EL DÍA, domingo, 24 de mayo de 2015 p1 BESTIAS IMPOSIBLES, la criptozoología a la luz de las últimas informaciones, como el varamiento en una playa de Cornualles. 6/7 del domingo revista semanal de EL DÍA RECUERDOS DEL PASADO LA HISTORIA OLVIDADA DEL VAPOR “SANTA ISABEL” Texto: Manuel Marrero Álvarez (exdelegado de la Compañía Trasatlántica Española en Canarias. Miembro de la Academia Canaria de Ciencias de la Navegación) E l vapor "Santa Isabel"era un buque-correo de mediano porte (“mini-liner”), propiedad de la Compañía Trasatlántica, construido en los astilleros de la Sociedad Española de Construcción Naval en Matagorda, Cádiz, en 1915. Desplazaba 2.492 toneladas, 1.140 de peso muerto, con una eslora de 88,85 metros, 12,19 de manga y 5,95 de puntal. Estaba matriculado en Barcelona, como toda la flota de la compañía, y tenía una estampa moderna, con popa de crucero, proa recta, dos mástiles y chimenea levemente caída, sujeta por ocho estays de alambre galvanizado. Su propulsión la componían dos turbinas a vapor Parson-SECN, engranadas a dos ejes con hélices de cuatro palas, desarrollando una velocidad máxima de 12,5 nudos, con un consumo de treinta toneladas de carbón por singladura. Asimismo, iba dotado de velas para aprovechar los vientos y ahorrar carbón en sus travesías, disponiendo como medios de salvamento de ocho botes salvavidas con capacidad para un total de 390 personas y más de 400 salvavidas. Se trataba de un buque mixto de carga y pasaje, que fue concebido para cubrir la línea Bilbao-Cádiz-Canarias-Fernando Póo, aunque pronto fue destinado al servicio de cabotaje, efectuando escalas de forma regular en puertos del litoral peninsular entre Bilbao y Cádiz, cuyo movimiento principal se basaba en el pasaje y mercancías que serían posteriormente trasbordadas en el puerto gaditano a los buques de la misma compañía que realizaban el tráfico transoceánico, en especial la Línea del Plata, que estaba servida por los esbeltos trasatlánticos “Infanta Isabel de Borbón” y “Reina Victoria Eugenia”, que no escalaban en puertos del Norte de España. El "Santa Isabel"tenía capacidad para transportar 460 pasajeros, con una dotación de 84 tripulantes. Entró en servicio en octubre de 1916 y tuvo una corta vida de poco más de cuatro años, como consecuencia de su naufragio a la entrada de la Ría de Arosa, el 2 de enero de 1921, en las proximidades del faro viejo de la isla de Sálvora. En este último viaje, estaba al mando el capitán Esteban García Muñiz, de Gijón, en la costa cantábrica del Principado de Asturias, que hizo toda su carrera en la Compañía Trasatlántica, navegando con capitanes como Manuel Deschamps Martínez, el más laureado y de mayor prestigio de la naviera española, que mandaba el “Infanta Isabel de Borbón” cuando este fantástico buque realizó su viaje inaugural, escalando en Santa Cruz de Tenerife el 9 de abril de 1913, siendo García Muñiz su segundo oficial. El capitán Deschamps, conocido como “el héroe del bloqueo de Cuba”, por haber burlado en tres ocasiones el férreo asedio que las fuerzas navales norteamericanas ejercían sobre la isla durante la guerra colonial del 98, mandaba en esa ocasión el vapor “Montserrat” y su hazaña fue comen- Vapor “Santa Isabel” (1921), Archivo M. Marrero (arriba), y comedor de primera clase del barco (archivo CTEMadrid). tada reiteradamente en la prensa, en términos de encendido elogio. El 20 de diciembre de 1920, el "Santa Isabel" zarpa de Cádiz con destino al puerto de Pasajes e inicia aquí un nuevo viaje con escalas en Bilbao, Santander, Coruña, Villagarcía de Arosa y final, una vez más, en el puerto gaditano, donde dejaría la carga, el equipaje y los pasajeros, todo ello para ser trasbordados, en esta ocasión, al vapor “Reina Victoria Eugenia”, que partía directamente para Montevideo y Buenos Aires un día después de la llegada del pequeño barco a Cádiz. p2 domingo, 24 de mayo de 2015, EL DÍA EN PORTADA El 1 de enero de 1921, el buque atracaba a primeras horas de la mañana, recién estrenado el año en La Coruña, saliendo a la una de la tarde para Villagarcía, su fatal destino, con 187 pasajeros y 84 tripulantes a bordo. La hora de salida estaba fijada para las cuatro de la tarde, pero, debido a que todo el pasaje se encontraba a bordo y el resto de las operaciones habían finalizado, el capitán decidió adelantar la salida en tres horas. Zarpa con muy mal tiempo, empeorando a la altura de Finisterre, donde se desata una fuerte tempestad con lluvias torrenciales y vientos huracanados que dificultan la navegación por la zona de la Costa da Morte y que obliga al buque a reducir la velocidad y tomar las máximas precauciones, una de las cuales consiste en transmitir las órdenes del capitán, aconsejando a los pasajeros se retiren a sus camarotes. Son las 22:00 horas y las fuertes lluvias y la niebla arrecian e impiden la visibilidad de los faros de Corrubedo e Isla de Ons, que puedan orientar el rumbo del buque hasta el puerto de Villagarcía, por lo cual el capitán García Muñiz permanece en el puente de mando durante toda la travesía. El barco sigue moviéndose lentamente con el fin de mantener un gobierno adecuado, entre olas gigantescas que barren la cubierta y le obligan a dar tremendos pantocazos, al tiempo que la violencia de los vientos y la enorme marejada lo han desviado de su derrota y el mar de fondo del sudoeste lo arrastra sobre los acantilados. De repente, en la inmensa oscuridad de la noche asomó frente a su proa, y entre las rompientes, una enorme roca y aunque rápidamente se manda parar y “atrás toda”, la nave embistió contra los bajos de Meixides, a 200 metros de la Isla de Sálvora, en la entrada de la Ría de Arosa. La mayoría de los botes salvavidas no pudieron ser arriados al partirse el barco en dos, como consecuencia del terrible impacto, hundiéndose la parte de popa en escasos minutos y los pocos que pudieron ser utilizados se estrellaron contra las rocas, impulsados por las furiosas embestida de las olas. El suministro eléctrico desaparece y dejan de funcionar todos los sistemas, incluida la estación de radio, por lo cual el telegrafista Ángel González Campos, muerto en el naufragio, no puede emitir señales de socorro. El agónico SOS se paró bruscamente en sus comienzos sin indicar el lugar de la tragedia y por ello, ni Finisterre radio ni tampoco el vapor francés “Flandre” que oyeron esas primeras angustiosas llamadas de auxilio pudieron hacer algo para ayudarles, al desconocer su paradero. Eran las 01:30 horas del 2 de enero del año 1921 cuando el capitán ordena abandono del barco, mientras el mar continúa encrespado con enormes olas que baten con furia la débil estructura del buque. A pesar de que en este viaje el número de pasajeros no alcanzaba ni la mitad de la capacidad del barco, el saldo de víctimas fue aterrador y de las 271 personas que viajaban a bordo, el 80 por ciento murieron o desaparecieron, ascendiendo su número a 215. Los oficiales de mayor rango fallecidos en el naufragio fueron el primer oficial Luis Lazaga, que años antes había sido uno de los ocho supervivientes del vapor “Carlos de Eizaguirre”, hundido frente al Cabo de Buena Esperanza al chocar con una mina; el primer maquinista Miguel Calvente, que aunque fue rescatado con vida del mar murió en uno de los botes antes de llegar a tierra, y finalmente el capellán Antonio Pescador, que se negó a abandonar el barco, cediendo su salvavidas a otro pasajero mientras él confortaba y animaba a los que aún quedaban a bordo, hasta que una ola lo arrebató de la cubierta. Solo se salvaron 29 pasajeros y 27 tripulantes, gracias al rápido auxilio prestado por los vecinos de la Isla de Sálvora. Entre los tripulantes rescatados, se encontraba el capitán García Muñiz, aferrado a una tabla en medio del tremendo oleaje. La mayoría de los pasajeros y tripulantes víctimas del siniestro se hallaban durmiendo y se hundieron con el buque. El primer socorro en llegar a la zona del naufragio fue el vapor “Cabo Menor”, de la compañía Ibarra, que lo hizo unas horas más tarde, cuando navegaba hacia Villagarcia y pasó por el lugar del siniestro con el barco ya hundido y nada que salvar. Solo encontró muerte y desolación, además de cientos de maletas, bultos de equipaje y restos del buque flotando sobre las olas del mar, cerca del lugar donde naufragó el "Santa Isabel", que dejó a la vista parte de la chimenea y el palo de proa, como queriendo seña- Vapor “San Carlos”, con su último nombre de “Cuba” (Archivo Histamar) y faro actual de la isla de Sálvora. lar lo peligroso del lugar. Es evidente que la ansiada ayuda llegó tarde, muy tarde, y ello influyó decididamente en que el número de víctimas fuera tan alto. Los dos primeros y únicos botes salvavidas, con 15 personas cada uno, que lograron ser arriados fueron barridos por el fuerte oleaje y estrellados contra las rocas, falleciendo todos sus ocupantes, ya que tenían como gran enemigo la tremenda oscuridad de la noche y las grandes olas. Anteriormente, y en esta misma zona, se habían hundido varios vapores ingleses y los españoles “Cardenal Cisneros” (crucero) y el “feeder” “Larache”, también de Trasatlántica, que con práctico a bordo chocó contra los bajos de Meixides, pereciendo 82 personas, entre ellas su capitán, Ibargaray, varios oficiales y el capellán Domingo Muntaner. Se salvaron 69 y también el práctico Manuel Pérez, que tuvo que huir a Muros a toda prisa, porque los supervivientes lo querían linchar al considerarlo culpable del hundimiento. Hoy no queda nada de aquellos desgraciados naufragios. Solo unas planchas y un pequeño amasijo de hierros oxidados, que recuerdan que allí se vivieron hace ya más de noventa años las mayores catástrofes navales de todos los tiempos ocurridas en las costas gallegas. Y por no haber, tampoco existen muchos documentos que puedan rememorar y clarificar lo acontecido, en especial lo referente al “Santa Isabel”. Siempre se ha dicho que la Compañía Trasatlántica Española tuvo fama de tener los mejores y más prestigiosos marinos de España. Eran valientes profesionales y maestros en el arte de la navegación y la diplomacia, siendo condición indispensable, hasta mediados del siglo pasado, estar en posesión del título de capitán para ocupar cualquier plaza de oficial de puente en sus vapores, aunque todo ello resultaba sumamente complicado porque no era fácil entrar en la naviera. Pero muchísimo más difícil era llegar a mandar alguno de sus buques, ya que el prestigio que ello suponía colmaba con creces los sueños y llenaba de orgullo a todo buen marino mercante. Llegar a capitán de la compañía constituía el ascenso a un generalato que había que conquistar no solo por méritos náuticos, sino también por merecimientos de tipo social, desarrollados en una escuela de grandes señores que Trasatlántica creó. Del capitán García Muñiz nada se supo desde que fue rescatado del mar. Su nombre no aparece entre los condecorados ni se conoce que continuara navegando en la naviera española. Se comentó que en las investigaciones posteriores y conclusiones finales no se le responsabilizó del accidente, ni tampoco a ningún miembro de su tripulación. Lo que sí ha llegado hasta nuestros días son unas desgarradoras declaraciones suyas, una vez recuperado del terrible trauma sufrido, en las que cuenta que mientras se encontraba aferrado al alerón del puente, soportando las tremendas olas que barrían la estructura del buque, observó cómo “acurrucada en un rincón de la cubierta, una madre intentaba amparar y cubrir con su cuerpo a cinco infelices criaturas. Durante un tiempo, las olas furiosas y gigantes parecían respetar aquel cuadro de ternura y amor. Cambió el viento y el mar se abalanzó sobre las inocentes víctimas. Fue un momento de angustia sin igual ver cómo cada ola iba arrancando un hijo de los brazos de aquella madre a quien ahogaba el dolor. Con el último de los hijos, al que abrazó desesperadamente, llevó el mar la figura más hermosa de madre que contemplé en mi vida”. Momentos más tarde, también él fue lanzado al mar por una gran ola y horas después, recogido totalmente mudo de las agitadas aguas en las cuales se había originado tan espantosa tragedia. Y a la vista de lo leído, lamentablemente con poca información sobre esta terrible desgracia, desconocemos el resultado de los informes oficiales que seguro en su día tuvieron que salir a la luz pública. Lo que sí sabemos es que en 1936, al comienzo de la Guerra Civil Española, se produjo un voraz incendio en las oficinas centrales de la compañía, a todas luces provocado, que afectó gravemente al archivo, desapareciendo como consecuencia de ello numerosos documentos relacionados con su trayectoria, razón por la cual es posible que muchos de sus dirigentes de la última generación ignorasen los sucesos del pasado de la centenaria naviera, entre ellos la historia de este desgraciado naufragio. p3 EL DÍA, domingo, 24 de mayo de 2015 EN PORTADA Por ello, a falta del dictamen final que a todos nos gustaría conocer y dejando a un lado el amor de padre que uno pueda sentir por la compañía, como también apartando todo tipo de corporativismo, se hace muy difícil, no obstante, llegar a pensar en la irresponsabilidad e ineptitud de los mandos del buque, en especial su capitán, Esteban García Muñiz, que no abandonó el puente desde la salida de La Coruña, debido a las adversas condiciones climatológicas que acompañaron al buque en la travesía y también, principalmente, por pertenecer a Trasatlántica, cuna de grandes marinos, que en su dilatada historia se distinguió por no haber sufrido significativas tragedias con pérdidas de vidas humanas, y mucho menos que hubiera negligencia de tipo alguno por parte de sus capitanes. Y como en casi todas las catástrofes marítimas, en esta del vapor “Santa Isabel” hubo comportamientos heroicos de tripulantes y lugareños, resaltando la actuación de los vecinos de la isla de Sálvora y del pueblo de Ribeira, con una labor extraordinaria en el salvamento de náufragos y traslado de muertos en sus dornas, frágiles y pequeñas embarcaciones de pesca utilizadas en las rías de Galicia. Cuatro de estas mujeres, Josefa Parada, Cipriana Oujo, María Fernández y Cipriana Crujeiras, pasaron El “San Carlos” en el muelle de Santa Isabel de Fernando Póo, en 1917 (Archivo CTE-Madrid). a la historia con el sobrenombre de Heroínas de Sálvora, por haber intervenido en el rescate de casi todos los 56 náufragos que finalmente sobrevivieron, siendo condecoradas con la medalla de Salvamento Marítimo. También el 2º Oficial, Luis Cebreiro López, apodado “el Toneladas” por su gran corpulencia, que colaboró en todo momento desde el agua en salvar vidas y se negó a subir a bote alguno por temor a hundirlo debido a su excesivo peso, nadando agarrado a uno de ellos durante más de dos horas hasta la orilla en que fueron rescatados. Era natural del Ferrol y fue la persona más condecorada por sus actos heroicos en el naufragio. Continuó navegando en Trasatlántica, llegando a mandar buques como capitán de la compañía. Al pueblo de Ribeira, el rey Alfonso XIII le concedería el título de “Muy Noble, Muy Leal y Muy Humanitaria Ciudad”. El "Santa Isabel"era un buen barco y tenía a su hermano gemelo en el vapor "San Carlos". Fueron concebidos juntos en el astillero de Matagorda y vinieron al mundo como buenos mellizos el mismo año de 1915, comenzando su andadura comercial al siguiente de 1916 en la línea Norte de España-Canarias-Fernando Póo, aunque pronto fueron retirados de este servicio debido al mal resultado de su explotación, pasando al cabotaje peninsular. Ambos buques fueron construidos siendo presidente de Trasatlántica Claudio López Bru, segundo Marqués de Comillas, y a pesar de su ferviente y militante catolicismo y profunda fe cristiana, no creemos que los nombres de los dos barcos estuvieran dedicados a temas relativos con la divinidad, ni con doctrinas religiosas. Por ello, santa Isabel, madre de san Juan Bautista y san Carlos (Borromeo), arzobispo de Milán y sobrino de Pío IV, que podrían haber sido sus destinatarios, por esta vez no ocurrió así. Lo que sí es posible, dada la época en que se construyeron, el servicio a prestar y el interés mostrado por don Claudio en las empresas de colonización, llevando a Fernando Póo el cemento para transformar las construcciones de aquel país y ampliando las explotaciones agrícolas de esta colonia, es que llevaran esos nombres en memoria de la capital de Fernando Póo, Santa Isabel, y de San Carlos (Bahía), asimismo integrado en los territorios españoles de Guinea. Claudio López Bru fue el cuarto de los hijos nacidos del matrimonio formado por Antonio López y López con Luisa Bru y heredó de su padre, fallecido el 16 de enero de 1883, el Marquesado de Comillas, la Grandeza de España, así como diferentes y lucra- tivos negocios, entre los cuales se hallaba la Compañía Trasatlántica, de la que fue su fundador 30 años atrás. Había nacido en Barcelona el 14 de mayo de 1853 y falleció en Madrid el 18 de abril de 1925, a los 72 años de edad. No tuvo descendencia. Uno de los barcos tuvo larga vida, como fue el caso del "San Carlos" que duró 40 años, 13 de los cuales navegó con Trasatlántica y los 27 restantes bajo pabellón de la Empresa Naviera de Cuba, que lo compró en 1929 por 160.000 dólares, para emplearlo en la línea San Juan de Puerto Rico y el puerto venezolano de La Guaira, cambiándole el nombre por el de “Presidente Machado”, en honor de Gerardo Machado y Morales, elegido presidente de la República de Cuba el 20 de mayo de 1925. Fue derrocado el 12 de agosto de 1933 y era hijo de un colono canario, oriundo de la isla de La Palma. Más tarde, el barco fue rebautizado y pasaría a llamarse “Cuba”, y así permanecería hasta 1955 en que sería desguazado. Por contra, nuestro desdichado pero muy querido “Santa Isabel” –ya lo han leído– se nos fue muy joven, con cuatro años y dos meses de edad, y para colmo la historia lo ha olvidado. Pocos se acuerdan de él; ni siquiera su propia familia. p4 domingo, 24 de mayo de 2015, EL DÍA INVESTIGACIÓN EN PORTADA TURISMO Bruno Brandt Un pintor nacido en Berlín (1893 ), que tiene una biografía de novela. Su presencia en La Palma se verifica por vez primera en 1923. Conoció la existencia de las Islas Canarias a través de los comentarios de su hermano Gerti, que arribó en ellas a su regreso de un viaje a África. No había pasado un año cuando Brandt visitaba el archipiélago, esta vez Gran Canaria y La Palma. Recorre las islas a pie y duerme bajo las estrellas. Tan impresionado quedó por la belleza de estas tierras y sus cambios paisajísticos que regresó a Alemania para vender algunos cuadros y poder realizar una visita completa a todas las islas, incluyendo los islotes. Realiza dos exposiciones individuales en el Círculo de Bellas Artes, en 1930 y en 1931. Su estilo ejerce una gran influencia en Bonnín (al que le inspiró una técnica más libre, con pinceladas más sueltas, además de una especial vision sobre la naturaleza), y otros artistas de la época y también posteriores. Viaja a Madrid, donde reside por algún tiempo, y después de muchos viajes y vicisitudes, regresa a La Palma hacia 1950, tomando Breña Baja como su último refugio, huyendo de los fantasmas bélicos de la Segunda Guerra Mundial y de la cárcel del gobierno alemán, a la que llegó por negarse a participar en la guerra como soldado. Brandt es autor de una pintura de estilo personal, marcadamente expresionista, que responde a su rebeldía, a sus impulsos vitales, los mismos que le animaron a hacer un viaje frustrado a la India o a vivir en Madrid haciendo acuarelas por encargo. En 1951, en una de sus idas a Alemania, expuso en el Club de Estudiantes de Bonn y el tema principal fue La Palma. Algunos pintores canarios de la época se sintieron atraídos por su obra, pero jamás fueron capaces de llevar a sus cartones la fuerza y el colorido del maestro germano. Bruno Brandt expuso en Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas de Gran Canaria, Santa Cruz de La Palma, Madrid y otras capitales, así como en Alemania y Dinamarca. Su obra, muy cotizada hoy, se encuentra repartida en colecciones particulares, organismos oficiales y museos. En 1962 realizó su última exposición en el Círculo de Amistad XII de Enero de Santa Cruz de Tenerife. El 1 de julio de ese mismo año falleció en su domicilio en Breña Baja. Serie “Pintores canarios”, cuadro nº 16 (técnica mixta sobre papel de acuarela) EL DÍA, domingo, 24 de mayo de 2015 p5 p6 domingo, 24 de mayo de 2015, EL DÍA CLAVES DEL CAMINO EL RETORNO DE LAS BESTIAS IMPOSIBLES Nuevos desafíos de la Criptozoología Vivimos en un mundo de contrastes. Mientras invertimos miles de millones de euros en la exploración espacial y en la búsqueda de vida extraterrestre, en nuestro planeta se mantienen fuera de nuestro alcance numerosos ecosistemas terrestres y marinos que, más allá de toda duda, acunan infinidad de especies desconocidas para la ciencia. Pese a ello, ¿hay margen para creer en bestias oceánicas prehistóricas? ¿Es viable que coexistamos con poblaciones residuales de homínidos primitivos? ¿Qué hay de cierto en las historias sobre grandes mamíferos y reptiles desconocidos? Texto: José Gregorio González E n contra de lo que pueda parecer, corren buenos tiempos para quienes han convertido la búsqueda de animales desconocidos en un objetivo prioritario en sus vidas. La globalización y las nuevas tecnologías permiten acceder casi en tiempo real y prácticamente en cualquier parte del mundo a nuevos avistamientos de críptidos, facilitando un acceso presencial o virtual a regiones hasta poco impensables. De manera simultánea, expertos de todo el mundo intercambian información y cooperan de manera multidisciplinar en sus investigaciones, arrojando nueva luz sobre viejos casos o desarrollando escenarios biológicos alternativos que puedan dar sentido a los persistentes registros que generan algunas de las criaturas que persigue la Criptozoología. Incluso la televisión ha contribuido a explorar de manera innovadora los límites de la zoología con programas recientes de gran éxito como Destination Truth, dedicados con una dinámica de reality al análisis de estas criaturas imposibles, o con formatos de gran impacto como Monstruos de río, de Jeremy Wade, en los que se ofrece una aproximación tangencial, aunque precisa, a esta fauna misteriosa. Al respecto, el propio Wade apuntar haber visto “cosas que nadie creería. Una de las más celebres de todas es el Nessie amazónico, un animal acuático de 3 metros y misterioso dorso aserrado que pude fotografiar en 1994 en Brasil. ¿Delfín mutilado, animal freak, nueva especie desconocida? Lo importante es que lo que vi era real, y no una alucinación ni espejismo alguno”, apunta nuestro televisivo interlocutor. Todo ello se traduce también, con el auxilio de avanzadas técnicas propias de los CSI, en que documentos tan emblemáticos para la historia de esta protociencia como la famosa Filmación Patterson estén siendo revisados con resultadosinesperados,al tiempoque emergen y ganan visibilidad casos de alta extrañeza de posibles encuentros con reptiles marinos prehistóricos que en otro tiempo habrían pasado por completo inadvertidos. A este tipo de casos inéditos pertenece el incidente ocurrido el 13 de agosto de 2013 en la bahía de Carlyon, en la costa británica de Cornualles, cuando el varamiento de un ejemplar herido de rorcual común puso a los investigadores tras la pista de una bestia imposible, un encuentro que diseccionamos a continuación. Aquel ejemplar hembra de 20 metros de largo se debatía entre la vida y la muerte sobre la arena de la playa. Desnutrido, estresado y herido en la región de la cabeza, el animal parece haberse rendido asumiendo su final, morir lentamente ante la impotencia del grupo de rescate y la mirada apesadumbrada de decenas de curiosos. Las horas pasan más lentas que nunca mientras el animal languidece sin opción a ser reflotado. Informes anteriores detallan cómo el ejemplar, aparentemente sano y en perfecto estado, nadó de manera directa hacia los bajíos para permanecer allí, inmóvil, esperando la bajamar y con ella una muerte segura. ¿Qué pudo impulsar al titán a cometer esa maniobra suicida? ¿Desorientación? ¿Fatiga tal vez? ¿Un plan de escape alocado e improvisado frente a una amenaza inasumible? Las preguntas son muchas para un desenlace final que no es otro que la muerte de la ballena. Aunque en los últimos años la televisión nos ha convertido en testigos de este tipo de desconcertante comportamiento, algunos de ellos realmente impactantes por estar protagonizados por cientos de ejemplares, el caso que nos ocupa resultó ser realmente extraordinario evidenciando la presencia, a partir del material gráfico existente, de una criatura de proporciones y fuerza descomunales. De manera casi inmediata, los investigadores se percataron de unas curiosas marcas y heridas que presentaba el animal en la cabeza. El ojo mostraba una amplia laceración de color rosada, al igual que la base de la aleta derecha, lo que desconcertó a los expertos ya que el animal entró de manera tranquila hacia los bajíos. En la mandíbula inferior aparecieron dos filas paralelas de punciones, perforaciones o heridas redondas, bien marcadas y rojizas, que bien podía interpretarse como la marca de una potente y alargada mordida. De manera más tenue se distinguía una segunda hilera doble de marcas desplegadas por dentro de la principal, evidencias que apuntaban con fuerza a las secuelas de una lucha de titanes. Desde muy pronto se descartó la posibilidad de que el cetáceo fuera herido por la mano del hombre, con un arpón o algún instrumento punzante, y la uniformidad del patrón echaba por tierra la hipótesis de una herida provocada por desechos humanos como hierros o forjados, rocas o el fondo marino. A pesar de ello, con el material gráfico disponible quisimos explorar para Enigmas las opiniones de reputados paleontólogos especializados en reptiles marinos, como es el caso del Dr. Adam S. Smith, del Museo de Historia Natural de Nottingham. “Las marcas –nos apuntó– podrían ser parásitos, cicatrices, callosidades, o abrasiones mientras la ballena se debatía en la costa”. El Dr. Charles Paxton, consultado también al respecto, apuesta igualmente por buscar una explicación convencional. Paxton es un ecólogo marino experto en pesquerías del centro de Modelos Ecológicos y Medioambientales de la Universidad de San Andrés, Escocia. “No creo que sean heridas causadas por un depredador. Parece algún tipo de abrasión leve”, explica el ecólogo. “Las marcas de la mandíbula podrían llegar a ser punciones redondeadas, aunque también parecen ser algún tipo de llagas o rasguños”. Sin embargo, como hemos indicado, la forma, tamaño, ubicación y regularidad de las marcas apuntan a las huellas de un ataque, respondiendo las marcas, desde nuestro punto de vista, a las mandíbulas de un enorme depredador marino que intentó sin éxito atenazar la cabeza de la ballena. Tomando en cuenta que la marca de los potenciales dientes ronda los 2 metros, podemos descartar tres de los más potentes depredadoresdelmar:eltiburónblancohubiese hecho una clara herida en forma de media luna; las orcas tampoco presentan mandíbulaslargasyestrechas;yelpotente cachalote no ataca a otras ballenas. El tipo de ataque y la manera en la que están distribuidas las marcas no encajaban en absoluto con lo que sabemos de estas tres formidables criaturas. Algo vivo y muy potente tuvo que doblegar a las 80 toneladas de aquella ballena, algo vivo y con unas mandíbulas de 3 metros de largo. De seguir entre nosotros el padre de la criptozoología, el zoólogo belga Bernard Heuvelmans, no hay duda de que señalaría como culpable a uno de sus saurios marinos como responsable. Bestias prehistóricas que alcanzarían los 18 metros de longitud. El problema es que la ciencia no admite que estén vivas hoy en día, aunque para este caso el destino quiso obsequiar a los investigadores con un guiño sin duda revelador, la presencia en el Museo del condado de Dorset, Dorchester, del gran cráneo de un pliosaurio localizado a escasos kilómetros en la bahía de Weymouth. El contundente fósil presenta dientes de unos 10 cm. alojados en un cráneo de casi 2,5 m. de largo, dando forma a una criatura de una docena de metros de largo que inevitablemente convierte a un pariente suyo en sospechoso del letal ataque. El episodio de Cornualles, aunque es el más reciente, no es ni de lejos el único que apunta a la supervivencia de saurios y otras bestias prehistóricas en nuestros océanos. El 30 de julio de 1915 ocurrió otro hecho en aguas del Atlántico Norte que de forma fortuita puso al descubierto a una criatura a todas luces imposible. George G. von Forstner, capitán de la marina de guerra alemana, no podía imaginar que su ataque al carguero británico Iberia tendría una colosal víctima colateral. Desde su submarino U-28 torpedeó a aquella caja flotante de mercancías y explosivos, haciendo diana en un casco que no pudo resistir el impacto. En pocos minutos, el gigante se hunde engullido por aquellas aguas y apenas medio minuto más tarde explota violentamente bajo las mismas, desperdigando por la superficie gran cantidad de restos. Entre planchas de metal, maderas y cascotes diversos también aparece un increíble animal acuático, de unos 15 m. de largo, víctima inesperada del fogonazo submarino. En palabras de von Forstner, “en ese momento estaba en la torre junto a seis oficiales, que incluían al ingeniero jefe, navegador y el timonel. De manera automática todos nos fijamos en aquella quimera oceánica, que se agitaba y se sacudía entre los restos del naufragio. No pudimos identificar a la criatura, que se parecía mucho a algún tipo de cocodrilo acuático; presentaba cuatro miembros que parecían palmeados, una larga y apuntada cola y una enorme cabeza que también terminabaenpunta.Desafortunadamente no pudimos fotografiarlo ya que se hundió bajo las aguas de manera rápida, en unos 15 segundos, tras caer pesada y estrepitosamente sobre las aguas, sacudiéndose… mortalmente herido”. p7 EL DÍA, domingo, 24 de mayo de 2015 CLAVES DEL CAMINO La casuística no acaba aquí. Es un suma y sigue permanente que incluye otros episodios históricos similares, como el incidente del Monongahela, un ballenero americano con base en New Bedford, Massachusetts, que en 1852 arponeó e incluso izó a bordo a una “serpiente marina” que fue descrita por el capitán del navío, Jason Seabury, y otros muchos tripulantes como “un gran reptil marino similar a un aligátor, de 30 metros de largo, potentes mandíbulas y cabeza plana como la de un cocodrilo. El largo y oscuro cuerpo terminaba en una apuntada cola y las extremidades eran cuatro patas tipo remo. La bestia tenía 94 dientes curvos por mandíbula, tan grandes como el pulgar de un adulto. Además, bajo la carne había una gruesa capa de grasa, como la de las ballenas”. Mucho más cercano en el tiempo es el caso de Gambo, nombre con el que se conoce a la serpiente marina avistada en Gambia. La criatura fue hallada en junio de 1983 por el naturalista aficionado Owen Burnham y su familia, midiendo 4,5 metros de largo y con un aspecto muy peculiar, pues parecía el cruce entre un delfín y lo que habría que considerar un reptil marino. “Presentaba –explicó Burnham– un largo y afilado hocico, armado de dientes cónicos, cuatro aletas y una cola terminada en punta. La coloración doral era marrón oscura, mientras que ventralmente se difuminaba del amarillo sucio al blanco. No presentaba aleta dorsal alguna y la cola media unos 1,5 metros”. Gambo contaba además con 80 afilados e inquietantes dientes. Estosincidentes,algunosdeellosauténticos clásicos en el campo de la criptozoología marina, pueden ser vinculados con lo que Heuvelmans definió genéricamente en su enciclopédico Tras la estela de la Serpiente de Mar como “saurio marino”, grupo de reptiles marinos que en un intento de poner algo de orden entre tanta casuística el zoólogo belga subdividió en categorías tales como caballo marino, cuello largo, multijorobado, súperanguila o invertebrado gigante. Pero, ¿a qué tipo de criaturas reales podría estar aludiendo esta taxonomía criptozoológica? Al igual que Heuvelmans, otros investigadores como Loren Coleman o el Dr. Michael Woodley, de la Universidad de Londres, proponen como candidatos a reptiles prehistóricos oceánicos como los pliosaurios, plesiosauros de cuello corto y enormes cráneos; los talatosuquios, que son cocodrilos marinos prehistóricos; también a los mosasaurios, que literalmente serían lagartos oceánicos; y a las grandes ballenas primitivas o arqueocetos, los únicos que sobrevivieron a la extinción del Cretáceo-Terciario y, por tanto, los mejor posicionados para explicar estos casos. Bestias en tierra firme Cabría pensar con cierta lógica que el medio oceánico es el equivalente a la Tierra Prometida para los criptozoólogos, el lugar con más probabilidades de acunar criaturas asombrosas y desconocidas, pero tal vez la lógica requiera de matices. Si bien por extensión y por su perenne condición de inexplorados los océanos del mundo constituyen el medio más favorable para la preservación de especies prehistóricas, no es menos cierto que los archivos criptozoólogos contienen reportes de críptidos de gran tamaño en tierra firme. Algunos son muy populares, como el emblemático “mokele mbembe”, la criatura con aspecto de dinosaurio –concretamente con el de los grandes herbívoros saurópodos– que se asegura vive en las regiones del África Ecuatorial, Congos, Camerún, República Centro Africana, Gabón, etc. Los registros son tan abundantes que cabría pensar que realmente los nativos han estado conviviendo con una bestia de otro tiempo, un animal que los más racionales han intentado tildar de fantásticos o identificar con un rinoceronte selvático, un elefante sumergido o un enorme reptil anfibio desconocido. Sin embargo, lo que nadie puede negar es que su hábitat reúne las suficientes condiciones como para haberle servido de refugio durante millones de años, razón por la cual incluso en nuestros días se continúan organizando expediciones para ir a su caza y captura, como la que actualmente promueven el Club Criptozoológico de la Columbia Británica y el investigador francés Michel Ballot gran conocedor del área y de la casuística mokele. Sin duda la popularidad del “mokele mbembe” no tiene rival dentro de su género, pero no es la única bestia sacada del tiempo que rastrean los criptozoólogos. Sin salir de África, en Rodesia y Angola, parece habitar otra criatura imposible de gran talla, el “emela-ntouka” o “chipekwe”, una bestia semiacuática del tamaño de un elefante, dotado, al igual que los rinocerontes, de un inmenso cuerno en su cabeza con el que ataca a sus víctimas. El escritor británico J.E. Hughes vivió quince años en la ribera del lago Bangweolo, lo que le permitió recabarnumerosostestimoniosquehablaban de esta criatura y la describían con un “cuerpo robusto y oscuro y sin pelos. Estaba armado con un único cuerno de color blanco como el marfil, que además era extremadamente largo y liso”. Fuera del continente negro también podemosseguirlapistadeanimalesgigantes. El diprotodón, una especie de conejo de hasta cuatro metros de largo, dos de altura y casi tres toneladas de peso, como es lógico, no se queda atrás. Estamos ante el marsupial más grande que caminó sobre la Tierra, con una presencia fósil que va desde 1,6 millones de años hasta apenas 25.000 años. El diprotodón contaba con dos grandes dientes en la parte frontal de su mandíbula superior, todo un conejo del tamaño de un hipopótamo que se extinguió como consecuencia del cambio climático al final de la Era Glaciar. Por entonces su hábitat semiacuático comenzó a desaparecer y con él las posibilidad de sobrevivir. Algunos paleontólogos sostienen que poblaciones residuales pudieron sobrevivir hasta hace unos pocos miles de años en tierras australianas, cuando finalmente sucumbieron ante la propia presión humana. Los nativos recuerdan haberlos cazado, lo que, junto a los numerosos testimonios recogidos durante el siglo XIX, llevó a naturalistas como Ambrose Pratt y Ludwig Leichhardt a defender su existencia. Este último esperaba encontrarlos vivos tras dar en 1940 con unos restos de esta criatura en un excelente estado de conservación en Darling Downs. También el temido “waheela” parece sacado de otro tiempo. Estamos ante un animal observado en los territorios fronterizos de Canadá y Alaska que es descrito con pelaje blanco y un aspecto a medio camino entre un lobo y un oso, así como con una predilección por decapitar a sus víctimas. La mitología inuit en torno a este devorador de cabezas se ve alimentada con cierta frecuencia por casos de personas desaparecidas o encontradas sin vida con grandes heridas causadas por bestias que no se logran identificar. El afamado criptozoólogo Iván Sanderson llegó a formular la hipótesis de que se trataba de un superviviente de los anficiónidos, voraces carnívoros prehistóricos con un parentesco no del todo claro con osos y canes. Lo inquietante es pensar que las condiciones ambientales de la zona y sus regiones deshabitadas hacen factible que un animal así pueda seguir entre nosotros. Otros insignes en esta abreviada galería de animales misteriosos incluye al mítico “mapinguary” amazónico, cuyo peculiar y gélido grito hace temblar a las tribus nativas que conocen de su existencia. Pocos lugares del planeta ofrecen tantas ventajas para pasar desapercibido como el océano verde del Amazonas, de manera que los investigadores no se cuestionan la existencia del mítico animal, que también se caracteriza por su fétido olor y potentes garras, sino directamente si se trata de un primate no identificado, un gran carnívoro desconocido, un megaterio extinto o incluso una nueva especie de oso hormiguero gigante. También en Brasil y en el Alto Paraguay se habla de otra fabulosa criatura, el “minhocao”, descrito como una bestia aserpentada de nada menos que 50 metros de longitud, de hábitos excavadores y con una dura coraza externa. El experto español Rafael Alemán Berenguer incluye numerosas referencias a esta criaturas presumiblemente prehistóricas en su libro Criptozoología: cazadores de monstruos, en el que, entre otras cuestiones, menciona cómo “en las fuentes del Nilo los indigenas hablaban de la existencia de una terrible bestia, descrita por los nuer como una enorme serpientes, patas cortas y gran velocidad. John Millais, durante sus exploraciones de las marismas del Valle del Nilo, contrató que los nativos dinkas, los shilluk y los propios nuer relataban cacerías de un gran reptil de color castaño oscuro de entre doce y treinta metros de longitud y el grosor de un caballo”.¿Es viable algo tan descomunal? Posiblemente no, pero lo registros son tan abrumadores que necesariamente deben de estar aludiendo, aunque de forma sobredimensionada, a algo real y temido. A esta relación de críptidos XXL hemos de sumar otros de no menos interés y envergadura, desde felinos dientes de sable africanos a elefantes pigmeos acuáticos, pasando por osos desconocidos y desconcertantes caballos con garras. Todo sin olvidar a un grupo especialmente controvertido, el de los criptoprimates, cuya vinculación con la raza humanayconalgunosdenuestrosparientes oficialmente extintos convierten su observación en fuente de permanente controversia y su búsqueda en algo especialmente trascendente. Al parecer, muchos profesionales del campo de la antropología, la zoología e incluso la arqueología estiman que no estamos solos en el planeta y que la raza humana puede aún convivir, de manera velada, como sucedió en tiempos prehistóricos, con otros homínidos. Buenos ejemplos son los esfuerzos desplegados por el profesor de Antropología Gregory Forth, de la Universidad de Alberta, Canadá, que lleva más de dos décadas investigando en el sudeste asiático con el objetivo de dar con el mítico “orang pendek”. Esta criatura, mitad humana mitad primate, descrita como una suerte de hombre salvaje forestal, ha sido observada con asiduidad en Indonesia,Sulawesi,SriLankaoBorneo,donde tambiénrecibenombrescomo“ebugogo” y “nittaewo”. En boca de Forth, “es muy posible que estos incidentes, avistamientos e historias reflejen algún tipo de experiencia cercana o contacto con homínidos no sapiens”. Idea que en los últimos quince años se ha visto sustancialmente refrendada con los descubrimientos del Homo floresiensis o “hobbit” descrito en 2004 en Indonesia. A algo similar se dedica el experto en locomoción humana y zoólogo de la Universidad de Idaho Jeff Meldrum, undoctorqueademásesautordelimprescindible Sasquatch: la leyenda se enfrenta a la ciencia, y editor de la revista científica Investigando Homínidos Relícticos. No obstante, sus estudios se centran en tratar de documentar las actividades del gran primate misterioso por antonomasia, el “bigfoot” norteamericano, conocido en Canadá como “sasquatch”. Meldrum lleva desde los años sesenta rastreando al gigante, del cual asegura haber obtenido precisas y auténticas huellas junto a otros restos, evidencias que delatan las actividades de lo que casi con absoluta seguridad se atreve a etiquetar como un simio nocturno. Trabajos como los de éste y otros prestigiosos investigadores intentan arrojar luz, desde la ciencia, al interrogante que supone la rica casuística relativa a “hombres salvajes” que se ha ido registrado durante siglos en lugares con ecosistemas compatibles con la supervivencia de especies prehistóricas, así comotambiénconloshallazgosquedesde la antropología están rediseñando el mapa de nuestros ancestros y de aquellas otras especies que convivieron con nosotros hasta épocas muy recientes. Los descubrimientos relativos a la llamada “tribu del Ciervo Rojo”, investigada en Yunnan, evidencia que otra humanidad convivió con los sapiens hasta hace al menos 11.500 años en China, territorio de míticos hombres salvajes como el “yereen”. p8 domingo, 24 de mayo de 2015, EL DÍA www.eldia.es/laprensa Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 981 BALCÓN DE VENEZUELA Las señas de identidad como valores turísticos EL FOLCLORE, UN ATRACTIVO DE EXCEPCIÓN “La educación es el remedio que ha de obrar en los tiempos sucesivos, pues las flores sencillas que da el prado, con el riego oportuno y el cultivo, suelen rendir después ricas simientes, que mejoran la especie e individuos” (José de Viera y Clavijo) Texto: Antonio Pedro Tejera Reyes (del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del Turismo, de las Naciones Unidas) P ermanentemente venimos sosteniendo a través de nuestra actuación profesional, el valor intrínseco que las señas de identidad de los pueblos tienen para la promoción de su desarrollo turístico. En este acontecer, nuestras experiencias nos han llevado a considerar el folclore como una de las más potentes llamadas hacia la satisfacción humana en todas sus percepciones, cuya estampa va de un lado a otro del atractivo que supone esta expresión de los pueblos del mundo, donde a nadie le es indiferente el tema cuando se refiere a la samba, el joropo, la cumbia, el merengue, etc., por referirnos solo a estas más que conocidas muestras naturales de nuestra América. Con este escenario de fondo, nació, ahora hace treinta años, la agrupación musical folclorista Tigaray, como una respuesta a la necesidad de ofrecer al visitante de las Islas una visión popular de su expresión musical folclórica, con “su empeño en difundir la música popular del Archipiélago Canario desde una perspectiva abierta y creativa, de ahí que sus habituales límites hayan ido concebidos a varios miles de kilómetros de la geografía estrecha que signó sus siempre ambiguas y azules fronteras”. Corría el año 1988 cuando en el Hogar Canario-Venezolano de Caracas, en nuestra calidad de director de Cultura de la citada entidad, tuvimos la oportunidad de participar en la visita que este grupo realizó a Venezuela por aquellas fechas, programa en el cual, casualmente, incorporamos la presencia de una imagen de la Virgen de Candelaria, que el Gobierno de Canarias enviaba para la sociedad de los canarios en Valencia, que durante una semana permanecería en nuestra sociedad caraqueña recibiendo la bienvenida de sus socios y amigos. El grupo Tigaray rindió homenaje a esta imagen con una brillante actuación en el salón principal del club, ante un emocionado público que le acogió con la mejor muestra de su aceptación y cariño. Relacionar el folclore de las Islas con un personaje único en su historia como le fue José de Viera y Clavijo coloca sin discusión al grupo Tigaray, den- tro de la órbita del folclorismo experimental e investigativo, lo cual está dejando su profunda huella en el acontecer musical, no solo de Canarias en particular, sino a niveles mundiales por el ejemplo que representa su paradigmática actividad. Enjundiosa labor para ser imitada en otros lugares del mundo, donde la perspectiva de su folclore se pierde en las inmensidades del tiempo, y donde no faltan las historias y leyendas que pudieran ser la base de inspiración de estos imponentes espectáculos para revalorizar unas señas de identidad que nunca se deben perder, y que son uno de los más poderosos atractivos para el turismo en su versión cultural, que crece imparablemente cada día. “Un amor en cada puerto” es el nombre elegido por Tigaray para dar forma a su nuevo espectáculo, un recital en que se darán la mano la música y la danza contemporánea, la historia y la literatura; la pasión y el mar. Todo ello persiguiendo el vibrante propósito de rendir tributo a una de las porciones menos conocidas de la historia de las Islas Canarias: su memoria ensoñadora, la vocación romántica de su gentes”. Otro hermoso proyecto imitable que surge de una sociedad que ha entendido cómo las expresiones folclóricas y musicales son una cultura que une a los pueblos, que se arraiga en lo más profundo de nuestro ser y nos lleva a evocar lugares y situaciones que recordamos por sus músicas, por sus expresiones folclóricas, por la calidez de las mismas, por los mensajes que sus letras encierran, la melancolía, o la alegría que despiertan sus melodías. Añoranzas y ansias de volver a revivir desde los sentidos maravillosos tangos, en La Boca (Buenos Aires), a los violines vieneses, pasando por las cumbias colombianas, o las isas de Canarias, sin olvidar, en las inmensidades del tiempo, las danzas y las melodías que un día inolvidable tuvimos la suerte de presenciar en el suntuoso hotel Hyundai (Gyeongju, Korea) interpretadas por un hermoso grupo, ataviado con sus brillantes trajes típicos, que procedía de la isla de Pascua, al sur, muy al sur, de Chile. Recordar es vivir.