CARRER140 JUNY 2016 LA DEL DARRERE 32 Parlant del CARRER i de la ciutat Pere Ortega Experto en desarme LUIS CALDEIRO ENTREVISTA IGNASI R. RENOM FOTOGRAFIA “A los movimientos sociales no les preocupa mucho el militarismo” E n el Raval, no lejos de ese lugar tan peculiar que es la plaza del Pedró, atiende un hombre espigado, hablador, que ha consagrado su vida al pacifismo. Su nombre es Pere Ortega y nos recibe en el Centre Delàs d’Estudis per la Pau, que es como su obra de contribución a la paz mundial. Este hombre empezó su andadura, como tantos otros, durante la dictadura, en el PSUC, dentro del cual ya se vinculó al movimiento vecinal a través de la creación de la asociación de vecinos de l’Esquerra de l’Eixample. Posteriormente, la campaña para el referéndum de la OTAN supuso, nos confiesa, un “punto de inflexión” en su trayectoria: “Yo, como muchos otros, me había desencantado del proyecto político comunista, y del movimiento vecinal pasé a militar en los movimientos sociales, concretamente en el pacifista anti-OTAN”. A partir de ahí fue profundizando en el tema, poniendo énfasis en lo que podríamos denominar “economía militar”: presupuestos militares, comercio de armas, industria armamentística, I+D, etc. Con su amigo Arcadi Oliveres participó en la primera campaña contra el comercio de armas, y con él trabajó, durante veinte años, en la organización Justicia y Paz. Hasta que, por fin, “nos vimos capaces de crear un centro de estudios por la paz, que es donde ahora estamos: el Centre Delàs d’Estudis per la Pau, donde trabaja una veintena de personas haciendo labor de investigación”. Hoy, Ortega es noticia por la publicación de su último libro, El lobby de la industria militar española (Icaria), donde estudia el fenómeno de los grupos de presión, en este caso del ámbito industrialmilitar, que “ejercen presión” sobre los gobiernos y “coartan” sus decisiones, en favor de sus intereses corporativos. Algo que se hace bien visible a través de las ya famosas “puertas giratorias”: políticos o mandos militares que pasan a ser directivos en empresas militares. En el momento actual, con la perspectiva que le dan los años, Ortega contempla su lucha por el pacifismo como un trabajo con dos vertientes: por un lado, Sal i pebre la que podríamos llamar “teórica” y que consiste en la “profundización estudiosa” de este tipo de temas. Y por otro, la activista, que asegura “no haber abandonado” y que se concreta en los estudios y libros que produce el Centre Delàs, con los que se pretende “alimentar a los movimientos sociales” para que tengan “presente” que el ámbito militar está “muy vinculado” al ámbito social. “Aunque no lo parezca”, remacha. ¿Aunque no lo parezca? “Sí” -confiesa- “A los movimientos sociales no les preocupa mucho el militarismo -y dentro de éstos, a los que menos, a los sindicatos mayoritarios- porque lo ven como algo lejano, no próximo, en el sentido de que les parece que los problemas de la sanidad, la educación o el transporte público no están vinculados con el ámbito militar. Y sí lo están. Por dos razones: porque todo lo que se destina a gasto militar podría destinarse a la economía real, la productiva, y, por tanto, a crear empleo. Y la segunda, porque podría invertirse en gasto social. Téngase en cuenta que España L’acudit 1.000 persones al carrer La Xarxa d’atenció a persones sense llar ha realitzat un recompte de les persones que dormen als carrers de Barcelona. Ho ha aconseguit amb la col·laboració de 930 voluntaris i voluntàries que van recórrer tota la ciutat dividits en 216 grups. Es van comptabilitzar 941 persones dormint a la intempèrie en places i carrers, d’elles 684 homes, 52 dones i 175 “desconeguts” (que no es van poder identificar). L’Eixample és el districte on es van trobar més persones (220), seguit de Ciutat Vella (185) i Sants-Montjuïc (144). 1.973 persones pernocten en albergs socials i municipals. En total, a Barcelona es coneix la xifra de 2.914 “sense llar”, i un de cada tres dorm al carrer. Persones amb un nom i dos cognoms la situació de les quals es deteriora de manera molt ràpida al poc de viure en aquestes condicions extremes. Els motius d’aquesta realitat social són molts i diferents i no hi ha una única causa. La desigual societat actual, la dura crisi existent, no són alienes a la situació. La iniciativa que ha portat a terme la Xarxa és important per conéixer una realitat poc visible que s’ha d’encarar de manera col·lectiva. Zeta gasta anualmente 17.500 millones de euros en mantener unas fuerzas armadas que a todas luces están sobredimensionadas, ya que no se ven por ningún lado los posibles “peligros” o “amenazas” sobre nuestra población o territorio: por el norte no, al estar integrados en la UE. Y por el sur tampoco, porque estamos bien relacionados con los países de esa zona y porque nuestro potencial militar es cincuenta veces superior al de cualquiera de estas naciones”. Preguntado por la razón de que sea precisamente el movimiento sindical el menos interesado en el tema, Ortega responde que “aunque las direcciones de CCOO y UGT postulen la reconversión de las industrias militares en industrias civiles, a las secciones sindicales que tienen en los comités de empresa de las industrias armamentísticas no les gusta que se diga que hay que bajar los presupuestos militares: ello podría suponer menos compra de armas y, por tanto, posibles ERE en esas compañías”. El sol se pone en la cercana plaza del Pedró, y en esa hora, un tanto melancólica, no puede dejar de evocar el drama de los refugiados sirios, a los que no duda en calificar como “la consecuencia más visible, directa y brutal del militarismo hoy en día”. “Siempre se nos ha dicho que las guerras son inter-estatales” -explica- “pero eso es relativo: nunca como hoy, desde la llegada de la globalización, las guerras han sido tan universales. Todos los estados intervienen, de una manera u otra. Y la guerra de Siria, donde hay implicados múltiples actores, es el paradigma. Desde el primer momento, una serie de países apoyaron a los “rebeldes” y otros, al régimen. Y España no es una excepción: hemos suministrado armas a Egipto, Arabia Saudí y Turquía, países que a su vez han proporcionado ayuda militar a los “rebeldes”. Es decir, estamos implicados, somos actores directos”. Y remata: “los refugiados sirios, por tanto, vienen de nuestras guerras”. MONTSE CABO