Punto de Vista POR VÍCTOR ARJONA Derecho justo: ¿pleonasmo? Derecho Natural, que unos niegan y otros hacen coexistir con el Derecho Positivo, y otros más lo llegan a considerar por encima del Positivo. En la actualidad, con las investigaciones filosóficas y jurídicas que se han realizado, ¿podríamos hablar de un doble derecho? Y si lo hiciéramos, ¿qué derecho prevalecería sobre el otro? Positivismo Jurídico Para los seguidores de esta corriente, no hay más derecho que el positivo y éste no es otro que el Derecho del Estado, el derecho que vincula obligatoriamente a los ciudadanos de determinada sociedad en un tiempo determinado, y que se da a través de las fuentes formales reconocidas por la organización político-jurídica en su ley fundamental. El más conspicuo exponente de esta tesis es el jurista austriaco Hans Kelsen, creador de la Teoría Formal del Derecho. Derecho Positivo versus Derecho Natural En la Grecia antigua, el autor trágico Sófocles escribe varias obras sobre el triste y fatal destino de Edipo y de su familia. En una de ellas, Antígona, la protagonista es sentenciada a muerte por el tirano de Tebas, Creonte, quien la encontró culpable de haber desobedecido el decreto que prohibía cumplir con los ritos funerarios que la religión establecía y que Antígona había efectuado con motivo de la muerte en batalla de su hermano Polinice. Al preguntarle Creonte por qué había transgredido el decreto, Antígona dio esta respuesta: “Sí, lo desobedecí, porque no fue Zeus ni la Justicia quienes lo promulgaron; ¿Debía yo obedecerte a tí, que no eres más que un simple mortal y exponerme a violar la ley no escrita, la ley eterna, que está por encima de todos?” La actitud de Antígona nos lleva a la polémica que ha sido tema recurrente, a través de los siglos, de juristas, filósofos, legisladores y políticos: el tema del llamado Jusnaturalismo En cambio, para los que aceptan el llamado Derecho Natural, desde Calicles y Sófocles hasta Johannes Mesnner, este derecho existe y se basa en la propia naturaleza del ser humano. No depende de los errores y desviaciones jurídicas de los legisladores y, por ello, está por encima de los sistemas normativos del Estado, con frecuencia contrarios a los legítimos intereses de los ciudadanos. Sin embargo, los jusnaturalistas no han podido dar un criterio unificado con ENTORNO 31 [ [ “Hoy día muchas veces prevalece la razón de la fuerza sobre la fuerza de la razón” relación a la “naturaleza humana”. Esto ha originado que se hable de varias clases de Derecho Natural, según cambie la acepción de “naturaleza humana” que subjetivamente conciban los jusnaturalistas. Por ejemplo, para Calicles, esta naturaleza es la física, la biológica; es el derecho del más fuerte y, lamentablemente, hoy, a siglos de distancia, se aplica la versión moderna de la tesis del griego Calicles: en los litigios ante los tribunales, no triunfa siempre el que tiene la razón, sino el que se puede imponer por su poder económico, por sus influencias y por sus relaciones con el poder político. Prevalece la razón de la fuerza sobre la fuerza de la razón. Esta diversidad de acepciones y contenidos respecto al Derecho Natural, ha generado una creciente opinión muy poco favorable a su aceptación. Entonces, ¿podríamos concluir en la negación de todo tipo de jusnaturalismo? ¿Tienen razón los Positivistas? ¿No hay más derecho que el Positivo, que el del Estado? ilustración: Latnstock México La posición de Leibniz No cabe duda que el pensador alemán Gottfried Wilhelm Leibniz ha sido uno de los más destacados talentos de la historia de las ciencias. Su capacidad intelectual y su espíritu creativo han dejado su huella en diversas disciplinas científicas a las que aportó nuevos conocimientos. Su mente excepcional no podía quedar al margen del problema jurídicofilosófico de los dos derechos y en 32 ENTORNO esta materia expuso algo sobre lo que sería conveniente reflexionar. En efecto, Leibniz sostenía que hablar del “derecho justo” era un pleonasmo y que hablar del “derecho injusto” era una contradicción. Lo que quería decir Leibniz era que los dos derechos estaban fundidos en uno solo, que el Derecho tenía que ser al mismo tiempo positivo y justo; si no era así, no podría hablarse propiamente del Derecho, porque sería una contradicción, un absurdo. ¿Es correcta su tesis? ¿La podemos compartir? El derecho como orden concreto social Pensamos que el problema de los dos derechos se originó de una incorrecta acepción que muchos han tenido y continúan teniendo del Derecho. Para efectos de precisión señalamos que: • El Derecho no es simplemente un conjunto de normas. • El principio de la legalidad no es el único principio jurídico. • No basta que el Derecho sea positivo; es necesario que esté vigente, es decir, que tenga eficacia jurídica. • El Derecho no se agota en sí mismo, es un medio al servicio de un fin. Es decir, como otras funciones sociales, el Derecho es un orden social concreto que se da la misma sociedad, a través de la autoridad legítima para que, por medio del cumplimiento espontáneo o coactivo de un sistema de normas, logre la realización de valores colectivos. De la misma naturaleza de todo orden se da como consecuencia una razón teleológica, una finalidad; no hay orden sin fin, para eso existe la ordenación de las cosas y de las relaciones, para llegar a algo, para lograr la intención del ordinante. La finalidad del Derecho ¿Cuál es esta finalidad? La realización de valores colectivos y los fundamentales de estos valores son la seguridad, la justicia y el bien común. Coincidentemente, estos son los mismos valores que el Estado tiene como finalidad, a través de una ordenación diferente, pero en la que está presente el Derecho, pues lo político y lo jurídico están relacionados, ya que ambos son medios con los que la sociedad busca la sana convivencia y el desarrollo de todas y cada una de las personas que la integran. El gobierno y el derecho han de servir a la persona humana con un profundo respeto a su dignidad. Por ello, no es suficiente la mera legalidad, porque el Derecho no se limita a la estructura formal de la norma, a las condiciones de validez extrínseca que le dan positividad y eficacia, sino también —y de manera esencial— a la finalidad que le da validez intrínseca y trascendencia ética. He aquí como hemos de entender y resolver el problema de los Derechos. El Derecho que elaboran los órganos legislativos ha de tener como finalidad estos aspectos éticos, porque la ética, lejos de estar separada del derecho, en su inspiración. En parte tenía razón Leibniz, aunque se equivocaba en el sentido de que el Derecho era siempre justo. No, lamentablemente, el Derecho Positivo no siempre ha sido justo y la historia del Derecho en distintos países nos lo ha demostrado suficientemente. Sin embargo, el Derecho, para ser tal, debe tender siempre a la justicia. De ahí la evolución del Derecho, las modificaciones a los códigos, el esfuerzo sostenido de acercar la legalidad a la justicia. Cuando un sistema político y jurídico atenta contra la justicia, las sociedades han recurrido a procedimientos de corrección y, en momentos especialmente difíciles, a la violencia revolucionaria. En parte, lo que antes se llamaba Derecho Natural, actualmente lo conocemos como Derechos Humanos, seguridad para todos, realización de lo justo y bien común. La lucha por el Derecho del que hablaba el jurista alemán Rudolph von Jhering es la lucha para que el Derecho sea justo. Por ello, con toda razón, el [ jurista Rodolfo Stammler señalaba que la justicia es la estrella polar que guía y orienta al derecho. El caso de México Nuestro país ha realizado sus cambios jurídicos y políticos de manera violenta, a través del lapso relativamente breve de su historia. La experiencia dolorosa del pasado nos ha enseñado que los cambios deben darse dentro del marco de la ley y, en tal sentido, hemos fortalecido nuestras instituciones. Nuestra Constitución General establece no sólo cambios de leyes ordinarias, sino de la propia Constitución. Sin embargo, en estos momentos de transición, y aunque las condiciones exigen cambios estructurales para acercarnos más a lo justo, al bien común y a una mayor seguridad, los legisladores no hacen caso a estas urgencias de la sociedad y hacen gala de una actitud conservadora y reaccionaria al decir no a los cambios. Es ya inaplazable —y así lo hemos de entender todos— que las reformas estructurales se lleven a cabo, porque así lo exigen la justicia y el bien común. Sería inadmisible que en el México moderno regresara la vieja confrontación de los Derechos Positivo y Natural. Definitivamente inadmisible.E [ El autor es Licenciado en Derecho y Doctor en Filosofía. Profesor de la Universidad Autónoma de Yucatán y de la Universidad Marista, es Asesor de la Presidencia de Coparmex Mérida. “Es ya inaplazable que las reformas estructurales se lleven a cabo, porque así lo exigen la justicia y el bien común” ENTORNO 33