Evolución de la Cognición Humana Evolution of Human Cognition Juan Camilo Jurado-Coronel* Carrera de Biología, Facultad de Ciencias, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá D.C., Colombia *j.jurado@javeriana.edu.co Resumen La evolución de la cognición humana ha sido estudiada en disciplinas como la antropología, arqueología, biología evolutiva, neurociencias, filosofía y psicología. El Homo sapiens ha desarrollado una capacidad cognitiva única dentro del reino animal. Para ello han sido claves factores ambientales, genéticos y culturales. En la evolución de esta capacidad en el ser humano han jugado un papel importante la evolución cultural, la co-evolución tecno-social y la co-evolución genético-cultural. El aumento del tamaño cerebral en esta especie con respecto a sus antepasados y a otras especies de primates, es uno de los hechos más relevantes que ha posibilitado el surgimiento de la fluidez cognitiva, que junto a la modularidad de la mente y el lenguaje han posibilitado el paso de la mente primitiva a la mente moderna. Las adaptaciones cognitivas y lingüísticas en el Homo sapiens se correlacionan con el crecimiento de áreas neocorticales y estructuras que se relacionan a ellas. Introducción El cerebro se ha formado, estructurado y cambiado por selección natural. La raza humana tiene sus orígenes en la parte nororiental de África, cerca de lo que se conoce como el cuerno de África. Los antepasados pertenecientes al género Australopithecus (al que pertenecía el fósil de Lucy de hace unos 3.8 a 4 millones de años) ya caminaban erguidos, y su cerebro tenía un volumen de 400 a 450 cm3. De otro lado, el Homo habilis, antepasado de hace unos 2.8 millones de años, y que fue el constructor de las primeras herramientas, lascas pulidas; había dejado definitivamente los árboles, asentándose exclusivamente en la sabanas, y su cerebro tenía un volumen de entre 500 y 800 cm3. Esta especie comenzó a construir instrumentos líticos muy rudimentarios que les permitían combatir a los enemigos y cazar y descuartizar presas, siendo además carroñeros. Posteriormente vino el Homo erectus, la primera especie que emigró del continente africano, con un volumen cerebral de entre 800 y 1250 cm3. Sus descendientes fueron los Homo heidelbergensis, los primeros en poblar Europa hace aproximadamente 800 mil años. El Homo neanderthalensis evolucionó a partir del Homo heidelbergensis y habitó principalmente Europa, demostrándose por medio de fósiles que convivieron al mismo tiempo con el Homo sapiens; caracterizándose por poseer un cerebro mayor al de los humanos actuales con un volumen de entre 1200 y 1700 cm3. El Homo neanderthalensis tenía además rasgos anatómicos que mostraban adaptaciones al frío extremo, reflejándose en su cuerpo lesiones y enfermedades que demostraban un estilo de vida duro, desarrollando además algo evolutivamente novedoso, la práctica y el rito de enterrar a sus muertos. Posteriormente apareció el Homo sapiens hace unos 150000 años, con un cerebro de 1400 cm3, por lo que se puede afirmar que en un tiempo relativamente corto para la escala evolutiva, el aumento del tamaño del cerebro ha sido muy significativo al pasar del cerebro de los Australopithecus con un volumen de 450 cm3, al volumen cerebral de los humanos modernos de 1400 cm3 (Zapata, 2009). La cognición se refiere a la facultad de procesar información a partir de la percepción, la experiencia y características subjetivas que permiten valorar la información. Se entiende como el conocimiento alcanzado gracias al ejercicio de facultades mentales que implica que se tenga capacidad mental, actuando dentro de los conceptos de percepción, pensamiento, memoria, imaginación y voluntad (Rodríguez, 2007). La cognición incluye diversas formas como el razonamiento causal, la imitación, el lenguaje, la metacognición y la teoría de la mente (es decir la capacidad de atribuir pensamientos e intenciones a otras personas) (Heyes, 2012). Por otra parte, la psicología evolucionista, las neurociencias y la paleoantropología, consideran que la cognición le ha servido al linaje Homo como una estrategia de supervivencia para hacer frente a las presiones ambientales a las que se ha enfrentado a lo largo del tiempo, dado que su fuerza física no habría sido suficiente para afrontar todas las demandas difíciles y complejas que en el comienzo y ahora ha ejercido el ambiente sobre la especie humana (Zapata, 2009). Indudablemente, la cognición del Homo sapiens ha sido dentro del reino animal, la cognición que ha evolucionado de mayor y mejor forma haciendo que esta especie tenga ventajas adaptativas diversas que le han permitido sobrevivir y evolucionar como la especie dominante que es. Somos animales especializados en pensar y saber, es decir en la cognición. Los poderes cognitivos extraordinarios de la especie humana han hecho que sea capaz de hacer cosas notables como transformar nuestros hábitos alimentarios mediante la agricultura y la cocina, y transformar nuestros hábitats mediante la construcción de edificios, puentes y carreteras. Somos además animales políticos y económicos, conocemos acerca del tiempo, lo entendemos en alguna medida y lo podemos medir con precisión. Además, nos comunicamos mediante símbolos, mediante el lenguaje hablado y escrito. El lenguaje y el pensamiento que éste expresa, podría decirse que es el rasgo más distintivo del comportamiento humano. Los humanos también han sido capaces de crear objetos hermosos mediante el arte, la arquitectura, la música y la danza (Heyes, 2012). Nuestra sofisticación tecnológica, capacidad para la introspección, y habilidad para crear y manipular símbolos es única (Sherwood et al, 2008). Aunque muchos autores han discutido acerca de las posibles ventajas selectivas y los procesos evolutivos que han posibilitado el desarrollo de la cognición humana moderna, aún queda complicado entender como las características únicas del comportamiento humano se mapean sobre los cambios evolutivos en la estructura neural. Pero dado que las diferencias en el comportamiento entre los seres humanos y el resto de animales son tan grandes, es de esperar que se encuentren las mismas alteraciones y diferencias en la organización cerebral. Efectivamente parece haber una relación entre nuestra inteligencia y el hecho de que nuestro cerebro sea comparativamente más grande al del resto de animales, cerebro que como anteriormente se había comentado ha aumentado aproximadamente en 3 veces con respecto al cerebro del ancestro común de los homínidos. Pero además del aumento en el tamaño del cerebro, especialmente del neocórtex, hay otros rasgos de la organización neural que influyen en la especialización comportamental y cognitiva del Homo sapiens: el tamaño bruto del cerebro; la extensión relativa de las áreas neocorticales; las asimetrías de unas partes del cerebro con respecto a otras; los patrones de desarrollo; la distribución de los diferentes tipos de células en el cerebro; la histología; y la expresión de genes. Por ejemplo, la corteza prefrontal del ser humano se ha desarrollado hasta verse implicada en procesos como la toma de decisiones, la planeación, la memoria de trabajo, y la regulación emocional; y la corteza frontal de los homínidos es más grande (36%) con respecto al total del volumen de la neocorteza, al compararla con aquella de los otros primates (29% en gibones y 31% en monos capuchinos y macacos) (Sherwood et al, 2008). El objetivo de este trabajo fue develar los procesos sociales, ambientales, genéticos y morfológicos, que le han permitido al Homo sapiens alcanzar una cognición tan particular y única, y comprender como la evolución ha producido criaturas con mentes capaces de realizar todas las actividades anteriormente descritas. Las evidencias vienen de varias disciplinas entre las que se destacan la antropología, la arqueología, la biología evolutiva, la neurociencia, la filosofía y la psicología. Materiales y Métodos En los artículos consultados se usaron varios procedimientos y métodos para evaluar como ha sido y que consecuencias ha traído la evolución de la cognición humana. Por ejemplo en uno de ellos (Heyes, 2012), se hicieron comparaciones en diversos aspectos comportamentales entre humanos y otras especies de primates, e integraron los hallazgos de la antropología, arqueología, biología evolutiva, neurociencia, filosofía y psicología. Además hablaban en este artículo acerca de que muchos de los trabajos que se centran en este tema examinando las raíces de la cognición en los ancestros comunes de los mamíferos de la infraclase Eutheria, en los primates y en los grandes simios. Se han usado también análisis comparativos de filogenia para examinar la evolución de las estructuras cerebrales, el neocórtex y el cerebelo. Además, analizando la distribución de los caracteres neuroanatómicos, de comportamiento, y genéticos, dentro de una filogenia establecida, hicieron uso del principio de parsimonia con el fin de realizar inferencias con respecto a cómo eran las condiciones cognitivas de las taxa ancestrales extintos, y reconstruir así la historia natural de la mente humana moderna. Por otro lado, Sherwood et al, 2008, entre otros procedimientos, hicieron una revisión de las características neurales y cognitivas que se encuentran únicamente en el Homo sapiens y que son diferentes a aquellas presentes en el ancestro común de los homínidos. También examinaron como el lenguaje humano difiere con respecto a los sistemas de comunicación de otras especies. Por otro lado, en ese estudio se enfocaron en el fenotipo de la neocorteza de los homínidos vivientes, tomando como referencia otros sistemas cerebrales, y poniendo atención en la reorganización a nivel histológico y molecular. Para estudiar la estructura cerebral del ser humano y las conexiones neuronales existentes, se han hecho mediciones con imágenes de resonancia magnética. En otros artículos recientes según Sherwood et al, se han hecho comparaciones detalladas de la estructura fina de la neocorteza entre humanos y su parientes más cercanos, que indican que ha habido cambios microanatómicos en el transcurso de la evolución del cerebro humano. Además se han hecho estudios de expresión génica que afectan la morfología cortical, usando técnicas de microarrays. En este mismo artículo de Sherwood et al, se hablaba acerca de 10 estudios en los que habían comparado directamente la imitación aprendida, en donde los individuos debían copiar respuestas o reglas que no existían en su repertorio de comportamiento, tanto en humanos como en primates no humanos, usando procedimientos parecidos. Resultados Se ha encontrado que el aumento del tamaño del cerebro del Homo sapiens está asociado con el aumento del tamaño del grupo social en el que se ha desenvuelto a lo largo del tiempo esta especie, el cambio de la dieta, la producción de los primeros instrumentos técnicos, y con un aumento en la complejidad cognitiva asociada principalmente al pensamiento simbólico. El cerebro entonces creció gracias a la marcha bípeda y al ahorro metabólico generado al hecho de que la carne es de más fácil digestión y por lo tanto el intestino necesita de menos energía en comparación a la que necesita para digerir los vegetales de los que antes se alimentaba este linaje (Zapata, 2009). La neocorteza es la parte que más se ha desarrollado en el Homo sapiens. La neocorteza y el cerebelo han evolucionado a la par muy estrechamente tanto en primates como en otros mamíferos. El neocórtex está asociado a la cognición superior, más específicamente a funciones como la planificación y el control ejecutivo, mientras que el cerebelo se asocia al procesamiento sensitivo y motor (Heyes, 2012). Entonces, el cerebro humano ha sido modelado por las presiones ambientales en los hábitats que han ocupado los diferentes Homo, presiones por las cuales aumentó su tamaño, con especial énfasis en la corteza cerebral (especialmente las áreas prefrontales), que se desarrolló para darle racionalidad a la actividad límbica (emociones, sentimientos, miedos, etc). La corteza prefrontal es una región que tiene intrincadas conexiones entre ella misma, con otras regiones corticales y con regiones subcorticales. Dado que esta riqueza de conexiones requiere de tiempo, las áreas prefrontales solo maduran cuando la persona está entre los 18 a 20 años de edad. El ser humano nace entonces muy inmaduro y para madurar física y psicológicamente requiere de una infancia prolongada, lo que trae como ventaja el hecho de que está abierto al aprendizaje, gracias a la plasticidad de su cerebro. La importancia de las áreas prefrontales radica en que son las que organizan el pensamiento y la conducta, y permiten la autorregulación, siendo la base de la conciencia, la personalidad, la ética y la moral. La memoria de trabajo que depende de la fluidez cognitiva, es otra de las funciones de la que se encarga la corteza prefrontal. La memoria de trabajo es el espacio donde la información obtenida fluye, entra y sale según la tarea a realizar, que conecta el presente con la información almacenada a largo plazo; conectando la atención del momento con nuestra reserva cognitiva y la información acumulada para así saber cómo afrontar una exigencia dada en un momento determinado (Zapata, 2009). Los records arqueológicos y paleontológicos constituyen la única evidencia directa del cambio que ha ocurrido a través del tiempo en la morfología y el comportamiento de los homínidos. La evidencia paleontológica muestra que las innovaciones más importantes en el comportamiento cultural no se relacionan siempre a incrementos en la capacidad craneal que muestran los fósiles de homínidos; por ejemplo, se han encontrado signos que indican que Australopithecus garhi, especie que poseía una capacidad craneal de apenas 450 cm3, ya cazaba y fabricaba herramientas de piedra simples (Sherwood et al, 2008). El ancestro común de los panines (chimpancés) y los homínidos tenía un cerebro con una masa de aproximadamente 300-400 g, tamaño que se encuentra dentro del rango del de los grandes simios actuales y está muy cercano a la capacidad craneal de los primeros homínidos. Además de que el tamaño del cerebro de este ancestro común era mayor al de otros primates, también tenía una mayor cantidad de giros y circunvoluciones. El cerebro del ancestro común de panines y homínidos pudo haber sido especializado para la cognición social, y por ello se han podido observar varias semejanzas entre la estructura cerebral de humanos y otros primates. Por ejemplo, tanto en los macacos como en los humanos, las cortezas premotora ventral y parietal inferior, contienen neuronas que se activan cuando un individuo realiza u observa diferentes acciones que tienen un objetivo. Este es el llamado “sistema de neuronas en espejo”, que nos ayuda a entender las acciones de otros, imitar nuevas habilidades y simular las intenciones de otros. Este sistema evoluciono a partir del ancestro común de los primates y se ha desarrollado en mayor o menor medida en los distintas familias vivientes de este orden (Sherwood et al, 2008). En la figura 1 tomada de Sherwood et al, 2008, se pueden observar características distintivas de varias estructuras del cerebro del ancestro común de panines y homínidos, y del cerebro del ser humano. En el cerebro del ancestro común se observa una corteza frontal con una ampliación relativa, especialmente en la corteza prefrontal dorsolateral; una corteza motora primaria y una corteza somatosensitiva primaria más amplias proporcionalmente en comparación a las del cerebro humano; una dominancia izquierda en el lóbulo temporal y en los surcos de la corteza orbito-frontal; y un agrandamiento relativo de los hemisferios laterales del cerebelo y del núcleo motor facial en el tallo cerebral. Por su parte en el cerebro humano se observa una mayor cantidad de giros en la corteza prefrontal; reducción relativa en la corteza visual primaria con respecto a aquella presente en el ancestro común; un agrandamiento relativo del lóbulo temporal; asimetría y dominancia derecha del lóbulo frontal; y asimetría y dominancia izquierda del lóbulo occipital. Figura 1. Características distintivas entre (a) el cerebro del ancestro común de panines y homínidos; y (b) el cerebro de Homo sapiens. Tomada de Sherwood et al, 2008. A partir de estudios en los campos de la psicología cognitiva, las neurociencias y la paleoantropología se ha llegado a un consenso general que explica que la mente humana está organizada en módulos, lo que le ha dado al Homo sapiens una ventaja evolutiva, con respecto a los animales que por el contrario tienen una capacidad general y no dividida en módulos, para enfrentar las diversas actividades y ambientes. Los humanos primitivos ya tenían cognición y según Mithen (1996) poseían tres grandes módulos mentales: “un módulo técnico para la elaboración de herramientas e instrumentos, un módulo para el conocimiento del mundo natural (para orientarse en la caza, el seguimiento de huellas y su relación con la naturaleza), y un módulo social para la interacción con los otros miembros del grupo. Pero en los humanos primitivos esos módulos estaban separados entre sí y no actuaban de forma integrada, por lo cual se especializaron más en la cognición social, que ha sido posiblemente la base para el desarrollo posterior de toda la cognición de los humanos actuales. Los humanos actuales ya tienen una integración entre los tres módulos, integración que se debió a la aparición del lenguaje que permitió la fluidez cognitiva. La fluidez cognitiva es la facilidad con la que se da el flujo de información entre los módulos, permite la integración entre esos diferentes tipos de información; se aumentó la complejidad del sistema al pasar de ser compartimentado a ser altamente integrado. Pero todo aumento en la complejidad produce un aumento en la entropía (la tendencia al desorden), por lo que se necesitó de un centro más especializado que integrara y organizara todo: el cerebro humano. Así entonces, el lenguaje y la fluidez cognitiva dieron origen a la mente humana moderna (Zapata, 2009). Con la aparición del lenguaje los humanos fueron capaces de representar sus respectivos roles en el grupo social al que pertenecían (Heyes, 2012). Según Heyes, 2012, en diferentes investigaciones se ha concluido que existen dos tipos de procesos de co-evolución relevantes en el proceso de evolución de la cognición humana, la co-evolución “tecno-social” y la co-evolución genético-cultural. La primera ocurrió cuando las presiones de selección que favorecieron la evolución de habilidades técnicas como la fabricación de herramientas, y las presiones de selección que favorecieron la evolución de habilidades sociales como la cooperación, se conectaron mediante bucles de retroalimentación positiva. Por ejemplo, las innovaciones en las técnicas de fabricación de herramientas pudieron haber hecho que haya mayor cooperación, y esa mayor cooperación a su vez pudo haber causado avances adicionales en la tecnología de fabricación de herramientas. Se ha llegado a presentar una hipótesis según la cual la co-evolución tecno-social fue muy importante para la aparición del lenguaje humano; hipótesis que ha sido construida gracias a evidencias arqueológicas que indican que hace 2-2.5 millones de años, esta co-evolución hizo que de alguna manera los homínidos se convirtieran en recolectores cooperativos. Entonces, las mejoras en las habilidades técnicas (recolección) y sociales (comunicación gestual), fueron mediadas por procesos cognitivos comunes, por lo que las presiones del ambiente que hicieron que se mejorara la habilidad técnica también lograron una mejora en las competencias sociales, creando una retroalimentación positiva que concluyó con la aparición de una comunicación vocal totalmente sintáctica. Por otra parte, la co-evolución genético-cultural, comprende mecanismos de herencia tanto genéticos como no genéticos, es decir mecanismos que hacen que los individuos adquieran información adaptativamente relevante, no por medio de la replicación de secuencias de DNA sino por medio del aprendizaje. Esta co-evolución también fue de gran importancia en el proceso de aparición del lenguaje hablado y de los mecanismos cognitivos del hombre moderno (Heyes, 2012). Además, estudios han mostrado que algunas de las áreas corticales que están asociadas con el lenguaje en humanos tienen asimetrías que también se encuentran en los grandes simios, lo que sugiere que estuvieron presentes en el ancestro común de estos linajes; y por ejemplo la asimetría de dominancia del hemisferio izquierdo del plano temporal, una característica de la superficie de la corteza cerebral en el área de Wernicke, está presente tanto en humanos como en chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes. También los surcos dentro de la corteza frontal inferior, que contienen al área de Broca, muestran una dominancia del hemisferio izquierdo en su profundidad y longitud, en humanos, chimpancés, bonobos y gorilas (Sherwood et al, 2008). Existen especializaciones en el Homo sapiens que se encuentran dentro de su fenotipo conductual: el seguimiento de la mirada y atención conjunta; la teoría de la mente; y la imitación o capacidad de aprender nuevos comportamientos. Varios estudios han comprobado que chimpancés y humanos comparten varios aspectos en el comportamiento del seguimiento de la mirada de otros, como el poder extraer información a partir de la dirección de la mirada de otros. Pero también existen diferencias en este comportamiento entre los grandes simios y los humanos. En cuanto a la teoría de la mente, aspectos como el reconocerse en un espejo parecen indicar que chimpancés y otros grandes simios desarrollan esta capacidad, que en el ser humano está solo un poco más desarrollada gracias al lenguaje por el que podemos inferir más fácilmente las intenciones de los otros y como responder ante ellas. Para estudiar la capacidad de imitar y aprender nuevos comportamientos, han experimentado con humanos y primates no humanos, aplicando procedimientos análogos en donde los individuos debían copiar respuestas o reglas que no existían previamente en su repertorio comportamental. Cuando un objeto o herramienta debía ser manipulada de cierta manera para obtener una recompensa, el humano siempre imitaba con mayor precisión todo el procedimiento, mientras que los grandes simios solo imitaban el resultado o no imitaban ninguna parte del procedimiento. Por lo tanto, varios aspectos de la imitación son compartidos por humanos y otros primates, pero otras características de este comportamiento son únicas en nuestra especie. Igualmente, la cooperación y la imitación aparecen con mayor naturalidad en los niños humanos que en los chimpancés jóvenes; y además otros estudios han mostrado que los niños humanos aprenden de los errores de los demás pero los primates no humanos no tienen esa capacidad (Sherwood et al, 2008). El Homo sapiens también tiene especializaciones en su lenguaje exclusivas en esta especie. Algunos primates e incluso algunos no primates, tienen la capacidad de ejercer cierto grado de control voluntario sobre sus actos comunicativos, pero el ser humano en su madurez es capaz de ejercer un control total. Los ejemplos mejor estudiados que demuestran la capacidad de otros primates de tener algún control voluntario en su comunicación son el uso de gestos para indicar intenciones en varias especies de grandes simios y el uso de vocalizaciones referenciales en varias especies de monos. Estos gestos son usados para diferentes propósitos comunicacionales, que indican control intencional y voluntario e independencia frente al estímulo. Además también hay similitudes que se han encontrado entre el lenguaje del ser humano actual y el ser humano que fabricó las primeras herramientas, como por ejemplo las similitudes que se han demostrado entre la estructura sintáctica del lenguaje humano y las secuencias jerárquicamente organizadas de la fabricación de herramientas del Achelense (Sherwood et al, 2008). Finalmente, las especializaciones del Homo sapiens en el fenotipo neuroanatómico son variadas y de gran importancia en el desarrollo de la cognición. La evidencia fósil ha mostrado que en el linaje de los homínidos a partir del ancestro común entre panines y homínidos, ha habido periodos de incrementos graduales en la capacidad craneal que fueron acompañados ocasionalmente por incrementos en la masa corporal; pero a partir de Homo erectus, esta expansión cerebral ha ocurrido a una tasa mucho más rápida. Hay varios mecanismos genéticos que han permitido la expansión especialmente de la neocorteza en el cerebro humano. En el cerebro de un humano recién nacido, el tamaño relativo con respecto al del adulto es menor que en el de otros primates, ya que es de apenas el 27% del total de la talla del de un humano adulto (en macacos es del 70%, en chimpancés del 36%), y al momento de nacer el cerebro del bebé humano es casi dos veces más grande que el de los grandes simios. La neocorteza del ser humano es además proporcionalmente mayor que la de los demás primates, ya que en esta especie tanto la materia gris como la materia blanca excede las predicciones de su tamaño en hominoides con un tamaño cerebral igual. Además, a medida que el cerebro crece, una mayor proporción del tallo cerebral pasa a ser ocupado por estructuras relacionadas o que reciben proyecciones neocorticales descendentes, como es el caso del tracto piramidal, el núcleo rojo y los núcleos pontinos. Adicionalmente, otros estudios han demostrado que solamente en el Homo sapiens y no en otros primates, los axones neocorticales forman sinapsis con las motoneuronas de las cuerdas vocales en el núcleo ambiguo. En la figura 2 se puede observar una relación alométrica entre la masa cerebral y la masa corporal de 86 especies de primates, entre las que se encuentran el humano moderno, el chimpancé, el gibón, el gorila, el orangután y el bonobo. Además de las especializaciones en tamaño del cerebro que le han permitido alcanzar la cognición que posee, el Homo sapiens también posee especializaciones en la histología de las neuronas cerebrales, en las conexiones entre neuronas, en el metabolismo neuronal y en la plasticidad sináptica. Figura 2. Escala alométrica de la masa cerebral versus la masa corporal en 86 especies de primates. Tomada de Sherwood et al, 2008. La evolución de la cognición humana ha permitido entonces identificar cinco componentes importantes o dimensiones pertenecientes al comportamiento humano y en su conjunto casi exclusivos en esta especie: cooperación, igualitarismo, la teoría de la mente, el lenguaje y la cultura. Han encontrado evidencias que indican que estos cinco componentes estaban presentes en alguna medida en los ancestros de los homínidos (Heyes, 2012). La mente moderna humana fluida, integrada y flexible en el manejo de la información se considera que apareció hace unos 60000 años gracias a la aparición de la evolución cultural. En esa época apareció algo totalmente nuevo, el arte y por tanto la cognición simbólica. La cognición moderna comenzó entonces con el arte, especialmente con la explosión del arte paleolítico. Además, por primera vez el hombre dejó mensajes en forma consciente, pintaba animales, alces, bisontes, venados y grababa sus manos en las paredes de las cavernas. La fluidez cognitiva que alcanzaron entre los tres módulos descritos anteriormente, le permitió al hombre integrar el mundo social con el mundo natural. Por primera vez además apareció el pensamiento simbólico, integrando los tres módulos y generando elementos como el pensamiento mágico y la religión. Gracias a hallazgos fósiles se ha llegado a la conclusión de que a partir de ese momento el cerebro humano es prácticamente el mismo y no ha tenido cambios significativos (Zapata, 2009). Discusión El consumo energético ahorrado gracias en especial al bipedismo y al cambio de dieta, ha podido ser asimilado en los homínidos para lograr un crecimiento cerebral notable. Además el bipedismo como lo dice Zapata 2009, al estrechar la abertura pélvica en la mujer al mismo tiempo que el cerebro crecía, convirtió el parto en un evento doloroso, que entonces paso a ser un hecho solitario a un hecho social, porque la hembra necesitaba de la ayuda de otros para que la cría tuviera mayores posibilidades de sobrevivir, lo que hizo que se estrecharan las relaciones afectivas, punto crucial en la evolución cognitiva del linaje. El crecimiento cerebral fue importante para la evolución de la cognición humana pero no es lo definitivo, además de esto jugaron un papel importante otros factores. Es importante anotar que lo clave no es el tamaño absoluto del cerebro sino la relación entre el tamaño del cerebro y el tamaño del cuerpo, que se expresa con el coeficiente de encefalización, el cual es de 7 en el Homo sapiens (tenemos un cerebro 7 veces más grande que el que se esperaría según nuestro tamaño corporal) siendo el mayor en la escala filogenética (Zapata, 2009). El hecho de que en el ser humano se haya generado un órgano tan costoso energéticamente, tiene que ver con el desarrollo de una estrategia que le permitiera sobrevivir en su ambiente a pesar de su relativa debilidad física. Este aumento en el tamaño cerebral ha hecho que el ser humano haya desarrollado una encefalización que obligó a adaptaciones pélvicas que a pesar del bipedismo permitieran el nacimiento, dando además ese aumento la posibilidad de obtener una mayor riqueza de estímulos sociales y ambientales al niño, mientras las conexiones cerebrales son moldeables, posibilitándole el aprendizaje. Además, la corteza como tal, siendo de un tamaño relativamente grande, se ha visto envuelta en la activación de por ejemplo las cuerdas vocales, volviéndose importante en el control motor voluntario necesario para aprender y ejecutar todo lo que tiene que ver con el lenguaje fluido. De otro lado, el circuito cortico-cerebral del ser humano, en comparación con el de otros primates, tiene un mayor desarrollo de conexiones con áreas de asociación frontal que son esenciales para el desarrollo de la cognición y el lenguaje. De otro lado, la coevolución que ha habido de la neocorteza y el cerebelo, se ha dado no solo en los primates sino en casi todos los mamíferos, lo que parece indicar que en términos evolutivos, la división entre la inteligencia superior y la inteligencia sensitiva y motora, es decir entre el pensar y el actuar, ha sido artificial o inexistente. La evolución de la cognición humana no solo ha envuelto la adición de procesos (un cerebro más desarrollado) que supervisen y controlen formas de pensar más primitivas (Heyes, 2012), sino que ha sido un resultado de otros mecanismos adicionales tanto culturales, como sociales y ambientales. Es necesario entonces reconsiderar y profundizar en la duda que aún existe, que habla acerca de si los factores ambientales extrínsecos han sido los factores clave de la evolución de la cognición humana, o si por el contrario han sido más importantes factores intrínsecos como la organización social, la demografía o el lenguaje. Hay entonces caracteres que le han permitido al Homo sapiens desarrollar su cognición, que son derivados o autoapomórficos al compararlos con los caracteres simplesiomórficos de los grandes simios. Las asimetrías neuroanatómicas presentes en la estructura cerebral del ser humano muestran que posiblemente algunos aspectos del procesamiento funcional ya hayan estado lateralizados en el cerebro del ancestro común de los homínidos y panines, incluso antes de la evolución del lenguaje (Sherwood et al, 2008). Establecer una conexión causal entre los cambios evolutivos en la estructura del cerebro y la aparición de nuestro comportamiento cognitivo es complicado debido a diferentes razones como por ejemplo el hecho de que aunque la anatomía sea ligeramente distinta con respecto al cerebro de otros primates, algunos caracteres comportamentales propios del ser humano pueden ser mediados más por factores bioquímicos, fisiológicos o ambientales. La autoconciencia que caracteriza a diferentes especies de mamíferos incluida la humana, puede estar relacionada con que por ejemplo el reconocerse en un espejo sea una propiedad presente en especies con grandes cerebros y una organización social compleja, o que esta característica haya aparecido independientemente debido a presiones de selección en las especies de mamíferos que la poseen. Otra especialización en el comportamiento humano es la imitación que aunque está más desarrollada en el ser humano, no es un mecanismo cognitivo singular en esta especie, ya que se comparten diferentes aspectos de esta capacidad de imitar, con chimpancés y otros primates, mientras que otras características si parecen ser únicas en nuestra especie. La capacidad de imitar en la especie humana ha incorporado o tiene relación funcional con otras facultades psicológicas como la teoría de la mente la, que le da una mayor flexibilidad y capacidad de copiar reglas y respuestas, incluyendo el aprender de los errores de otros (Sherwood et al, 2008). En cuanto al lenguaje humano, es importante anotar que lo que lo hace único dentro del mundo animal es su independencia de modalidad y de estímulo, lo que lo convierte en una acción mucho más voluntaria. Puede ser oral, visual, gestual o táctil, contrario a lo que ocurre en los demás animales en donde no se ha observado esa flexibilidad. La independencia del lenguaje humano frente al estímulo se explica como la capacidad que se tiene para responder de diferentes formas ante un desencadenante ambiental específico. Podemos hablar acerca de cualquier cosa en cualquier circunstancia, mientras que los sistemas de comunicación animal se caracterizan por estar en su mayor parte controlados por estímulos muy específicos ambientales o endógenos. A pesar de que los animales son capaces de comunicarse mediante un lenguaje rudimentario y simbólico, éste no se produce con facilidad o naturalidad. Además, aunque muchas especies de animales son capaces de poseer una comunicación voluntaria, intencional, en diferentes módulos, e independiente al estímulo; esas capacidades son mucho más limitadas en comparación con la capacidad humana (Sherwood et al, 2008). La aparición de la fluidez cognitiva aumentó la complejidad del pensamiento humano y su capacidad de realizar actividades relacionadas con una cognición profunda, porque aumentó la información que podemos procesar, nos permitió realizar más relaciones entre los estímulos y eventos que percibimos. La fluidez cognitiva es la base de la creatividad, y se puede decir que en el pasado los individuos que la adquirieron alcanzaron una ventaja adaptativa, sobrevivieron y dejaron descendencia, traspasando esta valiosa información a sus descendientes (Zapata, 2009). La fluidez cognitiva ha permitido que el Homo sapiens integre información proveniente de “dominios cognitivos” muy diferentes, como por ejemplo el conocimiento del mundo natural, la capacidad de fabricar herramientas, y la cognición social. Aún no está claro como y por que surgió la fluidez cognitiva en los homínidos. Por otra parte, muchos investigadores han llegado a la conclusión de que la evolución cultural ha sido muy importante para la evolución de la cognición, pero son conscientes de que la evolución genética produce y mantiene el núcleo del proceso cognitivo que permite la herencia cultural. Aún cuando la evolución cultural ha sido una fuerza que ha moldeado la cognición humana, en algunos casos el cambio cultural no ha sido capaz de superar las limitaciones que la evolución genética ha impuesto sobre la cognición humana. Una de las señales de la importancia de la evolución cultural es lo que algunos investigadores sugieren al describir a la sintaxis como un “artefacto” de la evolución cultural, y al anotar que en ésta no tiene tanta importancia la biología como en el resto de las propiedades del lenguaje humano (Sherwood et al, 2008). Bibliografía HEYES, C., 2012. New thinking: the evolution of human cognition. Philosophical Transactions of The Royal Society, (367), pp. 2091-2096. RODRÍGUEZ, J.A., 2007. Cognición y ciencia cognitiva. Universidad de Gotemburgo. SHERWOOD, C., SUBIAUL, F. and ZAWIDZKI, T., 2008. A natural history of the human mind: tracing evolutionary changes in brain and cognition. Anatomical Society of Great Britain and Ireland, (212), pp. 426-454. ZAPATA, L.F., 2009. Evolución, Cerebro y Cognición. Psicología desde el Caribe, (24), pp. 106-119.