Milá y Fontanals traductor de textos medievales

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Milá y Fontanals traductor de textos medievales
A n n a M . M u s s o n s F r e ix a s , U n iv e r s it a t
de
Barcelona
Las obras completas de Manuel Milá y Fontanals fueron reunidas en
ocho volúmenes publicados en la Librería de Joaquín Verdaguer de
1888 a 1896 por Marcelino Menéndez Pelayo, discípulo suyo en la
Universidad de Barcelona, donde Milá fue catedrático de literatura
española desde 1847. Gracias a este trabajo podemos analizar con
comodidad la producción del erudito en materia literaria, disemina­
da en múltiples artículos, colaboraciones en prensa y publicaciones
diversas que seguramente hubieran tenido una difícil conservación
de no haber sido recogidas en este tipo de formato y que, en su
conjunto, ponen de relieve la consagración del maestro a los estu­
dios románticos, a la crítica literaria, a la promoción de las letras
catalanas y, de manera destacable, a la literatura medieval.
Gran parte de sus trabajos los publicó en forma de artículo en
periódicos como El Imparcial o el Diario de Barcelona, donde colabo­
raba de manera habitual. La mayoría son reseñas, breves notas sobre
publicaciones recientes, comentarios sobre obras aparecidas en
Alemania, Francia, o Italia que, por el tono en que se escribieron y
la brevedad de los análisis, parecían destinados principalmente a
familiarizar a los lectores con textos poco asequibles y a ofrecerles
una visión de las últimas tendencias literarias más allá de la frontera.
Fuera de estas colaboraciones periódicas, Milá escribió obras de
mayor envergadura como De los trovadores en España (1861), De la
poesía heroico-popular castellana (1874) o el Romancerillo catalán (1882).
El interés de Milá por la literatura medieval es notorio. Segu­
ramente, parte de este interés encuentra su justificación en la serie
*
Este trabajo se ha realizado en el marco de las actividades del TRELIT, gru­
po de investigación consolidado de la Generalitat de Catalunya (2005
SGR00722).
de estudios científicos que en estos años estaban emergiendo en
diversos lugares de Europa y, en particular, en Alemania, sobre la
historia de las lenguas y las literaturas europeas y sus orígenes. De
hecho, como corresponde si nos situamos en el desarrollo que los
estudios medievales tienen en esta segunda mitad del siglo, pode­
mos decir que los trabajos de Milá representan el inicio de un plan­
teamiento científico de la literatura medieval en España.
Precisamente desde esta perspectiva se ha analizado casi siempre
la obra de Milá, por el sentido que adquiere en cuanto a la innova­
ción y a la creación de una tradición de estudios literarios que tal
vez pudiéramos considerar que continúa hasta hoy. Por ello, cuan­
do inicié esta investigación me resultaba bastante extraño plantear­
me a este erudito decimonónico como traductor porque no parece
que la traducción formara parte de sus objetivos prioritarios a la
hora de escribir y publicar. Sin embargo, una mirada rápida a los
ocho volúmenes de sus obras completas revela el trabajo de un es­
tudioso que se enfrentó a textos desconocidos por su lejanía del
mundo cultural español, por las dificultades de la lengua en que
fueron escritos o por la novedad de su reciente publicación.
Este aspecto de la obra de Milá y Fontanals es, tal vez, el más
difícil de analizar. En el conjunto de sus publicaciones la traducción
aparece muchas veces casi sin querer, de manera bastante arbitraria,
acompañando a la versión original o sin ella, mezclando traduccio­
nes propias con versiones de autor y presentando, incluso dentro de
una misma obra, partes traducidas y partes sin traducir. Es difícil
saber si todo ello obedece a un criterio previamente establecido o
si, en realidad, depende de la facilidad que Milá haya tenido en en­
contrar textos y traducciones. En este sentido, la interpretación que
podamos hacer de las presencias y las ausencias en lo que a las tra­
ducciones se refiere, no podrá ir más allá de la simple conjetura en
la mayoría de los casos. Sea como fuere, no podemos olvidar que
gran parte de su producción se publica en periódicos y revistas y
que ello exige rapidez en el trabajo, brevedad y actualidad. El análi­
sis de sus colaboraciones revela no sólo su propia labor de traductor
y divulgador de obras, sino el interés que despertaban en él las tra-
ducciones que se publicaban en su época. Prueba de ello la tenemos
en las reseñas y comentarios de obras traducidas de las que da noti­
cia en sus colaboraciones periódicas, como el artículo que en El
Imparcial de 1 de agosto de 1844 dedica a Lafuente de San Ronan de
W. Scott, en traducción de Eugenio de Ochoa; el que se refiere a la
traducción de Juan Cortada de la obra del príncipe Demidoff Viaje
por la Rusia meridional y ¡a Crimea (Diario de Barcelona de 12 de abril
de 1855 o el prólogo que escribe para la traducción de Juan Nicasio
Gallego de Los novios de Manzoni.
El trabajo de Milá como traductor se expresa en el mismo or­
den que sus pasiones literarias: un marcado entusiasmo romántico
en los primeros años y una sosegada y más duradera línea romanísti­
ca en años posteriores, sobre todo a partir de su ingreso como do­
cente en la Universidad de Barcelona.
En la primera etapa podemos integrar, inicialmente, varios artí­
culos que aparecieron en El Imparcial los días 2, 9, 13 y 23 de mayo
de 1844. Son artículos sobre literatura alemana que incluyen, entre
otras, una traducción de El rey de Tule de Goethe. De este autor
publicó, dos años más tarde, en la revista La Discusión, una traduc­
ción de la novela Goetz de Berlichingen. Esta traducción no se con­
serva porque la revista desapareció poco después y, como dice J.
Roig (1908: 325-328), se ignora si fue el mismo Milá quien “la
in utilisa intencionadament o si, com és molt probable, s’estravià per
descuit involuntari”. En este mismo grupo podemos situar también
su traducción de un fragmento de La dama del lago de Walter Scott
(Milá 1888-1896: VI, 523). La mayoría son traducciones de frag­
mentos o de textos completos que forman parte de un conjunto de
trabajos literarios dedicados al estudio del movimiento romántico.
Como hemos dicho, este entusiasmo romántico fue substituido más
tarde por un interés más sosegado hacia los estudios romanísticos.
En la segunda etapa publica una serie de obras dedicadas al es­
tudio de las lenguas románicas en general, al provenzal en particu­
lar, a la poesía trovadoresca, a la literatura latina y a la poesía po­
pular.
Dentro de estas líneas de trabajo podemos citar los “Estudios
sobre lengua y literatura provenzales” publicados en nueve números
de la Gaceta de Barcelona correspondientes a octubre de 1853. Parte
de estos artículos habían sido objeto de una conferencia que, con el
título “Estudio sobre la formación de las lenguas romances”, había
pronunciado en la Academia de Buenas Letras de Barcelona el 10
de febrero de aquel año. En la propia Gaceta de Barcelona y en ese
mismo año de 1853 publicó también los estudios sobre poesía po­
pular.1
Muchas de las publicaciones de esta etapa aparecieron en el
Diario de Barcelona. En 1856 escribió allí varios artículos sobre poesía
provenzal.12En el mismo Diario, el 12 de agosto de 1857, un artículo
que resume y comenta “El Parcival de Wolfram de Eschembach y el
Santo-Graal” de G. A. Heinrich; en 1858, el 4 de noviembre, un
artículo titulado “Poesía de los troveros”.
En 1861 sale a la luz una de sus obras más importantes De los
trovadores en España. Un año más tarde publica unas “Muestras de
poesía provenzal” en la Revista de Cataluña. En 1877 escribe “De la
poesía popular gallega”3y en 1880 “El canto de la Sibila en lengua
de oc”.45En ninguno de estos dos artículos traduce el texto proven­
zal o los poemas gallegos que se editan en ellos.
En 1854 publica en el Diario de Barcelona3 cuatro artículos sobre
el poema latino Walter de Aquitania. Estos artículos críticos inclu­
yen, además, una traducción del mismo Milá, tal como se deduce
de sus afirmaciones: “por muy somero que haya sido nuestro análi­
1
2
3
4
5
Las “Observaciones generales” se publican los días 7 a 9.XI; la “Poesía po­
pular latina”, el 14.XI; la “Poesía popular francesa”, el 18 y el 21.XI; la
“Poesía provenzal” el 25.X1; la “Poesía castellana” el 26.XI y la “Poesía po­
pular catalana” el 3, 9, 10, 15 y 17.XI.
“Orígenes de la poesía provenzal” (29.X); “De las ideas caballerescas entre
los provenzales” (9.XI); “Poetas y géneros poéticos” (3.XII); “Principales
trovadores” (13.XII); “Poesía provenzal: su influencia en la poesía francesa e
italiana” (25.XII).
Publicado en Romania VI (1877), 47-75.
Romania IX (1880), 353-365.
Los días 6, 12, 16 y 20 de mayo.
sis e incorrectos nuestros versos”.6 Dos años más tarde, en la misma
publicación, aparece una traducción del himno Lustris Sex que él
mismo firma7 y un año después, en 1857, diferentes artículos, con la
inclusión de algunos versos traducidos, sobre Los siete contra Tebas
de Esquilo (26 de febrero), El Filoctetes de Sófocles (4 de marzo),
Las ranas de Aristófanes (21 de marzo) y Los cautivos de Plauto (2 de
mayo).
Como acabamos de comprobar, no siempre se trata de traduc­
ciones de la obra completa, sino de versos o párrafos que introduce
indirectamente entre las páginas de su estudio. Es lo mismo que
ocurre en una serie de artículos que publica el año siguiente (1858)
en el citado Diario de Barcelona, como estudios dramáticos sobre
Shakespeare y Racine. Unos pocos versos traducidos de Macbeth
aparecen entre las líneas del texto sobre Shakespeare (7 de abril) y
una traducción del Sueño de Atalía (16 de abril) se encuentra en el
artículo “Racine: Atalía”, en el que Milá afirma que es de un tra­
ductor llamado Puiggarí.
Fuera de estos trabajos de traducción más o menos extensos y
más o menos completos que vamos encontrando entre sus colabo­
raciones en revistas y periódicos de manera bastante inconexa, Milá
y Fontanals nos dejó algunas obras de mayor alcance que, en esta
segunda etapa, le consagraron como romanista. Una de estas obras,
De los trovadores en España, es tal vez la más conocida entre los filó­
logos. Con el subtítulo Estudio de lengua y poesía provenzal, fue pu­
blicada en 1861 en la Librería de Joaquín Verdaguer de Barcelona.
Milá explica en el prólogo que se trata de un trabajo “puramente
analítico e inquisitivo” y que fue motivado por la consideración de
que “si bien existen diseminadas en varias obras noticias más o me­
nos exactas de la poesía provenzal en España, dejaba esta materia
cierto vacío que llenar en nuestra historia literaria nacional, no me­
nos que en los orígenes de la particular de Cataluña”. Como era de
esperar, el erudito catalán escribe un libro en el que el primer capí6
7
20 de mayo de 1854, p. 3618.
20 de m arzo de 1856, p. 2328.
tulo se dedica al estudio de la formación de las lenguas romances en
general y la de la lengua de oc en particular e inicia, a partir de ahí,
dos grandes capítulos que forman dos bloques diferenciados por el
origen de los trovadores que estudia: en el primero, los trovadores
provenzales que estuvieron relacionados con las cortes españolas de
Aragón y de Castilla y León y, en el segundo, los trovadores espa­
ñoles que compusieron en lengua provenzal y que son todos catala­
nes. El libro se cierra con un último capítulo dedicado al estudio de
la influencia provenzal en España, en el que incluye a trovadores
castellanos y gallego-portugueses.
Aparte del interés que la obra pueda tener como referente obli­
gado por el recorrido que emprende por la mayoría de los reinados
de los principales monarcas, analizando todos los sucesos políticos
que, contemporáneamente a los hechos, los textos son capaces de
reseñar, es evidente que lo que aquí nos llama la atención es el nú­
mero de composiciones que edita y las traducciones que las acom­
pañan.
Milá afirma en el prólogo que los textos los ha obtenido, por
un lado, de colecciones impresas que va citando al principio de cada
poema y por otro, de la “biblioteca parisiense de la calle de Riche­
lieu” y de las copias y extractos de los manuscritos provenzales de la
Biblioteca Vaticana que el canónigo Bastero, quien había vivido
muchos años en Roma a principios del siglo anterior, había legado
a la Academia de Buenas Letras y a la Biblioteca Provincial. No
menciona en el prólogo otras fuentes que sin duda utiliza porque
aparecen citadas, en la cabecera de los poemas que edita, en
abreviaturas más o menos identificables de libros de autores
extranjeros que en el momento en que se publica De los trovadores
en España acababan de aparecer o habían aparecido pocos años
antes. Milá no da una bibliografía completa de las fuentes en las que
se basa, sino simples indicaciones que, como ya he dicho antes, son
abreviaturas no siempre descifrables.
Para las traducciones, apela a la indulgencia de los lectores,
afirmando que “tan sólo se han de mirar como clave para la inteli­
gencia del original” y que, en ellas, “ha debido conservar la expre-
sión en ocasiones vaga y la fraseologia convencional de los trovado­
res”. De estas afirmaciones parece deducirse que las traducciones
han sido realizadas por Milá y Fontanals con el único objeto de que
los lectores puedan comprender el contenido de los textos, sin nin­
guna pretensión literaria y con las lagunas que “la expresión vaga”
de los trovadores justificará.
En el año en que Milá y Fontanals publica De los trovadores en
España, muchas de las grandes obras sobre estudios trovadorescos ya
habían aparecido. Me refiero a los que podríamos considerar clási­
cos y que tuvieron el mérito de iniciar en Europa los estudios de
Filología Románica, con publicaciones sobre el origen de las len­
guas románicas y sus literaturas entre las que el provenzal gozaba de
la mayor preferencia. Autores como Raynouard, Diez, Bartsch,
Mahn, entre otros, ya se habían dado a conocer en las universidades
europeas. Milá tiene contacto con esta moda que procede de las
universidades alemanas y francesas y utiliza las ediciones de los tro­
vadores que en ellas se publican. En esta época es éste el tipo de
edición que se estila: colecciones en varios volúmenes que recogen
la obra completa o parcial de varios trovadores. Más tarde, empeza­
rán a aparecer ediciones individuales de un trovador, pero la cos­
tumbre de hacer ediciones colectivas siguió aún durante mucho
tiempo y se prolongó hasta la primera mitad del siglo XX. La idea
de Milá de hacer un estudio analítico de las relaciones de los trova­
dores con las cortes españolas no deja de ser original, porque unía al
criterio de edición la línea historicista que en aquel momento fun­
damentaba cualquier estudio científico. Por otro lado, como hemos
visto anteriormente al referirnos al prólogo, se proponía llenar el
vacío que de esta materia había en nuestra historia literaria nacional.
Al analizar De los trovadores en España, es interesante ver la cita
bibliográfica abreviada al frente de cada una de las composiciones
que edita porque por ellas podemos conocer la bibliografía que
Milá manejó: la obra de Rochegude Le Parnasse occitanien ou choix
des poésies originales des troubadours tirées des manuscrits nationaux, que
se había publicado en Toulouse en 1817; el Die Werke der Trouba­
dours in provenzalischer Sprache que Mahn publicó en Berlin entre
1846 y 1853; los seis volúmenes del Choix des poésies originales des
troubadours de Raynouard, aparecido en París de 1816 a 1821; el
Provenzalisches Lesebuch y el Denkmdler der provenzalischen Literatur de
Bartsch, publicados en Elberfeld (1855) y en Stuttgart (1856), res­
pectivamente; el Leben und Werke der Troubadours de Friedrich Diez
de 1829, por citar sólo los más repetidos, entre los que Raynouard
y Mahn destacan muy por encima de los demás.
Fuera de estas fuentes, pocas referencias hace Milá en lo que
respecta a la traducción. Cuando De los trovadores en España sale a la
luz, Raynouard no sólo había dado a conocer su Choix sino que
había publicado con éxito notable su Lexique roman ou dictionnaire de
la langue des troubadours, seis volúmenes que vieron la luz en Paris de
1838 a 1844. Milá conocía seguramente el diccionario, porque en
algunas de las composiciones edita el texto bajo el epígrafe Ray. L.,8
que puede corresponder al Lexique roman de Raynouard, aunque
esto parece extraño porque el Lexique no incluye composiciones
completas. El uso del diccionario podría haber facilitado su labor de
traductor y el Choix es, sin duda, una de las obras de referencia más
consultadas por él, a juzgar por la cantidad de veces que se cita en el
epígrafe inicial, sobre todo en el capítulo II, y por algunas notas que
en algún momento, aunque sea en ocasiones contadas, incluye,
valga como ejemplo el primer verso de la Vida de Santa Fe de Agén,
sobre el que, en nota a pie de página, afirma: “Raynouard lee q’es
bell’antresca y traduce: qui est belle composition” (Milá 1966: 64). La
fuente citada en la cabecera es la abreviatura Rayn. Ch. Il, lo que
equivale a Raynouard, Choix des poésies originales des troubadours tirées
des manuscrits nationaux, volumen II.
La obra en su conjunto tiene cambios constantes de estructura y
de organización del contenido y también de presentación del mate­
rial poético, lo que hace muy difícil sacar conclusiones acerca de la
labor de Milá como traductor que sirvan para todos los casos. Un
ejemplo de esta disparidad de criterios lo constituye el capítulo III
8
Milá 1966: 133 Vai Hugonet ses bistensa; Milá 1966: 315 El nom del Payre e del
Filh e del Sant Esperit; Milá 1966: 401 A vos que ieu am desamatz.
de su libro, el que dedica al estudio de los “Trovadores españoles
en lengua provenzal”. Los textos que se publican en él no proce­
den, en su mayoría, de las obras de Raynouard como ocurre en el
capítulo II. Mahn u otras fuentes, algunas manuscritas, se citan con
más asiduidad. Esto no tendría mayor importancia si no fuera por­
que este capítulo presenta una estructura muy diferente del anterior,
en el que el esquema —edición del texto completo más traducciónera prácticamente invariable; en este tercer capítulo la estructura
deja de ser uniforme y encontramos múltiples formas de organiza­
ción del material poético: textos incompletos, traducciones que se
convierten en resumen del contenido y, en algunos casos, traduc­
ciones sin texto original. Parece bastante claro que el capítulo se ha
proyectado de manera diferente y en él el trabajo de traducción
pasa a segundo plano, es menos constante y regular.
Obviamente, la labor de traductor de Milá y Fontanals debe ser
contemplada en el marco cultural decimonónico en el que vivió. La
edición de textos medievales apenas empezaba entonces a desarro­
llarse como ciencia literaria, el estudio de las lenguas medievales
comenzaba entonces a gozar del rigor que después ha tenido, casi
todo estaba por hacer y cualquier trabajo que permitiera a los estu­
diosos conocer textos que durante siglos habían permanecido en la
oscuridad más absoluta era bien recibido. Los textos que Milá ofre­
ció a los lectores españoles, con traducciones más o menos propias,
más o menos correctas, permitieron el contacto con las publicacio­
nes extranjeras y forjaron la base de lo que después acabaría siendo
una de las disciplinas filológicas más aceptadas.
Una mirada sobre las traducciones de las composiciones trova­
dorescas que De los trovadores en España nos ofrece, revela detalles
bastante curiosos. En primer lugar, llama la atención la traducción al
castellano de los nombres de los trovadores, uso poco generalizado
en las ediciones actuales: Alberto de Sisterón, Bernardo Sicart de
Marjevols, Gauberto de Puegsibot, Mateo de Quercy, Guillermo
de Bergadán, Amaneo des-Escás, Guiraldo o Geraldo Riquier, Ber­
nardo de Ventadorn, Pedro Salvatge, Bernardo de Auriac, Hugo de
Mataplana, Guillermo Aneliers de Tolosa, Folqueto de Marsella,
Rambaldo de Aurenga, Ponce de Ortafá, Pedro de Alvemia, etc.
Milá duda en la traducción de algunos nombres, como ocurre por
ejemplo con Guiraut Riquier, unas veces Guiraldo (Milá 1966:
173) y otras Geraldo (Milá 1966: 199).
Lo mismo ocurre con los nombres de algunos géneros: “ten­
sión” por tensó, “serventesio” por sirventés, “canción” por cansó? y
algunas dudas: “pastoreüa” o “pastoreta” por pastorela10 y con algu­
nos topónimos: valga como ejemplo el planh de Guiraut de Calanson Belh senher Dieus, quo pot esser sufritz, en el que Milá traduce por
“Sansueña” el nombre Samsuenha que se encuentra al comienzo del
verso 38 (Milá 1966: 118). Esta traducción puede ser dudosa si con­
sideramos que el topónimo encabeza una serie de tres: Samsuenha,
Espanha et A rapos, que forman el verso completo. Parece raro que
Sansueña figure en una secuencia en la que las categorías de los
topónimos no son equiparables. Por otra parte, el planh está dedica­
do a la muerte del infante don Fernando de Castilla, hijo de Alfon­
so VIII y de Leonor de Inglaterra, cuya hermana Matilde era esposa
de Enrique el León, duque de Sajonia. Parece más acertado a otros
editores del poema, traducir Samsuenha, por “Sajonia”.11 El argu­
mento se refuerza con los versos precedentes, en los que menciona
a todos los que lamentan la muerte del infante, tal y como es pre­
ceptivo hacer siguiendo la retórica escolar del género, y especifica li
Fransés, li Englés y li Alamans, es decir, franceses, ingleses y alema­
nes.
Otro caso curioso lo encontramos en el sirventés Pus lo gens
terminis fioritz de Bertran de Born, en el que Milá traduce el topó-
9
Cito sólo para que sirva de ejemplo: una tensión entre Alberto de Sisterón y
un monje (Milá 1966: 151); un sewentesio de Bertran de Bom (Milá 1966:
91; una canción de Guillermo Aneliers de Tolosa (Milá 1966: 169; una pastorelia de Guiraldo Riquier (Milá 1966: 207).
10 “Cercamón trobó pasteretas” (Milá 1966: 46).
11 Así lo traduce M. de Riquer (1975: 1085).
nimo Sur, que se encuentra en el verso 15, por “sur” (Milà 1966:
94), cuando en realidad se trata de Sur, Tiro, en Palestina.12
Por lo que respecta a la traducción de otras categorías de pala­
bras, centraremos nuestra atención en los fenómenos que más se
repiten. Observamos que Milá altera en algunos casos el sentido de
los versos por confundir los significados de términos homógrafos.
Sirva de ejemplo la cansó Emperaire per mi mezeis de Marcabru y
analicemos la traducción que hace Milá de los tres primeros versos:
Emperaire, per mi mezeis,
Sai quant vostra proeza eréis.
N o-m sui jes tardatz del venir,
“Emperador, como no he sido tardo en venir, por mis propios ojos
he visto cuánto crece vuestra proeza” (Milá 1966: 79). Evidente­
mente, Milá toma sai como la primera persona del presente de indi­
cativo de saber, que tiene como acepción “ver” y “reconocer”
además de “saber”. Pero sai puede ser, también, un adverbio de
lugar y significar “aquí”, con lo que la traducción adquiere un sen­
tido distinto: “Emperador, por mí mismo no he tardado en venir
aquí, pues vuestra dignidad se acrecienta”. Este detalle podría tener
poca importancia si no fuera porque la palabra sai, con el sentido de
“aquí” refiriéndose a España, parece colocada en el comienzo del
segundo verso para dejar clara la idea de la presencia de Marcabru
en la corte del emperador Alfonso VII de Castilla, donde escribió
esta cansó de crozada para animar a los caballeros españoles a tomar
parte en la acción contra los almorávides.13
Esta misma situación se produce en la traducción de Le corns
m’a mandat e mogut de Bertran de Bom, en la que Milá confunde el
demostrativo cel (“aquellos”) con el sustantivo cel (“cielo”), por lo
12 Esta es la traducción que encontramos en la edición de G. Gouiran (1985:
459).
13 Editores posteriores de esta composición, como Roncaglia (1950: 159) y
Riquer (1975: 199), interpretan sai como adverbio, insistiendo en la idea de
que esta composición fue escrita en España.
que el verso Que vas cel no vólon tronsó lo traduce por “que hacia
ellos no vuelen astas” (Milá 1966: 90, v. 32) en lugar de “que hacia
el cielo vuelen las astas”.14 De este mismo trovador, el sirventés Pus
lo gens terminis fioritz, incluye una traducción curiosa en el verso 11:
Sai que fenirá coma lais. Milá interpreta “sé que tendrá triste fin”
(1966: 94), tomando, seguramente, el sentido “triste” del adjetivo
las. Parece mucho más probable que el trovador se refiera al lai,
composición poética, por lo que el sentido del verso sería “sé que
acabará como un íat”.15 Riquer (1975: 712) aclara perfectamente
esta traducción cuando, refiriéndose a la estructura poética de este
tipo de composición, afirma que “la última estrofa obedecía al
mismo esquema que la primera, con lo que Bertran de Bom da a
entender con esta frase que Alfonso II acabará como empezó”.
Otra composición del mismo Bertran de Bom, Quart vei pels
vergiers despleiar, ofrece una confusión parecida entre dos términos.
En este caso, près “prisionero”, que aparece en el v. 32, se ha con­
fundido, seguramente, con pretz que tiene, entre otras acepciones,
el significado de “pago”, “remuneración”. Milá traduce, por tanto,
el verso Que hom totz sos pres li renda por “que se le tributen los de­
bidos obsequios” (Milá 1966: 97), cuando parecería mucho más
adecuado “que le sean devueltos todos sus prisioneros”. De hecho,
parece que él mismo estaba inseguro o poco satisfecho de su propia
traducción porque acaba la frase con un interrogante.
No es ésta la única ocasión en que Milá coloca un interrogante
en algún momento de su traducción. Muchas veces expone clara­
mente sus dudas acerca del sentido que da a los versos o deja sin
traducir alguna frase, incluso alguna estrofa, marcando esta laguna
con puntos suspensivos. Podemos citar como ejemplo el planh de
Guiraut de Calanson Belh senher Díeus, quo pot esser sufritz, en el que
deja sin traducción el verso 46 y pone puntos suspensivos (Milá
1966: 118), o el sirventés Bel m’es quan la roza floris de Peire
d’Alvernha, en el que deja de traducir prácticamente toda la estrofa
14 Es la traducción de Gouiran (1985: 161).
15 Así lo entiende Gouiran (1985: 459).
quinta, de la que sólo inicia los dos primeros versos y coloca puntos
suspensivos hasta el final (Milá 1966: 82). En este caso, aparte de las
dudas, también podríamos pensar en cierto pudor de traductor
puesto que la estrofa contiene alguna afirmación un poco subida de
tono acerca del “amor carnal”.
Hay muchas cuestiones que podríamos tratar acerca de la tra­
ducción de los textos, no todas interpretables como errores sino
como decisiones discutibles sobre términos o frases que pueden
tener doble interpretación y que, en ocasiones, pueden modificar
por completo el significado de los versos. Entre los muchos casos en
que esto se produce, podríamos citar el mismo sirventés Bel m’es
quan la roza fions de Peire d’Alvemha, donde cavalguatz que aparece
en el v. 18 es interpretado por Milá como un imperativo en lugar
de como la segunda persona del plural del presente de indicativo, lo
cual da como resultado un cambio significativo importante: “sobre
paganos, gente villana, cabalgad sin temor” (Milá 1966: 82) por
“sobre paganos, gente villana, cabalgáis sin temor”. En una compo­
sición dedicada a Sancho III de Castilla, incitándole a participar en
la guerra contra los infieles, es importante saber si se trata de una
orden o un consejo, o se constata una cualidad referida al valor del
monarca. Por el contexto y el contenido de los versos que rodean
esta frase, parece que se trata de resaltar las cualidades guerreras del
monarca, en una especie de panegírico destinado, evidentemente, a
incitar a todos a la lucha al lado de un rey tan valeroso al que se
compara con su padre, por lo que parecería más adecuado el
presente de indicativo.
Creo que, con todo lo expuesto hasta aquí, es fácil concluir que
las traducciones que Milá ofrece de las composiciones de los trova­
dores son fruto del tiempo en que publicó su obra. Muchas de las
grandes definiciones sobre los géneros trovadorescos y sus conteni­
dos ni siquiera habían comenzado y, con el tiempo, las antiguas
traducciones de Milá fueron mejoradas por todos aquellos que pu­
dieron emprender su trabajo gracias a que nuestro erudito había
publicado el suyo, proyectando sobre los versos todos los conoci­
mientos sobre léxico específico de la fin’amors, géneros, toponimia,
historia, etc. que con los años se han ido adquiriendo. No es posi­
ble, en unas breves páginas, dar cumplida cuenta de la labor de Milá
como traductor de los trovadores; nos hemos ceñido a cuestiones
generales y hemos pasado muy por encima de detalles ilustrativos de
su forma de traducir. Por ello, se impone dejar para futuros trabajos
la continuación de este análisis.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Born. Edition critique, traduction et notes, Aix-en-Provence, Uni­
versité de Provence.
LEVY, Emil. 1973. Petit dictionnaire provençal-français, Heidelberg,
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