Las reacciones de ira, ¿a quién perjudican?

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Las reacciones de ira, ¿a quién perjudican?
Deja la ira, y desecha el enojo; No te excites en manera alguna a hacer lo malo.
Sal 37:8
OBJETIVO: Que los hermanos puedan tener un concepto mas bíblico acerca de la ira y
sepan que hacer en momentos en que esta los aceche.
INTRODUCCIÓN: No manejar apropiadamente las emociones, además de problemas en
las relaciones interpersonales, traen inestabilidad emocional. Así como los sentimientos
positivos se constituyen en un estímulo en nuestro ser, los negativos también: nos llevan
a ver ensombrecido el panorama, a sentir que todos están en contra nuestra y nos
provocan y agreden y desata problemas de salud.
Ir a los extremos nunca ha sido bueno. En el caso de las personas iracundas, su
mecanismo de defensa natural es renegar. Paralelo a esto se produce una
descompensación en el organismo que lleva a respuestas emocionales perturbadoras,
insanas, que disparan los niveles de estrés.
No podemos olvidar un hecho: las emociones son universales, pero la forma de
expresarlas depende de cada quien, de acuerdo con características muy particulares:
su personalidad, temperamento, carácter, cultura y contexto social en el que se
desenvuelve el individuo. Pero añada a eso un punto favorable: nuestras emociones y
reacciones se pueden educar, cambiando patrones de comportamiento.
En esa dirección es importante identificar dos cosas: la primera, que estamos airados. Si
lo hacemos, ya habremos ganado bastante terreno. La segunda, cómo responderemos
ante este estímulo negativo. Lo aconsejable, entonces, es relajarnos y medir el alcance
del paso que vamos a dar. Obrar movidos por la rabia no es aconsejable ni productivo.
Por eso hay una serie de consideraciones bíblicas que veremos y nos serán muy útiles.
DESARROLLO
1) Haga un balance de las consecuencias: Así como al final del mes realiza un balance
de los gastos y ahorros, en caso de que haya hecho alguno, y determina corregir
inversiones innecesarias, así mismo debe aplicar una auto evaluación a su
comportamiento. Haga un listado diario de las consecuencias que han desatado sus
reacciones airadas, tal como lo recomiendan las Escrituras: "El iracundo comete locuras,
pero el prudente sabe aguantar" (Pr 14:17 NVI).
Al descubrir los errores que cometió preso de la rabia, encontrará que es necesario
aplicar una modificación en esa conducta desbordada. Si no lo hace, además de
experimentar sensación de culpa y conflictos internos, levantará una barrera que
limitará unas buenas relaciones interpersonales con quienes le rodean.
2) Domine la ira. No deje que lo arrastre: En cierta ocasión se desbordó un río, causando
estragos a su paso. Decenas de personas resultaron damnificadas por las inundaciones
que produjo la creciente. Pero lo que llama la atención es una mujer que, llevando sus
dos hijos en brazos, se devolvió a tratar de rescatar un televisor. En su afán, terminó por
desprenderse de uno de los menores, que fue arrastrado por el agua.
Igual cuando nos dejamos llevar por la corriente de la ira. Las Escrituras recomiendan:
"No te dejes llevar por el enojo que sólo abriga el corazón del necio" (Ec 7:9 NVI).
Un elemento que debemos aplicar en nuestra vida, es el dominio propio para no permitir
que la ira nos arrastre. Si consideramos que nos resulta difícil—como es apenas
previsible—cuando algo nos estimule negativamente y emerja la rabia, pidamos ayuda
al Señor Jesucristo para que nos permita tomar control de la situación. (cf. 2 Ti 1:7b)
3) Desarrolle el principio de la perseverancia: Perseverancia está asociada
intrínsecamente a la paciencia. Es no desmayar a pesar de las circunstancias. Igual con
los raptos de ira. Es perseverar en el propósito de cambio, con ayuda de Dios, si hemos
fallado e incurrimos nuevamente en una actitud explosiva. El rey Salomón recomendó:
"El que es paciente muestra gran discernimiento; el que es agresivo muestra mucha
insensatez" (Pr 14:29 NVI).
Si sobrepasó los límites de la tolerancia, cuídese de actuar con agresividad, física o
verbal. Es un primer paso para evitarse dolores de cabeza. El segundo elemento es dar
pasos, así parezcan lentos, pero firmes, en el proceso de adquirir dominio propio con
ayuda del Señor Jesucristo: "Más vale ser paciente que valiente; más vale dominarse a
sí mismo que conquistar ciudades."(Pr 16:32 NVI)
4) Prudencia y sabiduría, fundamentales: Los seres humanos somos proclives a
reaccionar motivados por nuestras emociones. Pero, ¿es lo más apropiado? Sin duda
que no. Generalmente la ira, la rabia, el rencor o el resentimiento no son los mejores
consejeros. Explotar airadamente nos perjudica y de paso, a las personas que nos
rodean.
En la Biblia encontramos una sabia recomendación, que nos ayudará a avanzar en el
proceso de crecimiento personal y espiritual: "Manantial de vida es el entendimiento al
que lo posee; mas la erudición de los necios es necedad. El corazón del sabio hace
prudente su boca, y añade gracia a sus labios. Panal de miel son los dichos suaves;
suavidad al alma y medicina para los huesos" (Pr 16:22-24).
APLICACIÓN: Los principios prácticos que aprendemos en la Escrituras en este pasaje, y
con los que redondeamos el Estudio Bíblico, son claros al orientarnos en cuatro
direcciones: la primera, ser prudentes midiendo cuidadosamente lo que vamos a hacer,
sobre todo cuando estamos airados; la segunda, guardar nuestros labios de hablar
cuando tenemos molestia; la tercera, bajar el tono de voz y responder—en lo posible—
con calma, y la cuarta, aplicar la serenidad a nuestra vida, semilla para la paz interior.
Su existencia puede ser diferente si comienza a revisar las negativas consecuencias de
dejarnos arrastrar por reacciones airadas. Los asalta la intranquilidad, nos sentimos mal
en el ámbito espiritual, y de paso, levantamos una barrera en las relaciones
interpersonales.
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