Los desequilibrios territoriales en España En el territorio español los recursos se reparten de una forma desigual: unas zonas concentran la mayor parte de ellos, mientras el resto presenta serias carencias. Esta distribución poco homogénea se denomina “desequilibrio” territorial. Si analizamos el reparto concentra en una pequeña parte madrileña, el bajo Guadalquivir, el peninsular, como la zona central archipiélagos balear y canario. El presenta fuertes contrastes. de la población en España, observamos que esta se del territorio: el litoral mediterráneo, la región urbana litoral vasco y gallego, y algún punto aislado del interior del valle del Ebro, la zona urbana vallisoletana y los resultado es un mapa de densidades de población que Al observar con más detalle este reparto, vemos que, incluso en el interior de esas zonas más pobladas, la población española se concentra en las grandes zonas urbanas (en unas cuantas áreas metropolitanas y en algunas conurbaciones), mientras en las zonas rurales presenta un notable vacio demográfico. Esta distribución desequilibrada comenzó a producirse en el siglo XVII, cuando se iniciaron las corrientes migratorias desde en interior peninsular hacia los litorales, donde se encontraban las ciudades-puerto que recibían las innovaciones desde las grandes ciudades europeas, que se habían convertido en los centros económicos continentales. Estas innovaciones se traducían en desarrollo y crecimiento económico y en un foco de atracción para la población. No obstante, será la industrialización la que acelere y multiplique estos movimientos migratorios. Las nuevas industrias se localizarán en unas pocas zonas (Barcelona, Bilbao-litoral vasco, Madrid, Valencia, Zaragoza, Valladolid, Oviedo-Gijón-Avilés, y algunas otras), mayoritariamente en algunas grandes ciudades, quedando el resto anclado en el pasado. Desde estas ciudades se irá expandiendo hacia lugares próximos y/o bien comunicados con las mismas. Este proceso industrializador promoverá el desarrollo de un sector terciario modernizado (nuevos transportes, comercio, finanzas, etc.). El resultado será una multiplicación de los empleos hacia los que acudirá un importante porcentaje de los adultos jóvenes del rural empobrecido. El desarrollo del turismo, a partir de los años sesenta del pasado siglo, reforzará el atractivo del litoral mediterráneo y de los archipiélagos españoles. Los movimientos distribución: • • migratorios interiores y exteriores actuales refuerzan esta Los inmigrantes extranjeros que llegan a España tienden a localizarse en aquellos lugares en los que hay una mayor oferta de empleo en la construcción, en los servicios de mercado poco especializados o en las zonas rurales más desarrolladas, que se encuentran fundamentalmente en las zonas en las que hay mayor densidad de población. La migración interprovincial española sigue parecidas pautas: se orienta hacia las zonas de mayor desarrollo económico, que son las que tradicionalmente han estado más pobladas. El resultado de estos procesos migratorios ha sido un lento, pero inexorable, envejecimiento de la estructura demográfica del interior español, fundamentalmente de las zonas del Sistema Ibérico y del cuadrante noroccidental, que son las que sufrieron procesos emigratorios más fuertes. Estas salidas de adultos jóvenes redujeron su natalidad y originaron tasas de crecimiento muy bajas, cuando no regresivas; por el contrario, las zonas receptoras del éxodo rural y de las corrientes migratorias actuales presentan índice de crecimiento real y natural superiores, y una tasa de envejecimiento menor. El mundo rural español, tradicionalmente poco poblado, está sufriendo en los últimos años algunos cambios: • • • Desde las ciudades, especialmente desde las de mayor tamaño, se ha iniciado una fuerte salida de población y actividades económicas hacia localidades del mundo rural próximo y/o bien comunicado, que ha originado el desarrollo de potentes redes urbanas sobre ese territorio. El aumento de la renta de los españoles ha originado un potente desarrollo de las actividades de ocio-turismo que tienden a localizarse en la “naturaleza”. El resultado ha sido que las zonas rurales percibidas como de mayor calidad ambiental han recibido actividades económicas que antes no tenían, fundamentalmente construcción (apartamentos, hoteles, segundas residencias) y servicios (hostelería, restauración, actividades de ocio, deportivas, etc.), que han originado empleos y, consiguientemente, la llegada de inmigrantes españoles y extranjeros, que han modificado la envejecida estructura demográfica que tenían. El desarrollo del estado del bienestar ha dado lugar a la creación de redes de prestación de servicios a los ciudadanos: redes sanitarias, escolares, de atención a la tercera edad, etc. Este fenómeno ha dado relevancia a las cabeceras comarcales como centros de dispensación de servicios, lo que ha atraído población y actividades económicas a los mismos. El resultado de estos procesos ha sido que ciertas zonas rurales han modificado su tradicional tendencia a la regresión demográfica y el envejecimiento, y, por el contrario, se han vuelto dinámicas y han comenzado un proceso de rejuvenecimiento. El resto del interior rural, especialmente el alejado de las zonas dinámicas continúa perdiendo población y envejeciéndose. La riqueza sigue unos criterios de reparto similares a los de la población. En el mapa observamos tres tipos de zonas según su PIB: • • • Zonas con una elevada producción: litoral mediterráneo (fragmentado en tres zonas: catalana, valenciano-alicantina-murciana y andaluza), archipiélagos balear y canario (mayor en Las Palmas), Madrid, Bajo Guadalquivir, litoral vasco-Navarra, litorales gallego y asturiano, y valle del Ebro. Zonas con una producción muy escasa: interior gallego, Sistema Ibérico, zona occidental de la submeseta norte (excepto Valladolid y las zonas de deslocalización vasca), y Huesca. Zonas intermedias: el conjunto del interior, exceptuando las zonas de muy escasa producción. Si analizamos el reparto del PIB per cápita, que podría servirnos como índice del reparto de la “riqueza”, la situación es otra: el desigual reparto de la población influye fuertemente: • • • Hay provincias que tienen un elevado PIB pero su población elevada produce un relativamente bajo PIB per cápita. Hay provincias con escasísima población y muy escaso PIB, pero que obtiene resultados bastante positivos. Otras provincias tienen elevadas cifras de población pero su PIB es tan importante, que el reparto del mismo por habitante da cifras importantes. Estas zonas son las más desarrolladas de España. El mapa que vemos a continuación presenta un reparto muy claro: el tercio noreste de España presenta cifras de PIB per cápita mucho más altas que las del resto; no obstante, hay que diferenciar en el interior de esta zona dos tipos de situaciones: • Madrid, Baleares, Cataluña (área de deslocalización de Barcelona), Valencia, el País Vasco y Navarra son las zonas más desarrolladas de España, por lo que presentan un • elevado PIB y elevadas concentraciones de población. Zaragoza y Valladolid tienen un PIB ligeramente inferior, pero la escasa densidad de población de la provincia (se concentra en la capital y su entorno) da cifras importantes per cápita. El resto de las provincias presentan cifras relativamente altas porque su población es muy escasa. Es el caso de las provincias del Sistema Ibérico o de Burgos y Segovia. Por las mismas razones, en la zona de PIB per cápita relativamente bajo encontramos una dualidad similar: • • Zonas con un PIB relativamente alto, pero muy pobladas, como la Andalucía costera o el bajo Guadalquivir. Zonas con un PIB bajo y escasa población, que se corresponden con el interior gallego, las provincias más occidentales de Castilla y León y, en general, el interior sur. Este reparto de la producción y la riqueza obedece al de las actividades económicas: las zonas con mayor PIB son las que producen más y añaden más valor al hacerlo; esto es, son las que tienen una mayor especialización en actividades productivas más innovadoras y competitivas: industria avanzada tecnológicamente, servicios de alto nivel, producciones agrícolas de calidad y turismo. Por el contrario, las zonas con un PIB menor (aunque tengan un PIB per cápita relativamente alto por la escasez de sus habitantes) son las que presentan una mayor especialización en actividades agrarias, en industria de escaso contenido tecnológico o en servicios de escaso rango (comercio, servicios públicos…). Obsérvese que hemos diferenciado entre industria innovadora de elevado contenido tecnológico e industria madura de bajo contenido tecnológico. La diferenciación no es casual. Las industrias innovadoras se localizan cerca de los centros en los que se produce (laboratorios de investigación, universidades, parques tecnológicos…) o a los que llega (ciudades conectadas con las grandes ciudades europeas y mundiales) la innovación, y son las que tienen un mayor valor añadido y un mayor impacto sobre las demás ramas productivas (producen inputs para ellas). Las industrias de bajo nivel tecnológico tienden a ubicarse allí donde hay mano de obra barata y disciplinada, ya que buscan abaratar costes. Esta mano de obra, en España, se encuentra en los tradicionales focos de emigración, donde el empleo no es abundante y la población prefiere aceptar uno en su lugar de residencia, aunque la remuneración no sea muy alta, antes de tener que emigrar. En los mapas anteriores se comprueba que las actividades más intensivas en innovación y tecnología se localizan en las provincias más desarrolladas. En la tabla siguiente que las actividades de menor contenido se ubican donde los costes laborales son menores. España tiene una economía terciarizada, como el conjunto de los países desarrollados; no obstante el reparto del empleo en este sector presenta fuertes contrastes territoriales: ‐ ‐ ‐ ‐ ‐ Las zonas muy especializadas en turismo presentan porcentajes muy altos (Baleares, Canarias, Málaga…) Las provincias con un fuerte desarrollo de actividades terciarias de alto nivel (servicios financieros y a empresas, investigación, información…) y que son atractivos turísticos presentan una fuerte especialización. Es el caso de Madrid o Barcelona. Las provincias con una gran diversidad productiva (industria, turismo, transporte, servicios de alto nivel, agricultura innovadora y de calidad, etc.) presentan cifras relativamente moderadas. En este grupo se podría incluir aquellas zonas con una tradicional especialización industrial que, aunque tienen un sector terciario de nivel muy desarrollado, presentan cifras bajas. Es el caso del país Vasco y Navarra. Las provincias con escaso desarrollo de actividades industriales y con unas actividades agrarias poco productivas, y con escasa población presentan cifras medias o ligeramente altas, ya que el sector servicios acapara gran parte del empleo del lugar; no obstante, suele tratarse de servicios públicos o personales de poco rango. Lo podemos observar en las provincias del oeste español. Hay un conjunto de provincias que tienen bajísimas densidades de población y sus economías presentan una escasa terciarización. Son las provincias con menores tasas de empleo en el sector terciario. Como resultado de este reparto de las actividades tenemos el de las empresas y los empleos. Analizando los mapas siguientes vemos repetirse los esquemas de reparto anteriores: los sistemas urbanos en los que se concentra la población y la riqueza son los lugares en los que más empresas hay y en los que se genera más empleo y riqueza. De forma general, se puede hablar de un interior desfavorecido (exceptuando el emporio madrileño y el eje del Ebro y Valladolid) y de un litoral pujante, especialmente el mediterráneo, ya que el atlántico-cantábrico presenta discontinuidades. El futuro de los diferentes fundamentalmente de dos factores: ámbitos territoriales españoles dependerá • • Las políticas de ordenación territorial que se sigan (y de su capacidad para corregir el desigual reparto actual de riquezas, población y actividades, y para buscar un desarrollo más equilibrado). La capacidad para competir que presenten los diversos territorios y, con ello, para generar actividades y riqueza que atraigan población. Este último factor dependerá en lo esencial de la capacidad para desarrollar actividades innovadoras que tengan los diversos territorios. Si analizamos el reparto de las actividades de I+D, observamos que. • • Las comunidades autónomas en las que es mayor el desarrollo concentran la mayor cantidad de las actividades de I+D: Madrid, Cataluña, País Vasco y Valencia, aunque con una clara superioridad de las dos primeras. El esfuerzo de Andalucía Si analizamos el gasto en actividades de I+D, observamos algunas cosas nuevas. • • • El gasto por habitante realza el esfuerzo madrileño, vasco y navarro, y la escasa inversión extremeña y castellano-manchega. El gasto bruto pone de realce el gasto castellano-leonés y gallego, y las escasas cifras de Baleares, Cantabria, Extremadura y La Rioja. El gasto como porcentaje del PIB resulta una síntesis de los anteriores: o El reducido gasto de Baleares (especializada en turismo, dedica poca inversión a I+D), Extremadura, Castilla-La Mancha y Cantabria, que, si siguen en esa tónica e4ncontrarán serias dificultades para renovar su tejido productivo. Cantabria muestra una clara orientación hacia la especialización turística. o La importancia relativa del gasto de Madrid, País Vasco y Navarra, seguidos por Cataluña, que intentan no sólo mantener su primacía en España, sino competir con otras zonas europeas. o La mediocridad del gasto del resto de las comunidades. Esta situación es especialmente grave en las de interior, que son las que más necesitan de la innovación para corregir los desequilibrios que manifiestan con respecto al conjunto español. Para concluir, este desigual reparto se manifiesta es importantes consecuencias sociales: las regiones con menor desarrollo presentan cifras mayores de paro y de índices de pobreza. De esta forma, la brecha económica se convierte en brecha social.