Bernarda FERNANDEZ Dos viajes con JESUCRISTO en lo más profundo de la tierra y a lo más alto del cielo Editions Parole de Vie B.P. 3 30920 CODOGNAN (France) 1 © 1994 Editions Parole de Vie ISBN 2-909100-11-1 Si vd desea realizar alguna consulta, puede escribir directamente a: Bernarda FERNANDEZ c/o "FE EN MARCHA" P.O. Box 949, CAMUY PUERTO-RICO, 006.27 (U.S.A.) Anoune BERNARD-MAUGIRON 30 Chemin de Laprat 26000 VALENCE (Francia) Soledad SAN FRANCISCO Antonio Zamora 89 28011 MADRID (España) 2 Primera experiencia Mi marido tenía que ir al trabajo, pero me dijo: - No voy a ir hoy a mi trabajo, tú no estás bien. Yo le dije: - Vete, yo no estoy sola. Yo no me quedé sola, el Señor estaba conmigo. Llegó el momento decisivo que le llega a cada persona. Sentí la muerte muy cerca de mí. Me levanté de la cama y llamé a mis seres queridos, llamé a mi suegra y le dije: - Mira, te llamo por que me estoy muriendo. Ella me dijo, vas a recibir una bendición muy grande de la parte de Dios. Llamé a otros hermanos de la congregación y me dijeron las mismas palabras y tambien me dijeron: - Levántate de la cama y alaba a Dios, glorificale. 3 Yo les dije, no tengo fuerzas ni para levantarme. Pero clamé al Señor y al decirle: - Señor, tú eres mi fuerza. Le pedía al Señor que me ayudara. Me levanté y vi que me tambaleaba, las piernas no podían sostenerme, comprendí que era el momento decisivo de partir con mi Señor. Recuerdo que mis palabras eran muy bajas, pero mi espíritu clamaba al dador de la Vida: - ¡Ven, Señor Jesús, ven Señor, tu eres real! En aquel momento mi habitación se llenó de luz y como un fuego que ardía. Se me fue el temor. Comprendí que esa luz y ese fuego no eran terrestres, sino celestes. Y vi ángeles que descendián y se paseaban en mi habitación. Les oía claramente hablar entre ellos y caminar en mi cuarto. Iban de un lado para otro. Tenemos ángeles que nos guardan, del Dios del cielo. Yo seguía clamando al Señor y al dador de la Vida. De repente vi que una persona preciosa entraba por la ventana. Era más preciosa que los ángeles, más que los arcángeles. Era alto, fuerte, jamás he visto estatura de hombre igual en la tierra, estaba vestido todo de blanco. Tenía un cinturón de oro en la cintura y 4 une escritura de oro en el pecho, que decía FIEL Y VERDADERO. Calzaba sandalias, su pelo era rizado y como fuego. Era como blanca lana. Brillaba como el sol cuando brilla en plenitud. Sus ojos eran como llama de fuego, pero en ese rostro se veía un amor dulce. Un rostro amoroso, allí llegaba el Rey de reyes y el Señor de señores. Mi cuerpo comenzó a temblar. Por que delante de Dios tiembla la tierra. Mi cabeza caía por tierra, pero oía sus pasos seguros que se acercaban. Llegó junto a mí y levanto mi cabeza me dijo: - Yo soy Jesús. Caí como muerta fuera de mi cama. En mi habitación no había nadie, sino Jesús, los ángeles y yo. Cuando desperté estaba en mi cama y el Señor sentado al lado derecho de la cama, el Rey de reyes y Señor de señores. Mi cuerpo inmóvil y los ojos muy abiertos, yo miraba esos ángeles y ese Dios verdadero. Me dijo: - No temas, yo soy Jesús que murió por tí. Mira marcas en mis manos, todavía les tengo por tí. He bajado de mi trono de gloria porque tengo que hablar contigo. Hay muchas cosas en tu vida que me tienes que entregar. Hay pereza en tí, hay ira en tí. Todas estas cosas hacen mucho mal a mi pueblo. No es el 50% 5 ni el 95% si no el 100%. Vuestros vestidos tienen que estar blancos si queréis entrar en el reino de los Cielos. Tenéis que ser santos porque el que os ha llamado es Santo. Mira he venido para que vengas conmigo ha hacer un viaje. Le dije: - Señor, ¿es el viaje misionero que tengo que hacer? Y me dijo, no. Lo más precioso es que me cogió de la mano. Me levantó y me hablaba como se habla a un amigo, como se habla a un hermano. Me llevó hacia la ventana. Mis ventanas dan a la ciudad de Nueva York. Miré el rostro maravilloso del Señor y vi que se ponía triste y comenzó a llorar. Y me dijo: - Se predica mucho mi palabra, pero no quieren oír mi palabra, ya el pecado de esta ciudad ha llegado delante de mi Padre. Y volvió a repetir las mismas palabras: - Se predica mucho mi palabra, pero no quieren oír mi palabra. Vi los homosexuales y entre ellos alcaldes y gobernantes muy en armonía con ellos, y me dijo el Señor: 6 - Es otra Sodoma. Vivo yo, que los juicios de mi Padre caerán pronto sobre ella. Yo caí llorando y me dijo: - No temas, porque cuando estos juicios caigan sobre la tierra mi Iglesia ya no estará en la tierra. Y me llevó a mi cama y me dijo: - Te llevaré a otro viaje. Le volví a preguntar si era el viaje misionario, y me dijo: - No. Me dio el nombre de un hermano de mi congregación y me dijo: - Llámale y dile que tu espíritu va a salir, que no te lleven a las autoridades ni a los hospitales ni a la funeraria y que digan a tu marido que confíe en mí, porque el que cree en mí aunque esté muerto vivirá. De repente me dijo: - Ven. Extendió su mano y en ese momento sentí un 7 dolor terrible en mi cuerpo. Saltaba del dolor, tanto que se retorcía, pero de repente vi que otro cuerpo salía de este cuerpo. Un cuerpo vestido de blanco, un cuerpo como el del Señor, resplandeciente, y me dijo el Señor: - Mira, éste es el cuerpo que muy pronto tendrá mi pueblo. Comprendí que tenía fuerzas para salir por los muros, y me vi cogida de la mano del Señor, y me dijo: - Mira. Volví la cabeza. Allí estaba mi cuerpo sin el espíritu y me dijo: - Eso para nada sirve, es polvo y al polvo ha de volver. Esto es lo que me pertenece, el espíritu que di al hombre. Yo creía que me llevaría al cielo, pues tenía la seguridad de mi salvacíon. Bajamos por un túnel al corazón de la tierra y cuando nos acercamos a ese lugar era mal oliente y de horror. Me volví al Señor: - Yo no quiero ir a ese lugar. Con voz fuerte me dijo: 8 - Es necesario que vayas allí primero, es necesario que tú veas lo que hay en ese lugar. Entramos y era muy oscuro y oía unos quejidos, experimenté lo que dice la Palabra del Señor, esos quejidos ¡Oh Iglesia del Señor!, nunca podré olvidar. Hermanos cuando llegamos al final del túnel nos sentamos en una roca y me dijo el Señor: - Mira. Mire, y delante de mí tenía ese espectáculo terrible del infierno. Esos cuerpos lastimados con alaridos terribles. Allí no hay nadie para nadie, allí sólo hay lloro, lamentación, este infierno es tan real, no es un cuento de hadas ni una invención de la Iglesia del Señor. Es un infierno real. Sólo se oía decir: ` - ¡Ay, ay, ay, esto es para siempre! Sólo hay dolor y odio por los siglos de los siglos. Me volví al Señor y le dije: - ¿Hay alguien de mi familia aquí? Respondió el Señor: - No voy a permitir que veas a nadie de tu familia aquí. 9 Y sabes ¿por qué Iglesia del Señor?, porque predicamos a todos y a mamá y a papá no les predicamos porque tenemos miedo a que se enfaden; pero es mejor que se enfaden y que no vayan a ese lugar de tormento. Le volví a decir al Señor: - ¿Hay alguien de mi familia aquí? No me dio respuesta, y le dije: - ¿Hay alguien que yo conozco? Me dijo: - Sí, y voy a permitir que le veas. Vi a un joven subir de esa profundidad. Era Alejandro, un joven. Estando en una campaña que mi marido y yo dábamos en la República Dominicana, estando en la campaña oí la voz del Señor que me dijo: - Levántate por allí, va Alejandro, dile que le doy la últime oportunidad. Cuando yo dije esto a Alejandro, me dijo: - Mira que sóis locos, vais por ahí diciendo que Jesús viene, yo no creo que eso sea verdad, y se burlaba, y se burlaba. 10 Pero Dios da vida y la quita cuando quiere. Le dije: - Tú vas a morir muy pronto. Me dijo: - Mira lo joven que estoy para morir, me queda una larga vida en la tierra. Este Alejandro que vi en infierno moría dos semanas más tarde a consecuencia de una borrachera, y los borrachos, dice el Señor, no entran en el reino de Dios. Me sorprendió mucho algo que vi en Alejandro dos enormes gusanos que le atacaban, y le oía decir con voz de tormento: - ¡Ay, ay! Me conoció y me dijo: - Yo desprecié esa oportunidad, pero ve a mi casa y di a mi familia que no vengan a este lugar. Es tiempo de Iglesia de Jesucristo, que tú hables a tu familia, que hables en tu trabajo y donde quiera que tú vayas. Que digas que Jesús liberta y salva. El Señor me dijo: 11 - Quiero que veas algo más. Me enseño una multitud de gente atormentada, y me dijo: - Parte de esta multitud un día me conocieron, hay muchos que vagan por las calles descarriados, pero yo os quiero decir, hermanos queridos, que el camino del cielo es estrecho y se va a hacer más estrecho todavía. Van a venir pruebas, váis a ser probados como el oro, pero no temáis, yo voy delante de vosotros como poderoso gigante. Le volví a preguntar si en esa multitud había gente de su pueblo. Me dijo: - Sí, y sabes por qué perdieron la salvación, por el mal testimonio que daban en la tierra. Hay muchos que sólo dan buen testimonio cuando están en las cuatro paredes de la Iglesia, cuando están delante del pastor o cuando están delante de sus padres, pero que equivocados están, los ojos de mi Padre saben donde van, oye sus palabras, donde quiera que estén allí están los ojos de mi Padre. Perdieron la salvación por que no se comportaron como creyentes. Dile a mi pueblo que ya es tiempo de que vivan irreprensibles delante de mi Padre y delante del Diablo y del mundo. El Diablo no tenga que acusar a mi 12 pueblo, el mundo no tenga que señalar a mi pueblo. Tambien me dijo: - Hay muchos en mi pueblo que el Diablo acusa, que el mundo acusa, porque hay mucho que acusar, y es tiempo de vivir irreprensibles, ya es tiempo de decir a esta carne, no, y decirle, Señor que yo mengüe y que tú crezcas en mí. Llegamos a otro lugar y vi un lago que ardía, también olía mal. Me dijo el Señor: - ¿Ves eso que hay allí? Ese es el lago de fuego de azufre que ya está preparado para el Diablo y el falso profeta y el anticristo. Eso no lo preparé para el hombre, pero allí irán los que no me acepten como salvador, y aquéllos que no cumplan mi palabra. De repente via al Señor llorar, me dijo: - Más son los que se pierden que los que van al cielo. Me hizo ver cuántos caían por minutos en el infierno. El Señor me repetía: - Cuantos caen por minutos en el infierno y mi Iglesia duerme. 13 De nuevo volvió cerca del lago y me dijo: - Mira mi Iglesia que tiene mi poder, que tiene mi palabra, que tiene el Espíritu, está dormida, perezosa, cansada. Hay religiones de Diablo en la tierra, que andan diciendo que no hay infierno y están mandando a muchos a este lugar. Vete y diles que aunque millares en la tierra aseguren que no hay infierno, diles que es real. Yo me encontraba muy lejos de ese jugar, pero sentía el calor que llegaba hasta mí. Comenzamos a subir de las profundidades de la tierra, llegamos a un cielo y comenzamos a subir a otre, allí el Señor me mostró el sol y las estrellas, y me dijo: - Mira las estrellas, yo las llamo por su nombre. ¡Cuán grandes y maravillosas son las obras de nuestro Dios! - ¿Ves el sol?, solo mi palabra hace que alumbre a buenos y malos. Pero llegará el dia que no alumbrará mas, todo será tinieblas. Llegamos subiendo al tercer cielo. Ese es el cielo de Dios, si lloraba cuando bajé a lo profundo de la tierra, allí en el cielo de Dios me quedé maravillada. Delante de mí había una ciudad 14 maravillosa, que no ha sido edificada por manos de hombres, sino por el Rey de reyes y Señor de señores. Miraba unos muros altos hechos de oro con piedras preciosas, con 12 puertas de perlas, en cada puerta había un ángel parado, en cada puerta estaba escrito los nombres de las 12 tribus de Israel. Yo creía que no me iban a dejar, y me miró el Señor y me dijo: - ¿Quieres entrar? - Si Señor, yo quiero entrar. Y me dijo: - Entra, porque yo soy la puerta. En aquel momento entré por una puerta preciosa y vi un jardín de flores preciosas y me dijo el Señor: - ¿Quieres entrar en ese jardín? Entra, eso lo tengo preparado para tí y para mi pueblo. Entré en aquel jardín y cortaba flores y hacia ramilletes de esas flores, yo corría por ese jardín como una niña y cortaba flores de todos los colores, su perfume era formidable. En ese momento el Señor llamó a alguien con voz 15 poderosa y se acercó un ángel fuerte y precioso, y me dijo: - Mira, éste es Miguel. Este es el que manda mi ejército. En aquel momento vi un ejército poderoso a caballo, y dijo el Señor: - No es un ejército de hombres, es el ejército de mi Padre; ese ejército está a la disposición de mi pueblo. No deben temer, más son los que están con Vds. que los que estan con ellos. ¡Gloria a Dios! Me presentó otro angel, y me dijo, ese es el mensajero de mi pueblo, y me dijo algo que me gustó mucho, me dijo el Señor: - Todavía Gabriel lleva mensaje a mi pueblo. Mira yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Moisés, el Dios de Elías, el que hacía caer fuego del cielo. Yo no he cambiado, soy el mismo. Sóis vosotros los que habéis cambiado, vosotros tenéis un Dios mediocre, un Dios limitado, pero yo soy un Dios poderoso que hizo los cielos y la tierra, y es a ese Dios que Vds. sirven. Te voy a enseñar cuál es la condición de mi pueblo en estos días. Miré y vi la Iglesia del Señor débil y temblando, y me preguntó: 16 - ¿Es que tú crees que puedo levantar una Iglesia así? La Iglesia que voy a levantar es una Iglesia gloriosa, sin mancha y sin arruga. Hay mentira entre mi pueblo, hay poco amor, mi pueblo está dividido. Te enseñé la condición de mi pueblo en estos últimos días, te voy a enseñar cómo anduvo la Iglesia primitiva. Era como si en ese momento yo me encontrara entra ella. Era una Iglesia gloriosa, era una Iglesia de ayuno, era una Iglesia de oración, era una Iglesia que predicaba con poder la Palabra, no tenía miedo de predicar el Evangelio del Señor. - ¿Por qué creen que yo he cambiado? ¿Por qué creen que mi Espíritu ha cambiado? El fallo más grande de mi pueblo es que han entrado en rutinas y programas de hombres y se han olvidado que el programa lo trae el Espíritu de arriba. Vete y di a mis siervos los Pastores que ya no es tiempo de rutinas y programas de hombres. Van a ver el Espíritu Santo que se movía en la Iglesia primitiva, lo van a ver en estos días haciendo prodigios, haciendo milagros, haciendo maravillas, resucitando muertos, el Espíritu Santo es el mismo. Iglesia del Señor, es tiempo de volver a la senda antigua. También dijo el Señor: 17 - Mi pueblo se ha olvidado de alabarme, ya no me alaban, se han olvidado que yo habito en medio de la alabanza. Es tiempo de alabar a Dios. Lo primero que se debe dar a Dios es la alabanza a áquel que vive, áquel que sana, áquel que da la libertad, áquel que salva y tiene poder para darnos vida eterna. Es tiempo de doblar rodillas, es tiempo de ayunar, es tiempo de aclamar a Dios. Y el Señor me dijo: - Aunque el hombre no quiera ni el Diablo no quiera, viene un avivamiento grande para mi pueblo en estos últimos días que vivan en la tierra. Mi Espíritu va a tomar el control, y mi Espíritu va a sacar lo oculto y vergonzoso que queda dentro de mi pueblo. Acompañado de ese avivamiento vuelven los tiempos de Ananias y Zafira por que hay muchos mentirosos dentro de mi pueblo. Iglesia de Jesucristo, salí de aquel lugar y me fui a unas calles de oro preciosas, y me dijo el Señor: - Tócalas por que sí que son de oro, cuando mi siervo Juan dijo que eran de oro era por que son de oro; vete y di a mis hijos que muy pronto van a andar por esas calles de oro, de la mano del dador de la vida. 18 ¡Y qué bueno es andar por esas calles de oro! Vi un trono precioso, veía ángeles, arcángeles, serafines y no cesavan de alabar a áquel que está en el trono. Santo, Santo es el Señor Dios todopoderoso, llenos están los cielos y la tierra de su gloria. Aquel cielo se llenaba de su gloria y de esa alabanza, me dijo el Señor: - Si ellos me alaban quienes son Vds. para no alabarme y glorificar a áquel que murió por Vds. y les dio la vida. Es tiempo de alabar a Dios y levantar manos santas. Es tiempo de glorificar a áquel que vive en medio de la alabanza de su pueblo. Un reino de agua viva salía de aquel trono precioso, de un extremo vi el árbol de la vida, en el otro un arco iris precioso y un mar de cristal. Dije al Señor: - ¿Quién está en el trono? - Mi Padre, Dios, Señor de los ejércitos. Le dije: - Señor, déjame ver al Padre. - No es tiempo todavía. Allí había un Dios poderoso, de allí salían 19 relámpagos, truenos y se oía alabanza, y me dijo el Señor: - ¿Oyes esa alabanza? Yo oía esas alabanzas, y me dijo: - Esos sóis vosotros que váis a venir muy pronto. Miré y vi 7 ángeles con 7 copas de oro, y otros 7 ángeles con 7 trompetas. Esos ángeles me llamaron la atención, y le dije: - Señor ¿y esos ángeles? - Esas copas están llenas de la ira de mi Padre y muy pronto serán derramadas sobre los moradores de la tierra. Pero me dijo unas palabras muy preciosas. Así dijo el Señor: - Cuando esas copas sean derramadas y esas trompetas sean sonadas mi Iglesia ya será arrebatada. No pasará por la tribulación, antes que se manifieste áquel inicuo, ese hombre de pecado. Mi Iglesia escuchará el final del toque de trompeta y nos encontraremos en las nubes. 20 ¡Aleluya! Iglesia del Señor, en aquel momento todavía estaba yo delante de ese trono, pasó un poco de tiempo más y vi como fue levantada la Iglesia del Señor, miles y miles desaparecían. En los hospitales los niños recién nacidos habían desaparecido, los padres buscaban a los hijos, había una desesperación terrible en el mundo, corrían de un lado para otro, oían la noticia por la radio y por la televisión, los periódicos con letras gigantescas en rojo decían, miles y miles han desaparecido, y me dijo el Señor: - Esa noticia va a salir muy pronto, la novia del Cordero es la que detiene los juicios sobre la tierra. Pero vi que cuando la Iglesia del Señor fue arrebatada, en el momento en que desesperado buscaban a los desaparecidos, vi como el hombre de pecado aparecía, diciendo que traía paz e seguridad. La gente se olvidó del gran acontecimiento. Había paz también dinero y comida, trabajo, la gente decía éste es el que viene a arreglar las cosas. Pasó un poco de tiempo más y me dijo el Señor: - Mira. Vi a los ángeles con las 7 copas, era algo horroroso, se vaciaron las 7 copas llenas de la ira de Dios, comenzaron los toques de trompetas 21 y yo me tenía que agarrar al Señor era algo horroroso, era juicio tras juicio sobre los moradores de la tierra, vi un terremoto que países enteros desaparecían, miré y vi una multitud ir a una guillotina ensangrentada, y el Señor me dijo: - Mira todo esto era pueblo mío. No entendí al Señor, pues me decía palabras muy fuertes. - Estos son Pastores. Le dije: - Señor ¿cómo se ha quedado tanto pueblo tuyo en la gran tribulación, cómo hay Pastores si ellos predicaban tu Palabra? Me dijo el Señor: - Sí, ellos predicaban mi Palabra, pero no vivían mi Palabra, hay que predicarla y vivirla. En aquel momento me enseñó otra multitud de Pastores, y me dijo: - Estos ya no predicaban mi Palabra, porque ya no se podía predicar en este siglo que estamos viviendo mi Palabra tal como está escrita, ya no predican mi Palabra a mi 22 pueblo e porque iban con el que diezmaba más, ellos tienen la mira puesta en el dinero. En aquel momento el Señor me dijo unas palabras muy hermosas, dijo: - Vete y diles a mis siervos, yo fui el que les llamé y diles que el dueño del oro y de la plata soy yo que les voy a suplir conforme a mi riqueza en gloria. Hay que predicar la Palabra tal como está, hay muchos que dicen ésta no es la interpretación correcta, no pueden cambiar mi Palabra, tal como está tiene que ser predicada. Dentro de mi pueblo hay adúlteros de mi Palabra. Miré y vi una puerta preciosa. Llegamos a un salón de aquella Jerusalén preciosa, y me dijo el Señor: - Este es el Paraíso. Allí vi los siervos del Señor que anduvieron con él. Yo pregunté: - Señor ¿dónde está Abraham? Yo esperaba ver a un viejecito y se acercó un joven como de unos 25 años. El Señor me dijo: - Este es Abraham, este es el padre de la fe. 23 Allí no había nadie más grande que nadie; allí todos alababan al Señor y le glorifican en aquel cielo precioso. El Señor llamó a una mujer preciosa, como todas las que allí están, y me dijo: - Es María. Ve y di que María no es la reina del cielo, que el Rey del cielo soy yo, EL REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES, el que dice, YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA. Solamente a través de JESUCRISTO se llega al Padre y a ese cielo. Vete y di a esa humanidad que tienen una venda en los ojos, que no hay pulgatorio. Si hubiera uno te lo hubiera enseñado. Está el infierno que te he echo ver, el lago de fuero y la Jerusalén preciosa y el Paraíso. Diles que no hay purgatorio, que es una mentira del hombre y del diablo para ganancia. No hay pulgatorio. Me llevó el Señor a un depósito donde había vestiduras blancas de lino finísimo, le dije: - ¿Y esos vestidos? Me dijo el Señor: - Están preparados porque las van a usar muy pronto en las bodas del Cordero. 24 También había otro depósito de coronas, el Señor dijo: - Son las coronas de la Vida. Llégué a otro lugar donde había un gran libro. Yo no me atrevía a acercarme. Me dijo: - Es el Libro de la Vida. En nigún momento en el Cielo pensé que yo tenía hijos ni marido, y el Señor me dijo: - ¿Qué ves? Yo veía mi congregación, pero el nombre no aparecía en el Libro, busqué pero no aparecía. Veía a los hermanos que cantaban, que predicaban. Le pregunté al Señor: - ¿Por qué el nombre de los hermanos de mi congregación no están? Y me dijo: - Por las acciones malas que ellos hacen en la tierra. Pero vi algo precioso, vi como estos hermanos se reconciliaban con el Señor en la tierra y vi que su nombre aparecía en el Libro de la Vida. 25 Segunda experiencia Voy a pasar a la última experiencia. Cuando celebramos une reunión en mi hogar, éramos como 20 personas. Lo primero que hacemos en la reunión es alabar a Dios, y me di cuenta que según entrábamos en la alabanza venía a ser un pentecostés maravilloso, alabando y glorificando a Dios, recuerdo que la madre de mi marido (que es una mujer muy activa en la obra del Señor) vienne y me dice: - Bernarda, tenemos que parar la alabanza, está prohibido hacer ruido. Era una alabanza como el estruendo de muchas aguas. Yo me levanté para parar la alabanza, pero la voz del Señor me dijo: - Mira no pares la alabanza porque cuando hay bailes o basura en este mundo nadie dice nada. Seguimos alabando al Señor y dándole gloria a 26 El. El curso que tomaba esa alabanza era muy importante. Comprendí que algo grande iba a suceder. Me quedé parada y de repente vinieron las palabras que me dijo el Señor cuando subi al cielo: - Iré por ti y te tomaré y te quedarás conmigo. En seguida comenzé a hablar con mi Señor. Le dije: - No es el tiempo que yo me vaya contigo, tengo para llevar este mensaje a todo tu pueblo para que tu pueblo se prepare. El Señor no me dio respuesta. Vi una luz que llenó toda mi casa como la luz de una pantalla gigantesca, la vimos todos los que estábamos reunidos, todos cayeron postrados bajo el poder del Dios vivo y verdadero. Esa luz crecía y tomó forma y así vi que el Señor estaba allí. Mire a ese Dios glorioso con aquella cara preciosa y serena, ese rostro amoroso, como yo nunca he visto otro igual en la tierra. Se movía por aquella habitación, se acercó a cada hermano. Yo quería despedirme de los que estaban, pues sabía a lo que el Señor venía y cuando quise hablar no me salían las palabras en español, mis palabras eran en otra lengua. El Señor se acercó y cuando me miró, sin decir una 27 sola palabra yo comenzé à salir de mi cuerpo y caí en el suelo y mi espíritu se movía por el aire, podía ver todo lo que pasaba en la habitación. Dos policías llamaron a la puerta y fue mi marido el que abrió, le dijeron: - Queremos entrar, nos dijeron que una mujer había muerto y veníamos a ver que pasa. Mi marido miró mi cuerpo tendido en el suelo y dijo: - No, aquí no ha pasada nada, estamos alabando y glorificando a Dios. Ellos insistían, pero dijeron: - Está bien, alaben más bajo. Y se fueron. El Señor tomó mi mano y fuimos transportados a la República Dominicana. Cuando llegamos a la capital, me dijo el Señor: - Tienes que venir muy pronto a este país, porque hay dos pecados grandes que están delante de mi Padre, es la hechicería y la idolatría. 28 Vi cómo el pueblo iba detras de la hechicería e idolos. Me dijo el Señor: - Antes que tú vengas mi siervo Yiye Avila entrará primero y cuando el salga entrarás tú a llevar este mensaje. Yo no había visto a este hermano para darle el mensaje que el Señor me dio para él, pero ocurió tal y como el Señor me había dicho. Le llevó el Señor a Venezuela, y me dijo que había el mismo pecado que en la República Dominicana. Me dijo el Señor: - Si no se arrepienten vendrá juicio sobre ella. Desde Venezuela fui transportada a Méjico y cuando llegué, me dijo que había el mismo pecado. Me paseaba por Méjico y veía altares para demonios, y me dijo el Señor: - Ya este pecado hiere delante de mi Padre. La primera señal que te doy es que vendrá un terremoto si no se vuelven a mí. Fui a Méjico con este mensaje, les avertí del juicio que viene si no se arrepienten, cuando oí la noticia del terremoto, caí de rodillas y dije al Señor: - Verdaderamente no se han arrepentido, por 29 que tú dijiste que si se volvían a ti no vendrían a juicio. Veía los juicios terribles. Me dijo el Señor: - La mano de mi Padre está extendida sobre los moradores de la tierra, pero no para bien. Vi el mar que se levantaba como un monstruo, con unas olas gigantescas y huracanes terribles. Cuando vi el mar en esas condiciones terribles, porque yo sé que en ese lugar hay muchos cristianos, le pregunté al Señor: - ¿Qué va a pasar con esos hermanos cuando eso suceda? - Ve, y di a mi pueblo que ni un pelo de su cabeza será tocado de áquellos que me son fieles. Me llevó a un lugar y veía grietas terribles en la tierra, y me dijo el Señor: - Muy pronto países serán unidos. Fuimos a otro lugar donde había aguas turbulentas y llegamos al corazon de la tierra. Fuimos a un túnel y vi puertas muy grandes. No eran las puertas de mi primera experiencia, tenían unas cadenas muy grandes. El Señor se acercó y quitó esas cadenas, y me dijo: 30 - Entra. Entramos, parecía que el Señor tenía prisa. Era un túnel muy grande, no se veía el fin. Me quedé quieta por que veía algo horrible, veía a multitudes con vestiduras rotas, los rostros cabizbajos, arrastrando unas enormes cadenas que hacían unos ruidos tremendos. Le pregunté: - ¿Qué es esto Señor? Y me dijo: - Así camina la humanidad hacia el infierno. Yo me movía de un lado para otro, le dije: - Señor tú eres el Dios de la misericordia. Cuando caminaba entre ellos vi un rostro conocido, era el hermano mayor de mi marido. Este hombre sólo se regocijaba en las cosas malas de la tierra, se divorciaba todos los años, y se volvía a casar. Me abracé al Señor y le dije que me dejara ir por unos momentos a la tierra: - ¡No!, Señor déjame ir a avisar a Adolfo que va a caer en el infierno. El Señor no me respondía nada, volví a ver a mi 31 cuñado y su mujer llegar al borde del infierno: - Déjame ir a la tierra a decir que multitudes son los que caen en este lugar. El Señor se paró y oí su voz, levantó su mano, la voz del Señor era un reto: - Vete y diles que se termina el tiempo. Tres veces el Señor dijo se les termina el tiempo. - Miles y miles caerán en el infierno. A Adolfo se le termina el tiempo, va a morir. Adolfo un día vino del trabajo y dijo a su mujer: - Me he venido del trabajo porque no puedo trabajar. Hay algo que me dice que voy a morir. Y la mujer le dijo: - Tu estás borracho como siempre. Se fue a la cama y un minuto más tarde ella se vio caminando por un túnel con su marido con vestidos sucios, y cuando llegaron al final del túnel vio el infierno y allí oyó la voz del Señor que decía: - Se acabó el tiempo. 32 El Señor me dijo: - ¿Sabes por qué te hé traído? porque después de tú primera experiencia se ha doblado el número de los que caen en el infierno. Iglesia de Jesucristo, ya no hay tiempo para nosotros mismos, hay que trabajar y decir a esta humanidad que Cristo viene ya. Salimos a la velocidad de un rayo de lo profundo de la tierra y llegamos al primer cielo, al segundo cielo, cuando llegamos al tercer cielo, vi un movimiento que no vi en mi primera experiencia: yo veía los ángeles de un lado para otro, le dije al Señor: - ¿Por qué hay ese movimiento en el cielo? El Señor me dijo: - Si que hay un movimiento grande, pero te voy a permitir que veas el movimiento grande que hay en la tierra, mira los demonios que invaden la humanidad, los demonios y el Diablo se han lanzado con furia en contra de esta pobre humanidad y en contra de mi pueblo ¿Sabes por qué? porque me queda muy poco tiempo. En ese instante el Señor me hizo ver una multitud de demonios que estaban muy furiosos. Me dijo: 33 - Estos son demonios de adulterio. En estos tiempos estos demonios van a atacar a miles de mis siervos y muchos caerán en ese pecado. Y me dijo el Señor: - No es tiempo de confiar en su propia fuerza. ¿Sabes el hueco grande que está haciendo el Diablo? Es que me roban la gloria a mí y la cogen para ellos y se ponen orgullosos. Ese es el primer pecado, y la gloria siempre tiene que ser para mí. Y el segundo agujero que el Diablo está haciendo es en los hogares de ministros del evangelio, hay un abandono muy grande espiritual en sus hogares, las mujeres de siervos de Dios no han sabido edificar la casa con la sabiduría de la mujer sabia. Hay un movimiento muy grande de demonios, pero hay también un movimiento grande en el cielo equipados para la batalla. El Señor me hizo ver un ejército muy grande que era imposible de contar, y me dijo: - Ahora mismo esta multitud de ángeles la mando a la tierra y cuidarán de vosotros, se ha doblado la guardia de estos últimos días. Si tú estás abrazado en Cristo, nada te puede pasar. 34 El Señor me llevó al depósito donde estaban las coronas, las coronas ya no estaban en el depósito y pregunté al Señor dónde estaban las coronas. No tuve respuesta. LLegamos también donde estaban los vestidos de lino finisimo, le hice al Señor la misma pregunta y tampoco me dio contestación. Me llevó el Señor a otro lugar y vi una mesa inmensa. La miré, era larguísima; había sillas de oro alrededor; en cada silla había un nombre escrito. En mi primera experiencia también las vi pero los vestidos no estaban sobre las sillas. Ya está todo preparado, muy pronto vamos a ir a celebrar una cena con EL EY DE REYES Y SEÑOR de SEÑORES. ¡Gloria a Dios! ¡Qué maravillas!, en aquel momento vi una silla muy grande y enfrente de la silla una copa muy grande. Me dijo el Señor: - Acércate. Miré dentro de la copa, la copa estaba servida. Miré al Señor y le dije: - ¿Por qué todo está servido? - ¿Sabes por qué?, vete y di a mi pueblo que no es que vengo pronto, sino que vengo ya. En ese momento me dijo: 35 - He levantado a mi siervo allí en la tierra (me hablaba de Yiye Avila), no es un predicador cualquiera, lo he levantado como profeta, así como Juan el Bautista preparó el camino, así él preparaba el camino para mi venida. Ve y di a mi siervo que no diga que Cristo viene, si no que está aquí. Cogió un vestido de lino finísimo y me dijo: - Póntelo. Y me dio una corona para que me la pusiera y así me llevó a una pantalla (que yo le llamo el espejo de Dios) me cigió de la mano, fuimos al espejo y me dijo: - No hay mancha ¿no es verdad? ¿tampoco arruga? Yo le dije: - No Señor. - Nadie que no tenga este vestido no podrá entrar por esa puerta, ni sentarse en esa mesa. Hay muchos que lo tienen manchado allí en la tierra, hay muchos que lo tienen arrugado, y hay muchos de mi pueblo que lo tiene guardado. Di a mi pueblo que ya es tiempo de que se pongan el vestido, que ya es tiempo que los que lo tienen manchado pidan 36 de limpiar ese vestido, ya es tiempo de planchar el que lo tiene arrugado, comenzé a clamar a Dios ¿qué quiere que no haga? Y dijo el Señor: - Aquí muy pronto vamos a celebrar la Cena en el reino de mi Padre. Me cogió de la mano y llegamos al Paraiso. En mi primera experiencia el Señor me hizo una promesa. Soy de una familia de divorciados, yo viví con mi padre, mi madre es una mujer religiosa y mi padre un ateo. Tengo una hermana monja y sé que ella dejará el convento y predicará a Jesús juntamente conmigo. Yo dije al Señor: - Mi madre se va a perder en ese estado de religiosidad, yo le ha hablado tanto del Señor y no me escuchaba, si no que se agarraba más que nunca a la idolatría. Pero me dijo: - Voy a salvar a tú madre, pero me la voy a traer enseguida por que no va a perseverar en la salvación. De la primera experiencia pasaron años, yo lloraba y oraba por ella pidiendo su salvación, porque ella cada día era más idólatra, recordaba 37 el Senor la promesa que me había hecho. El Señor utilizó a mi hijo Germán, el niño tiene ahora 8 años y hace 4 que murió mi madre. El niño la presentó a Jesús, y así la llevó a la salvación y mi madre dio su vida al Señor. Mi madre moría 3 días más tarde. Cuando llegué al Paraíso, me dijo: - Mira, lo que yo hablo lo cumplo. Me enseño a mi madre entre otras mujeres. - Mira a tu madre. La pude conocer. Esperan que el número de la Iglesia sea completo y sea arrebatada. Iglesia del Señor, el Señor me llevó a otro lugar donde vi multitudes de niños vestidos de blanco que alababan y glorificaban al Señor, y me dijo: - Mira todos estos niños que han abortado en estos últimos tiempos, que médicos y madres asesinos matan día tras día, que se encuentran en la basura, en los rios. ¡Pero que Dios maravilloso tenemos!. Dijo el Señor: - No es como creen muchos que no tienen vida, pero desde el instante que la mujer cae en cinta ya tienen vida. 38 Me dijo el Señor: - Trabaja muy deprisa y con mucha rapidez, no hay descanso, trabaja, yo soy tu fuerza, este mensaje tiene que ser llevado al mundo entero, este mensaje es para todos, incluyéndo a ti, incluyendo a Pastores. Aquel que esté limpio se limpie más. En aquel momento se abrieron las puertas del Cielo y pusieron una escalera preciosa. El Señor llamó a una multitud de ángeles y el mismo Señor que vino por mi espíritu regresaba con mi espíritu. Entramos en mi casa. Allí estaba mi marido y los hermanos que esperaban el regreso de mi espíritu. El Señor hizo algo en esos hermanos. Cuando vi mi cuerpo tenía los ojos hundidos, los labios hinchados. Dije al Señor: - Yo no entro en ese cuerpo tan feo, quiero irme contigo. - No es tiempo de venir conmigo, tienes que llevar este mensaje para qui mi pueblo se prepare. El Señor me dijo con voz poderosa: - Entra y recibe vida. Mi espíritu comenzó a moverse en la habitación, porque esta orden no era dada por un hombre 39 cualquiera, ni por un profeta cualquiera, esta orden fue dada por el dador de la Vida. Se paró al lado de mi cuerpo y me volvío a decir: - Entra y recibe vida. Esta voz poderosa retumbó y dijo: YO SOY LA RESURECCION Y LA VIDA Y AQUEL QUE CREE EN MI AUNQUE ESTE MUERTO VIVIRA. ENTRA Y RECIBE VIDA. 40 ¡Muy importante! "El pecado de Adán trajo maledición sobre la tierra y ahi vivimos actualmente. Todo el que nace en la actualidad nace bajo esa terrible maldición. La muerte, trágico salario del pecado, se cierne sobre el hombre. Millones se han perdido en estos seis mil años de la creación del hombre. "Dios, en Su amor, obró rendición para el ser humano al enviar a Cristo a morir para toda la humanidad. La muerte expiatoria de Cristo en la cruz quitó la maldición terrible y la sentencia de muerte que viene por el pecado. Solo por Cristo podemos escapar del juicio decretado para todo pecador. "Ven a Cristo y sálvate, pues no podra escapar ningún pecador a menos que venga a Cristo y se lave en la Sangre bendita que Él vertió y que limpia el pecado." Yiye Avila Acepta a Cristo Jesús hoy como tu Salvador y Señor, sino lo has echo. El limpiará tu alma de pecado y te dará la Vida Eterna. Pues, "si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Jn 1:9). 41