Señores, Soy catalana y de lengua materna catalana. En catalán he criado a mi hijo y en catalán hablo con mi marido y mi familia. También soy escritora en lengua catalana. Me he sentado con mis conciudadanos catalanes para decirles que el catalán, como otras lenguas del estado español: el vasco, el gallego y el valenciano está reconocido por la Constitución española como lenguas cooficiales en sus Comunidades Autónomas. Sé que muchos de ustedes son miembros de minorías lingüísticas que han de luchar para ver sus derechos reconocidos. Pero el caso catalán es todo lo contrario. El catalán es desde hace años un instrumento del establishment de Cataluña para apuntalar una agenda nacionalista. En la administración de Cataluña, el catalán es lengua absolutamente preferente sobre el castellano. En Cataluña, los niños estudian solo 2 horas semanales de español. ¿Se imaginan a los niños franceses recibiendo sólo dos horas de clase semanal en alguna de sus regiones? ¿O dos horas de inglés? ¿O dos horas de alemán? Diversas sentencias han dictaminado que se impartiera una hora más de español, ¡una hora!, pasando a tres horas. Y a eso se ha negado el gobierno regional catalán manteniendo los planes de estudio y prevaricando así de forma ostensible. Existen casos de niños que cuando la familia ha solicitado el cumplimiento de la sentencia se han visto obligados a cambiar de centro escolar pues se les ofrecía a cambio un apoyo fuera de su grupo de compañeros que les dejaba estigmatizados. Se interviene en el ámbito privado obligando incluso a pequeños propietarios de restaurantes, zapaterías, carnicerías, a rotular sólo en catalán animando a delatarles a los vecinos. Muchas comunicaciones oficiales le llegan al ciudadano que vive en Cataluña solamente en catalán, conozcan o no bien la lengua incluso a riesgo de que no comprendan una comunicación importante que podría acabar en multa u otro daño. Señoras y señores diputados, en Catalunya el problema de fondo no es con el catalán, sino con aquellos que creen que solo el catalán es lengua propia de Catalunya ya que con ello mantienen la ficción de una nación distinta a la española que les permita seguir controlando el poder en Cataluña. El informe recoge anécdotas sin ningún rigor científico sin ninguna estadística que, en el caso de que sean ciertas, sólo reflejan las fricciones, en este caso de bajísima incidencia, que se dan en cualquier sociedad bilingüe. Yo también les pondría contar muchas en las que he sido insultada y calificada de traidora por decir bien alto que somos una tierra bilingüe y que defiendo la unidad de mi país. Para muchos catalanes, incluso los que como yo somos de lengua catalana, este informe es una expresión más del "talibanismo lingüístico" de personas que se dedican a generar problemas donde no los hay en una sociedad como la española, la más abierta y tolerante en derechos lingüísticos de toda Europa y quizá del mundo. Teresa Giménez Barbat Diputado en el Parlamento Europeo Grupo ALDE Bruselas, 17 de marzo de 2015