COSMOLOGÍA ANTIGUA Y MODERNA (HASTA EL SIGLO XIX) Introducción Exponemos, a grandes rasgos, los datos astronómicos conocidos desde antiguo, su aplicación a la navegación en alta mar, y un resumen de las ideas y los logros de los personajes más significativos en Cosmología, hasta el siglo XIX. No hacemos mención de científicos muy importantes, pero que no nos han parecido esenciales en una descripción tan esquemática como la que pretendemos. Astros Fijos y Errantes Si observamos el cielo en una noche clara, veremos miles de estrellas, como puntos luminosos sobre fondo negro. Forman figuras características (Osa Mayor, Osa Menor, Cruz del Sur...) llamadas constelaciones. Las estrellas se mueven lentamente, en bloque. Salen del horizonte por el este, y desaparecen por el oeste. En 24 horas han dado una vuelta completa y regresan a la misma posición, al menos casi todas. Noche tras noche, año tras año, las figuras que forman las constelaciones permanecen invariables. 6 Hay 5 "estrellas" visibles a simple vista que se comportan de manera algo diferente: dan una vuelta cada 24 horas pero no regresan exactamente al mismo lugar: se han desplazado algo respecto a las demás estrellas. Por eso se las llama "estrellas errantes" o planetas, en oposición a las estrellas "fijas" de que hemos hablado antes. Las estrellas errantes visibles a ojo desnudo son Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Otra característica de ellas es que al mirarlas no parpadean, en cambio, las estrellas fijas parpadean. El Sol y la Luna se comportan también como astros errantes. Es decir, se desplazan respecto de las constelaciones. El Sol, por ejemplo, en un año recorre las constelaciones de Aries, Taurus, etc. (las doce constelaciones que son los llamados Signos del Zodíaco). La Luna y las estrellas errantes transitan muy aproximadamente por el mismo camino, que se llama la "eclíptica" (por ser donde se producen los eclipses). La Esfera Celeste La impresión que tiene el observador al estudiar el movimiento de las estrellas, es la de encontrarse en el interior de una gran bóveda, la "bóveda celeste", esfera celeste o firmamento, que rota alrededor de un eje que pasa por su centro (donde está el observador). Este eje de giro pasa, en el Hemisferio Norte de la Tierra, por la Estrella Polar, fácilmente identificable. En el Hemisferio Sur, el eje pasa por la estrella Sigma de Octante, de poco brillo, a la cual apunta la constelación llamada Cruz del Sur. La Estrella Polar cae justo sobre el Polo Norte de la Tierra, es decir, un hombre situado en el Polo Norte la tendría sobre su cabeza. Y cosa similar pasa en el Hemisferio Sur, con la estrella Sigma de Octante (Ver figuras 1 y 2) . Los hombres aprendieron hace mucho tiempo a determinar la latitud geográfica (o distancia al Ecuador, en grados) del lugar donde se hallaban, mirando a la Estrella Polar. En el Hemisferio Norte, la latitud geográfica es la altura (angular) de la Polar sobre el horizonte (ver figura 3). Sabiendo, como ahora sabemos, que la Polar está a una distancia tan 7 Figura 1. En el hemisferio norte, la estrella polar, señalada con una N, permanece fija; en cambio la Osa Mayor y la Osa Menor, como las demás estrellas, giran a su alrededor dando una vuelta completa cada 24 horas. 8 Figura 2. En el hemisferio sur o austral, las estrellas giran alrededor de la Sigma de Octante (en la figura S, adonde apunta la constelación Cruz del Sur.) 9 grande, que las visuales a ella son siempre paralelas, es fácil deducirlo de la misma figura. En efecto, en la fig.3, se representa la Tierra y un punto P en el Hemisferio Norte. El ángulo que forman CE y CP es la latitud del lugar P (que varía desde 0°, si P estuviera en el Ecuador, a 90°, si estuviera en el Polo Norte). Figura 3. La latitud de un lugar de la tierra, coincide con el ángulo de la visual a la estrella Polar con la horizontal, en el hemisferio norte. En el mismo polo Norte, con latitud 90°, la Polar cae directamente en el Zenit, o sea, encima de la cabeza del observador. 10 La horizontal de P que mira al Norte, es la recta tangente a la circunferencia. La visual desde P a la Estrella Polar es paralela a CN (por estar la Estrella Polar tan lejos, las dos rectas que pasan por ella son prácticamente paralelas). De lo anterior se deduce que el ángulo de la horizontal con la visual a la Estrella Polar (o sea la altura de la Polar sobre el horizonte) es también ϕ (igual al PCE, por lados perpendiculares (Ver figura 4). Figura 4. Los árabes antiguos ya sabían que la "altura de la Polar sobre el horizonte”, ϕ, era lo mismo que la latitud del lugar, y lo usaban para no perderse (o perderse menos) al recorrer el desierto buscando un oasis. 11 Es ésta una propiedad que ha sido usada tanto por la caravanas del desierto de Arabia, como por los navegantes también árabes del Océano Indico, para no perderse en su camino (ver figura 5)1. En la figura 5, a), un navegante árabe antiguo hace una observación de la latitud con una tablilla preparada para la ciudad de Calicut (India), adonde desea ir. Poniéndola a una distancia de la cara, medida por un nudo de la pita (al que muerde con sus dientes), la mueve hasta que su borde inferior coincida con el horizonte marino, y quede en la vertical de la Estrella Polar. Figura 5. Manejo de un sextante muy primitivo. La tablilla se coloca a distancia fija de la cara- con su borde inferior en el horizonte marino. Cuando la estrella polar queda justo a la altura del borde superior, se ha llegado a la latitud del destino. 1 Severin, Tim; In the wake... (Ver Bibliografía al final) 12 En 5, b), se representa lo que puede ver el navegante: la Estrella Polar cae por encima del borde superior de la tablilla; esto quiere decir que está más al Norte que Calicut. En ese caso, seguiría navegando hacia el Sur o Sureste hasta que observe 5, d): en ese momento (punto P del mapa) está ya en la latitud de Calicut y debe navegar hacia el Este (figura 6). La Cosmología de Aristóteles Aristóteles (siglo IV a. C.) ensayó una Cosmología que explicara los datos de la experiencia (la tomó de los cosmólogos de su tiempo, y la integró a su filosofía). En esa cosmología, una esfera muy grande (pero finita) cuyo centro era la Tierra, giraba alrededor del eje Norte-Sur, Figura 6. Recorrido de un navío árabe de la época de Simbad, hacia Calicut. La astronomía, aún rudimentaria, permitió la navegación en alta mar. 13 dando una vuelta cada 24 horas. Esta esfera contenía las estrellas fijas, unidas rígidamente a su superficie interior. Otras esferas concéntricas con ella, más pequeñas y transparentes, contenían el Sol, la Luna y los planetas. Esas giraban también igual que la mayor, pero además tenían otro giro propio de cada una que daba cuenta de la movilidad de los astros respecto a las estrellas fijas. Las esferas giraban desde siempre, y seguirían girando sin límite de tiempo. La materia que las formaba era noble, incorruptible, y divina, al revés que la materia de la Tierra. Aunque Aristóteles llegó a conocer la existencia de Dios, intelección de intelección, no le asignó el papel de creador. La idea de creación -producción a partir de la nada, idea recibida del mundo judío- parece desconocida para él. Dios es, eso sí, el Primer Motor, que mueve la gran máquina que es el Cosmos, y Último Fin por atracción de todo lo existente. Se deduce de lo dicho que la Cosmogonía o estudio de la formación del Cosmos, no tiene cabida en esas ideas. Siendo el universo eterno, y siempre igual a sí mismo, no tiene historia. Resumiendo: según Aristóteles, -el mundo es eterno, o sea de duración ilimitada hacia atrás y hacia adelante. -el mundo tiene un tamaño finito. Ptolomeo (siglo II d.C.) Astrónomo y matemático, acepta una Cosmología casi igual a la de Aristóteles (sólo que coloca las esferas que contienen los astros mucho más cerca de la Tierra, pues sabe que están mucho más cerca que las estrellas). Ptolomeo construye las primeras tablas trigonométricas, y con su ayuda es capaz de calcular y predecir, con aceptable aproximación, las posiciones aparentes de los astros en cualquier momento, y por tanto 14 también los eclipses. El modelo de las esferas de Ptolomeo funciona bastante bien para la predicción de fenómenos observables, y no fue superado sino 1,400 años después. Esto parece dar un respaldo a la Cosmología aristotélica de las esferas, y por supuesto, dentro de un grado de aproximación bastante parecido al de los instrumentos de medida de su tiempo, da razón de los fenómenos observables (como se decía desde tiempos de Platón, "salva los fenómenos”). Santo Tomás de Aquino (1225-1274) Filósofo y teólogo, pero no naturalista ni astrónomo (en contraste con su maestro San Alberto Magno), Santo Tomás comenta a Aristóteles y lo integra en la filosofía cristiana. Acepta casi sin modificarla la Cosmología de Aristóteles. Solamente hace notar que el Cosmos ha sido creado, es decir, ha empezado a existir en el tiempo, cosa que él (Tomás) sabe por la Revelación Cristiana. Tampoco puede admitir que las esferas celestes sean divinas: son criaturas como las demás. Pero, en cuanto a la eternidad del mundo, excusa cortésmente a Aristóteles argumentando que, por solo el conocimiento natural, no podemos saber si existe desde siempre o ha empezado a existir, pues no repugna a la razón que el Universo sea eterno, sino sólo que sea increado (Dios podía haberlo creado desde toda la eternidad) 2. Para Santo Tomás de Aquino, pues: - el Universo ha empezado a existir a partir de la creación (dato que no puede proporcionar la ciencia natural, sino la Revelación). - El mundo tiene un tamaño finito. 2 Artigas; El hombre... Pág. 95. 15 Isaac Newton (1642-1727) Genio científico de primera magnitud, su Mecánica puede predecir tanto los movimientos de los astros (mucho mejor que la de Ptolomeo), como la caída de un proyectil. Con ella se pueden proyectar máquinas con un éxito antes imposible. Esto confiere, durante 250 años, a su creación científica, un aura de infalibilidad y perfección. Newton sabe ya que las estrellas no están en una esfera, sino a distancias tan grandes de nosotros y entre sí que, generalmente, sus movimientos relativos no son apreciables en un lapso de tiempo de cientos de años. Sabe también que la materia que contienen los astros, debe ser idéntica, a la terrestre, y que la rigen las mismas leyes mecánicas. En sus ecuaciones, las coordenadas espaciales (x, y, z) y el tiempo (t) podrían variar de menos infinito a más infinito, sugiriendo la siguiente interpretación: - El universo podría ser eterno, o sea de duración ilimitada hacia atrás y hacia adelante (se regresa a la concepción antigua). - El universo tiene un tamaño infinito. El Universo, ¿infinito y eterno? En la Edad Media se dijo que el universo tenía que ser finito en tamaño, puesto que un infinito actual (existente, no un infinito pensado) era contradictorio3. No estamos en condiciones de valorar ese razonamiento, que sin embargo fue hecho por personas muy capaces y con una gran perspicacia. Giordano Bruno (1548-1600) no era un científico, pero sí un hombre de una gran fantasía. Defendió que el espacio y el tiempo eran infinitos, que el mundo constaba de infinitos astros que, en todas direcciones, y desde siempre, irradiaban su luz sobre infinitos planetas, de los cuales serían incontables los que tenían vida como la terrestre. El universo como conjunto no tendría, pues, historia. 3 Jaki; The Savior... Pág. 93 16 La idea de un universo infinito venía ganando adeptos ya en los siglos XVII y XVIII. Por un lado, la imaginación indicaba que debía de ser infinito en tamaño, puesto que si un artefacto cualquiera lo surcara, no podía encontrar una barrera que no estuviera ella misma en el espacio, y perforándola, siempre podría seguir su curso. El espacio seguía la Geometría de Euclides, y por tanto sólo podía ser infinito. Y en cuanto a la eternidad, era lo que ya pensaba Figura 7. La cosmología ha interesado profundamente a la humanidad. Las opiniones han sido muy variadas, y recién en nuestro tiempo son posibles comprobaciones científicas de ellas. Aristóteles y lo Revelación, parecía algo superpuesto, como postizo, y aunque fuese verdadera, tal vez no se podría 17 descubrir por las ciencias, como ya decía el propio Santo Tomás. Newton mismo, si bien había dicho que el universo era finito en tamaño, admitía que la materia puede ocupar un espacio finito, rodeado de un infinito espacio vacío. Y más en privado, era favorable a un universo material de tamaño infinito. El capellán Richard Bentley le argumentó que en un universo así, las atracciones mutuas de los astros se anularían y no podría haber atracción alguna. Ciento treinta años más tarde George Green dio una demostración matemática estricta de lo intuido por Bentley: si el Universo fuera infinito, no existiría la gravedad4. Y en el siglo XIX, los científicos alemanes Zollner y Olbers se tropezaron con otra objeción de peso a la infinitud del espacio, basándose en un hecho experimental. Si en un espacio infinito, existieran infinitos soles desde siempre, distribuidos al azar, y agrupados en galaxias y nebulosas también distribuidas al azar, el cielo nocturno no aparecería negro con puntos brillantes, sino blanco, pues en todas direcciones habría alguna estrella que estaría enviando su luz a nuestros ojos. Esta dificultad, llamada la Paradoja de Olbers, insinuaba que el mundo debía ser finito. Olbers calculó, en una fórmula, la luminosidad que tendría el cielo nocturno en un mundo como el de Giordano Bruno. Olbers trataba de buscar el motivo de la negrura, y propuso algunas explicaciones para salvar la infinitud del Universo, pero lo que consiguió fue sembrar la duda sobre la misma5. 4 5 Jaki; The Savior... Pág. 91. Bondi; Why is it Dark... 18