Éxito que es un Fracaso Y Fracaso que es un Éxito Por Jessica Kreimerman Lew ERA UN SUEÑO, el Macabeo. Era anhelo adolescente dejado atrás cuando otras vacaciones interrumpieron mi oportunidad de participar en voleibol femenil. Cuando a principios del 2012 Moisés Kleinberg Nahmad me confirmó que por primera vez Tiro con Arco sería incluido en el menú de deportes, salté al ruedo. Compré un arco, me registré en el campo de tiro dentro del Centro Hípico de Virreyes, conseguí un maestro y comencé a tirar flechas con dulce abandono. PENSÉ QUE tiro con arco era factible. Era un deporte que había practicado de niña en campos de verano estadounidenses. Estaba segura que año y medio seria suficiente para recuperar la forma. POR SUPUESTO que trabajé en lo terrenal. El primer año, viajaba tres veces por semana al campo de Virreyes con mi maestro, que me aseguró que lo más importante de mi proceso era tener una meta que deseaba apasionadamente lograr. En casa tiraba de 100 a 150 flechas por día, y revisaba vídeos de torneos internacionales, observando la forma de campeones de varias naciones. Me propuse una rutina de yoga, bicicleta, nado, y lagartijas que cumplí relativamente. Adopté otros hábitos de bienestar para recuperar el ser deportivo que había dejado atrás con las décadas. EN ENERO del 2013, tuve la posibilidad de entrar en el CDOM con el entrenador de los jóvenes que habían representado a México en las olimpiadas. Ahí comencé de cero, desaprendiendo malos hábitos, dedicando cinco días por semana, dos o tres o cuatro horas, tirando entre 250 y 400 flechas por día. Los meses pasaron, y mi tiro mejoró. MUCHO DE mi trabajo se concentró en lo mental. Acompañada de libros provenientes del movimiento "New Thought" - datado desde fines del siglo XIX, principalmente poderoso a principios de siglo XX - me puse a estudiar y llevar a cabo el proceso de creación consciente de la realidad que prometían se podía lograr con solo mantener el enfoque en el control de mis pensamientos. Decía: si te lo puedes imaginar, lo puedes materializar. Yo quería saber si esto era real. Tiro con arco me parecía una prueba factible. PARA ACOMPAÑAR la co-creación mental, dediqué parte de mi tiempo a un proceso creativo: bordé un sombrero, me fabriqué un pectoral, hice un par de collages y un huevo de chaquiras al estilo wirrarika. Con la combinación de preparación física, mental y creativa/emocional, le confirmaba al universo que ese era mi deseo: estar ahí y ganar. LOS MESES pasaron, y con ellos el proceso de registro en el CDI, la configuración de compañeros que se habían animado a participar: Moisés, por supuesto, Ivan Bronsoiler Farca y yo en arcos olímpicos o recurvos, y León Roditi Herrera en arco de poleas o compuesto. Aunque cada uno entrenamos por separado, encontramos espacio para conocernos y formar un importante compañerismo antes de encontrarnos en la recta final. FUE EMOCIONANTE el proceso: la congregación inicial de toda la delegación, ir a tomar medidas y luego recibir los uniformes, el abanderamiento en el campo de softball, con todo y marcha militar, el juramento a la bandera, ya que representábamos a México. El recibir los correos electrónicos con información y formar parte del grupo de Facebook Macabiada Vamos México. Todo eso representaba la lenta subida a la montaña rusa que se aceleró al llegar a Israel, al juntarnos en el precampamento en el kibutz Neve Ilan, y luego separarnos de la delegación para llegar al hotel con el resto de los arqueros. LA INAUGURACIÓN, el intercambio de pins, nueve mil atletas esperando afuera del Estadio Teddy Kollek, la entrada triunfal con 34 mil personas, el espectáculo, la emoción de estar adentro y ser más que espectadora de un evento que había estado fuera de mi posibilidad los años previos. ¡Todo estaba abierto para cada uno de los jugadores! TIRO CON ARCO fue punto y aparte de los deportes “populares”. Dado que era la primera vez que se incluía en las Macabiadas, los participantes - incluso organizadores, jueces y voluntarios - compartíamos un compañerismo más allá del espíritu competitivo. LOS ARQUEROS de Israel nos recibieron con gran calidez, y formamos con los jugadores del mundo - hasta con los inicialmente serios ucranianos - amistades que apenas comienzan. Estábamos haciendo historia con una pasión compartida. Éramos cincuenta y cinco arqueros provenientes de Israel, Ucrania, Holanda, Australia, la República Checa, Turquía, Argentina, Cuba y México. LOS CUBANOS, Roxy y Rafa González, recibieron la ráfaga de atención mediática, ya que fueron los primeros de todos los atletas macabeos en llegar a Israel y porque era primera vez que Cuba enviaba una delegación oficial. Su historia fascinó a los medios, no dejaron de entrevistarlos ni un paso del camino. ROXY y Rafa llegaron sin expectativas y salieron celebrados y bien queridos. Aunque de adolescentes recibieron fuerte entrenamiento y habían participado en múltiples torneos en su Isla, llevaban siete años sin tocar un arco. Su viaje fue subsidiado por un benefactor, y practicaron y tiraron con arcos prestados por arqueros Israelíes, quienes además les proveyeron con intensa instrucción las tres semanas previas al evento. AUNQUE en mi categoría había pocas competidoras, encontré que su nivel era en general bastante superior al mío. No me importó. Yo llegué con confianza que la ley espiritual funcionaría. Eran cuatro días de torneo, dos a 18 metros y dos a 70 metros. Llegué pensando ser competente porque en esos seis meses del CDOM, había lanzado más de 20 mil flechas al universo y aun cuando no tenía experiencia en torneos, antes de salir a Israel estaba tirando bastante bien, especialmente a 18 metros. TODOS te dirán que no es lo mismo el entrenamiento que la competencia, el límite de los tiempos, la presión de la observación, el calor del sol, el viento que afecta las flechas, y el enfrentamiento con otras personas que llevan tanto o más tiempo que tú con la misma meta en mente. Y tendrán razón. Por supuesto que mi tiro sufrió. La forma no estaba incorporada en mi subconsciente. Tiré cantidad mas no calidad de flechas. Era claro el contraste con mis paralelas, faltaba mucha práctica para estar en su nivel, especialmente el de las cadetas, jovencitas en las que Israel invierte para representar al país internacionalmente. EL VERDADERO enfrentamiento sería conmigo misma. ¿Cómo iba a reaccionar en la línea del fuego? ¿Me congelaría? ¿Mis pensamientos y trabajo mental prevalecerían? ¿Recibiría la demostración divina que tanto me prometían estas teorías? JUSTO antes de la gran demostración.... ASÍ OCURRIÓ: fui inmediatamente eliminada en individuales. Cuantas flechas saqué del blanco, no quiero recordar. Por equipos, a 18 metros jugué con Ivan Bronsoiler, y eliminamos a una hermosa pareja argentina, los Urman. Tiré terriblemente, pero dado que éramos cuatro equipos, la medalla de bronce fue nuestra. Sabíamos también que en la competencia de 70 metros, ahora jugando con Moisés Kleinberg, solo habría tres equipos. Nuestro bronce estaba asegurado. LA NOCHE del martes no descansé. Aún con la victoria anunciada, las felicitaciones de mis amigos y familia que me acompañaron y apoyaron desde lejos, me sentía un fraude. León Roditi, quien se había enfrentado con arqueros de talla mundial, había logrado medalla de bronce con el sudor de su frente. A mi me había caído en las manos de regalo. En mi diálogo interno, recordaba que había pedido recibir mi medalla de manera fácil, y así había sido. ¿De qué me quejaba? EL MIÉRCOLES, clasificatorio de 70 metros. El jueves, inmediatamente eliminada en lo individual. Por supuesto, recibimos el bronce en parejas mixtas. En realidad Moisés e Iván habían salvado ambas competencias para mí. Y entonces vino la sorpresa. No habría medallas para el trabajo de equipos, los primeros lugares recibirían un trofeo por pareja. Tendríamos, como todos los demás, un certificado de participación. ¿Qué? ESA NOCHE no dormí. ¿Cómo sacar el sabor amargo de mi boca? No tendría una medalla para comprobar el funcionamiento del método, ni siquiera para presumir ante aquellos que no conocían la verdadera historia. ¿Qué iba a enseñar ahora? CON AYUDA de una amiga terapeuta, a través de skype, entendí que había estado desconectada de mi ser y mi centro, enfocada hacia afuera, buscando apoyo y energía de mis seres queridos, en vez de concentrar la fuerza que yo tengo, dentro de mí. Para nada la arquera profesional, templada y certera. Entendí que todas las afirmaciones y programaciones que había plantado en mi subconsciente desde mi ser consciente, habían sido supeditadas por creencias más antiguas, arraigadas y emocionalmente cargadas de mi psique. Las terribles creencias: "no me lo merezco", y "no hay para mi". CUANDO ENTENDÍ esto, salí de mi desilusión y descansé, volví a mi ser feliz. Había encontrado el oro que buscaba. Regresaría a casa sin medalla pero con una enseñanza acerca de mí misma que serviría para el resto de mi vida. Ahora mi trabajo sería disolver esas creencias y volver a construirme. Y COMO DIOS y el Universo son grandes, cuando cayó esa realización, me informaron que recibiría las medallas. Porque entendí que si las había logrado, a través del esfuerzo que invertí en todos los aspectos. Porque fui una de las pocas personas que aceptó el desafío, lo trabajó, llegó a la cita en la línea de fuego y se expuso ante sus pares para tirar al blanco como mejor pudo. PARA LLEGAR a ser una maestra arquera, todavía hay trabajo que hacer, tanto en la preparación física como en la psíquica. Mas el método funciona. Aprendí a jugar el juego de la vida en un campo donde todos podemos ganar. Primero, ten conocimiento de tu poder Segundo, ten el valor para atreverte Tercero, ten la fe para hacerlo