El Buen Trato como Política Pública de Atención a la Niñez en Chile. Las luces que nos puede dar el trabajo de la Dra. Emmi Pikler1. Desde hace algunos años, nuestro país esta convulsionado por los múltiples acontecimientos referidos a la violencia sexual y maltrato que viven las niñas y niños en la sociedad, tanto al interior de la familia como en las instituciones del Estado. Estos hechos nos indican que en Chile necesitamos urgentemente un replanteamiento respecto a nuestra mirada del desarrollo humano en esta hermosa etapa que es la niñez. Esto implica cuestionarse acerca de qué tipo de niñas y niños queremos ayudar a crecer y cuáles serían las condiciones para que eso ocurra desde un punto de vista más bien humanista, que nos permita construir un sistema más respetuoso e integrado de atención a la infancia. La Doctora en Sociología y experta en políticas públicas de infancia, Iskra Pavez, ha comentado en un artículo2 la importancia de crear un “Ministerio de Infancias”, dada la gravedad de la crisis que atraviesa este sector en el país. Coincidimos con esta propuesta, pero consideramos que para un proyecto de este tipo es necesario contar con profesionales que sepan profundamente lo que significa el Buen Trato a la infancia a nivel operativo, más allá de los tecnicismos, la firma de convenios o de los discursos políticos. Este Buen Trato debe ser transversal en las instituciones del Estado, sean estas de salud, educación u otras. Pero como sabemos, no es suficiente firmar una ley para que las personas cambien su comportamiento. Es por este motivo que es necesario buscar experiencias que nos puedan dar luces respecto a cómo hacer este Buen trato a la niñez, qué significa en el contacto directo con las niñas y niños, en la comunicación, en las relaciones afectivas, entre otras múltiples situaciones. Hace ya más de 60 años que la Dra. Emmi Pikler y su equipo del Instituto Lóczy, institución creada para acoger a bebes, niñas y niños abandonados en Budapest (Hungría), han demostrado que el respeto profundo por la niñez, manifiesto en el respeto por su maduración, por su iniciativa, por sus necesidades, por su manera de ser y estar en el mundo, puede marcar la diferencia en la socialización temprana de una persona y su sana constitución como sujeto. La Pedagogía Pikler-Lóczy, como se le denomina actualmente, se ancla en un principio básico: “Confiar en el bebé, niña o niño pequeño, y en sus capacidades”, lo que implica necesariamente un cambio de actitud de las personas adultas que se ocupan de éstas personas pequeñas. Un cambio de actitud que pasa por el manejo de sus manos y la forma en cómo tocan, de su mirada, del tono de su voz, del ritmo corporal que utiliza en el contacto directo para satisfacer las necesidades de las niñas y niños que atiende, en el manejo del tiempo, la 1 Katherine Quintana Yañez. Educadora Diferencial, UMCE-Chile, Especialista en Desarrollo infantil, UNCUYO-Argentina, Experta en Pedagogía Pikler-Lóczy. Instituto Pikler-Lóczy, Budapest-Hungría. 2 http://www.elquintopoder.cl/sociedad/de-crisis-sename-a-ministerio-de-infancias-cambio-el-paradigma/ espera, la atención y paciencia frente a la emergente autonomía infantil. Esta confianza podríamos decir que se manifiesta concretamentre en dos grandes ejes: 1.- Cuidados corporales respetuosos: en cada gesto que la madre, cuidadora o educadora realiza al mudar al bebé, niña o niño pequeño, al darle de comer o durante el baño, va transmitiéndole el respeto en cuestiones concretas: lentitud de los gestos para que pueda comprender lo que se le hace, y sentir seguridad en lo que ocurrirá, el tiempo de espera que se le brinda para que colabore en estas actividades y paulatinamente lo haga en forma más independiente, la atención que se le presta a sus iniciativas, dandole tiempo y espacio para ser ejecutadas, la atención absoluta, con contacto visual mediante cuando nos habla, entre otros múltiples detalles que constituyen un sistema de relación, fundado en el considerar a la niña y niño todo el tiempo como una persona, como un sujeto activo. 2.- La Motricidad Libre: implica respetar los niveles de maduración del sistema nervioso, que manifiestan las niñas y niños en cada etapa, sin querer acelerarles en el proceso de adquisición de los diferentes movimientos y posturas. Desde la posición de espalda (decúbito dorsal o supino) se permite que el/la bebé vaya construyendo por sí mismo las otras posiciones, como darse la vuelta y quedar de boca abajo (decúbito ventral o prono), comenzar a sentarse o pararse. No se usan ningún tipo de apartos que fuercen una postura que el niño o niña no domina, pues se entiende que esto sería una falta de respeto a su nivel de maduración nerviosa y por tanto, a su persona. A cambio se les ofrece un ambiente enriquecido con materiales acordes al nivel madurativo, de movimientos y de juego que manifiestan las niñas y niños, permitiéndoles experiencias cada vez más desafiantes que les faciliten construir lo que Pikler denominó “sentimiento íntimo de competencia”3, es decir, el conocimiento de sus propias capacidades y limitaciones, a nivel corporal, que es el primer nivel de percepción de sí misma que construye una persona. Este trabajo realizado durante más de 60 años por el equipo del Instituto Pikler-Lóczy, ha demostrado que es posible educar niñas y niños más autónomos, conscientes de sí mismos y sus capacidades, respetuosos de las otras personas, capaces de resolver conflictos de forma pacífica, con grandes posibilidades de exploración, curiosidad e inteligencia para construir sus propios aprendizajes. Esta seguridad que construyen desde su motricidad libre y el buen trato recibido durante los cuidados corporales cotidianos, fortalecen el desarrollo del psiquismo infantil, facilitando una estructuración más sana de la personalidad, incluso en casos de abandono o maltrato. Así mismo, el Instituto Pikler-Lóczy demostró, a través de una investigación realizada 3 Pikler, E. 1998. La importancia del movimiento en el desarrollo de la persona. Iniciativa-Competencia. Revistsa la Hamaca n° 9. Argentina. por la Organización Mundial de la Salud, entre los años 1968-69, que su sistema de cuidados y educación de la niñez temprana lograba evitar la aparición del Sindrome de Hospitalismo descrito por Rene Spitz4 (habitualmente observado en los orfanatos y hogares, incluso en la actualidad) y que todas las niñas y niños del estudio educados en Lóczy, ya como adultos posteriormente, lograban integrarse a la vida social de manera adecuada, sin repetir las matrices de maltrato y abandono a las cuales fueron expuestos en su infancia. Este ejemplo del Orfanato de la calle Lóczy en Budapest, allá lejos en el límite con Europa del Este, nos demuestra que es posible construir un sistema de atención, cuidado y educación para la niñez, más ajustado a sus necesidades, a su integralidad como personas, con resultados incuestionable en lo que a desarrollo humano se refiere. En Chile existen algunas experiencias en donde se ha trabajado con los principios del Instituto Pikler-Lóczy, como por ejemplo en la comuna de San Joaquín (Santiago), dentro del Sistema de Atención Primaria de Salud -Programa Chile Crece Contigo- se atienden semanalmente decenas de niñas, niños y familias en la sala de Atención Temprana; también en los niveles de Sala Cuna de los Jardines infantiles de la Corporación Educacional Cristo Joven se esta comenzando a aplicar; lo mismo en la Casa Belén de la Fundación San José para la adopción (Santiago), en el Jardín Mis Primeros Pasos de Viña del Mar, y en algunos espacios de consulta privada. Sin embargo, aún se requiere de mayor difusión de estas ideas. En este sentido, es preciso que nuestro país conozca el trabajo realizado por la Dra. Pikler y su equipo, de tal forma que se cree una masa crítica respecto al trato que damos a la infancia en todas nuestras instituciones, y que nos permita generar una mejor formación de los/las profesionales que atienden a la niñez temprana, y de la sociedad civil en su conjunto, para asegurar un trato digno a estas personas pequeñas, sujetos activos y de derecho propio. 4 Spitz, R. 1965. El Primer año de vida del niño. Fondo de Cultura económica. México.