Manuela no me pelea por CIRO BENEMELIS* EL apellido Benemelis es oriundo de Palma de Mallorca. Según investigaciones, dos hermanos, Gabriel y Jaime, procedentes de esa región, se asentaron en La Habana. Uno de ellos, Gabriel, se trasladó posteriormente a Manzanillo donde se casó y le nacieron dos hijos; Juana y el varón al cual le puso Jaime en honor a su hermano que permaneció en la capital. Jaime Benemelis Pérez creó una vasta familia de cinco hembras y cinco varones. Jaime era un gran músico, fundador de las más famosas comparsas manzanilleras, lo que le hizo ganar el nombre de Padre de la trova manzanillera. Todos sus hijos cantaban y tocaban guitarra enseñados por él mismo, por lo que podemos asegurar que la familia Benemelis era una familia musical y de músicos. Los varones se dedicaron posteriormente a la vida profesional de la música y las hembras, aunque dedicadas a la vida doméstica, cantaban y tocaban guitarra. De una de esas hembras vino al mundo, el 12 de abril de 1935**, el que iba a ser el primer hijo, el primer nieto y el primer sobrino de la familia: Julio César Fonseca Benemelis. Este creció en un ambiente totalmente musical escuchando a su abuelo y a sus tíos cantar, tocar guitarra y organizar las comparsas. Su musicalidad natural lo convertiría después en un compositor muy importante, en un ejecutante, especialmente del bajo, de primer orden y en el más popular de toda la familia. Tenía un carisma especial que lo destacaba en muchos sentidos, dicharachero y bromista, podía estar 24 horas haciendo chistes sin repetir uno. Lo más interesante era su capacidad de improvisar, y lo mejor de cualquier chiste, cono- cido o no, estaba en las coletillas que él siempre le agregaba, donde siempre ponía la sustancia de la improvisación. A juicio de muchos, era un compositor de música popular de altos quilates y además un bajista que podía codearse con los buenos de la época. Siempre se escucharon encomiables elogios de Emiliano Salvador, Chucho Valdés, Pablo Milanés, Juan Formell, Leonardo Acosta y de un gran amigo al que quería mucho, Bobby Carcasés. Él y Bobby hacían una pareja irrepetible. Entre sus temas más conocidos están: De la ópera al chachachá, Fuego, candela que se quema, Mi son es un vacilón, —que partió de aquella conocida canción infantil «Señora Santana el niño llora con razón», a la que Julio agregó «no es por la manzana es porque le falta el son»— y Manuela no me pelea que le da título a esta crónica. En sus temas se vislumbraba siempre una gran cubanía. Casi todos sus temas los comenzaba hablando. Entre ellos, tenía uno que tituló Por Borracha que daba nombre a un Long-Play. Al inicio, una mujer llega a un bar y pide: —Cantinero, por favor, un trago. Y este le pregunta —¿Por qué tomas tanto?, a lo que ella responde: —Para olvidar. Y el barman a su vez agrega: —Pero niña, qué clase de memoria tienes… Prácticamente todas sus composiciones las estrenó y las hizo famosas la Orquesta Aragón. A Rafael Lay lo unían grandes lazos de amistad, siendo Lay un protector y admirador. Julio Cesar tocó el bajo con muchas agrupaciones importantes de la época y entre ellas el Grupo de Felipe Dulzaides. Este lo admiraba mucho como músico y en lo personal lo ayudó en todo lo que pudo. El grupo actuaba habitualmente en el salón de juego del entonces Hotel Habana Hilton, hoy Habana Libre. Julio era lo que los cubanos llamamos un «tarambana» y a pesar de ganar buen dinero siempre estaba «en carne», sin un centavo. Acostumbraba a empeñar relojes,ropas,zapatos y cualquier posible artículo que le diera un respiro monetario. En una ocasión se le ocurrió empeñar el contrabajo con el que tocaba con la idea de recuperarlo en la tarde. No pudo hacerlo y se apareció al hotel y le inventó a Dulzaides cualquier cuento con el fin de que lo perdonara o lo justificara. Felipe, muy molesto, le dijo Julio ya tú me tienes muy cansado con tus inventos, mira a ver como resuelves porque voy a comenzar a tocar. Cuando comenzaron los primeros acordes del piano, Julio César se subió a la tarima y comenzó a hacer el sonido del bajo con la boca y así durante toda la noche. Aquello fue apoteósico y se convirtió en el showman de la jornada. Fue como una premonición de Sampling. Su gracia y carisma le permitían que amigos y familiares le perdonaran casi todas sus locuras. Siempre tenía una respuesta ingeniosa para cada ocasión. Recuerdo que a principios de los años 70 caminábamos por la calle República, en Camagüey, y me confesó que quería irse, que no tenía problema alguno con la Revolución, incluso era miliciano, pero que deseaba conocer otros países y otros aires. Yo, en un «plano comisarial», le hablé de las ventajas que acá podía tener, de las cosas que culturalmente se proyectaban, del respeto al autor y que él en el ambiente musical era querido y popular etc., etc. Creo que hablé como una hora y por la atención que veía en su cara pensé «creo que lo he convencido», pero de momento me miró fijamente y me dijo: «El problema, mi primo, es que mi carrocería es Volga, pero mi motor es Chevrolet». Tuve que echarme a reír e invitarlo a un trago. Julio dormía habitualmente en un sofá de la sala de nuestra tía Julia, en Masón y San Miguel. Tía Julia siempre había sido comunista y había estado hasta presa en Camagüey, en tiempos de la tiranía batistiana, por pertenecer al Partido Socialista Popular. Era la Presidenta del CDR en su cuadra y aquella sala estaba llena de retratos de Stalin, Nikita, Brezhnev, Fidel ¡AL COLEGIO (ELECTORAL) HAY QUE LLEGAR PUNTUAL! y Mella, además de que en aquellos tiempos el periódico Granma lo repartían los CDR y diariamente el bulto lo tiraban por la ventana, despertando a Julio César que, como buen músico, era un buen noctámbulo. Cuando le preguntaban dónde vivía, siempre respondía «en el Kremlin». Todavía muchos de nosotros le llamamos así. En ese lugar vive aún la Tía Julia con 96 años, y a ratos toma la guitarra y recuerda temas de su padre. Meses después, Julio se mudó para un cuartico a una cuadra del «Kremlin» y lo adornó con afiches de bellas mujeres desnudas y semi-desnudas. Allí se inspiró para escribir el famoso son que todo el mundo conoce por Manuela no me pelea pero que su título es Pregúntame cómo estoy. Este título se hizo muy famoso en Venezuela por una marca de cigarros, por lo cual cobró un buen dinero por derecho de autor. «Pregúntame ¿cómo estoy? Pregunten ¿por qué estoy bien? Pregúntenmelo otra vez Porque tengo mi casita pintadita Con afiches, que está de lo más bonita Porque puedo salir a bailar Sin tener la preocupación De que al regresar a mi lindo hogar Me pueda esperar tremendo sermón Porque Manuela, no me pelea...» Yo le había conocido a Julio muchas y bellas mujeres pero no a Manuela, y un día, en la puerta del «Kremlin», le pregunté: —¿Julio, quién es Manuela?, y con su habitual sonrisa de jodedor cubano me respondió: —Mi primo, Manuela es una novia que tiene cinco hermanos que me quieren mucho y que me acompañarán toda la vida. *Mención en el concurso de crónicas Enrique Núñez Rodríguez 2007 **Julio César Fonseca Benemelis murió en Barranquilla, Colombia, el mismo día de su nacimiento pero del año 2002, a la edad de 67 años; genio y figura hasta la sepultura.