ARTESANO Yoo Young-ki, artesano de arcos, mezcla fuerza y resistencia Desde la antigüedad, a los coreanos se les ha llamado “Dongi”, que significa “pueblo con habilidad para el tiro con arco”. Durante la Dinastía Joseon (1392-1910), esta actividad era parte de la vida diaria, del rey y de sus súbditos, ya que contribuía al desarrollo del cuerpo y la mente. Yoo Young-ki pertenece a una familia que, durante cinco generaciones, se ha dedicado al arte tradicional de fabricar arcos y flechas. Park Hyun Sook Colaboradora | Seo Heun-kang Fotógrafo 44 Koreana | Invierno 2008 C omo una obra de arte es un recipiente que contiene la expresión de los sentimientos más profundos del artista, reflejará, sin duda, la personalidad del autor. Los penetrantes ojos de Yoo Young-ki, que parecen poder leer la mente, y su figura frágil, son adecuados para este arte de fabricar arcos y flechas tradicionales. Desde su más tierna infancia, Yoo ha estado rodeado de elementos relacionados con este arte, ayudando a su padre primero consiguiendo cañas de bambú y plumas de faisán. Y hoy, a sus setenta años, sigue pasando el tiempo rodeado de esos mismos objetos. “Cuando tenía 15 años, estalló la Guerra de Corea, lo que nos obligó a abandonar nuestro hogar prácticamente con lo puesto. Pero mi padre insistió en empaquetar y llevar sus herramientas. No lograba entender por qué hasta que me hice mayor. Para un artesano de arcos y flechas, sus herramientas son su vida. Aunque ya paso de los 70, todavía me queda por hacer esa flecha de la que me sienta totalmente satisfecho. Con eso que llaman arco, ¡es tan fácil pasarse o no llegar! No puedo dejar de hacer flechas hasta que logre la que me satisfaga plenamente. Unidad del artesano y el arquero Flechas tradicionales fabricadas por el maestro artesano Yoo Young-ki. La imagen del fondo es un mural de escenas de caza de la tumba de Muyongchong (tumba de las Figuras Danzantes), del periodo de Goguryeo (37 a.C.-668 d.C.). El pueblo natal de Yoo, en la provincia de Gyeonggi-do, ha sido famosa por la fabricación de arcos desde la Dinastía Joseon. Su padre, Yoo Bok-sam, regentaba la fábrica de flechas que había heredado de su padre, que fue conocido como uno de los mejores fabricantes de estos objetos de su época, por lo que los suministraba a los campos de tiro con arco de todo el país. Según se extendió su fama, la gente de todo el territorio iba para conseguirlas. “Dicen que los productos de calidad provienen de materiales de calidad. Pero cuando se trata de flechas, hay otro requisito: el fabricante del arco necesita conocer a la persona que lo usará. Necesita conocerlo en persona y ver su constitución, la longitud y fuerza de sus brazos y su carácter. El cuerpo de un arco debe hacerse para las características individuales de un arquero. Cuando la fuerza y el peso del arco armonizan con el usuario, la precisión del tiro será mayor. El fabricante no puede hacer un arco adecuado para un arquero si le ha visto una o dos veces; debe verle varias veces para familiarizarse con él. Los arqueros que disfrutan de la vida y las artes son clientes muy apreciados. Me ayudan a refinar mis creaciones con sus opiniones al usar determinado arco. Debe haber una buena relación entre ambos”. Los arqueros, que antaño se reunían en el taller de Yoo como las nubes en el cielo, eran sus asesores y sus amigos, y tanto él como ellos se admiraban mutuamente. Todavía vienen a verle, pero en números más reducidos. Sus peticiones de un arco con un peso más ligero o más fuerte presentan no pocos desafíos. Pero el placer de resolver los problemas le da gran satisfacción, como una diana perfecta, que le hace sonreír. En la sociedad tradicional de Joseon, el tiro con arco era un arte marcial. Junto con los modales, la música, la equitación, la caligrafía y las matemáticas, el tiro con arco era parte de las Seis Gracias Sociales de las doctrinas confucianas para cultivar el Invierno 2008 | Koreana 45 cuerpo y la mente. Según Mencio: “Ser compasivo es como disparar una flecha. El tiro sólo puede lograrse con disciplina personal”. El antiguo texto chino Libro de los ritos afirma que el propósito del tiro con arco es educar la capacidad emocional: “Desde hace mucho, el tiro con arco ha sido considerado una práctica que requiere del reconocimiento de la virtud, que sólo puede lograrse a través del alma. Por ello, los hombres virtuosos practican el tiro para preservar su fortaleza espiritual”. En Corea, donde el origen de esta actividad data del Paleolítico, alcanzó su mayor popularidad durante la Dinastía Joseon, cuando era practicado tanto por el rey como por los súbditos. Yoo recuerda que, hasta los años 60 del siglo pasado, y también en los 70, pero ya menos, se realizaban competiciones de tiro con arco en todos los pueblos del país. “Dicen que se requiere de una postura recta para dar en el blanco. Un arquero debe estirar su cuerpo y su mente, y combinar los dos para hacer un buen disparo. Nada puede ser mejor que el tiro para cultivar el cuerpo y la mente. Abrí un museo para fomentar esta práctica porque el interés en este arte se ha ido apagando. Los niños vienen aquí para aprender y algunos preguntan: ‘¿Está Jumong aquí?’. ¡Qué inocentes y adorables! Jumong, el famoso arquero y fundador del antiguo reino de Goguryeo ya no puede estar con nosotros, pero nuestros hijos son sus descendientes, lo que los convierte en él: ‘¡Tú eres Jumong!’”. En mayo de 2001, Yoo abrió la Casa Museo Young Jip Bows and Arrows, que exhibe unos 200 arcos y flechas, de Oriente y Occidente. También hay una réplica de un singijeon, un arma de lanzamiento múltiple del periodo de Joseon, que era capaz de disparar más de 100 flechas. Dedicación completa Las flechas tradicionales pueden agruparse en dos categorías: jukjeon, hechas de bambú, y moksi, hechas de varias maderas. En el reino de Goguryeo (37 a.C.-668 d.C.), en la zona septentrional de la península coreana, se hacían flechas de madera con lespedeza , sauce y abedul blanco. Las de lespedeza eran muy eficaces. Pero las flechas de madera de la Dinastía Goryeo (918-1392) eran más difíciles de producir y más pesadas, algo que limitaba su alcance si las comparamos con las de bambú. Estas desventajas provocaron el declive de la popularidad de este material desde principios de Joseon en favor del bambú, que es duradero y flexible, lo que posibilita un mayor control al arquero de su agarre y de la dirección de la flecha. Es, por ello, un material ideal para estas armas. Para hacer una de ellas, se requiere un proceso complejo y difícil. A finales de noviembre Yoo pasa un mes por todo el país buscando el bambú ideal. Lo seca a la sombra durante unas siete semanas. Después de pelar la caña, la seca con un fuego de carbón. Pule la superficie y elige el mejor material. “Prefiero el bambú que crece cerca del mar al de las montañas. El mejor tiene unos dos años. Debe ser de un grosor uniforme y los nudos no deben tener grietas. Después de seleccionar el mejor, corto las cañas en trozos de 90 cm, que incluyen tres segmentos de igual longitud. He viajado por todo el país en búsqueda del mejor bambú, desde la provincia de Gangwon-do hasta la isla de Jejudo”. “De cada 100.000 cañas, sólo 5.000 valen para hacer flechas. Hay muchos pedidos, pero poco bambú, así que estoy todo el día de un lado para otro buscando material. Una vez, en los años 70, cuando tenía cuarenta y tantos, me confundieron con un infiltrado norcoreano mientras iba por un bosque de bambú cerca de la costa. No obstante, nunca me cansaba ni dejaba de buscar material. Cuando bajo de una montaña después de buscar bambú suelo ver la puesta de sol y me relajo por un momento mientras pienso que no hay nada en el mundo que envidie”. Después de preparar el bambú, se ponen las piezas de metal, tendón de vaca, lespedeza, pegamento de pescado y plumas de faisán. Cada parte se hace por separado en el orden siguiente: el astil, la punta, el culatín para ajustarla a la cuerda del arco, y las plumas para mejorar el vuelo. Las plumas de un faisán valen para hacer tres flechas. Además, hay que prestar mucha atención al hervir las vejigas natatorias de los peces al hacer el pegamento para unir la unta. La flecha ensamblada debe hacerse planear a mano varias veces para ajustar el peso. Unir la punta y pulir las 1 Varios tipos de flechas, incluyendo algunas para señales que hacen ruido cuando se disparan, militares cortas, incendiarias, para envío de mensajes y de caza, con adornos, exhibidas en la Casa Museo Young Jip Bows and Arrows, fundada por el artesano. 2 Inspección final de una flecha 1 finalizada. “Me he dedicado toda la vida a hacer flechas, pero no soy bueno lanzándolas. No obstante, he aprendido buenas lecciones trabajando con ellas. Dicen que un buen arquero necesita tener la postura de un bailarín junto con su flexibilidad y su autocontrol. Creo que eso es también lo que deberíamos buscar en esta vida” 2 1 Después de secar los astiles de bambú a la sombra durante un mes, se calientan en un fuego de carbón y se enderezan. 3 Se aplica pegamento hecho con pescado a ambos lados del astil y se cubren con tiras de tendón de vaca para evitar que se raje. 5 Se pone una punta según el peso y longitud del astil. 2 Se elimina cualquier protuberancia para que la superficie sea suave. 4 Se corta una pluma de faisán y se une al extremo trasero del astil. 6 Se inspecciona la flecha terminada para hallar posibles defectos y corregirlos. 48 Koreana | Invierno 2008 El maestro artesano Yoo Young-ki prueba cada una de sus fleches disparándolas él mismo. La fabricación de cada una involucra unos 130 procesos. flechas es algo simple, pero cada una necesita 130 pasos. Trabajando a destajo, Yoo sólo logra hacer tres al día. Debido a la fabricación en masa de la actualidad, las flechas tradicionales han sido superadas por otras de plástico elaboradas a máquina. Desencantado por esta tendencia, Yoo ha querido restaurar varios tipos de flechas tradicionales como campaña personal para despertar el interés del público. También publicó un libro sobre esta artesanía en 1977, donde detalla todas las variedades de flechas, los procesos, técnicas, materiales y herramientas de producción. En el Museo de Yoo podemos ver exhibiciones de flechas tradicionales: hyosi, una flecha de señales que hace ruido al dispararse; pyeonjeon, que tiene la mitad de la longitud normal (30 cm) y que se usa con un dispositivo de apoyo del arco; hwajeon, incendiaria; sejeon, para enviar mensajes; sinjeon, para entregar las órdenes del rey; y jusal, de caza, con cuerda de recuperación. En 1996, en reconocimiento de su estatus como maestro artesano de flechas tradicionales le designaron Importante Patrimonio Cultural Intangible número 47, el primer fabricante de arcos que recibe este honor. Cinco generaciones relacionadas con el arco La armonía entre la fuerza y la flexibilidad es un rasgo distintivo del arco tradicional coreano. Los materiales para su elaboración son bambú, roble, morera, cuerno de búfalo de agua y tendón de vaca. La empuñadura y los tips se hacen con roble y more- ra, respectivamente, y las palas se hacen de bambú para obtener la mayor flexibilidad. Se unen con pegamento de pescado, hecho con vejigas de corvina, capas de cuerno de búfalo de agua y tiras de tendones de vaca. Como este adhesivo es menos eficaz a altas temperaturas, los arcos de mejor calidad no se fabrican durante el verano. Yoo explica que el bambú, más flexible, y el roble y la morera, más resistentes, se combinan con otros materiales para potenciar la fuerza de tensión. “El arco tradicional coreano más típico es de cuerno de búfalo de agua y tendón de vaca. Pertenece al tipo ganggung, o duradero, el más poderoso de todos los tradicionales”, apunta Yoo. Durante estos años ha estado enseñando a su hijo, que representa la quinta generación de esta familia que se dedica a los arcos y las flechas: su segundo hijo, Se-hyeon (43), que creció viendo a su padre hacer arcos y flechas, lo mismo que le pasó al propio Yoo, ha dejado la seguridad de su trabajo para seguir las huellas de su padre. “Me he dedicado toda la vida a hacer flechas, pero no soy bueno lanzándolas. No obstante, he aprendido buenas lecciones trabajando con ellas. Dicen que un buen arquero necesita tener la postura de un bailarín junto con su flexibilidad y su autocontrol. Creo que eso es también lo que deberíamos buscar en esta vida” Esa tarde de invierno, con un viento frío, Yoo aceptó disparar uno de sus arcos, aunque comentó que había pasado mucho tiempo desde que lo había hecho por última vez. Su postura recta transmitía una personalidad derecha, natural, como un río que fluye fácilmente a lo largo de su curso. Invierno 2008 | Koreana 49