuras. 1.1. Delimitación del objeto de estudio Como es sabido, en el sistema de los pronombres átonos del español encontramos la conservación parcial de la distinción casual latina entre acusativo y dativo, restringida a las formas de tercera persona no reflexivas. Esta situación, que representa una anomalía del sistema, se ha visto afectada desde los orígenes de nuestra lengua por una serie de fenómenos de variación en cuanto a la selección del caso que han sido conocidos tradicionalmente como leísmo, laísmo y loísmo, y que han sido definidos desde muy diversas perspectivas. Los usos que estudiaremos están relacionados con distintas expresiones del leísmo, en cuanto a que están concebidos como extensiones de las formas de dativo a contextos normalmente reservados al acusativo. 1.2. Estado de la cuestión y enfoque adoptado 1.2.1. Aproximaciones al fenómeno El interés de los gramáticos por el estudio del leísmo se remonta, al menos, a los siglos XVI y XVII. A finales del XVIII y durante el siglo XIX, las Gramáticas académicas desde 1796, la de Salvá (1830) o la de Bello (1847) hacen también referencia a la cuestión. El primer trabajo monográfico, por lo que sabemos, se lo debemos a Cuervo (1895). A partir de éste, varios estudios irán aportando un importante caudal de datos históricos obtenidos a partir del análisis de textos escritos de distintas épocas por autores de diversas procedencias: Salvador Fernández Ramírez (1951, 1964), Lapesa (1968) y Marcos Marín (1978). Todas estas obras, además de aportar los resultados del recuento de grandes cantidades de muestras de lengua de todas las épocas (aunque exclusiva o principalmente de la lengua escrita), sientan las bases para la explicación de las causas que pudieron originar el leísmo y a partir de él el laísmo y el loísmo. En general se considera que éstas giran en torno a dos tendencias: la de la sustitución de las diferencias casuales por las referenciales, estableciendo distinciones puramente de género, y la que establece la distinción entre los objetos animados y los inanimados. Un punto de inflexión en la historia de los estudios sobre leísmo, laísmo y loísmo lo marcan los trabajos de Inés Fernández Ordóñez y de Flora Klein-Andreu, que introducen, siempre desde una perspectiva descriptiva y a partir del estudio de datos orales, un enfoque dialectal que resulta fundamental para perfilar distintos subsistemas de uso real de los pronombres de tercera persona, y poder aproximarse así a una explicación de cada subsistema que permita lograr resultados «convergentes» (Klein-Andreu 2000: 149). Por su parte, Fernández Ordóñez (1999: 1321), señala cómo la ausencia de este enfoque dialectal en los estudios tradicionales lleva consigo una «incapacidad predictiva» que ha impedido afinar en las causas que motivan el leísmo, el laísmo y el loísmo, ya se han juzgado «como fenómenos de variación porcentual sobre el total de ejemplos observados», manejando «la misma y única hipótesis» para todas las áreas. Asimismo apunta a otros factores sociolingüísticos como posibles motivaciones de la variación. Sobre el carácter diafásico de la variación en zonas distinguidoras del caso ha escrito, como veremos, Lorenzo Ramos (1981, 2003). A la renovación en el enfoque de los fenómenos de leísmo, laísmo y loísmo se añade el trabajo de Flores Cervantes (2006), en el que se aportan los detalles de una hipótesis comunicativa, revisada y reformulada por la autora, para la explicación de un amplio corpus diacrónico de este tipo de usos. Flores Cervantes viene a responder a la necesidad de llenar algunos de los vacíos que hacía notar así Klein-Andreu (2000: 151): lo que todavía se echa de menos en los estudios de este tema es un enfoque funcional, ya que éste es el que lleva a identificar justamente las condiciones contextuales que pueden afectar al uso, y con ello a revelar las diferencias sincrónicas relevantes para entender el proceso histórico como secuencia de reanálisis. En este sentido, lo que falta especialmente son análisis más críticos de las mismas distinciones etimológicas. Todavía se emplean, sin cuestionar ni definir categorías sintácticas tradicionales como «Objeto Directo» y «Objeto Indirecto» – a pesar de que éstas no resultan determinativas del uso ni siquiera en latín (Lapesa 1968, Diver 1964). Por lo tanto, en la medida en que nos limitamos a estos esquemas, nos limitamos también a constataciones comparativas del grado en que se siguen o dejan de seguirse (e.d., del grado de «anomalía» o de «- ísmos» concretos, como las ofrecidas aquí en el Capítulo 4), sin contribuir a esclarecer el por qué – o en otras palabras a entender la relación, de tipo «finalista» (en la terminología de Coseriu 1988), entre las hablas más «etimológicas» y las más «anómalas». 1.2.2. Nuestro enfoque A partir del análisis de las teorías mencionadas, adoptamos un enfoque descriptivocomunicativo, en el que preferimos no centrarnos en las nociones de desviación o confusión del uso respecto a un conjunto de reglas, sino en la idea de la variación como consustancial al sistema, teniendo en cuenta que, ya en latín, ésta se daba en determinados contextos, y que, con distinta extensión y en diversas condiciones, ésta se ha dado en todas las épocas del español. Por ello, entendemos el concepto de «selección de caso», como una acción llevada a cabo por los hablantes, que, entre los diferentes útiles morfológicos que el código lingüístico les proporciona, van optando, más o menos conscientemente, por emplear uno u otro en función de distintos factores, pero explotando las posibilidades comunicativas de la distinción casual. Nos situamos igualmente en una perspectiva sociolingüística, en la medida en que pretendemos observar la posible influencia de los factores de variación propuestos por este marco en los resultados obtenidos de nuestra investigación. Debido al carácter restringido de ésta, no hemos podido ahondar en la dimensión diastrática, propósito que posponemos para próximos estudios. Sí adoptamos, como anunciábamos, un enfoque marcadamente diatópico, al centrar el estudio en una zona geográfica concreta, la provincia de Sevilla, donde esperamos encontrar una serie de hábitos colectivos dialectalmente caracterizadores. Lo diafásico y lo pragmático se tratan también, desde las ópticas de Lorenzo Ramos (2003) y Flores Cervantes (2006: 682): consideraremos, por un lado, el papel de la selección del dativo para el tratamiento de cortesía señalado por el primer autor; y, por otro, a las valoraciones pragmáticas que la segunda autora atribuye a la selección de uno u otro caso, de manera que los hablantes asociarían al acusativo valores de «entidad cosificada y degradada», y al dativo de «estimación y respetabilidad», que parecen verse corroboradas en algunas de nuestras entrevistas. Por último, asumimos el concepto de norma fáctica manejado por Klein-Andreu (2008) al contemplar la normativa referente a los usos leístas, laístas y loístas como un hecho sociolingüístico más, sujeto a variación y condicionamientos. Nos interesará sobre todo, como veremos, cómo la configuración de esta norma fáctica puede influir sobre la distribución referencial en cuanto a género y número observada en los resultados de la mayoría de los estudios sobre el leísmo y en el nuestro propio. 2. Nuestro estudio: Usos leístas en el habla juvenil sevillana La investigación de campo que presentamos consiste en una aproximación a la extensión y motivaciones de los usos considerados leístas que pueden observarse en el habla juvenil sevillana. Expondremos en este epígrafe los aspectos técnicos de la elaboración de nuestro estudio y los resultados obtenidos a partir de éste. Las cifras porcentuales que se ofrecen se corresponden siempre con la frecuencia de la selección del caso dativo. 2.1. Datos sobre los informantes La muestra sobre la que se ha realizado la encuesta comprende a 73 informantes de entre 14 y 20 años, alumnos de E.S.O., Bachillerato o Ciclo Formativo de Grado Medio. La proporción por sexos (27 chicos frente a 46 chicas) no está equilibrada, pero se corresponde con la proporción real de los grupos encuestados, ya que el escenario de nuestra investigación han sido las aulas de seis centros educativos de la provincia de Sevilla. Tres de esos centros se encuentran en la capital (I.E.S. Azahar, I.E.S. Llanes y Colegio Santa Joaquina Vedruna); el resto en distintas localidades de la provincia: Academia Aljarafe (Mairena del Aljarafe, a unos 12 kilómetros de la capital); I.E.S. Arrabal (Carmona, a unos 30 kilómetros); I.E.S. El Carmen (Cazalla de la Sierra, a unos 80 kilómetros). 2.2. Metodología empleada La obtención de datos se ha llevado a cabo a través de dos cuestionarios. El principal inconveniente de esta técnica es el hecho de que las respuestas a una encuesta no son propiamente una muestra de habla real, espontánea. Sin embargo, dada la limitación de tiempo con que contábamos para la realización de este trabajo, nos hemos visto obligados a recurrir a este método, sin duda el más eficaz para establecer comparaciones objetivas y conclusiones a corto plazo, que podrán más tarde verse ampliadas por otras vías. Con el Cuestionario 1 pretendíamos estudiar los casos de «leísmo real» (según la terminología de Fernández Ordóñez) o «usos anómalos» (según la de Marcos Marín). Partiendo de unos presupuestos teóricos,1 formados a partir de los distintos trabajos que hemos consultado, nuestro Cuestionario 1 presenta las siguientes características: El único fenómeno de confusión pronominal que se estudia es el leísmo, puesto que no se tiene constancia de casos de laísmo ni loísmo en esta zona geográfica. Los referentes son exclusivamente personales, ya que no se ha observado de forma significativa la ocurrencia del leísmo referido a seres inanimados en nuestra área. Se incluyen contextos referenciales correspondientes a masculino singular, femenino singular, masculino plural y femenino plural, pues se espera obtener distintas frecuencias en la selección del caso en cada uno de ellos. Se recogen también contextos de tratamiento de respeto con usted, pues en ellos se han registrado porcentajes más altos de uso del dativo en otros estudios. Se presentan sólo estructuras sintácticas con un único objeto. Los verbos a los que se asocia el pronombre no regían dativo en latín y no se dan en estructuras diferentes (agentivas frente a no-agentivas) que condicionen la selección del caso del pronombre. El Cuestionario 2 estaba diseñado para estudiar dos casos de los llamados de «leísmo aparente» (Fernández Ordóñez) o «usos aparentemente anómalos» (Marcos Marín): algunos de los verbos que en latín podían regir o regían siempre dativo; y pronombres que funcionan como sujetos de cláusulas de infinitivo. Hemos completado los datos obtenidos por este medio con una serie de entrevistas orales semidirigidas, realizadas a una selección de los informantes que habían rellenado los cuestionarios, y que nos han permitido recopilar información sobre su conciencia lingüística de los fenómenos estudiados. 2.3. Los resultados 2.3.1. Por sexos y por centros El siguiente gráfico refleja los resultados obtenidos en función del sexo de los informantes: Leísmo Chicas 37 % Chicos 46 % Dudas 3% 4% 2 Errores 21 % 28 % 3 Como puede observarse, los casos de leísmo entre los chicos son casi diez puntos superiores respecto a los de nuestras informantes femeninas. Este resultado puede relacionarse con el conocido principio sociolingüístico según el cual cuando existe un desajuste de resultados entre hombres y mujeres, éstas tienden a representar la solución más normativa. Retomaremos la cuestión en el siguiente apartado al hablar de la influencia de la norma sobre estos resultados, pero podemos decir aquí que este hecho se ve corroborado por la diferencia que encontramos también en los casos de errores que se presentan en uno y otro sexo: entre los informantes masculinos encontramos un 28 %, mientras que entre las chicas el porcentaje se reduce al 21 %. En cuanto a los centros, hemos observado diferencias significativas en la frecuencia de los usos leístas de unos a otros, que oscilan, en el total, entre el 50 % de la Academia Aljarafe y el 18 % del Colegio Santa Joaquina Vedruna. Como causa de esta variación no podemos señalar la localización en área rural o urbana,4 pues encontramos centros de unas y otras zonas tanto por encima como por debajo de la media. Más determinante podría resultar, en consecuencia con lo dicho anteriormente, el hecho de que los dos centros que presentan menor cantidad de usos leístas sean precisamente aquellos en que el número de informantes femeninos es claramente predominante (8 de 9 y 8 de 12, respectivamente). 2.3.2. Por referentes Presentamos aquí los resultados del Cuestionario 1 distribuidos según el referente de la forma pronominal: Vd.m. m.s. Vd.f. m.p. f.s. f.p. 52 %(5 %) 38 %(3 %) 37 %(2 %) 27 %(4 %) 23 %(3 %) 12 %(1 %) Se puede apreciar aquí una clara variación de los resultados en función de las características del referente, como se indicaba en los estudios de los que partíamos. El contexto que mayor cantidad de casos de leísmo presenta, y el único donde éste es mayoritario, es el de tratamiento de usted en masculino. Le sigue el masculino singular y, muy de cerca, el tratamiento de usted en femenino, cercanos ambos al 40 % de leísmo. Por debajo del 30 % quedan el masculino plural, el femenino singular y, en último lugar, el femenino plural. Aunque con porcentajes generalizados más altos, la misma distribución se observa en los resultados del Cuestionario 2: 64 % (4 %) para m.s., 53 % (9 %) para m.p., 46 % (3 %) para f.s., 28 % (5 %) para f.p. 2.3.3. Por verbos y construcciones La tabla que incluimos en la página siguiente muestra los porcentajes de selección de dativo en contexto de masculino singular relativos a los distintos verbos que tratamos en nuestro estudio. Como se puede observar se aprecian diferencias muy significativas en la frecuencia de la selección del caso en cuestión. Estas diferencias se muestran en dos sentidos: – Entre los verbos y construcciones del Cuestionario 2 y los verbos del Cuestionario 1. Como hacían esperar los estudios consultados, en general los porcentajes más altos se dan para el segundo, que incluía los casos de «leísmo aparente», si bien ciertos verbos y construcciones del 2 (amenazar, autorizar, oír, obligar, convencer y ver) se ven superados por no pocos verbos del Cuestionario 1 (casos de «leísmo real») en cuanto a preferencia de dativo. Entre este grupo de verbos y los dos grupos correspondientes al Cuestionario 2. Sin embargo, la comparación entre ver y dejar empleados aisladamente (26,0 % y 23,3 %, respectivamente), y los mismos verbos con cláusulas de infinitivo dependientes, vemos que en esta segunda situación la preferencia por el dativo es notablemente más acusada (37,5 % y 67,2 %, respectivamente), especialmente para dejar. – También hay una clara diferencia entre los treinta y cuatro verbos incluidos en el Cuestionario 1, de manera que del verbo con el que más uso de le se registra, saludar (56,9 %) al que menos, (22,5 %) va una diferencia de más de 34 puntos. Entre ambos, el resto de porcentajes se distribuyen de forma gradual. 3. Propuestas de explicación Una vez descrita la extensión de la selección del dativo a través de las distintas variables contempladas en nuestra investigación, nos ocuparemos de cuatro posibles factores que motivarían la selección del caso por parte de nuestros informantes en cada situación dada. El tratamiento pormenorizado del alcance de cada propuesta excedería los límites de este trabajo, por lo que expondremos brevemente la rentabilidad explicativa de cada una de ellas para nuestros resultados, y nos detendremos especialmente en la influencia que, a su vez, pueda tener el factor diatópico, con las particularidades dialectales de nuestra zona, sobre cada uno de estos otros factores. Resultados por verbos y construcciones (2.3.3.). CUESTIONARIO 2A Reñir Temer 96,8 % 93,8 % Ayudar 85,5 % Obedecer 75,8 % Picar CUESTIONARIO 1 Hacer 79,7 % Animar a Mandar Dejar 73,4 % 68,3 % 67,2 % Autorizar a 52,9 % Oír 50,0 % Obligar a 45,2 % Convencer de Ver 39,7 % 37,5 % 58,8 % 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. Amenazar CUESTIONARIO 2B Prohibir 98,4 % 41,9 % Saludar Felicitar Suspender Tratar Abrazar Echar Besar Votar Herir 56,9 56,3 55,4 55,2 55,1 54,9 54,1 53,5 52,1 % % % % % % % % % 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. Aprobar Traer Esperar Defender Escoger Recoger Enviar 47,3 46,9 46,2 42,9 42,3 40,0 39,7 % % % % % % % 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. Soltar Mirar Sacar Quemar Encontrar Querer Acompañar Detener Llamar Matar Conocer Convertir Meter Ver Tener Odiar Dejar Llevar 36,1 34,3 34,3 34,2 33,8 32,4 31,9 31,5 31,5 28,6 28,2 27,8 26,8 26,0 25,0 23,9 23,3 22,5 % % % % % % % % % % % % % % % % % % 3.1. El factor pragmático: El llamado «leísmo de cortesía» Según parecen indicar los resultados de nuestra Cuestionario 1, los contextos de tratamiento de usted se han manifestado como un factor esencial para nuestros informantes a la hora de decantarse por la selección del dativo. Los datos se ven corroborados por las declaraciones realizadas por los informantes con los que hemos mantenido entrevistas orales, puesto que todos ellos explicitaron de algún modo la existencia de una motivación en la situación formal. Efectivamente, el leísmo asociado al trato de usted es un fenómeno que viene siendo observado por diversos autores desde hace tiempo, y ha sido explicado tanto por motivos situacionales y pragmáticos (contextos formales, tratamiento de cortesía) como por razones gramaticales y semánticas (desambiguar la tercera persona de la segunda con tratamiento de respeto). Fue Lorenzo Ramos (1981) quien acuñó la denominación de «leísmo de cortesía» para referirse a este fenómeno, que pudo observar en el español de las Islas Canarias. El autor (2003: 131) señala la necesidad de estudiar conjuntamente «los fenómenos dialectales relativos a los pronombres de segunda y tercera persona», pensando, especialmente, en la relación entre el leísmo de cortesía y la pérdida de la distinción ustedes/vosotros que se da en ciertas variedades del español como la canaria, y que hace necesaria esa desambiguación de la tercera y la segunda persona (p. 149). Como señala el propio autor, en Andalucía Occidental se da también en cierta medida esta pérdida de la distinción ustedes/vosotros, si bien en nuestro caso la diferencia entre las formas verbales correspondientes se mantiene: ustedes van frente a ustedes vais. Este hecho, por tanto, ha podido influir en el desarrollo del leísmo de cortesía en la zona de Sevilla al igual que en Canarias. 3.2. El factor normativo El segundo factor que se ha revelado como determinante en los resultados de nuestra encuesta ha sido la presencia de un referente masculino singular. La mayor frecuencia de los casos de leísmo en este contexto ha sido sostenida desde los primeros trabajos que sobre este fenómeno se han llevado a cabo (Cuervo 1895, Lapesa 1968, Marcos Marín 1978, entre otros). Más allá de las posibles motivaciones estructurales que se han propuesto, Fernández Ordóñez (1999:1386) incluye este tipo de leísmo dentro de los usos pronominales que se han hecho un lugar en la norma estándar común, y lo señala además como una de las pocas vías de penetración de usos leístas en las zonas distinguidoras de caso por ser un «uso prestigioso» (p. 1340). Klein-Andreu (2008: 767) habla también, respecto al respaldo de este uso, de una «norma fáctica generalizada» de la que los medios de comunicación se hacen eco, recogiéndola incluso en sus libros de estilo (El País, ABC). Tampoco la Real Academia ha rechazado nunca este uso, sino que, por el contrario, en algunas épocas, lo ha considerado como el único correcto. Es también una opinión común el papel central de los medios de comunicación en la difusión del leísmo como uso prestigioso, especialmente entre la población juvenil. En cuanto a la población juvenil, tampoco podemos descartar la literatura, tanto los clásicos como la actual, como vía de penetración, pues, independientemente de la cantidad de las lecturas, en las obras más populares entre este público, y en las que se leen obligatoriamente en el ámbito escolar, se encuentra también presente el fenómeno. En cuanto a la intensidad con la que actúan esas vías de penetración y a la velocidad con la que sus efectos se hacen sentir, se presenta a menudo el interrogante de si se está extendiendo el leísmo en las zonas tradicionalmente distinguidoras del caso. Es una apreciación que recogen varios autores, como Cano y González Cantos (2000: 94), o Fernández Ordóñez (1999: 1388) y que hemos encontrado también en algunos de los comentarios que hemos podido escuchar durante nuestra investigación. Hay quienes piensan que esta expansión podría resultar especialmente acusada entre la población juvenil, según recoge Lorenzo Ramos (2003: 147). Efectivamente, si bien no todos declaran haber percibido este hecho, entre algunos de los profesores, y también alumnos, con los que hemos entrado en contacto en el transcurso de nuestra investigación parece existir un sentimiento de alarma5 frente a la expansión de este fenómeno, que es visto como un intruso en el habla andaluza. Hemos podido recoger opiniones que dejan ver una conciencia de «corrección» de los usos pronominales de esta zona, frente a la «incorrección» de los usos madrileños y castellanos. Además, esta idea se usa, en ocasiones, como arma arrojadiza cuando el prestigio de la modalidad lingüística andaluza es puesto en tela de juicio. Por otro lado, en algún caso existe preocupación por que la penetración de este uso pueda dificultar alguna de las técnicas tradicionales del análisis sintáctico (la sustitución pronominal para identificar el complemento directo o el indirecto). De todas formas, el poder sostener o refutar el supuesto crecimiento de este uso entre los jóvenes sevillanos requeriría poder contar con estudios que permitieran la comparación evolutiva del fenómeno. Sin embargo, la conciencia dialectal en cuanto al uso de los pronombres en relación con el factor normativo que estamos tratando puede dar lugar también, en contrapartida a lo dicho, a fenómenos de ultracorrección, como señala Gómez Torrego (2003: 71): «El leísmo de le(s) por la(s) es unas veces regional, y otras, ultracorrecto: se piensa que empleando la se incurre en el laísmo». 3.3. El factor sintáctico-semántico: Concepción gradual de la transitividad y significado típico de los casos Entre las conclusiones de nuestra encuesta se encontraban las considerables diferencias observadas en la frecuencia de selección de le en masculino singular según el verbo o la construcción a los que estuviera asociado el pronombre. En este sentido, apuntaba ya Lapesa (1968) como uno de los orígenes del leísmo la «perduración del dativo regido, exclusivamente o en alternancia con el acusativo, por ciertos verbos latinos» y su «contagio» a otros verbos «de igual dominio», el «campo de las relaciones humanas», algunos de los cuales hemos estudiado. Fuera ésta o no la causa que originó el fenómeno, es evidente que las vacilaciones a las que hace referencia Lapesa se dan, y que ésta podría ser una explicación del hecho. A la luz de estas condiciones y de los datos del nuestro y de otros estudios, nosotros partiremos de la idea de que un hablante de español se encuentra con dos útiles morfológicos, le(s) frente a lo(s)-la(s), y de que a su vez se halla inmerso en un contexto donde el uso no es uniforme, y que por tanto, a la hora de seleccionar una opción, puede vacilar. Ahora bien, las posibilidades de variación están sintácticamente limitadas, y semántica y comunicativamente motivadas. Así, Klein-Andreu (2008: 742) dejaba ver que son los contextos de dos objetos «los que revelan más inequívocamente si el caso se distingue o no». Y esto es así debido a que, como veíamos en Fernández Ordóñez (1999: 1389), en las zonas distinguidoras, frente a lo que ocurre en las zonas del sistema referencial, la asignación de caso resulta «obvia» en las estructuras ditransitivas, siendo las «oraciones transitivas con un único objeto argumental» las únicas que se prestan a dudas en la asignación de caso. Ramón Trujillo (1988: 143) realiza una afirmación que podemos asumir al menos para el ámbito geográfico que estamos estudiando: Estoy convencido de que, en español, y por encima de las diversas normas regionales, le y lo no se confunden jamás, y significan siempre un distinto grado de integración en el significado verbal,6 siendo lo el próximo o inmediato, y le el secundario o mediato. No se trata por ello de diversos significados de estos pronombres, sino de distintos hábitos colectivos o individuales en la interpretación lingüística de los acontecimientos que se comunican por medio del lenguaje. Vemos que el problema se presenta en el carácter continuo o gradual de la integración semántica entre verbo y complemento frente al carácter discreto de las unidades pronominales. La variedad de matices con que se puede percibir la relación semántica entre el verbo y sus argumentos choca con la limitada oferta de sólo dos formas disponibles, una de dativo y otra de acusativo. Dicho en palabras de Rafael Cano (1981: 46), «lo que formalmente constituye la relación transitiva no recubre una sola función semántica». Fernández Ordóñez (1999: 1366) se refiere también a la cuestión de «Los tipos de transitividad y su manifestación pronominal», afirmando que «en definitiva, el sistema referencial, al igual que el sistema de marcación basado en el caso, constituyen procedimientos formales para manifestar el diverso grado de transitividad semántica alcanzado por una oración». El reciente trabajo de Flores Cervantes (2006: 677) trata de precisar cuáles son esos condicionantes semánticos para la selección del caso: En la motivación de la variación tal como se documenta diacrónicamente, parece importar no sólo el grado distinto de actividad de los participantes en el evento, sino también su afectación y, con ello, varios otros factores que se han encontrado pertinentes en el grado de transitividad de un evento, entre los que destacan: a) la agentividad del sujeto, b) la dinamicidad, telicidad, perfectividad, puntualidad y realidad del evento, y c) la individuación del objeto. En cuanto al factor de la continuidad de usos latinos apuntado por Lapesa, Flores (2006: 719) señala que, pese a ser más restringidas las posibilidades de alternancia de dativo y acusativo en la lengua madre: Creemos que la presencia de estos matices en la alternancia latina apunta hacia la posible influencia del grado de afectación y actividad del participante objeto en el evento y, consecuentemente, del grado de transitividad del evento, mostrada para el español en este trabajo. Los datos sugieren, como puede apreciarse, la influencia en ambas lenguas de los mismos o muy semejantes factores en la variación. No podemos emprender aquí la tarea de exponer, en relación con nuestros resultados, cómo los valores semánticos de cada verbo o construcción estudiados encajan con el panorama que plantea Flores Cervantes, y cómo las motivaciones que ella propone influyen en su localización en la escala que hemos obtenido, que, dado su carácter estadístico y por tanto abierto, tenemos que concebir como provisional, a la espera de ver corroborada su distribución por próximos estudios. Por su parte, para las distintas construcciones estudiadas mediante el Cuestionario 2, Fernández Ordóñez (1999: 1326, 1330) deja ver cómo se combina la influencia del factor diatópico con la influencia de un factor sintáctico-semántico (la transitividad o intransitividad de la construcción de infinitivo, la transitividad preposicional opcional de verbos como obedecer, temer, amenazar o la presencia/ausencia de otro objeto además del personal con reñir o picar). Por lo general, Andalucía occidental presentaría, en este sentido, una mayor frecuencia de uso del acusativo que otras zonas peninsulares, y a la vez una mayor vacilación en la selección que la que puede encontrarse en Canarias o América. Analizar nuestros resultados a la luz de esta idea requeriría más detalle del que podemos dedicarle aquí. 3.4. El factor fonético: asimilación de le/lo seguidos de vocal No podemos desarrollar demasiado este punto por no contar con material suficiente para ello, pero hemos creído conveniente recoger al menos un hecho que hemos podido constatar en las entrevistas orales realizadas: la asimilación fonética que se produce frecuentemente entre la vocal de le y lo ante los verbos que comienzan también por vocal, o bien ante el auxiliar haber de los tiempos compuestos, entre otros contextos. En ocasiones nos resultaba difícil identificar cuál de las dos formas estaba empleando el informante, y esa dificultad, que no tiene por qué afectar a la comunicación, debe resultar aún mayor en la conversación espontánea. Este factor, que merecería ser estudiado con detenimiento, podría contribuir de alguna manera a la flexibilidad selectiva entre la forma de acusativo y la de dativo ya de por sí favorecida por todos los otros motivos a los que nos hemos referido. 4. Conclusión Con este trabajo hemos procurado seguir las vías abiertas por las más novedosas aproximaciones para el estudio de la variación en la selección del caso de los pronombres átonos de tercera persona. El enfoque dialectal adoptado aquí, sin duda el punto de partida más fiable para intentar rastrear diversos subsistemas, no puede, sin embargo, limitarse al establecimiento de las distintas normas o preferencias de uso regionales. Debe, a partir de ellas, aspirar a dar una explicación de conjunto de las posibilidades, los límites, los condicionantes y las motivaciones de la variación, propósito que creemos haber logrado, al menos, esbozar. No podemos terminar sin expresar nuestro agradecimiento a las numerosas personas que han contribuido a la elaboración de este estudio, especialmente a los alumnos y profesores que nos han facilitado el acceso a los centros encuestados: Carlos Mora, Arturo Mélida, Antonio Carmona, Salvador Jiménez y Lina García. Damos también las gracias a los profesores de la Universidad de Sevilla que nos han prestado su apoyo metodológico y bibliográfico, Victoria Camacho, Antonio Narbona y Juana Santana, y también a Astrid Huygens, que amablemente nos ha hecho llegar su trabajo mediante correo electrónico desde Bélgica. Bibliografia BELLO, A. 1988. Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos, con las Notas de Rufino José Cuervo, edición y estudio de Ramón Trujillo. Madrid: Arco/Libros. CANO, R. 1981. Estructuras sintácticas transitivas en el español actual. Madrid: Gredos. CANO, R.; GONZÁLEZ CANTOS , M. D. 2000. Las hablas andaluzas. Sevilla: Consejería de Educación y Ciencia. CUERVO, R. J. 1948. «Los casos enclíticos y proclíticos del pronombre de tercera persona en castellano», Romania, 24, 95-113 y 219-63. En Disquisiciones sobre filología castellana. Buenos Aires: El Ateneo. FERNÁNDEZ RAMÍREZ, S. 1987. Gramática española. 3.2. El pronombre, volumen preparado por José Polo. Madrid: Arco/Libros. FERNÁNDEZ RAMÍREZ, S. 1964. «Un proceso lingüístico en marcha», Presente y futuro de la lengua española, 277-85. Madrid: OFINES. FERNÁNDEZ ORDÓÑEZ , I. 1999. «Leísmo, laísmo y loísmo», en BOSQUE, I,; DEMONTE, V. (eds.), Gramática descriptiva de la lengua española, 1322-97. Madrid: Real Academia Española, Espasa Calpe. FLORES CERVANTES, M. 2006. «Leísmo, laísmo y loísmo», en COMPANY, C. (dir.), Sintaxis histórica de la lengua española. Primera parte. 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El informante ha considerado tanto el dativo como el acusativo antes de dar una respuesta definitiva. 3 Respuestas con género o número no esperado para el referente propuesto, normalmente respuestas en singular para referentes plurales, cuya motivación resulta difícil de interpretar. 4 El estudio de Huygens (2008), que se basa en una muestra de informantes más amplia que la nuestra, sí revela diferencias entre los porcentajes registrados en Sevilla capital y los pueblos de la Sierra Norte, resultando ser los casos de leísmo más frecuentes en el habla urbana, con unos cuatro puntos de diferencia. Ahora bien, las cifras de Huygens incluyen a informantes de todas las edades, y si bien indica que en general el leísmo en la franja que va de los 15 a los 34 es más frecuente, en el caso de los datos según la procedencia no hace un desglose por edades. Por ello, no podemos saber si la diferencia en los usos leístas entre el área urbana y la Sierra Norte se mantiene en el habla juvenil. 2 5 En las Actas de las II Jornadas de enseñanza de la lengua española (Univ. de Granada, 1996) hemos encontrado, incluso, un trabajo firmado por A. M. Bonachera Cano, titulado «¿Leísmo andaluz?, métodos de detección y corrección». 6 Énfasis nuestro.