Tihuanacu CAPITULO I SUMARIO .-El valle de Tihuanacu.-Aspecto físico.-Su clima y sus condiciones fisiográficas antes y ahora.Los pacajis.-Su antigua -cultura.-Pacaji bajo las dominaciones kheshua y española.-El actual pacaji Apariencia generál de las ruínas .-Principales grupos El Tihuanacu subterráneo.-Destrucción implacable de Tihuanacu desde el arribo de los españoles.-E1 hombre civilizado, agente terrible de destrucción.-Impresión de los incas y los primeros españoles a la vista de la ruíuas l o--historla~s-anti„ues Los-estudios modernos. El valle de Tihuanacu (1) comienza en el nudo de Amukala o harahuillki, y se extiende entre las cerranías de Quinsacha* Del tomo 1, ya impreso, pero aún no dado a la circulación, de la HISTORIA de BOLIVIA de don José María Camacho, reproducimos, con permiso del autor, los capítulos pertinentes a la gran metrópoli andina. [11 Tihuanacu, así, como usamos, siguiendo al nativo aymara que es a este respecto la mayor autor¡- Para la dirección de los trabajos prelíminares de un mapa provisorio , lo mismo que para la definitiva Guía arqueológica de Bolivia, cuenta la Sociedad Geográfica con honYbres capaces y entusiastas , quienes no lo dudamos , se prestarían a ello. Entre otros nos place señalar al profesor Arturo Posnansky, cuya preparación y laboriosidad ofrecen , la mejor garantía de éxito, como ya sus importantes trabajos tienen comprometida la gratitud y la admiración, de todos los cultores de la ciencia. - 12 ta y Llocolloco, las cuales , siguiendo líneas divergentes y ensanchando cada vez el valle, corren desde aquel punto al norte hasta rematar en el Titicaca, en su parte meridional llamada Huiñamarc.a. Una de las serranías, la oriental o de Llocolloco, penetra todavía algún espacio en el lago, y forma la punta o península de Taraco. La otra, la occidental, se tuerce hacia la izquierda antes de llegar a las aguas, y continúa por sus orillas, circunvalándolas y haciendo oficio de represa, hasta romperse en el Desaguadero. En esta serranía se destacan las elevadas cumbres del Chilla y del Quinsachata, cerros corpulentos, constantemente azotados por las tempestades y.no escasos en vetas de dad, y nó Tiarhuauc eu , como siempre e impropiamente ha sido llamado. No deja de tener su importancia este esclarecimiento , principalmente para los etimologistas , quienes pueden orientarse mejor en la discusiós-filológica que ts.l nombre ha suscitado. Entre los historiadores de Indias sólo el P . Coba, en su Historia del Nuevo Mundo , escribe alguna:- . -eres Tihuanacu , acaso sin intencion, y entre los ardores modernos son todavía muy contados los que, tomando nota de nuestras inquisiciones (aunque sin referirse a ellas ) hubiesen adoptado la verdadera denominación de este pueblo . - Squier le llama Tialaucaüuco! - Por descuido o porque el oído no estaba acostumbrado a los idiomas americanos, los escritores españoles desfiguraron desastrosamente los nombres indígenas ; y el no habérseles rectificado a tiempo ha sido causa de que estas alteraciones prevalezcan, ocasionando no pocos errores y confusiones en la historia y la geografía de estos países. 13 cobre, plata y cinabrio, que fueron explotadas con algún suceso en los últimos tiempos coloniales. Está el valle a 3900 metros sobre el nivel del mar, y mide unos 45 kilómetros de largo, por más de 25 en su mayor ancho. Suavemente inclinado el suelo de sud a norte y ligeramente sinuoso, con ondulaciones y oteros cuyas cimas no exceden de treinta metros de altura, preséntase a. la vista del viajero sin ostentar particularidad notable ni predisponer el ánimo en su favor. El clima es frío, el terreno es arcilloso, compacto y medianamente fértil, sobre todo en las Hartes beneficiadas por el riego, y su flora partici-, pa de los mismos caracteres que la del resto del altiplano, baja, rala, descolorida y desmnedrada, dominando entre sus pocas variedades el huicho, la tola y algunas valerianas. Por el medio corre perezosamente sobre un blando lecho de limo, el ríó Huaquira, muy escaso de agua en el invierno. Nada deja sospechar su pasada grandeza ni la justa admiración que hoy mismo provoca. Al igual de los demás sitios de la gran meseta, con el cielo diáfano y el aire sutil y cortante, sus campos parduzcos y aparentemente yermos, son de una monotonía abrumadora. No está aún averitiaado Basta donde se extendía el lago en le tiempos en que Tihuanacu florecía. Si, como fundadamente se presume, las aguas de este gran depósito - 14 besaban entonces sus muros, habría que consentir en que una atmósfera húmeda, al servirle de abrigo disminuyendo la irradiación solar, bonificaba su clima y le permitía, como se observa ahora en las islas, lucir una Vegetación más franca y vigorosa. Ni. correspondía a uii pueblo de tan altas facultades, escoger por sede un sitio cuyas condiciones climatológicas friesen inferiores a otros puntos de la misma región (.1). Pero, con carecer al presente de las influencias benéficas del lago, no ha perdido las cualidades y ventajas que le hicieran aparente parada vida sedentaria. Es. un país normal, sano y socorrido, eminentemente agrícola y pastoril. Fuélo con mayor razón antes, d.- tal ,modo que el hombre primitivo, a despecho de sus tendencias nómades, tenía que estarse allí, pegado a la tierra, para que la tierra le provea de los ganados y cereales que asegu[1] Util hubiera sido saber, qué (1.' rancia había de las orillas del lago a Tilluanacu cuando arribaron los españoles. Pero sobre este punto la disparidad de las noticias que hemos alcanzado es completa. Mientras que en la Descrip. de la Prov. de los Pacates se dice que una legua, y el P. Cobo afirma que cuatro, el clérigo Alcobaza, paisano y corresponsal del inca Garcilaso, le escribía ases>ur.índole, que Tihuanacu "estaba pegado a la. laguna", y que en cierto edificio —la laguna batía en un lienzo de los del patio". Com. . Real., parte I, lib. III. cap. I.. Deberenmos advertir, desde luego, que la descripción de Alcobaza es muy fantústica, lo que Hace suponer que este buen clérigo no conocía Tihuanacu sino de oídas. - 15 - iI ren su conservación y sustert.o. La papa, la quínua y la cañahuia le daban copiosas cosechas, y en sus prados medraba la llama, hermosa y muy útil bestia, carguera, de carne nutritiva y abundante vellón (1). Aunque apenas hay constituídas en él tres reducidas aldeas, Huaqui, Tihuanacu y '1'araco, ahora cabezas de cantón, contiene sin embargo, numerosos caseríos desparramados en todas direcciones y habitados densamente por indios aymaras (2). Estos ¡tidios pertenecen a la gran familia de los pacajis que parten términos con los uuiasuyus por el norte, con los quillacas y los carankas por el sud y con los lupacas por el oeste (3). (1) —Es provincia riquísima de ganado de la tierra, y es el mejor., los carneros más bien hechos y que llevan más carga y valen más que los de otras partes." Ob. Lizárraga, Descrip. del Perú, Cap. xci. (2) La población rural y 'urbana de estos tres cantones, que ocupan aproximadamente una extensión territorial de 540 k. c., alcanza a las siguientes cifras (censo de 1900) : Tihuanacu, 5410 hab. ; Huaqui, 4460 hab. ; Taraco, 3486 hall. Total 13,386 , o sean 25 habitantes por k. e. -En 1583 tenía Tihuanacu más de 800 indios tributarios distribuídos en diez estancias o caseríos. [31 Relac. Geogr . de Indias, Descrip . de la Prov. de los Pacaxes.-1,Desde el Desaguadero hasta los Quillacas, todo comunmente se nombra Pacajes". Ob. Lizárraga, Descrip. del Perú, cap. xei.-No sería difícil determinar con alguna exactitud, los límites primitivos de la nación pacaji. va que el aborigen, endógamo como es, ha tenido mi '-,'vos para conservarlos sin alteración a través de los tt^tnpos y de las dominaciones que en ella se ha n sucedido. Chuquialit<, ahora la ciudad de La Paz, es pacaji. -- 16 Son 'pastores y. labradores, y su c-ondición actual, desde que el rasero de la Espacia colonial igualó a todos, tampoco les distingue de las demás familias , aymaras . Antes, en los tiempos incáicos, eran tenidos con respecto a los-otros pueblos por más ordenados y cultos, hablaban su lengua con más pureza y elegancia (1 ), disponían de mucha hacienda y alguna industria, como que entendían en el laboreo de minas y sabían fundir y batir me;tales; pero, sobre todo, gozaba¡¡ de los prestigios de una tradición que se confundía con los mitos geuésieos del mundo. El dominarles y asimilarles a su suerte. no había sido empresa llana para los incas. Estos tenaces guerreros que por todas partes extendían la invencible mano conquistadora [11 Así lo asienta también, el P. Bertonio en el Prólogo de su Arte y Gramática de la lengua Aymara, y agrega, que él se propone enseriar el armara de los lupacas, aunque el de los pacajis —entre todas las lenguas ainlaraicas tiene el primer lugar, y es mucho más elegante que todas las demás".-Y a propósito de este nombre de Pacaji, que Bertonio. Garcilaso y otros escriben pacassa, contra el uso :x ral de los mismos pacajis, permítasenos decir algo sobre su etimología La voz paca, en armara, significa águila, y entra en la composición de los nombres con que se conacían otras naciones fronterizas o próximas a Pacaji, como Lup^crea ((p( paca, águila sol), Tsrapuea [tara paca, aguila doble o águilas pares], cte. ¿ Procedían estos pueblos de Pacaji, y conservaban por eso, a nodo de apelativo, el nombre que les recordaba su común origen? La suprema deidad lila Ticsi Huirajocha se llamaba también Taapaca. r rindiendo pueblos y ganando tierras, trape- . zarona con la denodada resistencia de los bravos pacajis, quienes, al defenderse, les hicieron saborear no pocos reveees.. Sin duda que en aquellos días se en<nbttraban ya los pacajis en un período de: plena decadencia; pero sería éste un motivo más para admirar en su coraje y su amor a la independencia los dlti¿nos destellos de su antigua grandeza. Los mismos paca jis contaban a iors - primeros espafioles los episodios dei - aquella lucha, largo tiempo sostenida por sus abuelos al abrigo de una de sus llallahuas (1);...y el escritor de la estirpe de los incas que más al menudo refiere las campañas del pueblo cuzqueño, nos habla también de los combates en Ajha_ iu.iri, que él escribe Cae-yaviri (ahora Caquiaviri), donde al final de cuentas, pudieron znús eigtraUgtmbz que la fn rza (s). . Desde entonces quedó reducido Pacaji a provincia cuzquetia, y dividido su vasto territorio en dos distritos: Hatuu Pacaji al levante del río Desaguadero, y Urin Pacaji al poniente de este río hasta las altas cumbres de la cordillera occidental de los Andes (3). ( 1) Relac . Geogr. de Indias, Descrip. de la Prov. de los mes. [2] Gu cilaeo, Cona . Real, pasa I. lib. M, oaps, 11 ['] Garcilaso,; Com. Rea], parle I, lib. II, cap, XX,y lib. III, cap. II.-Son comendables los conocimientos georáficos de este autor, y con sólo loa dan, 3 - 18. Más*tarde, uno de los principales pueblos de Hatu n Pacaji, Tihuanacu, ale anz6 en.el sud, el rango que cupo támbión a Jauja en el norte, y fue el asiento 'del Euyúyo1 Apu, o sea de una segunda ántoridad del imperio, instituída, al parecer, por Túpaj Yupanqui, para compartir con ella las complicadas fúuciones del gobierno [1].. Supieron todavía los pacajis, cuando la co' uista eapalola, substraerse al p hico de que se hallaban poseídas las masas peruanas y ejecutar un postrer esfuerzo de resistencia, primero, deteniendo en el Desaguadero, cuyo. puente cortaron, a los soldados de Iiernando y Gonzálo Pizarro, y después, encabezando aquella corta, -pero valiente campaba, que terminó con tan poca ventura para ellos en los valles e Pócm-a Y l Chareala (2). Al advenimiento de esta nueva dominación perdió Pacaji su importancia social y sus preeminencias políticas; y aunque por la calidad de sus campos y-el . número de sus pobladores fué muy codiciado de los vecinos de La Paz, quienes obtuvieron ali - sus niejotos que su libro contiene podría formarse una mediana carta etnográfica y política del vasto imperio de los :.e. (1) "Tuvo el tnc :, dos gobernadores generales en el imperio llamados Suyuyoo Apu : uno residía en Xauxa, y otro en Tiahuanacu en el Collasuyu." Sarmiento de ~boa, Hist. Indica, parte II, párr. LII. (2) Herrera , Hist. Gen. dec . VI. lib . VI, caes, VII y VIII. -19 res encomiendas (1), lao llegó a despertar mayor interés sino muy tarde, casi, un Y-1g1o de consumada la conquista, y sólo cuando yo reconocieron sus minas. Y es singuiar.lo que pasó con ellas. Pacaji había; sido en los tiempos incáicos un centro minero en plena explotación. Cada pueblo poseía su mina, y todos, conforme a las - leyes del Cuzco, concurrian con Ja prestación-de sus. productos al esplendor de los templos y a las necesidades de la industria y de la guerra. La cuenca de Chuquiahu proveía el oro, y los cerros de Choque piña, Pacokhahua, Tihuanacu,. Uilotua y Kakenkora proveían la plata y el cobre. Pues, tal mañana se dieron los paca- . jis para burlarla codicia castellana. ocultando sus latinas, que por, todo aquel tiempo y sin embargo de se-guir supo dar con ellas (u). No conocemos ningún estudio sobre el (1) —Dejarnos la ruano derecha la provincia llamada de los Pacajes, donde los más de los vecinos de La Paz tienen sus repartimientos". Ob. Lizárrega, Descrip. del Perú, lib. I; cap. XCL-El capitán Juan de Vargas, uno dedos fundadores de La Paz y su primer alcalde, fué también el primer encomendero de?lhuaainacu . Y. Cieza de León. Cron. del Perú, parte I, capCV-P. Cobo, Hist. del Nuevo Mundo lib ..XIII, cap. [2] Hasta 1583 en que según Jiménez de la E`spada, no fué aún escrita la Descrip. dic ^,It y,Prov. de los Pacaxes de que es editor y que venimos citando, eran todavía desconocidas las minas de Tihuanacu. "No tiene minas ni salinas" dice la relación aludida. Pero en 1637 el líe. Barba, la más - alta autoridad en - 20 actual pacají,ni creemos que haya diferencías étnicas substanciales entre ésie y los demás aymaras que pueblan el altiplano. El tipo es el mismo, las costumbres no difieren, y su -índole, sus aficiones y preocupaciones son igualmente idénticas. Es fuerte, belicoso y bravo, pero el palo y las trapacerías de sus amos, en especial del, mestizo, .quien le tiraniza de más cerca y lo explota, lo han . hecho huraho y cauteloso. Sobre su pasado se muestra aún más ignorante de lo que su propia ignorancia le permite. Como todos los avsnaras! Casi en el promedio del valle de Tihuanacu, al costado izquierdo del río Huaquira, sobre el ancho llano que oe extiende al pié del'r Quinsachata, yacen las ruinas de la materia y el más exporto cateador de su siglo, hace yamención de las que hemos nombrado en el texto. Dice además : " En las punas o páramos de Yulloma, en los Pacages, se tiene también noticia hay minas muy ricas, trabajadas de los Indios, y. no descubiertas hasta ahora. Ha sido muchísima la cantidad de pedazos de plata que llaman corriente , c. e en esto pueblo se ha rescatado, y aún yo alcancé algunas reliquias de ella. Más cierta es aún la noticia de que tiene mina rica el pueblo de Caquingora, de la misma provincia de Pacages , pues se hallan en sus calles y paredes de las casas metales de mucha ley, de que soy testigo de vista . De otros muchos pueblos corre la misma fama como también la hay constante de que en tiempo de los Lucas cada una de las parcialidades o Ayllos tenía su particular mina ". Arte de los Metales, lib. I, cap. XXVIII. Según este autor , sólo las minas de Berenguela fueron primitivamente laboreadas por los españoles.- —Yr unas extraordinarias construccion s. Están esparcidas en el espacio de algunos kí lómetros, y presentan al primer golpe de vista, el aspecto imponente de un vasto depósito de materiales que el esfuerzo humano hubiera acumulado por siglos para la más gigantesca de sus edificaciones. Son columnas, jambas, umbrales, cornisas, estátuas, pórticos, receptáculos de agua, canales, losas, si.llares, todo de arenisca roja o de traquita muy compacta, y que por sus enormes dimensiones, por el esmero de su labrado, por su pulimento, sus cortes, sus rebajos y esculturas, figuran como las más perfectas de toda la América, superando su perfección artística y geométrica, según-la apreciación de hombres expertos, a cuantos trabajos de piedra salieran de mtnos de los artífices antiguos, así del nuevo como del viejo continente (1). De- pronto parece imposible a la imaginación, reconstituir las obras monumentales que esas piedras representan, pues se hallan tan revueltas o entreveradas como si el campo hubiese sido sacudido por un espantoso cataclismo. Pero a'poco que se las ob(1) "Puedo decirlo, una vez por todas, y ponderando cuidadosamente mis palabras : en ninguna otra parte del mundo he visto piedras cortadas con una precisión tan matemática y una Labilidad tan admirable como en el Perú : y en to<}. el Perú, en ninguna otra parte las he encontrado comparables con las que se ven esparcidas en las llanuras de Tihuanacu". 0. E. Squier, Perú, Incidents. etc. chap. XV. 2 2 serva. y que se penetra en el dédalo, siguiendo las líneas marcadas por los bloquea que han quedado en pié, se descubre la planta de grandes y extrañas fábricas, preparadas con arte y ejecutadas con arreglo a un plan superior. Es Tihuanacu, la ciudad misteriosa e incomprensible del altiplano andino, la Baalbek del Nuevo Mundo, como se le ha llamado. Las principales ruinas, o sean las ruinas reconocidas por ser las más ostensibles, corresponden a cuatro grupos. Están más o menos juntos doy de estos y separados de ellos, teniéndoles casi al medio, los restantes. Aquellos se conocen con los nombres de halasasayi y Akapana. Los últimos con los do Cauatatalcita y Pumapuncu. Los cuatro miran al oriente, y podrían representarse sus respectivas posiciones así: Kalasasava Can ta tall ita Akapana Yumapuncu Cantata] lita, como se ve, es el cupo más oriental. El lugar puntuado ocupa la iglesia del pu3blo. Y aquí nos asalta una sospecha. ¿No habrá sido también esta iglesia, en su orígen, algún otro grupo, supuesto que los españoles acostumbraban aprovecharse de las construcciones del antiguo Perú para levantar sus edilicios, y así se aprovecharon - 33 los dominicos de los muros de Koricancha en el Cuizco para su templo, y loss agustinos los de las korpas en Copacabana para su convento? [ 1] Por lo demas, cada grupo o edificio parece haber tenido su destino especial; pero todos obedecen a una misma arquitectu ra. Su disposición, los cortes y molduras de las piedras, el sistema de mampostería, los bajorrelieves, las esculturas , se reproducen invariablemente , como si una sola idea, un solo artífice y un solo compás hubiesen intervenido en tan vastas y complicadas construcciones . Para trabajo de una generación es demasiada obra; para obra de algunas generaciones es demasiad? a uniformidad. Aparte de los grupos nombrados, el campo se halla sembrado de piedras, con la particularidad , especialísima de Tihuanacu, de que todas ellas, hasta diríamos que absolutamente todas, están primorosamente labradas y alizadas. No hay una sola que no hubiera pasado por las manos del hábilcantero, y aún los dos o tres raros bloques que yacen tendidos por ahí y que parecen salir de la regia y singularizarse, acusan en sus caras los desbastes del cincel. Para explicar esta característica , que representa una [1] Corrobora esta sospecha la existencia de ciertas bóvedas subterráneas en los dominios de la iglesia. Más de una vez se lial pretendida penetrar en ellas, aunque sin lograrlo, a causa de =tirada oposición de los indios. -24-.labor imposible con relación a las pobrísiinas herramientas de aquAllos tiempos, se ha supuesto que los obreros poseían el arte maravilloso de ablandar. y amasar tau . duro material. Ahora mismo, los pobladores de la comarca están llenos de esta pueril e inconsistente conjetura. Pero tal es la profusión de piedras, tal era sobre todo en los primeros ajaos coloniales, que por dondequiera que se dirigía la mirada se las hallaba, g en cualquier punto que se excavaba se las descubría. Esto. lo refieren con asombro los escritores que acertaron a pasar por allí. en aquella sacón (1), y agregan, que era corriente entonces la creencia de que debajo de las ruínas que se veían a flor de tierra, había sepultadas otras no menos admirables que eo'rrespondían a una gran ciudad (2). Qretan (1) —Ultra de las [piedras] que se han caído de los edificios como otras muy grandes que están apartadas de ellos,pone admiración ver las que se sacan de debajo de la tierra y el modo como se hallan ; porque estando como está el suelo de todo aquel campo, llano, parejo y cubierto de yerba, sin señal ielguna de barrancas ni derrumbaderos, en cualquier parte que caven la tierra por más de media legua en torno de las ruinas sobredichas, a uno y, a dos estados de hondo se. halla el suelo lleno destas piedras labradas". P. Cobo, Hist. del. Nuevo Mundo, loc. cit. [2] P. Oliva, Hist. del ucino y Prov. del Perú, lib. I, cap. II, párr. III.-P. Cobo, Hist. del Nuevo Mundo, loc. cit.-Ob. Lizárraga, Descrip.. del Perú, etc. ; lib. 1, cap. LXXXVIII,-Estos autores visitaron Tihuanacu entre los años de 1600 a 1620, que eran justamente los tiempos en que el cura del lugar, don Pedro del Castillo, andaba ocupado en la construcción de bien los que así pensaban, porqúe parte de las construcciones de Tihuanacu han debido ser realmente subterráneas, ya que no pocaa de las que se han hallado tienen esa disposición, y porque otras,. sin haberlo sido, han debidci no obstante quedar cubiertas, en el transcurso dejos siglos, por las capas soimentarias que los vientos , y las lluvias, lenta pero constantemente, desprenden de las alturas y acumulan en los valles. Acaso por esto mismo el suelo de Tíhuanaeu sea desigual. Se notan en distintas direcciones ciertos rebordes que no corresponden a la uniformidad de la planicie que le. rodea . Parece que marcaran escalonamíenla iglesia, una obra de mucho cuerpo, maciza, pesada y tosca áebde el punto de- vista arquitectónico, pero notable., como se la puede ver al presente, por cuanto todo el material en ella empleado son las piedras de las ruinas 1 Y aunque uno de aquellos autores, el P. Cóbo, abona al cura Castillo por su diligencia en la conservación del Tihuanacu monumental, el sólo hecho del trabajo que tenía entre manos, es un motivo para señalarle como a su más terrible destructor. Para probar el cura cóalo todo el subsuelo de Tihuanacu era tanto o más rico en piedras que la superficie, contaba que un día mandó al maestro de obras que esculpiese las dos estátuas de piedra de San Pedro y San Pablo que ahora adornan el frontis del templo.Fero de qué piedras se han de esculpir ? observó peresosamente el maestro.-Que no hay piedras en Tihunnacu? repuso amostarndo el cura ; pues aquí mismo donde estarnos las hay. Llamó obreros, hizo cavar el sitio, y antes de mucho, aparecieron unas hermosas traquitas, grandes y finamente lab adas, de que fueron hechas las dos estátuas A tes sístetaticos y sucesivos,- una a síón ca. i impercplible, pero constante, de los estre¡nos al centro, como si ee hubiera suspendido el. piso de intento. El actual pueblo se halla dentro de esta zona . Entie&-toy-lasruínae se levantan pequeños oteros, sin apariencias arqueológicas, pero qué posiblemente forman tambióñ parte de las ruinas . La fantasía, que n€cuca te det€eue een su% vnelosa, ha hecho ver en estas desigualdades del terreno, principalmente en sus relieves y depresiones más lejanas, las sefialee evidente del Tihnanaeu industár al : puertos, muelles, fondeaderos, carrales, fosos: el lago golpeando con sus olas las calzadas: los pescados tendiendo sus redes : las balsas descargañdo los enormes bloques -para la fabrica de la gran cicad d; y una mul itud de esclavos o de vencidos dando formas artísticas a la dura piedra y purgando con estos trabajos forzados su angustioso ..cautiverio ...... Algo* de esto ha debido haber quizá; pero haremos bien en guardarnos de incurrir en tales inducciones, que no han pasado todavía l r las pruebas de una seria al mediana investigación.. Supuesto qüe buena parte dé estas rufuna se encuentra baso de .*a, -hese i dificil formar un concepto cabal dé Tihuanacu por la sola observación de los grupos que se hallan a la-vista ; y 'como estos mismos grupos -han sufrido una verdadera demolición, t dificultad de entender a ueilas .ruinas se .torna insuperable. Comenzó la obra devastadora al arribo de los primeros colonos españoles que se aveciudaron en aquel lugar, ctuie:a en su irrevereecia por las reliquias indfgenai , emplearon sin reparo las mejores piedras en la edificación de sus templos, sus casas y corrales. agel^€ir ot atar, atraídos por la majestad de tan imponentes restos y con la esperanza de encontrar en ellos los tesoros que- la fama pregonaba,,istruyeron muchas tate ivcag nouutne les que asir se hallaban en pie (l) Mero para estos la empresa se les hizo difícil, dispendiosa y, finalménte, estéril. El la agnifico Tihuauacu fué una decepción : no guardaba más tesoros que sus propias ruinas (•L) Así principió el desmantelamiento de. la gracc ciudad [ i] "Y a la verdad, esta codicia de haber los tesoros que la fama publica estar aquí escondsdos, ha sido quien más ha desbaratado y arruinado esta fábrica". P. Coto.,Hist. del Nuevo Mundo. loc. cit. [2] Malísima impresión dejó en los españoles esta 4 nelica2;le pobreza de Tihuan acu, y ello se advierte en el modo azás irónico y desmayado con que del asunto se expresan los escritores de esa ípoea. Así el ob, Li rragu dice : ' l ,fas lamber allí grasa s~ de te=,oro e t sao ; háse busto con dts eneta. ; naás, como andan ae-ie ;aas loss lnazc: o€es, no han dado con ello, sólo dan con la mata que sacan .de la bolsa para el gasto Deser` n. del" Perú, loc. cit.Parece taahbién que la super; ;ición traía un tanto enfrenúda la codicia de los buscadores, por lo que fe contaba del capitán Juan de Vargas, primer encomen- 28 milenaria, sin haber cesado un momento desde entonces. El mal ejemplo cundió hasta entre los indios, antes medrosos (1). Van ihtaan^acu e; s cerca de cuatro centurias que una cantera; pero una cantera sin dueiio, in_verisámil e` inagotable, que provée en abundancia para los trabajos de mampostería que se hacen en el pueblo y las haciendas del con_torno, piedras ertraordina'l ss, de todos tamnaaor- y calidades, y tai.as cortadas a"éscuadra y artísticamente labradas y pulidas. Ya algunos hombres de claro espíritu, a principios del siglo a vri, mostraban su dolor por .la suerte de estas preciosas reliquias, aunque se consolaban al reflexionar, que estando feliz mente Tihuanacu apartado de los grandes otros poblados, la destrucción estarialimitada por las' pocas necesidades de las dero de Tihuanacu. Este capitán , siguiendo las instrucciones de un desconocido, a quien el P. Cobo supoate el.demonio, excavó cierto sitio, y con gran satisfacción 'fué descubriendo algunas curiosas prendas : primero telas y cacharros, luego > •i esqueleto de un gigante , después una-cabeza humana de oro de gran tamaño. En esto vino la noche ojalá no viniera!; vióse'forzado el capitán a suspender el trabajo ; se acoatb, i y amaneció muerto Y "Caso que atemorizar mucho, a5s e el P . Coleo, y -qu%ó la. aedicia u los que la tenfaan °de proseguir clavando ". H st. del huevo Muado loc. ett. . [1] ""fasta los indios del dicho pueblo de Tiagua= -naco hacen sus sepulturas de muy lindas losas que sacan deseas ruinas '. P. Lobo, Hist. del Nuevo Mundo, loc. eit. 29 reducidas aldeas circunvecinas (1). Nunca suptsieron que había de venir un día en que en nombre del progreso sufriesen el más desapiadado- ataque que no vieran los Dores tiempos de barbarie. tia cabido pr eciar tau insigne vergüenza a estos primeros afos del siglo, xx. Un. ferrocarril se ha construido que pasa por en medio de las ruinas, y todas sus obras de cantería, puentes, canales, calzadas, estaciones, etc., etc., han sido hechas con sus piedras. El zapapico desenterró estátuas y. descubrió grandes muros subterráneos, como aquellos que sostenían la Akkapana : los sillares de los muros y las estátuas, convertidas también en silláres por los picapedreros del ferrocarril (y eran eur:#p os!) están ahora en los calicantos de la vía (•2). Con todo, y apesar de que esta última devastación ha hecho mucho más daizo en pocos meses, que no lo hicieran los buscadores de tesoros y les constructores' de ca en los cuatrocientos anos anteriores, esta otra (1) 4.Y yo tengo por sin duda q€ e si. estuvieran cerca de a tguu:} de las ciudades principales leste reino, hubieran sido de inuy gran utilidad y no hubieran ya dejado -tobre la tie a ni una sola piedra. Mas. í or ruiuo.laja& de las poblaoioestar , v amcaes , ca aa nes de espa€iotes, hay todavía tantas que fto la acabarsín en mucxos años °'. P. (;oigo, fist. del Nuevo Mundo, loc. cit. (2] Imposible contera . r a aquellos bárbaros. Contaban con el consentimiento ofici al; pues, los altos f uncionarios que interven en la,obra, no se llevaban de 30 <Itálica fama, pero irás fuerte que la llorada pnr el poeta, sigue viviendo y vencieh.do e hnponiéndose en el inundo arqueológico por su inextingible superioridad y gran-. deza.- Nada hay todavía, como Tihuanacu, que despierte --tanto interés, nada que atraiga tanto a viajeros y sabios, ni que se deje admirar más en utas tierras de *tuérica, tan espíe ida^^ entc dotadas de objetos dignas de admiración. Rasta dhlaumos, aunque de pronto ello parezca urea paradoja, que Tihuanacu está todavía por descubrirse. El . subsuelo, en efecto, no se liálla reconocido. -Como en los tiempos españoles, sobre él sólo flotan conjeturas, y tamr bién, como en esos tiempos, habría que . repetir que la tierra sigue 8scoudiendo la mayor parte,de los restos de-aquel pueblo s regular (i). No han dejado sius constructores más memoria de sí que estas magníficas ruínas, y tanto su origen o procedencia, si es que se ha de porfiar todavía en que no fueron auachaques arqueológicos y eran irreducil,.Ees. "Pero, si no son más que piedras !" argüía ano. Y otro, más cínico, agregaba esta atrocidad : "Tanto mejor para ellas; así se dirá con el tiempo que sirvieron a dos cívi li acíones"....De esta época 41901-1503] data la desaparición de muchas piedras escu€Pidaz y iúegatí os. algunos de los cuales figuraban en las ilustraciones de no pocos libros de viajes del pasado siglo: [1]. "Porque lo más del edificio esta debaxo de tierra no se puede ahora juzgar la grandeza del pueblo". P. Oliva, Hist. del Reino y Prov. del Perú, lib. I, cap. II, párr, 3. VIq 31 tóctonos, como el secreto de su admirable arte, se hallan obsc crecidos por ¡u sombras que envuelven los misterio del pasado. No obstante esta obscuridad, o_ mejor dicho, a causa de esta misma obscuridad , es fuerza recónocer, que aquellos hábiles obreros fuercu de los mas antiguos del _ mundo (1)._. Cuando los kheshuas invadieron Pacaji, encontraron ya. Tibuanacu en ruinas, ruin que los nativos pudieran dar,idea de su historia [ 2]. Sea cual fuere el tiempo de esta invasión, aunque h abría siem pre que referirse a unn a,él.^oca anterior por lo plenos en uno o dos siglos a la del descubrimiento . de .América, la gran litópolis era entonc s, corno ahora, un mito, y las leyendas confundían su origen con los orígenes del hundo.. Fácil es de e eu der ta. s i ue -sctttirían los invasores a la vista de Tihuanacu : ref re[11 Todos .os cronistas desde Cieaa'de Levan, que es el primero que se expresa admirado cía las ?uínas de Tihuanaca , están conformes en asignarles una grande antigüedad . " Yo para mí tengo esta antigualla por la más antigua de todo el Perú .: y así, se Vene que antes que los ingas reinasen, con muchos tiempos, estaban hechos algunos edificios destos, porque he oído afirmar a indios que los ingas hicieron los edificios „reu d s del Cuy por la forma que ct^rün tener la ranurau s. 0 pared que" . ve en ese r 4o". fin. de ii erú, parte 1, Cap. ,ov. [31 'Pas só ff3iuchi Pwsc cal a las hartes de Tyyay Vanacu por ver sus edificios q ne antiguamente llamaban Chucava , cuya antigüed:. nadie supo cleteruxinalia". P. Oliva, Hist, del Reino, y Prov . del Perú, lib. 1, cap. II, párr. 3. . fiaron su carrera triunfal, y queriendo admirar mejor la majestad y lserfeccióu de aquellas obras, plantaron sus tiendas por unos días al pie cte la Al pana (t). Hasta pensaron, pues así se cuenta, en la conveniencia de trasladar allí la sede de su ya ensoberbecida 'corte (1). Con el tiempo, como hemos visto, se estableció en Tihuanacu el Suyúyoj Apu. De utas. impresiones participaron tanibién, a despecho .de su despreocupación, lo españoles de la conquista. Ellos, que habían encontrado el imperio de los incas en todo su esplendor y <¡tic sin dolerse le redujeron a escombros en poco tiempo, sintieron asombro ante Tihuanacu, y al igual del ca que arribó el primero delante de sus deTru a ros, a ar<uz por ~ 13á tr. . Nadie la pudo referir. Pero, entonces, Tihuanacu conservaba un aspecto distinto del presente. Las piedras no habían sido removidas. Un temor supersticioso, el temor a la ,Ñankha, el genio que mora en las huacas y que se irrita cuando lo turban, 'as había mantenido intocadas. Apenas si se habla de [1] —Cuando el inca Eln* chi llegó a verle se holgo Jo ~ < raatests, g~&~ ' .atazi se ~yo w r algunos días en aquel pueblo m ~o las piedrts con intento de reedificalle". P. Oliva, Hist. del Reino y Prov. del Perú, lib. I, cap. 11, párr. 3. [2] —Y aun dicen mas, que los primeros ingas platic:roñ de hacer su corte y asiento della en este Tiaguanaco". Cieza de León, Cron. del Perú loe. cit. S3 que otra tentativa de r ec n eciót or- donada por el inca y abandonada luego [1]. - ,pesar de esto, y de la afluencia de espaiiioles a las tierras andinas desde los primnerm días de la conquista y de que Tihuauacu se encontraba sobre el camino princípal de los i ncas en la vereda del (`ollasuyo, siendo por consiguiente un punto obligado de y~, es es bkS al respecto de las rulnas sino muy tarde, un cuarto de siglo despczés de conocidas. Esta extraiga omisión se explica, por cuanto otros asuntos de interés palpitante atraían por aquellos tiempos la atención de las nuevas gentes del Perú. Así, las rivalidades entre los conquistador , to esfuersis libertarios de los últimos incas, las ,entradas, y sobre todo, las guerras civiles y la explotación de las minas de Potosí y Porco, eran otros tantos motivos que les preocupaban de preferencia, y cada uno, por sí solo, sobre tenerlos alborotados, - valía más, ciertamente, que las contemplaciones arqueológicas, de las que no sacaban ni hacienda ní fama. Se contentaban coir, ver las ruinas y admirarlas. Deducimos esta conclusión después de escrutar lo poco que conocemos del caudal bíbliográfieo de esa época. Entonces ni la llana noticia de las ruinas se -dignaron enviar a España los vencedo_res del Perú: tan cit. (1) P. Oliver, Hist. del Reino y Prov. del Perú, loe. .Y. 94 - to les iinportahai Nada supo, por ejeiup o piara _1552], cuya historia basada: únicaliiente en documentos e informaciones, re= vela una labor inquisitiva extraordinaria; porque Gómara ni sicquiera nombra. a T.pihuanacu. Fué Cieza de 'León.(1553), el primero en descorrer el velo que aquella indole.ue&a había tendido sobre ?as rtiíuas; y las breves, pero substanciosas líneas que a ellas dedica, presentándolas como <la antigualla más antigua de todo el Perú», muestra las altas dotes de observación de este célebre cronista: Siguieron sus pasos Polo de Ondegardo (15,61), el P. Acosta (1590). Gutiérrez de. Saeta, Clara (1603), el -Obispo Lizárraga (165), etc: Sólo el libro del segundo tuvo la suerte de salir en su tiempo en letras de -solde. Ahora que, fuera á+el de Oadegardo, los demás están publicados y es posible su !cotejó, se ve que estos autores en sus des cripcioiies no llegaron a la altura de Cieza. Este inéritó corresponde solamente al P. Cobo, escritor fidedigno. y de mucho eutendimiento; a quien debemos las ir;ejores noticias sobre Tihiianacu. El P. Cubo paseó las ruinas por vez prin eta, medio siglo después 'quc Cieza (1610), justá:mente en circunstancias en 4ue ei' cura del lugar, que edificaba un templo, hacía con ellas gran desbarate. Cóetúáueos de aquellos y no menos esti.inables, 'otros escritores como Betanzos '(1552), Molina (15702), Sarmiento de (Zamboa 11 3 (1572,) el P.- Oliva [1631,] etc., trataron también sobre Tihuanacu, pero desde un distinto punto de vista, el legendario o fabuloso, porque tampoco hay pueblo coi-no éste de donde Irás copiosamente hubieran, brotado los mitos v las leyendas (1). La impresión general que se recoge de estos escritos, es que entonces mismo se conceptuaban las ruínas de Tihuanacu como las upas notables del Perú por su antigiie dad y grandeza: Nadie las mentaba sin emplear la bipérbole, ni pasaba -por _ ellas sin detenerse, y había muchas gentes quecon el sólo fin de conocerlas emprendían largos -y penosos viajes (2). , Su fama se había. [1] Es sensible que no pueda figurar en el mismo azivel de les autores no nhrcidcas, el inca Oa rcílaaso de la Vega. Su temprana ausencia del Perú le impidió interiorizarse suficientemente de todas las curiosidades de la tierra cuyo historiador había de ser. No sabía de Tihuanacu sino lo que leyó en Cieza, el P. Acorta y algún otro, y cuando pidio nuevos y más completos inforines, su corresponsal,elclérigo Alcobaza, sólo le con tó los cuentos que allá en el Cuzco andaban en boca del vulgo. Acaso sin esta circunstancia, hubiéramos tenido sobre Tihuanacu, una fuente de información mucho más interesante que las proporcionadas por los escritores españoles, .o por lo menos, una versión más indígena. v animada con aquel colorido y sabor-local que ha hoc o deleitosos los `,Comentarios Reales". {2j "Casi no pasa por aquel pueblo hombre curio so que no las vaya a ver". Ob Lizárraga. Descrip. del Pero, cap. .I XXXVIII.-"V'solanientea verla grandeza del edificio vienen muchas 1p,_rsonas a verlas ale zcuchas tierras". Rel. Geogr.- etc.1>escrip. de lu Prov.: .de los Pacayes. imito, despertandr, invariablemente en ti os, una grand+4 admiración y una gran euric.idad: la curiosidad, cono hasta ahora, de saber quienes ftceron sus artífices. Aunque ya no se . podían apreciar, por lo ruinado de los edificios, las- formas y bellezas de su arquitectura, los hombree de aquel tiempo suplían este vacío supembundaatomente con la imaginación y el entusiasmo, calificando en consecuencia a Tihuanacu como una de las. maravillas, del mundo (1). Si hubieran de hacerse comparaciones entre lo que escribieron los antiguos, que a la vedad resulta bien poso, y lo mucho que tienen publicado los modernos, llegaríamos, e a éstos, _a una couelcasión inesperada kz). Es, en efecto, desconsolador lo que ahora pasa, y esta amarga impresión viene dejándosenos sentir muc ho más desde que estamos ocupados en el presente capítulo: los escritores modernos, salvas unas poquísimas excepciones, lejos de comenzar sus estudios arqueológicos por un réonocimieu- rsz6n-fié y aw.oralals este pncr.t1) i°Por blo de ` iaguazíaco, por haberse hecho en él un ctMicio tan sumptuoso y grande, que;puede ser contado por una de las maravillas del mundo'. Rel. Geogr. Descrip. de la Prov. de los Pacases. (2) En homenaje al LVII Congreso de Americanistas, cuyo personal vino desde Buenos Aires sólo a visitar las celebrédas ruinas, recorriendo por tierra un tra- to de Tittuanacu, de e. famifiarítama con él,,.' de empaparse corno sea posible en- el espíritu de avis t radiciones y ilu teogonía, de conocer los caracteres étnicos y antropológicos de la raza o las razas, su idióma , las peculiaridades locales, la: extensión de la zona de inttuenciá de ese gran pueblo, condiciones previas e iti^I€€= g al , ent' otras swiiicitas, que les habilitarían para tratar con alguna suficiencia materia tan obscura y . complega, cual es la expiicaa;ión del origen de.aquellos monumentos y los enignias - que contienen, se nos vienen de improviso, derechamente, a i € tituiricrr a su modo o su ca pricho, y a teorizar y contarnos como cosa cierta y averiguada, sus propias adivín iones e invenc i ues Y ina m U, extra'agaut es prejuicios. recto de 2,;28 kilómetros ( 1910), la Oficina Nac. de Est. y Prop. Geogr . compuso un libro con el cat í logo do las publicaciones referentes a Tihuanacu o relacionadas con él. Sorprendió la list't por lo larga , y eso que el paciente bibliógrafo, había omitido muchas piezas que, o no las conocía o se le quedaron en el tintero. Según dicho catalogo, en la bibloteca tiheunaqu€na huy trabajos de toda cuenta , de ulg(an a.nto o de ninguno, en distínt s €d.ionraats Fv c diveng aa tendenc s, y no escasean 1as^i aea mee gran lujo, llagadas con excelentes croquis, estampas policronaas_etc. etc. Para abreviar , y. como un seto de justicia, permítasenos decir, que entre tanto autor y t, nto libro no hay muchoBeque escoger, y que las lságiiii,s magistrales escritas por U., E. Squier, el ilustre arqueólogo americano, no han sido igualadas hasta ahora por ningún otro viaja,ro. Así no se descubre la verdad; así se la em- [i) í ritores ds este linaje cundieron en tos (alti. u?os tiempo cuino tuna plus. y llevaron su sudat.ria all n (le poner Zutanos profanes en leas ruinas para eje.. cntar empíricas y desatentadas excavaciones. Aun etaa.ndo siempre con éxito, que Tíhuanacu da, peona todo, estas e. cavaacioae infirieron, por lo lná±mo s las ruinas un t;;caio evidente, porque antes que una moj=a. ti6u al t nieto, 3 €das las coxa tic nes en que fueron lhechhaas, r e-s ul aron tina, pu-ov~Mm al robo. 3e esta manera han ase aq a^.recido r ipií^aatue sie ú tus os enteros y so han perdido religttas irier:iutt taurrless, de inestimable valor. Natturaaltatente, el comercio elandestino en aantigiiedades hizo su agito. CA PI ru 11 11O ..-Sumaria d <i .95n- e los i ,sal inennmentos de Tél+tean u l g^m¡ o de i +, z a lisa.-l tatio d, que se en4uentea.¡ t st::ctta di tir^fiva de al de sus piedra? .-- as c :rc e :t c z+:ac s fe llaman el `Santuario'" .-qué 2rsera este ++ssrnucnenta.Sus comunicaciones con las ctiras taína c.--í 2 extral o edificio de las cabezas. -La + crac tcs á t ica de .esta orz amerttaciG:i aparece en otras f:.art s ¿el P,crú i ic._n. "'.-- cris d d:. -l a;asaHaca,. -24aniado el "`F ens aw" tste upo; .a gran escalinata. -SS e 1,0 y,~?te; uin crotulech.--afa , n6 et- la cx s_--:lí e:rssa le edificación de - w jñt^uxxc ax_ -f?iá aue i de I{a1z.. s.r y+ fs * do °CF3€aeicr`°. -t" ztias n z v ^ seta La t\kapana.-Si es o no un collado attifi al -- ccé forma tendría. --La piatafor+ na.-El autep; fo-y la gran E :portada.-tltié edificio se le". ataba en la, ln?sta s stado completo de destrucción en que se La'la.-Conts- trucciones interíores .-Obscuro si r i - o dcc son bre de Akapana - Pu+:^apcznce .-^t í uo le enconte& unúi de los historiad tres de prineipibs del siglo xv u.-El nombre de Pumapuncu y sus relaciones con la teogonía peruana.-,-Su planta y su es4tuctnra.-l.lá,na..elc "Palacio de Justicia".-La caga de lví¿ía._a Ki+ápaj: & ; -estuvo situada.-Las casas de ta p<^fraa +at es ana. Al contemplar T luanacu desde el lado oriental, que es el que krr € e a f°`únte, lo jiri:Mero que se presenta entre £r s -goa- . pos nombrados atrás y q ; ; e eo nstituyen hasta ahora sus :rloll tllne111 visibles y de 2tcás realce, es el grupo de Ca.utatailita. Está Lo¿ro un --relieve F -ei . llano aras pey c i bie --- 40 y ocupa una área de bien reducida extensión. Sus reinas, de las qne sólo se ven algunas piedras tendidas y la parte superior de otras clavadas en el suelo, aparentan , desde luego, :in pequeño recinto en cuadro (irás o menos 25 metros de largo _por 15 de ancho), des pués y delante un muro, y aquí y acullá ""tros restos, que tal como están son de relativa significación. Pasó antes inadvertido este monumento, acaso porque no se supo estimar su importancia o por que no llegaron hasta él los exploradores; y sólo vino a ser observado a mediados del siglo xix, figurando desde entonces entre los grupos de Tihuanacu que diríainos clásicos, aunque sin alcanzar todavía a la falsa de los otros. Su primer descriptor le llamó el abatatuari4^+ ( A), y (ijcí la atención, preferentemente, en fina gran losa, que es allí lit pieza más notable y de cuya estructura y dimensiones nos ha dado muy prolijios detalles. Esta losa, de que liemos de hablar cuando tratemos de las piedras monumentales, fué entonces bautizada por (1) "En el centro de este campo que parece haber escapado a la atención de los viajeros, ya que no lo mencionan , se ven los rectos de un edificio de mIs o menos cincuenta pies .cua.drados [ 7], construido de bloques de piedra mur grandes, al cual he denominado el '-Santuario". Squier, Períi, Incidents etc. chap. xv. La extensión que da Squier' al edificio está evidentemente equivocada, pues una sola de las piedras tiene más ele 160 pies cuadrados de superficie. - 41, aquel con el nombre de la cpiedra . simbólica», y lxotariormente, por otros, con el. de la <piedra de los sacrificios» (1). Las. piedras allí tendidas son bastante grandes, y hay - entre ellas algunas cuyo paramento exterior se distingue por su ernamenteción, en' que figuran unos rombos -esculpidos en . hueco y graciosamente orlados de dent:.adca. Este. adorno, 0 .10 q sea, gustó mucho a - los. arquitectos ^lleslluas cuando le conocieron, y fué pronto imitado con bastante suerte, aunque empleándose como material la piedra bruta , eíi _ la mampostería de algunas obras públicas . de las islas de Iticaca y Koata. '; Indudablemente, la arquitectura de Tihuanácu debió de influir nó poco en los maestros de obras del imperio, y esi-examen de los nnonumentos fncáicos más modernos sabría orientarnos, entre otras cosas, para formar da concepto aproximado de las trazas que tendrían los edificios de cuyas ruinas venirnos Hablando [2]. [1] Chalon, Los Edif. del Ant. Perú, parte m, párr. tc. (2) ..Ile oído afirmar a indios que los incas hicieron los edificios grandes del Cuzco por la forma que rieran tener ha muralla © pare que se o en ~e vaeblo". Ciega de León, Cróu. del Pera, parte i, cap. ev.Esto mismo repite el P. Cobo,. y ug ega, que no sólo las grandes fábricas del Cuzco fueron Hechas conforme ni modelo de Tihuanacu , sino taml: *.'n las de otras partas del reino. Hist. del Nuevo Mundo, lib. xiii,. cap. xix.-Sobre este particular Garcilaso incurre en Mía re puta esta er amentación cOi Io :exclusiva. de 11!Fiuanacu-, pes ~e que si no exactamente la misma, la hay muy parecida en ciertos - inegalitós de Olláutaita.m.. La dí esencia ln coste en que los rombos denticuladcs ` que en Tihuanacu se hallan escu lpidos e-n hueco, . en Ollautaitampu lo están en bulto o alto relieve (1). Al considerar esta : diferen cia„ que es Ene propiamen te un contrate, no puede menos que surgir espontánea en el espíritu del t-servador, la sa5 ha de una posible relación entre los constructores de ' éstos "y Lgcluellos vetustos monumentos. El 'destino que líbese tenido Casta.tallita.-ca todavía un' enigma . P e-10 debemos sismar que la denominación de cSanítuario, es t& g . naos le «). U ar para la imposición de este nombre proviene, una flzigrante inexactitud . Al hablar de los maestros mayores que dirigieron la' construciva de la fortaleza rie Sajsahaaman , cuya fábrica conenz5, según el mismo, bajo el reinado de Inca Yupanqui, décimo de 1o's incas, dice : —El tercero [maestro ir .. vor] fué Acahuana Inca, a este atribuyen mucha parte de los grandes edificios de Tiahtianacu , de los cuales hemos dicho x. - Pero aíras". Com. Real. parí. E lib. va, cap. etd dijo, que Tihuanacu €u i cotaguistado por Mesita qu ~ i. Cuarto i . ^ -Lo r.. ?^`. • .15e 3 bs~Va que ene seo. "c atr6n los itc ndsr de ^í fi+1<ztn€x y Al al na. (11 i uier, Perú , Incidents etc. cap. XXIV. () %i no fuera por el temor de incurrir en etimologgsaoiones forzadas , diríamos que en aynaara este nombre de `Cantatallita podía signi&ar "Al{mabra- coi is duda, segó.-,, Lo . h. ' .: • t ho nortir, , I de que las, ru a de' #rihuanacu , han sido contem*ílad s nó de su frente , sino del lado Opuesto o sea lel, oc ldental . o del pue . , tounando 'afmo punto de partidá lo que —pu—. diera. Más bien el punto o los . unto de remate. El aiittiario>,. supuesto que predomina lá iiiiay astil ada . opln de que ` uaua..:,a fuémeté todo w;ih e t da, est ría ál ya o i posiblemente en ¡a Akapaua ; deihimguna , m anera en. aut ahíta, cotiio ^eud ai^cir; o alón -de ver. No sabetú que se hubieran hecho en este grupo traban de. icocilento. 7l Iterar ha tenid ^ Ia^a ak -a la t. rte de .peavacar poc o int . Y deberemos felici rnos de ello, aun enano el ie r se asom e, .por manto po beta circunstancia se ttlantieneu toczavía intactas sus reinas. Pueda ser que lo poco que se' halla visible.no sea' sino una pegueh€sinta parte de algüu :edit.i= . tía que los sediineiitos ni ienarios le tienen cubierto. Está' sospecha torna cuerpo, . al observar que allí el 'suélo se levanta formando un relieve que abarca aluna extensión, principal re hacía la Akapaua y Kalasasaya. - N fuera l a . sorp a ontrar bajo la tierra, la huella € ; las vías qzo me" o bien ` 'Coin esaw o de obra" ; peros en ci , pritmér caso sería l han1a& yita o Iici c tu r^ • : , yen el segúndo Kallccrntccl..tita. Aunque parezca anís aceptable esta última etimolugia, nos abstenemos de recomendara.. 44 - duefau de Cautatallita a estos gT s* porque t , ; s n ub%iuui ento aWWW.wló. lnds ndia nte, é Ja co e:io , en a las vainas en su conjunto están ,a lan o que ecen aun plan c osaineu calculado y : fielmente ejecutado. Y quo de Cantatllita a la Akapana, lomismo que a Kala as=ay&, había un camino,-lo die clara~te la gran portada que se a r•íaa en el aut eel o 1u la p ° a y la soberbia escalinata que ahora n sw se observa ea la segunda, ami contruccionw situadas en dirección , al pretendido cSautuarío». - Aunque por el momento no sea posible determinar la estructura de esta avenida, haay que suponer, sin embargo que coería a la magnificencia de la litópoPero Izara forinárnos una idea, no de lo que pudo ser esta vía " sino de que delante de Cantatallita, se sucedían las construccionea, tenemos el extraño edificio que se desenterró no hace mucho en un lugar ya próximo a Kalasasaya, casi frente a - la escalinata. Era un -cuadro cerrado por una doble fila_de altas paredes , que dejaban 'libre ea-tre pared y pared una calle por todo el conto . P r el medio c la calle . correa un canal. Podía considerársele un claustro e galería. Las paredes se encontraban en buen estado, y se hallaban revestidas a trechos de una extrañísima ornamentación, unas -- 45 ,rebaba$ s ed eta ca u a e ied . que salían de la . línea, ya aseas o formando grupos de dos y de tres, algo comno si fueran autefixas. Las cabezas, aunque gastadas por la corrosión, estaban bien esculpidas y se distinguían por cierta naturalidad de expresión de que carecen generalmente ^ las estátuas de ihuanacu. Para expilear ta particular.l y que tes en cuenta, que las est t as no son copla de personas reales sino €epresentaciones antropomnórficas de sím bolos. La excavación fué torpemente hecha, pero puco en descubierto uno de los edificios tamos enteros y mejor conservados de Tihuanacu. Su hallazgo podía reputarse como un verdadero acacatiangert' to arqueológico, era un libró tanto tieupo 'M - que te alea L, 'al , par una de `sus roas curiosas páginas, convidando su lectu. ra al mundo.. llesgraciadasueate , ni sus descubridores ni los pretendidos. anticuarios que frecuentaban Tihuanac u, sabían leer.. Mala suerte de edifició, desapareció luego (1). Muros ornamentados con este modo de ra las no han debido ser raro's en * Tiliuaa,ac , porque con recaen a se encuentran [11 e as e : , a esta L_rUqe~, t£si na obra, cayó sobre ella la ra p acidad de íos oosaCructores de un puente eeroauo que se> trabajaba por el estado, y dió cuenta con todas su--* piedras, no dejando sino una zanja que las aguas 11oFedizxis la han vuelto charca 1 Así va todo. - 46 entro hs ~nibma, pra $iipidl' en aquella forma, representando c.:bazas hucmaanas y aun de animales; ni hala debido ser exelrisiios de éste lugar, porque aeorrieadp otro pv.tntes halláinosies, por o einpilo, entre iau ruinas preincaicas de Pajcha y Cabana (Perá) a una distancia mayor de ocho gracios geográficos al norte, de i uan weu (i). .:` u íOS }$r i 1^1 :rwd 1 L '' i nt a, que €rnsiderada con alguna ateuciYa io carece de importancia. Acaso no se reduzca a un simple adorno coma aparenta, porque de estás píe.,d ras voladi7aas, aunque 1sinesculturas, se ven también en otras paredes de Pg ls aj, de Ollautaitaammmpu y el Cuzco. Las hay. aún en la misma Ahapana, en el, muro que constituye su bassmeota. A Yc como en Plpisal, no son sino unas protuberancias•dejad-as adrede én el paramento exterior de algunos megalitos y que imitan a aquellas hasta simu laudo con rayas las junturas de u n su puesto engaste. Se las ha querido explicar tomándolas por signos de consagración, -al (1) '-También se- ven, en ('ibas., unas esculturas en forma de cabezas de hombres y animuales; hacen cuerpo con piedras que entraban en, la constioce0n de m es, de modo que las i ', por lo ene del t+t maiáa natural, descolgaban s- ,~ C&.era de" paramentos". Chalón, Losa - Edif. del Ant. Perú, parte tu, párr . Iit.-El libro de Ch. Wiener, Péroa et Bolivie , notable por sus numerosos y eKesientrs grabados, trae también en sus páginas 168 a 170, unos interesantes dibujos de estas esculturas, tomados en Pajcha. - o de las- cruces con que los ocia*cianos inarcan ciertos puntos de ..las paredes' o piiares de sus templos, o bien -por sei ales io dicafivas del sexo' o de la vitalidad de las piedras o'del edificio de que forman parte, ya que según las ..ideas ontológicas de .los antiguos pueblos americanos, las cosas inanist ad&B son seres vivientes (i). Cual lera. que sea el couceptp que fuere an utas interpretaciones, a las qüe desde luego, Podemos darlas de mano, lo notable aquí es esa'. relación que se descubre entre las obras de Tiiiuanaco y la de los lejanos si tios arriba, nombrados. Tal. relación parece corno que, viniera denunciando los vínculos étnicos que ' hubie r an ligado en el tiempo y el espacio,. a los t 40, ceis viejos y admirables ' monumentos que. todavía se alzan con majestad sobre sus propias ruinas en unas y. otras regiones. A los pocos pisos de este edificio, cuyos últimos rastros han desaparecido para sieúipre sin dejar. otra cosa que tan confuso recuerdo, está el grupo de Kalasasaya,. llamado el <Templo» por cuantos de 6l hat escrito en los tiempos modemos [2). Los, nati(1) P. Marabini, Antigüedades Perú-bolivianas, 1912. - Las observaciones de éste escritor prolijo he circunscriben en esta materia a Ir- -que Pió en OlIantaitampu y el Cuzco. [2] En concepto de Cieza de León, el t apio es Pumapuncu. - 48 vos le d . ella. denc- ih> eióa ay n de Kal aya, que no es la origin.nria, por el aspecto que ofrece al presente, de modo que tal nombre sobre cu yo sentido hemos dtclio aritexa lo bastante, caree aquí de- significa.ción arqueológica y vale . tanto como cualquiera otro. Comprende Kalrwagayal en primer tér mino, un vasto paralel ramo ei$iplaszado €3obre un terrado pesca promineen e, nó más que tres o cuatro metros de alto, pero bien espacioso, pues mide una áTea cuadrangular de 145 metros de-largo por 120 de ancho. No quedan de él sino los muros de contecisión de la terraza y u pilares labrados, hasta de seis metros de altura, coloca" ala taaac1a s x^por i . aún con una exactitud casi matemática. Se llega a la plataforma por una ancha y hermosa escalinata de piedra arenisca, forinada por seis tramos megalíticós, en los que se pueden observar los desgastes 'ocasionados por el trajín. Esta escalinata <.onstituye por sí sola uno de los monunmentos más representativos de la pujanza _arqueitectóníca de los tihuaziacus. Cierran sus costados y le€a zoaúeaeu altas pil,ar«s (1). De ellos parten -otras falladas de pt ra; y a lo tav y_ at através del gran cuadrilátero, se destacan [1] La escalinata fné desenterrada en 1903, al ejecub rse € na de esas excavaciones de aventura que i,.r ,.quella época hicieron retozo en las ruinas - 49 -Fueros ali amient , afectando el conjunto la plan de un mo Cerio con sus ela stros, pasadiaos y patios claramente marcados. Todavia en la parte opuesta a la. -escalinata y en los frentes laterales, se suceden otras ll. reas, siguiendo distintas - direcciones y abar. cardo una superficie de no pocas lhecfiáreas. Con sólo rastrear las líneas de piedra que en iza mayor parte hund as, saliono apenas su extremo superior a flor - de tierra, podría levantarse con alguna. `%delidad ua piano c i pleto de este . edificio, de sus anexos y aposentos complementarios; pero fuera de una - que otra tentativa, los explorados se , han contgtado únicamente con echar una ojeada: al conjunto, para luego perderse en conjetura sobre el origen posible de t&( €1,°1 . p indio es para la arqueología, que por el momento no pide opiniones sino descripciones exactas (1). De las llamadas columnas, algunas se conservan en c cuy buen estado, gracias a la calidad de la piedra, y son precisamente las que se yerguen en la parte opuesta a la escalinata, enfrentando al anexo llameado cPalacio» ; mientras que las demás, por aer -eniscas, . se hallan tuso 'ear, m ae que han perdidó su labrado y su for€un. ob-. {1) Dos ensayos bastantes reg .'?tres, el uno debido a Squier y el otro a Postansky , Jata una idea bien aproximada, de la planta de las ruinas. -- 50 -servar tal deterioro, obra dei tiempo, tos primeros españoles ce pas tan encontrando en mas una prueba ír fragabie de su grande autigitedad (1). Prueba es, -en efecto, ,que no ha pasado inadvertida en ninguna ocas=ión y que ha servido, ahora como antes, para ponderar su anV€sinmo oraigen. .Pero ci en este respecto el acuerdo es unánime, no ocurre lo.mismo en cuanto a la apreciación de las mismas colum s. Los escritores modernos, llevados por aquella propensión a los estudios comparativos ya encontrar en el nuevo mundo las mismas cosas que en el viejo, han tomado los pilares de Kalasasaya por un cronilech, extendiéndose luego en comparaciones con el SStouehenge de Wiltshire, Inglaterra (2); mientras, que los antiguos, con menos erudición pero con más -buen ane o: pemmronq<i-.-- tes llamadas columnas, que nada tienen que ver con las -piedras erguidas o menhires célticos, no obstante su aparente semejanza, desempeñaban sencillamente el oficio de rafas, de que (1) Cieza de León, Crón. del Perti, loc, cit -Si conjeturas valen, saco por las qué aquí bailo .(y no son tan livianas que no tengan harto peso) que es obra de notable antigüedad ;y , la ¡roer Fa que piedras del edificio s n.,. que nolas m -den -adib labor pasado i ("s, es flan { xetaado aa lluvias a ~trías y consumirlas en gran .parte ". P. Cobo, Hist. del Nuevo Mundo, loo. cit. f2] Squier, Perú, Incidents etc.. loc. cit.-Chalón, Los Edíf. del Ant. Perú, parte m, párr. a. -5ila albaMieria de ' huan u solía cetvL se para reforzar la estabilidad de los mú ros (i).- Este s era de construcción, muy generalizado en-el Perú y adaptado a la piedra bruta como • a la labrada, puede observara todavía en las obras de re ampo ría de distintas épocas o.. periodos, y así le hallamos, fuera de otros ejemplos, en el distiríta de lsacab a, principalmente 5k las c 'reas de Colkapata y del camino a Vunguyu. Tienen, además, todo el' aire de muros pelágicos. Se ve, pues, que el vasto recinto de Ka lasasaya no estaba formado por simples eo1 uninatas sino por nzuros'continuos., Era un recinto cerrado. Entre pitar y pilar, o si se quiere , .ablar con l p t d, et €fa y rafa, tos espacios cactos estaban rellenados con filas de piedras más - pequefias. Sobre este particular, es decir, sobre el sieteina de construcción de estas paredes y el artificio con que los tihuanacus las afirmaban, se han hecho observaciones exactas y bien minuciosas, gracias a (a casual circunstancia de haber algunos exploradores expertos, descubierto uno que otro fragmento de mt-(1) "Lass-pie ,s de a gr~leza y p>aesstas a t -echos otras muy x -:e a modo de- rafas : de suerte que como en nuestros edificios de tapias o adobes se suele entremeter rafas,de ladrillos r'• alto a bajo, así esta p red o muralla tiene e. trechos en lugar de rafas, unas piedras a manera de eol armas cuadradas". P. Cobo, Hist. del Nuevo Mundo, loc. cít. ^-VY -- ro todavia en pie, que se pintaba a un eabal estudio (1). A juicio -de estos mislnos', no hay Hacia .en otras partes que se te parezca, y ésta es- una de las muchas originalidades que hacen de la civilización de Tihuanacu un caso eminentemente excepcional. Preparaban las piedras des^.hnadae ala erección de anua, e dos formas: ea grandes bloques labrados euadrangularmente para que sirvan de raías, y e1. sillares para -que cierren el 'espacio comprendido entre aquellos. Las rafas , aunque de - dinlensionos desiguales , pero.easi uuiforLueé en su espesos, llevaban en los atados, para la. firmeza y el trabado de las paredes, una ranura literal , y en la parte superior ciertos re<ír :i trnig Ec , den la iiuu's111a . za que los planos de asiento destinados a recibir umbrales. A su vez, loa sillares tenían en las caras horizontales unos -agujeros, y en las verticales otro sistema de ranuras o lengiietas. Como los tilluanacus no usa` fan de ninguna suerte de morteros , bien porque no los ~ fié "De -un lp--=.'laz-o'de m ^raita q'zó .Vía " Vaa en príi^.....se puede sacar sa labor y-(rasa.". P. Coto Efist. del Nuevo Vio, loc. eit,-En idé ticos términos se expresa SSquier : - "Algunos lienzos de la pared exterior o más baja , se conservan por fortuna casi intactos, de manera que nos es permitido darnos cuente, de cómo fue construfda.....cosa que también se observa en ca.. nas. partes del templo". Perú, acidents etc. ic c. ctt. - 5 on c e a o qu rc ue en eu flra to at ,uitectórn o querían pre.sein ir e^ios j:iará dar una prueba dú s grade 1tabi#ii, aquel material a£i - reparado, les. bas- . taba a su objeto; y como, ademé, tai poco usaban de ci mientos, e a que parece inconcb en tales obreros, se limitaban, para sus wure a agpisnar con cuidado el neio. i' antadas las rasas a distancias c l orcianadas y cota sana ligera inclinación dentro amando so . temía cjue el empuje de la.s tierras Vudi Y- - sobre ellas, al» y:ae a auz m auras laterales las le tac de las caras e al s de he siliav. con que eran rellenados -los vanos, y asa se ca tiiwa u := a ya he w ,r eF x al ie mid a sillar para encajar esas de metal o ile piedra que lo afirmaban sólidamente cara su reno, ruiert :e que l otras ten- ` g Kas vertí-ales, Puestas en -contacto y ajost . as, 4ni^3eúsau cualquier movimiento horizontal. Levantado el anuro hasta la parte -superior' de Las rasas, los silla-res eu.sus t es i ag £ta , quedando.de e a mazara, trabada la pared - y enactitud de 3 btr uc ae e a, .tares en tela zcc El r °cinto gasto de, Kalasasaya debió {IT pr€o =ir en este plinto a Y e=c € .1 : °: ' wt»i!ZW han entendido) 54 . de tener algunas entradas, por lo mi# una en cada frente. Actualnseot:e se mallan visibles dos: la del oriente, que es iá principal, a la que se llega por la gran escalinata, y la del occidente, que -se abre entre la quinta y sexta columna y que- comunica con otro edificio anexo, el llamado Palacio» (1). Líga a ambas entradas una calle o gateri a -que corre del uno al otro extremo. Interiormente, en la Katasasaya., subsisten todavía bien marcados, aparte de las líneas que acusau div,¿5r co.3partianients, los rastros do otros muros próximos a su frente oriental, que cierran un campo cuadrado, patio o sala, cortado también por la calle central. El anexo de Kalasaaaya, que algunos lo llaman ^cf ^ fzc , au que pod tmmtsvs sa el por qué, era otro cuerpo de edificio emplazado al occidente. Ocupaba una planta inferior al cuerpo principal, y_para llegar a él se pasaba primeramente por un vestíbulo, y luego se descendía por uua pequeña escalera de sólo --tres peldaños, pero riiuy vi• tosa y :ceca con piedras de diversos colores. Excavaciones malaventuradas, practicadas en la t: i tua +poca que la elel reces€o de las caras, le pusieron en descubierto por breve tiempo. [1] Al detern-inar la posíción de los grupos de Tihueinacu, &luier se desorienta no pocas veces , c;onno en este caso en que sil al este el edificio que llama " Pulacio" y que se lag . al oeste. Era un gran patio lisien enlosado, y contenía g pos de piedras aeeonne dadas en formas ex-, -• trañas,- cuyo destino no alcanzaron a reconocer los excavadores.' Todo ha desaparecido! Pero se puede inferir por lo que de este edificio ha recogido la fotografía, lo que sería la plataforma de Kala sasay-a, cuyo piso dinai ena part>, revela diversas eees, que ocupaban, ,inrniío, distintos niveles, a los que ce subía o se bajaba tanibien por graderías (2). Con este dato, ya entrevisto desde antes, el recoastitnirle no sería trabajo imposible para observadores pacientes y entendidos. Tal vez resultaría que, no obstante el carácter religioso de Kalasasaya, estaba lejos de ser el templo y menos asíu de ceztecrr la mella, de arjlat Zantuario. [13 La descripción que del "Palacio " hace bquier, es como sigue : — Se compone (le. bloques de traquita admirablemente tallados, de 8 a 10 pies de largo por 5 de ancho, con vestigios de algo que asemeja . haber sido un corredor de treinta pies de anchura, que se extiende al contorno . Los estribos que sostenían el palacio todavía subsisten enterrados profundamente en el suelo y descansando , al parecer, sobre un piw4imetrto piano de piedras labradas ". Perú, , Lucid.-, ts etc., loc. cit. 121 - —En el centro y h" a su c ado cacoident l [otra. vez la desorientación de € qu4erl hay un úrea hundida en el nivel general. de 280 pies de largo por 190 de ancho, '. Perú' Eneídent etc. 'loe. cit. Esta urea hundida se halla, como dec. u unos en el texto, hacia el costado oriental, muy próximo a la escalinata. - 56 Hacia el norte, fuera ya del muro prin. cipat de asa ya, sufre éste y fas c nurallas extertores, la casua lidad descubrió últitimainelite— -Una cáanara subterránea de muy reducidas dimensiones, pero de una construcción correctisimtma Y el, forma escuadrada [i]. Una gran losa cor una aber^ura cudu lar al medio, le cubre a modo de techo. " Se desciende al plano por una escalera de chico í G nat ^ de esta afana no son raras allí, y base encontrado después otra, pero de piedras bien grandes, a más de un kilómetro rJe distancia, en tino cale los corrales del actual pueblo. En los primeros tiempos espaf,oles estaban más visibles, y nos hablan de ellas los más antiguos cronistas [2]. Por de contado que no serían vic-ie3das, dada su estrechez; pero se prestan para suponerlas lugares de retiro o de penitenciado los peregrínos, o del sacerdocio bajo cuya guarda estaría aquel santuario, y quizá las celdillas donde se recógían momentáneamente los augures de aquella raza misteriosa para recibir las inspiraciones del Cielo y leer el porvenir. Es la Akapana el grupo -más ominante, í i C aa ade oras yEa.4 1'? ajar ,.lega. a l e. fas s^ Osa rtsd , {tSCiuyc oe^E s teeto pido u altura es de 1,€ i auts. por la escalera. (21 ..Junto a la muralla kay muchos huecos y concavidades debajo de tierra''. Cieza de León, Cróú. del Perú, loo, cit. -- 57 y consiste en un collado artificial de tierra arcillosa colorada. Mide 9-66 nietros de largo, 1.50 de ancho y 15 de alto. Su figura aparenta los n isino€s cortes o rebajos dentados, en zigzag o escalera, que se ven constantemente esculpidos en los marcos de los ttokos (nichos) y de las portadas monolíticas. . { ,ta nex fií de ser descrita sin el auxilio del dibujante, e& enteramente característica de Tihuanacu, es su ornamentación típica y más generalizada, y reune a la severidad y sencillez de sus líneas una rara ele gancia (1). Htáse sostenido que lió todo este colladosea producto de la industria, y que se aprovechó de uti terroruontera para darle 4a 55cma .y las proporciones que alcanzó. No faltaban allí, en efecto, colinas- naturales de qué echar mano. Pero la tradición y las apariencias, algunas exploraciones o reconocimieutos, que se han practicado, y el muro que le rodea por toda la base y que se halla visible, vienen defendiendo hasta este [1] Esta figura. niurea la en el croquis enes que ,zier amnipteaja tlescril vaz, ha sido ~dnmda por ul rac;aseeS p)sterioFes, c^ausanclo no I aa novedad su dese abrinuento ; pero mucho antes de 1620,, cuando la Alkupanaestaba _menos ale a. ° <la, se hallaban visibles sus ángulos entrantes y sal 1 jutes, por lo que el P. Cobo decía : "su forma es cuadrada y tic= no a trechos copio traveses o cubos de fortaleza". UUist. del Nuevo Mundo , loc. cite. - 58 momento la primera asee ieraa (1), Y si, efe; tiva.aneute, fué levantado ett su totalidad por el brazo del hombre, habrá, que pensar en que, -.parte de las cc trucciones que le cubrieron, hay en el interior otras distintas y no menos extraordinarias, siquiera un sistema de apuros y contrafuertes para sostener aquellas, a la ver que para contener el empujes de tant a tierra. eei err . esta conjetura, el hecho de ha ce encontrado soterradas ciertas paredes de piedra, y también - unas galerías, a las que su descubridor llamó cavernas . (2). Para el nativo, [1] "Cerca pelos al ertos principales está un collado hecho a mano, armado sobre grandes cimientos de piedra". C iez de León, Crón. del Perú, loc. t^ I Rlme fevrr. e t~&>" bc z,i4n da los viajeros modernos. "Hacía tiempo que una gran colina de forma cónica, destacándose entre las eminenc_ías de los alrededores, había herido puesta vista ; al aproximarnos a ella, pudimos cerciorarnos que era artificial y construida por la mano del hombre". Conde de Castelneu,. Viajes cte. parte M. [2] Tschudy habla de estas cavernas, que las ha; i pudo pene11ó al pié de la Akapana, pero ti las que trar por haberle faltado aire. i gaier, al acordar este antecedente, las buscó, mas en vano. —El no - haberlas hallado, observ a, no quiere decir que yo las nie= gue". Perú, Incidents, etc. loc. cit.-Hay que acivertir qno nc3 a n propiamente -cav ernas sino ga saep eme , y anza de ellas é puesta en co en 1903, atínq ae con tanta c"•esdi a, que " constructores del puente a que hemos hecho referencia en otra nota, dió cuenta con todas sus piedras en menos de una semana. Posiblemente la galería a que se refiero Tschudy, o alguna otra muy análoga, fei la que exploraron de modo casual, en 1877, dos vecinos nombrados Bus- er&itilo y superaticioo, es punto de fe quede allí parte un camino ;nbterrá o al CuuuoL. Si no fueran los datos quedebemos a uno que otro autor digno de crédito que felizmente visitó Tihuanacu en tiempos pa.dos, sería bien difícil, casi imposible, ateniéndose duicaniente a las saínas que se ven en el día, formarse una idea _siquiera. aproximada del plan . e la Akapana; .p s, el n mentoo eta que mayores tragos ha causado, seg gin acerba espresi6n de los tihuanófilos, el. tcvandalism» de las últimas épocas. Gracias a aquellos, a sus . croquis y noticias, aún. podemos hacer mención de muchas preciosas construc iota y piedras monutrentales que ya no existen, y cuyo desapareci-. aliento hace al presente ininteligibles la 3La-reta y la ruca -a de tau e fra^a áb ca. Apenas si hoy pueden advertirse parte de sus cimientos, algunas gruesas piedras rectangulares, restos de tres o más muros tillos y Guachalla. La entrada ¿staba al pie de la Aliapana, en su frente norte, y la tapaban cuatro lo-' sas ensambladas, La galería, estreehísima, pt son dificultad pasaba por ella un hombre, corría en derechura al sud. El piso, las paredes la ,cubierta, todo ate de ladra muy la?arada,, es*ssbmtaa-e a€^sble her los, De pu de Imbor e a rimas largo rho, los dos el orado lle rsa.-,EL - a un puazto en que lu galerí« se cruzaba otras. Las velaaa cura- llevaban se ion, g una fuerte corriente de aire pesado y mefítico p»-- ecia —chup. , les". Asustáronse, y dieron media vue ;a.--hnform. verbal de Gua challa, --- 60 -que envolvían gus flancos. y en la cima, espaarcidos en total cle_sorden, trozos de columnas, de r ic , de jaimbas, de arquítraves, también restos, con toda evidencia, de un edificio de muy. esmerada labor,-dadas la calidad de la piedra y la delicadeza del labrado. Pero, repetimos, que no le encontraron en tal estado de devastación los españoles, y todavía, durante los dos primeros tercies del siglo xtx, hubo viajeros que tuvieron la si e de observar en aquella obra, agora tan descabalada, tal cual curioso detalle que le hacía más comprensible (1). La creencia casi' utniforme y de todos los tiempos, do que la Akal ^ana era utia fortaleza, ha hecho suponerlue su. forma fuese la de una pucara; y para distinguirla de éstas,-por reclamarlo así la er.elencia de su construcción, alguien la ha calificado de pucara artística. Sea como fuere, y sin entrar todavía en apreciaciones a este respecto, hareinos notar solamente, que su estructura se presenta irás complicada y que sale del plan común de las pararas. El cuerpo de la Akapana ' formaban terrazas que se sucedían a alturas diferentes, .y entre unas y otras se levantaban grandes y macizos tuuros, que, pudiereis haber sido tres o quí tn.U,• En Iba áug uioe calfem estos muros estarían los cubos o `torreones [I.], P. sobo, llist. del Nuevo Mundo, loc. Cit. de que filos habla un historiador que los viti (l ). Su frente estaba orien da, y detatite de é! se ex tendía hasta unos sesenta metros, a manera cío antepecho, una plataforma muy poco elevada, cuyo trago queda todavía perfilado por algu nas piedras que se dejan ver hincadas en el suelo (2). En este antepecho ee abría -una 1-portada megalítica, d e la cual no queda ningún vestigio,. pero, que ada exis tía eia las l ri ser d* cada« del siglo vni. - Ooimponfase la pifiarla de sólo tres piedras, cuya magn itud y fino labrado se coll. e, al considerar C`1114, 9 atraía entonces la atención a igual de los adanii al ^lrr. pórtí-. cos .iiouolíticos. - Este hermoso trilito, acaso uno de l íilcsc.€tiiletitels laias' tlotabies por su apariencia y proporciones, fué de los - primeros en caer bajo h acción devastadora, de . el:tfes^j; peró, rd 1111, 1-106 queda la contancia de su existencia, ya la vez que nos permite saber de qué lado se entraba en la Akapana, nos da una idea de la naturaleza de esta entrada, y nos autoriza (1) P. Como, Ibidem. [21 Squier que fué el primero en reconneer esta platatfornua, le tia 120 pies ele frente lw*r 180 ele fondo.. Perla, Incidenis etc. loo. cit. (3): ` flix a r ^ a^ a8 « n c l zla^ ra a^aaa 1 Tia gnedwalo en pie unen ás t acizt gis:.nde - e a r^ t:r^* piedras bien labradas a, cada lado la suya, y otra- encimat de atuibas ". P. Cobo, Hist. =1»1 Nuero Mundo, loc. cit. para desestimar algunas erradas interpretaciones (1). De los edificios que coronaban la espaciosa ciniá, y que serían como hemos vid, los m á s _ artísticamente ec^nstruíd. *os y con material seleccionado, no se puede formar juicio. Es allí, y por esta misma circunstancia. por revelar su planta el sitio de mayor distinción cie 1 huanaeu, donde la piqueta chal buceador de tesoros se ejercitó u:us desapíadada desde los primeros días coloniales. ifl estado de destrucción en que se hallan, las grandes excavaciones que han dejado un hoyo de cerca de cien metros de . diámetro, que se cubre de aguas- pluviales buena parte .del afio y que lo! pastores utilizan ahora co mo abrevadero, están probando el inaudito coraje con quue la c cupisceucia les arremetió (2). Además, toda las piedras transportables , de las que ni uña sola queda, debieron haber sido por razón (le su . cálidad, las que se emplearon de preferencia en la [I] Supone Squier que la entrada podía. 1-'.ciarse en el costado sudeste de la Akapana, a cuyn cima se llegaría por escalones, rodeando los muros ; pero esta suposición, que parece sugerida por lo que se ve en las fortalezas inc;Eicas, carece de valor. Squier no...conac;a la deseripeiaín del P.. Cuto, o quizá, mino en otras ocasiones, se desorientó. (2) Bien pudo haber sido éste é1 lugar de las.malogradas excavaciones del desdichado capitán Juan de de Vargas. Pero las de más consideración fueron ejecutadas a fines del siglo xviii, por un minero vasco construcción de la iglesia y las casas del actual pueblo. De este modo,. la plataforma de la Akapanaa ha quedado absolutamente desmantelada, y apenas si se ven al prea:t$te, los bellos trozos de que ya hemos hablado y ciertas hiladas de piad ras que marcan las direccióa dé antiguas paredes. En suma, nada claro ni definido. Y es precisamente por lo rmstat,^, que €.c=tta a una mayor curiosidad. glllttttvo allí el árac arn de los tiltuaii ac us? Descubrióse en los últimos arios, en el flanco oriental de la Akapaua, una galería subterránea Hábilmente construída, que descendía el rampa y con planos de descanso a trechos, digamos como una escalera, desde este punto de la cima al ¿seo. Era rajír nma y estrecha (90 cul. de alto por. 60 de ancho) y sus rec.uestos y inesctas seguían un orden paralelo al perfil de los inurós exteriores, sus terrazas y escarpas. Como por su estructura y otras razones parece haber sido la Akapana, en realidad, una fortaleza, aunque no levantada precisamente con fines de apellido Oyalcle : .* u, quien, sin te al ver el poco rendimiento de las minas que poseía en QuBtaachata, quito arrancarle a la, Ak?¡patna los tesoros que aquellas no le daban , Esta huzv i brutal, verdadero aten`>aalo arqueológico, no tuvo i- u lt^dta; y la Akepana se vengó, haciéndole perder al vasco, juntamente con su tiempo y sus dineros, toda esperanza. _U mil t aa s, Qa que stt posición no le fperanitiría defender las edificaciones que se extendían a sus .131antas, sino coro fiiaee reli i , simnboliraaudo sus defensas la irviolabidad del lugar sagrado, no sería aiNsurdo tomar esta galería loor auca puerta de seguridat o de escape. Por otra parte, si se acepta que en la plataforma estuvo el'. sáaactuaai, hay que convenir en que ét se hallaría servido o vigilado por un numeroso cuerpo de criados o guardianes, y entonces, era imprescindible que tuvieran uu callejón. particular de acceso para substraer a la servidumbre de las incóiuodas ceremonias impuestas al tragía por la entrada o las entradas oficiales (1). Pero ya con estas suposiciones estaalcas resbalaudo inadvertidamente por las eugafiosas pendientes de la fantasía. Dijimos que se .lía creído que la forma de la Akapana fuese la de una pucara,.o sea de un cono rodeado de muros. Parece, sin embargo, que ello no es absolutamente cierto, y que su periferia tuvo más bien la . .pa- (1] Esta es la galería descubierta éh 1943 y destraf13a entes nni5a'no, de slue hicimos r : to nu tee t . ( auzciea -la i i :i ;u , £1" aí> ca axciten u:» o guía sobre una de las Viedc .s de la enl iertaa, próxima a la plataform a, la cual tenía un agu= jero que al soplarle sonaba cono un pito. He ahí un pequeño detalle con el que la imaginación puede, sin embargo, ir hasta muy lejos y penetrar hasta muy hondo.... - 65 -rienda de .nua pi_rámi e poli aal . t€ arcada. As¡ la presentaba por lo menos la información popular al absolver las pre'tuitas i quisitivas de primer historiadores. Según ella, era un templo dedicado a ifuira.joclha, la . suprema deidad- de Tihuauae (1). Este dato de bastante significación y el único qu%- sol el particular ha llegado latan tt , neo p rm te Vislumbrar la naturaleza y los fines de aquel monumento, ma si recordamos que se ha reconoci--yorment do, que la planta o base de la pirá mide describe la figura de lo que se ha llatuado la moldura. característica de Ti auanacui aquellos rebajos dentados que se ven en los marcos de las ttokos y las puertas monolíticas. Por lo demás, hasta rae l aaer . et + e€ at de este nombre de Akapana , a pesar dei cm pefío puesto por los etimoiogizadores - para descifrarlo (2). (1) —Cuentan que a Viracocha fué erigido en Tia granaco un templo con base de muchos ángulos y en forma de pirámide truncada, rodeado de piedras". P. Cobo Hist del Nuevo Mundo, loc. cit, (21 Algunos viajeros ~an que el nombre de Ak-UíAana es de reciente íncención , —Así las per^sonias más aut radas que p s ron por ese Va raja -entes de 1S O, c sm un cuarto -s g3^s éanta c , °ae os„ g ?,^ nte, M . Leonc t-+a eF .e t = +^ s c cio Ang&snd, deciaarnu que en uees el lugar ?..e que se trata no era conocido bajo -la de. o ninación de Akapana sino de Castillo" Wiener, Pirou e`- lolivie, laart. i, párr. xx1i .- La afirmación es eompletaunente inexacta, y es fácil probar , con la autoridad del P. Cabo, quien escribía a principios del siglo xvt1 : "A la. par9 ^M' ^^ ^"YtR.+SM,7^Y<' Mt,.v Ar á±74^!^k=4±eáG^.. - 66 En can capitulo anterior, al ueucionarel llamado t+ámulus-pecara de Encona, que es como vimos, un monumento mucho mú a1._- tigwo que . los de Tihuataaca, adelan tábatuos la sdia de que a .caso tus itra al zua analogía con la Akapana. Volvemos sobre ello, pero sin ánimo de presentar las probanzas que afaneeu tal ¿lh lár la °de nuestras noticias sobre el tütnulus, y-c:ia tasa "o con el fin de g^r po esta ~0 un tema para futuras investigaciones. Si se considera que el litoral del lago de Titicaca ha sido h ab ad desde Íos t iempos primitivos por adu iti.r.c ue cada una, habi-eu€do llevado vida —ole ist, siglos, se hubiese desenvuelto dentro del hn -dio de su distrito, en interdieciSn og y AS n].Uiiierwbw ^ y, /^ ac iones, no es te oriental deste eiái€icio, como cuatrocientos pasos, se ven unas ruinas de otro no menos girando y suntuoso : no se ~e averiguar si era distinto del primero o ambos er ran. uno, y su fábrica se continúa sor alguna parte de que ya no queda rastro ; a lomenos tos indios lo llaman con distinto nombre, que es de -;^. -apana". Hist. del Nuevo Mundo, loo.* cit.-Los etiuzu ogizadores se han estrellado ante la obscuridad de esto nombre, y apenas conocemos la interpretación del 1-.3neshuó,. logo argentino V. F. L p , en su . Les laces Arwues-. .•5 u o, Á.3:al a. q - decir. — las untes ocslox Idas l~ cl sol".-E n ey aera, hay-el -rombo a l ct , que es ''arder con R4ama viva".. Si de él procedier el nombre en en ,tí6n, podría pensarse, en que acaso le vino por cuanto allí, a consecuencia de- haber sido el. s:ánétum, ardía, lanera`ente el fuego sagrado. Pero esta nueva interpret ón vale tanto cotao la anterior.. . E cen La-z. d El itn )strae a can d esoridreiiraie to . tic d e ni i a e l ón. te, y—es c,}ir Y si 4a eep R e r u ti^bel 0 coaata to . ya v antario , ya aa ráada niás l tt no e qg,"- pomar en que, da€ esr r^ cou or io de t1aeerttes cúw_, me qra P., :al a los las MUP, €es ella:. tu 3ar ta r;:4 v ^# T triunfant : laxa el 31d9 del pi: i v eso. se conocen - « a a ra, en lo q es pílale conocer, l romos estires del támalus y la Aka €ra; el ojo twu rllñador del ar ueÓ lego -&ta no l pea~* e van sas entra; 5 bien pudiera o,urgir que, J ar te, allí tr al las ; v.r de aquel indio de identidad e se entrevén apenas en la saap r ie. ¡Uab sido el .grosero túnui la estructura ru i_ aaaea qa a la pn ea la arti.stica l,^a a a . - El cuarto grupo <le Tih anacaa se teva^ta al s adoeste -de la Akapar a, y es. Pu. puncu. fea -sida- admirado en todo tie~pv, aun más que las otras runas, por la granda ate e y TA or'a<l< da su L de ¡as pie dras principales, sus cortes y :a tt figurando tar°t€caas _3 asieat . y saa vi nto t nade, oie u 1 ;: as, que a, a no diaadarizq; tv gra pieza liticas fina- mente canteadas que se coitoceli -del ert precolombino, h ac~ suponer. ¿ prhi era inpresión, que fueran riada menos que un re- o estrado. Parece que i espai%les no vieron cosa de mayor asotnbt como Pumapuncn cutre los escombros del mundo que venían conquistando, . y así, 'tantos esscri%ron a este propósito. tttiae en dar 1a. «w1ida -des pi v s y en eriertori:zar su admi ración [1]. ^ trnraF,trrrc^^t tarm.bién, rno Kata'sa ya, un paralel ramo, ara -.gne lió de sus dimensiones. Sólo tiene 2.20 metros de largo, que corren de este a oeste, y 60 de ' atacguo. 4m,-rende dos partes: uu plano cerrado por muros cuyos lados rnldeu algo más de 60 metros y que forman un exacto cuadrilátero, y runa terraza de 4 metros de alto, de l a misma extensión y figura. Está cimentada la terraza sobre grandes piedras que rematan en dos pretiles puestos en retirada, y tiene su frente Hacia el oeste, o sea sobre el plano, en dirección a las otras ruinas. Ni medio de esta línea y a la misma alt,,.ra de la terraza, se adeia:uta cosa do ocho metros, otro edificio a modo de pabellón o de vestíbulo, coa 20 metros de frente, y en el iate(1) Cieza de -leían. Eón. del Pet `i,. p Irte r, cap. ev. P, Acosté., Hist. Mor. y Nat. de las Indias, lib. . -( é de ganta Clexxa, Hist. de las vi, csap. Guer s mmuis que Civ. del Perú, lib. m, cap. rLt.-P. Cobo. i{ist. del Nuevo Mundo lib. anm, clip. itz. etc. ete. tor d pla~, , ewl7,10 se Ikallan e pIa ad:a^ do rexa- principal , iie d a nk e, está cor Por no casal o acueducto. Así le VIOJ un r:€ríaiol , cien ayos raquis . Rr c,tró todavía de l,s ^ de la eL; F.- b la mayor, una Puerta 3110ú lea ;o frente daba al este, y cerca de z4 la -iu r,a y sc^ a^ aá_ sud, una ventana €; s .l.steocsea. Los cmient del ..^ °o del plano sst-ist-mau, y los de d_. de pieza3 l c : eüas +eccadratr Guiare=,s se levantar:n . v4a G`f%co a n tactra del suelo.. El carca¡ x) acud cto cataba blen conservado: lo for atan p(e rae gis: moradas tan p rsio t^ .a° a, .3 tre ei, 'j-I X33 nr E sal n cija ftlrrgtana u~ la o mortero para su ucul5u, y i m tap , p« un si te a er ial de espigas y re a os, e nea atan en l ranuras del Canal d :; ,.e s` ridad y sa os dos siglos, en 1833, aún. P odía reconocerse gran parte de estas -o aras.. (ka de las ^ :ziouolítác , la que ahora se ene tra a lit entrada del aneo -cern,ea(11 P. Oju n, st. dei v evo mundo, k c.. cii.-e tira t uo r?ry ¡oo- grnix5s de i ''s:tn tc*a ha hacho el P. fxi fn 3 w3 C€d á;8 ^3 w" .. -_<. ¡1 y c tnp'ieU c"av a aeea:. _ a w x= <a ^ pe ira de vista Io ¿e Ixe m¡-¡Atas, qs^J re raer uen buen e ,o~ ~ ¿errvtero para estudiarlaá; epa &Z :;u r^. ferio o panteón de varioi como se lllamCl.a, hallábase allí todavía en aquella sazón (1). Ahora eatá Purnapuucu de distinto modo, u'^cucho m, ruinoso y descabalado si cabe; pero la descripción que acabamos de reproducir es- -un auxiliar de innegable importancia para reconstituir sus informes restos. En todo tiempo, ha sido e' riocido este -grupo con el s c^^s bre Viste .^ i aci:b este Ile ; sí éste fuese el originario, ceno que por muchas razones parece serlo, ello . nos suministrar a un dato nada despreciable, .ya que tal nombre se repite en la isla de Iticaca, -sefía€ando un sitio de eran significación - reli . giiosá, muy cerca de la Poca Sagrada, y también en el °Cn co, una calle o barrio', correspondiente a la más aut ua estructura de esa ciudad. Por lo menos, habría motivos suficientes para notar esta curiosa' coincidencia de nombres en tres 'puntos tan dis-. ,tintos, pero ala vez tan- famosos en la teugonía del Perú. Es. una rara homonimia, que bien puede revelar, o que aquellos tres lugares tuvieron un mismo origen o que re1 Allí la encontró O' Oriiig Y en lm fecha notuisr s. y . ] . textiisic?nic de ello con estas palabras: —Entre fos g-r-os ::1 metro y del lado, e en,; ntran t: r €a€3ay ticas3 ales en algunos respectos ala graande, aunque más sencillas; la que este al oeste tie ne un friso esculpida igual al de la gran portaida'.'. Agro a Squier, que para él es incuestionable que esta pueet es la que se encuentra ahora en el . cementerio de variolosos. Perú , Incidents etc. loc. cit. clbieroa la iri flucueiá de un mismo ,i {ato..re&igie o-•(i). 'uinapuncu ha.-.sido considerado entre .idos de Tíh- nacos corito t plo y también como palacio. Palacio de Justicia le llatuan . No se: requiere mucho esfuerzo imaginativo . -para encontrarle trazas de lo uno copio de lo ótro. Las grandes -mol tallada sl^ tda d€r r al , así l ían ir• de asientas como c .:! altares, ' 9 del _ Inopio iodo que uno puede figurarse contada -en esas raras cavidades a los magistrados de rilLuauacu, tari)ióal se puede ver allí mismo emplazados a los gleba de su culto. Su disposición se presta ,para ambos rficics, copio p=udiera ser que en realidad no . corresponda a rniriguoo.- Son eu tattsnero de catorce. estos "p"to%, tT= , 1cro Cuatro rio entre Aloa del inedió están apenas bosquejados. Para muchos es esto una indicación-vehemente de que Pumapuncu nunca fué concluido; pequ.efto indicio a nuestro parecer para toasarle cono prueba, no conociéndose exactamente la aplicación o destino de esta' obra, [11 "Lo princi;aat de la fábrica se llama Pumapuncu, que es tanto corno P ~U do Colio, Hist, del Naevo € sl a. dac. - €t pa~o'con -t o a a a l e l a ca_ nombre algo pate o ra. lit .da a xeiós el :. oür_r, oca vean faitu- do escritores ~dos que ~tengan cue estaa , denominación es ente -amente moderna, no - z ts -que de -mediados del siglo- agá, y que el grupo de que se trata debió llamarse U~turnru o 7'K^ ^^l^uueu. ni sabi&ndts e e--,t&l pudo ser en verdad el plan general a que obedeció su estructura. leo más note ble que queda es el paviinení:o. Entendemos que no hay en parte alguna cosa que se le parezca, y en el inisaino 'fihuanacu es el último resto que se mantiene en su enmplazamiento, deshechas c smo Pan quedsdo cua ntas obras de pavimentación pudo haber en aquellos misteriosis i imonumentos. Se deja admirar especialmente, porque revela el estilo característico de los tihuanacus, una ostentación de liabi lidad y fuerza, una demostración de la manera como entendían manejar la piedra y aplicarla a sus fines arquitecturales. Diríase que la dura roca, blanda a la herramienr ta, 1,.^aba .t^ietia a <tvd-vm los cáprichos de aquellos diestros artesanos. Copó en los trabajos sobre madera, así- tableaban, molduraban, alisaban y acomodaban los megalitos con absoluta presición. Los juntaban tan exactamente «como, dos maderos acepillados», según se expresa un es(.:-itor antiguo (1). Esto hacían en todas sus conotrucciones, pero esto se ve más claramente en la -paviumetitaeióu de Pumapuncu. Ya gtie no disponían de piedras de 'tailm ilo suficiente para establecer el piso con losas de una pieza como era su tendencia, echaban mano de las más grandes [y, en efecto, no [i] P. Cobo, Hist. del Nuevo Mundo, loc. cit. t..s hay mayores en todo Tihuanacuj y des-pués de enrectar los bordes de juntura, aunque sin cuidarse de darles formas rectangulares, las unían haciendo coincidir matemáticamente los ángulos entrantes de las unas con los salientes de las otras. Este raro sistema de unión, difícil y complicado, pero n el qu e ee obtenía ron solado de grandiosa apariencia, estaba asegurado por un juego de llares o empalmaduras metálicas en forma de roble T, que se incrustaban en . ciertas canaletas o cavidades ejecutadas en dis tintos "sitios de las junturas. Con haber pasado tantos siglos, aún se puede admirar hoy mismo-la excelencia de éstas obras. Sería arbitrario afirmar que. ellas hayan sido exeiusivas de `"lhuanacu. Las mismas canaletas do incrustación doble T en piedras muy bien labradas, hánse encontrado también en otras partes. Las hay justamente en Ollantaitampu, cuyas ruinas tan antiguas congo las de Tihuanacu, no dejan -de ofrecer extrañas y sorprendentes analogías (1). No han reparado en ello los admiradores de la metrópoli andina, al decir que sus ruinas no tienen nada de común con las de otros lugares del Perú. Lo contrario es la verdad. La todas partes hay siem pr e algo como en Tihuanacu. Pero Lj- que no se sabrá decir todavía es, si Tihuanacu. resumió - 74 --el arte peruano, o Ld e*da rogar del Perú tomó para sí algún trozo del arte de lina.nacu. Los primeros e critores espa! :ales hablan insistentemente de que por allí se encontraban lag reales casas de Manco Khápaj. No hay que pensar, por cierto, en la mansión del mítico fundador del Cm w, ni es a éste & quien aquellos se rete: . Se trata de una morada que habitó uno de los sobP,ranos del inmperio, cuando aún no había cefiSa" do la m aaseapaieha o sea la insignia real. bemos que Huaina. Khápa j, a quien su padre, el gran Ttrpaj, le ejercitó desde temprano en las funciones del gobierno, fué un tiempo gobernador de Copacabana y las las .sagra-asas. Bucea parte de i s tuosos psi los -monasterios y jardines que aún perduran, se deben a este príncipe magnífico. Acaso, su verdadero cargo fuó el. de Suyúyoj Apu, que tenía su asiento principal en Tihuanacu. Por lo menos, es evidente que residió en este lugar, pues más , de ?in autor recogió la versión de que en él le nació su hijo Manco o Manco K ~i ir, el célebre caudillo que promovió la primera incontra ee 1<es. í. se ezplica también cómo Tihuanacu una fuerte influencia entre los arquitectos de Huaina Khápaj , cual puede verse en la ornamentación de los edificios de las islas sagradas, particularmente de los de más mo cierna &ta, que seim el palacio y *u o de Pilcocaina en Iticaca, y el palacio de Iba.khuyu o Ajllahaui su Cuata. De esa c asa de Mauro Kiaápaj no ceda nimguna huella, y hasta se . ignora su ubicación; pues, al deter;cánarla, se contradicen los mismos que alca€ron a conocerla. Afirman unos que encontraba apartada de las rlna, cenen o trae se isalla:ba junto a umapuancu, a €ar de e desconcierto, todos estan aformes en da l,.rar la grandeza del edífi o, eo .nte de muchas piezas y de.pai-tamentos (1). Cerca a este palacio c .ico había des elevadas torres cuadrangulares, que se su{11 l.A' a~ 43awxcuw yn ss apcssentos de los ingas y la casa donde nació Mango ingaa, hijo de Guainacapa". C`iez. de León, Crón. del Perú, loc, cit.-"Y edificaron junto a :l (Pumapancu] palacios Reales en que dicen nació Manco Capac, hijo de Huaina Capac, cuyas ruinas se ven hoy; y era edificio muy grande y de nauelias piezas y apare tmientos". P. Cobo, Hist. del N> o Mundo, loo. cit.--Quieren algunos qne la casa de Manco Kh ípaj sea la lktmada hoy casa de Calsi€sa.. l este Calsina (ES-te' nn) un mes tizo de nuestros tiempos, de oficio cantero con ínfulas de albañil. Decía haberla trabajado, aunque otros afirman que la con,-A hecha. G, casa es - ,€z+esfuePa, de jecca, mpariancia, yen &a ,&y<)r 3 -i .a zp on. _, efe, u u <:rs g -'as c: o rasgos de-la estructarra ~gua, P antelo se advierte'."águe es una cor struocióu r aliaacim con menos habilidad que paciencia. Conserva, . sí se quiero, pretende reproducir las formas de la arquitectura tihuanaquina. -Muchas de las p(e k'as pan n. haber venido a ocupar aquí la misma cg'leactlcu que 4 r*- ponía fueran tumbas de magnates (i). Iota es la única indicaic ón q l :ailani tx aspecto. a la existencia de monumentos . funerarios en Tihuanacu, y aun ella r isma parece que se refiere a estructuras- corle ndientes al período de la dominación khesiiua. El no haberse encontrado antes ni ahora rastro al-. guno de las edificaciones sepulcrales que probara kei r ° o , t de las ruinas, podía hacernos presumir, o que los tihuanacus habían perdido el sentimiento reverenc:ia, a sus muertos, caso enverisímil, o que tenían su panteón en. otro paraje. Enasta qué punto sería aceptable esta segunda conjeturul Quizá lo vea s deept . Al contemplar la magnitud de los rnonumentos de que acabamos de tornare conocimiento, Be infier re áe ifit es %u" - -ele no pudieron haberse erigido sino en una gran ciudad, y que esta ciudad , que tan brillantes muestras diera de su actividad e inteligenron en las ruinas. Pero; como ' evidentemente es una reconstitución moderna, antes que tomarle.- or un edi ficio incáico y atribuirle mérito por este motivo, hay que aplaudir la intención del aUnJLil, que se propuso ejecutar una restauración y que hasta cierto punto adió ó elestilo de-aquellas c oast:uooiones. El antino s ameno <í c-a - -: er o e, ...es que le s ha re c =ad<> . s o [I] "Yes o junto a ellos (las aposentos de los incas ) dos sepult ras de los seis desie pueblo, tan alías como torres, anchas y ésquinat , Las puertas al nascimiento del sol". Cieza de La 6u, fkó a.. del Perú, loc. cit. - cía, no podía menos que -ser el 3entro de-alu- laoder nación.. Pero ocurre ' que si se dirige la mirada por los campos de Tihua-. nacu, no se descubre ningún vestigio de antiguas habitaciones. El F=celo se presenta llano, liso y parejo. Por lo menos esa es su apariencia. * ,e han fundado en este aspecto y en la supuesta pobreza agrícola de la región, para atener que Tihuanacu no p-a .á de ser un simple santuario, nunca el asiento de un imperio, y que su localización, ya que el Migar por sí nada tiene de extraordiuario, la habría • determinado algún accidente, algún augurio, tal vez un sueño, como suele contarse dei origen de otro sitios análogos (1). Sobre estas observaciones; que se han hecho un nudo, viene rodando vehemente e in t al ge da di U5i it 40 . tllncsene logos. A fe que hay en ellas mucho para meditar Y que su dilucidación coiitribiiiría a desenmarañar tanto enredo como se ha formado al rededor de . estas misteriosas ruinas. Por regla gen«+ral, las casas particulares en el Perú, carecían absolutamente de la inniportancia de los edificios públicos. Fu una sorpresa para tos españoles este extrafio contraste: no encontraban sino chozas miserables, iedondas o cuadradas,. de l ueñas c unen sioanes; de un al , crea po, fabricadas de adobes o de . piedras partidas, la puerta [ 1.1 Squier, Perú, tucidents etc. loe. cit. 78 baja y e res', a, sín ve taras o cuando raes con claaravoyas, y el piso apenas nivelado. Tampoco se di ti guían las de los paca; is, segtia ve de las descripciones que entonces se hicieron (1). Y si las casas de Tiihuanacu , contemporáneas de sus iuuonunaentos, participaron igualmente de aquel carácter, no habría por qué asombrarse de que en el curso de ros siglos hubieran desaparecido hasta sus t ltituos escombros. Pero hay un consenso uniforme, apoyado por la tradición y que se nos ha trasniitido por los primeros historiadores, de que la c€h€dad de - Tihuanacu sul sste soterrada ea esa llanura que tan perfectamente aparento. no contener nada. Hasta se señala su exde ~¡a 2 aaa por fa ra y en torno de todo el pet íñietro de las ruina `tJna prueba de esta afirmación, que no se escapó a aquellos, consiste en el hecho de hallarse en el subsuelo, aun en sitios los más insospechados, tanta piedra labrada, que también hace pensar en que las casas particul.res, aunque naturalmente de reducidas prul)orcíones, estaban edificadas en Tihuanacu con este precioso material (2). Ademnás, canales. (1) % 'La forma y mear--*rai de las asa son ~udas, de quince pies de, redondo, pequeñas.......y una puerta pequeña hacia ala parte de donde sale el sol, sin tener ninguna casa con a posento doblado"-. - Rel. de la .Prov. de las Pecases. [2] "En cualquiera piarte que caven la tierra por mías de mes . legua en torno de las ruinas sobredic"%, - 9coreo el de Pu17 üpa, tan i`rrair^e^tc dispuestos, y otros más sencillos, pero siem-pre notablespor la jjeteza de las piedras, se encuentran por todais estas partes, den-tando tia sistema completo de acductes y desagües de que no hay otros ejemplos en el Perú prehistórico. Obras hidráulica s de esta naturaleza no podían haberse establecido para el sarvieio de aclue1l lug .r , 1no en el concepto de fue --allí moraba una poblar ePSu densa y de bien avanzada cultura. Y esta poblacidi, si se atiende al número y dirección de los canales y a la mayor densidad de los yacimientos de piedras, parece haberse extendido principalmente hacia el norte y el noroeste de Kalas lsaya. Por allí también los cs de alfarería son más abundantes, y es más fructuosa l a busca de <antig üedades> (utensilios de-metal y piedra, chaquíras, puntas de flecha, idolillos etc. etc.), ,que ha venido a constituir una industria especial y no poco lucrativa de las gentes del actual pueblo. a uno y a dos estados de hondo, se halla el suelo lleno J destas piedras ¡abrasas , y entre ellas muy grandes y lwr-~a: cosas, q me par -c r r e~«,lza ttlgz a gr n eg~ ". P. o, Lt:. del N yao Mundo, goa;. atta CAPITULO I i St ario.-L era revista (le aiggavas ~ras nn eutafes -La Piedra Simbólica o Pedra de los SSacri€icios.El scritorio.-La Lápida.--Consideradlo=_ues sobre la estatuaria de Tihuanacu -El Fraile.-Los m eahuis.La cabeza colosal o el Monolito.-El Cosaco.- Estatuas obeliscoides.- Escoturas con representaciones antropomorfas a.nticéfalas.-ioomorfos alegóricos.-Las Portadas monolíticas.-La gran portada o Puerta del Sol.-Descripción de este monolito.-Los bajorrelieves alegóricos de su frontispicio.-Rápida reseña de algunos ensayos interpretativos.-Las pretendidas anaio- ías con el simbolismo mFacicano.-El Ambolisu o de 'It 7 anaiu y stt cono¿lmleatto so . lar.---Y1 it estarla emplazada originariamente la gran portada..-Procedencia de las piedras que han servido para las edificaciones y las esculturas. A nuestro pesar tenemos que detenernos algún tiempo más en esta sucinta descripción de Tihuanacu, para hablar d ciertas piedras que entre las muchas y bien notables como allí hay, han alcanzado fama y sois llamadas por esto mismo las piedras menumcntales. Aunque no kenres pie dar noticia de todas , para vio salir del mareo de estos estudios, no es posible prescindir de las muy principales, algunas de ellas bastante conocidas hasta por el vulgo. Han tenido el raro privilegio de provocas seriamente la atencia n de las gentes., y no sal - de otras que en América -hubiesen . despertado" enás interés nni :suscitado mayores dudas. Quizá dando peso a esta mltitnna cireustancia., fuera más propio llamarlas, en vez de . pies•dras monumentales, piedras enigmáticas. A tal rango pertenece, por ejemplo, aun cuando su celebridad no sea mucha tódag ., la Perra v°&sz&óliea o Piee ra de tos b ccrí; cies del grupo de Caiitatailita. Es, como liemos visto atrás, lo más notable que este lugar contiene en sus ruinas. Consiste (1) en una gran ¡~ 'cuadrada de tu. 4.07 por lado y de 0.50 de espesor. Una parte de su cara o superficie superior esta excavada a -una profundidad de 0.15, haciendo un cuadro que tiene W de dar y 1.50 bt o. be erro se abre por su lado oriental hasta el larde de la losa con un ancho d.e 0.56. A cada costo de esta abertura hay tina escalita cavada, con tres tramos que suben a la superficie, y en el fondo del cuadro, guardando equidistancia, otras en numero de tres, de la misma forma y tamaño que las anteriores, pero salidas o destacadas. El resto de la losa es llano; mas, en una espacio de - 1.10 par lado contiene dos filas de a t l as irisad cna drangZlares o umnescas (0.2° por lado) que pe. cnetran en la piedra hasta 0.15. Las esquinas de la losa están ligeramente : sondeadas en. un radio de 0.3O,pero sólo en su parte superior. (1) Squier, Perú,'incidents cte. cap. xxvtu.-Chalon, Los f. drel AuL Perú, parte mí, píír. U. u - 82 :imposible atinar por ahora con el sígníficado de esta hermosa piedra . En él empeflo de explicarla, se ha pensado , o que, sirvió de modelo de algún edificio sagrado, como por ejemplo Kalasasaya y su anexo occidental, o que fué el ara de los sacrificios que los tihuauacus ofrendaban a su divinidad. Conforme al primer supuesto se ha 'intentado reconstituirla, y hay que reconocer que esta reconstitución no carece de in-, genio. Figúrasela sostenida por macizas pilastras de casi cinco metros de altura, que serían las grandes piedras que aún se ven por ahí, sosteniendo a su vez, mediante unos pilotes dsa metal o de piedra ensamblados en las muescas, alguna clase de cobertizo, elebajo del cual, como en una urna, estaría alojado el ídolo o símbolo sagrado ( 1). Loe partidarios del segundo supuesto han ido Basta ver en la cavidad que presenta la losa, el receptáculo de la sangre de las víctimas, y en los tramos de las escalerillas, la medida para apreciar las porciones de esta terrible ofrenda 12]. No pasaremos el tiempo en discutir estas hipótesis . Quizá antes que el modelo de algún otro monumento, haya sido parte del monumento mismo en el grupo de Cantatallita. Hemos vista que este grupo [1! &fuier, Perú, Incidents etc. Loc. cit. ` [2] Clialon, Los Edif. del Ant. Pera, lic, cit. - 83 =constituye en Tihuanacu el más delantero .de las ruina,-. Podría considerársele por este motivo, corno el frontispicio del. gran santuario o su punto de entrada. Si hubiéramos de conformar las prácticas religiosas de Tihuanacn a los ritus aymaras,. diríamos que Cantatallita fué un puncu, esto es, un lugar' de purificación, una etapa, para penetrar lustrado al sáncturn. Y la Piedra Simbólica, pues en realidad parece serlo y deberemos en consecuencia reconocerle la propiedad de este nombre, sería un altar. Pero ¿quien podrá afirmar todavía con pruebas irrefragables el pretendido origen ayma—a de Tihuanacu? Otra piedra no menos notable, pero de un sentido mucho más obscuro que la Sinnliólica, si cabe, es la que se ve tirada en un lugar apartado, en las inmediaciones de Escritorio. Pumapuncu. La llaman el Tiene, en efecto, la apariencia de este mueble, por los diversos ttokos esculpidos en ella y que pueden tornarse por casilleros o alacenas. También, como a la Simbólica; a falta de otras nociones para una mejor interpretación, se la lra considerado modelo de un edificio, y si bien se repara, tuvo poco que hacer la imaginación de los intérpretes para llegar a este resultado. Sería el frente de una casa de altos. la planta baja con dos puertas laterales y una ventana central, y al pie de ésta, otra puerta umida como pa- r 84 ra comunicar a la cueva: la planta alta, determinada por la correspondiente importa, corrida en toda la longitud del frente, tendría cuatro ventanas. Una perfecta fachada de casa moderna, sin que le falten los resaltos que la decoren. Todavía no se les ha antojado a los intépretes, tomarla por un retablo, al que también se le parece aún más claramente. Menos mal si no le toman, porque en estas cosas de Tihuv nacu el empirismo ha campeado a su guisa.. El Escritorio es una mole de roca traquítica, y ha debido ser parte de alguna "construcción, pues así lo revelan ciertas labores incompletas que se ven al extremo de uno de sus costados, las que probablemente se continuaban en otra piedra ala que estaría unido. Pero mientras no sepamos qué oficio tenían en la arquitectura de Tihuanacu estos ttokos o nichos, la incógnita que guarda para nosotros el Escritorio será siempre impenetrable. No lejos de esta pieza se desenterró una losa extrañísima, porque su traza y esculturas salen del estilo corriente y no po,, ) monótono del arte de Tihuanacu. Es el único ejemplar entre tanta multitud, que no se aserneja por ningún motivo a los demás. Su corte es el de un tablero, pero el. extremo inferior remata en un cabo para ser fijado en el suelo y mantenerle en posición vertical. Los grabados cubren las dos caras, y Nult-`i^i^ - 85 aunque muy parecidos, no son estrictamente iguales. La especialidad de ellos, consiste en el dibujo. En vez de las líneas .o figuras que tan repetidas se ven en los bajorrelieves de aquellas ruinas, aquí son elegantes zigzags y simétricas curvas parabólicas o en espira, que a modo de labores de capricho o de simple ornamentación, hacen enarco a un batracio que se destaca en el fondo. La piedra es de un asperón rosado con venas blanquecinas, y esta particularidad aumenta su mérito, porque resultan los tallados corno taraceados. Podía considerársela - un rara avis; lo es hasta ahora en Tihuanacu; pero en llatuncolla;,.habí¿. hasta hace poco unas columnas monolíticas que ostentaban dibujos de este jaez, y también en Chavín, lugar del departamento de Ancachs (Perú), se han visto otras piedras más o menos semejantes (1). He aquí corno vienen de nuevo a disputar la exclusiva de la originalidad a Tihuanacu, las ruinas de otras regiones del Perú. Tanto mejor para los que procuran con in[1] Chalon, Los Edif. del Ant. Perú, parte ni, párr. iv. Encuentra este autor en las ruínas de Chavin, que tienen una antigüedad muy remota, cierta analogía con. las de Tihuanacu, principalmente en sus obras alegóricas, aunque sus piedras no estén labradas con el mismo esmero y perpeceifin.-WTener, Pérou et Bolivie, $g. 574 y sig. trae unos buenos grabados de los bajorrelieves encor.'rados en Chavin y que rófuer an lo dicho anteriorni4:nte. ' - so_ dependencia de crite , el cono huiento del pasado prehistórico; pues, estas inesperadas analogías son verdaderas revelaciones, y de ellas se necesita justamente para plantear con un raciocinio unís as: ertado los graves problemas que nos proponen las enigmáticas ruinas'de la gran metrópoli andina. Aun es posible que a este paso, quede pronto y defnitivamente, proscrito de los estudios sobre Tíhuanacu, el viejo y tenaz prejuicio, de que srt civilización fué forastera y que se implantó de súbito en la reducida llanura que domina el Quinsachata. La losa en cuestión, a la que para distinguirla llamaremos la Lápida, trae al recuerdo las atelas de los pueblos de Oriente. Si no encerraba alguna idea o la forma de algún principio mítico, seria por lo menos conmemorativa de algún acontecimiento; de todos modos, sería una piedra tan simbólica y con un fin G sentido tan determinado como la que lleva este nombre. Sin forzar la imaginación ni correr el rie.z=o de formular interpretaciones ala aventui 4t, podría decirse de ella, que simbolizaba la lluvia, la tempestad, el agua, o que estaba consagrada al culto de este elemento, que e~p a rte con el sol el poder renovador y fecundante de la tierra (1). [2] L}xma piano pir sk a la Salvó del barreno de los picapiedras que en F 'a`s€b , eaanddo fu+-' de& ubterte., se Fuera tarea de no acabar si nos lrrtalpcusieramos pasar en revista todas las piedras notables que se han encontrado en Tiltua,naen, muchas de las cuales han ido a enriquecer los museos extranjeros. Bu ninguna parte de las Ansóricas, y aquí rstá la carácterística y la superioridad de este sitio. en ngngona parte hubo mayor copia de escu€turus. Los artífices de Tihuanaen habían llegado a in a alto grado de destreza; sus abras revelan una larga práctica y demuestran a la vez que tia, estaban fijadw en aya tiempo la religión y sus ritus. Se adivina en cada línea marcada por el cincel en la dura piedra, que está obedeciendo a un motivo. No fueron los peruanos ríe en ellas sobre todo los de los tiempos iucáicos. El mismo Cuzco, con ser en los días colombinos la Roma de este in peirí o, no las tenía. Apenas hablan los cronista españoles, de muy contados lugares en que las hubiese, y estos gozaban entonces de la reputación de haber sido sitios privilegiados, de la más antigua,; civilización. Tales eran, según aquellos, Pecara, Xauxa, Paeháeámaj, Caxaaprontaban a trozarla para las obras del ferrocarril : pero abandonada ahora en el patio de la casa de posta, va desempefiando el oficio de : _'adero y sufriendo consiguientemente considerables deterioros, tanto que una de sus caras , la que presentaba aquellas fajas blanquecinas que decimos en el texto, está irreu>edia,blemeante descantillada. marca, (1). Pero en estos mismos lugaresel tiempo había. borrado. todo recuerdo, y la fábula, para explicar la procedencia de las esculturas, las presentaba aun más mnisteriosas, contando que eran "=-ltuaris, trocados en piedras . en los primeros días del mundo, por efecto de los castigos que la omnipotente ira de Dios quiso infligirles. Algunos ídolos que en tal cual población aymara eran objeto de un culto especial, no. pasaban de ser representaciones alegóricas bien confusas, y como obras de arte, si hemos de prestar fe a sus sañudos destructores, eran una atrocidad [2]. Pero de ninguno de aquellos puntos nombrados se contaba con mayores espasmos cle admiración cono Ide Tihuan . Un hombre de-letras que recogía las itnprmiones populares en el -Cuzco, ]para trasnútiiias a su conterráneo el célebre Garcila(1) P. Molina Relac. de las Fáb. y Rit. de ?£_^ Ingas.--Cieza de León con su buen criterio no da :.tenso a la creencia que había en suss tiempos entre los naturales, de que el inca manda espeaipir las estátuas de Pucara en memoria de su victoria. " Si es así, observa. yo no lo se más que lo dicen". Crón. del perú, parte 1, cala. v11. (2) "Llamíbanlas en el Perú Guacas, y árdina. rianiente eran de gebtos feos y disformes, a lo menos las que yo he visto todas eran así. Creo, sin duda que el demonio, en cuya veneración las ían, gustaba de hacerse adorar en figuras mal aseadas". P. Acosta , Hist. Mor. y ikat. de las Indias, lib. Y cap. IIr. -- 89 so, que a la sazón escribía la historia del Meró en España, habla de sus, estatuas y re produce fielmente lo que de ellas. oía al vulo. Aparece de este pintoresco relato, una población stíhitaraent , petrificada: hc bes; mujeres, nulos, hech piedras, de repente, por ensalmo, en todas las actitudes en que..les sorprendiera el terrible conjuro: los madres amamantando a sus pequeñuelos, los hombres en sus habituales menesteres, ya de fiesta, ya platiea.ndo-a, ya en marcha (1). Si no exactamente c omo esta pintura que lis tradiciones de Tihuanacu con van todavía, el conjunto de las ruinas y sus numerosas estatuas no podían menos que presentar entonces un aire sobrenatural y fantástico. Ahora mismo, cuando el viajero en las serenas tardes de otoño, fatigado por las - impresiones de la excursión, se detiene en Cantatallita y dirige desde allí una mirada contemplativa a las, ruinas, imaginanseíe las piedras columnarias, apenas bañadas en esos momentos por la indecisa luz del sol moribundo, extrañas gentes que {1] "Tamnbién ay allí • cerca otra gran sama de piedras labradas en . Fgueas de !reabres, y ases , tan al natural que parecen que estan vinos, beulendo con los vasos en las manos, otros sentados, otros en pie parados, otros que van paseando un. arroyo, que por entre aquellos edificios pasan : ottra:• estatuas estan con sus criaturas en las faldas y r"eg sco, ces 3as llenan a sisen as, y otras de mil .a ". ~o Alcob ara la U ~L Cesa. Real . parte i, lib. ni, cap. L. fueran brotando de la tierra y subido a Juntarse en la Akapana, lenta y cautelosauida-s de sus larte sotubras .....Tal mente, es su apariencia. Por lo demás, ni bellas ni perfectas las estatuas de' Tihuanacu ; al contrario, rudas, rígidas, de€ortames. No le importaba al artista modelar la :ra humana corno es ella, ni eran retratos los que hacía. Si se contemplan sus obras ,, no se encuentran sino troncos casi paralelepipedos con los miembros apenas destacados por un superficial diseño. Del -torso arranca inmediatamente 1. cabeza: ancha la cara, las narices gruesas. cuadrangular la boca, los ojos * huecos o tan sólo esbosados, quedando entonces como lentes: _una absoluta libertad de ejecución. Se creería ver en ello la infancia del arte. Pero cuando se observa lo acabado de la talla, que no podfav ejecutarla sino manos de. una habilidad exquisita , y cuando se advierte en. esos rostros, no obstante su pesadez y las incorrecciones del modelado, una v=ierte expresión hierática que parece animarles, no queda otra cosa sino pensar en que est as, deformidades, este egexones son que el artista hace resaltar -€oe puntos característicos de la verdad real, son convencionales y consultan algún sentido mítico, Birlase que representaban símbolos y no persona a his Y así ha de ser, porque aparte la tenacidad y energía con que estan m areados los ra ° generales, toda la auperi :ie se halla cubierta de una porción de dibujos complicados , esculpidos con gracia y es ero, que por su disposición paresea arabescos, pero que evidente mente em atributos o inscripciones. Sin embargo, las estatuas de Tihuanacu no fueron ídolos. Por lo menos nunca se dijo que 1. as tuviesen por tales los nativos. Y de esto se convencieron más que nadie, ea los primeros afios coloniales, los sacerdotes a cuyo cargo corrió en el Perú la célebre tarea de extirpar la idolatría aniquilaudo huacas. Loe indios del lugar les declaraban invariablemente, que aquellas esculturas habían sido gentes pecador y no doses, y este dato, que era la mejor prueba de que por ahí -no andaba el de nonio, calmó la fiereza icouocí ica de los extirpadores. Parece que una estatua solamente no pudo substraerse a su saña. llallábase dentro de una pequeña cámara, en un sitio apartado de los grupos que conocemos. Era la única que en aquellos tiempos recibía de los naturales los honores del culto: Su sacra prerrogativa la perdió (1). (11 • Estaba algo ¿esviado un retrete pequeño, donde s puesta un gran ídolo de piedra en que de. bían de & ¿orar, y aun es fama que junto a este ídolo se halló alguna cantidad de oro-,- Cieza de León, Crón. del Percá, parte I, c ap. rv---i\íngCia otro autor posterior a Cieza le meuoioaa*, la que nos hace pensar 92 -el ute rn - a entre las estatslas ea J3 iile, de la que hallamos una buena descrípeíón en un autor antiguo. llene hasta e punto las apariencias de un monje.. Viste larga túnica, abierta por delante y ceñida en la cintura por una gruesa faja. Está tocado con un gorro, calza sandalias, y lleva en las manos, aunque las dos son izquierdas, un cetro como el sunturptucar o el ehiampi de los incas y ' otro objeto que puede ser un vaso, una zampoña o un libro (t). Del ni-smo tipo del, ^raíte, si bien no de sus proporciones, son lao más de las estatuas. Aún aquellas minúsculas figurillas de metal o piedra (a -muletos o idoli¡los) que por .allí suelen re e, llevan -igual traza y vestimenta. No fu era arriesgado colegir por estas muestras la indunientar a del hombre de Tihuanacu. Los Ined i8 son hombre y mujer. Son que fué destrozado muy poco después que aquel le viera. {1] "Allí ~,tus zona estatua des piedra muy lisa, de altor-de vn estado, el <qual temía vua ropa larga hasta los pies, y vn bulto e'.mo libro, que tenia en la a aa s i i , y a la.laarec un bordon. tia . cuca suelas por capat, atochados can dos correas Por encima del empeyne y vn medio capirote como de trayle, todo lo quai estaua hecho de bulto, de vna piedra muy lisa, que parescía al xasturel, y •deste dizen que hizo en estas p.ouincias mu.olas easffiuy buenas". -Gutiérrez de Sa n ta ataca, HistL de las Guetras mal que Q ~s del ~u, lib. tu, cha. L 2n. - 93 los bultos que por su accti , y la t a€i vaa corrección de -sus - fa ,-dones, . pueden coneeptuarre como los más artísticamente esculpidos. Rasta se advierte elerU- p:astíct dad en las formas , lo que es una ezcepeióu en la estatuaria de Tihuanacu, siempre dura, siempre pesada, siempre fuerte. Están sentados, casi en cuclillas. Parece _que representaran en el mudo andino, la pareja. e biernática. del principio creador y conservador de la naturaleza, el -eterno misterio de la reproduccid a y la vida, que la fantasía de los hombres ha . personificado en todas partes- y- hecho objeto de su _ religión y su culto. Eeto se eme adivin'r después de una atenta observación. - La mujer, o- el principio pasivo, aparece cubriéndose con una mano pudorosamente el pecho; el hombre, o el principio activo y vivificador, empuila con energía su atributo, voluminoso y enhiesto. (1). La cabeza colosal o el Monolito, corno se le llama antononiá.sicalnente, no es más que el fragmento de una est,.,tua trabajada [1) llállanse ahora en el cementerio de Le. Iglesia, Y a u y otro lado de la entrada. Su á~ pos~ cla €^ ta ix ale _ car° str amená.: t> sitio análogo en las M ~S, o sea elan áe la pea a, ceo dicen a as ~es del o Decir i .'ndose a las ifilfiS'iaat➢ t ene &, sus antes. 1asta hace algunos años se halla:. junto el la c€ al mujer, una pequeña estatua de criatura envuelta en pañales. Con este ~'más. el concepto atribulo a los . 2í di is adqu tnaymes vísas de ' M . 94 en un hermoso pórfido azulado, raya eltnra ha debido alcanza r hasta unos ocho metros. pues aquel solo trozo, la cabeza, mide. 1.37. Los grabados que se extienden mino en las dem :s escultoras por toda la superficie, soa evid"iitemente alegóricos, pero corno en todas, de tan obscura significación, que por el momento nadie ha pensado ea explicarlos {i)• Estas y las demás estatuas cuya enu¡ireración se haría fatigosa para el lector,. eetán desplazadas. También ' las que de ti ;ropo en tiempo suelen descubrir las -excavaciones o el arado del labrador, presentan indicios'`ehlernentes de haber cambiado de sitio, porque se las encuentra en lugares irpensados, lejos de las construcciones donde era natural que llubi estarlo erigidas. Tal ocurrió con aquella muy notable, el Cosaco, así llamada por un diIi ente anticuario que hizo de ella una minuciosa descrípeióu, a causa del extraño Corro que lleva. La forma de este gorro, sobre todo sus dibujos, el rostro mismo, su gesto, sus - ran- encuentra en La (1) Este megalito, que hoy se Paz, estuvo por arnacho t empo abandonado en I loco lloco, sobre el camino, donde le dejaron los conduetores cuando le transportaban.a esta ciudad , ya en los días de la república. A:ili fu<' estudiado por la mayor parte de los viajeros ce de él hacen mención. Una reproduccion en yeso, hecha pcw Wíemr, existe, en Paris, en el museo del .:. rocadero, según Chalon afirWatt. des ajo redondos y alados, su gruesa deja-.. tadura, las seis cabezas de aves de rapiña que cuelgan del labio inferior, inspiran un orden de reflexiones que ponen muy en alto el valor arqueológico de esta rara pieza (i). La estatuaria de Tihuanacu se presenta varia, abundante y siempre incomprensible, y ,inri ce por lo mismo un estudio detenido. Hay las estatuas obeliscoides, una de las cuales tiene de longitud m. 5.70 [ 2]; las an[1] P. Marabiui, Autig. Perú Bolivinnás.-La estatua, apenas de iterraado, €né hecha cuartos para servir al macizo de un puente del fía rrocarril. Medía finés de cinco metros . ficto pudieron saly la cabeza y un trozo de la extremidad inferior . Es de la cabeza, en especial de las extraiaaa ornamentaciones del gorro , que aquel autor nos hace una buena pintura, caueluycndo por declarar que encuentra en ellas ciertas alusiones al aarte egipcio. -El tronco, cuyas partes pudimos ver casualmente en momentos en que los albañiles echaban la mezcla para asentarlas, estaba exornado de los mismos genios alados que figuran en la portada monolítica , es decir, de aquellos que en los extremos del admirable frontispicio es cn solamente bosquejados. ' 121 Esta, y dos más pequeíias fueron desenterradas a pocos pasos de la línea del ferrocarril , y las hio eron. levantar sobre el mismo sitio, en 190+3, unos señores que andaban por ahí de excursión. La erección se hacía as fuerza de brazos con unos cabestros. No opusieron gran resistencia las ~tuas peque as. Aun la misma grande iba irgiéndose lenta y <majestussamente ; cuando en cierto momento dió°nd vuelco con tal violencia que se hizo irremediable, pues resultó con el rostro en sentido (—,cesto al de las otras. Algún tiempo después, con ni; • poca sorpresa, tuvimos a;ast=3n de leer en un autor extranjero, cuyo nombre no podemos recordar , unas sutilísimas obser- - 96 -tifalas, no .blee por la rree°cdn del roetro y la posición extrafulsi~ de la-- figuras; las zoomorfae, que ordinariamente reproducen cuadril edr s, en particular la maeranchenia, el punza y el t ^ti, con el Imprescindible adorno simbólico de una bola sobre el. hocico y otra pendiente del cuello. 'Duda tarea ha de ser, pero de resultados inapreciables, la que emprendan los icat&6lugos para descifrar los enigmas que aq uellas eucierran , porque, no solamente hay que entender la significación del modelado y las actitudes, sitio también la de los grabados de que están cubiertas. Estos grabados, de una extrema delicti= deza aunque falto de perspectiva, son _calificados generalmente como bajorrelieves, y están dispuestos al modo egipcio ; esto es, de un. fondo cavado, plano y parejo , se destaca. el relieve igualmente plano, con los detalles determinados por líneas . La finura de estas lineas es sorprendente . Al considerar la seguridad y firmeza con que el-buril pa- vaciones acerca de la notable particularidad que ofrecen estas tres estatuas, que las dos pequeñas de los , que est i al me eXLi os miran al norte y. la grt. dio, mira al sud. Creyendo haber penetrado en la mente de los tihuanacus , el autor aludido asienta, que tal disposición correspondía a un alto sentido alegbrioo : las tres estataas ersaa 19s genios vigilantes de la urbe, atentos a todo, siempre mirando al porvenir y sin perder de vista al pasado...... --- 97 só sobre la piedra, uno no puede explicarse cómo hubo tantos hábiles obreros pcira ejecutar con tal maestría tanta bella obra. Pero no hay que buscar en Tihuanacu la mano del artista, sirio el genio del. pueblo que imprimió allí su propia fisonomía. Los tiiiuanacus ponían especial esmero en las portadas de sus edificios. En este orden nc tuvieron avales, ni siquiera imitadores. Fueron únicos. Las tallaban en piedras de. una pieza, obteniendo así obras de mucha apariencia. Hacíanlas llanas, o. apenas inolduradas, o cubiertas de bajorrelieves. No sólo puertas, sino también ventanas monolíticas salían de manos de aquellos insignes obreros. En Pumapuucu, plantadas todavía en su sitio, alcanzaron a verlas los españoles casi un siglo después de la eouqu a (t). Que- suma de esfuerzos podía requerir cada portada, es cosa digna de considerarse para tener una idea de la pujanza de aquella raza (2). [1] P. Cobo, Rist. del Nuevo Mundo, loo. cit. [2] P. y Margal, que con tanta sindéresis juzga las cosas de América, no alcanza a entender el móvil que influía en los tih uanacus para ejecutar obras de esta naturaleza: '-Estas portadas, dice, únicas en su género, c- tituyen, a no dudsrio, una de lag más um,,, portantos ph finas de la prunitíva hía5or a del ArW. ¿Qué objeto podían tener cuando no servían de paso a monumento alguno y Cr an por. sí solas taonumentos9 fe-rían, corno los arcos de triunfo , mera conmemoración de acontecimientos milita.res'. • .-Serí an tal vez la consagración de dogmas re igioso En muchos k¡13 -98Pero. entre todas ellas, y con ser cada, una monumental, no hay otra que despierte mayor admiración e ¡interés, por lo acabado del trabajo, por su perfección artística y geométrica y por la pureza y singularidad de sus dibujos, como la conocida por la Ptcerf del. Sol. Esta sola obra bastaría para ejecutoriarla .fama de'Tihuanacu, colocándole por encima de todos los centros culturales de la América - precolombiana. - Insuperada e insuperable la Puerta del Sol en el nuevo mundo, no tiene igual en el viejo; y es justo que se envanezca con ella el país en cuyo suelo se yergue, pues ningún otro monumento puede testimoniar con más elocuencia la pericia escultórica de sus antepasados. Crecerá todavía su importancia cuando se alcance a penetrar en las miste$t as c cu° íour que ecierran nz grabados (1). lómotros a la redonda no hay canteras de que extraer tan enormes piedras: ¿q -,é razón pudo haber en lora constructores para empeñarse en que sean de una, pieza tamañas obras"_ Hist. General de América, Epil. .párr. CLXxiv. (1) —La misma piedra es una truquita obscura sumamente fuerte, pero se halla labrada con tanta preaisi n, que no habría mano par hábil que fuese, capaz de hacerlo con uiás ventaja. Sus líneas estan perfectazx eR}te =r dise. y sus ángaloe rectos tienen tal exactitud, (que el m diligente geómetra no las trazaría mejores. Prescindiendo de algunas melladuras y otros pequeños daños causados por las injurias del tiempo, no creo que haya en ésta ni en el otro continente, dado el material, un trozo de piedra mejor ea- -- 99 Ocupa la` Puerca del Sol en la actualidad, uno de los .ngialos de Ka.lasasaya, y mide 4 ni. de largo. por 2.15 de alto, con usa espesor de 0.35. El vano, cuyo ángulo superior está roto, tiene 1.35 de alto y 0.75 de ancho. El arquitrabe o coronamiento, en el frente principal, está adornado con cuatro- líneas de bajorrelieves. Las tres primeras representan genios alados, - unos con. cabezas de hombre y otros con cabezas de ave, la rodilla doblada, el cetro o báculo en la mano, corno si estuviesen en actitud de oración o de marcha, y mirando todos a una figura humana circundada de alegorías, que se destaca en el centro, en altorrelieve, por encima del -vano. Están genios , son cuarenta y ocho, pero de ellos dieciocho, que ocupan los extremos, se hallan solamente bosquejados. En la cuarta línea, que corre sin interrupción de un extremo a otro, hay en los entrepaños de una greca continua, cabezas.aureoladas como la figura principal, aparentemente uniformes, pero distintas entre sí. El frente posterior de la portada es llano: apenas le ornan, formando frisos o cornisas, aquellas molduras que ya hemos caracterizado como la ornamentación típica culpíci.o. Su frente , en especial " la pa cubierta por las esculturas, presente un tallado y, pulimento tan fino y niagistral, que es lo misa acabado que se puede obtener en Ira dura tr atquita ". etc. IQO. cit. Squier, Perú, Incidente -- loo -de Tihuanacu,' y unos ttokos o nichos, notables d grandes, lacar Cu anto u oficio de alacenas es rn€ uit e io. aún qued an loe agujeros o huecos que servían de quicial a sus portezueia& Los paramentos de la portada . la portada misma, see continuaban y compl t ban en lr,s paredes laterales del edificio de que forinaba parte, haciendo con ellas un iisolo cuerpo, en una misma línea (1). El vano, eh efecto, no se abre exacta te en el punto medio del nmonolito; los genios alados de los extremos 110 están enteros, como tampoco lo está el primer nicho ó ttoko' superior de la izquierda; y la superficie, en el espesor de ^usdos, presenta aquellos cortes o rebajoe que servían para adoptar y estabilizar unas piedras con otras, según, el. sisteína de edificación de los tihuauacus. No soportaba pared ni obra alguna. Tono su corte superior ligeramente pisoneado, por lo que no ha faltado quienes piensen en qut:' fuste monumento quedó inconcluso, describe un arco de líneas desperfiladas, indecisas u ondulantes, como sí el artífice hubiera querido representar el horizonte, las nubes o el (1) "lita puerta era de una casa muy grande que e.uí .hecho para ;ltie se aposeutusse el discipulo Viracocll &,•,Ía cl n l es a cayda y arruina , con la diuslr x ts G xra, st. tai d del tMr t pt^". ,^-r1 de las Guet zumos que Civ.del Perú, lC. cit. cielo. L eabeza deja figsara central esls> el el c€eio. Se Dais iid er^i i~ r Lauy pral3iJas de esta ~fica piedra, y también se ha esc: tro arc T rara e^íplicar el sentido de sus al gfixa l: ro * hasta a or € sin resa lt;a^ do satl-4 :torro. El -trabajo i-n4türpretativo, aaasiga e reali do las arias de las teces cota la mejor 1--stduc t ói1, ha adoiec fio siempre de aquel i ritr de re i r a ,ras cMiitaciones , con runa desenteude ciar o d conocíanjiento absoluto de lo que pudo, r la genuina civiiifiac vii andi :ia. Por pereza a por íng,uiicieiicia, -t :'t3 han }°`+ferido comii arir al tris q ue explora r, y todos kan frat- r ü. .IXIU .°iiúz que se Ytiéo vsveilur atuvieron a las solas inspiraciones de sil imaginación y fantasía. ..eia cl. Para poner en evki. cíe la ligero coz que frecuentemente ha sido tratado este orden de -asuntos hasta por . los verdaderos hombres de cienca, tenernos a la mano la siguiente curiosa interpr taici n , q ue por cierto reo cuadra a los iodg cutis l r t€gios del Ilustre anericarnista que la suJ €cdbe. Supone que lafi-gura central rep.sernta al eobe ^:€ o e ` ^iT+i áúi3áíeu , quien, lar ha- ber instituido el culto del-gol. era a la vez cabeza de la reL gi áu y del y .; hallaba ir:atúo de atribut divinos y huatan€ss; que los e€cicas al sss a^.3t a lo s lrc^ara.r^.cinorzírr 1efeede tos -- 102 ..+ P. rendirle tlmne$raje; pero que como este gran dominador de naciones había uncido al yugo, índietliiztamente,, pueblos civili piad y no cicilinados, quiso distinguirles, presentando a los primeros con cabezas de hombre y a los segundos cona cabezas de cóndor (i). Otra explicación del tuisino linaje, suL me que se quiso perpetuar en la traquita una de las más salientes escenas de aquellas grandes romerías al santuario del dios Sol de Tihuanacu, que los soberanos de todas las naciones del antiguo Perú, realizabau de tiempo en tiem*1,o: la adoración; y que por eso, los regios romeros, est íu figurados en los genios alados, puestos de hinojos y con el {orón del } o'regrí o en las manos. 'Y ya que a esta clase de comentarios vamos dónde cabida en las presentes páginas, no está demás que también consignemos el juicio actual del indio nativo. L'ara 61 la actitud de los genios alados, no es la reverencia) mie a [11 D'tlrh€,ny cit. por Squier. No, e<r.: eemos el texto de DOriaigny, y nos referimos a sa comentaador.. Este. orlinarianiente tan circunspecto, nopuede menos que ffzgarae de tan "antojadizas ii?c+sofiai.". Dio & que siguiendo t manera ¿te inter:retar , habría que convenir en-que skw dieciocho f nrus inconclusas de los genios alados , serían otros tantos jefes de tribu que el monarca de 'r'iiinanascu se prometía conquistar, pero que, doce de entre ellos, habían tenido la suerte de _ ser clasii cad- s entre los civilizados, ya que en el bosquejo aaparecia:n eiuufeiadas ron perfiles humar_-o s......Perú. lnc uts cte. lec:. cit. -- 103 -toc parece, sino otra muy distinta: un . actitud decidida.inente agresiva ; en cc^€isec zencia., los geciio s son los „eft s e naciones confederadas haciendo irrupción en Tilinanacu, y la figura central, es el monarca invencible repartiendo golpes a diestro y siniestro con las mazas que tiene en cada mano. Quizá porque estas pueriles , interpreta cioiies dejaban un gran vacío en el espíritu, y tasnhión porque éste sentía sed de otros enunciados que revelasen siquiera alguna novedad , mereció no pocos aplausos en su tiempo la formulada por otro notable americanista, quien, después de largos afios de estudios, de exploraciones , de comparacioiies, declaró haber encontrado la más estrecha anaoía. - en los bajorrelieves de la Puerta del Sol con los simbólicos monusnent c rrescl tía -t u la era , exícana de los toltecas-iialhuas _ ( L). Conformando sus interpretacione=s a lo que se ha podido adivinar respecto del simbolismo mexicano, creyó ver tu la figura rontral, cuyo rostro rodeado-, de signos míticos se le antoja una máscara . (y tal parece ), la representación de la poten[1] L. Andrand, Lettre sur les Anviquités de Tiagm3nsco. 1586 F,,rts declaraciones de Aiigrand repo:wan en largos es.4tudi. acometidos ci n tesón durante una residencia de veinte edos en el Perú y Bolivia. Ore que ic,3 e astro tesis de Tihuanacu provenían d i los toltecas occidentales o enlif nrnienos, y que los icheshuas descendían de las maya. o fioridanos, unos y otros ramas de la raza madre u.e los nahues. „ . l04-cía iiiiévers 1, ael alma y la esencia del i9t^ián- do, el dios Sol. generador y pr xi actor. l figuras lateral:-í.3 leas el s i fines o personificaciones accidentales o depeudientes de et;te poder supremo, y tomadas en con¡-iiuto, serían, por sus forinas millo p1.ei ala vez que semejantes entre sí, la expresión geroglifica de la triple potencia generadora., fecundant*+ y vivificante del sol. Las escultnras del friso reir ntarían la misma fórmula simbólica de la cosmog^^€>ía mexicana, el siclo eterno, la cadena sin principio. tú fin de los siglos y las generaciones.- Para reforzar esta interpretación, su autor examina las alegorías que recuW\-n todas estas figuras, y con. el auxilio de las explicaciones que se han dado a las formas ideográficas empleadas en otras teogoon.ías, sobre todo en las de la luílla antigua, -i^etouoce en ellas lob signos que simbolizan los rayos generadores, las potencias fecundas, el soplo de Dios o rayo divino, la vida física, el rocío fecundante, el germen de la vida, el calor, el fuego, la cadena de las generaciones, el Pone, e) Língam, el Andrógino o doble germen, la .'iipremacia, la autoridad soberana... Pero egtanios perdiendo el tiempo y la paciencia, con esta fatigosa errumeración, que sólo podríat ser comprensible y apreciable para quienes tuviesen el objeto o s¿..s dib€il.ea a la vista (1). [11 La siguiente descrípeión interpretativa de la figura central pertenece a Wiener, quien se' dice dis- 105 Que tales grabados, según hemos afirmavio otras veces, no sean simples figu de t;slulo de Angrand, Y la extractarnos de va libro Pé= 'u 'et Bolivtie, parte ira : "Ocupe. U t el"a casí tina mitad de la figura, y se halla contorneada por una serie de líneas que lsareten u e&udros, pero que `t .six disposacitínt ht,s e a sir que s,, xw el símbolo de la geztc?ra ci , :. De aild pata n 24 r .Y ser, de les Tae 6 terr4 4inrarn eta vale as de e, signo de la fuerza, 17 son fi iraciones de la i Awwitt masculina, y- el central. representa tina calesa.. tarda con un casco' real indígena. De los ojos, faro st de alas para indicar la rapidez de l.a mirada y Yu f ilidad piara recorrer les espacios, caen bígrimas como aludiendo a la lluvia fecundante i or efecto del 'l místate. Solare el p. cho están dibujados nn pez y cabezas de cóndor, representando a los habitantes del tara, y loa: mires. Entre estos se ve el signo característico del principio f^aenuti fo la tia Zn c kx<a x .^ at r-a uas «?C i r a-a, que inittresuu wu'vigor. Las manos , que no tienen sino tres .dedos y el pulgar, llevan ceta, cuya ertrerniclad inferior está ornada con grandes cabezas de sudor : la estremidetd superior del cetro de la derecha termina en una finura que parece un castillo y en el perfil do una cabeza ituniana ; el cetro de la izquierda se bifurca, y sus extremos terminan en cabezas de cóndor. Los brrtzttletes, que cuelgan hasta por debajo de los codos, vet2ttrtttan también en cabezas de cóndor encuadrando etal.e humanas. El c :; tapón, que Lacia las vadeas están ornado con ea'~~ de púma, se llalla sostenido por fiadores o atas 3sc;ra w, ent los csua ocho caliente. de elz ier etc er ra 441 I. abolo de la fecundidad. l?l wiar:aio o ntur4a t-e llalla decorado por ~s cabezas h manas. ala -,-,--Z sirven de a xatrt a s aaa parte baja de la túnica real. El dios— —1 está en pie sobre un p€xiestal que tiene tres gradas . r-tiro relieve es niásg:uesoque ancho. En el oetttr4,; ci pedestal se observa un pes, pareecido por el dibujo Viene zcl, Mero lffea;. por l detalles, al que .magra el p ho del dt s. > i e r i€s icr, xt ?jz>„retes «racóndor de r c :a05, Y- cetro yos, seis cabezas 14 -- 106 cap dici destítufcias de sentido, es Iuuato a todas luz evide. ite. No sólo han debido reprentar ciertos principios míeos reseerva ala prri ví 'das ckoprenói de un limitado nÚnaera de tetes, ya fuera eacer dotara o magna s, sino ideas populares, al alcance de todos, porque ee reproducen en considerable numero de ob etoá rásnícos y de piedras. Les venas en simples losas, en -no lomos sillares, eat laa estatuas, en el friso de la preciosa portada del cementerio de var € osos, en los rey barros de fábrica esmerada. Creeríase que el hombre de Tihuánaen, por alguna razón de estado, ponía todo su i.nterÑ en la difusión de aquellas alego. tías, para que, vivieran encarnadas en el espíritu del pueblo. Tan vulgari ado *estarla entonces so sentido, como obscurisimo se nos presenta -ahora. Yero ¿hasta qué grado podrían referise estas alegorías y- símbolos al orden ¡e interpretaciones e ideas de otras religiones antiguas, si cuanto más se ahondan los estudios- prehistóricos del Yr?'ú ancabezas de ptznvz. Sobree los dos leso-ue están reo - os al pedestal central por letones horiz tat.les, resanas en ~fflo celíeve las ca~ , coronadas de Puma, con loso Provistos de calas, sobremontadas de Los címbaMa de la €ni r a quíen haya tenido el coraje de leer hasta aquí la presente nota, Ir<-no será advertirle que el deascriptor ha dejado de niéncionar por lo nien una tira parto de los misteriosos signos ideo,,. áficos que recubren aquehm enig n t-iea ~0,,. -107 -.¡listo, _ m par e p racíarse la linea de separación entre éste y los demás países del globo No se prop , sin duda, esta re te k n el autor que nos ocupa, y por una de esas frecuentes desviaciones de la óptica mental, a¡ciar a^e que a todos aqueja, sohmeate él ha podido descubrir en la hupenetrable teogonta de Tihuanacu,'la uaisma trama con que se supone fué tejida la confusa e infor¡ne teogonía mexicana. eta mistara. ohservación corresponde hacer a Ja comunidad aarqueoló„ica que ha cremo encontrar ent€ las obras plásticas de e ta y aquellas partes del mundo americano. Así entre el Pachac- arad iyte¡ara, <-,w ato Lau= ala « -o€ fin cipal de la Pus r€a del. Sol, y el llat.locateuiitli, que es una de fas repre1> utas io aes d©l dios ¡raya Tezcatlipoca, se hace itn.posible dar con taz analogías que. te par en tau evidentes. Atin se pudiera aceptar que ellas existiesen en tal cual rasgo o detalle de los dibujos alegóricos, pero por ser tan singulares, no -nos autos loarían a declarar el paren tosco que pretende; serían, euaz. do mucho, eoincidea¡ctas cas ales, o-r p:opl ente naturazes, Porque al. fin, hales fueron los artífi.zes en una y otra comarca, y la hu= manidad, cualquiera que se.:.- la divergencia de razas y por muy disttes que se hallen respectiva¡ ente s o en el d ti a -- 108 -culi.ctsal,' una ríe ta- (1). A este pasó, viene a tomar cada día más fuertes, aquella d lameióu he<vi a por ot ros con el l reí' ia+^,io de su larga experiencia, de que ninguna relacióu <-,.contacto ha haWiiti eii io tiempos remotos catre las eivili atci n del norte y del sud de este continente (2). .Pero, así como flaquea la interpretación por este lado, merece que se tema enn atenta el valor que :mol intérprete ha abido dar a las líneas y sigilos Ic eogrzíflcos. 001110 ensayo es lo mejor que se conoce, y cuando se examina desapasionadamente este trabajo inductivo, le es propicia la impresión que deSa en el esp ritti. Por este camino, es posible [1) Cree Angmnd, con el atlas de tt3cteek en la nano, que las escu tu de Palenque reproducidas en io lilxt^arx^ r, x]c, a:aeaac, r e o[, rxZ ', IW Z ^!r LIV coitienen repre enthcio iguales a lees de Tihuanacu. Aparte de una calera que se dice del Sol (plano xicx) y que con no poco esfuerzo podría prestarse, a algún cotejo, lo demás no sdmíte comparación. Y aún trat<'stlds)se de aquella cabeza ¿acaso no es ni ha sido un¡-versal esta nuera de figurar al sol:'-El precioso ejemplar del atlas-de Waldeck , osea las ^•TIrY. ches sur les Ruines de Palenque par 4'abW Br t de BonrLourg, ares d€*sins de M. \valdecl.", P:aris, I85G, cine hemos consultado en la Biblioteca €úhlic:i, lleva e n sa portada esta c: icaúoria ant Sgrafa : ',«ffert tina M-usw_'e de Va Paz luir Leouce Aug rand. .aneicn . Consul gé neral et Ch rgé d' ffair. ou - ivic"_ Uns- eo e3t tnjero «error entre tantos gneatlgres de los,archivos lliviana .'..... ) P. .I$src.iss, Catálogo de las Lenguas , Introd. art. x .-kLuubold, Sitios de las C dilleras, Introd. pi g. Sl. qee en ato iejaaío din se rasgue tu-ir fin el velo q,ae cu br et s aa.tido cle st miste it sos earible aa, como ocurrió con. laos inserí io ates de les antiguos pueblos de Uricate pero aquí la em presa se presenta raís- á. ua, ya que, bien o oral, (le egipcios y asir¡- ,5e se conocía su historia, y el trabajo era más de confrontación o cotejo. Pero ¡dónde estará la clave de las ideo rafías de Tilh€uact. acu, esta tablilla de ta que nos ; ermita péuetrar con pavo seguro en sus inste zds??. Poiuue, y ; ^ermitasenos repetir: los bajorrelieves de Tihuanacu son para ser leídos. No coa concebibie que un pueblo que bahía llegado a tala alto grado de civitrración. según se ve de sus obras, careciese de medios -gráficos para fijar y trasmitir su pensamiento. En el viejo idioma: at ríirt uy ium-u, i y el verbo que expresa la acción y el efecto de escribir: es I,elkaizr. Los animales que juegan papel. principal en el simbolismo de Tihuanacu, son el puma, la macrauchenia. la serpiente (rarísima), el per y el cóndor. N'ó rigurosamente el cóndor, porque el pico grueso representado en los grabados, así ¡puede ser de este sarcoranfo como tambióu del águila, del loro y sobro -todo del al t ari, que algún autor afirma que es el antiguo I•c,.k, el ave sagrada de 1<m incas [i]. Lo propia debe de12J M tr%ham, Po c, -o r., san cíndo€e erróne amente en el P. Dertonio, V<caeb. da ¡u erag. Ayuara. circe del puma, cuyas representaciones se colifundeu con las de otros felinos, congo el titi (gato nmont:és), y con las de otros cuadrúpedos, corno el zorro, el perro etc., habitadores de aquellas partes (1). . La célebre portada se encuentra ahora ocupando uu sitio que no le coriespopde. Allí también la encontró, en el primer cuarto del siglo pasado, uno de los nuis preclaros varones del nuevo mundo, el gran mariscal de Ayacucho, cuyo nombre acababa de ganar la inmortalidad. La encontró derribada y rota; y después de un momento de muda contemplación, en que acaso el espíritu del prócer americano se puso en 'contacto con la Ña- nkha de la huasa andina, juntándose así, en- un rato de supremo éxtasis, las glorias iun rtas del pasado s, las vívidas del presente, salió en amparo de esta reliquia ancestral, ordenando que lalevatntaran y la preservaran de toda ac -ióu destructora (9). Cutnpliise en parte «el encargo del gran mariscal, y desde entonces la portada se encuentra er[1] Por mucho tiempo tuvimos en nuestro poder un vaso. sagrado de madera [pero], donde entre otros dibujos en colo°es , aparecían estos representantes del mundo animal, refundidos en tina figura simbólica, algo como el dragón chino o la hidra tebana , con la cabeza de puma, la cola de serpiente , el cuerpo escamado corno el pes: y los pies y alas de cóndor . Este vaso fué obtenido en Juli , pero nunca pudimos saber dó .de Labía sido encontrado. [2] Rey de Castro , Roe, del Tiempo Heroico, págs. l3y91. guida donde la dejó. Pero ese no debió ser el lugar de su primitivo emplazamiento. Observando-la hilada de raf<s que de allá sigue al sud, nótase entre la sexta y la séptima - olummna, nornuy.distante por consiguiente de su actual posición, un claro espacioso (tn. 9.75) que coincide con la calle o avenida in'terior de IKalasasaya y el vestíbulo o paso al. llamado Palacio. CNTo habrá estado originariarrmente en este punto la Puerta del Sol? Antes de pasar a*otro asunto, deberemos hacer mención de los pocos bloques, no más de tres o cuatro, únicos trozos de piedra sin labrar que se encuentran esparcidos entró las ruinas, pero eri sitios que hacen entender que nunca hicieron parte de ellas. Algunos alcanzan hasta trece metros de longitud, y todos afectan la forr a de paralelelípedos. E'tán bien piconados, y muestran sea'iales de haber sido transportados de lejos. Han servido de tinotivo, para porfiar en que los edificios de Tihuanacu quedaron. inconclusos, inducción que tiene en sí poca fuerza. Al observar el bloque que se encuentra al noroeste de Iialasasaja, se descubren Hondas canaletas como si se hubiese intentado dividirle en cuatro, o más bien, coarto si se hubiese comenzado a esculpir una estatua. Otra piedra, a la que alguno le encuentra la forma de un bote Í1], parece ser (11 Squ4e:, Perú, Incidente etc. loe. cit. 112 el bosquejo de una figura zoomorfa, como 1im muchas, aunque de reducidas dimensiones, entre el número de esculturas que se han hallado. Pero estos trabajos a medio comenzar, podían indicar cuando más al 1iou1bre de Tihuanacu en la plenitud de su actividad artística, .entregado al embellecimiento de, la tn-be, agregando a sus extrañas esculturas otras y otras, acaso para la representación de nuevas ideas o el recuerde de liueva.s hazañas. Las piedras de Tilluanacti, por logene-ra1, son areniscas rojas o rocas traquíticas. No hay por allí canteras. Las transportabao de grandes distancias: las primeras, con tteia probabilidad, de Jaimilimm¡1Ilil, una abra que separa el Guilla del Quítisachata, y las segundas, del Khapía. Ahora Mismo, en las faldas del Khapía, que se supone sea un volcán apagado, se ven bloques tirados en sitios que acusan haber sido aniig;uos caminos. En Jairihuilll.i estas muestras ^r, presentan inucho más claras, pues el ca., ¡ o parece un talles de picapedreros, donde hilos bloques están solamente cortados y otros a medio labrar (1.). [1] Informs. tierbs .-`.Las ruinas de Tialmanacu son de lo más interesantes desde el punto de vista (le la procedencia de los enormes bloques de piedra que encierran. Los grandes monolitos ele arenisca roja de Tiahuanacu [como los de los antiguos templos de las islas de Avgachi] son ciertamente, de la epoca perm(>-carbonífera, y todas las colinas (le los alrededo- f,Cómo transportaban de tan largas distancias violes de tanto peso? O tenían en tuso inedio^ mecánicos que nosotros ignoramos, o nada les importatían los más rucios esfuerzos y un gasto considerable de tiempo con tal cie exhibir en sus obras el sello de la grandeza. Una explicación satisfactoria aún no se ha dado. res ofrecen a la vista piedras idénticas, de tamaño menor, es verdad, pero de la misma constitución minera1„^giea. Otros grandes bloques visibles en aquellas ruinas son negruscos y formados de tina roca eruptiva traquítica. A pesar de mis investigaciones, no he podido encontrar ninguna erupción semejante en las inmediaciones: esos bloques deben proceder probablemente del norte, y datos debidos al señor Bandelie r me hacen pensar que los traerían del estrecho de Tiquina". A Dereinis, Informe Geológico etc. 1903. CAPITULO IV St I.iltto.-l<el ,sentido ctimulé[tico del nombre oc Tiliuanacu.-Esfuerzos infructuosos ele la filología para, crcoutr,u"le.-Las etiu,olot,,ías klteshuas -La,., etiuu,`>gía .,};ragua .-l)nd;: sobre la prirtitividatl de a;tr nonibre.-Si el original sería Chucai,na --El nombre sic Hm^:aiinitrc t.-Los huri,t+^as los macbztInts.--La :intiguedad de ''ihuanaca.-Algunas investigaciones para deterni Liar su edad probable.--La Chamajpacha y el,inito sobre el reparto del mundo.-El gran"señor Hiivust!,s. Parten de Tihuaunen los fundadores de puehlos,llevando consigo las ii;Eluencia de su civilización.-Ouiedes fueron cabeza de ?as nuevas nacionalidades.--Lo que a¡con las tradiciones acerca dei origen ¡le Tihurtacu. -La pretendida inmigración de ]os hombres blane.,s y barbados.-Algunas hipótesis._-Su falta de fuerza probatoria.-;Pué Tihuanacu la capital de un imperio o simplemente un santuario?-Encuéntranse restos de la civilización de Tihuanacu en sus innted -aciones y (u otras comarcas lejanas.-La laguna de U rnayu y la pcmínsula de Sillustani.-Sus torres funerarias. Posibilidad ele que Sillustani hubiese sido el pauten ele los se. llores de 'Phuanacu --tic^cesu,ad de anee., . Tientaciores para est:ui,ar 1 ,lnrutacu.-I, u ensayo c:. reconstitución histórica. (lile' Coll la esperanza (le hallar al guna luz contribuya a descifrar el misterioso orir gen ele ihuaiiacu, se hall contraído fuerte lnente muchos escritores. filólogos o Via,jert,s a ils ar el sentido etimológico (te este mc,lubre. Las opiniones, como era ae es})(-rrarse, discreparon desde la partida: quienes; --- 11 5 --- le asignaban un origen kheshua y quienes le atribuían un origen aymara. Y cono en uno *y otro idioma, hay voces iguales a las que da la descomposición (le aquel nombre, el debate no ha dejado de ser interesante y sostenido, pero también deploratnente estéril. Sin duda que es tentador, sobre todo para imaginaciones vivaces, el campo de las etimologías en que como en terreno propio ejF rcita su acción la filología aplicada; pero no siempre sus resultados son completos, ni ofrecen seguro derrotero para la investi(;ación de la verdad. El buen sentido aconseja que se busquen las soluciones etimológicas con cautela, sin dejarse arrastrar' de prejuicios, que ordinariamente precipitan al error. Y a este respecto, los eti^ nologistas americanos están arreatados a proceder con mayor tiento. por lo ^ nismo que las lenr,guas del continente sobres ser, como las demis, susceptibles de alteraciones fonéticas y lu:sta de alteraciones de sentido, no han contado con el auxilio (le la e,:tritura alfahéííca que. al hacer el análisis de, los sonidas, las tija y caracteriza a través (le los tietn pees y las evoluciones sociales. Dos son las principales opiniones entre los que hacen derivar del l:hesliua el nombre (le ' 'ihuanacu. Según la primera y de más antiguo discurrida, =t¿ palabra se compone de dos voces, de segunda persona de imperatvro del verbo reflejo tiacui llG que significa sentarse, y (le Tzuanacu, que es el nombre de un ágil rumiante muy paresido a la vicuña, el ^uc%e^aia iiuanacu. Tiakuanacu querria decir literalmente «Siéntate lluanacu», palabras que se cuenta, fueron dirigidas por uno de los incas a un propici o chasqui, admirando la celeridad de su carrera (l .). La segunda supone que también se deriva de dos vocea, de tiia, corrupción de tiya o tilda, luz, y de - h-^^anuc, participio del verbo htiaTau, morir. De modo que el propio nombre sería Tíih.uanetc, que singifica «Luz moribunda» (',^^. [1] Esta, etimología y la leyenda que le da origen han siclo invariablemente atribuidas a (.xarcilaso piir los escritores contempor+neos. siendo así que, aquel nunca dijo palabra al respecto congo tasanpoco dijeron nada sus predecesores Cieza, Acosta,. -Cxut.iirrez de Santa Clara, Liz;írrarca etc. etc. Es el P. Codo el primero que nos hahla de tal . etimología en su Hist. del Xuevo -N.luncio, lib. xii. cap. xix. asegurando que Tihuanacu se llamaba antes i^a^^jú^ulcc. Otro autor de la misma época, el P. (Oliva, repite la misma versiún etimolécrica, pero refiriéndose al mea Sinchi Ruca, y né a í^ir.ita Kleípaj, como quieren a,li .!'"s que citan falsamente la autoridad (le el P.`Oliva, Tihuanacu, antes de la íaziposicí^'^n de este nombre, se llamaba l'iieeoiu hist. dei Reino del Pería lib. 1, cap. °, p:írr. Se nos, ocurre que tan pc regrina etimología haya sido inventada, por los primeros espaaioles que se aavecindaaron en Tihuanacu, no teniendo nada°que ver con ella el calumniado Garcilaso. [2] V. P. Laípez, Les Paces Aryennes du Pérou. jparte ii, chap. u. Conté L'pez, para la traduceién al francés y la impresién de este trabajo, con el auxilio del célebre egiptólogo y orientalista G. Maspero, en- —l"~ - 117 Las opiniones sobre las derivacidii s, aymaras son igualmente dos. Una de cree ver en ti la raiz aymara tan repetida en el tien de la China , el teotl de Alé xico, el ticsi- pertiáno, el tlieos griego, el dcics latino y el levan sánscrito . Tirvan sería «de Dios es», .y aca , el pronombre «esto». Ti,^cana ca, «De Dios es esto» [1 La otra etimología, que es la Inés reputada, consiste en que aquel hombre proviene de tliíe sustantivo que se traduce por borde o ribera , y de ILUañako , O irtiei1 io pasailo del verbo d esecar, Así, Tlt•l (CILUC1llal`O serla «Bord e desecado» (2). Los e c rit. Ores modernos , en vista de esta iiltiina interiretación , han dado por de s Cifrado el eli iguia, e ol ieret2í. lidose ya a Iil e iclonar siinia rianiiente las anteriores opinio- nes por vía de enniición. ti a, copiarse. linos tonces inny joven (18631, Pero éste nunca pudo convenir con las lucnbrapiones dcl erudito arjentino,las cnales, conuO observtu;í. el lector por las citas que Venimos Haciendo, son de rnuy pocopesu. 11 Villainil de linda, La Len ria, de Alón, phg_ ?1i, Añade este auto= que el nombre del templo 1)evapragaya. al que el sacerdote (le Bralrnra le atribuye rola antigüedad de nGs de diez rail api)a es una simple tradaecimn o reiteración en (üalecto índico del nomel verbo u^^r^r(icn, p la bre de Tivvanaco : Ti o partícula causativa ida. /hri rr^,^ n ^^u o J) rup, al/(r_ yu derivado de Tin-anaca. o cap . lo y ti nido de cm [2] J. It. (xutiürrez. cit. pu: —rr. N. Acosta.. Brearon, La Puente etc. etc. r a otros. La consideran en consonancia con la rlaturalcra del terreno y el aspecto (le la localidad. I.lio parecí+ así. El lago deTitic.aea, como hemos hecho notar, está eapterirneentado un constante decrecimiento y apartándose cada día (le sus auti `nas orillas, y hasta se pi-tecle aceptar, aun cuando de ello no haya vestigios. (1ie los obreros (le Ti.huallaeu ejecutaron en ftclltel punto un trabajo (le desecación, 11reparatorio o c')mldenlental'lo (le la i^nnt1aC10ti (le la C'llií a^i. Pero sería ba Cante avente cado afirmar. q m, cualqliiera (le estas (tr('Ullstitn('lit^, y'ii SÍ-t está, obra (le (l< ^st-ca(icili, ya la -m en g ua, natural. las agitas, l,erceptib l solamente en un largo decurso de tienlllo,^hubie e dado el nonlt)re a aqueila iitetrt^11,11i. drlnás. y estll es lira (fue no 111V) en cuenta e l etinlolooizad(^r ni lka lielien sus entusiítstas scc ¡are : al (lest'Oili1)o 11NI, la palabra t'llt.%Ir'(92C1C1<' en Io5 vocablos j//Í(( /))/(Iltcr lc'U. V 111t"^i), al col tulunarlos pa- de 1 1 t^oi'niar (.011 (í)tl la rlio c- e lloltihrE', trlularoll. v cialtllellte su recta l)!'(1ll lluciaciuil. r %'o-thí({ sería y I)tl _j/Gí, ^Z.1CC(ü(U:'o. io t 1- puesto que ^ fl ayii1lia el cniilicativo se antepolie i;l Nistalltl^o, regia i vnl'121b e de C'Oli;'trtlc_'1On V c1e aplicación 1'.` llrUSa Cll la i01'lnaci(1ll de palabras cotllpilt. las 1 ). Fan ant l,jadi?a [i.j in^bn eliutoln (lzatlnr ha chocado tanto contra el t`oneC'^^tuc, ayma a como uilltíítrer al prrten- - 1 1^ - resalta. pues, esta etimología como las anteriores, y talnbit^n, como ellas, insuficiente para la desciración histórica que se busca. Mueno tienen que hacer todavía les filólogos hasta dar con el verdadero significado de este nombre, que se ha hecho no menos obscuro que las riiismas rumias (1). 11-- qu e %;ría-¡rtta,^crí,r> suene loznisn?o que :''i-/nrtrtu!t tt ,) Í'i'e-htrcrneee. En /hía en vez de ti o lía, la t natural ;;a sialo trocada por la th aspirada. fuerte, y en lractfí,,, u can voz de httattactc In tt por la fi, la. cr por la /° exoiotiiV;r ylar u por la o. Wieuer, sin entender del ay—?araaran cosa ni mucho menos, critica juiciosamente estos cambios, y declara que para dar con aquella eti?a ulogíaa, hubieron de hacer pasar a, las voces en eueestia,n por una verdadera tortura. Pérou et Boli.. ie, prona pat'tie, párr. xXII. (1) El astr,,nomo R. Faalh, que tanto clió ene 2aablan• hace medio sirio Cien su:+ teorías y laro^^hsticos soi;Pe el tiempo> los feníme?nos que se refieren al ^uita_nisn?o, encuentra bajo la figura central de la 2 0? tarda ?nonnl tica, toda una inscripción. en la que rtoe deacifrar con completar se uridaaei, las sílabas tia, Dice qne estas silalbas, (10 cualquier modo que sean tornadas, ya sea cada una por sí sola, o lar primera o segunda juntas, o lar segunda o tercera e, n?lan^utaas. o todas leídas en orden inverso, tienen siou?pa•e el sentido de acli,it en aquel idioma descorro. cirl+') que. -egnn U:arcilaso, se hablaba en la corte de los u t que hall> )e Iiatra idümua preincaísicc^. Así larprin?era partícula. /ia dice rucio; la se unda,ahttrr, dice agmi; la tercera,rantt, dice agua: la cuarta, juii tt, dico (tyoa. . Las dos primeras junta,, tialma, dicen agita aiiniti^a o leche; la segunda y la tercera .juntas, haao , dicen lluvia ; j a ítltimaa, en Mn. •jai u, leida in"wsaaztaente cu?,to sil tri, dice ,carta,; nombre del rio l7•a,tl ati, en el idio.na nrcina^:íic:a, , 11),,a de las _ lmaanaque l alb para el afilo 1' , 9. Laa Par;;.-.annn.ci5 Fa.2b, ct"u *. ueno nfa is, ilaher descubierto ese i,.lio- - 1`10 Acaso '1' ihúauacu no se llamó así originariamente , sino en una é poca posterior a la de su florecimiento , tal ver cuando aquel vasto escenario , abandona.-lo y reducido a escombros por consecuencia de algún terrible trastorno social o político , presentaba ya el aspecto de desolación de los tiempos prese1:tes. Nos iudnce a emitir ta. 1 sospecha, aparte de otras consideraciones, el umisino te; rnhino de tihuana con que en aymara se designa las hiedras o cantos plantados Tih,uancaca, es el al borde (le los ca)niuos. plural. .Y este nombre primitivo- no sería Ch,ucahua cono asienta un autor bien informacio de principios del siglo x vrr [11, o bien f^tü ieaiana^ ca , que así se Llama todavía la parte del lago s obre. cuyas orillas se levaugin preinc^íico, y uña ofreció revelarlo desde Europa. 1'Ublic,) allí, en efecto, arios después, en cumplimiento (le su promesa, dos libra:, —Das Land der Inca-in-' .eincr i;edeutung fuer die Urgesclúclite der Sprache iui(1 `elirift" i - 1. Y —Dio Ancles-^pi a-ches in ilir. i usan?u)ruihan^^e ni. (1, semit. ^rachstauuu".:i f: il)zi^ . t am1),)1 muy poco o —. . estimados hor ros aruericani-.ras. v tle nu.,y difícil lectura a. juicio de ell<^s. De los toles se colige. que c<.ntienen demostru< iones pura probar que los idiomas undinos son ele procedencia semítica, eso es, el mismo tropa con t uriantes, acariciados por V. F. López.-Por lo dem:is, para Falte, el p^"ártico monolítico es un monuuniento connienioratie.i dei .111piter T m;wfe? 1] I'usso (e1 incal a las partes de Ty y ay \ annen or ver sus edificios que antiguantente llamaban C:hueava, cuya ant.i,^uedud nadie supo determinalla''. P. (tliva, llist. del Ucino. y Prov. del Perú, loc. cit. - -1.21 taba la gran ciudad? Bien pudiera una investigación filológica de estos nombres dar mejores resultados que los alcanzados hasta ahora con el de 'Í'ihuanacu (1). Desgraciadamente aún no se. ha hecho nada sobre el particular. Este nombre de Chucaluca, sin embargo de su fonetismo enteramente ayniara, es de un significado tan obscuro, que apesar de nuestras diligencias, porque por más (le un motivo seduce y atrae fuertemente nuestra atención, no nos ha sido posible dar con él (.;). Al contrario, el (1) La sospecha de que el nombre de Tihuanacu es relativamente moderno, 4.ánla manifestado algunos historiadores y cronistas antiguos, ul propio tiempo -fue reconocían que esas ruinas eran en mucho antoriores al advenimiento de la dominación kheshua.—El nombre que tuvo esto pueblo antes que fuese señoreado de los incas, era Taypricala, tomado de la lengua avenara, que es la materna de sus naturales, y quiere decir —la piedra de en inedio" ; porque tenían por opinión los indios del C%ollao, que este pueblo estaba enmedio del mundo, y que dél salieron los que lo tornaron a, poblar. P. Cobo, Hist. del Nuevo Mundo, loc. cit.-Ya hemos visto en otra nota, cómo el P. Oliva dice, que antiguamente se llamaba C'haacara ; esto es, Chucalrtia, ya que en los idomas indígenas del Períi andino no existen la b ni la r, y era común error en los escritores de aquella época trocar las sílabas diptongales hua, hue etc. por las simples ra, re etc. (2) En la edición Pazos-Varela de la Hist. del Perú del P. Oliva, se ha puesto equivocadamente Chee ra por Chucara, que es como aparece en la correcta edición francesa Ternaux Comparas : y tomando pie (le este error algunos filólogos p" - ::unos contemporáneos, mas ingeniosos que ontend;cios, han etiniologiza.do, diciendo que esta voz Ch.ucara viene del kheshua 1a - 122 de Huiñaizmtarca es bastante claro y signíficativo, y quiere decir en aquella. lengua «ciudad antigua, eterna». ¿Habrá recibido Tíhuanacu este nombre por las mismas circunstancias que Roma, es decir, como una consagración reverencial de los tiempos a su larga y gloriosa existencia? Pero hay algo más, y esto puede sugerir consideraciones de diverso orden. Al otro lado de la serranía ds Quinsachata, como si dijéramos a espal das de Tihuanacu, se extiende la dilatada región de Hac/iaka o l^larhakamarca. El sentido etimológico de este nombre es de «pueblo nuevo». No desdeñen este dato los aficionados a extraer a expensas de las aplicaciones filológicas, revelaciones de la vida pretérita de los pueblos; pues aquí tienen, de pronto, a los huiitccz/as y los maclhakas, los antiguos y los modernos, transparentando c.on sus solo-4 nombres algunas de las fases o situaciones por las que posiblemente pay que es una contradición de cirzci+r a rzr.^, o s - los diez hombres" o confederación de las diez tribu -Es notable la constante repetición de la partícula. inicial Chue en la denominación de los más antiguos e importantes centros de población del Pera : Clruc•uith, Cirecllrrc*, Chur uura, C/.'uquhacurcu, Chuqu¡elri> arr, Chrerluichuccc, etc. etc. El nombre indígena de la ciudad de,La Paz, que no es Chuquiabo o Chu.quiugo como decían los primeros espaiioles, ni Chcequillctpo, Chuquiapu o Chchol,eycrlrrr como divagan los etimologistas, sino Chuquiahu, antiguamente pueblo de los pacajis a la par de Tiahnanacu, no deja de tener cierta analogía Con Clturahtra- Íw^^^s^R'G^*'r - 123 só la vida andina: quizá una lucha de predominio en que se vieron empeñadas aquellas dos sociedades en estas tierras de Pacaji, o si se quiere, el advenimiento en Pacaji de nuevos elementos étnicos, los que, si no destruyeron o suplantaron a.los viejos, acabarían por emplazarse junto a ellos; de todos modos, uno de los episodios más interesantes de la historia andina. Ahora mismo los °?,iac/ta/cas, como si estuvieran cumpliendo un mandato tradicional o dando lleno a una ley atávica, son los agresores sempiternos, los más porfiados rivales, los más enconados enemigos de los tihuanacus o huiñayas. Apuntamos estas observaciones sin otro fin cine el de recomendarlas como un tema de estudio, El asunto es nuevo, y promete (1). Entre tanto y hasta los momentos presentes, sólo tenemos recogida la triste experiencia de que el trabajo de descifración del nombre de Tihuanacu,ha sido un fracaso. Pero fracasos de este linaje vienen repitiéndosecasi en todas las ocasiones en que se tra ta de etimologizar los nombres más autiguos de las tierras andinas. Para tranqui- [l] El distrito de Machtlka, qne se extiende sobre las dos mírgenes del Desaguadero, comprende los actuales cantones de San Andrés, Santiago y Jesús.. Son pueblos belicosos, ricos .-n ganados, y sostienen bravas disputas territoriale> :,om sus vecinos. Objeto y fin de su política, es el dominio de los dos flancos o vertientes de la cordillera de Quinsachata. 9 - 1 24 liza,' a los etimologistas , qae no se conforman con las decepciones que la rebeldía de aquellos nombres les hace saborear, habrá que récordarles , que el sentido original de los vocablos suele perderse o transmutarse en el transcurso de las edades. Y también ¿porqué no pensar en la. posible preexistencia de alguna otra lengua, de la que las vivientes sólo fueran sus derivaciones inmediatas? Pueblos prehistóricos , ; monumentos prehistóricos , reliquias prehistóricas , mitos, fábulas, leyendas, todo ello se va extrayendo de este mundo sumergido en la noche (le los tiempos ; pero ;qué es de la lengua coetánea , la lengua 1 ) rehistiírica? Otros estudios y observaciones pueden ser más fructuosos para el esclarecimiento ellos de los orígenes de 'L`ithuanacu , y si b no han sido acometidos todavía con amplitud y suficiencia que el problema demanda, hay sobrados motivos que nos permiten esperar, que futuros exploradores, arqueológos sobre todo, tomen a couciet ', — a esta tarea de altísi m a sit nificacióu no solo para nuestra historia sino también para la historia de la humanidad. Se tiene, desde luego, como cosa evidenciada, que rfihuanacu ha sido una de las mansiones humanas loas antiguas del mundo. Lo que aún no se sabe, es el núuuero de años que han pasado por ella. Ciertos cálculos hechos a modo de ensayo , han dado 125 cifras inesperadas. Así, habiéndose - practicado unas excavaciones en distintos sitios, se ha visto que sus primitivos habitantes ocupaban un suelo inferior al actual. El espesor de la capa sedimentaria, que ha venido acumulándose en siglos, es de más de un metro. Comparando este espesor, dentro de las condiciones topográficas del lugar, con el detritus depositado en ótras antiguas ciudades cuya época de destrucción es evidentemente conocida, resulta, que siglo niás o siglo menos, las ruinas de Tihuanacu cuentan cerca de cuatro mil años, esto es, que se remontan a las primeras edades postdiluvianas y que son contemporáneas de Nínive y Babilonia, los centras más antiguos (le la primitiva civilización del hombre én el viejo mundo (t). Naturalmente este cálculo, en cuya ejecución no ha habido prolijidad ni cuidado, no es ni puede ser exacto: pero el procedimiento es bueno, y siempre suelen [1] J. C. Manó, Las ruinas de Tihuanacu etc. —La Reforma de La Paz, núni. 712 [1877]. Es interesante el examen comparativo que Manó hace de lis ruinas de Tihuanacu con las (le Astapa y Ventisponte, en la antigua Bétiea, estudiadas por él largo t'empo, según dice, desde el punto de vista arqueológico. Destruidas estas ciudades romanas algunos años antes del principio (le la era cristiana y siendo casi idénticas a Tihti:uanacu:sus condiciones orc, *r.ífiea y vegetativas, se ha elevado el suecon excepción de la itltura,.aper lo urbano a poco más de tres cuartas por tórinino medio en.dieeinueve siglos , mientras que en Tihuanaca la elevación excede de seis cuartas. inspirar confianza los cómputos cronológicos realizados por su medio, sobre todo si los resultados acaban °oncordando con los de otra clase de experimentos. Fuéraio, por ejemplo, para el caso que nos ocupa, la averiguación del tiempo en que las aguas del Titicaca han podido retirarse desde Tihuanacu a la distancia en que actualmente se encúentra, cosa no muy difícil, ya que es posible observar hoy mismo el retraimiento temporal de estas aguas. Por cierto que tales operaciones demandan una consagra. ción especial y un tino exquisito, que no hay esperanza de verlos emplearse todavía, dada la manera con que se ejecutan los estudios que a esta ]:)arte de nuestra América atañen (1). (1) Sobre el supuesto, poco seguro, de que los edificios de Tihuanacu hubiesen estado niate.m<íticamente orientados, un entusiasta tihuanacólogo ha observado la diferencia en la oblicuidad de la ec?fptica, al 23 de septiembre de 19079, y calculado la e(L, le aquellos en 10.000 arios ! A. Posnansl y, Guía ci ' i i^.uanacu. 1912.-En momentos de poner en prensa el presente pliego, llegs, a nuestras -manos otra obra (le este mismo autor, titulada "Una, metrópoli Prehistórica de la América del Sud", Berlín, 1914. Tomo i. Es un grueso volumen, (le mucha apariencia, gran formato v esmerada impresión, escrito en dos idiomas, alein:íu v castellano, y exornado de copiosas y nítidas ilustraciones, cromos, grabados, fotograbados, que reproducen con exactitud irreprochable cuando hay en Tihuanacn digno de observación y de estudio. L.ístima que ahora, por lo avanzado de nuestro trabajo, 1 2 7 - T 'ra el andino la antigüedad de Tihuanacu se remonta a los principios del mundo. aunque las leyendas que a este propósito se cuentan no se hallan enteramente conformes, las más coinciden en declarar, gire de los hombres allí aparecidos arrancan su origen las naciones, los pueblos y las razas de la tierra peruana. Se saca (le ellas que Tihuanacu, centro del mundo, existió desde las primeras edades, o sean las de los tiempos obscu ros, la charruijpack, ct, en que la humanidad vivía en tinieblas. Llegó entonces, procedente de la isla de Iticaca, el dios señor de la tierra, autor del universo. Estaba descontento de su prilnera creación, y quería poner en orden al mundo. Comenzó por alumbrarle, haciendo el sol, *la luna y las estrellas; y luego de haber exterminado a la gente corrompida por diversos medios y principalmente por un gran diluvio, esculpió en piedra unas figuras humanas de gran tamaño y las despachó a distintos lugares para que, cuando sus mensajeros pasaran por ellos, se animaran a su voz y fuesen cabeza de naciones. De esta manera se realizó la segunda creación, y quedó hecho el repartimiento del mundo (1). no podamos utilizar las cosas buenas que debe contener seguramente el texto de este libro, cuyas ilustraciones constituyen por sí solas tod, un tesoro para la arqueología. parte iu, cap. [ 11 - Cieza de León, Crón.. del Pei v.-Betanzos, Sutnma y Narr. de los Incas, caps. I y Sobre el nombre de este dios de los tiempos primitivos hay una aparente disparidad entre los autores que le mencionan; pues, mientras para. unos es Cor^•-Illa-Ticsi,H?a.irajoclaa.- Pacluryacli-acltil;o solamente i GlcaTiesi.-Hui:rarjocli•a, uno más que licsi Hzrirajoclzca. para otros es IHiiirajoclaa.-Pachayacluícliij, o simplemente Paclaayacluiclaij; no faltando tampoco quienes afirmen, que le llamabas Taáépal, Tuapaca, Arnahua o Tlüauupa. Pero este es asunto que le trataremos después, declarando desde luego que su nombre propio es .1ui.ra^oclaa. Por el momento tiene su importancia lo que otro historiador nos dice: que el gran señor de todo el inundo. autor de aquel reparto y que vivía en Tilinanacu, fue fluyustus (1). Ningún nombre como éste ha intrigado tanto a los tihuanacólogos. Hasta su es-- ii.-Sarmiento de Gamboa, Iiist. Indica parte ii, párr. vi.-Garcilaso, Com. i-1eal. parte i, lib. i, cap. %riu. P. Cobo Hist. del 'Ni,,~ Mundo lib. tic, cal). xix. P, C'alancha, Coron, Moral lila. ir, cap. Siv.-P. ^ e niel, D:Is. lib. i, cap. 1.4. in Calancha, lib. ii, cap. x, •. L. etc, 1] —Luego cüuidio [Sinchi Ruca] el Rein(i en cuatro partes que son las mismas en que el gran Iquyusrus antes que c:)n.ensara a reinar su padre Manco Capas lo auia repártido que por no causar fastidio dejo de referillas aquí". '.Paso a las partes de Tvyay Vanucu:......cuya antiguedad nadie supo dete.rminaila. Mas solo que allí vicia el gran señor I3uyustus que decían era Señor de todo el mundo". P. Oliva ITist. del reino y Prov. del Perí:, lis. cit. S - 129 tructura casi latina ha sido motivo de no pocos comentarios. De otro lado, la calidad del escritor aludido que así le exhibe sin más explicaciones, sus fuentes de información, y el caso de que nadie antes ni después de él nos hablase di, tan misterioso personaje. son circunstancias que ponen en conflicto y aguijonean fuertemente al espíritu investigador. En medio de la profunda obscuridad que rodea a Tihuanacu, el nombre del gran seíior Hztyustus aparece como el principio de una revelación, como un rayo de luz, como una promesa de futuros esclarecimientos. ^,IZesponderá algún día a las ✓ esperanzas que nos hace abrigar! (1). ,,,,; %• 2a .. Los mensajeros celestes a quieués tocó su lote en esta distribución, fueron tres o [l1 P. Oliva, Hist. del Reino. y Prov. del Perú, loe. cit.-El P. Oliva, de la Compañía de Jesús.v natural (le, N.ípoles, vino al Perú en 1590, y desde entonces hasta 1030, se ocup í en la, composición de este libro, aprovechando de las informaciones que recibiera en los valles ,ie Cochabamba, del viejo cacique y i1uipucamaFU Ca.tari, (le los papeles originales que le <liú en Chuquisaca el canónigo Bartolomé Cervantes v de cuanto pudo encontrar en los archivos de la Compaiñía (le La Paz, rica en tesoros bibliográficos ; de modo que la mayor parte de sus fuentes de información procedieron de este lado del antiguo Perú,o sea de los pueblos que vivían bajo la influencia de las tradiciones .tpniaras• - Tornando al misterioso f!«yustus ¿no será que esté mal escrito este nombre? en aymara es "casa grande, palacio- ; z^,r/zrsc t'f(r. luiere decir ''estoy albañil arquitecto", Son edificando" , ^^+/r!e/ i i, voces que consuenan bastante con aquella. ^í'f'vW'" ^e.^r^^-, 4.^Tbh1c^+ 'Jn rr?" !. _^^•' ^y...t_". --13U -cuatro, o acaso más (1), según la versión kheshua, que nos comunica un ingenuo historiador por cuyas venas corría la sangre ilustre de aquella raza, correspondió la parte septentrional a Manco Kkápaf, la meridional a Colla, la del levante a Tócay, y la del poniente a Pinakarua .(2). El Sol, prendado de Manco Khápaj, se fue tras él y le tomó bato su protección [31. Este mito de Tihuariacu sobre el reparto del mundo está intimamente ligado al mito de Iticaca, o si se quiere, no es sino su [1] Garcil ., Com. loc. cit .-P. Oliva, Hist del Reino y Prov. del Perú loe , cit.-Otros autores no determinan el nírmero (le estosmíticos mensajeros o le reducen de su cuenta y riesgo, para concordarle con sus preocupaciones religiosas : " Los cine habían imblador estas tierra s eran descendientes del que se iiln•o on las aguas del diluvio que auaago al inundo, i que aqueste repartio la tierra en tres i j:os, i los que aca pasaron , les Cupo ensoiiearse cestas, que corno dejamos probado (le la Escritura , fue Iapltet tercer ijo de Noe". P. Calancha , Coron. Moral, loc. cit. [2] Garcil . Com. Real loe. cit.-Nadie, fuera de Garcilaso , repite estos nomb res ; pero en la ueva y a^ Crónica y Buen Gobierno " de lluan ar- Pomo la (1613 :' x, muy interesante manuscrito recién encontrado en la Lihreríat Real cte Copenhague , del que conocemos un estracto hecho por Pietschmann. hay al respecto una aigrittca.ti^a referencia. Dice aquel auter, que el reinado de lo soberanos del Cuzco fuó precedido por el de CrcJ,uc incfu; '1'!ieeij aupar Pinar( c• crj;ae' (. rl. Huarnan Ponia , como Garcilaso y Yaachucúte^ Salcamayhua, era peruano , pero pertenecía at la dinastía de Allauca Hnnanuen que g<rbern() el Chinchaaysuyu. [3] —El Soi se fué hiego rol Indio Mangocapuo, i le P. Teruel, ols. lib. . lib. r, cap. 1 4 , in. P, Ca-proij,;" lancha , Coron floral, lib. 11 , cap. x, r - 131complemento; y como el conjunto encierra en substancia los misterios del génesis andino, volveremos sobre él con el detenimiento que merece, cuando hablemos de Itic.aca. Pero lo someramente expuesto basta para entenderle. Es una ficción alegórica que viene significando, aparte de su sentido teogónico de que despees trataremos, cuán obsr^urecida por el tiempo se halla la historia de, Tihuanacu, y cómo los recuerdos de la vida peruana comienzan solamente cuando aquella metrópoli había terminado el ciclo de su existencia. Tihuanacu, según esto, se extinguiría por dispersión, y sus partes, que el vendaval diseminó y arrojó hasta bien lejos, irían a constituir la cepa de nuevas nacionalidades. Es entonces, al formarse lccs diversos pueblos que más tarde recogió y asimiló a sn cetro el grande y poderoso inlperio del Cuzco, que acabarían los tiempos rle la cha ^ n,^ jpacha, y que empezaría para el n ^^ nuío la nueva era, caracterizada por una nueva, civilización y sobre todo por un nuevo concepto religioso, nacido y extendido a les iuluJos ele l,a luz v el calor vivificante y fecundadte fiel dio; Sol. Concuerda la fá^nla con las revelado-. ^ies que nos ofrecen los restos arqueológicos u ^ ás antiguos que yacen en diversos lugares del Perü. Por ^ nuclio que se haya querido sostener que el irte de Tihuanacu le es peculiarísimo y que nada hay fuera --- 13 3 -que se le parezca, ya hemos visto que otra; comarcas contienen restos que acusan una sorprendente, semejanza con aquel arte, y que, si no fueron obra de las mismas manos, pudieron serlo, por lo menos, de sus discíDe aquellos restos pulos o des endientes . hemos presentado atrás muestras notables encontradas en Pajelia, en Cliavin , en Ollantaitalnpu etc. ( 1). `i, volviendo al terreno poco firme , pero bastante revelador cle, la fábula, hallaremos también que las tradiciones de estos lugares concuerdan igualmente con las de 'I' iiluai ^ ac ^ l. En todas partes el constante mito de una nueva existencia, post erior a - la chamajpacha o derivada de ella ?]: en todas parles las piedras tornándose gentes o las gentes piedras: en todas partes saliendo de las pellas, de los manantiales o (1) Sobre la inth:encita de la cr itera de Ti1 nanaeo en la región del noroeste argentino Juiny. Cata marCa, etc.; y en Chile [dep. de Vicuña}, se Len hecho observaciones recientes, do que di('> prolijo-i ,,,.rata el doctor Debeneditti, de Buenos Aires. en el ^? ^ reso Americanista de Londres (19131. ' En el arto hrecolombiano del Noroeste Argentino, dice Debenedetti, ha sido posible aislar los elen ^ entos propios de los adquiridos por influencia extrai`la, y una parte de éstos referirlos y vincularlos exclusivamente al período en que dominaba en toda su plenitud el arte y la cultura de Tihnanacu'', International Congress of Ameri{eanists, Xvnl session. pan. 299. [2) Los kheshuas hablan también de una edad, la F'^n u>>parha, literalmente ',tiempo del desierto o despoblado", que equivale a la rhate(tJpUellU. 133 -de los cerro., los f.uuc^adoca.; de pueblos, esos a quienes el autor del mundo despachó desde `1'ihu.auacll con tal destino. ¿Atri. buiremos a circctus tancias puramente casua- les tanta conformidad? Pero ni estáis 1evetldas, ni 1,1 arqueología, ni ninguno de los medios de inv-estigación y dilucidación de que el esl>írítu hu mano puede se1virse, nos pernliteil.todavía vislumbrar la verdad sobre los orígenes (le `1'ihuanaci.u. El misterio sigue inipelletrable. Las luislnas tradiciones locales que en Tihuanacu refieren ¡os elativos aymaras son vacías. Una cle las versiones que cuentan consiste, en que durante la chalnajl,acha, las hiedras descendían por sí solas desde Quinsaéhata para entregare dóciles a la labor de los hombres, y que luego de haber tomado fi risa. continuaban su camino hasta ocupar el sitio corrrspoudiente en las estructuras de la urbe. Que en esto salió el Sol, que cuando el gran luiniuar tendió su ;muto de luz sobre el ]Hundo. las piedras viajeras gncdaron liara siempre inertes, y los hombres, pasmados al ver la obra prodigiosa que venía ejecutanduse a obscuras, se trocaron en p_riedras (1). (11 "Yo hre;urt^^ a los iiutr,r^lo^ si estos edificios se habían hecho en tiempo de lo, y riéronse de la pregunta, afirmando lo ya¿dic•i:. que antes qucellos reinasen estaban hechos, ..:.í>: que ellos no„ podian de- 131 Otra tradición, que ahora no la refieren aquellos, ¡cero que la han trasmitido los primeros historiadores como recogida allí y en otros lugares. nos habla de una inmigración de hombres blancos y barbados. que sentaio ^ t sus reales en Tihuanacu y fueron largct tiempo con su poder y su industria, los señores del suelo. Esta. es la menos válida de las tradiciones. No tiene id el mérito de, la sinceridad. Inventóla el aborigen en los (lías de la conquista letra halagar la vanidad de sus nuevos alisos los castellanos, y éstos, en efecto. no disimulaban su satisfacción. cuando el indio, con la socarronería propia (le su casta, hacía intervenir al hombre blanco cono a ^ . ^ i ser sobrenatural y omnipotenle en las vicisitudes (le la vida peruana. Iba esta manera aparecieron los fastos del nuevo 'iiitiu(lo, llenos de las cosas o maravillas obradas por los blancos y barba- cir ni afirmar quien los hizo. m:ís que oyeron a sus pasados clue en una noche remancrió hect) lo quealli se ía'' C'ieaa de Lel'.n, Cr1"1n. del Pez ír. „rte r, cap. estas palabras rol ameri.' :..sta Alarpara probar su tesis -contra la lis in^udialidad aynuu•a y por ende lit de Tihu¡utrtcn, excluina con ¡tire de triunfo : —Esta íntima aserción vicia toda la informacián recibida por Lieza ' Los indios con quienes convers; eran evidentemente ignorantes y sin iln.tracian. y no sabían nada respecto al asunto." Las Posiciones C-ieogr. etc. párr. 2.-A nuestro inodo (le entender no eran los indios los ignorantes ; ('ralo, en esta vez, el gran cronista, que no supo penetrar el sentido del término C';rm,rn¡¡urchrr, y le interpreta mal. 135 dos; pero conviene declarar, a fin de evitas errores, que no eran sino supercherías de los aborígenes, para .quedar bien con los conquistadores a la vez que para disculpar la vergüenza de su vencimiento. entes nunca habían tenido idea de tales gentes; n.ingilu dibujo ni escultura, así representaran simplemente hombres o simbolizaran divinidades, reproducen en parte alguna del Perú precolombino al hombre barbado. Hemos de insistir todavía sobre este particular, porque no está bien que a despecho de la crítica histórica, prevalezca tal impostura, que ha contado ¡cosa extraña! con la complicidad de los mismos hombres blancos y barbados de la conquista, y aún de nuestros tiempos (1). _ Véase cómo aquellas dificultades que se han opuesto para el conocimiento del origen de la población americana. se presentan (E No todos los españoles daban pleno asenso a esta invenci(ai cuando le informaban a Cieza, cjuce los edificios de Tiliuanacu y los de Vinaque [Huinake) eran debidos a unos mismos constructores, los hombres blancos y barbudos, y que en la isla de Itieaea habían sido también vistos hombres de esta clase, cieza oponía sus dudas. diciendo. "Lo cual ni lo afirmo ni dejo de tener para mi que en los tiempos pasados hubiese llegado aquí gente de tal juicio y raz¡,n''. ('rGn. del Yeríi, parte 1. eaps. t.xxxvis, y ev. Y l)ie;ro Dlvalos de Figueroa, que por ser nativo de La Pa c„nocía mejor el i ar.ícter indígena, se mostraba fran mente incrédulo: —Respondían los Indios, dice. al ' —t,) de los que le preguntaban, y nó porque fuese veriiud" Misceliínda .Austral, col. 33. - 136 también. con pata cle los anticuarios, liara el conocimiento de los orígenes (le TiiluanaT en. I ello tiene sn razón, porque, al fin, en aulbos problemas. 1 a incógnita que se busca es una luislrla. Pero la. imposibilidad para los tilluanacólogos de descubrir la m<<llo que ejecutó los n;oiiIIinentos de sil admiración, se les ha hecho extensiva aún para explicar satisfactoriamente, con qué fuerzas se moVieron esas enorrnes masas de ¡sea y dial artificio se había empleado liara modelarlas y *esculpidas COU tanta exactitud y finura. (JOlllo Casi todos estos trabajos de it1Ves' ágación hall girado hasta ahora en torno de aquel eterno prejuicio, de negar que las cosas del Perú sean esencialmente -indígenas o que su civilización sea debida a sus L>rop-os. elelileutos, ¡¡o ha sido difícil para 1nu,lios arribar a la conclusión, que enr realidad liada resuelva de que el arte de Ti11uauacu fu' importado. Según unos, fué debida a la influeneía de pueblos ashiticos llegados del norte por la América "septentrioi^ al y de pueblos polinesios lleg ;? del oeste por el mar (1): y según otros, ;fue tal arte le trajo de las tierras del Anahuac una rama cisnuitica de los toltecas-uahuas. [1] ''Hay probabilidades que los artistas de Chatíny Tialiua.naco, Bacan tomado sus conocimientos de alj(in pueblo de origen asiático y llegado tinos del N„rte por la América septentrional, otros del Oeste desde la Polincsia". Chalon, Los 1'sdif. del Ant. Pe1.(11 parte Y. Cúnel. Ya tuvimos ocasión de hacer - mérito de esta última opinión al hablar de los bajorrelieves de la portada monolítica. No sólo'-se ha pretendido hallar una perfecta conformidad en los símbolos que contienen las esculturas de éste y aquel país, punto que ya hemos contradicho, sino que todavía se ha creído encontrar los reflejos de la civilización mexicana, en la forma ole ciertos edificios correspondientes a los últimos tiempos preinc<íicos que afectan el estilo peculiar ole los teócalis. y en la repetición del. nombre de Auall_uac con que aún se distinguen distintos 1 ugares del Perú (1). Como se advierte, estas teorías no son sino reiteraciones o derivaciones, para el caso cuestionado, de las que se emitieron al tratarse de Los primeros pobladores americanos, y no tenemos, por consiguen te, para qné entrar en nuevos aegatos a cerca de su inconsistencia. - i las urigraciones desde otros continentes a América, si. las hubo, fueron (1 ] La palabra mejicana Aí1u ,wre , que designaba antiguamente el gran llano en que está edificad i, la capital de Méjico, se encuentra con frecuencia en las regiones del lago Titie.aca. y en las inmediaciones del Cuzco. Con efecto , allí se conocen todavía las aldeas ele, _ l iiulertuc -Ilrta^i, Asurh^rur - surí^oa^iurru, Auahunii, .1 icahrrutv^gtri - Ganrpi , etc". epulón, Los Edif. del Ant. Perú . loc, cit..-Por lo hace a las re,;iones del Titicaca , no liemos p d . o ver confirmada esta aseveración. 14 - 13S tales que pudieran haber traído iiltf 1i civilizadoras, ni existieron, que se sepa. relaciotieS O comunicaciones de nillbúu linaje entre el norte y el sud (le este continente (1). Pero aún aceptando estas comunicaciones, surgiría, por más de un inotico una vehementesospecha: si no serían ináe bien las gentes (le, hnanacu, lag que llevaron su sangre y su civilización a las nombrarlas tierras de México ... A lo menos es evidente, que el movimiento de expansión (le los an(linos obró desde la hoya del '1'iticaca, su foco central. co11 mucha niás fuerza hacia el norte que a los otros contities. Por otra parte, siendo los monumentos (le 'I'ihl_laiiac.u tan antiguos, que iio se hall encontrado en el nuevo mundo otros de la iiiisina categoría que en antigüedad les supet•en, fuera un aracronisino el atribuirles a constructores de una época. re- j Entre t(,das las naciones de la América xn ridionai descubro vestigios ,le su comnna^ aciún por me(li., de las 1 aaabr•.as comunes que he h.: • arlo en sus ienauas : y l r el mismo medio descubro ^t.igios de couinnieaeiún entre las naciones de la Ano rica septentrienal; naaís ninguna descubro entre 1,,s naciones (le las dos -1nu rice si se exceptúa la caribe, que ocupaba las islas elel golfo Mexicano y los países Vecinos de las dos Ao dr ras''. P. Hervds, Cat 'ego ele las Len;-uns. Introtl. p,írr. X. —dio hay trtdicia ii alguna que reVele lazos 'le nni(ín entre las naciones ele la Ainoori(a iuctia1innai Y ias del norte del ItsIno de I'a.naua;í'•. U miholdt, Sitios de las Cordilleras, Introd. p eg. 1 s - 139 -lativanwnte moderna (1). El caso de Tihuanacu es, lenes, tinico en la historia ainericana. 1-le ahí una obra grandiosa y hasta estos momentos anómina. Todo es aquí obscuro, misterioso, enigmático. El observador vacila a cada. paso. Así, no se sabría afirmar rotundamente, si fué una capital o simplenlen- 1l No vacila llumbodlt en participar ole esta conjetura. Al hablar de las grandes emigraciones de pueblos, y no obstante de haber declarado que no hastradición que revele ha existencia de lazos de unión entre las naciones de ambas Américas, cree posible que estos pueblos pasaron de norte a sud, couui los íberos, celtas y pelasgos refluyeron del este al oeste de Europa, "y es fácil, agrega, que los antiguos habitantes del Perít atravesaron en otro tiempo la Meseta de Méjico ; pues Ulloa, familiarizado con el estilo de le arquitectura peruana, nos dice que llamó su atención la extraordinaria semejanza que presentaban. por la di-atribución ole puertas y nichos, algunos c:dríiei^;s de la Luisiana Occidental, con los taniboE niand<tdo.s construir por los Incas Servíanse los puebl s de Anahunc. antes de la introducci Sn de la pintura tgeroglífica, ole esos nudos y esos hilos de colores que los peruanos llaman qu ipa..• y se encuentran también en el Uanad.í''.-Tod avía más : aunque sincero admirador de la primitiva cultura mexicana, a lr que le atribuye una antigüedad muy remota, su incertidumbre es grande cuando le parangona con la unt-igüedad de la cultura andina: "En el estado de nuestros conocimientos, dice, dificílmente puede determinarse en qué comarca residir; el foco ole esta cui tura' si al norte del río Gila, en la meseta de Méjico. o en el hemisferio del sud. en esa: llanuras de Tiahuanaco, que ya los mismos Incas encontraron cubiertas de ruinas de ^ ranileza rosa()r nte, v que pueden r(-untarse como el Himala v el ,et de la Am,"rica Meridional''. Sitios de las Cord.ili^ raas ]?x s. 250 y 2 ri!'- -41 - 14 0 ---te un santuario, porque para las opiniones encontrad izas y excluventes, las ruinas ofrecen tantos decisivos argumentos e ^ i pro del uno (anuo del otro extremo. Los cuatro grupos que liemos descrito antes, vienen indicando su destino eminentemente religioso: pero la dilatada extensión (le las ruinas y cuanto se descubre en torno de su perímetro, presentan señales inconfundibles de haber contenido largo tiempo una .considerable población urbana. Así, los restos de cocina (los joel+onn,wndclinar/q., escai ^ dinavoS, o, adoptando el tc;rmiiio indígena, las kl,ellcapat(-as) abarcan buenos espacios y son de u ^ i espesor extraordinario.-De paso y desviándonos un momento de nuestro objeto, liaremos notar que en ellos la alfarería es profusa, varia y esmerada. Hay ejemplares modelados con -^^ n gusto exquisito, y sus dibujos e inscripciones reproducen las prismas ideografías que se observan en las esculturas de piedra. Ha de ser la cerá ^uica de Tihuanacu, siempre- que caiga a manos expertas, uno do los hilos conductores más segn; :, para penetrar en los laberintos de su 1 ^ i.,oria. Volviendo al asunto, y considerando que la constitución (le, los imperios primitivos era esencialmente teocrática, diríamos sin riego de emitir upa afirmación destituida (le fundamento, que Tihuauaeu, a la vez que una ciudad, o más propiamente la u ^ etrópoli and¡ua,o como era la creencia del aborigen, - _ 141 el centro o la capital del mundo, fue tanlhién uit santtiarlo . Participa de ambos caracteres, v como en todo tiempo los edificios sagrados o destinados al culto han sidosiempre de fábrica monumental y suntuosa, haliaremos explicado el por qué, sólo éstos, aunque ruinados , hubiesen prevalecido entre Desde' las cenizas de la extinguida capital . luego, patentiza este j uicio, aquel raro monuIncnto que hemos descrito antes, la Akamana en cuya estructura están claramente representados e intimamente asociados, la fuerza militar y el poder re!il;ioso , revelando este consorcio el régimen que presidía los destinos de ese pueblo. Es comtín en cuantos han escrito sobre 'Fil111anacu , m a ni festar su extrañeza porque parecido a s u s ruinas se encu e ntr e en las localidades circunvecinas. Para ellos la civilización de Tillualiacit se presenta en los campos del Perú, de modo repentino, sin nada anuncio, coleo 1111 a improvisación del acaso. La verdad llo es esa . Si no se ve fuera nada igual que la hubiese antecedido o se„uido, es porque no se ila buscado . Luis titiuauacólegos se han contentado siempre con encerrarse cleutro (le Tiliuanacll, sin salir de él, limita ndo y esterilizando de esta manera el éxito (le sus observaciones. No flan querido arriesgarse a t^ ,ider la mirada más ltjos. Nunca h an re .:.' zado, ultrapasaud o los términos de agncilas ruinas, un í42 verdadero trabajo de exploración» arqueológica. Y es justamente en ese vasto anfiteatro que forma la hoya del Titicaca, especialmente en las costas nordestales del lago, las menos reconocidas hasta este momento, donde pudieron haberse, rastreado con el mejor suceso, los caminos de avance o de retirada, de aquella civilización. Por lo poco que leernos alcanzado de nuestras escasas inforniacione^, hay sitios de una importancia arqueológica no sospecliarla, en que pueden verse patentes los reílejos de Tihuanacu. Así, existen en Lucurmata. sobre el cerro HHuilakoilo, al otro lado do la cerraría de Llocolloco, hiedras al estilo de las de Tilinanacu, y en un islote próximo a la orilla, estatuas del rnisuuo estilo. Diríase una reproducción del arte de la metrópoli andina, con todas sus peculiaridades y accidentes. Y como en Lucarmata, podrían verse también en otros sitios. idénticas muestras dejadas por aquel puebla anónimo, que supo esculpir para pasmo de los anticuarios. el soberbio pórtici, ->,onolítico. Una excursión por la hoya del Titicaca- en busca de los eslal^ ones de la cadena étnica cuyo mejor broche fué rIihuanacr ^ . nes pondría sin violencia delante de Uniayo. Es Urnay ') un depósito (le aguas de bella peuspectiva, plácido. diáfano y profundo, con ^ nenos (le veinte kilómetros (lN cir- - 143 cuito, y está situado en el distrito de Hatuncolla, a cosa de veinticinco kilómetros del '1'iticaca, del que en otros tiempos formara parte. Las desecaciones del gran lalago en el curso de las edades, le han separado de éste y dejado como una, balsa. 't'iene una isla, y así en ella como en ciertos sitios de sus riberas, que son poco o nada accidentadas, se ven algunas ruinas (le obras antiguas de escasa significación, generalmente chuilpas o calzadas correspondientes ' a distintas épocas. Hacía sli extremo oriental se adelanta un promontorio rocalloso, desigual y en partes abrupto, y es éste la renombrada península de S'il1ustani, asiento de las misteriosas kalasasayas circulares que liemos descrito en otro capítulo, y de las célebres chullpas que llevan su nombre. Tan acabadas como obra de irte y tan ¡niponentes por la grandeza de' sus piedras. estas chullpas son las torres funerarias más notables que hay en todo el Perú,y no se las puede contemplar sin recordar '1'iliuauaen. La tradición las conoce por las tumbas de, los señores (le Hatuncolla. Pere ¿quiénes fueron estos señores y dónde tuvieron u sede. si en aquella región no se descubren rastros de antiguas edificaciones urbanas ;Y qué obreros fuercn aquellos que erigieron esas chullpas con. ta 1La maestría y gúr:e 110 Silpieron lplicar su arte admirable a +!r^^^e*^asrr 1 44 otra suerte de construcciones? La tradición queda, pues, prontamente objetada, y niás razonable sería, en consecuencia, suponer que estos obreros y aquellos señores no fuerongentes de Hatuncolla sino de Tiliuanacu. Muchos indicios concurreu a reforzar la evidencia de esta proposición, pero no son menos decisivas las contrapruebas. Así. el sistema de mampostería en los torreones de Sillustani, no es exactamente igual al de los muros de Tihuan.zcii. La dísl?os cíón de los sillares para el ajuste (le las caras verticales. difiere substancialmente entre unas y otras fábricas: en vez (le los resaltos y rebajos contrariados que en los sillares de Tiboanacu sirven para etisanablairlos, en Sillusteni son concavidades o cajas practicadas en aml:)as caras de contacto y rellenadas con hormigón. Las puertas son trapeciales al modo incáíico. Y fuera le iin sillar de la chullpa principal que ostenta un lagarto groseramente esculpido, todas las piedras son llanas, y aun las misinas, ajorcas o faja-, único ornamento (le los torreones que c^" r-n la parte superior in+nediata a la cúpula. apenas estaca graneladas, y uo contienen grabado alguno, ninguna cifra o inscripción, nada de los bajorrelieves, los ttokos y molduras que tanto realzan. y especializan el arte de Tihuauacu (1). Pero sí tales Bife(1'} He aquí como describe Chalón una de esta clmlllms : 4a iunna es circular y mide 4 nw o ele i 145 rencias hacen que las obras de Sillustani no puedan. referirse a este arte de un modo absoluto, _ las opiniones han venido a armonizarse para aceptar que, por lo menos, fueron sus coetáneas y que pertenecieron a un pueblo tan hábil, tan, emprendedor y civilüado como el de Tihuanacu. Acaso también las mismas disparidades arquitectónicas que hemos hecho notar, no importan una demostración de civilizaci<;'V distintas, sino sim1)lernente variaciones 11e'.:modificaciones técnicas para la adaptación del mismo arte diámetro por cerca de 12 de altura.. No es exactamente cilíndrica, pues el diámetro por arriba es de o nl. 00 superior al de la base. Además, ti 9 metros (le] suelo sobresale de 7 a, 8 centímetros sobre el paramento un cordón o cornisa de 0 ni. '.)0 de -ancho. La fs+.brica toda, es de sillares bien cortados y dispuestos en hileras horizontales ; las junturas, aunque irregulares. son angostas, y la yustaposicirín de las piedras es perfecta. La fundación de la torre es formada por la primera hilada de sillares que penetran confin o m. 50 en el suelo ; la parte enterrada, ha quedado en bruto y se remata con el paramento en un zócalo labrado de 25 a 30 centímetros de altura v 2 o 3 de saledizo : es exactamente la misma disposición que se observa en ciertas paredes de Tiahnanaco .....La entrada es recortada en una de las piedras doo la base y tiene sólo las dimensiones suficientes para dejar pasar el cuerpo de un hombre agachado Por adentro hay una cámara abovedada que mide 3 metros de diámetro y 3,00 en altura ; la bóveda la forman piedras adelantadas una sobre otra. pero sin arte ni labranza. En el centro de la' bóveda, una abertura (le in.. 05 conduce a otra cavidad puesta encinta de la pr,! fiera, pero de diinen.,iones mas reducidas".-Les Eilif. del Ant. Perú. parte n!, párr. vi. 19 - 146 a clases especiales (le co nstruc ción. De lo dos `modos, estamos aquí al frente de un caso sin ular y anómalo que merece explicarse: Tihuanacu, la gran ciudad, carece de monrunentos funerarios, y Sil1ustani, el gran cementerio, carece' ( le un ce ntro ur bano in Med iato al cual ref eI'irse. ^l_^C`níie enterca ban los ti h u h acas a si;s magnates, o bieil, a qué m agnates se enterraban e n Siilllstalll^ muy dtescainiilnc{or4, -No h all de t( !lat ^11,i1idad (!P absolver (lu nes, all: de otl'ci lllallcr-.+, f'sta inter ro gación, Insistan en considerar a Sillusta li como una u ependencia de r1illuanacu, Ni les faltarían pruehas .y ra zon es l)a?tante+ para ^'.:stJicar este concepto (11. [1; Los (1110 quierain ahondar esta cuestiún, qt,e nosotros arenas ]lenx>s enunciado no obstaante su )-mportatncia, laaberian, entre otras cosas. lunar un estudioprez io (1e las k;ria(sas +cals, de sus relacion( con TihuxT;atc l y S 11.zs#ani, Y del pape] que o. ros Iunnun;entos han la nido jn zlr en los antiguos zitlts l(nel os. Las ¡le tOllnstani hiele-ron va ^np^^Iler. p ir la de conc^cinr?(>nt(,s práctico que ct;cilln dernurulalla., eno las tratir(laríaan artistas de en. La de Ilnl,ll,raid, er•^ ida en la Ltnín::ul i de'1'araco, a los 20 kiladm. (le Tilieanacu, en ur. punto que parece cuidadosamente e#e^£í(lo para constituir un-t etapa entre esa (iudud t ntjO, tiene tarmJla'n todas las trazas de ser ole a lle a que llas mismas inatrnes. Alinra bien, restarla sallo pasa qué las constru y eron los tihna(nacus. tio seríaul e as kalasasa3'as los caunp.'^aant+s o altares i'unerarios en que se c,elei,raa)an los hrnt'(v.:• esss Inr,. -4. terrible-4 y r; pura tosas Ce(enloni:(a que el ptI?I)i<, azulino, ¿ti igral di los w'ia;ls pueblos <<ntia_i,ii liel'u)r:nala . ln:uticalut (•n la lli11171?7ria'1ír4 y de los (ü1^n7:L(^^1 - 147 No so n Umayoo y Lucurmata los únicos o n T ihuallaci.i. Como estos lugares, podrían eltare también otras regiones dignas de estudio. Así la de liallakai i, al oeste del Desaguadero, y la de Malquianiaya, contienen restos de inestimable valor desde el punto de mira el¡ que nos liemos colocado. Si vamos a prestar fe al tn.4tiin')uio cle nuestro: +liorm tetes, aún subsisten en. hallakani. sl,bre, el llano de Sucuichuru, las ruinas de una extensa edificación urbana, pudiéndose observar todavía, el trazo de sus calle:, avenidas y plazas (1). En todas parles, iie(d1(1 esconltlros, pero supervivien(lo y en vatial espera de una mano piadosa que le arca;'Ii) te de las soln1 ras del olvido, ha quedado el inundo viejo (le este nuevo munido (2), las que se liluitell a pedir iluicamente a las 1_riedras de Tilinanacu las revelaidones que buscan, nunca obtendrán los resultados an'tla'Ia lo , Si. no extiende¡¡ sus inq¡lisie iones lelos (arre acusan antiguas relaciones c por los campos cuyos derroteros hemos creí. do conveniente señalarles. Tienen, pues. + 1', Informa, verba. [zj "Do desear sería, exelauniba Humboldt hace eis a dn un si gro, que un viajero instrnido pudiera, visitatr T o ori1Las ilel lago tic Titieaea, la provincia (lo_ Collazo y Tiail^ranaco especialmente, que vienen a ser el c•entr0 de unas antigua civilizW en la América nierialic,üaal". Sitios de las Cordil: ,.s, parte ni, paí.rr. tv.--:di anhelo del sabio riatnraii-oa aun no se li:: clrntplülo. - 148 que ser las exploraciones y recon.ocimientos de todas las comarcas que pertenecen étnica y geográficamente a la hoya del Titicaca, los trabajos previos e inexcusables para entender aquellos mismos. Por ahí lia de encontrarse la clave de los enigmas que en los momentos actuales intrincan la clara inteligencia del pasado andino; y quien se proponga la reconstitución de su historia con los pocos datos acopiados hasta el presente, ten-drá forzosamente que realizar un trabajo incompleto y de muy dudosa exactitud. Así, todo lo que podría decirse a expensas de tan escaso material es, que Tiliuanacu floreció en los tiempos (lo la chamajpaclia, los cuales por su lejanía han quedado borrados hasta (le los recuerdos de la tradici^íu. Que en la hoya del '1'iticaca, asiento el más antiguo de la humanidad en el nuevo inundo, fué Tihuanacu el centro político y religioso de un gran pueblo, el más fuerte, sin duda, de cuantos hasta entonces hubo, y el más adelantado. pues que alcanzó un grado de cultura no sólo sup:,rior a su época, sino, y esto es lo extraoru..nario. manca igualado por todos los progresos que después realizaron los aborígenes (le ambas Américas. Que su prepotencia, obtenida segura;neme desp=ués de largas y rudas campañas, -hizo que se le considerase como la capital o centro del mundo. Que esta misma prepotencia le permitió, vivir a cubiert=o - 149 de toda asechanza o peligro exterior, dominar sobre un gran número de vasallos y una vasta extensión territorial, y desplegar sus energías con paciente esfuerzo y peregrina inteligencia en las tranquilas labores de la paz. Que por mucho tiempo tuvo en sus manos el cetro de la hegemonía andina, como han tenido el suyo los pueblos primitivos que supieron tomar la delantera a sus coetáneos en la marcha cultural, hasta que por causa de ciertos trastornos, cuyos caracteres aún se ignoran, pero que debieron serle irremediablemente desastrosos, aquel cetro cayó roto en pedazos. Que con este Hecho se consumó en 'L'ihuanacu, como en la Babel bíblica, el mismo fenómeno de dispersión y confusión, produciéndose un desparrame étnico por todos los ámbitos, principalmente por el norte, y dando origen a nuevas nacionalidades eii los puntos en que el recial humano pudo detenerse. La. tradición al respecto es en el Perú una e invariable: pocos son los lugares en que no se recuerde que sus antepasados salieron de las tierras que las ondas del Titicaca barran, ya como fundadores de pueblos o dinastías, ya como misioneros, rodeados de prestigios divinos, agrupando a las gentes, enseñando y predicando. Quedaría escueta la ciudad metropolitana, y como una nave encallada en mitad de su carrera, sin equipaje y sin gobierno,- iría deshaciéndos, ' sacudida por los embate; del tiempo. Los pueblos y provincias Sli,leto a si in, luenela, caerían en el abatiutiento. Un Huevo l'i'nero d e vida, indolente y miserab le. (l tltjiiría a Il agita1?i'Otiresi l a tale las b tteitas épocas, y des(la de ee n tan es, aulturkios campos engrandecidos u n (E a , p oi'sus j)I'ln clp", sus sacerdotes, s lt sus, soldados, 11o sustentarían sino i irtistas, y)eCl-,lelias poblacio ne s, a páticas, h ,r afía, s:imida9 en una inevitable depresión, sin tr<<(liCioiles y sin hi stor ia . Cuando Siglos des ejé rcitos (le otros pueblos les depués, los :: andaran pleito hotucuaje, el instinto de iadeltendencia se les despertaría vehemente ante tala terribio .re<luerilniento; bajo su im1mu1s0 se lanzarían a la resistencia con elepero sin -Xito. V convencidos id fin (le su lmiateie:ia y su á fortunio, acabarian por eh!leLtarse a la voluntad de sus uueV Os anos. ¿Acaso no hau corrido esta tuisi ta SI1Cr e tc(ios los pueblos antiguos de la tierra;? tina gola cosa. si bien se mira, quedó shi inudal'.s.e ni extinguirse entre, tanta t'f ,a: la raza: y aunque ya no deutostrará aquella superiori(l i(i que la llevó a tanta altura durante la enaina j pun'iia, todav ía se dejara re— conocer en el indio actual por su genio, si, tenacidad y sus modalidades.