El Defensor del Pueblo y la participación ciudadana. Por María

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ACTUALIDAD
El Defensor del Pueblo y la
participación ciudadana
María Luisa
Cava de Llano
Defensora del
Pueblo (e.f)
En las sociedades
democráticas más
avanzadas, entre las
que afortunadamente podemos incluir
hoy a España, la
idea de la participación ciudadana cobra cada día más fuerza como consecuencia
de varios procesos entre los que se encuentra, sin duda, el fortalecimiento del asociacionismo y el mayor protagonismo de las
organizaciones no gubernamentales. Son
muchos los que comparten la opinión de
que, en la actualidad, es difícil entender una
verdadera y moderna democracia sin que
la ciudadanía pueda participar plenamente
en todos los procesos de toma de decisión.
Se han generalizado las iniciativas de participación en muchos ámbitos, ciertamente
con mayor o menor éxito, demostrando que
la sociedad española ha hecho suyo lo que
consagró en el artículo 23 nuestra Constitución: «Los ciudadanos tienen el derecho a
participar en los asuntos públicos, directamente o por medio de representantes».
La institución del Defensor del Pueblo,
por sus propias características jurídicas y
como se ha reflejado en la práctica diaria
desde los inicios de su actividad en 1983,
ha venido actuando, de algún modo, como
vehículo de canalización de los incipientes movimientos de participación. Es una
institución constitucional de las más próximas a la ciudadanía, puesto que recoge de
forma directa, y sin mayores filtros, las
opiniones, las quejas y las necesidades de
miles de personas todos los años. Quizá
por eso es valorada siempre de forma positiva en todos los estudios sociológicos que
pulsan la opinión de los ciudadanos. Sin
ir más lejos, la última encuesta del Centro
de Investigaciones Sociológicas volvía a
situar a esta institución como la más apreciada, después de las fuerzas y cuerpos
de seguridad, algo que nos alegra enormemente. Y esto, aunque reconocemos la
nº 130 g marzo-abril 2011
necesidad de seguir promoviendo su conocimiento, es decir, la necesidad de acercar
aún más a todos los que viven en nuestro
país, los recursos jurídicos de los que disponemos para intentar garantizar mejor los
derechos y libertades fundamentales.
Cada vez con más frecuencia, la ciudadanía exige con determinación de las instituciones democráticas que se muestren
abiertas y receptivas a los problemas reales
y concretos de las personas. Por supuesto,
en el Defensor del Pueblo tratamos de no
defraudar ante esa legítima exigencia de
proximidad y transparencia, y para ello no
dudamos en colaborar también con todos
los grupos y asociaciones que canalizan
muchas veces las quejas de los muy diversos colectivos que, en una u otra ocasión,
pueden verse necesitados de apoyo ante la
siempre compleja acción de las administraciones públicas y la maraña de legislación que regula nuestra vida diaria.
Prácticamente a diario, en la oficina del
Defensor recibimos cartas y solicitudes
de intervención de todo tipo de colectivos y grupos de ciudadanos: desde las organizaciones básicas de nuestro sistema
político, como los sindicatos, los colegios
profesionales o los partidos políticos,
pasando por las asociaciones y federaciones con más tradición en nuestro país,
hasta las agrupaciones más informales de
ciudadanos, como las plataformas y los
foros de participación. Lo cierto es que
tenemos la oportunidad de recoger quejas
y peticiones de las más variadas expresiones de acción o ciudadana colectiva, y
esto nos facilita una mayor comprensión
de los retos y oportunidades que se presentan de verdad a nuestra sociedad.
Decimos con frecuencia que el Defensor
del Pueblo sirve bien como «barómetro»
de la realidad social y que sus informes
son verdaderas «radiografías» del estado
de salud de nuestra democracia. En todo
caso, es esta una institución de servicio,
que si bien nace del Parlamento, órgano
supremo de representación de la ciudadanía, y del propio dictado de la Constitución de 1978, al mismo tiempo actúa
muy consciente de que su primer «mandatario» es directamente el ciudadano de
a pie, así como las voces de las personas
que reclaman ante los abusos o las injerencias indebidas de los poderes públicos.
Ciertamente, cualquiera que sea la evolución futura de nuestra sociedad; los
ciudadanos y los colectivos libres que los
representan podrán encontrar siempre en
esta institución apoyo y decisión para hacer más efectiva la participación de todos
en los asuntos que a todos nos interesan.
La Defensora del Pueblo reconoce la
labor del servicio de Justicia Gratuita
María Luisa Cava de Llano, defensora
del Pueblo en funciones, fue la encargada de entregar el Premio “Puñetas de
Plata” que la Asociación de Comunicadores e Informadores Jurídicos (ACIJUR) concedió al Servicio Público de
Justicia Gratuita que prestan los Colegios de Abogados. Carlos Carnicer,
presidente del Consejo General de la
Abogacía Española, recogió el galardón que fue concedido a dicho Servicio
por garantizar el derecho a la defensa
de los ciudadanos sin recursos.
En su discurso, la Defensora del Pueblo
se refirió a los abogados de oficio como
«los soldados desconocidos de la Justicia» y solicitó a las administraciones concernidas «que no decaigan en este asunto,
que es uno de los pilares de la Justicia».
El Premio ACIJUR “Puñetas de Oro” recayó en la Sala de lo Penal del Tribunal
Supremo por su independencia en la instrucción y resolución de los conflictos; y el
Premio “Puñetas de Bronce” a Ángela Murillo, presidenta de la Sección Cuarta de la
Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional,
por su independencia y determinación en el
desarrollo de sus funciones judiciales.
Profesiones g 9
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