¿Es necesaria la ciencia? Para ello deberíamos hacernos esta pregunta: ¿cómo es posible pensar en el desarrollo de la humanidad sin el progreso científico? Hemos visto a lo largo de la historia grandes avances en todos los campos: física, medicina, química, biología, etc., apoyándose siempre en una tecnología que parte de los descubrimientos de la ciencia. Con el paso del tiempo observamos que los grandes logros científicos nos han traído el desarrollo de una tecnología que ha servido al hombre para su progreso tanto intelectual como físico y han creado un mundo más cómodo. Un mundo en el que el hecho de contar con las necesidades básicas cubiertas ha permitido que se potencie la inquietud por conocer el porqué de las cosas. Gracias a esta insaciable sed de saber hemos sido capaces de grandes avances que en la actualidad resultan imprescindibles para nuestro día a día e incluso para nuestra supervivencia, desde una simple bolsa de plástico a creaciones más sofisticadas como cualquier medicamento. Hasta el más mínimo descubrimiento puede suponer una gran revolución en el mundo de la ciencia, y por consiguiente, en toda la humanidad. Un ejercicio tan aparentemente simple como plantearse un mundo sin ciencia nos permitiría darnos cuenta de lo importante que puede llegar a ser. La ciencia se basa en la observación y en el pensamiento. La suma de ambos conceptos se concreta en la investigación y sin ésta resulta evidente que no puede haber avances. Por ejemplo, por mucho que hubiéramos invertido en palomas mensajeras, nunca habríamos conseguido móviles u ordenadores si no hubiera habido científicos que se empeñaron en ir más allá, no dando por definitivos los avances conseguidos en el ámbito de las comunicaciones. Los científicos son como los valientes exploradores que quieren ir más allá de lo que nuestros ojos ven, tanto fuera de nuestro planeta como en la más mínima partícula dentro de este. Porque entendiendo de dónde venimos podemos ser capaces de crear un gran futuro. Por ejemplo, quién no ha soñado con la teletransportación como forma de evitarse las incomodidades de un viaje. Pues bien, gracias al progreso científico puede que dentro de unos años sea posible y pase de ser algo imaginado a una realidad. Esto podría empezar con un pequeño avance, como ha ocurrido con el último gran descubrimiento de la ciencia: el Bosón de Higgs. Sabemos que es la partícula que faltaba por descubrir dentro de la física de partículas y que, gracias a la fricción que crea con el resto, da masa a todas las demás. Puede parecer un insignificante punto en el vacío, pero sin esta diminuta partícula el mundo sería totalmente distinto al que conocemos. De hecho, no existiríamos. Este último descubrimiento se ha logrado en el CERN, aunque el mérito hay que atribuírselo no sólo a la gran cantidad de ingenieros, físicos, matemáticos, etc. que trabajan allí, sino también a las aplicaciones de computación que permiten a grandes grupos de científicos, distribuidos por todo el mundo, trabajar en un mismo proyecto. Es decir, se ha creado una red mundial por la que se envían inmensas cantidades de datos sobre el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), el instrumento que ha permitido confirmar la existencia del Bosón de Higgs. Científicos de todo el mundo se han unido por una causa común sin importar nada más, con lo que no sólo han confirmado un descubrimiento histórico sino que han demostrado que juntos se pueden lograr cosas que serían inimaginables si cada uno trabajara por su cuenta. Esperemos que esto nos sirva de lección y que, a todos los niveles, seamos capaces de asumir que sólo con el trabajo colaborativo y el intercambio de ideas y experiencias conseguiremos un gran futuro. Al igual que durante toda la historia ha habido grandes científicos que han hecho posible nuestra forma de vida, afirmo con rotundidad que siempre existirán científicos con el deseo de avanzar en ciencia por el progreso de la humanidad (¡como yo!).