época mas dilatada ~ Son tan multi

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CONSIDERACIONES
época mas dilatada ~ Son tan multiplicados los exemplos en diversos au'tores, y la observacion particular ofrece tantas pruebas, que seria inútil de- .
tenernos en esto.
§. XLVII.
Por otra parte se notan
tantas variedades, así en el curso, como en la terminacion de una enfermedad epidémica en varios sugetos,
que el indicio de los días críticos es
muchísimas veces defectuoso, yno
dexa de causar al médico observador
fuertes inquietudes.' Durante el invierno pasado ha reynado en esta ciudad
de Puy, una fiebre maligna nerviosa:
se juzgaba sin evacuacion alguna, proporcionada al carácter de la enfermedad, que al parecer mostraba una alteracion extrema de todos los humores. Parecía que las evacuaciones solícitadas por los socorros del arte, eran
del todo inútiles á pesar de las indicaciones mas sensibles. Los enfermos se
-curaban sin que se pudiese asignar la
evacuación esencialmente crítica. Los
sugetos á quienes fué funesta perecian
generalmente antes del dia 12, &~
OusERV ACIQN IIl. Dos hermanas
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jóvenes, cada una madre de una rnr.
CLlNrCAS.
. .rnerosa familia se sacrificaron para
asistir á unos infelices úngaros, depositados como prisioneros en este distrito. Su zelo no conoció mas que el
bien que deseaban hacerles; y este ze10 las hizo atropellar' el peligro que Ias'
amenazaba. La enfermedad se declaró en cada una de ellas casi en el mismo día. Yo las cuidé, y me interesa ...
ba por ellas, así por el parentesco, corno por la amistad. Creí ver movimientos críticos, pero esperé en vano
sus productos. Consulté con mis compañeros, los que reconocieron como
yo el peligro: mas algunas buenas señales daban esperanzas de llegar fácilmente al dia doce, que nos debia asegurar del peligro. El público, testigo
de sus virtudes, manifestó su satisfacdon quando llegó este. dia memorable.
Pero ni le precedió, ni le siguió ni ngun efecto crítico, y la una murió el
día 13 y la otra el día 14.
§. XLVIII.
A pesar de la diferencia observada, y de las variedades
bien conocidas de las épocas del juício de las enfermedades, aunque fíxa-
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CONSlDERACIONES
das por Hypócrates y sus discípulos;
la doctrina de los dias críticos debe
sernos tanto mas preciosa quanto sirve
para instruirnos sobre muchos fenómenos interesantes , que deben ser la
basa de nuestra conducta. Sin esta doctrina la medicina activa dexaria de
hacer sus pretensiones ventajosas y ofusearia la consideración mas importante
fie los diversos tiempos de la enfermedad, que es para nosotros del mayor
recurso en el descubrimiento de los movimientos de la naturaleza, para el juicio de la enfermedad, sea completa 6
sea insuficiente. :
XLIX. Vanswieten se apoya en la
autoridad de HQui/ler , ilustre discípulo de Hypécrases ; para persuadirnos
que al presente se observan muchas
menos críses favorables y perfectas,
como también aquellos movimientos
que juzgaban definitivamente las enfermedades; y que en los tiempos presentes no se efectúa su terminación
sino por una aíternatíva de coccion y
de exerecion. Piensa que esto solo se
debe atribuir á nuestro método curativo, que es muy diferente y mucho
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CLrNIC'AS.
43
mas activo que el de los médicos antiguos: que tambien puede contribuir
á ello la influencia de nuestro clima
y de nuestro modo de vivir. Pero aña ...
de: ee á pesar .de estas razones tan plausibles no se-observan menos crises fa ..
vorables , aunque raras á la verdad;
y la doctrina de los dias críticos es
de la mayor utilidad para. los médicos." (Com. in aph. Boerh. S87).
§. L. El tiempo de irritacion ; el
de coccic« y el de escrecion; bien reconacidos y observados en todo género
de afeecion , fixándonos en los fenómenos que 'son propios á cada uno de
ellos, nos demuestran que las épocas
depuratorias críticas, determinadas por
la naturaleza , no deben esperarse sino al tercer dia , y último periodo de
la enfermedad:
y que todo producto
anterior , ó que se manifiesta inopinadamente le debemos tener por sospe·
choso , pues anuncia nuevas borrascas. Esta división luminosa de:1 curso
de una enfermedad es tan útil ·que
nos instruye perfectamente
sobre la
conducta que debemos tener, administrando socorros á la .naturaleza, Y
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CONSIDE"R.ACIONES
aun se puede decir que es la. union
de la medicina activa con la medicina
expectativa, y cada una de ellas se puede considerar como un sacrificio libre
y mutuo de una parte de sus pretensiones respectivas, mantenidas por un
sin número de disputas y de discusiones fomentadas las mas veces por el
amor propio.
§. LI. La medicina activa se pone
en actividad en el primer tiempo de
la enfermedad: parece que el tiempo de
irritacion le pertenece enteramente. La
expectativa debe aprovecharse del tiernpo de coccion. Esta es la época de una
continua observacion de unos fenómenos mas ó menos decididos del segundo estado de la enfermedad, en que
la medicina activa está enteramente
subordinada á la medicina expectativa,
Pero el'-tiempd de excrecoin debe mirarse como union de los dos métodos,
en que cada uno halla ocasion de procurar el bien que se desea. La medicina expectativa,
descubriendo y valuando los efectos ó productos de los
movimientos de la naturaleza, decide
sobre la terminacion verdadera ó falsa
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45
la medicina acti-
CLÍNICAS.
de la enfermedad:
va, socorriendo los movimientos de
la naturaleza con auxilios efectivos, suple la insuficiencia que puede ocasionar
la recaida.
§. LIl. Por mas conocimientos que
podamos tener acerca del curso de una
enfermedad, y sobre su carácter, causa y duración , todavía estamos muy
léjos de poder determinar el género de
terminacion que le es propio, . y que
nos ha de asegurar de la recaída. En.
vano debo decir que una pleuresía está juzgada por los esputos y por los
sudores de un carácter propio para declararse como critica. Estas evacuaciones aunque abundantes y producidas á tiempo favorable, no pueden ni
deben asegurarme, aunque dexen el
pecho libre, y el enfermo. en el mejor estado. Puede ser que dentro de
poco tiempo yo sea testigo de un nueva movimiento, cuyo producto será
una diarrea serosa 6 biliosa, que asegure la curacion completa, y cuya
falta ha preparado una recaida. Una
fiebre continua se ha 'declarado curada por cámaras líquidas, abundantesj
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46
CONSIDERACIONES
bien unidas y de una consistencia muy
crítica. Ellas traen el sello de la expulsion de la causa que se habia presumido , y han aparecido en el tiempo de
excrecion , despues de los movimientos
necesarios y consiguientes que han dexado al enfermo sin calentura. Sin embargo la enfermedad no está todavia
concluida: conviene que se forme un
absceso en el, ano ó una expeetoracion
casi purulenta, cuya preparacion manifestará una recaida; pero esta asegurará positivamente la curación.
S. LIlI. La dificultad de conocer
las diversas terminaciones de las enfermedades , despues de las señales paniculares y generales que pueden caracterizarlas, se aumenta aun por su incertidumbre,
su insuficiencia, y particularmente por su supresión absoluta.
Hay enfermedades que se juzgan algunas veces , (§. 41), y en ciertos
sugetos de un modo imprevisto, ó absolutamente ignorado; porque ninguna evacuacion sensible se produce con
un carácter crítico, ó en las épocas que
no están reputadas críticas, como Hy ...
pócrates nos ha dexado dicho.
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47
cLÍNICAS.
OBSER v AcrON IV.
Foulo« tuvo
siempre unas orinas, que no anuncia-ban cosa alguna favorable: fué juzgado el dia 1'8; Y acaso añade Hypécra-:
tes á causa de' una cámara, efecto de
un remedio que habia tomado. "
OnsERvAcION
V. ee Nicoxeno pa~·
recia juzgado el dia '7 á causa de un
sudor: el día 17 halló Hypócrates que
se había renovado la enfermedad: las
orinas quedaron crudas; .no sobrevino
mas evacuacion crítica que alguna cámara dura, acompañada de. un poco
de sangre, que fué efecto de una lava"
tiva. Curó el día 20. (Epid. lib. 7).
O.sSERVACION
VI. He visto una
jóven acometida de una pleuresía in...
ñamatoria , sin señal alguna biliosa, ó
catarral. Se curó contra toda mi esperanza, sin que ningunmovimiento
ní
ningun efecto crítico me hubiesen asegurado del temor de una recaída. Ella
no experimentó ninguna dilación en su'
convalecencia, ni menos alguna de aquc:-llas señales de que habla Aretea de Ca·
padocia; y que se debe trabajar en
destruir para precaver una. recaídas
« como una tos l'eve conunua , CQIl un
(f
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48
CONSIDERACIONES
sentimiento de calor incómodo, que
anuncia la renovacion de la enfermedad, ó la mayor propension á la recaida." (Lih. r).
•
§. LIV. Sin embargo, no se puede dudar que estas mismas enfermedades que -se han terminado de este
modo,
solo han cesado por efectos
críticos,
por mas que no se hayan
presentado ó se hayan ocultado á la
vigilancia del médico. El aumento ó
el carácter cambiado de una evacuacion ordinaria,
que no echa de ver
el sugeto , ó cuya dilacion en su aparicion impide que se considere como
crítica, puede bastar para el juicio
completo de la enfermedad. Fundado
Vanswieten en la opinion de muchos
médicos antiguos, nos advierte -: ce que
no creamos que una enfermedad no
se puede juzgar definitivamente, sino
por movimientos -fuertes, ó por evacuacionesabundantes;
puesto que freqüentemente sucede que la terminaeion ' entera se efectúa igualmente con
suceso, poco. á poco, y como insensiblemente sin excitar algun desorden,
Gom. in aph. 595 ).
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49
§. LV. ,Qualquiera que sea la verCLINICAS.
dad de estas últimas observaciones
($2 Y sig.) ·se debe concluir de la
necesidad de los conocimientos de los
efectos críticos para poder asegurarse
de la terminación de una enfermedad,
y estar advertido de la aparición de
una recaída; que uno de los medios
mas eficaces y efectivos para llegar á
este grado de conocimiento es la consideracíon de las épocas y días críticos,
á pesar de su incertidumbre,
sobre la
qual habia establecido la medicina antigua un sin número de pretensiones
falsas.
CAPiTULO
llI.
Los errores del régimen raras veces
contribuyen á las recaidas.
§.. LVI. ee La intemperancia de los
enfermos, ha dicho Venet , causa muchas menos recaidas que las que comunmente se creen. Los. médicos in-.
teresados en favorecer este error. pú, blico, ~o dexan de atribuirle recaídas
4
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¡Q
CONSIDERACIONES
de .que. son ellos la única "causa, por
el modo con que han tratado' al en;'
ferrno, (Enciclop, atto .récaida )." Las
recaídas que sobrevienen por Intemperanda,
6 por algun error de régimen
no tienen mas lugar que porque el trabajo de la naturaleza se ha: alterado,
cambiado 6 suprimido,
y el movímiento crítico ó su producto se hadetenido por .un nuevo movimiento extraño y no esperado. No hay duda
alguna en que- si e! médico no 'hubiela asegurado' que. se había terminado
la enferrnedad , y' si hubiera previsto
que la crisis no eracompleta , el- en-·
fermo no se hubiera autorizado con
este error: ó esta falta.: Detenido por
e! temor de que no se habia terminado la enfermedad v- 6 incierto -deque las evacuaciones quehabia. tenido no eran suficientes, no se hubiera expuesto á esta recaída, que es un
objeto de. tanto cuidado así para· el enfermo como para el médico ....
-.. §. LVII. Si las faltas en el régimea producen efectivamente una recaída, el uso de un remedio juzgado
inconsideradamente necesario, proQn-·
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CLINICAS.
,
',51
-ce también el 'mismo efecto , carnbiando el orden y el modo de los mo-vimientos y de los efectos críticos.
-Esta es una ocasion .freqñente de er.ror de la medicina activa, ó de 10$
que pretenden señorear á la naturaleza,
-y disponer á su arbitrio desJl~ .mo• vimientos- zQuántascrises imperfectas,
quántas recaídas se han visto procuradas por el efecto de aquelíospur.gantes, en que se había puesto la con.fianza y la esperanza de una ipróxi,ma curacion ~ ... Sin embargo, .poca.s
veces .se atribuye este efecto á .Ius.remedios ordenados por los médicos. No
se ve en ellos mas que una precaudon para prevenir los efectos peligrosos, ó un medio de procurar
Una
convalecencia mas, pronta ó mas asegurada. Entonces se admiran masde
la falta del médico, porque es mas
reprehensible, que del 'error que cometió el enfermo.
§. LVIII.
Debemos estar persuadidos á que qualquiera quantidad de
alimentos que se suponga y se conceda á la importunidad ó al deseo del
enfermo, no puede reanimar las .se-
*
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52
CONSIDERACIONES
.ñales , ni los síntomas de una enfer.rnedad enteramente
terminada. Ella
debe producir por su efecto mas no ..
civo las señales ó los accidentes de
una indigestión mas ó menos considerable, ó acompañada de los síntomas 'que le son propios, segun el estado ó la situación del enfermo, la ~
debilidad de sus órganos digestivos,
su irritabilidad, &c. = pero esta indígestíon nunca renovará las señales
.ó accidentes de una enfermedad enteramente terminada,
y cuya preparacion es por ventura de fecha mas antigua.
§. LIX. En semejante caso nos hace conocer Hypócrates la falsa aplicacion de la causa de una recaída mortal, atribuida á una indigestíon, qúando la intermision entre la enfermedad
y la recaída no se podia considerar
como una curacion , puesto que la
enferrnedad , habiendo tenido señales
muy graves, no se habia juzgado perfectamente.
OBSERVACION
VII.
ee
La hija de
Euriano acometida de una fiebre ardiente tenia orinas- poco abundantes,
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53
tenues y de mal color. Al día sexto
fue juzgada, y no 'sudó. Se - habla
.formado un pequeño abscesoen el ano,
que se abrió en el tiempo de la crisis,
y que no habia dexado de dolería desde el principio. El dia 13 tuvo ausencias y calosfrios. Decíase que era
porque había comido uvas. El 19 se
efectuó la recaida con mucho delirio."
Murió el 26. (Epid, lib. 3).
§.. LX. La materia morbífica, que
es la causa de una enfermedad grave sea aguda, ó bien sea crónica, tiene un carácter de alteracion , ó un modo de depravacion, que á la verdad
no puede fixarse; pero produce accidentes y efectos, qne nunca puede ocasionar la saburra de las primeras vias,
la que por otra parte tiene sus sefiales propias, peculiares y bien conocídas, sobre las quales es dificil engañarse. Roederer y Vagler habían distinguido muy bien el caso en que la
recaída habia sido causada verdaderamente por la continuacion de los
alimentos. ce Muchas veces, dicen, hemos observado que estando la enfermedad para terminarse, pero no terCLlNICAS.
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54
CONSIDERACIONES
minada 'todavia, puesto que los movimientos. críticos , corno taI11bien la
crisis continuaban en bien del enfermo; un alimento,
ó los alimentos'
concedidos para aumentar las fuerzas"
juzgados, insufieientes , habían ínterrumpido los movimientos sahidables,
y aumentado los accidentales por la
adición -dé los efectos de una- akera-:
cion de los xugos en lasprimerast
vías." (Demorb. mue. Sect, 2. parag. 5).
§. LXI. Es preciso notar que el uso'
de los alimentos puede no obstante
ocasionar muy bien una recaida " aun'
despues de una terminacion completa
de la enfermedad. Pero esto no sucede sino quando estos alimentos' son
de un cierto' género, ó de una cierta clase nociva, y cuyo uso es la
causa principal de la enfermedad ya
terminada. Por esta razon recomendaba Huxam en la curacion de 'la cólica
de Devonshire te que no se usasen frutas ácidas ó acerbas, ni del zumo Ó'
vino de manzanas des pues de la curacion , porque el mucho consumo que
hubo, ayudado y acompañado de un
viento frio que reynó Con violencia y.
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CLWICAS.'
5~
tenacidad el año de esta. cosecha que
fué abundante, y causa de que se
hiciese una prodigiosa quantidad: de
cidra, era el origen principal de esta
cólica, en que las f€caidas fueron fre«
qüentes por el poco, cuidado que se tuvo en privada á los ..enfermos ó á los
convalecientes." (De morbocol. damn.)
§. LXII. Lo mismo se debe decir
de varias especies de alimentos, cuyo
uso mas ó menos considerable determina en varias épocas el desenrolla':
miento de muchas enfermedades, CO"
mo principalmente las fiebres interrní-,
tentes , y los colores pálidos. Todos sa,;
hemos con que facilidad acarrean .recaídas estaa enfermedades; principal ..
mente..si el enfermo ,despues dé su
curacion usa de aquellos mismos ali>
mentos .que fueron la .causa primera
de su enfermedad. Esto se refiere tam ..
bien á otros muchos géneros de enfermedades; cama por exemplo , á la
disenteria pútrida epidémica ,mencio+
nada por. Tissit ; que no debía su aparicion, su duracion y sus reeaidas si..L
no al uso de la carne alterada por el
calor, y cuya curacion perfecta ..se
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56
CONSIDERACIONES
logró por el uso de las frutas. (AvIso al público).
§. LXIII. T odavía se pueden encontrar en la clase de las enfermedades
crónicas, ciertas especies que reconocen por causa principal una repleción
en las primeras vías, 'y que estan muy
sujetas á la recaída á pesar de la terminacion entera de la enfermedad ;.la
qual se debe á los socorros del arte ó
á los de la naturaleza. Esto se observa en los que comen mucho, y que
en una vida acomodada,
sin trabajo ó sin exercicio no pueden sujetarse á regla alguna, que reduce sus necesidades á un justo medio, y precave la. renovación de aquella plétora humoral,
que constituye la freqííencia de recaídas. La experiencia
demuestra que si es dificil lograr la
curación completa de una primera
.afeccion , todavía es mas dificil precaver una recaída en aquellas suertes de
personas que prefieren los placeres de
la mesa á la conservacion de su salud.
§. LXIV. Las gentes' del campo,
segun observó Jorge Martin" tienen
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CLlNICAS.
5'7
crises favorables á causa de su vida
sobria y de su estado robusto, pero
estarr muy expuestas á recaidas. ee Supongo , dice, que provienen del frío,
ó de que creyéndose curados ó libres
del peligro, comen mas de 10 que conviene, ó cometen algun otro error en
el régimen." (Ensay. de Edimb. t. 5).
Debemos responder á esta aserdon: 19 que ~l hombre del campo,
aunque enfermo, no dexa de tomar
alimentos hasta que la violencia de los
síntomas le impide satisfacer no su
gusto, sino la obligacion que cree deber á esta necesidad para sostener sus
fuerzas. 2.o Que por esta conducta,
así los síntomas como las señales de
la enfe~edad estan ordinariamente
confundidas con las afecciones del estómago, que derivan de una extrema replecion. 3.° Que al instante que'
dicho enfermo siente mejoria en su
estado, recurre á los alimentos que son
mas nutritivos para reparar sus fuerzas, que quiere emplear prontamente. 4.° Que no puedl obrar así, sino
deteniendo los movimientos críticos,
aunque muy vigorosos, pero por lo
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S8
CONSIDERACIONES
comun insuficientes,
y cuya SUS"
pensión producirá la recaida, la que
no debe atribuirse á la anticipada continuacion de los alimentos, que no
hubiera producido mas que una in..
digestion, sino al juicio incompleta
de la enfermedad .
. §. LXV. La intermision que ha
habido entre la enfermedad y la recaída es un tiempo muy precioso del
que se debe aprovechar el médico, ó
para precaver la recaida, ó para adelantarse á los accidentes ,que solo sirven para agtavarla ó hacerla funesta.
OBSERVACION
VIII. Apeles de Lorisa estaba sujeto á una enfermedad
que con preferencia se renovaba de
noche y durante el sueño. S~ mantu ...
va esta afección por espacio de dos
años, hasta que murió. Al menor mo ...
vimiento vomitaba una bilis, ya amarilla', ya negra. Quando se le purgaba tenia evacuaciones muy abundan"
tes : esto se practicó dos veces en el
intervalo de dos meses. Era gran comedor, y quandl la bilis abunda ba,
Ie sobrevenian calosfrios y calentura,
como igualmente todos los síntomas
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·Cl.INICAS.
59
de ·laenfermedad.
Al día siguiente.
comparecía en estado de salud hasta
una próxima recaída. En fin, la enfer-'
medad se renovó en' una época en que.
habia cenado mucho: duró veinte y
quatro horas sin cesar ni Un instante, y murió sin haber querido aprovecharse de los avisos que le daban..
(Hip. Epid. lib. 5).
§. LXVI .. Pero entre algunas en·,
fertnedades bastante raras que no deben su desenrollamiento sino á unas.
cWas, que no pasan, ,por decirlo así,
d.as
primeras vías; l quántas enfermedades, quántos géneros de, afeccio-:
nes tienen por causas materias rnorbíficas , que desde mucho tiempo esran.
depositadas, no solamente en la cavidad de los diversos órganos, sino
en su textura, en 'su misma substancia, y cuya depravacion mas ó menos nociva no ha adquir ido su último'
grado sino en un intervalo muy Iar-:
go? ¿ Se creerá de buena fé que en la,
epoca en que la. naturaleza ha podido.
producir los movimientos necesarios á,
la coccíon y á la expulsión de aquellos.
humores deleterios, sino ha podido ..
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60
CONSIDERACIONES
terminar 511 trabajo, la .interrnision que
pudo tener lugar, se haya de mirar CGrno una curacion completa, porque se
han reconocido algunas evacuacionestitiles, solicitadas por el arte ó por la
naturaleaa i ¿ Se creerá que la recaida
que se manifestará en un término mas
ó menos dilatado, despues de haber
vuelto á tomar los alimentos, ó por
algun error en el régimen, pueda atribuirse á la intemperancia del enfermo
6 al poco cuidado de sus asistentes L.
Este es un efugio del médico p¡¡a
encubrir su negligencia, enobser_,
reconocer y juzgar del valor, 6 de la
insuficiencia de los efectos críticos que
se han logrado.
§. LXVII.
Creemos por consiguiente que es indispensable un gran trabajo para la curación de una grave enfermedad, y que su insuficiencia debe
precisamente producir la recaida; pero que los errores en el régimen no
pueden determinarla, si la naturaleza habia completado la coccion , y la
excreción de la materia morbífica.
Igualmente creemos que un error de
régimen no puede contribuir á la re-
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CLlNICAS.
61
caida sino POI la interrupción de los
movimientos críticos, ya existan 6 ya
se preparen: que en qualquiera otra
circunstancia , un error de régimen np
debe procurar mas que. indigestiones,
y las varias afecciones que dependen
de ellas ; y que prolongando la convalecencia, hacen presumir una recaída. Sin duda queria hablar Avicena
de estas recaidas falsas, quando nos
advierte ~r que la recaída ocasionada
por error de régimen es mucho menos temible que la que proviene de sí
misma, y á pesar de que.se hayan observado las reglas mas rigurosas de la
.díeta." (Fen. 2. lib. 4. tr. 1). Pero Hypocrates nos ha enseñado un hecho
que se puede verificar cada dia. Si
dais, dice, alimento á un febricitante que está en convalecencia, adquirirá fuerzas; pero sino está en convalecencia, es decir, si la enfermedad no
está terminada, esta por lo contrario
se aumenta. " ( Aph. 65· sec, 7).
(C
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62
CONsIDERA.ctONES
e AP
Í TUL
o
1V.
''El estado de la atm6sj'era contribuye
ti las recaídas.
La
§. LXVIII.
observaciondel rnédico no debe limitarse á la consideracion de las señales y de los síntomas de una enfermedad, ni á los medios de disminuir su violencia: debe
particularmente fixar su atencion sobre
su carácter y curso, que siempre están esencialmente unidos á la consrítucion reynante , y al estado de la at.mosfera. Sin duda viene de aquí la
necesidad y la importancia .de las observaciones uneteorologicas. En vano
se fundarán las esperanzas al parecer
mas sólidas en el vigor del sugeto, en
la fuerza de su temperarnento , en el
tratamiento
bien dirigido. y en los
mayores. y mas continuos cuidados: un
entero conocimiento de"la causa de la
enfermedad debe inspirar poca esperanza : si la misma constitución del
ayre y la estación determinan la re-
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CLINICAS.
63
'eaida, los movimientos de la naturaleza quedarán siempre insuficientes, y
nunca la crisis serácompleta. En virtud de esra xcnsideracion , Peto Foresto nos advierte C( que las recaídas
solían sobreveniren las enfermedades
ocasionadas por una causa cálida, 10
mismo que las que reeonoeian una
causa fria. " (Lib. 7. Obs, 41 ).
- ,§. LXIX.' El estado de la atmósfera contribuye indubirablernence á formar aquellas constituciones enferrnizas ,que Hypócrates llamaba con rawn recidivas. En efecto, un ayre
húmedo cargado de vapores mas Ó
1'liemQs nocieosi -combinado con un
grado de calor sostenido ,'quando no
se •debe esperar, de tal estacion , pro-.
eura de un modo bastante cierto recaídas en las enfenmedades-reynantes,
,
En estas circunstancias tiene la naturaleza muypoca energía. Los sólidos
pierden fácilmente su acción y suconexion por una série de movimientos
que estan siempre ínrerrurnpidos por'
la accíonde la atmósfera 1 ys! se ven;
algunos efectos favorables ,,[¡ose de-:
be' contar con ellos, pasque lti causa-
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64
CONSIDERACIONES
de la enfermedad,
por estar disminuida, no está destruida del todo. Se
deben esperar nuevos sacudirnienros,
y aguardar á que el tiempo y los
cuidados suministren socorros para un
nuevo trabajo,
cuyos sucesos , aunque siempre dependientes de la causa y de las fuerzas de la naturaleza,
no dexarán sin embargo de subordínarse aun á la acción de la atmósfera.
§. LXX. Hypócrates ha observado,
ee que durante un invierno muy ordinario reynaron con vigor las enfermedades .biliosas, ,pero se juzgaban con
el mayor trabajo, y estaban muy expuestas á la recaida. (Epid. lib. 4).
Mas la estación que se siguió aumlintó mucho esta disposición á la recaída, puesto que á las enfermedades
que reynaron entonces las dió el nombre de fiebres largas recidivas biliosas. En la tercera constitución de Thaso, como lo hemos Notado (§. 43),
eran aun mas frequentes las recaídas,
puesto que no habia enfermedades juzgadas definitivamente en las que no
hubie se recaída.
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65
CLINICAS.
~. LXXI. La constitución que observó Siaenbam en 1661,62, 63 Y 64,
presenta los mismos fenómenos y las
mismas pruebas de la influencia del
ayre para ocasionar recaídas, Huxbam
habia notado
tambien la misma
causa y los mismos efectos en el
carácter y en el curso de la fiebre lenta nerviosa
con erupciono Roederer
.Y Vaglen han observado igualmente
en 1760 una fiebre aguda mayor, cuyo modo estaba esencialmente determinado á la recaída por el mismo
principio. (De morbo mue. Seco 2).
§. LXXII. La mayor parte de los
autores, pero principalmente Tilingio
nos ad v ierten que el invierno y la primavera son generalmente poco á propósito para ocasionar constituciones
determinadas á la recaída : que el estío
podría tener las mismas ventajas con
tal que los calores excesivos y ordinarios á esta-estacion no hayan causado por sudores considerables una di sminucion demasiada de las fuerzas vitales; pero el otoño le consideran en
general corno la estación mas mal sana y mas enfermiza respecto de que
5
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66
CONSIDERACIONES
Hypécrat:» la había dado el nombre de
Cancerosa, sea á causa de las variaciones muy freqüentes de la atmósfera,
Ó por la humedad
que la acompaña
con un cierto grado de calor, que hace su temperatura blanda y sin elasticidad; ó eLÍ fin porque esta estación
consume, como lo estamos viendo en
la superficie de .la tierra, el resto de
las fuerzas adquiridas en el invierno,
desenrolladas en la primavera y empleadas en el estío. Por consiguiente
el otoño nos halla dispuestos á las enfermedades mas graves, á las irnpresiones mas peligrosas ó nocivas, y
que produciendo sus efectos, nuestra
naturaleza abatida no puede sostener
su esfuerzo: si resiste, no puede producir mas que movimientos parciales
ó interrumpidos,
y por consiguiente
.efectos insuficientes que contribuyen á
la recaida.
§. LXXIII.
Jorge Martin nota con
razon
que las fiebres autumnales
de la segunda constitucion de Hypócrates ; eran muy dilatadas ó irreguIaresv.y que rafa vez se efectuaba una
(1
verdadera crisis. Algunos enfermos ce-
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CLINICAS.
61
nian á los 80 días alguna cosa que
se acercaba á ella; pero los que se hallaban en este caso, estaban muy sujetos á la recaída, y no se curaban en
todo el invierno siguiente." (Ensay.
de Edimb. tomo 7). Los médicos árabes habian hecho la misma observacion , porque Avicena nos advierte,
ee que de todos 10s tiempos
del año,
otoño era la estación en qtle se observaban mas recaídas." (Fen.2. lib. 4.
tomo 1).
§. LXXIV. Todas las estaciones del
año en que se experimentan freqííentísimas variaciones del ayre, <5 qtle comunican á la atmósfera una temperatura forzada ,
igual á la del otoño,
que la experiencia de todos los tiernpos ha declarado nociva, ocasionan
recaídas. Observamos que en una constitucion del libro sexto de las epidemias de Hypócrates las toses fueron
freqüentes en 'el solsticio de invierno;
se renovaron en el equinoccio de la
primavera: hácia el fin las recaídas
fueron freqüentes , 10 que no sucedía'
al principio. (Epid. lib. 6. sec.7). Arribuye la causa á la freqñente muta-:
.ó
(C
*
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68
CONSIDERACIONES
cion de los vientos del mediodia con
los del norte en esta estación.
§. LXXV. Acabaremos este capítulo con una nota muy juiciosa de drbutbnot, ce El tiempo y las enfermedades del país tienen mucha uniformidad, pero los excesos extraordinarios
de calor y frio , de humedad y sequedad producen síntomas extraordinarios
ó muy numerosos, y obran con mas
fuerza, si las alteraciones son respectivas y extremadas. (Efectos del ayre,
cap. 6).
CAP íTULO
V.
El conocimiento del estado intermedio
entre la enfermedad " la recaida es
indispensable.
La
§. LXXVI.
consideración del
estado intermedio entre la enfermedad y la recaída es tanto mas vimportante, quanto nos ayuda mucho á descubrir el desenrollamiento mas ó menos próximo á la recaida. La seguridad que puede inspirar la desaparición
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CLINICAS.
69
de las señales y síntomas de una enfermedad dispone muy bien á contar
con una buena convalecencia, ó con
una entera curacion. Sin embargo fluctuamos en una incertidumbre continua;
y léjos de ocuparnos en precaver la
recaída , Ó en hacerla menos peligro"
sa, nos exponernos continuamente á
cometer errores muy perjudiciales, de"
xándonos seducir de falsas apariencias.
§. LXXVII. Apenas se ha observado que el enfermo está .libre del peligro , que el estado doloroso ha desaparecido, y que los remedios han producido una mejoría evidente, mediante unas evacuaciones que se podian desear, quando se cuenta con una convalecencia cierta. El estado de debilidad que todavia experimenta el enfermo, se atribuye á la pérdida de fuerzas causada como efecto. de la enfermedad; por lo que ya no se piensa mas que en repararla. Un alimento dado con mas ó menos cuidado, y
el tiempo le volverán las fuerzas que
ha perdido: esto es lo que se dice cada día, y lo que se observa con "todos
los enfermos, de cuya curación esta ..
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7.0
CONSIDERACIONES
mos persuadidos. No se piensa en ocuparse escrupulosamente en el estado y
en la renovacion de las fuerzas naturales ; pum o -que exige el examen mas
aplicado: no se piensa en la famosa
advertencia de nuestro maestro. "Los
pronósticos que _se pueden hacer en
virtud del juicio de las enfermedades
agudas son muy inciertos." (Aph. 19.
Seco 2).
§. LXXVIII.
Pero demasiadas veces sucede que las fuerzas que se tenian por tan fáciles de repararse, no
vienenvá pesar de que se emplean todos los socorros posibles para excitarlas. Mucho tiempo ha que por 10 mismo nos advirtió Hypécrates ce que un
alimento que 110 aprovechaba á un enfermo era mala señal en un convaleciente. (Aph. 31). Del mismo modo
aquel estado de cansancio
de fatiga
que experimenta su oposicion á todo
exercicio , y su gusto en abandonar la
cama , que no se logra sino por exhortaciones repetidas, forman un presagio
de la vuelta de la cnfermedad."(Aph.
5. Seco 2).
- §. LXXIX. Dicho convaleciente no
ó
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CLINICAS.
71
puede dormir: está inquieto y agitado
toda la noche: los calmantes no producen ningún buen efecto. Se espera
que un alimento mas propio ó mas
fuerte, reparando las pérdidas causadas en la enfermedad por evacuaciones tenidas 'entonces por considerables,
6 por el volumen de la sangre demasiado disminuida. por las sangrías que
la necesidad ha ordenado, volverá á
traer la. calma deseada; sin embargo
no por eso logra mas que mayores
agitaciones, ó algunas pequeñas indigestiones que le fatigan ... Otro enfermo de quien se cree que ha escapado
de todo peligro, está en un continuo
adormecimiento:
parece que el sueño
está á su voluntad: él despierta de buena gam., ó por fuerza, pero solo para volverse á dormir: sin embargo es·
tá tranquilo en su estado. El sueño
continuo Se tiene. por necesario para reparar las fuerzas y las vigilias penosas:
no por eso se cuenta menos con una:
buena convalecencia, á pesar de lo que
dice H"p6crates ,cc que así el sueño como la vigilia que exceden los límites.
del estado natural, es una señal muy
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CONSIDERACIONES
mala." (Aph, 3. Seco 2).
§. LXXX. Todavía hay mas para
alucinarse. Si permanece alguna especie de dolor en el convaleciente, se
hace de él muy poco caso, particularmente quando al parecer tiene poca ó ninguna conexion con las sefiales propias á precedentes de la enfermedad. Sin embargo él es el anuncio
mas comun de algun nuevo movimiento de coccion , necesario á la terminacion de la enfermedad,
y por
consiguiente la señal precursora de una
recaída mas ó menos grave, segun la
naturaleza del depósito, y segun la
parte en que se prepara. Mucho tiempo ha que debemos saber que un absceso sobreviene casi siempre después
de los dolores que experimenta un convaleciente, quando estos dolores se
han fixado en qualquiera parte." (Aph.
32. Seco 2).
.
§. LXXXI. También ha mucho tiempo que sabemos que para que se pueda contar con una buena convalecencia, es preciso que el estado que sucede á la enfermedad, se acerque quanto sea posibleal estado de salud, así
(r
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CLINICAS.
en
73
10 físico como en lo moral. Me pa-
. rece 'que he demostrado suficientemente esta necesidad en mi memoria sobre
la convalecencia. (Diar. de medicot. 50).
Y tarnbien que todo estado diferente
debe hacernos temer una recaida. Entre las diversas. mutaciones señalaremos el semblante del enfermo y la alteracion de sus ojos. Quanto extraordinario se dota en ellos, solo lo ve y
aprecia el médico clínico, y esto no podría explicarse. Igualmente indicaremos
la situación del espíritu del convaleciente, muy diferente de 10 que era en el
estado de salud, como también sus
gustos ó sus inclinaciones, que son enteramente contrarias á las del tiempo
pasado , sin que se pueda hallar la razon de esta mudanza siempre tenida
por mal agiiero, corno lo habia notado Hyp6crates:
Es buena señal, nos
dice, quando el espíritu
enfermo
está tranquilo ~ ya sea en quanto á él
mismo, Ó por el cuidado que tienen
de él. Lo contrario es mala señal. (Aph.
33. Seco 2).
§. LXXXII. Acaso parecerá extraño
que el buen estado de las fuerzas, así
(f
d.
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CONSmERA.croNE~
vitales corno musculares nos pueda
anunciar una recaida en un convaleciente.En muchas ocasiones me quedé admirado al ver curado á lo menos
en apariencia á un convaleciente de
una enfermedad que se habia mostrado con mas ó menos violencia; y que
había exigido el efecto de muchos Femedios, de los quales el mas penoso
debía haber consumido 'la mayor parte de las fuerzas, y hallarse este enfermo en un estado de vigor que sorprehendia; pero también, sea qual fuere mi seguridad y la del enfermo, no
dexaba de comparecer la recaida , y
muchas veces con mas violencia que
la enfermedad anterior.
§. LXXXIII. Todavia he observado en algunas ocasiones que el estado
de intermisíon entre la enfermedad y
la recaida , era tan perfecto qué absoIutamenteeio se manifestaba resto alguno de la primera enfermedad. Me
atrevería á creer que hay ciertas enfermedades ,cuyo modo propio pide
qu.e se juzguen precisamente en dos
tiempos dlstintos, En este caso como
en el precedente el grado de fuerzas
,-i
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75
CLlNICAS.
excede al estado convaleciente. Prosme ofrece una confirmacíon de nuestras observaciones.
ce Eí buen estado, dice, de las fuerzas adquiridas, ó que se han mantenido en una enfermedad, no se puede tener por natural. Es preciso investigar la causa; pues es mas propio de la enfermedad disminuirlas que
aumentarlas ó mantenerlas. Por esta razon quando se observa un grado de
fuerzas superior á 10 que permite el
estado de enfermedad ó de convalecencia, se debe temer una recaída."
(Com. in COGe. :1!O8).
§. LXXXIV. Siempre debemos es.,..
tar vigilantes contra toda mudanza
que acontezca en una enfermedad, por
ventajosa que sea, quando no hay motivo alguna para esperarla.
Ninguna cosa útil se puede aguardar nos dice Hypócrates , de qualquiera alivio
que sobrevenga sin razón suficiente."
(Aph. 27.Sec.2). Galeno nos dexó dicho expresamente ce que toda mejoría
que acaece sin motivo, aunque sea en
los diascríticos , pronostica recaída."
(Corn. in progn. e.. 22). Luego nadie
p.:ro lflarciano
r(
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CONSIDERACIONES
debe extrañar ee que las fiebres que desaparecen sin prueba alguna de rerrninacion , y en los días que no son críticos esten sujetas á recaída." (Hyp.
Coac·46).
OBSERVACION
IX. ee Hermocrates
tuvo una calentura biliosa con una inflarnacion pastosa en el higado: los
síntomas eran grav;es. El día 6 se puso amarillo, el 7 y 8 peor, el 1 1 mejor, y el 14 sin fiebre; pero nada habia anunciado la coccion, Al principio las orinas eran roxas , tenues y
sin sedimento, y continuaron del mismo modo sin que se viese sudor alguno. Volvió la calentura el dia 17: las
orinas no se mudaron: el dia 20 fue
juzgado segunda vez: la calentura cesó, y siempre sin apariencias de sudoto El día 24 volvió la calentura,
acompañada de cámaras abundantes,
liquidas y tenues como las orinas.
Murió el día 27." (Epid. libro 3).
§. LXXXV. El estado intermedio
entre la enfermedad y la recaída ha
merecido la atención de algunos; pero
esto es de una manera demasiado notable para persuadirnos á que verda-
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CLIN1CAS.
77
derarnente no han sacado las señales
indicativas de la reeaida , de la. consi.deracion de este, estado mixto. Demasiado dispuesto se hallaría quien creyera que han juzgado con anticipacion
la recaída , mas bien por las afecciones que constituyen este estado, qHe
por el defecto ó por la insuficiencia de
los movimientos y excreciones críticas
en que no se han ocupado bastante.
Vamos á presentar los principales avisos qne nos han dado, los que sin ernLargo no dexan de merecer nuestra
colJtf1anza.
§. LXXXVI. Avicena es el que nos
parece que ha juntado mejor en un solo aspecto todas las afecciones particulares que presagian la recaida: dice aSÍ:
ee se debe temer la recaida , si la
fiebre no se ha terminado por una crisis completa, y en el día verdaderamente crítico. No merece excusa el que
no cuenta con ella, si la calentura ha
desaparecido sin el efecto de una crisis. Con mas razon se debe estar asegurado de la recaida , si se observa en
el enfermo poca aceion 6 poco vigor:
si tiene repugnancia ó fastidio á los
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CONSIDERACIONES
alimentos: si la digestión es penosa
si los alimentos se detienen demasiado
tiempo en el estómago: si le alteran y
producen hinchazón como en los hipocondrios, tanto en la region del hígado
como en la del bazo: si el sueño es penoso ó dificil: si las vigilias son freqñenres : si la sed molesta al enfermo
con particularidad : si la cara está
abutargada ó edematosa, lo que es una
señal particular muy mala, y peor aun
si el párpado superior está hinchado, ó
si se queda levantado, o bien si ha sobrevenido un absceso acompañadoede
hinchazón en toda la cara." (Fen, 2~
lib. 4- tomo I. cap. 96).
§. LXXXVII.
ce Se debe temer la recaída ,nos dice Tilingio ; quando las
acciones y las funciones , igualmente
que las excreciones se apartan del estado natural en un convaleciente. Lo
mismo SUCed(~
quaudo la convalecencia
es tan penosa que no se puede recobrar
'la salud, y los socorros en lugar de ser
útiles parece que la alejan." (De recaida. cap. 17). El célebre Lorry nos
dice ta rnbien ce que es de sospechar una
recaída en aquellos que después de una
ó
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79
CLINICAS.
enfermedad, se quejan de algun dolor , y cuyo semblante, igualmente que
el estado del cuerpo anuncia una mudanza poco favorable, quando hay motivo de temer W1 metástasis que causaráuna recaída; porque no se ha destruido la causa de la enfermedad, sino que solo se ha mitigado ó adormecido." (De morbo muto cap, 2. p. 3).
§. LXXXVIII. Para fixarse enteramente en el estado intermedio entre
la enfermedad y la recaída es menester acordarse, y tener siempre pre ...
sente que toda mudanza, por mas ventajosa que sea, si sobreviene impensadamente , y sin una razon suficiente,
debemos tenerla por sospechosa, y
como señal de una próxima recaída.
Hvpocrates nos ha dicho
que todo
juicio acaecido en uijestado de crudeza, y antes de haberse terminado
la. coccion , nos anuncia una recaída,
(De morbo lib. 4). Lo mismo sucederá
sino s~ ha efectuado en los días ímpares ó verdaderamente críticos." (Apb.
36. 61. seco 4). Por consiguiente no
debernos coníiar en toda mejoría ó en
toda crisis, que no sea el producto de
(C
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80
CONSIDERACIüNE3
la coccion manifestada por sus señales propias.
§. LXXXIX. ce Alguna vez se presentan crises favorables, nos dice Práspero Alpino; pero no hay que fiarse
de .ellas, porque no son el producto de
aquellas señales propicias, que siempre se han de distinguir de las que
son el resultado de una buena cocción,
mientras que las primeras no se han
efectuado mas que en el aumento de
la enfermedad,
en el tiempo de las
irritaciones,
y en 'unas épocas remotas de los días críticos. (Depries. vito
e! mort : lib. 6. cap. 10). Tambien Peto
Foresto había observado tt que muchas
fiebres parecía desde luego que se habian terminado, pero que volvían facilrnente por la disposición del sugeto , ó por la caasa febril que subsistia. Del mismo modo las úlceras que
se habían cerrado, también estaban
sujetas á renovarse por una nueva alteracíon del humor ,contenidodebaxo
de la cicatriz." ( Lib. 7. Obs. 4l ).
§. xc. Por falta de estas consideraciones importantes,
muchos médicos han caido en error: y juzgando
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81
·CLlNICAS.
con demasiada confianza de la terrnínacion entera de la enfermedad en virtud de las apariencias de una convalecencia cierta; una recaída inesperada y de la que creian libre al enfer. mo; anulando su pronóstico les habia
determinado á no contar ya con la
doctrina de las crises ,
suponiendo
que todo dependía del uso ó de la eficacia de los remedios, no contaban
mas con los derechos de la natura leza para la curacion de las enfermedades. Vansuiiete» ya 10 notó antes
que nosotros: ee quando en muchas
ocasiones han visto los médicos sobrevenir recaidas , . aun despues de las
críses mas evidentes, y se han visto
engañados en el juicio que habían forinado de ellas: entonces fué quando empezaron á despreciar ó á ridiculizar los
preceptos de los antiguos, tocante á
las crises y á las recaidas." (Com. in
ó
aph·587)·
§. XCI. Sin duda que semejantes
acontecimientos se han debido á la
medicina activa; pero esta siempre
estará mas opuesta á los riesgos, á las
sorpresas y al arrepentimiento que el
6
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82
CONSIDERACIONES
discípulo de H.J'pócrates, el rrurnstro
de la naturaleza y el observador de sus
leyes, que no se engafiará sino quando la pierda de vista
quiera irnitarla.
La consideracion de la historia
crítica, nos dice Duret , es la de mayor importancia: su ignorancia ó el
conocimiento insuficiente de ella pone
al médico en tal situacion que es irnposible que en el curso de su práctica
no se atraiga muchos motivos de vituperio Ó de desprecio." (Theor, prog.
ó
(f
s.).
e A P Í TU
L
o
VI.
El carácter y la insuflciencta de los movimientos críticos, y sus productos constituyen ¡~S causas y las señales de la
recaida.
s.
Es
XCII.
una verdad muy reconocida, y todavía quedará mas probada en la continuacion de esta obra,
que toda enfermedad que ha dexaparecido sin evacuación alguna, ó sin
prueba evidente de coccion , está sujeta á la recaída. Todavía es necesario
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CLINIGAS.
que las evacuaciones se hayan efectuado en un tiempo conveniente y apropiado al carácter de la enfermedad: que
se hayan producido con el mojo critico que les es propio: que sean en
quantidad relativa á la causa morbríica, para no temer Iarecaida , y que
quedemos asegurados de una terminaclon perfecta de la enfermedad. La insuficiencia de estas condiciones es para nosotros una certeza casi infalible
de la recaída.
§. XCIII. Para apoyar estas verdades fundamentales es absolutamente
necesario conocer completamente todos los movimientos que se operan,
y el modo de todas las evacuaciones necesarias á 1<"1. terminación de las enfermedades. Este es el detalle en que vamos á entrar en este capítulo, que nos
dará el conocimiento útil y peculiar de
las causas principales, y de las señales
de la recaída. Trataremos de cada evacuacion en particular en otros tantos artículos separados: y en atencion á que
la naturaleza no observa ningun órden
fíxocn la: solicitacion de las evacuaciones , la imitaremos sobre este ob-
*
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84
CONSIDERACIONES
jeto. Mas 10 que observaremos con mas
especialidad, será la conexión ó la coro
respondencia de unas con otras para
cerciorarnos mejor sobre su utilidad
respectiva.
ARTíCULO
PRIMERO.
Del estado del pulso.
s
XCIV. El uso y la costumbre
de los médicos de buscar en los diversos caractéres del pulso, conocimien-tos
indicaciones sobre el estado de
la enfermedad,
deberian,
segun mi
parecer, haberles enseñado á sacar de
los diversos modos observados el modo particular indicativo de la recaída,
Galeno que nos ha dexado sobre esta
materia todos los productos de una
imaginacion deseosa de adivinar,
no
ha conseguido fíxarse , ó asegurar un
carácter particular del pulso que presagia la recaída. Bordeu ,á quien han
reconvenido con tantas superfluidades,
sin haber verificado su nulidad; tampoco nos da un carácter genérico del
é
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CLlNICAS.
pulso que anuncia la recaída,
§. XCV.
El modo de irritacion que
cada órgano puede imprimir en el pulso del enfermo; seria mas propio para hacernos presumir una recaida, y
para hacer el descubrimiento
de Fouquet mas interesante, con algunas circunstancias ; como por exemplo: que
las pasiones del alma,
lo que parece lo mismo, el estado nervioso no
determinaban
tal carácter de pulso,
sin poder contar de un modo cierto
con los efectos que pueden resultar.
Sin embargo la utilidad de estos descubrimientos
bien contextados dexará siempre un vituperio á los rnédícos que los desprecian ó 10s tienen por
un objeto de irrision. Confesemos de
buena fe que nuestros conocimientos
no son bastante considerables, ni bastante ciertos para hacer sacrificios y
para autorizar negligencias.
§. XCVI.
No obstante me parece
que .Avicena es e] primero que ha fixado una regla particular del pulso
que anuncia la recaída. ee Se conoce,
dice, algunas veces por el pulso la apa ..
ricion próxima de la recaida , y es
ó
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26
CONSIDERACIONES
quando se nota en él un modo de spissitud combinado con la velocidad."
(Fen. 2· trato I. lib. 4. c. 95). Es bastante dificil dar el verdadero sentido
á esta palabra de un modo satisfactorio y cierto. Con todo me parece que
se puede explicar la idea &.::1 autor, caracterllándole de pulso vivo y embaraz"do. En efecto este es aquel emhara70 (Jue conocen los practicantes
y que
es dificil describir; mayormente quando cada individuo tiene su modo propio , y cada médico su manera de observar, ó su costumbre particular y
privativa.
§. XCVII.
Si quisiesemos atenernos á los conocimientos adquiridos sobre el estado del pulso con respecto á
las recaídas , experimentaríamos
con
demasiada verdad que estos conocimientos son muy limitados. No obstante el estado febril sostenido, ó el
estado prolongado de irritación debe
sernos una prueba de que la enfermedad no está terminada,
á pesar de la
desaparición de las 'señales y síntomas;
y por consiguiente que se debe temer
una recaída. Pero asi nuestra esperan-
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