dos viajes

Anuncio
Bernarda FERNANDEZ
Dos viajes con
JESUCRISTO
en lo más profundo
de la tierra y
a lo más alto del cielo
Editions
Parole de Vie
B.P. 3
30920 CODOGNAN
(France)
1
© 1994 Editions
Parole de Vie
ISBN 2-909100-11-1
Si vd desea realizar alguna consulta,
puede escribir directamente a:
Bernarda FERNANDEZ
c/o "FE EN MARCHA"
P.O. Box 949, CAMUY
PUERTO-RICO, 006.27
(U.S.A.)
Anoune BERNARD-MAUGIRON
30 Chemin de Laprat
26000 VALENCE
(Francia)
Soledad SAN FRANCISCO
Antonio Zamora 89
28011 MADRID
(España)
2
Primera experiencia
Mi marido tenía que ir al trabajo, pero me dijo:
- No voy a ir hoy a mi trabajo, tú no estás bien.
Yo le dije:
- Vete, yo no estoy sola.
Yo no me quedé sola, el Señor estaba conmigo.
Llegó el momento decisivo que le llega a cada
persona. Sentí la muerte muy cerca de mí. Me
levanté de la cama y llamé a mis seres queridos,
llamé a mi suegra y le dije:
- Mira, te llamo por que me estoy muriendo.
Ella me dijo, vas a recibir una bendición muy
grande de la parte de Dios. Llamé a otros
hermanos de la congregación y me dijeron las
mismas palabras y tambien me dijeron:
- Levántate de la cama y alaba a Dios,
glorificale.
3
Yo les dije, no tengo fuerzas ni para levantarme.
Pero clamé al Señor y al decirle:
- Señor, tú eres mi fuerza.
Le pedía al Señor que me ayudara. Me levanté y
vi que me tambaleaba, las piernas no podían
sostenerme, comprendí que era el momento
decisivo de partir con mi Señor.
Recuerdo que mis palabras eran muy bajas,
pero mi espíritu clamaba al dador de la Vida:
- ¡Ven, Señor Jesús, ven Señor, tu eres real!
En aquel momento mi habitación se llenó de luz
y como un fuego que ardía. Se me fue el temor.
Comprendí que esa luz y ese fuego no eran
terrestres, sino celestes. Y vi ángeles que
descendián y se paseaban en mi habitación. Les
oía claramente hablar entre ellos y caminar en
mi cuarto. Iban de un lado para otro. Tenemos
ángeles que nos guardan, del Dios del cielo. Yo
seguía clamando al Señor y al dador de la Vida.
De repente vi que una persona preciosa entraba
por la ventana. Era más preciosa que los ángeles,
más que los arcángeles.
Era alto, fuerte, jamás he visto estatura de
hombre igual en la tierra, estaba vestido todo de
blanco. Tenía un cinturón de oro en la cintura y
4
une escritura de oro en el pecho, que decía FIEL
Y VERDADERO. Calzaba sandalias, su pelo era
rizado y como fuego. Era como blanca lana.
Brillaba como el sol cuando brilla en plenitud.
Sus ojos eran como llama de fuego, pero en ese
rostro se veía un amor dulce. Un rostro amoroso,
allí llegaba el Rey de reyes y el Señor de señores.
Mi cuerpo comenzó a temblar. Por que delante
de Dios tiembla la tierra. Mi cabeza caía por
tierra, pero oía sus pasos seguros que se
acercaban. Llegó junto a mí y levanto mi cabeza
me dijo:
- Yo soy Jesús.
Caí como muerta fuera de mi cama. En mi
habitación no había nadie, sino Jesús, los ángeles
y yo. Cuando desperté estaba en mi cama y el
Señor sentado al lado derecho de la cama, el Rey
de reyes y Señor de señores. Mi cuerpo inmóvil
y los ojos muy abiertos, yo miraba esos ángeles
y ese Dios verdadero. Me dijo:
- No temas, yo soy Jesús que murió por tí.
Mira marcas en mis manos, todavía les tengo
por tí. He bajado de mi trono de gloria porque
tengo que hablar contigo. Hay muchas cosas
en tu vida que me tienes que entregar. Hay
pereza en tí, hay ira en tí. Todas estas cosas
hacen mucho mal a mi pueblo. No es el 50%
5
ni el 95% si no el 100%. Vuestros vestidos
tienen que estar blancos si queréis entrar en
el reino de los Cielos. Tenéis que ser santos
porque el que os ha llamado es Santo. Mira he
venido para que vengas conmigo ha hacer un
viaje.
Le dije:
- Señor, ¿es el viaje misionero que tengo que
hacer?
Y me dijo, no. Lo más precioso es que me cogió
de la mano. Me levantó y me hablaba como se
habla a un amigo, como se habla a un hermano.
Me llevó hacia la ventana. Mis ventanas dan a la
ciudad de Nueva York. Miré el rostro maravilloso
del Señor y vi que se ponía triste y comenzó a
llorar. Y me dijo:
- Se predica mucho mi palabra, pero no
quieren oír mi palabra, ya el pecado de esta
ciudad ha llegado delante de mi Padre.
Y volvió a repetir las mismas palabras:
- Se predica mucho mi palabra, pero no
quieren oír mi palabra.
Vi los homosexuales y entre ellos alcaldes y
gobernantes muy en armonía con ellos, y me
dijo el Señor:
6
- Es otra Sodoma. Vivo yo, que los juicios de
mi Padre caerán pronto sobre ella.
Yo caí llorando y me dijo:
- No temas, porque cuando estos juicios
caigan sobre la tierra mi Iglesia ya no estará
en la tierra.
Y me llevó a mi cama y me dijo:
- Te llevaré a otro viaje.
Le volví a preguntar si era el viaje misionario, y
me dijo:
- No.
Me dio el nombre de un hermano de mi
congregación y me dijo:
- Llámale y dile que tu espíritu va a salir, que
no te lleven a las autoridades ni a los hospitales
ni a la funeraria y que digan a tu marido que
confíe en mí, porque el que cree en mí aunque
esté muerto vivirá.
De repente me dijo:
- Ven.
Extendió su mano y en ese momento sentí un
7
dolor terrible en mi cuerpo. Saltaba del dolor,
tanto que se retorcía, pero de repente vi que otro
cuerpo salía de este cuerpo. Un cuerpo vestido
de blanco, un cuerpo como el del Señor,
resplandeciente, y me dijo el Señor:
- Mira, éste es el cuerpo que muy pronto
tendrá mi pueblo.
Comprendí que tenía fuerzas para salir por los
muros, y me vi cogida de la mano del Señor, y me
dijo:
- Mira.
Volví la cabeza. Allí estaba mi cuerpo sin el
espíritu y me dijo:
- Eso para nada sirve, es polvo y al polvo ha
de volver. Esto es lo que me pertenece, el
espíritu que di al hombre.
Yo creía que me llevaría al cielo, pues tenía la
seguridad de mi salvacíon. Bajamos por un
túnel al corazón de la tierra y cuando nos
acercamos a ese lugar era mal oliente y de
horror. Me volví al Señor:
- Yo no quiero ir a ese lugar.
Con voz fuerte me dijo:
8
- Es necesario que vayas allí primero, es
necesario que tú veas lo que hay en ese lugar.
Entramos y era muy oscuro y oía unos quejidos,
experimenté lo que dice la Palabra del Señor,
esos quejidos ¡Oh Iglesia del Señor!, nunca
podré olvidar. Hermanos cuando llegamos al
final del túnel nos sentamos en una roca y me
dijo el Señor:
- Mira.
Mire, y delante de mí tenía ese espectáculo
terrible del infierno. Esos cuerpos lastimados
con alaridos terribles. Allí no hay nadie para
nadie, allí sólo hay lloro, lamentación, este
infierno es tan real, no es un cuento de hadas ni
una invención de la Iglesia del Señor. Es un
infierno real. Sólo se oía decir:
`
- ¡Ay, ay, ay, esto es para siempre!
Sólo hay dolor y odio por los siglos de los siglos.
Me volví al Señor y le dije:
- ¿Hay alguien de mi familia aquí?
Respondió el Señor:
- No voy a permitir que veas a nadie de tu
familia aquí.
9
Y sabes ¿por qué Iglesia del Señor?, porque
predicamos a todos y a mamá y a papá no les
predicamos porque tenemos miedo a que se
enfaden; pero es mejor que se enfaden y que no
vayan a ese lugar de tormento. Le volví a decir al
Señor:
- ¿Hay alguien de mi familia aquí?
No me dio respuesta, y le dije:
- ¿Hay alguien que yo conozco?
Me dijo:
- Sí, y voy a permitir que le veas.
Vi a un joven subir de esa profundidad. Era
Alejandro, un joven. Estando en una campaña
que mi marido y yo dábamos en la República
Dominicana, estando en la campaña oí la voz del
Señor que me dijo:
- Levántate por allí, va Alejandro, dile que le
doy la últime oportunidad.
Cuando yo dije esto a Alejandro, me dijo:
- Mira que sóis locos, vais por ahí diciendo
que Jesús viene, yo no creo que eso sea
verdad, y se burlaba, y se burlaba.
10
Pero Dios da vida y la quita cuando quiere. Le
dije:
- Tú vas a morir muy pronto.
Me dijo:
- Mira lo joven que estoy para morir, me
queda una larga vida en la tierra.
Este Alejandro que vi en infierno moría dos
semanas más tarde a consecuencia de una
borrachera, y los borrachos, dice el Señor, no
entran en el reino de Dios. Me sorprendió mucho
algo que vi en Alejandro dos enormes gusanos
que le atacaban, y le oía decir con voz de
tormento:
- ¡Ay, ay!
Me conoció y me dijo:
- Yo desprecié esa oportunidad, pero ve a mi
casa y di a mi familia que no vengan a este
lugar.
Es tiempo de Iglesia de Jesucristo, que tú hables
a tu familia, que hables en tu trabajo y donde
quiera que tú vayas. Que digas que Jesús liberta
y salva. El Señor me dijo:
11
- Quiero que veas algo más.
Me enseño una multitud de gente atormentada,
y me dijo:
- Parte de esta multitud un día me conocieron,
hay muchos que vagan por las calles
descarriados, pero yo os quiero decir,
hermanos queridos, que el camino del cielo
es estrecho y se va a hacer más estrecho
todavía. Van a venir pruebas, váis a ser
probados como el oro, pero no temáis, yo voy
delante de vosotros como poderoso gigante.
Le volví a preguntar si en esa multitud había
gente de su pueblo. Me dijo:
- Sí, y sabes por qué perdieron la salvación,
por el mal testimonio que daban en la tierra.
Hay muchos que sólo dan buen testimonio
cuando están en las cuatro paredes de la
Iglesia, cuando están delante del pastor o
cuando están delante de sus padres, pero que
equivocados están, los ojos de mi Padre
saben donde van, oye sus palabras, donde
quiera que estén allí están los ojos de mi
Padre. Perdieron la salvación por que no se
comportaron como creyentes. Dile a mi pueblo
que ya es tiempo de que vivan irreprensibles
delante de mi Padre y delante del Diablo y del
mundo. El Diablo no tenga que acusar a mi
12
pueblo, el mundo no tenga que señalar a mi
pueblo.
Tambien me dijo:
- Hay muchos en mi pueblo que el Diablo
acusa, que el mundo acusa, porque hay mucho
que acusar, y es tiempo de vivir irreprensibles,
ya es tiempo de decir a esta carne, no, y
decirle, Señor que yo mengüe y que tú crezcas
en mí.
Llegamos a otro lugar y vi un lago que ardía,
también olía mal. Me dijo el Señor:
- ¿Ves eso que hay allí? Ese es el lago de fuego
de azufre que ya está preparado para el Diablo
y el falso profeta y el anticristo. Eso no lo
preparé para el hombre, pero allí irán los que
no me acepten como salvador, y aquéllos que
no cumplan mi palabra.
De repente via al Señor llorar, me dijo:
- Más son los que se pierden que los que van
al cielo.
Me hizo ver cuántos caían por minutos en el
infierno. El Señor me repetía:
- Cuantos caen por minutos en el infierno y
mi Iglesia duerme.
13
De nuevo volvió cerca del lago y me dijo:
- Mira mi Iglesia que tiene mi poder, que tiene
mi palabra, que tiene el Espíritu, está dormida,
perezosa, cansada. Hay religiones de Diablo
en la tierra, que andan diciendo que no hay
infierno y están mandando a muchos a este
lugar. Vete y diles que aunque millares en la
tierra aseguren que no hay infierno, diles que
es real.
Yo me encontraba muy lejos de ese jugar, pero
sentía el calor que llegaba hasta mí. Comenzamos
a subir de las profundidades de la tierra, llegamos
a un cielo y comenzamos a subir a otre, allí el
Señor me mostró el sol y las estrellas, y me dijo:
- Mira las estrellas, yo las llamo por su
nombre.
¡Cuán grandes y maravillosas son las obras de
nuestro Dios!
- ¿Ves el sol?, solo mi palabra hace que
alumbre a buenos y malos. Pero llegará el dia
que no alumbrará mas, todo será tinieblas.
Llegamos subiendo al tercer cielo. Ese es el cielo
de Dios, si lloraba cuando bajé a lo profundo de
la tierra, allí en el cielo de Dios me quedé
maravillada. Delante de mí había una ciudad
14
maravillosa, que no ha sido edificada por manos
de hombres, sino por el Rey de reyes y Señor
de señores.
Miraba unos muros altos hechos de oro con
piedras preciosas, con 12 puertas de perlas, en
cada puerta había un ángel parado, en cada
puerta estaba escrito los nombres de las 12
tribus de Israel. Yo creía que no me iban a dejar,
y me miró el Señor y me dijo:
- ¿Quieres entrar?
- Si Señor, yo quiero entrar.
Y me dijo:
- Entra, porque yo soy la puerta.
En aquel momento entré por una puerta preciosa
y vi un jardín de flores preciosas y me dijo el
Señor:
- ¿Quieres entrar en ese jardín? Entra, eso lo
tengo preparado para tí y para mi pueblo.
Entré en aquel jardín y cortaba flores y hacia
ramilletes de esas flores, yo corría por ese jardín
como una niña y cortaba flores de todos los
colores, su perfume era formidable. En ese
momento el Señor llamó a alguien con voz
15
poderosa y se acercó un ángel fuerte y precioso,
y me dijo:
- Mira, éste es Miguel. Este es el que manda
mi ejército.
En aquel momento vi un ejército poderoso a
caballo, y dijo el Señor:
- No es un ejército de hombres, es el ejército
de mi Padre; ese ejército está a la disposición
de mi pueblo. No deben temer, más son los
que están con Vds. que los que estan con
ellos.
¡Gloria a Dios! Me presentó otro angel, y me dijo,
ese es el mensajero de mi pueblo, y me dijo algo
que me gustó mucho, me dijo el Señor:
- Todavía Gabriel lleva mensaje a mi pueblo.
Mira yo soy el Dios de Abraham, el Dios de
Moisés, el Dios de Elías, el que hacía caer
fuego del cielo. Yo no he cambiado, soy el
mismo. Sóis vosotros los que habéis cambiado,
vosotros tenéis un Dios mediocre, un Dios
limitado, pero yo soy un Dios poderoso que
hizo los cielos y la tierra, y es a ese Dios que
Vds. sirven. Te voy a enseñar cuál es la
condición de mi pueblo en estos días.
Miré y vi la Iglesia del Señor débil y temblando,
y me preguntó:
16
- ¿Es que tú crees que puedo levantar una
Iglesia así? La Iglesia que voy a levantar es
una Iglesia gloriosa, sin mancha y sin arruga.
Hay mentira entre mi pueblo, hay poco amor,
mi pueblo está dividido. Te enseñé la
condición de mi pueblo en estos últimos
días, te voy a enseñar cómo anduvo la Iglesia
primitiva.
Era como si en ese momento yo me encontrara
entra ella. Era una Iglesia gloriosa, era una
Iglesia de ayuno, era una Iglesia de oración, era
una Iglesia que predicaba con poder la Palabra,
no tenía miedo de predicar el Evangelio del
Señor.
- ¿Por qué creen que yo he cambiado? ¿Por
qué creen que mi Espíritu ha cambiado? El
fallo más grande de mi pueblo es que han
entrado en rutinas y programas de hombres
y se han olvidado que el programa lo trae el
Espíritu de arriba. Vete y di a mis siervos los
Pastores que ya no es tiempo de rutinas y
programas de hombres. Van a ver el Espíritu
Santo que se movía en la Iglesia primitiva, lo
van a ver en estos días haciendo prodigios,
haciendo milagros, haciendo maravillas,
resucitando muertos, el Espíritu Santo es el
mismo. Iglesia del Señor, es tiempo de volver
a la senda antigua.
También dijo el Señor:
17
- Mi pueblo se ha olvidado de alabarme, ya no
me alaban, se han olvidado que yo habito en
medio de la alabanza. Es tiempo de alabar a
Dios. Lo primero que se debe dar a Dios es la
alabanza a áquel que vive, áquel que sana,
áquel que da la libertad, áquel que salva y
tiene poder para darnos vida eterna. Es tiempo
de doblar rodillas, es tiempo de ayunar, es
tiempo de aclamar a Dios.
Y el Señor me dijo:
- Aunque el hombre no quiera ni el Diablo no
quiera, viene un avivamiento grande para mi
pueblo en estos últimos días que vivan en la
tierra. Mi Espíritu va a tomar el control, y mi
Espíritu va a sacar lo oculto y vergonzoso que
queda dentro de mi pueblo. Acompañado de
ese avivamiento vuelven los tiempos de Ananias y Zafira por que hay muchos mentirosos
dentro de mi pueblo.
Iglesia de Jesucristo, salí de aquel lugar y me fui
a unas calles de oro preciosas, y me dijo el
Señor:
- Tócalas por que sí que son de oro, cuando mi
siervo Juan dijo que eran de oro era por que
son de oro; vete y di a mis hijos que muy
pronto van a andar por esas calles de oro, de
la mano del dador de la vida.
18
¡Y qué bueno es andar por esas calles de oro!
Vi un trono precioso, veía ángeles, arcángeles,
serafines y no cesavan de alabar a áquel que
está en el trono. Santo, Santo es el Señor Dios
todopoderoso, llenos están los cielos y la tierra
de su gloria. Aquel cielo se llenaba de su gloria
y de esa alabanza, me dijo el Señor:
- Si ellos me alaban quienes son Vds. para no
alabarme y glorificar a áquel que murió por
Vds. y les dio la vida. Es tiempo de alabar a
Dios y levantar manos santas. Es tiempo de
glorificar a áquel que vive en medio de la
alabanza de su pueblo.
Un reino de agua viva salía de aquel trono
precioso, de un extremo vi el árbol de la vida, en
el otro un arco iris precioso y un mar de cristal.
Dije al Señor:
- ¿Quién está en el trono?
- Mi Padre, Dios, Señor de los ejércitos.
Le dije:
- Señor, déjame ver al Padre.
- No es tiempo todavía.
Allí había un Dios poderoso, de allí salían
19
relámpagos, truenos y se oía alabanza, y me dijo
el Señor:
- ¿Oyes esa alabanza?
Yo oía esas alabanzas, y me dijo:
- Esos sóis vosotros que váis a venir muy
pronto.
Miré y vi 7 ángeles con 7 copas de oro, y otros 7
ángeles con 7 trompetas. Esos ángeles me
llamaron la atención, y le dije:
- Señor ¿y esos ángeles?
- Esas copas están llenas de la ira de mi Padre
y muy pronto serán derramadas sobre los
moradores de la tierra.
Pero me dijo unas palabras muy preciosas. Así
dijo el Señor:
- Cuando esas copas sean derramadas y esas
trompetas sean sonadas mi Iglesia ya será
arrebatada. No pasará por la tribulación, antes
que se manifieste áquel inicuo, ese hombre
de pecado. Mi Iglesia escuchará el final del
toque de trompeta y nos encontraremos en
las nubes.
20
¡Aleluya! Iglesia del Señor, en aquel momento
todavía estaba yo delante de ese trono, pasó un
poco de tiempo más y vi como fue levantada la
Iglesia del Señor, miles y miles desaparecían. En
los hospitales los niños recién nacidos habían
desaparecido, los padres buscaban a los hijos,
había una desesperación terrible en el mundo,
corrían de un lado para otro, oían la noticia por
la radio y por la televisión, los periódicos con
letras gigantescas en rojo decían, miles y miles
han desaparecido, y me dijo el Señor:
- Esa noticia va a salir muy pronto, la novia
del Cordero es la que detiene los juicios sobre
la tierra.
Pero vi que cuando la Iglesia del Señor fue
arrebatada, en el momento en que desesperado
buscaban a los desaparecidos, vi como el hombre de pecado aparecía, diciendo que traía paz e
seguridad. La gente se olvidó del gran
acontecimiento. Había paz también dinero y
comida, trabajo, la gente decía éste es el que
viene a arreglar las cosas.
Pasó un poco de tiempo más y me dijo el Señor:
- Mira.
Vi a los ángeles con las 7 copas, era algo
horroroso, se vaciaron las 7 copas llenas de la
ira de Dios, comenzaron los toques de trompetas
21
y yo me tenía que agarrar al Señor era algo
horroroso, era juicio tras juicio sobre los
moradores de la tierra, vi un terremoto que
países enteros desaparecían, miré y vi una
multitud ir a una guillotina ensangrentada, y el
Señor me dijo:
- Mira todo esto era pueblo mío.
No entendí al Señor, pues me decía palabras
muy fuertes.
- Estos son Pastores.
Le dije:
- Señor ¿cómo se ha quedado tanto pueblo
tuyo en la gran tribulación, cómo hay Pastores
si ellos predicaban tu Palabra?
Me dijo el Señor:
- Sí, ellos predicaban mi Palabra, pero no
vivían mi Palabra, hay que predicarla y vivirla.
En aquel momento me enseñó otra multitud de
Pastores, y me dijo:
- Estos ya no predicaban mi Palabra, porque
ya no se podía predicar en este siglo que
estamos viviendo mi Palabra tal como está
escrita, ya no predican mi Palabra a mi
22
pueblo e porque iban con el que diezmaba
más, ellos tienen la mira puesta en el dinero.
En aquel momento el Señor me dijo unas palabras muy hermosas, dijo:
- Vete y diles a mis siervos, yo fui el que les
llamé y diles que el dueño del oro y de la plata
soy yo que les voy a suplir conforme a mi
riqueza en gloria. Hay que predicar la Palabra
tal como está, hay muchos que dicen ésta no
es la interpretación correcta, no pueden
cambiar mi Palabra, tal como está tiene que
ser predicada. Dentro de mi pueblo hay
adúlteros de mi Palabra.
Miré y vi una puerta preciosa. Llegamos a un
salón de aquella Jerusalén preciosa, y me dijo el
Señor:
- Este es el Paraíso.
Allí vi los siervos del Señor que anduvieron con
él. Yo pregunté:
- Señor ¿dónde está Abraham?
Yo esperaba ver a un viejecito y se acercó un
joven como de unos 25 años. El Señor me dijo:
- Este es Abraham, este es el padre de la fe.
23
Allí no había nadie más grande que nadie; allí
todos alababan al Señor y le glorifican en aquel
cielo precioso.
El Señor llamó a una mujer preciosa, como
todas las que allí están, y me dijo:
- Es María. Ve y di que María no es la reina del
cielo, que el Rey del cielo soy yo, EL REY DE
REYES Y SEÑOR DE SEÑORES, el que dice,
YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA.
Solamente a través de JESUCRISTO se llega
al Padre y a ese cielo.
Vete y di a esa humanidad que tienen una
venda en los ojos, que no hay pulgatorio. Si
hubiera uno te lo hubiera enseñado. Está el
infierno que te he echo ver, el lago de fuero
y la Jerusalén preciosa y el Paraíso. Diles que
no hay purgatorio, que es una mentira del
hombre y del diablo para ganancia. No hay
pulgatorio.
Me llevó el Señor a un depósito donde había
vestiduras blancas de lino finísimo, le dije:
- ¿Y esos vestidos?
Me dijo el Señor:
- Están preparados porque las van a usar muy
pronto en las bodas del Cordero.
24
También había otro depósito de coronas, el
Señor dijo:
- Son las coronas de la Vida.
Llégué a otro lugar donde había un gran libro. Yo
no me atrevía a acercarme. Me dijo:
- Es el Libro de la Vida.
En nigún momento en el Cielo pensé que yo
tenía hijos ni marido, y el Señor me dijo:
- ¿Qué ves?
Yo veía mi congregación, pero el nombre no
aparecía en el Libro, busqué pero no aparecía.
Veía a los hermanos que cantaban, que
predicaban. Le pregunté al Señor:
- ¿Por qué el nombre de los hermanos de mi
congregación no están?
Y me dijo:
- Por las acciones malas que ellos hacen en la
tierra.
Pero vi algo precioso, vi como estos hermanos se
reconciliaban con el Señor en la tierra y vi que
su nombre aparecía en el Libro de la Vida.
25
Segunda experiencia
Voy a pasar a la última experiencia.
Cuando celebramos une reunión en mi hogar,
éramos como 20 personas. Lo primero que
hacemos en la reunión es alabar a Dios, y me di
cuenta que según entrábamos en la alabanza
venía a ser un pentecostés maravilloso, alabando
y glorificando a Dios, recuerdo que la madre de
mi marido (que es una mujer muy activa en la
obra del Señor) vienne y me dice:
- Bernarda, tenemos que parar la alabanza,
está prohibido hacer ruido.
Era una alabanza como el estruendo de muchas
aguas. Yo me levanté para parar la alabanza,
pero la voz del Señor me dijo:
- Mira no pares la alabanza porque cuando
hay bailes o basura en este mundo nadie dice
nada.
Seguimos alabando al Señor y dándole gloria a
26
El. El curso que tomaba esa alabanza era muy
importante. Comprendí que algo grande iba a
suceder. Me quedé parada y de repente vinieron
las palabras que me dijo el Señor cuando subi al
cielo:
- Iré por ti y te tomaré y te quedarás conmigo.
En seguida comenzé a hablar con mi Señor. Le
dije:
- No es el tiempo que yo me vaya contigo,
tengo para llevar este mensaje a todo tu
pueblo para que tu pueblo se prepare.
El Señor no me dio respuesta. Vi una luz que
llenó toda mi casa como la luz de una pantalla
gigantesca, la vimos todos los que estábamos
reunidos, todos cayeron postrados bajo el poder
del Dios vivo y verdadero.
Esa luz crecía y tomó forma y así vi que el Señor
estaba allí. Mire a ese Dios glorioso con aquella
cara preciosa y serena, ese rostro amoroso,
como yo nunca he visto otro igual en la tierra. Se
movía por aquella habitación, se acercó a cada
hermano. Yo quería despedirme de los que
estaban, pues sabía a lo que el Señor venía y
cuando quise hablar no me salían las palabras
en español, mis palabras eran en otra lengua. El
Señor se acercó y cuando me miró, sin decir una
27
sola palabra yo comenzé à salir de mi cuerpo y
caí en el suelo y mi espíritu se movía por el aire,
podía ver todo lo que pasaba en la habitación.
Dos policías llamaron a la puerta y fue mi
marido el que abrió, le dijeron:
- Queremos entrar, nos dijeron que una
mujer había muerto y veníamos a ver que
pasa.
Mi marido miró mi cuerpo tendido en el suelo y
dijo:
- No, aquí no ha pasada nada, estamos alabando
y glorificando a Dios.
Ellos insistían, pero dijeron:
- Está bien, alaben más bajo.
Y se fueron.
El Señor tomó mi mano y fuimos transportados
a la República Dominicana. Cuando llegamos a
la capital, me dijo el Señor:
- Tienes que venir muy pronto a este país,
porque hay dos pecados grandes que están
delante de mi Padre, es la hechicería y la
idolatría.
28
Vi cómo el pueblo iba detras de la hechicería e
idolos. Me dijo el Señor:
- Antes que tú vengas mi siervo Yiye Avila
entrará primero y cuando el salga entrarás tú
a llevar este mensaje.
Yo no había visto a este hermano para darle el
mensaje que el Señor me dio para él, pero ocurió
tal y como el Señor me había dicho.
Le llevó el Señor a Venezuela, y me dijo que
había el mismo pecado que en la República
Dominicana. Me dijo el Señor:
- Si no se arrepienten vendrá juicio sobre ella.
Desde Venezuela fui transportada a Méjico y
cuando llegué, me dijo que había el mismo
pecado. Me paseaba por Méjico y veía altares
para demonios, y me dijo el Señor:
- Ya este pecado hiere delante de mi Padre. La
primera señal que te doy es que vendrá un
terremoto si no se vuelven a mí.
Fui a Méjico con este mensaje, les avertí del
juicio que viene si no se arrepienten, cuando oí
la noticia del terremoto, caí de rodillas y dije al
Señor:
- Verdaderamente no se han arrepentido, por
29
que tú dijiste que si se volvían a ti no vendrían
a juicio.
Veía los juicios terribles. Me dijo el Señor:
- La mano de mi Padre está extendida sobre
los moradores de la tierra, pero no para bien.
Vi el mar que se levantaba como un monstruo,
con unas olas gigantescas y huracanes terribles. Cuando vi el mar en esas condiciones
terribles, porque yo sé que en ese lugar hay
muchos cristianos, le pregunté al Señor:
- ¿Qué va a pasar con esos hermanos cuando
eso suceda?
- Ve, y di a mi pueblo que ni un pelo de su
cabeza será tocado de áquellos que me son
fieles.
Me llevó a un lugar y veía grietas terribles en la
tierra, y me dijo el Señor:
- Muy pronto países serán unidos.
Fuimos a otro lugar donde había aguas
turbulentas y llegamos al corazon de la tierra.
Fuimos a un túnel y vi puertas muy grandes. No
eran las puertas de mi primera experiencia,
tenían unas cadenas muy grandes. El Señor se
acercó y quitó esas cadenas, y me dijo:
30
- Entra.
Entramos, parecía que el Señor tenía prisa. Era
un túnel muy grande, no se veía el fin.
Me quedé quieta por que veía algo horrible, veía
a multitudes con vestiduras rotas, los rostros
cabizbajos, arrastrando unas enormes cadenas
que hacían unos ruidos tremendos. Le pregunté:
- ¿Qué es esto Señor?
Y me dijo:
- Así camina la humanidad hacia el infierno.
Yo me movía de un lado para otro, le dije:
- Señor tú eres el Dios de la misericordia.
Cuando caminaba entre ellos vi un rostro
conocido, era el hermano mayor de mi marido.
Este hombre sólo se regocijaba en las cosas
malas de la tierra, se divorciaba todos los años,
y se volvía a casar. Me abracé al Señor y le dije
que me dejara ir por unos momentos a la tierra:
- ¡No!, Señor déjame ir a avisar a Adolfo que
va a caer en el infierno.
El Señor no me respondía nada, volví a ver a mi
31
cuñado y su mujer llegar al borde del infierno:
- Déjame ir a la tierra a decir que multitudes
son los que caen en este lugar.
El Señor se paró y oí su voz, levantó su mano, la
voz del Señor era un reto:
- Vete y diles que se termina el tiempo.
Tres veces el Señor dijo se les termina el tiempo.
- Miles y miles caerán en el infierno. A Adolfo
se le termina el tiempo, va a morir.
Adolfo un día vino del trabajo y dijo a su mujer:
- Me he venido del trabajo porque no puedo
trabajar. Hay algo que me dice que voy a
morir.
Y la mujer le dijo:
- Tu estás borracho como siempre.
Se fue a la cama y un minuto más tarde ella se
vio caminando por un túnel con su marido con
vestidos sucios, y cuando llegaron al final del
túnel vio el infierno y allí oyó la voz del Señor que
decía:
- Se acabó el tiempo.
32
El Señor me dijo:
- ¿Sabes por qué te hé traído? porque después
de tú primera experiencia se ha doblado el
número de los que caen en el infierno.
Iglesia de Jesucristo, ya no hay tiempo para
nosotros mismos, hay que trabajar y decir a esta
humanidad que Cristo viene ya.
Salimos a la velocidad de un rayo de lo profundo
de la tierra y llegamos al primer cielo, al segundo
cielo, cuando llegamos al tercer cielo, vi un
movimiento que no vi en mi primera experiencia:
yo veía los ángeles de un lado para otro, le dije
al Señor:
- ¿Por qué hay ese movimiento en el cielo?
El Señor me dijo:
- Si que hay un movimiento grande, pero te
voy a permitir que veas el movimiento grande
que hay en la tierra, mira los demonios que
invaden la humanidad, los demonios y el
Diablo se han lanzado con furia en contra de
esta pobre humanidad y en contra de mi
pueblo ¿Sabes por qué? porque me queda
muy poco tiempo.
En ese instante el Señor me hizo ver una multitud
de demonios que estaban muy furiosos. Me dijo:
33
- Estos son demonios de adulterio. En estos
tiempos estos demonios van a atacar a miles
de mis siervos y muchos caerán en ese pecado.
Y me dijo el Señor:
- No es tiempo de confiar en su propia fuerza.
¿Sabes el hueco grande que está haciendo el
Diablo? Es que me roban la gloria a mí y la
cogen para ellos y se ponen orgullosos. Ese es
el primer pecado, y la gloria siempre tiene
que ser para mí. Y el segundo agujero que el
Diablo está haciendo es en los hogares de
ministros del evangelio, hay un abandono
muy grande espiritual en sus hogares, las
mujeres de siervos de Dios no han sabido
edificar la casa con la sabiduría de la mujer
sabia.
Hay un movimiento muy grande de demonios,
pero hay también un movimiento grande en el
cielo equipados para la batalla.
El Señor me hizo ver un ejército muy grande que
era imposible de contar, y me dijo:
- Ahora mismo esta multitud de ángeles la
mando a la tierra y cuidarán de vosotros, se
ha doblado la guardia de estos últimos días.
Si tú estás abrazado en Cristo, nada te puede
pasar.
34
El Señor me llevó al depósito donde estaban las
coronas, las coronas ya no estaban en el depósito
y pregunté al Señor dónde estaban las coronas.
No tuve respuesta. LLegamos también donde
estaban los vestidos de lino finisimo, le hice al
Señor la misma pregunta y tampoco me dio
contestación.
Me llevó el Señor a otro lugar y vi una mesa
inmensa. La miré, era larguísima; había sillas
de oro alrededor; en cada silla había un nombre
escrito. En mi primera experiencia también las
vi pero los vestidos no estaban sobre las sillas.
Ya está todo preparado, muy pronto vamos a ir
a celebrar una cena con EL EY DE REYES Y
SEÑOR de SEÑORES. ¡Gloria a Dios! ¡Qué
maravillas!, en aquel momento vi una silla muy
grande y enfrente de la silla una copa muy
grande. Me dijo el Señor:
- Acércate.
Miré dentro de la copa, la copa estaba servida.
Miré al Señor y le dije:
- ¿Por qué todo está servido?
- ¿Sabes por qué?, vete y di a mi pueblo que
no es que vengo pronto, sino que vengo ya.
En ese momento me dijo:
35
- He levantado a mi siervo allí en la tierra (me
hablaba de Yiye Avila), no es un predicador
cualquiera, lo he levantado como profeta, así
como Juan el Bautista preparó el camino, así
él preparaba el camino para mi venida. Ve y
di a mi siervo que no diga que Cristo viene, si
no que está aquí.
Cogió un vestido de lino finísimo y me dijo:
- Póntelo.
Y me dio una corona para que me la pusiera y así
me llevó a una pantalla (que yo le llamo el espejo
de Dios) me cigió de la mano, fuimos al espejo y
me dijo:
- No hay mancha ¿no es verdad? ¿tampoco
arruga?
Yo le dije:
- No Señor.
- Nadie que no tenga este vestido no podrá
entrar por esa puerta, ni sentarse en esa
mesa. Hay muchos que lo tienen manchado
allí en la tierra, hay muchos que lo tienen
arrugado, y hay muchos de mi pueblo que lo
tiene guardado. Di a mi pueblo que ya es
tiempo de que se pongan el vestido, que ya es
tiempo que los que lo tienen manchado pidan
36
de limpiar ese vestido, ya es tiempo de
planchar el que lo tiene arrugado, comenzé a
clamar a Dios ¿qué quiere que no haga?
Y dijo el Señor:
- Aquí muy pronto vamos a celebrar la Cena
en el reino de mi Padre.
Me cogió de la mano y llegamos al Paraiso. En mi
primera experiencia el Señor me hizo una
promesa. Soy de una familia de divorciados, yo
viví con mi padre, mi madre es una mujer
religiosa y mi padre un ateo. Tengo una hermana
monja y sé que ella dejará el convento y predicará
a Jesús juntamente conmigo. Yo dije al Señor:
- Mi madre se va a perder en ese estado de
religiosidad, yo le ha hablado tanto del Señor
y no me escuchaba, si no que se agarraba más
que nunca a la idolatría.
Pero me dijo:
- Voy a salvar a tú madre, pero me la voy a
traer enseguida por que no va a perseverar en
la salvación.
De la primera experiencia pasaron años, yo
lloraba y oraba por ella pidiendo su salvación,
porque ella cada día era más idólatra, recordaba
37
el Senor la promesa que me había hecho. El
Señor utilizó a mi hijo Germán, el niño tiene
ahora 8 años y hace 4 que murió mi madre. El
niño la presentó a Jesús, y así la llevó a la
salvación y mi madre dio su vida al Señor. Mi
madre moría 3 días más tarde. Cuando llegué al
Paraíso, me dijo:
- Mira, lo que yo hablo lo cumplo.
Me enseño a mi madre entre otras mujeres.
- Mira a tu madre.
La pude conocer. Esperan que el número de la
Iglesia sea completo y sea arrebatada.
Iglesia del Señor, el Señor me llevó a otro lugar
donde vi multitudes de niños vestidos de blanco
que alababan y glorificaban al Señor, y me dijo:
- Mira todos estos niños que han abortado en
estos últimos tiempos, que médicos y madres
asesinos matan día tras día, que se encuentran
en la basura, en los rios.
¡Pero que Dios maravilloso tenemos!. Dijo el
Señor:
- No es como creen muchos que no tienen
vida, pero desde el instante que la mujer cae
en cinta ya tienen vida.
38
Me dijo el Señor:
- Trabaja muy deprisa y con mucha rapidez,
no hay descanso, trabaja, yo soy tu fuerza,
este mensaje tiene que ser llevado al mundo
entero, este mensaje es para todos,
incluyéndo a ti, incluyendo a Pastores. Aquel
que esté limpio se limpie más.
En aquel momento se abrieron las puertas del
Cielo y pusieron una escalera preciosa. El Señor
llamó a una multitud de ángeles y el mismo
Señor que vino por mi espíritu regresaba con mi
espíritu. Entramos en mi casa. Allí estaba mi
marido y los hermanos que esperaban el regreso
de mi espíritu. El Señor hizo algo en esos
hermanos. Cuando vi mi cuerpo tenía los ojos
hundidos, los labios hinchados. Dije al Señor:
- Yo no entro en ese cuerpo tan feo, quiero
irme contigo.
- No es tiempo de venir conmigo, tienes que
llevar este mensaje para qui mi pueblo se
prepare.
El Señor me dijo con voz poderosa:
- Entra y recibe vida.
Mi espíritu comenzó a moverse en la habitación,
porque esta orden no era dada por un hombre
39
cualquiera, ni por un profeta cualquiera, esta
orden fue dada por el dador de la Vida. Se paró
al lado de mi cuerpo y me volvío a decir:
- Entra y recibe vida.
Esta voz poderosa retumbó y dijo:
YO SOY LA RESURECCION Y LA VIDA
Y AQUEL QUE CREE EN MI
AUNQUE ESTE MUERTO VIVIRA.
ENTRA Y RECIBE VIDA.
40
¡Muy importante!
"El pecado de Adán trajo maledición sobre la
tierra y ahi vivimos actualmente. Todo el que
nace en la actualidad nace bajo esa terrible
maldición. La muerte, trágico salario del pecado,
se cierne sobre el hombre. Millones se han
perdido en estos seis mil años de la creación del
hombre.
"Dios, en Su amor, obró rendición para el ser
humano al enviar a Cristo a morir para toda la
humanidad. La muerte expiatoria de Cristo en
la cruz quitó la maldición terrible y la sentencia
de muerte que viene por el pecado. Solo por
Cristo podemos escapar del juicio decretado
para todo pecador.
"Ven a Cristo y sálvate, pues no podra escapar
ningún pecador a menos que venga a Cristo y se
lave en la Sangre bendita que Él vertió y que
limpia el pecado."
Yiye Avila
Acepta a Cristo Jesús hoy como tu Salvador y
Señor, sino lo has echo. El limpiará tu alma de
pecado y te dará la Vida Eterna.
Pues, "si confesamos nuestros pecados, él es fiel
y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad" (1 Jn 1:9).
41
Descargar